INFORME ESPECIAL Por Cynthia Palacios Mujeres y armas, una relación cada vez más cercana Deportistas, cazadoras, tiradoras de competición, policías, AIRE LIBRE convocó a mujeres que aprendieron a tirar como hobby o utilizan armas en su trabajo. Aunque llegan a las armas por distintos caminos, comparten una pasión que aquí intentan explicar con palabras. ienen una relación singular, que se aleja en el tiempo mucho más allá de lo que la gente cree. Cuestionada por algunos, desconocida por otros, oculta en ocasiones y superexpuesta a veces, las mujeres y el tiro están juntos desde hace miles de años. Al lado del hombre utilizaban hachas en la prehistoria y a la par de ellos comenzaron a empuñar las primeras armas. En el Medioevo, cuando los nobles partían a guerrear, eran sus mu- T 54 | AIRE LIBRE Nº 7 jeres las que armadas con arcos y flechas proveían alimento. Más cerca de nuestra historia, en las guerras por la Independencia y hasta en las Invasiones Inglesas de principios de 1800, las mujeres combatían codo a codo con los hombres, realizaban tareas de espionaje y discutían con ellos estrategias de guerra. Manuela Pedraza, la humilde soldado tucumana, peleó con su marido por las calles de Buenos Aires y cuando él cayó muerto a su lado mató al soldado que le había disparado para continuar peleando. Como la soldado María Remedios del Valle, muy pobre y de raza negra, que vio morir marido e hijos en la acción de los ejércitos del Norte; como la dama salteña Juana Moro de López, que sedujo a realistas como parte de su espionaje. O como la guerrillera Juana Azurduy, que descolló por sus dotes militares y dejó a sus cuatro hijos al cuidado de una india para a reunirse con su marido al campo de batalla. Allí la vio pelear Ma- nuel Belgrano y le obsequió su espada. En nuestras filas actuales, hay miles de mujeres oficiales y tres mil suboficiales. Las tres fuerzas armadas se acostumbran a ellas, modifican sus costumbres, al tiempo que multiplican los jardines maternales. Si hasta la actual ministra de Seguridad de la Nación, Nilda Garré, conquistó en 2005 un territorio que había sido históricamente masculino: se convirtió en la primera mujer en ocu- par el Ministerio de Defensa en la historia del país. Es ministra de Seguridad desde el 15 de diciembre de 2010, pero desde que asumió al frente de las Fuerzas Armadas estuvo decidida a incorporar la perspectiva de género en la restructuración de la cartera militar. En las tres fuerzas hay rastros femeninos. Mientras pilotos de combate mujeres vuelan en la Fuerza Aérea, el Ejército tiene hasta una banda femenina. Claro que hay resistencias y atrasos. Aunque el Liceo Femenino Naval se creó en 1976, recién en 2007 la Armada liberó el ingreso a mujeres para la Infantería de Marina. A fines del año pasado, se publicó en los Estados Unidos un libro que repasa la relación entre las mujeres y las armas a través de diez historias contadas en imágenes. Las mujeres retratadas en el libro son deportistas, cazadoras y tiradoras de competición que utilizan armas en su trabajo, por hobby o que aprendieron a usarlas como medio de defensa. Esa fue la excusa que, valga el término, disparó esta nota que, como no podía ser de otra manera, está escrita, también, por una mujer. Volver al primer amor Podría decirse que Laura Ramos volvió al amor de su adolescencia. Después de haberse alejado durante algunos años, recuperó la pasión que conoció en su más tierna juventud: el tiro. Y volvió con todo: esta técnica química de 33 años fue campeona nacional en pistola neumática este año y se alzó el año pasado con el primer puesto en esta categoría para la zona de la Capital y la provincia de Buenos Aires. Laura es tiradora del Tiro Federal Argentino de Buenos Aires y su amor por las armas lleva más de 15 años. Todo comenzó cuando estaba en quinto año. Alumna del Otto Krause, a los 18 años Laura recibió la propuesta de asistir a una escuela de tiro. Empezó con dos disciplinas, carabina y pistola, y fue una revelación: consiguió el mejor promedio de su grupo. “No vengo de una familia de tiradores. Fue una sorpresa”, cuenta Laura. Por su buena performance, en el Tiro Federal le ofrecieron prestarle armas y un entrenador que la ayudara. “Me gustaba más la carabina, pero me vieron más condiciones para tirar con pistola”, recuerda. Laura se privó de algunas vacaciones y empezó a trabajar como analista de control de calidad en un laboratorio. Así reunió el dinero para comprar su primera pistola. “Tenía 20 años y no podía ponerla a mi nombre, pero en mi familia nadie AIRE LIBRE Nº 7 | 55 INFORME ESPECIAL quería hacerse cargo de la pistola… ¡La tuve que poner a nombre del chico que en ese momento salía conmigo!” Logró ser maestra tiradora con 370 puntos sobre 400. “Fue muy gratificante”, asegura. Y en este año nuevamente maestra tiradora de la FAT (Federación Argentina de Tiro) con 378 puntos. Por estos logros recibió una medalla distintiva como Maestro tirador. Entrenaba tres o cuatro veces por semana hasta que en 2001 tuvo que hacer un parate: el trabajo y su vida personal la requerían tiempo completo. En 2009 llegó Máximo, “Maco” para todos, y en el día de Laura no había lugar para las armas. Hace dos años, cuando el nene creció un poco, Laura volvió al ruedo. Hoy, además de tirar dos o tres veces por semana, realiza una rutina de ejercicios físicos que la ayuden a mejorar su pasión. “Más que nada aeróbicos y pesas —detalla—. Se necesita un buen nivel pulmonar para bancar las competencias y no caer en la rigidez. Además, hay que tener mucho control mental para afrontar las competencias”. Es federada y por sus puntajes fue convocada a un entrenamiento controlado, donde el Tiro Federal sabe en qué nivel está y en qué competencias puede participar. Se prepara para competir en el sudamericano, en noviembre. “Empecé como un hobby y fui dedicándole más y más tiempo. Sigue siendo un hobby, porque no vivo de esto, pero te engancha muchísimo —explica—. El arma es un elemento deportivo delicado. Hay que saber limpiarla y guardarla en un lugar seguro”. Tanto la atrapó el tiro que cuando el papá de su hijo, de quien hoy está separada, le propuso tener otro niño Laura sacó cuentas del tiempo que iba a 56 | AIRE LIBRE Nº 7 tener que estar alejada de los polígonos y no quiso otro bebé. Como todas las tiradoras, suele recibir cargadas del estilo “No te pelees con ella”. “Nunca usé el arma como amenaza. Mis armas son deportivas, no son para defenderme y siempre están descargadas”. Maco juega con pistolas de juguete casi tanto como con autitos. Se aposta y quiere tirar con la carabina, se para como los tiradores profesionales y hasta corrige los movimientos de las compañeras de Laura. A diferencia de sus compañeritos, Maco cuida con celo sus pistolas para jugar. “Como ve que yo las cuido, él hace lo mismo. Es lo que mamó”, dice Laura. Está feliz. Y se le nota. En estos últimos días la convocaron para tres competencias internacionales: Sa’Campello en Brasil, el Iberoamericano en España y el Sudamericano en Argentina. “Es un orgullo para mí poder representar a la Argentina en otros países”, confiesa Laura. Competir contra uno mismo En el sentido inverso al de Laura, Eva Szabó llegó a las armas no porque le interesaran, sino porque le gustaban a su hijo. Martín tenía 17 años y asistía al Tiro Federal, donde intervenía en competencias juveniles. Eva trabajaba en la justicia penal y de menores, y su mirada hacia las balas no era la mejor. “Le regalaron un arma a mi hijo y lo saqué corriendo. Sabía lo que pasaba cuando uno no sabe usarlas… Él me anotó en un curso de tiro y me cambió la vida”, asegura. Aprendió de balística, de cómo manipular armas y cómo descargarlas, aprendió a perderles el miedo y supo algo hasta entonces desconocido: tenía grandes aptitudes para el tiro. “Era una persona en blanco, que sólo había visto delincuentes con armas. Me atrajo lo que significa este deporte para la apertura de la mente”, sostiene. “Me sirvió para la vida judicial, me dio seguridad, y a los 39 años descubrí una parte nueva de mí: el deporte”. Así Eva se sumergió de lleno en cursos, torneos y competencias donde empezó a ganar una y otra vez. En 1988 resultó campeona nacional y un año después representaba a nuestro país en Perú. “Se abrió un nuevo camino en mi vida: el camino del conocimiento interior. El arma es un instrumento en tu mano. En realidad, el tiro es un deporte mental”, reflexiona. El centro en el blanco era lo perfecto. Y hacia su propio centro se encaminó Eva. “Este entrenamiento mental me ayudó en mi trabajo, con mi marido y mi familia, en la crianza de mis hijos, para los que fui modelo: les enseñé que a los 40 años uno podía proponerse una meta, esforzarse y llegar. Este deporte me dio seguridad en las armas, pero también en todo lo que hago y donde me propongo llegar —cuenta esta siempre sonriente mujer de 66 años—. Hay que saber aquietar la mente y eso me ayudó mucho en mi tarea judicial, donde conseguía poner el foco en lo que necesitaba y lo resolvía”. Seis veces campeona nacional y dos veces campeona mundial de veteranos en Australia y Canadá, Eva fue durante 13 años integrante de la Federación Argentina de Tiro y su vicepresidenta durante los últimos siete. Fue la creadora de las escuelas de tiro para estudiantes secundarios por las que pasaron 1.800 chicos. Tiene en su haber el récord del Tiro Federal: 380 puntos sobre 400. Hace dos años la vida le jugó una mala pasada: se cayó por una escalera y se quebró la muñeca derecha, justo la mano que usaba para tirar. Entonces empezó a andar un sendero nuevo: “Comencé a transmitir todo lo que sé y aprendí en estos años, pero fundamentalmente todo lo que sentí, la trascendencia de la preparación mental. Cuando yo comencé no había casi teoría, el tema era la preparación física o técnica. Con los años entendí que la preparación mental era más importante para llegar”. “El arma fue conductora de mi deporte. Es un placer enorme hacer centro una y otra vez. Uno quiere más, quiere llegar a lo perfecto y lo perfecto es el centro. A diferencia de otros deportes, en el tiro no sabés quién está al lado tuyo compitiendo. Vos estás solo frente a tu blanco. Tu oponente sos vos mismo”, dice Eva. En estos días comenzó a despuntar sus ganas de nuevo. Se ilusiona con poder competir en el juego de veteranos de Torino, el año próximo. Madre de Martín, de 44 años; de Cecilia, de 42; y de Nicolás, de 35, y abuela de seis nietos de entre 21 años y 10 meses, transmitió todo lo que le enseñó el tiro a los suyos. “Si uno educara, no habría los accidentes que hay”, asegura. Aunque llegó a lugares impensados, Eva siente que le faltó tiempo. “Si hubiera empezado 15 años antes, muy probablemente hubiera llegado a los Juegos Olímpicos”, sueña. Sin embargo, la satisfacción de haber sido capaz de aprender tanto y de hoy tener la oportunidad de enseñarlo a otros le llena el alma. Una pasión que se lleva en los genes Cualquiera diría que el gusto por las armas es algo genético para Lucy Pérez. Lo conoció de la mano de su padre y hoy lo transmite a Renata, su pequeña hija. A punto de recibirse como instructora de tiro, a los 47 años Lucy ostenta el orgullo de ser la única mujer que abrió su propia armería. “Somos tres o cuatro en el país, pero las demás chicas quedaron a cargo de las armerías de sus maridos”, detalla. Detrás del mostrador de la Antigua Casa Pérez, en General Pico, La Pampa, Lucy da cátedra de todo lo que sabe de ar- mas. “Cuando me separé, hace nueve años, pensé en poner un negocio y abrí el que me gusta”, confiesa. AIRE LIBRE Nº 7 | 57 INFORME ESPECIAL Tiradora desde hace 18 años, desde muy pequeña aprendió viendo a su papá, que también tenía armería. Los dos comparten esta pasión hasta el día de hoy: es un tema de conversación que los une. “Es armero de oficio… de toda la vida. Tiene 72 años y siempre charlamos de armas. Hace poco me compré una escopeta turca y se la llevé para que la viera. De su padre también heredó el gusto por cazar. “Con él hice caza de liebre. Ahora cazo jabalíes o ciervos, que en esta zona son legales —cuenta—. Es algo muy lindo. Te reunís con amigos, te divertís, charlás. El entorno de la caza es muy divertido”. Lucy forma parte de un club de más de cien escopeteros, en el que sólo hay un par de mujeres. No le preocupa ser minoría. “Me tratan como una más, con mucho respeto”, asegura. 58 | AIRE LIBRE Nº 7 Tiradora por curiosidad Un lugar en la historia Aunque con humildad intente restarle mérito, Nora Pralong ya alcanzó un lugar en la historia del Tiro Federal San José. Es la primera presidente mujer de esta entidad en Entre Ríos. Fundado en 1859, se estableció en 1903 en su sede actual. Fue el primer polígono de Sudamérica. Nora fue reelecta y va por su segundo período. “Em pecé acompañando a Car los, mi marido, hace 18 años. Comencé con una 9 mm, pero por el alto costo que tiene me vine al aire de quebrar y a la carabina 22”, cuenta. Después de seis años como subcampeona, Nora es cam peona provincial desde hace dos años. “Es un deporte, pero para mí es un cable a tierra. Hay que sentirlo. Uno se va metiendo de a poquito. Yo lo llevo en el alma”, confiesa. Nora tiene 56 años y trabaja en el Museo Histórico de San José desde hace 34. Sin proponérselo incursionó en este de porte y también sin querer lle gó a la presidencia del Tiro Fe deral. “Mi marido estaba en la institución y yo soy socia, así que participábamos de las reuniones de comi- sión, los mar tes a la noche. Una vez, en bro ma dije que me gustaría ser presidenta… ¡y me tomaron en serio!”, recuerda. Entre socios activos, honorarios y cadetes, el Tiro de San José suma 560 socios. “Siento mucho apoyo de los socios y no soy la única mujer de la comisión. Tal vez como mujer me den más importancia, pero trabajamos todos parejo”, explica. “Es diferente a los compañeros de trabajo. Es muy lindo estar con gente que uno conoce hace tantos años”. Para reunir fondos, el Tiro vende pollos asados dos veces al mes. Nora y Carlos tienen tres hijos, dos nietos y un tercero en camino. Llevan 31 años de casados. No sólo comparten muchísimas horas en el polígono, sino que juntos dan clases de tiro en una escuela para 22 chicos. “Usted nació tiradora. Es una tiradora nata”. Cuando Norma Cardarelli escuchó la frase se sorprendió, pero nunca imaginó que cambiaría tanto su vida. La descripción tenía un porqué bien fundado: Norma tuvo un debut inigualable. La primera vez que tiró acertó 10/10 en el blanco. Entró a la policía en 1975, cuando tenía 21 años. “Nunca había tenido contacto con las armas. No las había visto ni de cerca ni por casualidad”, recuerda hoy, a los 58. Tantos años después, cree que fue la curiosidad la que la empujó a abrirse paso en un mundo, por aquel entonces, tan masculino como era la policía. Al poco tiempo, Norma pudo hacerle caso a la recomendación de Roberto Pujol, aquel instructor de tiro que la había felicitado. Entre sus primeros destinos se encontraba el área administrativa de la escuela de cadetes. “Ernesto Liaci me vio tirar y se quedó sorprendido. Me mandó a hacer un curso en el que éramos sólo dos mujeres, Viviana Blanco y yo, y nos costó mucho”, cuenta. El curso incluía tiro de escuela, tiro de combate y el entrenamiento era bien intenso. “Me costó mucho, porque me obligaron a dar el examen para instructora con la mano derecha, cuando yo soy zurda”, recuerda. Norma no se desalentó y lo rindió. ¡Era instructora! Ya era suboficial y se sumó al equipo de instructores de tiro de la “Escuela de Tiro”. “Aunque es una responsabilidad enorme, yo quería estar en la línea de tiro”, explica. Todavía recuerda al comisario Jorge Veyra. “Fue la primera persona que creyó que una mu jer podía cumplir esa función. Creyó en mí. No sé si me puso a prueba o fue un desafío para él”, dice Norma. Lo cierto es que el comisario mandó a preparar un equipo de combate para ella y a conseguir unos borceguíes talle 35. Antes de llegar al polígono, Norma ya había hecho el curso de armera y de tiro de combate policial. “Quería capacitarme. Siempre fui muy curiosa. Hasta hice un curso como piloto privado de avión. Nunca me gustaron la cocina ni las manualidades… Siempre elegí las cosas difíciles”, se ríe Norma. Así se convirtió en la primera instructora, a cargo de una línea de tiro, de la Policía Fede- ral. Allí evaluaba a todos los que, cada mes, debían dar el examen mensual. “A muchos les daba vergüenza que una mujer le pusiera nota y se iban cuando me veían”, se ríe. “Al poco tiempo se sumó Viviana al equipo. Nos gustaba tanto el trabajo que terminábamos en el polígono y con la ropa de fajina nos íbamos como voluntarias al Tiro Federal, donde la policía tenía un polígono al aire libre”, señala. Estuvo a cargo de la sección femenina de la escuela de suboficiales. La profesión le dio muchísimas satisfacciones, como la de ser la instructora de las primeras mujeres —esposas de integrantes del Ejército— que se fueron a vivir a la Antártida. Norma tiene una hija de 18 años. “En mi casa, mi arma nunca estuvo a la vista y siempre me preocupó mucho tomar, y enseñar, todas las medidas de seguridad”, asegura. Después de recibirse de licenciada en Trabajo Social, Norma ocupa un cargo directivo en el Círculo de Suboficiales de la Policía. Está a cargo del servicio social y de la parte cultural. Su tesis para la licenciatura resume sus interrogantes. Norma investigó sobre la discriminación de la mujer en el ámbito policial. “Creo que no es tanto la AIRE LIBRE Nº 7 | 59 INFORME ESPECIAL discriminación como el instinto de protegernos. Nos quieren evitar cuestiones riesgosas”, considera. Para Norma, el tiro fue la posibilidad de demostrar, como mujer, que podía desarrollar una profesión casi reservada a los hombres y transmitir conocimientos de una manera que le es propia. “Cuando era instructora, me especializaba en tomar a aquellos tiradores que no daban en el blanco y me dedicaba a ellos para que lo lograran. Aprendí que lo primero que tenía que ver era detectar y respetar las individualidades para ser capaz de sacar lo mejor de cada uno”. Con la mira puesta en Río Sofía Lamarque tiene una meta clarísima: quiere competir en los Juegos Olímpicos de 2016 en Río de Janeiro. A los 18 años lleva ganados casi todos los títulos en los que compitió, pero se tiene una fe ciega: “Me veo preparada, pero sé que puedo estar mucho mejor”, asegura. A pesar de ser tan joven, Sofía tiene una larga trayectoria. “Empecé a los 8 años; me llevó mi papá, que era tirador. Mi hermana mayor, Guadalupe, ya competía; y después seguí yo, pero no había torneos para mi edad”, recuerda. A los 12 años, Sofi debutó en 60 | AIRE LIBRE Nº 7 el torneo nacional organizado por AICACYP. Aunque la categoría era para chicos de entre 13 y 19 años, ganó su primera medalla dorada. “Fue buenísimo. No esperaba ganar… Participé porque me gustaban el ambiente, las amistades, los viajes. Mucho más ahora que entreno en alto rendimiento”, cuenta. En 2007 trajo una Medalla de Oro de Santa Fe y en 2008 ganó otra en Buenos Aires. En ambos torneos participó en la especialidad “miras abiertas”. Así comenzó una seguidilla de triunfos. Nunca se detuvieron. Como resultó imbatible entre los 12 y los 15 años, la Federación Argentina de Tiro la llamó para integrar el equipo nacional. “Fue un cambio en mi vida”, dice Sofi, que nació en Maipú, provincia de Buenos Aires. Hasta entonces tiraba en 22 con miras abiertas y empezó a prepararse para tirar con rifle de aire. “En 2009, ya en la Federación Argentina de Tiro, participé de un Nacional en Mendoza con oro también”. En este mismo año, después de ocho meses de entrenamiento, viajó a Chile a representar a la Argentina y se trajo la Medalla de Oro. “En 2010 competí en el Nacional en Salta y logré la Medalla de Oro”, relata. A mitad de año llegó el turno de tirar con 22 tendido. Otra vez concursó en Chile y volvió con tres medallas de Plata: una en aire individual, otra en tendido y una tercera en equipo. Además, en los sudamericanos jugados en Buenos Aires quedó segunda. “El 2011 fue mi mejor año”, sintetiza. En mayo viajó a los Estados Unidos a la copa del mundo. Tenía 17 años y compitió con rivales de 21 en adelante. “Me llevaron para ganar experiencia. Terminé 101 de 150 y fue bueno, porque conseguí el mismo puntaje que hacía acá, 381 puntos, y eso que afuera tenés mucha más presión y nervios”, explica. “También volví a Chile, como mayor, ganando el oro en equipo de aire. En La Plata, gané la Copa Héroes de Malvinas, en la que compiten hombres y mujeres”, enumera. También recibió un premio del Comité Olímpico que se entrega a las revelaciones y a los deportistas consagrados y a fin de año le dieron el Premio Clarín como Revelación en Tiro. “Fue mi último año de colegio, viajé a Bariloche. 2011 estuvo lleno de emociones”, confiesa Sofía. Este año volvió a ganar la Copa Héroes de Malvinas, en La Rioja. “Pero como no se puede ganar dos veces, tuve que dársela al segundo”, dice. “Ahí me despedí de los torneos juveniles nacionales con tres medallas de Oro, en las distintas disciplinas: aire, tendido y tres posiciones”. Sofía está primera en aire en la Argentina y se ubica en el noveno puesto en Sudamérica en aire, en la categoría mayores. Estudia Ciencias Económicas en Mar del Plata y entrena cerca de cuatro horas cinco días a la semana, en tres disciplinas. Aunque tuvo tres hijas, el papá de Sofía no puede quejarse: todas le salieron tiradoras. “Soledad, la más chica, de 12 años, va a ser una futura tiradora —asegura Sofía—. Hace dos años que gana el torneo de AICACYP”. No es fácil conjugar el tiro con la adolescencia. “A veces mis amigos me apoyan y otras veces no, no me entienden. Cuando tengo que competir no salgo y me perdí varios bailes de 15, iba un rato o no iba. Se complica que entiendan lo que representa un deporte. No es un trabajo, pero tenés que cumplir con la responsabilidad de un trabajo, aunque con placer. Y más un deporte como éste, del que no podés vivir: sí o sí tenés que estudiar y trabajar”, relata Sofía. A punto de subirse al avión para ir a competir al Sudamericano, en Río, se ilusiona con volver a la ciudad carioca dentro de cuatro años. “Estaría tan bueno”, dice como para sí. En su cosecha de medallas, falta el oro olímpico. Pero Sofía ya trabaja para conseguirlo. Tiradoras por trabajo, por herencia y por deporte, estas seis mujeres hacen gala de la femineidad y le imprimen a las armas una característica única. Tienen entre 18 y 66 años, per tenecen a generaciones distintas, pero hablan un mismo idio ma. Responsables, prudentes y minuciosas, Laura, Eva, Lucy, Nora, Norma y Sofía de jan bien en claro que las armas también pueden tener perfume de mujer… ■