Privilegio en remojo - Asociación Madres de Plaza de Mayo

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LA HORA DE LA RENTA FINANCIERA
Privilegio en remojo
POR PABLO GALAND 24.07.2013
Desde 1977 se exime del impuesto a las ganancias a uno de los sectores que más rentabilidad
obtiene. Los proyectos en danza.
Con más sigilo que hechos concretos, el gobierno nacional comenzó a dar los primeros pasos para
desandar una de las
herencias que aún sobreviven de la dictadura militar, un raro privilegio de unos pocos: la eximición del
impuesto a las ganancias del sector financiero. Lo que implica que hasta ahora no pagan impuestos la
compra de bonos, ni acciones, ni tenencias de plazos fijos, y menos aún las cuotas en fondos comunes
de inversión. En el marco del brutal cambio del paradigma económico que buscó la revalorización del
sistema financiero en detrimento de la producción, José Martínez de Hoz lanzó en junio de 1977 una
reforma financiera que dejó a la banca en esa ventajosa situación. Paradójicamente –o no tanto– se
trata de uno de los sectores que mayor rentabilidad obtuvo en los últimos diez años. De acuerdo a un
informe elaborado por el economista Ernesto Mattos, del Centro de Estudios Económicos y Monitoreo
de las Políticas Públicas, el sistema financiero global obtuvo, solamente en 2012, una rentabilidad de
19.400 millones de pesos.
En este contexto, por pedido de la titular del bloque del Frente para la Victoria, Juliana Di Tullio, el
diputado Héctor Recalde comenzó a recabar los proyectos presentados en el Congreso al respecto para
cotejarlos. Solicitó información a organismos como el Ministerio de Economía y la Comisión Nacional de
Valores, con el fin de estudiar la mejor manera para que el sistema financiero vuelva a ser sujeto del
impuesto. “El sentido que tiene esta búsqueda es analizar todas las iniciativas y enriquecerlas para
afinar bien el lápiz y atacar a la especulación financiera”, sostiene el diputado ante Veintitrés.
El propio Recalde es autor de un proyecto que presentó en junio del año pasado. Pero aquella iniciativa
era más ambiciosa porque no sólo buscaba gravar la renta financiera sino que también apuntaba hacia
otros sectores que cuentan con ventajas impositivas, como la actividad minera, el juego de azar y el
Poder Judicial. A su vez, el objetivo era proveer al Estado de nuevas y más progresivas fuentes de
recaudación que reemplacen una elevación del mínimo no imponible del impuesto a las ganancias, que
también era propuesto en el proyecto. Con todo, Recalde se encargó de aclarar que la iniciativa que
ahora está motorizando está referida únicamente a estudiar el gravamen a la renta financiera. “Del
resultado de todas estas consultas que estamos llevando adelante surgirá un proyecto nuevo, diferente
al que presenté el año pasado”, asegura el legislador.
De todos modos, es muy probable que la decisión del oficialismo de estudiar un impuesto a la renta
financiera esté vinculada a buscar fuentes de financiación alternativa ante un posible aumento del
mínimo no imponible. Sucede que como consecuencia del cierre de la gran mayoría de los acuerdos
paritarios, volvió a aumentar este año el universo de trabajadores que son alcanzados por el Impuesto
a las Ganancias. Se estima que son 400 mil los nuevos asalariados que ahora tributan al tener ingresos
que superan el mínimo no imponible. Si bien se trata de un impuesto progresivo, en la medida que el
que más gana más paga, la falta de actualización de los topes y de las alícuotas llevó a que
trabajadores como los ferroviarios, petroleros, camioneros, mecánicos y bancarios, entre otros, pasaron
a estar alcanzados plenamente por este gravamen.
Esta situación se coló en la campaña electoral para las PASO del 11 de agosto. Los diputados que
responden al Frente Renovador de Sergio Massa presentaron el lunes pasado un proyecto de ley cuyo
espíritu es muy similar al que presentó Recalde en su momento: apunta a aumentar el mínimo no
imponible de la cuarta categoría del impuesto a las ganancias y gravar la renta financiera. También
propone actualizar de manera automática el índice anual en base a la Remuneración Imponible
Promedio de los Trabajadores Estables (Ripte) que es elaborado por la ANSeS. Recalde recuerda que en
noviembre de 2006 presentó un proyecto –que resultó aprobado– para que los trabajadores
comprendidos en el convenio petrolero no tuvieran gravámenes sobre adicionales. “Me votaron en
contra el peronismo disidente, el Pro, Adrián Pérez, Paula Bertol… todos los que están enrolados en el
‘Frente Rejuntador’”. Con sorna, recurre a una frase de Eva Perón para calificar la iniciativa massista:
“Bienvenidos los rezagados”, apunta.
Con menos oportunismo político, el diputado Gerardo Milman, del GEN, presentó hace tres años un
proyecto que apuntaba a gravar a todos esos sectores que hoy están exentos de pagar ganancias. “Si
uno compensara el dinero que el Estado deja de percibir mediante los rubros que están exentos,
podríamos dejar a muchísimos trabajadores fuera del aporte innecesario del impuesto a las ganancias”,
asegura. Según sus cálculos, las exenciones le cuestan hoy al Estado 5.000 millones de pesos anuales,
en tanto que por subir el mínimo no imponible y modificar las escalas dejaría de recaudar cerca de
4.500 millones de pesos. Milman también apunta al sentido electoralista del Frente Renovador.
“Nosotros hicimos sesiones en minoría en la Cámara de Diputados para discutir la treintena de
proyectos que hay en la Cámara de Diputados y los diputados de Massa no vinieron nunca. Creo que
son propuestas de campaña”, afirma.
Estimar lo que el fisco puede llegar a recaudar a partir de gravar la renta financiera depende de las
alícuotas que se apliquen y del alcance que tenga el impuesto. En el caso de los depósitos, por
ejemplo, dependerá del importe a partir del cual se aplique el impuesto. Carlos Heller, de Nuevo
Encuentro, presentó un proyecto para que se grave por encima de los 100.000 pesos de renta.
“Partimos de la idea de aplicar un impuesto que no afecte a los pequeños ahorristas. Por ejemplo, si
habláramos de un inversor del sistema financiero a tasas de hoy, diríamos que alguien que tiene un
plazo fijo de 625.000 pesos, hasta ahí no pagaría, y desde ahí comenzaría a aportar a partir de las
escalas de progresividad que tiene el impuesto a las ganancias”, señala.
El proyecto de Milman, en cambio, no pone topes. “Estamos hablando de impuesto a las ganancias, por
lo tanto la renta que da un plazo fijo es claramente un concepto de ganancia y debe ser gravada.
Nuestro proyecto establece una escala respecto de distintos montos de plazos fijos. Los que tienen
pequeños montos tendrán una tasa menor, pero no tengo dudas que es un concepto de ganancia que
hay que gravar”, sostiene desde el GEN.
Otro elemento que hace difícil el cálculo tiene que ver con la compraventa de títulos y acciones,
actividad que también está exenta de impuestos. “El volumen que se puede recaudar en ese rubro es
bastante elástico”, señala Heller. De todos modos, arriesga un número: “Nosotros hicimos un cálculo de
un piso del orden de los 7 mil millones de pesos, que representa algo menos de medio punto del PBI,
una cifra nada desdeñable”, afirma.
La consultora EGES elaboró un informe en el que se señala que en caso de gravar la renta financiera en
el mismo porcentaje que pagan los salarios más altos, es decir el 35 por ciento, el fisco tendría un
ingreso extra de 17.000 millones de pesos anuales. De todos modos, aclara que se trata de “una suerte
de ‘máximo’ respecto de lo que podría aspirar a recaudar el Estado”.
Además de los beneficios cuantitativos que generaría para el Estado este gravamen, el informe de
EGES pondera los aspectos cualitativos. “Además de incrementar la recaudación fiscal, constituye por sí
misma una política redistributiva. Grava la generación de dinero dentro del sector financiero y la vuelca
al gasto público. Al mismo tiempo reduce el riesgo que el sector genera sobre el total de la economía,
ya que la creación de riqueza dentro del sector financiero se vuelca en parte hacia un mayor gasto
público, lo cual estimula la producción”, asegura el informe. A su vez, aconseja “mantener la exención
que tienen hoy los depósitos que corresponden a salarios, haberes jubilatorios y pagos de obligaciones
alimentarias”.
Con un segundo semestre que estará teñido por la contienda electoral de las PASO y de las elecciones
legislativas de octubre, resulta impredecible estimar el momento en que el proyecto pueda ser tratado
en el Congreso. Sin embargo, los legisladores consultados son optimistas y creen que el calendario
electoral no afectará su llegada al recinto. “Si hay una decisión política del bloque mayoritario, esto
avanza rápidamente. Se me ocurre que se podría aprobar durante este año y por lo tanto ser tenido en
cuenta a la hora de discutir el presupuesto para el año que viene”, aventura Heller. En este sentido,
cree que las objeciones vendrán más desde afuera que desde adentro del recinto. “Las asociaciones de
bancos van a empezar a decir que con este gravamen los ahorristas van sacar la plata de los bancos o
cosas por el estilo”, pronostica.
Desde la oposición, Milman sostiene que “si el Gobierno tiene la decisión política de avanzar en una
propuesta de gravar la renta financiera, nosotros estamos dispuestos a apoyarla. Si tenemos algunas
diferencias, podemos hablar en general y discutir algún artículo en particular. Es una idea muy sana
que lo que es impuesto a las ganancias pague impuesto y que lo que no lo es no pague”, en referencia
a los sueldos alcanzados por el gravamen.
Más cauto, Recalde prefiere abocarse a la función que le fue encomendada. “Encaramos esta iniciativa
con mucha razonabilidad y sin demagogia. Para nosotros no es un tema electoralista sino una cuestión
estructural. Nos resulta fundamental el rol que tiene que cumplir el Estado en este proceso de
transformación y desde ese lugar encaré esta tarea. Será después la Presidenta, que es la que conduce
este proyecto, la que decida el momento adecuado para ponerlo en marcha”
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