TERESA de LISEUX “ La Mimada, la Misionada, La Doctora”. P

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TERESA de LISEUX “ La Mimada, la Misionada, La Doctora”. P.Angel rossi S.J
Ed.Bonum.pg.65-70.
Para esta cátedra Teresita se vale de otra imagen muy hermosa. Se llama así misma “ un pajarito” y al
Señor lo llama “El Águila” con mayúscula
Fíjense que lindo lo que dice ella :
“Yo me considero un débil, cubierto solamente de un ligero plumón. No soy una águila, solo tengo de
ella los OJOS y el CORAZÓN, (¡qué hermoso, ese conocimiento de sí: se reconoce muy frágil como un
pajarillo, pero sabe que tiene dos elementos que sí son de águila: sus ojos y su corazón!). Porque, a
pesar de mi extrema pequeñez, me atrevo a mirar fijamente al Sol Divino, al Sol del Amor, porque mi
corazón siente en sí todas las aspiraciones del águila. El pajarillo quisiera volar hacia ese brillante Sol
que embelesa sus ojos. Quisiera imitar a las águilas, sus hermanas, a las que ve elevarse... (Se refiere a
los santos que ella conoce). ...Lo más que puede hacer es alzar sus alitas, pero en cuanto a volar, no
está en su débil poder. ¿ Qué será de él ? ¿morirá de pena al verse tan impotente ?. De ninguna
manera, el ni siquiera se afligirá... Nada sería capaz de atemorizarle, ni el viento ni la lluvia Y si oscuras
nubes llegaran a ocultarle el Astro del amor, el pajarillo no se mueve, no cambia de lugar ; sabe que
más allá de las nubes su So1 sigue brillando...
A veces, es verdad, el pajarillo s ve asaltado por la tempestad. Le parece cree que no existe otra cosa
más que las nubes que la envuelven. Entonces llegó la hora de la alegría perfecta para el pobrecito y
débil ser. Qué dicha para él permanecer allí, no obstante, y seguir mirando fijamente la luz invisible
que se oculta a su fe!”
Y habla del pecado también :
“... Pero yo lo sé y Tú también la sabes : muchas veces la Imperfecta criaturita... se deja distraer un
poco de su única ocupación. Toma un granito acá y allá, corre tras un gusanillo... Luego, encontrando
un charquito de agua, moja en el sus plumas apenas formadas. Ve una flor que le gusta, y su diminuto
espíritu se entretiene con la flor... En fin, no pudiendo alear como las águilas, el pobre pajarilla vuelve
a ocuparse una y otra vez de las bagatelas
de la tierra”
Fíjense que descripción linda de aquellas distracciones que nos quitan la la mirada del Señor. Ella lo
atribuye a no poder volar. Nos resulta muy fácil distraer la mirada en las "cositas” que tenemos al
lado, a ras de tierra, que sabemos que son seductoras, que son gusanillos, florecitas lindas, cositas
donde ir a picotear, para después volver a la insatisfacción. Pero -y acá viene lo lindo- ella tiene plena
conciencia que Dios lo sabe :
“Sin embargo, después de todas sus travesuras, en lugar de ir a esconderse en un rincón para llorar su
miseria y morir de arrepentimiento, el pajarillo se vuelve hacia su Amado Sol, presenta a sus rayos
bien-hechores sus alitas mojadas, gime como la golondrina.
Y en su dulce canto confía, cuenta de-talladamente sus infidelidades, pensando, en su temerario
abandono, conquistar así más dominio, atraer más plenamente el amor de Aquel que no vino a llamar
a los justos sino a los pecadores...
[Escriba texto]
¡Oh, Jesús ! ¡Cómo se alegra tu pajarillo de ser débil y pequeño! ¿ Qué sería de él si fuera grande?.
Nunca tendría la audacia de comparecer en tu presencia, de dormitar delante de ti”
Imagen hermosísima: sentirse un pajarillo débil, sentir que "no nos da el cuero", que las alas no tienen
fuerzas para volar a lo águila, que el estar tan sobre la tierra nos hace distraer el corazón y a la vez
también -y en esto es una revolucionaria, diríamos así- no ir a esconderse al rincón, no andar
llorando las faltas, sino -aún en medio de pecados- volver de nuevo la mirada al Sol, abrir las alitas
mojadas en los charcos donde fui a meterme y dejar que el Sol, (con mayúscula) de a poquito las vaya
secando de nuevo.
Teresita manifiesta un sentido hondísimo y ''liberador" de la misericordia: saber que el Señor conoce
nuestros límites, y que lo peor que podemos hacer frente a nuestras debilidades es apichonarnos,
acurrucamos. Nos enseña que justamente la "nada" de mi pecado, esta nada de mis límites, se
constituye misteriosamente en una grandeza frente a Dios, en un templo donde tengo que rezar.
Justo al revés de lo que hacemos. Frente a nuestros límites, nuestros pecados, quitamos todo lo de
Dios y decimos mentirosamente: "no soy digno ni de rezar, por qué le voy a pedir ayuda, no merezco
ni hablarle". Nos privamos justamente del Sol y nos vamos, por decir así, tiritando de frío a los
rincones de nuestro autocastigo o de nuestro falso arrepentimiento, para andar por ahí golpeándonos
a nosotros mismos en vez de mostrarle al Señor las heridas y que El de a poquito las vaya curando.
Cátedra inmensa de Teresita: saber que mi límite y mi pecado es ámbito de encuentro con Dios, y es
para lo que el Señor vino. Hay que convencerse que al Señor nunca le asustó nuestra miseria, sí le
asustaron, en cambio, nuestras hipocresías: simular que volamos cuando en realidad no lo hacemos.
Jugarla de sanos, cuando estamos enfermos y necesitamos del Médico. Decir que estamos séquitos y
limpios cuando andamos re mojados y embarrados, decir que no hemos cometido nada y estamos
empachados de basura y gusanitos; andar simulando, cuidando la fachada, la vidriera de la bondad,
cuando en realidad sabemos muy bien que adentro no está así el corazón.
El Señor nunca le ha tenido miedo a meter la mano en nuestro chiquerito del corazón, en cambio ha
sido terriblemente duro frente al que le presenta una vidriera bonita para que se engañe, cuando
adentro en realidad la casa apesta.
Bernanos, que escribiera el Diálogo de las Carmelitas, tiene en su otra obra grande: Diario de un cura
rural una escena muy fuerte: El cura ha sido invitado por una señora del pueblo a tomar el té.
Entonces va a su casa y ella le hace recorrer todos los títulos, honores y premios a "la mejor cristiana",
algo así como el curriculum de su santidad y el "pedigree" familiar que sustenta dichos honores.
Después que terminó de recorrer aquella galería del fariseísmo el cura le dijo: "Señora, todos estos
títulos, todo este buen nombre, toda esta fama también Pueden ser un sudario de seda sobre un
cadáver Podrido" (creo que nunca más lo invitó a tomar el te. “Sepulcros blanqueados” fue el
sinónimo no menos fuerte que solía usar el Señor para este gremio que viven la Encarnación como el
honor concedido a Él de venir a visitarnos a nosotros, e incluso “tomar el te con nosotros”
Teresita entendió que ha que desmantelar la vidriera del corazón, que hay que dejar jugar a las visitas
con Dios y dejarlo en cambio que haga aquello para lo que vino: redimirnos, salvarnos; no visitando,
sino asumiendo y cargando sobre sus hombros santos nuestras miserias, mostrarle las heridas para
[Escriba texto]
que “meta mano” y nos cure. Descubrirle los recovecos oscuros del corazón para que El eche luz en
ellos.
Teresita prefirió presentarse ante Dios como un “pajarillo mojado” en vez de simular vuelos de águila,
prefirió ser barquito frágil conducido por Él, a ser Titanic que no necesita ayuda. Qué sencillez de
enseñanza y sin embargo, que lejos estamos a veces de entenderlo!
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