escoged la buena parte

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Conferencia General Abril 1984
ESCOGED LA BUENA PARTE
Elder Marvin J. Ashton
del Quórum de los Doce Apóstoles
"Cuanto más participo en la Iglesia y en las comunidades de todo el mundo,
tanto mayor se tornan mi respeto y mi aprecio por las mujeres buenas."
Hace unas semanas, al encontrarme en Idaho para reorganizar una presidencia de
estaca, no sólo conocí a excelentes líderes del sacerdocio y aparté a tres de ellos
como integrantes de una nueva presidencia de estaca, sino que también conocí a una
dama muy especial, a quien no olvidaré. Los miembros de la nueva presidencia, uno
de los cuales había estado sirviendo en calidad de obispo, me preguntaron si podía
entrevistar a un candidato a obispo para que, de ser aprobado, pudiera ser ordenado
el domingo siguiente al de la conferencia. Se concertó una cita, y me reuní en privado
con un distinguido y agradable matrimonio. Tras saludarnos y presentarnos, me dirigí
a ella y` le dije:
"Hábleme de su esposo". Vaciló un momento, pero al fin dijo: "Élder Ashton, en
realidad no le conozco muy bien". Ante tan insólita respuesta, prestamente le dije:
"¿Podría decirme por qué?". Aclaró: "Nos casamos hace sólo tres semanas".
La joven pareja, ambos de treinta y tantos años de edad, él abogado, y ella
maestra de escuela, estaban todavía en su luna de miel, y su mutuo amor nuevo y
profundo era muy, evidente. Cuando mencioné que quería hablarles a los dos con
respecto a que a él se le llamara como obispo, ella dijo: "El otro día tuve un sueño
que me indicaba que Randy sería obispo. Sólo esperaba que no fuese tan pronto". Y
añadió "Si bien estamos recién casados [y dicho sea de paso que me explicaron que la
razón por la que habían esperado hasta pasar los treinta años para casarse había sido
porque habían tardado tanto en encontrarse], si se siente inspirado a llamar a Randy
de obispo, será un buen obispo, y yo le ayudaré". ¡Qué bella actitud! ¡Qué apoyo! Su
dedicación a su marido, a la Iglesia y a sí misma databan de mucho antes de ese
momento, pues había resuelto "escoger la buena parte", trayendo a mi mente las
elocuentes palabras referentes a María en Lucas 10:42.
. . . sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le
será quitada".
Cuanto más participo en la Iglesia y en las comunidades de todo el mundo, tanto
mayor se tornan mi respeto y mi aprecio por las mujeres buenas. Hoy quisiera
tributar honores y dar aliento a estas damas especiales. Mi definición personal de
una mujer buena es cualquier mujer que avanza por la vía correcta. Humildemente
agradezco a Dios sin cesar por el valor, la fortaleza y la dedicación de ellas. Gracias a
vosotras, nobles hermanas, cada cual en circunstancias diferentes de la vida, a
vuestro ejemplo, aliento, conducta e integridad, la obra de Dios sigue adelante con
mayor resolución.
Me gustaría referiros algunas experiencias, cartas y observaciones recientes
concernientes a las hermanas de la Iglesia que se hallan solas. La mayoría de ellas
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progresan en las circunstancias en que se encuentran; no obstante, necesitan
nuestro afecto, aliento y respeto. Ellas, lo mismo que todos los demás, no tienen que
desanimarse por su actual estado civil. El progreso eterno es una parte fundamental
del evangelio de Jesucristo. La felicidad, el entusiasmo y la alegría en el diario vivir
son indispensables si deseamos avanzar y escoger la buena parte.
En tanto que los principios del evangelio de Jesucristo no cambian nunca, el
ambiente, las circunstancias, las instituciones y las pautas culturales sí cambian, y
nuestra tarea es la de seguir adelante en nuestra situación presente con dedicación y
entusiasmo. Debemos hacer lo que esté de nuestra parte y progresar y disfrutar de la
vida mientras estemos en el proceso mismo de encarar las circunstancias que nos
rodean.
La madre de un misionero filipino escribió hace poco al presidente de misión de
su hijo: "Muchas gracias por el apoyo espiritual y los consejos que usted da a mi hijo .
. . El ser madre sola durante casi ocho años me hubiera resultado muy difícil de no
haber sido por la veracidad del evangelio. Sé que Dios vive y que me ama, que oye y
contesta mis fervientes oraciones. Todavía tengo a mi cuidado siete hijos, incluyendo
a nuestro misionero. El Señor me ha bendecido con un talento del que me he valido
por años para mantener a mi familia. Me gano la vida trabajando de modista. Estoy
profundamente agradecida a mi familia de la Iglesia, a todos los miembros, que me
han inspirado y ayudado a aceptar con alegría y confianza el ser una madre sola".
He allí a una hermana que ha aprendido que Dios está muy complacido con
cualquier familia que lo incluye a El y observa sus enseñanzas.
¡Qué gran poder hay en las mujeres buenas que escogen la buena parte! Aun
cuando Dios siempre estará a nuestro lado si tan sólo lo invitamos, El nunca les
quitará a sus hijos el grandioso don del libre albedrío: la facultad de escoger. Las
madres jóvenes (estén solas o no) deben aprender a emplear este don con
prudencia. Hay ocasiones en que más de una vía se abre ante nosotros, correctas
todas ellas; entonces es cuando se deben tomar las decisiones con prudencia,
teniendo en cuenta la etapa de la vida y la realidad que le acompaña.
Hay madres que tienen la capacidad y las energías para confeccionar la ropa de
sus hijos, hornear, dar clases de piano, ir a la Sociedad de Socorro, enseñar en la
Escuela Dominical, concurrir a las reuniones de padres y maestros, etc. Otras madres
ven a esas mujeres como modelos; se sienten incapaces y deprimidas y se consideran
a sí mismas como un fracaso.
No debemos dejarnos atrapar por esos dañinos sentimientos de inferioridad, que
son una de las armas de Satanás.
Muchas hermanas se exigen ser "supermadres" o "supermujeres", y se presionan
demasiado a sí mismas.
Hermanas, no os permitáis sentiros insuficientes ni frustradas porque no podáis
realizar todo lo que otras parezcan realizar; más bien, cada una debe examinar su
propia situación, medir sus propias energías y descubrir sus propios talentos, y
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entonces escoger la mejor forma de organizar su familia en un equipo cuyos
miembros trabajen, juntos y se apoyen mutuamente. Sólo vosotras y el Padre
Celestial conocéis vuestras necesidades, vuestros puntos fuertes y vuestros anhelos.
Tened en cuenta ese conocimiento para trazar vuestros planes personales y tomar
vuestras resoluciones.
Os contaré otro ejemplo de una valiente madre sola que ha escogido la buena
parte y encara eficazmente su situación. 'Tiene algo más de treinta años y ha sufrido
muchas aflicciones en su vida. Poco después de unirse a su esposo en el templo, él se
volvió inactivo. Este hombre escogió pasar la mayor parte de su tiempo con sus
amigos, sin ningún interés de su parte por el bienestar de su familia ni deseo alguno
de establecer una relación feliz con su esposa. Abandonó las actividades de la Iglesia
y no tardó en caer en el camino de la transgresión.
Por necesidad, esta admirable mujer provee económicamente para ella y sus
hijos. Su meta principal es la de crear un ambiente hogareño feliz en el cual sus hijos
se sientan emocional, económica y espiritualmente seguros, ya que por diez años su
hogar estuvo privado de esos ingredientes de la felicidad.
Aun cuando no descarta la probabilidad de casarse otra vez en algún día futuro,
de momento se ocupa de las necesidades de sus hijos, esforzándose por establecer
una firme unidad familiar centrada en la Iglesia y el evangelio.
Como madre sola, ha escogido la buena parte.
En los momentos de pesar y desaliento puede ser consolador para ella, y para
todos nosotros, recordar que nadie puede hacernos nada permanentemente que
dure por la eternidad. Únicamente nosotros mismos podemos alterar nuestro
progreso eterno.
Algunas de nuestras hermanas que nunca se han casado se sienten tentadas a
darse por vencidas, a abandonar todo esfuerzo, a pensar en lo que no tienen en la
vida en vez de pensar en lo que tienen. Es importante que no se den por vencidas,
que nunca dejen de vivir. Como la hermana Carol Clark lo ha expresado tan
bellamente: "El secreto no yace en el aguardar con paciencia sino en el vivir
satisfactoria, plena y alegremente. La meta no es la de esperar a que llegue la
persona correcta sino el ser la persona correcta". (A Singular Life: Perspectives for the
Single Woman, Salt Lake City: Deseret Book Co., 1974, pág. 9.)
Quisiera recalcar la palabra VIVIR: Vivid satisfactoria, plena y alegremente. Sentid
entusiasmo por vuestras oportunidades de progresar y desarrollar vuestro propio
potencial, sentid entusiasmo por la vida y las ocasiones y los privilegios que el Señor
os ha dado.
Determinad la clase de persona que deseáis ser pese a las circunstancias
externas. La primera prueba de la vida es la de aprender, aceptar y comprender
quiénes somos. Si esto se busca con esmero en las Escrituras y en las enseñanzas de
la Iglesia, se hará patente la importancia de cada alma. El tener una buena imagen de
uno mismo constituye uno de los pasos más importantes e indispensables para
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encarar la vida. Muy a menudo creemos acerca de nosotros mismos sólo lo que los
demás han expresado. No hay mujer alguna, ni dentro ni fuera de la Iglesia, que no
sea una amada hija de Dios . . . ¡ninguna!
En Salmos 8:4-5 leemos:
"¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para
que lo visites? Le has hecho poco menor que los ángeles, y lo coronaste de gloria y de
honra".
Pero Satanás está siempre presente procurando destruir nuestra gloria y
quitarnos la corona. Una de sus armas más poderosas es el desaliento. Hermanas que
estáis solas, no dejéis que con vuestro desaliento Satanás se regocije.
A veces, las mujeres solas se inclinan a envolverse en sí mismas en lugar de
buscar una manera de cambiar su futuro. Pensad en el éxito de vuestras empresas,
sabed que podéis alcanzarlo, creed que podéis lograrlo; haced sentir vuestra
presencia en las organizaciones auxiliares de la Iglesia.
Las mujeres pensadoras y de acción de la actualidad están haciendo historia en
una de las épocas más notables de la humanidad. Sus aportes personales no sólo
cambian el mundo de hoy, sino que sus buenas obras ejercerán una influencia
poderosa en el futuro. Al ampliar su esfera de actividades, también se ampliará su
número de amigos y conocidos, y entonces la influencia de las mujeres buenas
producirá un impacto todavía mayor en aquellos con quienes se relacionen.
Debernos recordar constantemente que no es nuestra situación ni los problemas
lo que nos hace desdichados, sino el hecho de no resolverlos en la debida forma.
Alguien ha dicho:
"La felicidad es como una mariposa.
Mientras más la persigamos, mas nos eludirá. Pero si fijamos la atención en otras
cosas, viene a posársenos suavemente en el hombro". (Nathaniel Hawthorne,
Reader's Digest, abril de 1982, pág. 148.)
En la Iglesia, nuestros líderes procuran, dedicando a ello mucha meditación y
oración, trazar pautas que sirvan para obtener soluciones. Con respecto a una carta
reciente en la cual la Primera Presidencia daba pautas referentes a los miembros de
los barrios de solteros, quisiera destacar que se ha dispuesto que no se haga ningún
cambio drástico en los programas existentes sin tener en cuenta el impacto que
producirá en la vida de aquellos que actualmente acuden a estos barrios. Las
presidencias de estaca están ahora autorizadas para hacer excepciones a la norma
general tras consultar al obispo que corresponda y llegar a un acuerdo con él.
No se debe pedir a nadie que se marche. Si bien existen ventajas definitivas,
considerando todos los aspectos en que una persona soltera mayor sea activa en su
propio barrio, no se debe desplazar a nadie ni hacer sentir a nadie que no sea
deseado por el solo hecho de no habérsele presentado la oportunidad de casarse. En
las pautas de la norma se prescriben ciertas restricciones de edad por buenas
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razones, pero nadie debe sentirse desplazado ni dado de baja, repito, por causa de
cambios drásticos.
Los programas se trazan y se implantan con amor e interés por cada persona de la
Iglesia con el objeto de ofrecer oportunidades de progreso, desarrollo y felicidad a
todos los miembros. Con cada año que pasa, el mérito de nuestras hermanas que no
tienen compañero se vuelve más evidente. Surgen constantemente de este grupo de
hermanas grandes líderes, buenas maestras y abnegadas madres, quienes viven y
sirven con valentía e ingenio y, por su perseverancia, alcanzan el éxito.
Para que estéis al mando de vuestra vida y salgáis adelante en cualquier
circunstancia, tengáis o no felicidad en vuestro matrimonio, seáis madres solas,
viudas o esposas de un miembro inactivo, os recomiendo que os acerquéis a vuestro
Padre Celestial para conocerlo y amarlo; y recordad siempre que El os ama y os dará
su guía y su apoyo si tan sólo le dáis ocasión de hacerlo. Incluidlo al tomar vuestras
resoluciones. Incluidlo al determinar vuestro mérito personal.
"Porque he aquí, esta vida es cuando el hombre debe prepararse para
comparecer ante Dios; sí, el día de esta vida es el día en que el hombre debe ejecutar
su obra" (Alma 34:32).
Fijad vuestras metas: sin metas no podréis medir vuestro progreso. Pero no os
sintáis defraudadas si no hay victorias evidentes. Recordad que el esfuerzo puede ser
más importante que el éxito. Si os esforzáis por lograr lo excelente, si hacéis todo lo
que podéis día a día —empleando del modo más prudente vuestro tiempo y vuestras
energías— por alcanzar metas realistas, alcanzaréis el éxito.
Conversad a diario con vuestro Padre Celestial, que os conoce más que nadie; El
conoce vuestros talentos, vuestros puntos fuertes y vuestros puntos débiles.
Vosotras estáis aquí en la tierra en esta época para adquirir cualidades y
perfeccionarlas. Os prometo que El os ayudará. El conoce vuestras necesidades y está
al tanto de vuestras peticiones aún no concretadas.
Dios os bendiga, valientes hermanas de la Iglesia. Vosotras sois selectas ante El y
ante nosotros. Rogamos que con la ayuda de Dios, y vuestro esfuerzo personal, seáis
felices. En verdad, si escogemos la buena parte, no importa en qué circunstancias,
viviremos la vida en su plenitud.
Que Dios nos ayude a lograrlo, ruego en el nombre de Jesucristo, nuestro
Redentor y Amigo. Amén.
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