. BERT BEELEN “Hay conciencia después de la muerte” Tengo 58 años. Soy cardiólogo desde hace 31 y profesor de Cardiología del hospital Rijnstate de Arnheim (Holanda). He visto morir a cientos de pacientes y resucitar a algunos: mi vida cambió cuando empecé a averiguar qué había al otro lado. Mi estudio en “The Lancet” desafía el concepto de conciencia de la medicina oficial CARDIÓLOGO; INVESTIGA REGRESOS DE LA MUERTE DOCTOR PIM VAN LOMMEL MÁS ALLÁ –Resplandor blanco al final del túnel... –Sí. Luego hay otra teoría, la psicológica, que sostiene que esas EDM son fruto del miedo a la muerte. Y luego una tercera teoría afirma que las EDM son consecuencia de la mezcla de anoxia y el miedo a la muerte. –¿Y usted qué cree? –Yo he demostrado que no puede ser la anoxia, pues todos los pacientes la padecen y, por tanto, todos tendrían también que experimentar una EDM. En cambio, sólo el 18 por ciento tiene una EDM. Tampoco acepto la teoría psicológica, porque los 344 pacientes que entrevisté no tienen conciencia de haber sufrido ese miedo a la muerte. –¿Y son sinceros siempre? –Sus recuerdos son precisos, claros y muchas veces comprobables, como el de la prótesis que le explicaba antes. Vamos, hombre: no cuestione mi estudio. ¿Por qué no cuestiona conmigo nuestra idea de conciencia? –Estoy dispuesto. –Muchos médicos, cuando oyen estas historias de sus pacientes, prefieren atribuirlas a alucinaciones, al trauma, a lo que sea, porque esas experiencias cuestionan su concepto de conciencia y de muerte. –¿Y usted? –Yo ya no puedo aceptarlo tras mis 31 años de cardiólogo y haber visto morir a cientos de pacientes y “resucitar” a decenas de ellos. La medicina oficial considera que la conciencia es un producto del cerebro y por lo tanto desaparece cuando desaparecen las funciones cerebrales. –Eso tiene su lógica... –¡Pero la realidad y mi experiencia lo desmienten! Estos enfermos con sus EDM demuestran que hay conciencia después de la muerte y la tenían cuando ya estaban clínicamente muertos y sus funciones cerebrales eran inexistentes. Su percepción estaba encima de su cuerpo y fuera de él. ¡Y tuvieron experiencias ultrasensoriales comprobadas! “Si estoy yo, no está la muerte; si está la muerte, no estoy yo. ¿Por qué, pues, preocuparnos de ella?” Lo decía Epicuro y para mí era suficiente hasta ahora, pero el doctor Van Lommel me lo deja inservible: si está la muerte, seguimos estando nosotros. La pregunta es: ¿seguimos siendo nosotros? Y si no somos nosotros ya, ¿quiénes somos? Como todos los grandes avances, el de Lommel, avalado por (gracias, doctor JMR) “The Lancet” (“Near death experience in survivors of cardiac arrest: a prospective study in the Netherlands”, diciembre de 2001), más que responder, plantea un montón de preguntas nuevas. Yo les llevo ventaja: he hablado con Lommel y me ha transmitido la tranquilidad de un hombre feliz porque se ha asomado al más allá y le ha gustado –¿Y usted qué piensa? –Me interesa el concepto de conciencia como retransmisor de ondas, una especie de televisión que repite ondas que llegan de otro sitio. Así que, aunque el cerebro deje de funcionar, la conciencia sigue retransmitiendo. –Interesante. –Y me intriga ver cómo las experiencias después de la muerte cambian la vida de mis pacientes. ¿Sabe que el 70 por ciento de los regresados se divorciaron poco después? –¿Por qué? –Porque eran otras personas y su nueva personalidad no casaba con su antigua pareja. Cuando regresan de la muerte, los pacientes con una EDM ya son otras personas. –¿Por qué? –Han perdido el miedo a la muerte, pues han estado allí y saben que no pasa nada, que de algún modo siguen estando en alguna parte.Y eso les cambia su manera de vivir. –Pero no son ellos ya... –¡Por ahí va usted bien! Ahora siga pensando conmigo... –Lo intentaré. –¿Cómo es posible que cambiemos nuestro cuerpo hasta la última célula unas 50 veces en 80 años –si es que llegamos a vivirlos– y sigamos siendo nosotros? –¿Somos nosotros? –Siga haciéndose preguntas. ¿Está la conciencia ligada a nuestro yo o puede ir más allá? Está claro que puede ir más allá de la muerte. Lo hemos demostrado. –Pero los que vuelven no son ellos... –Siga pensando. –Doctor, no sé si yo quiero ir más allá. –Ese es el problema de muchos humanos y, no crea, también de muchos médicos. –¿Y usted? –A mí, trabajar en este estudio me ha cambiado la vida porque, si no temes la muerte, cambias tu vida. 20 LLUÍS AMIGUET 43210 T enía 42 años y sufrió un infarto en el autobús. Llegó a mi hospital en coma, ya azul, sin pulso ni respiración. Lo intubamos. La enfermera tuvo que quitarle la prótesis dental para conectarle el tubo... –¿Y murió? –Clínicamente estaba muerto. Pero al cabo de hora y media su corazón volvió a latir débilmente. Después de una semana abrió los ojos y la primera persona que vio fue aquella enfermera que le había intubado cuando él estaba en coma... –¿Y...? –Fue la enfermera la que casi sufre un ataque entonces, porque el paciente que ella había visto muerto la saludó y le dio las gracias por haberle intubado con mimo. Y le preguntó dónde había puesto su prótesis dental... –No es la primera vez que se explican estas experiencias: túneles, luces, cosas así... –Es la primera vez que la prestigiosa “The Lancet” publica un estudio como el mío, que desafía nuestro concepto de conciencia. –Cuénteme. –Es el primer estudio prospectivo, no retrospectivo; es decir, no explicamos experiencias después de la muerte (EDM), ya suficientemente documentadas, sino que apuntamos las causas que las producen. –Pues explique, explique. –Estudiamos 344 casos de pacientes que habían sufrido un ataque cardiaco y estaban clínicamente muertos. Sólo 62 de ellos (el 18 por ciento) había experimentado una EDM. –No son muchos. –Precisamente por eso, no aceptamos la explicación meramente fisiológica de esas EDM. Como sabe, hay tres explicaciones médicas hoy aceptadas para justificar las EDM. –No lo sabía, pero me estoy enterando. –Pues sí. La primera es fisiológica: la anoxia (falta de oxígeno) en el cerebro daría lugar a alucinaciones, luces blancas y demás.