La vida en los reinos cristianos 1. La sociedad En los reinos cristianos había dos grandes grupos: los privilegiados y los no privilegiados. Los privilegiados, que eran los nobles y el clero, no pagaban impuestos. Los nobles vivían en los castillos, eran dueños de grandes propiedades y poseían muchas riquezas. La época medieval fue un tiempo de inseguridad y de luchas. Por ello, los monarcas encargaban la defensa de sus territorios a los nobles. Estos debían jurar fidelidad al rey, quien, en recompensa les ofrecía tierras (feudos). Los nobles que tenían feudos eran señores feudales. Vivían en un castillo y se rodeaban de caballeros, que les ofrecían ejércitos y ayuda para la guerra a cambio de tierras. El clero lo formaban los monjes y monjas que vivían en los monasterios. Un abad o una abadesa dirigían el monasterio. Las tareas diarias de los monjes se repartían entre la oración, el trabajo y el estudio. A una horas del día se reunían para rezar, el resto del día lo dedicaban a tareas necesarias para el funcionamiento del monasterio. Los sacerdotes y obispos atendían las iglesias. 3 Los no privilegiados estaban obligados a pagar impuestos. De este grupo formaban parte los campesinos, los artesanos y los comerciantes. Los campesinos eran el grupo más numeroso. Vivían en las aldeas, que se situaban cerca de un castillo, trabajando las tierras feudales de los nobles. Existían campesinos libres, que podían ser propietarios de su tierra, y siervos, campesinos que no eran propietarios ni tenían libertad personal. La mayoría cultivaba las tierras de los nobles. Los artesanos y los comerciantes vivían en las ciudades. 2. Las ciudades Las ciudades medievales tomaron importancia a partir del siglo XII. Estaban rodeadas de murallas y tenían puertas que se cerraban por la noche para defenderse de un posible ataque. Se organizaban en barrios. Las calles eran estrechas y las casas de madera. Tenían una gran plaza en la que los comerciantes vendían sus productos. En muchas ciudades se construyeron bellas catedrales, como las de Burgos, Toledo y León. En las ciudades vivían principalmente los comerciantes y los artesanos: panaderos, carpinteros, tintoreros, tejedores… El maestro artesano era el único que podía disponer de un taller. Los oficiales y aprendices trabajaban bajo sus órdenes y aspiraban a hacerse maestros cuando aprendieran perfectamente el oficio. Los artesanos del mismo oficio se agrupaban en gremios y solían tener los talleres en una misma calle. En muchas ciudades aún se conservan los nombres de aquellas calles: calle de Toneleros, calle de Cuchilleros, etc. Cada gremio controlaba la calidad y el precio de sus productos. En algunas ciudades se celebraban ferias de comercio una o dos veces al año, a las que llegaban productos de toda Europa. Los habitantes de las ciudades eran libres, es decir, no dependían de ningún señor feudal. Así nació un nuevo grupo social: la burguesía, dedicada a las actividades mercantiles y artesanales. En las principales ciudades, como Palencia y Salamanca, se crearon las universidades. 3. El arte románico y el arte gótico En la Edad Media, los grandes edificios, como las iglesias, los monasterios y los palacios, se construyeron en dos estilos: románico y gótico. Al principio, se construyó según el estilo románico. Los edificios románicos tenían poca altura y unos muros de piedra muy gruesos, en los que se abrían pocas ventanas. Por eso el interior era oscuro. Las puertas y las ventanas tenían forma de arco de media circunferencia. La fachada solía estar decorada con relieves y esculturas. Las paredes interiores estaban repletas con pinturas murales, en las que se representaba la vida de Jesús y otras escenas religiosas, y servían para explicar la Biblia al pueblo. A partir del siglo XIII, comenzaron a construirse catedrales y palacios de estilo gótico. Los edificios góticos eran altos. Los muros eran más delgados y en ellos se abrían grandes puertas y ventanas con arcos de forma apuntada. Las ventanas se decoraban con vidrieras de colores. Muchas de las catedrales góticas tenían un gran rosetón por el que podía penetrar la luz. Interior de la catedral de León