Más allá de las identidades: El sentimiento autonomista en España* Marc Guinjoan i Cesena [email protected] Toni Rodon i Casarramona [email protected] Las consecuencias de la descentralización en España han generado una abundante literatura. La mayor parte de los esfuerzos realizados se han centrado en analizar las comunidades con singularidades nacionales y en estudiar el rol de las elites en el proceso. Este artículo pretende cambiar el foco de interés y fijar la atención en las comunidades “no históricas”. En concreto, demostramos dos aspectos fundamentales en relación a estos territorios: primero, la propia descentralización ha generado a una parte de la ciudadanía actitudes favorables a que se incremente el proceso de cesión de competencias y, segundo, esta actitud no va relacionada con un incremento del sentimiento de identidad hacia la comunidad de referencia. Mostramos que en la mayoría de comunidades (y a excepción de aquellas con identidad regional diferenciada) el deseo autonomista ha ido en aumento sin necesidad de socavar la identidad original. En un proceso claramente endógeno, mostramos que en España el desarrollo de las autonomías ha generado más sentimiento autonomista. Palabras clave: descentralización, identidad, competencias, voluntad autonomista -Nota bibliográficaMarc Guinjoan es licenciado en Ciencias Políticas y de la Administración en la Universitat Pompeu Fabra (2007) y Máster en Ciencias Políticas y Sociales (2008). Actualmente es doctorando en la misma universidad. Sus investigaciones se centran en el ámbito de los sistemas electorales y de las consecuencias de los sistemas multinivel. También ha realizado investigaciones en temas de comportamiento electoral. Recientemente ha publicado un artículo en la Revista de Estudios Políticos. Toni Rodon es licenciado en Ciencias Políticas y de la Administración en la Universitat Pompeu Fabra (2007) y Máster en Ciencias Políticas y Sociales (2008). Actualmente es doctorando en la misma universidad. Su ámbito de investigación se centra en el comportamiento electoral. Recientemente ha publicado un artículo en la Revista Española de Investigaciones Sociológicas. 1 Más allá de las identidades: El sentimiento autonomista en España 1. Introducción La aprobación y desarrollo del Estatuto catalán del año 2006 fue la piedra de toque para iniciar un proceso de reformas estatutarias en el resto de comunidades autónomas. Las reformas han aumentado el poder de las autonomías e iniciado una segunda fase de descentralización. Así, uno por uno, los gobiernos autonómicos han ido presentando sus propuestas que, después de recibir la necesaria aprobación de las Cortes, han entrado en vigor1. Desde la aprobación de la Constitución de 1978, España ha ido diseñando un estado territorialmente descentralizado que, al menos por una parte importante de la población, parece consolidado. Su caso no es único. Múltiples países ya hace tiempo que han decidido descentralizar sus estructuras. Incluso Francia, el país centralista por antonomasia, decidió dar cuotas de poder a entes territoriales subestatales. Esta realidad institucional ha conllevado la introducción de una segunda arena política que, habitualmente, adopta reglas de juego distintas de la estatal. En general, la descentralización del Estado se ha vinculado a un proceso de negociación entre elites (Amat, Jurado, León-Alfonso 2009) y a una necesidad “no deseada” para dar respuesta a las regiones con singularidades históricas diferenciadas. Sin embargo, su impacto va más allá de un simple juego institucional. ¿Cómo han asimilado los ciudadanos de estos territorios el poder del gobierno autónomo? ¿Han contribuido las comunidades autónomas a generar más voluntad autonomista? ¿Son los individuos con más “conciencia regional” los que pretenden aumentar el poder de su gobierno autonómico? 1 Las comunidades que recientemente iniciaron procesos de reforma estatutaria fueron: Catalunya (2006), Comunitat Valenciana (2006), Aragón (2007), Illes Balears (2007), Andalucía (2007) y Castilla y León (2007). En la actualidad (2010), Castilla La Mancha y Extremadura también están tramitando un proceso de reforma. Desde los años ochenta, la mayoría de estatutos han sido modificados de forma sustancial sin necesidad de llevar a cabo una reforma integral. 2 En España la atención se ha centrado tradicionalmente en las comunidades llamadas históricas, cuyo deseo de autonomía se atribuía a factores nacionales o a su voluntad de poseer más poderes por razones singulares. Sin embargo, pocos esfuerzos se han dedicado hasta el momento a las “nuevas” comunidades autónomas. Este artículo pretende ser un primer paso para analizar este vacío. Con la descentralización política, las clásicas reglas del juego democráticas que relacionaban Gobierno y ciudadano han cambiado. La población en general tiene y debe relacionarse con un nivel intermedio de gobierno. Pallarés, Montero y Llera (1997) lo resumen: “Las elecciones regionales constituyen nuevas arenas en las que los partidos y las elites compiten para ganar apoyos electorales y para distribuir sus recursos de representación y gobierno, que son proyectados no sólo hacia la comunidad autónoma sino hacia el gobierno central”. El ciudadano no queda aislado del debate político. Aunque la pluralidad de arenas electorales no se desarrolla de forma desordenada (las arenas electorales se estructuran siguiendo una jerarquía, consideradas las autonómicas como de “segundo orden”), la importancia adquirida por los gobiernos autónomos ha provocado que la ciudadanía no sea distante ni pasiva a su desarrollo. En definitiva, nuestro argumento es que la descentralización no sólo ha incrementado la atención hacia los gobiernos autonómicos, sino que ha generado voluntad autonomista. La relevancia de lo que aquí estudiamos va más allá del estudio de caso planteado. Primero, la mayoría de los esfuerzos se han centrado en las comunidades con singularidades nacionales (sobretodo Euskadi y Catalunya) o en el papel desarrollado por las elites en los procesos de descentralización. Cabe hacer especial énfasis en la tercera parte del engranaje: las preferencias de la ciudadanía. Segundo, el análisis del Estado español nos permite controlar dos elementos –uno de cariz sustantivo, el otro metodológico– que no siempre están a disposición del investigador: en primer lugar, España dispone de diferentes comunidades autónomas con realidades nacionales diferenciadas. Esto nos proporciona una interesante estructura social para desarrollar un estudio de caso próximo a un experimento natural, puesto que estamos en condición de controlar el efecto de determinadas variables que en estudios comparados es imprescindible tener en cuenta. En cuanto al elemento de cariz 3 metodológico, España se erige como un buen caso de análisis ya que dispone de encuestas que profundizan en la cuestión de los sentimientos autonomistas-estatalistas. Tercero, la explicación del desarrollo de las posturas autonomistas en España podría ser extrapolable a otros estados, puesto que en la actualidad hay un gran número de países con estructuras descentralizadas y con realidades socioculturales internas diferenciadas. El artículo abordará dos temas distintos: en primer lugar, se analizará si el proceso autonómico ha generado un incremento del sentimiento autonomista. Defendemos que el proceso autonómico puede ayudar a aumentar el sentimiento autonomista en un proceso claramente dinámico y endógeno. Cuánto más autonomía, más sentimiento autonomista debería de crearse. En segundo lugar, analizamos si el deseo de mayor autonomía del ciudadano se relaciona con una mayor identificación con el territorio concreto. Dicho de otro modo, una vez consolidado el proceso, si la voluntad de mayor autonomía se relaciona con cuestiones identitarias o depende de otros factores. El artículo quiere hacer dos contribuciones: primero, mostrar como el desarrollo del estado autonómico ha contribuido al surgimiento de una voluntad autonomista entre los ciudadanos de aquellas comunidades autónomas donde no se presupone sentimiento identitario propio. Esto es, la autonomía ha creado más sentimiento autonomista. Segundo, demostrar que esta voluntad autonomista no es necesariamente fruto de una relación identitaria con el territorio. El artículo se desarrolla como sigue. En la sección siguiente discutimos las consecuencias del proceso de descentralización en España. En la tercera sección analizamos la evolución del autonomismo a partir de la restauración de la democracia; en el apartado quinto explicamos las variables y los métodos que empleamos para el análisis cuantitativo, que se desarrolla en el sexto apartado. Finalmente, en la última sección, concluimos. 2. Las consecuencias de los procesos de descentralización Los recientes procesos de descentralización han conducido a una mayor relevancia de los sistemas multinivel. Las consecuencias que generan no sólo afectan al sistema institucional o a la distribución de poder entre las elites. Su desarrollo tiene un impacto 4 importante sobre la competición política y sobre los ciudadanos. Ambas cuestiones se presentan a continuación. En primer lugar, se explicará el impacto que genera la descentralización sobre el sistema de partidos y la competición política. En segundo lugar, se hablará del impacto generado en las preferencias de los individuos, sobre sus percepciones políticas e, incluso, sobre su marco político de referencia 2.1. Consecuencias sobre la competición política Los procesos de descentralización generan un impacto sobre la competición política y, en concreto, sobre el comportamiento de las elites y la competición partidista. Los cambios se producen en distintos ámbitos: a) Las arenas de representación de segundo orden y, entre estas, las arenas regionales, acostumbran a ser elegidas mediante un sistema electoral más permisivo que las arenas de primer orden (Hooghe y Marks 2001: apéndice 2; Lago 2009: 9)2. Esta mayor permisividad conjuntamente con una estructura social de cleavages diferenciada del grupo social mayoritario facilita el nacimiento y eventual consolidación de partidos de orden regional (Ordeshook y Shvetsova 1994; Neto y Cox 1997). Además, las arenas de representación regional se erigen a menudo como plataformas para que partidos PANE hagan el salto a la política estatal haciendo uso de la existencia de economías de escala al pasar de la arena de segundo orden a la de primer orden (Lago y Martínez 2007: 382; Golder 2006: 35). Tal y como algún estudio ha certificado empíricamente (Chhibber y Kollman 1992), a medida que aumenta la descentralización de un estado, también aumenta la fragmentación del sistema de partidos. b) Por otro lado, la creación de plataformas políticas regionales supone la incorporación de nueva competencia electoral a la cual los partidos políticos deberán hacer frente y adaptarse (Hopkins 2003; Appleton y Ward 1997). Este hecho podría llevar a la descentralización de las estructuras de los partidos a nivel estatal en entidades más o menos autónomas, incrementando el poder de las élites subestatales así como reduciendo los incentivos para la coordinación y la cooperación con la estructura central del partido (Amat et al. 2009: 15). 2 En el caso español, por ejemplo, en todos los distritos existe una magnitud de distrito superior en las elecciones autonómicas que en las generales –a parte de Asturias, Baleares, Las Palmas, Tenerife y Murcia, donde la circunscripción electoral es diferente entre las dos elecciones–. 5 Se observa consecuentemente que los partidos, independientemente de si son de ámbito estatal o regional, tienden a adoptar discursos enfocados hacia la defensa de los intereses de la región con el fin de hacer frente a las ofertas de los partidos estrictamente regionales (Van Houten 2003; Pallarés y Keating 2003). Mediante este proceso, los líderes subnacionales van asumiendo más poder, llegando a tener la capacidad de modular la agenda política, y pudiendo elegir tanto los candidatos que competirán a nivel estatal como en el regional (León-Alfonso 2007). La descentralización genera presiones entre diferentes partidos (cuál es el partido que satisface más a las demandas de partidos regionales para lograr su apoyo) y dentro de los mismos partidos (por la dinámica de competencia entre las élites) (Orte y Wilson 2009). La simple presencia de uno de estos dos causantes puede forzar el otro. Así, se puede llegar a una situación en que el proceso descentralizador se convierta en un espiral irreversible del cual no se podría salir sin un cambio institucional desde fuera del sistema (Amat et al. 2009: 19). Evidentemente esta segunda de las consecuencias que apunta la literatura puede que no se cumpla en todos sus puntos. Puede ser asimismo posible que las consecuencias sobre las arenas de competición política tampoco sean de tan fácil aplicabilidad como la literatura ha determinado. Sin embargo, parece plausible afirmar que los procesos de descentralización pueden fomentar de algún modo un cierto cambio del enfoque “estado” al enfoque “regional” –tanto entre las élites políticas como entre los ciudadanos– que eventualmente puede llegar a contribuir a la creación o a la estimulación de la voluntad autonomista. 2.2. Consecuencias sobre las preferencias ciudadanas Los sistemas multinivel generan impacto sobre la población de referencia y, concretamente, sobre la formación de las preferencias políticas de los ciudadanos. Concretamente, las consecuencias se relacionan con la interiorización del nuevo sistema, con el impacto sobre la identidad del individuo y con la voluntad autonomista expresada. a) Interiorización del nuevo sistema: el ciudadano se acostumbra a su gobierno autonómico y aprende a convivir en un contexto de dualidad de poderes. La visibilidad 6 del gobierno subestatal se erige como una realidad y así es percibida por parte de los ciudadanos. Este poder entra en competencia directa con el poder estatal. La confusión que entre los ciudadanos genera la existencia de varias instituciones pluraliza la diferente atención que éstos dan a unas u otras instituciones. Esto puede llevar a largo plazo a una falta de rendición de cuentas (Anderson, 2006) como consecuencia de la dificultad de los ciudadanos para diferenciar las políticas llevadas a cabo en cada arena electoral, que eventualmente se puede traducir en un voto irrespectivo a las cuestiones que conciernen a cada nivel de gobierno (Lago y Lago 2009). En definitiva, el modelo descentralizado se interioriza, aunque la pluralidad de arenas políticas crea un sistema complejo de marcos de referencia no siempre fácilmente asumible por parte de los votantes. b) Dinamismo de las identidades: partiendo del hecho de que toda identidad es una construcción social (Giddens 1995), la mayoría de ellas están creadas, organizadas y difundidas por una minoría social o élite, cuya fundamentación ideológico-doctrinal es posteriormente interiorizada por la mayor parte de la población a través de distintas formas de socialización. Es decir, establecer un nuevo marco de referencia (nuevas instituciones subestatales) puede tener efectos sobre la identidad del individuo. La identidad no es un fenómeno estático y el cambio de marcos de referencia político pueden afectarla y cambiarla. No se puede descartar que la introducción de arenas subestatales genere y desarrolle nuevas formas de arraigo hacia el territorio de referencia concreto. Muchos ciudadanos pueden pasar de la referencia estatal a la subestatal, aumentando su vinculación con éste último. c) Generalización de la voluntad autonomista: éste proceso tiene la capacidad de expandir el deseo autonomista a un segmento importante de los ciudadanos. Habrá un grupo de ciudadanos que considere que su gobierno regional debería gestionar más competencias que en la actualidad. El desarrollo de los gobiernos subestatales y la creación de sentimientos de lealtad o identidad hacia éstos posibilita la emergencia de un sector ciudadano que evalúa positivamente la utilidad del gobierno regional. Si el gobierno subestatal consigue proveer servicios públicos que generen satisfacción entre 7 sus ciudadanos, la visibilidad del gobierno subestatal y su “utilidad” irán en aumento3. Como mostramos en la parte empírica, hay ciudadanos que consideran que el gobierno regional debe de retener más potestades que las actuales y desarrollar un rol más activo en la vida política de las personas de la comunidad. 2.3. Las consecuencias de la descentralización en el caso español Mucho se ha escrito en España sobre el proceso de descentralización. Si asumimos que las instituciones políticas tienen un rol predominante en el desarrollo de identidades de apego hacia una determinada nación (Rokkan 1971), debemos esperar que el aumento de poder por parte de la mayoría de comunidades autónomas en España haya tenido algún tipo de impacto sobre la voluntad autonomista de los ciudadanos. La estructura de oportunidades políticas relativamente favorable hacia los partidos PANE se ha entendido como la capacidad de los llamados partidos “nacionalistas” de hacer llegar sus demandas al Gobierno central o de negociar el autogobierno necesario aprovechando que el partido gobernante no disponía de mayoría parlamentaria. Sin embargo, se olvida fácilmente que los ciudadanos de aquellas comunidades sin singularidades históricas también pueden aprovechar esta estructura de oportunidades políticas. En España, la opinión sobre las consecuencias que actualmente genera la descentralización de competencias se encuentra dividida. Por un lado, los defensores de aumentar la descentralización aluden a menudo al principio de subsidiariedad y a la necesidad de que el gobierno se aproxime al territorio. Por otro, hay quien cree que el gobierno central ha descentralizado en exceso sus funciones y que debe detener el proceso. Vinculados con esta última idea hay dos temas recurrentes que tradicionalmente se evocan cuando el gobierno central decide transferir más competencias a las CCAA. El primero se circunscribe en el ámbito de la identidad. Aunque es un argumento utilizado sobretodo en referencia a las comunidades con singularidades culturales, desde algunos ámbitos se considera que el proceso descentralizador tendrá repercusiones en forma de un creciente desapego hacia España y de un deterioro de la identidad española4. 3 En este sentido, Spolaore y Alesina (2003) advierten de los beneficios potenciales endógenos de formar entes políticos reducidos por su capacidad de responder a las preferencias ciudadanas de una forma más eficaz. 4 Linz y de Miguel (1997) consideran como consecuencia negativa del sistema la permisividad institucional “de expresar la hostilidad hacia el estado o hacia la interpretación del estado que es común entre todos, a veces desde 8 El segundo se limita al ámbito de lo político. Algunos analistas consideran que el aumento de competencias de las CCAA ha desembocado en un auténtico reino de taifas en el que cada uno lucha por su parcela. Ambas ideas olvidan la segunda parte de cualquier proceso descentralizador: la ciudadanía. Aunque la opinión ciudadana está vinculada al discurso de las elites políticas, sólo por la mera existencia de una estructura de oportunidades partidista que favorece el discurso pro-autonómico, los ciudadanos acaban recibiendo inputs sobre su gobierno autonómico. De esta forma, dado que el proceso político es competitivo por naturaleza, los partidos desarrollan un discurso y una mentalidad autonómica que va más allá del propio diseño institucional del Estado. Los gobiernos autonómicos han contribuido a generar (o a consolidar) cierto sentimiento de apego de los ciudadanos hacia su gobierno e incluso a crear entre ellos la percepción de vivir en una realidad colectiva común. Es decir, aunque en la mayoría de comunidades autónomas su propio relato aún está en construcción, los gobiernos regionales han contribuido a crear un nuevo marco de referencia distinto del estatal. 3. El caso de estudio: preguntas e hipótesis La descentralización de los estados genera actitudes favorables de sus ciudadanos a la descentralización, esto es, al progresivo aumento de poder por parte de los gobiernos autónomos. ¿Ha aumentado el sentimiento autonomista en España? ¿La descentralización del Estado ha generado actitudes a favor de ésta –en un proceso endógeno– entre aquellas comunidades donde no existe ningún tipo de cleavage diferenciador de la mayoría social del estado? En definitiva: ¿Son cuestiones sentimentales las que explican la voluntad autonomista? ¿Hay diferencias entre Comunidades Autónomas o el patrón observado es el mismo en todo el Estado? La respuesta a estas cuestiones será el principal de los retos de la presente investigación, en la que aportamos una imagen sobre la expansión de las posturas autonomistas en el conjunto del Estado y analizamos algunos motivos que han creado esta tendencia. siglos, como un producto artificial u opresivo de una realidad con la que la identificación emocional es difícil o imposible”. 9 En este sentido se desarrollan las siguientes hipótesis: H1: El propio proceso de descentralización autonómica ha generado sentimiento autonomista. Esperamos que, en comunidades autónomas sin singularidades histórico-culturales, la creación de ejecutivos autonómicos vaya asociada con un incremento en el sentimiento autonomista. El deseo que los ejecutivos autónomos acumulen más poder ha ido en aumento. Es decir, a mayor descentralización, mayor sentimiento autonomista. H2: La voluntad de mayor autonomía de los ciudadanos de comunidades sin cleavage diferenciado no va asociada a un mayor sentimiento de identidad con la comunidad. En comunidades que no disponen de singularidades culturales específicas, descartamos que el deseo de incrementar el poder del ejecutivo autonómico vaya relacionado con un sentimiento identitario hacia su comunidad. Es decir, la voluntad de descentralización no va asociada a temas identitarios con el territorio. En el siguiente apartado presentamos cual ha sido la evolución del autonomismo en España a nivel institucional (ampliación de competencias y percepción ciudadana). En un segundo apartado, mediante datos a nivel individual, presentamos la evolución del autonomismo deseado para cada una de las CCAA. Lamentablemente no hay la suficiente información a nivel de encuesta y para todas las CCAA que nos permita reflejar de modo claro cual ha sido la evolución del sentimiento autonomista en España, por lo que nos tendremos que conformar con los datos de encuestas que nos aproximen lo más fielmente a esta cuestión. 4. El autonomismo en España En el presente apartado presentamos cual ha sido la evolución del autonomismo en España, tanto por lo que se refiere a la ampliación de las competencias de las CCAA desde la aprobación de los estatutos de autonomía, como la evolución de las percepciones de los ciudadanos sobre algunos temas relacionados con el estado de las autonomías. 10 Así, en una primera parte presentamos datos sobre la evolución de la financiación autonómica desde el año 1986 y el número de traspasos competenciales para cada una de las CCAA desde 1979. En un segundo apartado, mediante datos a nivel individual, presentamos la evolución del autonomismo deseado para cada una de las CCAA, así como datos sobre la evolución del interés por la política regional y el conocimiento del líder autonómico. 4.1. Análisis agregado En la Tabla 1 presentamos datos a nivel agregado sobre los traspasos aprobados para las CCAA y la evolución de la financiación autonómica. A pesar de las diferencias que se observan entre algunas CCAA, en la mayoría de ellas ya se han cerrado cerca de un centenar de traspasos competenciales. Este incremento de competencias ha ido acompañado de un aumento en los recursos financieros de las comunidades autónomas. Todos los gobiernos regionales han visto incrementada muy substancialmente su financiación desde 1986 hasta la actualidad, si bien éste incremento ha sido muy diferente en función de cada comunidad: mientras que en Andalucía o Catalunya el incremento solo se ha multiplicado por 8, en las Illes Balears y Murcia se ha multiplicado por 33. Tabla 1. Traspasos aprobados para las comunidades autónomas y evolución de la financiación autonómica Territorio Traspasos (1978 a 2009) Evolución financiación autonómica 1986=15 (2006) Andalucía 151 8,0 Aragón 104 25,3 Asturias 104 22,5 Canarias 119 11,5 Cantabria 103 25,3 Castilla y León 108 21,6 5 Los valores de la base 1 para el 1986 corresponden a los siguientes presupuestos por CCAA en millones de euros: Andalucía, 3.037,5; Aragón, 180,1; Asturias, 153,8; Illes Balears, 81,8; Canarias, 517,2; Cantabria, 77,3; Castilla-La Mancha, 322,9; Castilla y León, 393,2; Catalunya, 2.577,7; Comunitat Valenciana, 826,1; Extremadura, 203,2; Galicia, 742,5; Madrid, 730,3; Murcia, 123,4; Navarra, 252,4; Euskadi, 917,9; La Rioja, 0,42. Todos los datos están disponibles en la página web del Instituto de Estudios Fiscales, http://www.ief.es/. 11 Castilla-La Mancha 92 22,6 Catalunya 182 8,3 Comunitat Valenciana 131 16,2 Euskadi 93 8,7 Extremadura 94 20,6 Galicia 154 12,0 Illes Balears 110 33,3 Madrid 93 22,4 Murcia 111 32,3 Navarra 60 11,5 Rioja, La 75 24,9 128,5 15,6 España (media)a Fuente: Ministerio de Política Territorial. Última actualización: 17 de junio del 2009, Incluidos los aprobados en Comisión Mixta sin publicación en el BOE [traspasos] y Dirección General de Coordinación Financiera con las CC.AA [evolución de la financiación autonómica] a La media se ha calculado ponderando la población de cada una de las Comunidades Autónomas en base a los datos del padrón del Instituto Nacional de Estadística (http://www.ine.es) para el año 2006. Paralelamente, el presupuesto de las comunidades autónomas ha ido incrementándose a un ritmo superior al del Estado Central. Así, en la Tabla 2 se pone de manifiesto la evolución porcentual de la distribución del total consolidado de gastos públicos (obligaciones reconocidas) en los diferentes niveles de gobierno entre los años 1992 y 2006. Podemos observar como en el período de una década y media los gastos públicos del estado central se han reducido en 15 puntos porcentuales, representando en el 2006 menos de la mitad del total, mientras que las autonomías han incrementado en más del 50% sus gastos, pasando del 24% al 38% del total en 2006. Por lo que se refiere a los gastos de las Corporaciones Locales, éstas han registrado una ligera tendencia alcista. 12 Tabla 2. Evolución porcentual de la distribución del total consolidado de gastos públicos (obligaciones reconocidas) en los diferentes niveles de gobierno, 1992 a 2006 Nivel de gobierno 92 93 94 95 96 97 98 99 00 01 02 03 04 05 06 Estado 60,9 62,5 61,0 60,6 61,0 66,7 63,6 58,1 57,0 56,6 49,1 49,1 47,2 46,1 45,2 CCAA 24,6 23,4 24,6 25,1 25,3 21,5 23,6 27,4 28,8 29,1 35,0 34,9 36,8 37,8 38,1 CCLL 14,4 14,1 14,3 14,3 13,7 11,8 12,8 14,5 14,2 14,3 15,9 16,0 16,0 16,1 16,7 Fuente: Secretaría General de Financiación Territorial del Ministerio de Economía y Hacienda, y base de datos económicos del sector público español (BADESPE) del Instituto de Estudios Fiscales (Ministerio de Economía y Hacienda). En términos generales comprobamos, pues, que España ha experimentado desde la restauración de la democracia un importante proceso de descentralización a favor de las comunidades autónomas tanto en el número de competencias que gestionan los gobiernos autónomos como en el presupuesto asignado a la comunidad. ¿Pero ha ido este proceso acompañado de una mayor voluntad autonomista? Lo analizamos en la siguiente sección. 4.2. Análisis individual En este apartado presentamos datos de encuesta con el fin de aproximarnos a la evolución de la voluntad autonomista en cada una de las comunidades autónomas. Utilizamos los datos recopilados por Mota (1998) para los años 1984, 1986, 1988 y 1992, y completamos las serie temporales con los estudios del CIS 2286 de 1998, el 2455 de 2002 y el 2610 de 2005. Presentamos una tabla que refleja el cambio en los valores porcentuales registrados por tres ítems relacionados con los procesos de descentralización del poder: la voluntad autonomista6, el interés por la política autonómica, y el conocimiento del presidente de 6 Al encuestado se le plantea la pregunta de si desea más autonomía por su comunidad autónoma, menos autonomía, o si ya está bien con la autonomía actual. Al no ser el autonomismo una cuestión estática sino que evoluciona temporalmente a medida que las comunidades autónomas asumen nuevas competencias, los resultados de ésta pregunta no pueden reflejar de modo totalmente fiel el deseo de autonomismo final. Planteamos, por ejemplo, el caso de una persona que en el año 1984 vive en una comunidad autónoma que dispone de muy pocas competencias, por lo que está a favor de una ampliación de las mismas. Sin embargo, si con posteridad hay un traspaso importante de competencias, esta persona puede llegar a considerar que su región ya ha conseguido el grado de autonomía 13 la propia comunidad. Cada uno de estos ítems incorpora el máximo número de datos para cada CCAA si bien éstos varían (el año en el que se hizo por primera vez la pregunta para cada CCAA es diferente). En el eje de las columnas el símbolo “+” representa el incremento/decrecimiento en puntos porcentuales de las respuestas favorables; el “-” es el cambio en puntos porcentuales de las respuestas desfavorables, y el “NS/NC” el cambio de las respuestas donde no se dio respuesta. Mención especial reciben el símbolo “=”, que identifica el cambio en las personas que quieren el mismo nivel de autonomía en el momento de la encuesta; y las respuestas “acierta” y “no acierta”, que simplemente reflejan el cambio entre los que aciertan el nombre del presidente autonómico en el momento de la encuesta, y los que no. necesario. Cuando se le vuelva a plantear la misma cuestión su respuesta será que el grado de autonomismo deseado es el mismo que el existente. Vemos que, en este hipotético caso, a pesar de que las percepciones en relación al autonomismo de esta persona no han cambiado, en la encuesta si que se refleja un decrecimiento en la voluntad autonomista. Así, el hecho de que las competencias autonómicas se vean incrementando en el tiempo, hace jugar este indicador en contra de nuestra hipótesis de que las posturas favorables al incremento de las competencias autonómicas ha aumentado. 14 Tabla 3. Evolución del grado de autonomismo deseado, del interés por la política autonómica y del conocimiento del Presidente Autonómico (en porcentaje) Autonomismo deseado Interés por la política autonómica + = - NS/ NC Años + - NS/ NC Años Andalucía 5,5 12,6 -4,2 -13,9 (84-02) 0,3 1,2 -1,5 (92-02) Aragón 15,9 11,5 1,3 -28,7 (88-02) 9,8 -6,4 -3,4 (86-02) Asturias 0,7 27,8 1,1 -29,5 (88-02) -2,2 7,2 -5 (86-02) Canarias -3,5 21,1 2,4 -20 (88-02) 9,6 -6 -3,6 (86-02) Cantabria 0,7 33,4 3,4 -37,5 (88-02) 5,1 -2,1 -3 (88-02) 20,7 -4,7 0,1 -16,1 (86-02) 1,2 1,6 -2,8 (86-02) 5,4 1,4 2,4 -10,2 (92-02) -4,9 6,9 -2 (88-02) Catalunya 23,6 -8,9 -5,3 -9,3 (84-02) 9,8 -10 0,2 (88-02) Comunitat Valenciana 6,5 26,4 1,3 -34,2 (88-02) 4,5 -2,6 -1,9 (86-02) Euskadi 14,4 -6,5 -3,9 -4 (86-02) -1,7 1,1 0,6 (92-02) Extremadura 18,9 18,5 0,1 -38,5 (86-02) -12,1 19,1 -7 (88-02) Galicia -3,2 26,9 0,6 -24,2 (84-02) 1,6 -0,1 -1,5 (92-02) Illes Balears 5,1 11,3 -0,3 -16,1 (88-02) 14,8 -12,7 -2,1 (86-02) Madrid -1,9 16,2 -4,2 -10,1 (92-02) -3,6 5,4 -1,8 (86-02) Murcia -2,5 19,1 6 -22,6 (88-02) -3,7 5,6 -1,9 (92-02) Navarra -14,8 21,8 -1,9 -4,1 (92-02) -10,8 20,5 -9,7 (86-02) La Rioja -19,7 44,9 4,4 -29,5 (88-02) 38,1 -28,3 -9,8 (86-02) 7,6 11,3 -1,7 -17,2 2,3 -0,4 -1,9 CCAA Castilla y León Castilla-La Mancha Evolución España (media)a Valor positivo mediob Conocimiento Presidente autonómico No NS/ Acierta Años acierta NC (8620,2 -19,0 -1,2 05) (86-2,6 -3,8 6,4 05) (861,9 -7,2 5,3 05) (86-8,3 2,6 5,7 05) (8614,8 -14,4 -0,4 05) (863,7 -12,4 8,7 05) (867,3 -15,9 8,6 05) (92-7,1 1,9 5,2 05) (88-8,3 2,3 6,0 05) (925,2 -4,4 -0,8 05) (8647,1 -35,6 -11,5 05) (92-11,7 7,1 4,6 05) (8614,8 -15,0 0,2 05) (867,8 -15,2 7,4 05) (866,7 -13,0 6,3 05) (863,3 -8,1 4,8 05) (861,0 -1,8 0,8 05) 4,2 -8,1 4,0 34,6 [34,0 – 35,1] (84/86/88/92) 32,0 [31,5 – 32,5] (86/88/92) 78,5 [77,9 – 79,0] (86/88/92) 44,7 [43,7 – 45,6] (2002) 34,2 [33,3 – 35,2] (2002) 82,7 [81,7 – 83,6] (2005) 28.718 (84/86/88/92) 37.078 (86/88/92) 33.281 (86/88/92) 10.476 (2002) 10.476 (2002) 10.371 (2005) N Fuente: Mota (1998) y CIS 2286 y 2455 [autonomismo deseado]; Mota (1998) y CIS 2286 y 2455 [interés por la política autonómica]; y Mota (1998) y CIS 2610 [conocimiento de los presidentes autonómicos a La media se ha calculado ponderando la población de cada una de las Comunidades Autónomas en base a los datos del padrón del Instituto Nacional de Estadística (http://www.ine.es) para el año 2006. b En negrita la media de las respuestas favorables entre los primeros datos de los que se disponen y los últimos; entre corchetes el margen de error de la media. A su derecha, el año o años a los que se refieren los datos. 15 En once comunidades autónomas ha habido un incremento en la voluntad autonomista mientras que en tan solo seis (Galicia, La Rioja, Canarias, Murcia, Navarra y Madrid) este deseo ha disminuido. En el global de todas las comunidades se observa un incremento de diez puntos y medio en la voluntad autonomista, siendo el 2002 el 44,7% de los españoles los que deseaban ver incrementadas las competencias de su comunidad autónoma. En la segunda de las columnas presentamos datos de la evolución del interés por la política autonómica, que también ha aumentado, si bien moderadamente. En el año 2002 el 34,2% de los españoles estaban interesados por la política autonómica, dos puntos por encima del primer valor disponible. Finalmente, en la tercera y última columna se presentan datos sobre el conocimiento del nombre del presidente de la comunidad. El valor ha crecido en doce comunidades. En 2005 solo en cuatro comunidades, menos de 3 de cada 4 encuestados no ha sabido responder correctamente a la pregunta. El 82,7% de los españoles conocía cual era el presidente de su comunidad autónoma, más de cuatro puntos por encima del primer valor registrado. En líneas generales, tal y como se refleja en los márgenes de errores de las medias para cada período, hay diferencias significativas en todos los casos entre las tres variables estudiadas. Especialmente relevante es el aumento del autonomismo deseado. Estos datos nos permiten aceptar nuestra hipótesis 1 según la cual el proceso de descentralización autonómica ha generado sentimiento autonomista. Seguidamente procedimos al análisis de la segunda parte del estudio. Analizamos nuestra segunda hipótesis por la cual la voluntad de mayor autonomía de los ciudadanos de comunidades sin cleavage diferenciado no va asociada a un mayor sentimiento de identidad con la comunidad. 5. Las variables y los métodos Los datos que empleamos en ésta parte de la investigación pertenecen al CIS número 26107. La encuesta realiza una gran cantidad de preguntas sobre la asunción de determinadas competencias por parte de las comunidades autónomas, de la percepción 7 Encuesta realizada en motivo de las elecciones autonómicas del 2005. 16 de los ciudadanos sobre la ampliación de las competencias, sus límites, y de los sentimientos de pertenencia a su comunidad autónoma y a España. Se trata de una de las únicas encuestas que ha realizado el CIS en el conjunto del Estado en la que comunidades autónomas teóricamente no solicitantes de mayor autonomía se posicionan a favor o en contra de estas cuestiones8. A lo largo del estudio empírico vamos a utilizar una misma variable dependiente descriptiva de la voluntad autonomista de los individuos. Esta variable dependiente pretendemos que simbolice de modo conciso la voluntad autonomista de cada una de las Comunidades Autónomas del estado. En este sentido, hemos agregado dos variables que consideramos expresan dimensiones y grados diferentes de voluntad autonomismo. Las dos variables que conforman la variable dependiente son: Necesidad de reformar el estatuto de la CCAA: variable que analiza la percepción del ciudadano sobre la necesidad de reformar el estatuto de su propia comunidad autónoma, donde (0) es totalmente innecesario, (1) poco necesario, (2) bastante necesario, y (3) muy necesario. Lograr que todas las decisiones importantes se tomen en la propia comunidad autónoma9: variable que va más allá de la necesidad de reformar el estatuto, puesto que indica el grado de autonomía al que se quiere llegar mediante la reforma del estatuto. Toma igualmente cuatro valores distintos: (0) muy y bastante en contra, (1) ni a favor ni en contra, (2) bastante a favor, (3) muy a favor. Cabe mencionar que, a pesar de que la correlación que se observa entre ambas variables es bastante elevada (r=0,6), éstas son las dos preguntas en la encuesta que, en este tema, están menos correlacionadas entre ellas. Hemos incluido estas dos variables por su capacidad de reflejar –al menos parcialmente– grados diferentes sobre autonomismo: mientras que la necesidad de reformar el estatuto responde a una voluntad autonomista primaria y bastante genérica, el lograr que todas las decisiones importantes se tomen en 8 La mayoría de encuestas que el CIS ha realizado en este ámbito han estudiado tan solo a aquellas comunidades autónomas donde existe, aunque minoritario, una presencia de un cleavage centro-periferia. Son ejemplos de estudios de este tipo el CIS 1109 de 1976, 1190 de 1979, 2228 de 1996 y el 2667 del 2007. 9 A pesar de que esta variable originalmente tenía un total de 5 respuestas (muy a favor, bastante a favor, ni a favor ni en contra, bastante en contra y muy en contra), se han recodificado las respuestas “bastante en contra” y “muy en contra” con el fin de que ambas variables que constituyen el índice tengan la misma variabilidad y que, de este modo, influyan equitativamente en la configuración del índice. Se ha escogido agregar las dos respuestas que, siendo contiguas, registran el menor número de observaciones. 17 la propia comunidad incorpora matices sobre cuál es el límite de la voluntad autonomista10. Por otro lado, también emplearemos tres variables independientes: Orgullo de ser de la propia Comunidad Autónoma: variable que toma los valores (0) Nada orgulloso, (1) Poco orgulloso, (2) Bastante orgulloso, (3) Muy orgulloso. Identificación Nacional Subjetiva [INS]: donde (0) me siento sólo español, (1) me siento más español que de mi CCAA, (2) me siento tan español que de mi CCAA, (3) me siento más de mi CCAA que español, y (4) me siento sólo de mi CCAA11. Denominar Nación a su CCAA: Percepción de la Comunidad Autónoma como una nación, variable donde (0) “Muy en contra" (1) "Bastante en contra", (2) "Ni a favor ni en contra", (3) "Bastante a favor", (4) "Muy a favor". Vamos a dividir el análisis empírico en dos partes. En el primer de los apartados presentamos los descriptivos básicos de la variable dependiente. En la segunda parte vamos a desarrollar un modelo explicativo de la voluntad autonomista a nivel individual segmentado por comunidad autónoma que nos sirva para responder a la pregunta de si las actitudes más autonomistas se relacionan con un sentimiento de pertenencia a una comunidad particular y diferenciada del resto del estado. Es importante mencionar que este modelo incluye tres variables independientes que están lo suficientemente correlacionadas entre ellas como para que la porción de variabilidad que cada una de ellas esté explicando no sea totalmente independiente de las otras. Es por este motivo que debemos interpretar con cierta cautela los coeficientes de las variables independientes y su significación estadística. Debemos, pues, fijarnos en la capacidad global del modelo para explicar la variabilidad de la variable dependiente: en función de la porción que podamos explicar en cada una 10 Aquellos casos en los que el encuestado solo respondía a una de las dos preguntas que conforman el índice han sido eliminados. 11 Cabe tener en cuenta que las comparaciones entre las nacionalidades y las regiones son difíciles de hacer, puesto que no significa lo mismo sentirse más de la comunidad que Español o incluso sólo de tu comunidad, en Catalunya y en Euskadi, dónde estará probablemente asociado con un sentimiento soberanista, que en una región sin cleavage nacional diferenciador, dónde la respuesta puede no estar asociada a ningún sentimiento ni autonomista ni mucho menos soberanista. 18 de las comunidades autónomas estaremos en condiciones de determinar en qué contextos las variables de índole sentimental (como son las variables independientes que incluimos en el modelo) nos permiten explicar la voluntad autonomista de los individuos. De acorde con las hipótesis anteriormente presentadas, esperamos que en las comunidades autónomas con particularidades socioculturales los factores sentimentales tengan más capacidad de explicar el autonomismo que en las comunidades sin rasgos distintivos particulares. Es decir, como la hipótesis 2 establece, la voluntad autonomista en las comunidades sin singularidades nacionales propias no dependerá de motivos identitarios. 6. Análisis empírico Tal y como ya hemos mencionado con anterioridad, en esta primera parte presentamos los descriptivos básicos de la variable dependiente, esto es, la voluntad autonomista. Tabla 4. Descriptivos de la variable dependiente voluntad autonomista por CCAA a AND ARG AST IB CAN CANT C-LM CyL CAT Media 3,06 3,53 3,32 3,78 3,63 2,82 3,20 3,11 4,25 DS 1,86 1,36 2,10 1,68 1,74 1,80 1,74 1,66 1,83 N 718 398 379 370 407 343 420 411 849 CVAL EUS EXT GAL MAD MUR NAV LRI Media 3,07 3,99 3,29 3,1 2,52 2,32 4,01 2,51 DS 1,61 1,86 1,87 1,73 1,85 1,91 1,67 1,61 N 642 474 361 459 616 359 308 321 Fuente: elaboración propia a partir de los datos de la encuesta 2610 del CIS Como era de esperar, las naciones históricas son las que obtienen puntuaciones más elevadas en la voluntad autonomista. Catalunya y Euskadi lideran la clasificación. Por su parte, Galicia no ocupa posiciones delanteras y se sitúa a media tabla. En cambio, Canarias, Aragón o Navarra muestran también valores elevados. A la cola de la lista encontramos Madrid, La Rioja y Murcia. Los valores del índice no parece que guarden relación con los procesos de reforma estatutaria iniciados al principio del siglo XXI. En la segunda parte del estudio creamos un modelo explicativo de la voluntad autonomista segmentado por comunidad autónoma. Cabe mencionar de nuevo que mediante este modelo no pretendemos tanto explicar cuáles son las variables que 19 influyen en la explicación de la voluntad autonomista a nivel individual, sino más bien evaluar cuál es la capacidad de las variables sentimentales para explicar la voluntad autonomista en las diferentes comunidades del estado. 20 Tabla 5. Regresión lineal de la voluntad autonomista en las diferentes comunidades autónomas AND ARG AST IB CAN CANT CyL C-LM CAT CVAL EUS EXT GAL MAD MUR NAV LRI 2,27** 3,01** 2,31** 2,19** 1,55** 2,71** 2,29** 2,52** 1,33** 1,51** 1,21** 3,85** 1,47** 1,96** 1,93** 1,21** 2,11** (0,36) (0,36) (0,65) (0,21) (0,55) (0,35) (0,26) (0,41) (0,46) (0,45) -0,16 0,09 0,07 0,10 -0,56** 0,02 0,13 -0,13 0,07 0,07 (0,12) (0,12) (0,11) (0,17) (,013) (0,09) (0,15) (0,15) (0,15) 0,57** Constante (0,17) (0,41) (0,31) (0,39) 0,39** 0,33** -0,06 0,11 0,07 (0,21) (0,14) (0,17) (0,14) (0,12) (0,14) 0,12 0,33 0,26* 0,49* 0,11 (0,11) (0,13) (0,19) (0,10) (0,12) 0,42** 0,23 0,38 0,40* (0,13) (0,20) (0,23) 693 360 Prob > F 0,000 Adj, R2 0,056 Orgullo CCAA (0,38) (0,16) (0,20) 0,40** 0,33** (0,08) (0,08) 0,38** 0,32** 0,56** 0,41** 0,77** 0,48** 0,63** 0,13 0,42** 0,95** 0,11 (0,14) (0,10) (0,11) (0,06) (0,19) (0,10) (0,09) (0,12) (0,12) (0,13) 0,34** 0,54* 0,12 1,02* 0,59** 0,56** 0,53** 0,55 0,46** 0,13 0,62 0,22 0,43 (0,17) (0,15) (0,26) (0,29) (0,45) (0,06) (0,13) (0,09) (0,39) (0,10) (0,20) (0,42) (0,19) (0,61) 338 336 386 315 379 379 793 587 407 347 443 485 337 258 297 0,289 0,018 0,000 0,000 0,142 0,000 0,003 0,000 0,000 0,000 0,001 0,000 0,161 0,003 0,000 0,662 0,002 0,021 0,069 0,079 0,078 0,03 0,029 0,42 0,148 0,511 0,037 0,159 0,004 0,032 0,253 0,000 INS CCAA nación N (0,07) (0,09) 21 A partir de los resultados de la Tabla 5 podemos ver como la capacidad del modelo para explicar la variabilidad en las diferentes comunidades autónomas es muy diversa. Fijémonos primero en los coeficientes que toman las diferentes variables independientes del modelo para cada CCAA. En primer lugar destaca el hecho que la variable “Orgullo de ser de la propia comunidad autónoma” es tan solo un factor explicativo de más voluntad autonomista en Cataluña, Euskadi y en la Comunidad Valenciana. A pesar de que en Extremadura este valor también es significativo, sorprendentemente su coeficiente es negativo. La variable independiente Identificación Nacional Subjetiva es significativa en algunas comunidades autónomas más que en el caso del orgullo: su coeficiente toma valores por encima de 0,4 en Navarra, Andalucía, Comunidad Valenciana y Cataluña. En Murcia, Castilla y León, Canarias, Galicia, Euskadi y Aragón el valor está entre 0,3 y 0,4, mientras que en las Iles Balears éste no llega a 0,3. En el resto de comunidades el coeficiente no es significativo. Finalmente, por lo que se refiere a la percepción de la propia CCAA como una nación, la variable es significativa en la mayoría de las comunidades; en Euskadi es donde el coeficiente toma un valor más elevado, seguido de Galicia. A continuación encontramos Asturias, Cataluña, Madrid, Navarra, Cantabria, Murcia, Extremadura, Andalucía, la Comunidad Valenciana, Islas Baleares, Castilla y León, y las Canarias. Tan solo no es significativa la variable en Castilla-La Mancha, Aragón, y en La Rioja, donde ninguna de las tres variables independientes es significativa. Sin embargo, el hecho de que la variable INS sea significativa en la mayoría de las comunidades es poco relevante puesto que el porcentaje de personas que creen que su comunidad es una nación en la mayoría de las regiones sin cleavage sociolingüístico diferenciador es muy reducido. En términos generales vemos que en tan solo tres comunidades las tres variables independientes son significativas: en Cataluña, en la Comunitat Valenciana y en Euskadi, todas ellas con un cleavage sociolingüístico diferenciador del resto del estado. La presencia de Cataluña y de Euskadi es fácilmente comprensible en tanto que son comunidades donde el cleavage centro-periferia es muy activo. Resulta un tanto más sorprendente el caso de la Comunitat Valenciana, donde el cleavage centro-periferia es poco activo; sin embargo sí que es verdad que hay una porción de su población que –a pesar de que minoritaria– es muy activa en la lucha autonomista y nacionalista, hecho por el cual se puede explicar la significación de las tres variables independientes al mismo tiempo que un R2 bastante reducida. Si debiéramos dividir las comunidades autónomas en función de la capacidad de las variables sentimentales para explicar la voluntad autonomista, podríamos crear tres diferentes grupos: en el primer de ellos, en el cual las variables sentimentales explican una porción importante de la voluntad autonomista, encontramos a las cuatro principales comunidades autónomas con un importante cleavage centro-periferia: Euskadi (66% de la varianza explicada por las tres variables), Cataluña (55%), Navarra (49%) y Galicia (37%). A cierta distancia encontramos un grupo de comunidades intermedias, donde la capacidad del modelo para explicar el grado de autonomismo se ve bastante limitada. En la parte alta de este grupo se sitúa la Comunitat Valenciana (20% de la varianza), seguido de las Illes Balears (18%) y Asturias (15%). Un poco por debajo encontramos a Andalucía, Canarias y Castilla y León (12%), Cantabria (11%), Extremadura y Madrid (9%), y Murcia (8%). Finalmente en el tercero y último de los grupos hay Aragón, Castilla-La Macha y La Rioja, donde los modelos no son estadísticamente significativos en su conjunto. A partir de estos resultados podemos afirmar que, tal como la hipótesis 2 establecía, el modelo muestra que la voluntad autonomista no está fuertemente asociada a cuestiones identitarias en todas las comunidades autónomas sino que, por el contrario, cabe distinguir entre aquellas autonomías donde existe un fuerte cleavage nacional diferenciador con aquellas donde éste no existe. Los resultados demuestran que para explicar la voluntad autonomista en España debemos diferenciar entre las Comunidades Autónomas con un cleavage sociolingüístico más fuerte (esto es, Euskadi, Cataluña, Navarra y Galicia) del resto de comunidades. En las primeras, las cuestiones sentimentales están íntimamente ligadas con la demanda de más autonomía; por el contrario, en el resto de comunidades, los sentimientos tienen un papel limitado para explicar los deseos de más autonomía. Entre estas comunidades encontramos también diferentes matices: mientras que en algunas de ellas el sentimiento de comunidad sí que sirve para explicar una porción –pequeña– de la voluntad autonomista, en otras este grupo de factores no tienen ninguna capacidad explicativa. 1 7. Conclusiones La descentralización política en España ha sido y continúa siendo motivo de debate. La mayor parte de los esfuerzos realizados hasta el momento se han centrado en uno de los argumentos para justificar esta descentralización: la cesión de competencias a entes subestatales para acomodar realidades nacionales distintas a la del estado en su conjunto. En esta investigación hemos estudiado el deseo de autonomía de los ciudadanos en España y, sobretodo, de los ciudadanos en las comunidades autónomas sin singularidades nacionales distintas a la estatal. Nuestro objetivo era mostrar que el proceso de descentralización del Estado ha ido acompañado de una mayor voluntad autonomista de los ciudadanos. El análisis empírico corrobora esta primera hipótesis. Nuestro segundo objetivo pretendía mostrar si la descentralización ha ido acompañada de un mayor sentimiento identitario hacia la comunidad de referencia y si este sentimiento implicaba desear más autonomía para su comunidad. En efecto, vemos que la asociación entre identidad y voluntad autonomista se produce, pero con importantes matices: las variables de identidad regional sólo muestran una asociación clara en las comunidades con un cleavage nacional distinto. En el resto de comunidades, las personas que desean mayor autonomía no necesariamente muestran un mayor sentimiento de apego hacia su territorio. Sin embargo, el análisis muestra algunas limitaciones que conviene subrayar. El proceso entre la identificación con la comunidad y la voluntad de mayor autonomía es endógeno por naturaleza y es difícil ver qué parte de la ecuación es la principal. A parte de esta limitación metodológica, hay otros matices importantes: es el uso de las variables de identidad regional lo que puede distorsionar más el análisis, ya que se trata de proxies para intentar medir un sentimiento tan voluble como es la identidad. Además, podría haber otras variables que interviniesen en el proceso y afectasen de un modo u otro a la voluntad autonomista. Es el caso de la variable izquierda-derecha, que de algún modo podría interaccionar con el deseo de mayor autonomía de una parte de la ciudadanía. Un análisis exploratorio ha descartado esta hipótesis, pero estudios futuros tendrán que ahondar en esta cuestión. 2 De hecho, la investigación aquí planteada puede y debe ir más allá. La naturaleza cambiante del Estado de las autonomías y las dinámicas generadas por su desarrollo serán de especial importancia si hay que iniciar otro proceso de descentralización o, al contrario, de recentralización. En todo caso, y al contrario de lo que la literatura ha hecho hasta el momento, también será necesario dar especial importancia a la voluntad autonomista de los ciudadanos de las autonomías sin singularidades nacionales. El propio juego político ha alimentado su ansia autonomista, de diferente naturaleza que la que proviene de sentimientos de identidad. 3 8. Referencias bibliográficas Amat, Francesc, Ignacio Jurado, y Sandra León-Alfonso. Decentralization dynamics: why decentralization may become a irreversible process? Paper prepared for the conference The Geography of Peace and Conflict: Decentralization, Group Identities and Separatism in Comparative Perspective. Juan March Institute, 13-14th March 2009. Anderson, Cameron D. 2006. Economic voting and multilevel governance: A comparative individual-level analysis. American Journal of Political Science 50: 44963. Appleton, Andrew M. y Daniel S. Ward. 1997. Party Politics 3: 341-362. Chhibber, Pradeep K., y Ken Kollman. 2004. The formation of national party systems: Federalism and party competition in Canada, Great Britain, India, and the United States. Princeton: Princeton University Press. Gidenns, A. 1995. Modernidad e identidad del yo. Barcelona: Península. Golder, Matt. 2006. Presidential coattails and legislative fragmentation. American Journal of Political Science 50, (1): 34-48. Hooghe, Liesbet, y Gary Marks. 2001. Multi-level governance and European integration. Governance in Europe. Lanham: Rowman & Littlefield. Hopkins, Jonathan. 2003. Political Decentralization, Electoral Change and Party Organizational Adaptation. European Urban and Regional Studies, 3: 227-237. Houten, Pieter Van. 2003. “Globalization and demands for regional autonomy in Europe” in Milles A. Kahler and David Lake (eds), Governance in a global economy: political authority in transition. Princeton: Princeton University Press. Lago, Ignacio, y Santiago Lago. 2009. Descentralización y control de gobiernos. Madrid: Centro de Investigaciones Sociológicas. Lago, Ignacio. 2009. Magnitud de distrito y número de partidos. Revista Española de Ciencia Política 21: 9-23. 4 Lago, Ignacio; Martínez, Ferran. 2007. The importance of electoral rules: Comparing the number of parties in spain's lower and upper houses. Electoral Studies, 26, (2) (6): 381-91. León, Sandra. 2007. Análisis Político de las Relaciones Intergubernamentales, en Informe sobre la Democracia en España 2006. Madrid: Fundación Alternativas. Linz, Juan J.; de Miguel, Amando. 1966. Within-Nation Differences and Comparisons: The Eight Spains, en “Comparing Nation. The use of quantitative data in Cross-National Research”. Universidad de Yale. Mota, Fabiola. 1998. Cultura política y opinion púlbica en las CC.AA.: un examen del sistema político autonómico en España (1984-1996). Working paper n.153, Universitat Autònoma de Barcelona. Neto, Octavio Amorim, y Gary W. Cox. 1997. Electoral institutions, cleavage structures, and the number of parties. American Journal of Political Science 41, (1): 149-74. Ordeshook, Peter C., y Olga V. Shvetsova. 1994. Ethnic heterogeneity, district magnitude, and the number of parties. American Journal of Political Science, 38, (1) (Feb.): 100-23. Orte, Andreu; Wilson, Alex. 2009. Multi-level Coalitions and Statute Reform in Spain. Regional and Federal Studies. Volume 19, issue 3, 415-436. Pallarés, Francesc, José Ramón Montero y Francisco José Llera. 1997. Nonstate-wide parties in Spain: an attitudinal study of nationalism and regionalism, Publius: The journal of Federalism, 27: 135-170. Pallarés, F. y M. Keating. 2003. Multi-Level Electoral Competition. European Urban and Regional Studies, 10: 239-255. Quiroga de Abarca, J.M. 1994. Centralización y descentralización administrativas y delegado del gobierno. Madrid: Dykinson. Rokkan, S. 1971. Nation-building: A review of models and approaches. In S. Rokkan, K. Saelen y J. Warmbrunn, Nation-building. Current Sociology, 29:3. Spolaore, Enrico; Alesina, Alberto. 2003. The size of nations. Cambridge. 5