La Semana Santa

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Breviario para mis nietos
Ibrahim González-Urbaneja
La Página de los Jueves
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LA SEMANA SANTA
Edición: Norka Salas
LA SEMANA SANTA
L
a Semana Santa es la conmemoración anual cristiana
de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de
Nazaret o, lo que es igual, conmemorar sus últimos
días; por ello, es un período de intensa actividad
litúrgica dentro de las diversas confesiones cristianas. Da
comienzo el Domingo de Ramos y finaliza el Domingo de
Resurrección.
La Semana Santa va precedida por la Cuaresma, que
finaliza en la Semana de Pasión donde se celebra la
Eucaristía en el Jueves Santo, se conmemora la Crucifixión
de Jesús el Viernes Santo y la Resurrección en la Vigilia
Pascual durante la noche del Sábado Santo al Domingo
de Resurrección.
Durante la Semana Santa tienen lugar numerosas muestras
de religiosidad popular a lo largo de todo el mundo,
destacando las procesiones y las representaciones de la
Pasión.
La Pascua de Resurrección es el domingo inmediatamente
posterior a la primera luna llena tras el equinoccio de
primavera, y se debe calcular empleando la luna llena
astronómica. Por ello puede ser tan temprano como el 22
de marzo, o tan tarde como el 25 de abril.
En algunos países se suspenden las labores docentes
durante dos semanas que abarcan desde el sábado anterior
al Viernes Santo hasta el segundo domingo después del
Viernes Santo.
La Semana Santa comienza con el Domingo de Ramos
de la Pasión del Señor, une el triunfo de Cristo –aclamado
como Mesías por los habitantes de Jerusalén y hoy en el
rito de la procesión de las palmas por los cristianos– y el
anuncio de la Pasión con la proclamación de la narración
evangélica en la Misa.
Los ramos son el signo
de la participación gozosa
en el rito procesional, la
expresión de la fe en
Cristo, Mesías y Señor,
que va hacia la muerte para
la salvación de todos los
hombres. Por eso, ese domingo tiene un doble carácter, de
gloria y de sufrimiento, que es lo propio del Misterio Pascual.
El pueblo hebreo celebra la Pascua en conmemoración
de la víspera del éxodo de la opresión egipcia en busca de
la Tierra Prometida por Dios a Abraham.
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Para los cristianos hoy día, la Pascua es el paso de Cristo
de la Muerte a la Vida y es la más importante de las fiestas
cristianas. El domingo anterior a la Pascua Judía, Jesús
llega a Jerusalén para celebrar esta fiesta con sus discípulos.
Al llegar es recibido como Mesías pero, a la semana, es
condenado a muerte y crucificado. Se consuman así la
redención del pecado y la victoria sobre la muerte.
En la Semana Santa se recuerda la entrada triunfal a
Jerusalén, la Última Cena, la Crucifixión y la Resurrección
de Cristo. Durante el Triduo Pascual (jueves, viernes y
sábado) se realizan las celebraciones centrales de Semana
Santa.
El Jueves Santo es una especie de «profecía» de la
Pascua. En el Monte de los Olivos Jesús vive,
concientemente y de manera anticipada, su Pasión y su
Muerte. Este día se bendice el Santo Crisma, –que se utilizará
hasta el siguiente Jueves Santo– , también se realiza la Misa
de la Cena del Señor, en la que se recuerda la Última Cena
que Jesús tuvo con sus amigos, los apóstoles. La Última
Cena puede interpretarse como la instauración de la Misa.
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Imágenes del Nazareno de San Pablo
Viernes Santo es un día de silencio, pues se recuerda la
Crucifixión de Cristo y es, por eso, el único día del año en
que no se realiza misa. En su lugar se hace una celebración
en la que se recuerda la Pasión del Señor, se reza por la
salvación de todo el mundo y se adora la cruz. Una de las
tradiciones populares que ha tomado mucha fuerza en la
celebración del Viernes Santo es la representación en vivo
del Vía Crucis
El Sábado Santo por la noche se celebra la Solemne
Vigilia Pascual o la Misa de Gloria. Es el punto final del
Triduo Pascual. Cuando llega el momento de rezar la oración
de Gloria se hacen repicar las campanas para anunciar a
todo el mundo que Cristo resucitó. Según una antiquísima
tradición los fieles cristianos encienden velas simbolizando
la invitación de Cristo a su mesa.
El Domingo Santo o de la Resurrección, es el día más
importante del año litúrgico: se celebra la Resurrección de
Cristo. La Resurrección es el fundamento de la fe en Jesús,
ya que en ella se basa la esperanza de la salvación del mundo.
La iglesia entera festeja el triunfo de Cristo sobre el pecado
y es por ello que todas las iglesias se embellecen de flores y
reúnen a toda la comunidad cristiana.
El misterio de la Encarnación se completa con el misterio
de la Redención.
La conmemoración de tal acontecimiento otorga a los
días de la Semana Santa el carácter de un tiempo sagrado.
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El Crisma. Los Santos Oleos, que se bendicen o consagran
en la Misa Crismal matutina del Jueves Santo por el obispo,
son de tres clases: el crisma, el óleo de los catecúmenos y
el óleo de los enfermos. Esa misa crismal debe ser
concelebrada. La sustancia de los óleos debe ser de aceite
de oliva o de otros aceites vegetales si es difícil conseguir el
de oliva. Al crisma se le añade algún bálsamo o aroma para
obtener una fragancia simbólica y también por motivos
prácticos: para distinguirlos de los otros óleos.
La preparación del crisma se puede hacer privadamente
antes de su consagración, o bien hacerla el obispo en la
misma acción litúrgica. La consagración del crisma es de
competencia exclusiva del obispo, sólo en caso de necesidad
podría hacerlo un presbítero pero siempre dentro de la
celebración del sacramento. Los párrocos tienen la obligación
de recoger y custodiar dignamente los santos óleos para su
uso en los sacramentos en los que se precisan.
La liturgia cristiana ha aceptado el uso del Antiguo
Testamento, cuando eran ungidos con el óleo de la
consagración los reyes, sacerdotes y profetas, ya que ellos
prefiguraban a Cristo, cuyo nombre significa «el Ungido
del Señor». Del mismo modo se significa con el Santo
Crisma que los cristianos, injertados por el bautismo en el
misterio pascual de Cristo, han muerto, han sido sepultados
y resucitados con él, participando de su sacerdocio real y
profético, y recibiendo por la confirmación la unción espiritual
del Espíritu Santo, que se les da.
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El crisma se consagra, los otros óleos solamente se
bendicen. Hay que aclarar que no es lo mismo bendecir
(benedicere, o sea desear algo bueno) que consagrar (hacer
sagrada una cosa).
La palabra «crisma» es griega y denomina un ungüento
aromático mezcla de aceite y bálsamo oloroso. Su etimología
proviene de «chrio», ungir, que ha dado origen al término
«Cristos» que significa «El Ungido». De ahí deriva la palabra
Cristo, con la que designamos al Salvador.
El sacerdote encargado de su custodia debe velar para
que se renueve cada año. Los óleos del año anterior deben
quemarse o si sobran en gran cantidad pueden consumirse
en alguna lámpara. No obstante, si no hubiese disponible el
del año, el sacramento impartido con él sería válido.
¿Cuándo se usa el Santo Crisma? El crisma, que es
bendecido y consagrado por el obispo se utiliza para el
sacramento del bautismo. Con este crisma son ungidos los
nuevos bautizados en la frente luego de recibir el agua en la
pila bautismal. También son signados en la frente los que
reciben la confirmación para significar la donación del
Espíritu. En la ordenación de presbíteros y obispos se ungen
las manos de los presbíteros y la cabeza de los obispos.
Por último con el crisma se ungen las paredes y los altares
en el rito de la consagración de iglesias.
Con el óleo de los catecúmenos se preparan y disponen
para el bautismo los mismos catecúmenos. Este óleo extiende
el efecto de los exorcismos, para que los bautizandos
reciban la fuerza para renunciar al diablo y al pecado, antes
de que se acerquen y renazcan de la fuente de la vida.
Con el óleo de los enfermos, en el rito hoy llamado de
Unción de enfermos y antes Extremaunción, éstos son
aliviados en sus enfermedades.
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