Se aceptan con carácter general los razonamientos jurídicos del Juzgado "a quo" ya que es mucho más lógico que sea el Juez que ha acordado la prisión y así configurado la situación jurídica básica del preso preventivo, quien goce de una competencia general en cuantas decisiones configuran el status de dicho preso (quizá con excepción de los recursos sobre sanciones). Ciertamente un preso provisional puede depender de varios Juzgados pero ello sólo significará que todos y cada uno de ellos ha de resolver sobre la intervención de las comunicaciones, que basta con que uno la acuerde o mantenga para que se produzca y que caso de patente contradicción en los criterios, el Tribunal de apelación habrá de unificarlos. Ciertamente puede sostenerse que el art. 76.2-G de la L.O.G.P. señala como de especial competencia de los Jueces de Vigilancia "acordar lo que proceda sobre las peticiones y quejas que los internos formulan en relación con el régimen y tratamiento penitenciario en cuanto afecte a los derechos fundamentales”. Sin embargo ha de decirse que ese artículo no puede interpretarse de forma literal y aislada, pues también entonces vgr. tendría encomendada el Juez de Vigilancia la autorización de los permisos de salida de los presos preventivos (art. 76.2-I). En efecto, si se entiende que cuando el art. 51.5 de la ley que ordena dar cuenta de la intervención de las comunicaciones a la Autoridad Judicial competente remite al art. 76.2-G y que dicha Autoridad Judicial competente es el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria, tampoco habría inconveniente en entender que los permisos a los internos preventivos que requieren la aprobación de la Autoridad Judicial correspondiente (art. 48) remite al 76.2-I y que también dicha Autoridad Judicial correspondiente es el Juez de Vigilancia Penitenciaria. Aún hay más razones para sostener que la competencia en este caso corresponde al Juez de Instrucción y que en síntesis puede resumirse en las siguientes: • Presunción de que el Reglamento Penitenciario es secundum legem y no contra legem: En efecto el art. 98.4 del Reglamento derogado o el 46.5 del vigente establecen que cuando la administración penitenciaria acuerde la intervención de la correspondencia tal resolución se notificará al Juez de Vigilancia en el caso de que se trate de penados y a la Autoridad Judicial de que dependan si se trata de detenidos o presos. Parece razonable entender que estos preceptos reglamentarios desarrollan el art.51 de la ley y no quebrantan el art. 76. Para ello basta pensar que el art. 76 no es especial respecto del art. 51 de la ley porque el primero (el 76) se refiere a los derechos fundamentales (entre ellos el secreto de la correspondencia) y el segundo (el 51) es ley general, sino exactamente lo contrario, esto es que, en cuanto al derecho fundamental al secreto de correspondencia, es ley especial, el art. 51 respecto del 76 y que si el art. 51 se refiere a la Autoridad Judicial competente y no al Juez de Vigilancia Penitenciaria es porque en él está latente la distinción entre presos preventivos y penados, que luego se explicita en el Reglamento. • Necesidad de respetar en todo caso el art. 18.3 de la Constitución. Pues dicho artículo establece que "se garantiza el secreto de las comunicaciones y en especial de las postales, telegráficas y telefónicas, salvo resolución judicial". Ha de haber autorización judicial, más claramente aún en el supuesto de presos preventivos donde es impensable buscar apoyo en el art. 25 de la Constitución que se refiere a los penados. Pues bien la necesidad de que siempre exista autorización judicial es incompatible con la interpretación según la cual el Juez de Vigilancia, también en este caso, es el llamado a resolver las quejas (art. 76.2-G) pues tales quejas pueden tener lugar o no y, de no producirse, se daría el caso de que una resolución administrativa lesionaría el derecho fundamental sin amparo alguno en resolución judicial. Tampoco cabe sostener que el art. 51.5 habla de dar cuenta a la Autoridad Judicial competente como si fuera una mera notificación de la resolución administrativa a la misma. En nuestro sistema no hay un solo supuesto en el que la Autoridad Judicial ante una pretensión (del Fiscal, del querellante, del acusado) o ante una exposición de hechos (del denunciante, del secretario que "da cuenta”...) pueda limitarse a darse por enterado sin resolver lo pertinente y en plazos perentorios. Si es precisa siempre la autorización judicial y no sólo ocasionalmente o con motivo de queja es porque el art. 51.5 de la L.O.G. Penitenciaria exige, acorde con nuestro sistema, una respuesta inmediata del Juez de la dación de cuenta. Respuesta del Juez competente señalado indirectamente en la ley y directamente en el Reglamento que, como se ha dicho, es la Autoridad Judicial de que depende el preso preventivo, sin que deba producirse una doble resolución eventualmente contradictoria por parte, de un lado, del Juez de Instrucción o Tribunal correspondiente y, de otro, por parte del Juzgado de Vigilancia (conocedor, en su caso de la queja), y sería absurdo e indeseable correr el riesgo de que, ante una excesiva penosidad para el preso preventivo en razón de la intervención de las comunicaciones, no se deje otra solución al Juez o a la Audiencia, disconformes con la medida e impotentes para modificarla en sí pero competentes para alterar la situación de prisión en que se funda, que mudar dicha prisión provisional en libertad, pues también el incremento de penosidad de la prisión provisional puede ser un factor a considerar en orden a la duración de la misma (y téngase en cuenta que sólo una mínima parte de los internos lo son como presuntos autores de delitos de terrorismo y que la interpretación de la ley ha de hacerse con carácter general). Por las razones expuestas ha de desestimarse el recurso. AUTO 1450/98, 7 12.98 JVP Nº3 EXPTE 1149/97. En el mismo sentido el AUTO 1447/98, 1040/99, 1061/99, 1235/99