La Escuela como Espacio para la Construcción del Bien Común II Taller de Capacitación Docente Nora Cépeda García Resumen Después de su familia, la escuela es el espacio donde los niños construyen un sentido de pertenencia y se sienten parte de un colectivo afirmando su identidad. Siguiendo esta línea, el texto nos propone tareas que la escuela debería cumplir como espacio de socialización y del bien común para nuestros niños y niñas. La escuela constituye para los niños el primer espacio público en el cual interactúan con otros niños y con adultos en circunstancias diferentes a su hogar. Ahí enfrentan nuevas situaciones en condiciones más complejas. La vida en la escuela les permite reconocer que sus intereses personales no siempre coinciden con los intereses del grupo, o que los intereses de un grupo en particular no coinciden con los de la escuela en su conjunto. Esta dinámica permanente y la necesidad de resolver estas contradicciones en lo cotidiano, nos ofrecen la oportunidad para un importante aprendizaje: que la convivencia democrática es el resultado del esfuerzo colectivo en busca del bien común. Como espacio público, la escuela debe orientarse al logro del bien común respondiendo a las necesidades de todos sus miembros. Por igual razón, debe promover la participación de todos para alcanzar este propósito. El interés y búsqueda del bien común no debe anular los derechos individuales, sino mas bien garantizar que los individuos se sientan reconocidos y acogidos en los intereses colectivos. Para que nadie sienta la escuela como un espacio ajeno, en el cual sólo le queda acomodarse lo mejor posible, es preciso que el personal directivo, los docentes, los alumnos y padres de familia compartan objetivos comunes, se den una organización acorde con éstos y asuman normas de convivencia coherentes a su propósito educativo. Después de su familia, es en la escuela donde los niños construyen sentido de pertenencia, se sienten parte de un colectivo afirmando su identidad. La escuela es un espacio de socialización muy importante para la mayoría de nuestros niños y debería permitirles: * reconocer un orden y una jerarquía en función de necesidades y objetivos colectivos, * aprender a respetar las diferencias individuales y la diversidad cultural, * reconocerse como sujeto de derechos, * cumplir sus compromisos y responsabilidades, * aprender a dialogar para llegar a acuerdos y consensos * participar de manera organizada en diferentes actividades y solución de problemas, * informar y pedir información sobre las responsabilidades encomendadas y sobre lo actuado por encargo de la asamblea y/o equipo de trabajo. Todo grupo social, desde la familia hasta las naciones, necesita darse un orden y unas normas que regulen su vida. La experiencia y la historia nos dicen que si este orden se establece en base a la desigualdad, por ejemplo entre adultos y jóvenes, entre alfabetos y analfabetos, entre pobres y ricos, entre hombres y mujeres, etc., genera descontento y desconfianza, ya que finalmente tiene que ser impuesto por la fuerza y no asumido por todas las partes como condición para asegurar la convivencia del grupo. Detrás de la forma de organización de un grupo hay ideas, conceptos y creencias respecto al ejercicio del poder: ¿quién tiene poder?, ¿de dónde procede el poder?, ¿cómo se ejerce el poder?, ¿para qué se usa el poder?. Hay dos maneras básicas de entender el poder: la primera entendido como el "yo mando" sustentado en un concepto de autoridad absoluta y otro como la capacidad de concertar a favor del bien común democratizando y descentralizando el poder. Estas ideas básicas están en constante tensión, y nos reta a revisar permanentemente nuestras actitudes y comportamiento en el ámbito de la familia, iglesia, escuela, sindicato, centros de trabajo, estados, etc. , tanto desde quienes ejercen el poder directamente como desde quienes delegan el poder en sus representantes, a fin de corregir y modificar aquello que atente contra el bienestar personal y colectivo, que es lo que caracteriza una convivencia democrática. Desde la escuela nos corresponde educarnos y educar para una auténtica convivencia democrática empleando estrategias pedagógicas que nos ejerciten en el esfuerzo constante de búsqueda del bien común armonizando con los intereses y necesidades individuales, resolviendo las tensiones más frecuentes entre autoridad / autoritarismo, autonomía/dependencia, disciplina / libertad, lo personal / lo colectivo, etc. promoviendo la participación de todos, desde los más pequeños hasta los adultos, cada uno según sus potencialidades y responsabilidad en la vida de la comunidad educativa. Nora Cépeda García ([email protected]) es educadora e integrante de Tarea.