María el Sí a Dios - Dejate

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María, el Sí a Dios
La importancia de María en el plan de Salvación
En el Evangelio de Lc 1, 38 “Yo soy la servidora del Señor, hágase en mí lo que has dicho”
El día de la Anunciación es meditado por los católicos como el gran momento de María. El
anuncio del arcángel, el Sí de la esclava del Señor y la encarnación de Jesús, el Hijo de
Dios, el Mesías esperado.
El Sí de la Anunciación ¿es un acto de humildad de un solo momento? ¿Es un Hágase
individual separado de otros, que aparece en un único instante para cumplir un cometido y
nada más? Dada la realidad que vivía el pueblo de Israel, la aceptación de lo que Dios
proponía por la voz del ángel representaba un gran peligro para María.
Toda mujer, por virtuosa que sea, lleva latente en su interior el No a la Voluntad de Dios.
Aunque el Sí sea la respuesta dominante en su vida cotidiana, el No está vivo aunque
escondido, solapado y hasta olvidado pero esperando salir y mostrarse cuando la Voluntad
de Dios se torne difícil de digerir.
Sólo una mujer especial, llena de la gracia del Señor, quien lleva en su interior al Sí como
única respuesta posible desde su nacimiento, podía tan rápidamente en aquella época
sin siquiera pedir un tiempito para pensarlo, aceptar y creer en el misterio de la Encarnación
del Verbo por obra del Espíritu Santo y sin la participación de un varón.
El Sí de María no nace el día de la Anunciación, sino que se manifiesta una vez más pero
de manera imponente.
El Hágase de la Anunciación ya había nacido con María el mismo día en que Ana la
alumbró. Nació la Inmaculada, nació el Sí, nació María.
Dios crea en María la morada de la Obediencia. Tan asentada está la obediencia en María
por obra del Espíritu Santo que deja de ser un atributo en Ella y pasa a ser un Nombre para
Ella.
Así como a Eva se la relaciona con el No a la voluntad de Dios, con la desobediencia;
María es el Sí al Querer Divino, es la obediencia.
Jesús fue la Obediencia de Dios, fue Dios Hijo obediente a Dios Padre hasta la muerte de
cruz. María es la criatura obediente a Dios, fue la obediencia a Dios desde su nacimiento
hasta el calvario y aún lo es para transmitir a sus hijos la verdadera obediencia a la
Voluntad de Dios.
Cuando santa Bernardita le pregunta a la Señora de la gruta cuál era su nombre, Ella le
responde: “Yo soy la Inmaculada Concepción”, no le dice “Yo soy pura desde que nací”, le
dice un nombre no una cualidad, “Mi Nombre es Inmaculada Concepción”
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¿Cuándo un atributo puede transformarse en un nombre propio? Cuando ese atributo se
encarna total y exclusivamente en una única criatura.
A Frank Sinatra se le denominaba La Voz, otros cantantes tenían buena o muy buena voz
pero él, en la opinión de mucha gente era La Voz, un nombre propio.
La Concepción Sin Mancha es un privilegio exclusivo de María por eso dicha distinción
deja de ser una distinción y pasa a ser un sinónimo de María, un nombre propio.
Cuando la Pureza deja de ser una virtud para transformarse en una Persona, esta Persona
jamás podrá ya ensuciarse porque la Pureza es totalmente eso: Pureza y no puede ser
impura en lo más mínimo. La Virgen María, la Sin Mancha jamás podrá mancharse.
Dios no posee atributos, Él es el Absoluto. Comunica y participa su esencia a los hombres
por medio de las virtudes. Dios no es bueno, justo, humilde, misericordioso, etc. Dios Es el
que Es, es el Todo, no hay división en Él. La débil naturaleza humana debe dividir al Todo
en muchas características para poder recibir y comprender al menos un átomo de su
esencia. En el Cielo seremos todo en el Todo.
María es el canal a través del cual el Absoluto hace llegar a los hombres, por los méritos de
Cristo, la gracia de dones y virtudes.
Jesús fue, en la plenitud de los tiempos, Dios mostrando el rostro de Dios.
María es la criatura en quienes las demás criaturas pueden contemplar un resumen de Dios,
del Todo, del Absoluto. Dios ha creado en María la Morada de las Virtudes. María es la
criatura en quien las virtudes se transformaron en nombres propios.
Jesús no dijo que nos mostraría el camino al Padre, él dijo Yo Soy el Camino que conduce
al Padre. Jesús no dijo que nos diría siempre la Verdad y nos enseñaría cómo vivir, él dijo
Yo Soy la Verdad y soy la Vida. El Camino, la Verdad y la Vida son sinónimos de Jesús.
La veracidad es esencia en Dios y si un hombre es veraz es sólo porque Dios le ha
participado algo de su esencia.
María nació para ser el Sí a Dios. El Sí a la Voluntad de Dios no es un atributo en María, es
Persona, es el Espíritu Santo - Persona de la Trinidad- que hace asiento en María con
diferentes nombres.
En los hombres la docilidad a la Voluntad de Dios también se expresa por medio del
Espíritu Santo. Cuando un hombre dice Sí a Dios es el Espíritu Santo el que lo dice a través
de él pero no de manera total y perfecta ya que el sí del hombre siempre va acompañado,
aunque más no sea, por una pizca de egoísmo.
Pero en María no. Todo el interior de María fue siempre y en todo momento Espíritu Santo.
En María la Sumisión en lugar de ser una virtud mezclada con egoísmo, es Persona pura,
total, sin mezclas. Es el Espíritu Santo acaparando a María para que ya no pueda decir No.
María es la única criatura a quien se la denomina “La llena de Gracia”. Otro nombre propio
para María. Cabe suponer que si bien el Espíritu Santo mora en las almas en estado de
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gracia, en María lo hace de manera inefable. En los hombres aún en los más santos, siempre
habrá recovecos por cubrir. En María jamás habrá rincones donde la gracia no haya
penetrado. Jamás tendrá un milímetro de espacio vacío de la Gracia de Dios.
Dios es la montaña, el origen y la fuente de toda Gracia.
María es el manantial que acerca las Gracias a la humanidad. Los hombres pueden estar
llenos de gracia pero María es la llena de gracia.
Jesús siempre dijo Sí a la Voluntad del Padre, Jesús es el Sí de Dios, es Dios diciendo Sí a
Dios.
María es el Sí a Dios, es la criatura transformada en Sí. Por eso si alguien es capaz de decir
sí a Dios es porque en cierta medida ha recibido de María en forma conciente o
inconsciente por acción del Espíritu Santo la participación del Absoluto.
¿Qué santo, ejemplo de sumisión a la Voluntad de Dios, no ha sido devoto de María?
María medianera de todas las gracias, especialmente de la Gracia de decir Sí a Dios.
He aquí la importancia de la Consagración a María. Cuánto más se penetra en lo profundo
del Corazón de María más se participa del Absoluto bajo sus diferentes nombres. Cuánto
más entrega a María, más identificación con Cristo y más sumisión al Querer de Dios.
Aquel que vive la consagración a María se va transformando en el Sí a Dios no por esencia
sino por participación.
Cuanto antes se consagre la humanidad a María más rápido se identificará con Cristo y más
pronto se someterá al Querer de Dios y volverá a ser niña amada en sus brazos y la santidad
será moneda corriente en el mundo.
1-7-94
M. Dile a Mis hijos que quiero intimar con cada uno de ellos. Amo a todos por igual.
Quiero darles Mi Amor personalmente. Quiero tener una relación verdadera de Madre a
Hijo. Así los conduciré, cada día, hacia la Voluntad del Padre. En verdad te digo, hijita,
nadie puede llegar a lo íntimo del Corazón de Mi Hijo si no es a través de Mi Corazón de
Madre.
Yo no fui un mero instrumento del Padre. YO FUI SU MADRE. La que lo crió,
vistió, alimentó, educó y sobre todo la que más lo Amó. Es lo que quiero hacer con ustedes
si me dan lugar. En la intimidad, en el silencio.
Yo quiero ser vuestro refugio en la lucha de cada día. Pasito a pasito. En cada
jornada. Quiero hacer de cada hijo mío un retrato vivo de Mi Hijo Jesús.
“He aquí la esclava del Señor” muchos podemos expresar estas palabras como un anhelo
personal de estar al servicio de Dios pero sólo María puede atribuirse el título de esclava
del señor. El esclavo no tiene iniciativas personales, para el esclavo el “yo quiero” no existe
sólo existe el querer de su amo, las iniciativas de su amo. María es la única criatura que
jamás quiso ser complacida en una iniciativa personal. Todos, aún los más grandes santos,
tuvieron aunque más no sea, pequeños proyectos egoístas, pero María no. Todo pecado leve
o grave es un proyecto egoísta. Sólo María no tuvo pecado por eso es la única criatura
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digna de llevar el nombre de Esclava del Señor. María medianera de todas las gracias
también de la pureza del alma y del abandono total en los brazos de Dios. He aquí la
importancia de la consagración a María, cuánto más se penetra en lo profundo del Corazón
de María más se van dejando de lado los proyectos egoístas, es decir, los pecados, por
pequeños que sean y más se va adhiriendo el consagrado al proyecto de Dios.
25-7-97
M. Para un alma pequeñísima el "yo quiero" no existe. Ella recibe todo como
venido de su Padre y espera todo de Él.
María y el Sí señalan a la misma Persona. María no dijo Sí a Dios, María es el Sí a Dios.
Toda su vida fue el Sí a Dios. Un Sí que fue creciendo y madurando hasta presentarse joven
y vigoroso en el momento de la Anunciación, un Sí de tan sólo 15 años que se manifiesta
humilde y valiente para ser la Madre del Salvador, un Sí que debía seguir caminando y
creciendo porque momentos de heroicidad le esperaban. Apenas pudo disfrutar del anuncio
del ángel cuando le sobrevino - al Sí a Dios - su primera prueba de afianzamiento: la
incomprensión de José, después el censo y el agotador viaje a Belén, la falta de recursos y
de un lugar humanamente apropiado para el nacimiento del Niño, luego la amenaza y
persecución de Herodes, el destierro en Egipto y el Sí a Dios estaba presente en todo
momento. No son muchos Sí que aparecen aisladamente para ir saltando obstáculos.
Es el mismo Sí, el único Sí, es María que da la cara y se va robusteciendo para la Gloria de
Dios. Un Sí desconcertado a veces pero siempre inquebrantable, como en la pérdida de
Jesús en el templo. Un Sí también abierto a la Sabiduría que iba asimilando las enseñanzas
del Mesías. Un Sí que llegada la hora de la pasión del Mesías no se queda en las afueras de
Jerusalén sino que ingresa decidido a la Ciudad Santa, maduro, aplomado. Un Sí que se
planta y dice: Yo soy el Sí a Dios en el gozo y en el dolor, aquí estoy mi Señor. Seré el Sí
hasta el final y alcanza su máxima resonancia en el calvario.
Si Jesús después de haber hecho unos cuantos milagros hubiera regresado al Padre sin
morir en la cruz, la humanidad estaría igual que antes y el Sí de María en la Anunciación,
como un hecho aislado en la historia, no tendía trascendencia para los hombres.
Para que su venida fuera fecunda, Cristo tuvo que padecer, morir y resucitar.
Para que el Sí manifestado en la Anunciación también fuera fecundo, tenía que volver a
aparecer victorioso al pie de la cruz.
El sí de Dios y el Sí a Dios
El Sí de Dios, Jesús y el Sí a Dios, María.
Dios y su criatura más perfecta juntos para cumplir el Plan del Padre.
Un novio tenía todo preparado. Con anticipación había organizado todo. Ningún detalle
pasó por alto: la iglesia adornada, el altar, su traje, la ceremonia con sus momentos
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estrictamente calculados, la fiesta, los invitados. Llegó el día y la hora de la boda, el novio
ilusionado llegó primero, sólo faltaba el Sí de la novia.
Dios desde toda la eternidad había ideado un plan de salvación, durante siglos lo fue
ejecutando paso a paso, con paciencia, con amor. Cuando llegó el tiempo de consumarlo estando todo preparado: el redentor vestido de púrpura; el calvario arreglado para la
ocasión; la cruz, altar donde erguido y convencido esperaba Jesús; los testigos apostados
uno a cada lado; los que serían salvados - todas las generaciones estaban invitadas a la
fiesta sólo faltaba el Sí, faltaba María y Ella se hizo presente y no claudicó. “Mujer he ahí a
tu hijo”, una mirada y un movimiento de cabeza bastaron para que el Sí de la Anunciación
llegara a su máxima expresión.
En Jn 19 “Jesús al ver a la Madre y junto a ella al discípulo que más quería dijo a la
Madre: Mujer, ahí tiene a tu hijo, después dijo al discípulo: Ahí tienes a tu Madre. Desde
ese momento el discípulo se la llevó a su casa. Después de eso, sabiendo Jesús que todo se
había cumplido dijo: Tengo sed y con esto también se cumplió una profecía. Había allí un
jarro con vino agridulce, pusieron en una caña una esponja llena de esa bebida. Cuando
hubo probado el vino Jesús dijo: Todo está cumplido, inclinó la cabeza y entrego el
espíritu.”
¡Fíjense qué notable! Jesús recién puede, recién decide exclamar Todo ha sido consumado
después de ver a María aceptando la maternidad universal que se le ofrecía, luego de
observar a su Sí decir que Sí. No iba a entregar su Espíritu antes de asegurar a los hijos
redimidos un refugio seguro, un arca desde donde puedan desembarcar al nuevo mundo, un
vientre desde donde nacer a la nueva creación. Jesús con su pasión, muerte y resurrección
hizo nuevas todas las cosas, borró lo anterior y creó un nuevo escenario para los hijos que
renacerían del Espíritu, cumplió su misión, para la que había sido enviado.
Le toca al Espíritu Santo ahora separar las aguas del Mar Rojo para que su pueblo camine a
la libertad, le toca al Espíritu Santo abrir de par en par las puertas del arca para que los
salvados del diluvio de maldad que anegaba al mundo puedan poner los pies en la nueva
tierra, le toca al Espíritu Santo abrir el vientre de la Madre para que los que estaban en la
oscuridad vean la luz de la verdadera vida.
Ya puede volver al Padre. Su entrañable Sí, el mismo de la Anunciación, es decir María, se
hizo presente para exponer su esencia, para glorificar a Dios, para expresar la única palabra
que lo identifica, SÍ.
8-9-01
M. Yo me entregué a Dios sin reservas y con Mi entrega consagré a la humanidad
entera. ¿Quién cuidaría mejor a la humanidad caída sino Yo, la que no conoció pecado?
¿Quién tendría más compasión sino Yo?
Quien se consagra a Mí cumple el proyecto de Dios, porque se une
indefectiblemente a Mi “Sí” dado en la anunciación del ángel. Como Yo cumplí el proyecto
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de Dios, así ustedes lo cumplieron de Mi mano. Como Yo fui coronada, así ustedes serán
coronados en Mí por los méritos de Jesucristo.
F. O sea que la humanidad ya está consagrada.
M. Desde que acepté ser Madre del Salvador, acepté también ser Madre de todos y
acepté llevarlos a todos a Dios de regreso del destierro por los méritos de Mi Hijo, por Su
inmolación en la Cruz.
F. ¿Y los que no se consagran a Tu Corazón Inmaculado?
M. Están consagrados a Dios por el bautismo y es suficiente. Algunos rendirán el
30, el 60 y otros el 100%, como dice la parábola del sembrador.
Los que se consagran a Mi Corazón Inmaculado conscientemente están destinados
a dar testimonio de Mí, de Mi presencia viva, de Mi Amor de Madre. Están llamados a ser
Mis manos, Mi mirada, Mi consuelo, Mi cariño, Mi perdón, Mi Corazón.
Si María no hubiese estado al pie de la cruz reafirmando su Sí, ofreciendo nuevamente su
vientre purísimo para los nuevos nacimientos en el Espíritu, se hubiese truncado la
redención. Las puertas del Cielo por medio del sacrificio redentor se hubieran abierto en
vano y nadie las hubiese podido atravesar. Tal es la importancia del Sí de María. No
porque Dios haya perdido las ideas y el poder - Dios hasta de una piedra puede sacar un
hijo de Abraham - sino porque así lo quiso desde siempre. Quiso nacer del Espíritu y de
María y quiso que todos los redimidos nacieran de la misma forma: de María y del Espíritu
Santo.
La clave de la entrega de Jesús estuvo en Getsemaní, allí Jesús dio su Sí irrevocable, luego
de Getsemaní todo lo demás fue un trámite de Amor Infinito, no porque haya sido fácil para
Jesús, lo que más cuesta digerir es la Voluntad de Dios. Después que Jesús acepta la
Voluntad del Padre queda todo encaminado hacia la realización perfecta del Plan
elaborado. Luego de Getsemaní por nada y por nadie Jesús se echará atrás. Luego de
Getsemaní las esperanzas quedan puestas en María, el toque final estará en sus manos.
María recibe a la humanidad pecadora sin preguntas, sin condiciones.
La muerte es consecuencia del pecado ¿por qué entonces Jesús que no tenía pecado alguno,
muere en la cruz? Porque cargó con la humanidad.
María al haber sido concebida sin pecado original alumbra a Jesús sin dolor ¿Por qué
entonces alumbra a los redimidos en el más grande dolor? Porque, asociada íntimamente a
Jesús en la redención, acoge en su Vientre Purísimo a todos los hombres redimidos con
todas sus miserias.
15-3-97
M. ¿Comprendes hija la importancia de la Consagración a Mi Corazón Inmaculado?
¿No llevaría Yo a cada hijo mío a vivir como Dios quiere?
¿Comprendes hija que desde la CRUZ me convertí en Madre de todos? En el más
grande dolor los engendré, y también en el más grande AMOR.
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Cuánto sufro al ver la dureza de los corazones de tantos hijos míos. Tú, chiquitita
mía, debes ser la consoladora de Mi Corazón Inmaculado. Debes poner amor donde no lo
hay.
Jesús, en el instante en que inclina su cabeza y muere, fulmina, hace polvo, todos los
pecados de los hombres, pero antes de esto los entregó a María, de manera que María, de
alguna forma, también cargó con los pecados de los hombres. Jesús, no le entrega a María
los hombres ya limpitos después de su muerte y resurrección, los entrega antes, sucios, con
todas sus bajezas, con todas sus miserias. Al pie de la Cruz, María comprende que aquellos
que clavaron a Jesús ahora son sus hijos, aquellos que escupieron a Jesús ahora son sus
hijos también y los que cometieron y cometerán la más grandes aberraciones también son
sus hijos. He aquí la grandeza del Sí, la grandeza de María. María los recibe aún siendo
pecadores, en el más grande dolor, en el más grande amor. Su Hijo, Dios hecho hombre, se
los regala. No hay nada que discutir. La confianza de María: si Él me los da aunque no
entienda todo, palabra santa.
María, la mujer de Fe.
María cree que su Hijo es Dios y por lo tanto todo lo que dice es Verdad y no se discute.
Esta fe es la que hace que María crea y acepte algo tan difícil de entender como llevar a
todas las generaciones de seres humanos en su vientre, incluyendo a los que mataron a su
Hijo. María acogió a todos en su seno virginal.
Jesús no quiso en su Voluntad Divina redimir Él sólo a los hombres, quiso asociarse con su
Madre en esta gran empresa. El redentor es Jesús y nadie más, pero no quiso hacerlo solo.
Jesús no decide durante su vida en la tierra incluir a María. En Getsemaní pudo haber
dicho lo siguiente: “Padre, me mandas cargar con los pecados de los hombres ¿qué
hacemos, los cargo Yo solo o le damos participación a Mamá María? Pero no fue así, no
fue una decisión improvisada. Desde siempre María estuvo incluida en la redención.
Sabiendo que fui engendrado por María en el más grande dolor y en el más grande amor
¿cómo podría negarme a entregarme a Ella para recuperar el semblante de Dios perdido por
el pecado?
18-7-03
M. Si Yo quiero el cambio es para tu bien y el de tu familia. No temas venir a Mí
cuantas veces quieras. Esta intimidad que tienes Conmigo es el alimento de tu alma, es el
que te vivifica verdaderamente porque Mi Hijo me encargó tus cuidados, tu vida
pequeñísima a Mis Ojos y valiosísima a los Ojos de Dios también.
Entonces ningún temor al qué dirán otros, ni al balance que hagan de tu vida,
porque tu vida me pertenece por la Consagración que me has hecho de corazón. Por eso es
que quiero que escribas sobre tu vida de unión Conmigo, para demostrar al mundo cómo
he de tomar cada consagrado entre Mis Brazos y transformarlo en lo que Dios desea:
verdaderos hijos en Espíritu y en Verdad.
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Ahora bien, si en María no cabía la posibilidad de un No a la Voluntad de Dios ¿donde está
el mérito de ser el Sí a Dios? El mérito de María estuvo en aceptar con Amor los
padecimientos que, era conciente, cada Sí traería aparejados. María se consideraba una
israelita más de las que esperaban la llegada del Salvador. A pesar de su gran humildad era
evidente y Ella lo sabía, que no le costaba aceptar el Querer de Dios y que el Sí lo tenía a
flor de labios. Sin embargo, no sabía que era la llena de gracia, la Virgen bendita elegida
para ser la Madre del Redentor. Desde su nacimiento cada Sí natural y espontáneo de
María, sin saberlo, era un paso más hacia el momento más gozoso de su vida, el día de la
gran noticia del ángel. A partir del Sí de la Anunciación, cada Sí posterior de María
significaría un paso más hacia el tremendo Sí del calvario y en consecuencia un
acortamiento de la distancia entre su Inmaculado Corazón y la terrible espada que esperaba
en aquel lugar para atravesarlo impiadosamente. Los seres humanos miran su pasado y
piensan “Si hubiese sabido que iba a sufrir así hubiera tomado otras decisiones”. En
cambio Jesús y María repetirían una y mil veces los padecimientos de su vida,
especialmente los del calvario, por Amor a sus hijos.
4-2-04
(Frente a un crucifijo)
J. ¿Y la confianza?
No te compares con “X”, olvídate de “X”.
P. Mi Bendición es Mi Bendición no la de “X”.
F. Yo no quiero estar bien, ya me acostumbré a estar mal siempre, con el alma
traspasada. ¿Pero Vos realmente querés que Yo esté bien? Hace mucho que no sé qué es
estar bien.
J. Debes saber, alma querida, que “libremente” dejé que traspasaran Mis manos y
Mis Pies. Fue mi deseo salvarte, como es mi deseo hoy salvarte de esta generación perversa
y maloliente. Acepta de Mí lo que quiero darte. Por ti se bendecirán todas las generaciones.
Alma querida, tú que estás frente a la Cruz, vengo a decirte que no llores más por tus
pecados ni por los pecados ajenos, pues bien sabes que Yo he pagado el precio duramente
para que hoy estés frente a Mí recibiendo Mi Consuelo. Alégrate de tu cruz, de tu debilidad,
realmente es lo único que te mantiene cerca de mí. Alégrate de las cruces de los otros, es lo
único que los mantiene alejados del mal.
Debes saber que Mi Corazón rebosa de Amor frente a tu pobre y débil corazón de carne que
late al unísono con el Mío.
Realmente ¿no crees que Mi sacrificio haya valido la pena? Consuela tu corazón
pensando que, aunque no creas, Yo verdaderamente ya salvé tu vida. ¿Te basta algo más?
¿Quieres otra prueba? ¿Quieres más prueba? Consuélate alma querida sabiendo que
aunque dudes de Mi Bondad, te sigo amando y daría Mi Vida para salvarte todas las veces
que fuera necesario. Luego de tan cruento Sacrificio Salvador ¿no haría por ti todo lo
demás? Después de tanto Amor demostrado ¿seguirás dudando de Mi Bondad?
Deja que Yo te cargue en Mis brazos y adora la Santa Cruz de tu redención, mira que
siempre estoy clavado para demostrarte cada día de tu vida cuánto Te Amo.
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