Ermita de Nuestra Señora de las Viñas Quintanilla de las Viñas (Burgos), diciembre de 2015 Situada en el alfoz de Lara (conjunto de comunidades ubicadas en valles de las sierras de Burgos, en la cuenca alta del río Arlanza), que como división jurisdiccional se remonta al año 912, en la comarca de La Demanda. Esta ermita se utilizó como corral hasta 1929, año en que fue declarada “Monumento Nacional” y restaurada. Su construcción, según algunos historiadores, se llevó a cabo a finales del siglo VII o comienzos del VIII. En un documento del Cartulario de San Pedro de Arlanza, datado en el año 879, se puede leer que Gundisalvo Telliz, conde de Lara, encargó la restauración de esta iglesia. Actualmente, sólo se contempla una parte del templo primitivo compuesta por la capilla mayor formando un ábside rectangular y el transepto (la nave transversal de una iglesia que separa la capilla mayor de la nave principal y da al edificio la forma de una cruz). Está construida con grandes sillares de caliza gris, con franjas de decoración esculpida en piedra calcárea más clara, colocados a hueso, sin ningún tipo de argamasa. La decoración está realizada con la técnica visigoda de talla a bisel, que consiste en vaciar la superficie mediante planos inclinados que dejan aristas vivas en las líneas fundamentales del dibujo, de forma muy similar a la talla de madera. En términos generales, en los relieves visigodos conviven dos fuentes de inspiración: la que se puede llamar abstracta y geométrica, que participa de formas al uso del arte europeo del momento; y la que denominan naturalista y figurativa, que se fija en los modelos elaborados en ambientes bizantinos. Aparecen dos franjas decorativas con racimos y hojas en círculos enlazados, la inferior, mientras que en la superior aparecen esos círculos enlazados con aves y dibujos vegetales. Posee un ábside de planta rectangular. Al igual, que se aprecian las dos cámaras que continúan el transepto y es lo único que se conserva. Se cree que las naves se desplomaron en el siglo XVI. Pérez de Urbel interpreta el monograma del ábside como “Adefonsus Legione. Fredenandus Castella”, haciendo referencia a la fecha de construcción en el intervalo de años en que Alfonso IV y Fernán González coincidieron como rey de Leon y conde de Castilla. Por el contrario, M. A. de Sepúlveda interpreta estos anagramas como firmas de tallistas o de constructores, tal como sucedía en la Córdoba del siglo X. R. de Orueta es un ardiente defensor del estilo visigótico de Quintanilla. Interpreta los monogramas como cosa insólita, y comenta que podría ser una influencia de los nombres de ciudades que aparecían en las monedas de época visigoda. Según algunos historiadores, estas representaciones son típicamente bizantinas u orientales, mientras que otros establecen que coinciden con las figuras realizadas en los primeros Beatos. El esquema de círculos enlazados, probablemente tiene su origen en los tejidos bizantinos “pallia rotata”, ruedas con parejas de animales enfrentados. Respecto a estos motivos vegetales, se considera que representan hojas de vides que representan el carácter simbólico cristiano. Sin duda, esta construcción despierta en el espectador admiración, y el lugar en el que se encuentra situado, sosiego, algo que en nuestros días necesitamos cada vez más.