ALGUNAS CUESTIONES VINCULADAS CON EL TRÁMITE DISPUESTO POR EL ART. 39 DE LA LEY 12.962 Y LA NORMATIVA CONCURSAL Por Agustín Seratti y Juan M. Leguizamon Houssay Sumario: I.- Introducción a los principios rectores del trámite especial extrajudicial dispuesto por el art. 39 de la ley 12.962. II.- El fuero de atracción concursal y el trámite especial extrajudicial. III.- La suspensión dispuesta por el art. 21 de la ley 24.522 y el trámite especial extrajudicial. Prescindencia del trámite verificatorio. IV.- Arts. 23 y 24 de la ley 24.522, su aplicación. ¿Cuál es el límite temporal del privilegio estatuido sobre los intereses devengados con posterioridad a la suspensión de la subasta? V.Conclusiones. I.- Introducción a los principios rectores del trámite especial extrajudicial dispuesto por el art. 39 de la ley 12.962. El contrato de prenda comercial1 presupone naturalmente que el deudor dé al acreedor posesión real de la cosa constituida en prenda, en el sentido de lo establecido sobre la tradición de las cosas corporales (confr. art. 3205 Cód. Civil), resultando tal desplazamiento rasgo característico de la prenda en el derecho moderno2 . En nuestra legislación el desplazamiento es de la esencia de la prenda y del contrato constitutivo de la misma obedeciendo el mismo a un doble motivo: a) salvaguardar al acreedor contra una posible distracción, pérdida o deterioro; y b) dar publicidad al privilegio en salvaguarda del derecho de terceros.3 El acreedor adquiere sobre el bien afectado la posessio naturalis o mera tenencia, ya que carece del animus rem sibi habendi, pretensión de dominio incompatible con el concepto de garantía, el cual no se concibe sobre un bien propio del acreedor, y con el carácter en que recibe la cosa, que importa el reconocimiento del dominio en el constituyente (deudor o tercero).4 1 “El contrato de prenda comercial es aquél por el cual el deudor o un tercero a su nombre, entrega al acreedor una cosa mueble, en seguridad y garantía de una operación comercial” (art. 580 del Código de Comercio). 2 Raymundo L. Fernández, “Código de Comercio de la República Argentina Comentado”, Talleres Gráficos A. Wolter, Bs. As., 1950, tomo III, pag. 26. 3 Raymundo L. Fernández, “Tratado teórico-práctico de la hipoteca, la prenda y demás privilegios”, Talleres gráficos de Luis Rubino, Buenos Aires, 1941, tomo I, pags. 128 y ss. 4 Al respecto cabe destacar que ciertos autores señalan que la transmisión material de la cosa pignorada no resulta ser la constitución, en cabeza del accipiens, de la mera tenencia sobre la misma sino que debe consistir en una efectiva entrega de la posesión, a fin de que se pueda 1 En la prenda comercial, a diferencia de la prenda civil, en caso de incumplimiento del deudor el acreedor podrá acceder directamente a la venta de la cosa prendada sin necesidad de intervención judicial. Es que el artículo 585 del Código Comercial, que autoriza al acreedor a proceder a la venta, a diferencia del art. 3224 del Código Civil que solo faculta para pedir que se haga la venta, en su segundo apartado autoriza la venta al día siguiente del vencimiento, lo que no tendría aplicación si el acreedor debiera recurrir a la justicia.5 Ahora bien, cuando la garantía prendaria reviste carácter registral, en cuyo caso no ocurre el desplazamiento de la cosa prendada a las manos del acreedor, este último se ve obligado a recurrir al órgano jurisdiccional para poder hacerse del bien prendado, para luego sí, enajenarlo extrajudicialmente. A tales efectos el trámite especial extrajudicial dispuesto por el art. 39 de la ley 12.962 se limita básicamente a suplir, a favor de las instituciones oficiales o bancarias –en razón de la garantía de solvencia y seriedad que las mismas ofrecen6-, la desposesión que sufre el acreedor cuyo privilegio prendario reviste carácter registral en relación al acreedor prendario ordinario. Ello así, el trámite especial dispuesto por el art. 39 de la ley de prenda con registro no importa la iniciación de un proceso de ejecución, sino que está destinado, por el contrario, a facilitarle al acreedor la ulterior venta extrajudicial de los bienes afectados en garantía, pues en definitiva dicho trámite se limita a poner el bien a disposición de éste último para que proceda a venderlo en la forma prevista por el art. 585 del Código de Comercio.7 Es en virtud de lo antes expuesto que la actividad jurisdiccional está limitada a la comprobación de los recaudos de admisibilidad de la medida y al diligenciamiento consumar una tradición posesoria, que en el caso del derecho real de prenda convierta al acreedor en poseedor legítimo en los términos del art. 2355 del Código Civil. 5 Raymundo L. Fernández, “Tratado teórico-práctico de la hipoteca, la prenda y demás privilegios”, Talleres gráficos de Luis Rubino, Buenos Aires, 1941, Tomo I, pags. 180 y 181. Por otra parte, hemos de señalar –siguiendo al autor antes citado- que a los efectos de la determinación del carácter civil o comercial de la prenda habrá de estarse a la naturaleza de la deuda garantizada. En tal sentido, si la operación es civil, la prenda, mero accesorio, será también civil, con prescindencia del carácter comercial que puedan tener las partes o de que el objeto pignorado sea de naturaleza comercial, como por ejemplo, documentos cambiarios. El código de Comercio al legislar sobre prenda se limita a introducir algunas modificaciones a las disposiciones del código civil, para facilitar la constitución de la prenda y su realización en caso de incumplimiento, ajustándola a las necesidades del comercio; tales disposiciones resultan así aplicables en los puntos no regulados o previstos por aquél siempre que no sean incompatibles con sus prescripciones (opus citado en la presente nota, pags. 174 y 175). 6 Al respecto ver Fernandez-Gomez Leo, “Tratado de Derecho Comercial”, Garantías, Tomo III-C, pag. 509. 7 Cam. Esp. C. C. III, BCNECyC, 981, 704, N° 10.585 y Cam. Esp. C. C. III, BCNEC yC, 981, 706, N° 10.631. 2 de la orden de secuestro concluyendo la misión del juez con la entrega de los bienes al acreedor para su enajenación extrajudicial, todo ello sin perjuicio de los derechos reservados al deudor para hacerlos valer en juicio ordinario.8 En razón de ello, no le es dado al deudor plantear en esos casos ninguna cuestión susceptible de enervar el pleno e inmediato ejercicio del derecho que asiste al acreedor en orden a secuestrar y proceder a la venta extrajudicial de los bienes prendados.9 Finalmente, y a efectos de poder visualizar la faz práctica que conlleva la aplicación de los principios antes enunciados, merece ser destacado que es bajo tal óptica, y con base en dichos fundamentos, que numerosa jurisprudencia de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial de la Capital Federal sostiene actualmente que no resulta aplicable el instituto de la caducidad de instancia al trámite especial extrajudicial reglado en el art. 39 de la ley 12.962 10 y que la iniciación de tales actuaciones debe tributar el pago de la correspondiente tasa de justicia como si la mismas fueran de monto indeterminado11. Como veremos seguidamente los principios rectores precedentemente expuestos, los cuales delinean y gobiernan al procedimiento especial dispuesto por el art. 39 8 Cám. 1ª Civil y Comercial de Mercedes, LL Tº 78, pág. 55. La actuación del juez se limita a poner a disposición del acreedor la cosa prendada y allí concluye el trámite extrajudicial, sin perjuicio de la correspondiente rendición de cuentas de conformidad al art. 585 del Cód. de Comercio (conf. Muguillo, Roberto, A., Prenda con Registro, Ed. Astrea, 2° edición actualizada y ampliada, Buenos Aires, 1997, pág. 220; CNCom., Sala D, 25/IX/2000, “Banco Río de la Plata S.A. c/ Distéfano, Inés Margarita s/ secuestro prendario”, ED edición del 21 de diciembre de 2000, fallo número 50.501). 9 CNCom., Sala A, Mayo 13, de 1966; ED, 18-65. 10 Actualmente la jurisprudencia del citado tribunal de Alzada se encuentra dividida en torno a la aplicabilidad, o no, del instituto de la caducidad de instancia al trámite especial extrajudicial: (i) las Salas “A” y “E” estiman que “resulta improcedente declarar la caducidad de instancia en el procedimiento de secuestro prendario toda vez que el mismo no importa la iniciación de un juicio de ejecución” (CNCom, Sala A, 16/6/2000, Citibank N.A. c. Romero, María V.; CNCom, Sala E, 14/8/95, Banesto Banco Shaw c. Sallies, Miguel Angel”; CNCom, Sala E, 23/10/96, Banco Mercantil Argentino S.A. c/ Hyderman, Perla María; entre otros). (ii) En sentido contrario las Salas “B”, “C” y “D” han considerado susceptible de perención “cualquier procedimiento instado en justicia, aún carente de sustancia controversial” (CNCom, Sala B, 20/6/95, Banesto Banco Shaw S.A. c/ Mendez Lemus, Jorge; CNCom, Sala B, 30/10/97, Citibank N.A. c/ Rial Eduardo; CNCom, Sala C, 27/9/96, Banco Mercantil Argentino S.A. c/ Gomez, Aurelio Damián y otros; CNCom, Sala D, 7/3/97, Invercred Cía. Financiera c/ Brochero, Victor, entre otros). Al respecto ver Nota de Redacción en La Ley, t. 2000-E, pags. 107 y 108. 11 En tal sentido se ha sostenido que “no existe norma alguna que incluya el caso del trámite especial extrajudicial normado por el art. 39 de la ley 12.962 entre las actuaciones susceptibles de apreciación pecuniaria y la naturaleza de la acción no autoriza asimilación analógica a las previsiones de la ley de tasa judicial pues, el auxilio jurisdiccional prestado para el secuestro, no exige la previa estimación de la cuantía de lo adeudado o del valor del bien...”. (CNCom, Sala A, “Citibank N.A. c/ Sosa Edgardo s/ secuestro prendario”, 14/4/00, citando los siguientes fallos CNCom, sala D, “Banco de Crédito Argentino S.A. c/ Maldonado y Cía. S.R.L. s/ secuestro prendario”, 6/9/90 y CNCom, Sala B, “Banco de Crédito Argentino S.A. c/ Tex Magic S.R.L. s/ejec. prendaria” 11/4/94; íd. CNCom, sala E, “Banco de Crédito Argentino S.A. c/ Gualdoni, Justo R.”, 28/5/96, y CNCom, sala D, 23/9/96, “Deutsche Bank Argentina S.A. c/ Tacita del Plata S.R.L. s/ secuestro prendario”, LL. 1997-E, pág. 1062, jurisprudencia citada en La ley, edición del 17 de agosto de 2000, pág. 6). 3 de la ley de prenda con registro, determinan una peculiar vinculación entre el referido trámite especial extrajudicial y la normativa concursal constituyendo la base de un tratamiento diferenciado para dicho procedimiento dentro de los institutos y normas de la ley 24.522. II.- El fuero de atracción concursal y el trámite especial extrajudicial. El instituto del fuero de atracción de los concursos y quiebras, se vincula con la “universalidad” de tal tipo de procesos y con la necesidad de concentrar y unificar ante el juez del concurso la tramitación de todas las acciones de contenido patrimonial contra el concursado, como una forma de asegurar el principio de concurrencia y la pars conditio creditorum. Dicho instituto no posee carácter absoluto ya que existen determinados supuestos en que, por las particulares características de las acciones deducidas contra el concursado, éstas quedan excluidas del fuero de atracción por expresa disposición del legislador. 12 El fuero de atracción concursal previsto por la ley 24.522 es de orden público e inderogable en atención a que se encuentra en juego el interés general en otorgar intervención a un único tribunal para la totalidad de las causas referidas al patrimonio en cuestión. En la práctica el fuero de atracción se traduce en el desplazamiento de la competencia de los jueces que entienden en las cuestiones de contenido patrimonial atraídas a favor del magistrado a cargo del concurso. En tal orden de ideas debe ser destacado que la regla es la competencia de los jueces originarios, y la excepción, en este caso dispuesta legalmente, es su desplazamiento.13 En el marco del concurso preventivo, la confusa redacción del segundo párrafo, del artículo 21 de la ley 24.522 dividió a la doctrina y jurisprudencia nacional en torno al cuestionamiento de si la apertura del concurso preventivo ejercía, o no, fuero de atracción sobre las ejecuciones de garantías reales. A este respecto la Corte Suprema de Justicia de la Nación sostuvo en autos “Casasa S.A. s/ quiebra c/ Saiegh, Salvador y otro”, doctrina posteriormente ratificada por posteriores pronunciamientos del mismo Tribunal, que las ejecuciones de garantías reales constituían un supuesto de limitación al instituto de desplazamiento de la competencia que implica el fuero de atracción en el marco del concurso preventivo. 12 Considerandos del fallo plenario de la CNCom, abril 9-2001, en autos “Avan S.A. s/ concurso preventivo s/ incidente de concurso especial por Aceros Zapla”; ED, 192-361. 13 La competencia entendida como “la capacidad o aptitud que la ley reconoce a cada órgano o conjunto de órganos judiciales para ejercer sus funciones respecto de una determinada categoría de asuntos o durante una determinada etapa del proceso” resulta ser un derecho garantizado por el artículo 18 de la Constitución Nacional. 4 No obstante ello, y toda vez que la doctrina señalada por la Corte Suprema de Justicia de la Nación no reviste carácter vinculante 14 a los efectos de las decisiones de los tribunales inferiores, estos últimos continuaron expidiéndose, en reiteradas oportunidades, en forma contraria a la tesis propiciada por el Altísimo Tribunal. Finalmente, en el ámbito capitalino dicha cuestión fue resuelta a la luz del exegético fallo plenario dictado en autos “Avan S.A. s/ concurso preventivo s/ incidente de concurso especial por Aceros Zapla” de fecha 9 de abril de 2001, mediante el cual, en forma concordante con lo sostenido por el Alto Tribunal, se fijó como doctrina legal en dicho ámbito que: “el concurso preventivo no ejerce fuero de atracción con respecto a las ejecuciones de garantías reales”. Por lo tanto debemos concluir que en el estado actual de las cosas, y al margen de todo análisis dikelógico de la cuestión, en el ámbito de la Capital Federal las ejecuciones reales no resultan atraídas por la apertura del concurso preventivo, y en consecuencia, en modo alguno podría llegar a sostenerse que el concurso preventivo ejerza fuero de atracción respecto del trámite especial extrajudicial dispuesto por el art. 39 de la ley 12.962. En el marco de la quiebra, en cambio, la vis atractiva dispuesta por el art. 132 de la ley 24.522 resulta más pronunciada y determina el desplazamiento de la competencia a favor del juez que entiende en el proceso falencial de todas las acciones judiciales iniciadas contra el fallido por las que se reclamen derechos patrimoniales, salvo los juicios de expropiación y los fundados en relaciones de familia.15 Queda por lo tanto claro que en dicho marco sí resultan atraídas las acciones que tengan por objeto la ejecución de garantías reales. Ahora bien, cabe entonces preguntarnos ¿resultan atraídas al juzgado de la quiebra los trámites especiales extrajudiciales promovidos conforme lo dispuesto por el art. 39 de la ley 12.962? Adelantamos nuestra respuesta negativa a tal interrogante. Tal como ha sido expuesto en la introducción del presente trabajo, el trámite dispuesto por el art. 39 de la ley 12.962 no admite ningún tipo de defensas procesales ni se suspende por concurso, incapacidad o muerte del deudor, dado que no se trata en tales supuestos de un juicio de ejecución prendaria, sino de un trámite especial extrajudicial de venta, para cuya realización resulta necesario recuperar la cosa por vía de secuestro.16 14 “La prescindencia de la doctrina de un fallo anterior de la Corte, establecida en un juicio distinto, no sustenta la tacha de arbitrariedad, si la sentencia apelada se halla suficientemente fundada” (Fallos, 255:187; 262:101; 263:145; 264: 13; 307:671, entre otros). 15 Art. 132, ley 24.522: “La declaración de quiebra atrae al juzgado en el que ella tramita todas las acciones judiciales iniciadas contra el fallido por las que se reclamen derechos patrimoniales, salvo los juicios de expropiación y los fundados en relaciones de familia”. 16 Dictamen del Sr. Procurador General de la Nación que la Corte Suprema de Justicia de la Nación hace suyo en autos “Banco Financiero Argentino S.A. c/ Criaderos y Semilleros Rumbos S.C.A.”, 12/V/1987, RDCO, 1990-A, pág. 385 y ss. 5 En tal entendimiento, y bajo la concepción de que el fuero de atracción implica una excepción al principio constitucional de la competencia –y por ende debe ser interpretado restrictivamente- es que entendemos que el art. 132 de la ley 24.522 alcanza únicamente a los procesos en los que se ejecuta judicialmente el derecho real de garantía, y no al trámite que el propio texto legal –art. 39, ley 12.962denomina “de venta extrajudicial”, el que solo tiene por fin poner los bienes a disposición del acreedor –conforme el desplazamiento natural que implica el derecho real de prenda- para que éste proceda a su venta en la forma prevista por el art. 585 del Código de Comercio. En síntesis, entendemos que en el actual estado del derecho concursal, mientras que las acciones de ejecución de garantías reales resultan atraídas al juez de la quiebra -no así en el ámbito del concurso preventivo-, los trámites especiales extrajudiciales promovidos conforme lo dispuesto por el art. 39 de la ley 12.962 no resultan susceptibles de ser objeto del desplazamiento de competencia resultante del fuero de atracción en ninguna de sus dos versiones, esto es, tanto concursal como falencial.17 III.- La suspensión dispuesta por el art. 21 de la ley 24.522 y el trámite especial extrajudicial. Prescindencia del trámite verificatorio. El segundo párrafo del artículo 21 de la ley concursal dispone que declarada la apertura concursal “las ejecuciones de garantías reales se suspenden o no podrán deducirse, hasta tanto se haya presentado el pedido de verificación respectivo”. Ahora bien, ¿alcanza el ámbito de aplicación del citado artículo al trámite especial extrajudicial dispuesto por el art. 39 de la ley 12.962? A efectos de dar una adecuada respuesta a tal interrogante y siguiendo los lineamientos antes expuestos es menester recordar que: (i) el mismo artículo 39 de la ley prendaria determina que el trámite de venta extrajudicial preceptuado en Si bien la doctrina citada ha sido fijada por la CSJN durante la vigencia de la anterior ley 19.551, la actual ley concursal, v. gr. la ley 24.522, no ha introducido modificaciones sobre este tema en particular, por lo que la doctrina invocada no ha perdido vigencia. 17 En igual sentido se expide en los autos “ING Bank NV c/ Massera S.A. s/ secuestro prendario” el Fiscal de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial de la Capital Federal, Dr. Raúl A. Calle Guevara, quién sostiene que “No tratándose de un juicio ejecutivo, la ley niega al deudor todo recurso, pues de lo contrario se producirían actuaciones que importarían un verdadero proceso, desvirtuando el propósito del legislador de que la venta del bien se realice extrajudicialmente (cfr. Fernandez-Gomez Leo, “Tratado de derecho comercial, Garantías, III-C, pag. 509; “Banco Central de la República Argentina c/ Sosa, Carlos s/ ejecutivo”, Sala A, 9/4/92) (dictamen n° 75.407, del 12/8/96, en autos: “Repetto, Patricio c/ Citibank N.A. Argentina s/ sumario”). De lo expuesto se colige que el secuestro prendario regulado en el artículo 39 de la ley 12.962 no reviste el carácter de un juicio o proceso, susceptible de ser subsumido en la regla del artículo 132 de la ley 24.522” (Dictamen 87.748 del 29 de noviembre de 2001). En el mismo orden de ideas Muguillo expresa “que la actuación judicial emergente del art. 39, limitada a poner en posesión de la cosa al acreedor prendario, no conforma un proceso de aquellos que podamos considerar susceptibles de ser objeto pasivo de la vis atractiva del concurso o quiebra del deudor” (Muguillo, Roberto A., opus cit., pags. 248 y 249). 6 dicho artículo no se suspenderá por embargo de bienes ni por concurso 18, incapacidad o muerte del deudor, y que (ii) el referido trámite sólo tiene por fin poner los bienes a disposición del acreedor para que éste proceda a su venta en la forma prevista por el art. 585 del Código de Comercio. Es en orden a tales premisas que la Corte Suprema de Justicia de la Nación, haciendo suyo el dictamen del Procurador General, en los autos “Banco Financiero Argentino S.A. c/ Criaderos y Semilleros Rumbos S.C.A.”19, dio respuesta a la cuestión antes planteada, en un fallo cuyos fundamentos compartimos plenamente, expresando “que el citado artículo de la Ley de Concursos se refiere a los juicios de ejecución prendaria promovidos contra el concursado, carácter que no tiene el trámite previsto en el artículo 39 de la ley de prenda con registro, dentro del cual el secuestro ordenado jurisdiccionalmente solo tiene por fin poner los bienes a disposición del acreedor para que éste proceda a su venta en la forma prevista por el art. 585 del Código de Comercio. Que dicho trámite –al que la propia ley denomina “de venta extrajudicial (art. 39 ya citado)- no resulta abarcado por la previsión del art. 22, inc. 1, de la ley 19.551 (cuya doctrina se encuentra actualmente vigente mediante lo dispuesto por el art. 21, parr. 2° de la ley 24.522), razón por la cual no rige en el caso la obligación de verificar el crédito en el concurso que esta última norma legal impone, la que –por lo dicho- alcanza a los procesos en lo que se ejecuta judicialmente el derecho real de garantía”. En consecuencia, entendemos que el trámite especial extrajudicial dispuesto por el art. 39 de la ley de prenda, en razón de su particular carácter y finalidad, no resulta suspendido por el dictado de la resolución de apertura concursal, pudiendo ser también deducido con posterioridad a tal pronunciamiento, y que asimismo no rige respecto del acreedor que ha optado por dicho procedimiento especial la obligación de verificar su crédito en el marco concursal.20 Sin perjuicio de la validez de tal conclusión, en muchos casos resultará aconsejable para los acreedores pignoraticios que elijan la vía del “secuestro prendario” el cumplir con la carga verificatoria que impone el art. 32 de la ley 24.522, en atención a que la rendición de cuentas dispuesta por el artículo 23 del mismo plexo normativo no suplirá en modo alguno tal omisión y que, en el eventual caso de que el producido de los bienes no alcance a cubrir la totalidad de la acreencia, el saldo impago no podrá ser computado dentro del pasivo concursal por no encontrarse verificado. 18 Es menester destacar al respecto que interpretamos que en el citado artículo el vocablo “concurso” es utilizado como género comprensivo de ambas especies “concurso preventivo” y “quiebra”. 19 RDCO, 1990-A, pág. 387. 20 A este respecto Rivera manifiesta que Tonón comparte tales conclusiones exponiendo que “estos acreedores pueden promover el remate extrajudicial sin necesidad de verificación previa, con lo cual estarían aún en mejor condición que los acreedores con garantías reales que previo a promover o continuar la ejecución deben por lo menos haber insinuado sus créditos a la sindicatura” (Rivera, Julio Cesar, “Instituciones de derecho concursal”, Ed. Rubinzal- Culzoni, Santa Fe, 1996, tomo I, pag. 236). 7 IV.- Arts. 23 y 24 de la ley 24.522, su aplicación. ¿Cuál es el límite temporal del privilegio estatuido sobre los intereses devengados con posterioridad a la suspensión de la subasta? De conformidad con lo antes expuesto los acreedores titulares de créditos con garantía real que tengan derecho a ejecutar mediante remate no judicial bienes de la concursada –en el caso de la prenda registral las instituciones oficiales o bancarias mencionadas en el art. 39 de la ley 12.962- gozan de la prerrogativa de hacer efectivos tales derechos en forma extraconcursal con total prescindencia del cumplimiento de la carga de verificar sus créditos. Siendo ello así, a efectos de permitir un adecuado control por parte de todos los interesados en el remate y a los fines de asegurar el efectivo ingreso del remanente al activo concursal, el artículo 23 de la ley concursal 21 dispone que los referidos acreedores deberán “rendir cuentas en el concurso acompañando los títulos de sus créditos y los comprobantes respectivos, dentro de los veinte (20) días de haberse realizado el remate. El acreedor pierde a favor del concurso, el uno por ciento (1%) del monto de su crédito, por cada día de retardo, si ha mediado intimación judicial anterior. El remanente debe ser depositado, una vez cubiertos los créditos, en el plazo que el juez fije. Si hubiera comenzado la publicación de los edictos que determina el artículo 27 (publicación dando cuenta de la resolución de apertura concursal), antes de la publicación de los avisos del remate no judicial, el acreedor debe presentarse al juez del concurso comunicando la fecha, lugar, día y hora fijados para el remate, y el bien a rematar, acompañando, además, el título de su crédito. La omisión de esta comunicación previa vicia de nulidad al remate. La rendición de cuentas debe sustanciarse por incidente con intervención del concursado y del síndico.” El citado artículo, juntamente con lo dispuesto por el art. 24 de la ley falencial, permite al concursado oponer en sede judicial ciertos recursos, derechos y defensas que le resultarían improponibles en el marco del trámite especial extrajudicial previsto por el art. 39 de la ley prendaria –todo ello sin perjuicio del juicio ordinario que eventualmente podrá promover-. Esta norma concursal último citada determina que “en caso de necesidad y urgencia evidentes para el concurso, y con el criterio del artículo 16, párrafo final, el juez puede ordenar la suspensión temporaria de la subasta y de las medidas precautorias que impidan el uso por el deudor de la cosa gravada, en la ejecución de créditos con garantía prendaria o hipotecaria. Los servicios de intereses posteriores a la suspensión son pagados como los gastos del concurso, si resultare insuficiente el producido del bien gravado. Esta suspensión no puede 21 El citado artículo también resulta aplicable a la etapa falencial de acuerdo a lo dispuesto por el art. 210 de la ley 24.522. 8 exceder de noventa (90) días. La resolución es apelable al solo efecto devolutivo por el acreedor, el deudor y el síndico.” En tal orden de ideas el sentenciante habrá de tener en cuenta al resolver la suspensión de los remates extrajudiciales que ello resulte indispensable para la continuación de las actividades del concurso y la protección de los intereses de los acreedores de manera tal que la urgencia y necesidad de tal proceder resulten patentes, esto es, de una evidencia tal que no admitan duda. En razón de ello y toda vez que dicha suspensión constituye una limitación al derecho que goza el acreedor prendario, resulta conteste la doctrina y jurisprudencia nacional en sostener que la misma debe ser juzgada con carácter restrictivo 22. No obstante lo expuesto en el párrafo precedente, resulta práctica generalizada en el ámbito del fuero comercial la aplicación jurisprudencial “extensiva” 23 de dicha normativa de modo tal que, ante la mera solicitud del concursado, los tribunales disponen en forma automática y mecánica la suspensión de la remates extrajudiciales sin apreciar ni juzgar adecuadamente la existencia de los extremos fácticos necesarios a los efectos de decretar dichas medidas de excepción. Es de destacar a este respecto que, en orden a solicitar la mentada suspensión, resulta una carga procesal ineludible para el concursado, no sólo alegar, sino también el acreditar acabadamente la existencia de los extremos de hecho que justifiquen la aplicación del remedio excepcional estatuido por el mentado artículo 24 de la ley concursal. Por otra parte, la suspensión no podrá en ningún caso exceder de 90 días hábiles judiciales (art. 273, inciso 2°, de la ley 24.522), por lo que no es dable al juez prorrogar dicho plazo, aunque sí podrá en cambio prorrogar plazos menores hasta alcanzar el máximo legal antes referido. Por último, establece también el citado artículo 24 de la ley concursal que los intereses que se devenguen con posterioridad a la suspensión de subasta decretada serán pagados con el privilegio dispuesto para los gastos del concurso por el art. 240 de la ley 24.522 si resultare insuficiente el producido del bien gravado. 22 En tal sentido: Heredia, Pablo D., “Tratado exegético de derecho concursal”, Ed. Ábaco, Buenos Aires, 2000, tomo I., pag. 597; Quintana Ferreyra, Francisco, “Concursos”, Buenos Aires, 1985, Ed. Astrea, tomo I, pag. 299; Barbieri, Pablo C., “Nuevo Régimen de Concursos y Quiebras. Ley 24.522”, Buenos Aires, Ed. Universidad, 1995, pag. 99, entre otros. 23 Jurisprudencia extensiva: es la que incluye en la norma legal situaciones no previstas por el legislador (Llambías, Jorge Joaquín, “Tratado de derecho civil. Parte general”, Ed. Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2001, tomo I, pag. 73). 9 Entendemos juntamente con Roullion24 que el otorgamiento de tal carácter privilegiado persigue la finalidad de compensar el lapso de suspensión impuesto a la cobranza del acreedor garantido con seguridades reales en orden a que esta suspensión implique una espera y no una quita. Es a la luz de tal ratio legis que los intereses que eventualmente se devenguen durante el término de suspensión de la subasta adquirirán categoría preferencial como “gastos de conservación y de justicia” en orden a que su percepción no dependa en adelante de la magnitud del producido de la ejecución del bien afectado. En razón de ello resulta patente que “si, por cualquier razón no imputable al acreedor ejecutante, la suspensión hubiere excedido de los 90 días legales (ejemplo, por demoras en un recurso de apelación), la categorización como crédito del concurso debe alcanzar a todos los intereses respectivos; aún a los corridos después de vencidos los 90 días de ley”.25 En el mismo orden de ideas Heredia sostiene acertadamente que la preferencia debe alcanzar a todos “los servicios de intereses “posteriores” a la suspensión, hasta que esta última deja de tener efecto” .26 A este respecto cabe puntualizar que la preferencia del art. 240 de la ley de concursos siempre alcanzará a los intereses correspondientes al tiempo de la suspensión que habilita la disposición legal, pero vencidos los 90 días hábiles judiciales dicho privilegio no alcanzará a toda otra mora posterior en el curso de la ejecución, sino únicamente a la mora que no resulte imputable al acreedor ejecutante. Es que resulta claro que los intereses que se devenguen por la mora durante la posterior ejecución individual de la garantía real no se encuentran comprendidos por el privilegio del art. 240 de la ley concursal cuando tal retardo en la ejecución sea imputable al propio acreedor, y por lo tanto, no corresponde que sea cargado por la masa concursal. Pero en cambio sí gozarán del referido privilegio los servicios de intereses que se devenguen hasta la fecha en que el acreedor con garantía real quede habilitado para proseguir con la ejecución. En este sentido Argeri esclarecedoramente expone que “la norma prevé que la suspensión de la ejecución (prendaria o hipotecaria) puede traer como consecuencia que los intereses posteriores a la suspensión no sean cubiertos con el producido de los bienes gravados. En tal hipótesis, los intereses corren entre la orden de suspensión y la fecha en que luego de quedar habilitado prosigue la ejecución, son pagados como gastos del concurso (véase art. 264 –hoy art. 240 LC&Q-). Para esclarecer y reconocer el privilegio sobre esos intereses se requiere 24 Roullion, Adolfo A. N., en nota a fallo, “Suspensión de remates y de medidas precautorias de los créditos con garantía hipotecaria o prendaria en el concurso preventivo”, LL. 1998-F, pág. 830. 25 Roullion, Adolfo A. N., opus cit. , pág. 830. 26 Heredia, Pablo D., opus cit., tomo I, pag. 602. 10 que el acreedor prosiga el proceso de ejecución una vez que se encuentre habilitado para ello. Si actúa con negligencia, podría extender el término y perjudicar a la masa, creándose indirectamente un privilegio al margen del espíritu de la ley. Si incide en tal situación, entendemos que los intereses que corresponden a ese lapso vienen signados con naturaleza quirografaria. De allí la necesidad de atender la actividad del acreedor para reconocerle o no la totalidad del privilegio de que habla la ley”.27 En otras palabras, el privilegio otorgado por la norma bajo estudio corre desde la orden de suspensión hasta la fecha en la cual el acreedor queda habilitado a proseguir con la ejecución individual aún cuando se encontrare vencido el plazo máximo de 90 días hábiles judiciales, pero no alcanza a toda otra mora en la cual éste incurra en el interín de dicha ejecución. Una solución contraria importaría admitir que la masa concursal se vea compelida a cargar con un privilegio creado con causa en la negligencia de este último y fuera del espíritu de la ley. V.- Conclusiones. Conforme lo expuesto a lo largo del presente, los principios que gobiernan al trámite especial extrajudicial normado por el art. 39 de la ley de prenda determinan, por su naturaleza y caracteres, una peculiar vinculación entre el referido trámite de venta y la normativa concursal que justifican el tratamiento diferenciado para dicho procedimiento dentro del marco de los institutos y normas de la ley 24.522. A modo de colofón, apuntamos las siguientes notas conclusivas: (i) El trámite especial extrajudicial dispuesto por el art. 39 de la ley 12.962 se limita básicamente a suplir, a favor de las instituciones oficiales o bancarias –en razón de la garantía de solvencia y seriedad que las mismas ofrecen-, la desposesión que sufre el acreedor cuyo privilegio prendario reviste carácter registral. (ii) La promoción de dicho trámite no importa la iniciación de un proceso de ejecución, sino que está destinado a facilitarle al acreedor la ulterior venta extrajudicial de los bienes afectados en garantía, pues en definitiva se limita a poner el bien a disposición de éste último para que proceda a venderlo en la forma prevista por el art. 585 del Código de Comercio. (iii) En el marco del trámite estatuido por el art. 39 de la ley 12.962 la actividad jurisdiccional se encuentra limitada a la comprobación de los recaudos de admisibilidad de la medida y al diligenciamiento de la orden de secuestro concluyendo la misión del juez con la entrega de los bienes al acreedor para su 27 Argeri, Saúl A., “La quiebra y demás procesos concursales”, Ed. Platense, La Plata, 1974, tomo I, pág. 277. En igual sentido, Fassi-Gebhardt, “Concursos y quiebras”, Ed. Astrea, Buenos Aires, 1996, pag. 96. 11 enajenación extrajudicial, todo ello sin perjuicio de los derechos reservados al deudor para hacerlos valer en juicio ordinario. (iv) Ni la apertura del concurso preventivo ni el decreto de quiebra del deudor prendario ejercen fuero de atracción respecto del trámite especial extrajudicial promovido conforme lo dispuesto por el art. 39 de la ley prendaria. (v) El trámite especial normado por el art. 39 de la ley 12.962 no se suspende por el dictado de la resolución de apertura concursal respecto del deudor prendario pudiendo ser asimismo deducido con posterioridad a tal pronunciamiento. (vi) No rige respecto del acreedor que ha optado por la promoción de dicho procedimiento especial la obligación de verificar su crédito en el marco concursal, no obstante lo cual resulta aconsejable cumplir con dicha carga para el eventual caso de que el producido de los bienes prendados no alcance a cubrir la totalidad del crédito pignoraticio. (vii) Toda vez que la facultad de suspender temporariamente las subastas conforme lo dispuesto por el art. 24 de la ley de concursos constituye una limitación al derecho que goza el acreedor prendario, debe ser juzgada con carácter restrictivo. En tal sentido, resulta una carga procesal ineludible para el concursado el alegar, como asimismo el acreditar acabadamente, la existencia de los extremos de hecho (necesidad y urgencia evidentes para el concurso) que justifiquen la aplicación del remedio excepcional estatuido por el referido artículo. (vii) El privilegio otorgado por el artículo 24 de la ley 24.522 respecto de los intereses que se devenguen con posterioridad a la suspensión de la subasta persigue la finalidad de compensar el lapso de suspensión impuesto a la cobranza del acreedor con garantías reales en orden a que esta suspensión implique para este último una espera y no una quita. (viii) El privilegio referido en el párrafo anterior recae sobre los intereses que se devenguen desde el dictado de la resolución por la cual resulta suspendida la subasta hasta la fecha en la cual el acreedor queda habilitado a proseguir con la ejecución individual, aún cuando se encontrare vencido el plazo máximo de 90 días hábiles judiciales, pero no alcanza a toda otra mora en la cual éste incurra en el interín de dicha ejecución, so riesgo de que la masa concursal se vea compelida a cargar con un privilegio creado con causa en la negligencia de este último y fuera del espíritu de la ley. 12