Revista destiempos n° 32 I septiembre – octubre 2011 I Publicación bimestral I www.destiempos.com I LAS MINORÍAS ÉTNICAS EN LA TRILOGÍA BANANERA DE MIGUEL ÁNGEL ASTURIAS: EL PERSONAJE DE JUAMBO, EL “SAMBITO” David Caballero Mariscal Universidad de Granada La narrativa de Miguel Ángel Asturias, de vital trascendencia en el contexto de la literatura centroamericana en particular e hispanoamericana en general, parece estar a menudo enca- sillada en las preocupaciones indigenistas más dogmáticas. Sin embargo, y aun sin abandonar estas recurrencias y la sempiterna preocupación social, Asturias compone la Trilogía Bananera que no sólo trasciende los límites de la crítica antiimperialista que él mismo había esbozado en anteriores novelas, sino que además, y tímidamente, abre el horizonte a la diversidad étnica de Guatemala, olvidada ampliamente por la literatura. En este sentido, muchos de los esquemas literarios e ideológicos que, a pesar de la evolución del escritor, se hallan presentes, son aplicados a una diversidad más amplia a lo largo de este conjunto narrativo. Así, el personaje de Juambo, el Sambito, representa un grupo que rara vez se ha tenido en consideración en la literatura chapina: el zambo o mestizo. A pesar de que la búsqueda de la identidad nacional en los cánones decimonónicos pareció establecer con precisión la diversidad étnica del país y el papel que la población negra y mulata ocupaban en la sociedad guatemalteca, la omisión de su presencia se ha traducido literariamente en un olvido generalizado o en esbozos estereotipados que no parecen fieles a la realidad. En este aspecto, Asturias se alza con el monopolio temporal de la originalidad, al conferir al zambo un papel determinante en el desarrollo y desenlace de la trama narrativa. 31 | P á g i n a Revista destiempos n° 32 I septiembre – octubre 2011 I Publicación bimestral I www.destiempos.com I Introducción En el contexto general de la narrativa hispanoamericana Miguel Ángel Asturias supone una referencia ineludible, si bien su obra, por diversos factores tanto endógenos como exógenos, ha sido objeto de controversias y distintas interpretaciones parciales que no merece la pena traer a colación en este contexto. Si bien los esquemas de la narrativa del chapín más universal es dinámica y va adquiriendo formas específicas adecuadas el devenir diacrónico según las visiones, vivencias y perspectivas personales, también parece evidente que el tema indígena es una constante absoluta, bien desde una óptica más crudamente social, o bien derivando en esas tendencias de neoindigenismo que hacen uso con total libertad de una transculturación precisa. Pero, al margen de consideraciones políticas, de intencionalidades ideológicas explicitas y otras motivaciones que puedan conducir al autor a gestar una escritura en una dirección específica, no podemos perder de vista que Asturias considera la realidad maya-indígena, sus relaciones más o menos complejas con el mundo ladino y la miseria humana de las relaciones con el poder desde la inspiración que su propia perspectiva ha generado por conocimiento directo y desde la experimental. En este sentido, Guatemala, su Altiplano, la vida de las comunidades indígenas son tópicos frecuentes, aunque a menudo tratados de forma sorprendente y novedosa. El escenario urbano no se descarta en su narrativa. No obstante, parece que otras “minorías” no se tienen en consideración en su narrativa, al menos, al mismo nivel que aquella que se deriva de la sempiterna oposición indígena-ladino. Este esquema se rompe en la denominada Trilogía Bananera, compuesta por El Viento Fuerte, El Papa Verde y Los ojos de los enterrados. Además de alejarse parcialmente durante gran parte del relato tripartido y continuado del Altiplano, estas novelas tienen como punto de originalidad específico la presencia de las 32 | P á g i n a Revista destiempos n° 32 I septiembre – octubre 2011 I Publicación bimestral I www.destiempos.com I minorías étnicas del país, en un contexto de narrativa crítica que puede ser extrapolado a cualquier contexto centroamericano, y por ende, latinoamericano, ya que la temática de la presencia y explotación por parte de transnacionales y su irrupción tiránica y despótica es aplicable a otros espacios y contextos bastante amplios. Atendiendo a las indicaciones de Letona Figueroa (2000) puede considerarse que la Trilogía se halla inmersa en ese sector de la narrativa de Asturias que se preocupa por la conciencia de la explotación imperialista norteamericana y la lucha, en forma de denuncia, contra ésta (23-24). Por el marco general en el que tienen lugar los acontecimientos, las minorías de población negra hacen su aparición en escena. Pero lo más interesante en este sentido es la presencia del personaje denominado Sambo, Juan Sambito, a menudo desapercibido, pero que sin llegar a ser protagonista directo, sí es uno de los actantes que hacen posible la trama y el desenlace optimista de la Trilogía. Como iremos viendo en el desarrollo de este breve análisis, dentro de las minorías presentes en Guatemala, el zambo representa una realidad que podemos definir de forma simplista como el último peldaño dentro de esa compleja red de relaciones interétnicas y sociales que existen en el “país de la eterna primavera”. Esta situación se ve aún más agravada con la entrada en escena de los dueños del a multinacional, de origen norteamericano, por lo que el contraste queda aún más definido. En general se puede afirmar que si ya la población negra es minoritaria y es sometida a menudo a la discriminación, el zambo, mezcla de raíz diversa en lo que se refiere a su origen étnico implica una constante búsqueda de la propia identidad y de su espacio en el contexto general de una compleja sociedad. Sin embargo, y a pesar del tono dramático que tomará, como veremos, a lo largo de toda la trilogía, también resulta cierto que en él y a través de su persona, la diversidad y la riqueza de elementos culturales harán su aparición en escena. 33 | P á g i n a Revista destiempos n° 32 I septiembre – octubre 2011 I Publicación bimestral I www.destiempos.com I Las minorías en la Trilogía La compleja red de tramas que se suceden a lo largo de las tres novelas tiene un hilo común: el papel explotador de las transnacionales y su irrupción en la ya compleja relación de los habitantes de la región, que tal y como indica Según Menton (1960) se concretaría en la construcción narrativa de la historia de la Fruit Company en el país. Por ello uno de los elementos más importantes de crítica se refiere al capitalismo establecido por las grandes compañías explotadoras en el país, y que puede aplicarse a cualquier contexto latinoame-ricano por las convergencias situacionales que se dan. Y así, siguiendo a Ramos-Harthun (2001) podríamos incluso considerar que este ciclo de narraciones se podría agrupar bajo la denominación de “novela de las transnacionales” (5-22), que es una variante de la social, que comprende todo ese conjunto de narraciones que matizan el antiimperialismo en base al papel de estas compañías explotadoras. En el proceso, multitud de personajes harán su aparición en escena. De igual modo, los escenarios de desarrollo de la acción fluctuarán, en especial, correspondiendo a marcos urbanos, Altiplano, y zonas de costa. Por otro lado, la diversidad del país en lo que se refiere al elemento étnico, y las complejas relaciones internas también se tornará en una preocupación para el autor. La crítica social parece ser el elemento prioritario de la trilogía, aunque no podemos obviar que ésta adquiere la forma de la diferenciación racial explícita y las consideraciones que unos y otros grupos tienen entre sí a razón del origen étnico. Todo ello, en el contexto de un marco genérico que contiene aspectos que pueden tildarse, según Arias (Preble-Niemi, 2006) de “contenido histórico” (XVI) por los elementos sociales y políticos a los que hace referencia. La Trilogía empieza con El Viento Fuerte (1950). En la novela se introducen las redes de complejas relaciones que se establecerán 34 | P á g i n a Revista destiempos n° 32 I septiembre – octubre 2011 I Publicación bimestral I www.destiempos.com I posteriormente entre los diversos grupos, personajes e incluso sistemas económicos. La situación de los grupos étnicos minoritarios se presenta con dureza, a veces, desde una perspectiva casi cercana al ultrarealismo o como señala Morales 1 (1971), un realismo “crudo y repugnante” (24) que caracteriza la escritura de Asturias, y que lo hace fluctuar desde esta perspectiva hacia la surrealista. En esta novela, de hecho, se puede encontrar este contraste que posee una lógica interna en el contexto narrativo del escritor. La emigración del Altiplano a la Costa, muy presente en la narrativa de diversos autores y que se convertirá en un tema recurrente, se expresa en toda la Trilogía, y se critica o se enaltece en el Viento Fuerte según la perspectiva particular de cada uno de los personajes. De esta forma, se traduce en progreso para algunos, en especial los representantes de la que en el futuro será la sociedad Mester-Cojubul-Lucero-Ayún-Gaitán. A pesar del paludismo, de las condiciones insalubres, y de la explotación de los trabajadores, se describen los éxodos casi masivos hacia las zonas costeras. Pero en realidad, el abandono de la tierra, interpretado por los “progresistas” indígenas o por los mestizos que buscan una vida mejor, se tornará en una traición para la tierra, para las propias raíces. Y esto, bajo la perspectiva narrativa de Asturias, no ha sido sino augurio de una gran maldición, a pesar de percibirse como la huida de toda la problemática, incluida la misma muerte. - Pero sería, que, por llevarme de farolero, me juera a la costa y me muriera de paludismo o de cualquier fiebre de esas, o volviera como el Cucho que para qué sirve. - Aquí te vas a morir de pobre, poco a poco, y no sólo vos, sino tu familia, porque no hay para alimentarla, no hay para medicinas, no para que estén como deben estar sus hijos, y allí van creciendo con las piernecitas que parecen de alambre, con las caritas mugrientas, puras máscaras de fetos, y con las barrigonas 1 En Morales, A. La Trilogía Bananera de Miguel Ángel Asturias .En Giacoman, H. Homenaje a Miguel Ángel Asturias. 35 | P á g i n a Revista destiempos n° 32 I septiembre – octubre 2011 I Publicación bimestral I www.destiempos.com I lombricientas, y sin que las nanas les pueda dar cabal el pecho (Asturias 1981 83). La narración, en torno a la relación de Lester Mead y Leland, y el ascenso de las familias indígenas que van adquiriendo tierras y forman la sociedad que posteriormente logra un patrimonio, se complica, pero va entrelazando toda esa serie de intrigas que con posterioridad se desarrollarán en las otras novelas. La Compañía Bananera, así como la misma figura del Papa Verde, se van dejando caer en la narración. Y la magnitud de su figura, en clave enigmática de poder, es proporcionalmente equivalente a su inhumanidad, como se manifiesta al considerar que para él “no significaba nada un ser de números, un ente de cifras escritas con tiza en las pizarras negras de la bolsa de Nueva York (99) al referirse a las masas de población indígena trabajadora que sufren la explotación para beneficio de un grupo de “todopoderosos”. Las “minorías étnicas”, en este caso, aparecen de forma diversa. Por un lado, el planteamiento se torna en parte en la dicotomía indigenista que ya encontrábamos en muchas de las novelas de Asturias, en las que la entrada en actuación de elementos exógenos encarnados por el imperialismo convierte la ya compleja situación de la población nacional en una trama de relaciones inicuas. De nuevo Asturias parafrasea la propia condición humana para situarla en el filo de la degradación, al contemplar cómo cada grupo es protagonista de una red de discriminaciones sociales encadenadas. De esta manera, el ladino trata al indígena desde la diferenciación. Y a su vez, es contemplado por el gringo como un ser limitado, carente de principios y tendente al estancamiento. La asimetría se percibe de forma bilateral. El ladino trata de imitar patrones norteamericanos que considera atrayentes y deseables, si bien sabe que su identidad personal nada tiene que ver con aquella que contempla como apetecible. Por otro lado, el estadounidense contempla al chapín como un ser carente de 36 | P á g i n a Revista destiempos n° 32 I septiembre – octubre 2011 I Publicación bimestral I www.destiempos.com I perspectivas, de acomodación fácil a su situación y cuyo precio puede fijarse de forma precisa. Hemos de tener en consideración que las discriminaciones encadenadas no finalizan aquí. El propio indígena, cuando consigue un cierto ascenso, se aleja de su propia identidad en un ejercicio de cierto decoro que le hace renunciar a la propia esencia. Cuando logra situarse en una posición de poder, no sólo se “ladiniza”, sino que da un paso más allá y se “agringa” de manera radical. Pero desde la perspectiva externa, sigue siendo percibido como un indígena que juega a ser gringo y que roza en ocasiones el ridículo. El resto de grupos minoritarios, comienza a ser tenido en consideración. En este sentido, y a pesar de sus posibles limitaciones, la Trilogía reviste interés por alejarse de los típicos planteamientos narrativos guatemaltecos que existen hasta el momento 2 y que se fundan en la novela criolla que no contempla al indígena sino como un elemento más dentro de la tierra, pero cuya presencia es limitada a favor de otras pretensiones literarias o ideológicas; o bien, la narrativa de carácter indigenista, cuyo propósito, a menudo polémico y contradictorio por parte de quienes contemplan los logros o bien realzan sus límites, es la contemplación de la realidad maya y su reivindicación, olvidando otros grupos étnicos del país cuya situación ha sido tradicionalmente incluso más controvertida. En cualquier caso es lícito señalar que la narración se sitúa en un “registro realista” (Albizúrez y Palma 1986 149). A pesar de esto, la conciencia mítica propia de planteamientos neoindigenistas 3 se halla presente, sobre todo a partir de la segunda parte de la novela. En este 2 Es conocido que con la irrupción de novelas como El tiempo principia en Xibalbá de Luis de Lión y toda la narrativa de autores nuevos como Mario Roberto Morales y Arturo Arias se producirá una radical transformación de la literatura guatemalteca. La obra de Asturias, al igual que parte de la de Monteforte, servirán de clara transición hacia esas nuevas formas. 3 Tomamos en consideración el término neoindigenismo, si bien debemos considerar otras lecturas críticas que se refieren a la transculturación. En este caso, la perspectiva de Asturias, en consonancia con la diversidad, mezcla de culturas y la descripción de la realidad indígena desde fuera, muy a pesar del intento de encarnar la conciencia mítica, puede hacernos pensar en lo acertado de la transculturación. 37 | P á g i n a Revista destiempos n° 32 I septiembre – octubre 2011 I Publicación bimestral I www.destiempos.com I sentido resulta particularmente importante la figura de Rito Perraj, el chamán que lleva a cabo la venganza establecida por Hermenegildo Puac al ofrecer su propia vida. Los ritos, que llevan a cabo las complejas relaciones entre vivos y muertos presentes en el inconsciente colectivo maya, se describen de forma macabra, y simbólicamente, arrancan del mar el “viento fuerte” o huracán que arrasa todo y sirve de venganza contra la injusticia cometida. Ya se conoce la simbología del viento en el pensamiento maya: memoria, pero al mismo tiempo, arrasador de tiempos viejos en pos de una nueva etapa, así como la conexión con los fallecidos. Y este hecho desencadena el trágico final, al que se enfrentan principalmente los esposos norteamericanos, y que conllevará una serie de consecuencias específicas que se verán claramente en la siguiente novela. De igual modo, el final absoluto de esta serie narrativa se vaticina de una manera u otra en estas páginas tintadas de dramatismo. La venganza de la Madre Tierra, encubierta por la maldición del viento fuerte se halla impregnada de tintes profundamente míticos. No obstante, la perspectiva del autor, su visión externa de la narración y la posición que toma en cada caso puede bien hacernos pensar en ese mestizaje intrínseco que aparece en muchas de las novelas de Asturias y que Arturo Arias aplica a su narrativa, en especial, a sus leyendas, teñidas de estas características (Cf. Arias 2000). El Papa Verde (1960) sigue indagando en esa temática de la instalación de las transnacionales en territorio guatemalteco, y al mismo tiempo, según Martín Ruiz (2006), desde la conciencia del autor de esas estrategias políticas bien trazadas por las compañías bananeras que concienzudamente trataron de ejercer un dominio imperialista en Centro América y otros territorios. Por otro lado, supone la irrupción definitiva de las minorías étnicas en la Trilogía, en gran medida, por la presencia del personaje de Juambo, “el Sambito”, que adquiere un papel importante a lo largo de toda la novela. Cuantitativamente, podemos apreciar su relevancia 38 | P á g i n a Revista destiempos n° 32 I septiembre – octubre 2011 I Publicación bimestral I www.destiempos.com I por la cantidad de veces que se menciona a lo largo de la obra, no con papel protagonista claro, pero sí de importancia más que considerable 4. Resulta conveniente hacer referencia al título mismo de la novela para relacionar con la propia temática que será desarrollada por el autor. Así, el Papa Verde, apodo que se ofrece en tono casi despectivo, pero temido, va forjando su imperio, no carente de contratiempos, pero con un dominio absoluto del poder que va afectando a todas las esferas y haciendo de su imperio un centro de poder absolutizado. La explotación, tanto de los cultivos, como de la población instalada en la costa garantiza el monopolio del simbólico “papado”. El poder norteamericano, por medio del dólar, se convierte en el punto de referencia. La trama gira principalmente alrededor de Geo Maker Thompson, que llega al país siendo muy joven, pero que muestra un claro proyecto de ambiciones desde el principio. Ni siquiera el amor por Mayarí lo desviará de sus propósitos iniciales. De esta forma, y con una sucesión de elementos propiciadores, se hace con la mayoría de las acciones de la compañía. Sin embargo, no será el único que explote a los campesinos, ya que los mismos herederos de la anterior unión Mester-Cojubul-Lucero-AyúnGaitán, a excepción de Lino Lucero se hallarán sometidos a una disolución de su identidad por la millonaria e improvisada herencia recibida, y debido a la consecución de su aculturación, se someterán a los mismo patrones de vida que tratan de imitar (Mansó, en Polo, 1992). La situación social se plasma desde el principio, determinando las relaciones que existen entre los elementos diversos y la consideración externa que se tiene de todos los grupos minoritarios: Interminable no acabar de la tarde. Paseantes en el muelle. Negros. Blancos. ¡Qué raros se miran los blancos de noche! Como los negros de día. Negros de Omoa, de Belice, de Livingston, de Nueva Orleáns. Mestizos insignificantes con ojos de pescado, medio indios, medio ladinos; zambos retintos, mulatos licenSu nombre aparece en alrededor de cuarenta ocasiones, por lo que podemos afirmar que verdaderamente tiene trascendencia. 4 39 | P á g i n a Revista destiempos n° 32 I septiembre – octubre 2011 I Publicación bimestral I www.destiempos.com I ciosos, asiáticos con trenza y blancos escapados del infierno de Panamá. (Asturias 1982 6). La aparición en escena de Juambo, el Sambito, adquiere relevancia. Como mencionábamos al principio, en la compleja red de relaciones sociales que viene establecida por la diversidad étnica del país, el zambo ocupa un lugar que puede ser tildado casi de indecoroso, por ser producto del mestizaje entre el negro y el indígena (Rodríguez 1967 26). De todos modos, hemos de indicar que, a lo largo de la Trilogía, Asturias identifica la figura del zambo, a través del contradictorio y sufriente Juambo, con el mestizo, sin aportar más especificidades a su condición, aunque éstas se dejen entrever por muchos detalles. En el sistema social que marcaron los cánones decimonónicos al tratar de buscar esa identidad chapina, la “blancura” racial se tornó en el elemento de referencia en la élite. El indígena, como miembro paradójicamente “desmembrado” de esa sociedad se mostraba como un elemento discordante, necesitado de actuaciones redentoristas ladinas para lograr su total integración (Cf. Rodas 2000). En este sentido, la oposición indígena-ladino se muestra como una constante tanto en la historia contemporánea del país como en la literatura. Pero dentro de las categorizaciones, el negro, el mulato y el zambo se mencionan, pero su relevancia social parece casi anecdótica. Es cierto que cuantitativamente no tienen la relevancia de indígenas y ladinos. Pero a priori parecen estar en un plano de diferenciación respecto del resto. En este sentido, Juambo encarna los elementos propios de esta consideración social externa, hasta el punto de justificar desde el principio su esencia, distanciándose de los esquemas sociales: - ¡Juambo vendido, no! ¡Sambito el mismo! Y eso que su apelativo es Sambo, si fuera Smith... Pero no por zambo... ¿Y por qué entonces? Porque me da la crisis... Sambito, mal Sambito... Sambo no vendido. Juanito vigila. Come «mañano» y vigila (Asturias 1982 54). 40 | P á g i n a Revista destiempos n° 32 I septiembre – octubre 2011 I Publicación bimestral I www.destiempos.com I Juambo se halla en la coyuntura particular de la búsqueda constante de la propia identidad. Y este planteamiento que hace el personaje desde la introspección y al mismo tiempo, en la confrontación con otros, puede tornarse en una paráfrasis de la situación social de Guatemala, de sus minorías sociales y de la búsqueda constante de la siempre deseada esencia. Así, Juambo se reviste, aparentemente, de todos los tópicos posibles, tanto en su aspecto como en su actuación e incluso forma de expresarse. No obstante La reivindicación por las condiciones de discriminación a las que se halla sometido el indígena continuarán siendo claves de la narración: Ya estoy cansado de ver indios! Uno, desde que entra al cuartel, sólo indios ve, sólo con indios trata. Por eso, si yo hubiera tenido un hijo —no lo tuve porque de muchacho me pegaron un mi mal— primero le metía un tiro que dejarlo abrazar la carrera de las armas..., para que se pasara la vida como yo viendo indios, tratando con indios, oliendo a indio... y eso que parezco purísimo izcamparique (41). Pero al mismo tiempo, aparece como clave la figura de Mayarí, prometida del Papa Verde, que al conocer la intencionalidad de Geo Maker prefiere entregarse a las aguas del Motagua vestida de novia, y seguida por el controvertido Chipó. Este hecho marca la narración, envuelta en una simbología eminente. Así, la mujer, da su vida en sacrificio que no resultará con el transcurrir del tiempo, en balde. Según Hines (1970) la joven representa Mayarí representa “la rebelión mítica de la tierra contra los métodos destructores de Geo” (66). De igual forma, se tornan en dos de los primeros mártires por la justicia que culminará ese día en el que todos los difuntos que padecieron cerrarán los ojos definitivamente. El componente social y reivindicativo, al que nos referíamos previamente, se sigue uniendo a la cuestión mítica, tal y como señala Chen (2000) en su análisis de toda la Trilogía. La presencia de elementos como el sisimite y Caixtoc se unen a la simbólica charla explicativa ofrecida por el 41 | P á g i n a Revista destiempos n° 32 I septiembre – octubre 2011 I Publicación bimestral I www.destiempos.com I tepezcuintle que rebela la verdad sobre la herencia de los Lester y su trágico final, producto de una invocación vengativa por parte de Perraj al dios Huracán. A su vez, se anuncia la nueva llegada de un viento arrasador, pero esta vez no en forma de huracán, sino bajo la forma de miles de personas que hacen huelga para reivindicar el fin de la tiranía. Los ojos de los enterrados (1960), escrita entre 1952 y 1959, en lugares como Buenos Aires, San Salvador y París, por tanto, distanciándose del escenario que plasma en la narración, supone la culminación de la Trilogía y a su vez, la resolución, al menos parcial, de la problemática estructurada desde el comienzo. Es la novela más extensa de este ciclo, y aparentemente no se centra tanto en la cuestión indígena específica para dar paso a otras cuestiones del país que muestran la diversidad social y cultural. Pero junto a esta riqueza de diversidades, se manifiesta, en igual medida, la complejidad de relaciones internas existentes en el país y la dificultad para lograr una acertada resolución de sus problemas. La trama narrativa se cierne alrededor de Malena Tobay, la joven maestra que llega a una escuela rural del Altiplano con pocas ilusiones y que adquiere un compromiso gradual con la subversión de los poderes establecidos; y el joven Octavio Sansur, que toma diversas identidades en la novela para huir de la justicia. Aunque la cantidad de personajes e historias que se intercalan resultan numerosas, ellos son el hilo conductor y los que centran la atención de la novela. Otros personajes, entrelazados con el resto de la Trilogía, no servirán sino para complementar la historia, aunque adquirirán diversa importancia en su contexto. Según Figueroa Vergara (2008) la obra, que sigue profundizando en cuestiones indigenistas marcadas, plasma la lucha del indígena por mantener su identidad maya tras un nuevo imperialismo que no hace sino copiar patrones de la conquista española del pasado, pero en este caso, bajo la forma del poder de la multinacional bananera (4). Se sigue incidiendo, como señalábamos, en cuestión de la explotación de las bananeras de la costa guatemalteca y la presencia del gran 42 | P á g i n a Revista destiempos n° 32 I septiembre – octubre 2011 I Publicación bimestral I www.destiempos.com I imperio Thompson (“La Compañía”) en creciente posesión de la costa y las plantaciones. La situación de los trabajadores es insostenible, pues su sometimiento al sistema resulta inhumano. Ante este hecho, y la presión del gobierno, aliado de los “gringos” por intereses económicos y supeditación casi explícita, Sansur, de origen más que humilde, conspira contra los poderes explotadores. Casi sin percibirse, la narración va derivando en el planteamiento de la gestación de una huelga general, que paralizaría el país de forma radical, y mermaría gran parte de los intereses de la Compañía, y supondría un punto de referencia rebelde ante el gobierno represor. Desde los diversos frentes se gesta este hecho, que llega a término, entre la utópica dimisión del propio presidente (denominado la fiera), la muerte del anciano y enfermo Thompson (el Papa Verde) en Chicago, y los problemas de sucesión de la Compañía por el asesinato improvisado de Boby Thompson, nieto del magnate. Por ello, y ante los cambios acontecidos en la narración, ésta concluye en ciclo en un tono parcialmente optimista, pues se acaban algunos de los graves problemas de los campesinos y trabajadores en general. No obstante, vamos a tratar de dilucidar algunas cuestiones que ponen conclusión a esta Trilogía en la última de sus novelas. Los escenarios fundamentales de la narración, a parte de la capital en sí misma que es donde concluyen los acontecimientos, corresponden a Tiquisate, en la costa, y Cerropom, en el interior del país. Este hecho viene a manifestar la diversidad y los contrastes entre zonas. Asimismo, la variación de sus gentes y la problemática común subyacente a todas: la explotación. La costa, por un lado, bajo el poder de la Compañía, posee la diversidad étnica que corresponde a este sector geográfico del país: indígenas, población negra y mulatos (zambos), representados estos últimos por la figura del sempiterno “penitente” Juambo. Por otro lado, Cerropom representa el Altiplano, de población indígena, que se manifiesta como paradigma del estancamiento y la detención del tiempo: 43 | P á g i n a Revista destiempos n° 32 I septiembre – octubre 2011 I Publicación bimestral I www.destiempos.com I ¡Mecanizar, mecanizarles el tiempo…mecanizarles el tiempo a estas gentes…Permítanme que les diga que no estoy de acuerdo (…) ¿Para qué? Para darles Ocupación productiva y llevarlos a la civilización (Asturias 1972 109). En este planteamiento y en la consideración sobre la percepción de los indígenas sobre su propia situación, al manifestar el profesor Mondragón “que son pobres, pero felices” (111) se percibe la noción de Asturias sobre el problema de los campesinos del país y la solución a sus necesidades. Pero junto a la profunda preocupación social, que acompaña al autor constantemente, se muestra también un fondo paternalista y redentorista común a gran parte de los planteamientos indigenistas tradicionales, y que en palabras de Catherine Saintoul (1988), esconde un fondo de etnocentrismo y diferenciación. En lo concerniente al personaje del zambo, representado abiertamente por la figura de Juambo, esta última novela ofrece una serie de claves reveladoras sobre la condición y la búsqueda de la identidad. En este sentido, puede transponerse el esquema de relaciones interétnicas a todos los grupos. Pero, aunque Sambito siga careciendo de una lugar protagonista en la novela, su posición sí puede ser tildada de central a lo largo de toda la narración, y la autoconciencia del descubrimiento de su origen, sirve, a modo de paráfrasis de la realidad, de patrón común a todas las minorías de Guatemala. Así, Juambo se va percibiendo no como un producto azaroso de condiciones indeseables, sino como resultado calamitoso de chantajes inducidos. Se comprende a sí mismo como un desgraciado eslabón social tan importante como el resto de los elementos y que ha sido semiesclavizado por la mala voluntad del mismo imperialismo y sus secuaces. Estos últimos no son sino las ramificaciones ostentosas y ávidas de poder que se denominan compatriotas, pero que interpretan y reflejan la realidad chapina en círculos concéntricos que van limitando la realidad de derechos y espacios a ocupar por las minorías y que acotan mayor número de ventajas respecto al resto. En la posición central del ese círculo de exclusiones se hallaría el zambo, mixtura de 44 | P á g i n a Revista destiempos n° 32 I septiembre – octubre 2011 I Publicación bimestral I www.destiempos.com I razas excluidas y que al mismo tiempo, recoge los elementos culturales de todas, combinándolos con más o menos acierto, pero con naturalidad, como si su propia naturaleza lo indujera ello. Por encima, y de forma excluyente, se hallaría la población negra, minoritaria y colmada estéreotipos. Un círculo más externo estaría ocupado por los indígenas, como sabemos, conjunto poblacional de gran relevancia y que forma parte de las preocupaciones fundamentales de Asturias y su narrativa. Y por encima de este sector, se hallaría el ladino. Las posiciones más externas y cercanas al límite se otorgarían a los grupos cercanos al poder norteamericano y que tratan de imitar sus formas de vida y sociedad. Por encima de todo este entramado social, y haciendo indecoroso honor a su título, se hallaría el famoso papado verde, que en el desenlace cae al mismo tiempo que el gobierno corrupto y más que cuestionado sector militar. La triada formada por ellos, asemeja una especie de triada casi de carácter demoníaco que encarna todos los antivalores posibles 5. El valor del personaje del zambo hallará en esta relación simbiótica de círculos concéntricos su valor más preciso. En una sociedad en la que todos los valores parecen invertidos, se alza con gran magnitud un personaje que no se muestra sino como la víctima más sufriente de todo el proceso, y que tiene dudas hasta de su propio origen, pero que con valor y decisión se va descubriendo y va eliminando las barreras que le impiden el reconocimiento de su dignidad básica. El paulatino encuentro del mulato con su hermana y el reconocimiento de su lugar en el seno familiar vienen a dar cuenta del lugar que realmente tiene su dignidad, las posibilidades de incorporación a la sociedad, y de su invisibilidad injusta en un mundo de exclusiones: El mulato se esforzaba por frasear como la madre; hablando así se le parecía fusionarse más íntimamente con la cáscara vieja del ser en que 5 Este esquema de triada maligna ya aparecía en El Señor Presidente, con un esquema, simbología y valor completamente distintos. 45 | P á g i n a Revista destiempos n° 32 I septiembre – octubre 2011 I Publicación bimestral I www.destiempos.com I fuera creado y al que por culpa del patrón que inventó lo del tigre, tuvo olvidado tantos, tantísimos años (Asturias 1972 231). La reconciliación consigo mismo es índice irrevocable de la impresión de Asturias de que el mestizaje, hecho realidad en Hombres de Maíz y derogado casi por completo posteriormente por incompatibilidad en Mulata de tal (Arias 2000) es aún posible y tiene el valor de otorgar una nueva identidad que aporta la riqueza en el encuentro, en la ambigüedad ambiciosa de razas que se funden sin intencionalidad intrínsecamente elegida. En lo concerniente al mestizaje cultural y la integración multicultural presente en la figura de Juambo se contempla con exactitud el despliegue de posibilidades de la transculturación, en el sentido específico que usa Mario Roberto Morales y que se refiere a la “formulación estética de identidades transculturadas híbridas y mestizas” que no llevan a término sino la idea de “conveniencia de la mezcla de razas” (554-561). En ese sentido, la conciencia mítica que subyace como elemento de sustrato de la cultura tradicional ancestral maya, no sólo es contemplada por Asturias desde el exterior, sino que además se combina con toda esa serie de elementos procedentes de África y que dan espacio a la fusión de culturas que da lugar a una nueva generación de identidades. Pero en este aspecto en concreto y dada la complejidad social guatemalteca en este sentido, la combinación étnica no parece dar lugar a una nueva raza cósmica en la dirección específica que Vasconcelos proclamaba (Cf. Vasconcelos 1948), sino con consecuencias de exclusión mayores. Específicamente, en el caso de Juambo, el Sambito, podemos afirmar que son tres los ejes que condicionan su esencia más intrínsecamente arraigada: 1. La exclusión social extrema, que lo conduce a la cosificación, a ser tildado de objeto a placer del imperialismo o de la discriminación por parte del resto de capas socio-étnicas de la nación. 46 | P á g i n a Revista destiempos n° 32 I septiembre – octubre 2011 I Publicación bimestral I www.destiempos.com I 2. La búsqueda de la identidad que determina el encuentro de la diversidad en una misma persona. 3. La combinación de elementos culturales diversos, encarnados en la creencia sobre los ojos de los enterrados y su descanso en el día de la justicia por el cerrar de la “pupilas desnudas y fijas” (Asturias 1972 237) y la combinación de este elemento (medular en la novela) con otros pequeños rituales que dan fe de la diversidad de origen del personaje. La cuestión de la justicia y, por ende, de los ojos de difuntos se extiende a todos los que han padecido la injusticia en el país y aguardan con ansia el verdadero descanso. He ahí la crucial relevancia del personajes al que estamos haciendo mención en este caso, que por su actuación hace posible la trama hasta el final, en el que la prostituta Clara María, prototipo de tantos personajes representativos que sirven de patrón de la entrega interesada de la tierra, la cultura y la identidad a manos imperialistas, se alza en verdugo imprevisto del heredero del imperio Thompson. La muerte del vástago, junto a la “demolición de personajes negativos” (Bellini 1978 66) es el elemento clave para el final de papado, tal y como mencionábamos. La muerte parece destinada a Juambo, quien se hace artífice de esta circunstancia y puede descansar, al menos de forma parcial, por haber encontrado justicia. De ser supervisor del cumplimiento de la equidad, por el ritual de desenterrar a su padre para comprobar que sus párpados se ha unido definitivamente, se convierte en notario popular que da fe y ratifica que este cumplimiento ha llegado parcialmente a su fin. El final de la obra, con la entrada en escena del elenco de nombres que a lo largo de la trilogía han poseído una relevancia digna de mención conlleva la inevitable equiparación de todas la clases sociales y de todos los grupos étnicos del país, en una reconciliación utópica y ansiada, aportando un cierto optimismo, no muy frecuente, a la narrativa de Asturias, y que es reflejo del ansia del autor por la integración de minorías excluidas. 47 | P á g i n a Revista destiempos n° 32 I septiembre – octubre 2011 I Publicación bimestral I www.destiempos.com I Conclusiones La irrupción de la diversidad en la narrativa de Asturias, al margen de consideraciones más tópicas en su escritura de oposición entre indígenas y ladinos, llega a un punto de interés en la Trilogía Bananera. En este caso, y aunque las preocupaciones por la realidad maya desde una óptica que abarca lo social, el elemento imperialista y la preocupación por lo mítico se alcen en ingrediente prioritarios, hemos de considerar que no resultan exclusivos. La primera de las novelas de este grupo, eso es, El Viento fuerte, prepara el campo para la presentación de la diversidad y la entrada en concurso de todas las tramas posteriores que irán aconteciendo a lo largo del resto de la narración. Con la aparición de El Papa Verde y la entrada en juego de su imperio en territorio chapín no sólo se presenta un esquema de novelas, la narrativa de las transnacionales (Ramos-Harthum, 2004) que puede aplicar sus patrones al resto de la realidad latinoamericana, que en parte ha vivido y padecido situaciones similares; además, añade el componente de la diversidad racial desde una postura realista que roza en ocasiones ese componente morboso de imagen descriptiva que añade Asturias a su escritura. La contextualización de los “otros” miembros de la sociedad guatemalteca, olvidados a menudo y relegados a una posición de inferioridad respecto del resto, se plasmas de forma casi despectiva a priori, tratando de proyectar la imagen que sobre ellos lanzan los ojos observadores desde la óptica más dogmática y estereotipada. En este contexto, la aparición en escena de Juambo, un zambo, el último eslabón de la cadena social del país, cuya presencia es silenciosa pero necesaria para el desarrollo de la Trilogía, se alza en una novedad respecto de los planteamientos tradicionales de la literatura guatemalteca, y a propósito de la narrativa de Asturias, que ya a fecha de publicación del último de los “capítulos” que componen la obra tripartita que nos ocupa, ha alcanzado un status y una trascendencia más que razonables. 48 | P á g i n a Revista destiempos n° 32 I septiembre – octubre 2011 I Publicación bimestral I www.destiempos.com I En lo referente a la narrativa del país, no es fácil hallar obras que aborden el mestizaje al margen de la heterogeneidad y la transculturación que ofrecen los encuentros y desencuentros con la realidad indígena. Si bien es cierto que habrá que esperar al menos una década para toparnos con esa nueva narrativa chapina que protagoniza cambios estructurales profundos, tanto en la forma como en la temática, Asturias se separa de muchos de los tópicos tradicionales y aborda una situación que no es novedosa en sí, pero que resulta más insólita en el contexto narrativo del país. La intencionalidad implícita y explícita de romper el orden establecido y alzarse contra los aparatos de poder más represores en la zona, a los que ya hemos hecho mención, se encuentran de frente con la necesidad de suprimir las diferencias étnicas que eclipsan o tratan de disimular con el falaz tinte de la indiferencia una realidad oculta problemática y arraigada: las minorías. En este sentido, y aunque la población negra parece llevarse una parte importante de las desventajas más agudas derivadas de la exclusión, el zambo, al estar a medio camino entre culturas en sí apartadas, se alza con el indecoroso honor de ser artífice de una trama que desemboca en la relativización de las diferencias raciales. En este sentido específico, la narrativa de Asturias se muestra como fresca y llena de ciertos aspectos de innovación, aunque las sempiternas preocupaciones del autor se hallen vigentes de forma medular a lo largo de toda esta serie narrativa. La originalidad de Asturias no se halla en formas y en temas, sino más bien, en este caso específico, en la consideración de grupos que rara vez se tienen en cuenta en la narrativa chapina del siglo XX. BIBLIOGRAFÍA Albizúrez, Francisco. & Barrios, Catalina. Historia de la literatura guatemalteca. Guatemala: Editorial Universitaria, 1986. Asturias, Miguel A. Los ojos de los enterrados. Buenos Aires: Losada, 1972 49 | P á g i n a Revista destiempos n° 32 I septiembre – octubre 2011 I Publicación bimestral I www.destiempos.com I —————————Viento Fuerte. Madrid: Alianza Editorial, 1981. —————————— El Papa Verde. Madrid: Alianza Editorial, 1982. —————————— Mulata de Tal, ed. Arturo Arias Madrid: G.G. , 2000. ——————————Cuentos y leyendas, ed. Mario Roberto Morales Madrid: ALLCA, 2000. —————————— El Señor Presidente, ed. Gerald Martin. Madrid: ALLCA., 2000. Bellini, Giusepe. “Asturias y Quevedo. Documentos inéditos”, Anales de Literatura Hispanoamericana 7(1978): 61-76, Chen, Lucía, La dictadura y la explotación: un estudio de la trilogía bananera de Miguel Ángel Asturias, México, Cuadernos Americanos, UNAM, 2000. Figueroa Vergara, Amina M. “A United Fruit Company na Guatemala de Miguel Ángel Asturias”. En Anais Eletrônicos do VIII Encontro Internacional da ANPHLAC (Vitoria, 29 de julio- 1 de agosto de 2008), bajo la dirección de Antonio Carlos amador Gil. 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