Asegurale

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Asegurale
a cada hijo su lugar
¿Qué pasa con el hijo único? Antiguamente éste era un caso raro, pero
podemos apreciar que cada vez es más
frecuente. El hijo único se enfrentará a
una situación especial en donde pueden
acentuarse varios problemas, si los
padres no tienen cuidado.
En primer lugar cargará con todas sus
expectativas. En el caso distinto de una
familia numerosa, cuando el primer hijo
no cubre sus expectativas, se pueden
sentir frustrados, pero siempre les queda
la esperanza de que lo harán los demás
hijos.
Pero cuando sólo tienen uno, los padres
podrán verlo como su única oportunidad para ver sus sueños realizados. Este
joven, entonces, sentirá toda la carga de
sus exigencias.
Por otro lado, toda la atención que
normalmente se comparte entre los
hermanos está concentrada en su
persona. Los padres pueden fácilmente
caer en la tentación de verlo “con lupa”.
Gina regresa de una fiesta a medianoche
y se encuentra a su madre sentada en la
sala esperándola.
“¿Cómo te fue, hija? ¿Te divertiste? ¿Estuvo
animada? ¿Fue Rafael, el muchacho que te
gusta?, pregunta muy interesada la madre.
La hija con cara de fastidio, le da un beso en
la mejilla. Se dirige a su cuarto y, entre
bostezos, alcanza a murmurar: “Estoy
cansada, mañana te platico”.
Gina es hija única y la madre que no
trabaja, intenta vivir a través de ella. Está
siempre pendiente de lo que hace y
quiere seguir participando en su vida
como lo hacía cuando era pequeña. Pero
Gina, como adolescente, necesita su
propio espacio y se siente agobiada ante
su constante intromisión. Esta separación, necesaria en todo adolescente,
puede ser sumamente dolorosa para
toda madre que no tenga intereses
propios.
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Existe también la tentación de sobreproteger al hijo único, pues los padres
estarán siempre pendientes de él y
tratarán de hacerle todo.
A la entrada del colegio le comenta un
padre a otro:
“Qué bárbaro, Ismael, qué maqueta tan
bella le hiciste a tu hijo. Seguramente
ganará el primer premio. Se nota que es tu
único hijo y te puedes dar el lujo de hacerle
todo. Pero hay que reconocer que te quedo
increíble”. El padre, que además de la
maqueta, sostiene también la mochila, la
chamarra y pelota del hijo, observa con
orgullo cómo juega en el patio.
Ismael y su esposa cuidan con
verdadero esmero a su hijo, que es el
centro de su familia, Todo gira alrededor de él. Sólo tiene que pedir para
recibir. Los padres aman y gozan a su
hijo, pero lo están “echando a perder”.
Este niño saldrá al mundo pensando
que todos deberán tratarlo de igual
manera, pero cuando se convierta en
joven, no estará preparado para enfrentar la vida solo.
puede hacerlo sentirse más inseguro que
pensar que tiene que tomar una posición
que no le corresponde.
“Maestra, quiero hablar de Celia mi hija. Se
queja mucho en casa de que no tiene amigas.
¿Es esto cierto?”. La maestra jala a la madre
a un lado y trata con mucho tacto de
explicarle: “Me temo que sí. Las niñas se
quejan de que siempre tienen que jugar a lo
que ella quiere, si no se enoja. Creo que como
hija única está acostumbrada a que siempre
se haga lo que ella desea y eso en la escuela le
trae problemas con sus compañeras”.
“Me voy de viaje, hijo, y como el hombrecito
de la casa que eres, cuidas a tu madre y a tus
hermanas”, le dice su padrea a Ramón de
ocho años.
Los hijos únicos pueden tener problemas
de relación, pues tratan de hacer la transferencia de lo que ocurre en casa a la
escuela y se sienten frustrados cuando
no les funciona. Se quejarán de que la
maestra no los quiere o nunca les hace
caso, cuando en realidad es que no
pueden porque no saben, compartir la
atención con otros niños. Y es de esperarse si en casa todo es para ellos.
También debemos darnos cuenta de que
este niño está creciendo entre adultos; si
los padres no hacen el esfuerzo de
rodearlo constantemente de otros niños,
podrá sentirse muy solo. Podemos
concluir: aunque no nos es posible
cambiar el lugar que ocupa cada uno de
nuestros hijos en la familia (como ilustra
el siguiente chiste), si podemos interpretar cómo se sienten, tendremos una clave
más que nos ayude a comprender su
comportamiento.
Clara tenía ya diez hijos cuando la vecina la
ve nuevamente embaraza. “¿Cómo? ¿Otra
vez esperando bebé?”, le pregunta sorprendida. “Sí, es que no quiero que se me eche a
perder el chiquito”.
Cuando veamos frustrado a alguno de
nuestros hijos por el lugar que le tocó
entre sus hermanos, podemos empatizar
con él pero recordando:
Las casualidades no existen, creamos la
realidad que más nos conviene para
crecer. La vida nos coloca en el lugar
ideal para aprender.
Reconozco tu lugar de hijo.
Asegurarle su lugar al niño o joven
también quiere decir que reconozco el
sitio que ocupa en la familia. Es decir,
que él tiene, en este sistema familiar, un
espacio como hijo, no como amigo, confidente o compañero de los padres. Nada
Me pregunto qué puede sentir Ramón si
a sus 8 años debe proteger a su madre
que es una adulta, y a sus hermanas que
son mayores que él. El padre lo está
colocando en su lugar como jefe de la
familia, y esto seguramente aunque no lo
diga, le asusta. ¿Qué puede hacer un
niño de esa edad para defender a su
familia? Nada. Ponemos una responsabilidad de adulto en manos de un niño.
Griselda está divorciada y se está
recuperando de una depresión. Su hija
de 15 años le lleva un té a la cama. La
madre con voz temblorosa le dice:
“Alison, no sé qué hacer. Desde el martes que
discutí con Emilio no me ha llamado, Tengo
miedo de que esté nuevamente saliendo con
Liliana” ¿Qué piensas, lo llamo?
Los papeles se han invertido. Alison
carga con los problemas amorosos de su
madre, que no sabe cómo enfrentar la
vida. A sus 15 años es la confidente que
debe aconsejarle qué hacer con su
amante.
Cuando las parejas se separan,
frecuentemente tienen la necesidad de
apoyarse en los hijos. Se sienten solos y a
veces les parece más fácil desahogarse
con ellos que buscar amigos que los
consuelen. Al fin y al cabo los hijos ahí
están, por amor y lealtad aceptarán
cargar con sus problemas. Estas demandas que les imponen los padres, además
de abrumarlos, los obligan a crecer y
madurar antes de tiempo. Al sentir los
hijos la vulnerabilidad de sus padres,
ven claramente amenazado su futuro,
pues se preguntan: “¿Qué será de
nosotros si algo les pasa a ellos?”.
Yo abro, mamá, grita Juliana desde su
recámara cuando oye el timbre de la
puerta, pues sabe que es su amigo Oscar
que viene por ella para ir al cine. Pero su
madre se adelanta; cuando Juliana llega
a la entrada, ella ya está platicando
animadamente con el muchacho, que
turbado con su vestimenta provocativa y
sus modales coquetos, no se atreve a
levantar la vista. “Vámonos”, le dice
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Juliana mientras lo jala del brazo.
En la noche la madre le pregunta: “¿Por
qué nunca quieres traer a tus amigos a la
casa?”
En este ejemplo la madre de Juliana se
ubica, en vez de madre, como la amiga
de su hija adolescente. Está compitiendo
con ella. Quiere seguir comprobando
que aún es joven, guapa y pone en una
situación muy incómoda a la hija, que se
siente en clara desventaja. Juliana se
avergüenza del comportamiento de su
madre y le tiene resentimiento, pero no
se atreve a expresarle sus sentimientos.
Cuando los padres se ubican como
compañeros de los hijos porque quieren
seguir siendo adolescentes, los abandonan en esta etapa en que necesitan de su
guía para lograr esta difícil transición a
la adultez. Les niegan la posibilidad de
tener, como ejemplo, a un adulto en toda
la extensión de la palabra. En vez de eso,
sólo cuentan con un adolescente envejecido.
Cuando no respetamos el lugar que les
corresponde a los hijos, creamos un
“desorden” en el sistema familiar que
afecta a todos sus miembros. Les
recomiendo entrar en contacto con el
trabajo de Bert Hellinger de Constelaciones familiares, que nos muestra de
una manera muy clara las repercusiones
que resultan cuando los hijos pasan a
ocupar un espacio que no les toca.
Vemos cómo el hijo, por lealtad y de
manera inconsciente, los complace y se
sacrifica por ellos, pero el precio que
paga es muy alto.
Afirmaciones para padres que quieren
recuperar su lugar:
° Reconozco tu lugar de hijo y asumo
respetuosamente mi autoridad de
padre/madre.
° Yo soy el adulto maduro y con juicio en
esta situación.
° Yo soy el grande, tú eres el pequeño.
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