Profesores: de operarios a intelectuales

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UNIVERSIDAD DE CONCEPCIÓN
FACULTAD DE EDUCACIÓN
PEDAGOGÍA EN FILOSOFÍA
TRABAJO DE
INVESTIGACIÓN
EDUCATIVA
“Profesores: de operarios a intelectuales”
Profesor: Dr. Daniel Neira
Alumna: Paula Muñoz Hornig
Concepción, 2012
Profesores: de operarios a intelectuales. El caso chileno desde la
mirada de la Pedagogía Crítica de Henry Giroux
“Si no eres parte de la solución, eres parte del problema, ¡actúa!”.
Usando esta frase del líder soviético Vladímir Ilich Ulianov, Lenin1, doy
comienzo al siguiente escrito que tiene como fin ilustrar una arista de la
realidad educativa chilena no siempre vista y pocas veces cuestionada, pero
que sí marca la experiencia educativa y profesional –entre muchas la mía- de
los integrantes de la sociedad.
La postura que defenderé, la tesis inicial que pretendo ratificar tanto
teórica como prácticamente, no está enunciada lingüística y semánticamente
como un problema, como una duda o como una relación causal, sino que
pretende ser una frase que al ser leída abra las rendijas de nuestras jaulas.
No se trata de una solicitud utópica; por el contrario, está impregnada de una
contextualización dentro de los márgenes de lo necesario y lo posible. La
tesis plantea lo siguiente: Sólo será posible que el profesorado retome el
rol social, político, económico y cultural que le pertenece, si es que
interiorizan como propio el carácter de intelectuales.
A través de este ensayo expondré distintos lineamientos –pero todos
complementarios- para reforzar la concepción del profesor como intelectual
transformativo. Este análisis está estructurado desde la mirada que la
Pedagogía Crítica hace de la educación y, más especialmente, desde los
postulados de uno de los representantes de dicha corriente crítica, Henry
Giroux.

Conceptualización clave
Para comenzar se hace necesario aclarar ciertos conceptos. En primer
lugar, la Pedagogía Crítica2 propone una metamorfosis tanto del estudiante
1. El uso de esta frase no significa que mi análisis se lleve a cabo desde una perspectiva marxista.
2. Para interiorizarse más sobre Pedagogía Crítica puede remitirse a pensadores como Paula Freire, Michael
Apple, Peter McLaren o el mismo Henry Giroux.
2
como del profesor. Esto quiere decir lo siguiente: se necesita dejar de lado la
caducada visión positivista, racional y dogmática del conocimiento, tanto por
parte de los emisores y receptores del contenido, para dar paso a una
politización de la escuela. Dicha politización no pretende la creación de
cierta conciencia en el estudiante desde una imposición externa, sino que él
mismo se auto reconozca como miembro activo de una sociedad y, por tanto,
entienda que su rol dentro de la escuela es ser un sujeto crítico, que
cuestione y dude sobre todo lo que se le enseña, para que así, logre forjarse
y entenderse como hombre o mujer libre, como ciudadano, y no como
individuo dominado por las esferas políticas, económicas, culturales o
institucionales del poder. ¿Qué rol juega el profesor? El rol de guía, de crítico
y de intelectual.
En segundo lugar, resulta imperioso desmitificar el concepto de
intelectual. El Diccionario de la Real Academia Española, define Intelectual
como “dedicado preferentemente al cultivo de las ciencias y las letras”3.
Dicha definición no causa mayores problemas en la aplicación que propongo
dentro del marco educativo, sin embargo, lo que sí constituye una barrera
que debe ser franqueada para lograr un óptimo entendimiento del rol del
profesor como intelectual, es la equívoca interpretación que se le ha
otorgado al concepto dentro de la historia reciente de la humanidad.
Intelectual se dice de aquel sujeto que, encerrado en cuatro paredes y
abocado al estudio de sus libros, llega al salón de clases y, encumbrado en
su altar, dicta y dicta sin ser rebatido por ninguno de los estudiantes que,
presos de su aparente inferioridad mental y jerárquica, sólo deben tomar nota
del cántico del maestro y luego memorizar para obtener una mínima
calificación decente. Este intelectual es, precisamente, uno de los que ha
llevado a la educación y al profesor al pantano en el que se encuentran. Por
consiguiente, el profesor intelectual que levanto aquí es aquel que deja de
entenderse como funcionario de sistema y comienza a valorarse como ente
activo que incentiva la crítica estudiantil, como profesional capaz de tomar
los planes y curriculum que se le entregan, convirtiéndolos en materia
3. www.rae.es
3
moldeada por él, bajo sus parámetros y conocimientos, teniendo conciencia
de su autonomía y preparación que lo faculta para decidir que, en vez de
traspasar a sus alumnos contenidos rígidos y que son impuestos por quienes
nada saben de educación, tomará sus propias concepciones y conocimientos
para, de manera responsable, formar ciudadanos críticos y libres, y no
máquinas receptivas de contenidos.

Profesores: de funcionarios a intelectuales.
Señala Zeichner que “el fututo profesor es contemplado ante todo
como un receptor pasivo […] y apenas interviene en la determinación de la
sustancia y orientación de su programa de preparación”4. Esto en el plano
formativo del profesor. Pero además, el profesor ya como tal, no sólo es
entendido como sujeto pasivo en la transmisión del saber, sino que, además,
se le reduce a la categoría de técnico. No se trata aquí de despreciar el rol
que los técnicos de distintas áreas juegan en la sociedad, sino que lo
pretendido es sacar al profesor de este encasillamiento que no le
corresponde, precisamente porque juega otro rol en la sociedad.
El sistema burocrático de Estado, el sistema capitalista y sus
precisiones
liberales
o
neoliberales,
el
sistema
político
exclusivo,
tecnocratizado, antidemocrático, patriarcal, que sólo apunta a la premisa
eficiencia = mínimo de recursos + mínimo de tiempo, son quienes realmente
han visto al profesor como personaje que sí puede realizar cambios, que sí
puede guiar conciencias, que sí puede crear y destruir y que sí puede
transformar. Por lo tanto, la única opción que tiene el sistema es
desprestigiarlos y tratarlos como operarios de una empresa. Esto no
constituye un descubrimiento nuevo, se viene llevando a cabo desde los
inicios de la escuela prusiana, pero es hoy cuando pasa imperceptible, a tal
punto de no ser cuestionado por nadie, ni siquiera por los propios profesores.
¿Qué le queda al profesor? Pues superar su situación. Revalorizarse,
redefinirse y volver a entenderse como único sujeto capaz de llevar a cabo la
revolución del pensamiento. Entender que la escuela es una instancia de
4. Kenneth M. Zeichner, “Alternative Paradigms on Teacher Education”, Journal of Teacher Education 34
(mayo-junio de 1983).
4
poder, de violencia simbólica, de traspaso de lineamientos ideológicos,
económicos y culturales particulares de cierta clase. Debe, el profesorintelectual, hacer uso de su razonamiento, de sus conocimientos, de su
experiencia, para constituirse como ser independiente, capaz de crear
reflexión y crítica, “conseguir que lo pedagógico sea más político y político
más pedagógico”5: que la enseñanza conduzca a la creación de significados
prácticos y teóricos que inserten al estudiante en una socialización del
saber y en una construcción de comunidad; que la enseñanza refleje
políticas liberadoras, democráticas, tolerantes, dialógicas y críticas. En otras
palabras, y como diría Foucault, al profesor le queda salvarse. “De este
modo salvarse a uno mismo significará librarse de una coacción que le está
amenazando y volver a gozar de los derechos propios, es decir, re-encontrar
la propia libertad e identidad. Salvarse significa mantenerse en un estado
continuo que nada puede alterar cualesquiera que sean los sucesos que
acontezcan en torno a uno”6. Sólo así re-entenderá su carácter de intelectual
transformativo que critica y fomenta crítica, que ayuda a construir conciencia
en los estudiantes, atendiendo siempre a los contextos culturales,
económicos, étnicos y valóricos de cada uno de ellos.

El caso chileno
La realidad en nuestro país no es muy distinta a lo ya planteado
teóricamente. Desde los inicios de la Dictadura Cívico-Militar en 1973, se ha
venido elaborando e implantando en la práctica una serie de medidas
tendientes a la desprofesionalización de la labor docente. Esto no significa
que se deje de implementar la carrera docente en las distintas universidades
del país, no es un problema de facto. De lo que se trata más bien, es de un
desprestigio del rol del Profesor en la sociedad; esto se puede notar en una
serie
de
medidas
estratégicas
tomadas
por
los
gubernamentales a cargo de la materia. Por ejemplo, el
propios
entes
Ministerio de
Educación declara lo siguiente : “La misión del Ministerio de Educación es
asegurar un sistema educativo equitativo y de calidad que contribuya a la
5. Henry Giroux, “Los Profesores como Intelectuales: hacia una pedagogía crítica del aprendizaje”, Barcelona,
1990.
6. Michel Foucault, 1994, 70-71.
5
formación integral y permanente de las personas y al desarrollo del país,
mediante la formulación e implementación de políticas, normas y regulación
sectorial.”7 Si la visión no me falla, creo no haber detectado ni la palabra
profesor, docente o educador. Los avances que exhibe el Ministerio en
relación al ámbito docente, se presentan en tres puntos, a saber:
1) Promulgación Ley de Calidad y Equidad: Dicha ley (promulgada en
2011) tiene como fin, supuestamente, mejorar las atribuciones y
condiciones del profesorado. Sin embargo, las medidas tomadas sólo
apuntan al ámbito monetario. Me pregunto, ¿se empodera el rol del
profesor aumentando su salario? No quiero decir que esto no sea
necesario, sino que por ningún motivo se le otorga más libertad o más
iniciativa para producir cambios cualitativos.
2) Beca Vocación de Profesor: Beneficia a estudiantes que teniendo más
de 600 puntos en la discutida Prueba de Selección Universitaria,
puedan ingresar a estudiar pedagogía gratis. Me vuelvo a preguntar,
¿si quienes entran a estudiar pedagogía obtuvieron un puntaje sobre
la media nacional, significa esto que ellos se conviertan en
profesionales críticos y reflexivos?
3) Proyecto de Ley Carrera Docente: Se trata de un proyecto que
establece la meritocracia para poder optar a mayores ingresos, lo que
a simple vista no produce mayor drama. Sin embargo, este mérito
debe ser ganado en las evaluaciones de las que serán sujeto los
profesores: una que mide solamente sus conocimientos, y otra que
mide su desempeño en aula. En otras palabras, quien mejor
reproduzca el dogmatismo, positivismo y mecanicismo de la escuela
obtendrá mayores remuneraciones.
Sumada a la notoria falta de interés del gobierno para facilitar la
transformación de los profesores en intelectuales críticos y transformativos lo que es evidente teniendo en cuenta sus creencias ideológicas,
7. Sitio web Ministerio de Educación, www.mineduc.cl
6
económicas, culturales y religiosas – tenemos que el profesor tampoco
posee mucho margen de acción para producir cambios desde los propios
planes y programas otorgados por el Ministerio, ya sea porque estos
pretende que el docente únicamente llene las cabezas vacías de los
estudiantes, al más puro estilo tabula rasa, o porque estos son pensados,
elaborados y aprobados por quienes, nuevamente, nada saben de
educación.
Para reforzar lo último dicho, presento el siguiente listado de
autoridades ministeriales y su respectiva profesión, o sea, su área de
conocimiento y en la cual –y sólo en esa- están capacitados y posibilitados
para hacer o deshacer en materias de agenda pública.
1) Harald Beyer Burgos, Ministro de Educación: Economista.
2) Fernando Rojas Ochagavía, Subsecretario de Educación: Ingeniero
Civil.
3) Jorge Poblete Aedo, Secretario General Junta Nacional de Auxilio
escolar y Becas, JUNAEB: Ingeniero Civil Industrial.
4) José Aguilera Radic, Presidente Comisión Nacional de Investigación
Científica y Tecnológica de Chile, CONICYT: Ingeniero Químico.
5) Pablo Equiguren, Jefe de Gabinete del Ministerio de Educación:
Ingeniero Comercial.
6) Matías Lira, Jefe división de Planificación del Ministerio de Educación:
Ingeniero.
7) Juan José Ugarte, Jefe división Educación Superior del Ministerio de
Educación: Arquitecto.
Baste con lo anterior para notar el porqué de la tecnocratización de
la labor docente.
7
Cabe realizar las siguientes salvedades sobre la Pedagogía Crítica
en el caso chileno. Tomemos en cuenta, para puntualizar lo antes dicho, el
siguiente párrafo que hace relación a los Programas de Estudio del Ministerio
de Educación:
“[…] Su multiplicidad busca enriquecer y abrir posibilidades, no
recargar ni rigidizar; en múltiples puntos requieren que la profesora o el
profesor discierna y opte por lo que es más adecuado al contexto,
momento y características de sus alumnos y alumnas.”8
Según el párrafo, se deja libertad al profesor o profesora para decidir
entre uno u otro contenido, entre una u otra metodología, atendiendo a las
particularidades de los alumnos. Pareciera ser que, en este caso, se está
dando cabida a la Pedagogía Crítica, en cuanto la autonomía del profesor
está plenamente aceptada y validada; sin embargo:
1. La Pedagogía Crítica no es sólo un nuevo tipo de dialéctica profesoralumno en relación al tipo de contenido que se trata, sino que también
defiende una nueva disposición del profesor-intelectual. No es
únicamente lo que diré, sino cómo lo diré.
2. Tampoco debe el profesor-intelectual optar por lo más adecuado al
contexto, pues eso ya constituye violencia simbólica. Hay que optar
por todo, no dejar fuera ningún contenido riesgoso. Todo debe ser
puesto sobre la mesa, discutido y criticado.
3. Finalmente, si bien el párrafo deja entrever que el Ministerio sí está
tomando cartas en el asunto para liberar al profesor, hay que ser
conscientes de que una cosa es la teoría y otra muy distinta es la
práctica, pues el propio Ministerio con sus evaluaciones se contradice
al calificar de mala manera a quien se atreve a ir más allá.
8. Mariana Aylwin Oyarzún, Ministra de Educación. Programa de Estudio de Filosofía y Psicología Tercer Año
Medio (2004)
8

Pasos a Seguir
Teniendo en cuenta la realidad educativa chilena, el paso del profesor
de operario a intelectual transformativo sólo puede venir desde él mismo.
Ninguna institución, ningún ente ni ninguna autoridad le facilitará el camino:
el pensar está prohibido para él.
La Pedagogía Crítica no sólo, como indica su nombre, critica, sino que
también propone, posibilita. Los profesores, como intelectuales, deben alzar
la voz. Elegir educar es elegir transformar, pero nada cambiará sin acción.
Deben alzar la voz en contra de las injusticias sociales, políticas y
económicas; deben crear un ambiente que propicie la reflexión por parte de
los estudiantes, verlos y hacerlos verse como sujetos responsables, pero
libres. Los jóvenes de hoy serán los forjadores del futuro; es necesario
enseñarles contenidos, saberes, pero también es imperiosa la necesidad de
desmenuzar dichos conocimientos, sentirlos, tocarlos, digerirlos o, si es
necesario, vomitarlos.
Los profesores deberían “contemplarse como hombres y mujeres
libres con una especial dedicación a los valores de la inteligencia y al
encarecimiento de la capacidad crítica de los jóvenes”9. El movimiento debe
hacerlo el docente, como intelectual, como agente, como individuo
humanizado. Necesita comprender la complejidad de la realidad y desde
ella actuar con humildad, responsabilidad, compañerismo, libertad y
conciencia. Sin embargo, no debe encerrarse en un pensamiento, ya sea
positivista o de complejidad, sino que analizar y tratar,
contingente,
de manera
el mundo, su mundo. Lo complejo para lo complejo, lo
racional para lo racional. El problema no es enseñar contenidos de manera
directa, eso hay que hacerlo; pero hay que dejar espacio a la reflexión: no se
trata de eliminar lo racional, sino de entremezclarlo con la complejidad.
Sólo en este caso me atrevo a decir que elegir un extremo (sólo optar por un
modelo) no es la solución ideal que nos pueda llevar a una Pedagogía
Crítica.
9. Israel Scheffler, “University Scholarship”, pág.11.
9
Profesores y futuros profesores son quienes tienen en sus manos
retomar el lugar que por esencia les pertenece; luchar contra las
imposiciones de un sistema desigual y de matriz económica-técnica. La tarea
no es sencilla, pero, como dice Giroux, vale la pena comprometerse, ya
que, si el profesor no batalla contra la cosificación de la realidad, contra la
desintegración de la sociabilidad, contra la monótona rutina del funcionario,
contra la prohibición del pensar, contra la desvalorización del criticar, si no
choca contra esos muros, si se deja estar en la pasividad y en la comodidad,
pues simplemente no es parte de la solución y, como dice Lenin, pasa a ser
parte del problema.
10
Bibliografía
1. Giroux, Henry. 1990, Los Profesores como Intelectuales: hacia una
pedagogía crítica del aprendizaje, Editorial Paidós, Barcelona.
11
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