Público y Privado en Educación Jorge Cela, S.J. Coordinador General Federación Internacional Fe y Alegría Desde hace más de 2000 años en la antigua Grecia, ya estaba presente la discusión entre lo público y lo privado. Concebidos con un criterio espacial, se decía que lo público era la plaza, mientras lo privado era el ámbito del hogar. Visto desde la perspectiva social se trataba de la oposición entre la política y la familia. Y desde siempre hubo la sospecha de la legitimidad de esta distinción. ¿Acaso no era el mismo ciudadano el que habitaba el hogar y la plaza?1 Esta sospecha creció cuando en el siglo XX el movimiento feminista percibió las implicaciones de género de esta separación entre el mundo público y el privado. El mundo romano incorporó los conceptos en su Derecho. Nació así la distinción entre el Derecho Público, que trata las relaciones entre y con el Estado, y el Derecho Privado, que se refiere a las relaciones entre ciudadanos particulares. Es importante caer en la cuenta que con este paso los sujetos se desplazan. Ya no se habla de la sociedad, cuyo Bien Común es el objeto de la política, sino del Estado, representado por quienes lo gobiernan. Esto marcó los veinte siglos siguientes con la fuerza de la estructura de la ley. Público pasó a ser lo referido al Bien Común o de la colectividad, del pueblo, y se identificó con el Estado; y, al surgir los Estados modernos, con los gobiernos. Privado tenía que ver con los intereses particulares de los ciudadanos, aunque estos a veces aparecían asociados en grupos familiares y, con el advenimiento de la época moderna, empresariales. Aunque de vez en cuando surgieran casos que cuestionaran la claridad de la distinción: el sujeto Fuenteovejuna, ¿ era de ámbito público o privado ? ¿ Dónde colocar los bienes eclesiásticos como iglesias, hospitales u orfanatos ? Y las tierras comuneras, ¿ eran públicas o privadas ? La historia americana levantó nuevos temas. ¿ Cómo entrar en el concepto de ciudadano los nuevos sujetos: los indígenas y los negros esclavos ? La historia presente de la Amazonía aún nos habla de la dificultad de aplicar los conceptos de público y privado a los derechos indígenas a la tierra. 1 Cfr. La tesis doctoral de Esther Godoy H., Público y Privado en la Filosofía Práctica de Aristóteles, Universidad de Murcia, 2008. Con la entrada de la modernidad los Estados asumen progresivamente su responsabilidad de garantizar los derechos de los ciudadanos. Se va ampliando el ámbito de los servicios que competen al Estado y el de los sujetos que son incorporados con derechos: indígenas, esclavos, analfabetos, no propietarios, mujeres,…Con la modernidad entran serias transformaciones en la sociedad que tendrán repercusiones en la esfera de las relaciones entre lo público y lo privado. Se identifica más claramente lo público con lo estatal y, en la práctica, con lo gubernamental. La educación pública, por ejemplo, es la educación administrada por el gobierno. Los nombramientos y las políticas educativas más que políticas de Estado responden a planes gubernamentales. En las democracias latinoamericanas los gobiernos están en manos de caudillos o partidos. En América Latina, donde el sistema democrático moderno se impone antes que se den las revoluciones económica y cultural de la modernidad, se instalan gobiernos débiles que buscan su sostenibilidad por la fuerza militar o las prácticas clientelares. La corrupción administrativa se instala convirtiéndose el Estado en el negocio privado de los caudillos. Se empieza a producir la privatización del Estado para servir a intereses particulares y no al Bien Común de la Sociedad. Las democracias se construyen por juegos de marketing político. Por otra parte el mundo de lo privado, que hasta entonces había sido el espacio de la familia, marcado por el derecho a la privacidad de la vida familiar, pasa ahora a entenderse como el mundo del mercado, donde los derechos de la propiedad privada adquieren cada día más poder. De forma que, como apunta Néstor García Canclini2, los derechos del consumidor toman la primacía sobre los derechos ciudadanos. Lo público pasa a ser el espacio de los pobres, de los que no tienen recursos para adquirir lo privado. El acceso a los servicios públicos, incluida la educación, pasa a ser la clave para la equidad. Las sociedades modernas comienzan a debatirse entre la subordinación de lo público a lo privado, del Estado al Capital, o, al contrario, de lo privado a lo público, en que el estado aparece como actor protagónico, subordinando y casi aniquilando la iniciativa privada. Las formas extremas revelan la necesidad de encontrar una síntesis en la relación públicoprivado. A nivel de la educación se plantea si el papel del Estado es el de Educador nacional o el de simple regulador del tráfico de prácticas educativas. Y empieza la búsqueda del rol de un Estado como garante de los derechos ciudadanos que confluyen en la acción educativa. Los nuevos movimientos sociales, en gran medida, son la expresión de la búsqueda de estos derechos por grupos excluidos o empobrecidos 3. Esta relación entre Bien Público y derechos humanos nos sitúa en el plano de la construcción de la equidad. 2 3 La Ciudad Desdibujada. Cfr. Sergio de Piero, Organizaciones de la sociedad civil, Paidós, Buenos Aires, 2005, 59ss. La Declaración de los Derechos Humanos afirma que todo hombre y mujer tienen iguales derechos, sin que estén subordinados a ninguna otra condición. En el mundo de la educación decimos que la justicia social pasa por la justicia educativa. La equidad en el acceso a los servicios educativos de calidad es la base de la justicia social. En el continente de la desigualdad, como es América Latina, esto cobra particular importancia. El principio de la no-exclusión implica abarcar a toda la población en equidad cuantitativa y cualitativa: años de educación y calidad de la educación. La novedad está en la afirmación que la educación gratuita y universal tiene que ser de calidad. Con el advenimiento de la sociedad del conocimiento se hace más evidente que en la educación nos jugamos la equidad social, la construcción de una sociedad sin exclusiones que pueda superar efectivamente la pobreza y la inequidad. Pero la modernidad ha traído otros elementos nuevos al juego. Ha desaparecido la homogeneidad de lo público. Se trata ahora de un espacio plural (John Keane habla de pluralidad de espacios públicos4) que tiene que estar marcado por la integración de la diversidad. Más que de escuela laica, que limita la diversidad al ámbito religioso y lo resuelve negándolo, tenemos que hablar de escuela plural. Lo que hace aún más difícil que la educación sea tarea de un único actor, el Estado. En las sociedades plurales se impone la acción educativa a través de múltiples agentes. No se trata de una propuesta, sino de un hecho. La educación no es una actividad limitada a una etapa de la vida, en un contexto determinado. La educación es a lo largo y ancho de la vida. Aprendemos a lo largo de nuestra vida a través de múltiples medios, no sólo dentro de las cuatro paredes de una escuela. Y uno de los medios privilegiados para el aprendizaje en el mundo mediático que habitamos es la multiplicidad de medios de comunicación que constituyen a veces espacios públicos de intercambio y construcción colectiva o a veces se recluyen al espacio privado de las relaciones interpersonales; que cumplen una función pública, pero responden con frecuencias a intereses privados. Otra novedad de la modernidad es la aparición de la sociedad civil. La complejidad y pluralidad de la sociedad moderna ha dado pie a la necesidad de constituir sujetos sociales, colectivos, que tienen una identidad común, una historia compartida y un proyecto de futuro, y se organizan para llevarlo a cabo. La sociedad no es más el conglomerado de ciudadanos y ciudadanas más o menos homogéneos que integran sus derechos y deberes en un tejido social. Existen ahora sujetos sociales organizados que constituyen una sociedad civil compleja y diversa. Se trata de un espacio público no estatal que por mucho tiempo no hemos sabido como tratar. Le hemos llamado no 4 Structural Transformation of the Public Sphere, The Communication Review, vol I, n.1, San Diego. gubernamental, con una definición meramente negativa que no dice mucho. Le hemos llamado tercer sector, para decir que no es ni público ni privado. La hemos clasificado como formas privadas sin fines de lucro. Pero en realidad estamos hablando de un sector público, cuyo interés es el bien común en una sociedad plural. Así como la modernidad temprana insistió en el valor de lo público como principio organizador de la vida social, la modernidad tardía o posmodernidad parece regresar al énfasis en lo privado, en la afirmación de la identidad, de la individualidad, en la constitución del sujeto, de su libertad. Y aunque la economía de escala recomienda el trabajo en serie y la uniformación de los procesos de enseñanza aprendizaje, la dinámica de la cultura de nuestro tiempo insiste en la individuación. La colaboración de actores múltiples en los procesos educativos permite integrar las diferentes tendencias. Finalmente otro fenómeno que viene a afectar la relación entre lo público y lo privado en educación es la globalización. Cuando hablamos de lo público nos referimos al conjunto de la sociedad. Pero en nuestro mundo globalizado la sociedad no es más la sociedad local, sino la global. Nos referimos al terreno de los derechos y deberes en la sociedad global. Por tanto, hablamos del derecho a la equidad en el acceso a la educación desde la perspectiva global. No podemos hablar más de indicadores educativos de primera y de segunda: para unos, completar cuatro cursos de primaria; para otros, educación a lo largo de la vida. La educación es un derecho que requiere equidad de acceso en cantidad y calidad. Es un derecho de los ciudadanos y ciudadanas de la sociedad global. Y esta sociedad es la que tiene el deber de garantizarlo sin exclusiones de ningún tipo. No se trata de una competencia de los gobiernos, sino de las sociedades. Los gobiernos, en cuanto representantes y administradores de la cosa pública, tienen la responsabilidad de garantizar su correcta ejecución: financiamiento, supervisión, promoción,…Pero es tarea de todos: gobiernos, sociedad civil, sector privado,… Y como en la sociedad civil entramos todos, también los pobres participan del derecho y deber de la educación y tienen por lo tanto derecho a participar en el diseño, implementación y evaluación de los procesos educativos. Es por esto que necesitamos instituciones globales preocupadas por la educación como camino de superación de la pobreza. Es por esto que necesitamos organizaciones de la sociedad civil que se comprometan en la oferta de educación de calidad para los pobres desde una perspectiva global y plural, como es nuestra sociedad. Es por eso que necesitamos alianzas por la educación que traspasen fronteras nacionales y de ámbitos de lo público y lo privado. Porque no podemos soñar el desarrollo sin un compromiso con una educación de calidad que prepare para una convivencia social en equidad y libertad. Necesitamos un mercado comprometido con la construcción de una sociedad global mejor, de mayor equidad y participación. Porque es su derecho habitar un mundo educado y es su deber colaborar a construirlo. Por eso la labor de instituciones como el Banco Interamericano de Desarrollo es tan importante. Porque ayudan a mirar los problemas y sus soluciones desde una perspectiva global. Porque permiten relativizar los conceptos de público y privado para integrarlo en el interés común de una mejor sociedad. Porque pueden ayudar a una mayor colaboración e integración de los estados, la sociedad civil y el sector privado. Porque por encima de intereses particulares pueden concentrarse en la construcción de la equidad y la superación de la pobreza como camino al desarrollo. Fe y Alegría es testigo privilegiado de esta labor. El Banco ha colaborado con nosotros en múltiples proyectos sobre sistematización de experiencia educativas y sobre educación para el trabajo en diversos países de América Latina. Nos gustaría poder lanzarnos a proyectos más alcance con impacto regional en las políticas educativas. En ese sentido es importante que la educación siga siendo una prioridad. Que más que desarrollar una propuesta propia, se propicie la construcción de una propuesta de educación para América Latina con la colaboración de todos y todas. Que se continúe promoviendo los Consejos de sociedad civil que puedan convertirse en espacios de diálogo y compromiso de todos por la calidad de la educación pública en América Latina. Que podamos colocar la educación como prioridad en la búsqueda de la superación de la pobreza.