El sentimiento autonomista en España

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Más allá de las identidades:
El sentimiento autonomista en España*
Marc Guinjoan i Cesena
[email protected]
Toni Rodon i Casarramona
[email protected]
Las consecuencias de la descentralización en España han generado una abundante literatura. La
mayor parte de los esfuerzos realizados se han centrado en analizar las comunidades con
singularidades nacionales y en estudiar el rol de las elites en el proceso. Este artículo pretende
cambiar el foco de interés y fijar la atención en las comunidades “no históricas”. En concreto,
demostramos dos aspectos fundamentales en relación a estos territorios: primero, la propia
descentralización ha generado a una parte de la ciudadanía actitudes favorables a que se
incremente el proceso de cesión de competencias y, segundo, esta actitud no va relacionada con
un incremento del sentimiento de identidad hacia la comunidad de referencia. Mostramos que en
la mayoría de comunidades (y a excepción de aquellas con identidad regional diferenciada) el
deseo autonomista ha ido en aumento sin necesidad de socavar la identidad original. En un
proceso claramente endógeno, mostramos que en España el desarrollo de las autonomías ha
generado más sentimiento autonomista.
Palabras clave: descentralización, identidad, competencias, voluntad autonomista
-Nota bibliográficaMarc Guinjoan es licenciado en Ciencias Políticas y de la Administración en la Universitat Pompeu
Fabra (2007) y Máster en Ciencias Políticas y Sociales (2008). Actualmente es doctorando en la misma
universidad. Sus investigaciones se centran en el ámbito de los sistemas electorales y de las
consecuencias de los sistemas multinivel. También ha realizado investigaciones en temas de
comportamiento electoral. Recientemente ha publicado un artículo en la Revista de Estudios Políticos.
Toni Rodon es licenciado en Ciencias Políticas y de la Administración en la Universitat Pompeu Fabra
(2007) y Máster en Ciencias Políticas y Sociales (2008). Actualmente es doctorando en la misma
universidad. Su ámbito de investigación se centra en el comportamiento electoral. Recientemente ha
publicado un artículo en la Revista Española de Investigaciones Sociológicas.
1
Más allá de las identidades:
El sentimiento autonomista en España
1. Introducción
La aprobación y desarrollo del Estatuto catalán del año 2006 fue la piedra de toque para
iniciar un proceso de reformas estatutarias en el resto de comunidades autónomas. Las
reformas han aumentado el poder de las autonomías e iniciado una segunda fase de
descentralización. Así, uno por uno, los gobiernos autonómicos han ido presentando sus
propuestas que, después de recibir la necesaria aprobación de las Cortes, han entrado en
vigor1.
Desde la aprobación de la Constitución de 1978, España ha ido diseñando un estado
territorialmente descentralizado que, al menos por una parte importante de la población,
parece consolidado.
Su caso no es único. Múltiples países ya hace tiempo que han decidido descentralizar
sus estructuras. Incluso Francia, el país centralista por antonomasia, decidió dar cuotas
de poder a entes territoriales subestatales. Esta realidad institucional ha conllevado la
introducción de una segunda arena política que, habitualmente, adopta reglas de juego
distintas de la estatal.
En general, la descentralización del Estado se ha vinculado a un proceso de negociación
entre elites (Amat, Jurado, León-Alfonso 2009) y a una necesidad “no deseada” para dar
respuesta a las regiones con singularidades históricas diferenciadas. Sin embargo, su
impacto va más allá de un simple juego institucional. ¿Cómo han asimilado los
ciudadanos de estos territorios el poder del gobierno autónomo? ¿Han contribuido las
comunidades autónomas a generar más voluntad autonomista? ¿Son los individuos con
más “conciencia regional” los que pretenden aumentar el poder de su gobierno
autonómico?
1
Las comunidades que recientemente iniciaron procesos de reforma estatutaria fueron: Catalunya (2006), Comunitat
Valenciana (2006), Aragón (2007), Illes Balears (2007), Andalucía (2007) y Castilla y León (2007). En la actualidad
(2010), Castilla La Mancha y Extremadura también están tramitando un proceso de reforma. Desde los años ochenta,
la mayoría de estatutos han sido modificados de forma sustancial sin necesidad de llevar a cabo una reforma integral.
2
En España la atención se ha centrado tradicionalmente en las comunidades llamadas
históricas, cuyo deseo de autonomía se atribuía a factores nacionales o a su voluntad de
poseer más poderes por razones singulares. Sin embargo, pocos esfuerzos se han
dedicado hasta el momento a las “nuevas” comunidades autónomas. Este artículo
pretende ser un primer paso para analizar este vacío.
Con la descentralización política, las clásicas reglas del juego democráticas que
relacionaban Gobierno y ciudadano han cambiado. La población en general tiene y debe
relacionarse con un nivel intermedio de gobierno. Pallarés, Montero y Llera (1997) lo
resumen:
“Las elecciones regionales constituyen nuevas arenas en las que los
partidos y las elites compiten para ganar apoyos electorales y para
distribuir sus recursos de representación y gobierno, que son proyectados
no sólo hacia la comunidad autónoma sino hacia el gobierno central”.
El ciudadano no queda aislado del debate político. Aunque la pluralidad de arenas
electorales no se desarrolla de forma desordenada (las arenas electorales se estructuran
siguiendo una jerarquía, consideradas las autonómicas como de “segundo orden”), la
importancia adquirida por los gobiernos autónomos ha provocado que la ciudadanía no
sea distante ni pasiva a su desarrollo. En definitiva, nuestro argumento es que la
descentralización no sólo ha incrementado la atención hacia los gobiernos autonómicos,
sino que ha generado voluntad autonomista.
La relevancia de lo que aquí estudiamos va más allá del estudio de caso planteado.
Primero, la mayoría de los esfuerzos se han centrado en las comunidades con
singularidades nacionales (sobretodo Euskadi y Catalunya) o en el papel desarrollado
por las elites en los procesos de descentralización. Cabe hacer especial énfasis en la
tercera parte del engranaje: las preferencias de la ciudadanía.
Segundo, el análisis del Estado español nos permite controlar dos elementos –uno de
cariz sustantivo, el otro metodológico– que no siempre están a disposición del
investigador: en primer lugar, España dispone de diferentes comunidades autónomas
con realidades nacionales diferenciadas. Esto nos proporciona una interesante estructura
social para desarrollar un estudio de caso próximo a un experimento natural, puesto que
estamos en condición de controlar el efecto de determinadas variables que en estudios
comparados es imprescindible tener en cuenta. En cuanto al elemento de cariz
3
metodológico, España se erige como un buen caso de análisis ya que dispone de
encuestas que profundizan en la cuestión de los sentimientos autonomistas-estatalistas.
Tercero, la explicación del desarrollo de las posturas autonomistas en España podría ser
extrapolable a otros estados, puesto que en la actualidad hay un gran número de países
con estructuras descentralizadas y con realidades socioculturales internas diferenciadas.
El artículo abordará dos temas distintos: en primer lugar, se analizará si el proceso
autonómico ha generado un incremento del sentimiento autonomista. Defendemos que
el proceso autonómico puede ayudar a aumentar el sentimiento autonomista en un
proceso claramente dinámico y endógeno. Cuánto más autonomía, más sentimiento
autonomista debería de crearse. En segundo lugar, analizamos si el deseo de mayor
autonomía del ciudadano se relaciona con una mayor identificación con el territorio
concreto. Dicho de otro modo, una vez consolidado el proceso, si la voluntad de mayor
autonomía se relaciona con cuestiones identitarias o depende de otros factores.
El artículo quiere hacer dos contribuciones: primero, mostrar como el desarrollo del
estado autonómico ha contribuido al surgimiento de una voluntad autonomista entre los
ciudadanos de aquellas comunidades autónomas donde no se presupone sentimiento
identitario propio. Esto es, la autonomía ha creado más sentimiento autonomista.
Segundo, demostrar que esta voluntad autonomista no es necesariamente fruto de una
relación identitaria con el territorio.
El artículo se desarrolla como sigue. En la sección siguiente discutimos las
consecuencias del proceso de descentralización en España. En la tercera sección
analizamos la evolución del autonomismo a partir de la restauración de la democracia;
en el apartado quinto explicamos las variables y los métodos que empleamos para el
análisis cuantitativo, que se desarrolla en el sexto apartado. Finalmente, en la última
sección, concluimos.
2. Las consecuencias de los procesos de descentralización
Los recientes procesos de descentralización han conducido a una mayor relevancia de
los sistemas multinivel. Las consecuencias que generan no sólo afectan al sistema
institucional o a la distribución de poder entre las elites. Su desarrollo tiene un impacto
4
importante sobre la competición política y sobre los ciudadanos. Ambas cuestiones se
presentan a continuación. En primer lugar, se explicará el impacto que genera la
descentralización sobre el sistema de partidos y la competición política. En segundo
lugar, se hablará del impacto generado en las preferencias de los individuos, sobre sus
percepciones políticas e, incluso, sobre su marco político de referencia
2.1. Consecuencias sobre la competición política
Los procesos de descentralización generan un impacto sobre la competición política y,
en concreto, sobre el comportamiento de las elites y la competición partidista. Los
cambios se producen en distintos ámbitos:
a) Las arenas de representación de segundo orden y, entre estas, las arenas regionales,
acostumbran a ser elegidas mediante un sistema electoral más permisivo que las arenas
de primer orden (Hooghe y Marks 2001: apéndice 2; Lago 2009: 9)2. Esta mayor
permisividad conjuntamente con una estructura social de cleavages diferenciada del
grupo social mayoritario facilita el nacimiento y eventual consolidación de partidos de
orden regional (Ordeshook y Shvetsova 1994; Neto y Cox 1997).
Además, las arenas de representación regional se erigen a menudo como plataformas
para que partidos PANE hagan el salto a la política estatal haciendo uso de la existencia
de economías de escala al pasar de la arena de segundo orden a la de primer orden
(Lago y Martínez 2007: 382; Golder 2006: 35). Tal y como algún estudio ha certificado
empíricamente (Chhibber y Kollman 1992), a medida que aumenta la descentralización
de un estado, también aumenta la fragmentación del sistema de partidos.
b) Por otro lado, la creación de plataformas políticas regionales supone la incorporación
de nueva competencia electoral a la cual los partidos políticos deberán hacer frente y
adaptarse (Hopkins 2003; Appleton y Ward 1997). Este hecho podría llevar a la
descentralización de las estructuras de los partidos a nivel estatal en entidades más o
menos autónomas, incrementando el poder de las élites subestatales así como
reduciendo los incentivos para la coordinación y la cooperación con la estructura central
del partido (Amat et al. 2009: 15).
2
En el caso español, por ejemplo, en todos los distritos existe una magnitud de distrito superior en las elecciones
autonómicas que en las generales –a parte de Asturias, Baleares, Las Palmas, Tenerife y Murcia, donde la
circunscripción electoral es diferente entre las dos elecciones–.
5
Se observa consecuentemente que los partidos, independientemente de si son de ámbito
estatal o regional, tienden a adoptar discursos enfocados hacia la defensa de los
intereses de la región con el fin de hacer frente a las ofertas de los partidos estrictamente
regionales (Van Houten 2003; Pallarés y Keating 2003).
Mediante este proceso, los líderes subnacionales van asumiendo más poder, llegando a
tener la capacidad de modular la agenda política, y pudiendo elegir tanto los candidatos
que competirán a nivel estatal como en el regional (León-Alfonso 2007).
La descentralización genera presiones entre diferentes partidos (cuál es el partido que
satisface más a las demandas de partidos regionales para lograr su apoyo) y dentro de
los mismos partidos (por la dinámica de competencia entre las élites) (Orte y Wilson
2009). La simple presencia de uno de estos dos causantes puede forzar el otro. Así, se
puede llegar a una situación en que el proceso descentralizador se convierta en un
espiral irreversible del cual no se podría salir sin un cambio institucional desde fuera del
sistema (Amat et al. 2009: 19).
Evidentemente esta segunda de las consecuencias que apunta la literatura puede que no
se cumpla en todos sus puntos. Puede ser asimismo posible que las consecuencias sobre
las arenas de competición política tampoco sean de tan fácil aplicabilidad como la
literatura ha determinado. Sin embargo, parece plausible afirmar que los procesos de
descentralización pueden fomentar de algún modo un cierto cambio del enfoque
“estado” al enfoque “regional” –tanto entre las élites políticas como entre los
ciudadanos– que eventualmente puede llegar a contribuir a la creación o a la
estimulación de la voluntad autonomista.
2.2. Consecuencias sobre las preferencias ciudadanas
Los sistemas multinivel generan impacto sobre la población de referencia y,
concretamente, sobre la formación de las preferencias políticas de los ciudadanos.
Concretamente, las consecuencias se relacionan con la interiorización del nuevo
sistema, con el impacto sobre la identidad del individuo y con la voluntad autonomista
expresada.
a) Interiorización del nuevo sistema: el ciudadano se acostumbra a su gobierno
autonómico y aprende a convivir en un contexto de dualidad de poderes. La visibilidad
6
del gobierno subestatal se erige como una realidad y así es percibida por parte de los
ciudadanos.
Este poder entra en competencia directa con el poder estatal. La confusión que entre los
ciudadanos genera la existencia de varias instituciones pluraliza la diferente atención
que éstos dan a unas u otras instituciones. Esto puede llevar a largo plazo a una falta de
rendición de cuentas (Anderson, 2006) como consecuencia de la dificultad de los
ciudadanos para diferenciar las políticas llevadas a cabo en cada arena electoral, que
eventualmente se puede traducir en un voto irrespectivo a las cuestiones que conciernen
a cada nivel de gobierno (Lago y Lago 2009).
En definitiva, el modelo descentralizado se interioriza, aunque la pluralidad de arenas
políticas crea un sistema complejo de marcos de referencia no siempre fácilmente
asumible por parte de los votantes.
b) Dinamismo de las identidades: partiendo del hecho de que toda identidad es una
construcción social (Giddens 1995), la mayoría de ellas están creadas, organizadas y
difundidas por una minoría social o élite, cuya fundamentación ideológico-doctrinal es
posteriormente interiorizada por la mayor parte de la población a través de distintas
formas de socialización.
Es decir, establecer un nuevo marco de referencia (nuevas instituciones subestatales)
puede tener efectos sobre la identidad del individuo. La identidad no es un fenómeno
estático y el cambio de marcos de referencia político pueden afectarla y cambiarla. No
se puede descartar que la introducción de arenas subestatales genere y desarrolle nuevas
formas de arraigo hacia el territorio de referencia concreto. Muchos ciudadanos pueden
pasar de la referencia estatal a la subestatal, aumentando su vinculación con éste último.
c) Generalización de la voluntad autonomista: éste proceso tiene la capacidad de
expandir el deseo autonomista a un segmento importante de los ciudadanos. Habrá un
grupo de ciudadanos que considere que su gobierno regional debería gestionar más
competencias que en la actualidad. El desarrollo de los gobiernos subestatales y la
creación de sentimientos de lealtad o identidad hacia éstos posibilita la emergencia de
un sector ciudadano que evalúa positivamente la utilidad del gobierno regional. Si el
gobierno subestatal consigue proveer servicios públicos que generen satisfacción entre
7
sus ciudadanos, la visibilidad del gobierno subestatal y su “utilidad” irán en aumento3.
Como mostramos en la parte empírica, hay ciudadanos que consideran que el gobierno
regional debe de retener más potestades que las actuales y desarrollar un rol más activo
en la vida política de las personas de la comunidad.
2.3. Las consecuencias de la descentralización en el caso español
Mucho se ha escrito en España sobre el proceso de descentralización. Si asumimos que
las instituciones políticas tienen un rol predominante en el desarrollo de identidades de
apego hacia una determinada nación (Rokkan 1971), debemos esperar que el aumento
de poder por parte de la mayoría de comunidades autónomas en España haya tenido
algún tipo de impacto sobre la voluntad autonomista de los ciudadanos.
La estructura de oportunidades políticas relativamente favorable hacia los partidos
PANE se ha entendido como la capacidad de los llamados partidos “nacionalistas” de
hacer llegar sus demandas al Gobierno central o de negociar el autogobierno necesario
aprovechando que el partido gobernante no disponía de mayoría parlamentaria.
Sin embargo, se olvida fácilmente que los ciudadanos de aquellas comunidades sin
singularidades históricas también pueden aprovechar esta estructura de oportunidades
políticas. En España, la opinión sobre las consecuencias que actualmente genera la
descentralización de competencias se encuentra dividida. Por un lado, los defensores de
aumentar la descentralización aluden a menudo al principio de subsidiariedad y a la
necesidad de que el gobierno se aproxime al territorio. Por otro, hay quien cree que el
gobierno central ha descentralizado en exceso sus funciones y que debe detener el
proceso.
Vinculados con esta última idea hay dos temas recurrentes que tradicionalmente se
evocan cuando el gobierno central decide transferir más competencias a las CCAA. El
primero se circunscribe en el ámbito de la identidad. Aunque es un argumento utilizado
sobretodo en referencia a las comunidades con singularidades culturales, desde algunos
ámbitos se considera que el proceso descentralizador tendrá repercusiones en forma de
un creciente desapego hacia España y de un deterioro de la identidad española4.
3
En este sentido, Spolaore y Alesina (2003) advierten de los beneficios potenciales endógenos de formar entes
políticos reducidos por su capacidad de responder a las preferencias ciudadanas de una forma más eficaz.
4
Linz y de Miguel (1997) consideran como consecuencia negativa del sistema la permisividad institucional “de
expresar la hostilidad hacia el estado o hacia la interpretación del estado que es común entre todos, a veces desde
8
El segundo se limita al ámbito de lo político. Algunos analistas consideran que el
aumento de competencias de las CCAA ha desembocado en un auténtico reino de taifas
en el que cada uno lucha por su parcela. Ambas ideas olvidan la segunda parte de
cualquier proceso descentralizador: la ciudadanía.
Aunque la opinión ciudadana está vinculada al discurso de las elites políticas, sólo por
la mera existencia de una estructura de oportunidades partidista que favorece el discurso
pro-autonómico, los ciudadanos acaban recibiendo inputs sobre su gobierno
autonómico. De esta forma, dado que el proceso político es competitivo por naturaleza,
los partidos desarrollan un discurso y una mentalidad autonómica que va más allá del
propio diseño institucional del Estado. Los gobiernos autonómicos han contribuido a
generar (o a consolidar) cierto sentimiento de apego de los ciudadanos hacia su
gobierno e incluso a crear entre ellos la percepción de vivir en una realidad colectiva
común.
Es decir, aunque en la mayoría de comunidades autónomas su propio relato aún está en
construcción, los gobiernos regionales han contribuido a crear un nuevo marco de
referencia distinto del estatal.
3. El caso de estudio: preguntas e hipótesis
La descentralización de los estados genera actitudes favorables de sus ciudadanos a la
descentralización, esto es, al progresivo aumento de poder por parte de los gobiernos
autónomos.
¿Ha
aumentado
el
sentimiento
autonomista
en
España?
¿La
descentralización del Estado ha generado actitudes a favor de ésta –en un proceso
endógeno– entre aquellas comunidades donde no existe ningún tipo de cleavage
diferenciador de la mayoría social del estado?
En definitiva: ¿Son cuestiones sentimentales las que explican la voluntad autonomista?
¿Hay diferencias entre Comunidades Autónomas o el patrón observado es el mismo en
todo el Estado?
La respuesta a estas cuestiones será el principal de los retos de la presente investigación,
en la que aportamos una imagen sobre la expansión de las posturas autonomistas en el
conjunto del Estado y analizamos algunos motivos que han creado esta tendencia.
siglos, como un producto artificial u opresivo de una realidad con la que la identificación emocional es difícil o
imposible”.
9
En este sentido se desarrollan las siguientes hipótesis:
H1: El propio proceso de descentralización autonómica ha generado sentimiento
autonomista.
Esperamos que, en comunidades autónomas sin singularidades histórico-culturales, la
creación de ejecutivos autonómicos vaya asociada con un incremento en el sentimiento
autonomista. El deseo que los ejecutivos autónomos acumulen más poder ha ido en
aumento. Es decir, a mayor descentralización, mayor sentimiento autonomista.
H2: La voluntad de mayor autonomía de los ciudadanos de comunidades sin
cleavage diferenciado no va asociada a un mayor sentimiento de identidad con la
comunidad.
En comunidades que no disponen de singularidades culturales específicas, descartamos
que el deseo de incrementar el poder del ejecutivo autonómico vaya relacionado con un
sentimiento identitario hacia su comunidad. Es decir, la voluntad de descentralización
no va asociada a temas identitarios con el territorio.
En el siguiente apartado presentamos cual ha sido la evolución del autonomismo en
España a nivel institucional (ampliación de competencias y percepción ciudadana). En
un segundo apartado, mediante datos a nivel individual, presentamos la evolución del
autonomismo deseado para cada una de las CCAA.
Lamentablemente no hay la suficiente información a nivel de encuesta y para todas las
CCAA que nos permita reflejar de modo claro cual ha sido la evolución del sentimiento
autonomista en España, por lo que nos tendremos que conformar con los datos de
encuestas que nos aproximen lo más fielmente a esta cuestión.
4. El autonomismo en España
En el presente apartado presentamos cual ha sido la evolución del autonomismo en
España, tanto por lo que se refiere a la ampliación de las competencias de las CCAA
desde la aprobación de los estatutos de autonomía, como la evolución de las
percepciones de los ciudadanos sobre algunos temas relacionados con el estado de las
autonomías.
10
Así, en una primera parte presentamos datos sobre la evolución de la financiación
autonómica desde el año 1986 y el número de traspasos competenciales para cada una
de las CCAA desde 1979. En un segundo apartado, mediante datos a nivel individual,
presentamos la evolución del autonomismo deseado para cada una de las CCAA, así
como datos sobre la evolución del interés por la política regional y el conocimiento del
líder autonómico.
4.1. Análisis agregado
En la Tabla 1 presentamos datos a nivel agregado sobre los traspasos aprobados para las
CCAA y la evolución de la financiación autonómica. A pesar de las diferencias que se
observan entre algunas CCAA, en la mayoría de ellas ya se han cerrado cerca de un
centenar de traspasos competenciales.
Este incremento de competencias ha ido acompañado de un aumento en los recursos
financieros de las comunidades autónomas. Todos los gobiernos regionales han visto
incrementada muy substancialmente su financiación desde 1986 hasta la actualidad, si
bien éste incremento ha sido muy diferente en función de cada comunidad: mientras que
en Andalucía o Catalunya el incremento solo se ha multiplicado por 8, en las Illes
Balears y Murcia se ha multiplicado por 33.
Tabla 1. Traspasos aprobados para las comunidades autónomas y evolución de la
financiación autonómica
Territorio
Traspasos
(1978 a 2009)
Evolución financiación
autonómica 1986=15
(2006)
Andalucía
151
8,0
Aragón
104
25,3
Asturias
104
22,5
Canarias
119
11,5
Cantabria
103
25,3
Castilla y León
108
21,6
5
Los valores de la base 1 para el 1986 corresponden a los siguientes presupuestos por CCAA en millones de euros:
Andalucía, 3.037,5; Aragón, 180,1; Asturias, 153,8; Illes Balears, 81,8; Canarias, 517,2; Cantabria, 77,3; Castilla-La
Mancha, 322,9; Castilla y León, 393,2; Catalunya, 2.577,7; Comunitat Valenciana, 826,1; Extremadura, 203,2;
Galicia, 742,5; Madrid, 730,3; Murcia, 123,4; Navarra, 252,4; Euskadi, 917,9; La Rioja, 0,42. Todos los datos están
disponibles en la página web del Instituto de Estudios Fiscales, http://www.ief.es/.
11
Castilla-La Mancha
92
22,6
Catalunya
182
8,3
Comunitat Valenciana
131
16,2
Euskadi
93
8,7
Extremadura
94
20,6
Galicia
154
12,0
Illes Balears
110
33,3
Madrid
93
22,4
Murcia
111
32,3
Navarra
60
11,5
Rioja, La
75
24,9
128,5
15,6
España (media)a
Fuente: Ministerio de Política Territorial. Última actualización: 17 de junio del 2009, Incluidos los aprobados en
Comisión Mixta sin publicación en el BOE [traspasos] y Dirección General de Coordinación Financiera con las
CC.AA [evolución de la financiación autonómica]
a
La media se ha calculado ponderando la población de cada una de las Comunidades Autónomas en base a los datos
del padrón del Instituto Nacional de Estadística (http://www.ine.es) para el año 2006.
Paralelamente, el presupuesto de las comunidades autónomas ha ido incrementándose a
un ritmo superior al del Estado Central. Así, en la Tabla 2 se pone de manifiesto la
evolución porcentual de la distribución del total consolidado de gastos públicos
(obligaciones reconocidas) en los diferentes niveles de gobierno entre los años 1992 y
2006. Podemos observar como en el período de una década y media los gastos públicos
del estado central se han reducido en 15 puntos porcentuales, representando en el 2006
menos de la mitad del total, mientras que las autonomías han incrementado en más del
50% sus gastos, pasando del 24% al 38% del total en 2006. Por lo que se refiere a los
gastos de las Corporaciones Locales, éstas han registrado una ligera tendencia alcista.
12
Tabla 2. Evolución porcentual de la distribución del total consolidado de gastos
públicos (obligaciones reconocidas) en los diferentes niveles de gobierno, 1992 a 2006
Nivel de
gobierno
92
93
94
95
96
97
98
99
00
01
02
03
04
05
06
Estado
60,9 62,5 61,0 60,6 61,0 66,7 63,6 58,1 57,0 56,6 49,1 49,1 47,2 46,1
45,2
CCAA
24,6 23,4 24,6 25,1 25,3 21,5 23,6 27,4 28,8 29,1 35,0 34,9 36,8 37,8
38,1
CCLL
14,4 14,1 14,3 14,3 13,7 11,8 12,8 14,5 14,2 14,3 15,9 16,0 16,0 16,1
16,7
Fuente: Secretaría General de Financiación Territorial del Ministerio de Economía y Hacienda, y base de datos
económicos del sector público español (BADESPE) del Instituto de Estudios Fiscales (Ministerio de Economía y
Hacienda).
En términos generales comprobamos, pues, que España ha experimentado desde la
restauración de la democracia un importante proceso de descentralización a favor de las
comunidades autónomas tanto en el número de competencias que gestionan los
gobiernos autónomos como en el presupuesto asignado a la comunidad. ¿Pero ha ido
este proceso acompañado de una mayor voluntad autonomista? Lo analizamos en la
siguiente sección.
4.2. Análisis individual
En este apartado presentamos datos de encuesta con el fin de aproximarnos a la
evolución de la voluntad autonomista en cada una de las comunidades autónomas.
Utilizamos los datos recopilados por Mota (1998) para los años 1984, 1986, 1988 y
1992, y completamos las serie temporales con los estudios del CIS 2286 de 1998, el
2455 de 2002 y el 2610 de 2005.
Presentamos una tabla que refleja el cambio en los valores porcentuales registrados por
tres ítems relacionados con los procesos de descentralización del poder: la voluntad
autonomista6, el interés por la política autonómica, y el conocimiento del presidente de
6
Al encuestado se le plantea la pregunta de si desea más autonomía por su comunidad autónoma, menos autonomía,
o si ya está bien con la autonomía actual. Al no ser el autonomismo una cuestión estática sino que evoluciona
temporalmente a medida que las comunidades autónomas asumen nuevas competencias, los resultados de ésta
pregunta no pueden reflejar de modo totalmente fiel el deseo de autonomismo final. Planteamos, por ejemplo, el caso
de una persona que en el año 1984 vive en una comunidad autónoma que dispone de muy pocas competencias, por lo
que está a favor de una ampliación de las mismas. Sin embargo, si con posteridad hay un traspaso importante de
competencias, esta persona puede llegar a considerar que su región ya ha conseguido el grado de autonomía
13
la propia comunidad. Cada uno de estos ítems incorpora el máximo número de datos
para cada CCAA si bien éstos varían (el año en el que se hizo por primera vez la
pregunta para cada CCAA es diferente).
En el eje de las columnas el símbolo “+” representa el incremento/decrecimiento en
puntos porcentuales de las respuestas favorables; el “-” es el cambio en puntos
porcentuales de las respuestas desfavorables, y el “NS/NC” el cambio de las respuestas
donde no se dio respuesta. Mención especial reciben el símbolo “=”, que identifica el
cambio en las personas que quieren el mismo nivel de autonomía en el momento de la
encuesta; y las respuestas “acierta” y “no acierta”, que simplemente reflejan el cambio
entre los que aciertan el nombre del presidente autonómico en el momento de la
encuesta, y los que no.
necesario. Cuando se le vuelva a plantear la misma cuestión su respuesta será que el grado de autonomismo deseado
es el mismo que el existente. Vemos que, en este hipotético caso, a pesar de que las percepciones en relación al
autonomismo de esta persona no han cambiado, en la encuesta si que se refleja un decrecimiento en la voluntad
autonomista. Así, el hecho de que las competencias autonómicas se vean incrementando en el tiempo, hace jugar este
indicador en contra de nuestra hipótesis de que las posturas favorables al incremento de las competencias
autonómicas ha aumentado.
14
Tabla 3. Evolución del grado de autonomismo deseado, del interés por la política
autonómica y del conocimiento del Presidente Autonómico (en porcentaje)
Autonomismo deseado
Interés por la política autonómica
+
=
-
NS/
NC
Años
+
-
NS/
NC
Años
Andalucía
5,5
12,6
-4,2
-13,9
(84-02)
0,3
1,2
-1,5
(92-02)
Aragón
15,9
11,5
1,3
-28,7
(88-02)
9,8
-6,4
-3,4
(86-02)
Asturias
0,7
27,8
1,1
-29,5
(88-02)
-2,2
7,2
-5
(86-02)
Canarias
-3,5
21,1
2,4
-20
(88-02)
9,6
-6
-3,6
(86-02)
Cantabria
0,7
33,4
3,4
-37,5
(88-02)
5,1
-2,1
-3
(88-02)
20,7
-4,7
0,1
-16,1
(86-02)
1,2
1,6
-2,8
(86-02)
5,4
1,4
2,4
-10,2
(92-02)
-4,9
6,9
-2
(88-02)
Catalunya
23,6
-8,9
-5,3
-9,3
(84-02)
9,8
-10
0,2
(88-02)
Comunitat
Valenciana
6,5
26,4
1,3
-34,2
(88-02)
4,5
-2,6
-1,9
(86-02)
Euskadi
14,4
-6,5
-3,9
-4
(86-02)
-1,7
1,1
0,6
(92-02)
Extremadura
18,9
18,5
0,1
-38,5
(86-02)
-12,1
19,1
-7
(88-02)
Galicia
-3,2
26,9
0,6
-24,2
(84-02)
1,6
-0,1
-1,5
(92-02)
Illes Balears
5,1
11,3
-0,3
-16,1
(88-02)
14,8
-12,7
-2,1
(86-02)
Madrid
-1,9
16,2
-4,2
-10,1
(92-02)
-3,6
5,4
-1,8
(86-02)
Murcia
-2,5
19,1
6
-22,6
(88-02)
-3,7
5,6
-1,9
(92-02)
Navarra
-14,8
21,8
-1,9
-4,1
(92-02)
-10,8
20,5
-9,7
(86-02)
La Rioja
-19,7
44,9
4,4
-29,5
(88-02)
38,1
-28,3
-9,8
(86-02)
7,6
11,3
-1,7
-17,2
2,3
-0,4
-1,9
CCAA
Castilla y
León
Castilla-La
Mancha
Evolución
España
(media)a
Valor
positivo
mediob
Conocimiento Presidente
autonómico
No
NS/
Acierta
Años
acierta
NC
(8620,2
-19,0
-1,2
05)
(86-2,6
-3,8
6,4
05)
(861,9
-7,2
5,3
05)
(86-8,3
2,6
5,7
05)
(8614,8
-14,4
-0,4
05)
(863,7
-12,4
8,7
05)
(867,3
-15,9
8,6
05)
(92-7,1
1,9
5,2
05)
(88-8,3
2,3
6,0
05)
(925,2
-4,4
-0,8
05)
(8647,1
-35,6
-11,5
05)
(92-11,7
7,1
4,6
05)
(8614,8
-15,0
0,2
05)
(867,8
-15,2
7,4
05)
(866,7
-13,0
6,3
05)
(863,3
-8,1
4,8
05)
(861,0
-1,8
0,8
05)
4,2
-8,1
4,0
34,6 [34,0 – 35,1]
(84/86/88/92)
32,0 [31,5 – 32,5]
(86/88/92)
78,5 [77,9 – 79,0]
(86/88/92)
44,7 [43,7 – 45,6]
(2002)
34,2 [33,3 – 35,2]
(2002)
82,7 [81,7 – 83,6]
(2005)
28.718
(84/86/88/92)
37.078
(86/88/92)
33.281
(86/88/92)
10.476
(2002)
10.476
(2002)
10.371
(2005)
N
Fuente: Mota (1998) y CIS 2286 y 2455 [autonomismo deseado]; Mota (1998) y CIS 2286 y 2455 [interés por la
política autonómica]; y Mota (1998) y CIS 2610 [conocimiento de los presidentes autonómicos
a
La media se ha calculado ponderando la población de cada una de las Comunidades Autónomas en base a los datos
del padrón del Instituto Nacional de Estadística (http://www.ine.es) para el año 2006.
b
En negrita la media de las respuestas favorables entre los primeros datos de los que se disponen y los últimos; entre
corchetes el margen de error de la media. A su derecha, el año o años a los que se refieren los datos.
15
En once comunidades autónomas ha habido un incremento en la voluntad autonomista
mientras que en tan solo seis (Galicia, La Rioja, Canarias, Murcia, Navarra y Madrid)
este deseo ha disminuido. En el global de todas las comunidades se observa un
incremento de diez puntos y medio en la voluntad autonomista, siendo el 2002 el 44,7%
de los españoles los que deseaban ver incrementadas las competencias de su comunidad
autónoma.
En la segunda de las columnas presentamos datos de la evolución del interés por la
política autonómica, que también ha aumentado, si bien moderadamente. En el año
2002 el 34,2% de los españoles estaban interesados por la política autonómica, dos
puntos por encima del primer valor disponible.
Finalmente, en la tercera y última columna se presentan datos sobre el conocimiento del
nombre del presidente de la comunidad. El valor ha crecido en doce comunidades. En
2005 solo en cuatro comunidades, menos de 3 de cada 4 encuestados no ha sabido
responder correctamente a la pregunta. El 82,7% de los españoles conocía cual era el
presidente de su comunidad autónoma, más de cuatro puntos por encima del primer
valor registrado.
En líneas generales, tal y como se refleja en los márgenes de errores de las medias para
cada período, hay diferencias significativas en todos los casos entre las tres variables
estudiadas. Especialmente relevante es el aumento del autonomismo deseado.
Estos datos nos permiten aceptar nuestra hipótesis 1 según la cual el proceso de
descentralización autonómica ha generado sentimiento autonomista.
Seguidamente procedimos al análisis de la segunda parte del estudio. Analizamos
nuestra segunda hipótesis por la cual la voluntad de mayor autonomía de los ciudadanos
de comunidades sin cleavage diferenciado no va asociada a un mayor sentimiento de
identidad con la comunidad.
5. Las variables y los métodos
Los datos que empleamos en ésta parte de la investigación pertenecen al CIS número
26107. La encuesta realiza una gran cantidad de preguntas sobre la asunción de
determinadas competencias por parte de las comunidades autónomas, de la percepción
7
Encuesta realizada en motivo de las elecciones autonómicas del 2005.
16
de los ciudadanos sobre la ampliación de las competencias, sus límites, y de los
sentimientos de pertenencia a su comunidad autónoma y a España. Se trata de una de las
únicas encuestas que ha realizado el CIS en el conjunto del Estado en la que
comunidades autónomas teóricamente no solicitantes de mayor autonomía se posicionan
a favor o en contra de estas cuestiones8.
A lo largo del estudio empírico vamos a utilizar una misma variable dependiente
descriptiva de la voluntad autonomista de los individuos. Esta variable dependiente
pretendemos que simbolice de modo conciso la voluntad autonomista de cada una de las
Comunidades Autónomas del estado. En este sentido, hemos agregado dos variables que
consideramos expresan dimensiones y grados diferentes de voluntad autonomismo.
Las dos variables que conforman la variable dependiente son:
Necesidad de reformar el estatuto de la CCAA: variable que analiza la
percepción del ciudadano sobre la necesidad de reformar el estatuto de su propia
comunidad autónoma, donde (0) es totalmente innecesario, (1) poco necesario, (2)
bastante necesario, y (3) muy necesario.
Lograr que todas las decisiones importantes se tomen en la propia comunidad
autónoma9: variable que va más allá de la necesidad de reformar el estatuto, puesto que
indica el grado de autonomía al que se quiere llegar mediante la reforma del estatuto.
Toma igualmente cuatro valores distintos: (0) muy y bastante en contra, (1) ni a favor ni
en contra, (2) bastante a favor, (3) muy a favor.
Cabe mencionar que, a pesar de que la correlación que se observa entre ambas variables
es bastante elevada (r=0,6), éstas son las dos preguntas en la encuesta que, en este tema,
están menos correlacionadas entre ellas. Hemos incluido estas dos variables por su
capacidad de reflejar –al menos parcialmente– grados diferentes sobre autonomismo:
mientras que la necesidad de reformar el estatuto responde a una voluntad autonomista
primaria y bastante genérica, el lograr que todas las decisiones importantes se tomen en
8
La mayoría de encuestas que el CIS ha realizado en este ámbito han estudiado tan solo a aquellas comunidades
autónomas donde existe, aunque minoritario, una presencia de un cleavage centro-periferia. Son ejemplos de estudios
de este tipo el CIS 1109 de 1976, 1190 de 1979, 2228 de 1996 y el 2667 del 2007.
9
A pesar de que esta variable originalmente tenía un total de 5 respuestas (muy a favor, bastante a favor, ni a favor ni
en contra, bastante en contra y muy en contra), se han recodificado las respuestas “bastante en contra” y “muy en
contra” con el fin de que ambas variables que constituyen el índice tengan la misma variabilidad y que, de este modo,
influyan equitativamente en la configuración del índice. Se ha escogido agregar las dos respuestas que, siendo
contiguas, registran el menor número de observaciones.
17
la propia comunidad incorpora matices sobre cuál es el límite de la voluntad
autonomista10.
Por otro lado, también emplearemos tres variables independientes:
Orgullo de ser de la propia Comunidad Autónoma: variable que toma los
valores (0) Nada orgulloso, (1) Poco orgulloso, (2) Bastante orgulloso, (3) Muy
orgulloso.
Identificación Nacional Subjetiva [INS]: donde (0) me siento sólo español, (1)
me siento más español que de mi CCAA, (2) me siento tan español que de mi CCAA,
(3) me siento más de mi CCAA que español, y (4) me siento sólo de mi CCAA11.
Denominar Nación a su CCAA: Percepción de la Comunidad Autónoma como
una nación, variable donde (0) “Muy en contra" (1) "Bastante en contra", (2) "Ni a favor
ni en contra", (3) "Bastante a favor", (4) "Muy a favor".
Vamos a dividir el análisis empírico en dos partes. En el primer de los apartados
presentamos los descriptivos básicos de la variable dependiente.
En la segunda parte vamos a desarrollar un modelo explicativo de la voluntad
autonomista a nivel individual segmentado por comunidad autónoma que nos sirva para
responder a la pregunta de si las actitudes más autonomistas se relacionan con un
sentimiento de pertenencia a una comunidad particular y diferenciada del resto del
estado.
Es importante mencionar que este modelo incluye tres variables independientes que
están lo suficientemente correlacionadas entre ellas como para que la porción de
variabilidad que cada una de ellas esté explicando no sea totalmente independiente de
las otras. Es por este motivo que debemos interpretar con cierta cautela los coeficientes
de las variables independientes y su significación estadística.
Debemos, pues, fijarnos en la capacidad global del modelo para explicar la variabilidad
de la variable dependiente: en función de la porción que podamos explicar en cada una
10
Aquellos casos en los que el encuestado solo respondía a una de las dos preguntas que conforman el índice han sido
eliminados.
11
Cabe tener en cuenta que las comparaciones entre las nacionalidades y las regiones son difíciles de hacer, puesto
que no significa lo mismo sentirse más de la comunidad que Español o incluso sólo de tu comunidad, en Catalunya y
en Euskadi, dónde estará probablemente asociado con un sentimiento soberanista, que en una región sin cleavage
nacional diferenciador, dónde la respuesta puede no estar asociada a ningún sentimiento ni autonomista ni mucho
menos soberanista.
18
de las comunidades autónomas estaremos en condiciones de determinar en qué
contextos las variables de índole sentimental (como son las variables independientes
que incluimos en el modelo) nos permiten explicar la voluntad autonomista de los
individuos. De acorde con las hipótesis anteriormente presentadas, esperamos que en las
comunidades autónomas con particularidades socioculturales los factores sentimentales
tengan más capacidad de explicar el autonomismo que en las comunidades sin rasgos
distintivos particulares. Es decir, como la hipótesis 2 establece, la voluntad autonomista
en las comunidades sin singularidades nacionales propias no dependerá de motivos
identitarios.
6. Análisis empírico
Tal y como ya hemos mencionado con anterioridad, en esta primera parte presentamos
los descriptivos básicos de la variable dependiente, esto es, la voluntad autonomista.
Tabla 4. Descriptivos de la variable dependiente voluntad autonomista por CCAA a
AND
ARG
AST
IB
CAN
CANT
C-LM
CyL
CAT
Media
3,06
3,53
3,32
3,78
3,63
2,82
3,20
3,11
4,25
DS
1,86
1,36
2,10
1,68
1,74
1,80
1,74
1,66
1,83
N
718
398
379
370
407
343
420
411
849
CVAL
EUS
EXT
GAL
MAD
MUR
NAV
LRI
Media
3,07
3,99
3,29
3,1
2,52
2,32
4,01
2,51
DS
1,61
1,86
1,87
1,73
1,85
1,91
1,67
1,61
N
642
474
361
459
616
359
308
321
Fuente: elaboración propia a partir de los datos de la encuesta 2610 del CIS
Como era de esperar, las naciones históricas son las que obtienen puntuaciones más
elevadas en la voluntad autonomista. Catalunya y Euskadi lideran la clasificación. Por
su parte, Galicia no ocupa posiciones delanteras y se sitúa a media tabla. En cambio,
Canarias, Aragón o Navarra muestran también valores elevados. A la cola de la lista
encontramos Madrid, La Rioja y Murcia. Los valores del índice no parece que guarden
relación con los procesos de reforma estatutaria iniciados al principio del siglo XXI.
En la segunda parte del estudio creamos un modelo explicativo de la voluntad
autonomista segmentado por comunidad autónoma. Cabe mencionar de nuevo que
mediante este modelo no pretendemos tanto explicar cuáles son las variables que
19
influyen en la explicación de la voluntad autonomista a nivel individual, sino más bien
evaluar cuál es la capacidad de las variables sentimentales para explicar la voluntad
autonomista en las diferentes comunidades del estado.
20
Tabla 5. Regresión lineal de la voluntad autonomista en las diferentes comunidades autónomas
AND
ARG
AST
IB
CAN
CANT
CyL
C-LM
CAT
CVAL
EUS
EXT
GAL
MAD
MUR
NAV
LRI
2,27** 3,01** 2,31** 2,19** 1,55** 2,71** 2,29** 2,52** 1,33** 1,51** 1,21**
3,85** 1,47** 1,96** 1,93** 1,21** 2,11**
(0,36)
(0,36)
(0,65)
(0,21)
(0,55)
(0,35)
(0,26)
(0,41)
(0,46)
(0,45)
-0,16
0,09
0,07
0,10
-0,56**
0,02
0,13
-0,13
0,07
0,07
(0,12)
(0,12)
(0,11)
(0,17)
(,013)
(0,09)
(0,15)
(0,15)
(0,15)
0,57**
Constante
(0,17)
(0,41)
(0,31)
(0,39)
0,39** 0,33**
-0,06
0,11
0,07
(0,21)
(0,14)
(0,17)
(0,14)
(0,12)
(0,14)
0,12
0,33
0,26*
0,49*
0,11
(0,11)
(0,13)
(0,19)
(0,10)
(0,12)
0,42**
0,23
0,38
0,40*
(0,13)
(0,20)
(0,23)
693
360
Prob > F
0,000
Adj, R2
0,056
Orgullo
CCAA
(0,38)
(0,16)
(0,20)
0,40** 0,33**
(0,08)
(0,08)
0,38** 0,32** 0,56** 0,41** 0,77**
0,48** 0,63**
0,13
0,42** 0,95**
0,11
(0,14)
(0,10)
(0,11)
(0,06)
(0,19)
(0,10)
(0,09)
(0,12)
(0,12)
(0,13)
0,34**
0,54*
0,12
1,02*
0,59** 0,56** 0,53**
0,55
0,46**
0,13
0,62
0,22
0,43
(0,17)
(0,15)
(0,26)
(0,29)
(0,45)
(0,06)
(0,13)
(0,09)
(0,39)
(0,10)
(0,20)
(0,42)
(0,19)
(0,61)
338
336
386
315
379
379
793
587
407
347
443
485
337
258
297
0,289
0,018
0,000
0,000
0,142
0,000
0,003
0,000
0,000
0,000
0,001
0,000
0,161
0,003
0,000
0,662
0,002
0,021
0,069
0,079
0,078
0,03
0,029
0,42
0,148
0,511
0,037
0,159
0,004
0,032
0,253
0,000
INS
CCAA
nación
N
(0,07)
(0,09)
21
A partir de los resultados de la Tabla 5 podemos ver como la capacidad del modelo para
explicar la variabilidad en las diferentes comunidades autónomas es muy diversa.
Fijémonos primero en los coeficientes que toman las diferentes variables independientes
del modelo para cada CCAA.
En primer lugar destaca el hecho que la variable “Orgullo de ser de la propia comunidad
autónoma” es tan solo un factor explicativo de más voluntad autonomista en Cataluña,
Euskadi y en la Comunidad Valenciana. A pesar de que en Extremadura este valor
también es significativo, sorprendentemente su coeficiente es negativo.
La variable independiente Identificación Nacional Subjetiva es significativa en algunas
comunidades autónomas más que en el caso del orgullo: su coeficiente toma valores por
encima de 0,4 en Navarra, Andalucía, Comunidad Valenciana y Cataluña. En Murcia,
Castilla y León, Canarias, Galicia, Euskadi y Aragón el valor está entre 0,3 y 0,4,
mientras que en las Iles Balears éste no llega a 0,3. En el resto de comunidades el
coeficiente no es significativo.
Finalmente, por lo que se refiere a la percepción de la propia CCAA como una nación,
la variable es significativa en la mayoría de las comunidades; en Euskadi es donde el
coeficiente toma un valor más elevado, seguido de Galicia. A continuación encontramos
Asturias, Cataluña, Madrid, Navarra, Cantabria, Murcia, Extremadura, Andalucía, la
Comunidad Valenciana, Islas Baleares, Castilla y León, y las Canarias. Tan solo no es
significativa la variable en Castilla-La Mancha, Aragón, y en La Rioja, donde ninguna
de las tres variables independientes es significativa. Sin embargo, el hecho de que la
variable INS sea significativa en la mayoría de las comunidades es poco relevante
puesto que el porcentaje de personas que creen que su comunidad es una nación en la
mayoría de las regiones sin cleavage sociolingüístico diferenciador es muy reducido.
En términos generales vemos que en tan solo tres comunidades las tres variables
independientes son significativas: en Cataluña, en la Comunitat Valenciana y en
Euskadi, todas ellas con un cleavage sociolingüístico diferenciador del resto del estado.
La presencia de Cataluña y de Euskadi es fácilmente comprensible en tanto que son
comunidades donde el cleavage centro-periferia es muy activo. Resulta un tanto más
sorprendente el caso de la Comunitat Valenciana, donde el cleavage centro-periferia es
poco activo; sin embargo sí que es verdad que hay una porción de su población que –a
pesar de que minoritaria– es muy activa en la lucha autonomista y nacionalista, hecho
por el cual se puede explicar la significación de las tres variables independientes al
mismo tiempo que un R2 bastante reducida.
Si debiéramos dividir las comunidades autónomas en función de la capacidad de las
variables sentimentales para explicar la voluntad autonomista, podríamos crear tres
diferentes grupos: en el primer de ellos, en el cual las variables sentimentales explican
una porción importante de la voluntad autonomista, encontramos a las cuatro
principales comunidades autónomas con un importante cleavage centro-periferia:
Euskadi (66% de la varianza explicada por las tres variables), Cataluña (55%), Navarra
(49%) y Galicia (37%).
A cierta distancia encontramos un grupo de comunidades intermedias, donde la
capacidad del modelo para explicar el grado de autonomismo se ve bastante limitada.
En la parte alta de este grupo se sitúa la Comunitat Valenciana (20% de la varianza),
seguido de las Illes Balears (18%) y Asturias (15%). Un poco por debajo encontramos a
Andalucía, Canarias y Castilla y León (12%), Cantabria (11%), Extremadura y Madrid
(9%), y Murcia (8%).
Finalmente en el tercero y último de los grupos hay Aragón, Castilla-La Macha y La
Rioja, donde los modelos no son estadísticamente significativos en su conjunto.
A partir de estos resultados podemos afirmar que, tal como la hipótesis 2 establecía, el
modelo muestra que la voluntad autonomista no está fuertemente asociada a cuestiones
identitarias en todas las comunidades autónomas sino que, por el contrario, cabe
distinguir entre aquellas autonomías donde existe un fuerte cleavage nacional
diferenciador con aquellas donde éste no existe.
Los resultados demuestran que para explicar la voluntad autonomista en España
debemos
diferenciar
entre
las
Comunidades
Autónomas
con
un
cleavage
sociolingüístico más fuerte (esto es, Euskadi, Cataluña, Navarra y Galicia) del resto de
comunidades. En las primeras, las cuestiones sentimentales están íntimamente ligadas
con la demanda de más autonomía; por el contrario, en el resto de comunidades, los
sentimientos tienen un papel limitado para explicar los deseos de más autonomía. Entre
estas comunidades encontramos también diferentes matices: mientras que en algunas de
ellas el sentimiento de comunidad sí que sirve para explicar una porción –pequeña– de
la voluntad autonomista, en otras este grupo de factores no tienen ninguna capacidad
explicativa.
1
7. Conclusiones
La descentralización política en España ha sido y continúa siendo motivo de debate. La
mayor parte de los esfuerzos realizados hasta el momento se han centrado en uno de los
argumentos para justificar esta descentralización: la cesión de competencias a entes
subestatales para acomodar realidades nacionales distintas a la del estado en su
conjunto.
En esta investigación hemos estudiado el deseo de autonomía de los ciudadanos en
España y, sobretodo, de los ciudadanos en las comunidades autónomas sin
singularidades nacionales distintas a la estatal. Nuestro objetivo era mostrar que el
proceso de descentralización del Estado ha ido acompañado de una mayor voluntad
autonomista de los ciudadanos. El análisis empírico corrobora esta primera hipótesis.
Nuestro segundo objetivo pretendía mostrar si la descentralización ha ido acompañada
de un mayor sentimiento identitario hacia la comunidad de referencia y si este
sentimiento implicaba desear más autonomía para su comunidad. En efecto, vemos que
la asociación entre identidad y voluntad autonomista se produce, pero con importantes
matices: las variables de identidad regional sólo muestran una asociación clara en las
comunidades con un cleavage nacional distinto. En el resto de comunidades, las
personas que desean mayor autonomía no necesariamente muestran un mayor
sentimiento de apego hacia su territorio.
Sin embargo, el análisis muestra algunas limitaciones que conviene subrayar.
El proceso entre la identificación con la comunidad y la voluntad de mayor autonomía
es endógeno por naturaleza y es difícil ver qué parte de la ecuación es la principal.
A parte de esta limitación metodológica, hay otros matices importantes: es el uso de las
variables de identidad regional lo que puede distorsionar más el análisis, ya que se trata
de proxies para intentar medir un sentimiento tan voluble como es la identidad. Además,
podría haber otras variables que interviniesen en el proceso y afectasen de un modo u
otro a la voluntad autonomista. Es el caso de la variable izquierda-derecha, que de algún
modo podría interaccionar con el deseo de mayor autonomía de una parte de la
ciudadanía. Un análisis exploratorio ha descartado esta hipótesis, pero estudios futuros
tendrán que ahondar en esta cuestión.
2
De hecho, la investigación aquí planteada puede y debe ir más allá. La naturaleza
cambiante del Estado de las autonomías y las dinámicas generadas por su desarrollo
serán de especial importancia si hay que iniciar otro proceso de descentralización o, al
contrario, de recentralización. En todo caso, y al contrario de lo que la literatura ha
hecho hasta el momento, también será necesario dar especial importancia a la voluntad
autonomista de los ciudadanos de las autonomías sin singularidades nacionales. El
propio juego político ha alimentado su ansia autonomista, de diferente naturaleza que la
que proviene de sentimientos de identidad.
3
8. Referencias bibliográficas
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