EL CONCEPTO DE LA TRADICIÓN EN LA FORMACION DOCENTE

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EL CONCEPTO DE “TRADICIÓN” EN LA FORMACION DOCENTE.
LA TRADICIÓN “NORMALIZADORA-DISCIPLINADORA”.
Lorena Calzoni Vélez
Estudiante CeRP
Centro
Introducción
El siguiente trabajo tiene como objetivo elaborar el concepto de tradición en la formación
docente según María Cristina Davini (1995) y explicar una de las tradiciones propuestas por la
autora, a saber la “normalizadora-disciplinadora”, desarrollando ciertas categorías pedagógicas, y
estableciendo relaciones con algunos aspectos de la educación de hoy.
La categoría “tradición”
Maria Cristina Davini1 escribe en 1995 el libro “La formación docente en cuestión: política y
pedagogía”2, donde expone su creación de la categoría de “tradición” para explicar cómo el
fenómeno de la formación docente se desarrolló a lo largo de la historia.
La tradición es algo heredado, que va pasando de generación en generación, algo que recibimos al
nacer, externo, que nos está esperando. No elegimos las tradiciones.
En el marco del fenómeno de formación docente, las tradiciones son el conjunto de acciones y
prácticas pedagógicas que se encuentran institucionalizadas. Para Davini, al igual que para los
teóricos críticos Juan Delval3, Marta Degl´Innocenti4, Piaget5, Paulo Freire6, no hay una
retroalimentación entre teorías y prácticas. Estos autores no esperarán que nosotros como
docentes “apliquemos” las teorías a nuestras prácticas pedagógicas. Pero sí es importante para la
autora conocer las prácticas que han marcado la formación docente porque conociendo las teorías
que las sustentan podemos “situarnos” de diferente manera en nuestra práctica pedagógica y
esperar resultados diferentes de nosotros mismos como docentes, y también de nuestros alumnos.
Aunque parezca que las tradiciones cambian siempre, el núcleo de las mismas se mantiene, es
decir la parte más importante de ellas. Lo que cambia es lo superficial, lo que no hace a la esencia
de la tradición. En cada época histórica siempre habrá una orientación que marcará el modo de
acción que tendrán las prácticas pedagógicas.
1
Maria Cristina Davini es licenciada en Ciencias de la Educación por la Universidad de Buenos Aires y Doctora en
Ciencias Humanas por la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro. Actualmente es Directora del Programa
de investigación sobre formación docente del Instituto de investigaciones en Ciencias de la Educación de la
Universidad de Buenos Aires. Es además Consultora en educación del Programa de Desarrollo de las Naciones
Unidas.
2
DAVINI, Maria Cristina (1995): La formación docente en cuestión: política y pedagogía, Editorial Paidós, Buenos
Aires, Argentina.
3
Juan Delval es un filósofo español contemporáneo que investiga en el área de la Psicología Evolutiva y la
Educación. Todas las referencias a su pensamiento efectuadas en el presente trabajo están basadas en su libro Los
fines de la educación (1990), Ed. Siglo XXI, Madrid, España.
4
Marta Degl´Innocenti, investigadora argentina, titular de la cátedra de Pedagogía de la Universidad de Lomas de
Zamora, Buenos Aires, Argentina. Todas las referencias a su pensamiento efectuadas en el presente trabajo están
basadas en su artículo Educación, escuela y pedagogía, Universidad de Lomas de Zamora, Facultad de Ciencias
Sociales, Pedagogía, Buenos Aires, Argentina.
5
Piaget, Jean (1896-1980). Epistemólogo, biólogo y psicólogo suizo
Paulo Freire, pedagogo y educador brasileño (1921-1997). Todas las referencias a su pensamiento efectuadas en el
presente trabajo están basadas en Extensión o Comunicación (1973), Editorial Siglo XXI, Buenos Aires, Argentina;
Cartas a quien pretende enseñar (1994), Ed Siglo XXI, Buenos Aires, Argentina; Pedagogía del oprimido (1970),
Editorial Siglo XXI, Buenos Aires, Argentina.
6
Distintos tipos de tradiciones
Davini establece tres tipos de tradiciones: la NORMALIZADORA-DISCIPLINADORA, la
ACADEMICISTA, y la EFICIENTISTA.
La tradición NORMALIZADORA-DISCIPLINADORA
En el presente trabajo sólo analizaremos esta tradición en profundidad. Surgió a fines del siglo
XIX, en el contexto de los efectos que la industrialización estaba causando en las ciudades:
bolsones de pobreza, enfermedades, surgimiento de una nueva clase social, el proletariado.
Si bien en Uruguay no hubo industrialización para esa época ni se dio la lucha de clases, sí la
oligarquía criolla llevó adelante el proyecto de “civilizar al bárbaro”, al igual que los países
industrializados. En Uruguay la tradición NORMALIZADORA-DISCIPLINADORA surge
entonces con la República.
La República fue instaurada en 1830, luego sucede la Guerra Grande, y más adelante se dicta el
Decreto-Ley de José Pedro Varela por el cual se establece la educación gratuita, laica y
obligatoria.
Esta educación se llama NORMALIZADORA porque parte de una norma, un conjunto de reglas
que se impondrán. La norma en ese momento histórico en Uruguay es la norma culta, es decir la
norma europea.
El gobierno mediante un proyecto político-económico-social llevado adelante por la oligarquía
agro-exportadora instaura la norma que “civilizará” al gaucho, y no sólo al gaucho sino también a
los inmigrantes.
La educación “normaliza”, “homogeiniza”. Esta educación es abierta para todos pero en esa
universalización se desprecian otras culturas. En la época de José Pedro Varela7 se impone
mediante decreto/ley, por ejemplo, que el único idioma que se debe hablar es el español. Es decir
que otros idiomas son despreciados, los guaraníes por ejemplo, son llamados a silencio. La norma
del idioma español, si bien es aceptada, España no es admirada porque sigue regida bajo el
catolicismo. Varela era un gran admirador de Inglaterra, es por ello que muchas de las normas
contenidas en su Decreto/Ley de Educación de1877, estén influenciados por pensadores ingleses
como Spencer y Darwin; por ejemplo la presencia importante de la ciencia en la educación
pública, no sólo de la moral y las buenas costumbres.
En esta tradición el enfoque pedagógico da lugar a cierta discriminación, ya que se produce una
paradoja: si bien es para todos, universal, en acuerdo con la filosofía positivista que la inspira, esta
homogeneización deja de lado las individualidades del sujeto ajenas a la escuela.
El maestro en esta tradición es el “buen maestro”, que debe ser el modelo y ejemplo a seguir. El
maestro es el que posee el conocimiento, que es transmitido a los alumnos, los cuales son una
tábula rasa en la que el maestro imprime los conocimientos y valores necesarios para vivir en
sociedad. El maestro es respetado y admirado por sus alumnos; el respeto está basado en la
autoridad moral que se la dan a sus actos intachables. En esta tradición se prefiere que los
maestros sean mujeres, aludiendo a la “segunda madre” o a la “madre educadora”. Pero como en
toda familia también es necesaria la presencia de un padre, se establece que para los últimos años
7
José Pedro Varela (1845-1879), pensador, periodista, político uruguayo. Impulsor de la Reforma Educativa por la
cual el Estado Uruguayo establecería la educación gratuita, laica y obligatoria. Su pensamiento y proyecto fueron
volcados en sus obras “La educación del pueblo” (1874) y “La legislación escolar” (1876). Las referencias a su
pensamiento que se hacen en este trabajo son en base a lo escrito en dichas obras.
de la escuela primaria o para los cargos directivos, que los maestros sean preferentemente
hombres.
El maestro es ante “todo un misionero”, su misión es más importante que la retribución
económica que pueda tener. Esta posición de “misionero” que se le adjudicó, es la que
obturó su profesionalización.
Ciertamente no cuenta con la retribución acorde a su entrega, pero sí goza del respeto social, el
status y el lugar que se da él mismo, la sociedad, el alumno, los padres. Ese lugar jerárquico que
tiene el docente es el que le da la autoridad para imponer disciplina.
La enseñanza es a través de la disciplina, el control: se toma lista; se hace que los alumnos se
sienten en clase en orden alfabético; hay una campana que indica cuándo comienzan las clases,
cuándo es el recreo, cuándo finalizan las clases; todos deben leer igual que la maestra, imitando el
modelo.
Los contenidos que la maestra brinda son los básicos: aprender a leer, a escribir, a hacer
operaciones matemáticas simples… Se da más importancia a la forma que al contenido. El
maestro no sólo enseña esto sino que da gran importancia a la enseñanza de la moral y las buenas
costumbres. El docente es también responsable de transmitir conceptos de higiene (según las
campañas que el gobierno indique).
El fin de la educación es instruir al pueblo y formar ciudadanos, y cuanto más de buenos
sentimientos, pulcro, ordenado, sumiso sea el alumno, mejor futuro trabajador será, por lo tanto,
tanto mejor la tarea llevada a cabo por el maestro: una buena tarea.
La escuela es en esta tradición la que brinda cultura, desdeñándose otros ámbitos externos a la
escuela que puedan proveer también cultura. La escuela es la que se adjudica ese ámbito de
cultura.
El maestro se inicia en esta tradición como un empleado del Estado, y debe responder al proyecto
económico-político-social de éste aunque no haya sido consultado sobre el mismo. No puede
contradecirlo ni criticarlo, que sería utilizar el pensamiento crítico. Sin embargo, a su vez el
maestro
es amparado por el Estado, que le brinda una profesión digna, con status social, bien remunerada
como empleado del Estado (aunque no acorde a su misión, a su entrega).
Hoy en día se ha desvalorizado la profesión de maestro, ha perdido el status social que lo
asimilaba a un sacerdote o a un médico por la autoridad moral que tenía. No tiene el respaldo de
un proyecto político compartido con el Gobierno. Éste ya no lo respalda, sino que ahora lo hace
con el mercado. Ya no tiene autoridad para imponer disciplina porque no es respetado por la
sociedad, ni por los padres, que antes cuando el hijo se portaba mal y recibía disciplina del
maestro, iban a la escuela a pedirle disculpas; ahora no, van a discutir con el maestro, a pegarle.
Todo ello provoca una baja autoestima en los maestros que repercute en los resultados de su
acción pedagógica. Durante el siglo XX el maestro se ha ido proletarizando, y como expresa la
autora Davini, cuando se responde a un proyecto político en el cual no se ha participado, se cae en
contradicciones y por supuesto, no hay compromisos. El alumno recibe un discurso y las prácticas
son otras; pero el docente también recibe un discurso contradictorio, porque el proyecto es
contradictorio. El maestro entonces -como una forma de venganza, o de rescate de sí mismo- dice
la autora, vuelca su entrega y compromiso no al proyecto educativo del Estado, sino a sus
alumnos.
Relaciones con la educación de hoy y conclusiones
Para Varela la educación puede aislarse de la política porque bajo esta tradición la educación
instruye ciudadanos, pero una vez que éstos votan a sus representantes, éstos son los que deben
accionar, no el docente, no el alumno. Para los positivistas, el docente aprende lo que debe
aprender en la formación docente y no debe hacer nada más. En cambio, para los teóricos críticos
como María Cristina Davini, Juan Delval, Paulo Freire, Marta Degl´Innocenti, el docente y el
alumno son los que pueden hacer los cambios para transformar las prácticas pedagógicas.
Hoy en día el núcleo de la tradición pedagógica que se sigue manteniendo en la escuela, en el
liceo, en las universidades, es la jerarquización del maestro. La disposición de los salones de clase
bien lo ilustra: las aulas del siglo XXI siguen teniendo el formato autoritario de la Edad Media:
los alumnos mirando al maestro, y no entre sí. ¿Cómo evitar que las relaciones entre alumno y
docente no sean condicionadas por ese formato? En nuestra ciudad aún hoy persisten salones de
clases en algunos liceos –como el Nº1- con tarima, mediante la cual el profesor queda a otro
nivel, más alto que los estudiantes. En otras instituciones educativas del mundo aún continúan
existiendo oficinas de dirección y administración vidriadas, ubicadas en un lugar central
estratégico para ejercer la vigilancia y control de los recintos educativos (Foucalt,
1975)8. Otros ejemplos de jerarquización son el hecho de que en algunas clases el profesor hable
y los alumnos callen; el control que se sigue ejerciendo mediante la toma de lista, el hecho de
confundir calificación con evaluación, etc.
A diferencia de lo que creían los positivistas que influyen en esta tradición, que la educación nos
salva de todo: las pestes, las tiranías, la ignorancia; que nos da mejores ingresos; que da existencia
a la República (Varela-Durkheim); la educación hoy en día creo yo está siendo mal entendida por
ciertas personas que la utilizan como un medio de control social y manipulación, coincidiendo
con el pensamiento de Delval.
Es un poco triste que a veces se crea que es inevitable caer en la reproducción, ilustrada por la
tradición que se acaba de desarrollar. Por supuesto que es mucho más fácil y cómodo decir: “Lo
que yo pienso es verdad, yo tengo el conocimiento”, pero pienso que como futuros docentes no
podemos bajar los brazos, y debemos siempre desde nuestros espacio tratar de transformar, de
participar, de comprometernos.
BIBLIOGRAFÍA
DAVINI, Maria Cristina (1995): La formación docente en cuestión: política y pedagogía,
Editorial Paidós, Buenos Aires, Argentina.
DEGL`INNOCENTI, Marta (2002): Artículo: Educación, escuela y pedagogía, Universidad de
Lomas de Zamora, Facultad de Ciencias Sociales, Pedagogía, Buenos Aires, Argentina.
FREIRE, Paulo (1973): Extensión o Comunicación, Editorial Siglo XXI, Buenos Aires, Argentina
FREIRE, Paulo (1994): Cartas a quien pretende enseñar, Editorial Siglo XXI, Buenos Aires,
Argentina.
FREIRE, Paulo (1970): Pedagogía del oprimido, Editorial Siglo XXI, Buenos Aires, Argentina.
DELVAL, Juan (1990): Los fines de la educación, Ed. Siglo XXI, Madrid, España.
FOUCALT, Michel (1975-2006): Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión, Editorial Siglo
XXI, España.
8
FOUCALT, M. (1975-2006): Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión, Editorial Siglo XXI, España.
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