Ideas para crear nuevos productos L Michele A. Paige y Christopher H. Paige Según un estudio del Massachusetts Institute of Technology y PA Consulting Group Inc., los programas de I+D de las empresas no logran, por lo general, explotar a fondo los recursos externos. Los concursos pueden poner remedio a este defecto. nos aromas irresistibles le dan la bienvenida al concurso de repostería y cocina de Pillsbury Co. esta semana en San Francisco. Algunos son los postres favoritos de la infancia; otros, extraños y exóticos. En el salón de convenciones, cien finalistas preparan este año sus propias recetas originales, unas recetas que son la peor pesadilla de cualquier aficionado a las dietas: pasteles de azúcar, panecillos de queso, hojaldres con frutas y cualquier otra cosa que estos reposteros a tiempo parcial puedan imaginar. Otros finalistas preparan sus versiones de platos principales y guisos de verduras. Para el afortunado ganador con la mejor receta original, el premio es de un millón de dólares. Para Pillsbury, el premio es triple: nuevos productos, U una incalculable percepción sobre las preferencias de los consumidores y la mejora de la imagen empresarial. Incluso si una receta no acaba convirtiéndose en un nuevo producto, puede servir para descubrir nuevos usos de productos tradicionales. Por ejemplo, dos recetas triunfadoras ayudaron a que los croissants para calentar al horno de Pillsbury –desde hace mucho tiempo un alimento de primera necesidad en los desayunos formales– se convirtieran en los panecillos de desayuno rápido y en productos aptos para el mercado de comida rápida. “El concurso culinario nos permite también echar una ojeada en las cocinas de miles de hogares de todo el país”, comenta Marlene Johnson, directora de 1 Ideas para crear nuevos productos Para Pillsbury, el premio es triple: nuevos productos, una incalculable percepción sobre las preferencias de los consumidores y la mejora de la imagen empresarial comunicaciones de producto de Pillsbury, “y conocer las tendencias de cocina y repostería en el lugar en el que surgen”. Como demuestra una serie de libros de cocina de gran éxito, el concurso culinario es muy popular entre los consumidores, lo que mejora tanto la innovación de Pillsbury como los esfuerzos de marketing. Los concursos capturan la imaginación del público y representan el paradigma del sueño del inventor/empresario solitario trabajando diligentemente en su garaje o su sótano en un invento que transformará el mundo. Al limitarse a participantes aficionados, el concurso culinario de Pillsbury encaja a la perfección en esta idea. Sin embargo, la mayoría de los concursos está abierta a que participen empresas. Incluso en el sector alimenticio: desde 1996, el concurso de recetas de Equal Sweetener ha descubierto nuevas recetas de postres 2 comerciales y no comerciales, y cuando la Alaska Fisheries Development Foundation convocó un concurso de recetas “Sinfonía del Salmón”, Stockpot Soups –una fabricante de sopas y salsas para restaurantes– fue la vencedora. Sólo uno de cada seis mil descubrimientos científicos genera un nuevo producto comercialmente viable. En vista de estas cifras, cualquier empresa razonable intentará diversificar sus esfuerzos en I+D, y los concursos pueden ser la solución. Mientras que su empresa tan sólo puede investigar al mismo tiempo un puñado de enfoques, los concursantes, en su conjunto, pueden seguir cientos de enfoques simultáneamente. Y para que usted no piense que los concursos sólo tienen éxito en las industrias de alta tecnología, recuerde que fue un concurso lo que resolvió el problema más famoso del siglo XVIII: determinar la longitud en la que se encuentra un barco en el mar. Hoy día, el Advanced General Aviation Transport Experiment (AGATE) de la NASA busca diseños vanguardistas para aviones pequeños, limpios y baratos. En AGATE, los aviones existen únicamente en la memoria de un ordenador: para seleccionar un ganador, la NASA somete a estos aviones virtuales a simulaciones computerizadas. En el moderno diseño de aeroplanos, estas simulaciones guían el desarrollo de prototipos en el mundo real que culminarán en la próxima generación de aviones para trayectos cortos. De nuevo en tierra firme, las “Olimpiadas de Ideas” de Toyota Motor Corp. fomentan la innovación en el diseño automovilístico. Los expertos en inteligencia utilizan los concursos para aprovechar al máximo el poder de la tecnología actual en un trabajo tan antiguo como el espionaje. Con el propósito de animar a la innovación en la recopilación de información, la CIA patrocinó un concurso que proponía a los participantes que reunieran tanta información como les fuera posible sobre un determinado tema, casualmente el estado de Burundi. Open Source Solutions Inc. (OSS), una empresa de alta tecnología que se basa en las búsquedas en Internet, venció por un amplio margen. Robert D. Steele, presidente fundador de OSS, afirma que los concursos son “la única forma de aprovechar al máximo la inteligencia distribuida por toda la Tierra”. Por supuesto, la mejora en el acceso a estas fuentes de una empresa supone una brecha en la seguridad de otra, de manera que los expertos en seguridad han respondido con la misma moneda: con concursos para alentar la innovación en la seguridad de los datos. RSA Data Security, un fabricante líder de tecnología para codificación de software, propuso un concurso que retaba a los participantes a descifrar un mensaje codificado con el código Ideas para crear nuevos productos de 56 bits estándar del Gobierno de Estados Unidos. Distributed.Net, una coalición global de entusiastas de los ordenadores, descifró el código en tiempo récord y se llevó el premio de 10.000 dólares. Monsanto, líder mundial en investigación científica, utiliza concursos para complementar su programa de I+D interno. Recientemente, Monsanto ofreció un millón de dólares a cualquiera que pudiera inventar un sistema práctico y rentable para eliminar ciertos agentes contaminantes –ácidos fosfóricos y fosforosos– de las aguas residuales de una planta química en Louisiana. El concurso cumplía la promesa de Monsanto de “buscar por todo el mundo la tecnología necesaria para minimizar el efecto de los residuos”, al tiempo que permitía que la empresa compartiera los costes de su compromiso. Con modelos tradicionales de I+D, su empresa corre con todos los gastos y puede que no reciba beneficios en muchos años, si es que llega a haberlos algún día. Los concursos modifican todos estos costes: los concursantes que fracasan no reciben dinero. Sin embargo, los investigadores internos de su empresa y los consultores externos esperan recibir dinero por los fracasos al igual que por los éxitos. Los abrumadores costes actuales de I+D no animan a la investigación interna. Según el pronóstico anual de R&D Magazine, las industrias norteamericanas esperaban gastar 187.000 millones de dólares en I+D, el 16’5% más que el año anterior. De hecho, el alto coste de I+D ha llevado a algunas empresas a formar consorcios para financiar la investigación básica. Además, muchas empresas, especialmente las industrias farmacéuticas, de ordenadores, automóviles y telecomunicaciones, se fusionan o adquieren otras empresas de I+D intensivo para distribuir los costes de investigación y poner en común el talento. Mientras tanto, los incentivos del personal de I+D han aumentado más rápidamente que la inflación y suponen, en porcentaje, el doble de los incentivos de los empleados no investigadores. Los concursos atraerán muchos más recursos que los que usted podría obtener invirtiendo de forma rentable. En términos económicos, debería invertir una cantidad igual al valor actual esperado de la investigación. Por definición, el valor actual esperado de la investigación es igual a la probabilidad de éxito multiplicada por el valor actual descontado de éxito. En otras palabras, el tamaño de su inversión debe reflejar tanto sus posibilidades como los beneficios potenciales del éxito. Los concursos capturan la imaginación del público y representan el paradigma del sueño del inventor Al utilizar estos conceptos, consideremos un ejemplo muy sencillo. Supongamos que usted sabe que tiene el 10% de probabilidades de llevar a cabo un descubrimiento con un valor actual descontado de un millón de dólares. Utilizando la definición anterior, debería gastar más de 100.000 dólares. Ahora bien, 3 Ideas para crear nuevos productos Muchos empleados potenciales de incalculable valor nunca se presentan en su empresa sencillamente porque no saben que usted necesita sus habilidades supongamos que usted ofrece un premio de 100.000 dólares. Si su concurso atrae sólo a diez participantes, cada uno de ellos tiene el 10% de probabilidades de triunfar, por lo que cada concursante debería invertir 10.000 dólares; colectivamente, deberían gastarse 100.000 dólares. Si alguno de los concursantes tiene más del 10% de probabilidades o si su concurso atrae a más participantes, usted habrá incrementado de manera efectiva su presupuesto de investigación. Y recuerde, en investigación interna, cuesta 100.000 dólares, sin tener en cuenta el resultado; con un concurso, usted sólo paga por el éxito. Además, cabe la posibilidad de que encuentre fácilmente participantes. Los concursos son divertidos, atractivos en términos económicos y proporcionan también recompensas no económicas a los concursantes, que valoran el premio de 100.000 dólares en más de 100.000 dólares. Dicho en pocas palabras, los concursantes invertirán más de lo que invertiría usted. ¿Por qué busca Monsanto ideas en gente ajena a la empresa? Al menos, los concursos confirman si los esfuerzos de I+D llevados a cabo por su empresa han olvidado alguna vía importante de investigación. Durante años, los propios investigadores de Monsanto estudiaron el problema de las aguas residuales con resultados significativos, aunque incompletos. Según Chuck Keffer, director de 4 excelencia operacional de desarrollo sostenible en Monsanto, “el concurso nos ofreció un poderoso medio de acelerar nuestros esfuerzos en I+D; nos dio una ‘ventaja de satisfacción’: la satisfacción de saber que habíamos considerado todas las posibilidades a fondo”. Según un estudio del Massachusetts Institute of Technology y PA Consulting Group Inc., los programas de I+D de las empresas no logran, por lo general, explotar a fondo los recursos externos. Los concursos pueden poner remedio a este defecto. El I+D convencional limita a una compañía a las ideas de su grupo de I+D y de otros expertos de la firma; sin embargo, la historia está repleta de genios excéntricos que resolvieron rompecabezas sin solución aparente. La respuesta a un problema particular en una disciplina puede aparecer a menudo en otra disciplina con la que no tenga demasiada relación, por lo que los concursos pueden atraer a participantes de estos campos inexplorados. Hay que recordar que los profesionales son, por definición, los productos de un proceso educativo común: leen los mismos periódicos, acuden a las mismas conferencias y charlas, y pasan la mayor parte de sus vidas profesionales hablando con sus semejantes. Esta uniformidad puede ahogar la innovación. Dicho de otro modo, la investigación interna crea, a Ideas para crear nuevos productos menudo, burocracias para la innovación. Incluso los burócratas más brillantes no pueden, en ocasiones, aceptar la sabiduría de un enfoque menos convencional; por ejemplo, Isaac Newton no creía que los relojes mecánicos pudieran resolver el problema de la longitud terrestre. Como contraste, los concursos crean un mercado para la innovación. A juzgar por las experiencias comparativas de la Unión Soviética y Estados Unidos, todos nosotros sabemos qué ocurre cuando las burocracias se hacen con los mercados. Aunque el concurso de Monsanto no consiguió resolver el problema de las aguas residuales, señala Keefer, “las ramificaciones del concurso demuestran un potencial, de manera que hará falta cierto tiempo para que comprobemos el éxito del concurso”. En la mayoría de los concursos, usted conservará todas las propuestas. Estas propuestas proporcionan un registro de cada nuevo enfoque que ya haya sido empleado. Incluso los fracasos más lamentables pueden ayudar a las empresas a evitar errores similares en el futuro y muchos fracasos proporcionarán pistas o puntos de vista que puedan llevar a la respuesta correcta. En otras palabras, incluso un concurso sin éxito puede simplificar el posterior trabajo investigador interno de la empresa y, por tanto, reducir su ciclo y costes de I+D. Aunque es bueno aprender de nuestros propios errores, es mucho mejor aprender de los de los demás. Los concursos también tienen cierto potencial como herramienta de reclutamiento. Obviamente, alguien con el arrojo de participar en un concurso exhibe precisamente la clase de rasgos que buscan casi todas las empresas. Asimismo, desde la perspectiva de los potenciales fichajes, los concursos proporcionan pruebas irrefutables de la apertura de una empresa a nuevas ideas. En el duro mercado de trabajo actual, ¿es eso una mala tarjeta de presentación? Muchos empleados potenciales de incalculable valor nunca se presentan en su empresa sencillamente porque no saben que usted necesita sus habilidades. Sin un concurso de este tipo, los talentosos investigadores –y sus valiosas ideas– se limitarían a acumular polvo en alguna biblioteca universitaria. Incluso si está satisfecho porque tiene a bordo a los mejores expertos, deberá admitir que los genios se ocultan a menudo en los más insospechados lugares. Por ejemplo, ¿quién habría predicho que un joven empleado de patentes austríaco llamado Albert Einstein demostraría que era la mente más brillante del siglo XX? A menos que su director de recursos humanos tenga una bola de cristal, los concursos podrán descubrir genios ocultos más fácilmente que cualquier otro método ya practicado. n Los genios se ocultan a menudo en los más insospechados lugares Michele A. Paige MBA por la Harvard Business School. Christopher H. Paige Investigador asociado de la Harvard Business School. 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