estudio sobre nuestra señora de las viñas

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Jorge Justel Martín
ESTUDIO SOBRE NUESTRA SEÑORA DE LAS VIÑAS:
Este estudio pretende analizar la historia y el estado de la ermita de Santa María, que se encuentra en la
localidad de Quintanilla de las Viñas. Su redescubrimiento tardío y su propia composición, en la que
destaca la epigrafía, hacen de esta humilde ermita, todo un misterio para los estudiosos. Analizaremos
sus características, cómo el paso del tiempo ha afectado a su conformación, y las problemáticas que
derivan de sus elementos compositivos.
Breve historia arqueológica de la Comarca de Lara:
La ermita de Santa María se encuentra en la localidad de Quitanilla de las Viñas, que
forma parte de la comarca de Lara. La tierra de Lara se caracteriza por haber sido una
de las comarcas burgalesas con más densidad de asentamientos, a lo largo de la
historia, también en época visigoda. Esto se debe a la existencia de una excelente vega
y a la posición estratégica de los terrenos. En la comarca de Lara podemos
encontrarnos con yacimientos que contienen restos prehistóricos (incluso se ha hecho
un reciente descubrimiento, de unas huellas de grandes reptiles, o dinosaurios). Pero
no será hasta la protohistoria cuando los enclaves de asentamientos sean lo
suficientemente estables, como para permitir trazar un modelo arqueológico de
ocupación del territorio.
Aún pesé a nuestro conocimiento, se hace necesario un mayor número de
intervenciones arqueológicas, además de estudios de conjunto que permitan
confirmar muchas de las hipótesis planteadas hasta la fecha. De entre los hallazgos
previos a la época protohistórica es destacable el dolmen de Cubillejo de Lara, el único
localizado en la región.
En la comarca de Lara y en la provincia de Burgos, son frecuentes los latifundios (Villae
Fundi) de época romana. Estos asentamientos romanos darán lugar muchos de los
poblados del norte de Burgos, de época visigoda y carácter rupestre. En la cultura
visigoda e hispanorromana en general, se recibe una herencia de los asentamientos
romanos, por lo que es muy frecuente encontrarse que el asentamiento visigodo
ocupa un emplazamiento empleado antes por la cultura romana.
Localización geográfica de la ermita de Santa María:
Se encuentra a 49 kilómetros de la capital burgalesa, a los pies del Castro de Lara,
junto a un moderno camino que conduce al yacimiento prerromano. Se ha realizado
una intervención restauradora que hace que los restos de la iglesia se levanten sobre
una pradera ajardinada. También está la necrópolis del templo, delimitada por un
pequeño muro que rodea al edificio. El nombre de la zona Quintanilla es muy común
en las tierras castellanas y hace referencia a una casa de labor campestre, cuyos
colonos pagaban de renta la quinta parte de sus frutos.
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Dentro de los límites de la moderna división geográfica, cuando nos referimos a la
provincia de Burgos, el templo de Quintanilla es sin duda el testigo más significativo
del arte desarrollado en tiempos del antiguo reino visigodo de Toledo.
Sí que encontramos en Burgos otras manifestaciones de la época, sobre todo
escultóricas, pero ninguna es tan completa y tan bien conservada como Quintanilla.
La polémica que rodea al edificio no es menor que su importancia ¿Se debe adscribir a
la época visigoda, o a la alta Edad Media?
Características del yacimiento y estado de conservación:
La iglesia de Quintanilla de las Viñas fue erigida como un edificio de naturaleza
monástica. Era de grandes dimensiones, unos 23 metros de longitud y una anchura de
21 metros aproximadamente. Su orientación hacia levante está ligeramente desviada
hacia el sur.
Cuando estaba completo, el edificio se componía de un acceso tripartito a los pies,
seguido de un cuerpo alargado con una nave central y a cada lado una serie de tres
espacios divididos. Es decir, da forma de nuevo, a un espacio tripartito. Tenía un
transepto norte-sur de igual anchura que el espacio basilical, con sendas cámaras
anexas a cada lado del transepto, con un ábside rectangular.
Lo que conservamos en pie son el ámbito del transepto y el ábside, que detallaré a
continuación. Las techumbres del mismo no son las originales, que debían ser bóvedas
pétreas, pero hoy tiene una techumbre moderna a dos aguas, realizada en madera. El
acceso al edificio se realiza desde una puerta situada en el lado oriental del brazo sur
del mismo, que evidentemente no era la principal en origen.
En el lado occidental del transepto nos encontramos con marcas y jambas de cuatro
vanos. Los dos a cada lado daban acceso a las naves laterales y los otros dos centrales,
a la nave principal. Actualmente los cuatro vanos están tapiados con materiales del
propio edificio, debido a que se intentó mantener el culto religioso en su interior. Del
mismo modo también se ha cerrado el acceso desde el transepto a uno de los lados
anexos laterales.
En la vista occidental del edificio nos encontramos dos tramos muy cortos de muro y el
espacio de dos columnas, donde se apoyaba un arco triunfal, pero actualmente sólo
vemos una puerta adintelada y tapiada también, que debió de ser pensada como
acceso al pequeño templo improvisado que conservamos, pero que fue tapada
finalmente.
Sí que conservamos el vano de acceso al ábside, que está intacto, configurado por dos
salientes, dos fustes con bloques de basa y capitel, que sirven de apoyo a un gran arco
de herradura. Además esta zona central del crucero es perfectamente cuadrada y más
ancha que los dos lados laterales que conducen a los anexos, mientras que el cuadrado
descrito por el ábside se presupone que es igual que las desaparecidas naves anexas
del crucero.
Por otro lado, la luz es aportada por cuatro ventanas saeteras ensanchadas hacia
dentro. Dos en los tramos orientales del transepto y otras dos en el ábside en los lados
este y sur.
Pasando a analizar los frisos y relieves, en el testero nos encontramos con tres alturas
de frisos originales. De los dos frisos bajos, el primero representa roleos de zarcillo con
racimos y hojas, el intermedio muestra una soga que ondula creando círculos que en
su interior presentan aves, árboles con racimos y tres monogramas. En el friso superior
nos encontramos otra ondulación de soga, con cuadrúpedos salvajes y mansos. No se
puede afirmar que en origen estuviera todo el edificio rodeado de frisos, pero si es casi
seguro que el testero desplegaría la decoración por todo el espacio disponible. De lo
que conservamos de los frisos, hay parte mutilada, que está en otro emplazamiento.
En el museo de Burgos hay un fragmento del friso y dos sillares alargados la parte
inferior. También hay de una pieza del friso intermedio en el interior de la ermita. El
destino de otra pieza con un ave y una soga, está en la colección particular de Joaquín
Manzanares.
En el interior conservamos, por la parte absidial, el gran arco de herradura que tiene
como altura de clave unos 4,90 metros.
Contiene elementos frecuentes y otros menos acostumbrados, pero debemos
comprender que su configuración responde a una misma construcción y a la
disponibilidad de elementos. Encontramos unas columnas que hacen de sencillos
fustes marmóreos de 2.40 metros de altura, situados sobre bloques basa. Cada fuste
sostiene a su vez una pareja de sillares, que se incrustan a la vez en el muro de su lado.
Estos bloques-capitel están decorados para verse frontalmente desde la nave del
crucero. El de la izquierda posee una imago clipeata de Luna y el de la derecha, la del
sol, además de la inscripción dedicatoria a Flammola. Ambos poseen acompañantes
alados que portan sus clipei. En los cimacios nos encontramos dos figuras una
masculina portando una cruz y una femenina, siendo sostenidos por ángeles igual que
la luna y el sol.
Conservamos también el arco de herradura, que se proyecta poco hacia fuera. Está
compuesto de once piedras, y las dos de arranque tienen forma de plomada. La cara
exterior del arco tiene de nuevo, trabajo en relieve de zarzillo, aves, racimos y hojas. Y
hay un sillar elevado a dos líneas por encima de la clave del arco, con un relieve de un
busto del Salvador.
Se supone que a su lado estarían dos relieves hoy depositados en el suelo del ábside,
que representan los bustos de dos personajes, dos evangelistas (cuyo expolio
trataremos más adelante). La razón de su traslado del emplazamiento original se debe
a que en 1925 se interviene la techumbre por primera vez y deben ser retirados para
colocar la nueva cobertura de madera.
También destaca el tenante del altar, que debía encontrarse en el centro de transepto,
porque además se encuentra decorado por las cuatro caras (hoy en el museo de
Burgos)
Otro aspecto de la construcción que ha sido siempre controvertido y de interés para el
estudio es su excepcional documentación epigráfica, que es relevante para la correcta
datación de la ermita.
Destaca por supuesto la dedicatoria a Flammola en el capitel del Sol, que da lugar a
dispares lecturas, y por otro lado, los monogramas exteriores
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Primeras noticias referentes al edificio:
Los estudiosos deben remontarse al Cartulario de San Pedro de Arlanza, que data de
inicios del siglo X. Es un documento en que constan las donaciones y confirmaciones
realizadas por diferentes personajes de la Castilla condal a este monasterio de Burgos.
Santa María de Quintanilla de las Viñas dependería de este monasterio y en un
documento del cartulario nos queda constancia de que Gundisalvo Telliz, conde de
Lara, patrocina un proyecto de restauración de la misma.
Parece ser que la iglesia se mantuvo en pie hasta el siglo XIV, momento el cual y por
haberse desplomado la iglesia, al abad de Arlanza mando retirar de allí los restos de
varios familiares de los condes de Castilla.
También el reverendo Gregorio de Argáiz en Soledad laureada (1675), nos habla de la
fundación de un cenobio de Santa María de Lara en el año 929.
Otro erudito del siglo XIX, el padre Flórez nos cuenta en su obra España Sagrada, que
era un antiguo convento de monjas, del que sólo quedaba en pie la iglesia, y añade
además, que se encontraron restos de inscripciones romanas en los alrededores.
Será en 1900, cuando Aemilius Hübner, conocido epigrafista alemán haga una buena
transcripción de los elementos y monogramas de la iglesia, y trate de hacer la primera
lectura de todas las que seguirán apareciendo sobre el edificio.
La investigación del Yacimiento:
Como en cualquier yacimiento arqueológico, su descubrimiento e investigación
siguieron un proceso paulatino que eclosiona en su situación actual.
Sabemos que la ermita en los años 20 se encontraba en medio de un bosque, y eran
frecuentes las reuniones y juegos de niños en torno al edificio todavía desconocido
para los estudiosos. Pero en 1925 el ayuntamiento comprará el terreno y talará los
árboles que lo circundaban, dejando al descubierto el edificio y acometiendo las
primeras reformas y arreglos en el edificio para adecuarlo al culto religioso.
Su descubrimiento se produce en 1927 por el clérigo local Bonifacio Zamora y un
coleccionista, José Luis Monteverde. Monteverde iría a la localidad buscando comprar
ciertas antigüedades, y en esa circunstancia se encontraría con los dibujos que hizo el
sacerdote Zamora sobre el edificio. Monteverde, convencido del interés del mismo,
acudió a Luciano Huidobro, archivero del arzobispado y conservador de la Comisión
provincial de monumentos de Burgos que posteriormente realizará varios artículos
sobre el edificio (en el Boletín de la Comisión provincial de monumentos de Burgos.
Aun así la investigación de Huidobro ya ha sido superada y carece de un interés
científico, ya que es confusa y lleva a error a los posteriores estudiosos.)
En un primer momento solamente se datará tu existencia, estudiando exclusivamente
ciertos elementos del edificio, los más llamativos, como puede ser la epigrafía que
contiene.
Serán el propio Huidobro y Ricardo de Orueta, estudiosos ligados a la provincia de
Burgos, los que estudiaron el edificio y dieron a conocer su importancia y calidad.
Huidobro sostendrá que es un edificio visigodo, levantado sobre un antiguo templo
pagano. Sostendrá además que el edificio se destruye en época de invasión
musulmana, siendo reconstruida a finales del siglo XI, durante el reinado de Alfonso VI,
época a la que pertenecen los relieves. La restauración es adjudicada a Flámula(O
Flammola), hermana de la condesa doña Munia y mujer del conde Gonzalo Télliz.
Huidobro se basó en fuentes gráficas aún un tanto problemáticas, en un Becerro de
Santa María, en paradero desconocido, probablemente en manos de un particular, por
lo que su investigación es de escasa utilidad actualmente.
En el caso de Orueta su estudio es el primero en el que se valora correctamente la
cronología visigótica del edificio, y presentará su teoría en 1928 en Archivo español de
Arte y Arqueología.
Tanto la postura que inició Huidobro, como la de Orueta, son corrientes
historiográficas que giran en torno a la datación del edificio y cuya discusión perdura
hasta la actualidad.
En los años cuarenta, cuando el edificio ya ha captado la atención de los arqueólogos e
historiadores, nos encontraremos con estudios más modernos, con planteamientos
más complejos, como pueden ser los de Camps Cazorla y Torres Balbás, que
defenderán su naturaleza visigótica, cuando surja la problemática sobre su adscripción
cronológica-cultural.
Hasta la década de los ochenta se acepta su naturaleza visigoda y aparecerá en todos
los estudios y manuales de una forma un tanto sintética, aunque continuarán
realizándose algunas campañas de excavación y publicación de investigaciones.
Será desde la década de los ochenta hasta la actualidad cuando se retoman los
estudios y nos encontramos con una de las etapas más fecundas de investigación
sobre la ermita de Santa María.
En estas últimas décadas aparecen estudios monográficos sobre el edificio, el primero
de ellos es realizado por Salvador Andrés Ordax y José Ángel Abásolo. Aparecen
también trabajos centrados en aspectos concretos del edificio como su arquitectura o
escultura.
La Actuación de la Junta de Castilla y León:
El edificio de la Ermita de Nuestra Señora de las Viñas depende directamente de la
Junta de Patrimonio de Castilla y León. Su descubrimiento por parte de Huidobro y la
adjudicación al patrimonio castellano se recoge, en el Boletín Oficial del Estado1.
Los criterios con los que actúa la Junta de Castilla y León en la intervención sobre los
bienes culturales, se establecen según la legislación nacional y autonómica sobre
patrimonio cultural, es decir según las convenciones, cartas y recomendaciones
internacionales. Estas competencias se asumen en materia de patrimonio por la
Comunidad Autónoma en el año 1983.
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La Ley de Patrimonio Cultural de Castilla y León tiene como objetivos básicos proteger
y conservar el patrimonio cultural de la comunidad. Mediante planes y proyectos
previamente establecidos, promueve su investigación, difusión, y asegura su
mantenimiento y su desarrollo sostenible.
Actualmente la Junta emplea el Plan PAHOS 2004-2012 del Patrimonio Histórico de
Castilla y León, aprobado el 31 de Marzo de 2005.
Me gustaría ejemplificar una de las posibilidades que ofrece el patrimonio artístico,
para las juntas patrimoniales: Los proyectos de difusión turística, orientados a facilitar
la autofinanciación de los monumentos y bienes culturales, dándoles salida económica,
y que al mismo tiempo ponen en conocimiento el propio patrimonio.
El diario El correo de Burgos nos detalla uno de sus proyectos más recientes.
El delegado territorial del la Junta, realizó el 15 de Abril del presente año, una visita a
las tierras de Lara para conocer de primera mano el proyecto etnoturístico en el que
trabaja la asociación Tierras de Lara. Se trata de un proyecto que busca revitalizar la
comarca de Lara, fomentando actividades culturales y visitas guiadas por la región.
El epicentro de esta propuesta sería el monasterio de San Pedro de Arlanza, que
actuaría como punto de reunión turístico. Este proyecto afecta al monumento que nos
ocupa, puesto que se preparan visitas preparadas a la ermita de Santa María en
Quintanilla de las Viñas y a otros cien enclaves artísticos.
Los bienes de interés cultural abren un mundo de posibilidades, que las instituciones
responsables deben estudiar y poner en funcionamiento.
El Expolio y el desgaste natural: Los peores enemigos del patrimonio Burgalés.
La UNESCO en 1972 detalla la definición de bien del patrimonio cultural.
Son bienes culturales los elementos del patrimonio arqueológico que indiquen huellas
de existencia de la humanidad en el pasado. Cuya salvaguarda y estudio permitan
volver a trazar el desarrollo de la historia de la humanidad y su relación con el entorno.
Cuya fuente de información sean las excavaciones y descubrimientos.
Como edificio que forma parte del patrimonio arqueológico español, el edificio de
Santa María de Quintanilla de las Viñas debe ser salvaguardado y evitar su deterioro.
La iglesia se encuentra especialmente afectada por un lado, por la erosión natural.
Efectivamente Quintanilla sufre un fuerte desgaste, a causa de la erosión natural.
Peligra especialmente el friso de la cabecera, trabajado con motivos florales y uvas
pétreas, pero no se ha tomado ninguna medida al respecto.
Por otro lado conocemos que ha existido un caso de expolio en el edificio, que no es el
primero que se produce en la provincia de Burgos.
La noche del martes 20 de Julio de 2004 se sustrajeron dos sillares blancos del siglo VII,
con trabajo labrado de las imágenes de sendos apóstoles o evangelistas. Teniendo en
cuenta que se tratan de dos piezas de 130 kilos de peso cada una, y que el robo se
produjo forzando la cerradura de la puerta de la iglesia, sin causar más daños, se
plantea que fueran ladrones profesionales.
Tras conocerse el expolio, se informa a la Subdelegación de Gobierno y a la Dirección
general de Patrimonio de la Junta de Castilla y León. También se pone una denuncia a
la Guardia Civil, que se encargará de realizar una investigación.
La lucha contra el expolio, es una de las acciones controladoras a las que se enfrentan
las administraciones culturales. Es complejo planificar las acciones de gestión e
intervención en estos casos.
En el artículo 4 de la Ley de Patrimonio Histórico Español, se define al expolio como
toda acción y omisión que ponga en peligro de pérdida o destrucción alguna parte del
patrimonio histórico. En caso de que no se evite debidamente estas acciones, la AGE
puede intervenir llamando la atención a la comunidad autónoma correspondiente.
Además, se definen dos tipos diferentes de expolio:
Por un lado existe el cometido por acción, es decir un grupo o persona que realiza de
forma directa un daño a un bien. Como por ejemplo, excavar sin autorización, derribar
una muralla o robar un cuadro.
También existe el expolio cometido por omisión, es decir cuando una persona u
organismo responsable de la conservación y difusión de un bien cultural no cumple
con su responsabilidad. Tanto las entidades responsables como los ayuntamientos
administradores son los encargados de evitar estos sucesos.
El expolio más perseguido es el primero, para el segundo sólo queda la acción pública,
es decir la posibilidad que se ofrece a cualquier persona que observe peligro de
destrucción o deterioro de un bien del Patrimonio Histórico. Deberá en el menor tiempo
posible ponerlo en conocimiento de la administración, teniendo cuidado eso sí de
avisar a una administración que no sea la misma que permite ese expolio por omisión.
Ya sabemos que no se puede exportar un Bien de Interés Cultural, ni llevarlo fuera de
España, quien lo aperciba, deberá denunciarlo, si la administración lo recupera y multa
al individuo infractor, la multa es del máximo permitido.
Otro caso es el de individuos que buscan yacimientos con detectores de metales, a
pesar de que las leyes afirman que no se pueden hacer prospecciones arqueológicas
sin autorización. Si se detecta y multa al individuo, el valor del castigo es de grado
medio.
En estos casos además de la ayuda ciudadana y de los propios empleados de las
administraciones, los órganos policiales, la policía y la guardia civil trabajan juntas,
manteniendo un intercambio de información y apoyo mutuo. Además tienen bases de
Señalamientos nacionales, por eso cuando se produce un robo de un bien cultural se
debe seguir esta praxis:
1. Denuncia del delito.
2. Inspección ocular de la UOPJ
3. Mensaje del grupo administrador del patrimonio, de la Unidad Central
Operativa
4. Nota informativa a la jefatura de servicios y delincuencia, con fotografías.
5. Difusión de las fotografías a otros cuerpos policiales, interpol, asociaciones
anticuarias y revista especializadas.
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Las medidas adoptadas para evitar el Expolio:
En la delegación diocesana de Patrimonio de Burgos registran las obras desaparecidas.
Obtienen información de todo tipo de obras de arte, desde esculturas, hasta pinturas,
cálices y otras obras mobiliarias, que han podido ser sustraídas en los últimos
cincuenta años de entre el patrimonio Burgalés. En concreto de esta provincia se
conocen más de cien casos de piezas de arte sacro, que han sido perdidas.
Pero desde el año 2005, tras varios robos como el que se produjo en la propia Ermita
de Quintanilla de las Viñas, se ha incrementado la seguridad en los templos Burgaleses.
Prácticamente la mitad de los 1600 templos de la provincia cuentan con alarmas de
seguridad, para ahuyentar a los expoliadores. Desde la subdelegación del Gobierno en
Burgos afirman que la presencia policial y las alarmas contribuyen sin duda a proteger
las iglesias, aunque siguen produciéndose asaltos en oleadas concretas, a petición de
compradores, sin intermediario.
Los principales destinos de las obras expoliadas en Burgos son Madrid, Cataluña y El
País Vasco y las de valor excepcional, suelen ir al extranjero, a Estados Unidos.
Otra acción que facilita proteger los bienes patrimoniales es el Inventario de Bienes
Muebles. Cuando un bien se cataloga, aumenta la dificultad para que sea vendido en el
mercado negro, lo que disuade a los expoliadores.
REFERENCIAS:
1
GACETA DE MADRID (20-nov-1929) núm. 333 pág. 1302
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