Sobre el consumo de carne en nuestros ancestros y en los homínidos Alicia García Bergua Un grupo de investigadores, encabezados por el paleoantropólogo etiope Zeresenay Alemseged, de la Academia de Ciencias de San Francisco, EUA, y el arqueólogo Shannon P. McPherron, del Instituto Max Planck de Alemania, hallaron en Dikika, un lugar de Etiopía, la costilla derecha de un ungulado del tamaño de una vaca, y el fémur de un antílope del tamaño de una cabra, que tenían evidencias de haber sido descarnados con algo. Las marcas debían haber sido hechas según un miembro de este equipo, Curtis Marean, del Instituto de los Orígenes Humanos de Arizona, EUA, con una piedra con la que se cortó, se raspó el hueso para descarnarlo y se le golpeó para sacarle la médula. En Dikika se han hallado fósiles y artefactos relacionados con el origen de los seres humanos y las herramientas de piedra más antiguas, y hace cuatro años el fósil del esqueleto de una niña australopiteca afarensis de tres años, que sería como la hija de Lucy (el célebre espécimen de australopiteco afarensis hallado en esa misma región por Donald Johanson al final de la década de los 70). Los investigadores que hallaron estos huesos consideran estas marcas como evidencias de que los australopitecos afarensis de esa región de hace 3.2 millones de años, utilizaban piedras como herramientas para cazar y destazar a sus presas, y consumían a veces carne. Las herramientas más viejas que se han encontrado datan de hace 2.6 millones de años, un poco antes de la aparición de los homínidos; y se supone que es Homo habilis, el homínido que vivió en África hace entre 1.9 y 1.6 millones de años, el que empezó a usarlas de manera generalizada. Se pensaba que los australopitécidos afarensis comían plantas tuberosas y de algún otro tipo por sus grandes dientes cubiertos por una gruesa capa de esmalte y por ello no se sospechaba que quizá pudieron nutrirse también eventualmente de la carne y la médula de los huesos. Pero a partir de los cortes en estos huesos no se puede saber si los australopitécidos fabricaban herramientas o simplemente elegían piedras con bordes afilados para hacer los cortes, y mucho menos saber si consumían carne. Los investigadores consideran que si todo esto fuera cierto se podría entender mejor qué tipo de comportamientos originaron en nuestros ancestros dos características de nuestra especie: la fabricación deliberada de herramientas, la caza y el consumo de carne. Si en efecto los australopitecos afarensis consumieron carne, cosa muy dudosa, este dato podría cambiar la percepción que se tiene de ellos de que fueron criaturas muy primitivas. Se considera que eran antecesores de la especie humana porque, entre otras cosas, sus proporciones anatómicas eran más parecidas a las de los humanos que a las de los primates; por ejemplo, los dedos cortos sí les habrían posibilitado usar las piedras como herramientas. Además, se descubrió recientemente que su torax --esa parte del cuerpo de Lucy asociada frecuentemente con un largo tracto digestivo y una dieta de baja calidad-- tampoco era como el de un primate sino como el de un homínido. No obstante, muchos investigadores importantes, como Tim D. White de la Universidad de California, quien participó en el descubrimiento de Lucy y ha trabajado en la misma área por cuarenta años, considera que esta evidencia no es suficiente para afirmar que los australopitécidos fueron eventualmente carnívoros, pues su equipo no ha hallado allí ninguna piedra de esa antigüedad con señales de haber sido utilizada como herramienta. Tampoco se halló junto a los huesos encontrados ningún hueso de australopiteco y esos cortes pueden haberse dado de otra manera; por ejemplo, pueden ser marcas de dientes de cocodrilo. Nadie duda de la antigüedad de los huesos encontrados, sino del origen de las marcas halladas en ellos. Los primates, los homínidos y el consumo de carne Todo esto trae de nuevo a colación algo que se plantean muchos estudiosos de la evolución humana, qué tan definitorio en el carácter de los homínidos y, por ende, en el del ser humano fue el consumo de carne. Aunque, como dice Jared Diamond, en su obra The Third Chimpanzee, la caza de grandes animales no debió ser una actividad frecuente en nuestra especie y en otros homínidos, que la mayor parte del tiempo debieron cazar presas más pequeñas o ser simplemente carroñeros. Los estudios detallados de las distintas especies de primates que comen carne eventualmente --por ejemplo, los capuchinos que atrapan pequeños mamíferos y los chimpancés-- permiten pensar que en los homínidos el consumo de proteínas provenientes de la carne, de los insectos e incluso de los anfibios y los peces debió asumir formas muy variadas. Con base en la información recabada en el asentamiento neandertal de la cueva Kebara en Israel, el investigador John Speth de la Universidad de Michigan se cuestiona incluso si el uso del espacio y el comportamiento cazador de los neandertales difirió del de Homo sapiens. Es posible que si llegaron a convivir y a aparearse no fueran tan distintos o si ese comportamiento tuvo que ver con la absorción de los neandertales al género humano o con su extinción. Muchas de las reconstrucciones que se han hecho de la ecología de la recolección homínida del Pleistoceno hacen énfasis en el consumo de los restos o de la carroña por parte de los homínidos. Hay un estudio de Robert Foley de la Universidad de Cambridge que muestra un cambio evolutivo y ecológico debido a un aumento de la carne en la dieta que cambió la apariencia de Homo ergaster. Finalmente, hay un modelo teórico que refuerza los vínculos entre el crecimiento del cerebro, el alargamiento del cuerpo y el engrandecimiento del cerebro de los recién nacidos de Homo erectus con un creciente consumo de carne. Pero muy posiblemente los primeros homínidos no tenían el tracto digestivo necesario para digerir carne siempre. El investigador Schoeninger, al comparar las dietas de los primates modernos con la de algunos recolectores actuales señala que los homínidos fueron capaces de extraer muchos más nutrimentos de sus ambientes mejorando el procesamiento de alimentos y ayudados más tarde con el fuego y las herramientas. Por otra parte, se han hecho estudios en los chimpancés sobre su comportamiento social cuando excepcionalmente cazan y consumen carne, pues la manera de compartirla refleja los diversos y complejos patrones de relación social que han caracterizado a los homínidos de todas las etapas de la evolución humana. Estos estudios también se han realizado en grupos de cazadores y recolectores de distintas partes del mundo. La manera de compartir un recurso preciado porque no suele ser frecuente, como el producto de la caza, refleja patrones jerárquicos y altruistas de los distintos grupos sociales. Bibliografía: *Shannon P. McPherron, Zeresenay Alemseged, Curtis W. Marean, Jonathan G. Wynn, Denné Reed, Denis Geraads, René Bobe & Hamdallah A. Béarat, ?Evidence for stone-tool-assisted consumption of animal tissues before 3.39 million years ago at Dikika, Ethiopia?, Nature 466, 857-860, agosto, 2010. *The New York Times, 11 agosto de 2010. *Craig B. Stanford y Henry T. Bunn, ?Meat eating and hominid evolution?, Current Anthropology, vol. 40, núm. 5. ------------------------------------------------------------------ Imagen del icono tomada de http://www.ecuadorciencia.org/noticias.asp?id=10110&fc=20101231