Derecho Común y espacio común latinoamericanos

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Derecho común y espacio común latinoamericanos1
Edgar Corzo Sosa2
Sumario: I. Introducción. II. Alcance de la expresión Derecho Común Latinoamericano
(rasgo conceptual) III. Existencia de un Derecho Común latinoamericano (rasgo de
comprensión) IV. Construcción de un Espacio Común Latinoamericano (potencialidades). V.
Conclusión (desafíos).
I. Introducción
El presente documento constituye una primera aproximación al análisis de ciertos
aspectos indispensables para el mejor entendimiento del proyecto macro que se
encuentran realizando el Instituto Max Planck de Derecho Público Comparado y
Derecho Internacional y el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM al que me
honro en pertenecer. El objetivo de este proyecto consiste en el estudio del “derecho
constitucional común latinoamericano” y se encuentra en una primera fase que
podríamos denominar de aproximación.
La exposición de los contenidos que a continuación realizamos están encaminadas a
procurar un mejor entendimiento del marco de actuación de la investigación en la que
nos encontramos. Quiero advertir que originalmente nuestro análisis estaba dirigido a
exponer lo que denominé las influencias del derecho público europeo en la
construcción del derecho constitucional común latinoamericano, posición que me
La primera aproximación a este tema tuvo lugar en un Seminario interno en el que participé, realizado en el Instituto de
Investigaciones Jurídicas de la UNAM en unión con el Instituto Max Planck de Derecho Público Comparado y Derecho
Internacional de Heidelberg, el 20 de septiembre del 2012. En esa ocasión planteé mi extrañeza en cuanto al nombre y alcance del
proyecto al que fui invitado. Si era el derecho constitucional común, surgía la duda de si la referencia a la Constitución era
limitativa o si, por el contrario, podrían incluirse los instrumentos internacionales, las leyes y los reglamentos que son
complementarios de aquélla. Igualmente manifesté mi duda sobre si era mejor que el proyecto abarcara el derecho público
común, tomando como punto de partida que la región latinoamericana era tributaria del derecho público europeo. A mi entender
originalmente algunas aportaciones jurídicas e institucionales de países europeos en lo individual se hicieron comunes en la
región latinoamericana, aunque tiempo después esta tendencia evolucionó y tomó un camino diferente al de la región europea en
donde existe un derecho público común. Continué estas reflexiones en la estancia que realicé en el Instituto Max Planck de
Heidelberg en el mes de junio del 2013. Ahora plasmo las conclusiones de aquellas reflexiones y de otras más que han surgido.
2 Investigador en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM y director de Cuestiones Constitucionales Revista Mexicana
de Derecho Constitucional.
1
1
pareció evidente desde el momento mismo en que conocí el tema de investigación
trasatlántica en el que se encuentran inmersos los dos institutos de investigación
mencionados. Sin embargo, conforme me fui adentrando en el tema me pude percatar
que no era una cuestión que quedara limitada incluso al derecho público sino que
sucedía lo mismo con el derecho privado, sobre todo porque al momento de surgir la
región latinoamericana a inicios del siglo XIX era natural que el derecho a construir y
aplicar estuviera influenciado por el que ya estaba desarrollado en las naciones
europeas que ejercieron dominio sobre la región.
El análisis tuvo un vuelco todavía mayor. En cierto momento advertimos que la
cuestión principal de nuestras reflexiones no podía quedar limitada a describir las
influencias europeas en la construcción del derecho común latinoamericano, porque
éste, a nuestro entender, existe desde el momento mismo en que fue creada la región
latinoamericana. El problema, mucho más interesante, consistía en determinar si los
ámbitos nacionales habían dado paso a la construcción de un espacio común
latinoamericano, toda vez que en éste tiene cabida la evolución en común de la región
latinoamericana. En consecuencia, el paso de un derecho común nacional a un espacio
común latinoamericano es el tema principal de este documento.
En tal sentido, queremos dejar claro que si bien el contenido que exponemos surgió de
la preocupación por marcar la influencia del derecho público europeo en la
construcción del derecho común latinoamericano, ahora queda centrado en una
aproximación metodológica, la de conceptualizar el derecho común latinoamericano y
diferenciarlo del espacio común latinoamericano, pues a nuestro entender el
resultado de la ubicación correcta de ambos términos puede ser un análisis
conceptual con grandes potencialidades a desarrollar.
Hemos pretendido encuadrar nuestra exposición tratando de identificar contenidos
expositivos con base en tres elementos clave que nos fueron sugeridos al comienzo de
los trabajos de este proyecto: rasgos, potencialidades y desafíos. Por tanto,
empezamos nuestro análisis con base en lo que denominamos “alcance” de la
2
expresión “derecho común latinoamericano” (II), no sólo para dar cuenta de su
concepción sino también para diferenciarla de otras expresiones que pueden distraer
la comprensión correcta del proyecto de investigación en el que nos encontramos
insertos. En el apartado siguiente (III) partimos de la afirmación que ya existe un
derecho común latinoamericano, sólo que no lo hemos terminado de identificar,
advirtiendo en todo momento que ese derecho común es diferente al espacio común
latinoamericano.
En otro apartado (IV) procuramos analizar lo que implica construir un espacio común
latinoamericano, pues en la medida que lo hagamos podremos indicar las
potencialidades del concepto y, sobre todo, de la evolución de nuestro entorno
latinoamericano. En el último apartado (V) tratamos de advertir lo que consideramos
desafíos para la construcción de un espacio común latinoamericano a partir del
derecho común latinoamericano.
II. Alcance de la expresión Derecho Común Latinoamericano (aspecto conceptual)
Son tres los conceptos relacionados entre sí y a los cuales queremos hacer referencia
para distinguirlos y pronunciarnos a favor del que consideramos más conveniente3. La
expresión ”derecho constitucional común latinoamericano” es uno de ellos y ha sido
utilizada para guiar, en una primera etapa, la investigación en la que nos encontramos
inmersos.
También
encontramos
la
expresión
“derecho
público
común
latinoamericano”, la cual advertimos no ha sido especialmente utilizada en los
estudios que hasta ahora se han realizado en esta región, manteniéndose todavía
como una fuerte referencia proveniente del ámbito europeo. Por último, la expresión
“derecho común latinoamericano” ha sido utilizada en nuestro entorno regional y a
nosotros nos parece lo suficientemente amplia para a través de ella entrar al análisis
de lo que actualmente sucede en nuestra región. Veamos esto con más detalle.
Pretendemos seguir la enseñanza de la frase de la doctrina tradicional alemana indicada por el profesor Armin von Bogdandy:
“los conceptos son el instrumento cognitivo más importante de las ciencias jurídicas”, véase Bogdandy, Armin von, Hacia un
nuevo derecho público. Estudios de derecho público comparado, supranacional e internacional, México, UNAM-IIJ, 2011, p. 283.
3
3
La expresión “derecho constitucional común latinoamericano” fue utilizada para
referir inicialmente el proyecto de investigación en el que participamos, como queda
evidenciado en la obra que lleva por título “La Justicia Constitucional y su
internacionalización ¿Hacia un Ius Constitutionale Commune en América Latina?”4,
toda vez que constituye un paso previo al momento en el que nos encontramos. Esta
misma expresión fue reiterada posteriormente en una contribución del profesor de
Heidelberg
Armin
von
Bogdandy
titulada
“Ius
Constitutionale
Commune
Latinoamericanum. Una aclaración conceptual desde una perspectiva europea”,5 en la
cual el autor expone su contenido con base en las aportaciones de distinguidos
juristas mexicanos, en especial de Jorge Carpizo quien hizo referencia al derecho
constitucional
comparado
latinoamericano
y
al
derecho
constitucional
latinoamericano. El profesor Bogdandy busca correctamente la esencia de estas
expresiones y las relaciona con lo que pudiera llegar a ser el derecho constitucional
común latinoamericano en las mismas palabras de Jorge Carpizo. Así, la primera
expresión queda descrita con la expresión “universo constitucional de los diversos
países de la región” y la segunda con la idea de “instituciones supranacionales creadas
por los países”.6
Otro autor que ha incursionado en la noción que ahora nos interesa es José María
Serna de la Garza, quien al referirse a la expresión derecho común latinoamericano
vinculada con los derechos humanos señala que el derecho común es el
compartimiento de una serie de valores comunes que los diversos países de la región
comparten en sus Constituciones, adicionando la idea de un bloque normativo común
Véase Bogdandy Armin y otros, La Justicia constitucional y su internacionalización ¿Hacia un Ius Constitutionale Commune en
América Latina?, México, UNAM-Instituto Max Planck de Derecho Público Comparado y Derecho Internacional-IIDC, 2010. Ya
antes, aunque no con la misma intensidad, esta expresión fue utilizada por Peter Häberle y Markus Kotzur en su obra De la
soberanía al derecho constitucional común: palabras clave para un diálogo europeo-latinoamericano, trad. Héctor Fix Fierro,
México, UNAM-IIJ, 2003, obra que quizá inspiró a los coordinadores del proyecto macro de investigación al que nos referimos.
5 Ver “Ius Constitutionale Commune Latinoamericanum. Una aclaración conceptual desde una perspectiva europea” en González
Pérez, Luis Raúl y Diego Valadés (coord.), El constitucionalismo contemporáneo. Homenaje a Jorge Carpizo, México, UNAM, 2013,
pp. 39 a 66.
6 Llama la atención que el profesor de Heidelberg en dos apartados del mismo artículo hace referencia a una expresión diferente a
la del título de su artículo, como lo es el “derecho común latinoamericano”, expresión que construye basado en la idea de un
nuevo derecho público latinoamericano. Ibídem, pp. 44 a 55. Lo que no encontramos suficientemente acotada en las reflexiones
del profesor Bogdandy es la noción del derecho constitucional común latinoamericano.
4
4
a los Estados de la región.7 Ambas referencias académicas, la del profesor Bogdandy y
la de Serna de la Garza, constituyen una guía para dar contenido a la expresión que
analizamos, aunque todavía falta una construcción conceptual mayor para indicar los
linderos en los cuales puede ser aplicada.
A nuestro parecer, la expresión “derecho constitucional común latinoamericano”
encierra un doble contenido de gran intensidad. Por una parte, hablar del derecho
común significa evocar una época en la que las leyes, lenguaje, método de enseñanza,
investigación e inclusive la religión eran comunes, en cuanto que estaban
generalizados en toda Europa.8 No puede eludirse la consideración según la cual la
recepción del derecho común en esta región se realizó a través del Corpus Iuris Civilis
y el Corpus Iuris Canonici y, especialmente, que el derecho común significó sustituir los
derechos existentes por el nuevo derecho común.
Si aplicamos la noción anterior de derecho común al derecho constitucional el
resultado es interesante. La generalidad queda residenciada en el texto constitucional,
y no sólo en él en estricto rigor,9 toda vez que varios países comparten contenidos
similares llegando a constituir una generalidad. Lo que no puede llegar a sostenerse es
la sustitución de los derechos nacionales por el derecho constitucional común, ya que
en el caso de Latinoamérica este derecho se queda en una similitud de contenidos y
son pocos los atisbos que nos pudieran hacer suponer que caminamos en la dirección
de la sustitución.
Por otra parte, si a la expresión derecho constitucional común le adicionamos el
vocablo latinoamericano entonces significa que aquella generalidad constitucional, sin
llegar a la suplantación, queda sujeta a esta región geográfica. Esta región, sin
embargo, es tan grande que presenta diversidades en sus sistemas jurídicos internos
Véase “Jorge Carpizo y el proyecto hacia un ius commune latinoamericano en derechos humanos”, en El constitucionalismo
contemporáneo…, ob. cit., pp. 35 a 38. Si bien hay indicaciones en torno a la noción utilizada, no encontramos una acotación
precisa del término empleado.
8 Véase Merryman, John Henry, La Tradición Jurídica Romano-Canónica, 2ª. Ed., México, FCE, 1993, p. 33.
9 Partimos de una noción amplia de Constitución en la que tienen cabida los instrumentos internacionales que la completan, así
como los criterios judiciales y las leyes que cumplen con esa función de complementariedad.
7
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aun cuando también podemos encontrar aspectos comunes y genéricos. La cuestión
estriba en saber si lo común es regional o, por el contrario, si tendría que limitarse a lo
subregional, comprendiendo una zona sur o una zona del centro.
Estamos de acuerdo en lo evocadora que puede resultar la expresión utilizada, sin
embargo, no se nos oculta que utilizarla lleva en sí mismo la consecuencia de
cambiarla dependiendo la generalidad a la que se quiera hacer referencia. Así, además
de un derecho constitucional latinoamericano también puede hablarse de un derecho
administrativo común latinoamericano o de un derecho civil común latinoamericano,
y lo mismo en el resto de las materias.
Por todo lo anterior, somos de la opinión que la expresión derecho constitucional
común latinoamericano queda limitada a las cuestiones constitucionales y deja fuera
una gran parte de contenido que es importante retomar cuando hablamos de la región
de América Latina, en donde las generalidades no sólo las encontramos en el texto
constitucional sino también en los códigos, tanto de derecho civil como de derecho
penal o de otra naturaleza. Por tanto, resulta conveniente buscar otra expresión que
ofrezca una mejor respuesta al objetivo buscado.
Una nueva expresión a utilizar podría ser la de “derecho público común
latinoamericano”, la cual trae origen en la expresión similar utilizada en la región
europea. Ya es lugar común hablar del derecho público europeo y entre los autores
que han realizado una mayor conceptualización de esta expresión se encuentra,
nuevamente, al profesor Armin von Bogdandy. Desde sus primeros trabajos (Historia
y futuro del derecho constitucional en Europa) el profesor de Heidelberg indica que el
nuevo derecho público, el derecho público europeo (Ius Publicum Europaeum), es la
dimensión jurídico-pública de un espacio jurídico conformado conjuntamente por el
derecho de la Unión Europea y el de sus Estados miembros. Se busca elaborar un
derecho público adecuado al espacio jurídico europeo, expresión esta última a la que
el autor ve potencialidad pues denota un todo de nuevo cuño (UE y estados
6
miembros) que trasciende los estados nacionales, y evita la controversia entre
Confederación o Estado federal y se toman nuevos rumbos.10
En opinión del profesor Bogdandy el Ius Publicum Europaeum define la expansión de
la ciencia del derecho constitucional con el fin de categorizar la disciplina como
“reina” (entronización) entre las ciencias jurídicas, ya que de la primacía de rango
formal del derecho constitucional se desprende una primacía de rango material de la
ciencia del derecho constitucional. La base de esta expansión viene dada por los
derechos fundamentales y la jurisdicción constitucional. Todo el ordenamiento
jurídico está orientado hacia preceptos constitucionales preeminentes (derechos
humanos).11
Para el autor referido, el derecho constitucional comparado ganará importancia en el
espacio jurídico europeo pero no sabe si dará lugar a un derecho público común. Los
órdenes constitucionales no se fusionarán para dar lugar a un sistema uniforme pero
ello no impide el Ius Publicum Europaeum. Es más, el espacio jurídico europeo está
constituido por el derecho de la Unión Europea, el CEDH y los derechos públicos
nacionales, sin embargo, en la ciencia jurídica es diferente. Se está lejos de una ciencia
jurídica constitucional común, ya que de entrada con el derecho de la Unión europea y
con el Convenio Europeo de Derechos Humanos existen dos esferas jurídicas comunes
de derecho público de naturaleza constitucional. Debe existir una ciencia como tal
pero respecto a su configuración el autor sólo hace indicaciones genéricas.12
Si en la región europea hay dificultades para aplicar la noción de derecho público
común, al existir el ámbito de la Unión Europea y el de los derechos humanos,
contrariamente a lo que pudiera pensarse en Latinoamérica el ámbito de los derechos
humanos puede constituir, sin mayor problema, el derecho público común en la
Véase Bogdandy, Armin von, Hacia un nuevo derecho público. Estudios de derecho público comparado, supranacional e
internacional, México, UNAM-IIJ, 2011, pp. 4 y 6.
11 Ibidem, pp. 23 y 24.
12 Ibídem, pp. 41 a 43. Como quiera que sea, no deja de extrañar que el profesor Bogdandy utilice para Europa la noción de
Derecho Público europeo y para América Latina la de Derecho Constitucional Común Latinoamericano, sobre todo por la
amplitud de aquélla y porque resulta ser, en su concepción, la síntesis de las tensiones entre el derecho constitucional y el
derecho internacional.
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7
región. No obstante ello, la expresión rebasa con mucho el ámbito de los derechos
humanos, ya que con ella también caben las Constituciones, el derecho administrativo
y otros derechos más, algunos de los cuales definitivamente todavía no se encuentran
en un estado para elevarlos a la categoría de derecho común, no en la noción que se
aplica en el ámbito europeo.
Una última expresión es la de “derecho común latinoamericano” la cual resulta ser,
para quien esto escribe, la expresión que mejor refleja el contenido al cual debe
hacerse referencia en el proyecto producto de una excepcional colaboración entre los
institutos alemán y mexicano. Hablar del derecho común implica hablar de las
generalidades que pueden encontrarse en la región latinoamericana y ahí surgen no
sólo aspectos constitucionales sino también de derecho público o inclusive de derecho
civil, penal o administrativo.
En el caso de querer particularizar el ámbito al cual se quiere hacer referencia dentro
del derecho común, entonces podría hacerse la aclaración que lo que se abordará será
el aspecto constitucional, civil, penal o administrativo de ese derecho común, por
señalar algunos.13Lo importante aquí es reflejar que existe un derecho común en la
región latinoamericana, el cual ha sido construido desde el surgimiento mismo de esta
región, señalando la particularidad de que en un primer momento este derecho
común llenó los derechos nacionales, sin sustituirlos pues no había nada creado, pero
que con posterioridad ha tenido una evolución que se traslada, en ciertos aspectos, al
espacio común latinoamericano. Así, podemos afirmar que el derecho común
latinoamericano sigue presente sin llegar a sustituir los derechos nacionales; en
cambio, en la noción de espacio común latinoamericano es donde parece ser se ha
introducido la sustitución referida. Veamos esto con un poco más de detalle.
III. Existencia de un Derecho Común latinoamericano (rasgo de comprensión)
A este respecto Peter Häberle y Markus Kotzur afirman que: “El pensamiento del derecho común tiene una función heurística y
sirve para poner de relieve y desarrollar más en la Europa de hoy lo que hay de común en el derecho civil y el derecho penal, pero
también en el administrativo y el constitucional. Ver De la soberanía al derecho constitucional …, ob. cit., p. 19.
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8
Partimos de la afirmación que desde que surgimos como región independiente
construimos nuestro primer derecho común latinoamericano, el que sin duda alguna
tiene origen europeo. En efecto, después de encontrarse nuestra región bajo los
dominios de países europeos como España, Portugal, Francia e Inglaterra, países que
durante ese tiempo construyeron su derecho, nos dimos a la tarea de emanciparnos
políticamente en los primeros treinta años del Siglo XIX, adoptando textos
constitucionales con marcada influencia de Europa14 y , también, de América del
Norte. En el caso de México, después de varios intentos establecimos la Constitución
de 1824, síntesis de la de Cádiz española y la de Norteamérica.
Al entrar a la construcción del resto del derecho apareció nuestra codificación, tanto la
civil como la penal, y para realizarla acudimos una vez más al derecho europeo. El
código civil napoleónico de 1804 tuvo una influencia decisiva en la codificación civil
latinoamericana como lo indica Alejandro Guzmán.15 En la codificación penal, si bien
hubo influencia del Código Penal francés de 1810 y del español de 1822 y 1848, cabe
destacar la experiencia propia en que incursionó la región latinoamericana al
expedirse en Brasil, en 1831, un Código Penal o el de Chile de 1874. En todo caso, con
la influencia de la codificación europea se hicieron aportes originales en los países
latinoamericanos.
En el ámbito del derecho administrativo ni duda cabe que la gran influencia en la
creación del derecho común latinoamericano fue el derecho administrativo francés,
con el Consejo de Estado a la cabeza. Muchos han sido los países latinos que siguieron
las huellas del Consejo de Estado francés o bien que su derecho administrativo fue
fuertemente influenciado por aquél. 16
Coincidimos con Häberle que hay una especie de “puente” trazado por las “madres patrias” que deben considerarse como
participantes en el proceso de formación y desarrollo del derecho americano. Sin embargo, esta visión queda limitada a la sola
apreciación de los textos constitucionales, que no es menor, pero que no es lo único que debe tenerse presente al hablar de un
derecho común latinoamericano. Véase Häberle, Peter, De la soberanía…, ob. cit., pp. 46 a 48.
15 Tal y como lo documenta Alejandro Guzmán Brito en “La influencia del Código Civil francés en las codificaciones americanas”,
en Cuadernos de análisis jurídicos. Colección de derecho privado, Santiago de Chile, Universidad Diego Portales, Escuela de
Derecho, número 2, 2005, pp. 27-60.
16 Véase, por todos, Malagón-Pinzón, Miguel y Julio Gaitán-Bohórquez, “Colonialismo cultural francés y la creación del Consejo de
Estado en el derecho administrativo colombiano” en Vniversitas, Bogotá, núm. 115, enero-junio de 2008, pp. 161 a 178.
14
9
Como podemos advertir, se trata de una primera etapa de creación del derecho común
latinoamericano bajo directrices de una fuerte influencia europea. Por tanto, podemos
afirmar que pasamos de una constitucionalización a una codificación e inclusive a una
institucionalización, para después entrar en el ámbito de la organización
internacional.17 Como quiera que sea, fue una primera etapa fructífera del derecho
común latinoamericano.
La situación en la región ha cambiado en los siglos XX y XXI. Sin pretender ser
exhaustivos, podemos indicar que existen rasgos que nos permiten afirmar que
continuamos con un derecho común latinoamericano bajo aspectos que podemos
denominar novedosos, en el sentido de existir una tendencia bastante marcada a la
elaboración de códigos modelos para Iberoamérica; así ha pasado en materia procesal
civil, procesal penal e incluso en materia contencioso administrativa. Con esto se
marca la tendencia a superar la etapa de legislaciones aisladas con posibles rumbos
diferentes a legislaciones que se alinean o ponen en simetría. Ciertamente no hay un
espacio común como una región en donde una instancia supranacional expida los
códigos modelos, sin embargo, no podemos negar que hay voluntad para mantener el
derecho común en ciertas áreas jurídicas. Aquí se produce lo que algunos denominan
“armonización” de los derechos internos en torno a un código tipo,18 o sencillamente
“armonización regional”.19
Si aparte de los textos normativos, en donde también se encuentran las
constituciones, tomamos en cuenta los órganos jurisdiccionales, puede sostenerse que
estamos en presencia de un derecho común latinoamericano al existir todo un
movimiento en la región por hacer de la impartición de la justicia una preocupación
Para una evolución más detallada de estos aspectos véase Valladao, Harnoldo, “El derecho latinoamericano”, Boletín del
Instituto de Derecho Comparado, México, enero-abril de 1955, pp. 9 a 25.
18 Para desarrollar esta idea consúltese Noemí L. Nicolau, “La armonización del derecho en América Latina: posibilidad de un
marco normativo de principios en materia de obligaciones y contratos” en Rivista di diritto dell’integrazione e unificazione del
diritto in Europa e in America Latina, Roma, núm. 26, 2008, pp. 68 y 69. Una noción más precisa de “armonización”, frente a las
nociones de uniformidad o unificación puede consultarse en Miguel A. Ciuro Caldani, “Bases filosóficas para la armonización del
derecho privado latinoamericano”, en Rivista di diritto dell’integrazione e unificazione del diritto in Europa e in America Latina,
Roma, núm. 26, 2008, pp. 38 y 39.
19 Véase Alejandro M. Garro, “Armonización y unificación del Derecho Privado en América Latina: esfuerzos, tendencias y
realidades, en Revista de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, núm. 85, Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1992,
pp. 283-332.
17
10
común en cada uno de los países que la integran. El acceso a la justicia es un tema
propio en la región que tiene diferente intensidad en cada uno de los países de la
región. Las reglas procesales expedidas en cada país también pueden considerarse
comunes en cuanto que se mantienen en términos similares y genéricos.
No podemos dejar de indicar, sin embargo, que existe un esfuerzo en materia
jurisdiccional por establecer algo más allá de las fronteras de los países, como lo
evidencia la creación de tribunales regionales. Uno de ellos es la Corte
Centroamericana de Justicia que busca la integración centroamericana, producto del
Protocolo de Tegucigalpa de 1907, o bien el Tribunal Permanente de Revisión del
Mercosur, producto del Tratado de Asunción de 1991, tribunal que conoce del proceso
de integración en la región. Y también aquí encontramos a la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, producto de la Convención Americana de Derechos Humanos de
1969, con sus propias reglas procesales.
Por tanto, esta segunda etapa del derecho común latinoamericano está caracterizada
por derechos nacionales con rasgos similares pero con importantes dosis de
armonización mediante códigos modelos y la aparición de serios esfuerzos de
integración.
Si el derecho común latinoamericano existe desde el momento mismo en que surgió la
región de América Latina queda la pregunta, a la que intentaremos dar respuesta
enseguida, de si este derecho común, con los grados de evolución e intensidad que
acabamos de indicar, puede caracterizarse al mismo tiempo como un espacio común
latinoamericano o si sólo sienta las bases para proyectar tal espacio común.
IV. Construcción de un Espacio Común Latinoamericano (potencialidades).
Peter Häberle lanzó una pregunta que ilustra convenientemente lo que queremos
reflejar en este apartado. ¿Existe una esfera pública americana? La respuesta que
11
ofreció, en el sentido que siempre que exista un espacio público americano habrá un
espacio constitucional americano, no aclara del todo las cosas.
La interrogante del profesor alemán trae origen en la pregunta que primeramente
formuló Domingo García Belaúnde, quien tituló las reflexiones puestas en un artículo
doctrinario con la interrogante ¿Existe un espacio público latinoamericano?20 La
respuesta ofrecida por el jurista peruano la abordaremos más adelante, por ahora sólo
queremos dejar formuladas ambas interrogantes, pues nos ayudan a desarrollar el
contenido de este apartado.
Para Häberle, la esfera pública americana es la “caja de resonancia” de todo el derecho
público común. Nótese la diferencia que queda marcada entre derecho público común
y esfera pública americana o común. Uno, el primero, es el derecho que existe, y otro,
el segundo, el espacio en el que resuena todo el derecho público común. Es importante
tener presente esta distinción, sobre todo que la posición académica que sostenemos
encuentra asidero en esta diferencia, ya que nos permite afirmar que en la región
latinoamericana hay derecho común, en cambio, lo que no existe es un espacio común
latinoamericano, al menos no de manera generalizada. En la medida que tengamos
presente esta distinción podremos ver con mayor claridad el devenir de nuestra
región.
Es necesario, sin embargo, profundizar más en la noción de espacio europeo a efecto
de trasladarla, en lo procedente, a la región latinoamericana y ver si hay posibilidades
de aplicarla para ayudar en la construcción de un nuevo orden jurídico
latinoamericano. Para ello nuevamente acudimos a las investigaciones del profesor
Armin von Bogdandy, quien ha relacionado el espacio europeo con el fenómeno de la
integración. El profesor alemán desarrolla esta noción con base en dos artículos de su
Reconstrucción de la exposición llevada a cabo el 12 de julio de 2002, en la Facultad de Derecho de la Universidad de Bayreuth,
en el coloquio sobre “Culturas jurídicas”, organizado con motivo de la jubilación del profesor Peter Häberle. Véase García
Belaúnde, Domingo, ¿Existe un espacio público latinoamericano?, en Estudios Constitucionales, Talca, vol. 1, núm. 1, 2003, pp. 61 a
70.
20
12
autoría. Uno se titula “Notas sobre la ciencia del derecho europeo” y el otro “Historia y
futuro del derecho constitucional en Europa”.
En el primero de ellos, el autor afirma que ni duda cabe que existe un debate amplio
sobre la europeización del derecho nacional. Los fundamentos del derecho
comunitario se deducen de la situación de tensión entre el Estado-nación y un titular
supranacional con dominio, pero se ha abandonado la tesis defendida en los inicios de
la integración por la cual el derecho comunitario se aplicaba en virtud de su
transformación en derecho nacional. En el curso de la integración no sólo se construye
un mercado sin Estado y un sistema de gobierno sin Estado sino también un derecho
sin Estado. El derecho se define esencialmente a través de la coacción y el Estado es la
organización social que detenta el monopolio legítimo de la fuerza. Esta reciprocidad
se ha llevado hasta el punto de ver en el concepto de Estado de Derecho un sin
sentido. ¿Porqué se cumple, entonces, el derecho de la Unión? porque, responde
Bogdandy, en la aplicación del derecho comunitario se ejerce poder coactivo estatal. 21
Una de las reflexiones del profesor von Bogdandy en el artículo “Historia y futuro del
derecho constitucional en Europa” consiste en el consenso que existe al momento de
considerar que la apertura de los órdenes jurídicos nacionales al derecho
supranacional ha iniciado un proceso de transformación del derecho constitucional
nacional y de su propia ciencia. Por tal motivo, se vislumbra en el horizonte un
espacio científico europeo de la ciencia del derecho constitucional que resulta incierto
en cuanto a saber lo que está cambiando pero que al mismo tiempo constituye un
desafío. Otra situación prevalece en el ámbito del Convenio Europeo de Derechos
Humanos, pues allí cabe plantearse la posibilidad de si las garantías del mencionado
Convenio se convertirán en lengua franca del discurso sobre los derechos
fundamentales en el espacio jurídico europeo.22
21
22
Véase Bogdandy, Armin von, Hacia un nuevo derecho público…, ob. cit., pp. 63 a 66.
Ibídem, pp. 36 a 38.
13
El autor alemán afirma, como no podría ser diferente, que el espacio jurídico europeo
es el ámbito propicio para que emerja el derecho comparado, sobresaliendo la
situación de que en Alemania el papel del derecho comparado en las ciencias del
derecho constitucional en un inicio se cultivaba muy poco. Sin embargo, a partir de
los años noventa esta situación cambió radicalmente y ahora Alemania está inserta en
el derecho comparado intra-europeo, ya no habiendo lugar para sostener la expresión,
tanto inglesa como alemana, de que sus derechos constitucionales son los mejores del
mundo al no cultivar el derecho comparado.
Por último, para el profesor Bogdandy los principios de generalización y de
configuración del espacio jurídico europeo constituyen el estándar metodológico de
muchas sentencias creadoras de derecho. La generalización significa que el espacio
jurídico europeo debería constituir un contexto de generalización determinante en la
creación del derecho nacional por parte de los tribunales nacionales, cuando sus
decisiones sean relevantes para toda Europa. Esto se apoya en el mandato de
integración contenido en muchas constituciones. La configuración, en cambio, exige
que los procedimientos de participación de los Estados miembros en la UE se
conciban principalmente desde la perspectiva de la configuración del espacio jurídico
europeo.23
Con base en lo anterior podemos afirmar que el espacio jurídico europeo es un ámbito
de actuación o caja de resonancia, diferente al nacional, en donde los países
interactúan con el objeto de mantener una uniformidad en la manera como están
concibiendo y desarrollando su derecho, y en donde existen órganos propios de este
nivel de organización ajenos al nacional. La interacción que se produce al interior de
este espacio tiene como pilares fundamentales de entendimiento las nociones de
diálogo, inclusión y pluralismo normativo.24
23
24
Ibídem, p. 238.
Véase para el desarrollo de estos pilares Armin von Bogdandy, Ius Constitutionale Commune …, ob. cit., pp. 55 a 59.
14
Dicho lo anterior, tenemos que decir que en la región latinoamericana no cabe duda
que existe el derecho común, en grados diferentes de intensidad, pero lo que no
podemos afirmar con la misma contundencia es que exista un espacio común
latinoamericano, al menos no en términos generales y como lo conocemos en Europa.
García Beláunde sostiene que el espacio público latinoamericano no existe pero puede
existir, ya que están dadas las condiciones para que ello sea así, existiendo elementos
como unidades económicas regionales, órganos de control jurisdiccional de la
legalidad y de la constitucionalidad, y documentos supranacionales en materia de
derechos humanos, pero no más.25 Esta afirmación merece un análisis mayor, sirva,
sin embargo, por el momento, la reacción ala misma en el sentido que la encontramos
más cercana al terreno del derecho común latinoamericano que al espacio común
latinoamericano, quizá por no haberse construido un deslinde preciso entre ambos
conceptos.
Hemos reiterado que tenemos un derecho común latinoamericano pero en tratándose
de un espacio común la situación es diversa. En términos genéricos ese espacio
común, tal como lo definimos anteriormente, existe parcialmente, de manera especial
en la materia de derechos humanos y en los fenómenos económicos regionales como
el Mercosur o la Corte Centroamericana de Justicia. Pero en el resto de los aspectos
jurídicos, institucionales o de otra índole, lo que existe es derecho común
latinoamericano.
Debemos reconocer que ese derecho común latinoamericano que no ha llegado a
construir un espacio común generalizado tiene vocación de serlo, como sucede, por
ejemplo, en el caso de la armonización normativa, en donde se aprecia la voluntad de
trascender lo nacional y de entrar en interacción entre los diferentes países; ni duda
cabe que se busca el espacio común latinoamericano.
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Ver García Belaúnde, Domingo, ¿Existe un espacio…, ob. cit. p. 67 y 69.
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V. Conclusión (desafíos).
Marcar la diferencia entre la noción de espacio común latinoamericano y la de
derecho común latinoamericano constituye todo un desafío. No pretendemos dejar
zanjada la cuestión, únicamente hemos puesto sobre la mesa una forma de entender
ambas expresiones, evitando su contraposición y procurando su complementariedad
como parte de un mismo objetivo, que es el mejor entendimiento de los fenómenos
que se están presentando en la región latinoamericana, en donde las categorías
jurídicas tradicionales que hemos venido aplicando ya no ofrecen una respuesta
satisfactoria para su análisis.
No se trata de bajar la intensidad de la noción de espacio común latinoamericano para
meter en ella cualquier aspecto relevante de derecho común latinoamericano, ya que
entonces ambas nociones podrían confundirse. Decir, por ejemplo, que la existencia
de una armonización latinoamericana mediante códigos modelo constituye un espacio
común es hacerle un flaco favor a aquella noción. En todo caso, lo que podría ser
propio de este espacio común serían algunas reuniones regionales de gobernantes o
de legisladores u otros funcionarios similares, en las que se adopten acuerdos y se
creen mecanismos para llevarlos a buen término, en el entendido que no se requiere
la existencia de tribunales regionales para poder hablar de un espacio común
latinoamericano, ya que una armonización normativa regional llevada a cabo con
representantes de los gobiernos puede ser una muestra de un espacio común
latinoamericano.
Se debe procurar, más bien, que el espacio común latinoamericano se alcance a través
de ciertos instrumentos. Uno de ellos es la celebración de tratados internacionales.
Con estos instrumentos jurídicos no cabe duda que el ámbito nacional queda rebasado
y entra en juego la noción de espacio común trascendiendo la de derecho común. Así
sucede, por ejemplo, en el caso de los tratados de extradición o los tratados en materia
de adopción o los de comercio bilateral. El hecho de haberse firmado entre Canadá,
Estados Unidos y México un Tratado de Libre Comercio para América del Norte, con la
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creación de instancias propias a esta zona económica, nos permite afirmar que
estamos en presencia de un espacio común latinoamericano.
Somos de la opinión que debemos fortalecer la conceptualización para tener las cosas
más claras ante esta nueva forma de ver el derecho. En este trabajo hemos pretendido
acercarnos, hasta donde nos fue posible, a las nociones de derecho común
latinoamericano, derecho público latinoamericano, derecho latinoamericano y espacio
común latinoamericano. Pero faltan otras nociones más sobre las que hay que seguir
reflexionando.
Otro reto más implica comprender, en sus justos términos, las dos velocidades en las
que va evolucionando la región latinoamericana. En materia constitucional, de
derechos humanos o de comercio internacional, por ejemplo, se ha construido un
espacio común a un ritmo acelerado, pero en materia civil, penal o administrativa la
velocidad es muy diferente y por ahora nos quedamos con la existencia de un derecho
común latinoamericano. Este desfase al interior de la región también debe provocar
un análisis diferente, con miras a obtener, llegado el momento, un resultado que
dependiendo la velocidad que se aplique pueda llegar a considerarse satisfactorio.
Un último desafío queda constituido por el hecho de mantener como parámetro de
análisis para la región latinoamericana el derecho común y el espacio común
europeos, sobre todo porque la velocidad y la evolución en ambos pueden llegar a ser
similares aunque en ocasiones se muestran diferentes, y las realidades son en no
pocos casos antagónicas.
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