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SEMANARIO CIENTÍFICO, LITERARIO Y ARTÍSTICO
^no XI
Barcelona, 4 de ii^arzo de 1593
XTN RINCÓN TRANaUILO
Tlm. 831
LA ILUSTRACIÓN IBÉRICA
130
SUMARIO
TEXTO : Madrid, por Kasabal.—A un suicida (poesía), por
J. Tolosa Hernández.— Escena muda, por Salvador
Rueda. — Todo y nada (poesía), por V. Venancio Clavero.—Poy las ramas. Procedimientos sumarios, por
A. Sánchez Pérez —Á Zorrilla (soneto),, por Jacinto
Labaila.—El conflicto, por Luis Taboada.—Al bombo
(soneto), por Pedro Urde. — Nuestros grabados. — Alfilerases (poesía), por Nicolás de Leyva.—Zorrilla (poesía), por Luis Vía.—Bajo los Austrías, por Juan Pérez
de Guzmán. — En la lucha, por Enrique Castelnuovo
(continuación.)
GRABADOS: Un rincón tranquilo.—Corfú: Isla de Ulises.
La fuente de Gastovri. Campesinas de Corfú.—El capitán es el último en abandonar el barco —Pensando
en el ausente.—Error de cálculo.—Monumento á SheUey.—En el harem.—Jorge van der Straeten y sus
obras: Jorge van der Straeten Aldeana belga. Dama
de Watteau. El duetto. Pavana. El billete amoroso.
Recato. Un besito.
MADRID
El conflicto de las cerillas.—Los antigruos tiempos y
los antigruos chismes.—Retratos económicos.—Sotire el crimen del Escorial.—«Miss Helyett» en Madrid.—El «Otello».—Verdl poUtioo.—Pocas novedades.
subiendo en oleadas azules, ayuda á disipar
las tristezas y entretener las melancolías.
Para encender la luz era preciso continuar
las tareas hinchando los carrillos, como los
angelitos mofletudos que en las pinturas mitológicas acompañan á Eolo, y soplar hasta que
la pajuela comunicaba sus ardores en forma de
llamita azulada, como la que corona á los geniecillos, á la torcida de algodón empapada
en el aceite que llenaba el reluciente velón de
Lucena ó el férreo candil tan famoso en las
ventas servidas por maritornes, pobladas por
arrieros y alegradas por estudiantes.
Los fósforos de Cascante causaron una verdadera revolución en las costumbres, con ventajas inapreciables para los fumadores y para
las encendedoras del fogón, y, aunque amantes sin seso, utilizaron en momentos de desesperación el veneno contenido en las inflamables cabezas de los populares mistos para
atentar á su vida y librarse de penas, ya demostró la copla impresa en las primeras cajas
de cerillas que circularon que nada tenían
que ver con eso los bienhechores fósforos.
Yesca, eslabón, pedernal y pajuela fueron
relegados al olvido pasando al panteón de las
cosas inútiles; con ellas fué la chufleta que en
cafés, casinos y tertulias contenía las ascuas
para los fumadores; cayó en desuso la incómoda é impertinente costumbre de pedir fuego al primer transeúnte que se encontraba, y
la caja de cerillas se fué perfeccionando,
uniendo á sus ventajas la de propagar la vista
de los más notables monumentos del mundo,
de los hombres más insignes y de las mujeres
más hermosas.
¿Por quién, sino por las cajas de cerillas,
han conocido muchas gentes la fisonomía de
Cavour y de Bismarck, de los generales de
la guerra de Crimea y de todas las testas coronadas ?
Por cinco ó diez céntimos adquiría cualquier ciudadano, además de una buena cantidad de cerillas finas, el retrato del personaje
que le era más simpático ó de la beldad famosa que más le gustaba. Y ¡qué delicia al encender el fósforo en medio de la oscuridad de
la alcoba para combatir el insomnio, ó en los
descansos del trabajo y del estudio para encender el cigarro, contemplarla esbelta silueta de una bailarina célebre, ó la interesante
figura de una actriz eminente y aplaudida!
Para todos los gustos habían en los pintados
cromos de las populares cajas, que á las ventajas ya mencionadas tenían las de facilitar el
comercio y la industria. Con una gruesa de
cajas colocadas en un cajón que sirvió para
traer cigarros de la Habana se hacía industrial
y comerciante el más modesto ciudadano.
lY decir que todo esto ha venido á perturbarlo el monopolio , esparciendo la alarma
entre los consumidores de cerillas y sembrando el disgusto entre sus expendedores! La
huelga de éstos está perfectamente justificada.
¡Lu8, lus, luz! ofrecen en grandes cartaIones fijados en sus puestos, en los cuales dicen: "Aquí no se venden cerillas monopolizadas, pero se da lumbre al que la necesite.''
Es decir, que volvemos á los tiempos de la
chufleta, que estamos como á bordo, que hay
que gritar: —¡Mecha! cada vez que se quiere encender el cigarro para que el grumete
acuda con la estopa encendida. Ya no se podrá molestar el que sea detenido en la calle
con la sacramental frase de: —iCaballero! ¿Me
hace V. el favor del fuego!— Las mujeres de
su casa tendrán que volver á guardar las
ascuas en la ceniza si no quieren ir de puerta
en puerta pidiendo lumbre , como chiquillo
que juega á las cuatro esquinas, y volverán
los tiempos del pedernal y de la yesca á producir más chispas de las que arroja un candidato despechado.
ITniENTRAs los políticos se agitan en la lucha
L por si distrito, no menos ocasionada á
emociones violentas que la lucha por la existencia, y mientras muchas gentes siguen con
avidez los detalles del horrible y repugnante
crimen del Escorial, continúa siendo objeto
de preocupación general la cuestión de las
cerillas.
Libres é independientes circulaban las modestas hijas de la civilización y del progreso,
constituyendo uno de los adelantos más notables de la época presente. Llevar siempre la
luz en el bolsillo, poder producirla cuando nos
diera la gana, encender con ella el fuego del
hogar y disipar las tinieblas, era una ventaja
que no apreciábamos bastante los de la generación presente, porque la teníamos al alcance de la mano y no nos habíamos visto, como
nuestros respetables antepasados, privados de
sus beneficios.
Ha sido necesario que el monopolio haya
venido á gravar esa industria y á disgustar á
los populares expendedores de las cerillas
para que comprendamos todos los inconve
nientes del bien perdido. Ahora que estamos
amenazados de quedarnos sin cerillas es cuando comprendemos lo que eran el eslabón, el
pedernal y la yesca de nuestros padres y los
afanes con que guardaban nuestras abuelas
un ascua entre las cenizas para que no se
extinguiese en la casa el fuego tan difícil de
producir.
1 Qué tarea tan afanosa la de los fumadores
antiguos! Sacaban la repleta petaca y el diminuto librillo cuyas cubiertas adornaban la fiera imagen de la pantera ó los chorros artísticos de la fuente; arrancaban una sutilísima
hoja que sostenían pulcramente con los labios
mientras las manos se ocupaban en triturar el
tabaco; la palma de la izquierda le contenía
mientras los dedos de la derecha le limpiaban
cuidadosamente de palillos y broza, y cuando
estaba el producto de la aromática planta que
nos vino de América, libre de la impureza con
que se había mezclado, caía en la hoja finísima elaborada en Alcoy y convenientemente
abarquillada para que no se perdiese un
átomo del apreciado polvo; luego se liaba
cuidadosamente, se cerraba por un lado, se
ponía el otro en la boca, y, terminadas estas
operaciones, se sacaba la bolsa más ó menos
lujosa, donde iba unido todo lo indispensable
para producir el fuego. Se necesitaba habilidad para manejar aquellos chismes, tanto para
herir el pedernal con el eslabón sin lastimarse las uñas ó las yemas de los dedos, y práctica para colocar la yesca ó la pajuela de modo
que recibiese la primera chispa que brotaba
Del Escorial, donde alzó su imponente residéla piedra herida por el hierro.
dencia Felipe II y de donde nos vinieron en
Y con esto bastaba para dar fuego al ciga- otras épocas ecos de cortesanas intrigas, nos
rro y llenar la boca del excitante humo que, llegan hoy, con las pastillas y bombones de la
fábrica de Matías López, los detalles de un crimen horrible y repugnante de que ha sido la
víctima un infeliz niño. La autoridad judicial,
con un celo y una inteligencia que le honra,
ha esclarecido el asunto, descubriendo á la fiera humana que fué capaz de cometer el doble
crimen, que no ha quedado, como tantos otros
muy recientes, envuelto en el misterio.
La prensa periódica ha competido en actividad con el juzgado, apurando los medios de
información para satisfacer la anhelante curiosidad de sus lectores. Ya señalé en una de
mis anteriores crónicas los inconvenientes que,
en mi humilde juicio, tiene este exceso de celo, fomentado por la competencia, y los telegramas y cartas del Escorial publicadas con
motivo del asesinato y atropello del pobre niño que desapareció el 25 de diciembre han
venido á confirmar mis argumentos. Creo que
sólo por satisfacer la curiosidad pública no
hay derecho para penetrar en el calabozo del
que, criminal ó inocente, es objeto de una sospecha, para dirigirle preguntas más ó menos
capciosas, para fatigarle y para agobiarle, y
creo que por el camino de estos abusos se llegará á una reacción que haga cerrar todas las
puertas á los reportera. En el triste caso á que
me refiero no puede estar en manera alguna
la compasión al lado del autor del crimen y de
su familia, que no inspira las menores simpatías; pero creo que nadie tiene el derecho de
atormentar al que ha caído bajo el poder de
la justicia, que le hará expiar con arreglo á la
ley su horrible crimen.
La semana ha sido infausta: el niño del Escorial, las sesiones del juicio por el crimen de
San Millán, las dobles ejecuciones en Mondoñedo, todo es espeluznante y terrorífico como
en una novela de Ana Radcliffe; pero más grosero y repugnante.
** *
Miss Helyett, la regocijada hermana de La
Mascota, la hija fresca y encantadora del célebre Audran, ha venido á Madrid con el primoroso traje español que la arregló Granes, y se
ha fijado en el teatro de la Zarzuela, donde parece llamada á vivir tanto como vivió en los
Bufos de París y en el teatro del Tívoli de
Barcelona.
Ha venido tarde á la coronada villa pero ha
entrado con buen pie y ha recibido muchos
aplausos. Está llamada á distraer á la gente
aficionada á divertirse, como el Otello de Verdi, cantado y presentado por Tamagno, está
causando profundas emociones á los que se
conmueven con las sublimes manifestaciones
del arte.
Rossini puso más dalzura en su Otello. Verdi ha puesto más energía, correspondiendo al
carácter especial de su música que tanto ha
contribuido á despertar el sentimiento italiano
para las energías que le han sido indispensables en la realización de su unidad. Mientras
Donizetti y Bellini creían que las cadenas pueden ablandarse con lágrimas, Verdi creía que
no podían romperse sino con el hierro y el
fuego. De aquí el carácter batallador de su
música que tanto ha contribuido á la obra de
Cavour y de Garibaldi, siendo lógico que el
Senado italiano haya felicitado, con motivo del
nuevo y reciente triunfo, al venerable maestro que ha sido tan artista como político.
¿Cuándo veremos en Madrid la nueva ópera
de Verdi que está despertando tanto entusiasmo en Italia? El Otello no le conocimos hasta
que tenia cinco años de existencia. Miss Helyett ha llegado ahora después de haber pasado temporadas en Barcelona y en Valencia.
Decididamente, vamos perdiendo aquel encantador privilegio de ver obras nuevas que antes
teníamos. Ahora se nos ofrece como novedad
Los maestros cantores, de Wagner, y menos
mal si los cantan bien; porque, según dice un
antiguo y consolador refrán, nunca es tarde
si la dicha es buena.
KASABAL
—a^—
LA ILUSTRACIÓN IBÉRICA
drones, siguen á la que vino á comunicar la
noticia, y resbalando, resbalando, llegan al
pie de un almenado castillo, por el que asoman unas débiles llamas que huyen de un lado
para otro.
El asalto comienza: yo suelto la pluma para
verlo.
Unas escalas luminosas echan á los muros
las llamas que llegan. En seguida ascienden
escuadrones de todos colores, y arriba trábase
una batalla espantosa,
Luchan á brazo partido las lenguas de fuego, forcejean, adelantan, retroceden, silban,
culebrean, y bamboléase el castillo al combate que se libra en su seno.
Los troncos de abajo bombardean con salvas
brillantes las almenas; la sangre fluye en ríos
Á UN SUICIDA
Cansado de luchar con las miserias
que el mundo nos ofrece por doquier,
término hallastes á la triste vida
con un tiro en la sien.
Si obraste bien ó mal, es una cosa
que no pretendo averiguarla yo;
pero supongo, cuando tú lo hiciste,
que tendrías razón.
Otros, tal vez, tu decisión mirando,
te insultarán con improperios mil;
pero yo sólo tengo, en tu desgracia,
lágrimas para ti.
Ni la fe, ni el amor, ni la esperanza
te ayudaron la vida á soportar;
revolviste los ojos, y encontraste
el vacío no más.
En tus horas de angustia, nadie supo
comprender tus accesos de dolor,
y entre vapores de caliente sangre
tu mente se cegó.
131
á su rústico nido retornaba;
interrumpida á veces por el eco
débil é irregular del toque de ánimas,
la popular canción, pura y sentida,
hasta nosotros conducía el aura.
Después, á impulsos de un afán extraño,
tendíamos, ansiosos, la mirada
hacia el espacio azul, que se extendía
grande como tu amor y mi esperanza;
y apoyabas en mi hombro tu cabeza
y la mía en la tuya se apoyaba,
con la misma ilusión en los sentidos
y la misma inquietud dentro del alma.
Y si acaso la luna sus fulgores
alguna vez depositó en la estancia,
igual escena halló siempre en su fondo
que en la maceta azul de tu ventana.
C O R F Ú . — D I B U J O S DE TRISTAN E L L I S
-V,
'
Sin fuerzas y vencido en el combate,
miedo te dio la terrenal Babel,
y espantado corristes á la muerte,
I acaso sin querer!
fSAt V
~-v-!
« i
^^WB' -
Ella en su seno lóbrego y profundo
te acogió con cariño maternal:
i la calma que anhelabas, sólo ella
te la pudo otorgar !
^ , ja ' á
Contemplando tus míseros despojos
entre zozobras late el corazón,
y á la vez que maldice la existencia
eleva un ruego á Dios.
Acaso los felices de la tierra
censurarán tu desastroso fin;
pero yo sólo tengo, en tu desgracia,
lágrimas para ti.
J . ToLOSA H E R N Á N D E Z
ESCENA MUDA
¿Qaién no se recrea ante el fuego?
¿Quién no se abisma ante las llamas, ya
sea vistas en el templado hogar que rodea
la familia, ya en el trágico y sublime es
pectáculo del incendio, ya durante la no
che en los bosques?
Dicen que el descubridor de los esmaltes,
guiado de su amor á la ciencia y á falta de
combustible, quemaba los muebles de su
casa.
Más partidario yo de la fantasía que del resultado positivo de las cosas, mientras el descubridor, que fué un célebre artista francés,
veía realizarse su pensamiento con auxilio de
las llamas, me hubiera embebecido en los juegos de las llamas mismas, viéndolas mover
acá y allá sus crestecillas azules y rojas.
Mientras escribo estas líneas, veo el fuego
que arde en la chimenea, delante de mí, y me
acuerdo de la vendimia, de la época en que el
sol da fuego para todos y en que no hay necesidad de arrebujarse en pieles y telas para
poder soportar el frío de Madrid.
En los troncos, que hacen tibia, consumiéndose, la atmósfera del cuarto, se verifica en
este momento una escena de llamas.
Una lengua rojiza parece que viene á decir
á otras que tiemblan en la punta de un trozo
de encina, que en lo alto del castillo de troncos que llenan el hogar hay gente extraña,
gente que ha tomado por asalto la fortaleza y
que hay que arrojar por los muros.
Las llamas celebran conciliábulo, agrupándose, y determinan despertar á muchas de
ellas y seguir á la lengua rojiza, que es la que
ha de disponer el asalto.
Pronto palpitan y tiemblan sobre uno de los
trozos vegetales miles de llamas rojas, azules,
verdes, anaranjadas; y formándose en escua-
l . - I S L A D E U1.1SES (CORFÚ;
de púrpura de los escuadrones; la matanza es
terrible; la lucha de muerte.
De pronto el castillo vacila en sus cimientos; las granadas rompen en mil chispas; los
ayes agudos silban en los troncos; mueve la
fortaleza sus cimientos, como si la sacudiera
un huracán; desgájase con estrépito horrible
arrojando bocanadas de llamas, y sobre las
ruinas, llenas de ascuas lucientes, tremola el
ejército victorioso cien rojas é inflamadas banderas.
SALVADOR RUEDA
—<^—
TODO^NADA
¿Te acuerdas, dueño mío? Cuando ardía
el fuego del amor en nuestras almas,
dos flores se enlazaron con cariño
en la maceta azul de tu ventana.
Al expirar la tarde, i cuántas veces,
abrasados los dos por igual ansia,
mirábamos aquellas florecillas
besarse á impulsos de la brisa blanda,
y envidiosos también de aquel cariño
su ejemplo nuestros labios imitaban]
Y mientras, como luz de su existencia,
posábase en la mía tu mirada
y sentía en mí frente el vago roce
del rizo, adorno de tu frente casta,
la golondrina, con alegre vuelo,
Hoy todo es diferente: el cierzo impío
tus flores dejó un día deshojadas
y dos tallos aún, secos y tristes,
como muertos en pie, memoria guardan
de un amor que vivió sobre la tierra
puro como el albor de la mañana.
También, como á las flores, á nosotros
nos separó el rigor de la desgracia
y quedamos en pie, como los tallos
de la maceta azul de tu ventana, j
¡sin ilusiones que la vida alegren,
sin dulce afecto que conmueva el alma,
sin un rayo de luz en tanta sombra
y cruzando esta vida siempre amarga
como cruza el desierto el pobre esclavo
en poder de enemiga caravana 1
V. SERRANO CLAVERO
BL
CREADOR DEL
VAiSSIER
proveedor con título de S. M. el Rey de los
Belgas, de S. A. el Rey de Túnez, etc.; aconseja á su numerosa clientela á que pida por todas partes los P o l v o s C o n g o l a n e adheren-
JABÓN DEL CONGO
tes, invisibles, y el E x t r a c t o del Congo,
perfume exquisito para el pañuelo.
Depósito central: Principe, 19 y 21.—Madrid
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EL CAPITÁN ES EL ÚLTIMO EN ABANDONAR EL BARCO (cuadro de Hemy)
PENSANDO EN EL AUSENTE (cuadro de Enriqueta Rae)
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ERBOR'DE CALCULO (cuadro de Starling)
MONUMENTO A SHELLEY, por Onslow Ford
134
LA ILUSTRACIÓN IBÉRICA
POR LAS RAMAS
P No voy ya á los bailes de máscara; pero los
frecuenté en mis mocedades y nadie me tuvo
por un reprobo. Por aquellos tiempos, nos
reíamos de las homilías del padre Claret, que
nos predicaba:
[Oh joven que vas bailando,
al infierno vas saltando i,
y otras cosas por el estilo. Ahora, según parece, tomamos con más seriedad esto de los
es mucho más eficaz la vigilancia del padre
de familia que las persecuciones de los ins
pectores de policía; pero esta mía creencia,
cuyos fundamentos no me propongo exponer
ahora, no quita para que yo aplauda los esfuerzos enderezados á convertir á los ciudadanos en hombres virtuosos y dechado de perfecciones.
Celebraría yo, sin embargo, que nuestros
gobernantes, ya que tanto nos quieren, pensasen , por ejemplo , en proporcionarnos la
inocente satisfacción de beber agua pura y de
transitar sobre pisos limpios.
empleado perfectamente el dinero. Pero sí,
sí: vayan Vds. con estas consideraciones á los
ministros: ellos responderán que no hay fondos disponibles para obras de esa magnitud.
Si se tratara, pongo por caso, de la asistencia
de un personaje de egregia estirpe á la Exposición de Chicago, podría idearse y llevarse á
cabo alguna trasferencia de crédito,y no digamosnadasisurgierealguna dificultad electoral;
pero cuando el asunto es tan baladí como esos
de que millares de obreros hallen trabajo y
de que los vecinos de Madrid beban agua
pura, no vale la pena ni aun de pensar en
ello. Si los madrileños no quieren beber aguas
cenagosas, que beban vino, ó que las filtren en
casa; y si los obreros no tienen trabajo, que
huelguen, que, después de todo, más cómodo
es estarse mano sobre mano que pasar el día
picando granito ó aserrando madera.
De los pisos no hablemos. Mucho tiempo
hace que un ingeniero norteamericano, algo
bromista, dijo que era necesario nombrar una
comisión de personas sabias para que averiguasen cómo se las arreglaban los concejales
de nuestra villa coronada para hacer, con los
mejores materiales del mundo, los peores pisos
de todas las ciudades de la tierra.
El problema es, en efecto, de solución muy
difícil.
No hablamos de poblaciones extranjeras: en
casi todas las ciudades de España, Barcelona
y Bilbao, Valencia y San Sebastián, La Coruña y Sevilla, es posible y hasta cómodo transitar por las calles, á los pocos minutos de
haber llovido: la lluvia, más que para otra
cosa, parece servir para la limpieza de la vía
pública. En Madrid basta que caigan cuatro
gotas para que sea imposible andar á pie por
las calles , sin peligro de quedar sumergido
en uno de los numerosos lodazales que poT
todas partes se forman.
Y mientras no tengamos agua que beber, ni
calles por donde andar, cualesquiera conatos
de reforma que las autoridades inicien, ni tendrán resultado práctico ni resultarán otra
cosa que andarse por las ramas.
PROCEDIMIENTOS SUMARIOS
7íí$frWí€^j,v
'^J3.
2.—LA FUENTE DE GASTOVRI
bailes, y he oído decir que las autoridades
solamente los permite en noches de sábado,
como si quisieran indicar la semejanza que
esos conciliábulos pecaminosos tienen con los
célebres aquelarres. Pero, colocados ya en el
camino de mejoramiento de las costumbres,
los gobernantes no se limitan á prohibir los
bailes de máscara, sino que recogen de las
librerías las obras que consideran pornográficas 6 las estampas que les parecen obscenas,
y persigue á los jugadores y no dejan en paz á
las hembras de vida airada, y, en fin, que se
han propuesto moralizarnos. 11 Que Dios se lo
premie!!
No me parece mal que las autoridades consagren sus desvelos á tan dignos ñnes, ni voy
á erigirme (¡pues no faltaría más 1) en paladín
de las mozas del partido ni en abogado de
timbas. He creído siempre, eso es otra cosa,
que todas las precauciones de los gobiernos
son impotentes para destruir las inclinaciones
naturalísimas y hasta necesarias, si se quiere (y
aunque no se quiera), de los hombres á las mujeres; que para evitar los peligros del juego
Lo del agua pura no hay que esperarlo por
ahora. Sabido es que en cuanto comienzan las
lluvias del invierno, ó así que sobrevienen
algunas tormentas del verano, la Junta Administrativa, ó Directiva, ó,lo que sea, del Canal
del Lozoya, anuncia por conducto de la prensa
periódica á los pacientísimos hijos de la ballena que el agua de que usan saldrá un poco
turbia, y, en efecto, á los dos días de publicado este caritativo anuncio, de la fuente de
vecindad sale barro en vez de agua. Los abonados no pueden llamarse á engaño por eso,
porque ya se les anunció con veinticuatro
horas de delantera. Está claro que esto podría
evitar y debería evitarse; pero el evitarlo costaría bastante dinero: como que sería necesario construir un tercer depósito, que es absolutamente indispensable. Esta obra, á más de
dotar á Madrid de un servicio que necesita,
proporcionaría trabajo á millares de obreros
que carecen de él y lo piden todas las semanas. El gobierno que diese comienzo á esas
obras mataría, como suele decirse, dos pájaros de un tiro y podría vanagloriarse de haber
Danse de calabazadas legisladores y tratadistas de derecho, para deslindar con exactitud
las jurisdicciones respectivas de los poderes
públicos, y viene un mozo disponible de la última quinta, y en un dos por tres hace tabla
rasa de cuanto los jurisconsultos han discurrido
y de cuanto los cuerpos colegisladores han
acordado.
Véase en prueba de ellos lo que no ha muchas semanas pudieron leer en casi todos los
periódicos de España los aficionados á esas lecturas.
"PRESOS HERIDOS.—Un centinela de la cárcel
de Barcelona disparó ayer un tiro á varios
presos que, asomados á una reja del establecimiento, le dirigieron groseros insultos.
"Dos de los presos resultaron heridos."
La noticia no decía más; pero ya eso solo
me parece bastante.
Los presos resultaron heridos, como pudieron resultar muertos, porque la intención del
centinela ya estaba conocida: el soldado tiraba á dar y no disparó al aire, ni de mentirijillas.
Cuando leí esas líneas me figuré hallar á
continuación una enérgica protesta contra el
proceder bárbaro de un militar que á insultos,
más ó menos groseros, de unos presos, contestó disparando sobre ellos el fusil ó la carabina.
No vi la protesta: muy al contrario: fijándome
con atención en las palabras que he reproducido, me pareció hallar en ellas cierto espíritu
de conformidad con lo hecho por el centinela;
espíritu que se revelaba en la calificación de
groseros que da á los insultos de los presos.
Resistiéndome todavía, esperé que la protesta no se haría esperar y que en días sucesivos toda la prensa de España levantaría su voz
contra un soldado que tal uso hacía de las ar-
135
LA ILUSTRACIÓN IBÉRICA
mas que la patria le había confiado para defenderla. También me equivoqué.
Casi todos los periódicos españoles dieron
noticia del acontecimiento, copiando las líneas
ya mencionadas; pero ninguno consideró que
el hecho valía la pena de ser comentado.
El centinela á que me refiero había asumido,
consciente ó inconscientemente, atribuciones
de los tres poderes legislativo, judicial y ejecutivo.
Como legislador, señaló, al delito de dirigirle insultos, la pena de muerte.
Como JM^^^ conoció del hecho y dictó fallo
condenando á esa pena á los presos.
Como poder ejecutivo, se encargó de dar
cumplimiento á la sentencia.
Nadie sabe si, en efecto, los presos heridos
(y que no fueron muertos por azar de su buena fortuna) dirigían ó no insultos groseros al
centinela.
Nadie sostendrá que, aun en el supuesto de
que efectivamente se los dirigiesen, el insultar
desde las rejas de una cárcel á un centinela
sea motivo para un fusilamiento en el acto.
Y no creo que, aun admitido esto y aquello,
correspondiese al mismo insultado juzgar el
hecho, dictar sentencia y ejecutarla sin apelación y por sí mismo.
Supongo, necesito suponerlo, para no creer
que vivimos en un país salvaje, que las cosas
no sucederían tal 5' cual los periódicos las narraban ; supongo que si ocurrieron de ese modo,
ese centinela que disparó contra hombres indefensos, encerrados en una cárcel, habrá sido
sometido á los tribunales y que éstos le habrán
impuesto el castigo que merece, cuando menos, por imprudencia temeraria; pero si esto
que supongo no ha sucedido, evidentemente la
noticia ha sido inexacta.
Estoy seguro de que en la cárcel de Barcelona habrá sucedido otra cosa, y que un noticiero mal informado ha contado los hechos de
muy distinto modo de como se verificaron, y
los demás periodistas que copiaron la relación
no se fijaron en ella, y se limitaron, como frecuentemente ocurre, á cortar de un periódico
para enviar á las cajas la tan repetida noticia.
Bueno habría sido, sin embargo, que los hechos se hubiesen explicado y que las autoridades militares de Barcelona hubieran rectificado
el error en que los noticieros habían incurrido.
Mucho tiempo ha trascurrido ya desde entonces; pero, así y todo, aun no es tarde para
que vengan esas explicaciones.
Creo que vendrán; pero... ya verán Vds.
como no vienen.
t
A.
SÁNCHEZ PÉRRZ
Á ZORRILLA
La rama del laurel apetecida,
que en inmortal al luchador convierte,
no otorga casi nunca injusta suerte
mientras dura la lucha de la vida.
Cuando el alma del cuerpo desanida,
quedando convertido en polvo inerte,
cuando llega al alcázar de la muerte
lleva la frente de laurel ceñida.
Pero tú fuiste el luchador atleta
que conquistaste en la vital campaña
todos los lauros de la patria mía:
nunca se puso, trovador-poeta,
en los vastos dominios de la España
el fulgurante sol de tu poesía.
JACINTO LABAILA
J
EL CONFLICTO
Sin conflicto dramático no puede haber
drama posible. Es inútil que Pérez Galdós
escriba obras como Gerona, donde los aconte
cimientos se desenvuelven con tranquilidad
relativa. Para conmover al público, para despertar su interés, es indispensable que el conflicto exista, porque de lo contrario dirán los
espectadores:
—Esto no es una obra dramática: esto no es
más que una sucesión de escenas sin interés.
Falta el conflicto.
Yo no sé si el público tiene razón, pues esto
no entra ahora en mi propósito; lo que sí puedo asegurar es que no hay cosa más fácil que
hacer conflictos. En todos los dramas que se
han presentado este año á la empresa del Español (y que ésta ha tenido á bien rechazar
por imposibles) habrá conflictos á docenas; y
á mi casa viene un sujeto casi todas las semanas á leerme los partos de calenturienta imaginación, y lo primero que hace es decirme:
—¡Ya verá V., ya verá V. qué conflicto tan
hermoso he creado en el acto segundo!
Debo añadir que el sujeto en cuestión no
—¿La quiere V. grande ó chica?
—Regular,—contesta V.
—Esa contestación me recuerda lo que dice
el galán de uno de mis dramas:
No parece regalar
que, viéndome tan decente,
me quieras asesinar,
y con daga mayormente.
—¡Ahí ¿Es V. poeta?
—De afición, nada más que de afición; pero,
amigo mío, aquí cuesta un triunfo meter la cabeza en el teatro. Tengo tres dramas concluidos
y otros dos al caer, como quien dice, pues no
me falta más que ver qué hago con la dama
joven. No sé si matarla ó hacer que se case
con su propio seductor.
—Pues decídase V. por una
cosa ó por otra.
—Yo lo que hago mejor son
los conflictos. Verá V.: tengo
yo un drama en que presento
á un matrimonio con dos hijos. Elmayor, llamado Isidoro,
se va de caza, y en el monte
tropieza con una pastora, de
la que queda ciegamente enamorado. Pero la pastora había
sido seducida dos años antes
por un caballero chato. Isidoro no se fija en este detalle y
quiere unirse á aquella mujer
para siempre. "—Tengo un
niño", dice ella. "—No importa", contesta él. "—Y otro que
tendré el día menos pensado",
replica ella. "—Todo cuanto
me digas no extinguirá el
amor que siento en mi alma",
contrarréplica él. Y se casa
con la pastora, pero (y aquí
viene el conflicto) resulta que
el seductor de la pastora es el
padre de Isidoro. Además, la
madre de éste confiesa que la
pastora es hija suya. Una hija
del amor, habida antes del
matrimonio; y como si todo
esto no fuera bastante, el hermano de Isidoro, enamorado
también de la pastora, huye
con ella...
El infeliz comprador sale de
la cerería de prisa y corriendo
sin esperar la vela ni el desenlace del drama, y el autor dice
á su mujer con aire satisfecho:
líf—Habrá pocos autores que
•' encuentren conflictos más gra3 . - C A M P E S I N A S D E GOBFÚ
ves que los inventados por mí.
Ahora se me está ocurriendo
otro conflicto de primer orden.
ha conseguido en toda su vida que le repre- Vas á ver. Yo soy un caballero de buena familia,
sentasen ninguna de sus obras y tiene treinta guapo, con seis rail duros de renta, pero con un
y tantas. La última vez que estuvo en casa de tumor en el estómago, y de la noche á la maVico, á leerle un drama, éste se vio en la dura ñana me enamoro de ti, que eres una perdida.
—Celestino, no digas eso ni en broma.
necesidad de echarle por las escaleras dicién—Es pura ficción, mujer. Pues voy y te hago
dole:
—iSalgaV. de mi casa, so bribón 1 ¿Cree V. el amor. Tú finges amarme y no me amas;
que no tengo otra cosa que hacer, más que oír pero como me lo haces creer, resulta que
te llevo al altar. El cura, al verte, da un grito
majaderías?
Ya el año pasado comenzó á recitar en el y deja caer el solideo: yo lo recojo y lanzo una
café Inglés un pasaje de uno de sus dramas, y exclamación de sorpresa. En la parte interior
el camarero, indignado, le dio con una bande- del solideo hay un papel donde tú has declaja en el cogote. En fin: el hombre es una cala- rado in articulo mortis que eres una bribona
midad, en toda la extensión de la palabra, y, y que tienes dos hijas en la Inclusa. Ante aquesin embargo, crea conflictos en la punta de un lla enormidad, siento un ruido interior y caigo exánime: es que se me ha reventado el tuestoque.
Precisamente, todos los poetas ridículos de mor del estómago. ¿Qué te parece?
—Lo que me parece es que con eso de los
este país son verdaderas especialidades en
dramas tienes abandonada la cerería.
este ramo.
—I Te quieres callar 1
Dígalo, sino, D. Celestino,el acreditado ce—I Cuánto más valiera que en vez de crear
rero de la calle de las Huertas, que tiene la
monomanía del drama espeluznante y se pasa conflictos dramáticos examinases la calidad
la existencia recitando monólogos sanguino- de la cera, que parece sebo 1
La discusión adquiere tonos enérgicos.
lentos. A las primeras de cambio le habla á V.
D. Celestino se irrita y acaba por amenade una obra que está concluyendo con destino
al Español, y aprovecha todas las ocasiones zar á su esposa con romperle en la cabeza un
para darse á conocer como genio dramático. cirio de los gordos.Por último, se encierra en
su cuarto diciendo despreciativamente:
Va V. á comprar una vela y él pregunta:
i
G. Simoni: EN EL HAREM
"•''SÍESESS*
LA ILUSTRACIÓN IBÉRICA
138
—La culpa la tengo yo, que me bajo á consultarte los conflictos, cuando tienes menos
entendimiento que una mesa de noche.
— ¡Viejo loco!
—I Bruja 1
— ¡Dramaturgo!
Pero D. Celestino no escarmienta y asegura que sin conflicto no puede haber obra dramática; que, en el teatro,lo de menos es la forma y el pensamiento y el sentido común, y que
Pérez Galdós nunca será nada.
De esta opinión son algunos revisteros de
teatros que, en punto á critica dramática, están á la altura de cualquier cerero.
Luis TABOADA
(Prohibida la reproducción)
«íu»
AL BOMBO
Motor sin par, invento de Satán,
poderoso cilindro-institución,
sacro instrumento á cuyo rudo son
en genio se trasforma el ganapán.
Por ti el más ignorante hijo de Adán
se reputa por otro Salomón,
y alcanza todo atún reputación
de tener más ingenio que Briján.
La fea tornas bella; de laüd
calificas el cursi guitarrin;
los pecados trastuecas en virtud,
en profundo cualquier calabacín
y elevas á sublime excelsitud
todo lo indigno y falso y lo ruin.
fueron los que le imprimieron especialmente su carácter;
pasóluego á poder del turco, luego de los ingleses, y, por
fin, cedieron éstos las islas Jónicas al reino de Grecia.
EL ESCULTOR BELGA JORGE VAN DER STRAKTEN
Es(e artista es un maestro en escultura de/a)!/íisía,
distinguiéndose sus obras por la delicadeza y la elegancia con que están concebidas y ejecutadas.
Van der Straeten nació en Gante en 1857, destinándole sus padres al foro, pero sus gustos eran muy distintos,
y pocas veces se ha visto más decidida vocación que la
que reveló él para la escultura, aprendiendo á modelar
por sí mismo. Recibió algunas pocas lecciones de un
maestro gantes, y asistió luego por espacio de cuatro años
á la escuela de la Sociedad Artística de Gante', alternando sus tareas escultóricas con el doctorado en leyes. Recibióse de abogado, establecióse en Bruselas, y al par que
defendía al huérfano y a l a viuda, exponía deliciosos ^¿É.'rrots y mendigos (1878,. Cuatro años después cambió de
especialidad y se dedicó á las pierrettes y amazonas de
cii'co, siendo una de sus distintivas cualidades la belleza
que sabe dar á las figtiras femeninas.
No hay que extrañar que ese necio
con tanta astucia se vengue,
que hasta dan los adoquines
chispas de luz, si los hieren.
V
Porque desdeñan tu amor
escribes de tus amadas
imitando á Campoamor;
pero tienes mal humor
y haces malas Humoradas.
LEYVA
ZORRILLA
BELLAS ARTKS
Los viajeros que hacen la travesía de Brindis A Aleñas saludan alborozados, al cabo de veinte horas de navegación por el inquieto Adriático, la tierra hospitalaria
de Corlú, la primera que se encuentra en el Mediterráneo
y en la que suelen hacer escala los vapores, El puerto es
pequeño, y desde luego se reconoce en los edificios la influencia italiana. Penetrase en la ciudad por distintas
puertas abovedadas, resto de las antiguas fortificaciones,
y se ve uno en una población alegre, animada y muy artístiCE , Los hombres visten vulgares trajes europeos, pero
las mujeres conservan el traje tradicional, especialmente
en el campo.
Las casas suelen estar encaladas y las ventanas resguardadas por persianas verdes; muchas calles son porticítdas y todas están embaldosadas de granito.
La cjudadela es sombría y fea, pero se descubre desr
de ella un paisaje espléndido, y está emplazada muy pintorescamente. Aparte de la cindadela, Corfú está protegida por un inmenso sistema de fortificaciones, por el
estilo de Gibraltar, y más aún.
Dejando ya á Corfú y siguiendo hacia el S., aparece
una isleta conocida con el nombre de Isla de Ulises.
Corfú, como el resto de las islas Jónicas, ha pertenecido lí muchos dominadores; los venecianos, sin embargo,
IV
JORGE YAK DER STRAETEN Y SUS OBRAS
NUESTROS GRABADOS
COKFÚ
"¡Morir!", dijo el mancebo dando un suspiro.
"Es la única ventura que ya me espera."
Al sacar la pistola se le fué el tiro
y se quedó amarillo'como la cera.
NlC0L.4s DE
PEDRO URDE
Pensando en el ausente, cuadro de Enriqueta Rae.—
Obra inspirada en una leyenda medieval de Tennyson. Es
una figura ideal, legendaria, pero muy hermosa y gallardamente dibujada
Eryor de cálculo, por Alberto Starling.—Asunto original, luz admirable La escena está representada con realismo, pero con realismo di.-icreto y justo, sin sobras ni
faltas.
El capitán baja el último, por T. Hemy. — iVlagniñca
inspiración. La situación está, expresada con la más conmovedora exactitud. Asi debe suceder en casos como ése.
El autor no ha forzado en lo más mínimo la nota, y, sin
embargo, su cuadro es un poema en honor á la intrepidez
y á la lealtad de los marinos.
Monumento á Shelley, por Onslow Ford.—El ilustre escultor inglés ha presentado este boceto á la Universidad
de Oxford, donde debe erigirse un monumento conmemorativo al gran poeta Shelley, ahogado en un naufragio.
Aunque Shelley es aún muy poco conocido en los países
latinos, no falta quienes le profesen verdadero culto, colocándole por encima de todos los poetas ingleses del presente siglo. En cierto modo, es una especie de Leopardi,
pero más filosófico aún, debiendo advertirse que .su filosofía más tiene que ver con el panteísmo que con la ortodoxia.
En el Harem, cuadro de Simoni.—Pintura oriental,
notable por la verdad de los tipos y la riqueza del color,
III
JOBGB V A N D E R S T R A E T E N
Desde entonces, Van der Straeten ha progresado constantemente, siendo admirable la fineza de su factura y no
teniendo rival en punto á reproducir la expresión del rostro aun en sus más fugitivas formas. Un.t palabra puede
caracterizar á Van der Straeten; es el Jan van Beers de
la escultura, siendo particular que exista entre ambos artistas una amistad tan sólo comparable en la de Pl'ades y
Orestes.
< j ^ ^
ALFILERAZOS
Apenas si mi mente conturbada
puede expresar del alma la agonía
viendo mustia la flor más delicada
que en los parques frondosos de Granada
alumbró el blanco sol del Mediodía.
¡ Qué fué de tanta mágica hermosura
con que en himnos sonoros
el poeta entre frondas de verdura
emulaba á los pájaros canoros
ó de ángeles a u n coro allá en la altura,
y á cuya voz, del seno de lo inerte
baladas y consejas seductoras
surgían, vencedoras,
del olvido fatal de injusta muerte 1
Perdióse el eco del laúd vibrante
que pulsó el trovador so la ventana
do alumbrara la luna á la arrogante
y sensible matrona castellana.
Ya sus cuerdas, que el bardo acariciaba
para el honor cantar y las hazañas
con que el patrio valor acrisolaba
el excelso pendón de las Españas,
rotas por el dolor al viento ondean,
se confunden revueltas entre escoria;
I mas aun con áureas luces serpentean
cual reflejos del faro de su gloria!
El genio feneció de los cantares,
el que con armonías peregrinas
saturó de poesía los hogares
y levantó con poemas sus altares
de la gloriosa España entre las ruinas.
¡Gloria al ingenio que en sopor profundo
duerme al silencio de la tumba fría!
¡ Honor, honor al vate sin segundo,
dechado de lealtad y de hidalguía,
que con estro feliz, noble y fecundo,
cantó las glorias de la patria mía
y estampó con firmeza en cada hazaña
el noble sello de la vieja España i
I
Según San Pablo, es santo el matrimonio;
y son de esto sus Cartas testimonio.
Tiene Balzac distinta teoría,
y en su Fisiología
se ve que quien lo inspira es el demonio.
Creo, entre tan distintos pareceres,
que da la mayoría de mujeres,
al par que su alma al diablo,
la razón á Balzac contra San Pablo,
11
Tuve anoche un sueño raro:
soñé que en China existía
la costumbre de silbar
las comedias bien escritas
y que, en cambio, eran las malas
con gran aplauso acogidas;
y esta noche en el teatro,
oyendo como aplaudían,
creí me duraba el sueño
y que yo vivía en China.
iQüién como él supo hallar el son vibrante
que en deliquios de amor el alma inunda
aunque las propias desventuras cante?
¿Quién su voz levantó más arrogante
si extianjera amenaza la coyunda?
¿Quién, prodigando imágenes más puras,
nos describió, con cánticos sublimes,
de to cas V de dueñas aventuras
ó hazañas de cristianos y muslim.es?
Y entre la extraña y bullidora zambra
con que, de ardor pictórico, retrata
los goces seductores de la Alhambra,
donde feliz su inspiración desata
á las hurís diciéndoles su anhelo,
¿quién como él pinta la rosada aurora
que de Granada el fulgurante cielo
con puras tintas de arrebol colora?
¿Ni qué cautiva de nevado seno,
fanática tal vez del Nazareno,
resistió á la armonía tentadora
de aquel lenguaje de ternuras lleno?
LA ILUSTRACIÓN IBÉRICA
** *
Jamás llorar sabremos
bastante á un alma cuyo seno entraña
la de la patria á quien el ser debemos
y cuya muerte acaso es la de España.
Mas cuando á polvo yazcan reducidos
de la edad que él cantó los monumentos,
cuando en la sombra de la noche hundidos
duerman de nuestras giorias los acentos,
al retumbar el nom.bre de ZORRILLA,
con él reconstruirán los pensamientos
de la remota edad la maravilla.
Y verán á extinguidos campeones
á moros y cristianos comandando
y al frenético ardor de cien legiones
de Iberia los indómitos pendones
á la lumbre del sol reverberando.
Y en ensueños de mágica armonía
que el genio tutelar de los amores
á la mente del vate inspiró un día,
volverán cien apuestos trovadores
la prez á recordar de su poesía.
Y en medio de la calma solitaria,
de amor y paz alzando una plegaria
su alma creyente en la región vacía
elevarán sus cánticos vehementes
al nivel de esos montes eminentes,
símbolo de la fe, .que al cielo sube;
que huyendo de la humana podredumbre
van á esconder su cumbre
en las entrañas de apretada nube.
Y cuanto más se extienda
sobre el mundo con trazos ideales
su renombre inmortal, ya en la leyenda,
ya al ritmo de sus cantos orientales;
cuanto más ande el tiempo en su carrera,
cuanto más honre el mundo su memoria,
más luz tendrá aquella alma que, ligera,
á aumentar fué quizá la de otra esfera
tras de abrumar á España con su gloria.
critores insignes á obras vivas que acreditan
su mérito?
Los estudios bibliográficos modernos y los
trabajos minuciosos de investigación, asi en
bibliotecas como en archivos y colecciones de
manuscritos, están muy lejos de tolerar ya,
aunque incompletos todavía, las ominosas
pretericiones de que hasta aqui ha sido víctima una multitud de nombres excelsos de damas asistidas de inspiración constante de las
musas y que no merecen, ciertamente, la sentencia amarga del olvido. Después de tantos
LUIS V I A
BAJO LOS AUSTRIAS
LAS DIOSAS DE LA POESÍA ESPAÑOLA, DURANTE
LOS SIGLOS XV XVI Y XVII
Desde que hace poco más de un siglo el
jesuíta expulso de los dominios de España y
refugiado en Roma D. Javier de Lampillas
escribió su celebrado Ensayo histórico apologético de la Literatura Española hasta que
el académico Clemencln dio á la estampa su
Elogio histórico de la Reina Católica, y desde la publicación en 1853 por D. Antonio
Neyra de Mosquera, en las siempre estimadas
columnas del Semanario Pintoresco
Español,
del Bosquejo biográfico de la doctora de
Alcalá, Z).^ Ataría Isidva Quintina de Gusman y la Cerda, marquesa que fué de Guadalcazar, hasta el Discurso leído en el acto de su
investidura de académico de la Española por
el erudito conde de Casa-Valencia, sobre las
damas escritoras de España, hay establecido
cierto círculo vicioso, y, al parecer, insuperable que limita el número de las que en nuestro país han merecido ceñir á su frente los
laureles apolíneos, durante todo el largo curso
histórico de nuestra brillante literatura, á un
manojo escasísimo de nombres escogidos.
Lampillas, aun forzando la máquina é introduciendo en el gallardo coro la augusta figura
de la reina D.^ Isabel, sólo citó 21 alumnas
del Parnaso de España. Clemencin, contrayéndose al reducido espacio de tiempo en que
reináronlos Reyes Católicos, ensalza á 9. Neyra de Mosquera llegó á 40, introduciendo los
nombres de algunas poetisas árabe-españolas
de que dio noticia Conde en su Historia de la
dominación de los árabes en España. Por
último, Casa-Valencia toma un Catálogo de
59, pero presentando un bosquejo entero que
abraza todos los cinco siglos, desde el xv hasta
el XIX inclusive. ¿Comprenden estas enumeraciones todos los nombres brillantes de las
poetisas y escritoras españolas de quienes nos
quedan tradiciones laudatorias en boca de es-
ALDEANA BELGrA (estatuita por Straeten)
139
cerca del primer tercio del xviii han arrojado
otro gran número de aquéllas. Los Cancioneros y las Academias, todavía inéditas de los
siglos XVI y xvn, y los Certámenes poéticos de
que se conserva una buena parte por el instrumento de la imprenta, dan otro precioso contingente. Por último, el estudio profundo y recóndito de las Arcadias y novelas pastoriles de las
dos centurias referidas nos ha impuesto en
que bajo aquellos nombres disfrazados de gañanes y pastores se escondían los de muchos
personajes de ilustre cuna y nobles acciones,
que en el terreno de alto sacerdocio de la
política y de las armas ocupan un lugar preferente en nuestra historia, y los de muchas damas de la misma alcurnia y progenie, á quienes el pudor del sexo y las ideas de su siglo no
les permitían revelarse públicamente en el
brillante esplendor de estos cultos entretenimientos .
Con todos estos datos, y sobie la fe de auténticos testimonios obtenidos en libros y papeles de los siglos XV xvi y xvii, he podido
formar el siguiente catálogo de poetisas líricas, épicas y dramáticas españolas, que someto
al estudio y curiosidad de los hombres doctos
y de buen gusto,
Abarca—D.'* Bárbara—L—XVII. (*)
Abarca—D ^ Esperanza—L—xvii.
Abarca—D.^ Francisca— L—xvii.
Abarca de Bolea y Mur—D.^ A n a - L—xvn.
Acebedo—D.^ Angela de—L—xvn.
Acebedo—D.^ Beatriz de—L—xvii.
Aibar—D.'^ Catalina de—L—xvn.
Alarcón—D.'^ Antonia de—L—xvn.
Albalata—Catalina—L—XVII.
Alfaro—D.'^ Catalina de—L—xvn.
Amich—Sor Magdalena—L—xvii.
Andrés—D.^ Isabel Polonia—L—XVJI.
Angeles—Sor María de los—L—xvn.
Aragón—D.^ Ana de—L—XVL.
Aragón—D.^ Beatriz de—L—xvi.
Aragón—Infanta D,** Catalina de, reina de
Inglaterra—L—xv—xvi.
Aragón—D.^ Francisca de—L—xvi.
Aragón—Infanta D.^ Isabel de, rema de Portugal— L—XV—XVI.
Aragón—D.'^ Josefa Bernarda de—L—xvii.
Aragón—D.'^ Juana de, duquesa de Terranova—L—xvi.
Aragón—D.*^ Magdalena de—L—xvi.
Aragón—D.^ María de—L—xvi,
Aragón—Tulia de—L— xv.
Aragón y Cardona—D,* María de, condesa de
Eril—L—xvn.
Aragón y Mendoza—D'^ Isabel, marquesa de
la Guardia—L—XVI.
Armendares—María de—L—xv.
Armenta—D,^ Marcela de—L—xvn,
Artiaga—Juana de—L—xvii.
Asbaje Cantillana—D.^ Juana ó sea Sor Juana
Inés de la Crus—i.—D—xvn.
Austria—Infanta D.^ Isabel Clara Eugenia de
—L—XVI.
estudios sobre los arsenales de nuestra literatura, parece mencira que los que hasta ahora
se han ocupado en elogios de la mujer escritora no hayan hecho mérito ni aun de los nombres que profusamente se hallan esparcidos en
obras que parecen elementales en nuestra
historia literaria. Lope de Vega, en su Laurel
de Apolo, elogió muchas que han escapado á
las enumeraciones posteriores. Sólo en elogio
del Fénix de los ingenios escribieron otras 21,
ya en los preliminares de sus obras, ya en la
corona fúnebre que por comisión de su Mecenas
el duque de Lessa, D. LuisFernández de Córdoba, formó el celebrado ingenio del doctor Juan
Pérez de Montalbán, en su Fama
postuma,
con el concurso de la mayor parte de los poe
tas de su tiempo. Todas las antologías de la
misma procedencia, desde las Flores Ilustres
de Pedro de Espinosa hasta las Florestas de
José Alfay, palpitan con las obras de muchas
damas que hasta ahora habían pasado desconocidas ó inconsideradas. Los versos laudato
ríos de casi todos los libros impresos desde
la mitad próximamente del siglo xvi hasta
Austria—Archiduquesa Margarita de, princesa de Asturias y de Gerona—L—XV—xvi.
Austria—Sor Margarita de—L—xvi—xvn.
Ayala—D.^ Ana de—L—XVII.
Ayala—D.^ Claiiana de—L—xvi.
Aznares—D.'^ Sabina—L—xvn.
Balvas Barona—D.^ Catalina—L—xvn.
Barahona—Sor María de—L—xvn.
Barrionuevo-D.* Blanca de—L—xvn.
Barrionuevo—D.^ Clara de—L—xvn.
Bautista—D.^ Mariana—L—xvn.
Bazán—D.^ María de—L-xvi.
Bazán—D.'^ Mariana, condesa de la Coruña—L—XVI.
(*) La índole de este articulo no me permite dilatarme en otros pormenores. Las iniciales que acompañan
cada nombre responden á. la clasificación del género literario & que cada una de las poetisas citadas se dedicc5 y
al siglo en que vivió. L, es lirtca; D, dramática, y E,
épica. La numeración romana xv, xvi y xvn, á. la centuria á que perteneció,
Este catálogo es simplemente una partede otro mayor,
que alcanza más de 6,000 nombres que he formado con
los de los poetas líricos, dpicos, dramáticos y artísticos
de Espafta durante los tres siglos.
LA ILUSTRACIÓN IBÉRICA
140
Castro y Andrade—D.'^ Isabel de, condesa de
Altamira—L—XVI.
Castro Egas—D.* Ana de—L—xvn.
Castro y Moscozo—D.^ Mariana de—L—xvi.
Castro y Virués—D.'' Beatriz—L—xvn.
Ceo—Violante do—D—L—xvi—xvn.
Cerda—D.^ Blanca de la, condesa de Denla—
L—XVI.
Cerda—D.* Catalina de la, condesa de Cifuentes—L—XVI.
Cerda—D.^ María de la, condesa de la Puebla
—L—XVI,
Cervantes—D.^ Gómez de—L—xvn.
Cervatón—D.'"^ Ana—L—xv—xvi.
Claramente y Conoy—D.^ Esperanza de—L —
xvn.
Clemente—Laura—(pseudónimo)—L—xvn.
Coello—D.^ Juana—L—XVI.
Colodro—D.^ María—L—xvn.
Colodro—D.^ Salvadora—L—xvn.
Coloma—D.^ María—L—XVII.
Colona—Vitoria, condestablesa de Castilla—
L—XVII—XVIII.
Contreras—Sor Eugenia de—L—xvn,
Contreras—D.''' Juana de—L—xv.
Córdoba—Sor Beatriz de los Remedios—L—
XVII.
Córdoba—D.^ María de, marquesa de Estepa
L—XVI.
Córdoba de la Cerda—D,''' Francisca—L—xvi.
Correa—D.^ Isabel de—D—xvii.
Cortés y Guzmán—D,'"^ Juana—L—xvi.
Crúzate—D.'* Sebastiana—L—xvn.
Cuéllar—D.'^ Baltasara de—L—XVII.
Cueva—D,* Ana de la, marquesa de Cogolludo—L—XVI.
Cueva—D.°^ Isabel de la, duquesa de Osuna—
L—XVI,
Cuevas—D.^ Antonia de las—L—XVII.
Cuevas y Silva—D.'^ Leonor de—D —
xvn.
Chacón—D '^ Isabel—L—XVI.
Chaves—Jeróiiima de—L—xvn,
C ha ves—D. '^ Josefa Luisa de—L—xvit,
Chelva—Vizcondesa de—L—xv—xvi.
Dávalos—Constanza—L—xv.
Dávalos de Velasco, D.^ Leonor, señora de la Florida-L—xvn.
Dávila—D.''^ Ana M a r í a - L — x v n .
Delgado é Hinojosa—Sor Ana—L—
xvn.
Deza y Tavora—Sor María del Cielo —
D—xvn.
Dlatristain—D.^ Ana—L—xvi,
Diatristain—D.^ Hipólita—L—XVI.
Doria—D.'"^ Artemisa, duquesa de GanD A M A D E AVATTEAU
día—L—XVI—xvn.
Egual—T>-^ María, marquesa de Castelfor t—D —XVII—xvin.
Beaumont—D.*^ Brianda de, condestablesa de Encarnación—Sor Leonarda de la—L
—xvn.
Navarra. —L—xvi.
Bobadilla y la Cerda—D.^ Mencia de—L—xvi. Enríquez—D,'"^ Juana—L—XVI,
Enriquez—D.^ Luisa—L—XVI.
Bolea—D.^ Ana de—L—xvi.
Borja—Lucrecia de, duquesa de Ferrara— Enríquez—D.^ Mariana—L—XVI.
Enríquez de Guzmán—D.^ Feliciana
L—XV.
— L—D—xvn,
Borja—D.'^ María de, duquesa de VillahermoEnriquez y Mendoza—D,''' Ana—L—
sa—L—XVI.
xvi,
Calderón—D.^ María, (la Calderona)—j^—xvM.
Enriquez y Mendoza—D,'^ Elvira—L—
Cámara—D.^ Francisca de la—L—xvii.
XVI.
Cárdenas—D/' Juana de—L—xv.
Cárdenas—D.^ Luisa de, condesa de Aguilar Eril y Sentmanat — D.''' Isabel Inés,
condesa de Guimerá.— L — xvi —
— L—XVI.
xvn.
Caro y Mallén de Soto—D.''^ Ana— D—L—xvii.
Esparza—D.^ Josefa María de—L—
Cartagena—Sor Teresa de—L—xv.
xvn.
Carvajal—D.'"^ María de—L—xvii.
Carvajal y Guiomar—D.'^ Ermenegiida—L— Estrella—D.^ Catalina de la—L —xvn.
XVII.
Fajardo- D.^ Jerónima—L—xvn.
Carvajal y Mendoza—D.^ Luisa de—L—xvii.
Fajardo—D. " Mencia—L—XVI.
Carvajal y Saavedra—D.^ Mariana de—E—D Félix—D.^- Águeda—L—xvu,
Félix de la Vega—Sor Feliciana—L—
—L—XVII.
XVII.
Casanate—Sor Ana de la Madre de Dios—L—
Fernández de'Alarcón—D.^ Cristobaxvn.
lina—L—XVI—xvn,
Castillo y Ocón—D.*^ María Josefa—L—XVII.
Castrillo Bermúdez—D.^ Andrea María—L— Ferreíra de la Cerda—D.^Bernarda—
E—xvn.
XVII.
Figueroa—D.^ Inés de—L—XVI.
Castro—D.^ Ana María de—L—XVII.
Figueroa—D.^ Isabel de—L—xvn.
Castro—D.^ Clara María de—L—xvn.
Flgueroa—Sor Juana de—L—xvn.
Castro—Hortensia de—L—xvn.
Figuerola de Castro—D,''' Ana María
Castro—D.» Luisa de—L—xvi.
Castro—D.» Teresa de—L—xvi.
—L—xvn.
Fontana—D.^ Constanza Margarita—L—xvn.
Francés—D.^ María—L—XVII.
Galindo—D.^ Beatriz (la Latina)—i.—xv.
Garay—D.''^ Antonia—L—xvn.
Gerlet—D,''' Sabina—L—xvn,
Gévora—D.^ Beatriz de (pseudónitno?)—L—
xvn.
Girón—D.^ Juana—L—XVI.
Girón—D.^ Magdalena—L—xvi.
Girón—D.^ María, condesa de Haro—L—XVI.
Girón—D.'* María, duquesa de Nájera—L—XVI.
Gonzaga—Laura—L—XVI.
Grimau—D.^ Graida—L—XVII.
Guerra y Ribera—D.'' Juana de—L—XVIL
Guzmán—D,^ Catalina Clara de—L—xvn.
Guzmán—D,'' Leonor de—L—xvn.
Guzmán—D,^ María de—L—XVII,
Guzmán—D.^ María de, marquesa de Liche—
—L—xvn.
Guzmán y Sarmiento de Zúñiga—D.^ Andrea,
condesa de Gibraleón—L—xvi.
Guzmán y Sarmiento de Zúñiga—D.^ Brianda,
duquesa de Béjar—L—xvi,
Haro—D.'"^ Isabel de—L—xv.
Helguero y Alvarado-María Nicolasa—L—
xvn.
Heredia—D.^ Beatriz de—L—xv—xvi.
Hurtado de Mendoza—D''^ Antonia—L—xvn.
Hurtado de Mendoza—D'^ M iría—L—xvi.
Icis—D.^ Leonor de, baronesa de Rafals—L—
XVI.
Jasincourt—D.'^ Claudia—L—xv.
Jesús—Sor Hipólita de, ó D.^ Isabel de Rocaberti—L—XVII.
Jesús—Santa Teresa de—L—xvi.
Jiménez Cerdán—D.^ Beatriz—L—xvn.
Jorge—D.'^ Isabel—L—XVI.
Joya—D.'^ Isabel de—L—XVL
ñ^j
EL DUETTO
141
LA ILUSTRACIÓN IBÉRICA
Mendoza—D.^ Mencia de, duquesa de Calabria—L—XV].
Mendoza y la Cerda—D.^ Juana de—L—xvi.
Mendoza y Silva—D.^ Ana, duquesa de Medina Sidonia—L—xvi.
Mendoza de Velasco—D.^ Juana—L—xvii.
Meneses—D.^ Juana Josefa, condesa de Ericeyr a—D —xvii—xviii.
Mesía—D.^ Teresa—L—xvn.
Miranda Paz—D.^ María Angela de—L—xvn.
Montena—Angela—L—xvu.
Monteser—D.''^ Silvia—L—XVII.
Morales—D.'"' Jacinta Maria de—L—XVI.
Morell—Feliciana—L—xvi.
Morella—D.^ Juliana—L—XVI.
Morillas—D.^ Cecilia—L—XV—xvi.
Moscoso—D.''^ Teresa de—L—xvi.
Narváez—D.'^ Ana de—L—XVI.
Narváez—D.^ Hipólita de—L—XVI.
Narváez—D.** Luciana de—L—xvi.
Navarro—D.^ Isabel—L—xvii.
Nevares—D.^ Marta de—L—xvn.
Nevares Santoyo—D.'* Antonia de—L—xvu.
Nieto de Aragón—D,^ María—L—XVII.
Orozco Zúñiga y Vargas—D.-"^ María de—
L—XVII.
Osorio—D.''' Victoria—L—xvi.
Pacheco—D/^ Inés, condesa de Chinchón—L
—XVI.
Pacheco—D.^ Juana, duquesa de Loma—L—
XVI.
Pacheco—Sor Juana—L—xvu.
Pacheco—D.^ María de—L—xv—xvi.
Padilla—D.^ Luisa de, condesa de Aranda—L
—XVII.
Padilla—D.^ María de—L—xvi.
Padilla—D.^ María de, marquesa de Aviñón
—L—XVI.
Pardo de Tavera—D.^ Guiomar—L—xvi.
Paz—D.^ Antonia de la—L—xvu.
Paz—D.''^ Catalina de—L—xv—XVI.
Paz—Sor Elena de la—L—xvti.
PAVANA
Lacerda—D.^ Blanca de, condesa de Denia—
Paz—D.'^ Mariana de la—L—XVII.
Peralta—D.^ Beatriz de—L—XVII.
Peralta—D.^ Inés de—L—XVII.
Peralta—D.^ María de—L—xvu.
Peregrina—Sra.
(pseudónimo)—i.—xvn.
Pérez de Olivan—D.^ Teresa—L—xvu.
Perillán y Quirós—D/* Isabel de—L—XVII.
Pinelo—Sor Valentina—L—xvi—xvu.
Ponce de León—D.^ Ana—L—xvn.
Porses y Zúñiga—D.^ María—L—xvi.
Portocarrero—D.* Luisa Antonia, marquesa
de Montesclarcs—L—xvi—xvu.
Portugal—D.*^ Juana de, infanta de España—
L—XVI.
Ladrón y Cardona—D.^ Blanca de—L—xvii.
Lazo y Borja—D.^ Magdalena—L—XVT.
Lazo y Borja—D.^ Luisa—L—xvi.
Lazo de Castilla—D.^ Ana María—L—XVI.
Lebrija—Francisca de—L—xv—xvi.
Ledesma Maldonado—D.^ Antonia—L—XVII.
Leiva—-D.'^ Isabel de—L—XVI.
Leiva y Mosquera-D.^ Tomasina—L—XVII.
Leonora—Felisarda
(pseudónimo)—-L—XVII.
Liaño—D ^ Isabel—E—XVI—xvii.
Liñán—D.'^ Bernarda—L—xvii
Losa y Salcedo—D.^ Isabel María de la—L—
L—XVII.
Portugal—Infanta D.^ María de, duquesa de
Parma y Plasencia—L—XVI.
Ramírez de Montalvo—D.^ Leonor—L—XVI.
Ribot—D.^ Jerónima—L—xvu.
Río—D.^ Catalina de—L—xvi.
Ríos—Sor Francisca de los—L—XVII.
Riquelme—D.* Baltasara—L—XVII.
Rivadeneyra—D.'' Isabel de—L—xvu.
Rizo—Catalina del—L—xvn.
Rodríguez de Mondoñedo—D.* G o n z á l e z - L
—xvu.
Rojas—D.=* Francisca de—L—XVI.
Rojas—D.^ Luisa de—L—XLT.
Romera—Sor Antonia—L—XVII.
Rosales—D.^ Isabel de—L-XVIT.
Rúa y Silva—D.'' Leonor de la—L—XVI.
Saa—D.^ Guiomar, condesa de Riela—L—XVI.
Salicia—D.'' Julia
(pseudónimo?)—L~XYII.
S a l i n a s - D . ^ Juana de-L—xvu.
San Agustín—Sor Ana de—L—XVII .
San Ambrosio y Pina—D.^ María de—L—xvn.
San Bernardo de la Asunción—Sor María de
XVII.
Lucinda—Camila
(pseudónimo)—L—SNÍÍ.
Luna y Toledo—D.^ Juana de—L—xvn.
Macías—Sor Jerónima—L—xvii.
Mdldonado Monroy—D.^ Jacinta de—L—xvu.
Manrique—D.'' Catalina—L—XV.
Manrique—D ^ Francisca—L—XVI,
Manrique—D/^ Juana—L—XVI.
Manrique—D.''' María—L—XVI.
Manrique de Lara—D.^ Luisa, condesa de
Pandes—L—xvii.
Manrique de Lara—D.''' Luisa, duquesa de
Maqueda—L—XVI.
Manuel—D.'' Marina—L—xv.
•
Manuel—D.^ María—L—XVI.
María—Sor Bernarda—L—XVII.
Marsilla—Juana—L—XV.
Médicis—D.'^ Sicilia de—L—xvi.
Medrano—D.^ Luisa de—L—XV.
Meló—D.^ Guiomar—L—XVI.
Mendoza—D,^ Ana de—L—XVII.
Mendoza—D.^ Ana Vicenta de—L—XVII.
Mendoza—D.^ Antonia
(Antandra)—i.—xviL.
Mendoza—D.^ Elena de—L—xvi.
Mendoza—D.^ Estefanía, duquesa de Terranova—L—xvji.
Mendoza—D.'"* María de —L—xvr.
Mendoza—D.^ Mariana Manuela de—L—xvu.
Mendoza—D.* Matilde de—L—xvu.
Mendoza—D.'"- Mencia de—L—XVII.
L—YVU.
EL BILLETE AMOROSO
Sánchez del Castillo—D.^ Justa—L—xvn.
San Juan y Labrit—D.* Cipriana—L—XVI.
Santa Fe—Maimya—L—xv.
Sanz de Latrás—D.^ Isable—L—XVII.
Señorina de Silva—D.^ Isabel—D—L—xvn.
Serrana—Lucinda
(pseudónimo)—L—xvn.
Sigea—Luisa—L—XVI.
142
LA ILUSTRACIÓN IBÉRICA
Silva—Elena de—L—xvn.
Solís—D.^ Catalina de—L—xvi.
Squarzatigo—D.^ Ciara—L—XVII.
Tapia—D.^ Isabel de—L—XVII.
Tassis—D.'^ Angela de—L—xvi.
Tejeda—D.^ Luisa Juana de—L—xvii.
Toledo—D.^ Catalina de, condesa de Cifuentes
—L—XVI.
Toledo—D.^
Toledo—D.^
Toledo—D.''
Torres—D,^
Juana de—L—xv.
Leonor de—L—xv—xvi.
María de—L—xvi.
Agustina de—L—xvi.
Zayas y Sotomayor—D,^ María de—D—xvii.
Zuazo—D.^^ Ana de—L—xvi.
Zúñiga--D,^ Catalina de, condesa de Andrada
— L—XVI.
Zúfliga—D.^ Inés de, condesa de Aguilar—L
—XVI.
Zúfiiga—D.^ Juana de, marquesa del Valle de
Guajaca—L—XVII.
Zúñiga y Alarcón—D.^ Beatriz—L—xvii.
Zurita—D.^ Laurencia de—L—xvii.
Enumeración de obras y libros y aun cu
UN BESITO
Tovar—D.^ María de, duquesa de Frías—L—
—XV—XVI.
Trillo de Armenta—D.^ Marcela—L—xvii.
Urgell—D.^ Juana de, condesa de Foix—L—
XV.
Urrea—D.^ María de, condesa de Alba de
Leite~L—XVI.
Vaca de Morales—D.'^ Jacinta—L—xvii.
Vagues—Sor Gracia Antonia—L—x'>'ii.
Valcázar—Sor Petronila de—L—xvn.
Valderas Santander—D.* Mariana~L—xvn.
Valdés—D.^ Ana de—L—xvi.
Valgas—D.* Aldonza de—L—xvi—xvn,
Vázquez—D.^ Juana—L—xvn.
Vega—D.^ Isabel de la—L—XVI.
Velasco—D.* Beatriz de—L —xvi.
Vergara—D.'^ Isabel de—L—xv.
Villena—D.^ Isabel de—L—xv.
Virués—Jerónima Agustina de—L—xvi.
Zamudio—D.^ Catalina de—L—xvi.
Zapata—D.^ Jerónima de—L—xvi.
Zapata—D.^ Juana de—L—xvi.
Zapata—D.^ Luisa de—i,—xvii.
Zayas—D."^ Inés de—L—xvii.
riosidades biográficas, con ser tantas las que
tengo bajo la mano, no puedo traerlas á este
lugar. Tal vez en artículos posteriores las
vaya dando á conocer en la forma amena que
hacen gratos estos trabajos de erudición, si
este ensayo merece la benévola acogida de
los lectores de L A ILUSTRACIÓN IBÉRICA, á
que
los destino.
JUAN PÉREZ DE GÜZMÁN
— ¿ ^ —
EN LA LUCHA
NOVELA POR
ENRIQUE CASTELNUOVO
(CONTINUACIÓN)
Sea como fuere, esta no era más que una de
tantas pesadumbres de Roberto. Aun cuando
hubiese consentido en dejarse ayudar por algún amigo en ciertas ocupaciones de menor
cuantía, como cambio de billetes, gracias á los
periodistas, etc., etc., había cartas que tenía
que contestar él mismo, visitas que no podía
omitir ni encargar á otro. Y esto le dejaba poquísimo vagar para ocuparse en cosas más serias, ó sea para buscar el empleo que tan necesario le era. Había'escrito á la dirección de
los ferrocarriles meridionales para saber si estaba aún vacante el empleo que le habían
ofrecido meses atrás para Calabria; pero ya
no existia aquella colocación, que había sido
concedida hacía tres meses á uno de los sesenta y ocho pretendientes que se habían presentado. Otros le contestaban que había que tomar
paciencia, que el país atravesaba un período
de crisis, que todas las oficinas públicas y privadas rebosaban en personal, pero que de todas maneras se buscaría y se vería. Era joven, y el porvenir era suyo. Palabras, siempre
palabras, nada más que palabras, observaba
melancólicamente.
Una mañana, después de hacer algunas diligencias, encontró en su despacho á uno de sus
más serviciales amigos, el joven ingeniero
Jorge Leoni, que estaba escribiendo las direcciones de algunos sobres que contenían tarjetas de visita.
—¡Oh!—dijo Roberto, mirando uno de los
sobres.—¿Envió Selmi su tarjeta?
—Si: hela aquí.
Roberto leyó: Eduardo Selmi, mina de Valduria, Romanía. Y luego dirigiéndose á su
amigo:
—¿Sabías tú que tuviese este empleo?
—No: desde que acabó la carrera en el Politécnico, y acabó un año antes que nosotros,
no había vuelto á saber de él.
—De todas maneras ha sido mucha atención
acordarse de mí en estas circunstancias. ¿Se
le envió esquela?
—No.
—Entonces, habrá leído la necrología en algún periódico.
— ¡Pobre Selmi!—añadió Leoni.—Era un
buen muchacho, leal, cariñoso; pero no era
ningún águila ni poseía grande instrucción.
—Era paciente, activo. No sé si tenía familia.
— Sus padres murieron. Creo que tenía una
hermana menor. Quizás estará ya casada. Hablaba de ella muy á menudo.
—Ello es que tiene una buena colocación.
—Sí: una mina. ¡Vaya una ganga! Debe
morirse allí de aburrimiento.
— ¡Quién sabe!
Roberto se separó del amigo y fuese á su
gabinete, donde se engolfó en el examen de
algunas cartas. Poseía ahora todos los elementos necesarios para formarse idea exacta de
la situación económica de la familia. No se
hicieron esperar las cuentas: apenas muerto
D. Mariano habíanse apresurado los diversos
acreedores á enviar sus facturas. Por su parte,
tampoco habían perdido el tiempo los nuevos
directores de La Unión. Hablan enviado á
Roberto una copia de la cuenta corriente del
difunto director, en la que aparecía un pequeño déficit, aun aceptando el balance presentado
I á la Junta General y habida cuenta del dividendo de las diez acciones de D. Mariano. Con
todo, la Sociedad declaraba que no sólo renunciaba al reintegro de su crédito, sino que
señalaba á la viuda del benemérito director,
por una sola vez, la suma de diez mil liras.
Aun cuando fuese una solución menos desastrosa de lo que podía esperarse dados los
temperamentos que predominaban en la Sociedad, D.^ Federica se puso hecha una furia,
dijo que diez mil liras eran un insulto, que
debían ser á lo menos cuarenta mil y que era
indispensable poner un pleito, sin dejarse convencer en manera alguna por las razones de
Roberto. Afortunadamente, \ino en socorro de
éste la incurable ligereza de la señora, que en
brevísimo tiempo pensó en otra cosa.
—En fin,—preguntó un día á su hijo;—¿se
puede saber positivamente lo que nos queda,
pagadas todas las deudas?
Roberto se lo había dicho otras veces, pero
no tuvo dificultad en repetirlo.
—Las diez mil liras de la indemnización,—
respondió,—podemos considerarlas invertidas
LA ILUSTRACIÓN IBÉRICA
143
en la larga pasividad y los gastos extraordina- capital no debía ser tocado sino muy poco. faltaba. ¡ Que ella le quería era muy cierto, y
rios de estos meses: quedan aún las veinte mil Más pronto ó más tarde, Roberto restablece- la quería tanto él!
A veces conseguía tener una conversación
liras de tu dote, empleadas en renta del Estado, ría la merma con sus ganancias.
las diez acciones de La Unión que pertenecían
Del casamiento no se hablaba ya sino como con ella á solas, y empleaba su elocuencia,
á papá, esto es, diez mil liras, más cinco accio- de cosa muy remota. Ya sabía el joven Arcon- que no era poca, para convencerla de que no
nes, las cinco tuyas, que son otras diez mil li- ti que antes de tener el derecho á hablar de podía obrar de distinto modo de como obraba.
ras. Luego el mobiliario, tus joyas, que im- casorio debía vencer muchas otras batallas —Créelo,—le decía,—y aun sigo este camino
portan también algunos miles de liras.
que las libradas hasta entonces. Pero veía á en interés de nuestro matrimonio. Viéndome
—No hablemos de las joyas,—interrumpió
D.^ Federica.—¿Has dicho que hay cuarenta
mil liras realizables cuando se quiera?
—Si. Í Y qué?
—Pues que cuarenta mil liras forman un
bonito capital.
Roberto, que sabía que eft su casa se gastaban, hasta la muerte de su padre, cerca de
treinta mil liras al año, no pudo menos de sonreírse. —¿Te parece?—dijo.
—De seguro: no digo para vivir sin hacer
nada.
— |Por Dios!—exclamó el joven, á quien le
parecía imposible que pudiese salir nada razonable de la boca de su madre.
—Un bonito capital para hacerlo girar, para
emplearlo en el comercio.
— ¿En el comercio? Y ¿quién habría de emplearlo en el comercio?
— ¡Esa si que es buena! ¡Pues tú mismo!
Vamos, Roberto, que tienes muy poca fe en tu
talento, y eso que no te falta. Lo que te falta
es iniciativa. Ya sé lo que me objetarías si te
propusiera que hicieses negocios de Bolsa:
que se ha arruinado mucha gente. Pero el comercio es muy distinto. Con frecuencia leo en
los periódicos que se podrá ganar mucho dinero en los cereales. Mira, si no, míralo con tus
ojos.
Y sacándose del bolsillo un número de un
periódico, señaló á su hijo un artículo que empezaba con estas palabras: "Todo sonríe este
año á los tratantes en cereales. La corriente
del aumento es pronunciadísima y no se detendrá tan pronto."
— Mamita,—dijo Roberto, devolviendo el
periódico doblado á D,^ Federica.—¿Cuándo
te harás cargo de que entiendo en esas cosas
algo más que tú, y que tus cereales no hacen
para nuestro caso?
—¡Qué presuntuoso! ¡Que entiende! ¡Ya lo
creo! ¡ Conoce tanto el mundo! No sabes sino
criticarlo todo, y no se te ocurre nada, y así
nos encontramos con el agua al cuello.
Era una extraña manera de invertir los términos, y Roberto dejó escapar un punto de
admiración, que D.^ Federica advirtió algo
resentida.
—¡ Ya! Pero, hombre, ya que te ríes siempre
de mis ideas, ¿podrías decirme siquiera cuáles
Son las tuyas?
—Me explicaré en dos palabras. El primero
del próximo mes nos mudamos de casa, dejamos el coche, despedimos los criados, fuera
de uno solo...
—¿Esto quieres hacer?—prorrumpió escanEN LAJLUCHA: Una mañana... enconti'ó en su despacho á uno de sus más serviciales amigos...
dalizada D.^ Fedeiica.
—Sí, querida mamá,—añadió cogiéndola de
las manos,—y tú me ayudarás, porque eres
buena, y no puedes querer que tu Roberto menudo á Lucila porque las Dal Bono iban á reposado, económico, previsor, tu padre oponacabe por dar con los huesos en la cárcel, por menudo á ver á D.* Federica y él se dejaba ver drá menos dificultades en consentir en la boda,
deudas.
de vez en cuando por su casa. Estas visitas fas- cuando, una vez haya alcanzado yo una buena
Pero D.* Federica no quiso escuchar nada: tidiaban á D. Benito, que reprendía por ello á posición, le pida formalmente tu mano.
— Si, sí, —respondía Lucila, meneando la
se soltó de su hijo y salió del cuarto gritando su mujer; pero no se atrevía á prohibirle dique era víctima de la más inaudita de todas rectamente á Roberto que volviera por allí. cabeza; —será muy cierto que por todas parlas tiranías.
El temperamento fogoso de los Arconti ate- tes se va á Roma; pero la que has escogido es
Con todo, su resistencia se estrellaba contra morizaba al valerosísimo señor, el cual, du- la más larga. Con un poco de audacia...
— I Ahí La manía de mamá.
la voluntad tranquila, pero inflexible, de Ro- rante la enfermedad de D. Mariano, se había
—Tanta manía como quieras; pero, entreberto. Antes de que finiese el plazo prefijado, metido en la cabeza que tenía también una
había ya llevado á efecto la mayor parte de enfermedad del corazón, y temía cualquier tanto, la famosa posición que estás esperando
siempre no se ve por ningún lado.
su programa. Eí espléndido piso de la calle cosa que pudiese exacerbarla.
Monte Napoleone fué cambiado por un modes-—Ya se verá.
D.^ Federica estaba loca con Lucila, que le
to cuartito en una de las nuevas calles de la daba la razón en muchas de sus lamentaciones
—Nos casaremos á los ochenta años. En la
ciudad; la servidumbre había quedado redu
contra su hijo, y especialmente en lo relativo gacetilla de los periódicos del siglo futuro se
cida á una sola criada, el coche había sido al coche.
leerá: "Hoy se ha celebrado ante el Alcalde
vendido, aunque D.* Federica hubiera decla—Roberto es un exagerado,—decía la mu- el matrimonio de dos venerables..."
rado heroicamente que antes que salir á pie chacha empleando su frase favorita.—Un co—1 Calla I—interrumpió Roberto. Y le tapó
se quedaría en casa toda la vida. Además, Ro
che no es cosa de lujo. ¿Quién no tiene coche la boca con la mano.—Dime, mujer: si duranberto se arregló de manera que su madre no en Milán?
te este tiempo...
pudiese disponer sin su consentimiento del mo—¿En qué tiempo? ¿De hoy al año 1920?
Arconti lo veía todo con ojos de enamorado
desto capital que les había quedado. Que vi- y se esforzaba en persuadirse que con el tiem- ¿Al 1930, quizá?
viese con la sola renta no era posible; pero el po iría adquiriendo Lucila la seriedad que le
[Se continuará)
LA ILUSTRACIÓN IBÉRICA
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LAS ÚNICAS GASAS ENCARGADAS DE RECIBIR LOS ANUNCIOS EXTRANJEROS
PARA ESTE PERIÓDICO SON: .
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h Pafísi L'Ai;[HC[ HiVtS, B, place de la Bourse, f en Madrid: la SOCiAD GENEBAL DE ANUICIOS DE ESPAlA, Alcalá, 6 y 8
LA FABRICA
CHÍGOUTE MENIER
MAL WUSOB
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GñAHDE
DEL MUNDO i
Venta: 50,000 Kilos
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Cjr^ te^ >4w '^S^ >afw tef^ i«y«i w ^ tofw w ^ i « v
J^
CJR £MJE SIMÓN
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JEPfiESE|TAMTILEXCL^^
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MANUEL P L A
I SAN BERNARDO, 1 9 . - M A D R I D
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SUSCRIPCIÓN PERMANENÍFá todaTlase de obras publicadas y en ^
publicación.—Se sirven, completan y encuadernan todas las obras.—
Libros de texto, medicina, artes, recreo, etc., etc.
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REVISTA ILUSTRADA
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D/NOVELIOBAL
(VIAJES, EPISODIOS, NOVELAS, DESCUBRIMIENTOS, RELACIONES DE PALPITANTE INTERÉS)
Y SU BIBLIOTECA DE NOVELAS
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ADWMISIKACIÓ» ! RAUÓN MOLINAS, e d i t o r p l a z a de T e t u a n , 50.—Las r e c l a m a c i o n e s e a Madrid, a l r e p r e s e n t a n t e de e s t a c a s a D . M a n u e l P í a y V a l o r : A n c h a de S. B e r n a r d o , 1 9 , p r a l .
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I N S É R T E S E Ó N O , NO S E D E V U E L V E NINGÚN ORIGINAL
I B É R I C A : PLAZA DH TETUÁN , NÚM. 50. — B A R C K L O N A
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