FRAY CIPRIANO DE UTRERA (Capuchino) Historia Militar de Santo Domingo (Documentos y noticias) TOMO II VOLUMEN X Historia Militar de Santo Domingo (Documentos y noticias) FRAY CIPRIANO DE UTRERA (Capuchino) Historia Militar de Santo Domingo (Documentos y noticias) TOMO II Santo Domingo, D. N., República Dominicana 2014 SOCIEDAD DOMINICANA DE BIBLIÓFILOS CONSEJO DIRECTIVO Mariano Mella, Presidente Dennis R. Simó Torres, Vicepresidente Bernardo Vega, Tesorero Juan de la Rosa, Vicetesorero José Felipe Chez Checo, Secretario Sócrates Olivo Álvarez, Vicesecretario Juan Tomás Tavares K., Comisario de Cuentas Antonio Morel, Suplente de Comisario de Cuentas VOCALES Frank Moya Pons • Juan Daniel Balcácer Eugenio Pérez Montás • Eleanor Grimaldi Silié María Filomena González EX PRESIDENTES Enrique Apolinar Henríquez † Gustavo Tavares Espaillat † • Frank Moya Pons Juan Tomás Tavares K. • Bernardo Vega José Chez Checo • Juan Daniel Balcácer BANCO DE RESERVAS DE LA REPÚBLICA DOMINICANA Lic. Enrique A. Ramírez Paniagua Administrador General CONSEJO DE DIRECTORES Lic. Simón Lizardo Mézquita Ministro de Hacienda PRESIDENTE EX OFICIO Lic. Mícalo E. Bermúdez MIEMBRO VICEPRESIDENTE Lic. Edita A. Castillo Martínez SECRETARIA GENERAL VOCALES Sr. Luis Ml. Bonetti Mesa Lic. Luis A. Encarnación Pimentel Ing. Manuel Enrique Tavárez Mirabal Lic. Luis Mejía Oviedo Lic. Mariano Mella SUPLENTE DE VOCALES Sr. Manuel Agustín Singer Verdeja Lic. Héctor Herrera Cabral Ing. Ramón de la Rocha Pimentel Dr. Julio E. Báez Báez Lic. Estela Fernández de Abreu Lic. Ada N. Wiscovitch C. Esta publicación sin valor comercial es un producto cultural de la conjunción de esfuerzos del Banco de Reservas de la República Dominicana y la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Inc. COMITÉ DE EVALUACIÓN Y SELECCIÓN Orión Mejía Director General de Relaciones Públicas, Coordinador Juan Salvador Tavárez Delgado Director de Relaciones Públicas, Miembro Juan Freddy Armando Gerente de Cultura, Miembro Oscar Peña Jiménez Gerente de Prensa, Miembro Joaquín E. Ortiz Pimentel Encargado Administrativo, Miembro Historia Militar de Santo Domingo (Documentos y noticias) Tomo II ISBN: 978-9945-457-48-3 (encuadernación rústica) Primera edición: Ciudad Trujillo, D.S.D. República Dominicana, 1947 Segunda edición: BIBLIÓFILOS-BANRESERVAS, Santo Domingo, R.D. 2014 Coordinadores: Juan Freddy Armando, por Banreservas; y Mariano Mella, por la Sociedad Dominicana de Bibliófilos Arte y diseño de la edición: Yris M. Cuevas Corrección de pruebas: Sócrates Olivo y Lucio Casado Impresión: Editora Búho Santo Domingo, República Dominicana Agosto 2014 Contenido Palabras Liminares . . . .. . . .. . . .. . . .. . . .. . . .. . . .. . . .. . . .. . . .. . . .. . 11 Exordio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 Capítulo I Presidencia del licenciado don Alonso Maldonado (1553-1558).15 Capítulo II Presidencias de Alonso López de Cepeda en comisión; de Juan de Echagoián, interinaria (1558-1562). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69 Capítulo III Presidencia del lic. Alonso Arias de Herrera (1562-1566) . . . .. . . 87 Capítulo IV Presidencia del lic. Alonso Arias de Herrera (1562-1566). . . . . . 113 (Continuación) Capítulo V Presidencias del lic. Grajeda (2ª interinaria) y del licenciado Diego de Vera (1566-1568) . . . .. . . .. . . .. . . .. . . .. . . .. . . .. . . .. . 137 Capítulo VI Presidencias del lic. Grajeda (2a interinaria) y del lic. Diego de Vera (1566-1568) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 173 (Continuación) Capítulo VII Presidencia del doctor Antonio Mejía (1568-1570). . . . . . . . . . . . 197 9 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Capítulo VIII Presidencias de Alonso de Grajeda (3ª interinaria) y del licenciado Francisco de Vera (1570-1576). . . .. . . .. . . .. . . .. . . .. 251 Capítulo IX Presidencia del doctor don Gregorio González de Cuenca (1576-1581). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 283 Capítulo X Presidencia del doctor don Gregorio González de Cuenca. (1576-1581) . . . .. . . .. . . .. . . .. . . .. . . .. . . .. . . .. . . .. . . .. . . .. . . 333 (Continuación) Capítulo XI Presidencia del doctor don Gregorio González de Cuenca (1576-1581). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 371 (Conclusión) Capítulo XII Presidencias interinarias de los Oidores Alonso de las Cabezas de Meneses y Pedro de Arceo (1581-1582) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 415 10 Palabras Liminares La publicación de una obra de tanta significación como esta que se reedita, pone nuevamente a disposición de la sociedad un importante trabajo de investigación sobre la situación de nuestra isla en el siglo XVI, el cual se encontraba inaccesible para los investigadores dominicanos y del exterior. De esta manera el Banco de Reservas contribuye, conjuntamente con la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, a la difusión de un texto de gran importancia sobre este período, ya agotado hace más de 60 años, escrito por un calificado investigador de nuestra historia, Fray Cipriano de Utrera, para así ponerlo al alcance de investigadores, estudiantes y público en general. La situación política, económica, social, cultural y militar de la colonia de Santo Domingo en ese siglo se revela de manera objetiva en sus páginas, explicadas por una mente original y erudita, permitiendo al lector y a las nuevas generaciones comprender muchos aspectos sobre los hechos ocurridos en ese período. Durante el siglo XVI Santo Domingo era considerada “la llave de todas las indias y antesala del nuevo mundo”. Algunos historiadores califican nuestra isla como “el epicentro del Caribe” durante la primera mitad de dicha centuria. Es por eso que todo lo acontecido en ese lapso reviste una importancia fundamental para comprender nuestros orígenes. Banreservas contribuye y se identifica con las 11 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO iniciativas que procuran esclarecer nuestras raíces y conocer en detalle el pasado que ha perfilado nuestro presente. El libro consta de 3 volúmenes en más de mil páginas y aporta valiosa información sobre la Española ya muy avanzado el proceso de la conquista y colonización de América, de cuya lectura saldremos más conscientes y edificados sobre el importante período histórico que abarca. Nos satisface que nuevamente la “Historia militar de Santo Domingo” vea la luz dentro del programa de publicaciones del Banco de Reservas, para el enriquecimiento cultural de todos y para preservar los documentos que han marcado nuestra identidad. Enrique A. Ramírez Paniagua Administrador General 12 Exordio La reedición de la obra en tres tomos Historia Militar de Santo Domingo, de Fray Cipriano de Utrera, sacerdote Capuchino, es un esfuerzo conjunto de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos que me honro en presidir, la Superintendencia de Seguros, el Ministerio de Defensa y el Banco de Reservas de la República Dominicana. El autor nació en la ciudad de Utrera, Sevilla, España, en el año 1886, donde se ordenó de sacerdote. Su verdadero nombre era Manuel Higinio del Sagrado Corazón de Jesús Anjona y Cañete. Llegó a Santo Domingo en 1910 para dirigir la Misión Dominicana. Fue párroco en San Pedro de Macorís, Azua y Yamasá. Murió el 23 de enero de 1958 a la edad de 72 años. Fue miembro de la Academia Dominicana de la Historia y tuvo una amplia producción literaria. Esta es la segunda edición que se hace de esta obra. La primera fue realizada en los años 1950. El estudio crítico de la obra estuvo a cargo del destacado historiador Genaro Rodríguez Morel a quien felicitamos por su excelente trabajo. En nombre de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, expresamos nuestro agradecimiento a la Superintendencia de Seguros y al Ministerio de Defensa en las personas del Dr. Euclides Gutiérrez Féliz y del Teniente General William Muñoz Delgado respectivamente, cuyas instituciones aportaron los fondos iniciales que permitieron 13 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO comenzar los trabajos de edición de esta obra. Y un agradecimiento especial al Banco de Reservas de la República Dominicana en la persona de su Administrador General, licenciado Enrique Ramírez Paniagua, que le dio el impulso económico final para concluir la misma. Esperamos que los lectores encuentren en esta obra respuestas a interrogantes importantes de nuestro pasado. Mariano Mella Presidente Sociedad Dominicana de Bibliófilos 14 Capítulo I Presidencia del licenciado don Alonso Maldonado (1553-1558) 1.—Nueve años corrieron en la Real Audiencia de la Española sin Presidente titular (Cerrato tuvo comisión de presidir, no siendo sino oidor, y en adelante tocó el puesto interinario a Grajeda, oidor más antiguo, en fuerza de la real cédula de Madrid 24 de agosto de 1530, que así lo ordenaba, y fué ley de Indias) cuando se dió oficio de Presidente al licenciado don Alonso Maldonado, que llegó a Santo Domingo en principio de febrero de 1553. Abogado de profesión, no hubo nunca para él mejor causa que la del buen comer y bien sestear con alegres compañías, durmiendo a las notas sonoras de un laud: cometió, empero, sino descuidos enormes en su oficio como cabeza de la Gobernación, continuos desaciertos y, como antes en la Presidencia constituido de la Audiencia de Guatemala, fué barrido de golpe y porrazo por su “mala sombra”. Fué, pues, su estómago desde el comienzo de su ejercicio el precedente más nefasto y la raíz histórica del grande abuso comercial que dio al traste con la moneda provincial de fabricación insular y local y que por todo lo restante del siglo contribuyó a hacerse irrefrenable el contrabando con sus consecuencias políticas, administrativas y sociales hasta sumir la isla entera en la mayor postración durante siglos. v El Lic. Alonso Maldonado, Colegial que había sido del Colegio de Cuenca en Salamanca, pasó a Nueva España con plaza de Oidor, título de 5 de abril de 1530. Por muerte del Adelantado Pedro de 15 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Alvarado siendo Gobernador de la provincia de Guatemala (muerto de heridas) el Virrey de México metió a Maldonado en tales cargos por nombramiento de 12 de marzo de 1542, y este sujeto fue el primer Presidente de la Audiencia de los Confines, título de 14 de junio de 1543, Sacóle del puesto su juez de residencia el lic. Alonso de Cerrato en 1548, y ya no volvió a tener cargo en América hasta que el 29 de marzo de 1552 fué expedido para él título de Presidente de la Real Audiencia de la Española. Llegó a la Isla el 1 de febrero de 1553, y mientras vivió, su mujer ausente, todo fue buscar y tener quien le diese la mesa y tratase a cuerpo de Presidente. Tuvo familiaridad y trato llano con los hacendados y mercaderes que *honraban* sus buenas calidades de gorrón, y contra los negados a tal pleitesía procedió con desatenciones y venganzas. Uno de aquellos renuentes, el mercader Mendo Ramírez, antiguo colector de la renta de la sisa y agente oficioso de los pleiteantes que buscaban en el apocamiento de juicios para sus pleitos, en que sacaba provechos, sin importársele un bledo si su gran espíritu de contradicción era virtud o era defecto, hízose odioso a Maldonado que, tras diarios choques, le condenó en destierro y embargo de bienes. Mendo pasó a la Corte, expuso agravios y multitud de lacras en la persona de Maldonado y ganó la anulación de la sentencia del destierro y devolución de sus bienes. De retorno en la isla siguieron entre ambos las públicas disonancias, sin que el Presidente pudiese ya tener con él mano dura, pues supo se le enviaba un juez; pero se querelló amargamente al Consejo de haber oído a un villano, en calles y plaza pública por vecinos diferentes veces acoceado o apescozado, y no a él, con tantos años en el real servicio, siendo la privación contra él decretada tan desdorosa y negra… 2.— Y fué ello que, atento a aprovecharse Maldonado de las ventajas del puesto sin expendio notable de sus propios haberes, en llegando a la Isla estableció para su avío privado el comer de atención y cortesía cuantos días más pudiera en casa de los notables de la ciudad, que por su mayor parte eran mercaderes y tratantes, o amos de ingenios o de hatos de ganados y estancieros latifundistas. A lo menos en la práctica llegó a constituir la cofradía del yantar, ora en la ciudad, ora en las haciendas y estancias, y motivó una muy continua forma de encarecerse los bastimentos de consumo 16 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO necesario, que los mercaderes fomentaron para resarcirse con creces del daño que padecían en el contribuir gentilmente con lo mejor de sus tiendas y bodegas para tantas comilonas opulentas en las que, si lo señores magistrados y sus esposas, los nobles caballeros pulperos, poetas y músicos se solazaban a lo cortesano, una cáfila de harrieros y cocineros, y de servidumbre negra y blanca y demás adjuntos se ahitaban como en tiempo de vacas gordas en cien metros a la redonda, siéndolo de las vacas flacas en la redondez de toda la isla, después que el furioso huracán de 1552 destruyó virtualmente todos los sembrados, y cierta enfermedad (que no se menciona) de tipo epidémico arrebató centenares de vidas sobre la catástrofe marítima o destrucción de la armada. A que se agrega el auge que ya había tomado el vicio del juego, mayormente el de naipes, en que daban buen ejemplo de afición Maldonado y todos los poderosos, salvo raras excepciones. Por todo lo cual pasándose del premio que en las apuestas y en las posturas se pedía en habiendo de pagar el perdidoso en moneda de oro por vellón o provincial, a otro tal premio en vellón, para la consecución de bastimentos y telas y demás géneros, no pagándose en plata o en oro, la baja de la moneda del país echó por la cuesta abajo de su valor real, cuenta aparte de haber mal nacidas y en curso gruesas cantidades falta de ley, y acarreó forzosamente el cese de su acuñación. Uno de los funestos frutos del derroche de bastimentos por unos pocos y del corto poder adquisitivo de oro y plata en la clase menestral y de la ocultación de todo oro por sus poseedores, fue la destrucción de otra armada que vino para la guarda de las costas de esta Isla, (y ello mucho antes que el Rey ordenase el deshacerla), por la deserción despechada de sus dotaciones de guerra y marinería, como en su lugar se dirá. v Santo Domingo 15 de junio de 1553.— El oidor Grajeda escribe que en la residencia que le tomó Maldonado fué suspendido del oficio, y se querella por haber sido en él limpio. Achaca su caso a Francisco Dávila, «que, como es hombre rico, hizo una hermita cerca 17 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO de la casa desta Abdiencia Real, que por su persona e por amigos procuró conmigo que le diese una placeta que la dicha casa tenía por delante para la incorporar con su capilla, lo qual no se pudo acabar conmigo; y, visto esto, tuvo la forma con un Manuel Méndez [hijo de Diego Méndez, el fiel compañero del Descubridor] que lo pidiera por suyo diciendo que se le avía dado por solar antiguamente a su padre, y que, puesta la demanda se mandó notificar al fiscal y en vista y revista se declaró pertenecer a la Casa Real por plaza; y agora, venido el Presidente, sin atender a las dichas sentencias, se le dió y está cercando, diciendo que a de poner árboles para recreación del Presidente e Oydores». Dice que Francisco Dávila es muy amigo del Presidente y que toda la inquina que éste le ha mostrado, procede de que cuando vino, no le sirvió a comida cuatro días para él y los suyos, y que los dos oidores Zorita y Hurtado, conocedores “del lenguaje que hoy se practica” le dieron la comida dichos cuatro días cada uno; que por eso son tan amigos y han salido con bien de la residencia que el único que ha quedado suspenso ha sido el que firma. Expresa Grajeda que antes había tenido preso a Dávila por un desacato que hizo a un alguacil en su casa y le sentenció por eso. Asimismo que durante su residencia recusó algunos testigos por sospechosos “y después de la secreta se publicó y conoció su poca fidelidad, por lo que digo, y por comer e cenar con todos los de esta liga (los amigos de Dávila, unos doce) y cabalgar en sus cavallos e jugar con ellos en cantidad, e dióle por acompañado a un Francisco de Pineda, grande amigo suyo e del licenciado Hurtado, que dizen vino huyendo de España por falsedades que a cometido, y es casado en Castilla y a intentado de ser casar en esta ciudad, y con el favor de dicho licenciado, a avido la escrivanía del Cavildo, que la compró a un Alonso de Llerena, al qual asimismo recusé, etc. Iten, que durante la pesquisa secreta, se puso públicamente el dicho licenciado Maldonado a jugar a los dados en la Casa Real con estos a un juego que dicen rifa, e jugaron mucha cantidad de vidrios e otras cosas que están a cargo de un Melgarejo…» — AGI, Santo Domingo 71. v El alto valor de las cosas (correspondiente a la baja apreciación de la moneda de cobre) tuvo gran palanca en la carestía real y en la falsa. Para entonces la más reciente mención era la del oidor Grajeda, quien en carta de 23 de enero de 1549 decía que en noviembre inmediatamente pasado la carestía llegó a tanto que una arroba de vino bajo llegó a valer seis y siete castellanos, y «y en cosa de harina 18 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO vino a tal extremo que apenas se hallaba para celebrar» [misa], y por estos términos así costaba todo lo demás. – AGI, Santo Domingo 49. 3.— Primera providencia de Maldonado había sido informar a S. M. del deplorable estado en que estaba sumida la Isla, destruida su armada y arrasadas las arboledas y sembrados por el ciclón de julio anterior y numerosísimas defunciones en la ciudad por la epidemia subsiguiente a aquella gran desdicha, y de cómo había poca gente con quien contar para cualquier ocasión de enemigos, estando en pie la guerra con Francia y siendo ya tan constantes los insultos de corsarios franceses en Cuba, Puerto Rico y en esta Isla, y pidió artillería de que quiso darse a entender, enviando lista de toda la que se había perdido en el ciclón, del temor pánico que en todos los pueblos había del ataque de franceses, y que por tener animada la población para la resistencia, la ocupada muy de ordinario en hacer alardes y escaramuzas de práctica. Poco después daba aviso de la presencia de corsarios en la Yaguana y de no haber armado barcos que fuesen al castigo porque en el disponer su aviamiento se experimentaba la falta de pólvora, que no alcanzaba para hacer la defensa de la ciudad con los tiros de la Fortaleza. En esta parte como en el envío de soldados y barcos armados, lo que tantas veces se había pedido, vista la ineficacia de cuanto en la Isla se hacía para el castigo de los enemigos, el auxilio se avisó de enviar completo (salvo el dinero para su entretenimiento, una armada con todas instrucciones convenientes para hacer la guerra). v Santo Domingo 14 de febrero de 1553.— Capítulos de carta del Presidente Maldonado: «La armada que S. M. mandó hacer en esta Isla, se hizo; armaron tres naos y un pataj, metiéronse trescientos hombres en ellas, salieron de este puerto día de Santiago y perdiéronse con un huracán muy recio que hubo en 29 de agosto que pasó; ahogáronse ciento y treinta hombres y entre ellos un hijo de Diego Caballero, que iba por Capitán de una nao; por general iba don Cristóbal, hermano del Almirante; escapóse. Fué grande desastre 19 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO y gran daño para esta tierra; perdiéronse algunos tiros. Queda esta Fortaleza muy desproveida de todos»; suplica, etc. porque «importa mucho, y si franceses se señoreasen de aquélla [la Habana, donde ha habido refriegas con ellos] no terná S. M. Indias. Aunque aquí queremos tornar a armar de nuevo, no habrá posibilidad, porque no hay gente, ni artillería, ni munición; y si de allá no viene acá, no se puede proveer, y los navíos es necesario que vengan también de allá hechos para este propósito; han de ser dos navíos como V. S. lo entenderá mejor, y dos pataches, navíos ligeros, que sin éstos no valen nada los grandes. Con el huracán que he dicho, ha quedado esta Isla muy perdida, que no dejó en ella árbol en pie, y ha estado tan en forma después de aquel huracán, que han muerto más de quinientas personas, según me han informado; con estos y con los ahogados hay harta falta de gente para poder armar. En los navíos que se armaron aquí se gastaron 16,000 pesos, sin la artillería y munición que se perdió. También se perdieron diez y seis naos que estaban cargando en este puerto para España, y se ahogaron hartas personas. La carabela que S.A. mandó venir para dar aviso de los navíos que salían de Francia, que partió poco antes de la armada, tomaron los franceses en la isla de la Mona”. Avisa de que envía relación de la artillería perdida y pide a los Señores del Consejo se provea que la Fortaleza esté bien aparejada, pues “todos los puertos de esta Isla temen ser robados de franceses”.— AGI, Santo Domingo 49. v «En la armada de mar que acá se desbarató, se perdieron doce tiros de bronce de los que se tenían en la Fortaleza de esta Ciudad, que parece hacen mucha falta en ella; y así, para proveer a la Fortaleza como para fortalecer dos baluartes que se quedan haciendo sobre la entrada de este puerto, que conviene mucho que estén a recado, son menester veinte tiros de bronce en que haya medias culebrinas y sacrés y falcones gruesos que sirvan por tiros de campo para cuando se ofreciere, y que estos vengan en sus carretones bien aderezados y con sus municiones de pelotas y atacadores, como se requiere”. Y al margen: “Póngase por memorial y véase la artillería que hay en Santo Domingo por el memorial que envió el Alcaide». Para los casos de guerra «hácense alardes de pie y de caballo y tienense en esta ciudad a la contina trescientos de caballo y 20 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO setecientos hombres de pie, pero no tan armados cuanto es menester porque se han sacado todas las más armas que había, que se llevaron mucha parte de ellas con la gente que se envió al Presidente de la Gasca y otras se perdieron en el armada del mar…» Carta del Presidente Maldonado y oidor Hurtado de 15 de mayo de 1553.— AGI, Santo Domingo 71. v Santo Domingo 15 de mayo de 1553.— El Presidente Maldonado al Consejo de las Indias, sobre el robo hecho por franceses en navíos por aguas de Canarias y en San Germán (en tiempo posterior al pasado marzo) y de estos enemigos «se abajaron por la costa de esta Isla, donde se vieron con tres naos de las de nuestra flota que iban en conserva para Nueva España, y las acometieron, pero como hallaron resistencia las dejaron, y sobre la Habana tomaron una carabela…. y tomaron otros tres barcos de los que suelen andar en el trato de esta Isla; fuéronse más abajo por esta costa hasta un puerto que se dice Ocoa, donde está un ingenio de azúcar, quince leguas al poniente de esta ciudad, y en el dicho puerto y otro de Azua, que está junto, tomaron dos carabelas cargadas de cueros y azúcares, que valía más de cinco mil pesos y saltaron en tierra en el puerto de Azua y robaron cantidad de cueros y azúcares que hallaron en una casa de paja que está junto a la mar, que valía más de cuatro mil pesos; y porque un hermano del capitán del armada, que se dice don Juan y es clérigo, había fallecido en su compañía, el día antes trataron debajo de paz con el mayordomo del ingenio que lo enterrasen en una iglesia que allí hay, y así se hizo. Visto esto, se avisó a la Yaguana, que es el puerto de esta Isla donde comúnmente van a parar, para que estuviesen a recaudo, porque a la sazón estaba cargando en aquel puerto una urca grande para España de cueros y azúcares, para que se pusiese en cobro y asimismo había llegado otra nao grande que venía del Nombre de Dios. Parecióles que eran parte para se defender con llegar los navíos junto a tierra, donde hicieron cerca de ellos a la lengua del agua un baluarte, en el cual asentaron cierta artillería, y pasaron en la arca toda la que tenía para no dejarlos llegar. Y estando así apercibido, llegaron estos corsarios con once velas que habían juntado, porque andaban divididos, y como reconocieron el baluarte y las naos, se bajaron una legua más abajo, porque el puerto es todo playa que dura más de tres leguas, echaron en tierra trescientos hombres (según escriben) bien aderezados y los más arcabuceros, y vinieron en su ordenanza hasta que por la banda de tierra tomaron el baluarte y la urca y la 21 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO otra nao, porque como la gente vió tan gruesa armada, dejándolo todo y, aunque junto al baluarte se hallaron (según dicen) cien de a caballo de toda suerte, por tener pocas armas y no estar tan a punto de guerra, y con solo un pasamuro que se les tiró, mataron a ocho franceses, y así los dejaron y se fueron más que de paso, y los corsarios a todo andar sin se detener fueron al pueblo que está a una legua de la mar y robaron cuanto en él había, porque los vecinos se fueron al monte, de donde por aviso de algunos del mismo pueblo se tomaron y prendieron los principales de ellos y después se rescataron, y tomaron todos los azúcares y cueros que en un ingenio de azúcar hallaron y en carretas llevaron a las naos, en lo cual se detuvieron más de veinte y seis días, robando y cargando y entrando la tierra adentro a prender y rescatar, que (según escriben) valió lo que en aquella villa robaron más de cincuenta mil pesos; quemaron la iglesia y otras casas de las principales y publicaron allí que venían a esta ciudad, y decían que habían de ir a Santiago de Cuba…». Dice Maldonado que al mismo tiempo, sobre la Mona, fué tomado otro navío español, y «esta semana se ha tenido nueva que el armada de estos corsarios que robó a la Yaguana, viene por la banda del Norte, y que la han visto sobre Montecristi y Puerto de Plata, y que se tiene sospecha que han de robar aquellos pueblos porque se tiene poca defensa en ellos; avisados están días ha y puesto todo lo que tienen y sus mujeres en cobro. Créese que viene a se poner sobre la Saona para esperar esta flota que se queda aprestando, porque tenían nueva que lleva de valor más de cuatrocientos mil pesos; antes que salga se sabrá lo cierto. Para la defensa de esta ciudad se acordó en esta Audiencia, platicado con los oficiales de S. M., de hacer ciento y diez hombres para que hagan de noche la guarda, y se hace como conviene; dase a cada uno de ellos cuatro pesos cada mes de la hacienda de S. M., y según estos corsarios tienen gran pesa y rica, no dejo de creer que no invernarán por aquí; si así fuere, no habrá para qué tener gente aquí, digo de estos cuatrocientos y diez hombres, y se excusará esta costa y se despedirán estos hombres”. Agrega que el año antecedente, por la discordia entre Oidores en el nombramiento de capitanes para la armada que se perdió y por la tardanza en aviarla, fue causa que se perdiese. Pide que se hagan las fortalezas de la Yaguana y Puerto de Plata.—AGI, Sto. Domingo 71 v Santo Domingo 15 de mayo de 1553.— Carta de Maldonado: Repite que el navío de aviso enviado, fué tomado de franceses, estando 22 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO v de vuelta a España, y que otra nao, su compañera, volvió a repararse por habérsela quebrado el mástil; escapó de franceses porque no llegó a ser vista de ellos. “Han sido grandes los robos y tomas de navíos que estos corsarios han hecho, y están tan poderosos, que en esta mar no se les puede ir nave sin ser vista, y los navíos que a ella han asomado y estaban surtos en los puertos de esta Isla y aún de las comarcanas, los han tomado con muy buena artillería que en ellos había, en especial una urca grande que estaba cargándose en la Yaguana… la cual villa quemaron y robaron y cautivaron algunos vecinos de ella, porque para ellos echaron en tierra muy en orden buena gente, arcabuceros y piqueros, y corrieron por la tierra adentro; y son tan señores de esta mar e islas y de las haciendas que en ellas hay que, según lo que por ahora se entiende por relación de los vasallos de S. M., que han sido presos y se rescatan, estos corsarios piensan permanecer, porque dicen que esperan una armada de Francia, y aunque ésta no venga, según el mal aparejo que aquí en esta Isla y en las comarcanas hay, y los muchos navíos y buena gente de que ellos están proveídos, sin dificultad se podrán sustentar si V. A. no manda que seamos proveídos de lo necesario y de lo que aquí falta, aunque V. A. por cédula manda que para la armada que aquí fuere necesario hacerse para la seguridad de esta Isla y de las comarcanas, y de los navíos que a ellas fueren y vinieren, se gaste lo que pareciere y da entera facultad para ellos, no se pudo dar orden para salir a resistir estos corsarios antes que engrosasen y fortaleciesen su armada, porque visitando la Fortaleza de esta ciudad, vi la gran falta que había de pólvora porque no había en ella más de veinte quintales a causa de haberse perdido y gastado mucha en una armada que aquí se perdió con tormenta el año pasado con parte de la artillería…. y aunque en esta Fortaleza quedó buena y gruesa artillería con que se pudiera salir, no se hizo así por esta falta, como porque, dejando esta Fortaleza sin la munición que tenía, que era poca, esta ciudad y toda la Isla pudieran correr gran riesgo; por manera que después que aquí resido, estoy afrentando, porque como no conviene que en general se entienda la falta que aquí hay, porque dañaría teniendo aviso de ello los franceses….» Suplica el remedio de todo y que vengan navíos con bastimentos, etc.—AGI, Santo Domingo 49. Santo Domingo 15 de mayo de 1553.— Maldonado, Presidente, dice que llegó el 1 de febrero anterior, y “luego por relación de la 23 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO gente de esta Isla y de las comarcanas, entendí que por esta mar había franceses corsarios que hacían daño; y porque me pareció que era gente no muy bien apercibida y que sin gran dificultad se podría tomar, hice hacer alarde de la gente y munición que había en esta ciudad y Fortaleza de ella para salir a ellos”; vió la Fortaleza, sin pólvora por haberse metido en la armada que después se perdió y “y así fue necesario suspender el armar contra ellos hasta tener mayor aparejo; porque dejar la Fortaleza sin la munición que tenía, que era poca, esta ciudad e Isla pudiera correr gran riesgo”; suplica el envío de pólvora, etc. — AGI, Santo Domingo 49. v Santo Domingo 22 de septiembre de 1553.— El Cabildo de la Ciudad de Consejo: Los franceses han mudado de sistema; lo de la armada mandada hacer «hacía poco al caso para lo que se requería, a cabsa que estos corsarios, como prácticos en estas navegaciones, an mudado la orden de las armadas de cómo hasta aquí venían, y la an convertido en navíos de remos, con los quales no se les irá navío que vean; y así lo an comenzado a hazer”; proponen para la defensa de la Isla que se siga el mismo sistema. Firman Cristóbal de Tapia, Francisco Carmona, Diego Caballero, Alvaro Caballero, Luis de Santa Clara, Gonzalo Fernández de Oviedo y Alonso de Peña. — AGI, Santo Domingo 71. 4.— Las incursiones de enemigos dieron varias veces por este tiempo en Azua y en Ocoa, la Yaguana, Puerto Plata, Montecristi: las presas hechas fueron muchas y el incendio y los saqueos los medios escogidos para debilitar en estos mares la potencia española en Europa; debiéndose considerar que los enemigos en esta parte de las Antillas constituían porción corta de la ladronera francesa en las posesiones de España en América. Necesario se hizo, pues, para custodiar la ciudad, el levantarse una guarnición aunque corta (100 hombres) y temporal que a la contínua estuvo sobre las armas, bien que sin el auxilio de prevención de algún guardacostas observador, pero con el activo de vigías de cantón en la Punta Caucedo. Señálase, sin embargo de lo dicho, que por algunos meses se tuvo un barco, su propietario un Lázaro Bejarano, empleado de armada al mando del capitán Juan de Montejo, (cuñado del Presidente) que recibió 24 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO el encargo por favoritismo y como remedio contra las discordias que siempre se suscitaban entre los de la Audiencia y Regimiento de la Ciudad, cuyos votos no se abrazaban por intereses personales. Porque como Maldonado hubiese entendido que aquel desastre de 1552 se achacaba a retardada salida y ya en tiempo de huracanes y esta tardanza a la discordia de votos fue debida, solicitó del Soberano que ninguno tuviese voto sino sólo él en los nombramientos de capitanes, y en cuanto a los que habría de serlo en la armada que se esperaba de España, viniesen de allá los nombramientos, y mejor viniesen con ella los nombrados; y habiéndose concedido que él mismo saliese por Capitán General si tan dispuesto estaba de obrar en la guerra personalmente, como su plan fuese de nombrar a su cuñado, dio las gracias a S.M. por la merced y se quedó en tierra lisamente: aunque antes de Montejo puso al tesorero Alonso de Peña, a raíz de haber recibido la merced, avisando de que como la Audiencia quedaba sin ministros, y era cierto, y harto el miedo de los vecinos, dejó de salir a la guerra, ya que en caso de incidencia aciaga, no habría quien dejase de asirse a la ocasión para imponerle horrenda culpa. v Santo Domingo 22 de septiembre de 1553.— Maldonado al Príncipe, pidiendo el envío de una armada; «y también escribo al Consejo de Indias que tengo por inconveniente que, si acá se han de nombrar capitanes, venga cometido el nombramiento a muchos».— AGI, Santo Domingo 71. v Santo Domingo 11 de abril de 1554.— Maldonado al Consejo: Llegaron corsarios a Ocoa y envió 20 arcabuceros para que les hicieran emboscada si saltaban en tierra; cuando llegaron, ya se habían robado el azúcar y los ornamentos de la iglesia y estaban de vuelta en sus navíos. De allí pasaron a Azua, pero no bajaron porque el tiempo no los favoreció, y la gente volvió a la ciudad sin haber hecho nada (El suceso, quince días antes de esta carta).— AGI, Santo Domingo 71. v Santo Domingo 13 de mayo de 1553.— El Cabildo de la Ciudad (regidores Carmona, Tapia, Caballero (D), Dávila, Caballero (A), Junco, Fernández de Oviedo, Peña; y escribano Francisco de 25 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Pineda): sobre el huracán que ahogó a unas 200 personas, y desde agosto a diciembre las defunciones pasaron de 300: carestía de mantenimientos, excesivos los precios de la harina y del vino; daños de piratas; “y después de ciertos días (de haberse perdido la armada en el ciclón) por tener noticia de corsarios franceses que andaban por esta costa, quisieron tornar a armar y no hubo efecto porque no había gente y por el mal aparejo de armas y municiones; y ha venido en tanta rotura lo de los dichos franceses, que después acá han venido navíos de armada y han tomado y robado muchos navíos, así de los que han salido de esta Isla con cargazones para otras partes, como de los que andaban al trato en esta isla, y fueron a la villa de Santa María del Puerto de la Yaguana, que es una villa de las principales de esta Isla, y con estar el pueblo una legua dentro en la tierra, y estar junto a la mar un baluarte de tierra y madera, adonde tenían asentados ciertos tiros que tenían, y en el mismo puerto estaba surta una urca y otra nao que allí había venido con mercaderías para cargar de cueros y azúcares, con todo esto, como estaban tan prósperos de gente y navíos de armada, surgieron en el puerto y saltaron en tierra, y por ser poca gente la de la villa, no los pudieron resistir y fuéles forzoso retirarse al pueblo, y los franceses tras ellos, y les tomaron y robaron cuanto tenían, y quemaron el pueblo y la iglesia, y entraron la tierra adentro tras ellos, y tomaron a muchos y allí estuvieron los días que quisieron (32) y lleváronse despojo que somos informados que valía más de cincuenta mil pesos, y más de otros tantos que llevaron robados de la costa y ahora vienen corriendo la costa, porque ya tenemos aviso que están sobre Puerto de Plata, y por la poca gente y armas y munición que hay en esta ciudad nos tememos que no intenten de querer acometer esta ciudad, porque así lo han publicado ellos, y no tan solamente dicen esto, pero dicen que han de ir a tomar la Habana…»Y pide armada con gente y munición.— AGI, Santo Domingo 73. v Yaguana 18 de mayo de 1553.— Alonso de Morales, Diego del Castillo, Francisco de Herrera, Juan de Montánchez y Francisco Machado, componentes del Cabildo de la villa, al Rey: Dicen que los franceses estuvieron en la Yaguana desde el jueves 22 de marzo hasta el 23 de abril de este año; robaron la iglesia, y pueblo e iglesia dejaron quemados; quemaron también un ingenio porque no les dieron 4,500 pesos que pidieron. Los vecinos quieren irse a la tierra adentro, porque si el pueblo se vuelve a hacer en el mismo sitio, correrá siempre el mismo riesgo.— AGI, Santo Domingo 49. 26 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO v Santo Domingo 13 de junio de 1553.— Maldonado avisa que por el vecindario de la Yaguana se le ha expresado el deseo de pasarse a otra parte por estar destruido el pueblo pero les ha ordenado lo reedifiquen donde estaba «y que no hagan mudanza de allí, y les doy esperanza que S. M. mandará proveer». — AGI, Santo Domingo 49. v Santo Domingo 16 de julio de 1555.— Los oficiales reales piden que en todos los pueblos de la Isla haya fortaleza y se les provea de artillería, y que ha más de 14 años se mandó hacerse fortalezas en la Yaguana y Puerto de Plata; que se les mande a Presidente y Oidores las hagan. Y en una postdata, en que repiten los mismos asuntos: «Después de haber escrito ésta a V. M., tuvimos nueva cómo los franceses que tomaron la villa de Puerto de Plata, se fueron de allí y dejaron quemado todo el pueblo, iglesias y monasterio de Santo Domingo, sin que dejasen cosa iniesta, y lo saquearon y robaron y perdidos que no volverán a rehacerse tan aína del daño que en sus haciendas y casas han recibido; hicieron otras crueldades y desvergüenzas con las imágenes, mataron cinco o seis hombres que pudieron haber…». Dicen que estos franceses habían ido a la Margarita y Borburata “y de allí vinieron a la villa de Puerto de Plata, que es el más principal puerto de esta Isla después de esta ciudad, con un puerto muy peligroso a la entrada y muchos edificios de piedra y cinco ingenios de azúcar y, a escala vista, a mediodía, saltaron en tierra con muchos arcabuces, y echaron mucha artillería en tierra y entraron con muchos arcabuces en el pueblo, y se hicieron fuertes en él, y barrearon las calles con mucha artillería, y los de la tierra están en el monte porque no tenían armas con que se defender, y les ha ido mucha gente de socorro de los pueblos comarcanos y de esta ciudad, y este socorro no ha aprovechado por la mucha artillería y munición que tienen, y el gran poder que traen y han quemado todo el pueblo e iglesia y monasterio de Santo Domingo, y desnudado las imágenes y tomado los ornamentos y hecho otros robos y desvergüenzas y crueldades de muchos cristianos y hasta ahora se están hechos fuertes en el pueblo que no ha habido poder para echarlos en él”. (Son dos cartas, y al margen de una de ellas: 500 arcabuces, 1500 picas, 200 ballestas, 1000 lanzas).— AGI, Santo Domingo, 71. v Santo Domingo 22 de junio de 1554.— Maldonado y Hurtado al Príncipe: «Estos corsarios se fueron desta ysla el mes de mayo pasado y partieron desde el puerto de Montecristi, y antes de su partida 27 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO v v v v v v quemaron tres patajes pequeños que tenían porque a cabsa de ser navíos pequeños, no les podían volver a Francia». Piden armada, por ser lo principal que se necesita en la Isla.— AGI. Santo Domingo 71. Santo Domingo 16 de mayo de 1553.— Los oficiales reales, Caballero y Peña, avisan al Consejo que con acuerdo de la Audiencia y ellos, «pagamos cient soldados de guarnición de la hacienda de V.M., para que velen o guarden esta ciudad, los más dellos arcabuzeros; estos son gente de guerra que no son vecinos». AGI, Santo Domingo 71. Santo Domingo 3 de marzo de 1554.— Maldonado al Consejo: “Demás de lo que arriba escribo a V.S. que se da a los cien hombres de guerra (antes en esta carta dice que son 520 pesos), se paga cada mes a dos alféreces y dos sargentos y dos caporales y dos atambores de esta ciudad para que tengan cuenta y recojan la gente de ella, ochenta pesos cada mes”. Y al margen: «Que no los tengan». AGI, Santo Domingo 71. Santo Domingo 16 de septiembre de 1553.— Maldonado al Presidente del Consejo (capítulo de carta): «Los ciento y diez soldados que aquí se hicieron para la guarda de esta ciudad… no se despidieron hasta fin de agosto porque cumplidos los tres meses porque estaban pagados, ocurrieron a esta Audiencia los oficiales de S.M. y la mayor parte del pueblo para que no se despidiesen; y, visto esto y que la gente del pueblo estaba temerosa, se proveyó que hiciesen la guarda sesenta soldados arcabuceros y se despidieron los demás; éstos se pagan hasta fin de agosto. Ahora está esta mar segura de franceses porque no osan asomar a ella con los navíos por temor de los huracanes que suele haber en ella en este tiempo, pero, pasado este mes, se esperarán». AGI, Santo Domingo 71. El 30 de noviembre de 1554 se pagó “a los cient soldados que los dichos Presidente e Oidores mandaron que anduviesen en la guarda desta ciudad desde primero del mes de mayo del dicho año, que comenzaron a servir, hasta fin del dicho año, que fueron despedidos”. – AGI, Contaduría 1051. Santo Domingo 17 de junio de 1553.— Maldonado al Emperador; sobre los inconvenientes que hay si se da a la Audiencia la facultad de nombrar capitanes: pide que vengan nombrados, o que esta comisión se dé a sólo el Presidente.— AGI, Santo Domingo 71. Santo Domingo 24 de diciembre de 1556.— Maldonado al Rey: Da las gracias por la licencia que le ha dado para que pueda salir 28 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO comandando armada, «no habiendo acá capitán general”, sí parece conveniente hacerlo así, “pues V. M. ha mandado ya proveer capitán general, deseo mucho vello por acá…. Yo no salí en la armada que a V. M., escribí, de que nombré por capitán general al capitán Peña; y aunque pudiera, como esta Audiencia quedaba muy sola y los vecinos de ella con mucho miedo, y si ésta no sucediera bien, se me pudiera importar culpa”. Y al margen: «No se responda».— AGI, Santo Domingo 71. v El 4 de febrero de 1553 se pagó 32 pesos, 4 tomines y 9 granos de oro a “Bartolomé de Cisneros y a Juan de Gambara, que los ovieron de aver por treinta días que velaron en la Punta de Cauzedo, a seis reales cada uno por cada día”.— AGI, Contaduría 1051. v 26 de abril de 1555. Se paga “a los seis veladores que an velado la Fortaleza desta ciudad desde veynte e quatro de noviembre del año pasado de cinquenta e quatro hasta quinze de abril deste año».— Otro pago el 19 de abril de 1556, desde 15 de abril de 1555 a fin de febrero siguiente.— Otros pagos hasta el último, “desde dos días del mes de jullio del año pasado de mill quinientos e cinquenta y siete años hasta quinze de octubre del dicho año que dexaron de velar por aver venido el armada que S.M. enbió para guarda destas costas”.— AGI. Contaduría 1051. 5.— La atención que justamente debía ponerse en tener prevenida la Fortaleza en tiempo que no ya aquí sino en la misma Corte era pesadilla grave la oleada de incursiones piráticas, aunque todavía su campo escogido de acción eran los mares y no los puertos, (a éstos se desplazaban con sus robos para vender o cambiar con géneros de lucrativo beneficio en sus países, insultando a los poblados a la menor negativa que opusieran) dejó de ser atención en los días de Maldonado por las muchas recientes mejoras defensivas que se le habían hecho y solamente se registran gastos ordinarios en el encabalgamiento de la artillería existente, en la compra de tiros a capitanes de barcos dispuestos a deshacerse de ellos por viejos, y de pólvora en toda ocasión de reconocerse cantidad supérflua en ellos almacenada. La que por viciarse con la humedad de la tierra y gastarse gran parte en ejercicios de tiro, motivó providencia de fabricarse 29 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO en la misma Fortaleza, instalándose en ella molino conforme a las posibilidades de hacienda y arte, sobre lo que había licencia amplia de tiempos atrás a la mira de tenerse en Santo Domingo almacén para surtir a las demás islas y partes de Indias porque la encontrasen más pronto y de inmediato que no esperarla de la Metrópoli. Nueva aprobación se dió a esta industria después de estar rindiendo algún fruto el molino. v «En treinta de jullio del dicho año (1554) quatrocientos e veinte e quatro pesos, quatro tomines e quatro granos que por libramiento di e pagué y montó el dicho libramiento del armada que se hizo contra franceses, de que fueron por capitanes principales don Juan de Guzmán y García de Escalante…. la qual salió deste puerto por el mes de henero próximo pasado, como por el dicho libramiento paresce».— AGI, Contaduría 1051. v El 3 de agosto de 1554 se dieron a Pedro Díaz, “proveedor que fue de la armada que salió deste puerto contra franceses, de la qual fue por general el dicho tesorero (Alonso de Peña), por tantos que se gastaron en la dicha armada».— AGI, Contaduría 1051. v «En Veinte de jullio del dicho año (1557) seiscientos e noventa e ocho pesos, cinco tomines e ocho granos que por libramiento di e pagué a las personas en él contenidas, que se gastaron en la armada que desde puerto se despachó contra corsarios franceses por el mes de abril del año pasado de cinquenta e seis, de la qual fue por capitan don Juan de Montejo, y se hizo y despachó con acuerdo desta real Abdiencia e de los oficiales de S.M.».— El 28 de julio del mismo año se pagó a Lázaro Bejarano, vecino, 33 pesos «que se le debían por el tiempo que su navío anduvo de armada con el capitán Juan de Montejo».— AGI, Contaduría 1051. v Gastos hechos en reparaciones y adobos de la Fortaleza: A Diego de Villanueva, en 20 de febrero de 1553, se pagó cantidad de 839 pesos, 6 tomines y 1 grano de oro, por otros que adelantó y «que ha gastado en la obra y reparos y otras cosas que se han hecho en la Fortaleza».— AGI, Contaduría 1051. En 1554 cobró Pedro de la Vega 23 pesos 4 tomines por un quintal menos seis libras de pólvora, «que dió para los tiros del Baluarte». Y 30 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Diego Díaz 4 pesos por unas mazas para unos rayos de madera «para las ruedas de un sacré de bronze de la Fortaleza de la cibdad». AGI, Contaduría 1051. v El 26 de septiembre de 1554 se dieron al alcaide G. Fernández de Oviedo 43 pesos, 3 tomines y 4 granos de oro «por ciertas puertas y cerraduras que hizo para la dicha Fortaleza, y se le pagaron por virtud de una cédula de Su Alteza que está en el libramiento, como paresce». AGI, Contaduría 1051. El 20 de mayo de 1555 cobró Livin de Gante, carpintero, 65 pesos; y el 30 de junio siguiente otros 13 pesos por la obra que hizo para los tiros de la Fortaleza.— AGI, Contaduría 1051. A Hernán Sánchez Alemán se pagó 4 pesos por una viga que dio para dos ejes de dos tiros de la Fortaleza, en el mes de jullio del año pasado de quinientos e cinquenta e siete.— AGI, Contaduría 1051. El 2 de julio de 1557 danse a Francisco Díaz, piloto, 8 pesos y 4 tomines por 70 pelotas de hierro colado y 22 libras de pólvora para la Fortaleza.— AGI, Contad. 1051. El 20 de julio de 1557 recibió 17 pesos, 4 tomines y 9 granos de oro al artillero Juan de Mata «para que comprase las cosas necesarias para los tiros de la Fortaleza desta cibdad».— AGI, Contaduría 1051. El 25 de agosto de 1557 se dieron 30 pesos a los carpinteros Leonís de Gines a Alberto (flamencos), por las cureñas que hicieron para la Fortaleza «para los dos» tiros que se compraron del capitán Sancho de Villamontes».— AGI, Contaduría 1051. «En veinte de noviembre del dicho año (1557) doze pesos que por libramiento dí e pagué a Antón López, cantero, por la hechura de una piedra que labró en la Fortaleza de Su Magestad».— AGI, Contaduría 1051. El 13 de junio de 1558 se paga a Juan Gutiérrez 12 pesos por una viga grande «para adobar ciertas cureñas de la Fortaleza desta cibdad».— AGI, Contaduría 1051. El 6 de julio de 1556 recibió Pedro Gallego 6 pesos, 5 tomines y 4 granos de oro, «piloto de la caravela del aviso de las paces, que se le dan por su trabajo que tuvo en tomar este puerto».— AGI, Contaduría 1051. El 7 de julio de 1554 se dieron a Melchor de Torres 1.476 pesos y 10 tomines de oro, «por tantos que gastó en la Fortaleza desta cibdad». 31 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Más adelante, al mismo y por igual concepto, 238 pesos, 2 tomines y 2 granos de oro.— AGI, Contaduría 1051. A Cornelis, flamenco, por hacer cajones para guardar las pelotas de la Fortaleza, y a Gregorio Simón, por trabajos de carpintería, pagos hecho en 1554.— AGI, Contaduría 1051. En 1557 se pagaron a Alonso García Serrano 20 pesos «por un cavallo que dio para el molino de la pólvora de la dicha Fortaleza»; y 23 ½ pesos a Juan de Monserrate por el arreglo del molino de la pólvora; y 6 pesos al albañil Diego Cano que ajustó el molino arreglado.— AGI, Contaduría 1051. El 6 de diciembre de 1558 diéronse 20 pesos al herrero Juan de Monserrate «porque desencabalgó dos pieças de artillería de bronze que están en la Fortaleza desta cibdad de Santo Domingo». Pagáronse 60 pesos a Juan Caballero Bazán por la piedra que se le compró para el molino de la pólvora.— AGI, Contaduría 1051. «En veinte e uno de jullio del dicho año (1557) diez pesos que por libramiento dí e pagué a Antonio de Salamanca, carpintero, porque aserró tres vigas y otras tres medias vigas por medio para el molino de la pólvora que se haze en la Fortaleza desta cibdad.— En el mesmo día, digo, en treinta de junio del dicho año, ciento e diez y ocho pesos de oro, que por libramiento dí e pagué a Juan de Cabrera, carpintero, vecino desta cibdad, que se le devían los noventa e quatro pesos por un molino de pólvora que hizo en la Fortaleza desta cibdad para moler pólvora con todos sus aparejos, e por dos exes que puso en dos pieças de artillería en la dicha Fortaleza; e los veinte e quatro pesos son por unas puertas que hizo en la dicha Fortaleza».— AGI, Contaduría 1051. 6.—Todo lo favorable al edificio y defensa de la Fortaleza había sido y era de la satisfacción del viejo alcaide Fernández de Oviedo, quien no perdió jamás su espíritu de resistencia a todas las disposiciones, aunque fuesen del Rey, si bajaba un punto tan solo cualquiera prerrogativa de su oficio, como pudiese defenderla con reales cédulas anteriores. Así considerada su posición personal en el recinto de la Fortaleza, debía estar distanciado en su corazón de toda autoridad que, a caso hecho, o procediendo rutinariamente, metiera 32 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO baza sin contarse con la gradación correspondiente. Así parece haber procedido algunas veces Maldonado sabedor de lo dificultoso que era entenderse con el Alcaide directamente, no sirviéndole después tampoco echar mano del artillero (de directo nombramiento real) para acudir a los reparos de la artillería y sus montajes y en otras cosas a la Fortaleza concernientes. v Real cédula: Fortaleza, sujeción del artillero al alcaide «El Príncipe, Presidente e Oydores de la Abdiencia y Chancillería Real de la ysla Española: Ya sabeys como Su Magestad mandó proveer por artillero para alimpiar e adereçar la artillería y munición de la Fortaleza desa cibdad a Juan de la Mata. Agora se ha visto en el Consejo de las Indias de S. M. un testimonio de las diferencias que a avido entre dicho artillero y Gonçalo Fernández de Oviedo, alcaide de la dicha Fortaleza sobre quel dicho Juan de la Mata pidió en esa Abdiencia mandásedes al dicho alcaide le entregase a él la artilleria y munición del a para que lo toviese a su cargo, y lo contra ello alegado por el dicho alcaide, e ansymismo lo que por vosotros fue proveido, en que mandastes al dicho Conçalo Fernández de Oviedo que, en cumplimiento de la Cédula de S.M. quel dicho artillero tiene, le dexase entender en adereçar la dicha artillería y municiones, y le diese la pólvora para la refinar; y porque, como aveys visto por el título e merced quel dicho alcayde tiene de la dicha tenencia, está mandado que la artillería y munición della se le entregue y esté a su cargo, y la intención de S.M. a sido y es quel dicho Juan de Mata solamente entienda en la limpiar e adereçar por ordenación vuestra e del dicho alcayde, quedando siempre al cargo del dicho Gonçalo Fernández, y, siendo esto ansi, vosotros non deviades dar lugar que sobrello oviera litigio; por ende, yo vos mando que veays como el dicho Juan de la Mata solamente alimpie e adereçe la dicha artillería y municiones y la ponga en orden las vezes y segund que a vosotros y al dicho alcalde paresciere, y quando se ofreciere necesidad la trate y use della, estando siempre al cargo del dicho alcayde. Fecha en Valladolid a xxiii días del mes de enero de mill e quinientos e quarenta y cinco años.— Yo el Principe.— Refrendada de Samano, señalada del Cardenal de Sevilla, Bernal, Velásquez, Gregorio López, Salmeron». AGI. Santo Domingo 868 lib. 2, f. 234. 33 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO v «En ocho de hebrero del dicho año de mill e quinientos e cinquenta e siete anos, mill e ciento e cinquenta e seys pesos, siete tomines, que por libramiento di e pague a Sancho de Villamonte, que se le debían los mill e sesenta pesos e cinco tomines por dos tiros de bronze que pesaron quarenta e seys quintales e doze libras, que del se compraron con acuerdo desta Real Abdiencia para la Fortaleza desta cibdad, a veynte e tres pesos el quintal; y los noventa e seys pesos dos tomines, por tres quintales e tres arrobas y seys pesos dos tomines, por tres quintales e tres arrobas y media de pólvora que se compró para la dicha Fortaleza, y de cinquenta pelotas de hierro colado e de dos atacadores de cobre e de dos limpiadores; e todo se entrego a Gonzalo Fernández de Oviedo, Alcaide de la Fortaleza desta cibdad…… como en el dicho libramiento parece”.— AGI, Contaduría 1051. 7.— Ya desde que el tal artillero Juan de Mata entró en la Fortaleza con derecho de percibir su salario sin dependencia del Alcaide, hubo éste de sentirse agriado y de multiplicar negativas con cara “dura”; al fin porque quien tiene su casa en la misma Fortaleza, demanda de todo subordinado que la tiene a cuarto de legua estar al pie del yunque machacando con la mandarria en hierro frío porque los golpes manifiesten su asistencia. La última vez que fué a la Corte impetró reales cédulas para tenerle atado corto, y a la primera desazón que entre sí cambiaron, el artillero quedó como para partir piñones con escopeta. Dio la ocasión una negra del servicio doméstico de la alcaidesa, con que artillero y alcaide se tomaron de palabras denigrantes y se amenazaron a lo villano, y encausado el artillero y fallada la causa, los fueros del decoro social señalaron la pena que se le impuso, hasta quedarse el alcaide corrido y hasta burlado. Posteriormente y por ser el nuevo Presidente un buen “pulgón”, a quien Fernández de Oviedo echó cerrojo insinuándole llamar a otra puerta, no había de hacerse sino demostraciones ajenas a calidad y privilegios, de que han quedado testimonios directos en los archivos. Muy bien sabia el Alcaide cual era el camino corto para hacer valer el puesto que ocupaba y ya fuese por ésto, ya fuese por continuar personalmente la impresión de sus trabajos históricos, 34 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO pidió permiso para trasladarse a la Corte dejando en la Tenencia de la Fortaleza a su yerno don Rodrigo de Bastidas; la licencia le llegó con fecha 20 de mayo de 1556, y si se tiene cuenta con la dilación del despacho por la ocasión de navios y el dilatado viaje del correo con mas el tiempo dado a ultimar la institución de Mayorazgo (si en hallándose su texto coincide la fecha en cualquier día dentro de un año), ya se ve que no realizo su viaje, pues murió en su Casa y Fortaleza el 26 de junio de 1557, y otro día, conforme a la licencia y facultad de llevar la Alcaidía don Rodrigo de Bastidas, este tomó la posesión según lo prevenido, que fué en persona de su padre, por no haber alcanzado todavía edad de 22 años. v Real cédula: la Fortaleza como cárcel.— «El Príncipe, Presidente e Oydores de la Abdiencia Real de la ysla Española: Gonçalo Fernández de Oviedo, alcaide de la Fortaleza desa cibdad de Santo Domingo, me a hecho relación que la dicha cibdad tiene merced del Rey Catolico, en que manda al alcayde de la dicha Fortaleza que quando esa dicha Abdiencia le mandare que reciba algún preso, le tenga a buen recaudo y no le dé syn licencia desa dicha abdiencia; e que al tiempo que dicha cédula se dió, las casas que en la dicha cibdad avia eran de paxa e no avia casa en que pudiese estar la dicha cárcel como agora ay, y que muchos años después por parte desa dicha cibdad se suplico a S.M. que, porque algunas vezes esa Abdiencia o el Presidente della con enojo, por cabsas livianas, mandavan yr a la cárcel pública a cavalleros e personas onrradas, mandase que a los tales se les dyese su casa por cárcel, o la casa del Cavildo, o la dicha Fortaleza, conforme a la culpa de la persona e al delito que oviese cometido, lo qual ansy se ha guardado hasta que el licenciado Cerrato fue por juez de residencia e reside en esa dicha Abdiencia como presidente, que a hordenado que estén en la dicha Fortaleza presos personas baxas de poca calidad, en la guarda de las quales el dicho alcayde recibe mucho trabaxo, demás de no ser cosa que conviene estar en la dicha Fortaleza para estar personas en ella si no fuesen personas principales y que la calidad de los delitos requiriese estar en ella, o como la mi merced fuese: Lo qual, visto por los del nuestro Consejo de las Indias, fué acordado que devíamos mandar dar esta mi Cédula para vos, e yo tovelo por bien; porque vos mando que veays lo susodicho e proveays en ello lo 35 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO que vieredes que mas conviene, de manera que el dicho alcayde no tenga cabsa y razón de se nos mas quexar sobrello. Fecha en Madrid a xxi de mayo de IUDXLVII años. — Yo el Príncipe. — Refrendada de Samano, señalada del Marqués, Gutierrez Velásquez, Gregorio Lopez, Salmeron y Hernand Perez. — AGI, Santo Domingo 868, lib, 2, f. 355. v Valladolid 16 de septiembre de 1558.— Real cédula: Los de la Audiencia, con acuerdo de don Juan Tello de Guzmán, hagan gastar lo necesario para que la Fortaleza tenga pólvora y municiones bastantes para la necesidad (a pedimento de la Ciudad que decía haber tan poca, que si los enemigos llegaran no podría servir de nada la Fortaleza).— AGI, Santo Domingo 899. v «Estando en los corredores que salen a la mar dentro de la dicha Fortaleza con el hijo del doctor Navarro (dr. Aybar), echaron un bacín de suciedad que salpicó a este confesante», declaró el artillero Juan de Mata, sometido a la justicia por grave desacato al alcaide. El hijo del doctor manifestó que estando mirando la nao que venía, echaron de arriba una vacinilla de suciedad, e dijo Juan de Mata a la mujer del alcaide: Señora, suplico a vuestra merced mande castigar a esta moza que ha echado una vacinilla de suciedad». El mismo Mata: que, sombrero en mano, suplico a doña Catalina mandase a las negras no echasen por allí aquello por estar la artillería y el asistiendo al oficio, y que ella le respondio: «que en su casa había de hacer lo que ella quisiese». Bajó el alcaide se trabaron de palabras, y tras de vociferar Oviedo que el artillero se fuese….noramala, y éste a Oviedo: «que la noramala fuese para él», sacó la espada de su vaina y fue hacia el alcaide Antonio Rodríguez y Antonio Florez, que acudieron a las voces, cortaron la escena, poniéndose en medio.— El 8 de julio de 1550 Mata fue desterrado de la ciudad por seis meses y multado en 30 pesos para gastos en la conservación de la artillería y armas. Al confirmársele la sentencia el 26 de agosto del mismo año, la multa quedó en 20 pesos. Y por auto de 16 de noviembre siguiente, se mandó que ínterim se consultaba a S. M. en lo del destierro, en razón de su oficio se le diese aposento en la fortaleza y se le pagase su salario, dando fianzas.— AGI, Justicia 34. v Santo Domingo 16 de septiembre de 1553.— Capítulo de carta de Maldonado: «De la Fortaleza de esta ciudad el alcaide Gonzalo Fernández Oviedo, y el artillero un Pedro Luis (Juan de) Mata, y entre 36 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO ellos ha habido y hay diferencias, y por esta causa mucha dilación en hacer algunas cosas que conviene, así a la artillería como a la munición que en la Fortaleza hay, porque el alcaide muestra algunas cédulas de S. M. y pide que se le guarden, y que el artillero no toque en cosa alguna si no fuere por su mano, y aunque se pudiera haber hecho algún proveimiento cerca de esto que fuera provechoso…», expresa que, no embargante las cédulas que el alcaide tiene, pueda la Audiencia proveer lo que convenga. — AGI, Santo Domingo 71. v Santo Domingo 12 de abril de 1554. Carta de Fernández de Oviedo con el siguiente capítulo (entre 59) de cosas que le caían muy desabridamente: «El segundo dia de Pascua de la Resurrección deste presente año (cosa nunca aquí vista), el Presidente hizo un banquete, y otros dicen que la voz fue de un mercader que se dice Melgarejo, pariente de la muger, pero la fiesta fue en la Casa del Abdiencia Real de V.A., y comieron quince casados y sus mugeres de los principales desta cibdad y los oficiales de V.A. y las suyas en un esplendido banquete, en que no faltó buen pan a los convidados, no se hallando en la cibdad un pan por ningún precio, muriendo de hambre. Después de comer se corrieron seis toros y obo juego de cañas so color de la fiesta, dicen que del regocijo por la vuelta de la muger del Presidente. Yo no veo hasta agora nuevas de España ni seguridad de la guerra para estos regocijos, antes parece a otros que los días pasados se hizo en que antes que viniese la muger del Presidente, se corrieron muchos toros, porque él huelga mucho de verlos correr. Era entonces venida la nueva de cómo los corsarios franceses avian tomado y saqueado la villa de la Yaguana, que es al fin desta ysla, y paresció muy fea cosa que, perdiéndose, como se perdió, aquella villa y se destruyó y (el corsario) robó parte de la isla, se hiciesen esas demostraciones de alegrías, habiéndolo de remediar e ir en persona, si menester fuese, a lo remediar, y no entre toros por tan mala nueva ni en tal sazon».— AGI, Santo Domingo 77. Don José Amador de los Rios, con noticia de la real cédula de licencia para que Gonzalo Fernández de Oviedo fuese a España, resolvió que el viaje se hizo, y consiguientemente, que la defunción del cronista y alcaide ocurrió en Valladolid, la Corte. Parece, por muchas circunstancias, que el biógrafo escribió en este caso guiado de información no justificada con la documentación necesaria, y es bueno repetirse aquí que quien escriba asuntos de historia, no debe pasar nunca, viendo documentos, del orden preceptivo, permisivo, 37 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO prohibitivo, etc, al de la ejecución propia; muchas disposiciones, licencias, etc, nunca por cualesquiera causas advenientes se pusieron en práctica, y ello sin que se considere mediar grandes distancias ni dilatado tiempo entre una orden y la dificultad para no usarse del despacho. Dice Amador de los Ríos: «a principios de junio de 1556 se alejaba el cronista de aquellas regiones…etc.» Y es bien llano que si la licencia no se expidió antes de mayo de 1556, el biógrafo erró en este cabo, y habría errado también si, omitiendo la enunciación de todo mes y aún del año, hubiese expresado que el cronista usó de la licencia y, al cabo, murió en Valladolid en 1557; siendo la documentación sobre viaje y fallecimiento de procedencias inconexas, no se justifica esta enunciación sin un apoyo más poderoso que el del viaje por haberse visto el registro de la licencia. Este yerro de Amador de los Ríos se prueba lo mismo por vía directa que indirecta. Indirectamente se reconoce el error del biógrafo porque, aunque introduce una comisión confiada por el Cabildo de la Ciudad a Oviedo atareado en el allanar el viaje en cualquier fecha de abril de 1556 (la real licencia fue posterior), ya estaba en la Corte un procurador de llegada reciente, Baltasar García, ganador para Oviedo de aquella licencia y portador que fue de la petición; y así lo que es apoyo subsidiario en la pluma de Amador de los Ríos carece de mérito. Y directamente se prueba el yerno por el acta de la sucesión de la Tenencia de la Alcaidía cuando murió el alcaide. Pero antes cumple el mencionar que, a petición de Oviedo, por real cédula de 10 de mayo de 1555, se dio la alcaidía a su yerno don Rodrigo de Bastidas con condición de seguir Oviedo en el puesto hasta tener el mozo edad de 22 años, y era entonces de 18; y que, si bien Oviedo, en su petición de licencia paran ir a España, manifestó que dejaría en su lugar a don Rodrigo de Bastidas o a Juan Mosquera, de su entera confianza, se presupone que éste, vivo en 1555, era ya difunto en 1557, pues para acudirse a cubrir la vacante, muerto Oviedo, no se tuvo memoria de Mosquera. El acta de haber sido metido el apoderado del menor don Rodrigo en la Tenencia de Alcaide, comienza así: «En la muy noble y muy leal ciudad de Santo Domingo de la isla Española, a veinte y siete días del mes de junio de mil y quinientos y cincuenta y siete años, habiendo fallecido la noche antes y pasado de esta presente vida Gonzalo Fernández de Oviedo, alcaide por Su Majestad de la Fortaleza de esta ciudad, el Ilustre Señor licenciado Alonso Maldonado, 38 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Presidente de Su Majestad en esta su Real Audiencia y Chancillería que al presente reside (solo) en ella por fin y muerte de los Oidores, fue a la Fortaleza de esta dicha ciudad, donde halló muerto al dicho Gonzalo Fernández de Oviedo, y tomó en sí las llaves de la dicha Fortaleza que el dicho Gonzalo Fernández de Oviedo, estando muerto, tenía en sus manos, e para poner en la dicha Fortaleza el recaudo que convenga…» Donde se expresan todas circunstancias inmediatas, visibles y tangibles de una defunción en día, lugar, sitio y trasmisión de las llaves de la Fortaleza, que se corresponde todo con la falta de ejecución de la licencia otorgada a Oviedo para ir a España. En esta acta se expresa que la autoridad de la Audiencia era competente, por fuerza de real cédula de Valladolid 10 de junio de 1523 para nombrar interinos en las vacancias ocurrentes de alcaides de las fortalezas de la Isla, concurriendo con el Presidente y Oidores los oficiales reales, y los nombramientos habían de ser por mayoría de votos, y que el Presidente convocó a los Oficiales reales y todos, conforme al título de Bastidas, eligieron por apoderado a Fernando de Oyos, padre de dicho Bastidas. «E luego incontinenti» fue llamado Oyos, que aceptó y en las manos del Presidente hizo el juramento y pleito homenaje: «Yo, Hernando de Oyos, como hijodalgo que soy… etc.» Y a continuación: «Así dicho y razonado por el dicho Fernando de Oyos, el dicho Ilustre Señor Presidente dijo que: tanto cuanto podía y debía, aceptaba y acepto el dicho pleito homenaje, según que lo había hecho y otorgado, y según y mas cumplidamente era obligado a lo hacer por leyes y fueros de España, y le dio y entregó la dicha Fortaleza y las llaves de ella, etc» (Publicado en la revista “Ateneo” de Santo Domingo, julio-agosto de 1911; el documento estaba en un expediente notarial de fines del siglo XVIII, que el autor de esta nota inspeccionó, y tenía en su poder un Pedro Monge, español, residente en la ciudad de Santo Domingo.) Ultimo salario de Oviedo: «En veynte y ocho de jullio del dicho año (1557) quarenta y tres pesos, un tomin e tres granos que, por libramiento, di e pagué a dona Juana de Oviedo, hija y universal heredera de Gonzalo Fernández de Oviedo, alcayde de la Fortaleza e Coronista de S. M., por un mes e veynte e seis días quel dicho alcayde sirvió en la dicha Fortaleza desde primero de mayo que pasó hasta veynte e seis de junio deste año que fallesció el dicho alcayde, como en el dicho libramiento paresces. — AGI, Contaduría 1051. Otras inexactitudes escribió Amador de los Ríos. Una de ellas fue recalcar que Oviedo escribió sus obras «sin salario ni remuneración 39 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO alguna», porque tuvo salario por cronista. Otra, y se contiene en una nota que dice: «El 4 de mayo de 1558 solicitaba Rodrigo de Bastidas, yerno de Oviedo, la plaza de regidor que había desempeñado éste hasta su fallecimiento. Era entonces Bastidas alguacil mayor de la Audiencia, en nombre de Francisco de Rojas, menor de edad, a quien el rey había hecho merced de aquel cargo». Lo que hay como justamente cierto es que la fecha mencionada es absolutamente mendosa, pues si este alcayde entró en mayoridad de edad en 1558 por privilegio que la fijó en 22 años cumplidos, no pudo ser alguacil mayor de la Audiencia en 1558 si no tenía para ello igual privilegio expreso, pues fuera caso de estar supliendo un menor a otro menor de edad. La mayoridad de edad legal privilegiada de Bastidas solo para ser alcaide se puede señalar por el siguiente texto de pago: «En diez de mayo del dicho año (1558) dozientos y un pesos, dos tomines y dos granos que, por libramiento, di e pagué a Hernando de Oyos, alcayde de la Fortaleza desta cibdad por el tiempo que sirvió de alcayde que fue della hasta fin de abril que pasó deste año, como en el dicho libramiento paresce»; AGI, Contaduría 1051. Pues si es obvio que el «fin de abril» corresponde a un tercio del año (y se pagaba por los tercios), «el tiempo que sirvió» puede dar la presunción de que en 10 de mayo no servía ya el oficio, aunque la expresión no lo persuade por ser ello un caso indirecto de enunciación. Y, aunque se admita que Bastidas, en la fecha de la nota era alcaide efectivo por haber llegado a la edad privilegiada, no puede aceptarse que fuese asimismo alguacil mayor de la Audiencia, porque la historia se opone a ello. Y, teniéndose presente que en la fecha predicha que salve siquiera el año, esto es lo que cumple a la historia. Por real cédula de Ponferrada 13 de junio de 1554, se mandó al Presidente y Oidores que respetasen el fuero del Almirante don Luis Colón, quien por juro y heredad para sí y sus sucesores tenía el oficio (doble) de Alguacil Mayor de la Audiencia y de la Ciudad de Santo Domingo, y lo dejasen libremente usar de su facultad de nombrar y poner carceleros, como lo hacían los alguaciles mayores de las Audiencias de Valladolid y Granada y en las villas y lugares de España; pues había representado «que vosotros no le consentís poner ni nombrar carceleros, antes dizque os entremetéis a lo poner y nombrar vosotros, y que lo mismo hace la Justicia y Regidores de esa dicha Ciudad, que proveen y nombran carcelero y no quieren recibir al que pone y nombra el dicho Almirante y su Teniente»; AGI, Santo Domingo 73. Por real 40 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO cédula de Valladolid 29 de septiembre de 1555, se mandó al Cabildo de la Ciudad que admitiese por alguacil mayor de la misma Ciudad a don Cristóbal Colón, conforme a la facultad que tenía para ello el Almirante don Luis Colón; AGI, Santo Domingo 899. El almirante don Luis Colón se fué a Santo Domingo por julioagosto de 1550. Puede ser que hubiese dejado ya en la posesión del oficio de alguacil mayor de la Audiencia a Cristóbal de Padilla; éste lo era en 1553. En 1556 se hizo nuevo arreglo entre la Corona y el Almirante, en cuya ocasión don Luis renunció al juro que poseía de los dos Alguacilazgos Mayores en la Española, y sin perder tiempo la Corona por cédula real de 18 de noviembre de 1556, dió título de alguacil mayor de la Audiencia de Santo Domingo a Juan Francisco de Rojas; y por otra de la misma fecha, título de alguacil mayor de la Ciudad de Santo Domingo a Luis de Angulo; en ambas cédulas se expresa la cesión y renuncia del Almirante hecha de su derecho de ser tal Alguacil mayor en la respectiva tenencia; AGI, Santo Domingo 28. Puede inferirse que Rojas ni Angulo fuesen menores de edad, no habiendo respeto a concomitancia atendible cuando la Corona hizo por primera vez uso de la soberanía en este asunto; las cédulas no mencionan tal circunstancia, ni fue posible, porque el Juan Francisco de Rojas era hijo de Juan de Rojas, hombre público en la Isla en los días del Descubridor y de su hijo don Diego, Almirante y Gobernador. Con esto basta para hacerse la justificación del yerro a cargo de Amador de los Ríos, pero la cuenta histórica persiste. Juan Francisco de Rojas, en carta de 1559, exponiendo al Rey cierta ingerencia que deseaba tener como tal alguacil mayor en el registro de los barcos (porque en ellos se iban clandestinamente hasta familias enteras) decía tener ya un año de entrado en la posesión del oficio; AGI, Santo Domingo 71. Cuando en 1571 se sintió morir, pidió al Rey que, pues su esposa e hijo (Juan Francisco de Rojas Fuenmayor) habrían de quedar en la miseria, se dignase recibir en sí el dicho oficio y hacer merced del mismo al hijo, y que durante su minoría de edad, lo ejerciese un don Iñigo López de Carrizosa, obligado a pasar al niño cantidad de 60.000 maravedises en cada un año para que madre e hijo se sustentasen; AGI, Santo Domingo 72. Murió el suplicante en su oficio el 3 de enero de 1572, AGI, Santo Domingo 50; y por real cédula de título de alguacil mayor de la Audiencia, San Lorenzo 4 de junio de 1572, concedió S. M. lo que el (ya difunto) alguacil había solicitado; AGI, Santo Domingo, 13. 28. 899. 41 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Los alguaciles mayores no ganaban salario; hacían frente a sus necesidades y gastos con las tasas arancelarias que les tocaban y con la décima de las ejecuciones (en Santo Domingo se implantó la décima a petición de Rojas (r.c. de Madrid 31 de agosto de 1561), y la protesta fue tan bien fundada que se ordenó volver (Madrid 27 de agosto de 1567) a la práctica antigua de darse al alguacil mayor 27 pesos al millar). Con tener cualquier alguacil mayor unas medianas tragaderas, hallaba también pingües gajes por no cumplir con el deber, sin embargo de perjuicio, como en los casos de prisiones omitidas por andar de noche por las calles galanes y fulleros sin encendido candil tras de cualquier aventura; y pues el oficio “dejaba”, los pretendientes al mismo sólo hacían la mitad de sus diligencias representando méritos, y la otra media colectando lacras contra todo competidor conocido. Como en muchos otros diferentes lances, el padrinero se encargaba de amasar la harina, y si el pan se cocía, comíanselo juntos padrinos y ahijados, como en el caso del apetente señor alcaide don Rodrigo de Bastidas. Pues bien: como era del dominio público la elección de López de Carrizosa ya antes de conocerse si tenía aceptación real, se le tenía aparejada buena cama de tierra y piedras, y cuando presentó el despacho real, fue invitado a presenciar el obedecimiento de los muy leales graves ministros vasallos a “nuestro señor natural” y en cuanto a la ejecución, pidiese donde mejor conviniese a su derecho, porque se le enviaba a S.M. lo que en la misma razón redundaba en bien del real servicio. Se redujo a forma lo que antes estaba en “veremos” (se le hicieron cosquillas a don Iñigo para lograr que se desacatase, y así fue a la cárcel hasta quedar aposentado en su morada, puerta separada, el oidor Ibero, recientemente llegado, y hasta entonces sin tener casa; suelto don Iñigo y viendo tal intrusión, altercó con el intruso magistrado, con que se le puso de nuevo a la sombra con calabozo; el expediente que en ello se le instruyó fue la causal para justificar la inhibición que de tal procesado se hizo) y dióse cuenta al Rey de que, entretanto la real voluntad otra cosa mandaba, tenía puesto de apoderado de menor agraciado a don Rodrigo de Bastidas. Y por real cédula de San Lorenzo 14 de junio de 1572 se le avisó a Bastidas de su aceptación, y por otra del Bosque de Segovia 13 de julio siguiente, dirigida a la Audiencia, se aprobó una y otra providencia, conque Bastidas estuviese al cumplimiento de a lo que era obligado López de Carrizosa por virtud de su título; AGI, Santo Domingo 28. 868 lib. 3, f. 7v. 42 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Ya tenemos al alcaide Bastidas por alguacil mayor de la Audiencia, y debemos seguirlo hasta que fue regidor. Esta su pretensión de ser regidor fue encaminada en 1567. Por real cédula de 19 de mayo de aquel año se pidió a la Audiencia que informase sobre lo que había en la Isla desde tiempos pasados, porque Bastidas, alcaide, quería ser regidor y decía que todos los alcaides anteriores fueron, y que era notorio, aunque libros nada dijesen, por ciencia de vista y práctica habida siempre; AGI, patronato 173. Tal suplicatorio estuvo congelado ciertos años no teniendo padrinos el alcaide, quien los buscó por aquellos medios que hacen ahijados de padrinos y de padrinos, ahijados, visto quien regala a quien, como es corriente en parentescos tan cerrados. Asi ganados los Oidores, Bastidas dio poder a Juan de Peña, procurador (4 de julio de 1574) para que le negociara el título; hizo hacer una información por testigos de sus excelencias personales y de lo pertinente a lo pedido por el Consejo (4 de julio de 1574) y al pie de la información la Audiencia puso su parecer. Al tiempo de tomarse suficiente nota, compendiada, de este parecer, la nota de Amador de los Ríos no estaba del anotador, y la letra resultante del examen de los puntos contenidos en el parecer, quedó hecha como se sigue: El licenciado Vera (Presidente) y los licenciados Castillo e Ibero (Oidores) informan al Rey sobre la pretensión de Rodrigo de Bastidas; dicen que hace dos años está de alguacil mayor de la Audiencia hasta que llegue a su mayor edad don Francisco de Rojas, provisto por S.M.— Pareese esta nota con la de Amador de los Ríos; en ambas está la misma sustancia, pero difieren en el señalamiento del tiempo histórico; en aquella son incoherentes los conceptos de alguacil mayor y la pretensión de un regimiento a título de haberlo tenido su suegro, que no lo tuvo por alguacil que hubiese sido, y no fue; en ésta, la enunciación es simplemente un refuerzo de favor, porque Bastidas tenía oficio público como hombre de probidad que en el Cabildo haría siempre buen tercio a la cosa pública. Los documentos ayudan a dar término a este curioso caso de dilucidación histórica: El 11 de abril de 1574 dio cuenta la Audiencia del recibo de la cédula aprobatoria de Bastidas para el alguacilazgo mayor interinario del Tribunal; AGI, Santo Domingo 71. Ya los vínculos de tal pandillaje estaban felizmente corroborados. Bastidas hizo en este oficio causa común con los Oidores para que el Presidente don Francisco de Vera tuviese siempre muy calientes las 43 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO orejas. El tantas veces agraviado llevó sus quejas al Consejo de las Indias, y por real cédula de 28 de enero de 1575 Oidores y alguacil fueron amonestados y prevenidos de suspensión de oficio si no se enmendaban; AGI, Santo Domingo 868, lib. 3. Bastidas, o porque no hizo cuenta de insinuar no tener interés de acumular en sí tres oficios, o porque quisiese dar a entender que se apartaba de los Oidores, retirándose del oficio de alguacil, escribió que hacía renuncia de ese puesto (no se ha dado con la fecha de su carta, si con el alegato de querer atender con todo celo y todo tiempo a sus obligaciones de alcaide). Hecha que fue la merced del regimiento, el expediente se envió al Relator del Consejo para que aclarase, conforme a los fundamentos de la información y resulta de anteriores iguales mercedes, a quien se daría el título, no estando claro que los alcaides, como tales, hubiesen sido regidores, y al cace de la consulta el Relator garabateó: «Que se le de el título de regidor para su persona. Madrid a 4 de enero de 1575 años. El licenciado (Andrés de) Ayala» El titulo salio con fecha de 30 de mayo de 1575; AGI, Patronato 173. No. 9. Al mismo tiempo que llegó a Bastidas el título y la confidencia de habérsele aceptado su renuncia de alguacil, recibió la Audiencia también cédula favorable a don Iñigo López de Carrizosa, a quien vientos frescos soplaron cuando hizo la propia defensa, para que entrase alguacil mayor por el desistimiento de Bastidas; y como en la Audiencia del propio Bastidas declaró su renuncia con anterioridad bastante para salvar los últimos ápices devengados sin incurrir en días sin salario, aquello pasó sin molestia para el flamante regidor, quedando molestos los Oidores por el favor dado a don Íñigo. Este, desde luego, hambriento de plata, nunca se dió por entendido que el mozo Rojas estaba tan granado como en edad había crecido, y, al cabo, don Íñigo murió, 15 de junio de 1580. Rojas reclamó ante el Consejo no se le hiciese más daño, por tener ya la competente edad, y por real cédula de 20 de junio de 1581 se ordenó a la Audiencia le diese la posesión del oficio; AGI, Santo Domingo 28. Esta sucesión de documentos demuestra como una cita documental hecha por sesudo escritor que fía de informes de solícitos o de descuidados terceros, solo sirve para desorientar sin tener en sí misma consistencia en la historia. (En cabeza propia el autor de esta nota había ya experimentado los efectos de haber pasado del orden de la intención – mandato, licencia, etc. – al de la ejecución o efecto.) 44 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO 8.— Como ninguno escarmienta nunca en cabeza ajena, así no podía esperarse de negros huidizos renuncia alguna a escapar de malos tratos o por vivir en toda libertad y allegar para su selvática morada cuanto por asaltos nocturnos podían haber, matando blancos. Al principio de la contada hora entre uno de sus saltos en un paraje, presidencia de Maldonado se alzó el negro que llamaron Juan Vaquero, tan atrevido que apenas se y otro en otro. Por haber dineros que en nombre de S.M., se dieron en Sevilla al procurador Alonso de Peña, echose bando con promesa de premio al español que tomara el negro vivo o muerto: levantáronse cuadrillas, se le persiguió y tocó la suerte, no el premio (que no se dió) a Juan Bautista Berrio, de desahogada posición, sujeto señalado para el año de 1548 junto con Hernando de Oyos, padre de don Rodrigo de Bastidas, antes mencionado, alcaldes ordinarios de la ciudad de Santo Domingo. Fué suerte que, abatido Juan Vaquero, los negros cimarrones por bastantes años estuvieron sin yugo de capitanes osados y malandrines, aunque nunca dejaron de apalancarse en parajes ocultos, viviendo sin mayores riesgos. v El abogado Lorenzo Bernáldez, ex-relator de la Audiencia, en una información de méritos y servicios; pregunta: «Item, si saben que puede haber nueve años, poco más o menos tiempo, que siendo Presidente en esta Chancillería el Adelantado Alonso Maldonado, se alzó en esta Isla un negro llamado Juan Vaquero con otros que atrajo a si, los cuales anduvieron robando y matando mucha gente por el camino de esta ciudad y quemando estancias y haciendas de los vecinos de ella, tanto que traía la tierra muy alterada y medrosa, de suerte que no se osaban caminar los caminos; digan lo que saben». No tocó a Bernáldez coger al negrote, que estuvo campando «hasta tanto que fue tomado y se hizo justicia de él en esta ciudad». — AGI, Santo Domingo 11. v Santo Domingo 12 de abril de 1554.— Capítulo de carta de Gonzalo Fernández de Oviedo (en la que pone 59 capítulos de censuras personales de todas cosas y de muchas personas): «Aquí ha andado un negro alzado que llamaban Juan Vaquero, que fué 45 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO cuarteado el Domingo de Ramos, pues, hasta le tomar, mató cinco o seis cristianos y otros tantos negros y fizo mucho daño a los vecinos desta cibdad e de la ysla: tómele un Juan de Berrio, vecino desta cibdad, natural de Coca, ombre de bien y en cristiandad: es digno de merced. Quitó de un gran trabajo a esta ysla, pues antes se avia pregonado por mandado del Abdiencia Real que se darían quinientos pesos de oro a quien le prendiese e matase…. Yo truxe una cédula de seiscientos pesos otros que S.M. y V.A. hicieron mereced a esta ciudad para la dicha guerra contra los negros; e como llegó acá el tesorero Peña, el contador Álvaro Cavallero y Diego Cavallero y Francisco Dávila sin que yo ni otros regidores lo supiésemos, los tomaron y el Peña los dió para la lavor del monasterio de monjas, disçen que prestados, y están gastados e tapiados, porque Francisco Dávila tiene metida en el monasterio una nuera, e el Diego Cavallero otra que también decían que era su nuera y otra moza; el contador Álvaro Cavallero dos hijas, y con hacienda de V. A. quieren labrar el monasterio para sus hijas». A la princesa Juana, Gobernadora. AGI, Santo Domingo 77. 9.— Por tenerse en este tiempo tanto temor de corsarios, que en el orden de la seguridad se venía clamando porque el Rey diese providencias con proporcionada ayuda de su Erario para la edificación de fortalezas o torreones artillados en todas las poblaciones costeñas: Azua, la Yaguana, Puerto Real, Montecristi y Puerto Plata: El vecindario de la Yaguana tan castigado, intentó fundar en tierra adentro. Azua hizo igual petición, y a ninguna se le dió la facultad. Higüey, sobre que no se ha visto papel que de ello hable, se mudó, con efecto, poco antes de la llegada de Maldonado, y a él corresponde haber sido el primero que, constituído en Cabeza titular de la Audiencia, peregrinarse a Higüey, positivamente al tiempo de haberse terminado la primera ermita que públicamente se erigió a Nuestra Señora de Altagracia: decir que hubiera ido para el acto de la bendición no estaría fuera de la atención cronológica. Contra este anhelo de hacerse fortalezas se tiene noticia coetánea de la destrucción de la fortaleza de la Concepción a manos de un regidor local, Juan Daza, cuyos desmanes se denunciaron al mismo 46 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Rey, pero de la sanción que pudo caberle no hay noticia. Frente a frente de este engreído concejal que no llegó a tocar al Cubo o revellín que era lo sustancial de aquello así llamado fortaleza, es de anotarse aquí el noble impulso con que un hacendado, licenciado Alonso Estévez, pidió a S. M. que diese orden de que en todos los ingenios se hiciese una casa fuerte, capaz para contener las familias del respectivo distrito y sus haciendas portátiles en las ocasiones de irrupciones de negros alzados: el silencio de los registros cedulares da pie a suponerse que tal petición no fué acogida. Por vías más ciertas, las hoy ruinas de Engombe fueron el opulento ingenio del licenciado Estévez. v Valladolid 30 de noviembre de 1555.— Rel cédula: Los vecinos de la Vega, en un memorial, han pedido que se quite de regidor a Juan Daza y que no se le permita que vuelva a usar allá de tal oficio, porque él es causa de la despoblación de la ciudad «por no aver otros regidores más que él que le vayan a la mano y miren por el bien público»; y que es enemigo de religiosos y personas de buena doctrina, y codicioso y logrero,«el qual diz que a desbaratado la Fortaleza de la dicha cibdad para hacer una casa suya y aprovechadose de mucha cantidad de ladrillo e tablazón, el qual ansimismo procura de elegir cada año alcaldes de su mano para que no le contradigan, y que quando alguno dellos lo contradize, lo amenaza diziendo que le quitará la vara»; que no hay allá quien se atreva a querellarse de agravio contra él sino que se van de la ciudad; con otros malos hechos que se expresan en el memorial, como el de que «tiene en su poder todos los dineros de la Cruz que la serenísima emperatriz nuestra muy cara y muy amada muger, que santa gloria aya mandó para que se hiziese la Casa de la Bandera de Cristo, la qual casa diz que está hecha aposento de animales, e se aprovecha de los dineros». Mándase a la Audiencia que llame a las partes y las oiga, y se les haga justicia por manera que ninguno reciba agravio.— AGI, Santo Domingo 899. v Santo Domingo 29 de febrero de 1554.— El licenciado Alonso Estévez «Sabrá V.M. que tiene esta Isla gran necesidad para defensa de los negros alzados enemigos que están en la tierra, como para los enemigos que pueden venir de fuera, que los ingenios y las haciendas 47 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO poderosas y de gran renta y provecho, que fuesen de piedra la casa del ingenio, y que fuese de piedra con su torrecilla, todo bien labrado, fuerte, con su casa de azúcares de purgar asimismo de piedra, y que en los dichos ingenios hubiese las armas que les pareciese a vuestros Presidente y Oidores, para lo cual hubiese visita, porque así estaría la tierra muy segura, y en tiempo de necesidad sería gran socorro que V. M. mandase que de aquí adelante nadie pueda labrar ingenio si no fuere de piedra con su torre y casa de purgar…»- AGI, Santo Domingo 71. v «En el dicho día (8 de abril de 1552) doscientos pesos que por libramiento di e pague a Alonso Sánchez, mayordomo de la iglesia de Salvaleon de Higüey, que S.M. hizo merced dellos para la obra de la dicha iglesia, como en el dicho libramiento que está en mi poder paresce».— AGI, Contaduría 1051. En una información de 8 de enero de 1572, de Diego de Guzmán, pretendiente, se dice: «Es persona de mucho valor y prudencia, muy leído en latin y romance y a sido por su valor alcalde muchas veces de esta ciudad (Santo Domingo), y siéndolo en tiempo del licenciado Alonso Maldonado, Presidente que fué desta Real Abdiencia, yendo el dicho Presidente en romería a Nuestra Señora de Alta Gracia, que es quatro o cinco jornadas desta cibdad, estando solo a la sazón el dicho Presidente, dejó y encargó al dicho Diego de Guzman el gobierno y administración desta Real Abdiencia, y lo hizo y gobernó con tanta prudencia que ninguna persona se quejó de él.»— AGI, Santo Domingo 12. 10.— La fábrica de la cerca o muralla fue envuelta en semejantes discrepancias, de suerte que en lugar de seguir empleándose los dineros provenientes de la sisa echada sobre bastimentos para atender la misma Ciudad a dicha obra, y por ella corría originalmente, dióse en la flor de cerrar la ciudad por la márgen occidental del río, conque se quitase a corsarios invasores diferentes empinadas cuestas para entrar y apoderarse de ella: denuncias del desacierto llegaron a la Corte, año de 1554, y se ordenó que si con el parecer de notables aquello iba mal hecho por mal encaminada su traza, luego cesase la obra y se tratase de corregirla con otra nueva cerca, aunque esperándose 48 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO la aprobación real, visto que fuese el dictamen dado y enviado al Consejo. Aquello fué totalmente abandonado, porque la obra fué encomendada a sujetos interesados; el uno de ellos, Francisco Dávila hizo dos trazas, la de la obra en sí misma, y la traza de su provecho, por dejar intacta toda la extensión baja de su propiedad colindante con el río, despeñaderos que servían de vertederos. Más tarde (sólo unos quince años más tarde), se rectificó la línea y la obra por aquella banda oriental de la ciudad. Por la banda opuesta, la que miraba a la sabana del Rey, fué en el mismo año el cese de su fábrica por acuerdo municipal, efecto inmediato del desconcierto sobre el valor de la moneda de vellón, porque obligada la clase pobre a dejar de comprar harina, aceite, vino, y hacerse de carne por la industria de terceros que la metían subrepticiamente adquirida de solapados monteros de ocasión, cesando el lucro, adelgazóse la efectividad de la sisa. Habíase llegado con aquel muro desde la orilla del mar hasta el pie de la eminencia, justamente en cuyo extremo más de un siglo corrido fué edificado el fuerte de la Concepción. v Santo Domingo 27 de febrero de 1554.— Gonzalo Fernández de Oviedo (que guarda gran rencor a Francisco Dávila) al Príncipe: denuncia de la mala disposición de la traza que lleva el muro que se levanta en el río dentro del agua por algunas partes. — AGI, Santo Domingo 71. v Santo Domingo 10 de julio de 1556. — Maldonado y el oidor Escobar: «Por otra cédula de V. M. se nos manda enviemos relación de lo que se hizo cuanto al capitán Peña y a Francisco Dávila, regidores de esta Ciudad, les pareció que era bien echar un muro cerca del río sin ser necesario, en que se ha gastado mas de dos mil pesos, habiendo sido contradicho en el Regimiento, y cuando ya se hubiese de hacer, fuese conforme a una provisión de V. M., lo cual no se había hecho, y que se hacía repartimiento en los vecinos de negros o que pagasen por cada uno dos reales. Y lo que en esto hay que hacer relación es que en esta Ciudad se juntó la Justicia y Regimiento de esta Ciudad y oficiales de V. M. y se platicó sobre ello y la necesidad que en este río y puerto había de reparo para la defensa de él a causa de 49 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO los corsarios franceses, y por la mayor parte se acordó se hiciese el muro, lo cual se cometió a Francisco Dávila y al tesorero Alonso de Peña, regidores de esta Ciudad, para que entendiesen en ello y nunca hubo contradicción por escrito ni por palabra; y lo que se gastó en el edificio de él fué a costa de la sisa que está impuesta para la cerca de esta ciudad por mandado de V. M., y los vecinos no pagaron cosa alguna, excepto que en aquella sazón, de su voluntad por la brevedad, dieron al tesorero esclavos que sirvieron tiempo de mes y medio, por parecer que convenía darse prisa en este muro por la nueva que cada día se tenía de franceses. Por otra cédula de V. M. se nos manda que si el capitán Peña no hubiere pagado a esta Ciudad los dos mil pesos de que V. M. le hizo merced para los gastos de seguir los negros alzados, que luego se cobren de él y de sus bienes y se entreguen a los oficiales de V. M.,.... para que se gasten en lo susodicho…..Los tiene pagados a esta Ciudad y de ello está hecho cargo Juan de Leguizamón, receptor de la sisa de esta Ciudad». — AGI, Santo Domingo 49. v Dr. Juan de Escobar: su título de oídor, el 17 de noviembre de 1554.— Se embarcó para su puesto el 31 de julio de 1555; AGI, Contaduría 1051.—Murió en 1556. v Item, paresce que el dicho contador Álvaro Cavallero propuso que el Cavildo e Ayuntamiento de la dicha Cibdad, a diez días del mes de setienbre de mill e quinientos e cinquenta y quatro años, que la obra de la dicha cerca yba más a la larga y que no se podía acabar en mucho tienpo, e que los negros que tenía para ella eran ciento e quarenta o que ya dezían que no eran sino ochenta, y que en muy poco tienpo se yrán acabando todos; que su parecer era que se vendiesen, comunicandolo con el Presidente e Oydores desta Real Abdiencia; y todo el Cavildo fué de parescer. Y aviendolo comunicado con la dicha Abdiencia, se mandaron vender los dichos negros en pública almoneda, e todo el demás mueble que avia para la obra de la dicha cerca, y que de lo procedido se comprasen tributos con seguridad bastante, los quales fuesen para la dicha obra. Y en esecusión dello se vendieron, lo qual montó doze mill e quinientos e treynta y siete pesos y seis tomines y seis granos de moneda corriente, como paresce por la quenta que dello ay que está en un libro a fojas treze, y el postrer remate fué a veynte y siete de agosto de mill e quinientos e cinquenta y cinco años, que está signada de Alonso de Villasirga, escribano de S.M. e del Cavildo».— AGI, Contaduría 1051. 50 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO 11.— Otro contrapaso se reconoce haberse establecido también en los días de Maldonado: porque habiendo planteado dar primicias en metálico a la gente de mar que trajese de islas noticias de la presencia de enemigos así como pagaba premio a los marinos que llevaban aviso de corsarios cercanos para conocimiento de ello en la isla de Cuba y en la de Puerto Rico, también hubo premio más subido, que daban los corsarios, a los vecinos que arteramente conseguían comunicarse con ellos para tener aviso de barcos artillados que hubieran de ser destinados y aprovisionados de armamento para perseguirles. Pues no debe ser desatendible en esta parte que españoles como enemigos avisados, tomaban determinación conforme a la potencia propia en relación con la contraria: de que provino que en el orden de la represión armada contra corsarios y piratas entre barcos sueltos, la pasividad del barco perseguidor ayudase bien cumplidamente al ladrón, asegurado de la inferioridad contraria en receso, fuese él de tipo merchante como si fuese depradador; aquél cargando con rapidez sobre seguro y desapareciendo de las costas, éste obrando con toda premura por medio del hierro y del fuego, y resolviendo el negocio mal sucedido por el robo con la cautividad de personas notables obligadas al propio rescate, conque libraban la vida con la libertad, o la libertad con pacto secreto compulsorio de pagar en futura ocasión, pena de mayores daños. Franceses corsarios por su mayor parte e ingleses solían requerir por las burgueses, algo retardados a aquéllos, negociaban si podían (y podían por tener agentes de su nación en simplicidad de vida ciudadana conmorantes en la Isla), gente del comercio medio, pocos, agricultores los más, y en fracasando se retiraban sin dañar: sirvieron por lo común de su formación en clase de pilotos y de marineros entre ingleses, franceses y holandeses. En cuanto a los habitantes de la Isla la contribución al auge de la piratería fué para en la conversación de la propia hacienda, mayormente que estos hacendados eran regidores, alcaldes y frecuentemente capitanes de milicias locales y delegados de los Oficiales de la Hacienda Real, sujetos que solían aparecer como los 51 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO mas perjudicados en las incursiones enemigas y que pedían mercedes a S. M., por los daños padecidos en el real servicio. Sitio de honor en la galería de los vasallos ilustres, poderosos, influyentes, bebedores de la sangre de sus vecinos y destructores de sus riquezas o de su pobreza, tócale a Francisco de Ceballos, en Puerto Plata, tan amigo de piratas como de su propio caudal e indemne por aquellos, que en todo tiempo se sentaron a su mesa. v De la vida y manejos de Francisco de Ceballos se da más adelante carta sin firma, del AGI, Patronato 18, ramo 9, No. 1. v El 17 de mayo de 1554 se dieron a Alonso de Vega 26 pesos porque trajo nueva, viniendo de piloto de Puerto Rico, de haber franceses en esta costa. — AGI. Contaduría 1051. El 26 de septiembre de 1554 se dieron a Bernabé Alonso, llegado de Puerto Rico, de 22 pesos de oro por haber dado noticia de haber franceses en la costa.— AGI. Contaduría 1051. En junio de 1558 Alonso de Palacios, Pedro Delgado y Francisco Sánchez, marineros cobraron 10 pesos «por el aviso que truxeron de la isla de San Juan de los franceses que avía en aquella costa».— AGI, Contaduría 1051. El 5 de mayo de 1555 recibió Antonio Pinares 48 pesos por haber traído nuevas de haber franceses en las costas.— Contaduría 1051. A Gaspar Luis y tres marineros llegados de Puerto Rico con aviso de haber nuevas de haber franceses en estas costas se les da 26 pesos el 13 de marzo de 1556.— AGI, Contaduría 1051. El 26 de enero de 1558 recibió Cristóbal Sánchez, arráez de un barco, 25 pesos por las nuevas que dio de haber franceses en las costas de Puerto Rico.— AGI. Contaduría 1051. El 30 de mayo de 1559 recibió Benito Ramírez, calafate, vecino de Santo Domingo, por haber cedido su barco para dar un aviso a Puerto Rico.— AGI, Contaduría 1051. En este año de 1559 reciben Juan de Córdoba y Tomás, genovéses, cada uno 13 ½ pesos por haber empleado 17 días en ir a dar aviso a Puerto Rico, (y volver), para que estuviesen apercibidos contra franceses.— AGI, Contaduría 1051. 52 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Melchor Hernández salió dos veces a reconocer si había franceses en caletas o merodeando: dierónsele 15 pesos el 24 de mayo de 1554.—AGI, Contaduría 1051. 12.— La deseada armada, tantas veces pedida y prometida, entró en el puerto de Santo Domingo el 9 de octubre de 1557; era su Capitán General don Juan Tello de Guzmán, y su almirante Juan de Ojeda. El numero de hombres que en ella servía en clase de marineros y de gente de guerra, 572; los navíos, 5; todos debían servir a costa de la Isla y a cargo de la Real Hacienda juntamente. Los pocos cruceros que ésta armada hizo, siempre precediendo aviso de la situación tomada por los enemigos, fueron del todo inútiles, sin ventaja ninguna aunque ésta fuese precaria. Idas y venidas fueron realmente arar en el mar, por fuerza clandestina de avisos a corsarios: a que se juntó que en tanto la soldadesca y marinería estuvo a la espera de cobrar sus soldadas, desde el Capitán General hasta el último grumete lo pasaron bien en cuanto a mesa, principalmente la oficialidad entera con quien se hubo de mostrar asiduo comensal el Señor Presidente Maldonado, de recio temple para el yantar; pero así que se distribuyó la primera paga y los soldados palparon de cerca cuan vil era el valor de la moneda de vellón en que cobraron, y que, aparte deudas personales contraídas, todo se les iba en naderías, porque también a ellos alcanzaba (y por causa de su numero) el pagar mucho por cualquier cosa, agio mercantilista plenamente desarrollado en la Isla, gran cantidad de hombres se reformaron a virtud de licencia para quedarse en la tierra si por eso se les allanaba tal partido, y la armada fué reducida y la mitad de ella amarrada por falta de gente: que sí los escogidos para pelear así se desistieron por mal retribuidos, los del país excusaron de cubrir sus puestos, no yéndoles mejor debajo disciplina y peligros que en su libertad y sus tratos. Los oficiales de la armada no lo pasaron tan mal que no esperasen a que el Rey ordenase pagárseles en buena moneda, y así lo consiguieron: y por tal cautela de vivir incómodamente sin 53 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO haberes efectivos por tiempo, la armada duro cuanto la merced se hizo esperar, no ya hasta el tiempo de la noticia, sino del arribo de la plata de concesión librada buscar en las Cajas de Panamá. v Carta de Maldonado y oidor Hurtado al Príncipe don Felipe: «Muy alto y muy poderoso Príncipe y señor: A V. A. se ha hecho relación por esta Real Audiencia muchas veces de lo sucedido en su armada de mar que en este puerto de Santo Domingo se hizo para la seguridad de la navegación de estas mares y suplicando mandase se envíe de esos Reinos armada suficiente para este efecto, por la grande necesidad que de ella se tiene: y, después platicando muchas veces en este negocio como cosa tan importante visto de la manera que los corsarios de Francia que por acá vienen, traen sus navíos y otros aderezos de nueva invención, y en cómo los días pasados ha parecido que conviene que el armada que se hubiere de proveer sea suficiente no solamente para resistirles pero para ofenderles con otras diferentes maneras que las que aquí se han proveído por la orden que V. A. mandará por la relación muy en particular que yo, el Presidente, hago en este pliego que lo dio el capitán Pedro Meléndez, la cual se ha visto por personas de mar y tierra que tienen entendimiento de cosas de esta calidad, y todos concurren que así conviene que se provea, y lo cual suplico a V. A. mande oir al dicho capitán. En la flota de catorce naos que se despacharon de este puerto en fin del pasado mes de junio, ha habido algunos trabajos porque una de las naos principales que en ella iba que era un galeón de don Alvaro de Bazán, se perdió en este puerto con un valor de más de cincuenta mil ducados en azúcares y cueros y otras cosas, y otra volvió a él, anegándose de agua. Habiéndose detenido en la Saona más de veinte días, no la pudieron doblar forzosos, y se abajaron para hacer su navegación por el Canal de los Lucayos, y así tocaron en la Yaguana a se aprovechar de mantenimientos, de donde salieron; y de ahí a ocho días se volvieron a aquel puerto dos naos de ellas que no estaban para navegar, y dan nuevas que algunas de las otras harán lo mismo, que ha sido mucho daño y pérdida para esta tierra, de lo cual es causa la detención que se les hace para que vengan flotas, que, como se detienen mucho tiempo cargados, traen los cascos de los navíos gastados y los más de los aparejos perdidos, sin el gran daño que esta tierra recibe en no ser 54 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO proveídos a sus tiempos como se solía hacer, que en esta Isla es lástima ver lo que se padece con la falta de pan y vino y otros mantenimientos que no lo hay sino dañado, y les cuesta a precios excesivos; y así parece convendría que V.A. mandase que de cuatro en cuatro meses, como estuviesen despachados, hiciesen su navegación, y lo mismo de acá para allá, pues que para su seguridad basta el armada de la costa del Andalucía y la que ha de andar en estas mares, V. A. mande en ello lo que fuere su real servicio, que, cierto, notable es el daño que se recibe en el proveerse estas tierras de año a año, y lo mismo en sacar de ella las granjerías que se llevan a esos Reinos. Nuestro Señor la vida y muy alto y real servicio de V. A. guarde y conserve como su Real corazón desea. De Santo Domingo a XXII de septiembre de (M)DLIII. Muy alto y muy poderoso Señor. Muy humildes criados de V. A. que reales pies y manos besan». (Firmas) Recibida en Valladolid el 1° de febrero de 1554. AGI, Santo Domingo 71. v Santo Domingo 29 de agosto de 1554.— Maldonado y el oidor Hurtado (capítulo de carta): «En lo que V.M. manda que se hagan dos zabras o carabelas de ronda que anden en esta costa para cuando venga a esta isla el capitán Mendechaga, en la isla de San Juan de Puerto Rico se mandó hacer uno a este propósito y enviamos provisión para que el Gobernador de aquella isla lo enviase luego que se acabase, y el otro lo tienen a cargo de lo hacer los oficiales de V. M.; y para cuando llegue el armada a este puerto, se cumplirá todo como V. M., lo manda. Y porque la venida de esa armada es la cosa que mas importa a estas partes para la seguridad de todo, suplicamos a V. M. que con toda brevedad de envió. Y en lo del aviso que V. M. nos envió a mandar que se diese a los pueblos de esta isla para seguridad de ellos y que no los ofendiesen los corsarios franceses, luego se les envió la instrucción que V. M nos mandó enviar para que, conforme a ella, se rigiesen y cumpliesen lo en ella contenido.— AGI, Santo Domingo 49.— (Referencias a espepeches de órdenes del Rey y su falta documental en estos cuerpos documentos, débese a la perdida de los registros sin trasunto hecho (o por menos, visto) de los instrumentos registrados en papeles de la época). v Valladolid 30 de junio de 1557.— Real cédula a los oficiales reales de Tierrafirme, para que den las cantidades que se pidieren para la 55 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO v v v v v armada de las costas de Santo Domingo, firmadas como en esta orden se expresa.— AGI, Santo Domingo 899. Valladolid 4 de diciembre de 1555.— Real cédula: título de Capitán General de la Armada para la defensa y vigilancia de las costas de la isla de Santo Domingo, para don Juan Tello de Guzmán.— AGI, Santo Domingo 899. Valladolid 30 de junio de 1557.— Real cédula: Instrucciones (45) para el gobierno de la armada; a don Juan Tello de Guzmán, general de ella.— AGI, Santo Domingo 899. A bordo de un navío 4 de marzo de 1555.— Don Juan Tello de Guzmán al Consejo de las Indias: pide se ordene a los Jueces de la Casa de la Contratación que si hallaren dos naos nuevas de 300 toneles cada una, las tengan aderezadas, porque en llegando él muy presto, «estos dos patajes y la carabela en ocho días darán carena»; porque es verdad que los cinco navíos que tiene podrían servir en la guarda de las costas, pero quiere ir con navíos nuevos «porque el rio de Santo Domingo tiene mucha broma».— AGI, Santo Domingo 71. Valladolid 26 de junio de 1557.— Real cédula: título de veedor de la armada para Francisco de Tovar.— Reales cédulas de Valladolid 30 de junio de 1557: títulos respectivos de tenedor de municiones y de contador, para Luis de Basurto y Antonio de Salazar.— AGI, Santo Domingo 899. Santo Domingo (fecha no tomada).— Los oficiales reales a la Princesa: El 9 de octubre de 1557 entro en el puerto la armada de don Juan Tello de Guzmán. Toda la ciudad e Isla se siente ahora asegurada de franceses. Los hombres que en ella vinieron eran 560; pero la armada «tendrá hoy hasta cuatrocientos, porque los que faltan se han muerto, y otros se han huido»; paréceles a los firmantes que bastan los 400 y que a cada uno se dan dos ducados al mes, «que es un peso y medio en cuartos de cobre, que no tienen para zapatos, etc».— AGI, Santo Domingo 71. Santo Domingo 4 de julio de 1558.— Los oficiales reales (Álvaro Caballero, Alonso de Peña y Juan del Junco) al Rey: La armada de cinco naos llegó con 572 hombres; se vendió el barco menor por viejo y tardo. El General salió a dar una vuelta a la isla con solo tres navíos, porque dejó el nombrado “La Francesa” para que se vendiera; aunque no se ha podido vender porque no dan por él lo que vale. De cuantos hombres vinieron quedan ya 220; los demás se han ido porque 56 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO el salario que les dan y en tan mala moneda como la de esta Isla, no les alcanza para nada. Han ordenado el General y los oficiales de la armada que se les de por cada ducado de buena moneda dos pesos de oro de cuartos de vellón en esta mala moneda «y hasta ahora no les hemos pagado tal». Desde 9 de octubre de 1557 hasta fin de junio de 1558 han pagado entre los de la armada 22.769 pesos y 6 tomines en moneda de cuartos de la Isla. Esta armada, entienden, ha de durar mientras dure la guerra. El General fue a San Germán, y ya es ido de allí a la Yaguana.— AGI Santo Domingo 71. v No han sido consultados los Libros de Armadas.— Los nombres que se dan aquí se han sacado de las cuentas en Contaduría de la Isla, como avances hechos a los interesados, sobre que después se descontaba del monto que se entregaba al pagador de la armada junto con los libramientos por él extendidos a favor de ellos.— (Los que llevan * eran ya vecinos de Santo Domingo, que entraron en servicio por otros, o difuntos o huidos): Capitán general: Don Juan Tello de Guzmán. Almirante: Juan de Ojeda Oficiales: Diego de Alas, capellán Rodrigo Peláez, contador Francisco de Tovar, veedor Juan de Basurto, pagador Francisco de Lipar, cirujano Roque Martínez, escribano de la nao francesa Alonso de Chávez, escribano Alonso Sánchez, alguacil del agua en la galaceta del galeón «San Antonio» Juan García, alguacil mayor. Juan Ruiz de Gamara, escribano mayor Pedro Martínez Clavijo, escribano mayor *Alonso de Medina, escribano Bartolomé López, alguacil del agua Juan de Segovia, alguacil real de la armada Bernardino Rojo, guardián Rodrigo Alonso Bayón, guard. Capitanes: Alonso Hernández de Ayala, del pataje Martín de Goiti Blas de Carrión Diego López, nao San Juan D i e g o d e Vi e d m a , c a p i t á n y gentilhombre 57 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Alféreces: Diego Hernández, de la almiranta Juan de Oñate, del galeón Pedro de Viedma, alférez mayor de la capitana Gentileshombres: Alonso Carrillo Alonso Ortiz Francisco de Guzmán García Tello, don Hernando de Carvajal Juan de Aguirre Juan de Murcia Pedro Méndez de Sotomayor Pajes: Alonso Rodríguez Baltasar, del Almirante Benito Martín Blas de Cuenca Diego Hernández, del General Domingo González Francisco de Lepe Francisco López Gaspar de los Reyes Juan Gutiérrez, del General Luis N… Melchor N… Simón de Lepe Sargentos: Gonzalo de Bastidas, sargento mayor Gonzalo Gómez Malaver, Lázaro de Santana, Caporales: Diego Manzano Francisco de Villegas Gaspar Ramírez Marcos Chacón Juan Francisco Soldados: Alonso Hernández Alonso Díaz Vigara Alonso Martin Cebada Hernando Rodríguez Jerónimo de Fuentes Juan de Arteaga Juan García de Echevarria Juan Gómez Juan Hernández Juan Jimeno Antón Criado Antonio Bernal Alonso de Orteguilla Hernando de Ahumada Hernando Carrillo Francisco Ortiz Francisco Ponce Francisco Rodríguez Garci Hernández de Chaparro Garci Páez Gonzalo Sánchez de Esquivel Juan López Juan Martín Juan Pérez 58 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Antonio Guerrero Andrés Bautista Andrés de la Cadeña Andrés de Vega Bartolomé Jiménez Benito de Santamaría Bernardo de Escobar Cristóbal de Cuenca de Camp. Cristóbal García Cristóbal Guerrero Cristóbal Rodríguez Cristóbal de los Santos Cristóbal de Villagómez Diego Hernández Diego Pérez Diego Ramos Diego Sánchez Diego Sánchez Cuadrado Diego de Sosa Francisco, maese Francisco de Cárdenas Francisco Martín Francisco Muñoz Juan de Quijada Juan Rodríguez Maldonado Juan de San Juan Juan de Santa Cruz Lucas de Domaiquia Mateo de Herrera Martín Ramos Martín de Santa Cruz Melchor de Ortega Melchor de Palma Miguel de Colagua Pedro de Casillas Pedro Dávila Pedro Domínguez Pedro Hernández Pedro Hernández de Velazco Pedro Sánchez Rodrigo Marroquín Rodrigo Sánchez Rodrigo de Valera Sancho de la Llana Sebastián Rodríguez Varios: Francisco de Vergara, tambor Juan Alonso, tambor Juan Criado, tambor Diego Delgado, pífano Juan García, pífano Pablo García, pífano Dimo de Venezia, trompeta Jácome Rayo, trompeta Lorenzo Ramos, trompeta Bartolomé Gastardo, tromp. Maestres: Rodrigo Alonso, de la capitana Alonso Bernal, de la nao francesa Andrea, de la capitana * Juan Flamenco Baltasar de Figueroa, de la nao «San Antonio» Luis de Buitrón, de la nao almiranta Diego López, del patache Contramaestres: Esteban Rodríguez Gregorio del Castillo Juan Tirado Julián Felipe 59 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Pilotos: * Andrés Lucas * Diego Gómez Diego López de Zamudio * Martín de Aldave * Melchor Cano Miguel Hernández Bartolomé de Borges * Sebastián Gallego Pedro Bernal, piloto mayor Sebastián Lucas Condestables: Enrique de Amberes, del galeón Diego Báez, de la capitana Hernando Alvarez, de la almiranta Artilleros: Bartolomé Pérez Antonio Fernández Batolomé de Garaño Bartolomé de Medina Cristóbal Martín Enrique de Holanda Francisco Hernández Fulano de Güldres Gonzalo de Bemujo Guillermo de Amberes Jácome Paulo Juan Chistel Juan de Lora Juanes de Ibarguen Lope de Alvarengo Martin de Gámiz Miguel Hernández Miguel de Rodas Pedro Rodríguez Roberto de Londres Rodrigo López de Ojeda Sancho de Azpe Sancho de Muguía Simón de Arria Marineros: Adam Bazán Agustín, maese Alonso Aragonés Alonso de Lisboa Alonso de Pío Antonio de Cascaes Antonio de Villafranca Constantin de Corfú Cornielles de Holanda Diego Ramírez Diego de Segura Flor de Holanda Francisco Gómez Francisco González Francisco Martín Francisco Pérez Giraldo de Rivera Gregorio Alonso Hernán Guillermo Hernado, genovés Jácome, genovés Jacques Juan Aledrón Jorge de Corfú Juan Antonio Orlando Juan Airado Juan de Campos Juan Fernández Juan García Montañés 60 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Francisco Hernández Francisco Márquez Juan del Puerto Juan Rodríguez Juan de Salazar Lázaro Final Manuel, genovés Martín Hernández Mateo de Campos Mateo Jaques Michael Miguel Hernández Juan García Villar Juan González de Lugo Pedro Airado Pedro de Bocal Pedro de Escobar Pedro Gil Pedro Muñoz Pedro Nicolao Rafael de Fuentes Vicencio, griego Juan Icardo Juan de Olea Grumetes: Bartolomé Gastardo Cristóbal de la Feria Felipe de Agüero Francisco Camacho Francisco de Goiti Francisco Morano Francisco Rodríguez Juan de Algaravio Jaimes de Artier Juan Francés, inglés Juan Ires Juan de Milo Juan de Sevilla Luis González Luis de Montemolín Melchor Carrasco Pedro Sánchez de Nostradama Pedro de Vizcarra Sebastián Esteban Rodríguez Gregorio del Castillo Hernando Alvarez Juan Tirado Julián Felipe Pedro de Ciro Calafates: Alonso Martin Bautista Amadeo Melchor Luis * Gabriel Ramirez Diego García Bartolomé Sánchez Tomé Sánchez Cristóbal Díaz Varios: * Antonio Xuárez, arráez Vicente Díaz, arráez Alonso de Vargas, despensero Francisco Téllez, despensero Gonzalo Hernández, tonelero Gabriel de Madrid, barbero Juan de Flórez, barbero Nigo de Murueta, barbero Pedro Núñez, barbero Alonso Machado, tonelero Hernán Muñoz, tonelero Alonso de Aya, carpintero Simon de Venezia, carpintero 61 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO 13. — A una van las cartas del Presidente y del General don Tello sobre la inutilidad de esfuerzos hechos para dar sobre enemigo alguno, y en el mismo cuerpo de la armada fuertes disgustos entre el General y contador y tesorero y veedor de ella en materia de estimación subida de las pagas por causa de la mala moneda en tanto se conseguía plata. Santo Domingo 28 de febrero de 1558.— Maldonado, al Rey: Sobre nuevos insultos de franceses sin que lo sepa la armada; un navío de los de la conserva se adelantó al resto de la armada por seguir su rumbo, y en la Mona lo apresaron franceses. — AGI, Santo Domingo 71. v Santo Domingo 27 de febrero de 1558.— Maldonado al Rey: «No somos venturosos en esta Isla contra franceses». Se supo que había franceses en Puerto Rico, salió la armada de don Tello de Guzmán a buscarlos; entre tanto aquéllos en un navío y un pataj pasaron a Montecristi y Puerto Real y tomaron fácilmente tres navíos; de allí fueron a la Yaguana, donde robaron otros dos navíos y tomaron y quemaron otros dos. «Después de esto, en catorce del presente mes, llegaron otros dos navíos franceses y una chalupa sobre Puerto de Plata, que es en la banda del norte de esta isla. La chalupa entró en Puerto de Plata y sin surgir se volvió a los navíos; de allí fueron a Montecristi, pedían que les diesen cinco mil pesos por el rescate del pueblo y ciertos cueros y azúcares que allí estaban de un navío que iba cargado de España y por hacer agua, dejó la jornada». — AGI, Santo Domingo 71. v La Yaguana 15 de junio de 1558. — Don Tello de Guzmán al Rey: «Estoy tan corrido y mohino que no lo podré encarecer de ver que los franceses han hecho el daño que suelen hacer en estas partes sin podérselo estorbar con haber trabajado cuanto ha sido posible, y no haber pasado a Santo Domingo después que vine más de cuanto me he proveido; en esta villa de la Yaguana he estado un mes esperando que vinieran los franceses a desembocar por aquí, y no han venido. Tuve nueva por un mensajero que de Puerto de Plata vino aquí, de cuatro franceses que allí hicieron daño; no sé qué se han hecho, porque todos tenían por muy cierto que vinieran aquí, como siempre lo hacen», etc. «Ya por otras escribí a V. M. que todo el tiempo que hubiere guerra v 62 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO estaré por acá, pero si hay paces, dejaré mi almiranta e iré a dar cuenta a V.M. de todo. Esta tierra no es para armada por muchas causas, y la principal porque la gente entiende que ninguna paga basta para vestirse de la más ruín ropa que viene de Castilla, y hombres se han huído que se les debía más de cien pesos de estos cuartos, y no lo tienen en nada; en el entretanto que V.M. envíe a mandar qué se les ha de dar de pago, se da cuatro pesos a un soldado y seis a un marinero, y a este respecto a los demás….» (Pide velas, lonas, etc. por no haber en estas partes; y que se le den otros oficiales (contador, veedor y pagador de la armada) porque a los actuales «no los puedo sufrir y cada uno quiere ser más general que yo, y si les pide algo, responden de manera que algún día les pesase…..». — AGI, Santo Domingo 71. v Santo Domingo 27 de junio de 1558. — Maldonado y el oidor Sánchez de Angulo, capítulo de carta: Que la mayor parte de la gente que don Tello de Guzmán trajo en la armada, se ha ido; se sospecha que por ser el salario corto y malo, pues se les paga en la moneda del país y que para obviar tales dejaciones, se les dan por cada ducado de Castilla dos pesos de cuartos; aún así no tendrán para unas calzas y un jubón; que nadie se quiere alistar para cubrir tales huecos. Don Tello supo que había franceses por la banda del norte, los cuales «entraron en Puerto de Plata y le saquearon, aunque lo más de la hacienda de aquellos vecinos estaba a recaudo»; tomaron allí un navío con cueros y azúcares, «y en Montecristi tomaron otro; saltaron en tierra ciento y cincuenta hombres franceses bien en orden; no sabemos cómo le ha sucedido al General, aunque hay nueva que éste vuelve por la banda del norte a invernar en este río, porque no es tiempo para navegar ya en esta costa, por los huracanes, hasta pasado septiembre y aún mediado octubre. Habrá tres días que pasaron otros tres navíos franceses, que saquearon un ingenio en San Germán, según noticias». — AGI, Santo Domingo 71. v Santo Domingo 1º de julio de 1558. — Francisco de Tovar, contador; Pedro de Mallén, pagador; y Luis de Basurto, veedor, oficiales de la armada, al Rey: La armada fue al Zoco en busca de una nao francesa, y no la halló; fueron dos naos con el General. «Hanse deshecho los navíos por falta de gente, porque de 570 personas que vinieron ganando sueldo, no hallamos el día de hoy ni 300, porque los unos quedaron en Sanlúcar con la paga de los que vinieron; el número que falta cuasi los más por pasajeros para quedar aquí, y 63 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO ninguno ha sido apremiado a que haya de servir en la armada aunque no sería obligado; se pagaron a quien los trajo la traída y pasaje y aún el sueldo que ganaban….» (Todo el asunto de esta carta tira a no querer pagar más; refieren disgustos por estas incidencias y piden providencias de cómo deben proceder antes que la armada toda llegue a deshacerse). — AGI, Santo Domingo 71. v Valladolid 23 de octubre de 1558. — Real cédula: de aviso a don Juan Tello de Guzmán que franceses preparan navíos para ir contra los dominios en Indias, y saldrán en este mes de octubre; que les haga el más daño que pueda si se avista con alguno de ellos. — AGI, Santo Domingo 899. v Santo Domingo 4 de abril de 1559.— Los oficiales reales de la armada (Tovar, Basurto y Peláez) al Rey: resumen: En marzo el general salió para el Zoco; a los doce días volvió al puerto su almirante Juan de Ojeda, y el general dice en carta que sigue hasta la Yaguana. Rodrigo Peláez, oficial del tesorero de la Isla, ha sido nombrado contador de la armada, por el general, por muerte de Pedro de Mallén, contador que fué. Repiten sus querellas, necesidades y ocurrencias en materia de sus oficios. — AGI, Santo Domingo 71. v Santo Domingo 5 de abril de 1559.— Don Tello de Guzmán, al Rey: sobre su mala fortuna de no tener encuentro con franceses, y sobre la paga de sus soldados (no da noticia nueva en ninguno de estos dos asuntos). — AGI, Santo Domingo 71. 14.— Bien mucho antes del arribo de esta armada de don Tello de Guzmán, el Presidente Maldonado había recibido dos noticias que no se casaban muy limpiamente: una el 1 de mayo de 1556, oficial, de que el Rey de Francia despachaba armada para atacar diferentes puertos de Indias, y otra el 8 del mismo mes y año de haberse firmado una tregua con Francia por cinco años (la que se concertó en la abadía de Vaucelles el 5 de febrero de 1556), divulgada por particulares arribados. De ambas nuevas avisó al rey, y por vía ejecutiva dió las órdenes que correspondían por si tales enemigos aparecían en las costas, y al pueblo dió licencia para que, a falta de pan y municiones de bocas baratas, tuviese toros, bailes, saraos y banqueteos, conque así pasaba él por todos aquellos esparcimientos 64 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO de su afición y estragada licenciosidad en el comer. Otras tales fiestas tuvo oportunidad de autorizar como debía con motivo de la renuncia que en su hijo don Felipe hizo Carlos V del trono español (16 de enero del 1556), y comunicada a los Gobernadores de Indias por cédula general del 17 de enero. De estas “alegrías”, como entonces llamaban los días de hechos faustos, dió cuenta el Cabildo de la Ciudad el 8 de mayo de 1557, fecha que retrata al vivo la tardanza de noticias de gobierno en todas cosas, pues diciendo los regidores haber recibido el 5 de abril de 1557 la real cédula de Bruselas de 17 de enero del año antecedente, justificó la fecha de la aclamación en la ciudad con estas palabras: «En esta ciudad se hizo, como V.M. nos lo envió a mandar, la solemnidad que se requería para dar muestra de cómo recibimos a V. M. por nuestro Rey y señor y le tenemos y obedecemos por tal, alzando pendones por V. M. en primero de mayo, día de los Apóstoles San Felipe y Santiago, de 1557, lo cual hicimos con gran obediencia y contentamiento y alegría, nosotros y todos los vecinos de esta ciudad, la cual nos queda en los corazones, y con el mismo contentamiento lo que V. M. nos manda acerca de tener por nuestra Gobernadora y señora en ausencia de V. M. a la Serenísima Princesa de Portugal, hermana de V. M.» Ninguna fiesta, empero, pudo dar Maldonado al pueblo, en tiempo en que ya estaban rotas la tregua y la nueva guerra, fundamento que había sido para ser destinado don Tello de Guzmán a la guarda de las costas de Santo Domingo y, ofreciéndose, de las de Puerto Rico; y porque a todos convenía achacar la falta de utilidad de dicha armada a la velocidad con que se movían los franceses en sus navíos, a un Presidente y Capitán General escribieron semejantes especies, que no sirvieron de escudo alguno, sino porque siendo los costos tan elevados y el provecho se sumaba a los costos, agravándolos, por real cédula de 19 de diciembre de 1558, se mandó al Presidente, y aparte al Capitán General, que licenciasen la gente y los barcos se vendiesen con la mayor posible ventaja. Lo que no tocó hacer a Maldonado, porque Juan de Cepeda, oidor, vino con comisión de Juez de Residencia a 65 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO presidir en lugar de Maldonado, y éste, así destituído del oficio, vió declinar y ponerse el sol junto con su propia carrera en el amargo día del 27 de noviembre de 1558. E1 1º de mayo entró una carabela, su piloto Francisco Martín, con cédula de aviso que de Francia habían salido ocho galeones y dos zabras y gente de guerra, etc.; y a este piloto se le ordenó siguiera viaje a otras provincias dando el mismo aviso; y aquí quedando la Audiencia a la defensa y demás prevenciones. El 7 de junio llegó otra carabela, su piloto Pedro Gallego, que había tocado en San Juan, y dijo que traía comisión para entrar en Santo Domingo, «y nos dio aviso de la paz y tregua hecha entre V.M. y el rey de Francia por tiempo de cinco años, de lo cual nos mostró un testimonio signado del teniente de escribano del Cabildo de la ciudad de Sevilla; y como allí estaba apregonada la paz, demás que traía certificación de esto de los Jueces Oficiales de la Casa de la Contratación de Sevilla, y visto ésto, fue sin comparación la alegría que todos recibimos, y así en esta ciudad se pregonó y publicó la paz y se hicieron las alegrías y fiestas que convenía a semejante nueva». Carta de Maldonado y oidor Escobar de 10 de julio de 1556. — AGI, Santo Domingo 49. v Santo Domingo 16 de junio de 1556. — Maldonado al Rey (Capítulo de carta, resumen): el 1º de mayo llegó una carabela con aviso de que el rey de Francia enviaba navíos a estas partes; hay mucho temor en todos, y que acude a hacer todas prevenciones. Después, el 8 de mayo, vino carabela con aviso de paces por cinco años; todos cambiaron el temor por el contento. — AGI, Santo Domingo 71. v «En veynte e cinco de agosto del dicho año de mill e quinientos y cinquenta e siete años, sesenta y seis pesos que, por libramiento di e pagué a Diego del Valle, pintor que se le debían por ocho vanderas pequeñas e una grande con un escudo de cada parte, que pintó para las fiestas que se hizieron por la renunciacion que S. M. hizo de sus Reynos de España en el Rey Don Felipe, nuestro señor, las quales dichas vanderas estan, la grande en la Fortaleza desta cibdad, y las ocho en poder del fator Juan del Junco, como en el dicho libramiento paresce». — AGI, Contaduría 1051. v Al trompeta Bartolomé López se dieron el 22 de septiembre de 1556 2 pesos «porque sirvió en las alegrías de las paces». — AGI, Contaduría 1051. 66 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO v v v v v A Francisco Muñoz se le paga por el aderezo de las puertas de la Fortaleza, en julio de 1557, en la ocasión para la celebración de las alegrías (por el advenimiento de don Felipe II al trono). — AGI, Contaduría 1051. Valladolid 5 de junio de 1557. — Título de oidor, con comisión para residenciar al Lic. Alonso Maldonado, y de presidir en la Audiencia en lugar del mismo. — AGI, Santo Domingo 899. Valladolid 12 de agosto de 1557. — A López de Cepeda: licencia de ir a su oficio, con cuatro esclavos suyos, libres de derechos. — Valladolid 6 de diciembre de 1557: Real cédula, a López de Cepeda (que era gobernador de Tenerife): se tiene entendido que es negligente en ir a su oficio de Santo Domingo; que procure ser breve en su partida. — AGI, Santo Domingo 899. Santo Domingo 12 de enero de 1558. — Maldonado al Rey: Que sabe se ha dado orden para que se le tome residencia, por haberse oido las relaciones falsas dadas por Mendo Ramírez, y está preparado para el caso, «aunque estoy siempre sentido de lo que V.M. mandó proveer contra mí, presidiendo la Audiencia de los Confines, que se mandó tomar [se] me residencia y quitar el cargo sin haber causa ninguna»; dice que cada día espera llegue el licenciado Cepeda que le tomará la residencia…. Y se explaya contra Mendo Ramírez. — AGI, Santo Domingo 71. Santo Domingo 22 de junio de 1559. — Don Tello de Guzmán, al Rey: En esta fecha ha entrado en el puerto y «me fué dada la cédula de V.M. por la cual se me manda despedir esta armada». — AGI, Santo Domingo 71. Alonso de Peña, tesorero de la Isla, hizo las datas «de lo que se ha gastado y distribuido en la armada que S.M. enbió para guarda destas costas en que vino por capitán general don Juan Tello de Guzmán, que vinieron cinco naos de armada, que son la nao capitana, y la nao almiranta donde vino el capitán Juan de Ojeda, almirante de la dicha armada; y la nao francesa, capitán Martin de Goiti; y el galeón Santo Antonio, capitán Blas de Carrion; la galeaceta San Juan, capitán Domingo López, que entraron en el rio e puerto desta cibdad de Santo Domingo en nueve dias del mes de octubre del año pasado de mill e quinientos y cinquenta y siete años»; por haber dispuesto el Rey que por las Cajas Reales de la Isla se les pagase y aviase. Danse aquí varias datas, de muestra: «Item, dozientos pesos que se gastaron con treynta y siete soldados y marineros que enfermaron 67 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO y se dieron a los médicos y medizinas y aves y alquileres de camas y en otros gastos qe con ellos hizo». — Item, ochenta y quatro pesos, tres tomines y tres granos que costó la carne de cient reses vacunas que an comido en carne fresca la dicha armada, la gente della, desde el dia nueve de octubre que entró en este puerto la dicha armada hasta veynte y cinco de noviembre del año pasado de cinquenta y siete que salió a correr las costas; con mas otras ciento y sesenta y cinco arrobas y media de carne fresca que gastó la dicha armada hasta el dicho día». — El general y capitanes comieron carne de ternera en el mismo tiempo, hasta valor de 104 pesos, 6 tomines y 3 granos «que se gastaron en la mesa del general e de los capitanes y oficiales de la dicha armada hasta el dicho dia veynte y cinco de noviembre, y costó a tres tomines la arroba». (42 terneras que pesaron 272 arrobas; precio, 104 pesos, 6 tomines y 3 granos de oro.)— Diéronse 61 pesos y 4 tomines para repartir «a los marineros que descargaron la artillería y municiones y estuvieron en guarda de las naos de la dicha armada, desde que se despachó la dicha armada hasta que se vendieron». — Final de las cuentas, resumen: La suma total del cargo que se hizo a Peña fue de 301,546 pesos, 4 tomines y 3 granos; la data y descargo monto 265,471 pesos, 7 tomines, 9 granos. AGI, Cont. 1051. v Santo Domingo 28 de abril de 1560.— Los oficiales reales Caballero, Peña y Junco, al Rey: que devuelven y envían a España 25 barras de plata, su valor 2.547.000 maravedís, del dinero perteneciente a la armada deshecha de don Tello de Guzmán. — AGI, Santo Domingo 71. 68 Capítulo II Presidencias de Alonso López de Cepeda, en comisión; de Juan de Echagoián, interinaria (1558-1562) 15.— El gobierno de la Isla en manos de la Audiencia había caído prácticamente por el suelo, a causa de prolongada falta de ministros; habíase cometido primeramente el crimen de quitar la vida a Lorenzo Solano por Cristóbal de Tapia; después se introdujo en el Cabildo de la Catedral gravísima disensión tumultuaria entre sus miembros, y parte de los prebendados fueron sacados de la tierra, sin que fuese cabalmente la más culpada; el oidor licenciado Juan de Escobar, que apenas llevaba pocos meses en el oficio, murió (al decir de muchos, envenenado, señalado en ello Gaspar Dávila, por casarse, y se casó en calidad de soltero, siendo casado, con su viuda), y numerosas tropelías hechas por un truhán consumado, Mendo Ramírez, terminaron con la deportación de éste, que se allegó a la Corte y mostró cumplidamente no haber justicia ni gobierno en Santo Domingo. Para remedio de lo cual; corriendo el año de 1557, se resolvió suspender a Maldonado y enviársele un juez de residencia, el licenciado Juan López de Cepeda, a la sazón gobernador de Tenerife, y plantar de nuevo los oficios que estaban vacios, presupuesto que faltaban tres, estando todavía en la Corte el licenciado Pedro Sánchez de Angulo, nombrado oidor a fines del año precedente de 1556. Los licenciados Vasco Gutiérrez de Céspedes y Juan Cavallón, actual Alcaide mayor de Nicaragua, fueron los elegidos, demás de López de Cepeda; y porque Gutiérrez de Céspedes 69 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO por cualquier razón (no hallada en letra) se desistió, en su lugar fué puesto el licenciado Juan de Echagoían. Pasó la armada de don Tello de Guzmán, como queda dicho, en su viaje a Santo Domingo, por Tenerife para recoger a López de Cepeda, pero no habiendo llegado el sucesor, tampoco pudo unirse a sus colegas Sánchez y Echagoián, y éstos dos fueron los que con don Juan Tello de Guzmán recalaron en Santo Domingo el 9 de octubre de 1557. Cavallón no aceptó, y en su lugar fué puesto en agosto de 1559 el licenciado, después doctor Alonso de Cáceres Ovando. Lic. Pedro Sánchez de Angulo: su título de oidor, el 9 de diciembre de 1556; AGI, Santo Domingo 899; Contratación 5090; licencia para embarcarse con mujer y ocho criados, Valladolid 1 de febrero de 1557; AGI, Santo Domingo 899; — se embarcó el 7 de julio del mismo año; AGI, Contaduría 1051; — llegó a la Isla el 9 de octubre siguiente; AGI, Santo Domingo 71. — Este sujeto, aunque nombrado antes que los demás sus compañeros, no llegó a presidir interinariamente, por haber sido preterido dos veces: una, por la comisión de presidir dada a López de Cepeda; otra, por la comisión de residenciar al dicho Cepeda, dada a Echagoián. — El Presidente Arias de Herrera residenció a Sánchez de Angulo, y lo suspendió del oficio; el suspenso no sobrevivió muchos meses, pues el propio Arias escribió al Rey el 16 de noviembre de 1565; que suspendió al dicho oidor y todo estaba en paz hasta la llegada del oidor Diego de Ortegón, «el cual, aunque parece muy honrado y creo yo que lo estará adelante porque hará el oficio como es obligado; el doctor Cáceres, su compañero, le cogió de tal manera, que no ha hecho ni hace más de lo que el otro quiere, y el doctor lo que quiere doña Brígida, mujer del licenciado Angulo, por manera que tan oidor está ahora Angulo como cuando era vivo, porque para negociar lo que algunos han menester en la Audiencia, a ella es a quien hay de acudir y a su casa, porque por su mano se haga todo, como se hace…» . — AGI, Santo Domingo 71. — (Schaefer, II, 444, le llama Juan, y es yerro.). v Lic. Juan Caballón: su título de oidor, el 5 de junio de 1557, no aceptó. Fué posteriormente oidor de Guadalajara, y fiscal sucesivamente de Guatemala y Nueva España. v Lic. Vasco Gutiérrez de Céspedes: su título de oidor, el 5 de junio de 1557; se le dio la licencia para ir a su destino el 29 de junio; y aunque v 70 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO el 17 de julio del mismo año de 1557 certificó haber recibido el Sello Real de Felipe II para la Audiencia de Santo Domingo, no se embarcó ni se conoce otra mención de él. — AGI, Santo Domingo 899. v Lic. Juan Echagoián: su título de Valladolid 29 de diciembre de 1557; en la misma fecha, licencia para llevar la mujer y ocho criados con las suyas: asimismo la concesión de 400 ducados adelantados de su salario para habilitar casa, el 21 de enero de 1558; AGI, Santo Domingo 899. — Llegó con Sánchez de Angulo, con quien no guardó, o no pudo guardar, amistad ni compañerismo. v Alonso de Cáceres Ovando: su título de oidor de 1 de agosto de 1559, por defunción de Escobar y renuncia de Caballón; el 2 de junio de 1560, concesión de 400 ducados adelantados de su salario para buscar casa, y licencia para ir a su destino con ocho criados y cuatro esclavos; pero todo quedó en nueva licencia, de 8 de junio de 1560, para llevar un criado con su mujer e hijos; AGI, Santo Domingo 899. — Parece que fué sujeto de malas artes. 16.— Particular encargo se había cometido a López de Cepeda (de quien se confiaba posesión de experiencia de las cosas de la guerra por su empleo de gobernador que era de Tenerife), de estar atento a cualquier demostración de corsarios franceses que por entonces se preparaban en sus puertos para inquietar los dominios de Indias, “favorecidos de su rey”: y para ello debía tener y poner a los vecinos de Santo Domingo y de los otros pueblos en armas, sin descansar en la fatiga hasta conseguir que los que podían usar arcabuz, espada o lanza, estuviesen formados en escuadras y compañías, e hiciesen por sus turnos la guardia de la ciudad y la vigilancia de las costas. Demasiadas providencias a sujeto en quien no se libraba cantidad alguna de las Reales Cajas para tales menesteres. Una Real cédula de 23 de mayo de 1559, con aviso de haberse concertado las paces con el rey de Francia, sirvió asimismo de advertencia para no dejar que franceses, con o sin licencia de su rey, comerciasen ni rescatasen, a los cuales por todas vías debía darse castigo, porque las paces hechas no eran muy seguras. Y en realidad no lo fueron, pues por otra Real cédula de 23 de marzo de 1561, se repitió la anterior, y se dió aviso de 71 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO estar navíos franceses listos para ir a ejecutar sus daños en las Indias, y se reiteraron a la Audiencia los encargos de resistir y también de ofender a aquellos enemigos dondequiera se presentasen. v Toledo 23 de marzo de 1561.— Real cédula, con sobrecarta de la de 23 de mayo de 1559, avisando que navíos de Francia se aprestan para cometer daños en Indias, y que a los moradores de la Española se les tenga apercibidos para la defensa y aún para ofender a los enemigos todo lo más que pudiesen. — AGI, Santo Domingo 899. 17.— Ninguna providencia de López de Cepeda acerca de estas prevenciones se ha reconocido en documentos; tampoco se citan obras materiales de fortificación en sus días, que transcurrieron según la rutina establecida por Maldonado para la fabricación de pólvora, y la vigilancia de las costas con partidas cortas volantes; y se ha hallado que, habiendo tenido en su poder una Real cédula para visitar la Fortaleza de la Ciudad, nunca la ejecutó; en cuanto a las órdenes dadas a la Audiencia, ésta sólo dió razón de lo que había hecho después de saberse que Cepeda por providencia llana del Consejo fue promovido a otra plaza de Oidor en Santa Fe, porque el promovido no se había molestado en tal faena: “La otra cédula,— escribieron los oidores Echagoián, Sánchez de Angulo y Cáceres de Ovando el 2 de agosto de 1561—sobre que esta ciudad esté sobre aviso y los demás pueblos marítimos de esta Isla, se cumplirá como se nos manda y, en cumplimiento de ella, se apercibió luego, reseña y alarde para repartir la gente en cuatro compañías, una de a caballo y tres de soldados para que, por el orden que conviene, haya cada noche cuerpo de guardia y centinelas, y están nombrados por capitanes don Cristóbal Colón de la gente de a caballo, y de los de a pie don Diego de Rivera, don Antonio Henríquez y Toribio Vadillo, hombres principales y los que más notoriamente se entendió que tenían noticia de las cosas de la guerra y más aparejos para servir estos cargos. Convenía que V. M. nos mande enviar cédula para 72 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO que de la sisa que pagan los vecinos para la cerca, que no se labra cosa alguna, se puedan tomar los dineros necesarios para banderas y pagar atambores y comprar cajas, que, siendo defensa de la tierra, está claro que los vecinos han de contribuir los gastos que se hicieren en defensdella”: y suplicaron lo mismo para acudir a reparos de la Fortaleza y artillería por cuenta de la Real Hacienda. Y en otra carta de 17 de septiembre, por ser evidente que la Fortaleza debía ser atendida en las presentes circunstancias, se solicitó poder gastar de la sisa de la carne para la cerca dos o tres mil pesos, “pues todo es cerca y fortalecimiento”. A los Oidores se les había adelantado e1 alcaide de la Fortaleza don Rodrigo de Bastidas, pues como viese que en la ejecución de la venta mandada hacer de los navíos de la armada de don Juan Tello de Guzmán, los cañones quedaron depositados en el factor para darlos a capitanes de barcos que más dinero pusiesen al efecto de adquirir algunas piezas, elevó una instancia para que todas se pasasen a la Fortaleza. El antecedente causal de esta petición era la cantidad de artillería que se sacó de ella para la armada que destrozó el ciclón y se perdió; el estado actual, su mucha necesidad; y por Real cédula de Aranjuez 10 de septiembre de 1561, se mandó a la Audiencia visitar la Fortaleza y reconocer la necesidad de tiros y especificar los que quedaban de la armada de don Tello, para proveer lo mejor.... A tono con las necesidades de la Isla y los ahogos de la Real Hacienda, y con enemigos día por día más atrevidos, dióse licencia a negociante en armas, para meterlas y venderlas, al par que se dió por ley general libertad de traer consigo cada nuevo poblador, para defenderse, las armas que mejor manejaban. Y, de contado, por regla general, capitanes nombrados contra franceses y demás corsarios, o contra negros, eran los que levantaban hombres y armas “a su propia costa y mención”, aunque a veces la empresa saliese cara (como en el caso de Pedro Martín de Agramonte), y, por el contrario, de barato se sirviera a S. M. (caso del licenciado Lorenzo Bernáldez), de que se hará memoria en el capítulo siguiente. 73 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO v v v v v v La carta de 2 de agosto de 1561 en AGI, Santo Domingo 71. Aranjuez 10 de septiembre de 1561. — Real cédula: que el Presidente y Oidores visiten la Fortaleza, y vean si hace falta en ella las piezas de artillería de la armada de don Juan Tello de Guzmán, y envíen informe porque el alcaide don Rodrigo de Bastidas ha enviado relación de las piezas prestadas a la armada que quedó destruida por el huracán de 1552, y dice que hacen falta en la Fortaleza las piezas de la armada de Tello de Guzmán. — AGI, Santo Domingo 899. Santo Domingo 17 de septiembre de 1561. López de Cepeda al Rey (capítulo): La Fortaleza tiene necesidad de reparos, y propone se le dé facultad para gastar dos o tres mil pesos de la sisa de la carne para la cerca de la ciudad, «pues todo es cerca y fortalecimiento». — AGI, Santo Domingo 71. Toledo 10 de marzo de 1561. — Real cédula de permisión a toda persona que vaya a Santo Domingo para vivir de asiento, para que pueda meter las armas que necesite para su defensa personal y de su hacienda, libres de derechos. — AGI, Santo Domingo 899. Madrid 27 de junio de 1563. — Real cédula de concesión a Juan García, vecino de Sevilla, para que pueda enviar a vender en Santo Domingo hasta cantidad de dos mil ducados en arcabuces, pólvora, espadas, cotas, arneses, etc., conque pague los derechos establecidos y dé fianzas llanas y abonadas. — AGI, Santo Domingo 899. Alcalá 31 de mayo de 1562. — Real cédula de recomendación de Pedro Martin de Agramonte, vecino de la Yaguana, que había servido muy bien contra negros alzados que asolaron la villa (después contribuyó a la muerte de Lemba); López de Cepeda le había hecho capitán de la villa contra franceses, y éstos, en una irrupción, le prendieron y a su mujer, le robaron hacienda por más de cien mil pesos y le mataron 50 esclavos; la Audiencia le ocupa en el real servicio. AGI, Santo Domingo 899. — La información de méritos de Agramonte, en AGI, Santo Domingo 11. l8.— Por real cédula de 16 de octubre de 1560, ya López de Cepeda nombrado oidor de Santa Fe, fué designado el oidor Echagoián para que tomase residencia al promovido; se recibió el 11 de mayo de 1561, y ya el 8 de junio, se avisó al Consejo que López de Cepeda estaba reducido a prisión en su propia casa; se le acusaba 74 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO de haber usado de mucha lenidad con don Alonso Maldonado, a quien dejó sin castigo. El procedimiento que Echagoián eligió para mortificar cuanto pudiese al residenciado, fué el de tomarse muchos descansos en la pesquisa, conque se hizo notorio que en ello no hacía sino despicarse de sazones viejos. Las quejas del encausado, que así se veía privado de ir a ocupar su nuevo destino, motivaron la orden para ser privado Echagoián de aquella comisión (23 de agosto de 1563), pero llegó tardíamente porque, sabedor el adversario de aquellas quejas, se dió prisa para sustanciar la residencia, y López pudo irse el 22 de diciembre de 1562. Por algunas fatuidades en el hacer de Presidente sin mostrarse al público y a sus colegas como oidor que era, recibó merecido soplo de reprensión, como causante de discordias por puro engreimiento personal. Valladolid 8 de abril de 1559.— Real cédula al licenciado López de Cepeda (documento aquí traído por la referencia de su comisión): que por título dádole para que tomase la residencia del Presidente Maldonado, fiscal, relator, alguacil mayor, receptores, etc. «y proveimos que el dicho licenciado [Maldonado] desde el día que le comenzase a tomar la dicha residencia en adelante no usase el dicho oficio de Presidente hasta que por Nos, etc» y también se le mandaba que durante el tiempo que Maldonado estuviese suspenso, «vos presidiesedes en esa dicha Audiencia como Oidor más antiguo, y que con los dichos Oidores que Nos teníamos proveidos y proveyésemos para ella, hiciésedes audiencia y conociésedes de todas las causas y negocios, etc.»; y ahora se ha visto en Consejo que «vos no quereis traer vara como la traen los Oidores de esa Audiencia, ni hacer las otras cosas que ellos como tales Oidores hacen, diciendo que por ser Presidente no lo habéis de hacer; y porque, como véis, vos estáis solamente proveido por Oidor más antiguo y como tal habéis de presidir, vos mandamos que traigáis vara, y, como Oidor más antiguo, hagáis lo que los otros Oidores de ella, sin querer hacer novedad, presidiendo en esa Audiencia».— AGI, Santo Domingo 899. v «Al licenciado Juan Lopez de Cepeda, Juez de Residencia por S.M. que por su mandato reside en esta Real Audiencia, dos mill e quinientos e dos pesos, siete tomines y quatro granos de buena v 75 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO moneda, que se le devían por un año e tres meses menos dos días que a servido en el dicho officio, desde dos de octubre del año pasado de quinientos e cinquenta y ocho que se hizo a la vela en la ysla de Tenerife para venir a servir el dicho officio, como paresce por fee de escrivano que está en el dicho libramiento, hasta fin de diziembre del año pasado de mill e quinientos e cinquenta y nueve años que a servido el dicho officio, a razon de dos mill ducados cada un año, que S.M. le manda dar de salario con el dicho officio, que montan dos mill e quatrocientos e ochenta e seys ducados, siete y medio tomines, y los seyscientos y veynte e cinco ducados por el tiempo que a gozado del ayuda de costa, que por un mandamiento de la dicha Real Audiencia se le manda dar a razon de quinientos ducados cada un año, de los quales a gozado solamente dos años, como todo paresce por el dicho libramiento».— AGI, Contaduría 1051. 19.— Dos expediciones salieron por este tiempo de Santo Domingo conduciendo gente que podría hallarse en funciones de guerra en el continente sudamericano; la primera cuando presidía López de Cepeda; la segunda en los primeros meses de presidir interinamente Juan de Echagoián, a quien duró la responsabilidad del cargo desde 11 de mayo de 1561 hasta 3 de agosto de 1562. 20.— Fr. Francisco Montesinos, provincial de los frailes dominicos, había llegado al puerto con copia de frailes de su Orden y número de monjas para fundar monasterio, que se hizo, y fué el de Regina Angelorum. Trajo consigo también algunas reales cédulas, unas de comisión para entender en la fundación y establecimiento de un pueblo en las costas de Cumaná para la conversión de indios aruacas por el ministerio pacífico de la predicación evangélica, y otras para que la Audiencia le prestase con toda eficacia los auxilios necesarios de juntar cierto número de vecinos para dicha fundación, gente de armas que solamente hiciese uso de ellas para repeler las hostilidades que los indios caribes intentasen y, porque no hubiese retardo alguno, que el patache que fué de la armada del cargo del general don Juan Tello de Guzmán, se le diese con todas prevenciones y provisiones impreteribles del caso, con que en todo 76 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO fortuito lance contrario al intento de aquella comisión, tuviesen en él abrigo y refugio. Parece que el Provincial llevó consigo hasta cuatrocientas almas en un barco que se fletó o compró, por haberse vendido ya todos los barcos de aquella armada. 21.— Hizo el provincial un centro de aprovisionamiento en la isla Margarita, y porque allí tuvo noticias que su empresa fenecería en sus mismos principios si no se valía de arbitrios transitorios para conseguir todos medios indispensables para que el nuevo pueblo afincase con efecto, asumió por disposiciones de general cuantas cosas fueron condicionadas por aquellos vecinos para contribuir a toda necesidad; como fué el querer cobrar en piezas de indios el valor de cuanto el fraile llevase. Fray Francisco comprometió su palabra de dar indios encomendados a sus favorecedores, y por esclavos aquéllos que en el continente, teniendo catorce años de edad y más, se resistiesen a admitir el tutelaje de las encomiendas. Esta noticia, sabida que fué por los de la Audiencia, y porque no se sospechase que la publicación solemne de aquellas promesas que el religioso hizo en la iglesia de la Margarita estuviese respaldada por los Oidores, fué puesta en conocimiento del Rey, en tiempo que ya había sido despachado el aviso a aquella isla, desengañando a los vecinos de la torcida intención de tal concierto. Así quedó desacreditada la conducta del P. Montesinos, con más cordialidad adversa de parte de los frailes de su provincia, que por protesta de la Audiencia (que en esto guardaba con tesón sus preeminencias), pues ya para estos tiempos, y poco antes que dicho Provincial arribase procedente de España, López de Cepeda, Sánchez de Angulo y Echagoián habían escrito al Consejo que en la isla Monserrat los indios caribes dieron muerte a todos los hombres de una nao que se perdió allí cerca, y retenían mujeres y niños; que dichos indios hacían incursiones en canoas y cautivaban blancos en distintas partes, y que se debían castigar, para lo que pedían licencia de ir a tomarlos para traerlos a la Española, porque esta Isla se hallaba bien desierta, “demás de que poblándose, estorbarían estos pobladores mucha suma de negros que 77 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO por diversas partes en esta Isla andan alzados, lo cual si con brevedad no se remedia….. etc.” Santo Domingo 17 de junio de 1561.— La Audiencia al Rey sobre la maniobra del P. Montesinos, porque «publicó en la iglesia de la Margarita ciertos capítulos para mover alguna gente, en que decía que, por orden de V.M. hacía guerra a los naturales que iba a pacificar, si le resistiesen la entrada, y que los prisioneros o cautivos, siendo varones de catorce años, serían sus esclavos, que les encomendarían los indios y les daría servicio personal y otra cosas bien fuera de la intención de V.M.; y que, por descargo de la real conciencia, habían escrito a los vecinos de aquella isla no tener valor ninguno la declaratoria del dominico.— AGI, Santo Domingo 71. v Carta de los Oidores de 10 de diciembre de 1560, sobre las tropelías de la isla Monserrat. AGI, Santo Domingo 71. v 22.— El 22 de julio de 1561 se apoderó de la isla Margarita el furibundo y endemoniado tirano Lope de Aguirre, quien a sus mismos secuaces mataba cada día. Llena está la historia de asesinatos cometidos en aquella isla hasta salir de allí casi violentamente por la fuga de soldados suyos que con indios y vecinos de la misma isla comenzaron a dañarle. Por algunos de los fugados, o más bien pasados a los españoles en una comisión que el tirano les había dado, el provincial se determinó a hacer guerra para echarle de la isla; no tuvo en ello, aunque mostró haber fuerza para empeñar el ataque, aquella experiencia requerida con que terminar bien el lance en que se había metido; se retiró y después de dar aviso en varios parajes de la costa venezolana, en principios de septiembre entró en Santo Domingo y dió nuevas del mortal infortunio de los margariteños. Hízose, pues, una pequeña armada al mando del capitán Juan de Ojeda que había sido almirante en la de don Juan Tello de Guzmán, y quien llevó consigo cerca de 200 hombres y un equipo de consideración para armar a los españoles del continente, pues se sabía ya que el tirano se había metido en la provincia de Venezuela; sino que en este caso, 78 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO como en otros muchos de aquellos tiempos, las distancias y demoras para tales expediciones eran ocasión de llegarse tarde a dar con los enemigos y sin haber obrado nada porque se allegó a dichas costas ya roto el tirano en Barquisimeto, retornó a esta ciudad el 1 de febrero de 1562. En cuanto a las órdenes libradas en la Corte para sofrenar al tirano, estuvieron en su punto, pero sin efectividad, habiéndosele debelado pronto y con felicidad. v Madrid 7 de diciembre de 1561.— Real cédula: se ordena a la Audiencia que haga armada contra Lope de Aguirre (sin ejecución, por tardía, y la armada ya hecha antes de recibirse esta orden, no fue de provecho por haber quedado debelado y muerto el tirano).— AGI, Santo Domingo 899. Santo Domingo 22 de mayo de 1562.— La Audiencia al Rey: «Con la carabela de aviso, que mandó despachar sobre el acontecimiento del rebelado Lope de Aguire, recibió esta Real Audiencia, con la carta de V.M. las cédulas dirigidas a los Gobernadores de las provincias comarcanas para que diesen lo necesario para la armada que se mandaba despachar contra aquel perverso hombre…. y porque se habrá visto por los despachos que se enviaron con la flota que salió de este puerto por el mes de hebrero próximo pasado de este presente año, cuando el mando de V.M. [llegó], ya estaba despachada la armada contra él por esta Audiencia, y ansí estaba desbaratado Lope de Aguirre y cortada la cabeza, no habría diligencia que hacer», etc.— AGI, Santo Domingo 71. v Madrid 7 de diciembre de 1561.— Real cédula para los oficiales reales de Santo Domingo: que den lo necesario para la armada que debe hacerse contra Lope de Aguirre.— AGI, Santo Domingo 899. v Madrid 3 de septiembre de 1562.— Real cédula: para que la Real Audiencia haga justicia en los presos que tiene, secuaces de Lope de Aguirre; AGI, Santo Domingo 899.— «En lo que V. M. manda sobre el castigo de los secuaces que anduvieron con el tirano Lope de Aguirre, con la presente se envía relación de ello y se ha tenido y tendrá gran cuenta en el castigo de los que en adelante se prendieren, de manera que en estas partes no quede rastro de ellos»; carta de 14 de septiembre de 1563; AGI, Santo Domingo 71. 79 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO 23.— Un día de Dios la ciudad de Santo Domingo fué presa de gran turbación y miedo: en la lejanía del horizonte se vió o se creyó ver un barco grande que, por forma y porte, se tuvo por barco enemigo; debió de ser, posiblemente, un navío de piratas o corsarios, que pasó adelante sin acercarse mucho a la costa. Pero como el miedo siempre es libre y mejor sea siempre precaver que remediar, llegada la noche, corrió voz en grito de que Aguirre estaba en el puerto; y se tocaron las cajas y campanas dando la señal de alarma, y parece que todos acudieron a sus puestos. De este incidente, que debió ser causa de varias descomodidades, carreras, sustos, y salida a los campos en gran cantidad de mujeres y niños, no se dió cuenta al Rey en oficios ningunos; pero se tiene averiguada la verdad por documento indirecto. Diego de Rivera, uno de los tres capitanes de la gente de a pie formada en sendas compañías de civiles aquel rnismo año de 1561, trató en 1566 de hacer valer méritos personales por conseguir del Rey se le tuviese presente en los casos de proveer la Audiencia oficios interinarios de gobernación en las Indias conforme al interrogatorio de una información, una de cuyas preguntas era ésta: “Si saben que asimismo el dicho Diego de Rivera fue nombrado por esta Real Audiencia por coronel de las ciudades de Santiago y de La Vega de esta Isla para defensa de los puertos de Puerto Real y Montecristi, etc”. A una de las preguntas Pedro Vázquez de Ayllón dijo y declaró que éste fue “el primer capitán a quien la dicha Real Audiencia dió conducta porque de antes, aunque se enviaron capitanes, nunca supo este testigo, ni vido, que les diesen conducta como al dicho don Diego de Rivera, y si se las dieran, este testigo lo supiera y viera, por tratar mucho con ellos. . . el cual siempre levantaba gente pagada por si en servicio de S. M., especialmente una noche a deshora que dijeron que estaba dentro del puerto Lope de Aguirre, le vido ser de los primeros que se hallaron en el puerto con los Señores Oidores de esta Real Audiencia, y todo esto este testigo lo sabe porque lo vido ser y pasar ansí”. E1 dato, desde luego, se reproduce aquí al propósito de consignar el documento 80 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO más antiguo hallado con la mención del cargo y oficio de coronel en Santo Domingo, justamente conductor de una columna. v Diego de Rivera, casado con hija de hermana de fray Bartolomé de las Casas; información de méritos y servicios.— AGI, Santo Domingo II. 24.— Por peregrina ha de tenerse la suerte que corrió fray Francisco Montesinos entre sus frailes. Estos habían aceptado de muy buen grado que el Soberano les confiase la fundación de un pueblo sin ruido de armas ni vejaciones a indios, y eligieron religiosos que teóricamente eran partidarios de las ideas sustentadas siempre por fray Bartolomé de las Casas, a quien se debía, desde luego, esta comisión de tanta honra para la Orden. El bando que se había echado en la Margarita de dar esclavos indios a los vecinos que ayudaran en la empresa los había descorazonado, y con mucho empeño pretendieron lo desautorizase la Real Audiencia, y así lo consiguieron. Después de la ineficaz ingerencia para estorbar a Lope de Aguirre sus abominables desmanes, el P. Montesinos hubo de hacer frente al disgusto general de sus religiosos y para ello se echó en manos de los Oidores, quienes, en consideración de que soldados como Juan de Ojeda y sus cabos tuvieron cualesquiera razones para vindicarse de no haber llegado a las costas de Venezuela con aquella presteza que hubiese hecho buenos los gastos de una armada tan inútil como expensiva (se gastaron en ella más de 5.000 pesos), tuvieron a bien dar tanto apoyo al dominico quejoso de sus frailes cuanto bastase para rehuir la responsabilidad que les tocaba en la ejecución de las cédulas reales que anteriormente Montesinos les había presentado, y dejaron que los frailes, por lo que a su fuero atañía, obrasen y resolviesen, hasta quedar el sujeto en estado de acudir personalmente al Rey o conformarse con su mala estrella. Ello es que el Capítulo definitoria1 depuso a Montesinos de su cargo, eligió nuevo Provincial, y acusó al depuesto de cosas gravemente 81 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO opuestas a su buen oficio y decoro de la Provincia; lo encerró en un calabozo y no lo soltó hasta ver que con efecto se iba a España a representar como quisiese. Del caso dieron cuenta los frailes a S. M. a quien bastaba decírsele como a la Audiencia el nuevo Provincial Fray Alonso Burgalés lo explicó, diciendo que “es verdad que S. M. encomendó la demanda (de aquella fundación) al dicho fray Francisco Montesinos por espacio de ocho años, si al Provincial y Capitulo otra cosa no les pareciese; “e porque les ha parescido, estando juntos en Capítulo, que no convenía que el dicho Padre prosiguiese la tal demanda por cosas que son contra la religión y él las ha hecho, cual el Rey nuestro señor no quiere ni es servido dello (antes da a entender que se procure de traer los dichos indios aruacas a la fe de nuestro Redentor por amor y paz y buenos tratamientos, sin escándalos ni alborotos de otras gentes), lo cual el dicho fray Francisco no ha hecho, les pareció que será servicio de Nuestro Señor e de S. M. que no prosiguiese la dicha jornada, etc.” Conque por mucho que se considere qué denso meollo tiene la ley entre frailes dominicos de enjuiciar capitulariter a sus Superiores y despojarlos de su gobierno por perversos o por insuficientes, ya contaban todos con la reprobación general de aquel sujeto que no se allegó a la Margarita sino sabiendo previamente que la mayor parte de los seguidores del tirano estaban por escapársele en pudiendo, y que si hubiese hecho un desembarco por la costa opuesta a la ciudad, hubiera conseguido, con la captura de Aguirre, su perdición segura, habiendo tantos que se hubiesen juntado y con ellos los mismos soldados del tirano, ya que allí mismo donde cometió tantos crímenes hubiera pagado su infernal deuda con la propia cabeza. Cierto que ninguno de los Padres definidores era competente para haberlo hecho mejor que Montesinos, pero el mismo tirano había sido el profeta que, burlándose de Su Paternidad Muy Reverenda, cerró su carta con estas palabras: “No vaya Vuestra Paternidad a Santo Domingo, porque lo tenemos por cierto que le han de desposeer del trono en que está, y para eso, Cesar o nihil”. Y en esto paró justamente Su Reverencia. 82 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Hubiera hecho mejor demostración y salvado de la muerte a dos dominicos que el tirano mandó a asesinar, y no hubiera sido tanto el encono de los frailes, tan sutilmente satisfecho con aquel pretexto de la libertad de los indios. Para tal causa otro debió haber sido el tiempo de su deposición, esto es, antes de su interferencia con Lope de Aguirre. Y ya se sabe que siempre ocurre igual: del árbol caído todos hacen leña..... En Lope de Aguirre el Peregrino…. etc. De Casto Fulgencio López (Caracas, 1947), se reproduce en facsímil la carta del Tirano a Fr. Francisco Montesinos. v El descontento de los dominicos con su Provincial depuesto, e incidencias posteriores, mayo de 1562, en AGI, Santo Domingo 71. El consabido fray Alonso Burgalés, nuevamente provincial, y sus cuatro orondos definidores (los dos de ellos fr. Juan de Bustamente y fr. Antonio Meriño, catedrático que debieron ser del Colegio Universidad de Gorjón, sujetos sin arraigo entonces ni después), tomaron la empresa de los aruacas con aquel fervor que goza de muy subida ley en expresión de pluma, y dijeron al Rey: «presupuesto que ya estamos ofrecidos a este tan arduo negocio por servir a Dios y a V.M.» según carta de 18 de mayo de 1652, AGI, Santo Domingo 71; pero en el hecho (nosotros advertidos que los dominicos también expresaron que «V.M. nos debe favorecer como es justo y principalmente con sus ministros de justicia que muchas veces nos son contrarios»), nada parece que mejoraron los principios del p. Montesinos; pues como el Rey ordenase el ponerse luego competente autoridad en «un pueblo que pobló en Cumaná fray Francisco Montesinos para el efecto que se le había encargado de la conversión de los aruacas», la Audiencia respondió en su carta de 14 de diciembre de 1563 que «por información bastante que el dicho pueblo es poca cosa, por ser una ranchería de hasta diez bohíos, casas de paja, y aún estos vecinos que allí hay, tienen poco asientos»; y como de la misma calidad, «dos frailes que les dejó fray Francisco Montesinos, se han ido de allí» y se había pedido al obispo de San Juan que les pusiese clérigo. En la cuenta de los dominicos, carta de 12 de mayo de 1562, manifestaron al Rey que la obra de Montesinos debía proseguir, porque «según somos informados, en el cual pueblo hay al presente tres religiosos sacerdotes v 83 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO que entienden en la pacificación y conversión de los indios, y el uno de ellos es ido a entender en lo mismo en la isla de la Trinidad por haber en ella muy gran parte de aruacas, los cuales se han bajado allí con la esperanza de nuestra conversación, y tenemos entendido que se vendrán donde está el pueblo de españoles, o cerca de allí»; AGI, Santo Domingo 71. Y todo paró en que, habiéndose allegado a la humana flaqueza de los operarios las frecuentes injusticias de la justicia, que debió ayudarles, primero uno, después los otros dos se apartaron de la brega, y cuadros como éste muchos son en la historia los que se ofrecen en el orden de la conversión de los indígenas del Nuevo Mundo, como abunda igualmente la tenacidad y constancia de los operarios en su alto ministerio todo rodeado perennemente de espinas desgarrantes, aquí por la fiereza o por la doblez de los bárbaros, allí por la penuria, las enfermedades y mortíferos climas, y siempre casi por la perversidad de sujetos que, constituidos en autoridad, tenían el nombre del Soberano en los labios y en la pluma, pero en el corazón bien asentado el odio y el furor contra religiosos no consentidores de agravios a los indios menos aún cuando se pretendía que el religioso desnudo y pobre con su silencio y su pasividad no entorpeciese los hinchimientos de la codicia de tales ministros de justicia. Y bien se presume que el P. Montesinos debió de haber sido, más que sacerdote, aventurero. 25.—Tanto de la Española como de otras gobernaciones de Indias habían llegado al Consejo cartas sobre arribadas de barcos extranjeros que ordinariamente se habían desviado de su verdadera ruta y a título de arribada forzosa eran admitidos a puerto, verificándose todas veces que gente de tales navíos se escondían por los montes y con diversos recatos se quedaban en la Isla o en las partes a que se acogían, hallándose más tarde implicados en negociaciones con sus connacionales; los más de estos llovidos eran portugueses. Dióse providencia para la expulsión de tales sujetos, y en real cédula de 1562, con la orden se expresaron las calidades para expulsar o dejar tranquilos a los extranjeros residentes en la Española y demás partes: extranjeros con diez años de residencia y bienes de asiento, casados con mujeres naturales, sean tenidos por naturales; extranjeros sin 84 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO licencia, casados con mujeres naturales y diez años de vecindad, sean tenidos por naturales; extranjeros sin licencia, mercaderes, no casados, aunque tengan diez años de vecindad, no se tengan por naturales; extranjero no mercader, con diez años o más de vecindad y con bienes, aunque no sea casado sea tenido por natural. Sino que esta orden, con texto ya hecho norma de aplicación para todos casos semejantes, fué rutinaria y estaba en contradicción con otra que daba calidad para hacerse pueblos en la Isla con los extranjeros debajo de ciertas cautelas, y tales cautelas, subordinadas a otras personalísimas, fueron de tan escasa entidad, que ni pueblos se hicieron (con portugueses), ni a extranjeros (portugueses) se puso en aprieto de salir sino en cuanto alguno, por cualquier motivo hecho el blanco de particular intento, era el negro que salía de estrechuras si su causa se definía por expulsión de la tierra. Bosque de Segovia 9 de julio de 1560.— Real cédula, autorizando la fundación de pueblos con portugueses, que tengan 30 vecinos; con que sea a cinco leguas y más de la ciudad de Santo Domingo, pero no en puertos de la mar. Se dan las ordenanzas (17) que deben regir en el hacerse los pueblos. Petición hecha por el procurador Baltasar García.— AGI, Santo Domingo 899. v Madrid 21 de de febrero de 1562.— Real cédula de discriminación de extranjeros ya avecindados en la Isla.— AGI, Santo Domingo 899. v 26.— A una carta de 4 de julio de 1558 sobre tales arribadas forzosas, singularmente de navíos portugueses, los Oidores manifestaron: “parécennos que son muchos los navíos que vienen desta manera y tememos no sea hecho maliciosamente; damos aviso dello”, se respondió con real cédula de 1563: que los navíos extranjeros, especialmente portugueses, que pasan sin licencia a puertos españoles, sean reprimidos con firmeza, y a los que justificaren ser forzosa su arribada, se les despida cuanto antes sin consentirse que ninguno ponga pie en tierra ni descarguen mercadería ninguna. 85 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO v Santo Domingo 4 de julio de 1558.— Los Oidores al Rey: «De dos años a esta parte han venido a esta ciudad algunas carabelas y navíos del reino de Portugal con gente portuguesa y han traido algunos vinos y otros mantenimientos en poca cantidad, los cuales, los más de ellos han aportado a la isla de la Margarita y Borburata, y a la isla de San Juan, los cuales prueban cómo iban al Brasil y San Tomás y otras partes, y que, con tormenta y caso fortuito, arriban a estos puertos; y prueban que era su derecha descarga a otras partes; y en estos puertos donde llegan, los oficiales que V. R. M. tiene en ellos los despachan, pagando allí vuestros derechos reales y vuestro Presidente y Oidores de esta Real Audiencia los dan por bien entrados pagando los dichos derechos…. Parécenos que son muchos los navíos que vienen de esta manera, y tememos no sea hecho maliciosamente; damos aviso de ello a V.M. para que nos mande lo que debemos hacer en ello».— AGI, Santo Domingo 71. v Toledo 27 de noviembre de 1560.— Real cédula a la Audiencia para que sean tratados por todo rigor de ley cuantos extranjeros aportan con sus navíos en los puertos de la Isla con mercaderías sin registrar.— AGI, Santo Domingo 899. v Aranjuez 25 de mayo de 1563.— Real cédula para la represión de portugueses en arribadas forzosas.— AGI, Santo Domingo 899. 86 Capítulo III Presidencia del lic. Alonso Arias de Herrera (1562-1566) 27.— El 3 de agosto de 1562 entró el nuevo presidente Arias de Herrera en su oficio, que mantuvo hasta el 28 de mayo de 1566. Muy re­cientes eran, demás del grave negocio en que en­tendió la Audiencia con motivo de las depreda­ciones y crímenes de Lope de Aguirre en la Margarita y Tierrafirme, los insultos de corsarios franceses en su práctica de rehuir encuentros con españoles, si no tenían fuerzas para enfren­tarse a ellos, o para robarlos, y en los casos de resistencia armada y subyugada, tirarlos por la borda al mar. Quizás más que franceses dieron trabajos las múltiples interferencias que solía plantar entre los señores de la Audiencia, una doña Brígida, mujer del oidor Diego Sánchez de Angulo, porque, sin aparato visible de agencia de negocios, era ella clave de muchas disposicio­ nes de gobierno y también de grandes discordias entre los ministros y alguaciles, sin poderse exi­mir en muchos casos de tal vasallaje, ora gus­toso, ora enojoso, a aquella mujer dominante, el Cabildo de la Ciudad de Santo Domingo. El con­tubernio originado de esta fémina tan “podero­sa” fué puesto en noticia del Rey por el mismo Arias de Herrera, cabalmente el propio día que tomó posesión de la Presidencia, de que puede inferirse que más tarde hubiese de permanecer al margen de tan gran desorden, y por ello sen­tir los efectos de cuantos tan amartelados se hallaban con la Brígida; si así se portó, no le duraría mucho el aprecio de su honra propia, aunque ganase en el de la tranquilidad de espíritu, co­mo viven sin dolor 87 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO ni gozo los que en el ceder del viril empeño de mostrarse como hombres, se amoldan mansamente a los dictados y férula de mujersargento. La amistad de los oidores Cá­ceres y Ortegón con Sánchez de Angulo era en consorcio con doña Brígida, mujer del último, y los tiros contra el oidor Echagoián daban fe de la enemistad que éste mantuvo contra todos los que seguían el batuteo de la “ella”. v Lic. Alonso Arias de Herrera; su título de Presidente en Toledo 22 de enero de 1561; AGI, Santo Domingo 899; Contratación 5090.— El 9 de febrero, por sendos despachos se le concedió: salario de un millón de maravedís y la ayuda de costa anual de 500 ducados; 800 ducados adelantados, en cuenta de su primer salario, para habilitarse; franqueza de derechos en todas cosas que llevase consigo, con que fuesen para su abastecimiento personal; licencia para llevar sus criados y seis esclavos negros que tenía; y una orden para que los Oidores de Santo Domingo desalojen el edificio de la Real Audiencia, si en donde el Presidente había de alojarse, no bastaba para su acomodo y de sus domésticos: AGI, Santo Domingo 899. v Las comisiones dadas en diferentes ocasiones a Arias para que metiese en el cauce de lo normal a los ministros de la Audiencia, se conocen por los siguientes despachos: Madrid 16 de noviembre de 1561.— Real cédula de comisión a Arias de Herrera para que residencie al oidor Sánchez de Angulo.— AGI, Santo Domingo 899. De igual fecha.— Real cédula al mismo: si no resultare cargo grave de la residencia de Sánchez de Angulo después de tomados sus descargos, lo restituya a su oficio de oidor.— AGI, Santo Domingo 899.— (No lo repuso en el oficio). De la misma fecha.— Real cédula, con aviso a Arias de Herrera que se le envía la pesquisa secreta que López de Cepeda hizo de la conducta de Sánchez de Angulo, para que se sirva de ella en la residencia que le ha de tomar.— AGI, Santo Domingo 899. Del mismo día.— Real cédula de comisión a Arias de Herrera para residenciar a los oficiales reales.— AGI, Santo Domingo 899. Madrid 2 de febrero de 1562.— Real cédula: los escribanos, ante quien pasaron los autos de la residencia que el oidor Echagoián tomó 88 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO a López de Cepeda, envíen testimonio de todo lo que tengan en manera que hagan fe.— AGI, Santo Domingo 899. Madrid 8 de diciembre de 1562.— Real cédula a la Audiencia: si al recibo de este despacho Echagoián no ha tomado sus descargos a López de Cepeda, provean que el mismo Echagoián con el oidor Cáceres de Ovando, como acompañado, los reciban en el término de los primeros veinte días de recibida esta cédula, y que den la sentencia dentro de los otros diez días siguientes; y pasados los treinta días, si no lo han hecho, Presidente y Oidores hagan lo que debía haber hecho Echagoián.— AGI, Santo Domingo 899. Madrid 20 de enero de 1563.— Real cédula a Arias de Herrera, para que en la sentencia que se dé a López de Cepeda se junte con Echagoián y Cáceres a fin de que no haya empate de votos (a petición de Cepeda).— AGI, Santo Domingo 899.— Despachos caducados cuando se hicieron. Madrid 26 de abril de 1563.— Real cédula, quitando a Echagoián la comisión que recibió de residenciar a López de Cepeda. Madrid 2 de mayo de 1563.— Real cédula a Arias de Herrera: sobre incidencia de la residencia tomada a López de Cepeda.— AGI, Santo Domingo 899. Madrid 2 de mayo de 1563.— Real cédula a Echagoián: que dé al licenciado López de Cepeda un traslado de la residencia que le ha tomado.— AGI, Santo Domingo 899. Madrid 22 de junio de 1563.— Real cédula a Arias de Herrera; que no apremie ni ejecute a los fiadores de López de Cepeda. Y otra al mismo, de Madrid 4 de julio de 1563, sobre lo mismo. AGI.— Santo Domingo 899.— (Fueron despachos de expedición tardía). Guisando 20 de abril de 1565.— Real cédula, a Arias de Herrera: como hasta ahora no ha enviado al Consejo nada tocante a la visita de los oficios de la Isla como se le mandó por cédula de Madrid 21 de diciembre de 1562, se le manda que envíe lo que tenga obrado en dicha visita.— AGI, Santo Domingo 899. v La carta de Arias, 2 de agosto de 1562, con mención de Brígida Chacón, en AGI, Santo Domingo 71. 28.— Singulares aparecen, entre la selecta caterva de favorecidos por doña Brígida, dos sujetos del mismo apellido y de espíritu de 89 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO hermanos (por primos eran tenidos), Alonso Bernáldez de Quirós y Lorenzo Bernáldez de Lorca. Echagoián los motejó de judíos y sobre ello se hizo una in­formación. El Alonso sabía irritarse a sus tiempos y hacer demostraciones peligrosas, corno la de sa­car su daga y tratar de arrancar contra el pre­sidente Alonso Maldonado; el Lorenzo no se en­cendía ni cuando por pundonor, antes había de estar a perder la vida, cumpliendo el deber, que a perder un ducado; sino que en amasar dineros y otros bienes ambos a dos eran iguales, aunque a Alonso, solamente, en el lenguaje pícaro se le conociese con el mote de Ojo de Plata. Este Alonso, gracias al parentesco que se decía tener con el oidor Sánchez de Angulo (si por ventura con ello quería significarse protección especial de doña Brígida) fué enviado por la Audiencia, aun­que sin el voto de Echagoián, por juez pesquisi­dor de la remisa conducta del gobernador de Venezuela Pablo Collado en el debelar con activi­dad al tirano Aguirre; y, aunque a su vez, residenciado del tiempo de su mando, se le ajustó un fallo de “buen juez”, con ojo de plata todo lo que vió por aquellas tierras podía adquirir, en habiendo tiempo, argentíneo color; sobre lo cual documentos nos intruyen que fué más tarde (doña Brígida igualmente cooperante) “buen amasa­dor de ducados”. v Lorenzo Bernáldez de Lorca fué hijo de médico maese Bernal, quien con su mujer fué expulsado de Cazalla por judíos tornadizos; en 1554 era ya vecino (aunque ausente en Plasencia) de Santo Domingo; en 1586 declaraba tener 60 años de edad. Regidor de Santo Domingo (su pretensión fué de diciembre de 1575, AGI, Santo Domingo 28), hállase su nombre y firma entre los regidores en los años de 1577 a 1590.— Alonso Bernáldez de Quirós, natural de Medellín (Extremadura), estudió en Salamanca y se lincenció de abogado en 1550. Parece que vino a Santo Domingo, debajo la sombra del oidor Diego Sánchez de Angulo, de quien (o de su mujer) era deudo; regidor de Santo Domingo con título de 4 de septiembre de 1560, todavía en 1591 firmaba entre regidores. Enviado segunda vez a Venezuela para gobernar por muerte de Pérez Manzanedo, recibió allí el desquite de su conducta anterior en el haber pronunciado 90 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO cuatro penas de muerte para el gobernador Pedro Collado, porque residenciado por el nuevo titular Pedro Ponce de León, y hécosele cargo de haber tratado y negociado con John Hawkins con la más desfachatada licencia, le envió preso a la Audiencia de la Española, debajo la obligación de presentarse en el Consejo en el término de año y medio, dando las fianzas de 20.000 pesos (y libró auto para el fiscal de la Audiencia). Antes de perimir el término, el fiscal Santiago del Riego hizo la requisitoria para que diese la fianza o fuese preso, sino que todavía un año después de pasado el término, ni el fiscal logró puntada que hacer, ni “Ojo de Plata” exhibió la plata, ni fué a la cárcel; antes favorecido por los satélites de doña Brígida, y hasta con la “autorizada” recomendación de un fray Diego de Contreras, se presentó en la Corte como Procurador de la Española….. – AGI, Indiferente General 5090; Santo Domingo 71, 73, 74. 29.— John Hawkins, inglés, en la Española.— “La centralización del comercio (con las pose­siones americanas) en Sevilla por medio de la Casa de Contratación, organismo creado para la gestión inmediata y el manejo práctico de los asuntos económicos, sobre la base del más rígi­do monopolio, contribuyó a dar pie al comercio clandestino por el alza de precios a que la ex­cesiva demanda de artículos de primera necesi­dad dió lugar por la demora y escasez con que llegaban al mercado americano. En no menor es­cala contribuyeron a este estado de cosas las ga­belas, impuestos y extorsiones de toda índole, unas veces legales y otras arbitrarias, a que el comercio monopolizado ha dado lugar siempre a través de la historia. El resultado no se hizo es­ perar. Con la Organización de las flotas y armadas de guarda, España obligó al corso a buscar.. el comercio clandestino. Lo empezaron los fran­ceses conduciendo hierros, paños y bujería a las Antillas y lugares circunvecinos; los siguieron los portugueses llevando negros de Guinea, solicita­dos por los mineros y agricultores, y lo monopolizaron más tarde los ingleses en su doble papel de negreros y mercaderes”. (A. Romeu de Ar­mas). 30.— Durante la presidencia de Arias de He­rrera vino a tener comienzo esta expansión mer­cantilista de los ingleses en América. 91 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Si los franceses se presentaban siempre hostiles en los dominios españoles, en razón de la enemistad tan prolongada entre las Coronas de España y Francia, los ingleses, al amparo de la paz y amistad con la nación española, luego de mantener en ja­que a portugueses, franceses y holandeses en los mares africanos, y de infligirles muchos daños, teniendo el apoyo y escala en las Canarias reco­nocido este comercio por ambos monarcas, a la sombra de la amistad acabaron de romper el mo­nopolio portugués y comenzaron a debilitar el monopolio español de su comercio en Indias, Cabalmente en los días del reinado de Maria Tu­dor, esposa del rey don Felipe II; la actividad in­glesa, empero, tomó cuerpo a la muerte de aquella reina, en 1558, porque “si hasta entonces los ingleses habían respetado la integridad del im­perio español, a partir de ahora empezaría la ca­rrera desenfrenada de atentados y ataques, que tienen su máxima expresión y símbolo en la figura semi-legendaria de Drake” (A. Romeu de Armas). 31.— Después de haberse ejercitado en el cor­so contra franceses y holandeses en el Canal de la Mancha los hermanos John y William Haw­kins, hijos del navegante William Hawkins, señor de una flota propia, John dirigió sus activi­dades al comercio con las Canarias, haciendo al­gunos buenos tercios a ensayos con miras a mayores empresas contra españoles, y al calor de agentes de su nación en aquella isla y principal­mente con la cooperación de los Ponte, hacenda­dos azucareros de Tenerife. Ya con todas las pre­venciones hechas y con piloto conocedor de los puertos de Santo Domingo, se lanzó al océano con sus cuatro navíos, en que condujo una gran ne­grada, adquirida en robos y en compras hechas en la Guinea, y sin tropiezo ninguno aportó de­lante de Puerto de Plata, como seguro de estar poco menos igual que si se allegara a los puer­tos de Canarias. Era nada menos que el ejecu­tor del remedio de una necesidad extrema entre mineros y agricultores, auxiliados por sus correspondientes en islas, y cartas llegaron subrepti­ciamente a manos de todos cuantos podían sacar provecho de la ocasión, bien antes que la denun­cia de haber ingleses en las costas del Norte he­cha de oficio a la Audiencia 92 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO por el teniente de justicia, alcalde y oficial de tesorero real, Fran­ cisco de Zeballos. Este, en los términos de la de­nuncia y justamente con acuerdo de Hawkins. manifestó que el inglés con sus navíos había arribado con diferentes daños en sus barcos, y que habiendo requerido un puerto para darles carena y seguir su rumbo por los mares, le indicó el puerto de la Isabela, premeditando así que la Real Audiencia tuviese tiempo para enviar capi­tán y soldados bastantes que los destruyera. Hawkins, mediante este acuerdo, hizo estadía en la Isabela y a poco se alargó con un navío a Montecristi, puerto, para ir distribuyendo, con toda facilidad para los compradores de negros, aquella numerosa carga. 32.— Arias de Herrera, con el propio aviso de presencia de ingleses tuvo la norma que había de observar en el nombramiento de capitán que sa­liese a impedir sus contrataciones. Desde los días de Maldonado la facultad de nombrar capitanes de guerra residía en el Presidente, y por la querella de Echagoián de haber sido nombrado capitán quien conocidamente no debía serlo, se reconoce que no en juntas o acuerdos formales se debatió este asunto, sino en un ambiente de segundas in­tenciones llamándose a intervenir oficiosamente cuantos directa o indirectamente esperaban salir gananciosos en la calva ocasión de Hawkins. Arias de Herrera nombró para aquella función al ba­chiller Lorenzo Bernáldez de Lorca. Sus nexos con Alonso, y con el favorecido de doña Brígida y su marido el oidor Sánchez de Angulo, del otro oidor Cáceres de Ovando, y aún de regidores, hacenda­dos y necesitados de brazos en sus estancias y ha­tos, todo inclinó el juicio del Presidente, cohibido y determinado a pasar por títere de una mayoría, o también aprovechado, cuando la minoría, sólo Echagoián, era sujeto sin amigos dentro y fuera de la Audiencia. 33.— Por aquellos tiempos el bachiller Bernáldez residía en términos de La Vega, ocupado en dar con minas de oro en las montañas de Jarabacoa; sabedor de la ocurrencia de negros en puerto distanciado de Santo Domingo, estaba a posta en las inmediaciones 93 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO de la destruida ciudad, donde acampaba el corto vecindario que carecía de haciendas (el terremoto famoso que destruyó la decantada populosa Concepción de la Vega había acontecido el 2 de diciembre del año precedente), y en esta circunstancia de esperar nuevas, según confidencias, recibió el nombramiento en el hecho sin otro retardo que el del término de la distancia. (Hallábase entonces Arias de Herrera en el Cotuí, y nosotros no sabemos por otra vía cuando recibió la Audiencia el aviso de estar el inglés en las cos­tas, ni por qué el Presidente se hallaba en el interior). Hombres tenía Bernáldez, peones, oficiales; se sobraban otros muchos de los a la sazón sin te­cho, y con ellos formó un cuerpo, conforme a la orden recibida de hacer para el efecto una leva, y se dirigió a Montecristi por las sendas conocidas y trilladas, pasó ríos y riscos que en tiempos de labor personal eran fatigas concomitantes para quien en ello se buscaba la vida, pero “en el servicio del Rey nuestro señor” obstáculos espantables salvados en aras del real servicio, con amor y celo hasta perecer en la demanda, obligación primordial de los leales vasallos, dignos, por tanto sacrificio a la gloria del Rey hecho, de las mercedes muníficamente brotantes de sus piadosas manos. v Santo Domingo 13 de febrero de 1563.— Arias de Herrera, Echagoián y Cáceres de Ovando (capítulo): «A dos días del mes de dizienbre del año pasado de 562, entre las ocho y nueve de la noche, ovo en esta cibdad y en los pueblos desta ysla un gran temblor de tierra, que cayeron muchos edificios, ansi en las iglesias y monasterios como en las casas particulares de vecinos, y en especial en la ciudad de la Vega cayó la yglesia catedral que era de piedra la más fuerte y más antigua desta ysla y la torre della, e lo mesmo en la cibdad de Santiago, y en anbos pueblos murieron en un mesmo dia hasta diez y seis personas, y todo sucedió en un mesmo dia y ora en toda esta ysla, con tan gran ruido que fué cosa de mucho espanto y temor, tanto que las gentes se an salido a vivir y poner tiendas en los canpos, y oy dia estan en ellos mucha gente y en las estanzias y heredades, porquel temblor dura más de sesenta días continos y aun oi dia no dexa de temblar, y por el consiguiente hizo mucho daño en otros pueblos y en los yngenios de la tierra».— AGI, Santo Domingo 71. 94 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO 34.— Hízose creer al Consejo de las Indias que para el más efectivo logro del castigo y destruc­ción de ingleses corsarios, aquel cuerpo de valien­tes caballeros, pensando que habían de chocar con negros cimarrones, perseveraron durante fatigosas jornadas (y, vaya que si a las veces avanzaron abriéndose camino por las espesuras a fuerza de brazo y machete) con el más esforzado aliento, sino que por difíciles pasos de ríos, necesidad de a­provisionamientos y otros tropezones graves, las escuadras impensadamente se apartaron unas de otras, y (en la cuenta del capitán de guerra se di­ce) grande suerte fué que el propio capitán Ber­náldez saliese tan bien librado en el dar con ingle­ses, pues si bien no pudo sorprenderlos, dió en al­gunos de ellos y los rindió (a caso hecho dos ingle­ses sirvieron en el juego de gente sorprendida y a­corralada, plan urdido para entonar lo que después se practicó sin otro ensayo); y enterado el capitán inglés del caso, pues por todas partes puso el mismo consabido cebo, de haberse ejecutado todo como se había previsto, mandó a uno de los suyos, que había vivido mucho tiempo en Cádiz (consta que era un Juan Martínez, natural de Cádiz, que había vivido tiempo en Inglaterra), propusiese el canje de todos los ingleses prisioneros por ciento y cinco negros, con que precisamente se le diese licencia para vender otros treinta y cinco que le quedaban. A que se allanó Bernáldez por evitar que se derramase sangre, estando los ingleses tan provistos de armas y gente, previa inspección de sus navíos para estar cierto que solamente tenía 140 negros, que era la carga que había traído con los otros (que antes de habérselas con dicho inglés en virtud de su comisión de defender no hi­ciese tratos y contratos con españoles), ya ha­bían sido echados en tierra y conducidos por com­pradores a sus estancias y sementeras. Y como ciertamente se hizo canje de cuatro ingleses por cuatro españoles y éstos pasaron a los na­víos para comprobar aquella cantidad de ne­gros, y con juramento dieron que ni uno más ha­bía sino los dichos 140, dió la licencia a Hawkins para que vendiese los 35, pagados ¡a derechas! los derechos del rey, y habiendo recibido los 105, “luego allí entregué 95 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO a Francisco de Zeballos, vue­stro tesorero en Puerto Plata”. Sino que el infor­mante en esta parte no explicó qué oficio real hacía en Montecristi el Zeballos en tal ocasión, si bien, después del trato hecho con Hawkins, tanta probidad hubo de haber en el tesorero Zeballos, como en Bernáldez, presupuesto que en discurso (que dió a entender no haberlo escuchado ingle­ses) manifestó a vecinos de Montecristi, Santiago y Puerto de Plata “que ninguno contratase con los dichos ingleses ni les comprasen negros porque serían muy castigados y perderían su dinero, y que no se extrañasen con la licencia que yo les había dado, porque no valía cosa alguna, ni yo la había podido dar, porque mi comisión era para prender o matar los dichos ingleses….” Expresión conminatoria porque entre muchos no quedasen treinta negros; pero Hawkins se sacó después de los oídos, como si fuese cerumen, otros cien negros más (cuatro testigosinspectores y en plan de pesquisa afirmaron no haber más negros que los declarados por el inglés) y los vecinos compraron, por ser notorio a todos que de lo contenido en la licencia para vender treinta negros, a Hawkins “no se le daba nada”, ni a ellos tampoco, siendo los más compadres del negocio, por comprar los ciento y treinta. v A. Romeo de Armas, op. cit., reproduce en Apéndice documental: la licencia que Bernáldez dio a Hawkins para que negociase sus negros, 19 de abril de 1563 (doc. 2): la carta del Presidente sobre este acaecido en los puertos del Norte (transcripción Impresa notoriamente defectuosa), 20 de mayo de 1563 (doc. 3); la carta de Echagoián con explicación contraria a la del Presidente y Bernáldez y Villoria, 4 de noviembre de 1563 (doc. 4); carta, sin fecha, de Bernáldez, explicando su caso y pidiendo mercedes (doc. 5). En la parte resolutiva de la licencia dada por Bernáldez a Hawkins se dice, que mejor no lo dijera un honrado caballero portugués: «Por tanto, por la presente vos doy licencia para vender los dichos treinta e cinco negros con los cargos arriba dichos en tanto quanto yo puedo e de derecho devo e no más, con que los vendays dentro de veynte dias, y dentro dellos vos fornescays e partays, e no lo faziendo dentro del dicho termino, cualquiera vos pueda ofender libremente».— AGI, Santo Domingo 71. 96 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO 35.— Como siempre se haya dicho que “el mundo es de los osados” (y ello se ve cada día, que por un caso en que salen con la cabeza entre los pies, noventa y nueve se la dan con queso a la autoridad que acostumbra a dormir con un pulgar dentro la boca), en este negocio de los hacendados y los Ponte y los ingleses, por no haber para la ur­dimbre de la justificación del deber cumplido, (y arreciante el oidor Echagoián en sus protestas, por campar el inglés a sus anchas largos días después) los hilos convenientes del color para el intento necesarios, si Arias de Herrera creyó que en el en­viar juez pesquisador de todo aquello a la banda del Norte, hacía su deber, los de la trama signific­aron que ninguno más instruido en las cosas de aquella tierra que el propio fiscal, licenciado Juan de Villoria y Acevedo, quien, por ser justamente otro hacendado de buen porte de aquellos términos, habría de sacar y poner todo el negocio en claro. Y así lo hizo, como quien tuvo participación en el reparto clandestino de piezas de negros. Echa­goián, por la ironía de sus hados, lejos de parecer a todos lo que era: seco, adusto, solitario para el a t­ rato frecuente de sus colegas con doña Brígida, fué descrito por misántropo, caviloso y antipático como enfermo del hígado…. El licenciado Juan de Villoria Acevedo fué hijo de aquel Juan de Villoria que tuvo indios encomendados y formando pueblo junto a la ciudad de la Vega, y fué el último pueblo de indios que se deshizo a la muerte de dicho encomendero. El patrimonio del viejo Villoria fué repartido entre sus numerosos hijos, y el licenciado quedó bien hacendado aunque sin indios, y por ello muy falto de negros. Por enfermedad del fiscal titular, Lic. Alonso Estévez, fué hecho fiscal interino de la Audiencia, y lo era antes del 4 de agosto de 1562 porque de esta fecha hay carta del oidor Cáceres de Ovando, en que decía al Rey que quien entonces hacía de fiscal «es pariente de la mayor parte del pueblo», y no convenía que fuera.— AGI, Santo Domingo 71. v Santo Domingo 3 de noviembre de 1563.— Arias de Herrera y Cáceres de Ovando contra Echagoián, dicen que inquieta a sus compañeros haciendo informaciones particulares, y que en esta tierra tan corta tal proceder tiene muchos inconvenientes; y que cuando ha v 97 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO de firmar cartas con los de la Audiencia, siempre pone la salvedad de que habrá él de hacer relación aparte.— AGI, Santo Domingo 71. 36.— Tampoco estos esfuerzos nuevos basta­ban para cohonestar el seudolegal tratamiento da­do a Hawkins, habiendo por medio la nueva inte­ligencia de Bernáldez con el pirata para la continuación feliz de aquellas negociaciones (“válvulas de escape” de la presión contínua y creciente del monopolio de la Contratación de Sevilla), y fué resuelto apoyar por todos medios el envío de Lorenzo Bernáldez a la Corte para vindicarse y reducir al canijo de Echagoián al más despreciable silencio. La nueva treta pasó por la mente de Arias de Herrera debajo el cristal de la conveniencia, y se pusieron en luz dos aspectos de la indiferencia o buena condición del Presidente de no ser acep­tador de personas: por una querella de los regido­res de Santo Domingo se dió a entender a Felipe II que cuando en la sociedad no impera, por de­fecto de la autoridad, la palabra dada a los buenos vasallos de ser premiados conforme a promesa pú­blica, todo redundaba en perjuicio de la repúbli­ca: Arias de Herrera se había negado a dar el pre­mio anteriormente anunciado para los que fuesen descubridores de minas de oro, y el perjuicio ha­bía recaído en los empresarios Bernáldez, a quie­nes Arias lo negó, pretextando que a nadie había prometido nada. Y en otra carta, los regidores que habían dado su voto compulsivamente para que Lorenzo Bernáldez fuese de Procurador a la Cor­te, de que protestaban cuanto en derecho podían contra la intromisión del Presidente, que en el voto en ello su voto era uno. (Corrían los tiempos en que regidores y prebendados, reunidos en número de tres o cuatro (conforme a los bandos que formaban, escribían en voz y nombre de todos los demás, quienes no solían entender nada de lo que en tales cabildos o en juntas hechas en casas particulares, articulaban ser materia conocida y resuelta por todos). Así la balanza justificaba que Beráldez era probo, y como tal había procedido con Hawkins, y que el pueblo, probo también, disentía del Presidente en todos casos, ya tratase mal al bachiller, 98 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO ya lo amparase a despecho de la Ciudad. Sino que todos (contra todos) escribían al Rey verdad, aquella verdad en que apoyaban unos y otros los respectivos intentos para destruir a sus contrarios; y es la reciprocidad que mejor apunta para destruir la sociedad y a ellos con ella. Madrid 14 de marzo de 1562.— Real cédula a Presidente y Oidores: Los regidores de Santo Domingo, contra ley, hacen cabildo fuera de las Casas para Cabildo y tratan negocios personales o particulares, y expiden autos o disposiciones que firman en dichos conventículos como si fuesen resoluciones consistoriales; que se prevenga de la pérdida del oficio a los que continúen con ese sistema y los de la Audiencia estén a la mira de lo que los regidores hacen para aplicarles la pena que se señala.— AGI, Santo Domingo 899. v En real cédula de Monzón de Aragón 15 de septiembre de 1563 se expresan los puntos de la querella concejil sobre la promesa que el Presidente Maldonado había hecho a los descubridores de metales preciosos, diligencias de Bernáldez con la cooperación del minero Andrés Martín, vecino de Nueva España, feliz suceso y negativa de Arias de Herrera; se mandó a la Audiencia que informase sobre este negocio de nuevas minas, quién fué el primero descubridor, cuál la promesa, y qué parte sería bien conceder al descubridor.— AGI, Santo Domingo 899. v Barcelona 7 de febrero de 1564.— Real cédula a la Audiencia: se ha entendido la forma menos legal que se ha tenido en el nombrar Procurador a Corte al licenciado Bernáldez contra el parecer de la mayoría de los del Cabildo, a quienes se ha hecho grande agravio por la compulsión que han padecido; quiere el Rey que la isla esté siempre favorecida por la Audiencia para que en todo logre su remedio; y se manda a estos ministros que en este punto obren en adelante en justicia, y avisen de lo que en ello hagan.— AGI. Santo Domingo 899. v Santo Domingo 4 de abril de 1564.— Carta de Echagoián: Lorenzo Bernáldez va a la Corte como Procurador para excusar a los compradores de negros, dependencia de la comisión a él dada para impedir que Hawkins contratase en la Isla, «y se entiende que le ayuda para su ida en especial Francisco Zeballos, tesorero de Puerto de Plata»; AGI. Santo Domingo 71.— Del mismo, carta de 1 de julio de 1564: Sobre no haberse hecho verdadera relación a S.M. en lo de v 99 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO la elección de Procurador en Lorenzo Bernáldez, «porque la verdad es que fué elegido por Procurador por fuerza y muchos regidores fueron presos hasta que otorgaron poder a lo susodicho, según que más largamente la Ciudad y yo lo hemos escrito».— AGI, Santo Domingo 71. v En la carta de 20 de mayo de 1563, con la relación del caso de Hawkins, Arias de Herrera decía: «La principal causa que ha puesto y pone a esta Isla en la necesidad que está, es que al principio que esta Isla se pobló V.M. hizo merced a los pobladores de ella, para que más se ennobleciese, que los ingenios de azúcar fuesen privilegiados, de manera que en ellos ni en los negros no se pudiese hacer ejecución, ahora que es total destrucción de la Isla, porque no hay hombre de todos los que tienen ingenios, que se apliquen ni quieran aplicar a cosas que convengan a la república; antes de quince años a esta parte las estancias donde sembraban comidas para sus casas y negros, las han deshecho, unos para meter sus negros en sus ingenios y otros para hacerlos de nuevo, y por causa de ello vienen a valer los mantenimientos más caros porque forzosamente han de comprar los mantenimientos de que los pobres se habían de sustentar; lo cual cesaría y hubiera cesado si ellos tuvieran sus estancias como solían, y por esta causa se van subiendo cada día los mantenimientos y el azúcar que vale ya el arroba a ocho pesos y el cuero a seis pesos, y por este respeto envía la Audiencia a suplicar a V. M. sea servido para que en lo de los azúcares y cueros les pueda poner la tasa que le pareciere, pues son frutos de la tierra. También tengo entendido que es perdición de la tierra el poco gobierno que hay en esta Ciudad; y cáusalo que, como de doce regidores que hay, los nueve de ellos son señores de ingenio y tienen hatos de vacas, no quieren entender en cosa que toque a la república como interesante en el negocio, y como los alcaldes son criados por ellos mismos no hacen más de lo que los mismos regidores les mandan, y así anda sin orden la gobernación de la Ciudad, que ha llegado la cosa a términos que, por ver yo andar gente menuda perdida por no haber cazabe y muerta de hambre, y el poco cuidado que tenían de remediarlo la Justicia y Regimiento, he salido yo en persona a buscarlo y a repartirlo por las plazas públicas, para que ellos tuviesen vergüenza y lo hiciesen adelante, etc.» — AGI, Santo Domingo 71. 37.— No quedó tan venturoso el Hawkins. Dos navíos enviados a Sevilla (directamente o por in­termedio de sus amigos en Canarias) 100 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO fueron secuestrados por los oficiales de la Contratación, a lo menos el uno de ellos porque el otro recaló en Lisboa equivocadamente y los portugueses tuvieron un corto desquite: aún se dice que tras las reclamaciones de la Reina Isabel en favor de su vasallo, apretaron el torniquete en España al co­mercio clandestino, y si, como se observa tam­bién que el propio Hawkins entró de incógnito en España para mover palancas ocultas y sacar incólume aquella hacienda, ello fue en los días en que ya Bernáldez estaba en España: y bien sospechoso se hace que ambos personajes que se entendieron bien en Montecristi, no volvieron a verse en cualquier parte de España, si uno y otro comunicaba con los mismos enlaces clandes­tinos: y siendo constante que no pudo faltar al bachiller Lorenzo noticia de que, por muerte de Alonso Pérez de Manzanedo, gobernador de Ve­nezuela, la Audiencia había nombrado segunda vez al primo Alonso Bernáldez de Quirós por go­bernador interino, ya se advierte que el Lorenzo libró bien su suerte por su personal esfuerzo de ir a la Corte (dejósele impune por el utilitarismo administrativo que se derivó de la noticia, por que habiéndose dado real cédula para la Haba­na, y ordenado el 9 de febrero de 1556 que el go­bernador Diego de Mazariegos edificase la Fortaleza, y habiéndose tenido nueva de no haber allá para trabajar sino negros vagabundos, mesti­zos y mulatos, constreñidos a ello so pena de diez pesos que por fuerza pagaban mediante su correlativo de cien azotes, y que por tanta falta se echó mano de los indios de Guanabacoa, se le previno a Mazariegos no servirse de ellos sino a voluntad de los mismos, y a la Audiencia de Santo Domingo se le encargó que luego sin dilación todos los negros que Hawkins había dejado en lu­gar de sus dos hombres y demás negros de aquella barcada, o los que no se hubiesen vendido, los remitiese a la Fortaleza de la Habana, donde hacían no poca falta); y, mejor que el Lorenzo, quedó Hawkins, pues en su segunda salida para Indias, se encaminó a las costas de Venezuela, se dió con Alonso Bernáldez de Quirós, que lo esperaba: se hicieron las escaramuzas de ruegos y avisos del inglés, allegado allá forzosamente por los deterio­ros de 101 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO sus naves en navegación trabajosa (acha­que habitual del que podía por las buenas lo que, si no, había de llevar por las malas), amenazó finalmente y, parando todo en el dictado hecho en Ca­narias, en la Burburata y en el Rio de la Hacha se negoció cuanto para aquellas partes había llevado Hawkins. De éste se ha dicho que se alejó del Continente “sin rumbo ni norte fijo” (A. R de Armas) aunque el cronista de aquella segunda expedición, John Sparke, consignó sustancial­mente que “el pirata se dirigió desde un princi­pio a la isla Española, a donde lo conducía el pro­yecto de adquirir pieles y azúcares para redondear su negocio”, sino que equivocadamente tocó en Jamaica, y de allí enfiló las velas con rumbo noroeste, etc. Y esto tiene apoyo en el ex-oidor Echagoián, quien en carta de 27 de junio de 1565, quejándose de las pasiones de Arias de Herrera y Cáceres de Ovando, señaló el motivo principal de los malos informes que tales ministros enviaron a la Corte, diciendo: que “el fundamento de todas las quejas que contra mí se han formado, fue de haberme pesado de haberse dato entrada a los ingleses que llegaron a Montecristi, a quien el licenciado Bernáldez dió licencia para resgatar: que con la prosperidad que de allí sacaron, volvió agora el mismo inglés con cuatro navíos, y el uno de más de ochocientas toneladas, con mucha artillería y mucha gente y con muchos negros y mercadurías, debajo de este color que viene a vender y no a hacer daño, precisa a que compren de él, y toma el oro, plata y cueros, y les pide carta de pago, como lo ha hecho en Burburata y tierra de Venezuela, que, ciertamente, no es de creer el oro que lleva así en barras como en polvo de aquellas tierras, a donde el licenciado Bernáldez, primo del dicho licenciado Bernáldez que fué por Procurador de esta Isla, vino sesenta leguas a estar con el inglés, y le dio licencia para rescatar, lo cual contradijo uno de los oficiales de V.M. de aquella tierra, y el dicho gobernador compró esclavos; y otras cosas se dicen…” Donde él “volvió agora el mismo inglés”, no envuelve que recaló en la Española, sino que aquella vuelta fué a estas Indias; y se deja aquí asentado para cabal inteligencia de que, por azar, los hacendados 102 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO de la Española que esperaban un nuevo refrigerio de mercancías y esclavos por las mismas vías que antes, se quedaron esta vez en cruz y en cuadro. Había terminado el sainete aparentemente. Richard Hawkins, hijo de John, declararía muchos años después que si entró en el ejercicio de la piratería, “fué por el daño que había recibido su padre en dos naves de españoles desde la isla de Santo Domingo a Sevilla, que podrá haber veinte y seis o veinte y siete años, a donde le fueron tomadas dichas mercaderías”. Al cabo también, Francis Drake, compañero de John Hawkins en dos de sus viajes a Indias, reanudó el sainete primero, pero ya cambiado por las galas siniestras de la tragedia, en 1586…. La carta de 27 de junio de 1565: AGI, Santo Domingo 71. Madrid 3 de octubre de 1562.— Real cédula a Presidente y Oidores: que los esclavos tomados por perdidos, sean enviados a la Habana para la labor de la Fortaleza que allá se hace.— AGI, Santo Domingo 899. Monzón de Aragón 10 de diciembre de 1563.— Real cédula: que el Presidente y Oidores envíen a la Habana los 105 negros que Lorenzo Bernáldez sacó de ingleses, y si se han vendido algunos, los que queden, por hacer falta peones en la labor de aquella Fortaleza.— AGI, Santo Domingo 899. v La justificación de inteligencias entre comerciantes de Canarias con hacendados de Santo Domingo se reconoce del nuevo estado de comunicación establecido en aquellos mismos años, en fuerza de diferentes despachos, de los que se han espigado algunos. El embajador español en Londres, carta de 21 de julio de 1567, aludiendo al primer viaje de Hawkins, decía: «A lo que puedo entender, no son sólo los ingleses los que hacen que estas jornadas se pongan en ejecución, sino también algunos españoles “que están en las unas y las otras islas”, con los cuales deben tener sus pláticas para ganar los unos y los otros, y destas suelen resultar mayores inconvenientes; y si no hubiese quien solicitase a estos [ingleses] y los encaminase a las islas, no habrían comenzado estas navegaciones»; cita de A. Romeo de Armas), a saber: Santo Domingo 3 de marzo de 1554.— El Presidente Alonso Maldonado al Presidente del Consejo (capítulo de carta): «De las v v 103 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Islas de Canarias han venido aquí dos carabelas y han dado aviso que, aunque allí se quieren cargar algunos navíos para estas partes, no se les consiente. Conviene que V.S. provea que en esto haya libertad y no haya novedad, pues hasta agora no se ha visto cosa semejante; y aunque hubiera habido alguna prohibición, convenía que agora se permitiera que se pudiera allí cargar navíos para estas partes para que lo que S.M. acá tiene, se pudiese conservar, porque la necesidad que acá se pasa a causa de no venir navíos como otras veces, no lo podría decir en ésta a V. S. ».— AGI, Santo Domingo 71. Santo Domingo 15 de junio de 1556.— El Cabildo secular al Rey: sobre las necesidades recibidas, «tenemos por cierto que V.M. teniendo lástima de la congoja y estrechura en que pusiera a esta ciudad la necesidad y obligación de pagar alcabala y almojarifazgo, nos quiso hacer libres de esta carga, así también, teniendo compasión de la grandísima falta y necesidad que padecemos de cuantas cosas son necesarias para sustentar la vida, nos hará de merced que hemos pedido, dando licencia para que a esta isla vengan navíos de todas partes de los reinos de V.M.; esto nos es tan necesario que, no haciéndosenos esta merced, estamos en esta isla como presos en ella y condenados a comer por onzas, demás del daño grandísimo que recibimos de no haber navíos que nos lleven a Castilla la cosecha y fruto de nuestras haciendas, de lo cual se sigue que nos perdamos todos. Tenemos también confianza en V.M. que, viendo que en esta isla no hay quien labre la tierra sino negros, y que, no labrándose, cuantos en ella estamos quedamos perdidos y sin haciendas, dará asimismo licencia general para que, libremente y sin licencias particulares de V.M. pedimos es muy necesario para el bien y conservación de esta tierra, estas dos cosas son las principales, y tan principales que sin ellas así se acabaría un hombre si le quitasen el mantenimiento; porque de no venir navíos y de no venir negros, no se sigue otra cosa sino que nos falte el sustentamiento necesario para vivir, y juntando V.M. estas mercedes con la que nos ha hecho de la libertad de la alcabala y almojarifazgo….», etc. (Firmada de los regidores Diego de Guzmán, Alvaro Caballero, Juan del Junco, Gonzalo Fernández [de Oviedo], Alonso de Peña, Juan Caballero Bazán, don Cristóbal Colón, Juan Caballero de la Puebla, Juan de Gudiel y Hernando……).— AGI, Santo Domingo 74. Valladolid 16 de junio de 1556.— Real cédula de concesión de comercio con las Indias a favor de los vecinos de Tenerife y extranjeros 104 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO con diez años de residencia en aquella isla o en las Indias, durante cuatro años, dando fianzas y guardando la forma que se observaba en Sevilla, «con tanto que no podáis ni puedan llevar esclavos ni otra cosa alguna de las prohibidas», y con que los navíos «volverán derechamente con el retorno que de ellas trajeren a la dicha ciudad de Sevilla…. y que asimismo no llevarán en los dichos navíos a persona alguna, de ninguna calidad que sean, para quedar en las dichas Indias, ni más personas que aquéllos que fueren menester para el servicio y navegación del tal navío, y que traerán testimonio cómo son los mismos, por sus nombres, e información de los que hubieren muerto, y que no consentiréis que otro ningún vecino ni persona así de la dicha isla como de otras cualesquier partes, carguen ni lleven cosa alguna desde esa dicha isla a las dichas Indias so color de esta merced», con otras condiciones que se expresan. Este despacho se sobrecartó en otra real cédula de prorrogación por otros cuatro años, de Madrid 4 de agosto de 1561.— AGI, Encinas, Cedulario Indiano, 3, 195. (Otra, de 14 de julio de 1561, contra la clandestinidad de paso a las Indias y declarando que solamente los extranjeros con diez años de residencia y casados en España o Indias con mujeres naturales de España o Indias son los reputados por naturales legalmente; Encinas, III, 203.) Valladolid 8 de agosto de 1558.— Real cédula: con motivo de que vasallos y portugueses cargan en Sevilla so color de ir a vender en Canarias y, dado que algo vendan, siguen viaje a las Indias y llevan pasajeros, defraudando así los reales derechos y pasando a Indias personas prohibidas; se ordena que ninguna persona pueda pasar a Indias sino por los trámites directos de la Casa de la Contratación, o del oficial de la misma casa residente en Cádiz, «y mandamos a las nuestras justicias y oficiales de cualquier de las islas o provincias de las dichas nuestras Indias que, si de las dichas islas de Canaria se llevaren a aquellas partes algunas mercaderías y otras cosas que no sea de las de la labranza y crianza de las dichas islas, las tomen por perdidas; asimismo se manda a los gobernadores de la Gran Canaria, Tenerife y la Palma y a los regidores y escribanos de estas islas «visiten los navíos que de ellas salieren para las dichas nuestras Indias y si hallaren que se cargan y llevan algunas cosas y mercaderías que no sea las de la labranza y crianza de las dichas islas, o que las llevan personas que no son vecinos y estantes en ella, las tomen por perdidas». Esta cédula, después de rechazada la pretensión canaria de gozar de la licencia 105 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO antigua de dar pasaportes personales para Indias, fué confirmada en otra de Valladolid 4 de marzo de 1559; y ambas por otra tercera del 17 de marzo.— Encinas, op, cit., 3, 198. Valladolid 3 de octubre de 1558.— Real cédula para que Baltasar García, procurador a Corte que retornaba a la Isla, pueda llevar consigo cien casados y solteros de las islas Canarias, con las calidades que se expresan.— AGI, Santo Domingo 899. Valladolid 15 de octubre de 1558.— Real cédula a los Gobernadores de Canarias para que favorezcan a las familias que quieran ir a Santo Domingo con Baltasar García.— AGI, Santo Domingo 899. Valladolid 15 de octubre de 1558.— Real cédula a la Audiencia de la Española: A todos los que fueron a poblar la isla, den tierras bastantes, a saber: mil fanegadas de tierra a cada uno sin perjuicio de tercero, si son agricultores o quieren dedicarse al cultivo de la tierra, con que lleven mujer, hijos y casa; o mil fanegadas, y de ahí abajo «y no en las tierras que al presente tienen y poseen los vecinos de esa Isla, para que las tenga y goce la tal persona y sus herederos y sucesores, o aquél o aquellos que de él hubieren título, razón o causa, para siempre jamás, sin jurisdicción alguna, y tengan facultad de dehesar la cuarta parte de las dichas tierras para los ganados de la labor que tuvieren para el dicho heredamiento, poniéndoles las condiciones que vos pareciere».— AGI, Santo Domingo 899. Toledo 2 de abril de 1560.— Real cédula: Baltasar García, habiendo visto la cédula (arriba inmediatamente aquí enunciada), pidió que, en lugar de mil fanegadas se diesen dos mil, tanto a los vecinos que quisiesen dedicarse a la agricultura, como a los que nuevamente vayan a la Isla; ordénase a la Audiencia que entienda que la concesión queda firme en las mil fanegadas para unos como para otros, «y más, si pareciere conforme a la calidad de las personas, y que esta cédula se pregone» en España y Canarias y demás partes donde convenga.— AGI, Santo Domingo, 899. Toledo 6 de abril de 1560.— Real cédula: que Baltasar García, habiendo sido despachado en carabela con criados y gente labradora recolectada por él, pueda ir a Santo Domingo sin esperar ocasión de flota.— AGI, Santo Domingo 899. A principios de 1564 quedó expedita la nueva planta del registro de navíos entre la Península y las islas Canarias y las Indias españolas, al cuidado de un juez oficial para la expedición de dichos navíos, y por real cédula de Monzón de Aragón 17 de junio del mismo año, se dio 106 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO aviso de todo a la Audiencia de Santo Domingo, previniéndosele que, para quitar la frecuentación de navíos sin registro y de cualesquiera otros barcos extranjeros que tratasen de meter en la Isla mercancías y frutos procedentes de la Gran Canaria, Tenerife, La Palma y Fuerteventura y que no fuesen frutos de las mismas islas, todo navío de Canarias que no llevase los papeles del juez oficial (Francisco de Vera) residente en La Palma, se tomase por perdido, y se indagase quienes eran sus fiadores para sacárseles las fianzas. Orden que se repitió en real cédula de El Pardo 19 de octubre de 1566, con aviso de haberse creado otros dos jueces oficiales más con otras dos oficinas (las respectivas señalaban en Gran Canaria, Tenerife y La Palma), a quienes tocaba el cargar y despachar las naos con los frutos de las expresadas islas y de la del Hierro y la Gomera, ya con licencia para negociar con Indias; Encinas, Cedulario Indiano, 3, 197; 3, 223. El Escorial 28 de octubre de 1565.— Real cédula a los oficiales de Canarias, avisándoles de lo concertado con Diego de Hermosilla para llevar labradores que fomenten la villa de la Sabana, y le dejen salir con el barco y flete que él concierte en las islas.— AGI, Santo Domingo 899. El Pardo 19 de octubre de 1566.— Real cédula, modificando la de 14 de mayo de 1561 en la licencia de negociar los vecinos de Canarias y extranjeros con diez años de residencia con los moradores de Indias, por los contínuos quebrantamientos de las ordenanzas; comprende este despacho otras 20 ordenanzas, y la 8va y 9na dicen así: «Item, que los dichos nuestros jueces oficiales no consientan cargar al salir de las dichas islas para las nuestras Indias a ningún extranjero de estos nuestros Reinos, ni a portugueses, aunque diga y pruebe que ha diez años que anda en la carrera de las Indias, ni le den despacho, ni consientan pasar so color de maestre ni piloto, ni por otra manera ni razón alguna que ser pueda.— Item, si aconteciere que el tal portugués u otro extranjero maestre o dueño de algún navío, visto que no lo dejan pasar, o por otro respecto, vendiere o trocare el tal navío en algunas de las dichas islas de Canaria, que no pueda el tal portugués o extranjero ir en el dicho navío que así vendió, ni en otro, por maestre o piloto, marinero, o en otra manera alguna, a las dichas nuestras Indias, aunque él o el que hubiere habido el tal navío…..», etc.— Encinas, op, 3, 202. El Escorial 28 de mayo de 1567.— Real cédula: los oficiales de la Gran Canaria, Tenerife y La Palma den paso a las Indias a los 107 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO vecinos de islas que muestren la licencia que para ellos tengan ya de los oficiales de la Casa de la Contratación.— Encinas, op, cit. 3, 221. Aranjuez 18 de febrero de 1574.— Real cédula: habiéndose representado al Rey que eran muchos los que de Canarias se pasaban a Indias para avecinarse en ellas, y era ya peligroso dejar salir a tantos de islas, que, como en frontera de enemigos, no sólo necesitaban de sus moradores sino de todo auxilio de fuera para poder defenderse, se suplicó mandamiento de no dejar salir a los que tratasen de no volver más; y «visto en el nuestro Consejo de las Indias, lo he tenido por bien, y os mando (al juez oficial de la Gran Canaria, Pedro de Escobar) que no dejéis ni consintáis salir a ningún vecino de esa isla para ir a las nuestras Indias con intento de se quedar en ellas; y si algunos de ellos llevaren licencias nuestras para ello sin que se haga mención que son vecinos de esa isla y de esta prohibición, las obedeceréis y suspenderéis el cumplimiento de ellas».— Encinas, op. 3, 221. Sino que todo este buen arreglo para aliviar la miseria de la Española cayó debajo la inspección y las uñas del monopolio sevillano, y en Santo Domingo se correspondió sin lealtad a estas providencias. Y esto basta para que se conozca la cooperación que piratas, canarios e íncolas de la Española tenían en sus negocios al tiempo de aportar en los puertos del Norte el pirata Hawkins. 38.— Semejante al deber de la Audiencia en la represión del comercio ilícito con extranjeros, era el de los oficiales reales para impedir la en­trada fraudulenta de negros y mercaderías; vi­gilancia que los obligaba a subir y permanecer a bordo de los navíos antes que otro alguno, y, cual que fuese la condición del tiempo, estar al a­gua, al sol y al aburrimiento más pesado y enojoso, cuando alguna treta se recelaba; solía haber su contraparte entre la gente del barco, que en el pestañear aquellos ministros hacían de las suyas lindamente. Tolerábase esta pensión, ya fuese en el rio, o ya en el recaladero exterior (si los navíos por su mucho porte no podían entrar y eran tiempos en que si la barra no daba paso a los barcos de calado regular, tampoco era fre­cuente usar de la industria de limpiarla y ahon­darla); pero el ir a la bahía de Ocoa, y propia­mente a la gran 108 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO ensenada de Puerto Hermoso, y llegar después que tal o cual navío limpio estaba de toda fiscalización aduanera (siendo corriente que tales barcos buscaban refugio allí por huir de piratas, o capear los malos tiempos), se les hizo insufrible recordándose, vez por vez, que antigua­mente y a costa de Real Hacienda tenientes de oficiales reales (sujetos encartados en manejos ocultos y tan bien escudados de oficio) cumplían con tanta carga sin hacer el deber, pues hasta el fiscal de la Audiencia, por aquellos tiempos con cortas atribuciones y ningunas preeminencias, no hacia su oficio hasta recibir requisitoria de la Audiencia o de los oficiales reales, y aún así, se movía cuando el maná del cielo estaba recogido ya por venturosos hijos de Dios. No era del caso que los oficiales reales pidiesen al rey la re­vocación de una Real cédula de 7 de diciembre de 1537, por la que se mandó que los cargos compro­bados a los tenientes de oficiales reales, cayesen y se vindicasen en los propios oficiales, no en sus tenientes; y los de este tiempo, dando vueltas al asunto, premeditaron que por ordenación real, ya que en Ocoa no había quien vigilase maniobra ninguna en los barcos nacionales, se quitase del todo y cerrase aquel puerto, por ser notorio que más negros y más mercaderías se echaban en tie­rra por aquella parte de una sola vez que du­rante el año por el puerto de Santo Domingo. 39.— Apenas podrá darse, durante siglos, que expedientes levantados sobre cualesquiera materias, aparezcan desde el principio justificados que a primera vista se reconozcan en estado de merecer atención cumplida; no faltan, pero son raros. En esta misma falta se basó siempre la di­lación en el Consejo de las Indias para atender re­clamos de oficio, y se solía acudir al manoseado recurso de pedir más entera información, de que resultaba frecuentísimamente la razón de no eje­cutarse lo mandado, por llegar la resolución cuan­do los actores estaban desplazados, o eran difun­tos. Esta petición de los oficiales reales sobre materia de ocurrencia permanente. Visto que para determinarse el punto, faltaba el parecer de la Audiencia, se dió orden a ésta para que en junta con los oficiales reales, se deliberase 109 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO de suerte que en atención a las dificultades para re­montarse la barra del Ozama durante las gran­des marejadas y ser la boca del río tan peligrosa por nada profunda, se enviase arbitrio que no fuese en perjuicio de las embarcaciones, conque justamente, con la prohibición de detenerse barcos en Puerto Hermoso, no se les quitase el be­neficio natural del abrigo. Y por carta del 1ro de noviembre de 1563, firmada por Presidente, oidores y oficiales reales, luego de reproducir los mismos considerando a ellos referidos, respondieron: “Y así parece que convendría que los navíos que viniesen sin flota y sin general, que entrasen en el puerto de esta ciudad, porque los que trajesen general, él mirará lo que conviene al ser­vicio de V. M. y de entrar en este puerto no hay inconveniente alguno más de que las naos que fueren mayores de trescientas y cincuenta toneladas no podrán entrar aquí, y esto cesaría con que no se diese licencia que venga navío mayor de las treescientas toneladas sin flota, o [que ven­gan] urcas, aunque sean de más porte, porque estas demandan poca agua”. El puerto de Ocoa siguió abierto y expedito para las embarcaciones españolas; no podía ser sino así, por razón de las flotas, en las que siempre había dificultades y tropiezos para hacer el oficio. Pues como escri­biesen los oficiales reales (22 de abril de 1572) que siempre enviaban a Ocoa persona de satis­facción con oficio de estar allí mientras estaban surtas las naves, pero que los generales de flota y capitanes de barcos no los admitían, ni consentían hacer diligencia alguna para la ejecución de lo mandado, y que por ésto acordaron que, turnándose, fuese uno de ellos en persona, aunque para obviar las diferencias que ya se habían reconocido, este plan se abandonó; por Real cédula de 21 de agosto de 1572, se mandó que ejecutasen tan buen acuerdo, sin tratar de registrar los barcos, atentos solamente a decomisar y a embargar cuanto saliese de los navíos y procurando a la vez impedir la entrada de persona alguna de la tierra. Lo que se recoge en estas líneas porque, llevando el ministril una corta escuadra de hombres armados con que reforzar la ejecución del real servicio, tanto servían las armas que llevaban 110 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO como si fuesen de palo. No se ha dado con incidencia grave entre tales soldados y la gente española marinera, que por conveniencias mutuas camaradeaban y ranchaban siempre fraternal­mente, y por muchos ojos que los de la tierra tu­vieran para celar, los del agua abundaban en arbitrios para dejarlos, en lances eventuales, gustosos camaradeaban y condumiaban siempre fraternalmente­. Bosque de Segovia 10 de agosto de 1562.— Real cédula; que los oficiales reales envíen relación de los inconvenientes que hay de que navíos sueltos entren en la bahía de Ocoa, por razón de llevar esclavos sin registrar, y porque como no hay población allí, los fraudes se recelan cada día, y “dizque” la Audiencia no puede remediarlo porque los maestres llevan en su instrucción que no aporten a Santo Domingo sino a Ocoa, y como los navíos que van a la Nueva España dejan allí mercaderías sin registro y pasajeros sin licencia; que informen sobre todo esto y den su parecer para aplicar el remedio más conveniente.— AGI, Santo Domingo 899. v Madrid 5 de marzo de 1565.— Real cédula a la Audiencia: Juan Caballero Bazán, con un ingenio de azúcar cerca de Ocoa, ve a la contínua que navíos que llegan a Ocoa, descargan mercaderías y pasajeros sin registro ni licencia, y ha pedido se le dé el oficio de visitador local de las naos para impedir, etc, y llevar cuenta con todo lo que se hace por parte de los navíos; que informa la Audiencia de la conveniencia o de los inconvenientes de la creación de ese oficio, y si es verdad que se hacen tales descargas en aquel puerto.— AGI, Santo Domingo 899. v Madrid 2 de abril de 1565.— Real cédula por la que se ordena que debe darse al Fiscal de la Audiencia los testimonios que pidiere en razón de su oficio, porque se tiene entendido que muchas veces se le niegan. Dependencia: Entendiendo los Oidores que el fiscal pedía para entender de persecución de rescates o contra paniaguados, negaban de plano lo que pedía, y por otras vías trataban de inutilizar su oficio, no dándole a entender nunca asunto sobre que pretendiera introducir acción sino que en todo debía conformarse con lo que los Oidores determinaran cuando les convenía echar la ojeriza sobre la persona del mismo fiscal.— AGI, Santo Domingo 899. v El Pardo 21 de agosto de 1572.— Real cédula (mencionada arriba) con referencia a la carta de los oficiales reales de 22 de abril v 111 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO del mismo año; AGI, Santo Domingo 899.— De la misma fecha: Real cédula a la Audiencia sobre envío de una providencia acerca de la entrada de navíos en Ocoa, y para adelante se dará la providencia definitiva (y era respuesta a carta de la misma Audiencia, de 2 de abril de aquel año); AGI, Santo Domingo 899.— Tal providencia no se dio porque en Real cédula de 13 de mayo de 1577, se respondió al Presidente doctor González de Cuenca que, sobre lo que avisaba de que en el puerto de Ocoa entraban navíos fuera de flota y soltaban mercaderías, y que por lo despoblado no podía averiguarse nada, que continuase en ir sabiendo cuanto fuera ocurriendo.— AGI, Santo Domingo 868, lib. 3, f71. 112 Capítulo IV Presidencia del lic. Alonso Arias de Herrera (1562-1566) (Continuación) 40.— Como el contrabando (forma del comercio ilícito que solía correr pareja con la transgresión de tratar y contratar con naciones señaladas en grado de prohibición, y singularmente con naciones enemigas) siempre fué y siempre será la réplica usual a todos sistemas económicos-administrativos, lo mismo se trate del más liberal que del más restricto, no es en sí sino la propia libertad natural de todo hombre para negociar sus bienes (que aquí se entiende sin distinción de propios, o poseídos), aunque de espaldas y en clase de infracción de leyes establecidas por los hombres para su gobierno social y político. Debiéndose tener un ojo sobre el contrato de lo prohibido con sujeto prohibido, y otro ojo sobre el peligro adviniente por causa de la transgresión de las leyes, siendo a la vez el provecho inmediato y la sanción legal problemática, danse todos los casos de violación de la ley, ora por la misma negociación de menor cuantía, ora por la sorpresa con que se obra; ya por la ausencia de todo vigilante, o ya por el soborno, como también por el miedo de resistir al incentivo de la compulsión que a la corta o a la larga hace mayores daños que la misma pena señalada por las leyes. En este caso se hallaban siempre los moradores de pueblos y campos de la banda del Norte de la Isla, región poco menos que despoblada, faltos de la asistencia de navíos para recibir y para embarcar sus frutos, sin nada del regalo de la vida, pobres enteramente siendo ricos por obra de solo la naturaleza, y con trabas tan estrechas para medrar al amparo de la ley, como libres y 113 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO licenciosos para consumir con todo recato cuanto allegaban a cambio de las mercaderías de la tierra (oro, cueros, azúcares, etc.) apetecidas por tratantes advenedizos, que les traían brazos para trabajar sin más fatiga que no fuera la padecida y sufrida por negros africanos. Todo el que pone su mano en este género de arado, si gobierna con suerte la reja, se torna empedernido: témplale en el ejercicio del propio celador de la ley que, por la honradez del puesto que la confianza del Rey le ha confiado, no puede dejar de ser honrado, y, con efecto, honra recibe en recibiendo gajes, no por el oficio, sino por dejar de ejercitarse en él honradamente. El ejemplo de los mimados por su propia osadía y desparpajo y la necesaria dependencia que con ellos guardan los ministriles que llevan el peso de la maniobra con remuneración no proporcionada a la ganancia de tercero ni al peligro propio, crían nuevos contrabandistas que, durante cualquier especie de unión, se cubren las espaldas mutuamente, y en el de la desunión, se destruyen a tiros. 41.— Las leyes prohibitivas y penales sobre comercio ilícito, inefectivas las más de las veces por lo que arriba está dicho, recaían sobre los va­sallos del Rey, no sobre los extranjeros, menos aún si eran enemigos; como enemigos debían ser tratados todos los extranjeros que quisiesen negociar y comerciar con españoles sin los requisitos pro­venidos por leyes; fuera de tales leyes, ninguna permitía al vasallo semejante trata, y si ésta se practicaba conforme a tretas, o los vasallos hacían las suyas conforme a la condición perentoria de la brevedad, o los extranjeros imponían su volun­ tad por la fuerza, asaltando, robando, matando, destruyendo por el fuego lo que no podían llevar consigo. Quizás acá o allá, cuando los ladrones del mar se presentaban en puertos de corta y precaria formación con aire de meros mercaderes, habien­do de salirse con las suyas, cometieron sus grandes excesos después de requerir una, dos y tres veces a los poblanos; quizás acá o acullá, sorpresivamen­ te, se lanzaron a la ofensa por falta de cumpli­miento hecho en un ayer para un mañana; lo cierto es que si acontecía llegar por la mar el merca­der, nacional o extraño cuando por tierra estaba a la vista 114 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO o se acercaba un juez de comisión cono­cidamente insobornable, o de otra manera el tiempo no daba espacio para armarse la tramoya y que­dar con los guantes limpios, lo que era señal de alarma para la comunidad tranquila al uso de los tiempos (el disparo de una corta pieza de artillería cargada solamente de pólvora), fué a la vez, en la clave clandestina entre autoridades locales y corsarios, la de apartarse y seguir la ruta el corsario a la vista, por ser más ventajosa a todos esta simulación que no el revolverse, unos contra otros los amigos. Cada incidencia de esta clase, puesta en letra, abonaba cumplidamente la información hecha al soberano; los corsarios, en viendo cómo la población se llamaba a las armas para la defensa del Rey nuestro Señor, huían, y el pueblo así había dado testimonio de su lealtad inque­brantable; e suerte que con cincuenta años de hacer frente a los enemigos en encuentros semejantes, un Visitador hubo de notificar al Consejo de Indias que de hacerse castigo en los contra­tantes, en solo la ciudad de Santo Domingo, a donde nunca se dió el caso en el siglo XVI que este comercio clandestino se verificase en haz ni en paz entre ambas partes, fuera necesario poner en prisiones a los de la ciudad, o convertir toda la ciudad en cárcel; hipérbole llanísima, porque halló entre los indiciados de comercio ilícito, religiosos, abogados, alguaciles, regidores, y otros, y todos se valían de terceros varios, si se trataba de individuos; porque en atención a las poblaciones de la Isla, sarcásticamente la Yaguana fué denominada población inglesa y obediente a la Corona de aquella nación, por la generalidad y persistencia de sus moradores en negociaciones con ingleses, habiéndose enviado por los prepotentes de aquella villa un comisionado confidencial a Londres para encauzar los tratos y contratos bajo de cautelas proporcionadas a la elusión de responsabilidades judiciarias. 42.— No toca en estos apuntes enumerar la su­cesión de todos los actos de contrabando y pira­tería que consignan los documentos pertenecien­tes a la Audiencia de Santo Domingo, por come­tidos en su mismo distrito; ello sería materia propia de la historia de la piratería en general; aquí se reúnen los que se hicieron en las costas 115 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO y puertos de la Española. El espíritu de temor, y aún de terror, que entre los nuestros hubo desde el principio y a partir de 1528, estuvo alimentado de las noticias corrientes que la Audiencia reci­bía de los gobernadores y oficiales reales del dis­trito, y era divulgación corriente, como que en todos los casos de envío de juez que averiguase los hechos ocurrentes de tratos con extranjeros y eje­cutase las penas, sobre todo las pecuniarias, en los incursos en tales tratos, se levantaron comenta­rios de todo color, por ser muchos los que invoca­ban el real servicio y pocos los elegidos y nombrados que no volviesen a casa con las tripas de la bolsa privada bien sacada ya de mal año. Tal provecho (que necesariamente tocaba a los minis­tros de la Audiencia, y de cuyas apelaciones se es­peraban siempre ingresos legales y gajes, y aún deseaban la multiplicación de infracciones y de causas porque intensivamente se igualara la ocu­pación al ritmo judicial que el distrito tuvo an­tes de ser mermado por la creación de otras Rea­les Audiencias) corría pareja con la infelicidad del pueblo común que, en sintiendo sobre sí el peso de los desmanes de los ladrones de mar y en habiendo disponibles siquiera pocos momentos para huir, tomaban mujer e hijos y se adentraban en los montes para alimentarse en ellos como las bestias, por estar seguros que en saliendo de la espesura, la hacienda que no pudieron llevar con­sigo estaba robada y sus casas, ordinariamente de tablas y de hojas de palma, arrasadas por el fue­go. La Yaguana, en tanto no aprendió a salvar lo suyo, acrecentándolo por condescender seguida­mente a las instancias de aquellos ladrones, qui­so dejar el asiento que tuvo; a Azua, le pasó lo mismo, y en Puerto de Plata, castigada repetidas veces y en 1555 puesta a fuego por sus cuatro costados, fué clamor general de que debía mu­darse la población de sitio. Esto dicho de pobla­ciones; en cuanto a individuos y a familias en par­ticular, el flujo de la emigración fué subiendo de punto sin que arbitrio humano pudiese atajarlo, y en habiendo cualquier estofa de apoyo en la autoridad (cuando a tanto por licencia el Presidente allegaba para con “que sustentarse”) a chorros co­rridos la gente se desplazaba en 116 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO busca de nuevas proporciones. Ejemplar modelo de arrastrar consi­ go bandas de vecinos fuélo el actual Presidente Arias, que después repobló Panamá con centenares de sujetos que en la Española vivían agarrotados por las funestas maniobras de los felices en materia de contrabandos. 43.— Desde el principio también (y a lo largo de la historia se repitió la misma diligencia) en todos los casos de dispersión de vecinos de pueblos embargados por alguna desgracia general, siempre se cuidó de rehacer los pueblos desola­dos, y con constancia de oficios se pidió al Rey el envío de pobladores, especialmente agricultores, y en los tiempos que ahora se reviven en estas pági­nas se registran concesiones reales para la tras­portación de nuevos pobladores por asientos de empresa, se concedieron licencias sueltas para ra­dicarse sujetos en la Española, y a todos los que quisieran pasar a esta Isla para vivir en ella, se les favorecía con libertades varias y con la asig­nación de tierras para que las labrasen y benefi­ciasen o hiciesen de ellas después cualquier de­jación en favor de tercero, exactamente por dár­ seles en propiedad. Con este mismo fin también en estos días fueron otorgadas diversas licencias para meter esclavos en la Isla; pero como por esta vía de concesión hízose la adquisición de piezas de negros sobradamente onerosa, y los que no se resbalaban por mohatra entre estanqueros y subestanqueros por “mor” del ojo fiscal tan encima del negocio, se llevaban a otras partes, epikeya que en tales casos el concesionario aplicaba a su granjería. Ni puede dudarse de que, si se compraban negros vivos, también los negros muertos, cuando acontecía coyuntura, suplantándose el uno por el otro, con que el nuevo se llevase a oculto y saliese franco, y el sustituyente, finado, costaba el tercio o la mitad y menos al estanquero, quien recogía su obligación en materia de derechos.¹ Al fin, la lista de deudores al rey 1. Esta maniobra echó tan larga cola, que por real cédula de Madrid 17 de agosto de 1700, se mandó que se cobrasen los derechos de los negros desde que se introdujeron en el puerto, aunque muriesen dentro de los treinta días siguientes a su introducción. 117 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO siempre fué larga, y por compulsión de orden real diferentes veces visitadores obligaron a las pagas efectivas; originalmente la Caja Real era depositaria de las obligaciones provenientes de derechos reales al fiado. Por recontra, merced real se estimaba la concesión de demoras, que en el pagar de los derechos al Rey el término fuese de cinco años; y con ese término tampoco se cumplía. 44.— Entraba en el cuidado de no permitirse que los pueblos se mudasen de las orillas del mar a la tierra adentro, que los vecinos tuviesen por propia cuenta las armas necesarias para concu­rrir con ellas en todos casos de alarma, y para ello se repetían de tiempo en tiempo las mismas órdenes, por punto general se daba licencia para comprarlas, se exoneraban de derechos las que pasajero registrase para su defensa personal y de su hacienda, y empresarios en esta suerte de ne­gocio alcanzaron franquicia de trasportación y de venta por cierto tiempo. Las armas de fuego: es­copetas, mosquetes, arcabuces, no se generaliza­ron sino entre gente señoril y acomodada, con de­rivación a mayordomos y capataces que pudiesen superar al insultante con la prontitud que debe oponerse a la sorpresa; y porque su adquisición era prohibitiva, pues no todos podían dar en pago, no teniendo dinero, cuatro o más veces su valor en cueros u otros frutos (sino robándolos), motivó el uso, con ejercicio constante, de adiestramiento de machetes y lanzas, tan efectivas en choques de cuerpo a cuerpo, y tan inútiles cuando el adversario era inalcanzable y hostigante a la vez con pedreros y cañones, de que se originó que casi nunca la invasión de enemigos exteriores fuese impedida aún haciéndoseles resistencia. La fortificación de los puertos era lo que probablemente tendría en defensa la población; por eso se pidió al Rey al principio para los lugares atacados de piratas, después para todos en general, y en el mismo caso de desamparo estaban todos; y si un intento de fortificación en la Yaguana pareció no ser de provecho sino para el mismo enemigo, de aquello no se pasó en muchos años, ni autoridad en dicho transcurso pudo hacer asiento con vecino del lugar solicitante, por haber sido condición impuesta que fuese 118 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO alcaide de tal fortaleza el vecino pudiente del mismo pueblo que la construyese a sus propias expensas. Negocio flojo desde luego, porque pensando el rey echar la carga al vasallo, y éste pensando en que el propio soberano fortificase con su hacienda su dominio, nada se hizo hasta tomarse un medio bilateral de contribución para la obra, que todo vino a parar en no servir lo hecho sino para cubrir con el manto de la legalidad los intereses de toda buena y mala procedencia de vasallo que puso en vasallaje de sí honras reales y provechos innumerables; castillo, al fin, que se convirtió en espantapájaros que a ninguno pudo espantar ni fué otra cosa, cuando los tiempos cambiaron, que lecho de muerte de una corta guarnición que osó hacer frente al empuje de un número superior de piratas. Tal fué la Fortaleza de Puerto de Plata. 45.— Fortaleza de Puerto de Plata.— La orden de 11 de enero de 1541 para hacerse esta Fortaleza, no habiendo sido bastante para que vecino de ella tomase sobre sí la empresa de edificarla, fué reclamo persistente del vecindario que, deserta­ndo de sus hogares a la contínua por la presencia de piratas y habiendo ya padecido en 1555 la pérdida total de los edificios de tablas y el mayor destrozo en los pocos que había de piedra, se ne­gó valientemente a rehacer sus viviendas de tipo permanente, por sentirse impotente contra ene­migos y en el mayor desamparo de la Audiencia; dábales razón para cruzarse de manos, y vivir de la esperanza del sosiego por cortas temporadas, el arte de capear a los extranjeros que solía tener el sujeto más poderoso de la villa, Francisco de Ceballos, regidor y teniente de tesorero real de la comarca, quien si con una mano estorbaba a los demás vecinos toda diligencia de bien general (siendo el vecindario muy corto), con la otra amansaba piratas que bajaban a tierra, deambu­laban y banqueteaban, y más que satisfechos tornaban a sus naos refrescados, regalados y en sus fines de vida marinera bastantemente fornecidos y bien estimulados para volver, favente Jove. Pero esta inteligencia y concordia no siempre se explayó por igual y en todas circunstancias, como en el año de 1555, y a su interés 119 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO y provecho convenía meter el hombro de grado, así que cualquiera otro que le hiciera sobra le dejó expedido el campo, a la construcción de un fuerte para mantener siempre alejado de aquel distrito a sujeto que, conocedor del deber, impusiera su voluntad con la fuerza del cañón, no ya a los extranjeros, sino a los mismos de la tierra, a él sobre todo, para el cumplimiento de la ley. Se multiplicaron las peticiones que el mismo Ceballos firmó a la cabeza de todos, y, conocida por la Audiencia la real cédula de 15 de febrero de 1562, por la que se le mandó que mantuviese apercibida la Isla y todos sus habitantes, porque ingleses y franceses se aprestaban a hacer incursiones en los dominios españoles; y muy más recientemente, alertada por el gobernador de Puerto Rico de haber en estos mares 300 franceses armados, según que comunicó al Rey el 13 de febrero de 1563, y de haber hecho armada que salió para hostigarlos y alejarlos, cuando entró en acuerdo con Ceballos para que tomase en sí el empeño de tal fuerte, pues en el hacerle alcaide de él con salario, conforme a la cédula, (y en darle dineros de la Caja Real para que sin dilación comenzase la obra, luego que Ceballos templó sus fingidos reparos, interpuestos para que no todo lo que se gastase hubiese de salir de su propia hacienda), quedó transado el asunto, y se dio comienzo a la obra poco más o menos mediando el mes de marzo del mismo año. La noticia dada al Rey de esta providencia, como la petición del propio Ceballos para que se le confirmase el título y puesto de alcaide de aquella Fortaleza, no bastaron para quedar enterado el Consejo, y se expidió a la Audiencia real cédula para que informase de tal obra, es­tado que ya tuviese, y entidad del sujeto en cuan­to a ser de satisfacción para dársele título confirmado. La respuesta enviada al Consejo satisfizo en grado de información política y administrativa. Ceballos fué nombrado alcaide en propiedad, y en la práctica del oficio así se condujo que solo le faltó para tener un feudo, el título de tal concedido por el Soberano, pues en lo demás, en sus días y salvo que no fué sanguinario, opresor de sus coterráneos, ni perseguidor de vecinos por violencia de temperamento, se portó 120 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO con cautelas de ministro subordinado, y en su provecho (en las ocasiones de comercio ilícito) como un perfec­to régulo que se adelantaba al régimen adminis­trativo del Estado por la implantación del comer­cio libre con el mundo entero. Cuatro años vivió con el título así confirmado; y en este tiempo hi­zo recinto al paraje de la futura fortaleza, con­cluyó la obra de un algibe y levantó los muros una vara; la Audiencia le dió artillería y servi­dor, lo proveyó de balas y de pólvora, vinieron franceses, comieron a su mesa, visitaron el recin­to, se refocilaron allí como en propia casa, y de todo lo que con sus tratos el alcaide allegó, nada le sirvió para largos días, pues murió corriendo el año de 1572. De sus proezas queda aún por de­ cirse, siquiera cuanto baste para exprimir el corto historial de la utilidad de aquella fortaleza. Madrid 15 de febrero de 1561.— Real cédula a Arias de Herrera: que tenga apercibida la Isla y sus vecinos porque Francia e Inglaterra se aprestan a hacer daño en los dominios del Rey Católico.— AGI, Santo Domingo 899. v Santo Domingo 8 de junio de 1561.— Carta de Echagoián, sobre un encuentro con franceses, los que rehuyeron entrar en acción cuando eran seguidos de españoles.— AGI, Santo Domingo 71. v Santo Domingo 17 de junio de 1561.— Sánchez de Angulo al Rey: repite diversos asuntos anteriormente expuestos, «porque los despachos que salieron con la flota a 20 de marzo, fueron a poder de los franceses, los cuales echaron al mar».— AGI, Santo Domingo 71. v v La real cédula de 11 de enero de 1541, en el tomo I, 295. v Santo Domingo 13 de febrero de 1563.— Arias de Herrera, Echagoián y Cáceres: Por aviso que han tenido del gobernador de Puerto Rico de haber franceses, y sabiéndose que son número de 300 hombres armados, y haber cédula «para poder armar contra corsarios para seguridad de las naos, enviamos armada contra ellos de dos navíos y un pataj, y por general, como nombrado por V.M., a.d. Cristóbal Colón, y ansí es salida la armada para el dicho efecto. Nuestro Señor nos dé la victoria contra estos corsarios»; AGI, Santo Domingo 71.— Esta armadilla pasó a reconocer las ensenadas y rincones costeros de la Saona. Cuando en 1567 Simón de Bolívar pretendió 121 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO ser Depositario General de Venezuela, alegó entre sus servicios, el de haber ofrecido una fragata de su propiedad para hacer cara a los franceses e ir en persona; AGI, Santo Domingo 12.— En 1582, en información hecha por maese Domingo Ituribalzaba, vizcaíno natural de Munguía, en una información dijo que fue como médico en la expedición encomendada a don Cristóbal Colón, contra franceses en la Saona; AGI, Santo Domingo 80. v Santo Domingo 28 de marzo de 1564.— Arias de Herrera, Echagoián y Cáceres de Ovando, al Rey: Vieron la cédula [antigua] por la que estaba mandado se fortificase la villa de Puerto de Plata con parecer de los oficiales reales, por ser costa frecuentada de ingleses y franceses y gente de otras partes; y «en cumplimiento de lo que V.M. nos manda y con parecer de vuestros oficiales se acordó se hiciese una fortaleza o fuerte de piedra, o si no, de tapiería en la parte y lugar más conveniente de aquel puerto, y encargamos el edificio de ella a Francisco de Ceballos, vecino y regidor de aquella villa, por ser hombre principal y muy rico, y que él y sus pasados han servido mucho tiempo a V.M., el cual entiende con mucha afición en hacer la dicha fortaleza, y agora se le han dado tres tiros de bronce chicos y otros de hierro que se tomaron a unos portugueses por perdidos, y habemos mandado que se gasten dos mil pesos de moneda de vellón [de la venta] de un navío portugués que se tomó por perdido en aquellos puertos de la banda del Norte; y por el cuidado que tiene el dicho Francisco de Ceballos en este edificio y por ser tal persona, le nombramos por Alcaide de la misma Fortaleza en el entrentanto que V.M. lo provee, el cual tiene allí sus ingenios y haciendas y aquellos oficiales para poder hacer»; piden la confirmación del nombramiento hecho.— AGI, Santo Domingo 71. v Aranjuez 28 de mayo de 1564.— Real cédula a la Audiencia: que envíe relación de la calidad de la Fortaleza de Puerto de Plata, estado de obras, y si conviene que Francisco de Ceballos sea alcaide de ella, y dé su parecer sobre la información que reciba, porque Ceballos ha hecho narración del asunto y de haber sido nombrado alcaide y solicitado de ello confirmación.— AGI, Santo Domingo 899. v «En nueve de jullio de dicho año [1565] dos mill pesos que por libramiento dí y pagué a Francisco de Ceballos, tesorero de la villa de Puerto de Plata e vezino della, que los huvo de aver en cumplimiento de una cédula de S.M. y aquerdo desta Real Abdiencia y oficiales de S.M. para hazer la fortaleza que S.M. manda hazer en la dicha villa 122 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO de Puerto de Plata, como paresce en el dicho libramiento e carta de pago».— AGI, Contaduría 1052. v Santo Domingo 8 de agosto de 1565.— Arias de Herrera, oidores Grajeda, Echagoián y Cáceres, sobre lo ordenado por real cédula de Aranjuez 28 de mayo de 1564: «Lo que en esto ha pasado y hay es que en el año de 1541, siendo V.M. informado que a su real servicio y a la guarda y defensa de esta Isla convenía que en el Puerto de Plata hubiese una fortaleza, por una cédula se mandó que esta Real Audiencia entendiese luego en hacer una fortaleza moderada en el dicho Puerto de Plata, de piedra, si la hubiese, y, si no, de tapiería que fuese muy buena de tal manera que se pudiese defender la entrada del dicho puerto, y se encomendase la obra de ella a persona que la pudiese con brevedad hacer, y que se gastase lo necesario de cualesquier deudas rezagadas que a vuestra Real Hacienda se debiesen desde el día que el tesorero Alonso de la Torre entró en esta Isla, así en la obra como en comprar las municiones necesarias, como parece por el tenor de la real cédula que [en testimonio autorizado] con la presente se envía. Y vista por esta Real Audiencia juntamente con los oficiales de vtra. Real Hacienda los grandes daños e inconvenientes que a esta Isla se seguían de no haberse hecho la dicha fortaleza y puesto en ejecución lo mandado por V.M., y que en el año pasado de 1555 corsarios franceses entraron en el dicho Puerto de Plata y quemaron y destruyeron las casas de la dicha villa y destruyeron las haciendas de los vecinos de ella, y quedaron perdidos; y que después siempre estaban con este miedo y que no osaban hacer edificios, porque comúnmente suelen tornar a entrar y robar los puertos que una vez han entrado, y que agora en estos años ordinariamente llegan a aquella costa y puertos de ella muchos navíos de franceses e ingleses a robar, y otros de portugueses a rescatar (como de ello se ha dado cuenta a V.M.), y visto que en aquella costa hay otros dos puertos poblados, que son Montecristi y Puerto Real, donde se cargan y descargan muchos navíos, estando a muy gran riesgo de corsarios, y que, habiendo fortaleza en Puerto de Plata, podrían cargar allí y llevar la carga de los otros dos puertos a Puerto de Plata en barcos con facilidad, por estar estos puertos no lejanos de Puerto de Plata, y podrían cargar allí muy seguros por ser el puerto más fuerte y cerrado; y que, habiendo seguridad en el puerto con la fortaleza, siendo necesario se podría allí armar contra corsarios que por aquella costa anduviesen, se proveyó 123 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO por el mes de marzo del año pasado de 1563 que se hiciese la dicha fortaleza o fuerte, que fuese bastante para defender la entrada del puerto, y, para ello se dio provisión, inserta la real cédula; y para que se efectuase, se encargó a Francisco de Ceballos, vecino de aquella villa, para que lo hiciese en parte y lugar que a él y a la Justicia y Regimiento y oficiales de V.M. que allí residen, les pareciese, y en ella por entonces gastase dos mil pesos de la moneda de cuartos de esta isla de vuestra Real Hacienda, atento que pareció haberse cobrado de las deudas rezagadas que V.M. manda [se cobren] mucha más cantidad, y se nombró por Alcaide al dicho Francisco de Ceballos en el entretanto que V.M. otra cosa proveyese, por ser persona bastante y haberse encargado de la hacer. Y el dicho Francisco de Ceballos, en cumplimiento de lo que se le encargó, señaló el lugar donde la fortaleza se hiciese, y hizo la traza y forma que había de llevar, y hizo un modelo de ella y lo envió a esta Audiencia Real, y tenemos relación que juntó materiales y abrió y sacó cimientos, y hizo a la lengua del agua un fuerte de tierra-pleno donde se plantó el artillería para defensa del puerto, y los cimientos están abiertos y se van sacando; y hizo junto al fuerte una casa donde están las municiones seguras y a buen recaudo, y hizo un aljibe de agua para el servicio de la dicha fortaleza, y en ella están nueve tiros de bronce y los dos de ellos son de hierro colado; y los otros dos de bronce son que se hubieron de un navío de portugueses que el dicho Francisco de Ceballos tomó en un puerto cercano a Puerto de Plata, que se aplicó todo para el fisco de V.M., y los otros cinco son que se compraron allí de otro navío en precio moderado, que son los nueve, y más cuatro pequeños que el dicho Francisco de Ceballos ha comprado de su hacienda, y en este estado está la fortaleza, la cual es muy necesaria para la defensa de aquella costa, por lo dicho, y porque de allí se podría armar contra cualesquier corsarios que por allí vayan, y se tiene noticia que navíos portugueses no han osado entrar en puertos despoblados cercanos a Puerto de Plata por saber que hay allí fuerte y aparejo para armar y para tomallos. Y conviene al servicio de V.M. que allí haya Alcaide perpetuo para que la fortaleza esté guardada y haya quien apellide gente y esté a punto para el efecto que se hizo. Francisco de Ceballos es hombre bien entendido en semejantes cosas y de edad de sesenta años, y de fuerzas, y que ha seguido la guerra, y es hombre hidalgo notorio y por tal es habido y tenido en esta isla, y constó por una ejecutoria, librada en Valladolid por los alcaides de hijosdalgo y notario de Castilla, y así en Sevilla y otras 124 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO partes le han sido guardadas las preeminencias de ome hijodalgo, volviéndole la blanca de la sisa de la carne, y que su padre fué de los primeros conquistadores y pobladores de esta Isla, y él es el hombre más principal de toda aquella tierra y costa, y como tal ha sido nombrado por esta Real Audiencia por capitán para la defensa de los pueblos de aquella tierra y costa, y en esto y en salir contra los franceses corsarios con navíos de armada y en defensa de aquella costa, y en otras cosas que por esta Real Audiencia le han sido encargadas, ha servido a V.M. y gastado de su hacienda, y el año pasado salió de Puerto de Plata con un navío armado y un pataj y tomó un navío de portugueses que venía sin registro ni licencia de V.M., el cual con las mercaderías se aplicó todo a vuestro Real Fisco; y es hombre de ánimo y liberal y aficionado a esto; y demás de los dos mil pesos que se le mandaron gastar de vuestra Real Hacienda porque se le había proveido, ciertamente sabemos que ha gastado de su hacienda cantidad en el fuerte, y comprado municiones y cuatro piezas de artillería, demás de las que se le han dado, y es hombre que con la gente que tiene en su ingenio y haciendas, podría sustentar y edificar en la dicha fortaleza lo que otra persona alguna allí no podía, por ser el lugar de poca gente y vecinos, y que solo un oficial cantero tenemos relación que le lleva de partido mil pesos por año, porque allí no se halla quien quiera ir y se ha de llevar de esta ciudad con gran costa, y que tiene un lombardero a quien da muy buen salario; y así en lo que el dicho Francisco de Ceballos ha hecho y hace, ha servido mucho a V.M. y ha hecho gran provecho a aquella costa, y será servicio de V.M. hacelle la merced de Alcaide de la fortaleza, porque vaya adelante con el salario que V.M. fuere servido» señalarle.— AGI, Santo Domingo 71. v Barcelona 7 de febrero de 1564.— Real cédula a la Audiencia: que no deje salir de la Isla a pasajero alguno procedente de Nueva España en navíos que van ahora a España con algún oro, porque al presente se envían dos navíos que recojan el oro y la plata que dejaron en Montecristi navíos que allí tocaron por no ser poderosos para resistir a corsarios y piratas; y que a todos se les dé pasaje en dichos dos navíos para que sirvan en la defensa de los caudales del Rey y propios.— AGI, Santo Domingo 899. v Madrid 15 de agosto de 1567.— Título real de Alcaide de la Fortaleza de Puerto de Plata para Francisco de Ceballos.— AGI, Santo Domingo 899. 125 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO 46. — Del resto de días de la presidencia de Arias de Herrera no se ha podido recoger dependencia ninguna en el orden de otras defensas de la Isla, y aún hay carta que excluye hasta la esperanza de darse con nuevas de entidad, si ya queda el Presidente tachado de remiso por lo que toca al buen pie en que debía estar la Fortaleza de Santo Domingo, instante su alcaide don Rodrigo de Bastidas para tenerla a punto en caso de emergencia. Aún de franceses corsarios, ni de armada enemiga en toda regla, conforme a los avisos recibidos del propio Soberano, nada parece se registró después del caso de Hawkins hasta ya ido Arias a su nuevo destino, salvo un insulto de franceses en tierras de la Yaguana, donde cuarenta de ellos cometieron depredaciones, y, en la persecución que se les plantó por mar, una chispa prendió en un barrilete de pólvora en una de las dos carabelas perseguidoras y quedaron los nuestros con muchos heridos y cuatro muertos. Tomados en tierra dos franceses, confesaron que en la Florida tenían un grueso de 5.000 hombres y que estaban edificando un fuerte. Por esta vez los designios de Francia eran de establecerse en América; las incursiones hostiles que principalmente habían dirigido contra Cuba, tuvieron por finalidad inmediata distraer a los españoles más cercanos con el cuidado de defenderse en sus casas y tierras ocupadas, mientras ellos se hacían fuertes en previsión del establecimiento de colonias con toda suerte de oficiales manuales y familias agricultoras. El insulto hecho en tierras de la Yaguana fue de la misma clase intencional que los ejecutados cerca de la Habana y por las costas cubanas en el mismo año de 1565. Y al irse Arias de Herrera, la presidencia de la Real Audiencia recayó en el licenciado Grajeda, por comisión que se le había dado tiempo antes que López de Cepeda hubiese padecido las largas dilatorias que Echagoián, su juez, interpuso en la residencia que le tomaba. v Toledo 26 de septiembre de 1560.— Real cédula dirigida al licenciado Alonso de Grajeda, oidor en el Nuevo Reino: avisándole que a López de Cepeda, oidor más antiguo de Santo Domingo, se 126 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO le ha trasladado a la del Nuevo Reino, y ordenándole que, como nombrado oidor más antiguo de Santo Domingo, «presidáis en la dicha Audiencia de la Isla Española, ansi como lo ha hecho el dicho licenciado Cepeda y, como tal, podáis tener voz y voto, según que lo tienen los otros Oidores más antiguos de las Audiencias Reales de todos mis Reinos, y expedir y librar todas las apelaciones, pleitos y causas que a la dicha nuestra Audiencia fueren, y firmar y señalar, como oidor más antiguo, en las cartas y provisiones, etc. y se le guarden las preeminencias que le tocan como a tal. AGI, Santo Domingo 899.— Aranjuez 16 de octubre de 1560. Título de oidor más antiguo de la Audiencia de la Española para Alonso de Grajeda y que presida en ella como tal oidor más antiguo. AGI, Santo Domingo 899.— El mismo día: Real cédula a Grajeda: que se le ha extendido título de oidor más antiguo de la isla Española, y que espere en el Nuevo Reino la llegada de López de Cepeda, que le tomará la residencia y, hecha, «partáis a la dicha Isla Española».— AGI, Santo Domingo 899. v Santo Domingo 21 de diciembre de 1563.— Arias de Herrera al Rey: «Al licenciado Grajeda esperamos en todo este mes….; al presente no están sino [los oidores] Echagoian y Cáceres…..» — AGI, Santo Domingo 71. v Santo Domingo 16 de noviembre de 1565.— Cristóbal de Tapia Porres, Juan Caballero Bazán, Diego Jiménez de Peralta, Alonso de Encinas, regidores (los dos últimos por ser oficiales reales), al Rey. En la carabela de aviso «tuvimos nueva que V.M. R. manda estar al licenciado Alonso Arias de Herrera, Presidente de esta Audiencia, por Presidente de la Real Audiencia de Panamá; si es así, a V.M. suplicamos mande hacer merced de la Presidencia de esta Real Audiencia al licenciado Alonso de Grajeda, oidor de ella más antiguo, en quien concurren grandes calidades y ha servido con mucha fidelidad y diligencia a V.M. más ha de veinte años en esta Real Audiencia y en la del Nuevo Reino, y los vecinos y moradores de esta Isla recibirán merced y contentamiento de ello, porque es tenido por muy buen juez y deseoso de esa población de la isla»: AGI, Santo Domingo 71.— Hernando Ortiz Melgarejo al Rey en carta de Santo Domingo 28 de septiembre de 1566; pidiendo se envíe Visitador que traiga Oidores que hayan servido como tales en otras partes, «para que curen la república de malos humores y miembros podridos y la 127 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO ayuden a convalecer y poblar en compañía de un viejo y buen juez que V.M. tiene, llamado Alonso de Grajeda, que por antigüedad preside en esta Audiencia y ha más de veinte años que gobierna esta Isla, el cual, cierto, está tan solo que, con toda la experiencia que de esta Isla tiene, porque sus modernos compañeros no le dan ningún crédito, corriendo a rienda suelta tras sus bártulos y pasiones en tanto grado…. Que…el dicho licenciado Alonso de Grajeda hubiera arrimado la vara, lo cual no ha hecho por no deservir a V.M….. » AGI, Santo Domingo 71.— Ya en pasados años el Presidente Alonso Maldonado, en cartas de 23 de junio de 1553 y 14 de abril de 1554, había solicitado que Grajeda, aunque mandado reponer en el oficio si contra él no resultasen faltas graves en el juicio que le tomó de residencia, no debía de ser repuesto, por no convenir; AGI, Santo Domingo 71. Pero, evidentemente, todas estas cartas eran interesadas por diversos aspectos de relación, y ninguna merece crédito de sustancia. v San Lorenzo 12 de agosto de 1571.— Real cédula, relevando al oidor Grajeda de la carga de visitar la tierra adentro cuando le tocase el turno, y que se le tuviese, en fuerza de su mucha edad, libre de tal obligación.— AGI, Santo Domingo 899. v Santo Domingo 17 de junio de 1566.— Grajeda al Rey (capítulo): «El licenciado Alonso Arias de Herrera…. se partió de este puerto a 28 días del mes de mayo a servir a V.M. en la Audiencia de Panamá».— AGI, Santo Domingo 71. v «S.C.R.M. Baltasar Cestero de Araujo dice: que al servicio de V.M. conviene mande aviso a la ciudad de Santo Domingo sobre la guarda de aquella ciudad, así porque el cosario Ricarte de Grinfilis, de que en otro memorial hago relación, lleva en pintura natural sacada aquella barra y fortalezas y todos los puertos cercanos de aquella ciudad con algún prosupuesto de volver allí, como porque soy testigo que en veinte y un meses que agora allí estuve, no ví que se hiciese reseña alguna más de una sola vez ajuntar la gente de la tierra por los capitanes de infantería. Y que asimismo en la Fortaleza se tenga el artillería y municiones a punto alistada, porque la mayor parte della está por el suelo, y otras en carretones viejos y maltratados, y que en ella haya cuatro lombarderos, porque no hay más de uno solo que gane sueldo. Y que se tenga mejor vela de la que hay, porque a trueque de dos reales que da el vecino cuando le cabe la guardia, se pasa la noche en 128 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO su casa, y en una sola parte fuera de la Fortaleza se hace centinela, y sucede que en dos meses que en el Morro que está de esta parte del Este no hay guardia ni vela alguna. Debajo de aquella ciudad, obra de una legua, está una playa pequeña que abre entre costa brava, que se dice Güibia [este informante da a entender que piensa en San Jerónimo, en aquellos tiempos “Güibia la grande”]. En la cual fácilmente se podría echar gente, y este corsario la lleva muy en la memoria; y así a otro río que se dice Ayna, a tres leguas de la ciudad, que entra en la mar, donde también podría echar gente, y de todos los demás de aquí para abajo, va tan avisado como si allí naciera, porque hasta del camino por tierra sabe los pasos, las leguas y los ríos. Conviene que en esta Güibia, que es, como digo, menos de legua, se hagan trincheras y se pongan allí cuatro piezas gruesas y dos o tres falcones debajo de una ramada de las que allá acostumbran, cubierta de palma, y para que allí haya cinco o seis hombres que hagan de continuo velas. Y que asimismo haya en el Morro de continuo con otros tantos hombres, que de esta manera estará mejor guardada aquella ciudad y [en] este Morro, que está al Este, como digo, haya también una campana que, cuando de la Fortaleza tocare a sus cuartos, corresponda a esta otra; y ésto me parece. Y, si es posible, se acreciente el Morro más de seis codos, porque es bajo y no puede descubrir una punta que se dice Caucedo, que es cuatro leguas de allí, detrás de la cual pueden los corsarios anochecer, y de noche venir, prolongando la tierra y echar su gente en los puertos que atrás digo. Por la cual causa conviene también que en esta punta haya de continuo vela, la cual no hay; porque viendo de allí al corsario, pueda acusar con fuego, o corriendo a caballo, que, como digo, son cuatro leguas, y esto es así muy necesario. Sería de mucho efecto haber en aquella ciudad una fortaleza en lo alto della que la señorease y pudiese batir y defender, porque la Fortaleza que tiene no es más que para la mar. Y asimismo digo que las armadas de V.M. no andan en las islas Tercera más de hasta la entrada de septiembre, que es engaño grandísimo no se dilatar hasta noviembre, porque cuando el tiempo les sea fusco y recio, son islas, y siendo [malo] de una parte, pasándose 129 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO a la otra, están al abrigo y en calma, y, andando descargadas, no hay ningún genero de peligro y, deteniéndose hasta este tiempo, harán presa y serán de mucho más efecto; porque los corsarios, como están avisados que en septiembre se recogen las armadas de V.M., con mucha desvergüenza prolongan hasta las fortalezas de aquellas islas, y todas las naos que se apartan de las flotas de V.M. allí, a la vista de ojos las roban, y así las que vienen de San Tomé y del Brazil, que son viajes largos y vienen necesitadas a reconocer la tierra, y allí, como digo, las roban; y pues el corsario las espera en este tiempo, siendo sus barras en el invierno más dudosas que las de España, esperan las armadas de V.M. para hacer custodia y guardia a las naos que digo, porque soy testigo de esto, y lo he visto agora estando en el Cuervo, que es la última isla de las Terceras, por todo el mes de octubre, noviembre, entrado de diciembre, más de treinta naos de ingleses de dos en dos y de tres en tres, y la gente de cinco naos salió en aquella isla y robaron la pobreza de los pobres labradores que allí habitan. Por lo que V.M. debe mandar anden las armadas hasta el tiempo que digo, que con esto se excusará el daño que hacen». AGI, Santo Domingo 81.— Este papel, sin fecha, está entre otros de 1566-1572. Corresponde su asunto, probablemente, al tiempo de Arias de Herrera. Ciertas faltas de defensa aparecen ejecutadas desde 1566 en adelante. Como en las cartas de la Audiencia al Consejo de las Indias con noticias de corsarios se dejaba frecuentemente sin mención el nombre de los capitanes corsarios, el tal Richard de Grinfilis arriba nombrado no se expresa en estos papeles de la Española, o no lo hemos visto mencionado. Quizás fué el que Max Henríquez Ureña en “El Libro de Santiago de Cuba”, 1931, fase I, pág. 63, recogió de otras fuentes: «En abril del siguiente año (1586), fuerzas de Gómez de Rojas, a quien Luján (gobernador de la isla) había nombrado su lugarteniente en la parte oriental, capturaron al corsario Richard en la costa de Manzanillo, con nueve de sus hombres, después de haber dado muerte a otros ocho franceses en una emboscada. Gómez de Rojas sometió a juicio sumarísimo a los prisioneros, convictos de haber apresado la fragata de Hernando Casanova, y todos fueron ahorcados». v Durante la presidencia de Arias de Herrera quedó removido de su oficio el oidor Echagoián y puesto en su lugar el licenciado Diego de Ortegón, con título de 9 de julio de 1564; AGI, Santo Domingo 899. De la misma fecha es la real cédula de comisión para que residenciara 130 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO a su antecesor Echagoián. El primer cobro de su salario fué «de siete meses menos un día que a servido en el dicho oficio desde dos de junio del año pasado de sesenta y cinco, que se hizo a la vela en Sanlucar de Barrameda para venir al dicho oficio», AGI, Contaduría 1052. Y la última paga fué de 16 ducados y 162 maravedís que «se le devían y huvo de aver por cinco días que sirvió en el dicho oficio de oydor desde primero de mayo de sesenta y nueve años hasta cinco del que dexó la vara y se pregonó su residencia»; AGI, Contaduría 1052. Hasta 16 Reales Cédulas se dieron a Ortegón sobre dependencias de la residencia que había de tomar a Echagoián, y tan adusto se le mostró al residenciado, que éste, receloso de experimentar dilaciones al tiempo que hubiera de hacerse a la vela de regreso a España, escribió a un su hermano, abogado Agustín Echagoián, para que impetrase del Consejo no se le estorbase por ninguno el retorno a España y poder llevar consigo el expediente de su residencia. Una real cédula de Madrid 26 de abril de 1566, dirigida a Ortegón, dice, en sustancia, que en primera ocasión que hubiese de navíos, enviase al Consejo la residencia tomada al ex oidor Echagoián en manera que hiciese fe, cerrada y sellada, y en el mismo barco saliese el residenciado con el recaudo que pareciera y consignado a la Casa de la Contratación (estilo eficaz para no embarazársele el viaje con tanto apremio serio de gran culpable); AGI, Santo Domingo 899.— El crítico debe tomar la fecha de 28 de abril de 1566 como término “desde”; juntar a esto un tiempo de travesía del despacho; otro, para la ejecución de los testimonios que el ex oidor pidiese a Ortegón y se los diera, lo que equivalía a que llevara consigo a España cuanto le importaba tener presente para su defensa sin que corriese contingencia siniestra al expediente original; la primera ocasión de navíos, y el término de un año más después de su llegada a España, para llegar así al término “hasta”, que corresponde al tiempo en que Echagoián escribió su interesante “Relación sobre la Isla Española”. Sobre que debe hacerse particular hincapié en estas páginas que despiden a Echagoián en la historia de la Isla. Se presupone aquí el no saberse si la “Relación de la Isla Española” escrita por el lic. Echagoián, ha merecido que en alguna parte se haya hecho comentario de orden rectificador, habiendo corrido muchos años con fecha de atribución al año de 1561, no obstante contener menciones varias de sujetos muy posteriores en sus oficios a dicho año. Entre nosotros, desde luego, se dedicó a esta Relación un capítulo en 131 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO “Dilucidaciones Históricas”, I, 128 ss., en 1927, y más tarde, 1939, algunas notas para la reproducción de la misma Relación, que se halla en “Relaciones Históricas”, vol. II del año de 1942. El escrito de Echagoián se publicó por primera vez con muchísimas falencias de transcripción, y las reproducciones que se han seguido, tienen iguales defectos, por haber sido su fuente la mendosa hechura de la Col. Mendoza, tan conocidamente infiel al contenido primigenio. En 1927 se prefijó esta Relación a la medianía de 1568 y, en 1929, se dejó sin confirmación expresa aquel año en su medio tiempo, pero se hizo atención en la expresión de Echagoián de haberla escrito por mandato de don Juan de Ovando, a la sazón Visitador del Consejo de las Indias, oficio que se le dio bien mucho después de 1561. Como esta relación fue escrita con fuertes alusiones al contrabando y trato con extranjeros en la Española (de que constantemente se dan documentos en el presente estudio), alusiones que el ex oidor embebe en sus lamentos por la enemistad que le guardaron sus colegas de la Audiencia, así apuntando a corroborar ocasionalmente su personal defensa que ventilaba en el Consejo, necesario es imbuir al lector de la exactitud del tiempo contra esa persistencia ilógica del año 1561, imponiéndosele de lo que se ha adelantado hasta ahora para llegar a esa exactitud referida del tiempo de la Relación. La letra de la misma persuade que Echagoián sabía ya haberse dado sucesor al obispo renunciante don Rodrigo de Bastidas Romera, y también que el nuevo arzobispo fray Juan de Alzóloras estaba preparado para ir a su Iglesia Metropolitana de Santo Domingo. Como el fiat de S.S. para el nuevo obispo de Puerto Rico es de 2 de junio de 1568, y el traslado de Alzóloras a la Silla de Canarias se hizo, según referencia antigua, en agosto del mismo año de 1568, se dedujo en 1927 que la Relación se escribió en junio o, a más tardar, en julio de dicho año la aseveración del ex oidor, que nada sabía de aquel traslado, no daba término congruo sino “hasta” julio. Hoy, aparte que la noticia pública de pro vistos arrancaba de la publicación del decreto real (solían los tales, siendo electos obispos, ir a su destino por mandamiento real sin esperar el fiat de S.S.), sabemos que ya en Santo Domingo se conocía el 19 de julio de 1568 el traslado de Alzóloras a la sede de Canarias, porque en esa fecha el deán don Pedro Duque de Ribera, en el salto que dio por la noticia, escribió al Rey lamentándose (¡?) de tal traslado con que pasó a morder a los apoderados que aquel señor tenía en Santo Domingo para que 132 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO les mandase devolver a la Iglesia lo usurpado, pues no hicieron antes otra cosa que “trasquilar’ ovejas, AGI, Santo Domingo 71. Consiguientemente, si el ex -oidor escribió cuando solamente sabía que estaba aquel prelado en diligencia de hacer viaje a la Española, ello no pudo ser sino hasta abril de aquel año de 1568. Otro punto sacado de la Relación es el conocimiento que ya tenía Echagoián de haberse nombrado juez de residencia para el oidor Ortegón. En 1927 sabíamos que el 19 de junio de 1568 se dio tal nombramiento y comisión al nuevo oidor Santiago de Vera, y se hizo deducción de ser la relación posterior al dicho nombramiento. Hoy se reconoce que por real cédula de 28 de junio de 1567 se dio esa comisión al nuevo oidor lic. Juan de Rojas Carvajal, y se le entregó nombramiento a favor del oidor Ortegón, trasladado de oidor a la Audiencia de Panamá, y se le avisó y mandó que, de no resultar de la pesquisa cargo grave contra aquél, le entregase su nombramiento para que se fuese al nuevo destino. Pero Rojas fué descartado después por cualquier motivo no descubierto todavía; cosa igual se hizo con el doctor Azcueta, nombrado oidor y juez de residencia de Ortegón en los mismos términos que anteriormente Rojas por sendas cédulas reales de 15 de enero de 1568; sustituciones que dan persuasión de haber Echagoián aludido, no a un motivo determinante de aquella residencia (por querellas suyas, ni del franciscano fr. Rodrigo Manrique), sino a un motivo concomitante por sucesos tales con el fraile y con él, pues debía rendirla Ortegón por ley, a causa de su traslado; con que este punto no corrobora nada sustancial para la determinación del término “hasta” del tiempo de la Relación, sin que se debilite el punto anterior en que se ha puesto ese término; hacia abril de 1568. Mucho nos presta para la determinación del término “desde” la mención que el ex-oidor hiciera de que Alzóloras traía consigo dos eclesiásticos letrados, a los que juntó un tercero, y eran maestrescuela, arcediano y chantre. Por otra vía (AGI, Indiferente General 2859, I, 142) se sabe que a Sancho de Mariñas se dio título de arcediano de la Catedral dominicana el 1 de agosto de 1566; al doctor Unceta, título de maestrescuela el 28 de enero de 1567; y al clérigo Diego Rumoroso, título de chantre el 3 de agosto de 1567; éstos dos últimos eran hechuras de Alzóloras, y tampoco vinieron a Santo Domingo; Mariñas, de otra postura administrativa, sí vino; con él como con Unceta no tenemos cuenta, sino con Rumoroso, en razón de ser de 133 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO los tres enunciados por Echagoián a quien cupo la última fecha. De suerte que el término “desde” para la Relación hubo de correr desde cualquier fecha posterior a la de 3 de agosto de 1567 hasta abril de 1568, que es un período de tiempo siete y ocho veces más amplio que el desahogado para escribirse la mentada Relación, por manera que en su medio tiempo era ya pasado el año de estar el ex–oidor en la Corte prosiguiendo sus negocios, y aún se sobraban varios meses desde que a Ortegón se mandó que en el barco conductor del expediente original de la residencia, fuese el propio Echagoián con posesión de todos los testimonios que hubiese pedido para su personal defensa de los cargos en que fué penado, pues ciertamente había sido suspendido. En el memorial al Rey con aviso de remisión de la Relación, Echagoián decía de esta empresa: «Lo dejaba hasta la conclusión de mis negocios; pero como el licenciado Juan [de] Ovando, de vuestro Consejo de Inquisición y vuestro visitador en el de Indias, me mandase… le diese relación por escrito del estado de dicha Isla cuando a lo temporal y espiritual, púselo por obra», etc. Y, estando ya deshecha la afirmación de León Pinelo de haberse encargado a Ovando la visita del Consejo en 1570; la otra de Schaefer, en 1569; y la de Jiménez de la Espada, en 1568, no hay sino que ver los trabajos de don José de la Peña y Cámara, singularmente sus “Nuevos datos sobre la Visita de Don Juan de Ovando al Consejo de las Indias” (Madrid, 1935 después de octubre) para reconocerse que fue en 1567 (si ya no es que el nombramiento hubiese sido de 1566) cuando a Ovando se dio el encargo; y constando de un expediente hallado por don José de la Peña en el British Museum de Londres, y es un legajo de declaraciones dadas en dicha Visita, y entre los declarantes un Juan Agmoin Osorio y Ruy Fernández de Fuenmayor, vecinos de Santo Domingo estantes en corte, que éstos declararon en los días 18 y 21 de enero de 1568, respectivamente; y constando, asimismo, que las diligencias indagatorias se ejecutaron con testigos por separación de unos territorios de otros; no hay ya sino deducir con grave apoyo para el acierto que en estos mismos o inmediatos días se le mandó a Echagoián que escribiese la Relación, y se le dejó excluido de prestar declaraciones conforme al interrogatorio instruido normativamente con todos, en fuerza de su estado civil de no haberse concluido judicialmente el asunto de su residencia. Y justamente también, porque hubo de tomarse el tiempo indispensable para hilvanar su escrito, modificarlo y ponerlo en perfección y sacarlo en limpio. Marzo 134 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO o abril de 1568 parece que fue el tiempo a que pertenece la Relación, lo que se hermana con el tiempo que aún presumía el ex –oidor que Alzóloras seguía preparándose para hacer viaje a Santo Domingo. La Relación de la Isla Española, de Echagoián, pertenece al documentario de la Visita de Ovando al Consejo de las Indias (el especializado observa sin esfuerzo alguno en el desenvolvimiento de los asuntos, guardadas las normas que para tales informes se dieron a los designados, para hacer relación de la comarca indiana que conocía, con inserción de los puntos sobre que debían hacer descripción y explicación, como cosas solamente interesantes para los fines de aquellos encargos); uno de los primeros frutos debió de ser el envío de un Visitador especial (antes se venían dando comisiones iguales a nuevos oidores, que solían cumplir sus pesquisas con la lealtad que se supone en vasallos de S.M. que mucho se miran en el elegir la vara con que han de medir para más tarde gustar que con igual vara se les mida); el tal Visitador, independiente de banderías y camaraderías, fue el lic. Juan de Valdivia, nombrado el 18 de octubre de 1569, quien terminó su oficio en fin de enero de 1572. Modernadamente se ha insinuado que Juan López de Velasco utilizó esta relación; lo que ni carece de probabilidad (fué a sus manos esta Relación por primera trasmisión por ser el secretario de la Visita encargada a Ovando), ni puede justificarse sustancia ninguna en tal insinuación, porque las noticias sobre lo físico, y geográfico y administrativo e institucional, etc., no eran cosa nueva de saberse, como era lo demográfico, y en esto no se parecen nada Echagoián y el cronista-cosmógrafo, salvo en asignar a la ciudad de Santo Domingo 500 vecinos para 1568 y para 1581. Lo que a toda luz no da sustancia a la insinuación sobredicha. Finalmente, volviendo a la historia, el provecho positivo que Echagoián sacó de sus diligencias defensivas (y nunca más se le dio oficio en Indias), fue una real cédula, de 2 de diciembre de 1568, para que los oficiales reales de la Española entregasen al apoderado del ex–oidor todo lo que de su salario de oidor habíase dejado de pagar a sus tiempos; AGI, Santo Domingo 899. 135 Capítulo V Presidencias del lic. Grajeda (2ª interinaria) y del licenciado Diego de Vera (1566-1568) 47.— Ni una empresa siquiera de cuantas los españoles habían acometido para establecerse en la Florida pudo tener arraigo hasta que la espada de Pedro Menéndez de Avilés lo consiguió, no sin sentir reveses grandes en la pelea y traiciones gravísimas en su ejército. Ponce de León el descubridor, Pánfilo de Nárvaez, Lucas Vázquez de Ayllón, Hernando de Soto, todos tuvieron fin desastrado en aquella comarca de la América del Norte. Menos infeliz que todos estos fué un don Tristán de Arellano, Gobernador de la Florida por el Virrey de Méjico, don Luis de Velazco, pero también fracasó en la empresa de cerca de dos años (1559-1561), por las angustias del hambre. Obcecado el gobernador en perseverar en la demanda y queriendo penetrar la tierra adentro de donde volvieron las expediciones diezmadas por las necesidades (los indios por doquiera destruían las sementeras hechas), en tanto los religiosos expedicionarios clamaban en nombre de Dios se hiciese abandono absoluto de la empresa, al fin, consintió que gradualmente la gente enferma y no capaz de sostener las armas, pasase a la Habana y a la Nueva España. Justamente mientras con toda lentitud por falta de barcos se verificaba la evacuación, los franceses entraron en la Florida más al septentrión que los españoles y con más suerte que éstos se establecieron sin grave contradicción de los indios, aunque a no mucho andar del tiempo, también el hambre se hizo sentir en ellos, por lo que sus jefes decidieron retornar a Francia para volver 137 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO con nuevo refuerzo de gente y prevenciones bastantes con que sortear los meses de espera hasta lograr las cosechas. Fué entonces cuando los indios por deshacerse de franceses les hicieron conocer el establecimiento de los españoles, y cómo siendo pocos, una sorpresa daría con todos en el mar y con sus despojos mantenerse hasta la llegada de los de su nación. El hambre les hizo abrazar el consejo siniestro, pero los franceses no sacaron mayor ventaja de su asalto, porque no acabaron con los españoles, y los supervivientes dieron avisos y la represalia española que luego que se les siguió hizo retrasar por más de medio siglo la extensión francesa en América. 48.— Muy a la contínua Felipe II venía avisando a los gobernadores de Indias sobre los aprestos dilatados de franceses que, con el favor de su gobierno, premeditaban hacer daños en los dominios. No habíase calado todavía que era ya otro intento francés que no el de robar tesoros conducidos a España, fin primordial hasta entonces ejecutado por particulares o por compañías organizadas para medrar por medio de la piratería; y es lo más que se expresa en las reales cédulas de los años 1558 a 1563. Tratábase ahora de adquirir extensión territorial en el Nuevo Mundo, iniciativa del Almirante de Francia, Coligny, pues como en los altibajos de las luchas civiles entre católicos y hugonotes, hubiese de atender a la conservación de numerosas familias que habían perdido miembros en aquellas luchas, llevó sus providencias a buscar tierras en América, pagando de esta suerte la sangre derramada por su causa, como jefe que era del calvinismo en Francia. Jean Ribault y Rene de Laudonniére fueron los capitanes escogidos, marineros de larga práctica, para hacer aquellos establecimientos, debiendo estar a la mira de no perder tiempo ni gente en refriegas con españoles, no dejando conocer con las cautelas del caso su presencia, sino que debían buscar y escoger parajes a donde los españoles no hubiesen llegado todavía; lo primero era fijar los cimientos de una colonia bien nutrida de defensores, sin empresa guerrera alguna a ser posible con los indios, y si en circunstancias adversas, emanadas de fuerzas ineludibles, 138 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO se necesitaban nuevos auxilios, los pidiesen por demandarlo así la conservación de la gente. Ribault y Laudonniére cumplieron aquello y se vieron en la dura necesidad de recurrir por sus personas a la consecución de ésto. Es verdad que cuando retornaron ya los indios habían dado fin a los franceses. 49.—La grave noticia del establecimiento de franceses colindantes con las posesiones que no estaban en estado de defensa contra el empuje invasor que la nueva política de Francia empezaba a desarrollar, cambió de punto la política seguida en el Consejo de Indias, hasta entonces mezquina en el favorecer los territorios con la largueza de sus naturales recursos al servicio directo de la seguridad de ellos, atención sabia no teniendo España la seguridad de los mares. Tampoco se conocía el número de franceses establecidos más al norte de la Florida, y en el presupuesto de que aquella expansión había de estar condicionada a expensas de los dominios españoles, con pérdida de Cuba, y estando mal defendida la Habana, llave del Golfo y camino más corto para intentarse la sojuzgación de Nueva España, a toda prisa se dispuso una flota de guerra, y se dió su mando a Pedro Menéndez de Avilés, quien vía recta y sin más demoras que las adventicias de los tiempos, debía limpiar las costas de la Florida y buscando a los franceses dondequiera estuviesen, destruirlos. A los gobernadores de Cuba, Santo Domingo, Puerto Rico, Panamá, y al Virrey de Nueva España por otra vía se les dio la orden de auxiliar con toda eficacia, so pena de la merced real, a Menéndez de Avilés (nombrado Adelantado de la Florida) en todo lo que les pidiese. Ribault y Laudonniére habían vuelto a donde dejaron a sus hombres, y no hallaron ya ni rastro de ellos. Libres los horizontes de enemigos, solitarias todas aquellas comarcas, ambos jefes hugonotes dividieron sus mesnadas en dos grupos: Ribault edificó el fuerte Real y Laudonniére el fuerte Carlos. Con no mucho retraso Menéndez de Avilés se presentó también, y en desigual combate, por la sorpresa, destruyó la flota francesa, cuya mayor dotación se hallaba en tierra, y aunque resistido a pie firme así que desembarcó su tropa, acorraló 139 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO a la chusma civil y guerrera en Fuerte Real, lo asaltó y todos sin excepción, fueron degollados. Ribault halló la muerte por las espaldas. También arremetió contra el fuerte Carlos, si bien muchos de sus defensores, sin crédito de soldados, huyeron y Laudonniére con ellos. Corría el año de 1565. Llegando el Laudonniére a Francia, por más que quiso atraerse el favor primero de Coligny, fracasó y se retiró a la oscuridad de la que había salido. Santo Domingo 27 de febrero de 1565.— Luis de Padilla al Rey: los franceses, en número de 40, se desembarcaron en la Yaguana, quemaron una estancia, hicieron estragos en negros; los vecinos les siguieron en dos carabelas, y en una de éstas una chispa prendió en un barril de pólvora y murieron cuatro y varios más quedaron fuera de servicio; fueron tomados dos franceses y, puestos a tormento, declararon que en la Florida había más de 1500 franceses que estaban edificando un fuerte.— AGI, Santo Domingo 71. v Domingue de Gourgues, hugonete, armó una expedición para vengar la muerte de sus correligionarios y, estando Menéndez de Avilés en la Corte, saltó en tierra, sorprendió a los españoles de un fuerte, e hizo sarracina en ellos. De vuelta en Francia, los hugonetes le recibieron como a héroe, pero ya a Coligny no le quedaba sino esperar la noche de San Bartolomé, y Gourgues hubo de esconderse para no ser entregado a la disposición del Rey de España. v 50.— Por lo que toca a Santo Domingo, más que estar a la espera de lo que pidiese el Adelantado, que habría de ser gente de a caballo, por una real cédula se mandó a la Audiencia que, dejadas otras providencias del cargo de la Rea1 Hacienda, llevara cien caballos y les diese capitán de honor y celo, que los gobernase debajo el mando del Adelantado y que sin otra dilación que la indispensable, en el barco mejor acondicionado que más pronto se hubiese, los enviase a la Florida. No se hallaron hombres de igual satisfacción, porque mucha gente de denuedo, sin que hubiese poder que lo estorbase, se iban subrepticiamente de la tierra en busca de mejores horizontes de vida (cualquier clase de mantenimiento era ya sobradamente cara 140 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO por el agio de la moneda provincial, y era corriente la ocultación de efectos para vender a corsarios que, pagando en especies, pagaban mejor que con dinero), y también porque más de un centenar de hombre hábiles para manejar las armas los había llevado consigo a Panamá el último Presidente Arias de Herrera, aunque por punto general, apenas hombre alguno no era práctico, los de campos y haciendas en la garrocha, la lanza o el machete, los de ciudades y villas en espadas, estoques y chafarotes de longura excesiva. Los hombres de esta expedición a la Florida, muchos ellos acostumbrados a vivir a salto de mata, eran de este jaez y nada sufridos, a quienes se dió un capitán sujeto jugador con encargo de ser el pagador de su gente; aunque hubiera sido tal capitán Diego de Rivera, uno de los cuatro en quienes se había fiado la defensa de la Capital de la Española, hombre de confianza de Menéndez de Avilés, a cuyas órdenes sirvió muy pundonorosamente.... Los documentos hasta ahora habidos orientan al investigador sobre la causa directa o motivo de la insubordinación y rebelión de la gente dominicana a la falta de paga: unos pidieron sus haberes con las armas en las manos, y otros, en 1a ocasión, después, cometieron excesos y los demás se hicieron solidarios en el desertar, clavaron la artillería que pudiera destruirlos cuando se apoderaron de una nave y se hicieron a la vela y por diferentes puertos de la Española se metieron nuevamente en su tierra. Quien cayó en manos de la justicia, pues el Rey los reclamó a todos; quien se metió en los montes para reunirse algún día a los suyos, o para emigrar a donde no fuese reconocido; y quien, al abrigo de amistades menos decorosas, campeó por sus respetos dondequiera, asegurados de la sorpresa: billetes precursores de la acción de la justicia obraban testimonios de verdad al pie de los expedientes: No hallado. v Madrid 30 de marzo de 1565.— Real cédula de extensión a la Isla Española de lo ordenado por pragmática de Madrid 18 de junio de 1564, sobre el largor de las espadas, verdugos y estoques, que se 141 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO usaban de ocho y diez y doce palmos, y aún mayores, de que se seguían muchos homicidios; por dicha pragmática se ordenaba que los aceros sólo tuviesen hasta cinco cuartas de vara de cuchilla en largo, y se señalaba pena al que en el término de quince días no cumpliese la orden; por la primera vez se incurría en pena de 10 ducados, diez días de cárcel y pérdida de la espada, verdugo o estoque; por la segunda, en doblada pena y un año de destierro del lugar de la residencia y el arma para el juez. Se sobrecartó la pragmática en esta real cédula y se mandó pregonar de orden del soberano en toda la isla para que llegase a conocimiento de todos.— AGI, Santo Domingo 899. v Santo Domingo 17 de junio de 1566.— Grajeda, Cáceres y Ortegón al Rey; capítulo de carta: «En otras habemos suplicado a V. M. fuese servido de nos mandar adelantar nuestros salarios y mandar horden para que se nos pague en buena moneda….. En esta Isla no la ay sino es escasa y la carestía de las cosas de la tierra y de las de España es muy grande…. Y agora cada día estan en más excesivos precios; suplicamos a V.M. sea servido de nos hazer esta merced y que se pueda cobrar en el Rio de España es muy grande….y agora cada día están en embie provision para podello hazer».— AGI, Santo Domingo 71. v Santo Domingo 25 de septiembre de 1566.— Santiago del Riego, fiscal, avisa de su llegada a la Isla; ha hallado que todo en ella está en lastimoso estado por falta de sustento humano, y que ha visto «por vista de ojos, que, sin ser parte de la Real Audiencia, se van los vecinos a hurto de dos en dos, y, aunque se hace la diligencia posible, no aprovecha, porque humana diligencia no basta; de esto es causa más principal el estanco». Y suplica que se quite.— AGI, Santo Domingo 71. v Ocoa 2 de septiembre de 1567.— El licenciado Alonso Muñoz (del Consejo de Indias, en viaje a Méjico para entender de la causa contra el segundo Marqués del Valle), dice al Rey: «Esta Isla está muy arruinada y bien lo parece, pues una libra de pan no ha venido para poder comprar, si lo hay; carne y cara, y una gallina vale seis reales, y un carnero, veinte, y no se hallan, ni se ha hallado un huevo; dicen que se llevan el fruto de la tierra los franceses y ingleses; y hoy dicen que hay diez y siete navíos a la banda del Sueste, de franceses y ingleses, y tratan y contratan con todos, y el alguacil mayor de Santo Domingo y otros hombres honrados de la Isla me dijeron que no podían hacer otra cosa, o habían de desamparar la isla; que ellos 142 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO mueren de hambre y es imposible sustentarse, sino que va a más andar, perdiéndose……».— AGI, Santo Domingo 71. v Valladolid 9 de mayo de 1565.— Real cédula a la Audiencia: que con toda brevedad envíe a la Florida cincuenta hombres de a caballo, nombrándoles capitán.— Madrid 23 de noviembre de 1566.— Real cédula a la Audiencia: Los soldados de la Española que fueron a la Florida, y se volvieron después de sus tumultos, sean enviados presos a España.— AGI, Santo Domingo 899. Las respuestas a la primera real cédula fueron: De 13 de noviembre de 1567, dada por los oidores Grajeda, Cáceres y Ortegón; de 16 del propio mes y año, por Arias de Herrera. Los oidores dijeron el mucho trabajo habido para enviar a la Florida 200 hombres de guerra, con más otros 200 de a caballo, si podía ser; y que Herrera «trabajó de hacer toda la gente que ser pudo y puso harto cuidado en ello… y para ello se hizo todo lo posible, buscándolos y enviándolos a buscar por los pueblos y estancias de la tierra adentro y por los montes, y compeliéndolos con penas y prisiones y pregones que se mandaron dar con penas para que ninguno se ausentase de esta ciudad, y los que fueron hicieron harta falta en esta ciudad. La mayor parte de la gente que fue es diestra de a caballo y que se ha ejercitado y podrán allá servir muy bien a pie y a caballo, porque en esta isla lo acostumbraban mucho toda la gente……». Arias de Herrera, respondiendo, se explayó mucho sobre no haber podido juntar los 200 hombres de su voluntad, y que esperó un espacio, teniendo consideración a no sacar gente que sirviera para la defensa de la ciudad; se consiguió que Gonzalo de Peñalosa, vecino, comprara una fragata y fuese por capitán con la gente que se juntó, y para juntarla se valió del arbitrio tan expedito como a la letra expresaba: «No hallé otro remedio mejor que fué dar tras los amancebados y vagabundos de la ciudad y tierra, enviando alguaciles por todas partes a buscarlos, y así henchí la cárcel de gente; y como vieron que la cosa iba tan de veras, unos por bien y otros por mal, se venían a asentar con el capitán, de manera que se juntaron doscientos y diez y ocho soldados muy escogidos y ochenta marineros que eran buenos como ellos…..»; AGI, Santo Domingo 71. La segunda real cédula arriba mencionada parece repetición de otra anterior, porque con solos siete días de diferencia, al 30 de noviembre de 1566, el fiscal Santiago del Riego decía al Rey: «De los soldados que fueron a la Florida hay muchos en esta Isla, así de los que pidieron licencia con las armas en las manos, como de los del 143 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO motín que prendieron al Maestre de Campo y clavaron el artillería: pedí se prendiesen todos y dióseme una Provisión para los de la tierra adentro y mandamiento para los de aquí; prendiéronse algunos y los más se acogieron a iglesias y monasterios; pedí los sacasen pues eran traidores conocidos, y hasta ahora no lo han proveido, y los presos irán en este navío, aunque algunos están a la muerte, y lo mismo será de los que se prendieren por la orden que dan vuestros Oidores, aunque yo pedí se hiciese aquí justicia, pues aquí constará más la culpa».— Santo Domingo 71. v Santo Domingo 10 de mayo de 1568.— Vera, presidente; Grajeda, Cáceres, Ortegón, Santiago de Vera, oidores, repiten petición de pólvora, salitre y arcabuces. Resolución: al margen del capítulo: «Cédula para los oficiales de Sevilla que avisen de lo que les han enviado, y no les habiendo enviado nada, les envíen los 200 arcabuces y pólvora para ellos, y lo repartan como aquí dicen».— AGI, Santo Domingo 71. v La enunciación que arriba se ha hecho de Diego de Ribera no corresponde a fuente directa de información, sino que de este nombre era uno de los cuatro capitanes de la ciudad dividida en cuatro cuarteles de circunscripción miliciana, sujeto de valor y de viril pundonor. También pudo ser que se hubiera ido de Santo Domingo con el Adelantado Menéndez de Avilés, cuyo teniente de gobernador fué después a la Habana, y consta que en agosto de 1566 estaba aún en Santo Domingo. 51.— E1 hecho constante de crearse cargos autónomos dentro de jurisdicción cuya autoridad recibe la orden de excepción al par que a la persona con aquellos cargos se le exime y defiende de cuanto contradiga o se oponga a la exención, ha sido siempre motivo de discordias, o siquiera de desunión, fundamento de la subversión de la autoridad por ser el superior quien con su incomprensión establece el desorden en la jerarquía social y administrativa de los organismos dependientes de un mismo superior jerárquico. Tal aconteció en Cuba cuando en el principio de la empresa encomendada a Menéndez de Avilés quedó instalada en la Habana una oficina de abastecimientos con destino a la Florida, y al frente de ella, 144 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Pedro de Redrobán, sujeto atento al medro personal, tardo en el cumplimiento del deber por índole propia en ambiente de oposición del Gobernador García Osorio, de siniestro proceder en materia de competencia de jurisdicción. Redrobán embebió su propio disgusto el choque constante de los encontrados intereses de Menéndez de Avilés y de García Osorio, tronó un día con culpables desaguisados y seguido de los soldados a sus órdenes, se tiró al monte, resistiendo con las armas a los perseguidores hasta que su propio jefe, llamado a la Habana, le persiguió, capturó y juzgó entre tantas displicencias y desaires del Gobernador que, al fin envió el culpable a España para que, perdido Redrobán por su culpa, quedase perdido igualmente Osorio por las suyas. 52.— Consecuencia del estado de hambre que por estos sucesos se acentuó más y más en la colonia (habíase fundado por Menéndez la de San Agustín, fuerte, en la costa del mar), fué dividir la gente y adelantar la ocupación del territorio hasta aquellos mismos parajes en donde los franceses habían tenido sus establecimientos. Esto complicaba la situación general, porque a mayor extensión de dominio mayor número de tribus, todas de arrojo increíble y de una decisión uniforme de destruir las propias sementeras en muchas leguas a la redonda de los españoles, y era consecuente que apuntalase la situación al almacén de la Habana; y porque aún así aquello no tendría seguridad por mucho tiempo, si tales necesidades no eran mandadas remediar con providencias reales en España, resolvió hacer viaje. Ni podía hacerlo sin dar satisfacción de lo que de él esperaba el Rey, si primero no hacía un crucero por los mares de islas y poner los puertos en custodia, dotándolos de gente que pudiese hacer efectivo daño a franceses, con que se prevenía que algunos no pasasen adelante y subiesen hasta las tierras de su adelantamiento. Justamente envió delante de sí barcos con soldados para Cuba y Santo Domingo, y al mando de una pequeña flota recorrió los mares hasta Puerto Rico. 145 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO 53.— Dejó en San Juan una guarnición, y con sus barcos hizo rumbo a la Mona, refugio y escondite de piratas (no los halló), y como en aquella isla hubiese cantidad de yuca, dió licencia de descanso a los capitanes para que con todo disimulo tuviesen los barcos a la espera de enemigos y que esta licencia les durase hasta hacerse cazabe según diese la cosecha, y él se encaminó a la Isla Española; entró en el puerto de Santo Domingo el 23 de noviembre de 1566, en tiempo y sazón de haberse recibido noticias de que corsarios franceses avanzaban haciendo grandes muertes y robos, como los ejecutados en la isla de Madera. La entrada de Menéndez de Avilés en Santo Domingo había tenido un principio cómico que ayudó mucho a levantar la expectación general de los vecinos. Los vientos de tierra le habían impedido acercarse a puerto y hubo de seguir ruta de distracción hasta que los vientos cambiasen; en el medio tiempo divisó una nave que traía rumbo a Santo Domingo, y creyendo ser francesa, se le puso a popa para dejarle el sólo arbitrio de acelerar y encaminarse a la Mona, dando así carnada a los navíos propios; la nave enfiló al puerto de Santo Domingo, buscando asilo, pues era española y huía creyéndose perseguida de francés. Tras un reconocimiento, uno y otro barco izó pabellón español al acercarse a la Fortaleza, y entonces se reconoció el común engaño. 54.— La visita del Adelantado a la Fortaleza marcó un paso más para que tuviese ser y estado más cumplidos, que no el de casa del alcaide; pues habiendo aprobado cuanto en ella se hacía por los cuidados de la Audiencia (presidía el oidor más antiguo, Grajeda), sin desconocerse en Junta de Guerra y Hacienda, que todos los presentes estaban más para extender la mano en solicitud de dineros de las Cajas de Tierrafirme que para gastar de la desmedrada Caja Real de la Isla, de una vez por todas y sin más consultar la voluntad del Rey se resolvió destruir las casas de particulares de que tan enojado estuvo toda la vida el primer alcaide Gonzalo Fernández de Oviedo, se comprasen y demoliesen y con sus materiales se acumulasen piedras para construir el muro con que después se cerró 146 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO el terreno colindante con la Torre y Fortaleza, y se alargó así el paso público hecho calle, prolongación hasta los riscos de la costa de la más antigua y renombrada calle de Las Damas. Menéndez puso en manos de Grajeda un memorial de cuanto debía hacerse, pero por lo costoso no había sino de remitirse a S. M.; en el entretanto que ello tuviera respuesta favorable, debía esperarse con tal cual fundamento la llegada de un ingeniero en obras de fortificación, en quien reconocía habilidad y pericia, el capitán Juan de Zorita, de cuya comisión se habían recibido reales cédulas y sobre quién recayese toda responsabilidad de las obras apuntadas en cuanto a su solidez y a los gastos que las mismas demandaban. Bosque de Segovia 19 de octubre de 1565.— Real cédula al capitán Zorita que pasa a la Florida; que visite la Fortaleza de Santo Domingo y dé luz al Presidente sobre lo que en ella conviene reparar; en el caso de que se detuvieren las naos en aquella ciudad.— De la misma fecha; real cédula al alcaide don Rodrigo de Bastidas, que ha pedido se repare la Fortaleza, y se le envíen armas y municiones; avisándole de lo que se ordena a la Audiencia en esa misma razón; se ha dispuesto el envío de lo que pide, y que sea más celoso en el dar cuenta a la contínua del estado de la Fortaleza.— AGI, Santo Domingo 899. v Santo Domingo 30 de noviembre de 1566.— El Cabildo secular (don Alonso Henríquez, Alonso Bazán, Alvaro Caballero, Luis de Santa Clara, Cristóbal de Tapia Porres, Juan Caballero de Bazán, Diego Jiménez de Peralta, escribano Diego de Medina, que refrenda), al rey: Sobre la defensa de la Isla y que, con noticias recibidas el 15 de este mes (dada por Pedro Estupiñán de Figueroa) de haber corsarios franceses robando en la isla Madera «con grandes crueldades que nos puso temor y espanto por estar esta Fortaleza y ciudad muy mal proveída y no fortificada», etc. El 23 de este mes llegó Pedro Menéndez de Avilés, que ha dejado la armada real en la Mona y San Germán con ochocientos hombres de guerra para la guarda de estos mares, «y ha prometido a esta ciudad que de la gente que trae y viene, por vía de Montecristi dejará para guarda de esta ciudad ciento y cincuenta hombres arcabuceros y piqueros y mantenimientos hasta el mes de marzo para ellos, y veinte quintales de pólvora y municiones para los arcabuceros». Esto ha dado gran contentamiento a todos, v 147 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO y «el dicho Adelantado ha visitado esta Fortaleza y ciudad y sabe la gran necesidad que hay de que esté proveída de artillería y munición, y se fortifique». Suplican el envío de armas y de dineros de Tierrafirme para hacerse los reparos. (Se extiende en ponderaciones sobre los tratos y contratos que ingleses, franceses y portugueses hacen en los puertos de la banda del Norte.) AGI, Santo Domingo 71. 55.— Otra providencia del Adelantado había sido la de poner cortas guarniciones de su gente, como va dicho, en los puertos antillanos; lo que fué causa de júbilo en la población y vecindario, negocio de mala espina para las autoridades y oficiales reales de la Isla. Bien seguro de haber destruido todos los establecimientos franceses de la Carolina y de haberlos expulsado de las aguas antillanas con presupuesto de que por bastante tiempo la guarnición del fuerte de San Agustín no sería sometida a prueba por los enemigos, discurrió reducir el grueso de los combatientes hasta no quedar exhausta la cuota o cantidad de provisiones que concertadamente y debajo orden de disciplina desde la Habana se había de enviar, si bien la misma atención con la gente acantonada en diversos parajes antillanos requiriese un nuevo sistema de administración no tan gravoso que en compensación dejase de reconocerse su conveniencia por la exoneración de los respectivos vecindarios de la pesada carga de la prestación personal en casos de alarma ante la presencia e insultos de los enemigos, notoria como era en todas partes la ligereza de los vecinos en el ocuparse en la salvación de sus mujeres e hijos y bienes, que no para ir a ocupar un puesto de acción y al precio de la sangre estorbar sus acometimientos. Por otra parte, siendo Menéndez de Avilés tan recio para vivir en continuo movimiento, y habiendo ya experimentado que en sus ausencias solía mostrarse inquietante la insubordinación y el libertinaje de la soldadesca, previno con este arbitrio deshacerse de hombres ociosos, contando con reunirlos al tiempo de la necesidad y del peligro. Así, no bien hubo llegado a Santo Domingo, anunció a los Oidores que antes de salir de la Florida había despachado gente para el puerto de Montecristi y que 148 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO hiciesen camino para guarnecer la ciudad de Santo Domingo, y con diferencia de horas se recibió noticia de su arribo, y días corridos, sin dilación ni premura, se presentaron al mando del capitán Rodrigo Troche. Así que estos soldados quedaron aposentados, el Adelantado escribió al Consejo (3 de diciembre de 1566) que lo mismo en otras partes pensaba hacer, puesto en camino de la Habana, pues dejaría 50 arcabuceros en la Yaguana, mandados por el capitán Francisco de Godoy; y otros tantos en Puerto de Plata, con el capitán Aguirre; parecidamente obraría en Santiago de Cuba y en el Bayamo. Cartas hablan del gran contentamiento en el pueblo por el alivio dado a la intranquilidad tantas veces soliviantada, pero como los oficiales de la Real Hacienda recibieron hombres y no el dinero con que hacérseles las pagas, si de dientes para fuera se mostraban complacidos, cordialmente maldijeron del mal negocio y escribieron al Rey que tales soldados no se necesitaban, y ya el vecindario sabía cumplir en las ocasiones; pero si tal guarnición había de sostenerse mandase S. M. que el dinero de sus pagas se les situase a sus tiempos. Aunque mejor fuera que los soldados se quitasen y los gastos forzosos que en ellos habrían de hacerse, se convirtiesen en cañones y pólvora y otras armas, que todas eran menester. El ruin remedio de darse a los soldados un socorro, porción muy corta del salario que debían recibir, envuelve simplemente la solución precaria de quejas y reclamos constantes que los soldados hacían antes de darse a la fuga y deserción, con frecuencia precedida de excesos lamentables. Los mulatos criollos ya habían dado prendas de esta insubordinación, antes que en la Florida, en el Perú, cuando el Presidente Fuenmayor envió socorro de hombres y armas y caballos en los tristes meses de discordias entre Pizarro y Almagro. v Santo Domingo 30 de noviembre de 1566.— Rodrigo de Bastidas, alcaide, al Rey: Dice que recibió real cédula dada en Bosque de Segovia el 19 de octubre del año antecedente, con reprensión por ser remiso para escribir, como debe, a la contínua, sobre el estado de la 149 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Fortaleza, y refiere que el capitán Zorita no vino a esta ciudad e Isla a visitar esta casa y Fortaleza, como V. M. me daba aviso, y me ha enviado la munición y armas que V.M. manda enviar, de que tanta extrema necesidad esta Fortaleza tiene. La ciudad está muy complacida con la venida del Adelantado Menéndez de Avilés, y éste obra ya mucho por poner en buen punto la Fortaleza.— AGI, Santo Domingo 71. v Santo Domingo 2 de diciembre de 1566.— Grajeda, Cáceres y Ortegón, al Rey: Dicen haber sabido «que en Francia se habían aprestado veinte y ocho navíos y aún más para venir a estas partes y hacer mal en ellas, y después vino otro navío con el mismo aviso, y que…. Eran salidos en fin de setiembre; y, cierto, nos dió pena y puso en cuidado por ser muy grande armada; y, como en otras hemos escrito a V.M., se ha ido por otros puertos sin poderlo bien remediar mucha gente, y especialmente en el navío en que salió el licenciado Herrera, Presidente de esta Audiencia, para Panamá…….que llevó doscientas y cincuenta personas, sin que quisiese se visitase, y porque la tierra estaba muy perdida y desaparejada y la artillería toda de suerte que no podía aprovechar; y como el licenciado tenía cuatro años [había] cédula de V.M. para visitarla, no la había visitado esta Real Audiencia hasta que él se fué, que se visitó y se proveyó que toda la artillería se pusiese en ruedas y otras en ruedas y cureñas, y que se hiciese un fuerte en la misma Fortaleza a la parte de la mar y entrada del puerto, y se cubriese porque allí estaban algunas piezas descubiertas y desaparejadas, lo cual todo se está haciendo con toda diligencia; y, cierto, que será más importante y fuerte que todo lo que estaba hecho antes en la Fortaleza. Hase apercibido y alistado la gente, que estén a punto, y puesto guardias y centinelas con las tocantes que parece que convienen».– Dicen que llegó Menéndez de Avilés para tomar acuerdos con la Audiencia y hasta propuso quedarse aquí para entender en la defensa de estas partes, pero que la Audiencia le arguyó que su puesto era en la Florida, que era adonde los franceses se dirigían en aquella etapa de sus muchas ambiciones, «y así, que dejase en este puerto y en el de San Juan de Puerto Rico y en el de la Habana la gente que le pareciese y con la demás se recogiese a la Florida……. y así dice que quiere dejar en este puerto ciento y cincuenta hombres», por parecerle que eran los necesarios en esta ciudad, «porque, se ha hecho lista y reseña de cinco mil hombres, vecinos y estantes en esta ciudad, pero como no es gente pagada ni tan diestra, y muchos son mercaderes y oficiales mecánicos, había necesidad de alguna gente práctica y diestra…. 150 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO La Fortaleza se tornó a visitar con el Adelantado Pedro Menéndez y el capitán Antonio Gómez, y las demás entradas sospechosas de esta ciudad y puerto, y se trató con ellos de lo que era necesario para la defensa y guarda de la ciudad». Se vió todo y se redujo a memorial lo acordado en esta inspección. «La fortaleza de Puerto de Plata se comenzó a hacer habrá dos años, y se encargó a Francisco de Ceballos y se le dieron dos mil pesos, porque V.M., por una cédula real antigua, mandó que se gastasen por entonces dos mil pesos; y los dos mil pesos que V.M. mandó gastar en aquel tiempo, valían catorce mil agora en esta mala moneda y así, como se han gastado más de dos mil pesos de esta moneda está hecho muy poco, aunque Francisco de Ceballos, por ser hombre principal y aficionado a ello ha gastado de su hacienda más cantidad. Hay necesidad de fortificar aquel puerto, porque es muy vecino a la Florida, y porque, fortificándole, es puerto que podría defender la entrada». Piden comisión para ello. «Para estos soldados que dejó Pedro Menéndez y hacer los fuertes y cubo en el rio, y para comprar y quitar las casas que están dentro de la Fortaleza, y para el de Puerto de Plata también hay necesidad de artillería, especialmente de tiros gruesos; y en las armadas que en los años pasados se han hecho contra corsarios, se han perdido ocho o diez piezas, y en la urca y fragata que llevó el capitán Peñalosa a la Florida, se perdieron seis y algunas de éstas gruesas, y otras tres o cuatro que han reventado, se han enviado los años pasados a la Casa de la Contratación de Sevilla para que se fundiesen». Suplican envío de tiros, y quieren saber por cuenta de qué hacienda se han de pagar los 150 soldados que dejó Pedro Menéndez .– AGI, Santo Domingo 71. v Santo Domingo 3 de diciembre de 1566.– Pedro Menéndez de Avilés, al Rey: Hace relación de que al llegar a Santo Domingo, el terral le impidió entrar en el puerto y se apartó ocho leguas; después vió un navío y le siguió pensando que fuese francés; este tal acogiose al puerto de Santo Domingo, y declaró su capitán que había perseguido de un corsario francés. La Audiencia envió un barco de remos a reconocer la nacionalidad del perseguidor y entonces se conoció el error; que unos y otros se tomaron por franceses. Luego a la mañana siguiente de haber llegado, fue a reconocer la Fortaleza por orden de la Audiencia «y ver los mejores reparos que la ciudad podría tener para estar en más defensa y así lo hice, y es grandísima lástima que V.M. piense que aquí tiene una fortaleza muy fuerte que se podrá defender de cualquiera armada a sí y a la ciudad, y muy poca fuerza bastará 151 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO para la ganar todo y con poco peligro de los que la acometieren, aunque los vecinos hagan su deber; porque aunque la Fortaleza está en muy buen lugar situada y por la parte de la mar muy fuerte, por la parte de la ciudad que es por donde los enemigos la han de entrar y corre más peligro, no tiene más que un lienzo almenado que con diez palancas de hierro y otros tantos picazadones, sin artillería, darán luego con ella en tierra, cuanto más que no está todo cercado…..». Declara que ha dado al Presidente un memorial para el remedio, y la Audiencia ha pedido al Regimiento su parecer, y ellos informarán. Del capitán Juan Zorita dice «tenerle por hombre que entiende bien las fortificaciones». Agrega que cuando siga para la Habana, «de camino dejaré cincuenta arcabuceros en Puerto de Plata con todas las municiones necesarias y con ellos al capitán Aguirre, a quien el general Sancho de Arciniega» ha nombrado; «y en la Yaguana dejaré otros cincuenta arcabuceros y por capitán de ellos a Francisco de Godoy, que es muy buen soldado y cuerdo». Menciona lo que en este mismo orden hará en Santiago de Cuba y en Bayamo, con otras noticias de la que tiene hecho y hará .— AGI, Santo Domingo 71. v Santo Domingo 5 de diciembre de 1566.— Los oficiales reales (Alvaro Caballero, Diego Jiménez de Peralta y Pedro Bazán, contador, tesorero, factor, respectivamente), al Rey: Sobre la llegada de Pedro Menéndez Avilés, y que «por tierras de Montecristi nos proveyó de ciertos soldados con un capitán que se dice Rodrigo Troche, y de su armada dice que enviará otros cincuenta soldados y veinte quintales de pólvora y bizcocho y vino, y que residan aquí hasta que V.M. otra cosa mande». El vecindario está muy jubiloso, pero “lo que nos parece que conviene al real servicio de V.M., es que lo que se ha de gastar con estos soldados, que será mucho en cada un año, V.M. lo mande gastar en fortificar esa Fortaleza como conviene, señalando persona hábil que la visite y fortifique, y la mande proveer de artillería y municiones y armas así para la Fortaleza como para la ciudad y vecinos de ella; que, habiendo esto, hay (!) gente harta que no es menester gente de guarnición; especialmente que no sabemos cuándo ni cómo vendrá el enemigo y siempre conviene estar sobre aviso; y que si han de estar resinero de ellos. Solicitan, además, se dé licencia general para que de España vengan a poblar libremente en esta Isla los que quieran”.— AGI, Santo Domingo 71. v Santo Domingo 14 de mayo de 1567.— Grajeda, Cáceres y Ortegón, oidores: repiten que después de la ida de Vera, visitaron la 152 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Fortaleza, «y se proveyó que toda la artillería se pusiese en ruedas, y otras piezas en ruedas y cureñas, porque estaba de arte que no había tres piezas que pudiesen servir, y que unas piezas gruesas que estaban a la parte de la mar casi cubiertas de tierra y al sol y agua (porque un cobertizo que tenían estaba en parte que no aprovechaba, y caído), que éstas se pusiesen en cureñas y ruedas, y se cubriese de suerte que la artillería quede segura y no se pudiese mojar, y se comenzó luego a entender en ello; después se visitó otra vez con asistencia del Adelantado. Pedro Menéndez y del capitán Antonio Gómez, y les pareció bien lo que se había comenzado, y que se prosiguiese hasta llegar a la esquina que lleva al rio y entrada de la barra, y así se ha hecho que toda la artillería está aparejada y muy a punto, y se va cubriendo; y cierto que este fuerte que se hace a la parte de la mar es más importante que todo lo que la Fortaleza tenía hecho. En el compás de la Fortaleza había dos casas pequeñas, con las cuales la Fortaleza no podía estar cerrada, y por ellas y sus corrales podían muy fácilmente entrar y clavar la artillería, y por ser tan necesarias, se compraron para la Fortaleza de vuestra Real Hacienda, y el muro que estaba comenzado desde las puertas de la Fortaleza, se prosiguiese hasta la mar, y esto a costa de los maravedís y pesos de oro que hay de la sisa de esta ciudad. Todo esto era muy necesario a vista de todos los que lo veían y como lo dice el Adelantado Pero Menéndez en el parecer que dejó aquí y se envió a V. M. en los navíos que partieron de este puerto el mes de diciembre y febrero pasado, y se hace a la menor costa que es posible; y aun no se hacen otras cosas que el Adelantado allí dice, y otros también han dicho, por no hacer más gastos sin que V. M. lo mande. No hay pólvora ni salitre; piden también arcabuces no pesados para la provisión de los vecinos, y se pagarán por ellos lo que costaron. «En estas partes y costas andan gran número de corsarios, que en la Yaguana, que es de esta Isla, han tomado de un año a esa parte más de diez y seis navíos y carabelas del trato de esta isla, y de los que van cargados a España y de los que vienen de Tierrafirme, y en estos alguna cantidad de oro y plata; y de los pueblos de la banda del Norte cada día tenemos aviso de navíos de corsarios, y de muertes y de daños que han hecho; y es tanto que los vecinos de esta isla no son señores de traer a este puerto sus haciendas y frutos por la mar desde sus ingenios y hatos. Esta ciudad está apercibida lo mejor que se ha podido y mejor que otras veces ha estado, aunque la gente, que otras veces estaba 153 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO tímida, está agora muy animada, aunque faltan arcabuces y pólvora. La gente de a pie se ha repartido entre banderas y capitanías, que tienen cuidado por turno para hacer cada noche centinela y cuerpo de guardia, demás de la que aquí dejó el Adelantado Pedro Menéndez, que hace su guarda en la Fortaleza, y la gente de a caballo está también a punto, de manera que todos hacen cada día ejercicios de guerra». Recuerdan que por otras tienen avisado que la fortaleza de Puerto de Plata se está haciendo, aunque poco, por no haber dineros, y que Ceballos puso de su hacienda en la obra.— AGI, Santo Domingo 71. 56.— Todos los capitanes señalados por el Adelantado y su teniente general para gobernar los destacamentos enumerados arriba, hubieron de experimentar la falta de cooperación del jefe regional que les había tocado. Francisco de Godoy, calificado de buen soldado y cuerdo por el propio Menéndez de Avilés, no quedó con la gente que guardó el puerto de la Yaguana; su destino fué Santiago de Cuba. O perdió la sensatez, cuando más falta le hacía, o era uno como hombre pacífico, otro como león irritado. Porque habiendo sido hecho preso, como estorbo, por García de Mendoza, teniente de gobernador, al intento de favorecer una notable operación de contrabando, de que se quejó el cuitado a la Audiencia, la demora en la administración de la justicia lo encandeció tan fuertemente que juró vengarse de aquel hombre; y si bien posteriormente Mendoza perdió el oficio, que volvió a recuperar y a comportarse al son con que el Gobernador García Osorio le zumbaba por cartas coordinadas contra la jurisdicción exenta de los capitanes impuestos por el Adelantado, y acumuló sobre Godoy perfidias, rencores y amenazas, éste perdió los estribos tan cegadamente que, yéndose a la puerta de la iglesia de San Francisco, domingo de Ramos, así puso a Mendoza, que mereció ser condenado a pena de muerte; sentencia confirmada por la Audiencia y ejecutada donde mismo había perpetrado el crimen. De otra talla fué el capitán que el Adelantado puso en la Habana con cargo de alcaide, Baltasar Barreda, vencedor por la entereza de su carácter del gobernador García Osorio. Y de 154 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO muy diferentes quilates que Barreda hubo de ser Rodrigo Troche, capitán de los soldados estacionados en Santo Domingo porque, como sátiro endemoniado, una noche arrimó a las bardas de la huerta del monasterio de monjas frontero de la Fortaleza manuales escaleras de las obras de la ejecución del recinto que se hacía para la Fuerza, penetró en terreno vedado, forzó puertas con cautela e intentó violar a la religiosa con quien primero topara. Tomado por cerco en el mismo paraje de la fechoría y convicto y confeso de su maldad execrable, fué condenado a la horca, si bien la ejecución se demoró por haber pedido S. M., a instancia de Menéndez de Avilés, el expediente original del proceso. 57.— Al capitán Aguirre, jefe de los soldados acantonados en Puerto de Plata, hubo de caberle en suerte el trato que suele darse a cuantos (por su subordinación conocida al superior) se les convierte en cabeza de turco, mientras a su superior no alcanza tan mala correspondencia, y nada ampara al subordinado, siquiera por no saber lo que le está pasando. Con atravesados ojos había recibido Francisco de Ceballos, alcaide y cabezuela de la villa, aquella guarnición para que resguardase el puerto de todo desmán de enemigos, bastándose él, con toda confianza en sí mismo y sin la cooperación de una guarnición impertinente, “tener a raya” a cualesquiera adversarios, correspondiendo con ellos a vida, que no a muerte. La tarea a que se dió Aguirre por mandato del Adelantado y aquiescencia pasiva de la Real Audiencia, fué de poner a sus hombres en la prosecución de la obra de la Fortaleza. Ceballos que conoció que el edificio había de terminarse pronto, pero fuera de toda sazón, montó en cólera; mas como Aguirre, de inteligencia algo ruda y de espíritu bastantemente socarrón, se limitase, oyendo votos y fieros, a ver y oír y a obrar, luego el encolerizado alcaide, con hijos que eran mimados nietos del presidente interino, oidor Grajeda, expuso sus querellas ante el complaciente suegro, y ganó provisión real para que el capitán suspendiese las obras y se desistiese de ellas, por tenerlas Ceballos a su cargo, como sujeto que con su propia hacienda hacía 155 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO gran servicio a S. M. poniendo de ella mucha parte de los costos, demás que debíase dejarlo en la facultad y mandamiento que en ello tenía por la Audiencia, y estaba en ello confirmado por don Felipe, nuestro señor. Más habría de ejecutar luego el capitán Aguirre; dejar libre los alojamientos (provisionales) de la fortaleza y buscar otro, para sí y soldados, lejos de allí conque excusase toda otra molestia al buen alcaide; asimismo debía llevar consigo las municiones que el Adelantado le había entregado, bien entendido de no tocar a lo que Ceballos justificase haber comprado, o recibido por mandamiento de la Real Audiencia. Y es cierto que Aguirre y sus cincuenta infantes muy a duras penas hallaron casa donde meterse; en cuanto a la manutención, empero, recibió gracia declaratoria del conspícuo alcaide para que aquellos soldados recorriesen los terrenos realengos de la comarca dedicados a la caza de ganado cimarrón, conque a ella se aplicasen con toda constancia, y vendiesen lo sobrante (que por abundante era baratería) en beneficio del Cuerpo (porque tantos hombres se entretuviesen dispersos y cada día fuese menos cumplida la provisión personal y general de pólvora y plomo). Y con todo recato, en oportunos tiempos, Ceballos sacó del almacén de la fortaleza la pólvora y tiros de su cargo, y todo lo hizo llevar a un su ingenio, más adentro de la altura de San Marcos. 58.— Bien entrado el año de 1567 pareció a vista de Puerto de Plata el corsario francés Jean de Bontemps, que en un punto saqueó los barcos que sorprendió anclados, aunque venía “derrotado” del Río de la Hacha, en donde un puñado de españoles le opuso resistencia, con todo y tener cuatro barcos muy pertrechados y muchos hombres, la valerosa conducta de los vecinos, está neutralizada por el siguiente pasaje de carta del contador real de Barquisimeto, su fecha el 21 de abril de 1568, sobre las fechorías de extranjeros en el cercano puerto de la Borburata; “Estos corsarios vienen muy proveidos de todas mercadurías y azeites y vinos y lo demas que en la tierra falta, y la necesidad de los vezinos, por no tenerlo, es grande, y no bastan penas ni castigos para que dexen de comprar secretamente lo que 156 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO an menester, y esto se a hecho y de verdad se haze, aunque no se puede averiguar, porque lo hazen de noche y los unos a los otros se encubren, y no basta diligencia para que lo dexen de hazer, y es verdad que tenemos escrúpulo de conciencia nosotros los oficiales de V. M. por los juramentos que les hazemos tomar pues de ellos no podemos averiguar cosa sino que creemos que se perjuran”. Jean de Bontemps y John Lowell, corsario inglés, robaban y rescataban por separado pero tenían sus mutuas correspondencias y el Lowell era justamente un asociado con el famoso John Hawkins. En realidad, Bontemps era ya conocedor personal de aquel puerto y tenía clave previa de cómo proceder para en caso nuevo de llegar, ni vigilancia en tierra fuese estorbo, ni sorpresa del vecindario conturbase el “domino” de Ceballos, quien, como esperase visitas varias, había armado su retablo durante la interferencia de Aguirre, como queda dicho, sin más que hacer, sino contra imprevistos raros. Y como franceses fuesen avisados antes de acercarse a puerto, dieron comienzo al bien estudiado sainete, sin reparar en preventivo alguno, salvo en acercarse dando gritos amenazantes a los soldados del fuerte (ya éstos, y Aguirre a la cabeza, habían ocupado la pequeña eminencia y saliente en que la fortaleza se hacía); como los intrusos fuesen recibidos a tiros, y una de las bombas de los de tierra hiciese impacto peligroso en uno de los barcos, y parlamentos menudeasen por quitar los franceses (de acuerdo con Ceballos) aquellos impedimentos, se pasó al segundo cuadro de la comedia muy gravemente aceptada por la impertérrita guarnición, que fué quedar un barco barloventeando y haciendo amagos para tener bien divertidos y sin dormir a los defensores, ya reducidos casi a la impotencia en el uso de piezas mayores por falta de pólvora, y los demás barcos alcanzaron el puerto de Puerto Real, en donde todo fué para franceses entrar y salir tan seguros como en propia casa. Del suceso se dió cuenta a S. M. con la satisfacción correspondiente del buen tono con que los franceses estuvieron en Puerto de Plata, pues, alzando la mano en cualquier otra demostración de hostilidad, 157 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO dieron a vecinos tanto por tanto, conque los vasallos libraron lealtad debida y pellejo propio. Más liberal que los Oidores fué el fiscal de la Audiencia sin llegar a la declaración ingenua; y quien narró la verdad fué Aguirre, aunque a destiempo, denunciando a los culpables con tan difusa memoria y tan confusa explicación que su escrito no sirvió para nada. Esta Relación de Aguirre pone en descubierto las hazañas que en distintas ocasiones de corsarios, testigo el propio capitán, ejecutaron en consorcio con Francisco de Ceballos vecinos de la villa: Pedro Rengifo de Angulo y Juan Fernández de Estrada; los que, por haber sido sucesores consecutivos de Ceballos en la alcaidía de la fortaleza de aquella villa, manifestaban ya lo que serían desde que hiciesen juramento y pleito homenaje de lealtad, obrando según los severos principios de las conveniencias personales a la manera de Ceballos, pues ambos se hicieron ricos y dejaron bien heredados a sus hijos… Santo Domingo 17 de junio de 1566.— Grajeda, Cáceres y Ortegón, oidores, al Rey, capítulo: Que por otras tienen declarada la necesidad de armas, porque la gente que se envió a Pedro Menéndez llevó las que había de arcabuces para la Florida; piden pólvora, salitre en cantidad igual de 100 quintales cada cosa.— AGI, Santo Domingo 71. v La carta del contador Diego Ruíz de Vallejo, de 21 de septiembre de 1568, en AGI, Santo Domingo 78.— Del mismo espíritu es la carta (4 de mayo de 1567) del nuevo fiscal de la Audiencia, lic. Santiago del Riego, cuando se supo en la Española de la presencia de los mismos corsarios en la Margarita: «La causa principal deste daño creo es no aber quien lo pida por parte del Rey, y vese claro porque de todos los que rescataron en la banda del Norte está el pleito concluso ha tres años y más lo que hay de catorze de marzo hasta hoy, y nunca se ha pedido por ninguno de mis predecesores; y, abiendo muerto el secretario ante quien pasaba, no abía memoria… ni después que vino a mi noticia pareció, porque un oficial a quien se dieron los papeles dezía que no lo hallaba; y, en fin, a poder de petición, se halló y lo tengo visto….» Y se perfecciona la especie por los mismos Oidores, que en larga carta (12 de mayo de 1567) sobre el mismo asunto, dicen: «Y ahora por aviso de la Margarita y Cumaná 158 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO sabe vuestra Real Audiencia que (Hawkins) trae ocho navíos de armada muy bien artillados y con mucha gente de mar y guerra….; vese asimismo porque con el rescate que hizo Juan de Bontemps viniendo con un pataj, volvió (a la Margarita) segunda vez con un navío muy bueno y un pataj muy en orden, y ahora vino con el Juan Aquines de Margarita con cuatro navíos y un su hermano con dos a la banda del Norte y, lo que peor es, que no falta quien diga que vuelven por orden de los que con ellos rescataron».— AGI, Santo Domingo 71. v Santo Domingo 17 de junio de 1567.— Grajeda, Cáceres y Ortegón, al Rey: «En Puerto de Plata entró un navío de franceses corsarios muy bien artillado de muchas piezas de bronce grandes, que venía con otros dos navíos, y aunque en la Fortaleza que allí se va haciendo se hizo el deber y les tiraron aquellos tiros que tienen, como son pocos y tan pequeños, aunque le dieron en el costado al navío y mástiles, no le pudieron echar a fondo, y se apoderaron de tres navíos que allí estaban cargados; y no quisieron hacer mal, sino tomaron de los navíos que allí estaban, mil cueros, y dieron por cada uno tres varas de ruan, o cinco de cañamazo, y dijeron que no querían sino rescatar». Dicen los oidores que en la fortaleza de la villa se gasta lo que es menester, y aunque Francisco de Ceballos ha gastado y gasta de lo suyo en ella, «hay necesidad que se gaste cantidad de vuestra Real Hacienda para guarda de aquellos puertos de aquella banda……».—AGI, Santo Domingo 71. v «Memoria de todas las cosas que an pasado en la ysla Española de la banda del Norte desde el año de 1567 del primero de enero asta dezinuebe de nobiembre de 68, en que el capitán Juan de Garibai i de Aguirre, natural de la billa de Valladolid, fue desde España con el socorro de los mil y quinientos y un infantes que se enbiaron a las probincias de la Florida, que fue por General dellos Sancho de Arziniéga, bezino de la billa de Portugalete, y desde la Florida por orden de Su Majestad me mandó el Adelantado Pedro Menendez de Avilés que me quedase en la ysla Española en la banda del Norte, en un puerto que se dize Puerto de Plata, que será treinta bezinos pocos menos, y que en el tiempo predicho (sigue espacio en blanco). Está allí un bezino que se dize Francisco de Ceballos, el qual es alcaide de la Fortaleza i es regidor del dicho Puerto de Plata, i el año de sesenta y siete, que yo estube allí, fue alcaide ordinario de dicho pueblo, i es onbre rico i poderoso; tiene un yngenio de açúcar muy grande i en él i en otras aziendas que tiene, que son atos de bacas 159 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO i estanzias en que aze caçabi i otros bastimentos, tiene dozcientos i cinquenta negros o más, los quales an sido abidos de franceses luteranos, yngleses i portugueses que ban sin registro; i tiene por suegro al licenciado Grajeda, de la Real Audiencia de Santo Domingo, i un ijo que tiene está desposado con una ija de don Cristóbal Colón, bezino de Santo Domingo, i el licenciado Ortegón con otra, i a esta causa tiene toda la Audiencia de su mano i aze muchas cosas en deservicio del Rei i de su Real Corona i de la fe. Tiene este Ceballos la muger loca i está amancebado con una negra que se dize Uiana Manga, que no me acuerdo del nonbre de pila, i con otras negras suyas, en las quales tiene ijos mulatos, a la qual muger natural la tiene encerrada y algunas vezes auií dezir que él, a poder de acotes le abía hecho perder el juicio por estar amancebado, i esto es público i notorio; i como es rico i poderoso, los del pueblo no lo osan enojar ni dezir la berda de lo que saben, porque, como es poderoso, ázeles mil molestias i les aze azer cosas contra el Rei porque a él no descubran las suyas. Un año antes que yo fuese a Puerto de Plata fue al puerto un corsario frances luterano que se dize Juan de Buen Tiempo y robó tres nabíos que estaban en el dicho puerto, de uno que se dize Pedro de Cañizares, que está casado en Jerez de la Frontera, y otro nabío de un Alonso Mendez que está casado en el mismo pueblo con ija de Isabel de Billegas, i otro de Antonio Maldonado; i el Francisco de Ceballos le dio ayuda y fabor al luterano para lo azer, i después de aber robado los nabios, desenbarcó el Juan de Buen Tiempo en tierra él i su gente en armas, y el Francisco de Ceballos le yebó a su casa i le aposentó en ella i le banqueteó, i rescató asucar i cueros, i el luterano le dio muchas preseas al Francisco de Ceballos; diole una celada i alabardas y una ropa de lebantar, creo que de damasco. Quedó el luterano de benir otro año adelante, i bino, i entendiendo que abía gente de guerra en el puerto, pasóse a Puerto Real i allí cargó de cueros, i en la Yaguana acabó de cargar, que sacó de la banda del Norte más de treinta mil cueros, en que supe por un bezino de Puerto Real que allí i en la Yaguana abian cargado cinco nabíos. A este Juan de Buen Tiempo el Ceballos le dio bastimentos de carne i casabi i conserbas; i, syendo alcaide de la Fortaleza i capitan del pueblo, i abiendo artillería en el Morro, no le tiró al francés ni ayudó a los nabíos que robaron, i si él les tirara, pudiera ser que no los robaran, antes los iebó a su casa. 160 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Por el mes de mayo del sesenta y siete, poco más o menos, allegó a la boca del puerto un nabío francés i él pensó que era nabío de Juan de Buen Tiempo; vió que le tirasen una pieça de artillería dándole abiso que abia gente de guerra, que aquello tenía él por señal para con los franceses, i ansí se fue el nabio i fué a cargar a Puerto Real, adonde robó un nabío portugués que allí estaba, i mató al capitan del nabío, i estubo este nabío allí surto más de quatro meses i la gente dél saltaban en tierra i iban al pueblo de Puerto Real sin que los bezinos se lo destorbaran aunque yban los franceses desarmados. El mes de ebrero a seis días del dicho mes allegaron a Puerto de Plata dos nabíos de franceses luteranos, el uno sería de más de trescientos toneles i el otro era un pataj, i entraron con bandera de guerra i tocando trompetas i atanbores i encima de la chazeta del nabío con las espadas desnudas, dando bozes, diziendo que todos abíamos de ser pasados a cuchillo, i yo luego me puse en defensa; empecé a batir la nau grande i pataj; pasó a una nau que se dezia ‘la Pintadilla’ i la tomó, porque los que estaban dentro, que eran los dueños della, en una barca se fueron a tierra uyendo, i yo rebolbí azia el pataj algunas pieças de artillería i, yo derribando el castillo de proa del pataj, se iba a fondo i les maté la mayor parte de la gente; los luteranos, como el pataj se iba a fondo, dejaron la nau que abian tomado i bolbieronse a la nau grande que me estaba batiendo el fuerte; i visto esto, los luteranos con barcas quisieron echar gente en tierra, i yo con mi gente defendí que no lo iziesen. En esto, como yo les daba prisa desde la Fortaleza, dio bozes el capitán del nabío luterano, diziendo que él azía lo que yo quisiese; en esto tornelos a batir, luego pusieron bandera de paz. Yo fui a unas barcas que estaban en la playa, que sería un quarto de legua del Fuerte y allélas desfondadas, i pregunté que quien las abía desfondado; dijéronme que Pedro de Ceballos por mandato del Francisco de Ceballos; i de manera que por los aber desfondado, no entré a acabar de rendir el nabío; i Pedro de Ceballos i otro que se dize Juan Ortiz de Salazar, que son onbres principales del pueblo, i Francisco de Ceballos el teniente de factor del Rei i alcaide ordinario lo bi que con una barca que allí llegó de los franceses, habío i les dio por abiso que no tubiesen pena, que ellos me esconderían la pólbora i balas i las demas municiones, i por esto no pude acabar de rendir el nabío. El Ceballos, aunque yo le pedí la pólbora, no me la quiso dar; yo fui a la casa de la munición i no allé pólbora ni balas ni otra municion alguna, que 161 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO la abía escondido, i enpezó a dar bozes que no tenía pólbora, i que, aunque la tubiese, no la quería dar; i todo esto lo dezía de manera que los franceses lo oían, i dezía que a los enemigos la puente de plata; todo esto dezía para que los enemigos entendiesen que yo no tenía municiones para que se pudiesen salir, i de allí enpezaron a batirme los enemigos del nabío más de rezio i a querer saltar en tierra i yo les defendí con alcabuzería, i los del pueblo dieronse a uir i el Ceballos; solo quedaron tres bezinos, que el uno se dize Lope de Rutia, i el otro se dize Blas Ortiz de Mendibil, i el otro Pabon [nota: el tronco de los Pichardo dominicanos]; todos los otros dieron a uir. Un Pedro de Locano, escribano, que ya es difunto, quedó allí. Yo pregunté al Pedro de Locano que por qué se abian ydo uyendo los bezinos i Francisco de Ceballos que era alcaide del fuerte; dijome que abia ydo a comer. Y bisto los enemigos que yo no tenía municiones, i que le defendía los pasos, acordaron de salirse a tobando (?) del puerto i a buscar otros seis nabíos que estaban en Montecristi i Puerto Real para bolber a destruirme a mi i a mis soldados por mar i por tierra. Los otros nabíos, desque bieron que yo abía tratado mal a los que abian entrado en el puerto de Puerto de Plata i que les abía muerto mucha gente, no quisieron benir ni abenturar sus nabios; i andando informado yo de cosas para dar noticias a S.M., me dijo un escribano de Montecristi, el nonbre del qual no me acuerdo, que él abia estado en los nabios franceses i que oyó decir al capitán del nabío que yo abía batido i que yo abia muerto mucha gente, le abía echado mucha azienda a mal i que se abía de bengar de mi i de mis soldados, i que alababa mucho al Ceballos porque abía escondido las municiones, i que le tenían por amigo i que abian de dar parte al Almirante de Francia desto para que tubiese por amigo al Francisco de Ceballos, i después me dijo un mestizo de color quebrado que se dize Álbaro, que los del pueblo abían dado a uir para que los franceses saltasen en tierra i me matasen a mi i a mis soldados, para que a su salbo pudiesen tratar y contratar con los franceses. Tanbien bino al fuerte un piloto que se dize Gaspar Jorje, en este tienpo, que estaba en Montecristi, que medió por abiso que Francisco de Ceballos era traidor al Rei, que se carteaba con los franceses de los nabíos, que a él le quisieron iebar por fuerza a los nabíos franceses para que, como piloto corsario de las probincias de la Florida, de las islas de Cuba i Tierra firme, los iebase a mostrar los puertos para destruirlos, i que le daban mil ducados i una galeota i un turco; i que el Francisco 162 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO de Ceballos le salía fiador de los franceses por estas cosas de que le pagarían esta cantidad; i el Gaspar Jorje se bino al puerto donde yo estaba para no yr ni ser contra su Rei; no enbargante esto, un bezino de Puerto de Plata que se dize Pedro de Renjifo, andubo enduciéndole al Gaspar Jorje para que fuese con los franceses, i Francisco de Ceballos le dio un capote guarnecido de oro y una espada porque fuese y le dio caballos para que fuera con los nabíos de los franceses, i no lo quiso azer, antes me descubrió todas estas traiciones; i el Francisco de Ceballos dió industria a los franceses para poder tratar i contratar con ellos i para los poder ablar; i fue que nuebe leguas de Puerto de Plata está un puerto que se dize la Isabela, adonde tiene un ato de bacas; i otro de obejas el Francisco de Ceballos, i allí iba i venía desde Montecristi i Puerto Real una galeota de los franceses a tratar i contratar con el Ceballos i con todos los demás bezinos, i porque yo no fuese a defender aquel paso opuesto, concertó de que estubiese una nau de los enemigos sobre el Puerto de Plata, i ansí trataron allí i rescataron muchos negros i ropas de seda i otras muchas cosas, i los franceses saltaban en tierra libremente i ablaban con los bezinos i otros de la tierra adentro a trueque de cueros i açucar i tabaco, i el Ceballos les daba los bastimentos que abían menester de carne i caçabi i asucar i conserbas i bino. Esto solo porque a la Isabela bino un nabío sin registro de uno que se dezia Mecina, que abía sido criado del Ceballos, i los franceses dieron tras él, i él fuese con el nabío a tierra, i traía muchos clérigos i frailes portugueses sin licencia i sin registro, i el mismo Ceballos los albergó, i el Renjifo tubo dos clérigos portugueses que iban sin registro: entre los marineros iba uno que se dezía Francisco, natural de la Coruña, i este Francisco i el capitán del nabío que abía sido criado del Ceballos se fueron a la casa del Ceballos, i el Mecina iebaba i traía los recaudos de los franceses al Ceballos i le iebaba muchas peruleras de bino i conservas; y esto solo porque este Francisco, gallego, bisto que se dezían grandes demostraciones en la casa del Ceballos, me fue a dar abiso al fuerte, me dijo cómo el Ceballos enbiaban las cosas necesarias a los franceses, i preguntándole yo quien eran los que yban y benían por parte del Ceballos, me dijo que este Mecina i un negro del Ceballos que se dize Manga, que es ermano de la negra que tiene por amiga, i uno que se dize Caramancana, que por otro nonbre le dizen Andrés Castillo, que fue de los amotinados de Lope de Aguirre, i este es el que entraba i salía con los franceses i que trataba con los 163 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO franceses por parte del Ceballos, i el Ceballos lo tiene en su casa por su criado, i este es el que a Gaspar Jorje, piloto, quería i procuró de dar a los franceses para que les mostrase la Florida para destruirla, como después lo izieron los franceses, que el Ceballos les dió un Mecina, que es el que arriba tengo dicho; i fueron aquellos mismos franceses que estubieron en Puerto de Plata [y fueron] a la Florida, i destruyeron i iebaron el artillería de San Mateo, i estubieron sobre la Abana, que S.M. recibió mucho daño, ansí en dar fabor que yo no tomase el nabío, como en destruir la Florida; i después prendí yo al Caramancana, i le enbié preso a Santo Domingo por traidor al Rei, i le dieron por libre por no enojar al Ceballos, i porque el Caramancana sabía todos los tratos y contratos del Ceballos i de los demas bezinos i de toda la ysla, i este tenía algunos negros que los franceses le abían dado por ser el que contrataba por el Ceballos i por los otros bezinos de Puerto de Plata i de los demás pueblos de la ysla. Y también andaba en estos tratos uno que se dize Montero, que es portugués, criado del Ceballos. Desde sé lo más de bista i lo otro de uidas; i a la clara dezían los franceses de aquella tierra de la Española que era tierra buena para el Almirante de Francia i que ellos la abían de poblar; esto me dijo un bezino de Puerto de Plata que se dize Francisco de [Ur] Rutia i otro Blas Ortiz, que es bezino de Santiago de la Bega, i este bezino gallego, me lo dijo; tanbien me lo dijo un Juan Yañez, piloto de Sebilla que al presente se alló en la Isabela; i esto es notorio en toda la tierra. Y tanbien daba el Ceballos dinero i caballos a los marineros que yban a cargar para la Florida, porque se fuesen proveídos i se despoblasen; i a los soldados que yo tenía; i muchas bezes dezía a los negros que fuesen a azer cueros para su amigo Juan Aquines i para Juan de Buen Tiempo. Allí está un bezino que se dize Juan de Gata, por otro nonbre Juan de Estrada, que este dio una taza de plata a otro bezino que se dize Juan Ortiz de Salazar, siendo alcaide, para que fuese a los franceses a tratar con ellos; i el Juan Ortiz de Salazar rescató quatro negros para Juan de Estrada, alcaide, i otros quatro el Juan Ortiz de Salazar [para sí]; al Juan de Estrada le penaron en los quatro negros un juez que bino de Santo Domingo, que se dezía Bazán, ermano de un caballero que se dezía Juan Caballero de Bazán, bezino de Santo Domingo; el qual no penó más de a este i una viuda que se dize Catalina de Oces, i a los otros no los penó ni al Ceballos, porque el Ceballos como es poderoso, no le osan enojar, ni a los 164 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO que el Ceballos quiere; porque luego ieba los juezes a su casa i les da muchos presentes de oro i plata i otras cosas; i el Bazán fue a posar a un monasterio; no embargante esto, posó en su casa el escribano que el Bazán traía, i él fue a comer con el Ceballos muchas bezes, i sé que lo iebó a su yngenio i le izo muchos regalos, i aunque toman sus dichos a los bezinos del pueblo i de la tierra, no dizen la berdá, porque todos an contratado con los luteranos, i los que no an tratado, son pobres i no osan decirlo porque, ido el juez, los trata mal el Ceballos i los otros bezinos ricos, i ansi se perjuran. Yo auí decir al mesmo Ceballos, diciéndole yo que no era serbidor del Rei, que aquellas cosas eran traicion al Rei i que yo daría abiso a S.M.; él respondía que no se le daba nada, que todo lo abian de remitir a la Audiencia de Santo Domingo i que allí las espaldas tenía segura i que dineros lo abian de azer; i quando yo prendí al Caramancana, dijo públicamente que él lo abia de librar i andar libre, i lo tiene en su casa; i aunque yo enbié testigos que sabían lo del Ceballos i del Caramancana, dezía el que lo tomaba que no dijesen del Ceballos nada; este sélo porque los memos testigos me lo dezían, que el uno es un Francisco de Rutia, vizcaíno, que está casado en Puerto de Plata, i el otro un Francisco, gallego, que ya es muerto, que es el que arriba. Digo tanbien heran testigos destos Lope de Rutia, bezino de Puerto de Plata, i Blas Ortiz de Mendibe, bezino de Santiago que antes bibió en Puerto Plata, i otro que se dize Diego de Mendibil, que bibe en Santo Domingo que antes bibió en Puerto de Plata, i todos los demás bezinos si quisiesen decir la berdá. Los que an sido en estos tratos son Francisco de Ceballos i Pedro de Ceballos, i Juan de Estrada, i Pedro de Renjifo, i Juan Ortiz de Salazar, Alonso Méndez, bezinos de Puerto de Plata; i los enducidores son Caramancana i el Montero i Pantaleón i Manga, el negro. Si a estos les dan tormento i les aprietan los cordeles, ellos dirán la berdá; i un Ortiz, que se dize Albaro Ortiz, bezino de Puerto de Plata. Estos son los que entraron en los nabíos de los franceses a tratar por los otros bezinos, i todos son criados de Francisco de Ceballos. Serán testigos un Padre de Santo Domingo que se dize frai Agustin de Aranda, i en Sebilla un Juan Yañez i Francisco Lorenzo su ermano, i otro que se dize Pedro Sanchez; i estos se allaron allí que tenían una nau que se dize ‘la pintadilla’, en el puerto; esto con juramento dirán de otros que allí se allaron; en la Contratación de Sebilla dirán estos, porque son pilotos o maestres de nabíos, i los otros pilotos dirán destos. 165 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO En Montecristi an estado muchos nabios de franceses i portugueses, i todos an tratado con ellos, en especial uno que se dize [Es] Coto, i otro Fuentes, i otro que se dize Francisco Luis, i otros que no me acuerdo de sus nombres. Al Coto yo le e visto salir de nabíos portugueses de tratar, i a Francisco Luis. En Bayajá, que es otro puerto, está un don Diego de Ribera que con franceses i portugueses a tratado por si i por muchos de Santo Domingo; agora bibe en Santiago de la Bega, es onbre poderoso; esto es notorio en Puerto de Plata; estaban allí muchos onbres ricos i lo más del año ai nabios portugueses o franceses luteranos; i en especial estubo allí un nabío francés más de seis meses i cargó de cueros, i Juan de Buen Tiempo estubo allí i en la Yaguana cargando, i esto es público i notorio que los propios que yban i benian a Puerto Real me lo dezian, i un Antón Gomez que hazía la fortaleza o adereçaba la artillería de Santo Domingo, me lo dijo que lo abía bisto, i en la ysla es publico i notorio; i en la Yaguana lo más del tiempo ai nabios luteranos, esto es público i notorio. An ydo muchos juezes de Santo Domingo, i coéchanlos, i con esto se vuelven ricos; i los propios bezinos dizen que se les daba nada que bayan juezes, que dineros lo an de azer, i ansi me lo dezian a mí muchos bezinos de la banda del Norte, que todos los que yban a las Indias por juezes, que eran letrados pobres i que yban a enriquecer. En Puerto de Plata está un Juan Ortiz de Salazar que está casado con una señora, i que está amancebado con una ermana de su mujer, i en el pueblo se a dicho que un probisor que fue allí le abía penado por ello. Estando en la iglesia un frai Agustin de Aranda, de la orden de Santo Domingo, por bicario i cura, fueron los más del pueblo a sus atos, i porque descomulgaba a los que después de se lo aber notificado, le trataban mal de palabra; i una bez que un Juan de Gata [el mismo de Estrada] quitó la carta de descomunión de la puerta de la iglesia, que ni abía justicia, ni Dios querido que la ubiese; esto causalo com tratan con luteranos franceses, ansi se les a pegado de su mala seta. Este Juan de Estrada está casado con una señora que se dize doña María de Angulo, y está amancebado con una negra suya, i por que la negra no quiere tener su amistad por no azer enojo a su señora, la a tenido en prision mucho tiempo i acotado muchas bezes. En Montecristi está un bezino que se dize Coto, que es casado, i que estubo amancebado con una india i con la ija de la india, de manera que tubo cuenta con madre i ija, i un probisor que allí fue, le perdonó por ciento i tantos pesos de mala moneda; otro portugués que 166 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO andaba a bender libros luteranos en Montecristi, le iebaron preso a la Bega, i fue perdonado por ciento i cinquenta pesos de mala moneda. Desenbarco en Montecristi de un nabío frances de luteranos.— Otro nabío de luteranos llegó a Montecristi i enbió a dezir que querían dezir misa en Montecristi el Biejo, que es cerca de la marina, que fuesen los del pueblo a uirla; esto me dijo un bezino de Montecristi que se dize Piçarro, i otros bezinos. Allí está un bezino que se dize Loçano, que este es el que ba i biene a los nabíos franceses y es mal cristiano; si este se prende dirá la verdad de muchas maldades que sabe, como onbre que yba a tratar con los luteranos, que no solo lo trataba con los de Montecristi, mas por todos los de la ysla, que públicamente traían cueros a carretadas por los caminos de Santo Domingo, del Cotuí, i de la Bega i de Santiago i de los pueblos comarcanos; i este i el escribano de Montecristi, si les aprietan los cordeles, dirán de todos los demás. En Puerto de Plata está uno que se dize Juan Gutierrez, el qual está amancebado con una india más de 10 años, i la justicia se lo consiente i no lo castiga. Allí está uno que se dize Gumiel, el que oyó decir las palabras a Pedro de Ceballos i a Juan de Estrada, i otro que se dize Lope de Rutia, i Alonso Mendez, bezinos de Puerto de Plata, i otro que se dize Diego de Mendibil, bezino de Santo Domingo que antes bibió en Puerto de Plata, i el frai Agustin de Aranda, que bibe en Santo Domingo, dirá lo que en esto pasó, que é izo información dellos. Este Juan Gutierrez es criado de Francisco de Ceballos. El Francisco de Ceballos ofreció de azer Fortaleza en el Morro del puerto i enpeçola, i por azer fortaleza, izo una casa i un pozo a manera de arjibe, de manera que ni es útil ni probechoso para la defensa del pueblo; el fuerte no está medio estado de alto, que ni está en defensa, ni sirbe de nada, i a gastado en él más de seis mil ducados de S.M. malgastados, que lo que está echo, lo a echo con el Pantaleón dicho arriba era el maestro de la obra, i como el Adelantado Pedro Menendez de Avilés me dejó en la guarda i defensa de aquella tierra, i en una estruicion que me dejó, me mandó que yo i mis soldados trabajásemos en el fuerte para que en brebe se acabase, él no lo consintió, antes porque yo daba prisa i dezía que se iziese como conbiniese a la defensa de la tierra i provecho del Rei, enbió a Santo Domingo una falsa [mentirosa] carta, diziendo que yo le estorbaba que no trabajasen ni acabasen la fortaleza, i por esta carta, sin más información, le dieron una Probision para que yo no me entemetiese en él, como el Adelantado lo dejó ordenado de parte de S.M.; en lo 167 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO qual, si trabajáramos, la fortaleza se acabara i Rei no gastaría tanto como gastó; i después, porque yo no biese sus tratos i contratos, trajo una Probision de Santo Domingo para que yo i mis soldados saliésemos de la fortaleza i del Morro, i que la justicia nos castigase si no salíamos, i ansí salí i me fui al pueblo. En el pueblo no me quisieron dar casa, donde yo i mis soldados ni bandera estuviésemos solos, porque ellos, si biniesen franceses o otros enemigos luteranos, pudiesen tratar i azer a su boluntá, i sacó la artillería del Rei que el Adelantado me abía dejado para la defensa de la tierra; i aunque yo dí parte dello a la Real Audiencia de Santo Domingo, no izieron caso dellos ni diligencia ninguna. La artillería del Rei la tiene en su yngenio, i un Antonio Gómez bino i bió la artillería i la Fortaleza, i alló que abía quedado más de tres quintales de pólbora do la abia escondido, la qual, si diera, se ganara la nau que balía más de quarenta mil ducados, porque abía robado sobre Guadianilla una nair de abiso del Rei, i los abisos fueron al Gobernador de Puerto Rico, lo qual supe por un vizcaíno que de la nau francesa se escapó en Montecristi, i éste me dijo que el francés se quería rendir si no entendieran que no abía pólbora, i lo dijo a otros que no me acuerdo de los nombres; i supe por cosa cierta que los luteranos abían robado este nabio i otros muchos, en especial un nabío de Rebolo, en Ocoa, i balía más de dozcientos mil ducados, i todo lo que los franceses iban a rescatar es de nabíos que roban por la mar i en los puertos, i luego bienen a la banda del Norte a rescatarlo, i allí allan açucar i cueros por lo que urtan, i si los bezinos de los puertos no lo rescatasen ni encubriesen ellos, no andarían tan desolutos a robar; i porque el Adelantado Pedro Menendez los reprende i guarda que los corsarios no anden por allí, le quieren mal i le maldizen i desean le benga mucho trabajo i no pase adelante la población de la Florida, i ellos tendrán su trato. Los franceses andan diziendo a los negros de la tierra que si ellos quieren ganar aquella tierra, que ellos no necesitan cautibos porque en Francia no los puede aber; i esto selo porque muchos onbres de la mar que se an escapado de los nabíos franceses, me lo an dicho; que estos yban en los nabíos que robaban. En Montecristi robaron un nabío del Adelantado que benía por bastimentos para la Florida, que lo traía Gaspar Jorge, piloto. Otro nabío que bino a Puerto de Plata a cargar para la Florida, que lo traía un Diego Manso, portugués, por enduzimiento del Francisco de Ceballos, se bino a España i no fué a la Florida, que yba cargado de muchos bastimentos; y yo supe por 168 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO cosa cierta que a los marineros deste nabío les dio caballos i fabor para que se fuesen la tierra adentro, i a mis soldados i a mí nos dezía que ¿qué aziamos allí?, que el Rei ni el Adelantado no se acordarían de nosotros ni nos pagarían, que como cosa perdida nos abian dejado allí, i que aquella Fortaleza no era del Rei, ni lo que en ella estaba, ni la pólbora, antes bí que [a] todos los traidores de la Florida los acoje en su casa i en su yngenio, i a los que de otras partes bienen; i a un San Bicente, capitán de la Florida, lo acojió en su casa i a los demás que binieron amotinados, i les tomaban las armas; i el San Bicente, con estar mandado benir a España, no lo an cumplido, antes a él i a sus alférez los enbiaron a la ysla de Cuba, al uno por escribano, i al otro por alguacil con un juez que se dize Ortegón, ermano de Ortegón el oidor de Santo Domingo; i allá izieron muchos robos en los bezinos de la tierra; desto dirá un Ulano de Cabrera, procurador de la ysla de Cuba, que es bezino de la ysla de Cuba; él dirá de otros bezinos que lo saben i están en la Corte. Bino una galeaça a Puerto de Plata amotinada, i un Pedro de Ceballos que hera alcaide ordinario de Puerto de Plata, entró en ella, se concertó con los pilotos o maestres, i sacaron gran parte de los que abía i se lo usurparon, i consintieron que los soldados se fuesen la tierra a dentro; i aunque el sargento pidió fabor, no se lo dieron para volver a la Florida, que era de los que yban en socorro a las probincias de la Florida. Un Pedro de Renjifo, bezino de Puerto de Plata, yo auí dezir que enbiaba, o enbió en una barca muchos cueros a los nabíos de los franceses, i los marineros que yban en la barca se bolbieron i me dijeron que los cueros abían ydo a poder de los franceses. Un Abiar fue a la Isabela, i un sargento que se dezía Urtado, fue i tomole la barca i prendió al Abiar; i después concertóse con los soldados del sargento, i el Abiar bínose a la casa del Ceballos i le acojió i enbarcó para España, abiendo ydo sin registro i contra la boluntá del Rei; i esto ázenlo por interese que los bezinos de la banda del Norte reciben, yendo los galeones. Costeando la banda del Norte supo el Adelantado que estaba un nabío francés; supe que unos bezinos de Puerto Real abían benido a abisar al francés, i se quedó una barca del francés en el puerto, i cerca deste puerto ai unos atos de bacas, i allí dieron abiso desto a los que fueron en busca del nabío francés, que me lo dijo un Juan de Medina, alférez del Adelantado, i otro, Antonio de Cos, sargento mayor. Tienen en la banda del Norte por costumbre dejarse prender dos bezinos de cada pueblo i asta que an cargado los cueros que los 169 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO enemigos an menester, no los quieren dar; i esto ázenlo los bezinos por tener ocasión de rescatar i por disfrazar el trato. En la Yaguana es público i notorio, i en los demás pueblos lo más del año no quitarse de allí nabíos de enemigos luteranos, i esto es público i notorio, i ai en todos los pueblos de la ysla cantidad de negros mal abidos. En la Florida e estado i lo que a mí me parece es que la tierra es importante para la guardia de las otras tierras de Tierrafirme i de las yslas, porque es el primer encuentro de todas las Indias i frontero de las yslas de Barlovento, i todas las flotas que bienen de Tierrafirme i del Nonbre de Dios i de las yslas, pasan por la Canal que es en bista de la Florida; i muchos nabíos se an perdido en aquella costa antes que se poblase, que la gente i oro i plata se a perdido por no tener adonde se albergar, a causa de los indios muy brabos i malos; i si no ai fuerte por S.M., aunque aya labradores, aprobecha poco, porque ni los labradores se podrán defender de los indios ni de los franceses, i perecerá todo ello, i el francés tornará a poblarla, i entrados los franceses en la tierra, todos los nabíos españoles i flotas de Tierrafirme i Nueba España corren muy gran riesgo; i a menester S.M. tener cinco fuertes: el uno Santa Elena, i el otro San Agustín, i el otro en el río de Ballenas, porque aquí tienen intención de poblar los franceses; i el otro en Tocobaga, que es a la banda de la costa de la Nueva España i tiene buen puerto; i el otro frontero de la Canal; i a menester cada fuerte cien soldados i de allí arriba; i si a esta gente no se les a situado paga, todos perecerán i morirán de anbre; i esto aziendo, estarán los labradores seguros de los franceses i de los indios. Todo esto es lo que a mí me parece en mi conciencia. Y todo lo más que atrás digo, lo he dicho i dado por memoria, porque el tiempo que allá estuve con la gente de guerra, bí que era más señor de aquella tierra el francés que no el Rei de España; i este abiso lo enbié de la banda del Norte a S.M. por la bía de la Casa de la Contratación, i me remito a un proceso que se izo en la Abana, que esto i aquello todo es berdá. Está en Santo Domingo un Peñalosa, criado de Álbaro Caballero, contador del Rei, que estando un nabío de franceses en Puerto Real, enbié a pedir licencia a la Real Audiencia de Santo Domingo para, con un nabío que estaba en Puerto de Plata, del Adelantado, yr a tomar aquel nabío, i no me la dieron, queriendo yo ir a mi costa, pues la gente de guerra la tenía que abía para ir i para quedar en el fuerte, i estaba cerca, i no me la dieron, i probeyeron a este Peñalosa que fuese, i que fuese con él un Antonio Gomez, artillero de la Fortaleza 170 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO de Santo Domingo. Este mismo Peñalosa fue asta la Abana con cierta gente en socorro de la Florida, i no llegó a la Florida ni la socorrió, i aunque le izieron requerimientos que volviese i no gastase la azienda del Rei, no lo quiso azer, antes gastó en juegos i otros vicios más de cien mil pesos del Rei».— AGI, Patronato 18, doc. 1, ramo 9.— Escrito sin firma. De otra mano y en otra época se escribió en él «Céspedes», y el pensamiento se vuelve por ello a uno de los dos historiadores hermanos, Céspedes y Meneses, Sebastián y Gonzalo. 171 Capítulo VI Presidencias del lic. Grajeda (2a interinaria) y del lic. Diego de Vera (1566-1568) (Continuación) 59.— Con la fundación de la Isabela y unos fuertes edificados por orden del Primer Almirante y Descubridor, se hizo necesario establecer en la Isla un tribunal de apelación para todas clases de litigios, causas y procesos, en que los jueces locales, por ignorancia o sevicia dictasen sentencias o resoluciones de que los perdidosos se quejaban por vía de agravio, no siendo el Almirante para entender de todo ni gastar tiempo en semejantes ocupaciones. Así se estableció un Alcalde Mayor, y fué el primero aquel famoso tumultuario Francisco Roldán, que muchos sinsabores causó a los hermanos Colón y tantos desórdenes promovió en la tierra. Siguió después en el oficio Lucas Vázquez de Ayllón, que lo retuvo hasta poco antes que hubiese sido promovido al oficio de Juez de Apelaciones, como miembro de la novísima Real Audiencia. Marcos de Aguilar, nombrado después por el segundo Almirante, ocupó el puesto hasta que se cumplió en él la orden de expulsión por una real cédula de fines de 1518 al par que por otra se le mandaba regresar a España. Durante la suspensión de la Real Audiencia, el Justicia Mayor licenciado Alonso Zuazo instituyó dos alcaldes mayores: Bartolomé Ortiz, con residencia en Azua, y Diego de Ocampo, en La Vega, con extensión territorial proporcionada; y el licenciado Rodrigo de Figueroa, asimismo Justicia Mayor, cuadruplicó el oficio y situó al licenciado Rodrigo de Barrera en Azua, al bachiller Pedro Moreno en la Yaguana, y 173 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO a Luis Sotelo y Pedro Vázquez, dándoles respectivamente distrito de Santiago a Norte y Noroeste, y de la Vega al Este. Al retorno de don Diego Colón, y por tener la prerrogativa, llamó al oficio a Hernando de Carvajal (y en la Concepción puso al licenciado Carrillo) y después a Lope de Bardecí, a quien la Virreina confirmó más tarde en nombre de su hijo don Luis, tercer Almirante; y por la misma señora, en idéntica manera, lo tuvo Jerónimo Lebrón, que lo era en 1537. Después de este tiempo no salen cuentas claras quizás por el pie de inferioridad en que la Real Audiencia solía mantener a la Virreina; porque siempre mortificada por competencias estando en la Isla, agraviada debió estar en ausencia por la comparecencia personal que los Oidores pedían del Alcalde Mayor para aceptar los nombramientos hechos de alguaciles del cargo del Almirante; a quien, por otra parte, por nuevo asiento con la Corona, se le recortaron privilegios, juros y preeminencias. Y de ahí para abajo, aceptar oficios de justicia de cualquier categoría que fuese, todo habría de ser perder Alcalde Mayor y Alguacil Mayor de la Ciudad, fuese crédito y estimación, fuesen gajes, por no querer la Audiencia entenderse, y ya se entendía mal con todos los agraciados por el Rey, con la clase y las personas favorecidas del Almirante. 60.— Cómo andaría la recta administración de justicia sin ministros bastantes para ser remediados los pobres y para la represión de la blasfemia y del juego, vicios muy extendidos entre españoles, lo da a conocer el deán de la Catedral de la Concepción, en carta de 2 de diciembre de 1547: “Por otra mía, dixe a V. M. que conviene mucho a su real servicio y al bien y remedio desta ciudad e de todo su obispado que anda por espirar.... mande poner en esta cibdad un corregidor o alcalde mayor que oya e determine en grado de apelación de los hordinarios, porque se escusarán muchos travajos y aflicciones que cada dia se dan a los vezinos levándolos a la cibdad de Santo Domingo, setenta e sesenta e cinquenta leguas de camino por menos que qüistiones de mugeres, donde destruyen lo poco que tienen y aun vuelven los menos a sus casas porque allá los entierran; 174 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO y quando en esta cibdad solía aver alcalde mayor por maravilla salía una cabsa aunque fuese grave, de sus manos y escusábase lo dicho, y esta será una grande merced que V. M. hará a esta tierra, demás de ser cosa que tanto toca a su servicio”. A lo que, desde luego, no se pone glosa porque entre las que puso el deán, se halla ésta: “En la verdad, se tiene por cosa brava un oydor, que a quatro años que vino a esta ysla, aver labrado una casa que le qüesta seis mil pesos e tener veynte esclavos negros en una estancia e otros tantos en su casa que le sirven, y aparador de plata, que acá no ay nadie que otro tal alcance, y que en esta Real Abdiencia contra cosa que le toque no se alcance justicia…” El oidor en este párrafo es en la carta Alonso de Grajeda, el mismo que, ya viejo y todavía sin haber resuelto todos sus problemas, se pone de acuerdo (siquiera en cuanto a firmar) con sus discordes colegas Cáceres y Ortegón (cosa muy bien vista del fiscal que también arrimó poco después de su leal parecer), y solicita de S. M. la creación del oficio para que, atendiendo a la administración de justicia en la tierra adentro siquiera en causas livianas o de poca monta en grado de apelación de los autos de los alcaldes ordinarios, tuviese a su cargo perseguir a los incursos en rescates y contrabandos; y daba por razón que con el sistema en uso de enviar jueces de comisión, forzosamente el tal juez llegaba a su destino con grandísimo atraso y cuando ya a los testigos les habían nacido alas como para no ser habidos en parte alguna. Lo que era verdad en un tantico; pues, y por otras cartas ya se reconoce, siempre era nombrado juez, o sujeto que quería sacar la tripa de mal año, o cómplice en los rescates, bien amartelado con dos intentos: el de recibir con amor los descargos de los acusados y el de admitir parte de los rescates hechos en especies disimuladas o desemejantes a las rescatadas. Esta era la tierra de Dios, que creó el sol para que todos quedaran alumbrados…, lo que el Fiscal de S.M. con seguridad denunciaba. Y dentro la dorada probidad de Grajeda y sus compañeros, muy bien cabía que, dirigida la aguja al norte de la administración pronta de la justicia, los ministros 175 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO superiores fiasen de tales subalternos a quienes podrían mirar con ojos plácidos en una hora, y con ojos compasivos en otra, según sobre quien recayese la responsabilidad en las cuentas negras de visita o de residencia, habiendo así, con tal alcalde mayor, un cargador de culpas. No hay sino ver cómo en estos tiempos Grajeda disimula en su yerno Ceballos tratos y contratos con ingleses y franceses y aprieta a portugueses, para que la mención de portugueses entre en la consideración de la creación (o restablecimiento) del oficio; pues de no dársele al mismo Ceballos que tenía andado lo más del camino por su fuerte mano con ellos y enguantada con aquéllos, otro llamado a ser Alcalde Mayor, siquiera por los días que restasen a Ceballos o a Grajeda copartícipe, fuera (¡y habría de serlo!) semejante a aquél que recibe por esposa a mujer fecundada de tercero. La carta del deán de la Concepción [Jorge de Viguera]: «Aunque contrarios no me faltan…… y al fin le dé la gloria», en AGI, Santo Domingo 94. v Santo Domingo 17 de Julio de 1566.— Grajeda, Cáceres y Ortegón, al Rey (capítulo): Por el trato que los portugueses tienen en los puertos de la banda del Norte se hace a la contínua necesario mandar comparecer en la Audiencia a vecinos de Puerto de Plata, como rescatadores o conocedores de semejantes hechos; y «por esta occasión se han desavecindado e ido muchos vecinos; nunca podemos averiguar ni sacar la verdad, y todo pasa en oidas, y cáusalo que aquellos puertos están despoblados; y los que rescatan van de noche y por despoblado que no se puede ver, y los portugueses están en el mar sin surgir para ir luego que vayan a ellos, y así despoblamos la tierra y no remediamos lo que V.M. manda: parece que convenía para el remedio de esto y para que menos costas y molestias reciban los vecinos, que en Santiago residiese un Alcalde Mayor, el cual pudiese conocer por apelación de las justicias de aquella banda, que para muchas cosas es necesario, porque no pueden, sobre pleitos que no sean de mucha importancia, venir a esta Real Audiencia, y los alcaides hacen muchas cosas sin buena orden; y que tuviese a cargo estorbar este rescatar con extranjeros, y se le diese salario de las condenaciones y descaminos que tomase y penas que se impusiesen por su industria; v 176 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO y como éste estuviese allí a mano lo podrá bien remediar; y cuando viene de tan lejos la noticia a esta Real Audiencia y se provee persona que vaya y llegue allá, han pasado dos o tres meses y no hay rastro por donde comenzar y los testigos son idos». Resolución al margen: «Que nombren el Juez que dicen, entretanto que S.M. otra cosa provee y avisen de la [persona] nombrada y le den y señalen el salario que les pareciere, conque no exceda de 500 ducados, los cuales se paguen de las penas de Cámara que se sacan en toda la isla y Audiencia».— AGI, Santo Domingo 71. v Santo Domingo 25 de septiembre de 1566.— El fiscal Santiago de Riego, al Rey, sobre Grajeda: «Ha sido y es rectísimo juez; bien es verdad que como en este pueblo tiene sus hijos, nietos, parientes y amigos de ellos, y sean de los principales, no se hace la justicia de ellos si delinquen como sería razón, y de no hacerse se siguen, en los acuerdos, inconvenientes, que cesarían si los que sirven a V.M. en estas partes, no tuviesen parientes ni amigos íntimos donde gobiernan».— AGI, Santo Domingo 71. v Santo Domingo 8 de julio de 1568.— El fiscal Santiago de Riego, capítulo de carta: «Los rescates con extranjeros, como en todas las pasadas he escrito, hácense tan sin miedo que ni bastan penas impuestas ni comunicaciones gravísimas, porque dicen los que rescatan que han de hacer su hacienda y, previniéndose para las penas, conjúranse todos como todos contratan, y no hay averiguar verdad; y aunque en delitos como éstos debía bastar cualquier probanza, en especial en delito tan pernicioso en todas estas provincias. Pero los jueces, usando de misericordia no viendo entera probanza de testigos, aunque haya media probanza y otros indicios bastantes, absuelven y dan por libres, y no he visto hasta hoy condenar a ningún delincuente de éstos a cuestión de tormento, debiéndose, a mi parecer, hacer, pues el delito es grave y pernicioso. Ahora también acerca de esto han hallado una buena invención todos los rescatantes, y es que toman un hombre, el más pobre de todos y perdido que hay en la tierra, y éste hace que compre al corsario todo lo que tiene y de él compran todo lo que rescató del corsario, y así guardan las palabras de la ley y van contra la mente».— AGI, Santo Domingo 71. 61.— Aunque después de la destrucción del negro alzado Juan Vaquero (1554) se acabó la ardua empresa de sojuzgación que se 177 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO había emprendido, hasta deshacerse por procedimiento bélico la copiosa facción del negro Lemba, como no faltasen malos tratamientos hechos a los negros esclavos, tampoco desapareció el peligro de nuevos envedijos siniestros, porque negros huíanse siempre de sus amos y con frecuencia algunos de ellos hacían cara a sus perseguidores con suerte adversa a éstos; y si bien era aciago que una pandilla viviera acogida a las fragosidades del Baoruco, por su retracción habitual eran menos de temer que negros sueltos, éstos más atentos al robo que al asesinato, pero generalmente incursos en homicidios en casos de resistencia armada si salían a vida en sus choques con negros guardas de las propiedades de sus amos. Bien se admite que a veces menudeasen acá y allá semejantes ocurrencias, y que Grajeda, Presidente interino, hubo de hacer acuerdo con sus compañeros para poner a disposición de reclamantes contra negros cimarrones unas cortas columnas de cuadrilleros con capitán conductor que se encargase de rastrear y prender o matar a los malsines; pero los errores eran frecuentes por topar con negros mansos que, en cumplimiento de lo que traían entre manos, se movían a caballo y lanza pronto de poner en ristre, los que, sin tener consigo papel de identificación o de licencia de llevar arma (siendo exceso llevarla larga), costaba pérdida de tiempo y no poco perjuicio a sus amos por la retención del sujeto o por incidencias de atropellos. El desenfado de los amos era general y se hacía la vista gorda por parte de los alcaldes de negros establecidos por ordenanzas, criaturas de los mismísimos regidores que no osaban cumplir su oficio según ley, sino a contemplación de parte, a cuyo ejemplo los demás dueños de negros hacían con los propios como los regidores con los suyos; mayormente que tales alcaldes eran asalariados en otro concepto de ocupación por aquellos señores, e interesados en los excesos. Así obró Grajeda con sus colegas que conjuntamente en la Corte el Consejo se llamó a la parte, cuando el Procurador General Lorenzo Bernáldez (que no lo fuera, si regidores temerosos de ir a la cárcel por muy desemejantes dependencias no le hubiesen dado 178 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO el voto) expuso el de orden de tal porte de armas y uso del caballo entre negros, como amenaza latente de levantamientos iguales a los de la chusma de Lemba, destructores del pueblo de San Juan de la Maguana; para lo que cargó la mano contra los regidores de Santo Domingo que tales excesos fomentaban, por nombrar alcaldes de negros a paniaguados que no cumplían el deber de celar el buen tratamiento debido a los esclavos, origen y causa de haber de ellos en los montes tantos foragidos; y ya era harto conocido aquí que el propio Lorenzo Bernáldez hacía lo mismo para que sus negros trabajasen con brevedad y activamente y a la vez pudieran defenderse en la inesperada presencia de algún malhechor, y todos los demás amos tarareasen esta música en bien parecido tono. Aquella petición de quitar a los Cabildos la facultad de nombrar el respectivo alcalde de negros (nada más que por vengarse, como instrumento de los Oidores, de todo regidor desafecto), no cuajó completamente, porque ganó tan sólo menos de la mitad del premio (mediante una perífrasis de la ordenanza de negros sobre porte de armas y sobre andar a caballo), y aún tan corta prenda importaba nada menos que real observación disimulada contra la escasa fidelidad de la Audiencia en el cumplimiento de las leyes. Y fué un cantar de S. M. en tono menor, al que la Audiencia no pudo juntar acorde alguno; en el expediente que se obrase habrían de salir idénticas irregularidades, por idéntico motivo, que las puestas en cabeza de los regidores, a cargo de amigos incondicionales de los Oidores, y su remedio, para ser efectivo (sin haber perdido los Cabildos el derecho que se les quiso quitar), produciría ineludiblemente el quedarse los Oidores sin amigos. v Santo Domingo 16 (otra semejante el 17) de junio de 1566.— Los oidores Grajeda y Cáceres, al Rey: Esta Ciudad tiene cédula para juntar por vía de sisa 800.000 maravedís para reparos de caminos y obras públicas sobre la carne, etc. y tal cantidad es nada por ser de la moneda que corre; y «hase ofrecido al presente en esta Isla que hay muchos negros cimarrones alzados y aún cerca de esta ciudad, 179 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO que son causa que los [negros] que los vecinos tienen en sus casas para el servicio de ellas y en sus haciendas, se les vayan y alcen, y se temía no viniesen muchos daños y aún muertes, y de ellos se tomó información; y por esta necesidad instante, a pedimento del Cabildo de la Ciudad, se proveyó habrá tres meses, que un Diego Rodríguez Peguero, capitán y visitador de los negros, hombre en esto bien diestro, anduviese por los campos y montes con ocho o diez soldados de ordinario, y si más hubiese alguna vez menester se le diesen, y que para la paga de éstos se echase sisa en el vino que se vende en las tabernas, y así se ha fecho»; suplican aprobación de ello y cédula «para que de aquí adelante se pueda echar sisa y proseguir por todo el tiempo que durare esta necesidad», como tambien para cualesquiera otras, y que la Audiencia pueda dar la licencia al Cabildo, señalándole cantidad a que haya de llegarse según la necesidad.— Resolución, al margen: «Que se le dé cédula en que se apruebe lo que la Audiencia ha hecho en lo que toca a los negros alzados y para que lo continúe el tiempo que hubiere la misma necesidad, y den relación siempre al Consejo de lo que hagan en esto y en lo demás, y, ofreciéndose necesidad [nueva], avisen de ella al Consejo para que provea lo que convengan».— AGI, Santo Domingo 71. v Alcaldes de negros; cédula real. «El Rey, Presidente y Oidores de la nuestra Audiencia Real que reside en la ciudad de Santo Domingo de la Isla Española. El licenciado Lorenzo Bernáldez, en nombre y como Procurador General de esa Isla, me ha hecho relación que en esa tierra comunmente se rebelan y alzan los esclavos negros y algunos de ellos han hecho muchas muertes, robos y daños en los caminos y haciendas del campo, y demás de lo susodicho, se juntaron muy gran cantidad de ellos armados, con su pífano y atambor, y acometieron la villa de San Juan de la Maguana y la quemaron y destruyeron (nota: está referido de lo antiguo, tiempos de Lemba), y porque se entendía que semejantes alzamientos sucedían por los malos tratamientos que a los dichos esclavos les hacían sus propios dueños, se había ordenado y mandado que el Cabildo y Regimiento de esa Ciudad y [de] cada pueblo de esa Isla eligiesen cada un año un alcalde visitador que llaman de los negros, cada uno de los cuales, en su término y distrito, pueda visitar los ingenios, hatos, estancias de minas y otras haciendas del campo y tomar información de cómo son tratados los dichos negros, ansí en lo tocante al comer y vestir como en todo lo demás y, hallando que había algún exceso o desorden, proveyese de remedio 180 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO para adelante y no consintiese que ningún esclavo traiga armas ni ande a caballo; y aunque este oficio se provee todavía por los Cabildos, los puestos no hacen si osan hacer su deber en el ejercicio del dicho oficio, antes lo contrario, porque donde más debían meter la mano para la corrección y castigo era contra los propios que los eligen y contra sus esclavos, y pocos negros caminan en esa Isla sin armas, a lo menos como sean de regidores o de juez, hijos o parientes, que no vayan a caballo y con sus lanzas y otras armas, de que han sucedido y hacen algunos daños; y ansimismo había gran desorden por parte de los amos y dueños de los dichos esclavos, porque hoy día no se sabe [de] ingenio en esa Isla donde se dé de comer a los negros más de una sola carne, y vestido poco o ninguno, a cuya causa padecían gran trabajo y necesidad, y que convenía poner remedio en todo lo susodicho y quitar los nombramientos de los dichos oficios a los Cabildos y que los proveyese la Audiencia; y me suplicó lo mandase ansí proveer, o como la mi merced fuese. Lo cual visto por los del mi Consejo de las Indias, fué acordado que debía mandar dar esta mi Cédula para vos; porque vos mandó que veáis lo susodicho y hagáis información y sepáis lo que cerca de ello ha pasado y pasa, y proveáis cerca de ello lo que viéredes que conviene, de manera que cesen semejantes cosas, y de lo que en ello hiciéredes y proveyéredes nos daréis aviso, de manera que los negros no traigan armas ni anden a caballo, antes proveeréis y daréis orden cómo se guarde, cumpla y ejecute. De Madrid de 20 de marzo de 1566 años.— Yo el Rey.— Refrendada de Eraso, señalada del Consejo».—AGI, Santo Domingo 899. 62.— La real cédula de nombramiento de Zorita para fortificación de la Florida fué posterior a la salida de la armada de Menéndez de Avilés, y porque su viaje estaba subordinado a la salida de navío de registro a la Habana, o a Santo Domingo, o a ambos puntos en escala, el encargo de la brevedad siguió la suerte de emergencia que corrió el navío para hacer viaje, y en el medio tiempo, 19 de noviembre de 1565, se dieron a Zorita nuevas providencias, porque fuese el navío en derechura a la Habana, fuese a Santo Domingo, y a ambos puntos en escala, conforme a esta incidencia y sin ocasionar perjuicio de demora a persona y navío, asesorase al constructor de Santo Domingo en el hacer de reparos en la Fortaleza, y redujese 181 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO las obras del Morro de la Habana a lo necesario porque pronto se concluyese aquella fábrica. Y a la Audiencia de Santo Domingo se avisó del envío de ingeniero con aquellos propios términos. Pero Zorita no tocó en Santo Domingo, ni menos Menéndez de Avilés le tomó consigo durante su crucero por las Antillas, y si luego dió promesa vaga de que tal ingeniero llegase (y no lo soltaría ni después que diese remate al fuerte de San Agustín, porque otras fortificaciones habrían de hacerse), formando en Santo Domingo un memorial concerniente a lo mismo que Zorita hiciera, dejó a la Audiencia a su propia discreción sin quitar un ápice a la real cédula de 19 de noviembre de 1565. v Fortaleza, se cerque del todo; cédula real. «El Rey. Presidente y Oidores de la nuestra Audiencia Real que reside en la ciudad de Santo Domingo de la Isla Española: El licenciado Lorenzo Bernáldez, en nombre y como Procurador General de esa Isla, me ha hecho relación que [d] el lienzo delantero de la Fortaleza de esa ciudad falta por hacer un pedazo que junte con la costa del mar, el cual era y es muy necesario que se haga porque estándose así, aunque se cierre la puerta principal de la dicha Fortaleza, pueden entrar y salir los que quieren, como lo hacen, y podrían enemigos y otras personas enclavar la artillería o apoderarse de la Fortaleza primero que fuesen sentidos, de que podría seguirse muy gran daño, y que convenía y era muy necesario remediarse con brevedad, y me suplicó lo mandase ansí proveer, o como la mi merced fuese. Lo cual, visto por los del mi Consejo de las Indias, fué acordado que debía mandar dar esta Cédula para vos, e yo túvelo por bien, porque vos mando que veáis lo susodicho y, pareciéndoos que conviene y es necesario que el dicho lienzo se haga y acabe, y que de no hacerse se sigue algún inconveniente o daño a la dicha Fortaleza, proveáis y deis orden como del dinero que hubiere corrido y corriere del censo que se corrió para la obra del muro de esa ciudad, se haga y se acabe de hacer con la más brevedad que ser pudiere, de manera que quede segura y fuerte la dicha Fortaleza para no recibir daño de ningunos corsarios ni de otros enemigos, y non fagades ende al. Fecha en Madrid a diez y ocho de hebrero de mil y quinientos y sesenta y cinco años.— Yo el Rey.— Refrendada de Eraso, señalada del Consejo.— AGI, Santo Domingo 899. 182 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO v Fortaleza, ingeniero; cédula real. «El Rey. Presidente y Oidores de la nuestra Audiencia Real de la Isla Española: A nos se a hecho relación que la Fortaleza de esa ciudad está muy mal reparada así de edificios que están viejos como de pocas armas y municiones, y las que hay, mal limpias y desencabalgadas sin cureñas, y que convenía ser visitada y proveída de lo susodicho, y me fué suplicado lo mandase proveer, pues de no ser hacer se podrían seguir muchos inconvenientes a causa de los corsarios franceses e ingleses que a la continua andan por esas costas; y porque a nuestro servicio, bien y seguridad de esa Isla conviene que esa Fortaleza se visite y provea en ella lo que conviniere, vos mando que luego qe esta veáis, la visitéis y, habiéndola visitado y entendido bien la necesidad que tiene de ser reparada y proveída de lo susodicho, proveáis en ello todo lo que pareciere que conviene y es necesario proveerse para el buen recaudo y seguridad suya y de esa ciudad, ansí de artillería y municiones y armas y artilleros, como en el reparo del edificio, y limpiar y aderezar los tiros y otras cosas de ella, lo cual haréis con asistencia e intervención del capitán Zorita, a quien habemos proveído para la jornada de la Florida, que, por ser persona experta y práctica en semejantes cosas, le habemos encomendado que os ayude en ello al tiempo que se detuviere, sin que por esta causa se haya de detener un punto ni hacer falta en su viaje; y, si acaso él no se pudiere detener ni ocupar en ellos por la brevedad de la jornada, lo haréis vosotros como mejor os pareciere que conviene, informándoos primero de las personas más experimentadas que en ello hubiere en esa Isla, y estaréis advertidos que el gasto que en esto se hiciere sea con mucha moderación y templanza, y haréis luego tomar cuenta de lo que en ello se gastare, lo cual enviaréis con brevedad ante Nos al nuestro Consejo de las Indias con razón de lo que en ello se hiciere; y porque agora se os envían ciento y cincuenta arcabuces y doscientas picas y cuarenta barriles de pólvora y ocho quintales de plomo para pelotas y alguna cantidad de mecha, daréis orden cómo se entreguen al Alcaide de la dicha Fortaleza, o a la persona que los suele tener a su cargo, y que de todo ello haya buena cuenta y razón y esté siempre con la demás artillería que hubiere limpio y encabalgado, de manera que, cuando sea menester servir, se pueda aprovechar de ello, y si para lo susodicho fuere menester gastar alguna cosa, por la presente mando a los nuestros Oficiales de esa tierra, que de los maravedís del cargo de tesorero lo den y paguen; que, tomando carta de pago de las personas a quien lo pagaren, con ella y con esta mi cédula y mandamiento vuestro, mando que les sean recibidos y pasados en 183 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO cuenta lo que en ellos se montare, para todo lo que dicho es os doy poder cumplido con todas sus incidencias y dependencias, anexidades y conexidades. Fecha en el Bosque de Segovia a 19 de noviembre de 1565 años.— Yo el Rey.— Por mandado de S.M., Francisco de Eraso. Señalada del Consejo».— AGI, Santo Domingo 899.—Aunque en este despacho no se menciona quien hizo la relación, dedúcese que fué el Alcaide don Rodrigo Bastidas, porque a él se envió cédula sobre el envío de Zorita, y armas, pólvora, etc.; fué el Alcaide quien dió noticia de no haber llegado el tal ingeniero y de haber recibido los mencionados avíos. Y aunque la cédula pudo haber servido para procederse al examen del estado de la Fortaleza, se dejó archivada por inconveniente de publicar que los costos y gastos fuesen a costa de Real Hacienda, habiendo otra cédula que cargaba el costo de la cerca al capítolio de la sisa, que tocaba a la Ciudad por su Cabildo y al Cabildo por ella. v Madrid 4 de mayo de 1567.— Real cédula a la Audiencia: Habiéndos querellado el alcaide don Rodrigo de Bastidas de que por parte de la Audiencia nunca se le daba testimonio de cosa alguna por más que lo pidiera, ordénasele que de todas materias pertenecientes a su oficio, ha de darle los testimonios que pidiere en forma que hagan fe.— AGI, Santo Domingo 899. 63.— Tres meses después de haberse ido el Adelantado maduró la desesperanza de aquel advenimiento, por accidente frustrado. Y como a la contínua pasasen a la vista de la ciudad navíos lejanos y sospechosos, y por cartas de gobernadores del distrito y oficiales reales de ellos se denunciase la presencia y los daños de corsarios (y eran daños para el Rey las componendas entre vasallos y enemigos cuando los rescates consentidos excusaban robos, incendios y pillaje), y como, por otra parte, en el hacer la diligencia de tenerse todo a punto de defensa es un principio de justificación como después la ofensa supere a la defensa; y, asimismo, en las actuales circunstancias convenía delimitar definitivamente la plaza de la Fortaleza porque diaria feria de soldados y negociantes menudos no degenerase del sopapo mutuo a las cuchilladas y al lanzazo, lances no muy infrecuentes, juntándose a esta ponderación las protestas 184 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO del Alcaide que prevenía temer que de cualquier riña se pasase al motín y a la violencia y ocurriese suelta a los muchos presos que había en la misma Fortaleza (de que tenía hecha representación al rey, como de caso alguna vez sucedido en sus días) y nada se diga del sátiro capitán de aquella tropa, Troche, al fin, se pensó ejecutar las obras previstas, pues había hombre que podía hacerlas; el entonces artillero, polvorista y constructor Antonio Gómez. v Fortaleza, presos en la; real cédula.— «El Rey. Presidente y Oidores de la nuestra Audiencia Real que reside en la ciudad de Santo Domingo de la Isla Española: Juan de la Peña, en nombre de don Rodrigo de Bastidas, alcaide de la Fortaleza de esa ciudad, me ha hecho relación que, a causa de meterse en ella de ordinario muchos presos, algunas veces ha estado en término de perderse y alzarse con ella y romper la muralla, y que a nuestro Real servicio convenía mandar que de aquí adelante no se pusiesen en la dicha Fortaleza los dichos presos, y que cuando hubiese de entrar en ella alguno, fuese por grave delito que hubiese cometido y no todo género de ellos como hasta aquí se hacía, y que no hubiese artillería, pólvora ni otra ninguna munición en parte alguna de la ciudad si no era en la misma Fortaleza, porque de lo contrario podrían resultar muchos inconvenientes en su guarda y seguridad; y me fué suplicado lo mandase ansí proveer, e como la mi merced fuese; lo cual visto por los del nuestro Consejo de las Indias, fué acordado que debía mandar dar esta mi Cédula para vos, e yo túvelo por bien. Por ende, yo vos mando que veáis lo susodicho y cerca de ellos proveáis lo que más convenga al servicio de Dios Nuestro Señor y guarda y seguridad de la dicha Fortaleza, y non fagades ende al. Fecha en Madrid a 10 de mayo de 1567.— Yo el Rey.— Refrendada de Eraso, señalada del Consejo».— AGI, Santo Domingo 899. v La ejecución de las obras de este tiempo estuvo al cuidado de Antonio Gómez, artillero y polvorista, a quien se dieron, demás de los 80 pesos mensuales por ambos oficios, otros tantos por «veedor y trazador de las obras de la Fortaleza desta cibdad y terrapleno»; comenzó a ganarlos el 16 de febrero de 1567 y fué despedido de todos sus oficios el 14 de febrero de 1568.— AGI, Contaduría 1052. Pasó a Puerto de Plata con semejante ocupación. 185 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO 64. — Hízose, pues, una junta el día 7 de abril de 1567, sin haber respeto a la calidad atribuida por una real cédula a1 Cabildo de la Ciudad, y se resolvió según la cédula de ordenación de obras, ganada por Bernáldez, que había introducido en su petición que para todo el cercar de la Fortale­za se acudiese con los dineros de la sisa de la cerca de la ciudad, y se tuvo cuenta con asignar a Real Hacienda todos los demás reparos y obras que se hiciesen. Y conforme a este plan se dió principio a juntar materiales, herramientas y tra­bajadores. Sin embargo de que el acto no da lugar a vislumbre sobre la cuestión de competencia pa­ra entrar el Cabildo secular en semejantes juntas (por ocultación de la cédula renovadora de tal calidad), seguramente que los regidores trataron de rehacerse contra la zancadilla que Bernáldez les había echado, tirándolos patas arriba en su petición como quien había pleiteado sin parte; pero venció la letra de la cédula sobre la inter­pretación municipal, fuese o no fuese el muro de la Fortaleza cerca ni muralla de la ciudad, (y no lo era porque aquel muro no cortaba paso al enemigo invasor, que podía entrar por el lado Norte y apoderarse de ella, debiendo luchar de nuevo para entonces romper el lienzo que la Fortaleza tuviese por delante), los Oidores hicieron oídos de mercader, y en esta coyuntura arribó, el 20 de mayo, el nuevo Presidente titular, licenciado Diego de Vera, quien por mejor imponerse de la disputa proveyó que los trabajos se empezasen (los comienzos el 14 de junio) al tenor de lo acorda­do el 7 de abril, porque tiempo habría para acla­rarse el punto, conque los regidores se pusiesen llanos a dar el dinero de la sisa correspondiente a gastos hechos, pues de inmediato era la Real Ha­cienda quien suplía, obligada a devolver en aquella forma el dinero que antes había recibido en préstamo de la misma sisa. v El Escorial 25 de febrero de 1567.— Real cédula a la Audiencia: La Justicia y Regimiento de la Ciudad de Santo Domingo representó que para cercar la ciudad y para todos los demás edificios y obras, había cédulas, por las que se mandó a los oidores Vadillo y Cervantes que, 186 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO en las juntas que hiciesen para el hacer todas obras, tuviesen parecer y oyesen al Cabildo de la Ciudad, y la mayoría de votos prevaliese, y que en adelante nunca los Oidores en obra alguna oían al Concejo, de que siempre se habían seguido muy graves inconvenientes; y suplicó que, conforme a aquel ordenamiento, se mandase que nunca se hiciese cosa sin el parecer de la Justicia y Regimiento ni su voto, («y no de otra manera»), y lo mismo se guardase sobre el traer del agua de Jaina a la ciudad; ordénase que así se haga, y no se vaya contra lo mandado en esta forma de atender a dichas obras.— AGI, Santo Domingo 899. v Licenciado Diego de Vera: su título de Presidente de la Real Audiencia el 11 de noviembre de 1566. De la misma fecha: que los Oidores desocupen la Audiencia para el Presidente si no hay aposento bastante para todos; licencia para que Vera, con su mujer, hijos y diez mujeres de servicio, vaya a su destino; de concesión de 500 ducados de ayuda de costa sobre salario; AGI, Santo Domingo 899.— Se embarcó Vera en Sanlúcar de Barrameda el 20 de marzo de 1567; AGI, Contaduría 1052.— El 20 de mayo de 1567 «entró en este puerto el licenciado Diego de Vera que V.M. mandó enviar a esta Real Audiencia por Presidente» (carta del Ayuntamiento de Santo Domingo de 25 de julio de 1567): AGI, Santo Domingo 71.— Su última paga del tiempo corrido «desde primero de mayo de sesenta y ocho hasta diez y siete de agosto del dicho año que dexó de presidir para ir a Panamá», AGI, Contaduría 1052, con título de Presidente, de 18 de febrero de 1568.— El 20 de agosto de 1568 Vera dió noticia al Rey de que el 16 del propio mes pasó con rumbo a Ocoa la flota que iba a Nueva España, «y con buen tiempo (hubo ciclón el 10 de agosto) entraron en el puerto de esta ciudad dos navíos [de ella] en los cuales vino el doctor Mejía, Presidente, y el licenciado Peralta, oidor; fueron recibidos… El doctor Mejía me entregó el título de Presidente de Panamá» y agregaba que no podría salir para el nuevo puesto hasta mediarse octubre, por falta de navíos que fuesen a Panamá; AGI, Santo Domingo 71.— El 10 de octubre comunicaba Mejía al Rey por qué Vera no había ido a su destino «cuando pensaba», y que a su petición, le había dado un barco pequeño, que se tomó para ello; AGI, Santo Domingo 71.— El 30 de octubre, todavía en Santo Domingo, decía al Rey cuán bien se portaba Mejía en su cargo y que convenía que los Oidores actuales se llevasen separadamente a otros destinos, por ser sujetos muy atravesados para seguir aquí juntos; AGI, Santo Domingo 71. Pero cuando Mejía recibió comisión, (su fecha 1 de octubre de 1568) para residenciar a Vera, ausente, el apoderado no 187 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO pudo justiciar la saca de dos cañones de la Fortaleza llevados al barco que se dió a su poderdante, y el buen juez, culpable en ellos, absolvió de culpa al residenciado; sentencia desautorizada más tarde por el Consejo, de que se le dió aviso y orden al juez de obrar como debió haber obrado a su tiempo. 65.— El estado de la Caja de sisa era en es­te tiempo muy deplorable, no ya por la cortedad de dinero efectivo en ella, sino porque todas las acreencias que en su favor había, estaban vicia­das por industria, y como consecuencia de la in­estabilidad del valor de la moneda provincial respecto del de la de oro y plata, a que se allega­ba otra circunstancia adversa para conseguirse de deudores por la falta de navíos que activasen el comercio. Recordárase aquí que por real cédu­la de 14 de marzo de 1541 fué transferida la apli­cación del dinero de la sisa impuesta sobre la carne, el vino y la harina para la construcción de la muralla de la ciudad, y que originalmente fué para la traída del agua de río Jaina. El 10 de septiembre de 1554, ya abandonados los tra­bajos de la muralla, por acuerdo tomado en jun­ta a que asistieron Audiencia, oficiales reales y diputados del Cabildo secular, se resolvió vender esclavos, bestias, ganado, carretas, materiales y herramientas, y con el dinero que aquello pro­dujese comprar tributos “con seguridad bastan­te” y seguir manteniendo la misma tregua hasta que, placiendo a Dios, hubiese con qué terminar la circunvalación y devolver a S. M. el principal de lo que había prestado para la misma empresa. (A dicho fondo, desde luego, iría juntamente toda la renta que fuese corriendo de las casas reales cedidas por S. M. por todo el tiempo que dura­sen las obras). Periódicamente por orden del Rey los dineros de la sisa eran verificados por la toma de cuentas que se hacía al receptor de ella, sujeto nombrado por el Concejo. Por real cédula de 12 de marzo de 1565 se dió comisión al oidor Diego de Ortegón para que visitase tales dineros de la cerca, y se reconoció (13 de octubre de 1565) que la dispersión normal del dinero era creciente, pero decreciente y a veces por meses seguidos ninguno el pago de los 188 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO tributos correspondientes a anualidades vencidas y se procedió a la compul­sión del cobro de los créditos caídos. Ahora en estos días de Vera el propio desorden militaba con­tra las Cajas de la sisa porque aquellos regidores tributarios no pagaban, ni el receptor los inquie­ taba (por ser ellos quien los nombraba), y mu­chos otros no regidores estaban sobre el mismo pie por haber dado cierta prima extranotarial que los aseguraba de molestias en casos de mo­rosidad. Lo que bien considerado por la Audien­cia y con el ánimo siempre parcial de tener a los del Concejo a la expectativa de opresión judicial en la primera visita que se hiciese, Vera convo­có para nueva junta (omisión hecha de toda aten­ción sobre asistencia de diputados regidores), la cual se tuvo el 20 de septiembre de 1567, en la que dejaron resuelta la continuación de las obras, dándose ya comienzo a lo que habría de hacerse por Real Hacienda según la junta de 7 de abril del mismo año, pero cambiando la consignación de gastos y cargándolos a los dineros de la sisa, “por ser cerca” cuanto quedaba por hacer. Inge­niosa trata de apasionados, porque a la real cédu­la en que se apoyaron, como ganada por Bernál­dez (asunto sobre casamata anegada), no teniendo efecto operativo posible sino en caso de inminen­te peligro, se le puso el rodrigón de otra cédula antigua, de 17 de febrero de 1537. Se continuaron los trabajos hasta cesar el 10 de febrero de 1568 sin la ultimación prevista, porque en el mismo año se volvió a representar el mal estado de la Fortaleza, siquiera la realidad de ello no fuese tan grave como en letra documental se expresaba. v Madrid 18 de febrero de 1565.— Real cédula para la Audiencia. El Procurador Lorenzo Bernáldez ha pedido que para rehacer una casamata en lugar de la que estaba hecha a la lumbre del agua y que ya siempre permanece anegada, se diese licencia con cargo en los costos a Real Hacienda: mándase que informe sobre la utilidad que tenía antes la anegada, qué ventaja habrá si se rehace, y en donde y con qué dineros, que no sea de Real Hacienda. AGI, Santo Domingo 899.— El espíritu de ésta se aprovechó para extender a la sisa todos los costos y gastos de las obras; aún hizo Vera otro desplante; con dineros de la sisa pagó a los soldados de Menéndez de Avilés, a despecho del Cabildo. 189 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Madrid 13 de marzo de 1565.—Real cédula al oidor Ortegón: De los dineros recogidos de la sisa para la conducción del agua del rio Jaina a la ciudad de Santo Domingo, hay 20.000 pesos que están dados a tributo, que rentan más de 2.500 pesos, y de nada de ello hasta ahora se ha tomado cuenta; y porque conviene cobrarse los alcances que se debieren por los depositarios y mayordomos, se le da comisión para tomar dichas cuentas. AGI, Santo Domingo 899.— Providencia justa, aunque propuesta al Congreso con segunda intención rencorosa, tuvo compañera tan loable como bien sacudido se estuvo el proponente, la cual habría de servir en manos de la Audiencia en un caso de alternativa de ejecución contra el Cabildo; Madrid 12 de marzo de 1565.— Real cédula a la Real Audiencia: Lorenzo Bernáldez, Procurador General, presentó un memorial sobre el dinero que hay de la sisa y de lo que renta, lo que hay después que cesó la obra de cerca, porque se cambió antes el destino de su inversión; y expresó que, porque conviene que la acequia para la conducción del agua se haga, y caso de no concederse la continuación de la sisa para la acequia, que el resto que hay se ponga beneficio de los enfermos pobres del Hospital de San Nicolás; mándase que el dinero se gaste en la acequia y no se dé lugar a alzar la mano de dicha obra, por el útil que de ella recibe la ciudad, y luego de quedar hecha la acequia, lo sobrante se destine y entregue al Hospital para socorro de sus pobres. AGI, Santo Domingo 899.— Por tres diferentes vías la Audiencia y Bernáldez querían acosar a los regidores, que lo merecían por trescientas. v «Relación de los maravedís y pesos que se an gastado en la fortificación y reparos en la Fortaleza desta cibdad de Santo Domingo desde catorze de junio de mill y quinientos y sesenta y siete años hasta diez de hebrero de mill y quinientos y sesenta y ocho años, como paresce por un memorial de los dichos gastos que arriba inserto, lo qual se a gastado con aquerdo y parecer de los señores que paresció que assi convenía al servicio de S.M. y fortificación de la dicha Fortaleza; atento que las nuevas que se tienen de los muchos corsarios franceses y de otras naciones que andan por estos mares, especialmente por esta ysla, y las provisiones que acerca dello se an dado y proveido por los dichos señores Presidente e Oydores desta Real Audiencia y de nos los Oficiales reales de S. M. desde siete del mes de abril de mill y quinientos y sesenta y siete años hasta veynte de setiembre del dicho año, sacados aquí sucesivamente unos en pos de otros, son los siguientes: En la muy noble cibdad de Santo Domingo del puerto de la ysla Española de las yndias del mar Océano, a siete días del mes de abril v 190 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO de mill e quinientos y sesenta y siete años, los señores Presidente e Oydores y Oficiales de S.M. y de su Real Hazienda, aviendo visto la obra que se a hecho y començado en la obra de la Fortaleza desta cibdad, así de albañilera como de carpintería, encabalgar la artillería de la dicha Fortaleza, y las casas que en la dicha Fortaleza se an metido para guarda y fortificación della; y, aviendo platicado sobre lo que conbiene que se prosiga y haga en la dicha Fortaleza para la guarda y defensa della y buen recaudo del artillería, conforme a lo que por S.M. está mandado y por sus reales cédulas, y a la instante necesidad que al presente ay por la nueva y aviso que por S.M., ay, y de otras partes enbiadas a esta Real Audiencia de los corsarios que vienen andan por estas partes y el apercibimiento que S.M. manda se tenga en este puerto; y, aviendo visto la dicha Fortaleza con asistencia del Adelantado Pedro Menéndez de Avilés y de otras personas expertas en la guerra, los dichos señores Presidente e Oydores y Oficiales de S.M. fueron de parecer y acordaron que la obra de pilares de ladrillo que está fecha en la dicha Fortaleza a la parte de la mar con su parapeto para guarda y defensa del artillería, se acabe y corra hasta la esquina y punta que llega al rio, y vuelva hasta dos o tres pilares y se cubra de caña y teja, de suerte que la artillería quede bien cubierta y no se pueda mojar ni recibir daño del agua ni del sol, y se cierre assimismo para mejor guarda del artillería, dejando dos o tres puertas para se poder sacar algunas piesas si en algun tiempo conbiniere e fuere menester. Asimismo acordaron que el muro e cerca de la dicha Fortaleza que está començado a la parte de la calle, almenado, se prosiga y se corra hasta llegar a la mar, de la mesma manera que está començado, haciéndolo más grueso de terrapleno hasta dos tapias en alto; lo qual mandaron se haga y pague de la Real Hazienda de S.M. la que toca al caballero o fuerte donde está la artillería a la parte de la mar, como dicho es; lo demás que corra el muro o cerca que sale a la calle hasta llevarlo a la mar, se haga y pague de los maravedís y pesos de oro que ay de la sisa de la cerca desta cibdad, conforme a otra cédula real ganada a pedimento del licenciado Bernáldez, procurador desta ysla, dada en Madrid a ocho dias del mes de hebrero de mill e quinientos y sesenta e comprar materiales y concertar las obras y obreros y maestros y paga dellos y todo lo demás, encargaron a los Oficiales de S.M. para que con la mayor brevedad que ser pueda se acabe y se de los mandamientos necesarios para todo ello.— Diego de Herrera, escribano de camara de S.M.» (Omitidas aquí las demás firmas). 191 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO El acuerdo que sigue, de 20 de septiembre del mismo año, reproduce a la letra el de 7 de abril, aunque enunciando completo el nombre del procurador, Lorenzo Bernáldez, y a continuación: «y assimismo acordaron que el parapeto que sea proseguido y prolongue hasta llegar a la esquina de dicho caballero e la vuelta del sobre que se a de poner la artillería, se haga y pague de los maravedís y pesos de oro de la sisa, por ser cerca, y los dichos maravedís y pesos de oro estan diputados para ellos. Las firmas del pie son: «El licenciado Vera.— El licenciado Grajeda.— El doctor Cáceres.— El licenciado Diego Ortegón.— Alvaro Cavallero.— Diego Ximenez de Peralta.— Pedro Bazán.— Pasó ante mí, Diego de Herrera, escrivano de S.M.; los quales dichos aquerdos y proveimientos hechos para la fortificación de la dicha Fortaleza por los dichos señores Presidente e Oydores y Oficiales de S.M., se hizieron con licencia de S.M. y por virtud de un capítulo de una carta de S.M. dirigida a los Oficiales de S.M. desta ysla, dada en Valladolid a diez e siete de hebrero de mill e quinientos y treinta y siete años, y firmada de la Magestad Imperial del Emperador y Rey nuestro señor, que está en el cielo, y refrendada de Francisco de Cobos, comendador mayor de León, su secretario, como por ella paresce, su tenor del dicho capítulo es el que sigue: “Vi lo que dezís que porque tuvistes nueva que andavan corsarios franceses por la costa y porque en las guerras pasadas intentaron de pasar a esas partes, y porque podría ser que con las grandes riquezas del Perú, se acodiciasen agora a hazer lo mismo, y como ese Puerto sea la llave de todas las Indias, fuistes a visitar la Fortaleza y la allastes sin armas ningunas, y que, visto quan a mal recaudo estava, con parescer del dicho Presidente e Oydores desa Audiencia la probeistes de ocho quintales de pólvora que comprastes de las naos que estavan en el puerto desa cibdad, y de algunas lanças, rodelas y vallestas y picas, y hizistes adereçar el artillería y los carretones della, y otros reparos que os paresció ser necesarios, que en todo ello se gastaría poco más de docientos pesos, y suplicais se os dé aprobación dello y se os dé facultad para que de lo que aquí adelante gastaredes desta calidad, pues no se sufre dilatarse a nos lo consultar, y me a parecido que fue bien probeido, e assi e tenido por bien que se haya gastado los dichos docientos pesos en las cosas susodichas; lo que desta calidad se ofreciere de aquí adelante, mientras durare la necesidad, gastarlo eis con parescer de los dichos nuestro Presidente e Oydores, dándome siempre aviso dello”.— Y lo que se a gastado en la dicha Fortaleza.— AGI, Contaduría 1052. 192 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Entre las cuentas de 1567-1568 hay una partida de pago a Antonio Gómez, que dirige las obras, de 101 pesos y 6 tomines «que los gastó en dalles de comer a los moros y moras que trabajan en la Fortaleza, que les daba a tomín cada día que trabajaron desde veinte y tres de abrill hasta veinte y seis de jullio, que ovo ciento y catorze jornadas…y los dichos moros y moras trabajaban en deservar la Fortaleza y en acarrear ladrillo y en limpiar el lugar donde se abian de poner las piezas del artillería y en recoger las tablas y en lo necesario al servicio de la Fortaleza».— Otra partida es de 1750 pesos que recibió doña Ana Cerón por sus casas que se le tomaron para quitarlas por ser estorbo junto a la misma Fortaleza.— AGI, Contaduría 1052. 66.— Duró Vera en la Presidencia de Santo Domingo quince meses, prestando ordinaria atención a las obras, a lo que dejaba de hacerse en la fortaleza de Puerto de Plata, a soldados de guarni­ción y a la frecuencia de corsarios, hasta saber su promoción a la Presidencia de Panamá. Por haber sembrado vientos, recogió tempestades. Cuando se le tomó residencia de su oficio (ya ausente de la Isla), apenas hubo testigo llamado a hacer cargos que no denunciase el haber sacado dos piezas de artillería de la Fortaleza y dádolas al Dr. Vasco de Puga, (oidor que había sido de Méjico, in­habilitado después y ya repuesto en el oficio), porque su barco mal artillado pudiese resistir a corsarios asaltantes; y que para sí mismo, en caso idéntico, habíase llevado otras dos piezas con el tren correspondiente para ponerlas en función en caso necesario; todo ello contra disposiciones reales vigentes. Pero el juez, Presidente Antonio Mejía, no obstante que en descargo de Vera, un Mateo de Herrera tardío representante de aquél, confesó que “en cuanto al artillería que llevó a Panamá, esto sucedió acabado ya el oficio de presidente y con licencia y consentimiento de los Oficiales de S. M. de esta Isla y de los señores Presidente y Oidores de esta Real Audiencia, y debajo de fiadores que dió de volverla, la cual se volverá en habiendo navío de la ciudad de Cartagena donde el dicho mi parte la dejó”, tuvo a bien, como parte interesada, ocultar su parti­cipación directa en el asunto de la última saca, y desechar otro alegato de que los dos primeros tiros fueron 193 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO dados con conocimiento legítimo de los Oidores y oficiales reales, y tiró la verdad de los hechos por la borda, por constarle, para los efectos de la sentencia, que tales hechos no fue­ron probados. Sino que el Rey, atento a la prohi­bición de sacarse artillería de la Fortaleza y que este juez metió las manos, en transgresión mani­fiesta de ella, le mandó fuese el ejecutor de la restitución correspondiente, con cargo ineludible de dar cuenta de haberlo ejecutado. Santo Domingo 18 de junio de 1567.— Diego de Vera, Presidente, al Rey: «La Fortaleza de esta ciudad está muy bien aparejada y reparada con la nueva obra que se le ha hecho. V. A. tendrá entendido cómo el Adelantado Pedro Menéndez dejó aquí y en Puerto de Plata ciertos soldados; los unos ni los otros tienen que comer; no hay orden de V.A. de lo que se deba hacer; en el entretanto que V.A. provee de lo que es servido, para entretenimiento se les ha mandado dar algunos pesos de esta moneda de la sisa… La Fortaleza de Puerto de Plata, se ha escrito a V.A. el estado de ella y como está sin acabar; entiendo que es cosa importante se acabe para recaudo de ella, porque tiene ciertas piezas de artillería».— AGI, Santo Domingo 71. v El Escorial 25 de febrero de 1567.— Real cédula a la Audiencia: el Regimiento de Santo Domingo había representado que algunas veces se habían sacado piezas de artillería de la Fortaleza sin licencia real y la ciudad se ve por ello frecuentemente en apuro, pensando en casos de corsarios por el mar, o en insultos de negros alzados que se acerquen a la ciudad, y ha pedido que se prohiba semejante licencia de disponer de la artillería; ordénase que de ninguna manera se saque tiro alguno de la Fortaleza sin licencia previa de Su Majestad.— AGI, Santo Domingo 899. v Valdemoro 23 de octubre de 1572.— Real cédula al Presidente de la Audiencia: que por otro despacho se le mandó «que con asistencia de mis Oficiciales Reales visitásedes la dicha Fortaleza y supiésedes y averiguásedes toda la artillería que en ella había con las demás cosas y pertrechos de guerra, poniéndolo todo por inventario y, faltando alguna cosa dello, averiguásedes a cuyo cargo está y los hiciésedes volver a la dicha Fortaleza, y de todo lo demás que tuviese, al mi Alcayde della, o a la persona que en mi nombre la tuviese, obligándole a que diese cuenta de ello, y para lo de aquí adelante en v 194 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO cada un año (con la asistencia de los dichos Oficiales) visitásedes la dicha Fortaleza y la artillería y todo lo demás que en ella huviese. Después de este preámbulo, que es un recordatorio de la noticia que Mejía debía tener de todo lo mandado tan recientemente, la cédula expresa lo que se acordó en Consejo como resulta de la condenación que de don Diego de Vera se acababa de hacer por el mismo Consejo, visto lo anómalo de la absolución que este Presidente, como juez de residencia, pronunció en favor de dicho Vera; porque como justamente había sacado en claro qe Vera se llevó dos tiros de bronce de 12 y 13 quintales, y asimismo dió otros dos tiros al Dr. Puga con todos sus aparejos con peso total de 25 arrobas y 5 libras, y todo era de la Fortaleza; se le avisa que Vera fué condenado a devolver en el término de tres meses de ser notificado lo que así llevó, y en defecto, otros “tales y tan buenos” como los que sacaron de la Fortaleza; demás de haber sido condenado el Dr. Puga a devolver cuanto llevó consigo. Y se manda al Presidente que haga sacar testimonio de todo que obrase en cumplimiento de la orden que se le da de ejecutar las predichas devoluciones, y lo envíe al Consejo.— AGI, Santo Domingo 868, lib. 3, f. 2v. v Las fechas de 25 de febrero (cédula que prohibía el sacarse artillería de la Fortaleza) y 20 de mayo (llegada de Diego de Vera a Santo Domingo) ambas de 1567, exoneran al estudioso de atribuir la denuncia del Concejo contra Vera, porque la cédula fué respuesta a la denuncia. Como Vera salió para su destino el 20 de marzo, demos que fué en primera ocasión de navíos, cabalmente primera ocasión para la conducción de los despachos reales. Con frecuencia, habiendo tiempo, tales despachos, respectivamente, se distribuían en España entre los mismos interesados, en habiendo coincidencia. No hay certeza, sí presunción de haber sido portador Diego de Vera de todos despachos a su Audiencia tocantes, por haberse embarcado el 20 de marzo, y, por igual, que se enteró de la prohibición en su viaje, porque hasta 19 de febrero de 1587 no se mandó que los despachos reales dirigidos a las Audiencias, deberían abrirse invariablemente con asistencia de Presidentes, Oidores y Fiscales. La conducta de Vera con Puga presupone una infracción verosímilmente sin nota conocida por el arbitrio de ocultación de la orden; y el obrar el Presidente Mejía en igual forma con Vera, presupone asimismo que la ocultación se mantuvo, y que el nuevo Presidente obró sin conocer la prohibición por estar ya otras sin curso (forma velada de no darse a la obediencia). 195 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Así queda averiguado que tuvo razón cierta el Presidente Gregorio González de Cuenca, cuando en capítulo de carta de 18 de febrero de 1578, expresó al Rey: «Yo he trabajado en recoger y recopilar todas las cédulas que a esta Audiencia se han enviado después que se fundó, las que se han podido hallar, y he hecho asentar en un libro muchas que estaban por asentar, haciendo repertorio por abecedario; y como de ellas ha resultado lo de la buena y mala moneda, y poner en libertad los indios, y que la Audiencia provea muchas cosas y oficios que en ella se han de proveer por cédulas de V.M. y las proveía el Cabildo de la Ciudad, y por descuido y negligencia de los que en esta Audiencia han gobernado; y por no haber visto las cédulas y provisiones que para todo hay, reciben pesadumbre los del Cabildo y vecinos, pareciéndoles que, como han pasado los demás, pudiera pasar yo sin descubrir las cédulas, ni ejecutar lo de la moneda y de los indios y lo del Colegio de Gorjón y otras cosas semejantes, y de esto se quejan de mí. Yo entiendo que vine a hacer justicia y no a guardar respeto, y creo que, fuera de esto, no irán otras quejas de mí». AGI, Santo Domingo 51.— Como en la residencia tomada a Diego de Vera, puede parecer que ya fuese pública la real cédula de 25 de febrero de 1567, sobre no extraerse artillería de la Fortaleza, ello menos es cierto ahora que el conocimiento de cédula real vigente de 18 de julio de 1537 (A. G. I., Santo Domingo 868 lib. I, f. 191) sobre el mismo asunto; y siempre ha sucedido que lo que se denuncia por muchos por ser punible sin ser sujetos hábiles para estar instruidos de leyes establecidas, con verla uno (sugerido por tercero) para lanzar el cargo, ello se difunde bien y produce el efecto que se quiere. La cédula de 1537 hablaba con los oficiales reales; los de este tiempo tenían sus enojos con Vera, y….¡duro y a la cabeza……! 196 Capítulo VII Presidencia del doctor Antonio Mejía (1568-1570) 67. — El 14 de agosto de 1568 se hizo la tras­misión del oficio y puesto de la Presidencia: Diego de Vera, electo presidente de la Audiencia de Panamá, cesó y entró en su lugar el Dr. Antonio Mejía, quien murió en el oficio el 15 de septiermbre de 1570. Sus dos años de ministerio en la isla fueron enteramente anodinos por lo que atañe a la defensa efectiva, salvo en los primeros meses que, según sus cartas, aplicó su cuidado a lograr licencia para continuar los trabajos de reparaciones en la Fortaleza de Santo Domingo y para que fuera de utilidad la que se estaba edificando en Puerto Plata. En cuanto a la represión de corsarios y en el hacer castigos en ellos por sus grandes desmanes cometidos contra españoles en mar y tierra, por su misma inhabilidad para en pue­blo pequeño tan gigantesco en chismes y tan preocu­pado de vicios, no dejó la buena memoria que, sin merecer, habría querido. v Dr. Antonio Mejía, oidor de la Audiencia de Méjico; su título de Presidente de Santo Domingo, 18 de marzo de 1568:— de igual fecha sendas cédulas de ir a su destino, de recibir el anticipo de 1000 ducados, y de tener desembarazada para sí las habitaciones privadas de la Real Casa de la Audiencia; AGI, Santo Domingo 899.— Pagos primero y último: «Al Ilustre Señor el doctor Antonio Mexía, Presidente por S.M. en esta Real Audiencia, mill e quinientos y quarenta y ocho ducados y dozientos e treynta y dos maravedís que le son devidos e los a de aver por el salario de seis meses menos quatro 197 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO dias, que comenzó a servir desde cinco de jullio de sesenta y ocho años, que se hizo a la bela del puerto de Sanlucar de Barrameda en el navío nombrado Nuestra Señora de la Bitoria, maestre Gregorio López, como paresce por una fee de Pedro Bélez, escrivano de dicho navío, que, a razón de un quento y ciento e ochenta y siete mill e quinientos mrs. En cada un año de salario y de ayuda de costa que tiene con el dicho oficio que S. M. le manda pagar por su Real Provisión, montan los mill e quinientos y quarenta y ocho ducados e treynta y dos maravedís»; en 28 de febrero de 1569, y se le descontó el anticipo recibido. «En treynta de diziembre [1572] ciento e treynta ducados de buena moneda, por libramiento de los oficiales de S.M., dí y pagué a doña Beatriz Corbara, muger del Presidente Antonio Mexía, y por ella a Francisco de Barahona, que los ubo de aver por razón del salario del dicho Presidente Antonio Mexía, por quinze dias que sirvió de Presidente desde primero de setiembre del año pasado de setenta, hasta quinze del dicho mes que falleció desta presente vida, como paresce del testimonio dello».— AGI, Contaduría 1052. v Santo Domingo 10 de octubre de 1568.— Antonio Mejía, Presidente, al Rey: «Pocos días antes que yo llegase, había nueva de unos navíos de un inglés y de muchos robos que ha hecho en diversas partes de esta jurisdicción y comercio de ella, cosa de gran lástima, y ellos demasiadamente insolentes porque no tienen resistencia alguna, antes entiendo que hallan acogimiento, y bueno, en muchas partes que rescatan de ellos y tratan y contratan con ellos; y aunque esta Real Audiencia ha enviado sobre ello algunos jueces de comisión, no hallo que se haya hecho en ellos castigo alguno más de cobrarse los salarios; aunque este negocio a que fue el licenciado Ortegón era sobre esto, y entiendo que tras algunos dineros para vuestra Real Hacienda, aunque pocos, porque no ha dado cuenta aún de ellos». Dice que en la isla Mona los luteranos destruyeron un pueblo de indios; que se han vuelto todos a juntar y hecho pueblo en medio de aquella isla. «Las armas que se enviaron para esta ciudad, se entregaron al Alcaide de ella….; entiendo que es cosa perdida poner armas en esta Fortaleza porque, fuera de los tiros de bronce, todos los que son de hierro se dañan al tercero día, y aunque pusiésemos un armero sólo para beneficiallas, no bastaría, y ansi, todas las armas que se han entregado al Alcaide de ella hasta aquí de arcabuces y picas y otras, están perdidas del todo sin esperanza de remedio alguno, aunque lo 198 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO quisiésemos poner. Habemos comunicado entre nosotros, si sería bien repartirlas entre los vecinos, o haciéndose tomar como en depósito, o repartiéndosela que las paguen a como salen aquí puestas; no sé en qué nos resolveremos…. Y demás de esto, la Fortaleza está desamparada y abierta por muchas partes, y desde el cimiento hasta la Torre del Homenaje; y como está sobre la mar, están socavados los cimientos muy adentro y muy peligrosos y especialmente donde están los tiros mayores que, por agora, no tienen otro lugar tan cómodo de poder estar; convernía que V.M. mandase dar orden como se reparase con tiempo, lo cual no se podrá hacer sino a costa de mucho dinero, que todo vale aquí carísimo. Agora se hace delante de la dicha Fortaleza, todo abierto, para poner los tiros de ella que me ha parecido muy bueno y muy a propósito, siquiera en tanto que V.M. manda reparar la Fortaleza….» El Adelantado Pedro Menéndez dejó aquí un capitán con ciertos soldados que se dice Rodrigo Troche. Está preso y condenado a muerte en vista, porque se dice haber entrado en un monasterio de monjas, y creo que la semana que viene se determinará en revista. Otro Godoy, que también es capitán en Santiago de Cuba por el mismo Adelantado en revista, después que estoy aquí, a hacer cuartos, y a un soldado que iba con él a azotes y galeras, porque dió de palos con un cuerno al Teniente de Gobernador, estando hincado de rodillas en la Iglesia el Domingo de Ramos…..». — AGI, Santo Domingo 71. v «Item, mill y setecientos y cinquenta pesos, por libramiento desta Real Audiencia, se pagaron a doña Ana Cerón, que se le devían y los ovo de aver por las casas que se le tomaron para la Fortaleza desta cibdad por la necesidad que dellas avía para el servicio de la dicha Fortaleza e artillería, e guarda del puerto desta cibdad, con acuerdo de los señores Presidente e Oydores y oficiales de S.M., para que de presente se pudiesen comodar el capitan Rodrigo Troche con sus soldados que enbió a esta cibdad el Adelantado Pedro Menendez de Avilés». Hay otra partida por 3.700 pesos por otras casas que se tomaron, al capitán Rodrigo de Peñalosa para el propio destino de los mismos soldados. — AGI, Contaduría 1052. v «En este día quatro de jullio del dicho año [1569] ocho mill y dozientos y diez pesos que di y pagué a Francisco de Cevallos, por provisión desta Real Audiencia y libramiento de los oficiales de S.M., que pagan a cumplimiento de diez mill y dozientos y diez pesos, quel dicho Francisco de Cevallos gastó en la obra de la Fortaleza de Puerto 199 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO de Plata hasta hoy, y los dos mill pesos restantes los tiene recebidos y están pasados en quenta del año de sesenta y cinco, como parece por la carta de pago». — El registro de los 2.000 pesos dice: «En nueve de jullio de dicho año [1565], dos mill pesos que por libramiento dí y pagué a Francisco de Cevallos, tesorero de la villa de Puerto de Plata e vezino della, que los ovo de aver en cumplimiento de una Cédula de S.M. y aquerdo desta Real Audiencia y Oficiales de S.M. para hazer la fortaleza que S.M. manda hazer en la dicha villa de Puerto de Plata, como paresce en el dicho libramiento e carta de pago». — En el propio día 4 de julio de 1569 se dieron a Aguirre para el sustento de sus hombres en Puerto de Plata, Cevallos 1000 pesos por otros que entregó al capitán. A concentrados, y al propio Aguirre otros 800 pesos «para mantener los soldados que estavan en Puerto de Plata». — AGI, Contaduría 1052. v «Este día [4 de julio de 1569], noventa y tres pesos, por libramiento de los oficiales de S.M., dí e pagué a los marineros que por mandado de los Señores Presidente y Oydores y de los oficiales de S.M. fueron a la Saona para saver si havia franceses, para que saliese flota para España». — AGI, Contaduría 1052. v Extranjeros y tratantes con ellos o con ellos tomados en noviembre de 1569, condenados a galeras y embarcados en ocasión de barcos por enero de 1570; tres, en la nao de Juan Aguión Osorio, capitan; tres, en la de Martín de Santa Ana; dos, en la de Pedro Camiña; dos, en la de Pedro de Fuentes; tres en la de Vicente Freyle. Algunos nombres: Oliver Chevalier, Juan Antonio, Juan Peson, Felipe Galván, Melchor Pérez. — AGI, Contaduría 1052. 68. — Por estos tiempos y después de diez y siete años de estar la Iglesia dominicana sin pastor, llegó fray Andrés de Carvajal, francis­ cano, a quien tocó satisfacer los derechos curia­les de la expedición de sus bulas para el Obispa­do de Puerto Rico, del que parece que no tomó la posesión canónica por haber sido trasladado por el rey a la Silla de Santo Domingo, y la tasa correspondiente por la nueva mitra. Sujeto competente y de aceptación, fuélo sin duda alguna, y la actividad que desde el principio desplegó para restituir su grey a vida cristiana, levantándola de nivel moral tan menguado, lo demostró, siquiera en cuanto a las luces que ha de tener todo pastor para 200 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO conocer debidamente a sus ovejas. Pero fué eclesiástico y religioso que pasó muchos días entre el bullicio de la Corte y en la atención a multitud de negocios seculares, rindiendo en los más de los asuntos el tributo de sus avisos y aceptando gajes de mucha estimación y general aprecio de sus aconsejados, y tan arbitrario como suelen ser los que, mudando de consejo para vencer tretas opuestas en los intentos de dominación, juntan a la prudencia la fuerza moral o la física, conque no es la virtud quien vence, sino la in­fluencia de poderes extraños a rectitud, sin que por ello escrupulicen de hacer mal tercio a la justicia que defienden; de que se les sigue el subir o el bajar lo mismo por senderos rectos, llanos y limpios que ir por vericuetos empinados, o bien por pedregales. Fr. Andrés de Carvajal, ante el ruín cuadro tan desmoralizado de la grey a él confia­da, puesta la mira en enderezar lo muy torcido en breves días y de una vez en pueblo sin modera­ dor que a la contínua así hubiese procedido que al nuevo prelado no le tocase sino perfeccionar la obra de sus antecesores, conoció la enferme­dad y graves dolencias de sus ovejas, pero no acertó a curarlas con tino y pausa, ni con la suavidad y paciencia requeridas para adelantar la salud en el enfermo, y menos aún en enfermo que no quiere sanar si el médico no disimula o no consiente que se le quiten las causas del mal de que está postrado. 69.— Prelado que esperaba ser por la Au­diencia atendido, como tratado por la propia Ma­jestad de “Reverendo en Cristo Padre, del nues­tro Consejo”, a poco más de dos o tres colaciones que con los magistrados oficiosamente tuvo, co­noció de plano que se le tornaron esquivos y que en el arrimar el hombro para darle auxilio en la reformación de las costumbres, antes le preve­nían referirles de oficio lo que trataba de practi­car y esperase a que, con deliberación, se consi­derase que fuera lo mejor, que no a proceder por sí impulsivamente, por el riesgo de exponerse a talantes rehechos que habrían de precipitarle a olvidar que in patientia vestra possidebitis ani­mas vestras. Y resuelto a obrar por sí mismo (y para en los atajos que se ofrecieran, acudir al Rey) decidió meter en pretina al clero 201 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO y dió prin­cipio a la empresa con un decreto por el cual indicaba la pesquisa que emprendería contra los clérigos que habían tenido el Provisorato del Ar­zobispado, enuncio en general que todos indivi­ dualizaron en el arcediano Sancho de las Mariñas, provisor que fué y que había dado demasia­da agua que beber al Visitador de los francisca­nos Fr. Rodrigo Manrique en cierta dependencia del P. Custodio del convento con Ortegón, oidor, y con el suegro de éste, don Cristóbal Colón, ha­biendo corrido cantidad grande de pesos que el religioso había repartido, y tocado al mismo provisor porción de ellos porque, a la mira de lo que el Visitador intentase, por medios legales arbitrariamente asumidos, estorbase la sanción de sus grandes prevaricaciones. Y como, al par que el prelado, la Audiencia había recibido orden de S. M. por su real cédula del Escorial 29 de junio de 1568, para que llamase al Provisor y en estra­dos le diese buen jabón conforme a culpa, al punto Sancho de las Mariñas hizo recurso a la Au­diencia, recusando a tal juez por no competente en fuerza de no haber publicado sus bulas, ni te­ner más autoridad que la que como provisor el había ejercido. Era su ardid inutilizar al prelado aún para cuando tuviese sus bulas, si incidiera en el caso de iterar su acción; demás que, para entonces, estaría enredado en muchas otras cau­sas, vista su tendencia de meter la cabeza por rendijas en las que apenas entraba el dedo. v Cuando en 1520 fué repuesta la Real Audiencia en el ejercicio de su ministerio (con Presidente, los tres anteriores Jueces de Apelación con otro más, como Oidores, y un Fiscal, que en aquellos principios no fué de plantilla audiencial), se conservó el oficio y cargo de Gobernador de la isla en persona del Virrey don Diego Colón; pero éste llamado a España, asumió la gobernación de la Audiencia, al parecer sin nueva comisión explícita, sino con la antigua, bastante anterior a la primera llamada que recibió el Virrey. En cambio, se juntó en una sola persona las jurisdicciones real y eclesiástica, y fué el Obispo existente en el tiempo. Así fueron Fr. Luis de Figueroa (que murió con los títulos, sin posesión), don Sebastián Ramírez y don Alonso de Fuenmayor. De éste hubo muchas quejas en negocios 202 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO de fuero mixto y en pleitos por apelación contra la fuerza hecha por jueces eclesiásticos, casos ciertos unas veces y otras por obstrucción alegados, de que llegó a colegirse que siempre vencía y en adelante vencería el fuero eclesiástico al fuero real por la inclinación del Obispo a su estado personal en lo eclesiástico más que a la defensa del cargo real de que estaba investido. Y como al propio Fuenmayor, por relaciones, se le envió juez de residencia (Cerrato) con facultad de declarar el cese del Presidente y de los Oidores que fuesen culpables gravemente en el oficio, y Fuenmayor castigado en el cese y en multa de muy gran consideración, y de esta resulta tomase pie el Cabildo de la Ciudad para pedir al Emperador que nunca más se confiase a una sola persona eclesiástica los dos gladios, como decían, y recibieron palabra de satisfacción conforme a lo representado (había ya real mandato de Talavera 28 de enero de 1541; que los obispos Presidentes de Audiencias no conociesen de pleitos llevados al Tribunal si los dichos obispos o delegados suyos hubiesen sido los jueces en lo eclesiástico, por ser voluntad real que en aquellos casos sólo conociesen los Oidores; pero en la práctica, como hasta entonces la orden contenía los excesos de Fuenmayor, único obispo Presidente, por no estar en igual circunstancia los Presidentes de Nueva España y Panamá, y este prelado abría por su cuenta los reales despachos, y si le sajaban el alma o si le molestaban, hacía mangas y capirotes de tales despachos), desde entonces y hasta hoy (en las referencias que hayan lugar se puede decir en clase de axioma: que Arzobispo de Santo Domingo nunca jamás fué Presidente de la Audiencia de la Española. Volvió Fuenmayor a la isla en 1549 (se había ido en 1544), y murió con sola dignidad de Arzobispo en 1554, teniendo la Audiencia Presidente en su puesto; y porque no olvidase el monarca su promesa, recordáronsela los regidores; y como otras circunstancias varias frustraron la venida de los prelados designados: don Diego de Covarrubias, fray Juan de Salcedo, el doctor Solórzano y fray Juan de Alzóloras, durante buen espacio de años la Audiencia no se embarazó con incidentes y casos de competencia, los vecinos estuvieron libres de invocar contra jueces eclesiásticos la fuerza que ninguno las hacía (especialmente cuanto a satisfacción del diezmo, materia de continuadas disensiones jurídicas que se obviaban aunque en ello cundiera la mala fe persistentemente) y la Iglesia padeció enormes quiebras materiales y morales, porque grey sin pastor víctima 203 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO es siempre de toda clase de lobos y otras fieras, por racionales y espirituales que parezcan según encubren sus intentos. Aunque sea verdad que, si se juntan los rabadanes, alguna oveja se comen, no hace tal quien está presto a dar la vida por cualquiera de sus ovejas, y es llano que, aún el que se alimenta en ellas, puede tenerles tanto amor que consienta que otro lobo se las devore. Así Fr. Andrés de Carvajal, primero venido después de tanta acefalía de hecho como padeció la Iglesia de Santo Domingo, cuando quiso interponer representaciones y pedimentos para contar con el auxilio real en orden a los propios intereses y de la Iglesia y recibió disuasiones, moratorias de la Audiencia y después pasase a anunciar su recurso al Rey, padeció vilipendios de aquellos mismos que poco antes habían arruinado la carrera del licenciado Echagoián por su impertérrita conducta de informar unipersonalmente al Soberano, disonando con lo acordado por el colegio y sin que ello... importase reducción a condición servil, había firme de doblegarse a una mayoría que no le tocaba acatar, y aunque ello importase su reducción a condición servil, debía de admitirlo y no rehacerse invocando jerárquicos derechos, so pena de ominosa indignación; como fué, siendo ya obispo consagrado, maltraído a título despreciativo de simple administrador del clero, por no tener exhibidas las bulas de su promoción. El rompimiento (en flagrante transgresión de reales cédulas de 11 de marzo de 1543 y 17 de julio de 1555), y en tiempo y sazón que eran amonestados el Virrey y Oidores de Lima por la irrespetuosidad con que trataron a los prelados de las Iglesias reunidos en Concilio [II Limense, 2 de marzo de 1567 a 21 de enero de 1568, AGI,— Patronato 189, r. 24], cédula de 18 de mayo de 1569; Ced. Indiano, I, 165) se hizo, ni más ni menos, por intereses creados, como nosotros hacemos, aborreciendo al que se nos atraviesa en busca de los suyos, aún conociendo que nada irracional envuelve lo bien o mal adquirido por tercero en alivio propio, si por el mismo hecho la ley general tiene cabal cumplimiento; porque no es el imperio de la ley en su punto lo que duele, sino el frustrado provecho que por eso a nuestro privado interés se sigue al par que el público y general se consigue. Los antecedentes legales correspondientes al bien espiritual de los negros esclavos, tan íntimamente enlazados con la percepción de los diezmos, para con ellos acudir a la sustentación de clérigos dispensadores de la doctrina entre aquellas desvalidas almas, y también con la vigilancia del cumplimiento, de que fue parte principal la Visita de la Isla por ministro de la Audiencia, eran éstos: 204 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO «El Rey. Presidente y oydores de la nuestra Audiencia Real que reside en la ciudad de Santo Domingo de la isla Española de las nuestras Indias: Sabed que a nos es hecha relación como en essa ciudad ay muchos esclavos indios y negros, y no están dotrinados en las cosas de nuestra santa fe católica como devieran, y que convenía que mandássemos dar orden cómo se juntassen alguna hora en el día en la yglesia Catedral e monasterios de essa ciudad, quando pareciere mas conveniente, para que allí fuessen dotrinados. Por ende yo vos mando que luego proveais cómo todas las personas que tienen los tales esclavos residentes en essa ciudad, los embien a cierta hora a la yglesia o monasterio que os pareciere mas aparejado para ello, para que allí les sea enseñada la doctrina christiana, y encargueis de nuestra parte al deán y cabildo de essa ciudad y al prior y frayles del monasterio donde os pareciere que deven concurrir los dichos esclavos que tengan personas puestas para que les enseñen la dicha doctrina, y entendereis en esto con diligencia, como cosa que importa al servicio de Dios y bien de las ánimas de los esclavos de essa ciudad, y avisarnos heis de lo que en ellos proveyéredes. Fecha en la ciudad de Toledo a veinte y cinco de otubre de mil y quinientos y trenta y ocho años.— Yo el Rey.— Por mandado de su Magestad, Juan de Samano. Señalada del Consejo».— Cedulario Indiano, IV, 392. «El Príncipe, Licenciado Cerrato, juez de residencia de la isla Española: Yo soy informado que en essa isla los españoles que tienen negros en ella, los hazen trabajar ansi los domingos e fiestas de guardar como los otros dias que son de trabajo, sin hazer ninguna diferencia de un día a otro; lo qual, demás de ser contra conciencia, es cosa de mal exemplo, y a que no se deve dar lugar. Por ende yo vos mando que proveais como los domingos y fiestas de guardar no trabajen los dichos negros, antes deis orden que oygan todos missa y guarden las fiestas como los otros cristianos son obligados a guardarlas, y de lo que en ello passa y de la orden que dieredes nos dareis aviso. Fecha en la villa de Valladolid a veinte y un días del mes de setiembre de mil y quinientos y quarenta y quatro años.— Yo el Príncipe.— Por mandado de su Alteza, Pedro de los Covos. Señalada del Consejo».— Cedulario Indiano, IV, 392. El arzobispo, pues, escribió al Rey sin expresión de amargor alguno. Quien suele bien expresarse con moderación, dejando para la acción contra menos valido la dureza porfiada por salir con las suyas, con gran facilidad se remira y contiene, escribiendo, si quien le espera es el más fuerte. Esta es una de sus cartas: 205 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Santo Domingo 28 de agosto de 1569.— Pide remedio para la Isla, trayéndose a ella indios del Brasil y negros para las haciendas y hatos y para sacar oro; y labradores y navíos mercantes; «porque de esta manera se aumentaría la Isla y a gente de ella y se enriquecería y se sacaría mucho oro, y no se despoblaría como agora se despuebla, que apenas hay en ella mil vecinos. Después de lo susodicho, que a V.M. escrito tengo, he querido dar a V.M. cuenta de estas cosas para descargo de su real conciencia y mía. Una de las mayores cargas, espiritual y temporal que en este Arzobispado y aún en ningún otro puede haber, es el estar a mi cargo el enseñamiento de más de doce mil negros esclavos, que en los campos, ingenios y hatos y estancias de esta Isla hay esparcidos, y el cuidado de que sepan la doctrina cristiana, y se confiesen y [se les] administren los sacramentos, y que sus amos les hagan tratamiento como cristianos, y lo uno y lo otro es harto difícil de cumplir; y por lo que hasta agora hay confirmado, muy pocos [son] de ellos que sepan las oraciones de la Iglesia y que se confiesen, y sean enseñados, como deben [estar]; lo cual, cierto me da gran cuidado y desconsuelo si no lo pudiese remediar, y cumplir con lo que debo, lo cual no podré si de V.M. no soy particularmente para ello muy favorecido, mandando que Presidente y Oidores de esta Real Audiencia me ayuden a ello. Y para que más enteramente a V.M. conste, haré larga relación: En esta Isla, demás de esta ciudad, hay ocho o nueve pueblos de muy poca población, que, quitados dos, los demás no llegan a veinte vecinos, y hay muchos ingenios de azúcar y hatos de vacas y estancias, los cuales tienen mucha más gente cada un ingenio que uno de estos pueblos porque tienen cada uno cien negros, y mayordomos y mandadores y otros oficios, blancos; y otros ingenios hay que tienen mucho más de doscientos, y éstos viven bárbaramente en lo temporal como en lo espiritual, porque los menos de ellos saben las oraciones de la Iglesia, ni aún la ley en que viven; y éstos, como no son visitados de los prelados, porque no los ha habido, ni la Audiencia, no tienen orden y son de sus amos muy maltratados que ni les dan de comer ni de vestir, que andan en carnes vivas, y con los soles y aguaceros grandes que aquí hay y tempestades, se mueren muchos sin sacramentos; y no les dan sino carne a secas; ni les dan pan, ni el cazabe que en lugar de esto comen acá; de que se sigue que los negros compelidos de hambre, se van al monte y hurtan lo que en el campo hallan, y hacen otros delitos, compelidos de los malos tratamientos 206 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO y [ningún] mantenimiento de sus amos, y hay otros muchos males que evitar. Yo, aunque sea a costa de mi salud y de más cantidad [de la] que el Arzobispado renta, deseo visitar y poner algún remedio y orden en tanto mal. Para lo poder hacer, es menester que esta Real Audiencia haga lo mismo y con el mismo intento, y para esto conviene que V.M. mande que un Oidor de esta Real Audiencia, por turno, visite cada uno toda la tierra, a lo menos cada uno cuatro meses, y que luego otro prosiga la dicha visita adelante de los hatos e ingenios y estancias sin quedarse alguno, porque es grande lástima que tanta gente esté sin ser visitados y sin justicia, siendo gente que la pueden pedir; y así, haciéndose la una visita y la otra, se remediría. En esta Real Audiencia hay cédula y sobrecédula muy antigua de V.M., según soy informado, para que un Oidor visite cada año, y esta cédula no dice sino que visite los pueblos de la tierra adentro, y no dice todos los ingenios y hatos, y eso no se efectúa ni cumple porque la salida de la tierra adentro es malsana y los Oidores la temen, y porque es muy costosa; el que visitare, gastaría en la visita el salario de dos años; y así hay necesidad que V.M. mande se haga esta visita por un Oidor, por turno o rueda, cuatro meses, y luego otro la prosiga, y que se mande visite los ingenios y hatos y estancias», llevando competente viático. (Al margen se anotó haberse visto la cédula y ordenado que el Visitador se informe de todo, y cuanta gente había en los ingenios, etc., conforme a lo que el arzobispo va proponiendo). El prelado manifiesta que hay mucha falta de pan y de vino, y otras muchas cosas faltan por tierra en la que no se ha puesto el debido cuidado y todo ha de venir de España, «y la causa de esto son los regidores de esta ciudad, porque como ellos son los que tienen ingenios de azúcar y ganado, no entienden ni tratan de otra cosa, y lo estorban, y son ellos las personas para quien había de haber regimiento y justicia para ponerlos en razón; y así, siendo ellos jueces y gobernando en propia causa e interés, todo lo demás decrece por lo aplicar a sus haciendas y granjerías, y esto ha venido a tanto que esta ciudad padece grande hambre de carne de vaca, con no haber otro mantenimiento que comer y, faltando esto para chicos y grandes, llevándose de esta Isla cada año más de noventa mil cueros y otros años más de ciento y quince mil, lo cual todo y otros muchos inconvenientes han venido de que los regidores son perpetuos y miran por sólo su provecho, y asimismo son todos sus más deudos, 207 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO y ansí lo que quiere uno y le toca, quieren todos, y ansí es todo para ellos y sus deudos; y conviene, cierto, remediarlo, y esto cesaría si los regimientos fuesen añales, porque asi cada uno procuraría hacer a su tiempo el deber y darían con nuevas personas, nuevas trazas, para que esta república creciece y cabría a todos parte; y esto ha mucho tiempo que se tiene por entendido que sería gran remedio, y es plática muy antigua y tratada por todos los de esta ciudad e Isla, y para el aumento de ella convendría hacerse ansí; pero como los que lo han de pedir son ellos, nunca se hace….» — AGI, Santo Domingo 71. La siguiente toca materia semejante, por ser en la ciudad en donde blancos ni negros libres ni esclavos asistían a la misa en que se predicaba la palabra de Dios: Carta de 18 de noviembre de 1569. — Por el comercio con extranjeros casi no hay costumbre de ir los domingos a misa mayor, y cuesta mucho persuadir a los vecinos a ser buenos cristianos; esto predica ordinariamente, pero es en vano; sienten mucho las censuras eclesiásticas y cuando se ponen, la Audiencia llama al notario y al fiscal y al provisor y les reprende duramente; quitan la vara al fiscal eclesiástico y le amenazan con destierro, «y a mí díceme que no puedo prender a ningún excomulgado ni a ningún amancebado, ni por causa ninguna eclesiástica, sin pedirles a ellos, digo a los Oidores, primero licencia; y de esta manera viven los seglares y aún algunos de los clérigos tan desvergonzadamente que me llora el corazón gotas de sangre, porque si los quiero prender, apelan a la Audiencia y siempre quedan sin castigos».— AGI, Santo Domingo 71. El prelado, como ya se ve, estableció relación cerrada entre la efectiva ejecución de poner clérigos en los ingenios para la instrucción de los negros y la visita de un juez de la Audiencia (cual rodillo que aplana y asienta y afirma el camino), como estaba mandado, pues no sino con la acción civil y real la acción eclesiástica podía cumplirse. Si para aquella acción se alegaba por los Oidores un salario congruente, el prelado así lo recordó, aunque el texto no basta para ser reconocimiento de lo que es justo, ni para acusar indirectamente que ningún salario bastaba en teórica, si los magistrados lo querían grueso, seguro, a tiempo y en oro o buena plata. La inferencia mutua de los salarios de los Oidores y la carga de visitar el distrito de la Audiencia se puede conocer cumplidamente por la sucesiseón de documentos del siglo XVI de los que, a continuación, algunos se enuncian: 208 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Por real cédula de Burgos 6 de octubre de 1511 se asignó a cada uno de los tres Jueces de Apelación (personal completo de la 1ª plantilla de la Real Audiencia), el salario anual de 150,000 maravedís; Cedulario Cubano (de Chacón y Calvo), I, doc. XC.— No tenían cortapisas en punto a esclavos y granjerías. Por real cédula de Valladolid 6 de marzo de 1523, se mandó que a cada oidor, demás del salario que tenía, se le diesen 150.000 maravedís; AGI, Contaduría 1050. Y como ordenado que estaba desde 1530 dar cuenta anual de cuantos señores tiraban sueldo a costa de Real Hacienda, un tal estado de cuando Zuazo, Infante y Vadillo comían migas juntos y se desmigajaban recíprocamente en la Audiencia y fuera de ella, se dice que a cada uno de ellos se libraban al año 300.000 maravedís por su salario; AGI, Patronato 173, nº 1, ramo 3. Por cédula de Medina del Campo 19 de diciembre de 1531, se mandó que a Presidente y Oidores se les pagase una mitad del salario en oro y la otra en reales y cuartos; en 1540 los oficiales reales no tocaron el oro y pagaron como bien quisieron; al reclamo de los señores acudió el Consejo y por cédula de 13 de mayo de 1542, se ordenó a los oficiales que no hiciesen novedad y cumpliesen lo dispuesto: AGI, Santo Domingo 868, lib. 2. Hasta por cédula de Talavera 11 de enero de 1541, se dijo al Presidente y Oidores que Alvaro Caballero, Procurador de la Isla, había representado que la población y vecindario de la isla toda era tenue «en manera que en toda ella dizque no ay mill vezinos, de los quales residen los seiscientos en esa dicha cibdad, y que los quatrocientos biven en diez pueblos que ay la tierra adentro se an ydo y van disminuyendo, los quales combiene mucho mantener con mucha población por causa de las grangerías de la tierra y del coger del oro en las minas; demás del mucho peligro que se ternya no abiendo aquellas poblaciones con alguna sustancia, a cabsa de la mucha cantidad de negros que ay en esa dicha ysla», y se les mandó que eligiesen un Oidor que visitase la mitad de dichos pueblos cercanos a la ciudad en un año, y la otra mitad en el siguiente, para ver en qué estado estaban dichos pueblos y diese relación de lo que advirtiesen al Consejo. En cuanto al salario aumentable por las fatigas del trabajo, viesen qué ayuda de costa era buena, y se le diese; AGI, Santo Domingo 868, lib. 2, f. 17. El 14 de julio de 1543 se dió real cédula en Valladolid para visitarse la provincia de Venezuela, en favor de… (en blanco para que el Juez 209 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO de residencia López de Cerrato llenase el espacio con el nombre del Oidor que le pareciera convenir); y en los registros se advierte que otras semejantes se habían expedido para hacerse lo propio en Cubagua, la Margarita, Golfo de Paria, etc. Y por otra de 18 de julio del mismo año se dispuso que el Oidor que escogiese Cerrato para residenciar en aquellas partes del distrito, demás del salario de Oidor, llevase 1000 maravedís en cada un día que en ello estuviese ocupado, no debiendo durar la visita territorial sino hasta el término de sesenta días. AGI, Santo Domingo 868, lib. 2, f. 189v. Por cédula (para la Audiencia de Panamá) de Valladolid 9 de julio de 1546, se prohibió que el Oidor al que tocase salir a visitar provincia del distrito, hiciese la obligación por pariente ni deudo suyo; allá hicieron tanta y tan buena cuenta de ello como de las copias de Calaíos, por otra de 1º de julio de 1571 se volvió a repetir la prohibición: Cedulario Indiano, II, 139.— En Santo Domingo se practicó lo propio alguna vez, como en los dos casos de comisiones a Venezuela en favor del lic. Alonso Bernáldez, y a la tierra adentro de la Isla en favor del licenciado Lorenzo Bernáldez, deudos de Sánchez Angulo, oidor. Los procuradores Gonzalo Fernández de Oviedo y Alonso de Peña representaron que en la visita de los términos de la Isla solía ir un Oidor con un regidor de la Ciudad de Santo Domingo; a este regidor no se le daba salario por ello, sino sólo el ordinario de regidor de 2.000 maravedís; pero que, por haber de dejar casa y familia, y la hacienda y todos sus personales negocios, sin beneficios y con gastos extraordinarios, recibían mucha pérdida; y solicitaron para el tal regidor un salario competente. (Estos ganaron en este tiempo sendos títulos de regidor). Y por cédula de Madrid 22 de marzo de 1547 se mandó al Presidente señalase el salario y que fuese a cargo del pueblo o pueblos a donde el Oidor obrase con el regidor, sin poder éste excederse de permanecer en pueblo alguno sobre el tiempo de la visita; AGI, Santo Domingo 868, lib. 2, f. 330v. Por cédula de Monzón 22 de julio de 1547 se avisó a la Casa de la Contratación que prestase al oidor Alonso de Zorita, que pasaba a Santo Domingo, 400 ducados en cuenta de ir «con salario de mill ducados al año»; AGI, Santo Domingo 868, lib. 2, f. 368 v.— Y por otra de Valladolid 3 de diciembre de 1548, se avisó al oidor Grajeda, que presidía en la Audiencia, del salario que habría de llevar Zorita, y que en la fecha se escribía a los oficiales reales se mandaba dar aquel 210 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO salario a Zorita «y a vos otros tantos maravedís de salario como a él mandamos llevar con el dicho oficio» AGI, Justicia 75. En carta de 18 de mayo de 1549 los oidores Grajeda, Zorita y Hurtado, hicieron relación al Rey de haber recibido una cédula, por la que se les mandaba que cada Oidor visitase los pueblos y los ingenios una vez al año, por tanda y turno, y el que fuese visitador, ese año tuviese 300 ducados más, «los quales se quiten cada cien ducados de salario de todos tres oidores y que no se nos libre más de a razón de novecientos ducados»; y gimoteaban por este desfalco, que achacaban a origen de informaciones siniestras, suplicando la asignación llana de los mil a cada oidor, sin otro respeto, porque visitando y sin visitar ya les hacía sobrada falta; AGI, Santo Domingo 49. El 30 de diciembre de 1549, por cédula de Valladolid, se repitió a Presidente y Oidores una orden anterior (29 de abril de mismo año) sobre no tener ninguno de ellos indios, ni estancias ni granjerías ningunas, y esto volvió a reiterarse por cédula de Aranjuez 28 de mayo de 1464, diciéndose ser lo mismo mandado a los de la Audiencia de Méjico por cédula de Valladolid 2 de mayo de 1550, respecto de indios, estancias, granjerías, etc.— AGI, Santo Domingo 899. Por real cédula de Valladolid 28 de febrero de 1550, y conforme a instrucciones del año anterior al Virrey de Nueva España, se mandó que el Oidor que saliese a la visita, la ejecutase también en las minas e ingenios; AGI, Santo Domingo 899.— (V. Cedulario Indiano I, 345). «El Rey. Presidente y Oidores de la nuestra Audiencia Real de la Isla Española. Vi la letra de dos de abril de este año; y en lo que se os envió a mandar cerca de la visita que se ha de hacer en esa Isla, decís que cumpliréis lo que os enviamos a mandar sobre ello; y hemos entendido lo que apuntáis y la relación que hacéis de que esa Isla se divide en cuatro provincias, que la una es de esa ciudad de Santo Domingo con sus comarcas, y la otra es la de la ciudad de la Vega con sus partidos, en la cual convendría proveerse un Corregidor y se podría hacer sin darle salario, nombrando un vecino el más principal de aquel partido, cual a esa Audiencia mejor pareciese; y que la otra es la villa de Azua y San Juan de la Maguana, y la otra es Santa María del Puerto y la Sabana; y que esa Isla es de tanto grandor como estos Reinos de Castilla; y que, dejada esa ciudad, todos los otros pueblos que hay en ella no tienen sino hasta trescientos o poco más; y que, demás de ser tan grande y con tan poca población, está salvaje y los mas de los caminos cerrados, que con trabajo se caminan los unos pueblos 211 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO con los otros; y que por estas razones, platicando en el negocio, ha parecido que para visitar toda la tierra sería menester todo el año sin se detener muchos días en ninguna población, y así los regidores de esa ciudad y oficiales nuestros son de voto que bastaría que el Oidor que la empiece por su tanda, visitase en su año la una provincia de las cuatro, y que así fuesen por su orden visitadas en cuatro años; y suplicáis que, entendido esto, mandemos proveer lo que convenga, que aquello cumpliréis habiendo en la Audiencia número de Oidores, porque al presente no residís en ella más de dos, y que si cualquiera de vosotros hiciésedes ausencia, sería gran inconveniente para el despacho de los negocios. Vosotros habéis hecho bien en nos dar tan particularmente cuenta de todo esto; pero acá se tiene entendido que a nuestro servicio y bien de esa Isla conviene que se visite esa isla por la orden que se os está mandado, y así cumpliréis lo que se os está escrito después que haya tres Oidores en esa Audiencia, o dos Oidores y un Presidente y, habiendo este número, comience a hacerse la visita por el Oidor más nuevo; y en lo del Corregidor que apuntáis que convenía proveerse en la provincia que decís de la ciudad de la Vega con su partido, hecha que sea la primera visitación de esa Isla por uno de los Oidores de esa Audiencia conforme a lo que por nos está mandado, nos tornareis a advertir de esto y de la que pareciere, para que mandemos proveer lo que vieréremos más convenir». (Capítulo de cédula, fecha no vista, cuyo registro corresponde a libro perdido; texto salvado por haberse asumido en un expediente judicial, y está en AGI, Justicia 75). En real cédula de Madrid 12 de octubre de 1561 se refiere que los oficiales de Santo Domingo padecían extorsiones de los señores de la Audiencia, todos descompuestos con la moneda que recibían de su salario, no habiendo oro ni plata en Cajas, y que, por pagárseles en la moneda provincial, se les entregaba la nómina «con más de diez maravedís por real, que son once quartos por un real, y que agora el Presidente y Oydores que al presente son, han dado mandamientos contra vosotros, por los quales os han mandado que les pagueis de nuestra hazienda a razón de ciento y setenta maravedís por ciento, que es por cien ducados doscientos y setenta ducados, en lo qual es nuestra hazienda muy defraudada, porque vendría a dezir por año al presidente mil ducados más de lo que tiene de salario; y porque comoquiera que nuestra voluntad es que los dichos Presidente y Oydores sean pagados sus salarios en buena moneda, aviéndola en essa tierra, no se entiende que, no la aviendo, han de ser pagados de manera que nuestra 212 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO hazienda sea tan damnificada; y ansí os mando que, sin embargo de qualesquier mandamientos que el dicho nuestro Presidente y Oydores ayan dado contra vosotros cerca de lo susodicho, no les paguéis su salario si no fuere en la moneda que en esa isla corriere, como se ha pagado al Presidente y Oydores passados, sin hazer en ello novedad alguna; y si contra el tenor y forma dello les oviéredes pagado alguna cosa más de lo que ovieren de aver, lo cobrareis dello y de sus bienes; y por la presente mandamos que lo buelvan y restituyan para que os hagais cargo dello vos el nuestro tesorero, e no fagades ende al por alguna manera; AGI, Santo Domingo 50; Cedulario Indiano, III, 332. A título de curiosidad histórica es de decirse aquí que la carta que dió pie a esta real cédula, y en que se enuncian idénticos pormenores sobre el estilo de cobrarse los de la Audiencia, tiene fecha de 25 de septiembre de 1551, tiempos del contador Alvaro Caballero (en su oficio de 1561) y del tesorero Francisco Dávila, en la ocasion de haber recibido la cédula que señaló salario de 1200 ducados al oidor visitador a expensas de los que no salían, que quedaban con 900 ducados anuales; AGI, Santo Domingo 49 .— Sánchez Angulo, Grajeda y Cáceres de Ovando, oidores, respondiendo al asunto (aunque a ellos no dirigido) como de cosa extraña, manifestaron al Rey que ellos no se habían excedido (9 de febrero de 1562), porque los Procuradores de la Ciudad ganaron en el Consejo cédula real de merced de 300 ducados más de salario; AGI, Santo Domingo 71. Tal cédula hubo de ser la de Toledo, 22 de septiembre de 1560, por la que se concedió a los Oidores 300 ducados más de salario de manera que tuviesen cada año 450.000 mrs., aumento justificado por andar todo increiblemente caro en Santo Domingo; AGI, Santo Domingo 899. — O como el oidor Echagoian, que solía escribir por cuenta propia a despecho de sus compañeros, que en carta de 6 de septiembre de 1562, y poniendo un punto fuerte sobre cierta información de carestía general, dijo a don Felipe II que con los 450.000 maravedís que mandaba darle con el oficio, que no alcanzaban a 400 ducados de Castilla, «no es posible poder sustentarme»; AGI, Santo Domingo 71.— Y no faltaron arbitrios para intentar poner a flote la última merced, de Toledo, y fueron informaciones levantadas que persuadiesen no tener los ministros de la Audiencia con que medianamente pasar si los demás empleados del Tribunal y oficiales reales vivían tan alcanzados de recursos. (V. La Moneda Provincial de la Isla Española, del autor, pp. 64-66), y la propuesta de que el Rey vendiera las casas de su pertenencia y con el valor mandar hacer una grande para los Oidores, 213 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO conforme al espíritu de antigua cédula por la que se dispuso que los de la Audiencia viviesen en ella, si fuese amplia y con capacidad para todos (carta de 17 de junio de 1566; AGI, Santo Domingo 71); sino que no se les oyó, con todo y mandarse en 1573 a los oficiales reales las vendiesen; que no vendieron. Por otro arbitrio para tener salario en buena moneda (y no la había en la Isla), Presidente y Oidores pidieron su situación en las Cajas del Rio de la Hacha, 2ª carta de 17 de junio de 1566; AGI, Santo Domingo 71.— La respuesta real se demoró mucho tiempo, como para arguir a Fr. Andrés de Carvajal que esperase en su intento como ellos lampaban por conseguir el suyo, al fin, al conato le salió de través un real despacho de Baeza 1º de junio de 1570, con muy breve expresion: de que sobre la situación suplicada «por ahora no hay disposición» ; AGI, Santo Domingo 899.— Nuevo ruego de la Audiencia, en su carta de 10 de febrero de 1578 para que sus salarios se situasen en el Nuevo Reino, o en Tierrafirme, AGI, Santo Domingo 51, parece que se dejó sin respuesta. Mientras el arzobispo Carvajal debatía con los señores de la Audiencia el auxilio de ley para poner clérigo que asistiesen espiritualmente a los esclavos de los ingenios y estancias en tierra que por muchos años no tuve pastor que cuidase de la grey cristiana y la acrecentase, metiendo en ella las almas de tanto paria, en el Perú, con pastores varios, que nunca dejaron de clamar, se daba el mismo descuido; y porque para el cumplimiento de la deuda contraída por la Corona en fuerza del apostólico privilegio del Patronato universal de las Iglesias de Indias estaban interesados por su propio oficio los prelados, al arzobispo de la Ciudad de los Reyes, fray Jerónimo de Loaisa, se le encareció, por real cédula de 18 de octubre de 1569, vigilar sobre el cumplimiento de tan importante incumbencia: «A nos se ha hecho relación que en la dotrina y christiandad de los negros y esclavos que ay en essas provincias no se tiene el cuidado y vigilancia conveniente a su salvación, y ay cantidad dellos de servicio de muchos años que están con sus amos que no saben la doctrina cristiana, y los más dellos están por bautizar; y para remedio dello sería conveniente se mandase que ninguno pudiese vender su esclavo y negro, aviendose servido dél algun tiempo, ni que nadie le comprasse, si no estuviesse bautizado y supiese la doctrina, en pena de perdimiento del dicho negro o esclavo, aplicado a algún hospital, monasterio o yglesia, suplicándome lo mandasse assí proveer y ordenar, y que lo mismo avía 214 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO parecido en la congregación que por los prelados de essa provincia del Perú se tuvo en essa ciudad de los Reyes. E visto por los del nuestro Consejo de las Indias, fue acordado que devía de mandar dar esta mi cédula para vos, e yo tuvelo por bien. Por ende yo vos ruego y encargo que tengais particular cuydado en lo que toca a la conversion y doctrina de los negros y esclavos que huviere en esse vuestro obispado, para que vivan christianamente, y que se tenga en ello la misma orden que por nos está dada y la que se tiene en essa tierra en la conversión y doctrina de los indios» Cedulario Indiano, IV, 392.— Y por otra de 3 de diciembre del mismo año, se encargó lo propio al Arzobispo y Obispos de Nueva España, respecto de los mulatos «ocupados en la labor de las minas y en las guardas de las haziendas de estancias de ganados y otras cosas fuera de poblados» los cuales «no son dotrinados ni industriados en las cosas de nuestra santa fe católica, como sería justo lo fuessen, y padecen detrimento sus ánimas y conciencias en quanto a su salvación, de que Dios Nuestro Señor ha sido y es muy deservido», etc. — Ibid. Por real cédula de Córdoba 29 de marzo de 1570, y a petición del arzobispo, se mandó al Visitador General Valdivia que, llegado que fuese a Santo Domingo, informase si convenía que oidor saliese a visitar los negros de las estancias e ingenios (despacho de rutina, porque esto estaba ya mandado para Santo Domingo desde 1550); AGI, Santo Domingo 899. — Y por otra al arzobispo, respondiéndose a sus cartas, en 12 de abril, se le avisó de haberse mandado al visitador general que entendiese en lo de la asistencia espiritual de los negros de los ingenios y estancias; y a la Audiencia, asimismo, que le diese todo el auxilio que pidiera a ella; AGI, Santo Domingo 899. Por cédula de Madrid 21 de junio de 1570 (se enlaza con lo pedido por el arzobispo Fr. Andrés, aunque no se expresa), se mandó a Presidente y Oidores que un oidor visitase cada año los pueblos e ingenios y estancias que pareciese visitar, y el cuidado se cumpliese por turno, y que se tuviese por salario ordinario de cada Oidor no saliente a visita el de 900 ducados al año pero el que asi saliese en su año de salida, tuviese 1200 ducados, de manera que los 900 ducados eran del salario ordinario y los 300 por Visitador (y esto fue repetición de lo dispuesto veintinueve años atrás); AGI, Sto. Domingo 71. Cuando esta cédula había de ponerse en ejecución (si acaso los oidores abatieron sus pretensiones), coincidió la llegada del Visitador real licenciado Juan de Valdivia, y no debía intentarse 215 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO salir a visita de la tierra, facultad y orden en suspenso en tanto durase el ejercicio de la superior Visita. Los oidores, uno tras otro, fueron declarados cesantes por sus culpas y, rehecha que fue la Audiencia con nuevos ministros, éstos se hallaron en la alternativa de darse por no reclamantes de aumento y resignarse y malpasar el tiempo que invirtiesen en la visitación, o escribir suplicaciones que surtiesen mejor efecto para quien saliese a la visita; por lógica bien ceñida a la repugnancia de obedecer sin esperar de antemano el alivio (lo que les haría frustránea la postrera diligencia), echaron al archivo la cédula, y en carta de 9 de julio de 1573 pidieron (Francisco de Vera, presidente; Castillo e Ibero, oidores) mil ducados por el oficio de visitador, por ser todas cosas muy caras, y en tierra adentro nada haber de sustento que fuese cosa de España, y antes de salir había de juntarlo en la ciudad y en recuas llevarlo por delante, si no querían verse ante la mesa como campesinos solamente vestidos de limpio; AGI, Santo Domingo 71. — Como esta petición hubo de pasar por la recia criba del Consejo de Hacienda que solía marcarles el paso a los del Consejo de las Indias y dejar a buenas noches las solicitudes procedentes de Indias, por real cédula de Madrid 20 de octubre de 1573 fue negada la merced pedida, advirtiéndose a la Audiencia que cuando se aumentó el salario del oidor visitador ya se había tenido presente el trabajo y las costas de visitador, que aquello se guardase «y no lo haciendo, se procederá como convenga». AGI, Santo Domingo 868 lib. 3, f. 28v. Era llegado el tiempo de ir quitándose a las Audiencias que gobernaban provincias toda ingerencia en materias ajenas a la administración de distribuenda justicia aún en esto, su intervención de oficio terminaría en poniendo en las reales provisiones las firmas; y consejeros los Oidores del Presidente, ya Gobernador con título personal, debían deliberar y votar sobre todas materias que el Presidente les encomendara aún en Acuerdos extraordinarios por él promovidos; pero después de deliberación, votación y resolución, sobre lo que hubiera de ejecutarse o correspondiese a procedimiento potestativo, no les tocaría intervención por ser todo ello ministerio total del Presidente Gobernador, y cuya oficina y despacho sería a la vez el tribunal gubernativo. La obediencia impuesta a los Oidores a todas órdenes del Presidente Gobernador (quien debía observar con ellos el respeto debido a magistrados), selló la dependencia de tan levantiscos ministros fuera de lo audiencial, como a Cabeza unificada de la gobernación. Quizás fué el primer paso de este sistema 216 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO la misma mala usanza de las competencias en materias sustantivas, maldecida, por lo que atañe a Santo Domingo, por el vecindario entero ya desde los días de los tres Jueces de Apelación de la primera época de la Audiencia. Así se halla que por real cédula del Escorial 4 de julio de 1570, a duda consultada por la Audiencia de Méjico sobre asuntos que en las apelaciones contra el Virrey parecían tocar a la administración de justicia al par que a la administración de gobierno, se le mandó que, en ocurriendo tales accidentes, si el Virrey continuaba en sus disposiciones en lo que «mandare ejecutar, no siendo la materia de calidad en que notoriamente se hubiese de seguir de ello movimiento y desasosiego en la tierra», que lo así mandado por el Virrey se cumpliese y guardase «sin impedimento ni otra demostración»; lo que también se mandó guardar en Santo Domingo, por proposición consultada algún tiempo después; AGI, Santo Domingo 51. Porque en la obediencia estriba la paz y sosiego de la república, todo ello es cumplidero si al propio tiempo se evita para en adelante la dispersión del mando, que se torna retardatario por pasiones entre iguales. Cuanto al cumplimiento de la visita, y cuya inobservancia fué hasta entonces más notoria en todas las provincias que el acatamiento activo y efectivo, fue a Méjico dirigida la orden constructora (aunque sin definir la sanción, para que la autoridad superior subiese o bajase, en atención a mérito diverso, el diapasón necesario para el castigo, de suerte que al tono de la inobediencia se le proporcionase un tenor congruente punitivo). Los Oidores de Méjico habían informado que desde tiempo atrás no salían a visitar provincia del distrito, sabiendo bien lo mandado, y que así «lo han dexado de hazer por ciertas causas que para ello significan y por ser poca la ayuda de costa; y porque entendemos —dice el Rey al Virrey en cédula de 29 de marzo de 1574— que se han seguido dello inconvenientes en deservicio de Dios y nuestro y daño de los naturales de la tierra, y no es justo dar lugar para que suceda lo mismo en lo de adelante, se torna a mandar que salgan a la dicha visita con la ayuda de costa que se ha acostumbrado a dar, con apercibimiento que se procederá a lo que convenga, y que vayan con poco acompañamiento…, os encargo y mando que compelays y apremieys a ello a los dichos Oydores por el mejor modo y orden que os pareciere convenir, sin dar lugar a que aya más remisión en ellos». — Cedulario Indiano, II 141. Algunos meses después de esto se hizo nombramiento de nuevo Presidente de Santo Domingo en persona de don Gregorio González 217 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO de Cuenca, a quien se dio copia de la cédula de 1569 (véase tomo I, p. 34, en primer término), y de la de 21 de junio de 1570, que urgía la visita de la Isla. Pues como se pasasen unos meses y entendiese no deber retardar la orden de que oidor saliese, la dirigió al oidor Esteban de Quero, como más moderno, quien, aferrado a consideraciones bien atendibles, se coscó en oposición, y por nuevo auto, quedó enterado de no percibir su ordinario salario desde la fecha hasta que dejase de resistir. Quero hizo recurso al Rey contra aquella pena, pues no era negado a obedecer, sino que la destemplanza del tiempo (y era de lluvias torrenciales y de ciclones), podría desbaratar inopinadamente los fines y frutos esperados de la visita; y, aunque en su carta al Rey, de 6 de agosto de 1577, AGI, Santo Domingo 51, no expuso por menor su pensamiento, era visto que la ropa y los alimentos y otros enseres de conducción para tan larga jornada movida y la miseria seguida a los vecinos embestidos por meteoros destructores que ocurriesen, todo acabaría junto con la efectividad de la visita. Sino que, cabalmente y en la misma fecha de la carta, cuando declinaba el día cruzó la barra del puerto un barco que trajo entre pasajeros al novel oidor Lic. Pedro de Arceo, y automáticamente el oidor Quero se vió libre de aquella compulsión; pero no rompió su carta, por ganar tiempo y en habiendo de seguirse el turno, ya constase la resolución real que fijara la mejor estación del año para salir y adelantar la diligencia mientras fuese estación conocidamente bonancible. Las niguas de aquel aburrido negocio saltaron, pues, al oidor Arceo. Este resistió por recién llegado y fatigado del viaje y no estar hecho al temperamento húmedo y tórrido de la isla. González de Cuenca no dio el brazo a torcer y por auto conminativo le previno de quedar sin salario todo el tiempo que le corriese, si el 1º de septiembre próximo venidero no salía a la visita. Y el humor de Arceo se tornó en revuelto, y por muchos días fue evidente la imposibilidad en que le tuvo el “dedo malo”. A Quero, desde luego, no se le pudo cocer cumplidamente el pan. Despabilóle el ánimo el Presidente en 15 de diciembre de 1577. Como hombre cauto, y por ser el tiempo por él mismo apetecido, salió Quero sin chistar el 10 de enero de 1578; AGI, Santo Domingo 79. Entonces ocurrió lo no sabido por experiencia (hasta se ignoraba que por real cédula de 11 de febrero de 1578 se había vedado a los oficiales del oidor visitador que llevasen salario alguno, sino sólo 218 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO los derechos de oficio; Ced. Indiano, II, 139); comenzaron a llegar al Presidente las quejas ocasionadas de las exacciones obradas para llevar alguacil y escribano de la visita un peso y medio de oro por cada día de permanencia en los pueblos o en sus términos. El Presidente no pudo remediar aquel siniestro porque la exacción predicha se había concedido a los dos oficiales del Alcalde Mayor de la tierra adentro para cuando saliese de oficio real a los vecindarios y campos, y consultó a S.M. en carta de 15 de febrero de 1578, pidiendo aclaración o providencia, AGI, Santo Domingo 51, y a Quero envió mandamiento estrecho de abreviar días para acudir a verificar una comisión en el norte de la Isla. El oidor retornó a Santo Domingo para reponer su despensa y vestuario, no sin proferir de su vocabulario las voces más descompuestas, vulgares y groseras porque, en punto a paga del salario de Visitador, los oficiales reales querían saber si el rey mandaba sacar en favor de perjudicados los dineros que, por razón de la consulta hecha por el Presidente, se declarasen ilegítimamente llevados. Esta visita, así mutilada, duró hasta mediar abril del mismo año de 1578; con todo, inteligencia previa hubo de haber con el Presidente para continuar el oidor la visita la vía de Cibao y Norte, pues solamente dejó de visitar Puerto de Plata, como parece de certificación dada el 11 de noviembre de 1578 por su escribano de visita, Hernando de Esquivel, quien enuncia en ella haber visitado el oidor Quero «el pueblo de Boyá, de indios», las villas del Seibo, Higüey, Cotuí, la Vega, Santiago, Montecristi y Puerto Real, Certificación que envió al Consejo en prueba de que, habiendo sido el primero oidor que después de más de treinta años que no se salía a visita, la había efectuado, se hallaba en el trance de reclamar su salario de Visitador, pues los oficiales reales, por sus pasiones, se lo negaban con especiosos pretextos; AGI, Santo Domingo 50, 51; queja atendida por despacho real de Madrid 25 de marzo de 1579, para que se le pagasen los 300 ducados correspondientes al oficio, como estaba mandado; AGI, Santo Domingo 899. Sino que cuando esta cédula llegó, ya se tenía obedecida otra, malhadada, de que dió cuenta el Presidente don Gregorio González de Cuenca en capítulo de carta de 12 de noviembre de 1578, y decía al Rey que anteriormente Presidente y Oidores habían pedido acrecentamiento de salarios por la carestía de todo en la Isla y que «en lugar de esta merced vino una cédula de V.M. para que el oro se razonase a 556 maravedís, con lo que a mí se me quita de salario 700 ducados en cada un año, y a los Oidores a 3.000 reales; vea V.M. cuán bien nos podemos sustentar»; 219 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO AGI, Santo Domingo 51. Y como bien se presumió, Quero por demandar su salario en oro y los oficiales negarse a tasarlo como en lo pasado se estimaba en maravedís, vociferó el ilustre señor, aquéllos optaron ponerse tapones en los oídos en vez de romperle la cabeza con un tranco, y de resultas de este incidente, como de otros muchos y sufridos así por Visitador General adveniente, Rodrigo de Ribero, éste lo suspendió y, para que, escarmentado supiera refrenarse como caballero, lo mandó llevar a la cárcel a lucir su mala lengua entre los negros que estaban en prisiones. — AGI, Santo Domingo 71. Treinta y siete años cabales habían transcurrido desde el 11 de enero de 1541 que se mandó visitar la Isla cada año por Oidores, en turno, hasta que el oidor Quero salió el 10 de enero de 1578. En la petición original de la visita se había invocado el peligroso estado de la Isla por la gran cantidad de negros alzados; sucesivamente fue empeñada la persecución sangrienta del cabezuela Lemba, de Dieguillo de Ocampo, de Juan Vaquero; a la contínua, o porque los ocultos en el Baoruco bajasen y cometiesen robos por hallar y llevar consigo para el sustento cuanto podían haber, o porque nuevos fugitivos merodeasen por entre hatos y estancias al par que iban a ponerse en cobro, y de nuevo volviesen a turbar la tranquilidad pública que hizo necesaria la custodia rupestre mediante cuadrillas volantes, lo cierto es que cuando Queno, de retorno en la ciudad antes de ir la banda del Norte, se manifestó al rey en oposición a toda otra cualquiera introducción de negros en la Isla por haber comprobado por vista de ojos la abundancia de ellos en campos y pueblos con escasos blancos: «He visto la tierra . — escribió desde Santo Domingo el 12 de mayo de 1578; AGI, Santo Domingo 51; y los muchos negros y los pocos españoles que hay; aviso a V.M. que de ninguna manera se traigan más negros, porque hay tantos que cada día tememos no se alcen con la tierra; y para volver a [l laborero de] las minas hay demasiados si de los ingenios quitasen y se reformasen las demasías; hay casas que de servicio y acompañamiento tienen treinta esclavos y ningún español»; AGI, Santo Domingo 51. — Por este tiempo, como más adelante hablarán documentos, era grande la sospecha de que tantos negros hicieran una grave jugada en la Isla, y aunque justamente hasta entonces y mucho después no se quebró el aislamiento de los negros en sus propias rancherías junto a las haciendas e ingenios de sus amos, por la vigilia de capataces negros, bienhallados en sus empleos como terribles en la represión 220 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO de esclavos, las cosas de los alzados no fueron demasiado frecuentes, a lo menos en grandes partidas bien formadas, por falta de alzado o cimarrón de crueldad, valor e inteligencia, a que desde el principio se acudió no hubiera, manteniéndoseles ajenos a toda instrucción incluso la cristiana, por no ver aparecer entre ellos algún adalid o capitán que pusiese la Isla en peligro. No fue falta de congruo salario lo que retrajo del cumplimiento de la visita, sino que a los provechos ilegítimos de multar a vecinos a troche y moche, de aceptar dádivas y hacer composiciones soslayadas para que Justicia quedase con los ojos vendados, apenas se parecía aquella merced que S.M. les hiciera tan bastante como por acá se negociaba en habiendo sazón de salir de la Isla con comisiones de justicia; y al interés particular convenía no hacer ausencia ninguna de la ciudad si, por no haber siempre hasta cuatro oidores ni, habiéndolos, estar con vigor o en salud para preferir en las ocurrencias, y salir y gobernar y llevar gajes hasta quedarse la gente sangrando por la boca con ira y rabia y dolor, por caso raro habría de verse juez de comisión que tornarse con las manos limpias (vacías) si siempre volvían con ella apretando la boca del bolsón; pues las quejas fueron tantas y de todas partes que, al fin se mandó por real cédula de Lisboa 8 de septiembre de 1582, que en adelante no enviase la Audiencia a parte ninguna jueces de comisión que eran Oidores, para que el buen despacho de los negocios no se detuviese, reservada la providencia para ocurrencias muy notables; AGI, Santo Domingo 998. Este asunto ciérrase ya con un testimonio coetáneo de la conducta del Presidente Mejía con el arzobispo, y que lo pinta en perfecta conformidad con lo que Oidores querían sin confesar que con malas artes lograban para sí más que con dispensaciones reales; y está en carta del fiscal Santiago de Riego, de 8 de julio de 1568, con la que puede hacerse cotejo otra del propio Mejía, de 10 de octubre del mismo año y se inserta en la página 195; dice el fiscal que un licenciado Montemayor, sobrino del Presidente, fue con una comisión a la tierra adentro con cinco ducados de salario de buena moneda cada día, y con un alguacil, criado del Presidente, con ocho pesos, y un escribano con cinco pesos diarios, «y, habiendo tenido más cuidado de lo que convenía a su hacienda, que no a hacer lo que se le había encomendado, yo pedí contra lo que él había hecho lo que convenía al servicio de V.M.; por lo cual se había indignado tanto el Presidente que por ello y por otro delincuente que también 221 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO favorecía, de cuyos delitos dí a V.M. cuenta, me mandó prender y echar unos grillos al día que sueltan todos los presos, y quedaba en la cárcel pública….»; AGI, Santo Domingo 71.— Y de las operaciones de los oidores, de quienes Mejía “aprendió a vivir”, en carta anterior, 12 de mayo de 1567, decía el fiscal sus quejas contra los poderosos, porque como tuviesen el favor indirecto de los oidores, acostumbrados a dejar sin resolución los pleitos y causas que de oficio interponía en la Audiencia, a ningún inculpado se le daba nada, si eran de los allegados a dichos ministros. — A Alonso Bernáldez aludía en esta carta, como en la de 1568 a Antonio Luis de Cabrera, sujeto de campanillas áureas, quien, aún habiendo sido aprobada la acción fiscal por la aprobación que en cédula real de Madrid 1 de julio de 1571 se dió al visitador Valdivia de la prisión que impuso a dicho Cabrera por hacer rescatado con franceses, AGI, Santo Domingo 899, todavía fue escogido para gobernador de la Margarita por la Audiencia, y aún esta Audiencia, en nombre del rey, hizo asiento con él, 15 de junio de 1571, AGI, Santo Domingo 69, para hacerle Capitán general de la Costafirme (con cuyo cargo tuvo mano suelta para volver a contratar con enemigos) en los propios días que su juez Valdivia seguía en la Isla su comisión de la Visita. Licenciado Diego de Santiago de Riego; su título de fiscal, Madrid 2 de abril de 1566, y licencia para ir a su destino, 9 de abril siguiente; AGI, Santo Domingo 899; — se embarcó en flota el 28 de junio de 1566 y llegó a Santo Domingo el 15 de agosto siguiente; AGI, Santo Domingo 71; — fue suspendido del oficio por el visitador Valdivia el 24 de septiembre de 1571; AGI, Santo Domingo 24. 71. — Por real cédula de Madrid 21 de abril de 1574, esta pena fue declarada sin valor ni efecto judicial; AGI, Santo Domingo 899; y sucesivamente el sujeto fue Oidor de Guadalajara (1574-1578), Fiscal de Méjico (1578-1581), Alcalde del Crimen en Méjico (1581-1589), y Oidor de aquella misma Audiencia (1589), donde murió. v Otra de las cartas del prelado que dieron enojo al Presidente, por herido en el amor propio de haber informado a la zaga del arzobispo, fue la siguiente: Santo Domingo 8 de mayo de 1569. — El arzobispo Andrés de Carvajal al Rey: repite noticias sobre el feliz viaje que trajo desde España a la Española (a donde llegó el 4 de mayo a las dos de la tarde) y que «un día antes de llegar a este Puerto, los tres navíos que venían, fueron corridos de franceses durante diez horas». «Todos los viejos 222 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO de esta tierra dicen [me] que esta tierra en los tiempos pasados era la más próspera y rica que había en todas las Indias, y a causa de haberle quitado V.M. algunas mercedes que le había hecho, está agora tan perdida, que todos dicen que en breve tiempo todo se arruinará a falta del comercio que solía tener de mercaderías; y así lo veo, porque la mitad de la ciudad no se habita porque no hay quien la habite, y lo mismo es en los lugares de la Isla, que solían tener quinientos vecinos, no tienen veinte, o treinta; la causa de esto dicen que es por que V.M. ha mandado que no venga mercadores extranjeros, digo de Portugal a esta Isla, los cuales la solían proveer de muchas cosas necesarias, y había gran comercio y contratación y vivían las gentes. Y a mí me parece que para el remedio de esta Isla, lo que V.M. debería mandar [es] viniesen a ella de todas partes, como van a Sevilla, pagando los derechos a V.M.». Otra causa de tanta pobreza, agrega, es la falta de negros, y pide también labradores, «porque, cierto, sería otra Sicilia en pan». — AGI, Santo Domingo 71. A esta carta se dió respuesta favorable, pero quedó demorada su expedición, por haberse pedido informes a la Casa de la Contratación y al Presidente Mejía, sobre si la prohibición impuesta por real cédula de 20 de marzo de 1565 de sacar de Santo Domingo para otras partes mercancías importadas de España, ofrecía o no inconvenientes a los vecinos. Mejía, con el antecedente de que ya antes se habían representado tales inconvenientes, se conformó con aquel informe, «porque sabiendo los mercaderes que de aquí no pueden salir con mercaderías, no traen aún las que son menester, y así las que vienen, se venden a excesivos precios y de esta isla se proveen las de Cuba y Jamaica y Puerto Rico y la Margarita y Burburata y costa de Tierrafirme a donde no llega navío de España, y así como no pueden sacar mercaderías, se dejan de traer muchas cosas que se solían contratar; y con esto y padecer todos los que se habían de proveer aquí, suplicamos», etc.; carta de 5 de mayo de 1569, AGI, Santo Domingo 71. Como la resolución definitiva (está al margen de la carta) fué: «Que se envíen las provisiones sobre esto dadas», y el real despacho ahija a Fr. Andrés la solicitud de la restauración de la libertad de comercio entre Santo Domingo y otras partes de Indias respecto de las mercaderías importadas de España, y se mandó que en la Española no se guardase lo dispuesto por la cédula del 20 de marzo de 1565, y que ninguna autoridad pusiese a esta libertad impedimento alguno; Cedulario Indiano IV, 93; el Presidente Mejía prefirió no publicar la 223 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO merced por no hablar con él ni con la Audiencia aquella cédula….. (Sino que observada en la práctica por vía de favor extensivo a cuantos comerciantes abonasen un “por cuanto vos….” se les echó encima el Consulado de Sevilla, y por real cédula de San Lorenzo 10 de junio de 1589, se prohibió para Santo Domingo y otras partes que las mercancías registradas para un destino o puerto, no pudiesen ser de nuevo registradas para otro; Cedulario Indiano I, 432.) 70.— Otro cuidado del arzobispo fué atender, desde que llegó, a la percepción íntegra de los diezmos que le cabían por su dignidad prelacial y otras obvenciones, lo mismo justas que injustas, que se cobraban en la Contaduría arzobispal. La distribución, dependiente de cierta forma de procedimiento, ni era tan rápida que no se esperase a agotar diligencias contra morosos, ni pa­recía llano estarse a satisfacción de librarse conforme a petición de parte, si la otra por diferen­tes arbitrios menos legales tenía porciones com­prometidas en favor de rematistas, por su traba­jo de recaudación, prevista la merma del interés y beneficio sobre las cantidades desembolsadas al tiempo de recibir la patente de recaudadores; lo que, constituyendo una expectativa sobre incierto negocio, aquél perdía en la dernanda que más mirase a su conciencia que al dinero. La cosa se concentró en punto de ética administrativa y perdió Fr. Andrés, porque por real cédula circu­lar de El Pardo 29 de enero de 1569 se ordenó que a ningún prelado de Indias se le acudiese con los diezmos hasta después de haber cornen­zado a residir en su propia Iglesia; disposición que embebía, salvo marcedes expresamente con­cedidas, el descuento proporcional, dentro del año del arribo del prelado, del tiempo que no ha­bía residido. Pero antes que llegase esta real cédula, y en curso litigioso el asunto, llovieron sobre clérigos y legos ligados al mismo censuras sobre censuras eclesiásticas y, tocando aquellas fulminaciones a cuantos se manifestaban sus par­ciales, unos por amancebados, otros por sospe­chosos en la fe o por cualquier otra tacha notoria, fué en la Audiencia en donde hallaron el re­fugio y escudo, porque saliendo ésta (eran a una el Presidente Mejía y el oidor decano Grajeda) en 224 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO defensa de legos, frustraron aquellos alboro­tos seudojudiciales y, devolviendo la piedra los tambien injustos magistrados, trataron de mero administrador de la Iglesia al arzobispo y con despreciativos desaires a los ministros del tribunal eclesiástico, que hubieron de sufrir la afrenta que más a flor de labios de tales ministros asoma­ba. De que tomando pie Fr. Andrés para asunto de sermón, la doctrina moral, generalizada en sus palabras de aflicción, convertían oyentes en alu­siones de rencor y los maldicientes columbraron ya un desenlace escandaloso: desayuno, almuerzo, comida y cena, murmuración grande en pueblo tan pequeño. Santo Domingo 10 de junio de 1569. — El arzobispo fray Andrés de Carvajal al Rey; quejas contra el fiscal: Dice de él que a unos prende y a otros no, «y ansí está la tierra llena de ladrones y homicidas que se pasean por las calles, y de sembradores de libelos difamatorios y de otros pecados graves, porque si [a] los unos prenden, los otros los sueltan luego para hacer pasar a los que los prendieron de arte que parece más behetría que república concertada; he mediado entre ellos [los Oidores], y hállolos tan obstinados que no hay medio alguno». Manifiesta que ha estado esta su Iglesia diez y siete años sin pastor, y «hanse metido los beneficiados de ella en la hacienda del arzobispo de tal manera que le quitan la mitad de lo que conocidamente es suyo, que es el beneficio curado y la cuarta de los manuales y de los capellanes, pero principalmente de lo que hago caudal es del beneficio curado, porque con esto tuviera de comer y sin ello no lo tengo, porque el arzobispado aquí está arrendado por tres años en 1600 pesos, moneda de la tierra, y lo de la Vega serán hasta 1500 o 2000, que, convertidos todos los pesos pasa,que son 10,000 tantos, en moneda de Castilla como acá son mil y cien ducados». El beneficio que le quitan los beneficiados «lo tienen también arrendado por 4.300 pesos»; suplica, etc.; AGI, Santo Domingo 71. — Real cédula de Madrid 24 de agosto de 1569, a Presidente y Oidores: se tiene entendido, y de que hay muchas quejas, que cuando unos oidores van a visitar la cárcel sueltan presos que otros ministros y Presidente metieron, no pudiéndolo hacer sino por acordardo así todos juntos; se les manda que sin este acuerdo y por mayoría de votos, no vuelva a soltarse a preso ninguno; AGI, Santo Domingo 899. 225 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO v Santo Domingo 23 de marzo de 1570. — El fiscal Santiago de Riego se defiende por haberse dicho que es remiso en el impedir que el arzobispo prenda a legos, haciéndoles cargo o caso de inquisición, por herejes, siendo católicos; por sortílegos y hechiceros a los que no son tales. — AGI, Santo Domingo 71. 71.— En la cuenta que cada hombre da de sí en orden a la satisfacción de las deudas que tiene contraídas; se reconoce cuanto tiene de racional, o cuánto le falta, cualesquiera que sean sus otras miserias o virtudes que le ocupen lo mismo si satisface que si deja de hacerlo; porque, pagando, mantiene la paz con el acreedor y consigo mismo y, dejando de pagar, su paz personal se convierte en desvergüenza en frente del de­recho conculcado, por el perjuicio que el acreedor recibe. Fr. Andrés no se diferenciaba, sino en cuanto al monto, de cualquier zascandil deudor de un par de alpargatas. Quería pagar la tasa usual de sus bulas, los dineros recibidos en préstamo para venir a su Iglesia, acompañado de tres sobrinos categóricos (que echaron raigambre en esta soñada isla de Jauja) y con un familión frai­lesco que se sentaba a su mesa y le asistía debajo el mismo techo, y sustentarlos y regalarlos, etc.. etc.; pero supeditado a las resultas de un expe­diente ejecutivo que sanease su congrua proveniente de diezmos y de obvenciones trabadas con dependencias de terceros convertidos en tigres, echó por un derrotero que, en su esencia, era el camino que debía andar en el cumplimiento de su oficio pastoral; sino que en el modo, paso que daba se traducía en coz, y obstáculo que se le ponía, le clavaba como aguijón. Hasta doce mil hacía subir el número de negros esclavos en la Isla, por su mayor parte destituidos de instrucción y doctrina, que vivían como animales y mo­rían sin auxilio espiritual ninguno, por el aban­dono habitual en que estaban. Debíase tan deplorable hecho a que los pocos eclesiásticos de la tierra libres de ocupaciones conformes a su estado, vivían negados a trabajar entre negros por­que los amos de ingenios, hatos y haciendas, si suscribían estar a obligación de mantener al respectivo clérigo, tan mala gana mostraban en ello que, al cabo y por punto general, 226 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO el cura o capellán que pasaba a servir en tales haciendas, era ya un negro más, privilegiado de no trabajar en beneficio de aquellos amos. Debía volver los ojos el prelado a las órdenes religiosas. Los merceda­ rios eran tan cortos que sobraban dedos en una mano si se contaban; los dominicos, en mayor nú­mero, entre enfermos y maulas que se curaban en casas particulares y convalecían en los cam­pos, oficiales que a duras penas mantenían el orden de comunidad en el convento, y fugitivos o andariegos que no paraban acá hasta día conocido, tampoco podían contribuir; conque encaminada la decisión a los franciscanos, nutrida comunidad de sujetos por barcada que había traido Fr. Rodrigo Manrique la segunda vez que por orden del Rey entró en la Isla para hacer efectivo su oficio de Visitador, halló el prelado contradic­ción que le sacó de seso y puso al descubierto tener en su cerebro una cámara vacía, la misma que se le llenaba con el humo de una junsdicción ejercida con frecuentes arrebatos de cólera, hasta querer acometer con los puños a un Capitán Gene­ral, y después, como antes presa de neurastenia progresiva, ir y, puesto de hinojos, pedirle perdón cristianamente humillado, pero, por su dignidad episcopal tan mal guardada, envilecido. 72.— Por real cédula de Madrid 18 de junio de 1568, se mandó a la Audiencia que, pues volvía a la Isla el Comisario General Visitador Fr. Rodrigo Manrique para cumplir lo que ya antes le tenía mandado el Comisario General de las In­dias Fr. Juan de San Miguel, y de nuevo con­firmado en su comisión por el sucesor fr. Fran­cisco Guzmán, ninguno se entrometiese ni es­torbase su oficio antes le diesen el auxilio que p­ idiese; y era cédula que había ganado el inte­resado con exposición de sus muchos trabajos, corroborada por cartas varias y entre ellas una del oidor Alonso de Grajeda, de 15 de noviem­bre de 1567, inspirada (debajo los términos de la más sana literatura en obsequio del servicio de Dios y del Rey por la enemistad grande que mantenía con algunos de sus colegas. Cédula real y patente daban testimonio de la respetabilidad del P. Manrique in officio officiando y cualquiera oposición y óbice que un tercero interpusiera sin legítima 227 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO anuencia del Comisario General, por audacia se contara, y si el tal estuviera cons­tituido en dignidad, por aventura debía tener salir ileso en aquel empeño. Pues abundaban fran­ciscanos, éstos debían cubrir las capellanias de los ingenios, cuya población superaba general­mente a la mayor parte de los pueblos y villas de la Isla; luego debían ir a su destino, y como ninguno se movía con alegatos de dependencias de la Visita canónica del convento, y entendiese Fr. Andrés que el Visitador era el opuesto por decirse de unos en otros a la oreja que si el Rey no venía en ello, allá se las averiguara con sus clérigos, el arzobispo tentó ser inquisidor y ten­tó asimismo dar con la herejía a cargo del Visi­tador (traza abrazada anteriormente por el “muy magnífico y muy reverendo señor el licenciado Sancho de Mariñas arcediano de la santa iglesia catedral... y vicario general en lo espiritual y temporal”) y, barajando lo que era y lo que no era al cuento de enviar franciscanos a los ingenios, redujo a prisión al P. Manrique que no hizo resistencia, y con el término que sine die se señaló para tomarle sus dichos como a hereje, sa­lió de la ciudad y durante dos meses y más se ocupó en la Santa Pastoral Visita, exhortando a todos a ser mansos y humildes, castos y bien hablados, bien casados e instruidos en la doctrina (pensamientos que exponía como buen predicador), dejándose en las entretelas del corazón el ser y sustancia de otros pensamientos que ni eran de justicia para médico en lo espiritual, ni lo eran de caridad para entradas del buen pastor que ama a sus ovejas. Finalmente, el 1 de di­ciembre de 1569 escribió el arzobispo al Rey ha­ber terminado la Visita de todo el Arzobispado; el 1 de enero de 1570 el P. Manrique escribió en papel diminuto que llevaba tres meses preso y enfermo, y el arzobispo seguía negado a soltarlo para curarse, no obstante que hubo de firmar carta escrita por el mismo prelado con la promesa de sacarlo de la prisión y de hacerle mer­cedes, y que habiendo por ello perdido de su jus­ticia, ni aún así lograba la libertad, ni este pa­pel podía escribir sino clandestinamente; y el 2 de febrero del mismo año, sin haber sido oído en juicio, ni estar presente en el 228 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO tribunal inqui­sitorial de invención del propio prelado, Fr. An­drés de Carvajal pronunció sentencia contra el Visitador, a quien condenó en privación de todo oficio en la Orden por seis años y en destierro a España. Esta dementación del Arzobispo tuvo epílogo escandaloso, porque el seudocondenado apeló a la Audiencia y Fray Andrés no le otorgó la apelación; la Audiencia le requirió que otor­gase y volvió a negarse; conque, hecha la tercera requisitoria, so las penas de embargo de tempo­ralidades y deportación a España, e incurso en rebeldía, el 1º de abril de 1570, y en vista de bron­cas contestaciones que sacaron de sus casillas al ínclito Mejía y al impoluto Grajeda, se pronunció sentencia conforme a la reconvención predicha, y entre cien hombres armados de arcabuces, lan­zas, espadas y chafarotes fué conducido el arzo­bispo al muelle, metido en una canoa y trasbor­ dado a un barco, con sólo la compañía invisible correspondiente a los afectos conturbados de su alma, fuesen de resignación cristiana, fuesen de furor velados por el respeto de sí mismo. Suerte suya que los señores de la Audiencia, tan divididos cordialmente, se enredaron en cuestión sobre la legalidad de tan innoble e irreverente campanada, anularon el fallo, y Fr. Andrés, apestando ya a “barco viejo”, pudo retornar a su morada.... v Santo Domingo 12 de mayo de 1570.— Fray Rodrigo Manrique al Rey: Después de recordar que de Santo Domingo pasó a la Corte para informar de las cosas de la persecución y agravios que le hicieron los oidores Cáceres y Ortegón y el fiscal que entonces era, Santiago de Riego, dice se dio comisión a Santiago de Vera de castigar a los tres y a Sancho de las Mariñas, provisor que ya no lo era; y tienen entendido que este juez halló que, por miedo al Presidente, nadie osó acudir para decir ni acusar; refiere la nueva persecución que padece, porque los oidores Cáceres y Peralta se han valido del Arzobispo para su venganza; el prelado tiénele preso hace siete meses y en este tiempo se le ha mudado de cárcel ocho veces. (Esta carta en relación con la inmediata aquí transcrita, da luz bastante para entender cómo los ministros de justicia, de oficio, eran facinerosos consumados).— AGI, Santo Domingo 71. 229 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO v Santo Domingo 31 de marzo de 1570.— El fiscal al Rey: El Presidente ha tenido muchos desabrimientos con el Arzobispo por un sermón que pronunció, en el que no nombró persona, pero se entendió contra el Presidente y Oidores.— AGI, Santo Domingo 71. v La prenda de la correspondencia usual que entre sí tenían Presidente y Arzobispo se halla en AGI, Santo Domingo 50. Apenas el Presidente Dr. Mejía hubo leído la real cédula de 29 de junio de 1568, sobre los procedimientos del provisor contra el Visitador Fr. Rodrigo Manrique y sus religiosos, y que el propio Presidente llamase a su presencia al provisor, «y le digáis de nuestra parte que de aquí adelante no se entremeta a proveer sobre cosas semejantes contra ningún Comisario, ni prelado, ni religioso de ningún orden, no en aquellas cosas y sobre aquellos casos que, según derecho, pudiere y debiere conocer, y que sea apercibido de que se procederá contra él si no obedece», cuando al punto maquinó que, pues en propio concepto de que arzobispo sin bulas no es arzobispo, y en este supuesto podía seguir tratándolo como a simple administrador de asuntos eclesiásticos (absurdo arbitrio con que encubría su irracional desprecio a este prelado), si la cédula le daba facultad para calentarle las orejas al “provisor”, ése era actual pintiparado provisor, en quien se reconocía la desastrada y perniciosa conducta de estar, por lo presente, dando hiel y vinagre a Fr. Manrique y frailes de su hábito. Citóle, pues, por escrito a una junta o coloquio, enviando la misiva con recato legal de Francisco de Espinosa, Secretario de Cámara de la Real Audiencia; el cual, captada la venia congruente del caso, leyó ante Fr. Andrés de Carvajal un auto que con él, «obispo de San Juan de Puerto Rico y electo arzobispo desta ciudad» hablaba, para que, «como a persona que al presente usa el oficio de provisor y juez eclesiástico», se le avisaba de la hora en que había de presentarse ante el Presidente. Para que no pusiese reparo y entendiese de qué se trataba, Espinosa, a requerimiento del requerido, puso en sus manos la real cédula dirigida al Dr. Mejía y, como un obispo hecho y derecho puede plantarse según luz e ingenio como según ley y cortesanía, así que besó la real carta y se la puso por montera ceremonialmente, dijo que la obedecía, pero en cuanto a la ejecución, el secretario había tocado a la puerta que no era porque la cédula no hablaba con él ni con el provisor actual [lo era un clérigo apellidado Carrasco], sino con el anterior provisor [Sancho de las Mariñas]. Frustrada la intentona (fin de marzo de 1570), el Presidente creyó haber desatado el nudo, intimando por segunda vez (aunque con grandísima 230 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO estolidez) al “arzobispo-provisor”, previniéndole de la responsabilidad subsiguiente si no se avenía a parecer en su oficina; y por quedar en agraz, por auto de tercera intimación, apercibióle que, «so pena de las temporalidades y de ser habido por ajeno y extraño de estos Reynos», haga la presentación que le manda el Rey; y para más obligarle, juntó al auto el texto de otra real cédula, de Madrid 19 de junio de 1568, en la que S.M. reprendía a los de la Audiencia y les compelía a no entrometerse en dependencia alguna del P. Manrique; treta tan vacía de sentido para ser leída por quién descubría ser tal papel instrumento de pasión desatinada; por lo que objetó con sobradísima razón que la tal cédula era de reprensión a la Audiencia: «y en cuanto a esta cédula postrera que no habla con S.S. Illma, sino con los señores Presidente y Oidores, y que no entren en el monasterio de las monjas de Santa Clara, como Su Señoría entró sin tener licencia alguna, por lo cual está excomulgado e no está absuelto, e a oido misa; y esto es de derecho quanto aquí responde, e que esto da por respuesta»; y lo firmó. Sin embargo de lo cual el prelado no quiso entender que, por el mismo hecho de aquella reprensión a la Audiencia por los motivos en ella declarados, no podía otra autoridad alguna interferir en la comisión del P. Manrique, so idéntica displicencia real; y como el Dr. Mejía, probando con hecho de corrección personal que el P. Manrique debía ser restituido en la indemnidad que S.M. mandaba y negado Fr. Andrés a ello, el abuso inaudito de embarcársele con tanto estrépito, no le había de catalogar entre apóstoles y mártires de la paz, sino entre los obcecados y testarudos irrefrenables o incorregibles. Cierto que el oidor Cáceres de Ovando, citado para presenciar la reprensión, se excusó por enfermo de dolencia pretextal “por si acaso” (sabiendo que el sujeto admonendo no entraba en la cuenta de Mejía ni en la propia) y que el oidor Peralta, desplacido de haber sido designado para presenciar la parodia, ni se dio por citado ni apareció por estrados cuando el negocio se fijaba; y, puestos ambos a mortificar a sus rivales, por escrito de recusación de lo hecho por defectos varios, consiguieron que Mejía y Grajeda se desataran en imprecaciones, y al prelado se le descargara de la ignominiosa deportación que se le había impuesto. v Santo Domingo 1º de abril de 1569.— El Arzobispo al Rey: Cuenta el caso con el P. Manrique, y que en este día el Presidente Mejía y el fiscal Riego le han notificado y pronunciado pena de las temporalidades y de destierro perpetuo, «sin me oir ni admitir mis apelaciones». Entre sus querellas hay una que dice: «No me llama el Presidente en sus escritos obispo ni arzobispo, sino provisor del 231 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO v v v v Cabildo, porque no me han venido las bulas y el palio; no me deja prender a los amancebados ni castigallos, ni a los excomulgados, ni a los herejes, y, si los prendo, me los saca diciendo que no tengo autoridad contra ellos». E informa sobre el embarque violento que de él han hecho. (También es verdad que el prelado tampoco admitía apelaciones, como obró contra el P. Manrique, en causa de venganza personal y con descrédito tan notorio de su dignidad; especie que no llevó a su carta, porque ello era acción ajena (de quien quisiera denunciarla).— AGI, Santo Domingo 71. Santo Domingo 1º de abril de 1570.— Deán Duque de Rivera y canónigos, estando ya embarcado el arzobispo, al Rey; que el franciscano Visitador P. Manrique fue sentenciado por el Arzobispo. Aquél apeló y éste no le otorgó la apelación. El Manrique apeló entonces ante la Audiencia, la que mandó al prelado que otorgase y, como volvió a negar por decir que esta causa estaba remitida a la Inquisición, y la Audiencia tercera vez ha mandado que haya de otorgar, y se ha negado iteradamente, ha dado la orden de que se le tome y sea embarcado y en estos momentos el Arzobispo está metido en la nao.— AGI, Santo Domingo 71. Santo Domingo 6 de mayo de 1570.— El Arzobispo al Rey, sobre el hecho de su conducción al barco entre cien hombres armados, y nulidad de la pena declarada por los oidores Cáceres y Peralta.— AGI, Santo Domingo 71. Santo Domingo 16 de mayo de 1570.—El fiscal escribe al Rey que Presidente y Grajeda embarcaron con ignominia al arzobispo; hace relación del caso y cómo los demás Oidores anularon el auto que aquellos dieron, y consiguieron que volviese a la ciudad.— AGI, Santo Domingo 71. Santo Domingo 31 de enero de 1571.— El Arzobispo al Rey: Recibió la cédula para que priores y guardianes le den religiosos para los curatos de los pueblos, ingenios, estancias…. Dice que S. M. por una su cédula le pone en el honor que se le debe como prelado, y por otra cláusula le reprende por no haber considerado a la Audiencia, que representa su Real Persona; con descortesía mucha y con corta vista para no juntar las gracias con los sacudimientos, dice que Mejía y Grajeda, presidente y oidor, no eran Audiencia, por no haber citado a los demás Oidores para condenarle a destierro.— AGI, Santo Domingo 71. 232 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Santo Domingo 15 de febrero de 1571.— Grajeda, que preside por ser decano, defiende su proceder en el embarco del arzobispo, porque este dijo contra el Presidente muchas malas e injuriosas palabras, pues llegó «hasta decir que el Presidente, que es ya difunto, era un bellaco, borracho e hijo de un carbonero, y que le había de ver dar doscientos azotes por las calles de esta ciudad, y otras palabras muy injuriosas, insolentes, contra los que de esta Audiencia le parecían contrarios»; y por eso y porque tuviese más respeto, etc.— AGI, Santo Domingo 71. v Juicio sobre el arzobispo Fr. Andrés de Carvajal, por el licenciado Juan de Valdivia, Visitador General de la Audiencia, en carta al Consejo, Santo Domingo 7 de enero de 1572: «El Arzobispo tiene muy buen púlpito cuando predica sin cólera, porque con ella se desautoriza a sí y a esta Audiencia; yo soy testigo de algunos sermones que, a no hallarme yo en esta ciudad, pudieran causar pasiones. Verdad es que de aquella embarcación y prisión que le hicieron, ha quedado muy desabrido con los licenciados Grajeda y Riego [fiscal]; yo tengo por cierto que, en dejando sus plazas, predicará como doctor y no como prisionero. Avísolo a V.M., porque me dicen que el licenciado Grajeda hizo cierta información sobre estos sermones y que la ha enviado. Si V.M. fuese servido, podía mandarle escribir que en los sermones y sus pláticas trate bien a los Oidores, dándoles la autoridad que sus oficios requieren, para que el pueblo los estime y les tenga el buen respeto que es razón»; AGI, Santo Domingo 79.— Y en la ocasión de salir por sus tres franciscanos Fr. Francisco Patiño, Fr. Diego de Mondragrón y Fr. Melchor de Escamilla, denunciados por mala conducta pública, y que, con fundamento en cualquier libertad que, en poco o en mucho, escandalizaría a los que ven la pajuela en el ojo ajeno pero no la viga que tienen en el propio, en carta de 26 de junio de 1573, el arzobispo Fr. Andrés expresó el juicio que tenía hecho de su grey; «para que le conste a V.M. que la gente de esta tierra son verdaderos insulanos y que entre las faltas que tienen una es levantarse testimonios unos contra otros y comprobarlos con testigos falsos, de los cuales se hallarán con abundancia»; AGI, Santo Domingo 73.— Sino que, ni siendo verdad en esta parte (pues en otros tiempos se repite la especie casi con las mismas palabras por prelados y autoridades varias, podía dejar de ser mala conducta de pastor proceder por caprichos, con ira y cólera, faltando a la caridad y a la justicia hasta quedar palio, mitra, pectoral y báculo sin calificado sujeto…. v 233 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO 73.— Nosotros todos hemos visto el riel que fué de carril de locomotora arrebatado por el aire que del escampado vino a hundirse profundamen­te buena parte de él en medio de la ciudad y lo demás a retorcerse como un alambre, y cada día se ve que la piuma o la pelusa cambian repen­tinamente de sitio. Tan ruin es el riel como la pluma respecto del viento que los impulsa. Y no puede dudarse sino que Presidente y Prelado fueron víctimas del huracán de disolución moral que de tiempo atrás minaba la república indiana de la Española, y que con recibir tedio de oficio­sos hasta reconocer que aquí se vivía de calum­nias mutuas, se plegaron a aquéllas que hacían desolladuras en el amor propio, servidor de la propia estimación si se amalgama la autoridad con la rivalidad. Porque un oidor, Diego de Or­tegón, se casa con Marcelina, hija de don Cristóbal Colón de Toledo y allega 25.000 pesos y los gasta en esta celebración, marcando con ello un ciclo de banquetes opulentos, así emulando y com­pitiendo y aún superando con grande fausto a los más lucidos, cantados y trovados desde los tiempos de Alonso Maldonado; y por querer pagar, se afana por persuadir a sus colegas que es el único en quien concurren las calidades para pasar a San­ta Marta, al Cabo de la Vela y otras partes y juz­gar a los malos vasallos tratantes con corsarios y ventilar sus causas y con ellas las propias deudas; otro oidor, Gaspar de Peralta, contrae matrimonio con Leonor, niña de ocho años y medio, dando palabra formal de dejar con su tio y tutor; y, bodas hechas, la arranca de su hogar en Santiago y consigue con medios de terror que la inocente víctima acalle sus desaforados gritos, cuando ex­traída de la casa tutelar y conducida a la Capital, subiendo la cuesta de Anibaje y más acá, el amante esposo, ante escribano, anonada toda protes­ta, jurando y perjurando desear habérselas con quien le discuta su derecho; y otro oidor, Cáceres de Ovando, habría de ser suspendido (y los cua­tro oidores lo fueron) por su genio, disolvente de toda armonía social; y, sobre todo, el integérrimo Grajeda, fiel administrador de justicia a través de granjerias honestamente arropadas, eran los cua­tro vientos que soplaban en giro desigual sobre 234 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO aquellas dos veletas que tan recíprocamente se estorbaban, como está dicho. De parte de los re­gidores de la ciudad, persistentemente tachados de oligarcas, no podía esperarse sino larga escala de ordenanzas municipales valederas para defen­der sus intereses porque, perpetuos representan­tes del pueblo, representaban la supervivencia de la codicia primera derivada ya hacia el mercanti­lismo atornillante de la comunidad republicana como lenitivo paradoxal de la práctica del dogal impuesto por la Universidad de Mercaderes de Sevilla y constituyendo aquí la universidad de la clase noble, que con toda nobleza (aunque formados en bandos y alineadas las familias y demás deudos en diferentes filas), acrecentaban la isla de mulatos, generosamente daban la libertad a los hijos de sus negras mancebas, y opíparamen­te yantaban en las abundantes fiestas de guar­dar con el concurso de no pocos poetas, cantan­tes y músicos, mientras que, por la imitación trabajosa, a cuantos no heredara Fortuna el juego y la blasfemia y el concubinato y el robo así los amontonó a todos, la gente de bien como la gente cruda, merecerían un juicio que nos libra de hi­perbolizar en estas líneas: Si S. M. hubiese de condenar a destierro a los que viven del contrabando, dejaría desierta la Isla. Lo que, documen­talmente, se halla en carta del Juez de rescates, li­cenciado Hernado Varela, año de 1596, y se enun­cia así: «Todos los vecinos desta isla, hechas cinco partes, las quatro y media han rescatado y han traido navíos arribados, y si con estos se ejecutan las ordenanzas de las Indias, esta isla quedará des­poblada». v Santo Domingo 14 de mayo de 1567.— Grajeda al Rey: Que, después de partido Arias de Herrera, sus compañeros le han hecho muchas insolencias, por no convenir con las discordias de antes que ahora se renuevan. El fiscal Santiago de Riego cuando llegó se fue a vivir con el oidor Ortegón y allí se estuvo muchos días hasta que buscó casa. El doctor Cáceres dió al fiscal un negro y una negra para que le sirviesen. Así quedaron unidos los tres con amistad tan grande y con tan cerrada conversación, «que de las visitas que han hecho y hacen de día y de noche a mujeres sospechosas, han causado gran 235 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO escándalo en el pueblo y de esta causa el fiscal les ha estado tan sujeto a su querer, que parece que no vino sino a vengar sus rencores y a satisfacer sus aficiones, y así se han acudido y acuden los unos a los otros como suelen hacer los bandoleros a los de su banda; y de aquí vino que el doctor Cáceres ha tenido y tiene mucha mano en casa de don Cristóbal Colón, hijo del Almirante de estas Indias, por medio de su tercera mujer del dicho don Cristóbal, casó al licenciado Ortegón con una hija suya que no había doce años cumplidos, sobre que ha habido muchos juicios en este pueblo, y dicen, y por cosa cierta, que en las fiestas que se hicieron en este casamiento, quedó el licenciado Ortegón con deuda de más de veinte mil pesos». Y tratando en la misma carta del envío que de Oidor la Audiencia trataba, para la investigación de la contratación que los españoles habían hecho con John Hackins y otros corsarios en Venezuela, dice que «estando esto así, me dijo el licenciado Ortegón que este era negocio con el cual pudiera salir de necesidad y pagar sus deudas, si yo fuese de parecer que él fuese por pesquisidor con salario competente; yo le respondí que no había de suplir su necesidad con cargo de mi conciencia y perjuicio de mi honra», etc.— AGI, Santo Domingo 71. v Santo Domingo 4 de junio de 1569.— Los regidores al Rey: Desde que vino de oidor el licenciado Peralta, ha mostrado no tener experiencia ninguna, sin edad para ese oficio: «y es que en esta Isla y en un pueblo que se dice Santiago, estaba una muchacha de hasta ocho años, rica, huérfana de padre y madre, y trató de casarse con ella; y no osando hacer otra cosa el tutor y deudo que en su poder la tenía, vinieron en ello con cargo que la muchacha había de estar en poder de dicho tutor hasta tanto que tuviese edad de poderse casar y, quedando esto tratado y acordado así, el dicho lincenciado Peralta, con título que iba a visitar la Isla, fue de esta ciudad al dicho lugar de Santiago donde la muchacha estaba; por fuerza y contra la voluntad de dicho tutor y deudo, le sacó la muchacha arrastrando y violentamente». Hízole el tutor requerimientos y protestaciones ante la justicia, «y sin reparar en esto ni en otra cosa, se la tomó y trajo consigo a esta ciudad y cohabita con ella y la tiene en su casa, siendo, como dicho es, de edad de ocho años, y con esto se ha apoderado en ella y en la herencia». Manifiestan que todos esperan acá qué castigo es el que se dará por este hecho, y firman Cristóbal de Tapia Porres, Baltasar García, Gil González Dávila, Juan Caballero Bazán, Diego de Acevedo, y escribano del Cabildo Diego de Medina.— AGI, Santo Domingo 71. 236 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Licenciado Gaspar de Peralta; su título de oidor, Gala pagar 15 de enero de 1568; licencia de ir a su destino, El Pardo 29 de enero de 1568; AGI, Santo Domingo 899; — se embarca en Sevilla con el Presidente Mejía el 5 de julio siguiente; AGI, Contaduría 1052; — toma la posesión el 17 de agosto del mismo año; AGI, Santo Domingo 79;— para ser sancionado por su matrimonio con Leonor López de Mena, párvula de ocho años, poco más, y por otras demasías con los bienes de la niña-esposa, por real cédula de El Escorial, 5 de octubre de 1569, se mandó al Presidente Mejía le instruyera causa y la enviase al Consejo en estado de sentencia; AGI, Santo Domingo 899; pero como en el propio mes, días después, fue nombrado Visitador de la Isla el licenciado Juan de Valdivia, éste asumió la causa (que está en AGI, Justicia 32) y lo declaró suspenso del cargo y oficio el 13 de enero de 1571; AGI, Contaduría 1052.— Del escandaloso desmán y exceso de este oidor se tomó ocasión para prohibir (real cédula de Madrid 10 de febrero de 1575, y pasó a ser ley de Indias), que virrey, presidente, oidor, alcalde del crimen ni fiscal de Audiencias Reales pudiera casarse en su distrito sin licencia previa; ordenación gravada más tarde con la privación ipso facto del oficio si se casaba, lo que tendría, desde luego, el mismo efecto por el sólo hecho de intentarlo.— Como la práctica fue menos dura que la ley en este caso (y así en otros), Peralta no lo pasó muy mal porque fue después provisto fiscal de Quito (1573-1578), oidor de Santa Fe (1581-1591), y oidor de las Charcas (1591). v El oidor Alonso Cáceres de Ovando fue suspendido por Valdivia el 2 de octubre de 1571 con privación de su salario, a partir de 1º de mayo anterior, AGI, Contaduría 1052; y como temiese que el juez le embarcaría para España, y tuviese valedor en el Consejo (don Juan de Ovando), ganó real cédula de San Lorenzo 7 de agosto de 1572 para que Valdivia le dejase ir a donde quisiese, AGI, Santo Domingo 899; posteriormente, otra para que se le pagase el salario que le había corrido hasta la fecha de la suspensión, y cobró en ausencia, por tener ya comisión real para residenciar a las autoridades de Cuba y al Adelantado Pedro Menéndez de Avilés; en 1578 fue nombrado oidor de la Audiencia de Panamá y allí murió en 1580. v 74.— Con esto se incide indefectiblemente en el estado de la clerecía tanto secular cuanto regular. El arcediano Sancho de las 237 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Mariñas, pro­visor del Arzobispado un año después de haber venido, abre y cierra con la llave de su anhelada prosperidad el libro de los cánones de la inquisición, y a cuenta de lo percibido echa a los infiernos, sin esperar a que se muera y que Dios lo sentencie, al P. Manrique; un deán, como el muy ilustre señor don Pedro Duque de Rivera, co­mienza durante la acefalía de la Iglesa la fábri­ca de material durable del Hospital de San An­drés a cargo de los diezmos al hospital pertene­cientes; los libros manifiestan, luego de recibirse real mandato de residenciar la Caja de la Fábri­ca de la Catedral, que los gastos alcanzan y lle­gan a 34.000 ducados, pero los peritos avalúan la obra y apenas la aprecian en 10.000; y, aun­que canónigos dicen que en la cuenta se ha me­ter la casa nueva de la barragana con la que di­cho deán está públicamente infamado, por no ser hospital la tal casa ni tener el Cabildo escri­tura ninguna, la averiguación no se hace. Fran­cisco de Liendo, canónigo por la mañana y galán por la noche, recita versos de todos los colores del espectro y, a veces, el combinado de amarillo y azul. Los frailes franciscanos y sus tradicionales amigos los dominicos, con parecida suerte como contagiados del propio mal general, arrincona­ban a los veteranos como a estorbos insufribles, se conducían generalmente que ni olían ni apes­taban, pero en las congregaciones eleccionarias armaban tan recias y ruidosas baraúndas aciclo­nadas entre religiosos peninsulares y criollos que, si todos hubiesen sido contemporáneos cuando las provincias americanas propugnaban su indepen­dencia política, el mismo tercio habrían hecho co­mo capellanes castrenses que como milicianos de trabuco o porra al servicio de sus respectivas bandas.­ 75.— Nada de lo que antecede corresponde aparentemente a la historia militar de Santo Domingo; ello es justamente lo que importa cono­cerse de antemano y como precedente de aquel ignominioso suceso que en los mismos días del Presidente Mejía se ofreció y fué hito que Juan de Castellanos redujo a octava real para guiar a sus lectores hasta el desastre de 1586. “De guerra la ciudad muy olvidada, cuantos en ella son, mal advertidos, —como si para ser asegurada 238 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO —de casos en el mundo subcedidos— tuviesen una cédula firmada -de Dios para no ser jamás rompidos; —como quiera que en tie­rras como éstas— siempre deven estar deffensas prestas”. Hallábase en el puerto una flotilla al mando de Pedro Menéndez Márquez (la segunda vez que había venido para comprar bastimentos de carne y cazabe para las guarniciones de la Florida) y había traido orden de su tío el Ade­lantado, y en ello estaba, de recoger la gente que tenía repartidas entre puertos de islas, para con ellos cubrir las bajas ocurridas en las tierras del Adelantamiento (tierra de promisión desde allí hacia el Norte para los franceses hugonotes, de quienes se recelaba hiciesen nuevos esfuerzos para expulsar a los españoles de la Florida; y el mismo don Felipe II mandó, desde luego, que el Adelantado estuviese apercibido, previniendo así la res­puesta que el almirante Coligny daría con hechos a la ayuda de dineros y de una división de los ejér­citos de Flandes para que luchasen al lado del Du­que de Guisa y partido católico de los franceses, en lucha civil y religiosa); empero, así como fué notorio que se cruzó con los piratas y no quiso distraerse y aventurarse peleando con ellos, tampoco fué sincero en manifestarse en junta de gue­rra con la Audiencia, pues alegó que antes de­bían proveerle para combatir con todos elemen­ tos de guerra; y como hubiese en ello dilación molesta, sin tener la Fortaleza cantidad de mu­niciones para dar y quedar en estado de defen­sa, al fin, en declinación de su propio honor por amor de la empresa del pariente, propuso que entre unos veinte navíos que habían en el puer­to, se hiciese armada con los auxilios más pron­ tos que se juntasen; de que no llegó a hacerse acuerdo favorable. Al propio tiempo los ladrones, que habían subido por el rio Zoco y ejecutado los desmanes de su profesión, se rehicieron de carne y de todos víveres, tomaron rumbo confor­me a los avisos que de la misma república muni­cipal y comercial graciosamente se les daban y salieron de nuevo al mar para echarse sobre nue­vos navíos sorpresivamente. Aquella sucesión de pérdidas motivó el hacerse otras diversas juntas; y aunque dos oidores fueron encargados para 239 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO obrar pronto en ello, aún antes de veinticuatro horas deshicieron los acuerdos tomados, porque Menén­dez Márquez (que debía mirar que Española y Florida todo era dominio de S. M., tenía horn­bres de guerra y se le daban las posibles municiones), obrara su deber. En la relación que el Presidente envió al Rey en su Consejo de Indias, decía más: el capitán pirata soltó a uno de los prisioneros españoles que tenía, con carta para la Audiencia llena de desacatos y con cierta enu­meración de los robos que había perpetrado; y que, en cuanto a robos, no se desfiguraban los Menén­dez, tío y sobrino, pues llevaban los dineros de S. M. en Santo Domingo entre salarios, provisiones y reparaciones de navíos, sin prestar la menor atención al real serviclo. Y porque del celo con que aquí se servía no hubiese duda nin­guna, por otra carta del mismo Mejía, meses adelante, dióse aviso al Rey de estar la defensa de la ciudad tan allanada y corriente, que ya, con los avisos llegados de Canarias, eco de las prevenciones mandadas hacer por enero de 1569, de haber en los mares nuevas partidas de corsarios y piratas, a las prevenciones hechas y se seguían haciendo (de que los oficiales reales dieron cuen­ta, al par que Bastidas, disconforme por las estre­checes con que se le atendía por Audiencia y ofi­ciales, solicitó pólvora, municiones, armas, artille­ros y una guarnición permanente que cubriese la falta que ya hacían los soldados reconducidos a la Florida), fué oportuno, si bien mal aprovechada la coyuntura, que el 26 de marzo hubiese entrado en el puerto de Santo Domingo la fuerte armada de Pedro Menéndez (tio y sobrino) y que con los mil hombres que habían pasado muestra, casi todos con arcabuz en las manos, antes recibiría daño el enemigo que no el hacerlo. Con presupuesto, si no faltaba pólvora, que repetidamente se pe­día. Sino que ninguno reformó su vida (se especu­laba desembozadamente con las licencias para salir de la Isla, premio que no todos podían suplir, y por ello las salidas clandestinas eran muy frecuen­tes y numerosas), ni se reconciliaron las cabezas para con el buen ejemplo propio sacar la autoridad de la ruin abyección en que diferencias particula­res la tenían puesta, ni se vedaron las diversiones excesivas en ciudad 240 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO donde hasta el más infeliz del pueblo rivalizaba en el lujo del aseo y del bien vestir (efloración lujuriosa de todo lo bien y todo lo mal adquirido, independientemente de la restriccion o de la libertad de comercio), y era lo usual en la Isla, como lo era en otras muchas partes desde los días del descubrimiento; de que dió cuenta el prelado, más llevado de las normas concernientes a la división de clases, que de su aversión a tratar con gente pobre que había de contraer infinidad de obligaciones por no manejarse civil y socialmente con gentes que por su raza estaban libres del perpetuo martirio de la exudación pestilente que de la suya era propia, y siendo a la vez para el blanco tormento horripilante contraer el mismo complejo, aunque transitorio, permaneciéndose unos momentos de bajo la influencia del trabajador y en el ambien­te natural de sus trajines. Aviso, en verdad, no frí­volo, pero supérfluo. A ninguno se le ocurrirá ja­más no juntar con abundancia porque hay ladro­nes; o dejar de labrar la tierra junto a los ríos ni lejos de él, porque si se sale de madre o la tormenta implacable adviene, todo se destruye y arrasa; ni hacerse casa en que vivir ni amueblarla porque el terremoto o el huracán despiadado se la abata; ni vestirse y lucir a la luz del sol, por­que sea pobre; sino que, siendo un mal social que predomine la inmoderación donde la codicia cre­ce y aquélla se extienda y arraigue más y más si a ésta le porfía la envidia,y por esa inmoderación general, los pueblos así olvidados de la ley de Dios los que, como si las buscaran, se atraen toda clase de desdichas, miserias y calamidades, y pa­ra ellos, sin ley divina, no hay más ley que valga como vale la ley de la espada o la ley del fuego, que brinda a los que la practican cuanto pueden acarrear, y lo que no, dejan en ruinas o reducido a pavesas. A lo que por sus pasos contados, por no haber oidos para la predicación ni predicadores que hablasen a los oidos, caminaba la alegre y confiada ciudad de Santo Domingo, y tan ajenos sus habitantes de haberse ya transformado el corsario calculador que comerciaba en el pirata cruel que depredaba. 241 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Al alcaide don Rodrigo de Bastidas se dieron sus saguarda»; y desde enero siguiente eran ya «cinco hombres, Jiménez de Peralta y Bazán, a S.M.: —«Por otras habe que guardan la Fortaleza».— AGI, Contaduría 1052. v Santo Domingo [sin fecha] 1569.— Los oficiales reales Jiménez de Peralta y Bazán, a S.M.; «Por otras habemos dado quenta a V.M. cómo el Adelantado Pedro Menendez, quando truxo los soldados para guarda desta ciudad, vesitó la Fortaleza con el Presidente e Oydores y nosotros, y con acuerdo y parecer de dicho Adelantado, se haze un baluarte grande o fuerte adonde está el artillería y fuerza de toda esta ciudad, e es muy bien gastado todo lo que en él se gasta: a V.M. suplicamos mande que fortifiquemos todo lo que falta en la dicha Fortaleza, pues y piden pólvora en cantidad y azufre y salitre para hacerla.— AGI, Santo Domingo 71. v Santo Domingo 20 de enero de 1569.— Pedro Menéndez Márquez al Rey: dice que recogió de Puerto de Plata «los soldados que allí estaban de guarnición por orden de V.M…. Yo me fui luego con tres galeones al puerto de Guaba que está a cinco leguas de la Yaguana, donde suelen acudir navíos de corsarios y, como llegué, tuve noticia que un día antes había llegado allí un navío francés y que le habían dado bastimento y aviso de cómo andábamos en la costa, y por esta razón el francés se había ido. Yo salí luego en su seguimiento y a cabo de tres días le encontré en la mar y le tomé, en el cual había veinte y cuatro franceses y traían un negro por piloto; venían pobres y desbaratados porque había ocho meses que los había robado un inglés que dicen Jhoan Aquines, y todo este tiempo los trujo consigo hasta fin de julio, que el inglés desembocó la Canal de la Bahama. Los repartí luego por los galeones como mejor me pareció hasta tener otra orden del Adelantado. Dícenme que el inglés iba muy rico de oro y plata que había robado y rescatado con seis naos de armada, y cuatro más que había tomado» .— AGI, Santo Domingo 71. v Madrid 25 de enero de 1569.— Real cédula a la Audiencia (recibida después de haber fallecido el Presidente Mejía): que los vecinos estén apercibidos contra corsarios franceses y tengan las armas a punto de servir en guerra (dase asimismo la facultad a la Audiencia para que entretanto llega Alcalde Mayor, tirular, de la tierra adentro, nombre un interino que vigile no se hagan rescates en su partido); AGI, Santo Domingo 899.— Por las instrucciones dadas para el alcalde mayor de la tierra adentro, de 1 de octubre de v 242 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO 1569, y por el aviso contenido en la cédula precedente sobre impedir los rescates, la antigua obligación de visitar la tierra adentro no fue relajada en manera alguna, por no ser del cargo del alcalde mayor la visita de pueblos, ingenios y estancias; y por lo que toca a ambos cabos, implantada de visita, se predió pronto que el tal alcalde mayor fuese eliminado enteramente, pues, como el Presidente González de Cuenca se viese aturdido con las rudezas del primero alcalde mayor nombrado por la Cámara, si el oidor qe visitase mayor nombrado por la Cámara, si el oidor que visitase la tierra habría de hacer lo mismo que aquél; petición de 1581; AGI, Santo Domingo 51. v Santo Domingo 23 de mayo de 1569.— El alcalde Bastidas al Rey, sobre la Fortaleza, su estado, y que S.M. mande enviar lo que tiene pedido, «excepto que el año pasado se me enviaron ciento e cinquenta arcabuces, los quales el Presidente e Oydores desta Real Audiencia, porque no se perdiesen, o por no podellos en esta Fortaleza sustentar, los repartieron por vezinos desta ciudad para que los tuviesen en guarda». Hay necesidad de 500 qq. de pólvora y que se envíen artilleros, «porque no tiene más de dos, siendo necesario, por lo menos, seis, porque tienen que gobernar hasta sesenta piezas gruesas….y de gente de guarnición para guardar, andando los enemigos quatro o cinco leguas deste puerto, como an andado estos dias dos navíos, el uno francés y el otro inglés, robando quantos barcos andaban en el trato deste puerto; los quales, después de aber robado lo que an querido, se an ido. Esta Fortaleza se provee muy mal de lo que pide en defensa y guarda, diciendo no tener comisión de V. M. para ello, y lo mismo hazen oficiales».— AGI, Santo Domingo 71. (Otra carta anterior sobre las mismas necesidades, se presupone sirvió para la expedición de la cédula de 19 de noviembre de 1565, en la que mandaba hacer la dotación de artilleros); se repite ahora la misma petición por el Alcaide por no haber conocido aquella cédula más que por no haberse ejecutado lo dipuesto sobre artilleros. Si el propio Alcaide de la Fortaleza fue simplemente un figurón que ganaba sueldo por no hacer cosa de provecho en Fortaleza que, donde está, jamás sirvió para defensa de la ciudad, ya se colige que el haber artilleros y el no haberlos, era lo mismo. Con todo, estos hombres, un siglo entero fueron los únicos que, en el ángulo artillado junto al que se hirgue la Torre del Homenaje y con una tenue escuadrilla de vigilantes y vigías, dieron ser y vida castrense a la pomposa e inútil Fortaleza, siquiera porque las cajas de guerra y los cañonazos 243 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO de alarma en las ocasiones, o el tiro anunciado de barcos mercantes que arribaban, ponían en movimiento al vecindario para hacerse alardes, o para resucitar las esperanzas muertas en la renovación de vituallas y mercaderías de España. No eran soldados, propiamente, los artilleros, sino gente perita por práctica para dar pelotazo de hierro y fuego en el blanco; con más frecuencia si, por caso, se les enviaba a la mar en busca de corsarios y contrabandistas; y pues vivieron de ordinario en un como recinto militar junto a la Torre, se juntan aquí los recogidos de registros y otros papeles, con más aquellos a quienes se confió la artillería de los fuertes construidos para ir adelantando la fortificación de la ciudad durante el siglo XVI; y no parece que fueron muchos más que los colectados (después que dejó el alcaide de cobrar por los artilleros), porque la misma cortedad del salario aburría del oficio a los asentados, y a todo otro capaz de hacer asiento. Otras noticias correspondientes a artilleros se acompañan y siguen cronológicamente, con fuentes de información que, salvo indicación particular, se hallan en AGI, Contaduría 1050 a 1055, según los tiempos: *1520. El alcaide de la Fortaleza estuvo desde los principios obligado a tener consigo un artillero. — Al alcaide Francisco de Tapia se le dieron 7.200 maravedís «del salario de un artillero que es obligado a tener en la Fortaleza, de la paga del tercio postrero de dicho año, a razon de veynte e un mill y seiscientos maravedis por año».— (En el tomo I se refieren los cubileteos del alcaide Fernández de Oviedo para él administrar tales salarios sin ser artillero). *1528. Maestro Hernández: fue también polvorista. *1538. Real cédula de Valladolid 23 de enero, a la Audiencia: que despida a los cinco artilleros que había tomado por la guerra con Francia, por no ser ya necesario; el limpiador de las armas, también; y cuando sea menester limpiarlas, paguen a sujeto que lo haga, y despidan.— AGI, Santo Domingo 868, lib. 1, f. 139v. *Juan de Mata, de nombramiento real; tuvo a su cargo la guarda del almacén y limpieza de armas y artillería; de su enemistad e incidencias con el alcaide-cronista, en este tomo, p. 26 ss. (V. también tomo I, p. 35.3). *1541. Simón, Tomás (alemán) y maese Pedro.— AGI, Santo Domingo 10. *1557. Se paga este año a dos “artilleros nuevos”. 244 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO *1564. Andrea, de los artilleros de la armada de don Juan Tello de Guzmán. De Andrea y de otros, en general, el año se da como dato hallado, y no como tiempo entero del oficio. *1564. Juan García Montañez, de la misma armada; servía en 1565 y todavía en 1574. *1566. Maese Jácome Fernández, marinero que fue en la armada mencionada; despedido el 15 de febrero de 1567. Posteriomente, 1583, servía en la fortaleza de Puerto de Plata, con compañero maestre Cristóbal Pérez. *1570. Maese Antonio, que terminó su contrata de artillero el 19 de abril de 1570, y recibía 15 pesos de cuartos al mes. *1571. En los principios del año había un solo artillero; corsarios obligaron a que la Audiencia admitiese dos más, y el Rey envió personal de España, como ya se anota, por la petición de Bastidas en 1569, que reclamó no haberse cumplido en esto anteriores órdenes. *1571. Felipe de Amberes, nombrado por el Rey artillero de la Fortaleza; su salario le «comenzó a correr en quatro de agosto de mill y quinientos y setenta y un año, que con él se hizo asiento en el puerto de Sanlúcar de Barrameda por mandado de S.M. y su servicio activo debía durar un año, que comenzó el 6 de noviembre de 1571. Era también polvorista. *1571. Diego Hernández, alférez que fue en la armada de Tello de Guzmán; cesó este año, y volvió al servicio el 1o de noviembre de 1572. *1571. Juan Flamenco (flamenco); antiguo mercader de materiales navales, pirotécnico asimismo y hábil para jugar con fuego, tuvo alquilada su casa y dos bodegas a la armada de don Juan Tello de Guzmán “estando en carena”. Fue a España, y ganó dos reales cédulas: una, en agosto 6, 1571, para que, aún habiendo en Santo Domingo otro artillero, se le pagase conforme a su asiento; otra de 13 de julio anterior para que la Casa de la Contratación enviase con el artillero que buscase 50 qq de pólvora de cañón, y 12 qq de pólvora de arcabuz, y 30 qq de salitre; procurando, por la necesidad de la Isla, el dársele cabida en la flota que aprestaba ya su salida.— AGI, Santo Domingo 899. (El flamenco no trató directamente con el Consejo, sino la Casa por él.) *1572. Antonio Gómez, polvorista, mencionado este año capitán de artilleros; su salario mensual 80 pesos de mala moneda; constructor que hizo obra larga en la Fortaleza. 245 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO *1574. Juan Leganés, por el Rey nombrado, cédula de Aranjuez 12 de mayo, artillero de la Fortaleza por defunción de Antonio Gómez.— AGI, Santo Domingo 899. *1574. Juan de Victoria, griego, que sirvió en Puerto de Plata desde el 5 de septiembre de 1578; AGI, Santo Domingo 22. *1574. Juan de Victoria, griego «artillero del fuerte de San Lorenzo desta ciudad»; corrían sus salarios todavía mediado el año de 1590. *1574. Juan Domínguez de Salazar, también polvorista; había llegado en la armada de don Juan Tello, y estaba sirviendo el oficio en 1584. *1574. Juan Vázquez. *1578. Juan García Villar, hasta 1584; temporero, o por tiempos interpolados, hasta 1590; había llegado en la armada de don Tello. *1582. Maese Cristóbal Pérez, lombardero, quien seguía en 1583. Volvió a Puerto de Plata en 1591, con compañero Julio Bautista. *1587. Pablo Mateos, «artillero del fuerte de San Felipe» desde el 14 de enero; cobraba por el oficio en 1594. *1589. Andrés Domínguez, «artillero del fuerte de Ntra. Señora del Rosario». *1593. Miguel Domínguez. Se pagó a la viuda Maria de Astorga desde 1º de septiembre «hasta seis de febrero de noventa y quatro, que se ahogó en la playa de Ocoa, yendo por artillero en una de las canoas de armada que salieron desde puerto [de Santo Domingo] contra la lancha del inglés, capitán Antolino». *1593. Gaspar Vicencio, griego, de la armada de don Tello; su servicio en Puerto de Plata; despedido por viejo e ineficiente el 5 de julio de 1594. *1595. Se techan de nuevo y se colocan puertas grandes y marcos y puertas de ventanas a los dos aposentos de los artilleros «que están junto a la entrada del Castillo [o Torre del Homenaje]». *1596. Francisco García, «artillero del fuerte de Ntra. Señora del Rosario»; en el oficio en fin de junio de 1597. *Juan de Niculao; temporero, entró artillero de la Fortaleza el 20 de octubre de 1596; desde el 20 de julio de 1598 cobró hasta 20 de octubre siguiente como «artillero de la Torrecilla de la otra banda»; de la Fortaleza, en 1599; salió, y fue admitido otra vez el 5 de diciembre de este año «por la nueva de la armada inglesa que estaba sobre las islas de Canaria el dicho año». 246 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO *1597. Juan Gutiérrez, «artillero del fuerte de San Diego», nombrado por don Diego Osorio el 14 de noviembre con 50 ducados al año, «como ganan los demás artilleros». *1598. Luis de Cárdenas, artillero «en la Fortaleza desta ciudad en el fuerte Santiago della». Este sujeto cobraba a razón de 250 ducados por año. *1598. Melchor Francisco, nombrado por don Diego Osorio; sirvió «así en la Torrecilla como en la Fortaleza», tal vez fue el maestre Francisco, despedido el 30 de abril de 1601. *1599. Hércules Verenciano, de la Fortaleza, por nombramiento de 7 de septiembre. *1599. Antonio de la Maza, artillero del fuerte de Ntra. Señora del Rosario, lo era en fines de este año. Reparos en la Fortaleza: son tasados los trabajos hechos por Lope de Amaro (tasadores los albañiles Juan Prieto y Pedro Moreno), y se le dan 177 pesos el 4 de julio de 1569.— AGI, Contaduría 1052. v Santo Domingo 31 de mayo de 1569.— Carta (capítulo) del Presidente Mejía y oidores Grajeda, Peralta y Vera; en la flota en que vinieron el Lic. Santiago de Vera y el arzobispo [Fr. Andrés], llegada el 4 de mayo antecedente, se recibió la cédula sobre estar apercibidos contra franceses e ingleses; y piden hasta 150 qq. de pólvora de cañón, más 50 qq. de salitre para la Fortaleza, y alguna pólvora de arcabuz «para que los oficiales de V.M. de esta Isla la vendan a los vecinos de ella, porque la haya, y esta ciudad esté del todo bien apercibida»; AGI, Santo Domingo 71.— La respuesta real por cédula de Madrid 19 de septiembre de 1569 dejó bien recortada la merced: que a la Casa de la Contratación se ha ordenado envíe 100 qq. de pólvora de cañón, 30 qq. de salitre y 12 de pólvora de arcabuz, todo consignado al alcaide de la Fortaleza. Y pues dieron cuenta de haberse comenzado la fortaleza de Puerto de Plata y pidieron el dinero de las cuentas no cobradas del tiempo del tesorero Alonso de la Torre, y que ya se habían gastado 10.200 pesos, y que para acabarla son menester otros 20.000; se aprueba que de dicho dinero se acabe, y avisen de lo gastado; AGI, Santo Domingo 899.— (Todavía se recortó más la merced en 1571, cuando se ordenó que aquellos efectos se entregasen al artillero Juan, flamenco, que se enviaba a la Isla; AGI, Santo Domingo 899). v Licenciado [Juan] Santiago de Vera; su título de 19 de junio de 1568; AGI, Santo Domingo 899; Contratación 5090; — se embarcó v 247 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO el 19 de marzo de 1569; AGI, Contratación 1052; suspendido por el visitador Valdivia el 3 de octubre de 1572; AGI, Contratación 1052. Fue sucesivamente Oidor de Guadalajara (1572-1578), Alcalde del Crimen en Méjico (1578-1583), Presidente de la Audiencia de Manila (1583-1589), Oidor de Méjico (1589-1593), y Presidente de la Audiencia de Guadalajara (1593), donde murió. v Santo Domingo 6 de junio de 1569.— Los oficiales reales al Rey, sobre los infortunios de la Isla a causa de la enemistad del Presidente Mejía con muchos vecinos «por su terrible e insufrible condición, y para prueba de que él es causa de todo, sólo bastará entender lo que a todos es notorio, que ni cupo en Nueva España con Virrey y Oidores y pueblo, ni en Guatemala, ni en España donde ha gobernado…. » Dicen que la Audiencia mandó se hiciera armada y para ello hizo junta con los oficiales reales; y como éstos manifestaron no convenía gastar en balde 18 o 20.000 pesos porque con avisar a Menéndez de Avilés se lograba castigar a corsarios, el Presidente mandó que todos tres oficiales se saliesen de la junta; después de lo cual, les dio orden para hacer los gastos de dicha armada; no quisieron dar dineros ninguno, porque en prepararla se iban los corsarios como tantas veces habían hecho; y pedía providencia. Carta firmada de Álvaro Caballero, Diego Jiménez de Peralta y Pedro Bazán. — AGI, Santo Domingo 71. v Santo Domingo 30 de marzo de 1570.— El Presidente Mejía al Rey, capítulo de carta: «De Tenerife y La Palma hemos tenido aviso de corsarios, estamos prevenidos, y así el día de Pascua de Resurrección asomó en la boca de este puerto Pedro Menendez con nueve navíos; juntámonos en una hora un mil hombres de pelea en la Fortaleza y en la mar y en tierra, y creo que aunque vengan cien naos, antes recibirán daño que lo hicieren». Pide 40 qq. de pólvora por la necesidad grande que hay de ella algún plomo». Y en nota, al margen: «Se escribió».— AGI, Santo Domingo 71.— En esto de los alardes (reseñas, revistas), a Mejía en aquella sazón se amonestaba por real cédula de Sevilla 7 de mayo de 1570, pues como no acostumbrase ese Presidente oir con calma y recibir con juicio avisos sobre tal obligación, diciendo que en lo que a él tocaba hacer, se lo sabía de memoria y tal, se le mandaba el hacer los alardes en la Isla para mejor acudir a su defensa, y que en esta razón se enviaban arcabuces, artillería y municiones; ejercicio que «había cesado por impedirlo vos el Presidente, diciendo que os pertenecía el hacer las reseñas y alardes, de que estamos maravillados, viendo lo que conviene que esta orden y buena costumbre se guardase 248 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO v v v v para que los vecinos se ejercitasen en las armas».— AGI, Santo Domingo 899. Santo Domingo 31 de marzo de 1570. — Presidente y Oidores piden pólvora y plomo; al margen de la carta se escribió: «Cédula para que los oficiales de Sevilla, juntamente con la pólvora que les envían, envíen también algún plomo». Y en nota, al margen: «Se escribió». AGI, Santo Domingo 71. Santo Domingo 27 de mayo de 1570.— El Presidente Mejía al Rey, capítulos de carta: «Un inglés ha tomado ahora aquí un navío y ciertos cueros cargados; pocas veces saltan en la punta de la Isla; tenemos nuevas de muchos de ellos por estas comarcas».— «Yo tengo en lista toda la gente que hay en esta ciudad para tomar armas, y son cuasi mil personas y la mayor parte arcabuceros; no tienen pólvora ni se halla a comprar…..», (la pide) «y hago alarde las veces que me parece. El día de Pascua de Flores amanecieron sobre esta ciudad nueve navíos y sospechamos eran corsarios; se hizo una hermosa junta de gente de guerra; era Pedro Menéndez que iba a Tierrafirme. Cuasi nunca faltan corsarios en la Saona».— AGI, Santo Domingo 71. Santo Domingo 14 de abril de 1571.— El arzobispo al Rey: «En esta ciudad de Santo Domingo hay grande exceso, demasiadamente, en el vestir de las mujeres y de los hombres, tanto, que el paño es ya supérfluo por fino que sea, y ninguna mujer ni hombre hacen ropa, que no sea los hombres de raja o de seda por bajos que sean, aunque sean oficiales, y las mujeres de seda sola con guarniciones de oro y de plata, aunque sean mujeres de bodegoneros y de otros oficiales, de manera que los oficiales de todo lo que ganan, gastan poco en sus haciendas y todo lo que les resta echan encima a sus mujeres y de sí, y así están todos pobres y adeudados»; AGI, Santo Domingo 71. Esta carta carecía de mérito, por ser mera denuncia soslayada de no cumplirse en la Isla una real cédula de Madrid 3 de febrero de 1569, en la que se insertó la pragmática vigente en España sobre trajes y vestidos, para que se observase en la Española; AGI, Santo Domingo 899. Santo Domingo 1º de septiembre de 1571.— El arzobispo al Rey: dice que, por muerte del doctor Mejía, la tierra está sosegada; abona la conducta de los licenciados Cáceres de Ovando y Santiago de Riego [sus parciales y valedores en las travesuras pasadas], y espera que vistos los autos de la residencia de ellos [hechos por Valdivia, desafecto], S.M. mandará descargarlos; AGI, Santo Domingo 71.— Fr. Andrés de Carvajal, mientras vivió, siguió siendo presa del complejo en que 249 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO se envolvió sin tener y sin conseguir por vías rectas y llanas caudal para dar fomento a un exagerado nepotismo, y por ello hubo de estar siempre a la greña con otros dos Presidentes y también con su Cabildo Catedral y con los religiosos franciscanos, y así entreveró sus diligencias espirituales con las temporales sin aquel acierto que por bastantes documentos se reconoce. He aquí mención de varias reales cédulas: Escorial 18 de noviembre de 1568 al arzobispo Fr. Andrés; que vaya a su Iglesia sin esperar las bulas por la falta tan larga de pastor, y, en llegando, «sepáis cómo y de qué manera están en vuestra diócesis las cosas espirituales, y qué iglesias y monasterios hay hechos y qué diezmos ha habido, y cómo se han gastado y distribuido, y si no estuvieren hechas las iglesias y monasterios que convienen, proveáis que luego se hagan y edifiquen en los lugares y partes que a vos y a nuestra Real Audiencia de la dicha ciudad pareciere, y pornéis los clérigos y religiosos que convinieren para la administración de los santos sacramentos, entretanto que Nos, como patrono de las dichas iglesias y de las otras de las Indias, mandamos proveer en los beneficios de ellas las personas que los sirvan». De la propia fecha las siguientes: una, licencia para que el arzobispo Fr. Andrés pueda embarcarse; otra, para que lleve 18 criados; otra, para que conduzca sus tres esclavos negros; otra, de concesión de 400 ducados en Sevilla de los frutos de la vacante anterior; otra, para que lleve seis labradores y de ellos tres sean casados y vayan con sus mujeres e hijos; otra, finalmente, de 23 de noviembre, para llevar en su compañía seis frailes de su Orden; AGI, Santo Domingo 899.— Entre los 18 criados estaban tres sobrinos carnales de apellido Cáceres Carvajal, y a éstos habría de dar heredamientos de casas y tierras, y en las tierras meter aquellos labradores, paisanos y quizás de la parentela, y entretanto había de correr con la carga de sustentarlos hasta tenerlos heredados, y a los seis frailes más regalados que en conventos (tres trajo y los tres se le quitaron por disposición real); así toda la guerra de este pastor con unos y con otros, Presidente, oidores, regidores, canónigos y frailes, guardaba relación con los tropiezos de no hallar “cum quibus quomodolibet” tan pronto como fáciles fueron intentos y pensamientos. Como arreciasen las quejas (de que están recogidas numerosas cartas), se despachó real cédula de Madrid 28 de diciembre de 1574, amonestándosele que gobernase bien su Iglesia, pues se tenía entendido que, después de haber recibido la admonición anterior, hacía todo lo contrario, y que S. M. se tendría por muy deservido si no ponía remedio en ello; AGI, Santo Domingo 868, lib. 3, f. 44. 250 Capítulo VIII Presidencias de Alonso de Grajeda (3ª interinaria) y del licenciado Francisco de Vera (1570-1576) 76.— A la muerte del Dr. Antonio Mejía, como era de ley, sucedió, en tanto el Rey enviase Presidente titular, el viejo oidor decano Grajeda. Grande fué el fermento de las contiendas entre el difunto Presidente y el arzobispo Fr. Andrés de Carvajal para que aquello cesara, cuando estaban tan vivas las disensiones de los Oidores entre sí y de éstos con el fiscal de la Audiencia, aunque muy en breve habrían de pagarlas todas juntas, pues por comisión particular, el nombrado juez Visitador, licenciado Juan de Valdivia, debía hacer pesquisa contra los culpados en la deportación intentada del arzobispo y aplicarles la pena correspondiente a tanto desafuero. El principal culpable era difunto, y porque en todo obró con asesoramiento de Grajeda, que a la vez obraba como comparte por espíritu de desafección ejecutiva, sobre este recayó, finalmente, la única sen­tencia posible y hubo de ser la de suspensión del oficio de Oidor, meses después de haber cesado en la Presidencia interinaria por la llegada del nue­vo propietario. 77.— Como se desatase en Francia, de parte de los hugonotes una campaña contra las tropas españolas que por orden del rey don Felipe de­bía facilitar al Duque de Guisa el Duque de Al­ba, capitán general de la guerra que se hacían los Países Bajos y España, sobre la real cédula de 15 de septiembre de 1569, enviada a Santo Domingo para estar todos prevenidos contra incursiones francesas, se envió 251 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO otra de 26 de mayo de 1570 con órdenes estrechas, pues había guerra con Francia, para tener las fortificaciones de la ciudad de Santo Domingo a punto de batalla, lo mismo para la defensa que para la ofensa posi­ble. Por la misma causa, más adelante todo lo favorable para la conclusión de la fortaleza de Puerto Plata, fué atendido en conformidad con las noticias del estado de su construcción, a fin de terminarse y quedar artillada. 78.— Grajeda, Presidente, y sus compañeros Cáceres y Vera (Juan Santiago de) escribieron a S. M. haber recibido la real cédula con los avisos de estar apercibidos por haber guerra con Francia, y que en esta atención ya tenían las pre­venciones necesarias, porque “habemos hecho alistar muy particularmente toda la gente, y ver y examinar las armas y aparejos y municiones que tienen, y habemos puesto velas y centinelas cinco leguas de aquí, en una punta que llaman Caucedo, que es importante tener allí tres hom­bres para que den aviso con fuego y, viniendo por la posta por tierra antes que navíos puedan llegar, para estar junta la gente cuando llegaren, y en la Fortaleza se han requerido piezas y pólvora y otras municiones y cosas necesarias, y señalado artilleros para tiempo de necesidad, y se ha visitado y mandado hacer, en la playa que llaman de Güibia (la nombrada «Güibia la grande», paraje costero en donde mucho más tarde se hizo el fuerte de San Jerónimo, del que recibió nombre la costa por aquella parte), que es me­dia legua de esta ciudad, un parapeto y cestones para poder por allí defender saltar en tierra; y porque en el desembarcadero del río de esta ciu­dad, a la puerta de las Atarazanas estaba la puerta por hacer, aunque estaba formada y sa­cada de cimientos más de un estado, y desde allí estaba por hacer la cerca un buen lienzo de ella, el más importante de todo lo que está hecho ni se puede hacer, para poder defender el saltar del río en tierra en el muelle que está a la legua del del agua, vista tanta necesidad y que para siem­pre era menester, hemos acordado de la hacer, así la puerta como el muro y lienzo de él, y que se haga y gaste de los pesos que hay de la sisa, la cual se impuso con licencia de V. M. para ha­cer la cerca, y V. M. también dió para la hacer mucha 252 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO cantidad en negros, y casas que el Fisco Real tenía en esta ciudad. Y porque después se hizo relación a V. M. que la cerca no era necesaria y que se gastase en traer el agua a la ciu­dad del río de Haina, V.M. lo proveyó ansí; y es ansí que el agua es imposible traerse con más de quinientos mil pesos de esta moneda; y pues esta cantidad y sisa se impuso para cerca, y para cerca hizo V. M. merced de los negros y casas, nos pareció que era justo y necesario que de ello se sacase y fortaleciese esta ciudad de una vez para que la gente no se desanime y huya, no te­niendo defensa de donde puedan seguramente ofender. Suplicamos a V. M., pues tan necesaria obra es y tan provechosa para siempre, lo mande aprobar y dar por bien gastado, y que V. M. mande que lo que restare de la dicha sisa y negros, que está echado a tributo, V. M. mande que esta Real Audiencia lo mande cobrar y gastar en cosas necesarias a la guerra, como son las que dicho tenemos, y otras obras y edificios, pa­ra velas (vigías) y otros gastos que necesaria­mente se han de hacer, o no estar apercibidos; y no hay de qué se gaste, ni haga, y que no se gastará de vuestra Real Hacienda. En la Fortaleza hay mucha artillería y no más de un arti­ llero y, por la necesidad presente, hasta dar de ello cuenta a V. M. se proveyó por esta Real Audiencia y Oficiales de V. M. de la Real Ha­cienda, que se tomasen otros, a lo menos por cuatro o cinco meses, entretanto que V. M sea servido de lo aprobar y haberlo por bien, pues es tan necesario, y que V. M. lo mande salariar para adelante, para que haya dos artilleros a la continua y para la necesidad que habemos hallado más diestros, y que los otros dos estén asalaria­dos en la Fortaleza para conocer las piezas y tenellas en orden y limpieza, y asolear la pólvora y lo demás necesario, que cierto es que para el buen recaudo de la Fortaleza es menester pólvora y salitre y otros pertrechos que el Alcaide pide y suplica a V.M. en una carta que en este pliego va”, etc. v La carta de la Audiencia de 29 de agosto de 1571; AGI, Santo Domingo 71.— En otra carta de 10 de enero de 1572, firmada 253 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO de Grajeda, Vera y Castillo, Oidores, se repitió el capítulo arriba tomado de la precedente, pero se cambió la enunciación del aviso Real; pues quedaban enterados de que el Conde Ludovico [Luis de Nassau, hermano de Guillermo de Orange, “el Taciturno”] había salido de la Rochela con una armada y el designio de poblar en Indias; AGI, Santo Domingo 50. El aviso que dio el rey a las Indias se apoyaba en el aviso de don Gueran Despees, embajador español en Londres, 24 de julio de 1571, de haber entendido que en breve saldría de la Rochela el Conde Ludovico con cinco navíos ingleses para atravesarse con la flota española, si volvía de las Indias, para apoderarse de ella y del oro y plata que condujera; AGI, Patronato 265, ramo 15.— Después de uno y otro aviso, don Juan de Acuña escribió al Rey desde Fuenterabía, que el Conde Ludovico, ya en la Rochela, por disgustos con ingleses, determinó no seguir en aquella empresa marítima; AGI, Patronato 265, ramo 17. Y así la Historia halla a Ludovico invadiendo Flandes por el Sur, haciéndose después fuerte en Mons y capitulando posteriormente por faltarle enlace con el Taciturno, agobiado por las resultas de la matanza de San Bartolomé, y, finalmente, en otra campaña, que fue su última, pereció en el curso de la batalla de Mook el 14 de abril de 1574. v «Unos cestones y otras fuerzas» hechas en Guibia; «la fortificación de Guibia que él hizo hacer, como en la ribera, con pipas de arena», fueron del cargo del licenciado Lorenzo Bernáldez de Lorca, por encargo que le dio la Audiencia.— AGI, Santo Domingo 29. v Juan Ruíz de Ochoa hizo información de méritos en 1574, y consta por ella que en 1568 fue nombrado capitán de una estacada cubierta hecha en la punta de Caucedo, y que con negros libres de la ciudad había abierto un camino desde Caucedo hasta la ciudad de Santo Domingo para la mayor facilidad de los avisos, y que hasta entonces la costa así abierta, había estado montuosa, cerrada y fragosa. Este sujeto alegaba, y era notorio, que sus servicios en Caucedo fueron de vigilancia contra Lope de Aguirre y Juan Hackins.— AGI, Santo Domingo 79. 79.— Por su parte, los Oficiales Reales, adelantándose a los Oidores, escribieron al Rey el 15 de febrero de 1571, que habían recibido las dos Reales cédulas de 15 de septiembre de 1569 y 26 de mayo de 1570, en la que con avisos de guerra, se les pidió relación 254 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO acerca del baluarte que se había comenzado durante la presidencia de Diego de Vera: “Y en cuanto a lo que V. M. dice en respuesta de la obra del baluarte que se hace en la Fortaleza de esta ciudad, que escribi­mos nos lo mandase V. M. por no tener para ello comisión, que está bien, y nos manda que con brevedad se acabe por la orden que conviene en ello, se da toda prisa y será acabada la dicha obra dentro de dos meses; y porque para la di­cha Fortaleza hay mucha y extrema necesidad de pólvora”; la piden y que se envíe con brevedad; y como para el cuidado de la artillería “y para las otras cosas necesarias no se puede estar sin artillero, acá le tomamos con el salario que se puede haber y el mejor que hallamos, aunque no los hay como es menester. . .”, para lo que pedían comisión extensiva a las demás co­sas que en la Fortaleza son necesarias, “y no sea lo que V. M. manda en sólo la obra del baluarte, porque hay algunas piezas que son menester en­cabalgar, y hacer guarnición de nuevo, y otras que están viejas y podridas, que la humedad de la tierra gasta; y como el hierro pudre la made­ra, y hay otros reparos y cosas que son menester, suplicaban”, etc. Y más de antemano el alcaide de la Fortaleza, en carta de 1º de febrero del mis­mo año, dando aviso de haber el lic. Valdivia visi­tado la Fortaleza, solicitó se le enviasen hasta 400 quintales de pólvora de cañón, 1000 balas de hierro colado (300 de 8 libras y 11 onzas, 200 de 3 libras y 2 onzas, y 500 de libra y media), y asimismo “media docena de artilleros o más y alguna gente de guarnición, porque no hay más de un artillero y hay para gobernar sesenta pie­ zas de artillería entre chicas y grandes, y la humedad de la tierra es grande que cada ocho días es menester poner al sol la pólvora para benefi­cialla”. Y que “al presente se labra en esta For­taleza y va al cabo una casamata donde se ha de recoger toda el artillería y poner en orden, y de allí alcanzará legua y media a la mar en guar­da de este puerto”, y “es cosa necesaria, porque antes estaba la artillería derramada y tenía gran­de costa de cureñas y ruedas”. Carta en que, si bien pretendía el alcaide cien quintales de pólvora menos que en otra del año anterior, señalaba mayor necesidad de artilleros, si de los dos que había en 1569, quedaba en el oficio sólo uno. 255 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO v Las dos cartas: AGI, Santo Domingo 71. v Aranjuez 24 de abril de 1572.— Real cédula, dando aviso de haberse confirmado que corsarios de Francia y de Inglaterra están haciendo grandes aprestos; ordénase a la Audiencia tenga apercibidas la ciudad e Isla; con este motivo dase orden a la Casa de la Contratación para que en la primera ocasión, que actual se apresta para Santo Domingo, envíe la artillería, pólvora y municiones que ya antes está ordenado enviar, para que la Fortaleza esté a punto de hacer su oficio de defensa.— AGI, Santo Domingo 899. v Madrid 17 de julio de 1572.— Real cédula a los oficiales de la Casa de la Contratación: orden de que en cada un año envíen a la ciudad de Santo Domingo pólvora de cañón y de arcabuz por valor de 50 ducados, y que tengan cuidado que ese dinero se envíe de Santo Domingo cada año para la compra, según la indicación que envíen de clase y destino (a petición del procurador lic. Bernáldez) .— AGI, Santo Domingo 80. v Santo Domingo 10 de julio de 1572.— Los Oidores al Rey: que se hacen las prevenciones necesarias para estar alerta, según las sospechas de que avisa S. M. de que enemigos vengan por estas partes.— AGI, Santo Domingo 50. v El Pardo 21 de agosto de 1572.— Real cédula a la Audiencia, sobre haberse recibido la relación enviada con noticia del encuentro entre un navío español (rendido) y robo de su carga, y otro francés en la banda del Norte de la Isla.— AGI, Santo Domingo 899. 80.— De la misma carta citada de los Oido­res salta la reproducción de las nunca acabadas competencias entre el Cabildo de la Ciudad y la Audiencia sobre el destino que debía darse a las cantidades procedentes de la sisa, pues ambos Cuerpos querían disponer de ellas; y esta vez los Oidores solicitaron la concesión definitiva para fines de defensa en cualesquiera obras que en el tiempo fuesen menester, atentos a que durante la pesquisa que el Visitador Valdivia (ya en su ofi­cio desde 23 de noviembre de 1570, que llegó a la Isla), los deudores de intereses y réditos des­compusieron la administración pasiva y activa de otros bienes por purgarse de los vicios en este ramo, y porque nunca más se dispersaran aquellos fondos a título 256 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO de gananciables, se emplea­ran en obras con utilidad “para siempre”. Si no que como tales dineros debían quedar a la dis­posición de S. M., y, por su resolución, la masa total debía pasar al presupuesto de obras de for­tificación (la Audiencia administrante), o a las cuentas del Municipio para ventajas civiles de la población, se impuso al vecindario una exac­ción obligatoria de que se quejaran los regidores; lo que vino a ser nueva carga para los pudien­tes, sin que la gente municipal estuviese segura del destino final de la sisa. Al fin, el propio Ca­bildo eligió un medio, desconcertante, desde luego, por haber pedido al Rey se le entregasen aquellos fondos y, debajo administración conce­jil, invertirlos en mercaderías de España y po­ nerlas a disposición del público a precios mode­rados, por atravesarse tiempos en que apenas ha­bía hacendado que pudiera montar su mesa con el más modesto regalo. Asunto sin resolución cono­cida; lo que pudo interesar a desfavorecidos de fortuna, si regidores escribieron sin malicia. Madrid 21 de junio de 1572.— Real cédula a Presidente y Oidores, sobre la sisa que se saca de los vecinos para llevar a la ciudad el agua de Jaina; informen desde cuándo se cobra, cuánto se ha cobrado, a cargo de quién está, en qué se ha distribuido, relación de lo que queda; para resolver sobre ello porque el Regimiento ha pedido se le dé para comprar a mercaderes a los precios más bajos para el proveimiento de los vecinos.— AGI, Santo Domingo 899. v Alonso de Encinas, Procurador con instrucciones a él dadas por el Cabildo de Santo Domingo el 23 de marzo de 1573, representó en el Consejo de Indias (asunto cuarto) que desde la fundación de la ciudad, todo lo que se había gastado en reparos y fuerzas había sido de la Caja Real, y para cercar la ciudad, el rey autorizó sisas e hizo merced para la obra a expensas de su Real Hacienda; y «ahora han tratado los Oidores de que se haga cierto reparo en Güibia, que es fuera de la ciudad, y para solo tratar diésemos orden de dónde se había de pagar, llamaron al Cabildo, porque dicen que no se ha de gastar de la Real Hacienda. Estamos espantados de una novedad como ésta nunca vista en esta ciudad y, vista su determinación, se trató en este Cabildo que se repartiesen [por exacción] tres o cuatro v 257 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO mil pesos para lo susodicho, lo cual se hizo con mucho sentimiento, y teniendo por cierto que V. M. lo mandará remediar como Rey cristianísimo que es, mayormente estando, como estamos, en tantos aprietos y trabajos y en frontera de enemigos, ha de suplicar a S. M. —dice la instrucción en esta parte— «sea servido de mandar que no se permita repartimiento ni cosa semejante a los vecinos». Y que, como la Audiencia llevaba el dinero de la sisa para reparar la Fortaleza y hacer fortificación y cerca y puerta, sin atención a consultar con los regidores (en forma de Ciudad) como estaba mandado, pidió (asunto tercero de las instrucciones), «se le mandase que en cosas de guerra contra corsarios, consultase con el Cabildo, como antes se hacía, pues a todos los vecinos «les va la vida y las haciendas»; AGI, Santo Domingo 73.— Petición no atendida, porque ya tomaba forma la política de quitar a las Audiencias, que los tenían, los gobiernos político y militar en las cabeceras del respectivo distrito. 81.— Durante la interinidad de Grajeda había recibido la Audiencia la orden de informar si podrían navegar galeras por aquellos parajes a donde solían acudir los corsarios para hacer sus negociaciones, para atajar su retirada o infligir­les el castigo con dichas embarcaciones generalmente no subordinadas a la fuerza de los vientos. La Audiencia dió un informe favorable, pero Grajeda se reservó ampliar su parecer, aun­que lo hizo con un simplismo nada congruente con su edad ni sus muchos años empleados en ser­vicio del Rey, pues en su ánimo estaba no per­turbar a su yerno en la pacífica posesión de ser señor absoluto del trato con extranjeros en la banda del Norte. En una su carta de 15 de fe­brero de 1571 expuso: “En lo que V. M. envió a mandar que nos informásemos si estas mares se podrían navegar con galeras, yo hice juntar al­gunos pilotos y gentes de la mar, y a todos les pareció que fácilmente se podría navegar con galeras y dieron su parecer, que con ésta envía a V. M., aunque a mi me parece que en ello habría la dificultad que escribe la Audiencia, aunque no dejaría yo de ser de parecer, como otras veces he dicho a algunos de vuestro Consejo, que, si se hiciesen cuatro fustas, cada una de diez y ocho remos por banda, y estas estuvieren 258 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO varadas en una casamata (que para ello se hiciese en el puer­to de esta ciudad) en el tiempo que los corsarios no navegan estas mares, y que éstas se armasen (cuando fuese necesario) de negros que V. M. mandase enviar para ello con sobresalientes y capitanes fieles, y que los negros, en el tiempo que no navegasen, hiciesen comida para ellos y para el tiempo que fuese necesario navegar, me parece que sería remedio bastante y no tan costoso…” Ni tan costoso para la Real Hacienda, ni tan peligroso para la hacienda de sus nietos, por reducirse todo a esperar la noticia de presencia de corsarios desde la Yaguana hasta Puerto de Plata, y por tierra darse aviso secreto a Francisco de Ceballos que despidiese a los corsarios con alguna demostración atronadora (que era costumbre esquivar con avisos previos para que se retirasen hasta madurarse la breva; a lo que se juntaba la renuencia de los oficiales reales para gastar en armadas porque en el tiempo de alistarla, los corsarios negociaban o robaban, y se iban…hasta volver pronto). v AGI, Santo Domingo 71. 82. —El envío de galeras no se ejecutó todavía en algunos años y cuando se pusieron, no obstante que abundaron consejos sanos y sabios (que nada aprovecharon) para desconfiar del plan; pero es bien cierto que por otra vía, y la más natural, el principal contratante y su gran favo­recedor, “el hombre justo”, dejaron expedito el fin de los propios provechos, y también los provechos al cerrar los ojos y los puños para siempre….Francisco de Vera, el nuevo Presidente, llegó a la Isla el 10 de noviembre de 1572, y el interino Grajeda volvió a su clase llana de Oidor; tocóle el turno de rendir cuentas ante Valdivia y, como había recaído en él la culpabilidad que realmente tuvo en los desacatos hechos al arzobispo, fué suspendido del cargo. Allá en sus soledades, sin trabajos y sin honra, meditaba cuando recibió la triste nueva de haber pasado su yerno Ceballos a muy diferente estado, y porque ya esta nueva soledad se le aposentó en el pecho, 259 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO tam­bién él, presa de dolor intenso, se abatió y por sus pasos contados se despidió, ya despedido del mundo, de la vida. v Francisco de Vera, notario del reino de Toledo; su título de Presidente de la Audiencia de Santo Domingo, en Aranjuez 30 de abril de 1572; la licencia para ir a su destino, en Madrid 18 de mayo siguiente; AGI, Santo Domingo 899. — Se embarcó, conforme a esta cuenta de pago: «Al muy ilustre señor licenciado Francisco de Vera, Presidente por S.M. en esta Real Audiencia, cuatrocientos e diez mill e ciento y sesenta maravedis de buena moneda de Castilla, que son por razón de su salario e ayuda de costa, desde dos de septiembre del año pasado de mill e quinientos y setenta y dos años que se hizo a la vela en el puerto de Sanlucar de Barrameda en Castilla para venir a esta ciudad hasta fin de abril pasado deste año de setenta y tres»; AGI, Santo Domingo 71; Contratación 5090; — su última paga por «quatro meses menos honze días de su salario, que comenzaron a correr a primero día del mes de henero pasado deste año de setenta y seis y se cumplieron a diez y nueve días del mes de abril pasado deste presente año que dexó de servir el dicho oficio»; AGI, Contaduría 1052. — Pasó después de Oidor a la Audiencia de las Charcas (Bolivia). 83. — Por este tiempo era oidor Gaspar del Castillo; un Castillo para toda diversión: el paseo, la pesca, el baile y los devaneos, y aún tenía la mar de gracia como valiente degollador de toros y no sobre la arena, sino en el agua; faena tan vistosa llena de incidentes que toda la ciudad, ajena al temple indispensable para los días de prueba, se juntaba en las riberas del Ozama para gozar de espectáculo tan “bonito”….. Debía tener Castillo quien se le opusiera, y entre muchos uno era el arzobispo Fr. Andrés, que fracasó en su empeño de desterrar, no obstante bulas y cédulas, la afición que durara entre españoles hasta el presente y durará mientras haya España y toros dentro y fuera de ella. Mejor suerte tuvo el agrio prelado para acabar con el bárbaro juego de las naranjas vola­doras, porque se quiso llevar la corriente del gusto popular por sendas de expresión no ser los naran­jazos materia de deshonor o de irrespeto si el jue­go era tradicional y bien grande el público placer en jubilosos días de 260 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO apuntar a la teja del clérigo y al morrillo del Presidente como blanco de expansión, por Real cédula fue improbado el jueguecito, y parece que se quitó tan de raíz que nunca más (conocidamente) se trató de ello en el Consejo de las Indias. v Licenciado Gaspar del Castillo: Por promoción a Oidor de la Audiencia de Guatemala hecha en el licenciado Corral, nombrado para Santo Domingo un año antes, el lic. Castillo fué puesto en su lugar; títulos de uno y otro en Escorial 5 de noviembre de 1570, licencia para que Castillo fuese a su destino, dada en Segovia el 15, mes y año dichos; AGI, Santo Domingo 899; Contratación 5090; — por Real cédula de Madrid 21 de junio de 1570, ordenóse que un Oidor saliese cada año a visitar la Isla y que el Presidente celase el cumplimiento por turno de Oidores, comenzando por el más moderno, conforme a lo ya mandado; Antonio Mejía, presidente, no dio paso en ello por enemigo al prelado, promotor de la iterada orden Real; tampoco, durante su interinidad en la presidencia, Grajeda cumplió (ni sus compañeros le habían de obedecer, pues tantas sopas de ajos le hacían comer), ni estaba interesado en tocar grandes cencerros, pues a cencerros tapados y cuando se temía que la cédula ganada por Fr. Andrés, en sí produjera raspas, solicitó por viejo y agotado en el Real servicio exención declaratoria en su favor (y lo consiguió, Real cédula de San Lorenzo 12 de agosto de 1571, AGI, Santo Domingo 899); pero Francisco de Vera ordenó la visita, y como Castillo, a quien tocaba por menos antiguo, pusiese razón de corta salud y que se le esperara hasta cantar que había sanado, el presidente le formó autos y condenó en perdimiento del salario; y habiendo hecho recurso al Consejo, allí tuvo abrigo porque el fiscal reconoció no haber habido proterva, sino excusa, mediando aclaración favorable del lic. Valdivia, y por cédula de Madrid 15 de noviembre de 1574 se mandó a los oficiales reales le hicieran bueno todo su salario por haber sido revocados los autos de Vera; AGI, Santo Domingo 899; — Castillo, de vuelta en España, estaba en Sevilla el 1 de noviembre de 1577, y en Madrid el 13 de diciembre; hasta 1580 no logró una plaza, que se le dio para en la Audiencia de Panamá; continuó pretendiendo mejor conveniencia, logró título de Oidor en Santa Fe por febrero de 1582, y puesto en Sanlúcar de Barrameda a la espera de ocasión, Dios le destinó a descansar en el sagrado de aquella villa. 261 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO v Santo Domingo 23 de marzo de 1573.— El dominico Fr. Diego de Santa María al Rey: Que no hace quince días se partió de esta Isla para Tierrafirme el visitador Valdivia; «dejó suspendidos del oficio de esta Audiencia a todos los Oidores y Oficiales de ella, excepto el licenciado Castillo, de lo cual dejó a todo este pueblo tan escandalizado como espantado», y todos dicen que Valdivia es hombre no bien intencionado; AGI, Santo Domingo 71.— El tiro de esta carta no era contra el visitador; éralo contra el oidor, al tenor de esta otra carta de 7 de junio de 1574, del mismo P. Predicador: «Los oidores están malquistos por la altivez y soberbia que todos ven en ellos, especialmente en el licenciado Castillo, porque apenas habla, ni descubre la cabeza, ni en su posada da asiento, y con ambos no se puede negociar sino de las tres horas hasta las cuatro de la tarde, porque otro tiempo alguno no dan lugar, y aún esto ni los días de Acuerdo, y las fiestas casi todas no se puede haber ninguno de ellos porque, o se andan a holgar a estancias, o se andan por el río en barcos con ramadas, con músicas y cantares, y tirando naranjas de unos barcos a otros, delante la ciudad, y por veces han metido toros atados por el río y allí los corren, de suerte que, los que salen a ver, salen a ver las mujeres de la ciudad, de que han dado y dan bien que decir como hombres que, por una parte, muestran demasiada gravedad y, por otra, mucha liviandad, especialmente el Castillo, que es el autor de estas fiestas, y ha hecho los gastos, convites y saraos muchas veces. Es lástima que hayan dado y den ocasión a que se diga que dos mujercillas mandan el Audiencia y pleitos, sin que lo pueda el Presidente estorbar y castigar».— AGI, Santo Domingo 71. La denuncia de haber más fiestas permitidas por la Audiencia sobre las mandadas guardar por la Iglesia era muy reciente, y por cortar el abuso fué expedida Real cédula de Córdoba 20 de abril de 1570, por la que se mandó a Presidente y Oidores que se atuviesen a sólo guardar las fiestas eclesiásticas, «porque vosotros guardáis más fiestas de las que la Santa Madre Iglesia manda guadar y de las que esa ciudad guarda por costumbre», porque las demás «es perjuicio y daño de los negocios»; AGI, Santo Domingo 899; pero, sobre el abuso, ocasiones varias concurrían al fomento de días alegres y de ocio, que, en la práctica, teniendo señalamiento por una y dos octavas, lo que se quitó en cuanto al número se compensó con la duración. Así hubo de ocurrir cuando llegó la nueva de la victoria de Lepanto sobre el Turco y con ella la otra del nacimiento del príncipe don Fernando 262 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO (4 de diciembre de 1571, muerto en 1578), con cuyo doblado júbilo entre Oidores y vasallos “juerguistas” hubo deliberación de multiplicar los regocijos por entidades divisas que tomaban sus propios días para toda suerte de expansión: Audiencia, Cabildo secular y eclesiástico, comunidades de varones, gremio, etc., de que dieron cuenta los Oidores Santiago de Vera y Gaspar Castillo en carta de 12 de mayo de 1572, diciendo a don Felipe II, que los faustos avisos se habían recibido el día 2 del mismo mes, «y en cumplimiento de lo que V. M. manda, luego se dio aviso a esta Ciudad y a los demás lugares de esta Isla; hanse comenzado a hacer regocijos y se continuarán por algunos días»; AGI, Santo Domingo 50.— Y la carta del dominico, supra, ya se ve que es posterior a estos divertimientos. 84.— El 20 de junio de 1571 se expidió en Ma­drid una Real cédula para la Audiencia, en que se le decía que un Gabriel Guerra había pretendido la concesión para beneficiar la sal en la ba­hía de Manzanillo, por decir que en aquella parte abundaban los esteros para plantar una flo­reciente industria salinera; y que había manifes­tado que el poseedor más fuerte de esteros era un Matías Montesinos; la Audiencia debía enviar al Consejo un circunstanciado informe del valor de aquellos esteros; quién los tenía, si se podía hacer sal en ellos, en qué cantidad, cuál sería el aprovechamiento resultante de posible beneficio, y si convenía, o no, que se diera la concesión a Guerra; junto con la información obrada sobre el asunto, la Audiencia debía dar su propio pare­cer. 0 porque llegó la cédula y no se hizo información ninguna, o porque hubo quienes abrie­sen los ojos y tan perjudicial les pareciese el lle­varse la buena pro un cualquier advenedizo, fuese el Guerra, o fuese apoderado del Rey que en esta materia a todos, por tener tal poder, hiciese gue­rra, no habiendo sido hallada la respuesta de la Audiencia, parece que la voluntad Real no formó determinación ninguna, si pocos meses después, el mismo Rey cambió el timón de sus averigua­ciones y por Real cédula de 19 de enero de 1573 y confiando la diligencia a Presidente y Oidores, les mandó que hiciesen en ello lo que mejor al Real servicio convenía. 263 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO 85.— Resulta de la letra de esta carta Real, que el Ayuntamiento de Santo Domingo había hecho relación “de los daños que de diez y nueve años a esta parte se experimentan en la Isla, proceden de que, por la banda del Norte y la Yaguana”, franceses, ingleses y otros extranjeros, sacaban del ganado vacuno más de cien mil cue­ros cada año “sin se poder estorbar, aunque vosotros lo habéis procurado”; y que, para remedio de estos males, el Cabildo proponía “que toda la sal que en esa Isla se saca y allá viene desde Puerto de Plata y la Yaguana y Santiago y La Vega, que son los pueblos que están y confinan en la banda del Norte, a donde dizque suelen ocurrir los dichos extranjeros, se metiese y pu­siese en una casa de depósito que en cada uno de los dichos pueblos haya, la cual tuviese tres llaves, que la una de ellas estuviese en poder de un alcalde, y la otra en el de un regidor, y la otra en el escribano del Cabildo, y ninguna per­sona pudiese tener en su casa ni hacienda más sal de la que la tal justicia le diere, so pena de la vida y perdimiento de bienes; y que toda la sal que a cada persona se le diere, fuese solo aquella que para salar los cueros que en tiempo de seca se suelen hacer del ganado que se muere; y que de la sal que se sacare en las partes di­chas y a ellas viniese, y de la cuantía que de ello se diese a las dichas personas para el dicho efec­to, y en qué tiempo, quedase por razón escrito en un libro que tuviesen los dichos alcalde, regidor y escribano, y cada persona, conforme a la sal que recibiese, diese razón en lo que hubiese gastado y los cueros que hubiesen hecho, y dón­de los tienen, y a quien lo hubiesen vendido, y la venta no pudiesen hacer sino a naturales de estos Reinos; y de haberlo hecho así fuesen obli­gados a tomar y tener razón conforme a las ordenanzas que para la conservación de la cría del ganado están hechas por esa Audiencia, fuese obligado de hacer de cuatro en cuatro meses vi­sita en cada uno de los dichos pueblos y tomar en ellos cuenta y razón por el dicho libro de la sal que se hubiese dado y hubiese puesto en de­pósito, y de los cueros que hubiesen hecho con­forme a la sal que se les hubiese dado; lo cual, para lo tocante a la cría del ganado vacuno, podíamos mandar 264 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO guardar por tres años, y para lo demás para siempre; porque habiendo esta cuenta con la sal no podrían rescatar los vecinos, porque no teniendo sal no podrían hacer cueros”; y, en consecuencia, siendo el negocio propuesto tan enrevesado para tratarse sin antecedentes que lo hicieran viable por voluntad soberana, a la Audiencia tocaba ver si aquello convenía, y en tal caso lo pusiera en obra, vigilara la guarda y el cumplimiento, y diese cuenta previa para determinarse todo con mejor acierto. v La cédula: AGI, Santo Domingo 899. 86.— Esto era fundamentalmente un negocio que tres compadres en cada pueblo habían de tener para que los vecinos de la Isla no pudiesen tratar y contratar los cueros con extranjeros, faltándoles la materia prima para conservarlos hasta entregarlos a comprador cualquiera; pero carecía de todo fundamento para quitar el contrabando universal, si universalmente todos los que tuviesen ganado y quisiesen negociar los cueros, habiendo de tratar con españoles, ya eran tales el alcalde y regidor y escribano de cada pueblo: los mismos que, por caminos y modos bien co­nocidos, seguirían fomentando el trato ilícito con extranjeros. Y bien se ve que por este arbitrio, aún si se estableciera por todo rigor de sistema tal monopolio oficial, la concurrencia de extranje­ros, aunque no fuesen corsarios, quedaba ase­gurada por utilidad en cabeza de unos pocos. El arbitrio no cuajó, y los señores del Regimiento de la Ciudad de Santo Domingo ni siquiera vieron cursarse los preliminares que fuesen de acep­tación ni de rechazo, porque la Audiencia archi­vó la Real cédula, en tiempo y sazón que regido­res y Oidores se saludaban a linternazos. 87.— Otra disposición real, y se contiene en cédula de 19 de enero de 1573, fué despoblar todos los campos de la banda del Norte de la Isla, quitando cuanto bohío, casas y lugarejos, si los había alejados de los puertos habitados, debién­dose llevar a aquellos 265 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO habitantes y sus ganados a parajes del interior de la tierra, en donde no tuviesen trato con extranjeros, y conque se les diesen tierras en sitios cómodos y saludables, “quedando solamente las poblaciones que hubie­re en los puertos y fuere menester para su segu­ridad”. De quién partió la propuesta de este ar­bitrio, ni qué se hizo para dar cumplimiento a la orden o para significar los inconvenientes de su ejecución, hase podido descubrir todavía. Una circunstancia expresa en esta orden sobre confe­rir la Audiencia este negocio con el Adelantado Pedro Menéndez de Avilés (a quien se había exonerado de la gobernación de Cuba para que continuase en su oficio de Capitán General de Flota), pudiera servir de conjetura sobre haberse dejado sin ejecución la orden predicha hasta que el Adelantado recalase nuevamente con sus naos en algún puerto de la Española; sino que más calidad que la de simple conjetura tenía aquella práctica inveterada de no darse obediencia ri­tual a las Reales cédulas sin primero estudiar qué ingerencia podría interponer el fiscal de la Audiencia que echase a perder a Presidente y Oidores la seguridad de no entender ni conocer de mandatos, sino en cuanto el mismo fiscal no fuera parte para pedir de oficio, y ya un fiscal tras otro, en desquite de la inferioridad a que era sometido por aquellos magistrados, solía es­cribir al Consejo todas irregularidades, y por estos tiempos las diferencias entre el fiscal y se­ñores de la Audiencia eran tan contínuas, que bien pudo salir de él la denuncia de extravíos de cartas y despachos Reales, y de saberse por divulgación al oído de mandatos Reales que en la Audiencia se negaba haberse recibido, y otras especies congruentes a la violación de cartas, sobre lo que había tocado al oidor Grajeda dar una explicación que no explicaba nada sino un grande desconcierto en lo administrativo del gobierno. Al fin, y por lo que se deja expreso arri­ba, esta despoblación rural quedó sin efecto, y cuando más tarde se hizo copiar con todas las demás que se habían archivado a lo largo de años, el secretario de la Audiencia Baltasar López de Castro actuante en ello por orden del Presidente Gregorio González de Cuenca, sirvió de apoyo al mismo 266 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO sujeto para levantarse de la postración personal en que había caído, y con aquella su funesta propuesta de arbitrio de la despoblación de los pueblos de la banda del Nor­te, puesta la ambiciosa mira en la propia exaltación temporal y diciéndose inventor del arbitrio, sumió a su patria en una postración de siglos.... v Despoblación de la banda del Norte; Real cédula no ejecutada. — «El Rey. Presidente y Oydores de la nuestra Audiencia Real que reside en la ciudad de Santo Domingo de la Isla Española: Por quanto se tiene entendido que muchos franceses y yngleses y portugueses y otros extranjeros de estos nuestros reynos, y corsarios tratan y contratan en los pueblos de esa ysla que estan a la banda del Norte con los vecinos de ellos, contra mis leyes y ordenanzas y en daño de mi Real Hazienda y gran peligro de esa ysla, y que para ellos los vecinos de ella los acogen y reciben; y aunque algunas veces de esa Audiencia, se an enviado y an ydo Jueces a conocer de ello y castigar a los culpados y lo an hecho, vueltos los tales Jueces los dichos extranjeros y corsarios tornan a tratar y contratar en los dichos pueblos, y los vecinos de ellos a recibirlos y acogerlos como de antes, en lo qual es necesario dar remedio: Y porque a parecido que el mas conveniente, que es que todos los pueblos que al presente ay poblados en esa ysla en la costa de la parte del Norte y cerca de ella se retraigan y metan la tierra adentro en sitios y parajes sanos y cómodos que tengan las qualidades que convienen para su sustentación y perpetuidad de aguas, montes y tierras para labor y pastos y otras cosas necesarias, quedando solamente las poblaciones que hubiere en los puertos y fuere menester para su seguridad, vos mandamos que, como esta recibais, con toda brevedad trateis y confirais con el Adelantado Pedro Menendez de Avilés y con personas diputadas por los dichos vecinos de ellos de los mas antiguos en la tierra y que mejor lo puedan entender, y para ello hareis llamar a los sitios mas sanos y cómodos y convenientes, donde los dichos pueblos se podrán trasladar la tierra adentro desviados de la costa, de manera que cese el dicho inconveniente, y los vecinos de ellos puedan permanecer y tener sus haciendas y granjerías de labranza y crianza y otras convenientes a su sustentación; y de todo lo que sobre ellos tratares y confidierdes nos dareis aviso y muy particular relación, con vuestro parecer, por despachos duplicados en los navíos que de esa tierra para estos reynos salieren, para que, visto, mandemos proveer 267 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO en ello como convenga. Fecha en Madrid a diez y nueve de henero de mill y quinientos y setenta y tres años.— Yo el Rey.— Refrendada de Martín de Gastelu, señalada del Presidente Juan de Ovando y de los del Consejo».— AGI, Santo Domingo 868, lib. 3, f. 3v. v El Pardo 12 de noviembre de 1572.— Real cédula a la Audiencia: que debe dar al fiscal la nómina de mercaderes y mercaderías, sobre que ha sido acusado de trato ilícito el fiscal para que pueda defenderse; lo que no ha debido negarle, por ser manifiesta injusticia.— En otra, del mismo día, que la Audiencia reciba del fiscal los descargos que diere.— AGI, Santo Domingo 899. v Santo Domingo 13 de enero de 1572.— Grajeda al Rey: «V. M. mandó por su Real cédula o carta que esta Audiencia informase de la razón porqué desaparecían algunos pliegos de cartas, y lo que yo siento es que los oficiales de V.M. tienen guardas en el río que van a los navíos luego que llegan, y se apoderan de las cartas, y las reparten ellos, o los Oficiales, contra la costumbre que antes se tenía que iba el Alguacil Mayor en llegando el navío y traía las cartas al Presidente, y allí se repartían y daban a quien van dirigidas; y como estos guardas son personas de poca calidad y tratan de cumplir con muchos, antes se ha de presumir contra éstos que contra otros».— AGI, Santo Domingo 50. v Santo Domingo 2 de junio de 1574.— El fiscal al Rey: como en la Audiencia no se puede pedir ni hacer nada sin contar primero con la voluntad del Presidente Francisco de Vera, al principio dejó de pedir, en virtud del oficio, lo tocante a los derechos reales en las materias que ocurrían; pero visto que el mal sigue, ha comenzado a pedir como fiscal sin primero entender si agrada, o no, al Presidente, y ya se lo tiene enemistado. Otras cartas de 6 de julio y 6 de octubre del mismo año, del propio fiscal, sobre asuntos que le tocan de oficio y enojos que por ello se toma, y causa, el ilustre Vera; AGI, Santo Domingo 71.— Era fiscal de la Audiencia el licenciado Miguel de Pinedo, en cuyo título de San Lorenzo 26 de mayo de 1572 se le denomina «Procurador Fiscal y Promotor de la Audiencia de Santo Domingo» porque se entendiese que el fiscal era del cuerpo de la Audiencia de entonces en adelante; AGI, Santo Domingo 899. 88. — Fortaleza de Puerto Plata. —Bien en­trado el año de 1572, Francisco de Ceballos, al­caide de la fortaleza de Puerto Plata, 268 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO murió en tiempo de tanta prevención de defensa, como por Reales cédulas y avisos de navegantes se tenían en Santo Domingo a la contínua de activi­dad de corsarios, que a la premura con que de­bía acudirse para poner nuevo alcaide se juntó la pretensión de vecino de aquella villa, Pedro Rengifo de Angulo, que se le diese el oficio, y fué nombrado por tal con encargo de apremio pa­ra, sin tardanza, continuar la obra de la fortaleza, y sacase del poder testamentario del difunto los dineros pertenecientes a la fábrica y los gastase en ella. La tarea hubo de recibir aquel ritmo que suele darse a tal saneamiento de bienes distri­buibles entre herederos, y en aquel caso la acción fué del fiscal de S. M. por el logro del res­cate de la Real Hacienda, sobre que se dió providencia extraordinaria en favor de las obras, y se adelantó para ello nueva cantidad de pesos en cuenta de restitución al Rey por parte de los he­rederos; cantidad que, por representación hecha en el Consejo de las Indias, se acordó quedase a beneficio de la misma fortaleza. Así que, siguién­dose en el Consejo la misma pauta de atenderse a la defensa de los dominios, si por una Real cédula, luego que Rengifo de Angulo comunicó su nombramiento de alcaide y expuso necesidades para estar en defensa, se mandó a la Audiencia que informase del estado de aquella fortaleza y que, para este efecto, nombrase persona sufi­ciente que la visitase y con toda particularidad diese razón de su estado y si era cosa que jus­tamente podría defender la tierra contra ene­migos. Por otras se ordenó a la Casa de la Contratación el envío de artillería, arcabuces, balas y municiones, conforme a lo pedido por el nuevo alcaide, y a los Oficiales Reales de la Española se dió licencia u orden para asistir con dineros de la Real Hacienda, y para dar salida a la canti­dad de pesos que por disposición del Presidente se habían librado a Rengifo con destino a la obra, y al Presidente mismo que señalase sala­rio al artillero que en ella se había puesto; pro­videncias que siguieron a la recepción del in­forme que éste había enviado en ejecución de la primera cédula. 269 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Santo Domingo 20 de julio de 1572.— Por muerte de Francisco de Ceballos, se da nombramiento de capitán de la villa de Puerto de Plata, para vigilar las costas y castigar los rescates, a Pedro Rengifo de Angulo, vecino de la misma villa; AGI, Santo Domingo 79.— Santo Domingo 23 de julio de 1572. Los Oidores Santiago de Vera y Gaspar Castillo (ya suspenso Grajeda), dan nombramiento de alcaide de la fortaleza de Puerto de Plata (que al presente sólo tiene un estado de altura fuera de los cimientos) a Pedro Rengifo de Angulo, capitán, por fin y muerte de Francisco de Ceballos; AGI, Santo Domingo 13. 79.— San Lorenzo 13 de enero de 1576. Título de Alcaide de la fortaleza de Puerto de Plata, por fin y muerte de Francisco de Ceballos, para Pedro Rengifo de Angulo; AGI, Santo Domingo 899. v Puerto de Plata 20 de julio de 1573.— Pedro Rengifo de Angulo al Rey: Que S.M. mandó se hiciera una fortaleza en esta villa de Puerto de Plata y dió nombramiento de alcaide a Francisco de Ceballos y que podría gastar en la obra de ella 22.000 pesos, moneda de la tierra; recibió el dinero y después de haber abierto los cimientos y levantado las paredes hasta un estado, poco más o menos, «murió y falleció desta presente vida»; que el Presidente y Oidores le han nombrado alcaide, y ya trata de cobrar de los herederos el dinero que resta y es de la obra «y en juntar oficiales y materiales para que la dicha fortaleza se haga con brevedad. Tiene la dicha fortaleza nueve piezas de artillería, las siete de bronze y las dos de hierro colado; las dos de bronze son de a veinte y dos quintales, y otra de diez y seis, y otra de doze, y dos de a cinco. Las dos de hierro colado tienen a trece quintales. Ha menester la dicha fortaleza una culebrina y otra media culebrina y dos pedreros y algunos falcones de a dos y tres quintales, y algunos arcabuces y pólvora y balas y otras municiones».— AGI, Santo Domingo 71. v Fortaleza de Puerto de Plata. — «El Rey. Licenciado Francisco de Vera, nuestro Presidente de la nuestra Audiencia Real de ciudad de Santo Domingo de la Isla Española: A nos se ha hecho relación que, habiendo nos mandado que se hiciese y edificase en el Puerto de Plata de esa Isla una fortaleza para la seguridad y defensa de ella de los corsarios, y proveído por alcaide de ella a Francisco de Ceballos, se le dieron para el edificio veinte y dos mil pesos de la moneda de esa Isla; y, después de haberse abierto los cimientos y levantado las paredes un estado, falleció, y en su lugar nombrasteis en el dicho oficio a Pedro Rengifo de Angulo en el entretanto que por nos otra cosa se v 270 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO proveyese; y que son necesarias de proveer algunas piezas de artillería para defensa del dicho puerto; y porque quiero ser informado de lo que en ello pasa, y el estado que está la obra de la dicha Fortaleza y lo que hay edificado en ella, y qué cantidad se ha gastado, y si lo que se ha mandado librar para ello se ha dejado de gastar algo y en qué cantidad, y en cuyo poder está, y si se prosigue la obra o no, y de lo que es necesario para su guarda y defensa, os mando que nos enviéis relación de ella al nuestro Consejo de las Indias con vuestro parecer, y enviéis una persona de confianza que visite la dicha fortaleza y entienda el estado de ella, con orden que haga proveer lo necesario y que cobre lo que se debiere. Fecha en Madrid a diez de noviembre de mil y quinientos y setenta y tres años.— Yo el Rey.— Refrentada de Antonio de Eraso, señalada de los del Consejo».— AGI, Santo Domingo 868 lib. 3 f. 29v. v Fortaleza de Puerto de Plata; Real cédula sobre envío de informes. — Nuestro Presidente de la nuestra Audiencia Real que reside en la ciudad de Santo Domingo de la Isla Española. Por carta de Pedro Rengifo de Angulo, de veynte de jullio deste año. Que por orden desa Audiencia dize está en la fortaleza de Puerto de Plata desa ysla por alcayde della, havemos entendido que para la guarda de aquella fortaleza y defensa de aquel puerto y poder ofender a los enemigos, demás del artillería que allí ay, tiene necesidad de una culebrina y otra media culebrina, dos pedreros y algunos falcones de a dos y tres quintales, y arcabuces, pólvora, balas y otras municiones, y que huviese orden para que fuese proveida de lo necesario para los gastos que allí se ofrecieren; y porque queremos que en ella aya recaudo suficiente para que esté en defensa y en la orden que conviene, os mandamos que luego que esta recibáis, enviéis a ella una persona inteligente que la vea y visite y entienda lo que en ella ay y el estado en que está, si es de manera que puede resistir y ofender y qué será menester para ello, y lo que se a proveido para sustento y edificio della, y lo que se a gastado y cómo, y luego nos enviéis relación de todo y de lo demás que pareciere devemos ser informado, juntamente con vuestro parecer, para que podamos proveer lo que convenga, y entretanto que esto se haze, a costa de nuestra real hacienda la haréis proveer de lo que huviere menester que no se pueda excusar, para que no sea causa de suceder algun inconveniente; que por la presente mandamos a nuestros Oficiales de nuestra Hacienda desa ysla que los maravedís que para lo susodicho fueren necesarios y vos libráredes en 271 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO ellos para este efecto, los paguen luego de cualquier hacienda nuestra que huvieren y que con vuestras libranzas y cartas de pago de los que los recibieren, les sea recibido y pasado en quenta lo que así dieren y paguen. Fecha en el Pardo a XVII de diciembre de mill y quinientos y setenta y tres años.— Yo el Rey.— Refrendada de Antonio de Eraso, señalada del Consejo».— AGI, Santo Domingo 868, libro 3, f. 32. v Francisco Luis Carvallo, portugués avecindado en Montecristi, hombre rico, fué nombrado inspector de la fortaleza de Puerto de Plata, conforme la real cédula, arriba inserta; hizo la visita y escribió a la Audiencia, año de 1574, una relación, de la que se han tomado los puntos siguientes: «Y luego entró en la casa de los maestros y municiones, que es una casa baja de teja y madera y tapia y tablas con una sala en medio blanqueada y siete aposentos con dos corredorcillos, a cada lado el suyo, como portales; había en una cámara….etc.— Una bandera de Santiago en medio, grande, nueva, de seda de colores y dos cajas de tambores y dos trompetas» (del inventario). «Visitó la obra de la dicha fortaleza, la que es un torreón redondo que tiene ochenta pies en través, el qual está al presente enramado, todo él de dos tapias y en alto sobre la tierra, todo de piedra y argamasa y ladrillo, que es el altura donde se an de mover las tres bóvedas que se an de hazer sobre que se a de asentar el artillería, y todo esto a de subir de mas de dos tapias, que tiene otras cinco tapias de piedra y argamasa en alto y las bovedas de ladrillo. Este cubo a de llevar un pretil de tres quartas de alto, donde a de jugar a barba el artillería, y se a de hazer encima un aposento conveniente para pólvora y pelotas, y quedan abajo tres salas para donde esté recogida la gente y lo demás que huviere y fuere necesario.— Tiene este torreón o cubo, por la parte de hacia la mar, un cavallero…y sobre él echado un suelo de argamasa y un pretil de ello que tiene por la parte de adentro de altura una vara, y de la parte de fuera dos varas, y de anchura tendrá dos varas y media, con una alberquita de argamasa donde se recoge agua. Este cavallero solamente está a la parte de la mar; tiene de largura cien pies y de ancho treinta pies».— AGI, Santo Domingo 79. v Artillería para la fortaleza de Puerto de Plata. — «El Rey. Nuestros Oficiales que residís en la ciudad de Sevilla en la Casa de la Contratación de las Indias: Porque somos informados que, para que en la fortaleza de la villa de Puerto de Plata que es en la Isla Española, haya la defensa necesaria, conviene enviar a ella tres piezas de artillería; la una de cincuenta quintales, otra de hasta cuarenta y la otra de treinta y cinco, y cincuenta arcabuces; yo vos mando que 272 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO en los primeros navíos que a aquella Isla fueren, enviéis la dicha artillería y arcabuces, con la pólvora, balas y munición que para lo uno y lo otro pareciere ser necesario, dirigido a los nuestros Oficiales de la dicha Isla Española para que lo envíen a la dicha fortaleza y lo hagan entregar al alcaide de ella con testimonio signado de escribano. De lo que constare y de haberlo entregado al maestre de la nao en que se enviare, mandamos que vos sea recibido y pasado en cuenta lo que en ello se montare, sin otro recaudo alguno. Fecha en San Lorenzo el Real a veinte y ocho de noviembre de mil y quinientos y setenta y cuatro años.—Yo el Rey.—Por mandado de S. M. Antonio de Eraso. Refrendado de los del Consejo».—AGI, Santo Domingo 868, lib. 3, f. 42. v Dinero para la fortaleza de Puerto de Plata. —«El Rey. Nuestros Oficiales de nuestra Hacienda de la Isla Española: En el nuestro Consejo de las Indias se ha visto cierta relación y parecer que por nuestro mandado Nos envió el nuestro Presidente de esa Audiencia, del estado en que estaba la fortaleza de la villa de Puerto de Plata de esa Isla, y por ella ha parecido cómo para que se acabe de poner en defensa y poder ofender, siendo necesario, convenía proveer algunas cosas y entre ellas cinco mil pesos de esa Isla para cerrar el fuerte principal, y mil quinientos ducados, y que para en cuenta de esto, el dicho Presidente libró en vosotros a Pedro Rengifo de Angulo, alcaide de la dicha fortaleza, cuatro mil pesos; y porque deseamos que se ponga en defensa y como conviene para seguridad de la dicha villa y puerto, yo vos mando que, luego que ésta recibáis, demás de los dichos cuatro mil pesos, déis al dicho Pedro Rengifo, de cualesquier maravedís que hubiere en vuestro poder, los otros mil pesos más a cumplimiento de los cinco mil pesos que son necesarios para la obra del dicho fuerte, y los otros mil y quinientos ducados par la dicha barbacana, cerca y cava, que, con su carta de pago y esta mi cédula, mandamos que vos sean recibidos y pasados en cuenta los dichos cinco mil pesos y mil y quinientos ducados, demás de los otros pesos que, como dicho es, libró en vosotros el dicho Presidente para la dicha obra. Fecha en San Lorenzo el Real a veinte y ocho de noviembre de mil y quinientos y setenta y cuatro años.—Yo el Rey.—Por mandado de S.M., Antonio de Eraso, señalada de los del Consejo».— AGI, Santo Domingo 868, lib. 3, f. 43. v Artillero de la fortaleza de Puerto de Plata. — «El Rey. Nuestro Presidente de la nuestra Audiencia Real que reside en la ciudad de 273 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Santo Domingo de la Isla Española. La relación y parecer que Nos enviastes del estado en que estaba la obra de la fortaleza de la villa de Puerto de Plata de esa Isla y de las cosas que ha menester, se vió en el nuestro Consejo de las Indias, y habemos dado orden para que se ponga en defensa. Los Oficiales de Sevilla enviarán tres piezas de artillería, una de cincuenta quintales, otra de cuarenta y la otra de hasta treinta y cinco quintales, y cincuenta arcabuces, con la pólvora, balas y municiones necesarias, y que los Oficiales de esa Isla paguen mil pesos y y mil y quinientos ducados, demás de los cuatro mil pesos que vos librastes en ellos, para que con ellos se acabe la obra de la dicha fortaleza; y porque queremos ser informados del salario que se puede dar al artillero y lombardero que reside en la dicha fortaleza, vos mandamos que luego Nos enviéis relación de ello, y entretanto que la enviáis, le señaléis y proveáis que se le pague el que pareciere ser competente. Fecha en San Lorenzo el Real a veinte y ocho de noviembre de mil y quinientos y setenta y cuatro años.—Yo el Rey.—Por mandado de S.M., Antonio de Eraso, señalada de los del Consejo».—AGI, Santo Domingo 868 lib. 3, f. 43v. v Cuentas de Puerto de Plata.—«Ha de haver el dicho Pedro Rengifo de Angulo, que ha gastado y pagado en servicio de la hazienda de S.M. y beneficio della y se le pasan y resciben en quenta duzientos y quarenta y dos pesos y diez granos que paresce pagó a Francisco de Cevallos, curador ad liten de Lázaro de Cevallos, de resto de trescientos y noventa y un pesos seis tomines y diez granos que valieron dos piecas de artilleria de bronze que se remataron en publica almoneda por bienes de Francisco de Cevallos, y el dicho Pedro Rengifo de Angulo las tomó para la dicha fortaleza desta villa con provisión que para ello tuvo de los señores Presidente y Oydores de la Audiencia Real».—AGI, Contaduría 1052. v «Este día [29 de julio de 1575] mill pesos de quartos, por libramiento de nos los oficiales reales de S.M., dí y pagué al bachiller Francisco Tostado de la Peña en nombre del capitan Pedro Rengifo de Angulo, alcayde de la fortaleza de Puerto de Plata, que se le dan por virtud de una cédula real de S.M. en que manda se le den los dichos mill pesos, a conplimiento de cinco mill pesos para acabar el fuerte principal de la dicha fortaleza, como parece por el dicho libramiento».—AGI, Contaduría 1052. v «Este día treynta y uno de agosto del dicho año [1575], mill y quinientos ducados de Castilla, por libramiento de nos los oficiales de 274 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO S.M., dí y pagué al bachiller Francisco Tostado de la Peña en nombre del capitan Pedro Rengifo de Angulo, alcaide de la fortaleza de la villa de Puerto de Plata, que se le dan por virtud de una cédula de S.M. en que manda se le den los dichos mill y quinientos ducados para la barbacana y cerca y cava de la dicha fortaleza, como parece por la real cédula que queda en la Contaduría».— AGI, Contaduría 1052. 89.— Como la presencia de corsarios en las costas de Santo Domingo no puede reseñarse por el número de embarcaciones o de capitanes que se acogían a puertos solitarios en espera de contratantes que eran los mismos que les avisaban de persecución intentada, forzoso es restringir su enumeración a aquellos casos en que el interés de las partes dejaba a la posteridad noticia de sus arrojos e insultos. Viene ahora el caso del oidor doctor Francisco Mejía; quien, habiendo cumplido con una comisión que hubo de ejecutar en Cartagena de Indias antes de venir a su Audiencia de Santo Domingo, estando ya de viaje y después de un tiempo de mares gruesas y por ello desviado de su rumbo el navío, y en éste puestos en defensa contra las intimaciones de barco francés, peleó con denuedo y en el choque murió y su cuerpo fué arrojado al mar por el enemigo. Refirió este encuentro el capitán Adriano de Padilla, a quien la Real Audiencia de Santo Domingo había confiado la gobernación interina de Cumaná o Nueva Andalucía por muerte del gobernador Diego Fernández de Serpa, y que, de retorno a Santo Domingo, se embarcó en navío procedente de España y que arribó primero a Santa Marta, conforme a despachos y cargazón; documento que merece inserción completa, entre otros varios que tocan a la materia, por ser raros los papeles hallados que enuncian circunstancias de guazábaras tales entre piratas asaltantes y españoles asaltados; al fin, dicho capitán Padilla manejaba la pluma mejor que la espada, y aún aspiró más a ser escritor que soldado. He aquí su petición a la Audiencia de Santo Domingo: 90.— “Muy Poderoso Señor: El capitán Adriano de Padilla parezco ante Vuestra Alteza y digo que en el mes de noviembre 275 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO pasado, viniendo en compañía del Doctor Francisco Mejía, vuestro Oidor difunto, desde el Río de la hacha que es en Tierra firme, para esta Corte, en una fra­gata de Baltasar Coello, con otros muchos pasa­jeros que dentro venían y, prosiguiendo el di­cho viaje, habiendo llegado donde dicen la Sa­bana, que es en esta Isla Española, en días del dicho mes de noviembre del año pasado (1575), salió de la dicha Sabana una goleta francesa con veinte remos por banda y con cuarenta escopeteros con otras muchas armas y municiones y con su bandera de campo y a tambor y pífano, según que suelen andar los dichos corsarios a robar y saltear; la cual dicha goleta había des­pedido de su bordo y compañía una nao france­sa llamada La Unicornia, de que era capitán Fia­cre Bernian, y piloto mayor Juan García de Mo­guer, español, vecino de Moguer; los cuales dos navíos, debajo del mando del dicho capitán, habían salido al corso desde Conques, que es en la baja Bretaña del reino de Francia, para venir a estas partes de las Indias. Y es así que habiendo salido la dicha fragata o goleta francesa del di­cho puerto en son de guerra y puesta en armas y con la bandera en que iban las armas reales del rey de Francia, nos abordó, diciéndonos que amainásemos por el rey de Francia con otras mu­chas amenazas; lo cual visto por los que dentro íbamos, nos fué forzoso poner en arma y defensa y peleamos con el dicho francés dos horas y mas; en la cual pelea nos mataron al Doctor Fran­cisco Mejía, vuestro Oidor, de muchas heridas, y a don Alonso de Castilla y a otros seis hombres españoles muy cruelmente y [sus cuerpos] los echaron a la mar y a la demás gente hirieron y maltrataron después de rendida la dicha fragata, y la saquearon y robaron todo cuanto dentro ha­bía, que fué en cantidad de treinta mil pesos de oro y plata y esmeraldas y otras preseas ricas y de mucho valor; todo lo cual, habiéndolo robado y saqueado, lo pasaron y ondearon en la dicha nao Unicornia por el dicho capitán y piloto español. Y es así que a mí particularmente me llevaron y robaron los dichos franceses cua­tro mil pesos de oro en plata, oro y perlas, esme­raldas y otras preseas ricas, como todo ello más largamente consta y parece por estos testimo­nios 276 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO de que hago presentación ante V.A., y por estas confesiones que les fueron tomadas a los franceses de la dicha nao que fueron presos en el puerto de la Yaguana; y porque podría ser que los dichos piratas y corsarios franceses, o el dicho Juan García de Moguer, español, su pi­loto, pudiesen ser habidos y presos en algunos puertos y lugares de estos reinos y señoríos, o en los del Serenísimo Rey de Portugal, o en otras partes, con sus haciendas y navíos, como tratan­tes que suelen ser, y para ello tengo necesidad de vuestra cédula y provisión real para que se les embarguen y secuestren cualesquier bienes suyos, y ellos sean presos y a buen recaudo traí­dos a esta cárcel real para que sean castigados conforme al delito que cometieron, y yo pueda cobrar los dichos cuatro mil pesos de oro que así me robaron y llevaron, porque, si es necesario, yo me querello ante V.A. de todos ellos como piratas corsarios. Porque pido a V.A. sea servido de mandar que se me dé vuestra provisión real, inserta esta querella e información y testimonios que presento, para que, dondequiera que pudieren ser habidos, sean presos y traídos a esta cárcel real con todos sus bienes y haciendas para el dicho efecto, y si más me conviene pedir, lo pi do, y pido justicia. - Adriano de Padilla”. 91.— En otro papel (uno de los testimonios que Padilla presentó en la Audiencia, y era otra declaración anterior hecha en Santiago de Cuba) después de enarrar el asalto, la lucha y rendición del navío al pirata, el querellante dice: “Y con todo ello nos llevaron a una nao de alto bor­do, francesa, de su compañía que estaba en el Cabo de Tiburón, la cual nao y la dicha goleta luego determinaron de irse al pueblo de la Ya­guana, de la Isla Española, a robar los navíos que allí habían, y habiendo llegado al dicho puer­to en veinte de noviembre, pasando la dicha nao francesa, en que nos llevaron presos, cautivos y robados, se halló este día de improviso en me­ dio de la armada real de S. M. de los galeones y fragatas que andan de armada en estas partes, a los cuales bombardeó el dicho navío francés con sus piezas de artillería, y pudiéndola abor­dar y tomar la dicha armada por la haber alcanzado con los patajes y una fragata, lo 277 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO dejaron de hacer y la dejaron ir de entre las manos, sin le tirar pieza de artillería, sin le seguir y le dar alcance. La dicha nao francesa se vino pacíficamente la vuelta de Cuba y, llegada a Cabo de Cruz, me echó en ella en tierra a mi y a diez y ocho hombres, y entre ellos a Baltasar Coello, señor de la dicha fragata en que fuimos robados, a donde nos echaron desnudos y descalzos y mal­tratados; de todo lo cual me conviene hacer in­formación para dar noticia a S.M.; y asimismo conviene hacer información de cómo los dichos franceses de la dicha nao publicaban en secreto de cómo salía de Francia un hijo de Juan Ribao con armada de cinco galeones, y en ellos dos mil y quinientos hombres de guerra para venir a robar y saquear el puerto de Nombre de Dios, y de allí pasar a Panamá y apoderarse de la Mar del Sur, y que asimismo salía y había salido de In­glaterra una armada de catorce navíos de Juan Acles (Hawkins), en la cual venía por general un sobrino suyo con mucha gente y armas, la cual armada venía a robar y saquear los puertos y lugares marítimos de estas Indias, y a esperar el armada de Tierra firme y la robar y saquear; lo cual todo publicaban los dichos franceses y el almirante y el capitán Boquin que con ellos venia y otros franceses de la dicha armada y na­vío, los cuales eran luteranos de Brest, que es en el reino de Francia en la Bretaña…” v Jerónimo de Torres, escribano de la Yaguana, en una «Relación de las cosas de la Española» escrita en 1577, recordaba el hecho frecuente de que barcos españoles en el ejercicio de sofrenar a corsarios y piratas, solían proceder con ellos como si tal obligación no les tocase: «Y como digo aliende [los extranjeros] se pasan en Margarita y Venezuela a la causa susodicha y a que los puertos no son seguros, que son en costa brava; de esta Tierrafirme a Puerto Rico, digo a la isla, que al puerto principal no van porque es fuerte, mas vanse a unos puertos que están a la banda del Sur de dicha isla, do hay gente de servicio de unos pocos hatos de vacas, que allí hay indios puestos, y mestizos, y tales que con algun vino y anjeo y cosillas que les dan, les dan aviso de la mar y de la tierra de lo que hay menos, y aunque de los vecinos no se puede creer den tales avisos, sino de negros y 278 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO indios a trueque de estas cosas algunos vecinos de alli les dan lo que tienen de cueros y azúcar a trueque de esclavos, paño,vino y lienzos, y estos con brevedad, corren a San German y Guadianilla, y con la misma hacen sus contratraciones….», etc. Dice Torres que, ya los corsarios en las costas de la Española, «en este puerto de Yaquimo ya saben si hay armada en la Yaguana, o no, porque ya se lo avisan los negros a trueque de cosillas y vino….», etc. «Las armadas de V.A. de ordinario acuden más a la Yaguana que a otro puerto de estas islas, a causa que tiene más comida que en otro puerto, y vase a proveer y a ver si puede tomar algún francés y, aunque la aya, algunas veces, según son de atrevidos, como fué a Nicolas de Cardona, y otra vez a Pedro Menéndez Márquez, y otra vez a Alvaro Florez, y este año pasado a Cristóbal de Eraso, que a todos estos generales les ha venido la ocasión de franceses a la mano, estando ellos en el puerto surtos, y se les a descabullido la ocasión de entre las manos, o por poca ardura o por mucha fuerza del francés, y aun el mismo Adelantado se vió con el inglés a vista de la Yaguana y se le fue: el porqué, yo lo diré si fuere necesario…..» Y en otro pasaje dice Torres: «Todas estas armadas que de orden de V. A. allá van, caso que hazen sus diligencias, jamás an hecho, con que siempre an tenido ocasión y ocasiones en la mano y se les an escabullido, dizen que por mejores navíos de vela y otros achaques… y también que a abido falta en los vecinos: y de todo esto daré, si fuere necesario, razón de mí y de lo que digo….» AGI, Patronato 259, ramo 67.— El texto íntegro de este documento fue cedido graciosamente por el autor para el vol. II de “Relaciones Históricas de Santo Domingo” y corre inserto en las págs. 128 a 144. v El expediente sobre la muerte del Oidor Mejía: AGI, Justicia 1003.— Padilla lo inició en Santiago de Cuba ante el alcalde ordinario Alonso de Mondocar el 1 de diciembre de 1575; lo siguió en la Yaguana el 20 del mismo mes y año ante el alcalde ordinario Diego Fernández de Ocampo para tomarle la declaración a seis de los franceses prisioneros (Juan Ilconte, Amon Forniel, Oliver Simon, Barthelemy, Juan Lebujon y Francisco Trozau) tomados por este tiempo (después de 1585, Leonardo de Vía, hijo de antiguos pobladores de la Yaguana, capitán que era contra negros alzados, en una enumeración de méritos alegaba que en 1575, estando en el hato de Hatibonito, del capitán Diego Fernández de Ocampo, prendió a seis franceses que habían entrado a robar y hacer daño; AGI, Santo Domingo 80); después ante la Audiencia, que le dio provisión Real 279 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO para seguir su querella, el 6 de febrero de 1576; y, finalmente, la siguió también por su persona en el Consejo de Indias, que le dio Real provisión de 2 de septiembre de 1578, que le sirviese contra aquellos corsarios si los tomaba autoridad española. Este capitán Adriano de Padilla era canario, padre de Hernando de Padilla que casó con Marcelina, hija de don Cristóbal Colón de Toledo y bisnieta del primer Almirante Descubridor; padre también de Fr. Adriano de Padilla, que fué Prior Provincial de los dominicos de la Provincia de Santa Cruz de las Indias. Dicho capitán Padilla fué el mismo a quien por Real cédula de El Pardo 2 de febrero de 1579 se concedió por diez años el privilegio de vender él solamente en todas las Indias españolas «un libro de historia intitulado La Perla Occidental, obra de mucha curiosidad y que en hacerla habéis pasado mucho trabajo». (“Disposiciones Complementarias de las Leyes de Indias”, Madrid, 1930, vol. III, p. 49, documento 625). El cual no se retiró de la Corte sin sacar para si los oficios de factor y veedor de la isla Margarita, y firmó una escritura de obligación el 9 de marzo de 1579, de servir a S.M. con 600 ducados por la merced del título de regidor de la ciudad de Santo Domingo para su hijo don Hernando; y como no hubiese pagado ni chiripa, por Real cédula de Madrid 13 de febrero de 1584 se dio comisión al Presidente de Santo Domingo de la Contratación; AGI, Santo Domingo 868, lib. 3, f. 118. Posteriormente compró el oficio de regidor por 300 ducados para su nieto don Cristóbal Colón, hijo de Marcelina, pero habría de tenerlo él (ya don Hernando era difunto) hasta que el nieto tuviese edad competente; título provisional de Santo Domingo 13 de junio de 1592, confirmado por el Rey en 1593; AGI, Santo Domingo 29. 92.— El Presidente Francisco de Vera en­tregó su puesto al sucesor don Gregorio González de Cuenca el 19 de abril de 1576, y con él cesaron los Oidores que quedaban: Ibero, Casti­llo y Salazar, y el fiscal; la Audiencia toda se renovó en la propia fecha. Vera se fué con oficio de Oidor a la Audiencia de las Charcas, en don­de no tuvo aquella preeminencia que en Santo Domingo para poner las manos sobre los hom­bros de los Oidores y sentarlos en sus bancos cuando se tardaban en hacerlo, ni meter en las filas con los del pueblo, en los casos ocurrentes a los oficiales reales y a los regidores, que fue­ron los cargos más duros que en su residencia descontentos 280 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Oidores le hicieron (aunque los tales solían despicarse con groserías arteramente eje­cutadas debajo del lema indecente del cinismo, que pone en los labios el burdo pretexto, del “fué sin querer”). Este Presidente ni fué mejor que su sucesor, ni peor que muchos de sus antecesores y en cuanto a la observancia y ejecución de los mandatos Reales y en la vigilancia de la admi­nistración de justicia tan dormido como solían y suelen ser los que, por llevar la contraria, se hacen parciales contra parciales. Fué muy más comedido con el arzobispo Fr. Andrés de Carvajal, aunque a veces, ambos a dos mutuamente se enseñaron los dientes, excluso escándalo grave. Santo Domingo 15 de abril de 1574.— Francisco de Vera, Presidente, al Rey (capítulo de carta): «Y como esta ciudad es puerto de mar y frontera tan importante, se ha tenido de costumbre estar alistada la gente de tierra y mar, conforme a lo que V.M., por muchas cédulas, tiene mandado, y a que había nombrado días ha tres capitanes de infantería, los cuales han servido sus oficios sin salarios ni aprovechamiento alguno, por preeminencia del oficio y por ser cosa tan necesaria, han tratado los esclavos que les acompañan de traer armas; y agora los Oidores han hecho pregonar un auto para que ninguna persona tenga criados negros con armas aunque sean capitanes, [los cuales] han pedido que no se entienda con ellos, pues no pueden sin armas hacer sus oficios, mayormente habiendo cada día rebatos, y que de noche ponen guarda en la ciudad y centinelas que no pueden salir a hacerlo, ni visitar la guardia y centinelas, ni hacer otras cosas que se ofrecen sin criados con armas; y, por habérseles denegado, han dejado los oficios y no se hallan personas que lo quieran ser por esta causa; y aunque el Presidente les ha dicho [a Oidores] que ésto toca a él como Capitán General, no aprovecha nada para dejárselas traer. V. M. mande proveer lo que fuere servido».— AGI, Santo Domingo 71. v Madrid 2 de mayo de 1574.— Real cédula a Presidente y Oidores: avisando que han salido corsarios con rumbo a Indias para robar y hacer guerra, y otros se preparan para los mismos fines; que tengan apercibida la defensa de los puertos del distrito y que con toda brevedad envíen despachos a las otras plazas con los despachos Reales que se le encomiendan para la Audiencia de Panamá y para Diego Flórez de Valdés que sirve el cargo de capitán general de la armada v 281 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO que anda en guarda de la carrera y costas de las Indias; y que de todo lo que fuere ocurriendo, envíen al Consejo aviso.— AGI, Santo Domingo 868, lib. 3, f. 35v. v Oidor Dr. Francisco Mejía; su título de Madrid 26 de abril de 1574; — Real cédula de San Lorenzo 3 de junio de 1574: a los oficiales de Santo Domingo, para que paguen al Dr. Mejía, Oidor, su salario por todo el tiempo de su detención en la provincia de Cartagena, a donde va para residenciar al gobernador [Francisco Bahamonde de Lugo] y oficiales reales, y gobernar allí interin llega titular: AGI, Santo Domingo 899. (Mejía había sido provisto para Santo Domingo por promoción del lic. Hernando de Robles a Alcalde del Crimen de Méjico, y su título de Oidor, dado en El Pardo el 13 de diciembre de 1573; AGI, Santo Domingo 899). v Licenciado Eugenio Salazar de Alarcón: título de Oidor de Santo Domingo, por muerte de Alonso de Grajeda, El Pardo 13 de diciembre de 1573; AGI, Santo Domingo 899;— se embarcó en Tenerife para pasar a Santo Domingo lunes 19 de julio de 1574, dice un documento; y en la primera paga de su salario: «Al Ilustre señor licenciado Eugenio de Salazar» se le dió por lo que «le toca de aver por un mes y doze dias de salario desde diez y nueve de jullio que se hizo a la vela de la Isla de Tenerife hasta fin de agosto deste año en que estamos de setenta y quatro, como paresce por la fee que dello dió Francisco Luis, escribano de la nao de que vino por maestre Juan Velez, que, a razón de mill e duzientos ducados de salario e ayuda de costa…. recibió en buena moneda»; AGI, Contaduría 1052; —por Real cédula de San Lorenzo el Real 16 de junio de 1576, dirigida a don Gregorio González de Cuenca, se le mandó que tomase la residencia a Salazar y si nada notable hallaba por defecto en el ejercicio de su plaza, le entregase el título de Fiscal de la Audiencia de Guatemala (de 16 de junio de 1576), y si hallase algo grave, retuviese dicho título en su poder y en primera ocasión enviase al Consejo testimonio de los cargos para entonces darse otra providencia; AGI, Santo Domingo 868, lib. 3, f. 51v; — fué calificado de buen ministro, aunque multado en cierta corta suma, de que protestó; cesó en Santo Domingo el 4 de agosto de 1576; AGI, Santo Domingo 24. Dondequiera que Salazar estaba, había compostura en su presencia; fué entre Presidente y Oidores verdadero sedante de asperezas, con sólo estar presente. Fiscal en Guatemala hasta 1581; después fiscal en Méjico (1581-1589); Oidor en Méjico (1589); ocupado más tarde en comisiones varias, y últimamente se le dió plaza de Consejero de Indias en 1600. 282 Capítulo IX Presidencia del doctor don Gregorio González de Cuenca (1576-1581) 93.— Cuando el Presidente don Gregorio González de Cuenca entró en el ejercicio de su cargo, estaba pendiente de remedio el desbarajustado valor de la moneda provincial de cobre, de acuñación insular, que cada día se menospre­ciaba más hasta faltar moneda de plata y de oro que llegaba de fuera y se daba por un valor de moneda de cobre de hasta catorce y aún de diez y seis pesos un peso de oro fino, de que provino escasearse asimismo esta moneda provincial. Ha­bíanse enviado de España tres años antes nuevos punzones y nuevos cuños para que se labrase bue­na moneda de cobre y se recogiese la mala; pero siendo costumbre de los Señores de la Audiencia archivar cuantas disposiciones Reales dañaban directa o indirectamente a sus provechos persona­les, y González de Cuenca, de notoria integri­dad y celo, aunque suelto de lengua si le toca­ban teclas de disonancia con su autoridad, acometiese la empresa de mejorar la moneda donde los pareceres y arbitrios de banderías embarazaban su ejecución y, procediendo conforme a lo mandado, se atrayese la inquina de los mercaderes de dinero y de todo lo demás comerciable, si bien quedaba satisfecho del deber cumplido, tenía por añadidura serias desazones entre las que descollaban las infligidas cobarde y miserablemente por quienes con toda cautela se vengaban, sin ser conocidos ni castigados por fuero de ley ni por fuero personal de agraviado. Así hubo de presidir este varón cinco años hasta bajar al sepulcro sin amigos en lo social y sin dinero alguno en lo doméstico. 283 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Doctor Gregorio González de Cuenca: su título de Presidente de la Audiencia, Madrid 13 de septiembre de 1575; AGI, Santo Domingo 899.— Primera paga de su salario: «Al muy Ilustre señor doctor Gregorio González de Cuenca, Presidente desta Real Audiencia, ciento y noventa y siete mill y novecientos y diez y siete mrs. de buena moneda de Castilla, que se le deven por razon de dos meses de su salario, que comenzaron a correr a primero día del mes de março pasado deste año de setenta y seis, que Su Señoría se hizo a la vela desde la barra de Sanlucar de Barrameda, como paresce por una fee de Sebastián García de Ayala, escribano de S.M., y se cumplieron en fin de abril deste presente año»; AGI, Contaduría 1052.— Llegó a la Isla con dos oidores y el fiscal el 18 de abril; AGI, Santo Domingo 50.— Su título de Capitán General, Aranjuez 8 de mayo de 1577, y que lo fuera en tanto fuese Presidente de la Audiencia, y que los Oidores le tuviesen por tal y prestasen asentimiento a sus disposiciones tocantes al real servicio y seguridad de la Isla, y le dejasen obrar sin contradecirle en cosa; AGI, Santo Domingo 899.— Ultima paga: Por libramiento de 6 de julio de 1581 fueron satisfechos 338.033 mrs. de buena moneda que «dí e pagué a los herederos del señor doctor Gregorio González de Cuenca, Presidente que fué desta Real Audiencia, difunto, que se le devían de su salario de tres meses y treze días que sirvió el dicho oficio, que comenzaron a correr a primero de henero pasado deste dicho año [1581] y se cumplieron a treze de abril de dicho año, que fué quando el dicho señor Presidente fallesció».— AGI, Contaduría 1052. v Lic. Esteban de Quero Lobado (en lugar de Ibero que se fue en enero de 1577; AGI, Santo Domingo 50), su tit. de Oidor, el Pardo 17 de octubre de 1575; AGI, S. Domingo 899.— Embarque y llegada, con el Presidente.— Suspendido del oficio por el Visitador Rodrigo de Ribero y metido en la cárcel por descosido de lengua, hubo de considerarse su caso por vía de suavidad, y el Visitador le propuso ir en comisión a la Habana, y no aceptó por recelarse si no retornaría; aceptó después ir como juez especial contra rescatadores de la Yaguana y banda del Norte de la isla, ya poco de haber llegado a la Yaguana, «le mataron de ponzoñas», como Pedro, hermano suyo, escribió al Rey cuando ya desesperaba de darse con el delincuente, carta de Santo Domingo 1º de noviembre de 1583: AGI, Santo Domingo 73. La muerte en noviembre de 1582, AGI, Santo Domingo 96. v Licenciado Alonso de las Cabezas de Meneses (en lugar del doctor don Alonso de Cáceres Ovando), su título de Oidor dado en El v 284 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Pardo 17 de octubre de 1575; AGI, Santo Domingo 899. Llegó con el Presidente.— Trasladado a Quito con título de oidor, de 26 de julio de 1585, y se le privó del oficio en juicio de residencia en 1598 (Schaeffer). v Doctor Martín de Aliaga, su título de Oidor (en lugar del doctor Francisco Mejía, difunto), Los Molinillos 9 de abril de 1576; AGI, Santo Domingo 899.— Primera paga en el segundo tercio de 1577 «por razón de dos meses y dos días de su salario, que comenzaron a correr a diez y nueve de junio pasado deste año de mill y quinientos y setenta y siete años, que se hizo a la vela de la barra de Sanlucar de Barrameda, como paresce por una fee de Gaspar de los Reyes, escrivano del navío nombrado “San Francisco”, maestre Juan Bernardo» ; AGI, Contaduría 1053.— Ultima paga hasta 20 de noviembre de 1578, como «oydor que fué desta Real Audiencia, por dos meses y veinte dias que sirvió la plaza en el postrero tercio del año de setenta y ocho; AGI, Contaduría 1058.— Pasó a Guatemala con título de Oidor de 24 de abril de 1578, y allí murió. Había llegado a Santo Domingo el 6 de agosto de 1577 con el Oidor Arceo; AGI, Santo Domingo 50. v En igual fecha que para los licenciados Quero y Cabezas, se despachó título de oidor Juan de Barrios, pero no aceptó con razones que le dejaron hábil para mejor destino, y en su lugar se dio el puesto, San Lorenzo 3 de julio de 1576, al licenciado Pedro de Arceo, en lugar del dimiso Castillo; AGI, Santo Domingo 899.— Su primera paga del segundo tercio de 1577, por «dos meses y onze días de su salario, que comenzaron a correr desde veynte días del mes de junio pasado deste año de mill y quinientos y setenta y siete años que Su Merced se hizo a la vela desde la barra de Sanlucar de Barrameda, como paresce por una fee de Rodrigo Guillén, escrivano del navío nombrado “La María”, maestre Juan Agustin»; AGI, Contaduría 1052.— Pasó a la Isla Margarita para tomar residencia al exgobernador Miguel Maza Lizana y sus oficiales, y ganó salario de 3 pesos diarios, por ello, desde 29 de octubre de 1580 hasta 28 de agosto de 1581; AGI, Contaduría 1053; y fué dos veces Presidente interino de la Audiencia.— Su última paga «fasta siete de agosto deste año de noventa, que murió» AGI, Contaduría 1058. v Doctor Diego de Villanueva Zapata; su título de fiscal y licencia de ir a su destino, El Pardo 31 de octubre de 1574; AGI, Santo Domingo 899.— llegó con el Presidente G. de Cuenca; — cesó antes de llegar 285 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO el sucesor Juan de Larieta, y pasó a Panamá con oficio de fiscal, y allí en 1593 hecho oidor de la Audiencia. Fué el doctor Villanueva Zapata el primer fiscal de la Audiencia que entró en estrados sin ser visto de frente por Presidente y Oidores, pues entró con ellos. Por esta trivial circunstancia cesaron las antiguas y repetidas puerilidades de los muy ilustres Jueces respecto a la entidad del oficio con lo que por obediencia debida al Soberano les tocaba cumplir, si tan obcecados hiciéronse todos que nunca vieron claro lo mandado por el Rey repetidamente sino en grado de conminación o de voluntad absoluta. Como en Santo Domingo, así en otras Audiencias. Por la creación de la Audiencia, ni por posterior reorganización de ella se había dado al fiscal de aquel tribunal en Indias lugar preeminente, o siquiera definido entre los oficiales del mismo, ni tampoco tuvo cuenta el Consejo de las Indias con declaración alguna acerca del oficio, en cuyo ejercicio el titular se considerase con el mismo mérito externo y legal de que gozaban los fiscales de las Chancillerías de la Metrópoli. Como siempre fue prerrogativa legal del fiscal mentir desaforadamente en materia de inculpación a cargo de terceros, quedando por verdad catecúmena en estrados que hay elefantes del tamaño de un mosquito y mosquitos con talla de elefante grande, y durante proceso o causa tal verdad, aquella verdad no debía tener otra altura, largor ni anchura que la pretendida, ora por jueces, ora por la parte que se andaba a codazos con el fiscal, y cuantos podían (según conveniencias) prefijar la talla, contra el fiscal vivieron en consorcio, y ya desde el principio se le vigiló que no tuviese otra acción que la de defender la hacienda e intereses del Rey, con que no pudiese corromper considerandos ningunos de la jurispericia tropical de los señores jueces en su atención a personas interesantes para hacer la vida de relación menos atormentada en razón del «por cuanto vos…»De que vino a imponerse una gran relajación que, por emanar de los mismos jueces, fue bonísima costumbre muy superior a toda ley escrita: el fiscal no debía tener iniciativa alguna, ni previo conocimiento alguno de fraude, robo, concusión, contrabando ni robo para pedir nada en nombre de S.M. ni de la santa justicia, sino con el aviso y la orden y la citación de los señores jueces…… También desde el principio los fiscales procedían de dos cepas distintas: el fiscal “por S.M.” tenía título dado por el Rey; el fiscal 286 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO por sustitución o interino recibía nombramiento o título otorgado por la Audiencia. Aquél no era separable del oficio sino por el Rey, o por visitador o por juez de residencia, según su demérito; éste cesaba por revocación de su nombramiento o por renuncia personal que le era potestativa. El fiscal por S.M. solía superar muchos embates de los jueces por esperar ascensos; el interino, en cambio, si se avenía a resollar con el soplador de los jueces, no teniendo cartel para otras ventajas superiores, templaba el acero de su dialéctica a través de cristales aprobados por los de la Audiencia para dar con el verdadero ocasional sentido de las palabras contenidas en la armería de las leyes. Debiose a los fiscales por S. M. la paulatina dignificación del cargo y puesto, mediante reales cédulas que fueron acoquinando la maliciosa conducta de los jueces y sentaron al fiscal en el Tribunal y le dieron lugar para firmar en los acuerdos y en las reales provisiones cuando quedaban ventilados los intereses del Rey, pero ello se logró tras persistentes transgresiones a lo mandado. Los fiscales interinos, si, por una parte, no percibían el mismo salario que tenía el titular, gozaban siempre, por otra, de más tiempo para jugar naipes, pescar tiburones o hacer chistes, si por ventura era tiempo echado a perros el dedicable a estudiar pleitos pendientes, ya que tan corto salario, no correspondiendo al ejercicio por defecto de titulación, menos había de esclavizarles la voluntad para el estudio. Pertenecieron al grupo interinario abogados, semiabogados, dizque abogados y aún meros residentes en la ciudad, y solamente se conocen dos sujetos de buena leche, letrados y gente de seso y peso: Alonso Estévez, que llegó a ser fiscal titular, y Francisco Tostado de la Peña, que pudo serlo con estimación y aplauso. Los fiscales de la Audiencia anteriores a Villanueva Zapata fueron, cronológicamente, los siguientes: Sancho Velásquez, en el oficio de 1511 a 1514, que pasó a Puerto Rico con comisión de juez repartidor de indios, gobernó y dio con su pellejo en la cárcel de la Inquisición y en ella murió el 17 de mayo de 1520. Parece que fue fiscal titular, pues no tuvo sucesor, sino sustituto. Bachiller Juan Carrillo, primera vez, llamado a España en 1520. Pedro Vázquez de Mella. El 6 de julio de 1520 escribió Rodrigo de Figueroa al Emperador: «Hago saber a V. M. que, por ausencia del licenciado Carrillo, que V.M. manda ir a Castilla, yo puse por fiscal de esta Audiencia al licenciado Pedro Vázquez de Mella, que acá estaba, el cual sirve el oficio muy bien, porque es muy buena persona y muy 287 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO fiel al servicio de V.M. Ahora es muerto el licenciado Velásquez, cuyo era el dicho oficio. Suplico a V.M., porque el dicho Pedro Vázquez es tal persona cual pertenece para el oficio, que no lo remueva, antes de nuevo le haga merced de él y se lo mande servir, porque es persona que sabe mucho en estas partes»; AGI, Patronato 174, no 19.— Debió de durar poco en el puesto, aunque siguió viviendo en la ciudad. Licenciado Francisco de Prado: su título de Pamplona 28 de diciembre de 1523; AGI, Contratación 5090, dase también la fecha de 23 de octubre de 1524. Bachiller Pedro Moreno, interino, en el oficio en 1525. La abundancia de litigios entre vecinos por alquileres de indios encomendados, mudanza que éstos hacían de amos, y añagazas entre españoles en materia de piezas de negros y reencomiendas privadas de indios, no habiendo fiscal titular (y aún habiendo), dio ocasión a dividir el trabajo para adelantar en las resoluciones de causas y se creó un profiscal con nombre de “letrado del rey”, «como abogado en todos los pleitos e negocios tocantes a la hazienda de V.M.» (en la pluma del Secretario de la Audiencia, Diego Caballero); como tal letrado el lic. Cristóbal Lebrón cobró desde el segundo tercio de 1520 hasta fin de enero de 1525; le sucedió en esta abogacía el lic. Juan Carrillo desde 1 de mayo de 1525 hasta principios de julio de 1527, y parece que por más días, por no ser competente cómputo el de cobro de salario por tercios del año, y es lo que se ha anotado; y a Carrillo sucedió el licenciado Pedro de León, que aparece cobrando el tercio postrero de 1527, y cesó en fin de junio de 1528. Lebrón tuvo por el oficio salario de 50 pesos al año; los otros dos, de sólo 25 pesos. Licenciado Hernando García de Montalván. El contador interino Diego Caballero al Emperador en carta de 27 de octubre de 1528: «asimismo enbió a mandar a V.M. que treinta y cinco pesos de oro que se dava a un letrado porque entendía en los pleitos y negocios tocantes a la hazienda de V.M., que no se diesen y que el fiscal lo sirviese pues lleva salario; es poco el salario que se le da por tanto trabajo….. » Y del fiscal, «que es el licenciado Montalvan» dice: «y nunca yo estaría satisfecho de poner pleito mío en sus manos»; AGI, Patronato 174, nº 40. El sujeto, con real cédula dada en Toledo el 22 de octubre de 1525, anduvo pisando los talones de Fr. Pedro Mejía, franciscano, repartidor de indios, para tenerlos conforme a la cédula, y se quejó en 1530 de no haberlos recibido porque el fraile los dio a Hernando de San Miguel, «que no era casado, ni tenía muger ni hijos» : AGI, 288 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Fuenleal, Zuazo, Infante y Vadillo dieron aviso de haber muerto el licenciado Montalbán que hacía el oficio de fiscal, y por no haber de quien echar mano, pidieron persona que lo hiciese; AGI, Santo Domingo 49. Licenciado Antonio López de Haro; su título de 20 de marzo de 1532 (E. Schaefer). Los Oidores, en carta de 27 de abril de 1534 dieron aviso de que el fiscal Haro falleció, como habían escrito en otra; y que en su lugar habían metido al licenciado Francisco Ruíz, que había llegado a la isla en la compañía del Obispo de Santa Marta [Alfonso de Tobes]; y pidieron para el mismo el oficio; AGI, Santo Domingo 49. Licenciado Francisco Ruíz, ut supra. Licenciado Francisco de Orantes; su título de 6 de agosto de 1534; murió en el oficio. Bachiller Juan Carrillo, interino hasta la llegada de Frías. Licenciado Juan de Frías; su título de 27 de marzo de 1536 por muerte de Orantes. «En beynte y dos de noviembre (1536) dí e pagué al bachiller Juan Carrillo, por libramiento del Presidente e Oydores fecho a nueve de setiembre de quinientos e treynta y seis años, diez y nueve mill e cuatrocientos mrs. que ovo de aver de su salario de fiscal hasta tres de setiembre que se recibió por fiscal el licenciado Frías, a razón de cincuenta mill; que llevaba cada un año con el dicho oficio; AGI, Contaduría 1051. Fué despachado con comisión a Venezuela para enderezar los asuntos de Jerónimo de Ortal, en 1537; y logro tardío de venganza fué el intento de asesinato de su persona cuando tomaba el fresco en la puerta de su casa una tarde de 1540; Juan de Castañeda, prior comisionado en el propio asunto, cargó con la responsabilidad de aquella maldad de tanta hazaña; AGI, Santo Domingo 49. Todavía cobraba desde el año de 1540 hasta el 24 de noviembre de 1544, paga de 4 meses y 23 días en el oficio; AGI, Contaduría 1051. Antes del retorno de Frías. Doctor Juan Blázquez, sustituto, ausente Frías; hay una paga de su salario del 1 de enero al 8 de mayo de 1537; AGI, Contaduría 1051. Licenciado Francisco de Escobar; sustituto, ausente Frías; cobró los tercios primero y segundo de 1539, y del tercero lo caído «de dos meses y veynte y tres días que sirvió el oficio de fiscal»; AGI, Contaduría 1051. 289 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Alonso Domínguez, sustituto de Frías, que cobró tres meses y siete días del oficio en 26 de enero de 1540, retornó Frías al puesto, y cobró en el principio de sus pagas por un tercio corrido el 21 de octubre de 1540; AGI, Contaduría 1050. Bachiller Juan Carrillo, en sustitución de Frías, mal herido, hasta 1542 y en adelante cobró solamente como abogado de pobres; AGI, Contaduría 1051. Licenciado Fernando de Escobar, interino; ejercía en julio de 1546; AGI, Justicia 33. Licenciado Alonso Estévez, interino ya en 1546; pasó a Cuba para residenciar a Juan de Juanes (hay un intersticio en la determinación de quien ocupó después el puesto). Por real cédula de Valladolid 7 de octubre de 1559 se mandó a la Audiencia que informase sobre la persona de Estévez, que había representado llevar ya ocho años de fiscal interino de la Audiencia con todo celo e integridad y pidió el título de propiedad, y por real título de Toledo 20 de junio de 1560 se le dio la propiedad del oficio; AGI, Santo Domingo 899. Licenciado (no mencionado el nombre) Cabrera, interino por enfermedad de Estévez; ejercía en abril/mayo de 1561; AGI, Santo Domingo 71; Justicia 35. Este sujeto acababa de volver de Cubagua y Margarita, a donde fue por juez de residencia; AGI, Santo Domingo 71. Doña Aldonza Manrique, gobernadora de la isla Margarita, que buscaba marido para su hija Marcela, le había hecho su teniente, pero le despidió por sus mañas y también por haber conocido la prestancia y gallardía del capitán don Juan de Villandrando (de la fracasada expedición de Jaime Rasquín, que iba al Rio de la Plata, y se dispersó en Santo Domingo en 1559); Cabrera soltó su lindo oficio de fiscal para ser fiscalizado por mal entretenido en negocio de distracción de negros en la Margarita, y don Juan de Villandrando acabó la vida, en plena luna de miel, cosido a puñaladas por los esbirros del gran diablo Lope de Aguirre, el famoso tirano que había hecho irrupción en aquella isla. Licenciado Juan de Villoria, sustituto, por Estévez; ejercía ya en 4 de agosto de 1562 y lo era todavía el 10 de febrero de 1563; AGI, Santo Domingo 71. Licenciado Diego de Santiago de Riego; su título de Madrid 2 de abril de 1566, por enfermedad de Estévez (tullido); AGI, Santo Domingo 899; Contratación 5090. Se embarcó en Sanlúcar de Barrameda el 28 de julio de 1566 y llegó a su destino el 15 de agosto 290 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO siguiente; AGI, Santo Domingo 71. El Visitador Juan de Valdivia le declaró suspenso. AGI, Santo Domingo 71, y por real cédula de Madrid 21 de abril de 1571 fué revocada aquella sentencia; AGI, Santo Domingo 899. No ejerció más en Santo Domingo, y en el oficio que en otro destino se le dió, fué asimismo suspendido. Bachiller Francisco Tostado de la Peña, interino, con nombramiento de la Audiencia de 25 de septiembre de 1571, por suspensión de Riego; AGI, Santo Domingo 24.50. Introduce la Audiencia como cofiscal al bachiller Ramírez de Sosa; ambos fiscales, en vista de no entenderse los oficiales reales con sus nóminas para paga alguna, acudieron al Rey pidiendo remuneración, conforme a lo practicado hasta entonces. Por real cédula de El Pardo 12 de noviembre de 1572, se mandó a la Audiencia que informase sobre el caso y que se había dado a los fiscales interinos, y por otra de El Pardo 20 de septiembre de 1573 se ordenó a los oficiales reales que pagasen a Tostado de la Peña todo el tiempo que sirvió desde la suspensión de Riego hasta que fue provisto el sucesor titular; AGI, Santo Domingo 899. Cesó Tostado el 4 de agosto de 1573 por la llegada del titular; AGI, Contaduría 1052. Licenciado (nunca se expresa el nombre) Céspedes de Cárdenas; su título, en lugar de Estévez, enfermo habitual, de Monzón 23 de septiembre de 1563; licencia para ir a su destino con mujer e hijos, y orden expresa de haber de asistir con los oficiales reales a las visitas de los navíos; AGI, Santo Domingo 899; Contratación 5090. Recibió primer salario «por ocho meses y diez y siete días que sirvió desde treze de abril de sesenta y quatro, que se hizo a la vela en Sanlúcar para venir a servir el dicho oficio hasta en fin de diziembre del dicho año, a razon de trezientos mill maravedís por año»; AGI, Contaduría 1052. Pasó a ser fiscal de la Audiencia de Méjico con título de 2 de abril de 1566 (Shaefer). Licenciado Miguel de Pinedo; su título de San Lorenzo 26 de mayo de 1572, AGI, Santo Domingo 899. Su primer salario «desde veinte y seis de junio del año de 1573 que se hizo a la vela en la ciudad de Sevilla»; AGI, Santo Domingo 71: Contaduría 1052. Había llegado a la Isla con mujer e hijos el 11 de agosto del mismo año; AGI, Santo Domingo 71. Cesó con todos los demás ministros el 19 de abril de 1576, y más tarde se le hizo fiscal de la Audiencia de Guadalajara con título de 1578. Doctor Diego de Villanueva Zapata, ut supra. Le siguieron en los días de González de Cuenca: 291 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Licenciado Gaspar de Torres, interino (primo de Villanueva Zapata), criollo de la Isla que había estudiado leyes en la Universidad de Méjico; quien hizo el juramento de oficio el 27 de octubre de 1578; AGI, Santo Domingo 51. v Licenciado Juan de Larieta; su título dado en Carranque el 13 de mayo de 1578; AGI, Santo Domingo 899. Su primer cobro de salario fué «de cinco meses y veynte y cinco días que sirvió de fiscal, que corrieron desde honze de marzo pasado deste presente año, que fue quando se hizo a la vela desde el puerto de Sanlúcar de Barrameda para esta dicha ciudad, como consta por un testimonio que dello presentó, que pasó ante Alfonso de Castierra, escrivano, que está en poder del contador Juan Bautista de Berrio, y se cumplieron en fin de agosto deste año [de 1579]. El último cobro «hasta siete de henero deste presente año (1583) que fué suspendido por auto del licenciado Rodrigo de Ribero, Visitador desta Real Audiencia»; AGI, Contaduría 1053. En 1585 se registró una partida de satisfacción de 276.061 mrs., que se dieron a «María Gutiérrez de Castaño, viuda, muger que fué de Domingo Larieta, vecina de Valladolid en Castilla, como heredera del licenciado Larieta, su hijo, fiscal que fué desta Real Audiencia, que es difunto, al qual se le devían por su salario de fiscal desta Real Audiencia, de siete meses y honze días que estuvo suspendido por mandado del licenciado Rodrigo de Ribero, Visitador»; AGI, Contaduría 1063. Cantidad que llegaba al 18 de agosto de 1583, en que falleció Larieta. 94.—De los tres primeros cuidados de este Presidente, es a saber: el remedio de la moneda, visita de la tierra adentro que cada año había hacerse por un oidor para juzgar los casos de contrabando o comercio ilícito que de otra manera no se hubiese apoderado la Audiencia, y la fundación de nueva villa en la banda del Norte de la isla en el sitio que por el nombre de un río fué nombrada Bayajá, este último cuidado es el que se trae por extenso en el presente estudio, como negocio que de suyo habría sido el estable­cimiento de un poderoso mural que contuviese y aun inutilizase al enemigo que, por apoderarse de la tierra, primero quisiese tomar o arruinar aquel estorbo. Sino que se puso en manos de quien carecía de medios y de pujanza de ánimo y de talento que aparentaba tener, y 292 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO lo trabajosamente comenzado, habiendo recibido adelanta­miento en fuerza de nueva convención con ter­cero, se conservó agonizando y, al fin, paró en nada cuando de un plumazo y por creer en la eficacia del arbitrio conservador de un Baltasar López de Castro, se firmó la despoblación de los pueblos de la banda del Norte, treinta años no cumplidos de haber sido fundada la villa. 95.—Fundación de la villa de Bayajá. -Morador fué en Santiago de los Caballeros un Alonso de Encinas y pretendiente allí a un regimiento perpetuo, que no logró, pasó poco después con el apetecido puesto a la ciudad de Santo Domingo y siendo notoriamente tenido por hombre de pro y báculo potencial de pordioseros políticos (por ser hermano de Diego de Encinas, oficial de la Cámara de Justicia del Consejo de las Indias, el mismo a quien, siendo ya el más antiguo, hubo de dársele la comisión de hacer una recopilación de las Leyes de Indias), como el Visitador Juan de Valdivia declarase suspenso del oficio al tesorero real de la isla Diego Jiménez de Peralta, fué metido en su lugar y en su ejercicio estaba confiado de recibir el título de propiedad, solicitado por la vía privada del escudo frater­no, cuando el suspenso, que no se había conforma­do con la pena sin reclamar apelación, vociferó ha­cer viaje hasta donde se atendiera bien que no era condigna pena de los cargos contra él hechos, si en la suspensión había interferido un propósito de mejorar el estado de colega en el Concejo de la Ciudad, el propio Alonso de Encinas. Este, a quien no tocaba desvanecer que la suspensión de aquel era correspondiente a cargos bien justificados, pero si que Valdivia no ejecutó ningún designio que trajese en su pecho de haber condescendido a insinuación o cohecho del oficial de la Cámara de Indias, nada perezoso entabló también viaje para presentarse en Corte, y el broquel que el Cabildo de la Ciudad le prestó de enviarlo como Procurador suyo, fué el mismo con que todos regidores espe­raron parecer gananciosos, siendo puntal tan recio en el Consejo de las Indias hermano suyo, para lo­grar pretensiones siempre despreciadas por los de la Audiencia. Y Encinas, tan aliviado 293 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO y honrado salió de Santo Domingo bien presto, por ganarle días a su émulo, o en su persona, o por remisión de cartas. 96.—La documentación existente y vista da resuelta con mucha prioridad la pretensión de Encinas sobre la de Jiménez de Peralta, y con mucho más bulto de papeles una de las diligen­cias de Encinas no especificada en las instruc­ciones que llevó consigo ni en las que más tarde se le enviaron, en general bien atendidas. No pudo aclarar Encinas su situación porque Jiménez de Peralta primero había de ser oído hasta su­cumbir o triunfar, y así hubo de echarse por un trillo nuevo que fuese de interés para el Consejo de las Indias y un bien notorio de la Isla. Eligióse por negocio de importancia (y que requería un trabajo de leva por comisión especial), el remediar el exceso de despoblación que había y necesidad de labradores, cuya falta era tan generalmente sen­tida, no ya a raíz de la destrucción de las semen­teras en ocurriendo huracanes, sino mucho tiempo después, como asimismo de oficiales mecánicos al propósito de restaurar molinos y calderas en los trapiches e ingenios, asolados durante las mismas adversidades comunes, y hubo de estimarse muy necesario este refuerzo para más facilitar el fin de aquella real cédula de 19 de enero de 1573, de que ya se hizo mención (expedida sin expresión de sujeto suplicante, y parece que fué Encinas el in­ ductor de aquella, nada atendida, orden), por la que se mandaba a la Audiencia poner en ejecución el apartamiento de lugares solitarios de moradores de la tierra que no frecuentaban pueblo al­guno, que vivían como “chivos sin ley”, y que a su placer se comunicaban con corsarios y mantenían con ellos tratos y contratos, preveía la concentración de muchos en sitios alejados de aquellos parajes de difícil vigilancia, en el caso de no recogerse a los pueblos de la costa, en que se consideraba haber defensa contra insultos de enemigos. Si, pues, se daba fomento a un nuevo pueblo en lugar a propósito para defender la tierra, abríase el camino para facilitar la des­ocupación de lo despoblado, y no dejarían de darse providencias en favor de aquéllos que así obrasen conforme a la real voluntad, 294 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO visto el parecer que a su tiempo manifestase la Audien­cia cuando llegase a hacer juntas con el Adelantado Pedro Menéndez de Avilés para dicho efecto. Fuertemente agarrado a esta tabla sal­vadora Alonso de Encinas con el asesoramiento de su hermano y lo demás que éste hiciese mediar, dióse la licencia conveniente para que el “interesado” en aquella fundación buscase hasta cien hombres, que la mitad fuesen casados y la otra mitad solteros, los 90 labradores y el resto de oficios mecánicos, principalmente caldereros. Cuando en este arduo negocio estaba el Encinas, un tercero entremetió en el asunto de la fundación la especie de que el pueblo se edificase con los vecindarios unidos de Puerto Real y Monte­cristi (sobre que había memoriales y peticiones), y con Fortaleza, y sus moradores tuviesen armas, y pudiesen gozar del quinto de las presas que tocó en lid a corsarios de todas naciones y a mercade­res portugueses que tan intensamente tenían intro­ducido en Indias el comercio clandestino, y que la fundación fuese de un semillero de corso español, (que, de haber llegado a tener estado de tal, se habría convertido en una gran ciudad con las espaldas guardadas y todo el mar y costas de islas tan limpias de ladrones que nunca hubieran podido extranjeros hacer aquella gran ladrone­ra de la Tortuga cuando en 1630, poco más o menos, los filibusteros hicieron en ella su nidal del que irradiaron sus actividades a la tierra grande de la Española, para ir haciendo cada día menor el dominio del monarca español en ella). 97.— Este nuevo aspecto de la fundación del pueblo fué mandado conferir secretamente con Encinas por si era hombre de bríos y de acción que se empeñara en ello con el Consejo; y como no quisiera perder en lo mismo que tal vez podría ganar más, asintió y, desde luego, las reales cédulas que iban dando forma al asunto fueron escritas con discriminación de intento; las que tocaban a los movimientos de Encinas se le dieron para usar de ellas y embarcarse con los que debía llevar consigo, y las que contenían merce­des y oficios para el fundador y pobladores fue­ron encaminadas a la Audiencia, a quien se dió facultad para calificar la idoneidad del 295 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO sujeto, con encargo de ir despachándolas a tiempo y sa­zón que justamente fuese un hecho cumplido lo que a Encinas correspondía hacer en el efecto de la población. Hubo de darse a este sujeto la orden de embarcarse y mandar a la Casa de la Con­tratación ser breve en su despacho, pero la impe­dimenta de hombres no era liviano negocio te­nerse lista sino con exceso de fatiga, a que se le juntó la pena de haber de restituirse a Santo Do­mingo sin el acariciado título de tesorero real, blanco constante de su amor propio. Real cédula: «El Rey, Francisco Duarte, nuestro factor de la Casa de la Contratación de la ciudad de Sevilla: En el nuestro Consejo de las Indias se ha visto un Memorial que Pedro Gutiérrez de Padilla ha dado, cuyo traslado se os envía firmado de Juan de Ledesma, nuestro Secretario de Gobernación del dicho nuestro Consejo, sobre la población y fuerte que dice conviene se haga en el puerto de Bayajá a la banda del norte de la Isla Española; y porque Nos ha parecido será bien que se trate lo contenido en el dicho Memorial con Alonso de Encinas, para que si fuere conveniente se haga la dicha población con los labradores que lleva a su cargo a la dicha Isla Española, y le mandaremos enviar provisiones y recaudos necesarios para ello y para repartir las sabanas que están en la comarca de dicho puerto que no estuviesen dadas a otras personas para que las puedan repartir entre los pobladores, y que a él se le haría merced de la alcaldía de la dicha fortaleza y del oficio de la alcaldía ordinaria de dicha población; os mando que tratéis con el dicho Alonso de Encinas secretamente e informándoos debajo del mismo secreto de algunas personas que os pareciere que tengan práctica en este caso, y enviaréis relación al dicho nuestro Consejo de lo que cerca de esto platicáredes con el dicho Alonso de Encinas para que, en su vista, se provea lo que convenga. Fecha en Madrid a veinte y tres de marzo de mil y quinientos y setenta y cuatro años.— Yo el Rey.— Por mandado de S.M., Antonio de Eraso, señalada de los del Consejo» AGI, Santo Domingo 868, lib. 3, f. 45v. v Don Antonio Henríquez Pimentel (hijo del que fué tesorero real de Puerto Rico don Juan de Castellanos y de doña Ana Pimentel), residente y vecino de Santo Domingo, estando en Corte en demanda de ambiciosas pretensiones, tales como el privilegio de no ser molestado en Santo Domingo y Puerto Rico para buscar entierros v 296 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO guacas y tesoros de indios, que se le diese el hábito de Caballero de la Orden de San Juan (y consiguió), y ser capitán general de las galeras, con amplias pruebas de ser un trotamares cabal (y no consiguió, si bien, puestas galeras más tarde, metió en una a su hijo Antonio Henríquez de Castellanos), fue uno de los señalados para exponer o dar su parecer en lo tocante a Bayajá, y se explayó de esta manera: «El mandar V.S. I. que los dos lugares de Montecristi y Puerto Real se junten y se haga de ellos un pueblo en el puerto de Bayajá, lo tengo por negocio que conviene al servicio de S.M. y que los de la tierra ganan en ello, porque los puertos donde agora están formados, son puertos abiertos y que no tienen defensa, y así a esta causa no van a aquella banda del norte navíos, como solían ir, de islas y de otras partes con licencia de S.M., que les llevaban y proveían según lo que hemos visto, cada día ha de ser menos, y temo que ha de venir tiempo que no haya más vecinos ni otros pobladores en la ciudad de la Vega de los canónigos que allí quisieren estar, que serán pocos; y si no fuere algún clérigo, no habrá otro que quiera allí residir, por ir en tanta perdición como aquello va, y podráse pasar el nombre de Ciudad al nuevo pueblo que, como hechura de V.S.I., tenga toda autoridad» ; AGI, Patronato 172, n. 20. El licenciado Ovando, a quien se dirigió la carta con este sólo asunto, hizo por sus hechos, oyendo a Diego de Encinas, mala sombra a su propia habilidad y buen discernimiento; lo que se dice aquí para contraponer a la indicación que de mano mal conducida y muy posteriormente, de ser carta escrita en 1521, pues el verdadero año fue el de 1575. 98.— Era Presidente del Consejo de las In­dias don Juan de Ovando, quien había propuesto a los Consejeros (si no convencidos, a lo menos convenidos) de que la provisión de cargos en las Indias fuese por sola mano del Presidente. A es­te privilegio en el orden de procedimiento no po­día acompañarle siempre una exquisita prudencia si, habiendo alguno apoderado de la voluntad de Ovando, se introducía suavemente en sus de­terminaciones, no dándole tiempo para sopesar el pro, y el contra de juntar en un solo candidato comisiones u oficios que mutuamente se excluían por su propia naturaleza. Cuando Encinas, recal­citrante para volver con las manos vacías, se de­jaba llevar de las demoras de terceros, Ovando murió 297 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO (8 de septiembre de 1575) y, fuese por es­ta circunstancia, o porque ya habíase dado curso efectivo, aunque lento, a la justicia solicitada por Jiménez de Peralta, ello es que el interino en la Presidencia del Consejo, licenciado Miguel Ruiz de Otalora, debió de ver el negocio de la fundación del pueblo como simple tanteo, y todo lo decretado hasta entonces como meras pro­videncias adelantadas y prevenidas para cuando el sitio para la fundación y el sujeto de la fun­dación se reconociesen ser los que debían ser. Por lo tocante a Jiménez de Peralta, el medio más ex­pedito para conocer de su justicia, fué tomar por considerandos preventivos cuanto era de cargo y de descargo, a virtud de la sentencia de Valdivia y defensa que el suspenso hizo de si, y dar comi­sión a González de Cuenca para que se ocupase en la toma de cuentas del extesorero, con que Enci­nas vino a quedar expedito para usar del oficio que le dió la Audiencia por todo el tiempo que durase la comisión conferida al Presidente Cuenca, sin inquietarse ni ser inquietado en respecto del otro grave negocio que virtualmente había dejado de ser obligación propia, si ya el Consejo reputaba su idoneidad conforme a juicio y parecer de las autoridades de la Isla. Y se embarcó con menos de la mitad de pobladores que hasta entonces se le juntaron, todos atentos a marcar­se, en llegando, nuevo rumbo de vida, si la vida buena prometida quedaba en promesa. La otra mitad de la gente, por convenio de Encinas prometedor del oro y del moro, quedó a la diligencia de nuevo pretendiente de logros en Indias. v Reales cédulas: Fundación de Bayajá a cargo de Encinas: AGI, Santo Domingo 899. Madrid 18 de febrero de 1574.— A la Casa de la Contratación de Sevilla: que deje llevar a Alonso de Encinas, regidor y procurador de la Española, 100 hombres; los 90 labradores y los 10 oficiales de labrar cobre y hacer calderas y herramientas; los 50 solteros, y los casados lleven sus mujeres e hijos, haciendo antes información en sus tierras. Mismo día.— A la Casa, en orden al dinero que ha de dar a Encinas para que atienda a los cien hombres, según los vaya juntando. 298 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Madrid 5 de noviembre de 1574.— Licencia a Alonso de Encinas para que concierte los cien hombres que ha de llevar a la Española, y sobre los dineros que se le han concedido para el pasaje de ellos. Villaseca 27 de abril de 1575.— Licencia para que pasen a Santo Domingo los cien labradores que lleva Alonso de Encinas. Madrid 5 de junio de 1575.— Título de alguacil mayor del pueblo que se funde en Bayajá para Pedro Gutiérrez de Padilla, con voz y voto de regidor en el mismo pueblo. (este sujeto había dado el arbitrio de que el nuevo pueblo fuese como cuartel general de vecinos-soldados contra corsarios, y primero promotor de la unión de las villa de Puerto Real y Montecristi en Bayajá, en nombre de vecinos de aquellos dos pueblos; no perseveró en esta categoría de alguacil mayor por ser aventurero en la elección de puestos y oficios, y parece fué el Pedro Gutiérrez que poco más tarde recibió título de escribano público de Santo Domingo.) Madrid 20 de julio de 1575.— A los oficiales reales de Santo Domingo: que no cobren derecho ninguno de las cosas que se lleven de España a la Isla para el nuevo pueblo de Bayajá; merced por cinco años. Misma fecha.— A la casa de la Contratación: que dé a Alonso de Encinas 400 ducados para que compre herramientas de edificar y cultivar en la fundación del pueblo de Bayajá. Madrid 22 de julio de 1575.— A la Real Audiencia: que haciendo Alonso de Encinas la población de Bayajá, le entregue el título de alcalde mayor de ella, de alcalde de su fortaleza, y demás títulos de mercedes; todavía no se ha tomado entera resolución sobre dicha fundación, y se le ordena que estudie si debe hacerse, vea si en el sitio hay comodidad y si Encinas es conocido como persona a quien se le pueda confiar la fundación, y en tal caso vaya entregándole los despachos a tiempo que ya pueda usar de ellos conforme al estado de la fundación. Madrid 25 de febrero de 1575.— Que Alonso de Encinas, como alcalde mayor de Bayajá, pueda proceder por sí contra los que dentro de su distrito contrataren o rescataren con extranjeros. Misma fecha.— Merced de las penas de Cámara que se hicieren en el distrito de la fundación de Bayajá para beneficio y fomento del mismo pueblo: valedera por diez años. 299 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Misma fecha.— A Presidente y Oidores de la Audiencia de Santo Domingo: den a los pobladores de Bayajá los negros cimarrones que se tomaren para que empiecen a edificar el pueblo. Misma fecha.— A los oficiales reales de Santo Domingo: den a los pobladores que van a fundar Bayajá diez vacas y un toro a cada uno: estos animales se conceden solamente a los que hicieren sus casas en el mismo pueblo. Misma fecha.— A la Casa de la Contratación: que despache con toda brevedad a Alonso de Encinas. Misma fecha.— Que la Audiencia de Santo Domingo envíe relación si conviene la fundación del pueblo de Bayajá según se ha tratado con Alonso de Encinas, el cual pidió por merced a favor del pueblo las monterías de Guaba por 30 años, para que estas montañas y lo que encierran sean del provecho de cuantos quieran poblar en Bayajá. Misma fecha.— Merced a los pobladores de Bayajá del quinto de lo que tomaren de corsarios y de portugueses; valedera por diez años. v El Pardo 20 de noviembre de 1575.— Título de Tesorero real para Alonso de Encinas, entretanto se toman las cuentas a Diego Jiménez de Peralta por el Presidente González de Cuenca.— AGI, Santo Domingo 899. v El 3 de marzo de 1576 se dan a Diego de Luna maestro de la urca en que llegaron 46 labradores y oficiales, conducidos por Alonso de Encinas, 30 ducados de oro por cada uno de ellos, en razón de pasaje y mantenimientos.— AGI, Contaduría 1052. 99.— Bien antes de tomar llaves y Caja, tan solícito fué en cerrar el pico a la gente que consigo trajo, que, al darles socorro para el sustento, los fué desatando de su tutela con avisos de buscar cada cual el acomodo según aficiones y disposiciones, conque estuviesen a punto, siendo llamados, para seguir camino y poblar en Bayajá (a lo cual se denominó repartimiento entre vecinos, y fué dispersarlos); arbitrio placentero pues los más que se decían labradores, ni eran ni parecían serlo, y aquella nube se desvaneció para Encinas, quien escribió a su hermano que, no estando la Tesorería en estado satisfactorio según la abundancia de papeles y de asientos sin hacer y 300 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO siendo tan recia esta obligación, menester era que, entretan­to se daba con sujeto suficiente que entendiese el negocio, fuese comisionado un Oidor por vir­tud de Real mandato, en quien sin estorbo de ob­jeciones, negaciones y demás demoras hijas del miedo general a corsarios y piratas, residiese la potestad necesaria para verificar la formación del pueblo. Por otra parte, sirvióse Encinas de la cir­ cunstancia de haber dejado en España, haciendo sus preparativos de embarcar, nuevo Presidente, nuevos Oidores y Fiscal, para bien esperar y ate­nerse a las últimas resoluciones emanadas del Consejo de las Indias tocantes a dicha fundación, y aún dilató el tomar la posesión del oficio por si en su postura frente a Jiménez de Peralta se cam­biaba la suerte de ambos, pues tan precaria había salido la suya para su duración en el oficio. No hubo accidente en ello y Encinas retuvo el oficio hasta quitárselo la muerte. v Alonso de Encinas.— Real cédula de Valladolid, 12 de enero de 1557, a Presidente de Oidores de Santo Domingo: que informen sobre la calidad en que se halla la ciudad de Santiago de los Caballeros, si hay en ella regidores perpetuos y cómo son elegidos éstos; porque se quiere atender a Alonso de Encinas, vecino de la misma, que ha pedido un regimiento perpetuo; AGI, Santo Domingo 899.— Diego de Encinas, estante en Corte, oficial del secretario [Ochoa de] Luyando, del Consejo de las Indias, presenta una información hecha en Santo Domingo en 1561 sobre Alonso de Encinas, hermano suyo, natural de Pamplona, con ocho años de residencia en la Isla y con el mérito de haber ido contra corsarios franceses que quemaron y robaron Puerto Plata en 1555; y pide, pues los oidores Cepeda (presidente) y Sánchez de Angulo aprobaron la información y que le tenían por caballero principal y de calidad, se le de el regimiento vaco que el difunto licenciado Lebrón de Quiñones tuvo en la ciudad de Santo Domingo; AGI Santo Domingo 29.— Se le da el título de regidor a Encinas, Bosque de Aranjuez 25 de mayo de 1563; AGI Indiferente General 2859, lib. 1 fol. 140b.— Habiendo suspendido el Visitador Juan de Valdivia al tesorero real Diego Jiménez de Peralta en 1572 (con título de Monzón de Aragón 14 de octubre de 1563 y posesión tomada el 29 de mayo de 1564; AGI, Contaduría 1052), fué 301 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO nombrado Encinas por la Audiencia en su lugar, pero en el mismo año pasó a la Corte por procurador de la Isla por instrucciones varias y sin las del Concejo, y se le enviaron con fecha de 23 de marzo de 1573; AGI, Santo Domingo 73.— Mientras estuvo en la Corte no le causó inquietud el suspenso Jiménez de Peralta en 1572. Valdivia había elegido en medio antidefensivo, porque levantó la suspensión temporalmente para que otro juez (menos murmurado) revisase las cuentas, y conforme a las resultas, ejecutase la suspensión impuesta, o la procedente y, habiendo tocado la ejecución al fiscal Miguel de Pinedo mandó primero reconocerlas por un perito (Simón de Bolívar, que a tanto de letras y guarismos las halló buenas; AGI, Contaduría 1052), pero Pinedo estrechó bien al inculpado y lo metió en la cárcel, pues su honestidad había consistido en... «lo otro, porque el reducir el alcance de mala moneda a buena razón el peso como oy vale, ni la Audiencia tiene comisión, ni los dichos jueces [Presidente y Oidores en la toma anual de cuentas] lo pudieron hazer; pues está claro que al tiempo que recivió cada peso valía más que quatro reales, y reducillo a uno, haviendo traido fuera de la Caxa siempre la moneda e traido e aprovechándose de ella, es grande agravio»; AGI, Contaduría 1052. La suspensión se hizo efectiva y el condenado apeló. Aquello se halló confuso, se dió comisión al nuevo Presidente para tomar las mentadas cuentas, y a Alonso de Encinas, en cuyo miramiento se acudió a tal arbitrio, se le despachó título de tesorero por el tiempo que se revisaban las cuentas y hasta la aprobación de lo resultante, cédula de El Pardo 20 de noviembre de 1575, AGI Santo Domingo 899. El agraciado entró en Santo Domingo el 9 de enero de 1576, esperó la llegada de Cuenca (18 de abril siguiente) y, publicada la comisión contra Jiménez de Peralta, tomó Encinas la posesión del cargo el 25 de abril; AGI, Contaduría 1052.– En cuanto a la presteza del juez en esta causa, se considera una razón que se conoce por esta incidencia: Por real cédula de Aranjuez 15 de mayo de 1577 se mandó decir a Cuenca: «En el nuestro Consejo de las Indias se ha entendido que tenéis particular amistad con Alonso de Encinas y otras personas de esa Isla, y que en algunos días que los Oidores se han juntado a comer con vos,, le habéis sentado a vuestra mesa y paseado en un coche públicamente por esa ciudad con el susodicho; y porque esa parece demasiada familiaridad, estaréis advertido de mirallo y reformallo de manera que se excusen los inconvenientes que dello se pueden seguir»; AGI Santo Domingo 868, lib 3, f. 17.— Murió Encinas el 18 de agosto de 1579, AGI Santo Domingo 74, y la audiencia 302 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO hizo tesorero interino a don Pedro de Quero, hermano del oidor licenciado Esteban de Quero. Fue desaprobado tal nombramiento por ser voluntad del Rey que el tesorero no tuviera pariente entre los ministros de la Audiencia cédula de Aranjuez 9 de marzo de 1580, AGI Santo Domingo 868, lib. 3, f. 95, y dióse título de tal tesorero por “suspensión de Jiménez de Peralta, Talaveruela 20 de mayo de 1580, AGI Santo Domingo 899, a Melchor Ochoa de Villanueva.— Cesó Quero el 22 de septiembre de 1580 y entró interino Cristóbal de Tapia Porres, quien fue desplazado por Ochoa el 20 de noviembre siguiente, AGI Contaduría 1052.— La causa de Jiménez de Peralta terminó y por real cédula de Lisboa 6 de agosto de 1581 se mandó a Presidente y Oidores que dejasen entrar de nuevo al predicho sujeto por haberse cumplido el tiempo de cinco años de suspensión que la impuso Valdivia; AGI, Santo Domingo, 899, pero Ochoa siguió tesorero hasta fin de 1584, que entró nuevo titular, Fernando de Laguna, y lo fue hasta su muerte en 1593, Jiménez, o porque no aceptó aquel epílogo de su causa, o porque estuviese enfermo, o porque Ochoa valía, y hacía con gusto y acierto, demás del oficio, tareas de sobrestante administrador de obras de fortificación y era acepto, no usó o no pudo usar de aquella última cédula. En 1586 era ya difunto. Si juntamos al cargo, supra, hecho por Pinedo al tesorero titular Jiménez de Peralta, la denuncia del gobernador Ovalle contra el que fué tesorero titular Ochoa de Villanueva (carta de 31 de enero de 1587; AGI, Santo Domingo 43) de que vendía el peso de oro, con valor de 16 reales, en 32 reales, se hallará que el titular entre uno y otro, Encinas, reconoció muy ciertamente dónde estaban sus provechos, no precisamente fundando por su persona el pueblo de Bayajá. 100.— Es constante (y suele ser insuperable) en la vida de relación entre contratantes, como entre superior y súbditos, como entre amigos, etc., que cuando urge el cumplimiento de un deber cualquiera, éste se ejecute o cumpla según la letra que a la cosa toca, y no según el espíritu que, como presupuesto intencional, debe informar la cosa. Aquello se hace sin animación de tal espíritu, y se recibe y admite, y se está a la expectativa de contingencias cualesquiera, y cuando viene a verse que es un cuerpo sin alma, no hay ya dónde poner los ojos para dar vida a lo que debe tenerla, y todo pasa como 303 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO negocio que salió atravesado, o como esfuerzo fatalmente fallido; y aunque en muchos entuertos las responsabilidades civiles suelen perdurar después de la muerte del enjuiciado, en otros miles, cuando los casos semejantes coinciden o se acumulan, acontece por suerte ciega, impensada y por ninguno premeditada, lo que a pensamiento hecho y providencia simple sucede a cien mozos llamados a filas, y de los que han de tomarse veinte; que las bolas numeradas del uno al veinte hacen soldados a cada uno de esos veinte sorteados, y los ochenta restantes siguen su vida libres de pensión o de servicio. Era propio espíritu de aquella providencia de fundarse pueblo en el sitio de Bayajá hacer una población dotada de defensa contra enemigos, llamando para ello a los mismos que se suponía, y así confesaban ellos estaban necesitados de defensa, y se colegía también que por falta de dicha defensa eran menos animosos para servir al Rey defendiendo la tierra y lo propio; de que se originaban cobardías en unos, libertad en otros, y en todos una sumisión involuntaria a la contratación con extraños, so pena de su indignación y consiguientes males. Esto en parte era cierto, pero no todo ni en toda coyuntura, porque el reclamo de defensa, la suplicación al Rey, se hacía cuando extranjeros perjudicaban por carecer de antecedentes de amistad y conciertos con los de la tierra, y lo que menos importaba era recibir defensa del Rey, siendo visto el seguro y a liberal alcance y la ofensa eliminada… Un código de honor entre vecinos resolvía todo por vía del hecho, negociándose por mano de leventes, gente dispuesta a salir de la tierra con algun ungüento, y, venido juez, los testigos requeridos por ley para declarar, así probaban inocencias, que ningún vecino pudo ser deservidor de S.M., y que éste inculpado había servido con una carreta y dos esclavos al Rey en tal ocasión, y ese otro por haber dado para los peones del Rey media arroba de cazabe, y aquel otro por haber contenido con su espada a una docena de franceses en función de armas (pero en clase real de sainete), eran dignos de que el Rey nuestro Señor les hiciera grandes honrosas mercedes… por finos y leales vasallos… 304 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Jerónimo de Torres en su relación, ya citada, donde va enunciando los puertos en que debía ponerse justicia cierta que evitase y castigase el comercio con extranjeros, escribió: “Do es menester más recaudo es en los pueblos de Puerto de Plata y Montecristi y Puerto Real y la Yaguana; porque; aunque Puerto de Plata tiene puerto guardado con fuerza, es para que no entren dentro, pero a seis y ocho leguas y diez y veinte de allí, a sus propios hatos en la costa a su salvo hazen sus contratos y la Fortaleza sirve de personaje. Y este Puerto de Plata y Montecristi y Puerto Real puede gobernar uno. Están estos tres pueblos a sesenta leguas, y setenta, y ochenta leguas de Santo Domingo, y Puerto Real y Montecristi son malos puertos que no se pueden guardar, y puede V. A., como ellos propios an pedido, mandar pasarse en uno a poblar el Puerto de Bayajá, que tienen a seis y ocho leguas de ambos pueblos, porque ellos lo piden y que sea a su costa. A.V.A., aunque les diese alguna ayuda, le será mejor y será más servicio y se hará un muy gentil pueblo, porque el Puerto de Bayajá es el mejor, como arriba digo, que ay en todas las Indias y aun en España. La boca es muy angosta, que un ombre con la mano pasará de un cabo a otro una piedra; es muy fondable que qualquier nao por grande que sea entrará en tierra dos leguas, y adentro es muy ancho mar muerto y muy hondo para surgir, limpio y apacible desembarcadero… Tiene a un cabo unas isletas dentro del puerto provechosas para dar carena a las naos y puédese poner a poca costa guarda a la entrada, lindo sitio para hazer el pueblo, y junto aquí estos dos pueblos un juez los puede gobernar y será población junta de más de doscientos vecinos, sin oficiales y mestizos y mulatos que, aunque éstos en indias hazen pueblo, allá no llaman vecino sino al que tiene hacienda en el campo, ingenio, o estancia, o vacas; y puede este gobernador gobernar a Puerto de Plata, que es veinte leguas de Bayajá, y las haciendas allá están juntas las unas de las otras, y este gobernador hazer como arriba tengo dicho y especificado. –Relación de 1576. v En este mismo Memorial decía Torres, sin meterse en señalar personas: “el estilo que todos estos vecinos destos pueblos tienen para hacer estas contrataciones es gracioso; Ora sea do ay oro no más y perlas, ora sea do ay cueros y açucar y cañafístola y guayacán, que todo es uno y pasa de una manera. Por su persona ninguno lo hace, mayormente los poderosos y ricos, sino a la noche y mañana salen a vistas del pueblo para que no digan ni se pueda dezir que faltan del v 305 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO pueblo a las coyunturas, pero ay en el pueblo personas solteras de confianza y hazen que les vendan la cantidad de cueros que cada uno quiere tratar, y dale cédula para que en sus hatos se los den y pongan a la lengua del agua y, puestos, este tal que sirve de corredor compra del portugués o francés lo que le es mandado y luego lo entrega, y este tal corredor debe de hazer por cada que se le encomienda y lo haze sin falta, y al cabo de la feria él queda aprovechado y los por quien hizo, contentos; y procuran a trueque de algo que dello no resulte pleito, y no los puede haber porque con la contratación es cuando no queda rastro dello. Y si viene juez, que viene después de la tormenta como San Telmo, no halla rastros, ni aún aquellos que de corredores sirven, porque se an ausentado y no parecen, o an puesto mar en medio, y para otra cosa, si es pasado el juez, o vuelve éste o no falta otro, y algunos de éstos dejan la capa al otro, que no osan esperar porque van bien aprovechados, y como la tierra es larga y la gente muy poca, puédense esconder y no averiguarse nada. Todos estos pueblos se gobiernan por alcaldes ordinarios y vecinos, excepto las gobernaciones do los ay, que V. A. lo sabe, do están estos gobernadores estórbase conocidamente esto, aunque a vuelta de cabeza hazen como todo, poco menos; que, do no los ay, estos alcaldes, por la razón que arriba digo y por la orden que digo, hazen contratación tan bien como los demás y todos son compadres y se guardan la cara en esto. Y es cosa donosa que los ve en esto del callar las contrataciones son como hermanos”. 101.— González de Cuenca, con aquellas Reales cédulas de entrega señalada para Alonso de Encinas según los adelantos del nuevo pueblo, y Encinas sin voluntad ni arbitrio para cumplir de suerte que su hermano Diego (que le encaminó a tales belenes a título provisional mientras daba con oficio más sosegado para aliviarse la vida), no padeciera revés ninguno, pronto llegaron a entenderse como conocedores del medio ambiente, y si lo mejor habría sido que el pueblo se hiciera con hombre integérrimo ayudado de otros que fuesen íntegros, no habiendo uno de entera satisfacción, habría de echarse mano de quien fuera de bastante aceptación, y era sujeto conocido; y a la manera de marido y mujer que quieren hijos honrados, sanos, sabios, fuertes, etc., lo primero que deben hacer es tener hijos y, teniéndolos, cuidarlos y levantarlos para 306 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO llegar a ser de esas conveniencias (obraje largo en el tiempo), así lo primero habría de ser hacerse el pueblo; y como los padres nunca consideran si son potentes para tener hijos de buena constitución desde que nacen, Presidente y tesorero convinieron en hacer el pueblo con la cooperación o medio que ni se podía desatender, ni mejorar, ni reconocer de mejor condición que la estimada por el común consenso; pues bien sabido es siempre y en todas partes que una pieza social como una pieza mecánica hacen su función perfectamente cuando se logra que estén puestas en el oficio o en el sitio que deben estar por ley de materia. Pero un diablo se parece mucho a otro diablo y son diablos bien diferentes, y cuando se acierta en una persona, aquello se reputa por un descubrimiento. Y el descubrimiento de lo ya descubierto, como en esta ocasión, se redujo a conseguir una voluntad provisional en defecto de la voluntad de Encinas, confesante no ser apto para aquella empresa. 102.— Ya era conocido como promotor de la unión de Montecristi y Puerto Real en el sitio de Bayajá un antiguo vecino de Montecristi, siempre mencionado como hombre rico, de influencia y de calidad, propicio a cooperar en cuanto las autoridades le insinuaban; empero, tan remirado por ser portugués, que nada firmaba sin la escudería de otras muchas firmas que velaban sus iniciativas y le presentaban como cooperador en obras o intentos, siendo en realidad el alma de tal movimiento. Su campo de operaciones fué la ensenada de Bayajá, se hizo rico, podia dar muchas veces tres, y otras tantas se tomaba treinta con que seguir indefinidamente dando tres; enjugaba lágrimas y allanaba apuros, vivía honrado, nunca delatado y tan dilatada fué su influencia en la región y fuera de ella que sus hijos hicieron ventajosos matrimonios, y él siguió siendo bueno y estimado generalmente hasta que, por salirse del cartabón de su vieja conducta, mostró quien era. Corría el tiempo de su buena estrella. Llamado a Santo Domingo este hidalgo portugués, de nombre Francisco Luis Carvallo, luego se ofreció lindamente a ejecutar con amor el servicio pedido, sin compromisos ningunos, pues era portugués y en empresas 307 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO con visos interesados podía ser sospechoso ante el rey, sobre todo si en ello se colaba algún oculto enemigo, que todos los buenos tienen sin saber. Manifestó que de ambos pueblos había partidarios para aquella unión, pero que no todos tenían parecer igual, había quienes se mudarían a expensas propias, y quienes necesitarían de socorro para mudarse y edificar, y como todos también soñaban con adquisición de solares y de más tierras laborables y para el ganado, en esto tocaba al Rey proveer, porque todo lo demás era ya de su propia cuenta. Y con tan gratas promesas, se volvió a su casa. 103.— En este medio tiempo que el Francisco Luis fomentaba la unión de voluntades de aquellos dos vecindarios, fué despachada, por diligencia de Diego de Encinas, una Real cédula por la que se mandaba al Presidente el cometer a un Oidor la ejecución de la fundación de Bayajá, y se le mostraba desplacer porque reconociendo en el tesorero real mucha recarga de trabajo, no debió esperar ocasión tardía para hacer, como por otra se le tenía mandado, que la obra tuviese algún comienzo; y como llegase a manos de González de Cuenca este despacho y hasta entonces Francisco Luis no había dado razón de su encomienda, fué llamado. Compareció en forma de parlamento. Justamente la unión podía considerarse hecha, sino que ellos con vecinos habían interpuesto tres reparos: había de dárseles la demora necesaria para recoger sus frutos y tener juntos sus ganados hasta recibir tierras competentes para ellos inmediatas al pueblo nuevo; debía darse al sitio previa defensa de artillería y enviarse defensores competentes de España para robustecer la fuerza armada que los vecinos opondrían a enemigos, y esto sin dilación porque se esperaba mayor frecuencia si eran espantados de las costas de Tierrafirme en donde estaba reforzada la armada de guarda (justamente la de Pedro Menéndez de Avilés), y serían más de temer si veían que cada vecino era un soldado; y que las mercedes de pobladores se concedieran a los juntados de la Isla como estaban concedidas a los que llegaron y llegarían de España. 308 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO “El Rey. –Doctor Cuenca, Presidente de la nuestra Audiencia Real que reside en la ciudad de Santo Domingo de la isla Española: nos somos informado que hasta ahora no se ha hecho la fundación del puerto de Bayajá y que por nuestro servicio y por el bien de esa Isla convenía se hiciese con toda brevedad, y que por no poderse hacer con la que es necesario, estando a cargo de Alonso de Encinas, nuestro Tesorero de esa isla, se podría facilitar con ordenar que un Oidor de esa nuestra Audiencia fuese en persona a entender en ello; y porque, como sabéis, habiéndose entendido ser importante esta población, se ha procurado con toda diligencia se hiciese, os mandamos que luego que recibáis esta nuestra Cédula, os informéis, de personas que lo entiendan, de la orden que se podía dar para que la dicha población se haga con la brevedad que conviene y, entendido, proveeréis lo que os pareciere convenir y dareis aviso de lo que en ello se hiciere. Fecha en Aranjuez a trece de mayo de mil y quinientos y setenta y siete años. –Yo el Rey.– Por mandado de S. M., Antonio de Eraso, señalada de los del Consejo”. AGI, Santo Domingo 868, lib. 3. f. 65. v Santo Domingo 1 de octubre de 1577. –El fiscal Villanueva Zapata al Rey, capítulo: “Después que vino la cédula sobre el negocio de Bayajá, pedí al Presidente que fuese un Oidor a hacer esa población; hase acordado cometer a Francisco Luis, que vive en Montecristi; dicen que es hombre honrado y rico para poderlo hacer con comodidad de los nuevos vecinos; creo se ha acertado; estaré con cuidado para pedir lo que convenga, si por esta vía hubiese alguna dificultad, y esta Real Audiencia lo escribe a V. M.”. – AGI, Santo Domingo 50. v 104.— El Presidente, y con él la Audiencia, a vista de la cual cédula, ganaron por la mano a aquellos vecinos, conociendo que en la dilación estaba el peligro. Se sacó artillería, aunque poca, de la Fortaleza y se hicieron las erogaciones necesarias para enviar con los tiros sus municiones y herramientas y otros aperos para desbrozar el sitio de la fundación y poner en condiciones la defensa (lo que fué providencia insuficiente para mostrar comienzo, que se reparó en ser necesaria la autoridad de un tercero, pues en la elección del sitio hubo discordia), y en cuanto a la congregación de los españoles que trajo Encinas, apenas se juntaron unos pocos; los más animosos se 309 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO fueron por puertos a correr ventura, y los otros se acomodaron a su placer, y acá y allá, hechos unos maulas. Y no quedando otro recurso más expedito que el de esta festinación ejecutiva, el Presidente dió la orden al Oidor Esteban de Quero para que fuese a hacer la fundación de Bayajá. 17 de octubre de 1577. –El capitán Francisco Luis recibe 750.000 mrs. de buena moneda “para comprar herramientas y pertrechos y otras cosas necesarias para hazer la población de Bayajá”. –AGI, Contaduría 1052. v Santo Domingo 18 de febrero de 1578. –El Presidente y los Oidores Cabezas, Aliaga y Arceo al Rey; capítulo de carta, exponiendo que el Presidente mostró la cédula que manda se haga la fundación de Bayajá, y que la Audiencia vió todos los instrumentos (capitulaciones y provisiones) dados a Alonso de Encinas para la fundación, y dicha comisión la han traspasado al capitán Francisco Luis, vecino de Montecristi, honrado, conocedor del asunto, pudiente, con condición de que pida la confirmación; se le dieron doce esclavos y cuatro piezas de bronce medianas, de la fortaleza de Santo Domingo que por ser pequeñas no servían en ella, y él, de su hacienda, compró otras cuatro piezas de bronce mayores; ya entiende en la fundación, y no hubiera podido comenzar si los vecinos no ven esas piezas para su defensa. Al Oidor Quero se ha dado la comisión de ir a trazar el pueblo y repartir tierras y solares y señalar términos para la jurisdicción del pueblo. Francisco Luis es portugués, pero de muchos años casado en esta tierra y con hijos también casados aquí, “y fuera de él en toda la isla no hay persona a quien se pudiera cometer, ni se atreviera a gastar lo que él gastará, que nos hizo no tener por impedimento ser de nación portugués”. –AGI, Santo Domingo 51. v Santo Domingo 10 de julio de 1576. –Carta del factor García Fernández de Torrequemada (llegado a la Isla con el Presidente Cuenca), capítulo de carta alusivo a los labradores conducidos por Alonso de Encinas: “También ha mandado V. M. pasar acá a costa de la Hacienda Real labradores que cultivasen la tierra, que debió mandarse entendiendo que los españoles que se enviasen atenderían a la labranza y beneficio de la tierra, arando y cavando. Entienda V. M. ser error grande creer eso de ningún español, porque es notorio que aún en su mismo natural entienden de mala gana en ello, v 310 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO porque, demás de ser naturalmente haragán y no amigo de semejantes trabajos, anhela siempre con esperanzas de subir más de aquello en que nació, y no se puede sospechar de ninguna gente que tenga esta condición y propiedad, que pasará dos mil leguas de mar para venir a arar y cavar, sino que es una color que toman todos de pasar al Perú, y ansí no entiendo puede ser granjería ni beneficio de la tierra, que llegara a colmo. Cuando en este caso se quisiese usar algún remedio, entiendo convendría enviar una docena de labradores, en cuyo poder se repartiesen cien esclavos que, como sus administradores, les enseñaran el arte de la labranza, de manera que los españoles solamente mandasen, proveyesen y diesen industria a los negros para lo necesario en ello; que nunca manda el español de mala gana y siempre huye del trabajo que le mandan”. –AGI, Santo Domingo 74. 105. —Antes de esto, en la brega de sacar a Oidor para que hiciese la visita de la Isla conforme a lo repetidas veces mandado, González de Cuenca había sostenido contra Quero el fuero de su autoridad porque obedeciese, y para más someterle, hízole esta propuesta de ejecutar la fundación aunque sin asignarle por entonces salario congruente, y consintió que comenzase la visita por la parte del este, pero que, así que, en recibiendo la orden de variar el rumbo, aquello hiciese, so pena de sanción, que entonces se le mandase. El Oidor salió de Santo Domingo el 10 de enero de 1578, y, como se entendiese que los tiros de artillería estaban ya en paraje competente, Quero fué llamado a Santo Domingo, se le asignó buen salario como tal ejecutor de la fundación, y luego se partió en seguimiento de la visita, haciendo estancias breves en las villas, hasta recalar en el sitio de Bayajá. No se han visto los papeles de su comisión y de sus autos, pero lo poco que de ello se conoce confirma que el propio Francisco Luis había convencido solamente a medias a los vecinos de Montecristi y Puerto Real que, en corto número, acudieron al lugar en obedecimiento de los autos hechos, y que eran muchos a quienes no había interesado aquella mudanza sin otras garantías que los ofrecimientos de la audiencia. El hidalgo, desde luego, había ayudado hasta entonces conforme a lo que los presentes oyeron leer, 311 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO y, zanjadas las encontradas opiniones por juez tan bien despachado de instrucción y desenfado propio, sin otros incidentes, salvo ausencia de citados, se hizo el ceremonial solemne de la fundación. v Santo Domingo 6 de septiembre de 1577. –El fiscal Villanueva Zapata al Rey, capítulo: “Luego que salga a la visita el licenciado Quero, llevará a cargo la población de Bayajá; creo se ha de hacer una cosa importante, porque demás de serlo el sitio y puerto, toda la tierra espera esta buena ocasión; los recaudos de la capitulación de Alonso de Encinas sobre los labradores que debía traer, no me han entregado aunque los he pedido”. –AGI, Santo Domingo 50. 106.— Quero, tardíamente, se determinó a escribir al Rey sobre la comisión que se le dió; avisó de haber asistido todo junio y julio pasado (de 1578) en la fundación, “haciendo abrir caminos y desmontar el sitio que pareció mejor, y todo era montaña brava”; los vecinos de Montecristi y Puerto Real le habían ayudado mucho y casi todos de su voluntad se pasaron a la nueva población, “a la cual, por ser de traslación de pueblos, Montecristi y Puerto Real, y porque el primero día que en ella se celebró fue el día de San Juan, le puse por nombre la ciudad de San Juan de Bayajá; suplico a V. M. tenga por bien de lo aprobar”; que luego desde el principio comenzó a premiar a los que iban a avecindarse allí, “y así hay catorce o quince casas hechas y a medio hacer más de otras veinte”. El sitio de la tierra de Bayajá “es el mejor de toda la isla, porque toda ella [la isla] se prolonga de Levante a Poniente y tiene de largo desde el Cabo del Engaño, que es al Levante, hasta el Cabo de Tiburón, ciento y cincuenta leguas; el ancho, que es del Norte al Mediodía, por la parte más ancha no pasa de cincuenta leguas. Este puerto (de Santo Domingo, desde donde escribía) está a la parte del mediodía en diez y ocho grados y medio de altura de la equinocial hacia el Norte, y así éste y todos los que están en la costa del Mediodía son más enferm[iz]os que los que caen hacia el Norte, por ser los vientos calientes y llover más, hace más calor y hay más huracanes 312 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO y enfermedades. El puerto de Bayajá está en veinte y un grados, dos grados y medio de altura más que Santo Domingo, por lo cual los vientos son más frescos y la tierra más sana y de menos aguaceros. El puerto, según prácticos de mar, el mejor que hay descubierto; envíolo pintado a V. M. al natural, porque yo propio, para hacerlo, le dí muchas vueltas. Tiene la entrada y boca del puerto ciento y cincuenta pasos y tan hondo que, queriéndolo fondar con una cuerda de cien brazas, no halle forma; no se puede en la canal surgir hasta llegar a las ensenadas donde se surge en 18 brazas, y en 12 y en 14, y en cualquiera ensenada pueden llegar con las proas a tierra y con un cabo amarrar las naos a los árboles; es capaz de infinitas naos y muy seguro de todos vientos, cual por la pintura parece. Antes que de allí viniese, dejé un caballero de piedra seca y tierra de un estado en alto, y hoy le tienen acrecentado y con artillería con que se han ya defendido de dos franceses que hicieron muestra de querer entrar en el puerto; con la merced que V. M. les hace de los derechos de los navíos arribados que allí llegaren y con los doce negros que se les mandaron dar, se acabará a poca costa por haber tanta piedra en el mismo sitio y mucha disposición para hacer cal. La costa de la mar de una y otra parte es brava y en dos leguas del puerto no hay surgidero, ni con barcas pueden saltar en tierra sino perdiendo las barcas y echando la gente al agua los pechos, porque salen a la mar unos candeleros de peñas, donde antes de llegar a tierra se han de perder. Ví toda la costa en una barquilla, donde pensé anegarme, para mejor elegir dónde estaría el lugar, porque los vecinos de Montecristi y Puerto Real estaban diferentes y cada cual quería que fuese a su parte. Es tierra fertilísima para ganado y muy rica de oro, y en el tiempo que había indios se solía sacar mucho en el mismo río de Bayajá, dos leguas la tierra adentro. Nombróse por el audiencia a Franciso Luis, vecino de Montecristi, por alcaide y alcalde mayor de aquel pueblo; es hombre que, demás que por su persona lo merece, a ninguno se pudiera dar que saliera con ello, porque es el más rico que por allí hay, y para hacer un pueblo nuevo 313 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO es necesario que haya quien dé de comer a los que de nuevo van. Merece que V. M. le confirme la merced que se le hizo, porque sin su ayuda no se acabará tan bien”. v v Carta de 26 de abril de 1579. –AGI, Santo Domingo 51. 1578, sin fecha. – Partida de pago al Oidor Quero “por sesenta días que se ocupó en ir a la población de Bayajá, a razón de quatro pesos por día” de buena moneda. –AGI, Contaduría 1052. 107.— Esta recomendación formal de la persona del hidalgo portugués no corría pareja con la que los demás de la audiencia habían enviado al Rey el 10 de febrero de 1578, que más parecía una justificación corporaticia de la necesidad en que estuvo de valerse de él, no obstante que era portugués, por razón de haber visto en el sujeto más calidad que en cualquier otro vasallo de S. M. en el correr de los días predominó el salvar este inconveniente, si ya no es que el mismo Francisco Luis manifestó a la audiencia que había de sobreseer en el empeño de juntar a sus convecinos disidentes, y que por volverse a sus propios negocios debía buscarse otro en quien no se reconociese parcialidad o partidismo, con que tuviese cuantas facultades fuesen del caso para servir a S. M. en virtud de asiento, como se había hecho con Alonso de Encinas, pues era justo que las maduras y las duras fuesen a parar al mismo que, teniendo derecho a aquellas, en los mismos despachos Reales contemplase el pañizuelo con que secarse el sudor y los mocos, y que harto había hecho él que puso en la obra sus ducados y solo había cosechado empachos. ¡Y bien que ésto se entendió a la luz de lo acontecido en Bayajá a ciencia y paciencia del Oidor Quero! Porque, convencidos los de Montecristi que Francisco Luis se había replegado a la voluntad del Oidor, que fué quien eligió el sitio del pueblo en la costa de la ensenada del lado del partido de Puerto Real, y que fué inútil insistir que se hiciese del lado de Montecristi, los de esta villa que eran más allegadizos amigos de Francisco Luis, se conformaron; y los demás, 314 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO unos tras otros se tornaron a sus hogares y nunca más volvieron a frecuentar Bayajá por muchos autos que el Oidor dictase. Al cabo, ya dimidiado el mes de julio, Quero ordenó a los alcaldes ordinarios de una y otra villa apremiasen a los respectivos vecinos para dejar sus pueblos y acudir a Bayajá y estar presentes para el término señalado de la repartición de solares y sitios donde hicieran sus casas, y en el propio día facultó a los mismos alcaldes para que hicesen saber a los remisos que se les enviaría persona con tiempo y salario señalado a costa de los propios remisos para juntarse en Bayajá y hacer sus casas. (Todavía en 1586 y sirviendo de guía los autos de Quero, se trataba de compeler a los de Montecristi que, disociados de Francisco Luis, vivían alejados de Bayajá, en número de 33 vecinos). Y como los de la audiencia no dejaban pasar día que, antes de ponerse el sol, no se enseñasen los dientes y mostrasen tener lenguas tan sucias como cualquier malandrín criado en bodegones, y que el más ruín de todos escribiese con pesada tinta negra sobre la conducta de Francisco Luis, que muy retebién lo merecía, concluyeron todos por procurar vasallo de S. M. que a cuenta de gracias, oficios y privilegios, se echase encima nuevo atado de Reales cédulas que en persona había de ir a buscar a los pies del trono de la majestad de don Felipe el Prudente. v Francisco Luis Carvallo.— Ejecutorias: Del número de los tratantes y contratantes con franceses y portugueses en la relación del capitán Aguirre (p. 164) ya en 1568 es sujeto muy acomodado en Montecristi; – por ser tal y de conocimientos, se le ordenó inspeccionar el estado de las obras de la fortaleza de Puerto de Plata en 15 (p. 000); —en 1577 se le hace primer figurón del nuevo pueblo de Bayajá, y allí queda a residir; —encartado entre los procesados por el juez Simón de Meneses, y juzgado en 1594, AGI Santo Domingo 51; – implicado en la incursion de 80 franceses que llegaron a un hato no costero, al intento de apoderarse de la persona del juez contra rescates el Oidor Sanz Morquecho, quien escapó en paños menores en la oscuridad y así salvo la vida; noche del 17 a 18 de julio de 1598, AGI, Santo Domingo 81. 82; –acogido al perdón ofrecido por don Diego Osorio y firmante contrato de espantar con las armas a los corsarios, 5 de agosto 315 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO de 1599, se oye a sí propio, y a su ejemplo los demás compromisarios vuelven a las andadas; don Antonio Osorio lo cita como a cabeza de 25 asentados con su difunto hermano Diego para enmendarse con pruebas de vasallo leal, auto de 15 de noviembre de 1603, AGI, Santo Domingo 98; – vuelve a dejar incumplida su fe, y se envía capitán punidor con título de 30 de agosto de 1603, AGI, Santo Domingo 98; – hállase entre los regidores alcaldes ordinarios y procuradores de Montecristi y Bayajá en la cárcel de la audiencia, “por no haber guardado y cumplido la carta orden que S. Sría. les envío en razón de venir a reconocer los nuevos sitios en que se han de asentar estas ciudades y otros lugares y toma posesión de ellos, como S. M. lo manda” (29 de diciembre de 1604), AGI, Escribanía de Cámara 11B; número 1 de los vecinos de la nueva ciudad de Bayaguana en el censo mandado hacer por Osorio en 1606. 108.— El Nuevo atlante (y siempre se le veía con semblante de tal) fué don Rodrigo de Bastidas, alcaide de la Fortaleza de Santo Domingo, que ya frisaba en los 40 años de su edad. El y su mujer doña Juana de Oviedo y Valdés juntaron en el matrimonio los frutos de sendos mayorazgos, en cabeza de uno y otra fundados: el de Bastidas, por el Obispo del mismo nombre, tío, y doña Isabel Rodríguez Romera, madre del Obispo; el de Oviedo, por el alcaide y cronista Gonzalo Fernández de Oviedo, padre de doña Juana. Por años corridos el deseo de tener siquiera dos hijos varones para el cumplimiento de las respectivas cláusulas mayorazgas (los instrumentos se hicieron con recíproca relación), quedáronse en deseos. Últimamente tuvieron un solo varón. Con un cuadro numeroso de hijas y con disposiciones instrumentales de no poder ser gravados con cargas ningunas los bienes de uno y otro vínculo, sujeto el alcaide desde fines de 1569 a demandas judiciales por las deudas que dejó pendientes con el Rey el Obispo fundador, y desvalorizada la moneda provincial por poderosos agentes del Comercio sevillano, demás de los estragos de tormentas, deudas personales y otras quiebras, si Bastidas se mantuvo libre de pleitos con particulares, se halló en estrecheces sumas y cruzado de brazos mirando cómo 316 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO las cosas de los dos mayorazgos se perdían o menoscababan; y si todos le tenían por de mano corta para gastar (guardosos decían que eran marido y mujer), no le faltó pensamiento luego para fabricar mejorías, y con sueños que cuajaron en el propósito de mudar el estado de aquellos bienes, si hacían dinero con las casas que se daban en alquiler y no daban apreciable renta, para con tal dinero comprar hatos o levantar un ingenio de azúcar, de más provecho que casas chatas, preventivo de lo por venir incierto de tanta chancleta, así entablados los mayorazgos con providencia heroica. Pidió Bastidas la licencia real de pasar a la corte al intento de hacer las diligencias legales, ya que a tanto adverso se le juntaba el alivio de no haber de presente, ni hubo, copia de herederos mayorazgos, fundamento de muchos y graves inconvenientes. Diósele la licencia por dos años con condición por demás expeditiva; sino que por vivir tan alcanzado, había de arbitrar con que hacer camino, y mientras tanto, quieto. Estaba la ciudad de Santo Domingo hecha hervidero de murmuraciones y pasiones por la ejecución mandada de la reforma de la moneda, y en la Audiencia borbollaba la algarabía de “Onu”, en la que molotoveaba siempre el fiscal Villanueva Zapata, primo hermano de los Torres, hacendados, y compinche de cuanto pillo y ladrón, cambista y fullero honrado sostenía el descenso del valor de la moneda de la tierra, y que, solo por variarse de “dromo”, su valor nominal readquiría el antiguo valor del cuño, en equivalencia al nominal-real del oro al cambio. Y como para obviar debates en los Acuerdos y pasquines y libelos en las plazas y hasta enredos en las casas se resolviese enviar Procurador a la Corte, Bastidas fué invitado por el ala del orden, y porque demás de tener así gastos cubiertos, se le hizo General de la flota para que usase cubiertos no gastados, en un punto los del ala maleante dieron en hundir al agraciado con virulencia hasta lograr que Bastidas, viéndose puesto en las “cuatro esquinas” de las Cuatro Calles, aflojara los poderes recibidos para que a regusto de sus émulos, fuese de Procurador de la isla el moro Muza. Y en cuanto a sus asuntos personales, ayudáronle 317 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO el Presidente y ministros para hacerse una información conforme aquello, y se había mandado a la audiencia en respuesta a reclamo, hecho después de la frustrada comisión sobre lo de la moneda formó Bastidas el memorial concomitante, expresivo de su pretensión, y cuando aguardaba ocasión de navíos para su remisión al Consejo, Cuenca y Encinas determinaron poner en sus manos el otro negocio de la desafortunada y problemática fundación. v Madrid 8 de abril de 1576. Real cédula de licencia para que don Rodrigo de Bastidas pase a España, por dos años, dejando por su teniente de alcaide de la fortaleza de Santo Domingo a sujeto de la satisfacción de la Audiencia; AGI, Santo Domingo 899. – Segovia 15 de junio de 1578. Real cédula: don Rodrigo de Bastidas quiere poder disponer de las casas de su mayorazgo para con el dinero que así junte hacer un ingenio; mándase a Presidente y Oidores que envíen relación de los bienes del mayorazgo, cantidad de casas que quiere vender, causas, utilidad e inconvenientes que haya para venderlas, y cláusulas del mayorazgo que toquen a este punto para determinar lo que se haya de decir; AGI, Santo Domingo 899. – Madrid 13 de julio de 1578. Real cédula: Bastidas ha representado que se le está obligando a dar reses del mayorazgo para el abasto y pesa; ve la disminución en lo que se le toma contra su voluntad, y ha solicitado no tener esa pensión por seis años; orden, que la Audiencia provea que Bastidas no reciba agravio. (La queja carecía de nota de agravio singular, si los frailes dominicos se amargaron de la misma extorsión, y se quedaban sin ganado, corto como era y que procedía de limosnas de devotos; y se mandó a la Audiencia no compelerlos a vender sus reses, por cédula de Madrid 22 de abril de 1577; AGI, Santo Domingo 899. Estos reclamos se entienden bien, presupuesto el general y extensivo esquilmo clandestino de las toradas para entregar a extranjeros cantidades fuertes de cueros, por este capítulo de carta del Presidente, de 13 abril de 1578: “El novillo que se capa, en cinco años no tiene cuero para cargar y, no capándose en dos años y medio, se hace el cuero, y como no se come ni pesa la carne del toro, es forzoso matar las vacas, y como el cuero de toro, por ser mayor, les vale cuatro y seis reales más que el de la vaca, todos se dan a hacer toros. Sería remedio muy grande que viniese cédula de V. Majestad para que no se pudiese cargar ni vender cuero de toro, con graves 318 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO penas, y con ésto caparían los novillos y comerciarían, y no matarían las vacas. Yo acá sobre todas estas cosas proveo lo que conviene, pero se ejecutará mejor viniendo cédula de V. M. sobre ellos”; AGI, Santo Domingo 51). –Información sobre el estado del mayorazgo, a pedimento y diligencia personal de Bastidas, de 13 de noviembre de 1577, recibida en el Consejo y no tomada en consideración sino a través de la pedida a la Audiencia por cédula de 15 de junio de 1578; AGI, Patronato 173, No. 1. ramo 20. v Santo Domingo 20 de junio de 1577. – De carta del Presidente, en lo que toca a la relación entre reforma de la moneda, el fiscal y Bastidas. “Acabada de tomar la residencia, visita y cuentas en que el Presidente estaba ocupado, trató la audiencia de ejecutar y cumplir las cédulas tocantes a esto de la moneda, y se mandó recoger toda la moneda de cuartos, y que no valiese ni corriese hasta que se ensayase y se le diese la ley y valor que se le hallase, y con muchas diligencias que se hicieron, solamente se hallaron y pudieron juntar ciento y cincuenta y seis mil pesos, de los cuales, con asistencia de un Oidor y del Cabildo de la Ciudad, se hicieron cinco ensayos y el último con seis ensayadores que aquí se hallaron los cuales, en todos los ensayos que hicieron, declararon que cada cuarto tenía de ley y valor dos maravedís, más que menos y, como está dicho, corría antes por el tercio de una blanca; y por la Audiencia toda se mandó pregonar los dichos cuartos corriesen y valiesen por dos maravedís conforme a los ensayos, y a este respecto subía el crecimiento del valor de la moneda más de cien mil ducados, y asimismo se mandó que no se contratase más por peso de cuartos sino por pesos de oro fino, o reales, o maravedís de Castilla, por desterrar del todo la mala moneda de pesos de cuartos, y así comenzó a correr y a contratarse con ellos a razón de los dichos dos maravedís. Luego se comenzó a entender que, valiendo los cuartos por su ley, los que debían tributos que los pagaban a treinta y nueve maravedís por cada peso, habían de pagar a razón de cuatrocientos y cincuenta maravedís, como se obligaron al tiempo de sus contratos, y los que más perjuicio en ésto reciben son los hijos de Melchor de Torres, vecinos de esta ciudad, primos del fiscal de esta Audiencia, que tienen sobre sus haciendas más de ciento y ochenta mil pesos a tributo y de la misma manera casi todos los regidores del Cabildo; y el Fiscal, que, como se ha escrito por esta Audiencia, hace mucho por éstos sus parientes, salió luego con diversas peticiones a contradecir el cumplimiento de las cédulas de V. M., diciendo y alegando que, de cumplirse, se destruiría la tierra y los 319 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO vecinos y moradores de la isla, y esto tan apasionadamente y con tan poco respeto y miramiento…..”, etc. Y el Presidente suplica el remedio luego que se vean los testimonios que se envían en esta razón. A lo que agrega ser ya la carestía tan grave que los que acostumbran comer pan, han comido cazabe, “y a causa de un huracán los conucos, que son las sementeras de cazabe, no han dado la mitad de lo que solían con la mucha seca que también ha habido, ha faltado también el maíz, y ha un año que hay en este río mil hombres de la mar que han gastado mucha parte de los bastimentos, y como los navíos han sido tantos y no hay carga para todos y querían todos cargar, ha faltado el cazabe y maíz y subido el precio de los azúcares y cueros; todo esto atribuyen los interesados a la mudanza de la moneda, siendo de ello la causa dicha”. De Bastidas dice que tiene licencia para estar dos años en España, la Ciudad le nombra por su Procurador y la Audiencia por General de la flota; y que como él ha estado siempre en favor del cumplimiento de la cédula para la buena moneda, al fin, siendo hombre que tiene las manos limpias en materia de censos y tributos, y es regidor, todos creen que va a tratar que la cédula sea confirmada en su ejecución, y el fiscal contradijo su elección y todos están contra él, recordando que ya en tiempo del Presidente Francisco de Vera había votado por la ejecución de la cédula. – AGI, Santo Domingo 50. v Santo Domingo 2 de julio de 1577. – El fiscal Villanueva Zapata al Rey, capítulo de carta, explicando que don Rodrigo de Bastidas había sido nombrado Procurador de la Isla, y tenía contra sí la malquerencia de todos los interesados (el que suscribe es de ellos) porque entendían que iba a tratar el asunto de la moneda; al fin se desistió y renunció la comisión el 27 de junio antecedente. – AGI, Santo Domingo 50. v Santo Domingo 2 de julio de 1577. – Los oficiales reales al Rey, ayudando a la facción que entorpece la salida de Bastidas; dicen que la fortaleza está para caerse y es preciso hacerla de nuevo; Bastidas, alcaide, va a España, se dice con licencia, en tiempo que su presencia es necesaria por razón de estas obras; no les parece bien ese viaje. – AGI, Santo Domingo 74. 109.— Estos dos íntimos amigos (chismeados ante el Rey y por él amonestados seriamente), si no lograron hallar pujante varón que pusiese en forma y estado a Bayajá, tan pomposamente intitulada ciudad, sino en persona de un ricote, cuando convinieron en que 320 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO el hidalgo portugués debía ser eliminado, mal pudieron tener por hábil en segunda vuelta al que no descubrieron a la primera; ni podría, a mil vueltas de arbitrios, cogitaciones y esperanzas con horizontes de luz, aprovechar al caso ningún pobrete. Sino que halagado Bastidas del reconocimiento expreso de ser varón justo en asuntos de conciencia cuando no había acabado de discurrir si era de cuerdo deshacer la original institución de su mayorazgo, por causa de la precaria situación temporal, para convertir sus bienes en otros que, en el mismo campo de miseria general, ni siquiera en los nuevos principios podrían considerarse hacienda cierta, al fin, fué resbalando la voluntad hasta abrazar, sin cordura alguna, el consejo de consejero que, después de hacer poco honor a su palabra, comenzó negando ciertas obligaciones personales a virtud de contrato para acabar afirmando la inconsistencia de aquel contrato. Sabía Bastidas que antes habíase buscado un hombre para una empresa, y que ahora se destinaba la empresa para un hombre. Sus recelos, con el cebo de mejorar mayorazgo y casa, cedieron presto. 110.— Porque entreveradas las conveniencias que el Rey daba a los capitanes pobladores, y el mucho útil que un capitán poblador puede derivar para sí propio, teniendo facultad de distribuir solares y tierras para el ganado y de labor, y justificándose a sí mismo por el hecho de estar obligado a residir, con más los oficios de alcaide mayor y de alcaide, y teniendo la hacienda mayorazga con profundas quiebras, no debía sino aceptar las obligaciones de Encinas (mejorándose con nuevas peticiones en lo que ayudase a reponer en firmeza aquellos bienes, y aumentarlos por solo arbitrio de tapar huecos con los frutos del mismo mayorazgo, o con obligaciones ajenas a tales bienes y derivar los provechos); el propio Encinas estaría a la mira de que en el Consejo fuese muy favorablemente despachado, y en lo concerniente a las cosas del mayorazgo, ni en la isla convenía ya seguir el curso de la orden dada para informar de oficio, ni en el Consejo se echaría en olvido dejar las anteriores diligencias en el olvido. Si estas ideas no eran cábalas, lo fueran por la dificultad 321 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO de Bastidas para dar con el dinero con que enfrentarse a gastos, y hubo de recurrirse al consuelo arbitrio de enviársele a la corte por Procurador de la ciudad (lo que, por un tiempo predefinido, tenía aparejada competente cantidad de ducados como salario fijo y para gastos de viaje y sustento), pero de nuevo falló la tentativa de así pasar a la Corte, porque el nuevo fiscal de la Real Audiencia, Juan de Larieta, se opuso, dando favor a los que sabían que aquel viaje más ordenado estaba a pretensiones personales que a necesidades de la isla, y Bastidas hubo de tantear negociaciones domésticas al intento de juntar plata sonante, y mucha lima hubo de dar para adelgazar aquel nudo y sacarla de poder (!justo!) de galán enamorado de hija Isabel, quien también fijó condiciones para entregarla; al cabo, mediando aquellos terceros (que el uno era llamado a dar curso a la cédula de licencia, y el otro tenía las llaves de la hacienda real para acudir con puntualidad a la paga de salarios), todo lo convenido entre partes se cifró en el matrimonio del galán, Clemente de Guzmán Grajeda (hijo del regidor y colega de Bastidas, Diego de Guzmán, y nieto del que fué oidor decano Alonso de Grajeda), con doña Isabel de Bastidas Oviedo, y en la entrega de la tenencia de Alcaide de la fortaleza, sin cláusula escrita diferente de la impuesta para usar Bastidas de la licencia de ir a España, pero condicionada entre partes aquella entrega; que habría de durar la tenencia por todo el tiempo que el propietario estuviese divertido en la empresa de su empeño, que fué como no devolver el buen Clemente el oficio efectivo al propietario hasta haberse rehecho de lo prestado y su mujer quedar dotada con efecto. El hecho histórico que debe enunciarse aquí es que Bastidas no volvió al ejercicio personal de la alcaldía por todo el resto de su vida, aunque cuando él se estaba en Santo Domingo, su categoría y trato oficial fué de Alcaide por Su Majestad hasta su muerte, acaecida en 1593. v Después de haber quedado Bastidas a sus propios arbitrios para ir a España escudado en la licencia de 1576, e ido, el Concejo de 322 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO la Ciudad quiso enviar procurador a la Corte, y por no convenir en que el procurador lo fuera a contemplación de la Audiencia, se le dió lugar a un incidente, pues la Audiencia requirió a los regidores manifestasen qué querían pedir a S. M. para saber si los asuntos correspondían a Procurador en Corte (auto de 29 de febrero de 1579). Los del Cabildo, después de repugnar el alegato del fiscal, sobre que el alto Tribunal hizo pie para pedir al Concejo, y de manifestar que todos los pueblos estaban fundidos, en cuanto a nombramientos de Procurador ante el Rey, por ser Santo Domingo la única ciudad existente en la Isla, explicaron que «los demás pueblos que ser solían y ya casi del todo se han acabado, porque el Seibo e Higüey, Cotuí, Azua, San Juan de la Maguana y la Vega y Santiago han quedado en el nombre solo, porque vecinos no los hay, sino en los más dos o tres y esos vaqueros y mayordomos de haciendas de particulares; Montecristi y Puerto Real se van poblando, ya pasados a Bayajá, y todos deben ser quince vecinos y los más de ellos arrieros y otros oficios bajísimos y las personas no para ver, por manera que aunque en el tiempo de la data de la dicha cédula (referido de una de Barcelona de 14 de diciembre de 1519, alegada por el fiscal para oponerse y contradecir) pudo considerarse alguna deferencia de enviar procurador general o particular de evitar procurador general o particular por la grosedad de la tierra y frecuencia o abundancia de sus habitantes, hoy, cuando ya todo el ser de esta Isla está recogido en esta pequeña ciudad, lo mismo es envialle de esta ciudad que de la Isla; porque aunque la Yaguana sea razonable pueble, vive con Francia, y pues terná necesidad de repararse con procuradores y esta es también causa urgentísima para enviar procurador que negocie el remedio de tantos males como allí se hacen y cansan...» Los regidores, en carta de 22 de abril del propio año, pidieron al Rey la revocación expresa de la cédula mencionada de 1519, reprodujeron en ella la respuesta que dieron a la Audiencia, y declararon que todo el incidente se reducía a que la Audiencia quiso que fuera por procurador el propio fiscal, y ellos estaban seguros que el tal nada pediría en el Concejo como fuese contra los mismos señores de la Audiencia poco menos de nada si tocaba al interés de la Ciudad, a que eran muy contrarios Presidente y Oidores, no quisieron darle el voto de que provino la contradicción.— AGI, Santo Domingo 73. 111.— Ya en la Corte, Diego de Encinas, que le esperaba, le allanó el camino con brevedad elongada por la multiplicidad de negocios y 323 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO turnos de prioridad en los expedientes, de arte que cuando Bastidas fué a firmar su compromiso el 3 de abril de 1579, ya hacía cuatro días que el asiento estaba hecho en el Registro del Consejo. Después de lo cual se Ie extendieron las reales cédulas conforme a los capítulos del compromiso, en lo tocante a S. M. Católica. Lo oneroso para Bastidas fue “poca cosa”: debía conducir 50 labradores y gente pobladora (aquella porción que quedó rezagada antes) y hacer y conservar un terraplén de madera fuerte para emplazamiento de la artillería, hasta tener levantada una pequeña fortaleza, su valor calculado en 2000 ducados de oro, demás de perfeccionar la reunión de Puerto Real y Montecristi en Bayajá; plazo de dos años, por todo, y después el goce de los privilegios consignados en el asiento. Por días hubo de ser pesadilla que, dependiendo el buen exito del compromiso de la resolución real de la reforma de la moneda conforme al expediente que González de Cuenca hubo de enviar con su parecer personal estimulador de la reforma, y este expediente no poder quedar tan llano en dos años como podría quedar en cuatro, alegó el beneficiario asentista que dos años no bastarían para tener acabada la Fortaleza y, desde luego, se le dió de término otro más tiempo que primero. v Capitulaciones con don Rodrigo de Bastidas, por él firmadas en el Registro del Consejo, Madrid 3 de abril de 1579, ya asentadas en Madrid 31 de marzo anterior; AGI, Santo Domingo 868, lib. 3, f. 90: Contienen tres cláusulas a cargo de Bastidas: — 1ª Poblar el pueblo de Bayajá «y reducirá a él y a su población los dos pueblos de Montecristi y Puerto Real» en buen sitio. — 2ª. Escogería sitio en él para hacer una fortaleza para defensa y ofensa de corsarios, «y en el entretanto que la fortaleza se labrare, haréis un cubo y terrapleno de madera fuerte». — 3ª. Se obligaba a conducir de España 50 pobladores solteros y los casados con sus mujeres e hijos, mecánicos necesarios, hasta Bayajá, cada uno de ellos obligados a pagar 100,000 maravedís si no cumplían residir allí ocho años. Estas tres obligaciones debían estar ejecutadas, transcurridos dos años a partir de la fecha de la capitulación. 324 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Por la costa y trabajo S. M. se obligó: —1º, a darle título de Alcalde mayor del pueblo y puerto de Bayajá y sus términos y jurisdicción por tiempo de ocho años que habrían de correr desde el día de la capitulación, con facultad para proceder judicialmente contra los rescatadores sin necesidad de tener que recurrir a la Real Audiencia de Santo Domingo. — 2º, a darle la merced de la tercia parte de las condenaciones que hiciese. — 3º, a darle la Alcaidía de la fortaleza que hiciese de por vida y la de un heredero y sucesor (que a su tiempo señalase) con salario de 60,000 maravedís al año, y al heredero los frutos y rentas que tocasen al Rey en el término y jurisdicción de la alcaldía mayor. — 4º, a los 50 pobladores se les repartiría en las naos capitana y almiranta de la flota de Santo Domingo o Nueva España «sin pagar fletes sus personas ni matalotaje y ropas ordinarias de su vestido, de que se os mandará dar cédula mía». — 5º, y durante la ausencia de la fortaleza de Santo Domingo, el oficio pasase a su hijo mayor con el mismo salario y por todos los días de su vida luego que tuviese edad para poder servir el oficio, y entretanto podía nombrar persona que hiciese las veces del hijo, con que tal apoderado tuviese las calidades y partes necesarias y fuese a contento de la Audiencia.— De todo lo cual se despacharían cédulas a la Audiencia y al alcalde mayor de la tierra adentro a fin de que le diesen todo favor, etc. para poder cumplir lo suyo. v Reales cédulas; fundación de Bayajá a cargo de don Rodrigo de Bastidas: AGI, Santo Domingo 899. Madrid 13 de octubrede 1578. — Al presidente: si Domingo de Huerta y otros 50 labradores que van a poblar Bayajá, pueblan, se les guarden las mercedes que se ha mandado guardase a los tales; los cuales son los mismos que debieron ir con Alonso de Encinas. (Viaje que hubo de ser demorado nuevamente.) Misma fecha: la Audiencia y el alcalde mayor de la tierra adentro den favor a don Rodrigo de Bastidas en las cosas de su jurisdicción. San Lorenzo 14 de febrero de 1579: que a cada uno de los 50 pobladores (vide supra) que lleva don Rodrigo de Bastidas para la población de Bayajá puedan conducir libres de todos derechos dos espadas, dos dagas y un arcabuz. Misma fecha. — Que don Rodrigo de Bastidas pueda llevar, libres de derechos, dos cuerpos de armas, dos escopetas, cuatro rodelas aceradas, dos montantes, dos ballestas, cuatro espadas, cuatro dagas, cuatro lanzas y dos adargas. 325 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO San Lorenzo 14 de abril de 1579. — Si don Rodrigo de Bastidas edifica la fortaleza de Bayajá a su costa, sea alcaide de ella de por vida y la de un heredero, con 60.000 maravedís de salario en cada un año. Misma fecha. — Título de Alcalde mayor de Bayajá por ocho años a favor de don Rodrigo de Bastidas, y el tiempo se cuente desde el día de la capitulación; lleva el título de las franquezas correspondientes al oficio. Misma fecha. — A la Casa de la Contración: deje pasar a don Rodrigo de Bastidas con los 50 pobladores y soldados que lleva para la población de Bayajá, y sean acomodados en la flota; pero ante todo den fianza de que han de residir en la Isla conforme al capítulo del asiento que se hizo con él. Aranjuez 13 de mayo de 1579. — Real cédula: por las capitulaciones hechas con don Rodrigo de Bastidas el 31 de marzo pasado, este se obligaba a cumplir lo que es de su parte en el término de dos años; como el tiempo es corto, se le dan dos años más para ello. Misma fecha. — A la audiencia de Santo Domingo: don Rodrigo de Bastidas pueda repartir tierra de labranza y solares en el distrito de su concesión, como consta de un capítulo de su asiento. Madrid 27 de julio de 1579. — Al Presidente y Oidores de Santo Domingo: que no impidan a don Rodrigo de Bastidas refundir en la fundación de Bayajá los dos pueblos de Puerto Real y Montecristi, conforme a un artículo del asiento hecho con él. Madrid 27 de julio de 1579. — A Francisco Duarte, de la Casa de Contratación: que entregue a don Rodrigo de Bastidas dos piezas de artillería (eran dos falcones de bronce) que antes estaban en la fortaleza de Santo Domingo y se sacaron de allí por orden de la Audiencia contra corsarios, y fueron llevados a Sevilla. Madrid 15 de febrero de 1580. — A la Casa de la Contratación: don Rodrigo de Bastidas juntó muchos vecinos y de ellos 50 labradores para llevar a Santo Domingo; por falta de ocasión hubo de derramarlos por dondequiera; ha vuelto a juntarlos para embarcarlos en un navío que tiene ajustado, y ha pedido que pueda incorporase con la galeaza y fragatas de la armada de las Indias; orden: si no hay inconveniente, le dejen ir en conserva. 112. — El retorno de Bastidas no parece que debió ser muy trabajado (aunque sí bien recelado) por el acompañamiento de 326 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO inmigrantes a su cargo, pues quien no pudo poner la fianza de ley de permanecer en la Isla ocho años, y fue carga que recayó sobre ellos mismos, tomó las de villadiego antes que sufrir el desaire de quedarse en tierra; en cambio Bastidas vió visiones al poner pie en la ciudad de Santo Domingo: allí supo que Encinas estaba ya comiendo tierra y que el Presidente González de Cuenca, decayendo en su salud con frecuentes indisposiciones, contaba ya los pasos para merecer, a la sombra de la piadosa muerte, el descanso eterno. Murió, al fin, y con él se acabaron las posibilidades de que Bastidas obrase aquello poco a que se había obIigado. La moneda, sobre que habíanse acumulado tan opuestos juicios, hubo de pasar por investigaciones respecto de su reforma hasta lIegar el año 1583; vasallos intrusos corrieron voz de que los reunidos en Bayajá podían volverse a sus primeros asientos; Bastidas culpó a la Audiencia o a su Presidente de haber dado aquella orden; los de Bayajá culparon a Bastidas de indolente, y los que nada ganaban con el trato de extranjeros, reconocían que la falta de fortaleza envalentonaba a los pudientes a mantener el trato, y la gente infeliz que apenas alcanzaba a recoger las migajas del festín contínuo del contrabando, eran los condenados por el teniente de un alcaide mayor de Bastidas (que descorazonado, dejó de residir en el pueblo), se quejó, a su vez, de Ilevar el peso de una justicia sin equidad. Tanto montó que el Rey quisiese inquirir sobre la queja del capitán poblador, como sobre la falta de cumplimiento de este; al fin, se hizo entender a S. M. que Bastidas no tenía con qué cumpIir, y estaba enfermo, y lo de Bayajá solamente podría remediarse tomando el Rey a su cuenta edificar la fortaleza; y como esto era el lado débil de S. M., la honrada nueva ciudad de Bayajá se quedó en ser de aldea habitada de logreros vasallos que se amparaban del trato con portugueses y franceses. En la destrucción, en los días de Osorio, no se contó con ningún antecedente de excepción para librarla de tan inútil cuanto desastrada providencia. (Y con esto queda hecha mención casi específica de la poca entidad que desde sus principios tuvo este pueblo. Sus vecinos y moradores, en 327 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO cambio, formaron el núcleo de descontentos más peligroso cuando la despoblación de la banda del Norte se hacía, pues se apalancaron armados en el monte, en aquellos días su protesta fue denunciada con la conocida expresión de la Rebelión de Guaba; de lo que se tratará a su tiempo.) Lisboa 27 de mayo de 1582. — Real cédula al Presidente y Oidores: «Haviendo don Rodrigo de Vastidas reducido a poblacion de Vayahá los vezinos de Montechristi y Puerto Real en conformidad de lo que con él mandamos capitular y despachos que para ello se le dieron y abía presentado en esa Audiencia, distes provisión para que los vezinos de Montechristi se bolbiesen a su poblacion y que lo hizieron ansi, desamparando la de Vayahá, a cuya causa el dicho don Rodrigo se avía venido a esa ciudad sin esperanzas de cumplir lo que era obligado; porque siendo tan ymportante la dicha poblacion para escusar los rescates que suelen hazer tan de ordinario los cossarios en aquella vanda y para otros efectos que se consideraron quando se ordenó, queremos saver la causa que aveis tenido para ympedirlo con dicha provisión»; ordénaseles que con la razón que den de esto, envien el parecer personal de cada uno para proveer en consecuencia. — AGI, Santo Domingo 868, lib. 3, f. 111. v Sebastian Páez, vecino de Bayajá (1582), escribe al Rey que aquellos vecinos son pobres, el alcaide don Rodrigo de Bastidas no ha cumplido lo capitulado, no vive allí, ni hace nada sino gravar al vecindario con cargas y penas. Y dice «que los vecinos de Puerto Real y Montecristi, viendo los muchos trabajos que pasaban, así con el comercio de franceses por la mar y jueces por la tierra, y como los navíos de Espana no osaban de venir por esta parte por causa de los dichos franceses, y como la necesidad fuese ocasión de algunos comercios con algunos franceses, y la justicia les llevaba las haciendas y viéndose con tantos trabajos, procuraron el remedio que fue dar noticia a Vuestra Real Majestad les diese licencia para se pasar a este puerto por ser el mejor que hay en estas Indias, y con el favor de V. M. se tuviese una fortaleza inexpugnable, y con esto se evitaría el comercio de los franceses y vendrían los naturales, y V. M. hizo la merced y nos pasamos con muchos trabajos porque toda la más gente es muy pobre y el asiento de la ciudad ser muy trabajoso, y, en efecto, la población estaba en aumento cuando vino don Rodigo de v 328 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO v v v v Bastidas…», etc. Pide en atención a los motivos de aquel traslado, se ponga remedio, haciéndose lo que pide, y que Bastidas cumpla. —AGI, Santo Domingo 80. Santo Domingo 4 de febrero de 1584. — El Gobernador Ovalle al Rey, capítulo de carta: «Por no haber sido V. M. bien informado, se mandó hacer una fortaleza en Bayajá y que se despoblasen los pueblos de Montecristi y Puerto Real; debió ser bien castigado quien hizo esta información a V. M., pues fué causa que se despoblasen dos pueblos, los mejores que había en esta Isla, porque se poblase uno muy ruin, y sólo representaré tres inconvenientes que hay de la población de este lugar: porque hallará V. M. que, para enterrar un hombre, es menester siete días para hacer la sepultura, y no hay en él agua dulce y se trae de dos o tres leguas, y la cabalgadura que entra en el dicho puerto, porque no muera de hambre es menester volverla atrás dos leguas, porque dentro de este término no hay pasto para los ganados y cabalgaduras». —AGI, Santo Domingo 43. Santo Domingo 29 de febrero de 1588.—Lope de Vega Portocarrero al Rey, cap. de carta: «Don Rodrigo de Bastidas ha ocho años asentó hacer una fortaleza en Bayajá; no ha cumplido, y no lo cumplirá porque está muy enfermo y muy pobre, y cuando pudiera gastar los dos mil ducados a que se obligó, no bastaría, porque es necesario mucho más para hacer la fortaleza»; y pide licencia para gastar seis mil ducados en ello, porque el puerto es de los mejores de las Indias, etc. — AGI, Santo Domingo 51. Madrid 30 de marzo de 1588. — Real cédula a la Audiencia: don Rodrigo de Bastidas, «mi alcayde de la Fortaleza de esa ciudad, no ha cumplido lo que era obligado conforme a lo que con él se asentó y capituló cerca de la población del pueblo de Bayahá, de la vanda del norte de esa Isla, y que de ello han resultado inconvenientes e impedimentos del comercio, por razon de no haver allí la Fuerza y defensa que se requiere, y mi voluntad es que, pues se cumplió con él lo que de mi parte se le ofreció, él haga de la suya aquello a que está obligado». Ordénase a la Audiencia que, vista la copia de la capitulación (que sele enviaba firnada de Juan de Ledesma), haga que Bastidas cumpla, apremiándole si es necesario, y de haberlo hecho de cuenta. — AGI Santo Domingo 868, lib. 3, f. 136. Santo Domingo 18 de enero de 1589. Don Lope de Vega Portocarrero, Gobernador y Capitán General, da título de capitán para que vigile, etc. toda la costa de la banda del Norte que corre 329 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO desde Puerto de Plata a la Yaguana; insértanse en el instrumento diversas advertenclas de lo que debe celar y obrar para mantener a los rescatadores sujetos al freno de su viglancia, etc.; AGI, Santo Domingo 81. — El agraciado con este nombramiento fué Juan López de Sequera, a quien se halla alcalde ordinario de Bayajá en 1586 con compañero Sebastian Páez (el querelloso arriba citado), AGI, Patronato 173, ramo 17, nº 1; y fué tan solícito en mantener el orden y la legalidad en aquellas costas, que su nombre está en la lista de los sometidos a sanción judicial (juez Simón de Meneses), en 1594; AGI, Santo Domingo 51. (Los documentos que siguen y con que se cierra el capítulo, fijan y señalan los causantes principales de la desvalorización de la moneda provincial en los principios.) v Sobre la baja de la moneda, y los que la causaban, escribió Toribio de Vadillo en una relación presentada al Consejo de las Indias el 22 de noviembre de 1563: «Y agora, como tiene dicho [el firmante, alcalde de Santo Domingo] se han confederado para ellos solos esquilmar y destruir la dicha Isla y vecindad della, dando trazas y órdenes y maneras para poner en ejecución lo que prtenden, y son tan poderosos que han fecho que un real de a quatro valga dos pesos y medio; y un peso de oro fino, ocho pesos e más y han fecho ansimismo que hoy valga lo que vale que es dos tercios menos de lo que solía valer, e lo mesmo pueden hazer y hazen de todas las demás mercaderías y frutos de la tierra, que por esta causa está la tierra tan perdida y con tantas necesidades». Vadillo va derecho a la enunciación de los monopolios y otros arbitrios puestos en práctica por Juan de Aguilar y Juan de Espinosa, agentes en Santo Domingo de un consorcio de mercaderes de Sevilla. — AGI, Justicia 37. v Contra la usura (que no se refrenó entre particulares): De carta del oidor Echagoian de 24 de mayo de 1562: «Otrosi, en esta tierra ha habido una novedad de que un Alonso Hernández Melgarejo, de quien escribí a V. M. tenía compañía con unos Reyneles extranjeros, ha hecho contra la voluntad de la Justicia y Regimiento de esta Ciudad un Banco de cuartos, porque aquí no hay otra moneda; cierto, cosa excusada y dañosa por los inconvenientes que acá se entienden, que, con la venida del dicho Presidente [Arias de Herrera] cesarán; sólo lo digo para que, si V. M. se hiciere relación de ello en favor del Banco, haya yo prevenido con esta relación». — AGI, Santo Domingo 71. 330 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO v Contra el estanco de mercaderías. — Al margen de carta del fiscal Riego, de 22 de julio de 1567, se anotó que estaba ya tomada resolución que manda quitar el estanco de las mercaderías que se sacan de la Isla. — Santo Domingo 71. 331 Capítulo X Presidencia del doctor don Gregorio González de Cuenca. (1576-1581) (Continuación) 113.— En los días de González de Cuenca se agitó mucho el asunto de la ineficacia de la armada de la guarda de lndias al cargo del Adelantado Pedro Menéndez de Avilés. En 1567 se le puso al frente de doce galeones, y se Ie envió a la Florida para que efectuara la destrucción de los estabIecimientos franceses, y mandara hacer hasta ocho fragatas, cuya artillería, municiones y pertrechos también se le dieron de antemano. Fué capitán de muchos éxitos, y para que mejor tuviese limpios los mares se le hizo Gobernador de la Habana; esta disposición no fué muy acertada, y después se le dejó solamente la gobernación de la armada. Para dotar de defensa todos los puertos del Caribe más amenazados de enemigos, la armada fue prácticamente dispersada, y porque, distribución hecha, fué cuenta negra (en ocasiones de aviso para ayudarse unos navios con otros en inminencias de enemigos) el favor de los vientos por el Rey de España, ni tampoco lo querían los vasallos del Rey con servicio en el mar, por aventajárseles de ordinario los enemigos gracias a los avisos de los vasallos del Rey en tierra; y grande debilidad de fuerzas se producía con enviar fragatas que diesen avisos a galeones para juntarse, de suerte que no ya por estar separados los navíos compañeros, pero ni unidos solían acometer empresa, si no era que desde tierra se les avisaba contra corsarios que, por presentarse sin bastante fuerza, las debían a caso jurado de venganza por 333 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO insubsistencia de fe prestada. De que vino a ser cosa de milagro que la gente de Pedro Menéndez de Avilés, galeón y fragata que solían correr las costas occidentales de la Isla, e invernar y refrescarse en puertos ventajosos para obviar sorpresas, no se estuviesen quedos en las ocasiones, ya por la fuerza de los contrarios, ya por haber sabido a destiempo la presencia de ellos, lo que se correspondía justamente con la conveniencia de no exponer el pellejo cuantos estaban en el caso de llenarlo con las viandas y otros menesteres que habían de conseguir de los de tierra con prueba cierta de haber hecho de la vista gorda en las circunstancias previstas entre unos y otros. Así se comportaron Diego Flórez de Valdés, cabo de la fragata, y Cristóbal de Eraso, del galeón, denunciados al Consejo en aquella forma que mas parecía apuntar a la inutilidad de la guarda, que a la cobardía o cooperación con enemigos, cosa tan reconocidamente acaecente, que bien se tenía cuenta con ella cuando se hacían pesquisas. Y como en las costas de la Española, así en las demás de estas Indias en la región del Caribe, si se tiene cuenta con que más de la mitad, de la armada confiada a Menéndez de Avilés hacia la vuelta a España en los tiempos señalados. 114.— La idea de ahorrar cientos de millares de pesos dió ocasion a ponerse en práctica un remedio, por si el enfermo sanaba en la vuelta al deber; muchos descuidos no eran achacables a la disciplina jerárquica en la armada, sino a subordinados tan sin vigilancia por el capitán general de la armada, y en 1572 se ordenó tomar la residencia a Pedro Menéndez de Avilés y a sus capitanes y demás gente con cargo responsabIe; porque era o sería indicio seguro de la ineficacia de la armada la calidad de las faltas y su extensión, o si todo ello nacía del supuesto de no haberse puesto galeras para la defensa de los dominios, según que la práctica mejor aconsejaba, visto el buen éxito que desde muchos años atrás conseguían los corsarios, que se ayudaban de remos para huir, sin desmentirles el servicio de las velas, en tanto los galeones se servían de sólo velas, y muchos, faltos de carena dejaban de ser buenos veleros. Fue designado Visitador 334 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO de dicha armada el Consejero de Indias licenciado Lope García de Castro, a la sazón en el Perú con el mismo encargo; (24 de diciembre de 1572). Pero en atención a que el ministerio no podría cumplirse con la brevedad que se requería fué nombrado en su lugar el ex-oidor de Santo Domingo Alonso Cáceres de Ovando, depuesto por el Visitador Juan de Valdivia y unos meses en trance de ser deportado a España bajo de partida de registro; pero como hubiese dado razón de sí y hallase atenuante en los cargos que le fueron hechos, se mandó a Valdivia no deportarlo, sino dejarlo libre en la Isla, y ya se quedase o ya se fuese, ello era indiferente al rey (agosto de 1572). De que vino a ser elegido en lugar de aquel licenciado Castro, y a recibir también título de Juez de residencia de las autoridades de la Habana. Más tarde se ordenó a los oficiales de Santo Domingo pagar al apoderado de Ovando ciento y veinte días que se ocupó en el oficio (de que llegó a tener mención perpetua en los anales habaneros por haber formado para el Ayuntamiento de aquella Ciudad las ordenanzas, que se conocen con su nombre). 115.—A fines de 1574 ya tenía el Consejo los autos de la residencia de Menéndez Valdés y sus capitanes y bien se pensó en la sustitución de galeones por galeras, pues a todas partes a donde correspondía pedir información, tanto de la gente de mar como de tierra, se enviaron las cédulas que de esto hablaban, y por lo que toca a la Española y sus puertos se conservan los informes del Presidente y Audiencia, de los Concejos de Santo Domingo (que escribió no convenir, aunque sin declarar que temía la penosa y constante exacción que se le impondría, por ser beneficiada la Isla con aquella guarda) y de la Yaguana (que la aceptó, porque lo mismo se le daba haberla o no) y varios memoriales (el más notable por lo explicativo de su letra, de Jerónimo de Torres, escrito estando él en la Corte). González de Cuenca no alcanzó vida para ver establecidas galeras en la guarda de nuestras costas, pero vivió bastante para reiterar la petición de galeras y recibir orden de asegurar la subsistencia de los hombres de ella y conseguir que el Concejo de Santo Domingo 335 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO se allanase (muy a regañadientes, por sostenerse en que todos los gastos de guerra viva contra enemigos exteriores debían correr por real hacienda), a proveerlas de los necesarios bastimentos por el tiempo de su servicio sobre las costas de la Isla. Santo Domingo 2 de julio de 1577. — González de Cuenca al Rey: «Por otra cédula manda V. M. se haga información si converná que en estas partes haya galeras en lugar de galeones que hasta aquí han cuidado de la guarda de estas costas, con otras cosas que V. M. manda cerca desto. La información y pareceres de muchas personas que pueden tener inteligencia de esto, y a esta Audiencia y a todos parece ser muy necesario haber galeras porque sin ellas los corsarios serán señores de todas estas islas, y cada día roban a los vasallos de V. M. y los frutos de la tierra los llevan a reinos extranjeros, perdiendo V. M. sus reales derechos, y por experiencia hemos visto este año el poco fruto que los galeones hacen, pues vinieron de la Yaguana, donde había cinco o seis galeones de Francia cargados de frutos de esta tierra y se les fueron sin hacer presa alguna; y, habiendo galeras, impedirles han la entrada de los puertos, y harán otros muchos buenos efectos que los galeones no pueden hacer, y podríase pagar las galeras de donde se pagan los galeones, porque esta tierra está tan pobre que no hay en ella de qué se paguen». (capitulo). —AGl, Santo Domingo 50. v 1577, sin fecha.—El Cabildo secular da su parecer sobre galeras. Dice que no conviene se pongan, y acaba: «Por todo lo cual, suplicamos a V. M. muy humildemente no mande que haya la dicha armada y cuando esto no hubiese lugar y todavía mandare que se traiga sea servido que el General que se hubiere de nombrar para ella, sea vecino de esta ciudad, porque en ella hay muy beneméritos para servir a V. M . en el dicho cargo, entre los cuales es uno Jerónimo Bautista Maine, en quien concurren...... », etc. (Sujeto de quien no se ha dado con otra mención documental). Firman: Juan Caballero de la Puebla, Ruy Fernández de Fuenmayor, Juan Bautista de Berrio, Cristobal de Tapia Porres, Pedro Bazan, Juan Dávila y Pedro Solier de Villardiga. — AGI, Santo Domingo 73. v Cabildo abierto en la Yaguana sobre galeras y contradicciones. — Otro día, habiendo sido notificados por Pedro de Rada, escribano mayor de la armada, Baltasar de Monasterios, alcalde ordinario, Jerónimo de Torres, Francisco Zuazo, Baltasar de Escoda y Juan del v 336 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Palacio, regidores, y capitán Diego Fernández de Ocampo, Diego López Bullón, Cristobal Henández Hermoso, Alonso de Morales, Juan Fernández, ancianos del lugar y gente principal, y estando juntos en cabildo abierto .... «Primeramente los dichos Señores Justicia e Regimiento y demás vezinos, todos de una conformidad, dixeron que su parecer e voto es que, para evitar el daño que los dichos estrangeros en estas Islas hazen robos, daños e fuerzas, y para que oviese comercio con los naturales como quando venían navíos de españoles a tratar y contratar, así de Europa como de Tierra firme, para que los vezinos e naturales no padeciesen las necesidades que padecen de mantenimientos e ropa, lo qual es causa que por las grandes necesidades que tienen, algunos an de quebrantar lo que S. M. manda, que para todo ello sería remedio muy util y provechoso S. M. proveyese galeras, con algunas fragatas en estas Islas a evitar los daños que los dichos franceses hazen, porque todas estas Islas e mares dellas son muy abtas y acomodadas para que en ellas naveguen, residan y esten galeras, por ser mares mansas y aver en todas ellas muchos puertos y muy buenos rios, estero y caletas donde pueden estar y surgir; y les parece que será mucho efecto el propósito dicho, porque con los galeones que han residido algun tiempo por estas Islas, no dexan de venir franceses, y que para proveimiento y mantenimiento de las dichas galeras ay cazabi y maiz, que es pan desta tierra, y arroz y frijoles, patatas y platanos, e auyamas e otras frutas, legumbres de la tierra, carne y puerco y vaca y manteca de puerco en abundancia, con lo qual se podrá sustentar la gente de las dichas galeras y será cosa muy provechosa y servicio de Dios y de Su Magestad y bien destas Islas que viniesen dos navíos, o más, cargados a este puerto con mantenimientos e ropa, e los podrían [estos vecinos] muy bien despachar e llevar en paga dello cueros, azucar, cañafístola, sebo, y podría S. M. dar licencia a navíos de menos porte para que pudiesen venir con la flota o sin ella a proveer estas islas y pueblos, porque padecen gran necesidad, e hacelles merced, que aunque no tuviese artillero ni piloto examinado, pudiese venir para este puerto, y deste puerto podrían sacar y llevar ocho mill cueros y dos mill arrobas de azucar y mill quintales de cañafístola, todo el palo de guayacan que quisieren; y las dichas galeras que asi se proveyeren, podrían correr y guardar esta Isla y de Cuba y Jamaica, por ser muy cercanas las unas de las otras, que desta Isla a la de Cuba ay honze leguas del Cabo de San Nicolás a la Punta de Maisí de la dicha isla de Cuba, y del Cabo 337 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO del Tiburón a la isla de Jamaica ay treinta leguas, y en medio ay una isla que se dize Anavaca, y de la dicha isla de Cuba a la de Jamaica ay otras treinta leguas, y esto dixeron ....» AGI, Patronato 269, nº 1. Jerónimo de Torres, arriba enumerado, estando en Corte, donde se procuró una escribanía en la Yaguana, expuso en su interesante Relación ya citada: «Don Cristobal de Eraso, con una cédula de V. A. de octubre pasado o noviembre de setenta y seis, en todos estos Concejos, pidió que le diesen razón cómo se podrían evitar estos rescates con enemigos. Yo me hallé como regidor en el Concejo de la Yaguana, y, aunque, las razones que dieron, que V. A. ya las abrá visto, fueron muy buenas, como dezir que galeras serían de mas efecto que galeones, y sería mas guardada la costa, mas prestas para todo que galeones, y que a V. A. sería menos costa y que en todo aquello ay muy buenos puertos para ellas y muy buena mar y segura con sus invernadas por los huracanes, y que ay para ellas mucha comida, después de haber dado todas sus razones, antes que se firmasen a los del Concejo les propuse yo esta razón: que S. M. pusiese en la tierra justicia de fuero que siempre residiese con residencia cada tres años, y que esta sería, con las demás, eficacísima razón; y vistas las razones que arriba he dado, fueme respondido que no querían pedir tal, que no querían ser como las ranas que pidieron rey, y fueme rechazado; y como no me lo admitieron, no lo quise dezir a Don Cristobal, con intención de decillo a V. A., pues abía de venir a lo de la escribanía. — Digo que en esto de galeones o galeras puede hazer V. A. su voluntad, como mejor esté informado, y quede que serán de mas efecto galeras, cosa clara para los que saben y an visto la mar y puertos de Indias........ pero digo para acabar de dezir lo que pretendo que, ora envie V. A. galeras o galeones, es imposible dexar de ir a Indias franceses y portugueses, porque la mar es muy larga y mucha la contratación que de allá pretenden y estan muy engolosinados en ella, y caso que allá aya armada, no puede estar en todas las Indias, aunque estén muy repartidas, y repartida en muchos pocos no conviene, porque el francés va muy armado para ofender y defender, ora sea ladrón, ora sea merchante, y lo que le anima a mas ir es ver la gana que los pobladores y de la tierra los reciben y guardan y recatan y avisan, como e dicho, y esto por la poca justicia de la tierra, que si la oviese, sería la cosa mas eficaz que S. .M. puede prevenir; y digo y afirmo que, ora oviese armada, o no, por la mar, como oviese justicia que al tiempo del francés despoblase los hatos y 338 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO no dejase en ellos negros ni mulatos ni personas del servicio de ellos, y que sus amos ellos estuviesen en el pueblo, yo certifico que oviese enmienda notable». — AGI, Patronato 259, ramo 67. v Galeras: fragmento de un Memorial dado por Diego Sánchez de Sotomayor para enviar a S. M., leido en el Concejo de Santo Domingo el 24 de abril de 1578 (el texto visto en copia mecanográfica, con referencia a antigua fuente: AGI, 2-5-1/14. «Con nueve galeras que V. M. tenga en las partes que de yuso se dirá, que sólo tendrán de costa en cada un año cincuenta y cuatro mil ducados y a lo más cincuenta y seis, que es ciento y cuatro mil ducados menos de lo que se gasta por año en los galeones de Pedro Menéndez, estas Indias estarán seguras de corsarios y los inconvenientes de ellos, quitado lo cual es cosa llana de remediar con las dichas galeras y lo demás que conviene haya, que adelante se dirá, y, quitados los dichos inconvenientes y pasaje de corsarios y extranjeros, y con la dicha armada, los vecinos y navegantes de estas islas vivirían seguros todo a costa de lo dicho y mucho menos, como asimismo adelante se dirá, salvo la chusma, munición y artillería y los demás pertrechos necesarios hasta las poner a la vela; y para que mejor se entienda mi relación, primero pongo los riesgos e inconvenientes que hay que remediar, respecto que con mucha facilidad podrían recrecerse en estas Indias notables daños, y la orden que se podría tener en remediarlos, y los corsarios tienen y tendrán en las entradas y salidas en ellas, para que después de entendido con facilidad se entienda el mucho efecto que harán las dichas galeras, y lo que más se gastare fuera de lo dicho en la dicha armada de Pedro Menéndez es superfluo y no se ha de hacer más efecto con ello gastando que sin ello, salvo que convendrá que la dicha armada de alto bordo de Pedro Menéndez, V. M. quite las dos partes o mitad de ella, y la otra quede para acompañar las flotas, y con ella y las dichas galeras estas Indias estarán seguras de corsarios. En el puerto de Santo Domingo, que es en la Isla Española, ha de haber una galera, la cual conviene que esté en el dicho puerto y su costa y sobre él y costa corra por la orden que pareciere al que la gobernare, por donde guardará este dicho puerto, costa y paraje, y desde aquí podrá acudir a la parte que conviniere en esta dicha Isla, así de la banda del Sur como de la del Norte de ella, lo cual hará con mucha facilidad, según la nueva que tuviere de corsarios; y asimismo se podrá poner sobre la Saona, donde reparará algunos días y hará 339 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO harto provecho en acompañar las flotas hasta las dejar doblada la dicha Saona y, conviniendo, se juntará con facilidad esta dicha galera con la de Puerto Rico y todas con las de Cumaná y Cartagena. En Puerto de Plata, que es en la dicha Isla en la banda del Norte de ella, ha de haber otra galera, la cual correrá toda la Banda del Norte de ella y, siendo necesario, podrá por la Canal vieja correr hasta la Habana y, conviniendo que esta galera baje toda la Isla, lo hará con mucha facilidad y presteza, demás de que con la dicha facilidad se juntarán, conviniendo, con la galera de Puerto Rico y las demás de esta Isla. Esta galera, demás que traerá su costa limpia de corsarios, no dará lugar a navíos portugueses que rescaten y carguen para Portugal; que en esto conviene que haya en ello mucho recato y más cuidado por muchas razones bastantísimas que, siendo necesario, diré. En la Yaguana ha de haber una galera, la cual correrá toda su costa por barlovento hasta Puerto de Plata y por sotavento hasta el Caimito y Cabo del Tiburón y Punta de Maisí, que es en la isla de Cuba; lo cual puede correr con mucha facilidad y brevedad y, siendo necesario esta dicha galera bojar toda la Española, lo hará con mucha brevedad y facilidad, demás que podrá correr toda la banda del Sur de la isla de Cuba hasta el Cabo de Corrientes y de San Antón y venir sobre la Habana y por la Canal vieja volverse a la dicha Yaguana y su puerto; siendo necesario, atravesará Jamaica a lo más largo, habiendo tiempo y sin él, en dos o tres o cuatro días; por toda la dicha costa hallará muchos puertos, aguadas y surgideros, y así a menudo y muy principales». Del propio Memorial, tocante a la chusma de las galeras: «Para cada una de estas galeras es necesario sesenta hombres de mar y tierra que bastan, respecto de que en dichas galeras no han de abordar al corsario porque todo el efecto lo ha de hacer la artillería; que a cada uno des estos hombres se Ie den tres ducados cada mes, que vale por año a treinta y seis ducados por hombre, que serán menester por año para todos sesenta hombres al dicho respecto dos mil y ciento y sesenta ducados; y cuando a los dichos tres ducados no se hallase gente, con alargar la paga por el mes a cuatro ducados, sobrará gente; y esto que se alargaría es lo que va a decir de cincuenta y cuatro mil ducados a cincuenta y seis mil ducados que tendrán de gasto las dichas galeras». El arbitrista computa para cada galera de 170 a 180 forzados; presupone que por falta de hombres blancos, se hayan de meter negros bozales, gente más fuerte, «y si para que esta dicha chusma y tripulación esté en número bastante, será y es necesario que V. M. 340 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO haga merced a las dichas galeras de los negros que en estas partes se tomaren por perdidos, viniendo mal despachados. Item, habiendo en estas Indias delincuentes, se echarán a galeras según sus culpas y méritos. Item, habiendo delincuentes en estas dichas Indias que sus culpas se puedan conmutar en penas pecuniarias, así sea con que la tal pena se conmute en algún negro o negros, según las culpas, para las dichas galeras, o en pago de algún tiempo o tiempos de soldado o soldados. Item, que los corsarios que se tomaren en estas Indias sean forzados en las dichas galeras». (Diego Sánchez de Sotomayor fue marino o navegante, conocedor de cuanto escribió, y se le halla presente en Santo Domingo casi todo el año de 1577 y primer semestre de 1578; dieron pareceres favorables al Memorial los pilotos examinados Antonio Barbudo, Alonso Rivilla y Cristobal Sánchez, y Pedro López, maestre y piloto, ninguno de ellos residente, sino estantes en Santo Domingo.) v Juan de Valladares, piloto examinado de los mares de las Indias, expuso, para la defensa de ellas, que los corsarios «en la Isla de Santo Domingo harán mucho daño en ella por tener muchos puertos alrededor, y en todos ellos hay poca resistencia, y toman los mantenimientos que quieren porque en toda la isla hay mucha comida. Y asimismo hacen daño a los navíos que salen de San Juan de Puerto Rico para Santo Domingo... «Y sabido por V. M. lo arriba dicho, para guardar dichas Indias proveyó y mandó que en Bilbao hiciesen doce navíos a doscientos y cincuenta toneles cada uno, y se armasen para que anduviesen de armada en las dichas Indias a estorbar los dichos daños, los cuales se hicieron y armaron y por capitán general de ellos [fué] Pedro Menéndez de Avilés, Adelantado de la Florida y Capitán General del Mar Océano por V. M. Los cuales navíos son mancos, porque si no hay tiempo próspero para donde quieren ir, no pueden efectuar sus designios ni hacer efecto ninguno en la guarda de las dichas Indias y, ademas de esto, si los dichos doce navíos están en el puerto de la dicha ciudad de Santo Domingo y quieren salir para rodear y guardar la dicha Isla, costeándola toda hasta el Cabo de Tiburón y a la Yaguana y ir al Cabo de San Nicolás y a Puerto Real y a Montecristi y a Puerto de Plata y al Cabo del Engaño y a la isla de la Saona y tornar a la ciudad de Santo Domingo, de donde salió el armada, tardará en este camino mas de cuatro meses, porque los vientos son contrarios todo lo más del año y, andando con esta armada toda la Isla, mal puede guardar las otras islas y la tierrafirme. 341 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO «Y si V. M. manda traer una galera en la isla de Santo Domingo, que no salga de ella, y cada mes dé una vuelta alrededor de la dicha isla, no pasará corsario en toda ella que no sea tocado y aventado; ansina estará segura la dicha lsla de los dichos corsarios. «Otra galera que ande sobre el Cabo de la Cruz, que es en la isla de Cuba, hasta el puerto de Santiago y del puerto de Santiago de Cuba hasta la Punta de Maisí, de la Punta de Maisí hasta el Cabo de San Nicolás, y del Cabo de San Nicolás hasta la Yaguana, y de la Yaguana, hasta el Cabo de Tiburón, y del Cabo de Tiburón hasta Jamaica, terná V. M. guardadas las Indias. (EI piloto señala otra galera con una galeota para la costafirme, y continúa): «Los mantenimientos de las tres galeras con la galeota se gastarán muy poco de cosas de España, porque carne y cazabe y arroz y haba y garbanzo lo hay de su cosecha en la Isla de Santo Domingo y en la isla de Cuba y en San Juan de Puerto Rico hay carne y arroz, y con doscientos negros repartidos en toda la Isla de Santo Domingo y Tierrafirme se cogerá mucha cantidad de bastimentos para las dichas galeras y para adonde hay falta de ello, y se ahorran dineros». — Col. Muñoz. v «Memoria de los puertos que hay alrededor de la Isla de Santo Domingo». (Escribió Valladares; Col. Muñoz). «Primeramente, el puerto de Santo Domingo; es muy buen puerto, tiene cerca de cuatro brazas de agua a la entrada y a la boca; pueden estar en éI muchas naos. Del puerto de la ciudad de Santo Domingo a Puerto Hermoso hay diez y seis leguas; es buen puerto; pueden estar navíos hartos en él. De Puerto Hermoso a Ocoa hay tres leguas; es buen punto, pueden estar en él hartos navíos; es puerto donde hacen escala las naos que van a Nueva España y a Honduras, y allí van los corsarios a tomar agua. De Ocoa a Azua hay cinco leguas; hay un puerto que se dice Puerto Escondido, y por otro nombre Puerto de Mosquitos; hay tres brazas de agua. De Puerto Escondido a Barahona hay tres leguas; es buen puerto para reparar en él. De Barahona a Yáquimo hay veinte leguas; es buen puerto; hay dos brazas y media de agua a la entrada; pueden estar navíos hartos en él. 342 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO De Yáquimo a Yabaquí hay diez y ocho leguas; pueden surgir en él. De Yabaquí a la Sabana hay tres leguas; tiene una isla frontero de la Sabana muy buena; hay buenos surgideros en ella. En la Sabana hay buenos surgideros; anda poblada de cristianos; hay mucha monteria en ella de carne de puerco. De la Sabana al Cabo de Tiburón hay diez leguas; en el mismo Cabo de Tiburón hay surgideros de la banda del Sur de él [do] pueden surgir navíos. Del Cabo de Tiburón, al Norte como tres leguas, hay un surgidero que se dice Puerto Inglés; es buen puerto; hacia la Caleta, del Norte Sur seis leguas, está un rio que se dice Doña María; pueden surgir en éI. De Doña María al Caimito hay catorce leguas; pueden reparar y surgir, fuera de la isla es limpio. De Caimito a Guaba hay catorce leguas; es muy buen puerto. De Guaba a la Yaguana hay tres leguas; es grande ensenada, pueden surgir muchas naos. De la Yaguana al Zahay o Puerto de Sardinas hay doce leguas. Del Puerto de Sardinas al Cabo de San Nicolás hay quince leguas; es grande puerto y bahía, pueden estar en él muchas naos. Del Cabo de San Nicolás para ir al Puerto de Plata córrese la costa Este Oeste. Del Cabo de San Nicolás a Puerto Real hay veinte leguas; hay en el camino dos puertos para navíos que piden dos brazas y media de agua. Puerto Real es, buen puerto; pueden surgir en él navíos. Del Puerto Real a Montecristi hay doce leguas; es buen puerto, pueden surgir naos en él. De Montecristi a Puerto de Plata hay veinte leguas; es buen puerto y en este camino hay buenos surgideros. De Puerto de Plata a Cabo Francés hay doce leguas; tiene el Cabo Francés buen surgidero. Del Cabo Francés aI Golfo de Samaná hay doce leguas; es gran puerto; hay grandes surgideros en él. 343 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO De Samaná al Cabo del Engaño hay quince leguas. Del Cabo del Engaño al puerto de Higüey el viejo hay seis leguas y dos brazas y media a la entrada; pueden surgir navíos dentro de él. De Higüey el viejo a la Saona hay cinco leguas; en esta isla pueden surgir muchas naos al Oeste de ella. De la Saona a la isla de Santa Catalina hay cinco leguas; pueden surgir navíos a la banda del Oeste de ella. De Santa Catalina al este hay un rio bueno que se dice Dahavon; pueden entrar naos de doscientos toneles. De Dahavon al Zoco hay otro rio; a la boca de él pueden surgir en él. Abajo del Zoco tres leguas hay, otro rio que se dice Macorís; hay de él a Santo Domingo catorce leguas». 116. — Desde muy antiguo estaba vigente en los dominios, por real cédula (dirigida a don Diego Colón, de Sevilla 21 de julio de 1511), la prohibición de llevar a Indias de España, y viceversa, mercancías de y consignadas a versando en la materia fulleros sobrecargados de deudas, que para no ser ejecutados en tales bienes, cambiaban las marcas y los nombres para simular intereses ajenos, siendo propios. Idéntico fraude hacían las personas de sí mismas para poder salir subrepticiamente de la Isla y para entrar en ella, sin aparecerse en registro alguno, de que llegó a resultar en muchos casos que un Juan Rodríguez, era en persona un Alonso Vázquez, así conocido a lo largo de los años, tan tramposo con este nombre como lo había sido en España con cualquiera otro. Ayudaba a la clandestinidad de entradas y salidas en la Isla la abundancia de puertos solitarios, adonde no llegaba la vigilancia de los que por ley debían visitar los navíos sin consentir entrar pasajero hasta ser revisadas las marcas de bultos, fardos, barriles etc., ni saltar en tierra sin primero verificarse la identificacíon de las personas viajeras por las listas de pasajeros. Entre todos los puertos que más ventaja daban para escapar de deudores, o de la justicia, era el del rio Chavón, pues había brevedad grande para la travesía hasta Puerto Rico, o de Puerto 344 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Rico a Santo Domingo sin los peligros de echarse los vientos desde punta Espada y caer en manos de corsarios, que lo menos que hacían con estos aventureros,si dejaban de defenderse, era soltarlos con aquel caudal inherente al que se Ie pone del todo en todo corito en cualquiera playa. Esta brevedad en la travesía fue tan conocidamente ventajosa que con presentarse ante un teniente de oficial puesto allí para dar pase a viajeros en regla, veinte oportunidades tenían para salir presto desde Chavón contra una de Santo Domingo en el mismo espacio de tiempo. Pero era allí, por esta circunstancia de haber teniente, donde se destruía todo papel de licencia dada con firma del Presidente sin que fuese del Presidente, importando poco que el nombre del pasajero fuese verdadero o falso; que no había reclamo que pudiera tener curso contra sujeto alguno, si el tal, cuyo nombre se significaba, ni por semejas parecía a flor de labio, ni en hoja de registro. Otras transmigraciones, y eran contínuas, se deslizaban con más suavidad y llaneza: solíase salir a la mar por cualquier rincón costero, y viajero y barquichuelo se recibían abordo, jam numerata pecunia, y en la orilla opuesta se repetía la operación, y llévete Dios con ventura...... Las repetidas reales cédulas que ordenaban la vigilancia para impedir semejantes transmigraciones, ya fuese moderando las autoridades las licencias, o ya obligando a cada cual a estar a las condiciones debajo de las cuales podían vivir en donde primero pidieron y fueron licenciados, solo sirven para aquilatar los avances de la legislación, según la mente del Consejo o del Soberano; la falta de tal vigilancia y, tantas veces la transgresión de lo mandado, actuando ministros desaprensivos, y la fuga o emigración clandestina de particulares, sirven para demostrarse el ningún respeto que, sin temor ni empacho alguno cordialmente se tiene a todo mandato prohibitivo o a toda ley coercitiva, si hay por medio un par de pesetas que cubran la firma del Rey con la vera efigies del Rey. Todos los tránsfugas estaban más o menos asegurados; los que sabían nadar, por virtud de su pericia; los que no, dando prima, porque el maestre del barco esperaba hasta verlos en tierra, o ponía a su disposición 345 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO marinero ganador de otra prima en segundo grado. Y ya tenemos en planta otro presupuesto de la gran calamidad de 1586: aquel primero, el ansia de diversiones, en que todo fué molicie; éste, la despoblación de la ciudad y de la Isla, en cuenta larga de pobladores desarraigados o nunca bien arraigados...... v DON CARLOS, etc. — Por quanto somos informados que, porque algunos vecinos y pobladores de las nuestras Indias, yslas y tierra firme del mar Oceano; que biven y moran en algunas provincias e yslas dellas se van a otras partes sin licencia nuestra y de los nuestros governadores por se aprovechar de los aprovechamientos y frutos dellas, de que las tales provincias e yslas donde tienen sus asientos reciben notorio daño y es causa de se despoblar, y queriendo poner remedio en ello. Visto y platicado en el nuestro Consejo de las Indias, fue acordado que devía mandar dar esta nuestra carta en la dicha razon, y Nos tuvímoslo por bien; por la qual prohibimos y mandamos que ningunas ni algunas personas de ningun estado o condicion que sean, que estuvieren o residieren en una provincia o ysla, no puedan salir ni salgan della para yr a otra parte alguna sin licencia de nuestro governador de la tal provincia e ysla donde residieren, so pena que por el mismo hecho aya perdido y pierda el oficio e oficios y qualesquier indios que tuvieren, ansi por encomienda como por repartimiento o en otra qualquier manera, y queden para siempre inhábiles para los poder más tener en ellas, sin especial licencia nuestra, y mandamos a los nuestros Presidentes y Oydores de las nuestras Audiencias que residen en las ciudades de Tenustitlán Mexico de la Nueva España y Santo Domingo de la Isla Española, y a todos los Governadores, Corregidores, Alcaldes y otros juezes y justicias de las dichas nuestras Indias, yslas y tierra firme del mar Océano, que guarden y cumplan, y hagan guardar y cumplir y executar lo contenido en esta nuestra carta en las personas de los que contra el tenor y forma della fueren y pasaren; y porque venga a noticia de todos, mandamos que sea pregonada públicamente en las plaças mercados dessas ciudades, villas y lugares por pregonero y ante escrivano público, y los unos ni los otros no fagades ni fagan ende al, so pena de la nuestra merced y de diez mil maravedís para nuestra cámara. Dada en la ciudad de Toledo a veyntiun dias del mes de mayo de mil y quinientos y treynta y quatro años. — Yo el Rey. — Yo, Francisco de los Cobos, Comendador mayor 346 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO de León, secretario de sus Cesareas y Católicas Magestades, la fize escrevir por su mandado, firmada de los del Consejo». — Cedulario Indiano (Encinas), I, 411. v Los nombres falsos que no pocos llevaron en Santo Domingo y otras partes, estaban escudados por la posesión adquirida en España de licencias otorgadas a quienes, por desistirse de venir a estas partes, o por haberlas conseguido como mercancía negociable, las vendían con razonable provecho. Por real cédula de Valladolid 29 de abril de 1549 (véase Ced. Indiano, de Encinas. I, 404), se prohibió la venta de dichas licencias, y se dieron otras para la aplicación de sanciones en los casos que se descubrieran; lo que nunca bastó, si podían entrar a la parte en la expedición de negocios sujetos que, a caso de rutina, intervenían en el curso de ver papeles, como informaciones de identificación de pretendientes a Indias, etc. v La real cédula, La Serreta 9 de octubre de 1553, para que en los puertos de Indias se llevase libro de asiento de pasajeros arribados, dada originalmente para Nueva España, en Cedulario Indiano (Encinas), I, 408. v «EI Rey. — Presidente y Oydores de la nuestra Audiencia Real que reside en la ciudad de Santo Domingo de la Isla Española: Bien sabeys como por cédulas y provisiones nuestras está ordenado y mandado, diversas veces, que no deys licencia a ninguna persona para passar a las provincias del Perú, ni deys lugar a que passen, por los daños que de lo contrario se han seguido. E agora somos informados que desde essa Isla se despachan cada un año mas de doscientas personas para la provincia de Tierra firme y, llegados allí con dineros, y por otras vías ilícitas la mayor parte dellos passan a las dichas provincias del Perú. Y porque es bien quitar toda ocasion para que se guarde lo que por Nos está mandado, y los fraudes y encubiertas que para contravenir a esto se siguen, vos mando que agora y de aqui adelante por ninguna causa ni razon no deys licencia alguna para passar a las dichas provincias del Perú, ni a la Tierra firme a ninguna persona de qualquier calidad o condicion que sea; y esteys vigilantes y con cuidado para que con las dichas vuestras licencias, ni sin ellas, no passen ningunas a las dichas provincias, y con que se visiten los navios que de essa Isla salieren para la dicha provincia de la Tierra firme: porque ansí conviene a nuestro servicio y bien de las dichas provincias. Fecha en Madrid a quatro de octubre de mil y quinientos y sesenta y nueve años. — Yo 347 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO el Rey. — Por mandado de Su Magestad, Antonio de Eraso. Señalada del Consejo». — Cedulario Indiano (Encinas), I, 408; AGI, Santo Domingo 899. v «EI Rey. — Presidente y Oydores de la nuestra Audiencia Real de la Isla Española, y a otras qualesquier nuestras justicias della e a cada uno y qualquier de vos a quien esta mi cédula fuere mostrada. Sabed que Nos, deseando, como deseamos, que essa Isla se pueble, damos licencias a algunas personas para que vayan a ella con cargo que ayan de residir en essa dicha ysla unos ocho años y otros, seis; y a vosotros os tenemos ordenado que a los que ansi fueren, no los dexeis passar dessa ysla para otra parte alguna de las Indias; y somos ynformado que, sin embargo dello, algunas personas de las que ansí van a esa dicha ysla, se passan de una parte a otra y a otras partes de las Indias, de que redundan muchos inconvenientes: y porque de aquí adelante no conviene que esto se haga, vos mando que proveays, y deys orden de no dexar passar dessa dicha ysla a otra parte alguna de las nuestras Indias a ninguna persona de las que ansí huvieren passado a ellas sin expressa licencia nuestra para ello, y para ello hareys dar todos los pregones y hazer todas las diligencias necessarias, de suerte que en ninguna manera ni por ninguna via salgan dessa dicha ysla los que huvieren ydo a ella, y si alguno saliere le hareys castigar, y procedereys contra él conforme a las penas que les oviéredes puesto, dando vuestras requisitorias para las justicias de las partes donde huvieren passado, para que os los embien presos y a buen recaudo, para que se execute en ellos las dichas penas. Fecha en Madrid a nueve de diciembre de mil y quinientos y sesenta y ocho años. — Yo el Rey. — Por mandado de Su Magestad, Antonio de Eraso. Señalada del Consejo». — Cedulario Indiano.—AGI, Santo Domingo 899. v Madrid 19 de septiembre de 1569. — Real cédula a la Audiencia: que envíe relación por qué ha salido de la Isla tanta cantidad de esclavos; cuántos han salido, quién es el culpado; qué necesidad hay de sacar negros; por dónde se sacan, a dónde se llevan, para qué, por qué. AGI, Santo Domingo 899. El Escorial 13 de julio de1571. — Real cédula: Sólo el Presidente dé licencia a las personas que hubieren de salir de la Isla, porque esta es la orden que se dio por cédula de 28 de noviembre de 1564; se declara en el texto que, habiendo Presidente en la Audiencia, él precisamente es quien debe dar la licencia; no habiéndolo, la dé la Audiencia. — AGI, Santo Domingo 899. 348 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO San Lorenzo el Real 6 de abril de 1574. — Real cédula a la Audiencia: muchas personas, a quienes se dió licencia para pasar a Santo Domingo, San Juan y otras partes, no han cumplido con lo que se obligaron, sino que se van y se han ido a otras partes de las Indias; y se ha mandado a los oficiales de la Casa de la Contratación que envíen a la misma Audiencia lista de las personas que han pasado para quedarse en Santo Domingo. Se dice a Presidente y Oidores que deben informarse si tales personas están en Santo Domingo, o si se han ido a otras partes; que todas hayan de cumplir la obligación que tienen de quedarse en Santo Domingo, y de cada una que supieren que está en otras partes, luego envíen las requisitorias y provisiones del caso para que las demás Audiencias donde estuvieren, y demás Justicias reales, las obliguen a ir al destino que a cada uno se otorgó cuando pidieron la Iicencia para pasar, siendo así que ellos mismos hicieron elección de la provincia y paraje a donde querían ir. — AGI, Santo Domingo 868, lib. 3, f. 35. — (No se ha dado con expediente alguno, ejecutado el espíritu ni letra de esta cédula.) v Santo Domingo 17 de junio de 1576. — González de Cuenca al Rey: «Por estar esta Isla tan despoblada, con facilidad se ha de dar licencia a los que quisieren venir a poblar en ella, la cual, aunque [ya está] proveido con tan santo celo, a esta Isla ha sido de poco provecho y de mucho daño de las demás partes de las Indias, porque todos los que aquí vienen, ninguno queda en la tierra y todos se van luego al Perú y Nueva España sin que pueda haber remedio, a lo menos enteramente, para excusallo, porque esta Isla tiene muchos puertos donde cada día surgen navíos en que se van, y lo mismo es en los que salen de este puerto, que los maestres de los navíos su principal trato ha sido sacar gente sin licencia, de noche, saliéndose la gente en barcas a la mar, para que allá los tomen los navíos, y en el castigo de ello ha habido mucha remisión. Hase comenzado a castigar esto con rigor, pero el castigo aprovechará para los de este puerto pero no para los demás que están despoblados, que en ellos los toman los maestres; y aunque V. M. envía gente a esta tierra con título de labradores para que pueblen y cultiven, es de ningún fruto porque ninguno queda en ella, y de los que vinieron el año pasado han quedado dos en esta ciudad que andan a mendigar y a pedir por Dios, y por no haber tenido que dar a los maestres, han quedado en las tierras y hacen las diligencias que pueden para salir de ella y como esta ciudad e Isla está tan llena de esclavos, sírvense los vecinos de ellos, que son más baratos que no españoles, y así los que vienen, v 349 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO padecen pobreza y procuran salir de ella con dejar la tierra». — AGI, Santo Domingo 50. v San Lorenzo el Real 18 de junio de 1577. — Real cédula: se ha tenido noticia que muchas personas salen de la Isla y pasan a España sin licencia del Presidente y Oidores; ordénase a éstos que no den lugar a que se continúe esa costumbre, «so pena de la nuestra merced», y que pregonen esta orden en todos los pueblos de la Isla y sea notorio a todos; y que para dar licencia, «preceda instancia, como se hace en las demás partes de las Indias».— AGI, Santo Domingo 868, lib. 3, f. 78. La inestabilidad de españoles recién llegados y otros residentes no tenían por pábulo clandestinidad facilitada para salir, antes tambien licencia, mediando un «por cuanto vos……», que en estos lances no era para maestres, y de los traídos por Encinas, como incentivo para desistirse de entender en la fundación de Bayajá, con licencia siguieron rumbo previsto (y el fiscal Villanueva Zapata nunca pudo ver papeles de Encinas en esta razón de los que trajo, porque no pidiese en la Audiencia ni pudiese reclamar justicia por el Rey). De aquella fuente de ingresos privados otros querían gozar, y el oidor Quero, concupiscente, escribió a S. M. el 12 de mayo de 1578: «Esta Isla se va consumiendo, y los Presidentes que a ella vienen, como no tienen otras mercedes que poder hacer sino dar licencias para salir de ella, abren la mano, y si vienen cien hombres de España, salen de la Isla doscientos, unos con licencia y otros sin ella, y así se va despoblando y, aunque hay cédulas que lo prohiben, como una voluntad se granjea presto, no se guardan como deberían. Podríase remediar con que al Presidente se le prohibiese el dar solo licencias sin la Audiencia, y a la Audiencia se le mandase no las diese sino a aquellos que mostrasen particular licencia de V. M. para pasar adelante». AGI, Santo Domingo 51. — De estas cartas se originó mandarse que los hombres que Bastidas condujese para la población de Bayajá, antes de embarcarse diesen pesada fianza; razón para no embarcarse sino los que tenían ahorros para fines de medro en el salir de España sin indigencia. v «El Rey. — Nuestros Visorreyes, Presidentes y Oydores de las nuestras yslas y tierra firme del mar Océano, y Governadores dellas, y qualesquier otros juezes y justicias a quien tocare lo contenido en esta nuestra cédula, a cada uno en su jurisdiccion. Sabed que Nos avemos dado y de ordinario damos licencia a algunas personas para 350 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO poder passar a essas partes, unos con fianças de residir un tiempo limitado, y usar sus oficios, si los tienen, en una provincia; y a otros obligándose a lo mismo en algunas quantías de maravedís; y somos ynformados que, yendo contra lo que ansi están obligados a cumplir, después de llegados a essas partes, se van adonde quieren de que avemos sido y somos deservidos; y porque conviene .que esto se remedie, os mandamos a todos y a cada uno de vos, segun dicho es, que tengays de aquí adelante particular cuydado de saber y entender las personas que llegaren a cada una de essas provincias y, en lIegando, les pidays las licencias con que uvieren passado, y en ellas veays para qué parte son y lo que por ellas están obligados a cumplir, y hagays que lo cumplan, executando en ellos la pena que les estuviere puesta, y si se fueren de la provincia para donde se les oviere dado licencia y tuvieren obligacion de residir, a otra, los compelays a que vayan a la parte para donde fuere dada la dicha licencia y estuvieren obligados a residir. Fecha en Madrid a seis de octubre de mil y quinientos y setenta y ocho años. Yo el Rey. — Por mandado de Su Magestad, Antonio de Eraso, Señalada del Consejo». — Cedulario Indiano (Encinas), I, 410. v Se ha recordado nuevamente la ominosa tendencia de desviarse el pueblo, especial la clase alta, a los placeres y diversiones de tipo enervante contra la virtud y fortaleza del espíritu de morigeración (que hace fuertes y grandes a los pueblos en la hora crítica de la adversidad colectiva) por causa de su misma continuación. El siguiente capítulo de carta (de 30 de junio de 1577) del Presidente al Rey, aunque apunta no más que a dar color al desenfreno de un oidor y del fiscal de la Audiencia, abarca un horizonte mas extenso en el que se mueve con semejante tara la sociedad o comunidad de la Isla, principalmente los moradores de la ciudad de Santo Domingo; apenas puede soslayarse en la mente de González de Cuenca una conspiración general contra su persona, que no habría tenido realización sino en la aceptación implícita de consentimiento hostil, sin reparo alguno del bajo nivel a que descendían, estando juntos y en forma ciudadana los regidores de la ciudad y hasta muchas señoras que más estimaban el buen parecer de su clase, que el honor de sus personas. Dice el Presidente que el fiscal (Villanueva Zapata) «ha procurado con gran diligencia contínua de traer a su opinión y a sus inclinaciones y vicios, de que es notablemente apasionado, al licenciado Esteban de Quero, Oidor de esta Audiencia, hombre muy mozo, y dió en 351 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO traerle consigo de noche por las calles de toda la ciudad en hábito muy indecente, con capas cortas y espadas y zaragüelles de lienzo hasta el suelo, en el cual hábito les han topado las gentes que andan de noche, con tanto exceso, que se ha murmurado generalmente por el pueblo; de la cual compañía y buenos pasos, resultó amancebarse el dicho licenciado Quero con una mujer cantonera de Sevilla que vino aquí sin licencia, que ha causado en este pueblo grandes pecados y ha descasado a muchos casados, y, por ello, por el Presidente Vera y el licenciado [Eugenio de] Salazar estaba votado que se echase de la tierra. Ha sido este amancebamiento con tanta publicidad y desorden, que el día de Carnestolendas de este año anduvieron públicamente por las calles, a vista de todo el pueblo, desde el mediodía hasta la noche los dos, oidor y fiscal, a caballo, derribadas las capas y con sombreros, arremetiendo a las ventanas donde había mujeres, tirándose de naranjazos con ellas, y se fueron a la ventana donde estaba esta mujer cantonera, y ella desde su ventana con una rodela en el brazo, y ellos desde abajo, en presencia de mucha gente, se estuvieron tirando de naranjazos; y en estos pasos y buen ejemplo al licenciado Quero le quebraron la vara y se la hicieron tres pedazos, y a esta sazón pasó por donde ellos estaban el licenciado (Alonso) de las Cabezas, oidor de esta Real Audiencia, y con mucho donaire el licenciado Quero le mostró la vara quebrada y le dijo en medio de la calle y delante de mucha gente: Señor, hágame vuestra merced justicia, que me han quebrado estas señoras la vara. Y desde a pocos días convidé una noche a la Audiencia a que viesen en mi casa una comedia que se representaba, y con la Audiencia vino el Cabildo de la Ciudad y otra mucha gente y, estándose representando, por mi estudio metieron esta mujer y la sentaron a la puerta de la Sala donde todos la veían, sin saberlo yo, y, acabada la comedia, vinieron los criados del licenciado Quero y la llevaron en su mula a vista de todos»; AGI, Santo Domingo 50. — El fiscal no trató de defenderse, sino de quitar al Presidente cualquier estimación de revolverse con razón contra la costumbre antigua de aquellos juegos carnavalescos, y dió petición en la Audiencia para que vecinos veteranos en semejantes holgorios probaran que, justamente, a mayor cantidad de naranjazos al Presidente y Oidores durante el Carnaval, mayores y más singulares prendas de amor y de respeto se prestaba por el pueblo a aquellos señores en el resto del año (información cerrada el 5 de mayo de 1578; AGI, Patronato 173, ramo 21). —Pero vista la carta del uno y la información promovida por el otro, el Consejo 352 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO resolvió: «inbyese cédula para que no se haga de aquí en adelante»; de que emanó la real cédula de Madrid 10 de marzode 1579 (ya antes enunciada en este estudio), y cuya letra decía, a la Audiencia: «Nos somos informado que en esa ciudad se ha tenido antigua costumbre de que en los días de carnestolendas de cada año el Presidente e Oydores e Fiscal y Alguazil mayor de esa Audiencia, salían por las calles y tiraban naranjas y a ellos se las tiraban, y otras cosas de olores, desde las ventanas; y que el pueblo se regocijava, y que vosotros aveis hecho lo mesmo, por entender que dello no resultava ni podía resultar inconveniente». Ha parecido al Consejo «que de aquí adelante no se haga, por ser ello desautoridad de lo que representais y ocasión de que os tengan menor respeto del que es necesario: os mando que de aqui en adelante no salgais en los dichos días, ni otros algunos, a cosa semejantes porque, aunque sea ocasión de regocijo y fiesta, no es cosa decente que personas de letras y a cuyo cargo está el gobierno y administración de justicia anden tan común y familiarmente entre los del pueblo, de quien han de ser respetados y temidos»; AGI, Santo Domingo 868, lib. 3, f. 85. 117.— Los enemigos de la hacienda del Rey y sus vasallos estaban en el mar; los amigos de vasallos contra los intereses del Rey, en tierra. Ya en estos mismos tiempos de González de Cuenca se había solicitado por los oficiales reales hacerse cárcel para los marineros, y hasta habían sido enjuiciados los guardas del río que, teniendo ojos, no veían los fraudes de maestres y marineros, dando por disculpa que por denunciarlos y estorbarlos “ganan enemigos sin provecho”. Algún remedio temporalmente aplicado estorbaba muchas libertades, pero donde no lo podía haber sino con la pelea o en la fuga, era en el mar, pues corsarios, a la vista, con tenacidad aterradora perseguían el vino y el azúcar, porque con aquél amontonaban y acoplaban amigos (mientras en Santo Domingo faltaba el vino para las misas), y con esta, en llegando a parajes apartados de tráfico, “protegían decidida y eficazmente a la infancia” en clase que todos conocemos; los padres dan hasta su misma vida porque no la pierdan sus párvulos y lactantes. Contra estos robos obró González de Cuenca con mucha más libertad de acción y de mando que sus antecesores 353 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO en la Presidencia, constituido como fue en Capitán General con adecuado título, y no se estuvo perezoso en el allanar voluntades para informar al Rey en favor del envío de galeras, pues consiguió que la Ciudad cargase con la obligación de surtirlas de bastimentos bastantes; en cambio, las desazones que le dieron hasta los propios ministros de la Audiencia y que pueden enumerarse, fueron muchas, porque obrando como Gobernador (conforme a reflexiones que se le hicieron al tiempo de su nombramiento para que se cautelase de los muchos inconvenientes de poner en consejo negocios que por sí solos demandaban unanimidad, y no la había por emulación, envidia y demás pasiones de ministros), donde pensó cubrirse de méritos y loor, no halló sino contumelias, vilipendios y breve término de la vida a fuerza de disgustos. v Santo Domingo 2 de julio de 1576. — Los oficiales reales al Rey (capítulos): EI uno: Los guardas del río dejan de denunciar los fraudes y excesos de los maestres y dueños de navíos y toman por disculpa que «ganan enemigos sin provecho». EI otro: piden que haya cárcel particular para marineros, porque por razón del oficio que hacen, se sacan y después se les reduce a la cárcel nuevamente; si no se sacan para estos menesteres, gritan los maestres; si se les saca muchas veces se escapan; y que la cárcel se tenga en la misma Casa de la Contratación para que de esta suerte el encarcelamiento se haga sin que puedan tener ocasión para la fuga por la inmediación. (Sin resolución). —AGI, Santo Domingo 74. Los guardas del rio (celadores) eran tres con salario anual, cada uno, de 58 ducados; AGI, Santo Domingo 71. Por asegurar los depósitos de todas las mercaderías llegadas sin registro y el despacho de las mismas, se pusieron otros tres guardas más, y se pidió la confirmación al Rey, quien primero quiso tener informes más completos y los pidió por cédula de Arroyo del Puerco 8 de marzo de 1583. — AGI, Santo Domingo 899. v Santo Domingo 17 de junio de 1576. — González de Cuenca al Rey (capítulo de carta): Hay tanta frecuencia de corsarios que, para que se reconozca la necesidad de galeras, la Audiencia envía testimonios, «y por ellos entenderá V. M. cuan cercados estamos 354 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO de ellos, y así cada semana entran aquí barcos robados de ellos, por manera que los señores de ingenios y ganados no son señores de sus azúcares y cueros porque, trayéndolos a este puerto, se los toman los corsarios, a cuya causa está esta ciudad e Isla paupérrima; si no se pone remedio que los galeones anden por esta costa, o se ponen galeras que corran de ordinaria ésta, todo está a riesgo de perderse». — AGI, Santo Domingo 50. v Santo Domingo 18 de julio de 1576. — EI fiscal Villanueva Zapata al Rey sobre lo dificil que es reparar el trato con los franceses en la banda del Norte, pues los vecinos de aquellos puertos son los mas encubiertos en dicho trato. «Este daño parece que tiene uno de dos medios: o quitar los lugares y vecindad de los puertos, trayéndolos la tierra adentro, pues es cierto que no tienen defensa y las veces que quisieren los cosarios los robarán y destruirán, o mandar V. M. proveer galeras que guarden estas costas y no consientan llegar navíos enemigos que deben ser los de este año casi veinte. Estos se llevan gran parte de los frutos de la tierra, o por robo o por contratación».—AGI, Santo Domingo 50. v Santo Domingo 2 de julio de 1577. — El fiscal ViIlanueva Zapata al Rey, capítulo de carta, manifestando que don Antonio Henríquez es hombre muy entendido en las cosas de guerra y no mal marino, y que cabrá bien en él tener el mando de las galeras, caso que se pongan para guarda de las costas de la Isla. (Esta recomendación de gran amigo contiene también el intento de dar quehacer al Presdente, porque el don Antonio es acérrimo enemigo de González de Cuenca.)—AGI, Santo Domingo 50. v Lisboa 6 de julio de 1582. Real cédula: los mercaderes de Santo Domingo se han quejado de que el Presidente González de Cuenca les habrá impuesto la obligación de dar cada año 200 ducados al general de las galeras para sus gastos, y estiman que es imposición ilegal y piden se les quite; Presidente y Oidores envíen la relación de este caso. — AGI, Santo Domingo 899. 118.— Se recordará aquí que en tiempo del Presidente Alonso Maldonado demoró demasiadamente la salida de regular armada contra corsarios, y por la demora, pero ya en la mar, un ciclón la deshizo con pérdida de barcos, centenares de hombres y demás que era propio de la empresa, todo porque los señores ministros habían 355 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO menester un mes y quince días para nombrar general y capitanes; a representación de Maldonado, que alegó que él en persona podía ser general con mando en la mar, se le dió la facultad de hacer aquellos nombramientos, y en adelante no hubo Oidor que osase meter su cucharón ni para el nombramiento de otros empleados inferiores en función de guerra, porque la ley de la materia daba a capitán nombrado la facultad de escoger y presentar, a quien competía aprobar, la lista de los hombres de su confianza. En la práctica aquella facultad al Presidente dada en este negocio embebía su intervención personal en cosas de guerra como Capitán General. Título de tal no tuvieron, y González de Cuenca lo pidió para sí con razones congruentes, que fueron atendidas. El paso dado por el Consejo de las Indias era justamente parte del plan de enajenar de la Audiencia todo poder y mando en asuntos civiles y de guerra, y establecer en la Isla el Gobierno personal en vez del pentavirato semianárquico vigente desde 1523, por tanto que estorbaba para aclarar la estabilidad de la autoridad del Presidente en muchas cosas a él confiadas como a ministro ejecutor de las resoluciones tomadas por los de la Audiencia con voto resolutivo, cuando ya bastaba que aquellos colegas interviniesen en materias de guerra o de gobierno con pura calidad consultiva. Los mismos que vociferaban contra el precavido Presidente, llamándole “mala bestia”, fueron quienes con toda humildad y rendimiento suplicaron la retención del antiguo fuero, diciéndose remediadores “providenciales” de muchos entuertos del Presidente que se guiaba de consejeros inexpertos; pero en el Consejo se atendió a que en la Audiencia de Santo Domingo todos eran y se consideraban como “togados” y los que no, como “caballeros de capa y espada” y nada se arreglaba con votos y juicios de legos en cosas de la guerra; atendióseles de suerte que el nombrado consultor de oficio (alcalde mayor y capitán Bernardino de Ovando) se atrajo la odiosidad despechada del Presidente al par que de todos los togados. 356 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Aranjuez 13 de mayo de 1577.—Real cédula al doctor Cuenca, de aviso de diferentes asuntos, capítulo: «A la necesidad que dezís ay de que haga el officio de Capitán General desa Isla la persona que tuviere el govierno della para la amparar y defender de los cossarios, y que por aver exercido este officio vuestros antecesores lo aveis hecho vos así, aunque sin título nuestro, y suplicais se os avise de lo que en esto aveis de hazer; vistas las causas que referís, por la satisfaccion que se tiene de vuestra persona y prudencia, avemos y tenemos por bien de os embiar el titulo de nuestro Capitán General della, que va con esta. Usareis dél en las ocasiones que se ofrecieren».– AGI, Santo Domingo 868, lib. 3, f. 71. v Santo Domingo 16 de agosto de 1578.— Quero y Menenes, oidores; Villanueva, fiscal, al Rey (capítulo de carta): «Luego que llegó a esta ciudad [el Presidente González de Cuenca, de quien ya están tratando] se nombró Gobernador y Capitán General; de lo último V.M. le ha dado título, y de lo primero él lo toma cuando quiere hace sus autos y pregones a su gusto y modo de tal Gobernador, y cuando le parece, en la gobernación nos mete a todos y le habemos de seguir, o no siguiéndose ponernos a riesgo de que nos afrente y agravie con palabras, como cada día hace. Con este título de Gobernador no sale a las audiencias sino cuando por fines particulares le da gusto; y en la gobernación, creyendo a ruines consejeros, que de sus daños y de lo que padecemos son causa, por la facilidad con que los oye y cree (y es alusión contra Encinas, tesorero), particularmente se hacen y han hecho cosas que la experiencia no las ha mostrado útiles a la república, muchas de las cuales habemos procurado entretener porque del todo esta Isla no se pierda».– AGI, Santo Domingo 51. v Uno de los negocios más interesantes de buen gobierno de González de Cuenca fué la reducción de todos los esclavos indios que había en la Isla al pueblo de indios de Boyá, fundado hacía cosa de unos diez años con indios viejos y sin hijos recogidos por los montes, residuo de aquéllos que por los mismos años, poco antes, habían sido descubiertos, morando en pueblecillos o aldeas en parajes hasta entonces no transitados por españoles. La mano aviesa de los Oidores, al intento de atajar al Presidente en sus pujos de Gobernador sin título de tal, se descubre a través de las palabras del Presidente, en uno de los varios capítulos de preñada carta de 15 de febrero de 1578. Decía al Rey que, por cédula de 2 de agosto de 1530, se declaró no poderse hacer esclavos a los indios caribes, ni aún a los indios que entre ellos eran sus esclavos, ni en razón tampoco de guerra justa; v 357 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO que, sin haberse revocado aquella cédula, el 22 de junio de 1558 se dió cédula en contrario para que a los indios caribes se pudiese hacer guerra y tener esclavos a los tomados con las armas, reservando las mujeres y también los niños de catorce años para abajo; que de esta cédula se dió sobrecarta el 17 de junio de 1563; y que en virtud de esta cédula la Audiencia dió provisiones para hacerles guerra en Cumaná, Maracapana, etc.; que, a vuelta de estas guerras a los caribes, se hizo esclavos “a indios de paz en cantidad, y los truxeron a vender a esta ciudad, donde sirven por esclavos, sin darles los amos doctrina, ni saber qué cosa es iglesia, ni confesión, ni cosas de cristianos”; que de esto se hizo relación a S.M. y vino cédula de 26 de agosto de 1574, ordenando hacer salir de aquella tierra a los capitanes, y que dejasen a los indios en paz y en la libertad que habían tenido, “y en virtud de estas cédulas y visto el mal tratamiento y poco enseñamiento de estos indios, he pretendido hacer de ellos un pueblo, seis leguas de esta ciudad, donde han quedado hasta doce indios de los antiguos, donde he puesto un frayle que los doctrine, que, demás de hacerlos cristianos y sacarlos todos de cautiverio, se haría un pueblo de cien indios que bastaría abastecer esta ciudad; hacen terrible contradicción los que tienen estos indios, diciendo que la última cédula de V.M. que manda queden en su libertad los indios, se ha de entender en los que quedaron en sus provincias pero no en los que se trajeron acá y se vendieron por esclavos. Procuraré ponerlos en libertad como V.M. lo manda, y entiendo que será necesario que V.M. envíe declaración sobre ello en favor de estos indios, que los tratan como a enemigos y los traen en carnes y los hacen servir con excesivos trabajos”.– AGI, Santo Domingo 51.– En otro capítulo de la misma carta el Presidente confiesa su categoría de Gobernador, que no es con título alguno de expresa concesión, aunque sí lo tiene ya de Capitán General: “Como los regidores de esta ciudad son señores de los ingenios, hatos y estancias y de todos los bastimentos con que se sustenta la república, dejan de proveer muchas cosas que al bien público convienen, como interesados en que no se provean, y se dejan de guardar cédulas de V.M. y ordenanzas tocantes al bien público. He proveido algunos proveimientos como Gobernador, mandando guarden cosas que convienen y son necesarias y, como les toca en intereses, sienten pesadumbre, a lo que he entendido, de que hay quien lo provea. Advierto de ello a V.M. para que se entienda el fin con que lo proveo y el que los mueve a recibir pesadumbre de ello, y yo tendría por bien que ellos enviasen los proveimientos que he hecho, y creo que no lo harán”.– AGI, Santo Domingo 51. 358 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Estrecha relación con la carta de arriba guarda otra del dominico fray Gaspar de Cuenca, quien desde Santo Domingo, el 8 de mayo de 1578, decía al Rey, que, después de haber estado en el Perú algunos años, se pasó a la Española, donde ya residía bastante tiempo había; que indios naturales de la Isla apenas quedaban, pero había muchos traidos y vendidos, procedentes de la Nueva Andalucía, que estaban esclavizados con pretexto de la muerte que dieron al conquistador Serpa; que estos miserables iban muriendo en medio de trabajos, y que cuantas veces había intentado que se sacasen de españoles, había tenido pleito particular, y que todos en la isla le tenían en gran desestima por la defensa que a la continua estaba haciendo de tales infelices; y pedía al Rey que dispusiera que no fuese posible interpretación ninguna de la cédula de libertad de los indios, y que se ordenase a la Audiencia (pues en esta materia era sumamente perezosa) que, sin remisión, como fueran indios de cualquier manera habidos ni en cualquiera tiempo, se sacase de poder de españoles y se pusiesen en pueblo aparte para su conservación y alivio, pues él estaba presto a doctrinarlos y conservarlos, etc.– AGI, Santo Domingo 96. 119.— Así hecho Capitán General y avisado también de nuevos designios de cruceros de piratas y corsarios, González de Cuenca entendió con doblado vigor en reparar cuanto era para defensa de la Isla y a que se había entregado desde el principio por la frecuencia de franceses en las costas, siquiera por lo que atañía a resguardar la ciudad de Santo Domingo; alardes de gente, nombramientos de capitanes, fabricación de pólvora, encabalgamentos de la artillería, reparaciones en la Fortaleza y otros muchos cuidados, aunque nunca se acababa de poner en perfección cosa alguna, ni menos cesaba la murmuración de parte de los Oidores, ya cohibidos pero no atemorizados para dejar de echar zancadillas al Presidente y reconquistar la antigua posesión del mando colectivo, que tantos gajes producía, siquiera para lograr lo que la gallina hace con que llena el buche. Pero en lo que hubo de gloriarse el Presidente fué en la prevención de navíos; así armó en 1578 una regular fragata con buena artillería y con sesenta hombres entre marineros y de guerra apenas se vió pasar por delante del puerto un navío de corsarios, y 359 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO que por haber llegado este aviso a cuanto barco pasaba, ninguno acometió por la banda del sur, pero todos enfilaron a la Yaguana, en donde hallaban los refrescos (y los resecos, esto es, cueros, que buscaban), sin haber poder que lo estorbara. La armadilla hizo salida a Ocoa en seguimiento de franceses, y fué por capitán o cabo de ella Ambrosio Borgonovo, italiano, buen marino, sujeto que desde años atrás solía ser nombrado “almirante” de armadillas contra corsarios, y que más tarde (1582) dió tan buena prueba de su valor y lealtad en choque contra valeroso y obstinado enemigo, que hizo información de sus méritos y servicios para conseguir carta de naturalización española. Y en carta de los señores del Cabildo de Santo Domingo, de 18 de octubre de 1579, se expresa que para entonces el Presidente, con acuerdo de los Oidores, tenía a punto una armada de tres navíos de alto bordo y tres fragatas buenas, en la que estaba señalado por general don Antonio de Cuenca y Contreras, hijo del Presidente (a que juntaron su protesta contra la sisa que para ello se mandó echar, a cargo de vecinos y mercaderes). Ninguna acción inmediata se refiere de esta armadilla, salvo un crucero de 1580 para desbaratar al francés Jean Jacques, llamado también Juan Aquete, si era si no era un Juan Haque, que en papeles disyuntos se supone que fué inglés, en el intento de distinguirlo de John Hawkins, en pausa no pirática por estos tiempos. v Santo Domingo 2 de julio de 1577.— La Audiencia al Rey (capítulo de carta): “La casamata de la Fortaleza de esta ciudad, donde está el artillería, se fundó sobre unas peñas donde bate la mar, y con el peso de la artillería y los golpes de la mar, se va hundiendo y han quebrado ya todas las peñas. Hemos mandado ver a todos los oficiales de esta ciudad de albañilería y carpintería que se han hallado y todos dicen que conviene remediarlo luego, y que, retrayendo la casamata más adentro en la tierrafirme, será segura, y que aprovechará toda la madera, ladrillo y teja que agora tiene. La visita que sobre ello se hizo, lleva don Rodrigo de Bastidas, alcaide de la Fortaleza, y está tan a riesgo de caerse y hundirse que, con acuerdo de los oficiales de V.M., 360 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO ha parecido se remedie luego, y se van juntando los materiales”.– AGI, Santo Domingo 50. v De la misma carta, supra: – “En la punta de Caucedo, que está cinco leguas de este puerto, solía haber una guarda y atalaya con tres hombres para dar aviso de los navíos que vienen sobre este puerto para estar apercibidos. Por falta de dinero con que pagar, se deja de poner, y la costa de estas guardas podrá llegar a doscientos ducados por año. Agora se ha mandado pagar a costa de la sisa hasta que V.M. otra cosa provea. Es importantísimo, porque, a venir corsarios, no teniendo aviso la Ciudad ni la Fortaleza, podrían entrar de noche en esta ciudad con lanchas y saquealla sin ninguna resistencia. V.M. sea servido de mandar hacer merced a la Ciudad de que se pueda pagar esto, o mandar que se pague de la Hacienda de V.M.” – AGI, Santo Domingo 50. v Santo Domingo 25 de julio de 1577.– González de Cuenca al Rey: Luego de recibirse la cédula sobre prevenciones contra armadas enemigas, se hizo alarde, se juntaron más de 150 de a caballo y más de 500 arcabuceros y piqueros; “hay un capitán de los de a caballo y tres de los de a pie, de la gente principal y granada del pueblo que sirven y gastan sus haciendas sin premio”.– AGI Santo Domingo 50. v Santo Domingo 20 de abril de 1578.— El Presidente González de Cuenca al Rey (capítulo): “Este año han pasado por este puerto mucho número de navíos de corsarios, aunque en este puerto he puesto tanto recaudo que no han temido barco ninguno, porque al primer navío que vimos, armé una fragata con sesenta hombres, y bien artillada, y tuve presto y aderezado un navío de cuatrocientas toneladas, de lo cual todos los que han pasado han tenido aviso y ansi no han osado llegar a los puertos de esta ciudad, pero en la Yaguana y en sus puertos se han juntado más de ocho galeones y están cargando muy a su salvo, y con tanta seguridad que tengo cartas del capitán de V.M. que está puesto allí, que llega tanto el atrevimiento de los corsarios que entran la tierra adentro y matan el ganado y lo descoran, como lo hacen los señores de ello...”— AGI, Santo Domingo 51. v Santo Domingo 3 de mayo de 1578.— El Ayuntamiento de Santo Domingo al Rey, capítulo de carta. Que el Presidente González de Cuenca ha tomado muy a pecho lo tocante a la defensa de la tierra, “nombrando capitanes de pie y de a caballo, y haciendo que haya centinelas”, y lo demás.– AGI, Santo Domingo 73. 361 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO v “El Rey.– Presidente e Oidores de la nuestra Audiencia Real que reside en la ciudad de Santo Domingo de la Isla Española: don Rodrigo de Bastidas, alcayde de la Fortaleza desa ciudad, Nos a fecho relacion que la dicha Fortaleza tiene mucha falta de artilleros, vastimentos, artillería, armas y pólvora, balas e municiones para poder estar en la defensa que conviene, y que convernía fuese probeida dello en la cantidad que vereis en un memorial que presento en el nuestro Consejo de las Indias, cuyo traslado se os enviará con esta, firmado de Juan de Ledesma, escrivano de Cámara de Governación en el dicho nuestro Consejo; y porque queremos ser ynformado de la necesidad que dello ay en la dicha Fortaleza, o lo que será menester proveer, os mandamos que veáis el dicho memorial y luego Nos envieis relación particular dello con vuestro parecer para que, visto, se provea lo que convenga. Fecha en El Pardo a quatro de agosto de myl e quinientos y setenta y ocho años.– Yo el Rey.– Por mandado de S.M., Antonio de Eraso” (Se cumplió esta orden el 15 de febrero de 1583.) – AGI, Patronato Real 173, nº 1, ramo 22. Santo Domingo 899. v Santo Domingo 18 de octubre de 1579.– El Ayuntamiento de Santo Domingo (capítulo de carta) al Rey, sobre los daños que ha hecho en San Germán el corsario francés Jean Jacques, y toma de navíos pequeños que habían salido de Santo Domingo, y “contra estos franceses, visto el daño que hacen, ha acordado vuestro Presidente y Oidores de esta Real Audiencia de armar, y tienen a punto una armada de tres navíos de alto bordo y tres fragatas buenas en que irán trescientos y cincuenta hombres, y bien pertrechados de artillería y municiones; va por general de ellas don Antonio de Cuenca y Contreras, hijo del Presidente de esta Real Audiencia, y con él van vecinos y hijos de vecinos de esta ciudad, de gente principal, y los demás”. Después de pedirse una galera y una fragata para guardar el paso de Puerto Rico a Santo Domingo, repite la antigua querella de no ser llamado a deliberar con los de la Audiencia en materias tocantes a la defensa de la Isla, pero libre de exacción alguna: “V.M. ha sido siempre servido de mandar que cuando en esta ciudad se hubiere de armar contra franceses corsarios, sea a costa de vuestra real hacienda, y así se ha hecho siempre; y agora Vuestro Presidente y Oidores pretenden que esta armada se haga a costa de los vecinos y tratantes de esta ciudad, repartiéndolo por avería o sisa, lo cual es en grave daño y perjuicio de esta Isla por estar los vecinos y mercaderes 362 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO perdidos por la mudanza de la moneda y tan cargados de otras sisas y averías echadas para pagar los procuradores que habemos enviado ante V.M. por no tener propios, y suplicamos”, etc.– AGI, Santo Domingo 73. v Aranjuez 22 de mayo de 1579. –Real cédula, respondiendo a carta del Presidente de 29 de septiembre próximo anterior, en que manifestaba el clamor de los vecinos de la Isla, porque, habiéndose puesto flota para vigilar las costas de Tierrafirme, los corsarios (se alega) se desplazarán hacia las costas de la Española y otras islas y harán daños con mucha más frecuencia; ordénase a la Audiencia que informe de la necesidad de poner galeras y en qué partes deberán estar y cuantas convendría que fuesen, y si podrían los vecinos ayudar con alguna cantidad, respecto de las conveniencias y utilidades de haber galeras que los defiendan; hecha esta información, han de conferir sobre si se ofrecerán algunos arbitrios de que sacar y aplicar a la conservación y sustentación de la flota.– AGI, Santo Domingo 868, lib. 3, f. 93. v Madrid 29 de julio de 1581.– Real cédula a la Audiencia: habiéndose entendido que en Francia se arman navíos para robar en las Indias, “se ordenó al Marqués de Santa Cruz, capitán general de las galeras de España”, “que despachase a esa Isla una carabela con aviso de ello porque se entendiese y hiciesen los apercibimientos necesarios”; la carabela salió y su capitán Juan de Alderete se encaminó a la Isla y por no haber ido con registro de la Casa de la Contratación, como es costumbre, le embargó la carabela “y lo que en ella llevó; después se le alzó el embargo por haberle fiado Juan Caballero Bazán”. Se le manda no proceder contra Alderete, se le desembargue todo y quede sin costa, pues fué en servicio real.– AGI, Santo Domingo 868, lib. 3, f. 103 v. v Fr. Gregorio Alonso de Escobedo, franciscano misionero que fué de la Florida, en su poema “La Florida”, da razón de uno de los muchos episodios de negociaciones clandestinas con extranjeros en la Yaguana. Dice que, en viaje a la Habana, para allí esperar la expedición de misioneros a que pertenecía para prepararle alojamiento y navío de ir todos a su destino, fué el barco en que viajaba capturado por un corsario inglés en el Cabo Tiburón, “sábado, un mes de agosto, por la tarde, | a veinte y dos, que tengo dello cuenta” [1589]; fué echado en tierra con algunos españoles, se recogió a la Yaguana y 363 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Estaba yo una tarde deseando hallar embarcación para la Habana; por la playa del mar me fuí paseando, que habrá tres millas della a la Yaguana, y ví una carabela sulcos dando, con trinquete mayor y la mesana; que a mí me pareció no de enemigos; todas las de su talle son de amigos. Era, cual dejo dicho, carabela, y se manifestó ser portuguesa. Gran rato estuve puesto en centinela por ver mi adivinanza si era aviesa. Salió su gente en tierra, que revela ser levantisca, y no nave inglesa. Fué gusto ver su gente, talla y traje, con quien traté a la larga mi viaje. El que llevaban era a Cabo Verde con extremado vino y mercancía. No diré ni es razón que se me acuerde las que en su nave vide en aquel día; es frágil la memoria y se le pierde lo que vió, si el varón en sí confía; y así por brevedad quiero ser mudo en no contarlo todo por menudo. Dijeron que su nave fué impelida por un contrario viento tan opuesto que pensaron perder todos la vida, por no poder dar fin a lo propuesto; venir su carabela tan perdida, o de poderlo ser al primer resto. Fué por querer venir al Occidente a servir con regalo a nuestra gente. En la Yaguana fueron admitidos cincuenta valerosos lusitanos, del vulgo regalados y tenidos como si fueran propios castellanos; 364 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO allí dejaron vinos escogidos, mostrando la largueza de sus manos; y al fin de algunos días navegaron adonde sus deseos los llevaron. Embarcóse con ellos mucha gente que aguardaba ocasión, al punto y hora, para hacer su viaje al Occidente, adonde el oro y plata se atesora; a todos dió licencia el presidente del Rey Filipo, que en la villa mora, para poder salir sin pesadumbre cuando Apolo les diese clara lumbre. Más de doscientos hombres se embarcaron, castellanos y gente lusitana, con cuatro que obediencia profesaron de mi Francisca Orden y Guzmana. La nave con cien negros ocuparon, con sus cabellos cual merina lana, cuyos amos de Angola los trujeron y en Occidente todos los vendieron. Embarcaron gran suma de carneros, maíz, terneras, mucho azúcar fino que lo llevaron muchos arrieros, pagándoles el porte del camino; y le ocuparon muchos pasajeros, cuyo curso se andaba de contino, hasta que se llegó la hora y punto que le dejamos con la playa junto. A la licencia con que los de la tierra comerciaban con extranjeros no belicosos (portugueses), se juntaba la tolerancia de las galeras españolas con ellos. El franciscano presenció un combate con ingleses, según estas estrofas: Cerca de un cabo, Nicolao llamado, de la Española isla, sobre tarde, un galeón de ingleses artillado 365 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO mostraba en su valor no ser cobarde. Mil balas de cadena ha derramado en dos galeras con quien hizo alarde, mostrando de su ánimo la alteza y de su brava gente la fiereza. Estuve la batalla contemplando alegre, porque ví nuestros bajeles entre aquellas dos islas batallando, quedando vencedores nuestros fieles. Al mar los muertos fueron arrojando no tan sólo cristianos, mas infieles; y nosotros llegamos a la nave con viento en popa, fresco y muy suave. Vide nuestra nación, como es costumbre, ocupada en el lícito despojo, y a la mísera inglesa en servidumbre, llorando con siniestro y diestro ojo: de muertos hubo grande muchedumbre. Causóles el morir terrible enojo y gusto a los de España, que gozaron de las riquezas que al inglés quitaron. Al capitán inglés y compañeros de las preciosas ropas despojaron, y como a ladrones más rateros con capotes infames adornaron; y luego con cuchillos carniceros de los rubios bigotes les privaron, poniéndoles de pies en la cadena, castigo que a corsarios dan por pena. v (“Revista de Indias”, número 2, Madrid, 1940.) 1576.– Es aviada la Fortaleza con la compra de espumaderas, dos asneros, un cedazo, todo de cobre, “y en hazer un bohío” donde la pólvora se refine, “y tres cedazos y dos espuertas, cinco tinas, un cubo, dos sogas de esparto y un caballo para moler la polvora, y una 366 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO v v v v v v v vara y cinco sesmas de anjeo para collera al caballo”; todo por 265 pesos de cuartos.– AGI, Contaduría 1052. “En veinte y siete de henero de mill e quinientos y setenta y siete, a Antonio Jorge, señor y maestre de su nao, siete mill y quinientos mrs. de buena moneda por el aforo de cinquenta mosquetes y aparejos dellos, que se entregaron por mandado de la Audiencia a don Miguel de Lizana”, [gobernador de la isla Margarita].– AGI, Contaduría 1052. Diversas partidas de maravedís se entregan al factor García Fernández de Torrequemada para gastar en obras que se hacen y se han de hacer en la Fortaleza de Santo Domingo: el 14 de noviembre de 1577 se le dan 112.500 mrs. de buena moneda; el 1 de marzo de 1578, 750.000 maravedises buenos; posteriormente, este año, 1.125.000 más sobre 2.000 ducados que antes se le dieron.– AGI, Contaduría 1052. En 1577 los servidores de la Fortaleza, a las órdenes de su alcaide Bastidas eran cinco, conforme a la paga del último tercio del año anterior; “y cinco hombres esclavos que tiene de servicio en la dicha Fortaleza”.– AGI, Contaduría 1052. 14 de noviembre de 1577.– Al factor García Fernández de Torrequema se dan 112.500 mrs. “para reparos y gastos que se an de hazer a la Fortaleza desta ciudad”.– AGI, Contaduría 1052. Se le paga a Alonso de Cuéllar, carpintero y albañil, por el trabajo de asolar y aderezar la garita de la Fortaleza y aderezar una puerta de la Torre donde está la polvora”.– AGI, Contaduría 1052. El 10 de diciembre de 1580 se hizo concierto con Diego García para poner la artillería en buen estado, por orden del factor Lope de Bardeci, en conformidad con el asiento que anteriormente tenía hecho con el factor García Fernández de Torrequemada; AGI, Contaduría 1052.– Se reconocen sucesivamente diferentes obras de García, no obstante el remate que se hizo en febrero de 1581, que sería anulado, y del que se hace mención literal seguidamente: “E despues de lo susodicho en treze dias del dicho mes de hebrero del dicho año de mill y quinientos y ochenta y uno años, estando en la Fortaleza de esta dicha ciudad el ilustre señor García Fernandez de Torrequemada, y por presencia de mi el escrivano yuso escrito, y por voz de Pedro Vazquez, pregonero, anduvo en pregón la dicha obra de la Fortaleza, conforme a la dicha memoria, ques la siguiente: adereçar la esquina que está junto a las monjas de Santa Clara de manera que ninguna persona pueda entrar por ella; 367 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO adereçar otro portillo dentro de la Fortaleza que baja al agua, de manera que nadie pueda subir ni bajar por él; esto es de albañilería; adereçar las puertas principales de la dicha Fortaleza, por debajo dellas no pueda entrar ninguna persona, y reforzar las puertas para que por agora puedan servir; hazer las ruedas y el exe de la pieça grande que tiene por armas una corona y un per...; iten, las ruedas y el exe de otra pieça grande que tiene por armas un pelicano y una encomienda; iten, las ruedas y el exe y la cureña de otra pieça grande que tiene por armas un salvaje; las ruedas y el exe de otra pieça grande que tiene por armas un águila; las ruedas y exe de la culebrina grande; las ruedas y el exe y cureña de la media culebrina encanpanada; el exe de un sacré reforzado, sin armas; un exe a una pieça que tiene por armas un escudo; una cureña y ruedas y el exe de una pieça que es media culebrina que tiene por armas un inocente; un exe de media culebrina que tiene por armas un águila con dos escudos; un exe de un medio sacré con las armas reales; un exe de un sacré reforzado que tiene un escudo en blanco; tres caxas y exes para tres falconetes grandes”. Y, andando el pregón, puso la obra de carpintería Alonso de Cuéllar, vecino de la ciudad, y también la carpintería.– AGI, Contaduría 1052. v 1578.– Cobra Diego Méndez de Rivera 648 pesos de moneda corriente por 6000 ladrillos que dió para la Fortaleza de Santo Domingo.– AGI, Contaduría 1052. v Gastos de armada, 1578.– “Iten, mill y duzientos y setenta y seis pesos de moneda corriente, por libramiento de nos los Jueces oficiales, dí y pagué a diversas personas por tantos que se gastaron en el cazabe y vino y carne y pescado y aseyte y sebo, clabos, tablas y otras cosas que se tomaron para la armada que se hizo para yr a Ocoa en seguimiento de unos corsarios franceses, de que fué por 368 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO capitán Anbrosio Borgonovo, los quales se gastaron. Oydores y nos los Jueces Oficiales, como por el dicho libramiento y carta de pago paresce”.– AGI, Contadoría 1052. v Capitán Juan Ambrosio de Borgonovo.– De una información de 10 de agosto de 1582: Salió muchas veces contra corsarios, de mandato de la Audiencia, “por general y almirante de las armadas que se han hecho”. En 1573 tuvo a su mando la flota que salió del puerto de Santo Domingo para España. En octubre de 1581, en que fué por capitán el valeroso Juan López Melgarejo (de que se hará mención a su tiempo, asistió Borgonovo, y en acción y choque con enemigo, quedó gravemente herido; al fin del mismo año, en otra armada de cuatro navíos contra corsarios, el general de ella fué el capitán Bernardino de Ovando, y Borgonovo el almirante. Volvió Ovando a hacer otra salida, y Borgonovo fué su general. Como era extranjero y quería quedarse a vivir en Santo Domingo, con naturaleza de español, pidió se hiciese esta información.– AGI, Santo Domingo 14. 369 Capítulo XI Presidencia del doctor don Gregorio González de Cuenca (1576-1581) (Conclusión) 120.— Las murallas de la ciudad (lienzo del Oeste) recibieron principio con fecha inicial, en lo tocante a la bendición y colocación de la primera piedra, el 5 de agosto de 1543, en las postrimerías de la presidencia de Alonso de Fuenmayor, y cese de construcción indefinidamente, en septiembre de 1554. Cualesquiera otros paros que mediaron entre dichos años, más tuvieron o tendrían por motivo la penuria temporal de fondos correspondientes a la sisa sacada del vecindario, y ya fué causa mayor el desequilibrio económico de la Isla (y que poco menos que súbitamente acaeció a partir del año de 1554), el fundamento para darse de mano a dicha obra, pues todos los aparejos de carretas y bueyes y materiales útiles y esclavos se pusieron en almoneda pública, y el dinero habido de todo ello se metió en Caja, a cargo de Tenedor de la sisa para ponerlo a producir con el remanente y lo que se siguiese tomando a los vecinos hasta haber con qué devolver al Rey las casas que había cedido a la Ciudad (para que sus rentas engrosasen los fondos de aquella fábrica) y continuar con decisión y sin descanso, que fué como no pensarse más en ello por muchos años. Así vino a parar en impotencia pública la terminación de obra que se había emprendido con la misma exacción prevista para traerse el agua y abastecer a la ciudad con la del río Jaina. El hecho de que ambos intentos se malograsen en razón de la cortedad del vecindario, había llegado en la ocasión de suspenderse cuando se 371 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO hacía para el segundo a un estado de imposibilidad absoluta, porque la raíz del mal no estaba en la Isla precisamente, sino en España. Habíase impuesto nueva exacción sobre el oro que a la metrópoli llegase de las Indias con destino a particulares (hacienda comercial o hacienda particular) y, al punto, como los mercaderes habrían de traspasar aquella carga a sus clientes, el oro subió de valor (lo estimativo sobre lo intrínseco), y si antes, en la Isla, por no correr en ella sino su propia moneda provincial, de cobre, de cuartos, se hallaba el oro en poder de quienes lo vendían por cuartos con un premio relativamente corto y se lograba pagar mercancías en oro, ya no podía conseguirse sino con cantidad de cuartos que superase al monto de la sisa impuesta para el rey y al monto del premio que indefectiblemente había de exhibirse y darse por su consecución, y al premio correspondiente al corredor que buscaba el oro. Y todos se convirtieron en corredores o negociantes del oro por todos los medios asequibles, ya directamente en el trueque de los metales, ya indirectamente por la subida de precios en cualquier mercancía procedente de España hasta invadir el propio mercado interior de frutos del propio país, por ser la vía más expedita para cumplir con oro, según la mente de S.M., haciéndose que las lechugas y los rábanos, el plátano, el casabe, el arroz, la yuca y demás granos y legumbres, como la carne y sus derivados, se valiesen y se cobrasen en cobre en cantidad todavía muy superior a la equivalencia impuesta para el pago en oro. De que provino agudizarse el desequilibrio cuando el comercio de Sevilla implantó, por medio de agentes suyos y a expensas del vecindario, el monopolio de los embarques, debajo de cauciones que ningún comerciante de Sevilla saliese perdidoso y los armadores de navíos (y en su tanto los maestres de ellos) tuviesen asegurado su negocio, observando normas de conducta en aquella conformidad impuesta por los dichos agentes. A los cuales (sin que conste todavía sino una correlación de concomitancia en el tiempo) se les juntó en clase de sanguijuela especial, sujeto que puso banco en la ciudad de Santo Domingo, y comenzó sus 372 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO operaciones con finalidad sustancial de acaparar todo el oro que desde tiempo atrás corría como signo comercial y el de aluvión recogido por los que vivían de ese arbitrio triste y miserablemente, pues ya no había brazos para beneficiar minas. Y desde luego, apenas trabajadores y proveedores de materiales para la obra de la muralla se mancomunaron para conseguir mayores salarios y hacer pagas de efectos en igual proporción que a ellos se les reclamaba por mercaderes y jornaleros, no hubo sino parar todo obraje por tiempo indefinido, como va dicho, y, faltando el oro con que dar al Rey sus derechos en tal especie, los oficiales reales como el tenedor de los dineros de la sisa abrieron sendas columnas de sus libros por data y cargo en moneda buena y en moneda mala. En adelante todas las contrataciones se hicieron con base en una u otra moneda, sin que fuese posible romperse el cerco de la devaluación de la de cobre, hasta darse, tumbo tras tumbo, en el arbitrio de instituir un cuero de res o un cajón de azúcar en clase de moneda y la fundición de la moneda de cobre en láminas para remendar ollas y calderas, etc. v v Véase cap. I, pp. 10-12, párrafo 10. Madrid 11 de octubre de 1562.– Real cédula a Presidente y Oidores: Alonso Hernández Melgarejo ha presentado un memorial; quiere poner en la ciudad de Santo Domingo un banco y dar las fianzas que se le señalen, para que los vecinos de ella y de fuera de ella puedan dar letras y pagar “porque por no lo haber y ser la moneda de esa Isla cuartos, se pasa gran trabajo, que por no se poner a contar, no los quieren recibir, y después cuando los han menester no los pueden hallar, y con haber el dicho banco, se excusaría todo esto porque lo ternían en él cierto, y las mercaderías que a esa tierra se llevasen, valdrían más baratas porque se las librarían en el dicho banco y se pagarían luego, y se teme que algunas personas se lo contradirán, no embargante que dé las dichas fianzas a vuestro contento y de los mercaderes de esa ciudad”, y pidio cédula para ello en que se contuviese lo ordenado por leyes para los trueques y cambios, etc.; quiere el Rey saber qué necesidad hay o puede haber para que se ponga banco, y con información sobre la persona de Hernández Melgarejo, envíen relación particular del sujeto, si es abonado, etc., 373 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO con el parecer general y particular de toda la Audiencia sobre el asunto.– AGI, Santo Domingo 899. 121.– Las puertas de la ciudad en las murallas del Oeste.– El ex-oidor Juan de Echagoian, en su Relación de la Isla Española, escrita en Madrid en 1568, dice: “En esta dicha ciudad se comenzó a hacer una cerca muy fuerte y alta, y están acabadas tres portadas muy principales; y como al principio que se comenzó la dicha cerca, estaba muy poblada la dicha isla, y se esperaba que la dicha ciudad iría cada día en crecimiento, hicieron la dicha muralla tan larga, que ahora hay arboleda mucha y estancias dentro de la dicha muralla; y esto no es inconveniente para que se deje de proseguir y se acabe de cercar la dicha ciudad, gastando alguna parte de dicho dinero de la sisa”. El ex-oidor escribió de lo por él visto hasta el día que salió de la isla (algo más de un año antes) que las obras de la cerca estaban suspendidas; nosotros, aún conociendo que esta fábrica dejó de proseguirse más que mediado el año de 1554, no podemos saber con puntualidad si las tres puertas muy principales que en aquella parte occidental de la población estaban hechas ya en 1567, tenían ser igual al en que quedaron al tiempo de la suspensión de la obra. Porque como el poco oro que entraba en las Reales Cajas era para enviar al Rey, y los señores de la Audiencia a las buenas o a las malas aquel oro metían en sus casas que, tras compulsiones y asperezas, lograban de los oficiales reales en cuenta de salarios vencidos, y la moneda de cobre se acumulaba por mercaderes para acudir con ella, mano a mano, a los trueques adventicios de oro entre las arenas de los ríos buscados, al fin, ni oro ni cobre se hallaba y llegó a hacerse centro de concupiscencia general los fondos formados con la sisa de la carne y la renta proveniente de aquellos dineros impuestos en censos al quitar; unos querían que se volviese a los trabajos de la traída del agua de Jaina, otros que se continuasen las obras de la muralla; los de la Audiencia informaban al Soberano para que estos dineros se empleasen, ora en la traída del agua, ora en obras 374 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO de fortificación, y hasta el mismo Ayuntamiento perdió el tino en 1561, cuando pidio que, pues la muralla había quedado en razonable estado, lo que restaba del dinero sin gastar, se le transfiriese para la institución de un mercado de tenderos o empleados del mismo Municipio, a fin de aliviar, contra mercaderes autónomos, la fácil consecución de bastimentos en beneficio de los pobres. Pues como sobre ello habría de mandar el Rey que se hiciese información, no saldría cierto que la muralla de la parte de tierra estaba en tan buen estado, si no se hubiera previamente dado una última mano a aquella parte que por ventura quedó inconclusa al tiempo del cese de la obra en 1554. Comoquiera, lo que escribió Echagoián en 1568 era lo que tenía conocido desde 1560. v J. G. García en “Compendio de la Historia de Santo Domingo”, I (1893), 162, dice: “…pues cuando se hicieron las murallas no se construyeron sino tres [portadas]: las de las Atarazanas y San Diego, frente al río Ozama; y la de la Sabana, del lado de tierra”.– E. Rodríguez Demorizi, en “Relaciones Históricas de Santo Domingo”, en nota a la Relación de la Isla Española, de Echagoian, I, 134, dice que las tres portadas principales son “la Puerta de San Diego, junto a la Casa del Almirante; la Puerta Grande o de la Misericordia; y la Puerta del Conde, que todavía subsisten”.– Erwin Walter Palm, en “La Puerta de San Diego en Santo Domingo”, 1943, pp. 3-4, copia del texto de Echagoian y comenta: “En esta dicha ciudad se comenzó a hacer una cerca muy fuerte y alta; y están acabadas tres puertas principales”, “lo que deja sin aclarar cuáles eran estas tres puertas, y cuál el trozo de muro empezado a construir. Lo que aquí importa es que jamás se ha dudado de identificar la Puerta de San Diego con una de las tres aludidas” (y es texto hecho que el autor fácilmente, como otras veces, tachará, según los avisos históricos se impongan sobre especies mal conocidas y aceptadas en tiempo de pocos documentos). Sin embargo de estos discordes asentimientos, inútiles para dar estado de certeza a inferencia, cuando una bien elemental observación ya basta para desecharse por infundada cualquier identificación pretensa con Puertas de Atarazanas ni de San Diego, la Relación escrita por Echagoian no da pie a confusión o a desorientación ninguna; y esto se conoce con sólo seguir la lectura con movimiento 375 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO de inteligencia, porque si cada día nosotros pasamos corporal imaginaria o intelectivamente del lado Este al lado Oeste de la ciudad, en Echagoian se observa este movimiento de narración (y contra todos tres textos citados) el texto es llano y cumplido, porque después de referir de la Fortaleza cuanto conoce de sus defectos y necesidades, juntando seguidamente lo que se le ofrece sobre el peligro que la ciudad puede tener por de fuera de ella, sigue su narrativa acerca del muelle y su estado y su remedio; y vuelta ya la espalda a Fortaleza y río y muelle, se enfrenta a la parte opuesta de la ciudad, dice de su muralla y puertas en ella, huertas y arboleda entre la ciudad y aquella cerca, que no hay sino ver cualquier plano antiguo para reconocer las tres consabidas puertas. Y, desde luego, por comentos se reciben aquí las tres enunciadas citas; no por justa apreciación del texto echagoiano. v La resolución del Cabildo secular para el cese de las obras, de 10 de septiembre de 1554, en la pág. 42. v Madrid 31 de agosto de 1561.– Real cédula: La Ciudad de Santo Domingo ha pedido que los dineros de la sisa que se echó para traer el agua de Jaina y se destinaron para la cerca, se han ido gastando en ella, y como la cerca está en buenos términos, ha solicitado que las obras se vuelvan a dedicar para traerse el agua a la ciudad, pues ésta sólo tiene una fuente al otro lado del río, para su abasto, y es mala y poca; mándase a la Audiencia informe si es conveniente traerse el agua de Jaina, o si hay inconvenientes; si conviene, dé la orden y que todo se emplee en traerla, y para en adelante se eche sisa sobre el arrelde de carne y en ello se gaste, sin divertir el dinero a otra cosa, y de la que se haga, dé cuenta.– AGI, Santo Domingo 899. 122.– Si la muralla se edificó tan apartada de los límites de la ciudad en atención a la extensión y crecimiento que se esperaba llegaría a alcanzar, las tres puertas que se edificaron en ella no debían ni podían tener otra finalidad que la de estar hechas para cuando la ciudad se extendiese por el lado de las mismas. En el hecho, y esto se tenga por afirmación inconclusa, nunca estuvieron abiertas para el tránsito corriente y usual, ni siquiera en circunstancias extraordinarias, las tres puertas de dicho lienzo. Desde el principio dos puertas fueron cerradas a cal y piedra. La puerta más meridional, 376 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO que fué nombrada Puerta Grande, estuvo cerrada hasta los días de Chávez Osorio cuando abrió un camino cerca del mar para la comunicación con el fuerte de San Jerónimo, y tuvo desde los mismos tiempos de la construcción uno, cuando menos, de los dos portillos o postigos, que aún subsisten cegados, y fué de uso circunstancial para pasarse a la sabana, nombrada del Rey, sin otro destino ni aprovechamiento que el militar o el municipal, paraje o campo al que eran conducidos los infames a ser cremados después de estar suspendidos hasta morir en horca. La segunda puerta estuvo cerrada hasta 1655. La tercera, situada a sesenta pies de distancia del límite Norte de la muralla, estuvo abierta desde el principio hasta 1655, que se abrió la del centro por orden del Conde de Peñalba, quien dispuso que las otras dos fuesen cerradas, y se cerraron; de que se dará razón a su debido tiempo. 123.– Esta única puerta abierta, que por ser de tráfico común, permaneció larguísimos años sin calidad para cerrarse, careció siempre de todo aparato de previsión para ocasiones de guerra, y fué construida, poco más o menos, atravesada al camino real que iba de la ciudad de Santo Domingo al interior de la Isla, monte arriba cruzaba el paraje nombrado la Esperilla, seguía por Monte Grande, y se bifurcaba, yéndose por un ramal al ingenio del licenciado Estévez (Emgombe) y Jaina arriba, y el otro ramal doblaba al Noreste, rumbo al Cibao. Parece que esta puerta, porque hubiese en su mismo contorno pasaje libre durante las obras, se hizo antes que cualquiera otra porción del muro, y el nombre con que primitivamente se le conoció más que para discriminar una de las puertas respecto de las otras dos y que a la sazón estarían a medio hacer, fué por el recuerdo de uno de los espectáculos públicos a que en aquellos tiempos el vecindario hubo de asistir con regocijada emoción: el recibimiento hecho a la gente que, después de dar recias guazábaras a los negros alzados, acaudillados por el valiente y feroz criminal Lemba, destruyeron a éste y en prenda de su victoria trajeron consigo su cabeza, que arbolaron en una pica al tiempo de entrar por aquella 377 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO puerta y que, paseaba por varias calles, se dejó expuesta por mucho tiempo en lugar competente en la “puerta que sale a la barca”. Lo que corresponde a los días en que el oidor Alonso de Grajeda tenía en interim la presidencia de la Audiencia, esto es, entre los años 1547 y 1551. Al camino que trajeron los bravos lidiadores, el mismo camino real mencionado, todavía un siglo más tarde se le nombraba Camino de Lemba, y la Puerta de Lemba conservó su nombre hasta que definitivamente fué cerrada por el Conde de Peñalba. v De no haber habido al principio sino una sola puerta abierta en el lienzo de la muralla del lado de tierra, se reconoce por estos testimonios: El Cabildo de la Ciudad en carta de 26 de febrero de 1586, con relación de los destrozos que en ella hizo Drake: “…y con el artillería de las naos que estaban surtas en aquel paraje, desembarazaron por de dentro y por de fuera la entrada de la ciudad, la cual fué forzoso dejar libre a los enemigos y darles lugar para que entrasen en la ciudad…”.– AGI, Santo Domingo 73. En capítulo de carta de la Jagua 12 de enero de 1586 el fiscal Aliaga, sobre la invasión de Drake: “Visto que era temeridad embestirlos, se retiraron (los nuestros) a una de las puertas de la dicha ciudad que se llama Lemba, y allí les hicieron alguna resistencia con tres piezas de artillería que en ella tenían plantadas, pero como la dicha puerta no tiene más que hasta cincuenta pies en largo de muralla y lo demás de arboleda, luego se entró (el enemigo), y toda la gente de la dicha ciudad se retiró al campo y monte”.– AGI, Santo Domingo 51. Ovalle, Presidente y Gobernador y Capitán General, y Oidores Arceo, Fernández de Mercado y Villafañe, en carta al Rey de 24 de febrero de 1586, asunto del Drake: Al mismo tiempo que los nuestros se retraían ante el empuje de los enemigos… “los navíos pusieron proas a la campaña contra nosotros y la barrían de manera que no dejaban árbol en pie, y así nos retiramos en buen orden a la puerta de la ciudad, a do les habíamos plantado tres piezas, las cuales disparamos y con ellas se les mataron dos o tres hombres, y entre ellos un alférez…”.– AGI, Santo Domingo 43. 378 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO 124.— La Puerta de San Diego. No es ocioso repetir aquí haber sido la edificación de murallas y puertas de la ciudad hasta fines del siglo XVI de la incumbencia de la misma Ciudad, esto es, de su vecindario representado por los regidores todos en cuerpo de Cabildo. La administración de los dineros de la sisa corrió por cuenta del propio Cabildo, quien tuvo su receptor, tenedor o depositario de aquellos dineros con libro aparte de data y cargo. No habiendo ya libro alguno de la sisa y del consumo del dinero, nada es lo que se sabe sobre obras con referencias externas al manejo, pues no bastan las noticias que emanan de los expedientes de pesquisas, visitas y residencias de dichos dineros, porque los fines de tales actos no concernían a las obras, sino a la recta administración de los dineros para las obras, y se asumía por cantidades totales de cargo y data, y descubierto o alcance, si lo había, y por qué, etc. De aquí que en punto a obraje, pagos individuales, sujetos de las obras y demás noticias que las pormenoricen, no las hay; por lo mismo, ninguna mención se ha hallado a fecha fija, tal como la apertura de puertas al tránsito público, y bastara que en cualquiera de las puertas de la ciudad se hubiese grabado siquiera el año de su propia conclusión para cumplimiento sustancial de respectiva historia; lo que debe rehacerse por documentos indirectos, y ahora se elabora en gracia a que puerta tan bien conservada y tan noble como la Puerta de San Diego, justamente bien merece atención prolija por ser reliquia insigne del pasado, y señalado ornamento en el presente. 125.– Cuando en una información favorable al oidor Alonso de Grajeda, testigo que respondía a pregunta de interrogatorio sobre el buen éxito del magistrado que, presidiendo en la Audiencia, logró la debelación del alzado negro Sebastián de Lemba, declaró que “por mandado de dicho licenciado Grajeda y de los otros oidores fué puesta la dicha cabeza (de Lemba) a la puerta desta cibdad, que es la que sale a la barca”. Este tal no expresó, diciendo puerta, sino entrada a la ciudad por la parte del río y paraje donde un mercenario del Cabildo cobraba los derechos de uso de la barca a cuantos salían 379 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO de la ciudad por aquella banda o retornaban a ella; que también tal pensión, tributo o impuesto, se llamaba “puerta”, y fué sitio en que hubo picota, justamente por ser “entrada” de la ciudad. Por aquella parte del río no se había hecho obra a par que por el lado de tierra; solamente se había trabajado en el hacer de la cerca algo más de mes y medio antes de darse la orden de cese en la construcción de las murallas. El Alcaide Fernández de Oviedo había denunciado la mala orden que se tenía en aquellos trabajos cuando vió que los cimientos estaban corridos por medio y a lo largo de un tramo ribereño, con que se restó capacidad espacial al muelle, a la vez que por alguna parte la obra había de hacerse enderezando la orilla de las aguas. Fué empresa interesada de los regidores comisionados Francisco Dávila y Alonso de Peña, escudados en su fuerte amistad con el Presidente Maldonado. Prevenido éste de enviar un informe sobre el dicho caso, en carta de 10 de julio de 1556 dió respuesta mal tallada, pues calló sobre el entuerto y declaró que durante el mes y medio que hubo de obra, no se conoció contradicción alguna. Pero habiéndose dado noticia al Procurador Baltasar García, estando en Corte de regreso de Alemania y Flandes con la anuencia imperial para ser atendido acerca de diferentes peticiones, reclamó que Maldonado era huidizo de la verdad, porque el daño que se infería a la ciudad con aquella traza era de perder el muelle para el útil de carga y descarga de los navíos, lo que ya se tocaba, y que se había acudido a otro medio de conducción de las mercaderías a las Atarazanas, bateles y lanchas chatas, de que abominaban todos en la ciudad; y que a fin de saberse la verdad, se mandase la orden de hacerse junta con vecinos antiguos, tanto por lo del muelle cuanto por lo de la muralla, pues todos habrían de decir como él decía. Una y otra cédula fué despachada en 22 y 30 de Marzo de 1557; su cumplimiento, empero, se reservó para cuando volviera a tratarse de la continuación de aquellas fábricas. Todos los materiales restantes habían sido echados del lado exterior de dicho muro del río y el muelle, así embarazado con muchos estorbos, quedó expedito para no servir ni acercar navíos 380 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO a él, al mismo tiempo que en parte se fué hundiendo; de que daba Echagoián noticia en su Relación de 1568. La carta del Presidente Alonso Maldonado, de 10 de julio de 1556, en la pág. 41. v Valladolid 22 de marzo de 1557.– Real cédula a Presidente y Oidores: Baltasar García, procurador de la Ciudad de Santo Domingo, ha representado que el puerto de la ciudad es tan bueno que sólo por esta razón se fundó la ciudad donde está y un navío, por grande que sea, puede echar y echa una plancha en el muelle que hizo el licenciado Cerrato, y por eso no hay necesidad de bateles; y ha pedido que se ordenase hacer una junta que trate de esto, pues todos habrán de decir lo mismo, y que por ello se quiten los bateles. Se ordena que la junta se tenga, se platique sobre ello, y la Audiencia envíe lo platicado, con su parecer, para resolver.– AGI, Santo Domingo 899. v De la relación escrita por Echagoian (impreso muy desvaído): “En este río y surgidero de las naos está un muelle tan bueno que, con una plancha, reciben carga de las naos, según están cerca de tierra. Hay necesidad de reparar este mucho porque, como está caído un pedazo de él, las aguas han llevado tanta arena que haciendo playa de tal manera que por aquella parte, que es la principal, no pueden estar naos, ni barco, y así los negros entran un buen pedazo del río y lavan ropa”. v Valladolid 30 de noviembre de 1557.– Real cédula a Presidente y Oidores: Baltasar García, procurador de la Ciudad de Santo Domingo había expuesto “que la cerca que la dicha ciudad se le hace, va errada en ir por medio de la playa, como va, porque será menester gran suma de gente para la defensa de ella, demás que la ribera […s...] en perjuicio, porque estorba la carga y descarga de los navíos, y que esta cerca se ha hecho por donde va contra la opinión de los más vecinos de la ciudad”; y había expresado que convenía mandar “que vos los dichos Presidente y Oidores vos juntásedes con quince o veinte vecinos de la dicha ciudad, de los más antiguos, y tomásedes parecer de ellos por donde se debía echar dicha cerca y que, si pareciese convenir echarse por otra parte de la que agora va, se derrocase lo fecho y se echase por donde pareciese”. Quiere saber la Princesa (Gobernadora del Reino) lo que hay en esto; que se haga una junta, se tomen pareceres y la Audiencia los envíe, juntando el suyo, para proveer.– AGI, Santo Domingo 899. v 381 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO 126.– En el párrafo 65 queda dicho cómo la Audiencia, vencida la resistencia de los regidores, acabó de cerrar la Fortaleza con dineros de la sisa para la cerca, “porque todo era cerca” en aquel caso. Posteriormente (como se desenvuelve en el párrafo 78), los de la Audiencia, en atención a los avisos de enemigos que recibieron en real cédula, escribieron sobre los aprestos y prevenciones que hacían y harían, carta de 29 de agosto de 1571; que por acudir a lo más necesario (lo que habría de durar para siempre), continuarían el muro del río que impidiese que los enemigos saltasen en tierra, en el cual hasta entonces “a la puerta de las Atarazanas estaba la puerta por hacer, aunque estaba formada y sacada de cimientos más de un estado, y desde allí estaba por hacer la cerca un buen lienzo de ella, el más importante de todo lo que está hecho ni se puede hacer (con estas palabras parece que se significa lo que había quedado hecho en 1554 por el lado del río); pero se ofrecía el inconveniente de que por real cédula de 23 de noviembre de 1568 se había ordenado gastar todos los dineros de la sisa para traer el agua de Jaina (al arzobispo Fr. Andrés de Carvajal se había dado en la misma fecha comisión expresa de vigilar que el dinero se gastase solamente en la traída del agua y no en otra cosa alguna; y se presupone que el Presidente Antonio Mejía, su enemigo, le avisó, en sabiendo de tal comisión, que se guardase su poder para cuando el Ayuntamiento entendiese en la obra), cuando ni medio millón de pesos alcanzaría para terminarla; no seguir la dicha cerca con la esperanza de “lo mande aprobar y dar por bien gastado”, no habiendo en las Reales Cajas dinero para tantas atenciones de guerra. Y aunque aquella orden fué repetida al Visitador en real cédula de 1º de julio de 1571, por la demora que hizo en salir para su destino como por estar emprendida la labor de aquella muralla, constando por las palabras de su comisión acerca de la traída del agua “pareciendo ser cosa que se pueda hacer y efectuar”, es cosa segura que no hubo tropiezos esta vez y que los del Cabildo se avinieron a correr el mismo albur (y se colige que la Audiencia se atemperó a acatar por la vía del hecho la real cédula 382 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO de El Escorial 25 de febrero de 1567; véase p. 184), persuadidos y avispados, de que el dinero de la sisa que en la cerca se gastase, escapaba así a tantas maquinaciones (que ellos bien conocían) de ser empleados en diferentes obras a contemplación de la Audiencia. Valdivia visitador, desde luego, no solamente entendió que la traída del agua sería obra de romanos, sino que el dinero que había, bien superaba al presupuesto de la cerca del río; y, sin más ni más, declaró sin vigencia la continuación de la percepción de aquella sisa. Aranjuez 23 de noviembre de 1551). Real cédula al arzobispo Fr. Andrés de Carvajal: dándosele comisión para que tenga a su cuidado la traída del agua de Jaina a la ciudad de Santo Domingo.– AGI, Santo Domingo 899. v Carestía de las cosas de la vida (al propio tiempo que los poderosos en hacienda se emulaban recíprocamente en banqueteos y otras licencias), hambres, deudas, mala y poca moneda, estanco y monopolios es lo que da de sí una abrumadora cantidad de cartas y expedientes de estos años, que nos inducen a apreciar la labor de la muralla y puertas del río con progresión retardataria. Hase dado noticia de prioridad en la cobranza de las deudas al Rey, porque la documentación, así lo previene. Cuatro reales cédulas, de Madrid 18 de octubre de 1559, contienen respectivamente las siguientes comisiones dadas al licenciado Valdivia, Visitador de la Española: para que tomas, las cuentas a los oficiales reales; para que informase de las cosas de gobernación, real hacienda, iglesias, administración tocante al arzobispo, etc.; para visitar “el Estudio y Universidad de la Ciudad de Santo Domingo”, si se hacía lo que debía hacer y sobre sus rentas, cómo se gastaban, etc.; para visitar a los tenedores de bienes de difuntos. Por otra de Madrid, 3 de noviembre del mismo año, se le dió comisión para visitar la Fortaleza, Relatores, Alguacil mayor y Receptores de penas; para informar sobre la moneda y estado eclesiástico y cosas de la Ciudad y de sus propios; AGI, Santo Domingo 899. Por otra de Madrid 1º de julio de 1571, se le dijo que en la ciudad de Santo Domingo de mucho atrás estaba impuesta una sisa “para efeto de traer el agua de hayna y, aviendose cobrado para ello más de ocho mill ducados de buena moneda, no se avian gastado ni destribuido en la dicha obra, ni se a puesto mano en ella, y un particular, que es depositario del dinero, se aprovecha dél”; se le da v 383 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO comisión para que a la persona o personas que tengan el dinero, les tome las cuentas, y averigüe lo que hay en ello, lo que se ha gastado y lo no cobrado lo cobre y saque todo de poder de quien lo tiene “y lo pornéis en poder de persona llana y abonada para que lo tenga de manifisto y e gaste e destribuya en la dicha abra, procurando y dando orden que dicha agua se trayga a esa ciudad por la orden y traza que estuviere dada, pareciendo ser cosa que se pueda hazer y efetuar”; y que quite todas sisas que estén echadas sin licencia. AGI, Santo Domingo 899; Contaduría 1052. 127.— El 22 de agosto de 1572 el Lic. Valdivia abrió la visita de las cuentas de la sisa, y de los libros pasó a su expediente que el tenedor de los dineros, Alonso de Encinas, recibió a Pedro Vázquez de AyIlón, su antecesor en el oficio, por buena cuenta 13,186 pesos, 2 tomines y 6 granos “que por mandado desta Real Audiencia se han gastado de la dicha sisa en las puertas y cerca y muralla que se a hecho y va haziendo sobre el muelle desta cibdad”. De suerte que el paso de la expresión de la carta de 27 de agosto de 1571; “puerta de las Atarazanas” a “puertas de esta ciudad” en los papeles de la visita, se tiene ya la enunciación explícita de un hecho que no se menciona con enunciación directa, por no ser pertinente, y que corresponde a la ejecución de lo mandado en 1557 para la rectificación de la traza que fué denunciada o contradicha por Fernández de Oviedo primero y por Baltasar García algo después; porque rectificada la línea del muro como hasta el presente subsiste, vino a tener su extremo meridional en el desemboque del arroyo que bajaba de la huerta del Convento de San Francisco al río, en cuyo paraje se edificó la puerta que se nombró de San Diego y con tal motivo la calle real que iba del Convento de San Francisco al río, y que hasta entonces habría recibido algunas obras de canalización de las aguas que por allí corrían en las ocasiones de lluvia, quedaría expedita por la reforma del alcantarillado para habilitar el paso del servicio público. v Valdivia dió a los oficiales reales aquellos pitazos de aviso para estar a cuentas al tiempo que les señalara, y los oficiales reales sin otra 384 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO contemplación, apretaron el torniquete a deudores; de éstos, unos pagaron en un todo y otros en parte; con éstos últimos y los menos pudientes eran en 1572 hasta 111 deudores al Rey, en cantidad global de 136.515 pesos, 2 tomines y 4 granos (enunciación en oro, y que, pagado en mala moneda o de cobre, excedía en diez veces el cifraje equivalente), y 99 los deudores de buena moneda, débito total de 3.064 ducados y 39 maravedís (39 maravedís del peso oro se daban y recibían por el peso de cuartos entre los años de 1570 y 1577). Para detener la recia compulsión que todos estaban padeciendo, el 18 de julio de 1572, parecieron ante Valdivia Juan Caballero de la Puebla, alcalde, y Baltasar García, regidor, respaldando las firmas de siete regidores con este escrito: «Ilustre Señor. El Cabildo y Regimiento desta Cibdad dize: que ya a Vuestra Señoría le es notorio quan necesitada está esta Cibdad, con cuántos trabajos y aflicciones viven los vezinos della, demás de otras cosas, por no aver aqui, como no ay, aprovechamientos de propios ni otras cosas que en otras partes de Indias, antes viven todos con el trabajo de sus manos y ser la hazienda que aqui ay de tan poco provecho, y aver tanto tiempo que no entra navío de negros, que es uno de los trabajos principales entre otros; y, por mayor acrecentamiento dellos, nos an venido nuevas, como V.S. sabe, de la gruesa armada de corsarios que se puede esperar que viene a esta Isla, que allende del riesgo que puede aver, es cabsa de seguirse a los dichos vezinos nuevas costas de armas y cavallos y otras cosas; y entre todos nuestros trabajos tenemos otro muy grande, que al presente se ofrece; y es que el tesorero Diego Ximenez de Peralta muy rigurosamente, juntamente con los demás oficiales reales, an dado un mandamiento para echar en la carcel a los vezinos desta cibdad que deven debdas a S.M.; lo qual, aunque todos fuesen a la carcel, sería ynposible cobrarse por el rigor que los dichos oficiales lo llevan, porque en esta Isla toda no ay tanta moneda que bastase pagar las dichas debdas, y si la moneda que ay se recogiese toda en la dicha Real Caxa, sería grande ynconveniente y perjuizio de las rentas reales y cesaría el comercio y trato de que las rentas reales y esta Isla (que tanto conviene al servicio de S.M. sustentalla) viniesen a total destruyción; y así en los tiempos pasados, que no estaba tan apremiada como al presente lo está con diversos trabajos, nos a hecho S.M. muchas mercedes, demás de otras, mandado dar esperas en la cobranza de las debdas y rentas reales, teniendo atención a la conservación y aumento desta Isla lo qual sería al contrario si esta cobranza fuese 385 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO adelante con tanto rigor y en tan breve tiempo como los dichos oficiales lo quieren cobrar, antes sería acabar de una vez; y pues V.S. vino a esta Isla, como todos tenemos entendido, para remedialla,– A. V. S. pedimos y suplicamos, atento lo susodicho, mande a los dichos oficiales que, asegurando las debdas, hagan la cobranza de alguna manera que sean los vezinos sobrellevados; y pues en tiempo que esta Isla no estava en tanta necesidad, S.M. les hizo merced como a V.S. le consta, se cobrasen sus rentas reales y debdas en cueros y azúcares y frutos de la tierra, V.S., en cumplimiento de la dicha real cédula, mande que, queriendo hazer las dichas pagas en los dichos frutos, los dichos oficiales lo reciban, dando tiempo competente en que puedan pagar, porque de esta manera Su Mgd. será servido y V.S. hará bien y merced a esta Isla”.– AGI, Contaduría 1052. Diego Jiménez de Peralta, tesorero, que comenzó a hacer presión a los deudores el 4 de julio, en virtud de un auto del visitador (de 2 de julio), dirigió a Valdivia el 29 del mismo mes este memorial: “Diego Ximenez de Peralta, tesorero en esta Isla por S.M., digo: que por V.S. me fué mandado meter en la arca de las tres llaves de S.M. todas las debdas que son devidas en esta dicha Isla por todo este mes de jullio, en lo qual yo e hecho todas las diligencias posibles, repartiendo mandamientos por todos los alguaciles; y, aunque se a cobrado alguna parte, sería ynposible cobrarse todo, como por V.S. me es mandado, por muchas razones. Lo primero, porque en toda la Isla ay muy poca buena ni mala moneda, que de mala no abrá cinquenta o sesenta mill pesos, y la buena que a abido toda se a recogido y está en la caxa de bienes de difuntos de debdas que se devian y se an cobrado en este año; lo qual a puesto en grande necesidad y aprieto a los vezinos, como a V.S. es notorio. Lo otro, porque las debdas que a S.M. se deven, son en cantidad de más de ciento y cinquenta mill pesos y los debdores son muchos, como paresce por el memorial dellas; y, aunque los dichos debdores tuvieran moneda con que pagar, no se podría cobrar en tan breve tiempo, pues con cada uno se a de hazer un juicio, y si agora en la necesidad que están se huviesen de cobrar, no podría ser de otra manera si no es vendiéndo[se]les sus bienes, y, haziéndose esto, queda el mismo ynconveniente, porque sería hazer debdas de nuevo, porque los que los compraran, no lo abían de poder pagar, por ser la falta de la moneda general, y sería necesario darles a los compradores tiempo en que pudiesen pagar. 386 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Lo otro, porque de cobrarse las dichas debdas en cueros y açucares resultaría un ynconveniente notable, porque necesariamente se abía de cargar para Castilla, conforme a la cédula que para ello ay, y sería quedar vacía la caxa real y sin moneda con que se pudiesen suplir las necesidades que cada día se ofrecen, así de armadas contra corsarios como reparos de Fortaleza y pago de salarios y otras cosas, demás del menoscabo y merma que ay en los dichos cueros y açucar desde que se compra hasta que se embarca, que es mucha cantidad y muy hordinaria; y, aunque otra cosa no huviese sino esta, será muy bastante, porque cada día se van cobrando las dichas debdas y metiendo en la caxa real y dellas supliendo los dichos gastos y necesidades, y en esto S.M. es muy más servido que de cobrarse en los dichos frutos y enbiallos a España, porque allá sería muy poco y dello S.M. tiene poca necesidad, y para esta Isla es el todo, pues es todo el caudal de la caxa real; pues lo que a S.M. se deve, se gasta y emplea en cosas de su real servicio, como está dicho, y por no aver de otra parte de donde se pueda aver y por ser las rentas que S.M. así tiene tan pocas y en tan poca cantidad. Lo otro, porque en la cédula que V.S. tiene para que lo que se allare fuera de la caxa real lo mande meter dentro, aquello se entiende de los alcances líquidos y no debdas, como dicho es, y los dichos alcances ya están dentro, como a V.S. le consta; ya que se huvieran tambien de entender por las dichas debdas, abia de ser dando tiempo y lugar competente para poder se cobrar, por que aviendo de ser con tanta brebedad, sería ynposible, por las dichas razones. Lo otro, porque al tiempo que yo enpecé el dicho oficio de thesorero, no se me hizo cargo sino de debdas en cantidad de dozientos y doze mill pesos, y en este tiempo e cobrado todo lo que a caydo en él y mucha cantidad de debdas viejas, sirviendo en ello a S.M. con mucho cuidado, no molestando ni fatigando a los vezinos; antes e pagado y conplido todos los gastos y cosas tocantes al servicio de S.M., en lo qual entiendo que S.M. a sido servido. Lo otro, allende de lo arriba dicho, aunque me está hecho cargo de las debdas de la dicha memoria, mucha parte della, aunque están por de S.M., son de particulares, y antes se puede dezir que están en deposito que no determinados por bienes de S.M., los quales vienen demandando, y a algunos se les a vuelto, y los otros están en litispendencia. Y para más justificacion y que S.M. sea certificado del zelo que a su servicio e tenido, y con el que e servido y sirvo este dicho oficio, y 387 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO que todas las razones que e dicho no son por dilatar la paga y cobranza de las dichas debdas, sino porque realmente pasa así, me ofrezco, reduciendo la dicha cantidad a buena moneda de cuartos en plata de ley y el oro a treze pesos de quartos cada peso de oro fino de veynte y dos quilates y medio, como al presente vale, de lo cobrar y lo meter en la dicha real caxa en el dicho oro y plata y moneda de quartos, dándome para ello término conpetente en el qual pueda cobrar en la manera que tengo dicha, pues con esto se cumple, y es ofrecerme a todo lo que puedo, por aver, como dicho es mala moneda. Pido y suplico a V.S. así lo mande probeer como lo tengo pedido, y en esto será S.M. servido. (AGI, Contaduría 1052). Diego Ximenez de Peralta. (Valdivia tardó en responder hasta el 21 de septiembre de 1571, que dió un auto, accediendo a la petición del tesorero para que cobrase en la forma que mejor le pareciese segura, pero que todo el riesgo que ocurriese, fuese a cuenta del mismo cobro y a cargo del propio tesorero; en otro cabo de notas y noticias en este volumen, se da cuenta de haber sido Jiménez de Peralta bien fiscalizado por el fiscal Miguel de Pinedo. v Los tenedores o receptores de la sisa, mayordomos peculiares de este impuesto, fueron: 1.– No conocido el que fué hasta 1549.– Menciónase a Melchor Endrino, al año de 1546, como “bolsero” de la sisa y de las obras. 2.– Alonso de Mansilla, desde 4 de agosto de 1533 hasta 16 de agosto de 1549, que falleció. 3.– Juan de Leguizamón desde 4 de agosto de 1553; el regidor Luis Gómez le tomó las cuentas, por encargo del Cabildo, hasta finalizarse el mismo año Leguizamón seguía en este puesto en 1556. 4.– Diego de Medina, y fué hasta 1560. 5.– Luis Gómez, a quien tomó las cuentas el regidor Alvaro Caballero, desde 10 de julio de 1560 (fenecidos el 8 de octubre de 1562); Gómez cesó el 8 de abril de este año de 1562. 6.– Antonio de Villoria, que rindió cuentas, por orden de la Audiencia, al oidor Cáceres y, por orden del Rey al oidor Ortegón, después; la real cédula del caso, dada en Madrid 2 de marzo de 1565. 7.– Pedro Vázquez de Ayllón, nombrado por el Cabildo en oposición a exceso de Ortegón, que puso por receptor a Hernando de 388 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Sepúlveda. Finiquitó el Ortegón las cuentas el 7 de agosto de 1566. Otra residencia que por encargo de la Audiencia se tomó a este receptor por el oidor Santiago de Vera, se acabó el 4 de abril de 1570. 8.— Alvaro Maldonado tenía el oficio en 1572 cuando el Visitador Valdivia tomó las cuentas y declaró haber caducado ya la vigencia de la sisa. El receptor continuó cobrando los atrasos, según deudas registradas por aforos, a cargo de mercaderes, taberneros y tablajeros (hasta aquí AGI, Contaduría 1052), y desde el 17 de febrero de 1583 volvióse a tomar las cuentas por el Visitador Rodrigo de Ribero “de la sisa que hay en esta ciudad represada de muchos días ha para los gastos de la cerca o murallas de esta ciudad”; como se lee en una certificación del escribano Luis Jerónimo de Alcocer, en AGI, Santo Domingo 73. 128.— Como queda dicho, no se ha hallado fecha determinada para esta puerta en estado de terminación. Pero porque los números en las cuentas no significan especies de las cantidades (moneda acuñada, barras, obligaciones, escrituras, etc.), sino la seguridad de ellas, parte en Caja, parte en créditos ciertos, la suma de 13.186 pesos, que se colige fué el presupuesto de las obras para 1571, debiéronse ir cobrando a pura fuerza de tirones en el grado competente o conforme al monto de las imposiciones, para hacer de muchos pocos aquel mucho, y fué tarea de tiempo (el cobro forzoso impuesto en aquellos días, y de que se hicieron reclamos graves por los oficiales reales, comenzó por las deudas al rey) y, consiguientemente, de tardanza en las obras y de paros más o menos frecuentes, por lo que la construcción de la Puerta de San Diego que comenzaría hacia 1572 durante la presidencia de Francisco de Vera, no terminó hasta 1576, presidiendo don Gregorio González de Cuenca. En cuanto al nombre de la nueva puerta, si hasta entonces las dos cerradas del lado de tierra no lo tenían, y la tercera se nombró de Lemba por la circunstancia atrás mencionada, y a la del río, primera, se le dió enunciación de las Atarazanas, parece lógico que al asumirse nombre de San Diego para la novísima del río, se atendió a una coyuntura 389 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO de regocijos públicos; la terminación de la puerta y su inauguración coincidente con la licencia de meterse la ciudad en fiesta por el nacimiento del infante Don Diego, nacido en 1575, tercero hijo de Felipe II y su cuarta esposa doña Ana de Austria. v Así como los señores de la Audiencia, en su carta de 29 de agosto de 1571, pidieron al Rey que lo que sobrase de los dineros de la sisa después de hecha la cerca del río, pasase a las Cajas Reales para atenciones de guerra y obras de defensa (véase p. 250), los señores del Cabildo pidieron los mismos dineros para obras públicas, según la instrucción octava, documento de 23 de marzo de 1573, enviado a Alonso de Encinas, procurador, estando en Corte, para que así lo consiguiera por no tener propios la Ciudad; AGI, Santo Domingo 73.– Después de construida la Puerta de San Diego, como sobrasen muchos dineros, otra carta (de que a continuación se sacan dos miembros) pone en evidencia la miseria en que se vivía en la ciudad de Santo Domingo (donde tan frecuentes eran los banqueteos ilustres) y el nuevo arbitrio para que lo sobrante se aplicase al alivio público. Santo Domingo 14 de junio de 1578.– Los señores de la Audiencia al Rey: “Llega a tanto la hambre y falta de bastimentos que se pasan doce y quince días sin haber una libra de carne ni una torta de cazabi, conque la gente padece y dan clamores al cielo, viéndose perecer y enfermar por comer yerbas y legumbres del campo, sin poder hacer otra cosa, y así, por caminos y vías que no se pueden estorbar, se van de la tierra; mucha causa de esto es ser los regidores señores de ingenios y estancias y ser perpetuos, y los que venden los bastimentos que atienden más a sus particulares intereses y granjerías que al bien público; y como los ingenios son de caballos y en ellos tienen tanta muchedumbre de esclavos, ellos atraviesan el cazabi y maíz, y los ganados se han de pesar en las carnicerías, sin querer, como son obligados, sembrar en sus ingenios lo que han menester para el sustento de ellos, ni guardar lo que cerca de esto les está mandado, y las demás cosas de bastimentos, como ellos mismos las venden, ni guardan tasa ni cosa alguna que se ordene, y lo venden a excesivos precios”, y Presidente ni Audiencia ni nadie puede estorbar esta conducta de los regidores. «Vista la gran falta de bastimentos, especial el de la carne que, por las razones dichas, hay tan a menudo, y porque cuando vienen los 390 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO ríos no pueden pasar el ganado, a pedimento de la Ciudad, hemos permitido que, con el dinero que aquí está represado de la sisa que se puso para traer el río de Haina, se preste a la Ciudad veinte y seis mil y seiscientos pesos de cuartos para comprar un hato de vacas que está cerca de esta ciudad para de allí suplir las necesidades y faltas de carne en los tiempos que por los ríos el ganado no puede venir, y dar con este hato para estas faltas, hay quien se obliga a abastecer las carnicerías de manera que la gente no perezca”. Piden aprobación de esta providencia.— AGI, Santo Domingo 51. v Tomar 22 de mayo de 1581.— Real cédula a la Audiencia: la Ciudad de Santo Domingo ha pedido una merced para limpiar la boca del río, arreglar calles, abrir caminos, traer el agua de Jaina, hacer puentes, etc.; informe la Audiencia qué propios tiene la Ciudad, necesidad de esas obras, qué merced se le podrá hacer, de dónde que no sea de Real Hacienda; AGI, Santo Domingo 899.— Según este dato, para el tiempo de tal cédula la Ciudad no tendría ya dinero, de la sisa; por otros datos posteriores se sabe que había. 129.– En adelante no habrá noticia que se ponga en contradicción con lo que precede aquí, aunque no suene el nombre de San Diego a veces. El propio González de Cuenca, en carta de 15 de febrero de 1578, decía al Rey: “Por otras cédulas de V.M. está mandado se repare una casamata que había en la Fortaleza de esta ciudad a la lengua del agua, que era de mucha importancia para las lanchas y barcos que pueden entrar en este puerto sin poderles ofender la artillería de esta Fortaleza; y porque esta casamata está muy anegada de la mar, y fuera del agua sería muy costoso hacerla y sustentarla (obsérvese el cambio de parecer respecto de lo avisado por carta de 2 de julio de 1577; pág. 361), me ha parecido bajar al rio, a la puerta de la ciudad, cuatro piezas de bronce y ponerlas en cuatro troneras que están en la cerca de la ciudad junto al suelo, que señorean todo el rio hasta la boca del puerto, que harán el mismo efecto que la casamata, y de este parecer soy informado fué el Adelantado Pedro Menéndez cuando por mandado de V.M. visitó esta Fortaleza y puerto”; providencia reformada no mucho después y que fué la construcción 391 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO de un fuerte, como se reconoce al justo en carta de 25 de noviembre de 1583 del Gobernador Cristóbal de Ovalle, dando cuenta de las prevenciones de guerra, que en junta fueron acordadas y hacer resistencia a franceses conforme avisos recibidos, una de ellas, a la letra, dice así: “Item, que se hiciese un terrapleno junto a la puerta de la mar muy proveído de artillería para tirar a las lanchas y barcos en que quisiesen entrar los franceses y este fuerte se está ya haciendo, y será de mucho provecho”. Y fué el fuerte nombrado de San Diego, cuyos principios así constan para 1583. Posterior a la invasión del Drake, y con nuevas noticias de ingleses, según real cédula de 5 de septiembre de 1586, al fiscal de la Audiencia, que hizo peticiones varias tocantes a prevenciones de defensa, respondió Ovalle con uno de sus autos de 23 de noviembre del mismo año: “Que se haga otra trinchera de medio estado, ribera del rio de esta ciudad desde el baluarte que está en la puerta de la mar hasta donde se da carena”. v Si para explicar la construcción de la Puerta de San Diego que quedase terminada en 1576, habiéndose proseguido las obras de la muralla de la parte del rio con la rectificación ordenada por real cédula de 1557, hase visto que tanto retardo se correspondía con la inefectividad de los cobros conseguidos de los dineros dados a censo al quitar, presupuesta la prioridad del cobro de las deudas al Rey (y los documentos, pp. 386 ss; muestran las dificultades, según los gritos), no menos se puede presumir que en adelante aquello se cobró tarde y mal respecto de la sisa de la cerca, porque ha de entenderse que hubo preferencia para la edificación de la Puerta de San Diego, siquiera por ser parte más cercana a la mar que el resto de la cerca, pues léase en carta de 20 de mayo de 1595 del Gobernador don Lope de Vega Portocarrero al Rey: “La cerca de la ciudad de la parte del rio se da gran prisa en ella; en todo este mes se acabará…”.– AGI, Santo Domingo 51.– Pero no parece que ya estas últimas obras se hicieron con dineros de las tantas veces enunciada sisa del agua y cerca. Por nuevas súplicas del Cabildo y a pedimento del procurador Alonso Bernáldez, se despachó al Presidente una real cédula de San Lorenzo 31 de marzo de 1584, por la que se le mandó que los dineros de la sisa para traer el agua y que estaban dados a tributo, si había 392 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO dificultad en traerse el agua, se entregasen a la Ciudad para propios y se gastasen en obras públicas; AGI, Santo Domingo 900 H 5.– Ya para este tiempo se había logrado meter dineros en poder del receptor de la sisa. Desde 17 de febrero de 1583 se comenzó a tomar las cuentas por el Visitador Rodrigo de Ribero “de la sisa que hay en esta ciudad represada muchos días ha para los gastos de la cerca y murallas de esta ciudad”; AGI, Santo Domingo 73.– Pero no hemos dado con noticia sobre cumplimiento de la cédula de 1584, ni puede presumirse que los trabajos de 1595 se pagaron con dicho dinero. 130.– Fortaleza de Puerto de Plata.– De la misma calidad que había sido Francisco de Ceballos, así su sucesor en la Alcaidía de la fortaleza de Puerto Plata, capitán Pedro Rengifo de Angulo, quien, muy semejante a hombres doctos que en función de jueces de un tribunal apenas puede presumirse dejen de aplicar condigna pena a culpable alguno, y que, en haciendo oficio de abogado, saben sacar a sus pupilos limpios de polvo y paja por graves que sean las acusaciones de contrarios y fiscales, observó conducta de servidor del Rey sin desmayar hasta ver concluida la fábrica que había comenzado Ceballos y tuvo ingenio y consiguió que extranjeros se abrigasen en rincones costeros alejados de la vigilancia, que no solía excederse de la discreción, conque todos vivían, y con ellos los alcaldes y alcaides, fuera de la ley común y dentro de la ley de las propias conveniencias. El mismo Rengifo de Angulo, no siendo único caballero de industria en la región, sacaba gran partido de su oficio, pues no sufrió revés la fortaleza, agenció su utilidad por medio de terceros, y, desde luego, en los casos en que hizo frente a advenedizos, ya fuese porque en plan de novatos ejecutasen desmanes sin el escudo de mayor fuerza, o ya porque en tratos particulares con los de fuera, al interés de quien lo pagaba, convenía que mercaderes tuviesen en tierra quien destruyera a mercaderes autónomos. De esta suerte Rengifo de Angulo llegó a ganar crédito de buen soldado como lo reconoció la Real Audiencia, y al propio tiempo mejoró en muchos tantos su hacienda a costa de los mismos corsarios. Podríase estimar, según una inscripción que puso sobre la puerta de la fortaleza, que ésta llegó a terminarse a 393 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO lo largo del año de 1577; sin embargo, hay indicios de no haberse contentado con lo hecho hasta entonces y que prosiguió la fábrica con añadidas obras, de que se resistieron los oficiales reales por razón de las nuevas erogaciones a costa de la real hacienda. Demás que, aunque se considere muy retardada una resolución real por la que se ordenó al gobernador de Santiago de Cuba que enviase cierto número de esclavos a Puerto Plata donde fuesen ocupados en la construcción de la fortaleza, de lo que pasóse aviso a Santo Domingo en 1580, y también, si esta orden fué cumplida, hubo de ejecutarse más tarde todavía, hasta 1584 el alcaide Rengifo no dió cuenta a S.M. de haber dado fin a la obra. 131.— Aquella voluntad del Rey y su Consejo de poner en defensa el Norte de la Isla, y de que emanaron órdenes para que la obra se terminase y la fortaleza tuviera su mayor defensa con cañones y pólvora y balas, sirvió al Alcaide para hacer continuas diligencias que encaminó lo mismo a la Audiencia que al Consejo de las Indias, mayormente por lo que decía de tener exceso de trabajo en la custodia que se le había encomendado, pues para descansar y acudir a su hacienda personal debía dotar de salario convenido con quienes tomaban con él concierto de vigilar noche y día, de que vino a pretender mayor salario del que pudiese extraer aquellos jornales, que no del bolsillo propio, y aún llegó a solicitar la asistencia de hasta 8 ó 10 hombres, aumentado además el número de lombarderos que, desde un principio, fué tasadamente uno solo. Y conforme a la costumbre curial, de todo lo que el alcaide advertía sin la justificación necesaria, se hacía cédula interlocutoria y se enviaba a la Audiencia que, por requerir testimonios para dar respuestas, solía llegarse a términos que nada se hacía por ser ya fuera de tiempo, si acaso los expedientes tenían ser cumplido. Ello es que a poco de haber terminado la obra de la fortaleza, Rengifo de Angulo movióse a renunciar el puesto y esperar noticia de tener sucesor, en cuyo medio tiempo, oficio y vida dejó, año de 1585. De este sujeto algo resta por referir en función con extranjeros. 394 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO v v v v v v Santo Domingo 11 de febrero de 1578.– Los oficiales reales al Rey: Para un pueblo de veinte o veinticinco vecinos, como es el Puerto de Plata, no está bien que haya una fortaleza, sino un fuerte, porque fortaleza será de más daño que provecho si no tiene quien la defienda, y en ella se han gastado ya más de 50.000 pesos. AGI, Santo Domingo 74. “En veinte y dos días del mes de henero del dicho año [1577] quinze mill e setecientos y cinquenta y seis mrs. de buena moneda por libramiento de nos los oficiales reales de S.M., di e pagué a don Juan de Guzman, que se dan los siete mill y novecientos y cinquenta y seis mrs. por cient pelotas de hierro de todas suertes que dió para la fortaleza de Puerto de Plata, que pesaron duzientas y treynta y quatro libras a treynta y quatro mrs. cada libra; y los siete mill y ochocientos mrs. restantes por un quintal de pólvora de cañon que dió para la dicha fortaleza de Puerto de Plata en quinze de octubre del año pasado de setenta y seis”.– AGI, Contaduría 1052. Santo Domingo 15 de febrero de 1578.– G. de Cuenca al Rey, capítulo de carta: En Puerto de Plata han reventado la pieza mayor de artillería y otra; hay gran necesidad de que se envíen piezas de 50, 40 y 35 con su pólvora, etc., ordenadas enviar por real cédula de 28 de noviembre de 1574, porque han venido por aquí tres galeones de franceses y han hecho promesas de que vendrán otros, y conviene tener lista la artillería, y “no es razón quitar artillería a la Fortaleza de esta ciudad para proveer a la de Puerto de Plata”.– AGI, Santo Domingo 51. El 10 de marzo de 1578 dióse a Francisco del Águila 582 escudos de moneda corriente “por una campana que dió a Pedro Rengifo de Angulo, alcayde de la fortaleza de la villa de Puerto de Plata, para la dicha fortaleza, que pesó diez y siete libras”.– AGI, Contaduría 1052. En 12 de marzo de 1578 se dan a Rengifo de Angulo 9.600 pesos “para reparos y cosas convenientes para la dicha Fortaleza” de Puerto Plata.– AGI, Contaduría 1052. Badajoz 19 de agosto de 1580. .– Cinco reales cédulas de esta fecha, todas a la Audiencia: 1ª Pedro Rengifo de Angulo, alcaide de la fortaleza de Puerto de Plata, ha pedido ocho o diez hombres con salario para el servicio de aquella fortaleza; que informe sobre esto. 2ª Avisando del envío de 50 arcabuces, 50 mosquetes y 50 arrobas de pólvora, salitre, azufre, plomo, etc., a petición de Rengifo de Angulo, alcaide, etc. 3ª Que informe la Audiencia acerca del salario 395 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO que Rengifo de Angulo ha pedido para dos lombarderos que asisten en la fortaleza de Puerto de Plata. 4ª Avisando que se ha ordenado al Gobernador de [Santiago de] Cuba el envío de esclavos para que trabajen en la fortaleza de Puerto de Plata. 5ª Al Presidente y Oidores: que informe sobre los aprovechamientos que tiene el oficio de alcaide de la fortaleza de Puerto de Plata, y qué salario se le podrá dar a Pedro Rengifo de Angulo, alcaide, que lo ha solicitado, diciendo que el pueblo “no es más de 20 o 25 vecinos, por lo qual se tiene más trabajo en la guarda” de aquella fortaleza.– AGI, Santo Domingo 899. v Puerto de Plata 8 de agosto de 1584.– Pedro Rengifo de Angulo avisa al Rey de haber acabado la obra de la fortaleza; expone necesidades para efecto de estar en defensa.– AGI, Santo Domingo 80. v Santo Domingo 25 de enero de 1585.– Cristóbal de Ovalle, Gobernador y Capitán General, al Rey: Pedro Rengifo de Angulo, alcaide de la fortaleza de Puerto Plata, ha servido mucho en “acabar el edificio de la dicha fortaleza, como está acabado y muy bien”; quiere dejar ese oficio. Y lo recomienda, como gran merecedor de la gracia real.– AGI, Santo Domingo 51. v Muere Pedro Rengifo de Angulo, alcaide de la fortaleza de Puerto Plata el 24 de octubre de 1585.– AGI, Santo Domingo 51. 132.— Negros cimarrones.— La misma inquietud que en las poblaciones iba tomando cuerpo por la falta de moneda, y el comercio se secaba y el trajín de los caminos se adelgazaba, hubo de influir mucho en los negros que, sin dar mucho que hacer a las autoridades, por años continuos se mantuvieron aislados con el fruto de rapiñas que tenían almacenadas; sino que acabándose los bastimentos y no teniendo presa sobre que caer, desolados casi los caminos, como bajasen de las lomas resueltos a proveerse de carnes y de telas, al fin volvieron a crear las antiguas zozobras y, por lo mismo, a ser perseguidos por partidas de cuadrilleros, sistema restablecido hacia 1560. Con todo, no había dinero para el entretenimiento de esta gente y el arbitrio seguido para conseguirlo previa licencia real que se concedió facultativa, fué el de la sisa sobre la carne y el vino; como la cantidad prevista luego se gastaba y nuevamente había de establecerse la exacción, más fueron las cartas enviadas 396 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO al Consejo sobre los daños que hacían los negros cimarrones y se sospechaba que habrían de hacer, que no relaciones de daños y excesos por ellos cometidos; mayormente que el núcleo principal de estos alzados se mantenía libre de persecución en lo abrupto del arcano del Bahoruco, y emprender contra ellos una campaña en regla fuera lo mismo que repetirse los azares de antaño cuando las piedras, barrancos, cuevas, falta de agua y de caminos, desorientación total de las madrigueras y dilatada extensión de aquella fortaleza natural hizo de indios desnudos y faltos de disciplina bélica, maleantes insojuzgables que ganaron encuentros sin romper una lanza. Escasos son los datos recogidos sobre negros tomados por alzados, y de ellos los conducidos a Bayajá para ayudar a la construcción de una fortaleza que nunca tuvo ser ni forma de tal. Sin embargo que se dieron órdenes para destruir esos focos de cimarrones, (y algunos había bien cerca de Santo Domingo), la resistencia de los vecinos a aceptar aquellas sisas que nunca parecieron estar bien empleadas (para las que había licencia real de imposición), malogró cualesquiera esfuerzos que se hicieron, si no es que los soldados puestos a recorrer la tierra, considerándose en corto número para caer sobre partidas de alzados sin cabezuela notorio o, a lo menos, con la fama que tuvieron el Sebastián Lemba o Juan Vaquero, el mayor adelantamiento fué acorralar negros recién huidos o cimarrones disperdigados por los campos que se buscaban el sustento, no sin causar o producir uno solo de ellos densa nube de terror en la comarca en que aparecía y aún en la Isla entera. Y si bien por real cédula estaba dispuesto que los que se aventurasen a perseguir y atrapar negros alzados, recibiesen ganancia en los mismos negros que tomasen, aparte que se entreveía en esta disposición estar el Rey más al riesgo personal de voluntarios con remuneración radicable en solo su propia suerte, y los voluntarios, por sujetos a gastos, no inclinados a exponer sus bienes en pro de aquella causa y verse después envueltos en litigios (conocido el alcance de las ordenanzas vigentes; v. la ordenanza 5ª, tomo I, pág. 203), no eran los más de ellos poderosos para impedir 397 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO con sus personales arbitrios que cualquiera mala res cimarrona les echase a perder el “ganado” entero, si hasta los mismos negros mansos acariciaban las esperanzas de su libertad, de que vendría a correr, ya desde aquellos tiempos, el viejo dicho de que “algún día ahorcarían a los blancos”. Ello es que el galardón propuesto por el Soberano estaba en general descrédito desde que el Presidente Alonso Maldonado faltó a la palabra dada con Juan Bautista de Berrio, aprensor de Juan Vaquero (v. la carta de Fernández de Oviedo, p. 37). Y, desde luego, no se ha hallado episodio histórico acerca de cimarrones adjudicados a sus aprensores en conformidad con la real cédula enunciada. En el mismo Almirante don Cristóbal Colón tuvo cabida esta infidencia de autoridad con Rodrigo de Triana, que por no haber recibido el premio de su celebérrimo grito de ¡tierra!, ¡tierra!, y fué el grito del descubrimiento del Nuevo Mundo, renegó de patria y fe, se pasó al Africa y se hizo mahometano. v Santo Domingo 10 de diciembre de 1560.– Cepeda, presidente; oidores Sánchez de Angulo y Echagoian, dicen: “Tiénese aquí noticia de negros alzados, para cuyo remedio se criaron dos capitanes por esta Real Audiencia que anden siempre en diversas partes; para estos gastos se toman quinientos pesos de la sisa que se puso para la cerca, la cual [cerca] ya ha cesado. A V.M. se suplica lo tenga por bien, porque en remediar esto consiste la conservación de esta Isla, pues se han visto grandes daños por no se proveer con tiempo estas cosas semejantes, y suceder gastos inmensos. A esto podrían ayudar los negros horros que en esta ciudad hay, son muchos, y los que causan la mayor parte de los alzamientos y robos que hacen por ser sus receptadores”. AGI, Santo Domingo 71.– Véase la carta de Grajeda y Cáceres, de 16 de junio de 1566; p. 195.– De carta del Presidente Antonio Mejia, de 10 de octubre de 1568: “Porque indios no los hay, y los negros valen muy caros y no todos tienen posibilidad para comprallos, y de ordinario se huyen muchos de ellos y andan alzados por los montes en cuadrillas, salteando, y es grande la costa y riesgo que se hace en prendellos”. Y de otra, de 6 de junio de 1569: “Los negros hay pocos y muy caros; muérense con facilidad, y con la misma se huyen”; AGI, Santo Domingo 71. 398 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO v v v v v El oidor Ortegón, residenciando al receptor de la sisa, Pedro Vázquez de Ayllón, en 1566, dió por buena la data de 4668 pesos, 6 tomines y 2 granos de oro, que por mandado de la Audiencia se prestaron a Diego Rodríguez Peguero “para ir en seguimiento de ciertos negros alzados y fugitivos”.– AGI, Contaduría 1053. El Escorial 13 de julio de 1571.– Real cédula a la Audiencia: Se ha entendido que muchos negros huidos han formado un pueblo como a doce leguas de la ciudad de Santo Domingo, que se podría conquistar dándose a los que se aventuraren a ello una ganancia en los mismos negros; como es bien se quite este estorbo y se remedie, vea lo susodicho y provea lo que más convenga al efecto.– AGI, Santo Domingo 899. De las instrucciones dadas al Procurador de la Isla en 1573: “Lo primero, informar a S.M. cómo en esta Isla ha habido y hay de ordinario negros alzados, y conviene que de ordinario haya gente que ande tras ellos; y como esta ciudad es tan pobre de propios, no tiene posible para ello, y parece que el mejor medio con menos pesadumbre que se podrá tener para socorrer esta necesidad será que de cada pipa de vino y harina que entrare en esta Isla, se cobre cuatro reales de plata para gastar en lo susodicho, teniendo la cuenta y razon en ello que convenga; hase de suplicar a S.M. dar licencia para lo susodicho”.– AGI, Santo Domingo 78. Santo Domingo 15 de abril de 1578.– G. de Cuenca al Rey, capítulo de carta: “En esta Isla hay gran cantidad de negros horros y cautivos de españoles, que son más ladinos y atrevidos que los demás, y se ha tenido relación que hacen juntas y hablan palabras preñadas y de mal sentido, y así, a pedimento de la Ciudad, se ha echado sisa en los mantenimientos para hacer guerra a los alzados y tener guarda y guarnición en virtud de un capítulo de carta de V.M. para esta Audiencia en 17 de junio de 1524 años, y por otro capítulo de carta dada en 13 de septiembre de 1533; y porque estas cartas son muy antiguas, será V.M. servido de enviarnos a mandar si hemos de usar de estas cartas, porque conviene que siempre haya guarda y gente de guerra apercibida y que anden por la tierra y que se haga guerra a los negros del Bauruco que ha muchos años que están juntos allí y recogen todos los negros huidos y podríase engrosar tanto la junta que nos pusiese en trabajo”.– AGI, Santo Domingo 51. Santo Domingo 12 de mayo de 1578.– La Audiencia al Rey (capítulo de carta): “En esta ciudad e Isla se han entendido algunos 399 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO atrevimientos de negros, así de los que hay en esta ciudad como de los que hay en los ingenios de la Isla, y algunas libertades de que han usado de palabras libres que les han oído a manera de quererse alzar, y para evitarlo, se ha proveído que haya capitán y soldados que anden de ordinario por la Isla para la seguridad de ella; y para paga de ellos se permitió que se echase sisa en la carne hasta en cantidad de doscientos mil maravedis, en virtud de cédulas que para este efecto lo permiten, habiéndolo pedido el Cabildo de esta Ciudad, y por el Presidente de esta Audiencia, como Capitan General se nombraron capitan y soldados, los que pareció que más convenían…”.– AGI, Santo Domingo 51. v Santo Domingo 15 de mayo de 1578.– El oidor Quero al Rey (capítulo): Que al principio del año salió a visitar la tierra adentro; visitó Higüey “de hasta veinte vecinos”, y el Ceibo “con solos ocho y éstos pobrísimos”. Dice que no deben admitirse más negros en la Isla, porque “he visto la tierra y los muchos negros y pocos españoles que hay; aviso a V.M. que de ninguna manera se traigan más negros porque hay tantos que cada día tememos no se alcen con la tierra, y para volver a [la labor de] las minas, hay demasiados; si de los ingenios se quintasen y se reformasen las demasías. Hay casas que de servicio y acompañamiento tienen treinta esclavos y ningún español”.– AGI, Santo Domingo 51. v Santo Domingo 20 de mayo de 1578.– El doctor Aliaga, oidor, al Rey: “También doy aviso a V.M. que en esta Isla está un pueblo de negros alzados que se dice el Bauruco, a donde hay más de trescientos vecinos, y los negros y cautivos que se huyen, se van allí; y porque no vayan en crecimiento y se junten con ellos los negros de los ingenios y otros del servicio, que harán grande daño en la Isla, conviene que este pueblo se conquiste y se haga justicia de las cabezas y caudillos. V.M. lo mande proveer y remediar con tiempo”.– AGI, Santo Domingo 51. 133.— Alcalde mayor.— Aquella petición que los oidores habían elevado al Rey en su carta del 17 de junio de 1566, exponiendo razones contra la libertad excesiva que los portugueses tenían en frecuentar las costas del Norte favorecidos de los naturales y cuyos tratos eran nocturnos, de suerte que cuando la Audiencia lo sabía, era inútil que enviase jueces de comisión, porque cuando ello tenía efecto ya unos y otros contratantes estaban seguros de peligro, y 400 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO quienes llevaban la carga era la gente pacífica de aquellos contornos, sobre quienes recaía la pensión de juntar el dinero correspondiente a los salarios que juez, alguacil y escribano habían devengado en el tiempo de la misma comisión; y como esto redundaba solamente en beneficio de sujetos que conseguían los respectivos nombramientos a contemplación de la amistad y de otros motivos particulares, no sin haberse expuesto los mismos oidores a diferencias entre sí (pues cada cual quería que su patrocinado lograse la ganga, que bien sabían y no expresaban a S.M. pues ganaban por el nombramiento y movimiento poca cosa y un buen porqué cuando convenía que los inculpados pasasen por desconocidos en virtud de la grasa dorada que Juez y comparsa así acaparaban); y como la frecuencia de tales nombramientos renovaba el enojo entre compadres, parecióles que el nombramiento de un alcalde mayor fuese en sujeto que, viviendo cerca de los parajes infestados de clandestinos negociantes, a buen tiempo concurriese con su autoridad y cortase el paso a los culpados antes que de ellos se desvaneciese el rastro; queríanlo como tal juez conque tuviese también a su cargo andar el distrito que se le asignase y estorbar todos rescates, y para que los vecinos apelasen ante él de las cosas mal hechas o agravios que recibían de los alcaldes ordinarios, ministros que no poseían otra mejor calidad en el administrar justicia que el voto y votos con que fueron elegidos por sus convecinos al principio de cada año. 134.— Esta petición no tuvo inmediata resolución, y por otra carta de 10 de mayo de 1568 volvieron a pedir alcalde mayor, y es en la que al margen se escribió esta memoria: “Que nombren el Juez que dicen entretanto que S.M. otra cosa provee y avisen de la [persona] nombrada, y le den y señalen el salario que les pareciere, con que no exceda de quinientos ducados, los cuales se paguen de las penas de Cámara que se sacan en toda la Isla y Audiencia”. Quizás esta segunda carta no había llegado al Consejo de las Indias, cuando los oidores, sentidos y resentidos del Presidente Diego de Vera por el favoritismo que desplegó con los de su casa contra otras 401 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO insinuaciones (hijas de intereses creados entre los mismos oidores y vecinos notables de la ciudad), volvieron a escribir, o fomentaron la discordia entre el Presidente y el fiscal, quien en carta de 8 de junio de 1568 expuso que el licenciado [Diego de] Montemayor, sobrino del Presidente, fué a la tierra adentro con cinco escudos de salario de buena moneda cada día, y con un alguacil, criado del Presidente con ocho pesos, y un escribano con cinco pesos diarios, “y, habiendo tenido más cuidado de lo que convenía a su hacienda, que no a hacer lo que le había sido encomendado, yo pedí, contra lo que él había hecho, lo que convenía al servicio de V.M., por lo cual se había indignado tanto el Presidente que, por ello y por otro delincuente que también favorecía, de cuyos delitos di a V.M. cuenta, me mandó prender y echar unos grillos el día que sueltan todos los presos, y quedaba en la cárcel pública”. Aquella resolución parece ajustada más a esta novedad de lance que a la necesidad reiteradamente expuesta, como va dicho, de la creación del Alcalde mayor; sino que todavía, sin conocerse lo resuelto, el doctor Antonio Mejía, sucesor de don Diego de Vera, hubo de escribir al Consejo, demandando paridad en su oficio con los presidentes de las Chancillerías de Valladolid y Granada, y se le dió real cédula de Córdoba 20 de abril de 1570, por la que se mandó a los oidores considerarse perpetuamente inhibidos en la elección del sujeto después que la Audiencia determinase envío de juez de comisión a la tierra adentro, por ser facultad que sólo tocaba al Presidente. Quedó establecido el principio, no la sumisión de los oidores porque, atentos a juntar dineros a la sombra de comisiones de justicia, cuando se les cerrara una puerta querían tener abierta otra; poniendo al Presidente en conflicto de no nombrar sino a quien ellos quisieran por escabroso acuerdo fuera del Acuerdo, a veces reduciendo el número de candidatos a sola persona de un oidor; y como la concupiscencia alienta a los individuos viles y ronceadores, y a los resueltos hace procaces en siendo profícua cualquiera acción que así ofrezca, luego al punto se vió que, quien pudo, se atuvo al fuero 402 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO de obedecer sin ejecutar, bajo de la conocida ficción del derecho de no estar el Rey bien enterado de asunto gubernativo dudoso sino a la tercera vez de mandar lo mismo, y aún no bastar sino cuando el Rey amenazaba con “so la pena de la nuestra merced…” Las dos cartas citadas de 10 de mayo y 8 de junio de 1568, en AGI, Santo Domingo 71. v “El Rey. Nuestros Oydores de la nuestra Audiencia Real que reside en la ciudad de Santo Domingo de la ysla Española: Por parte del Doctor Mexía, nuestro Presidente de essa Audiencia, [se] me ha hecho relacion que por costumbre de las nuestras Audiencias Reales y por derecho expresso de las leyes de nuestros reynos estava dispuesto que, quando por el Audiencia se votava que fuesse algun executor o otra persona con dias y salario, la tal persona la avia de señalar y nombrar el Presidente y no los Oydores, aunque fuessen alcaldes de corte, y que por las ordenanças de essa Audiencia se mandava guardar en ella lo que en las de Valladolid y Granada, destos Reynos, y en el título que le aviamos mandado dar del dicho cargo de Presidente, aviamos proveydo que le fuessen guardadas todas las demás preeminencias que a los demás Presidentes de las nuestras Audiencias; y que, sin embargo de lo susodicho, vosotros no le dexavades gozar de la dicha preeminencia, suplicándome proveyessemos que no le pusiessedes en ello ningun impedimento, ni os entremetiessedes en el nombramiento de las tales personas que huvieren de yr a las dichas comissiones, sino que lo dexassedes a él hazer libremente, o como la mi merced fuesse. Y visto por los del mi Consejo de las Indias, fue acordado que devía mandar dar esta mi cédula, y yo tuvelo por bien; por ende, yo vos mando que de aqui adelante todas las vezes que por essa Audiencia se acordare y votare que vaya executor o otra persona a alguna comission, no os entremetays vosotros en el nombramiento de la tal persona, sino que le dezeys nombrar y señalar al dicho Doctor Mexía, y a los Presidentes que después dél fueren en essa Audiencia, sin que le pongays impedimento alguno. Fecha en Cordova a veynte de abril de mil y quinientos y setenta años. Yo el Rey. Por mandado de Su Magestad, Francisco de Eraso. Señalada del Consejo”.– Cedulario Indiano, II, 119. v Santo Domingo 28 de enero de 1577.– González de Cuenca al Rey (capítulo): “En este navío de aviso vino una cédula por la cual V.M. v 403 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO manda se tomen los despachos a d. Miguel Maza de Lizana [Lizama o Lezama], gobernador de la Margarita [el segundo marido de doña Marcela Villalobos Manrique, p. 290] y se provea persona en su lugar y él se envíe dirigido a los oficiales de la Contratación de Sevilla. Cuando esta cédula llegó el don Miguel estaba preso en la cárcel de esta Audiencia por mandado de ella, por algunos desacatos que iba diciendo en su navío en que se había embarcado para la Margarita y otras cosas que no convenían al oficio de Gobernador. Luego se le tomaron los despachos e irá en la flota como V.M. lo manda, aunque su pobreza es mucha”; AGI, Santo Domingo 50.– Santo Domingo 30 de junio de 1577.– El mismo al Rey: Repite el asunto de la sustitución de Maza con otro en la gobernación de la Margarita, y sigue: “Pidióme el licenciado Quero enviase por gobernador a un hermano suyo [Pedro de Quero Lobado], mozo de veinte años y sin experiencia de negocios; y porque yo y el licenciado de las Cabezas respondimos que por cédula de V.M. está prohibido que ningún hermano de Oidor puede ser Juez en su distrito y que aquella tierra era infestada de corsarios y que, por no tener gobernador, la habían quemado franceses el año pasado, ha tomado tanta punta conmigo, que públicamente dice mal de mi a todos y ha tenido conmigo muchos descomedimientos y desacatos que los han visto y oído muchas personas, y está toda la ciudad admirada de mi sufrimiento; y porque no tengo orden de V.M. para lo que en tales casos deba hacer, no los he remediado, y [he] pasado con decirles que V.M. me mandó que a oidor o fiscal que se desmandase o se desordenase, lo enviase a V.M., y todo esto no basta…”; AGI, Santo Domingo 50.– Santo Domingo 15 de febrero de 1580.– Del mismo al Rey: “Por otra cédula dores puestos por V.M. el Audiencia no les pueda tomar residencia ni quitarles los oficios, y que si hubiese causa para ello, se envíen a V.M. para que, vistas en vuestro Consejo, se provea lo que convenga; y, conforme a esta cédula general, trujo cédula en su favor don Miguel Maza de Lizana, gobernador de la Margarita, y la presentó en la Audiencia, pretendiendo el licenciado Quero y el licenciado Arceo ir uno de ellos a la Margarita por gobernador y a tomar residencia al dicho don Miguel Maza por capítulos que contra él se habían dado por ciertos vecinos de la Margarita; y, habiendo ellos tomado las informaciones como convenía a su pretensión, aunque de ellas no resultaban culpas graves para le quitar el oficio mas de cosas oidas de liviandades de mujeres; y estando visitando la Isla [Española, de oficio] el licenciado de las Cabezas, los dos oidores proveyeron auto, sin mí, en que 404 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO mandaron que vaya a la Margarita un oidor de esta Audiencia a proceder contra el dicho don Miguel Maza; y aunque yo les advertí que por cédula de V.M. dada en el Bosque de Segovia el 17 de agosto del año de [15]65, está mandado que ningún oidor pueda salir de esta isla para ninguna parte, aunque sea con licencia del Presidente, so pena de perdimiento del oficio, en revista los dos confirmaron su auto, y, en este estado, vino aquí el mismo don Miguel Maza a defenderse de lo que se le oponía; y como, con su venida, se cerraba la puerta a ir oidor, a la hora que llegó, que era a las nueve de la noche, por mar lo echaron en un calabozo con grillos, y así le tienen. Y en caso que se pudiera proveer juez, el mandamiento era mío por ley y cédula de V.M. particular para los Presidentes de las Audiencias dada a 20 de abril de [15]70 años, de la cual no hicieron caso, y el no poder salir oidor de esta Isla se confirmó bien por otra provisión de V.M., dada en Madrid a 8 de septiembre de [1]567 años, por la cual, habiendo proveido V.M. (en esta Audiencia) que fuese el licenciado Ortegón al Rio de la Hacha, mandó por provisión que no fuese y, si hubiese ido, se volviese luego. Sobre esto hay mucha necesidad que V.M. mande proveer con brevedad porque en todos los casos que hubiere necesidad de Juez de comisión se ha de procurar que se pida que sea oidor o fiscal, y sobre quién lo ha de nombrar y cuál ha de ir [siempre] es muy cierta diferencia en el Audiencia porque acusa; hasta el Relator pretende que le provean en comisiones; la tierra es paupérrima y el salario de los oidores es grande, y como ellos pretenden ir, las informaciones se harán por ellos mismos como convenga a su pretensión; y pues el Presidente aquí no tiene preeminencia alguna sino es nombrar jueces de comisión, sería desautorizarle y quitársela por este camino, especial [mente] que tengo relación que algunos de ellos dicen que, aunque el nombramiento sea mío, los han de hacer y proveer ellos”. “En el entretanto que la armada real (y era la por él dispuesta) estaba en Puerto Rico, los dos Oidores Quero y Arceo me enviaron a pedir con el fiscal de esta Audiencia que enviase uno de ellos a la Margarita, ofreciendo de servirme y de hacer grandes cosas para darme contento, y lo mismo me mandó a decir el licenciado Quero con Simón de Bolívar, secretario de esta Audiencia, enviando con él a decir que vendría a hincarse de rodillas ante mí y me besaría los pies porque le nombrase para la Margarita, lo cual yo no puedo hacer por ser contra cédula de V.M., y porque había de quedar el Audiencia con sólo un Oidor. Sintiéronlo tanto que, al llegar el armada a este puerto, por vengarse de mí, mandaron, estando recusados, que mi hijo (que fué 405 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO por general) tuviese mi casa por cárcel, y prendieron en la cárcel pública, con prisiones, a Juan Ponce de León, alcaide de la fortaleza de Puerto Rico que iba por consejero mayor de la armada, y los dos Oidores, a puerta cerrada en sus casas, tomaron informaciones a su gusto, por las cuales [se reconoce] no hubo testigo, ni lo podía haber, que pusiese pecado venial. De mi hijo antes pusieron a su favor”; AGI, Santo Domingo 51.– (Ninguno de estos tres documentos ha sido inspeccionado directamente por el autor.) 135.— Luego que fué recibida la real cédula ordenadora del establecimiento de la Alcaldía mayor, fué suerte dar con varón inteligente, públicamente honesto e insobornable, hombre rico con ingenio de azúcar, hatos, estancias y bienes muebles y sujeto casado con nieta de aquel Consejero de Indias, el licenciado Juan Salmerón, que sucedió en el alto puesto del Consejo a aquel otro gran caballero de industria Dr. Beltrán, depuesto por sus trucos y avaricia; sino que este tal, Rodrigo Hernández de Rivera, habiendo pasado un año sin haber recibido por vía legal la parte que le tocaba en los descaminos que había sentenciado, esperó un año más y, como tampoco se le diese satisfacción, que subía ya a 4.000 ducados poco más o menos, se desistió del oficio, pues no tenía necesidad de cooperar con la Audiencia en la observancia de las leyes, si el trabajo era para él y los gajes del cargo para otros; cedió el puesto con tanta moderación como quien era, pues no perdió amistad con los de arriba, habiendo sido tan humano con los de abajo. Al dársele sucesor, levantóse en la Audiencia la antigua competencia entre el Presidente Francisco de Vera y los Oidores, y parece que el nombramiento dejó de hacerse por entonces hasta conseguirse declaración Real a recurso que la Audiencia hizo en carta de 11 de abril de 1574. Ya en la presidencia González de Cuenca, otra vez incidieron los togados en sus competiciones y, aunque por carta de 17 de junio de 1576 reclamó el Presidente pertenecerle hacer el nombramiento, cedió transitoriamente, sin perjuicio de su alegado derecho, pues el 20 de octubre del mismo año fué nombrado alcalde 406 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO mayor el licenciado Alonso Bernáldez. De muy diferente palo el Bernáldez que aquel Hernández de Rivera, los de la Audiencia, tras de perder los estribos en la abierta carrera de las disonancias con que Bernáldez cantaba el himno a la justicia, dieron con un arbitrio que se expresaba con unas palabras y podía enunciarse con otras no muy semejantes; pues ya los Oidores, por su turno, salían a visitar la tierra adentro conforme a Reales cédulas y habrían de hacer lo que el alcalde mayor hacía, el oficio era innecesario y su salario quedase para otras atenciones del Real servicio. Con la misma persistencia que disputaban a los Presidentes la facultad de los nombramientos, continuaron pretendiendo la supresión de la Alcaldía mayor; pero ya este oficio era de privilegio concedido al Consejo de las Indias, y ni se dió al Presidente la declaración solicitada por todos, ni se dejó sin confirmar, contra los Oidores, ser prerrogativa del Presidente nombrar los jueces de comisión. Bien pronto contra los Presidentes se declararía (y repetiría vez por vez en alivio de los alcaldes mayores) que el Presidente no debía ni podía enviar juez de comisión contra Alcalde Mayor porque, siendo titular (o criatura del Consejo de las Indias), aquella facultad no le incumbía por razón ninguna. v Rodrigo Hernández de Rivera, natural de Santo Domingo, hijo legítimo de Gómez Hernández y de Catalina Jiménez, pobladores antiguos de la Isla (Gómez entre los vecinos de la Capital en 1520); tenía casa principal, ingenio de azúcar, hatos y labranzas, y era mercader muy activo; casó con doña Ana Salmerón, hija de Juan Salmerón, que lo fué del licenciado homónimo, alcalde del crimen en Panamá y después Consejero de Indias; hizo información de nobleza en mayo de 1574, por hacer valer su derecho a los gajes del oficio de Alcalde Mayor, que lo fué por dos años. En 1575 la Audiencia le creó regidor de la Ciudad de Santo Domingo, y pidió al Rey la confirmación; por no haberse concedido, volvió la Audiencia a darle el mismo encargo en 1583, por que el Visitador Rodrigo de Ribero suspendió a seis regidores. A la muerte del contador real Bernabé de Ortegón, la Audiencia le dió el oficio en octubre de 1585, y lo tuvo hasta la llegada de nuevo titular, que se embarcó en Sanlúcar de 407 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO v v v v v Barrameda el 13 de julio de 1586; AGI, Patronato Real 50, nº 10; Santo Domingo 13. 50. 73; Contaduría 1055.– Hijo de Rodrigo fué un Gómez Hernández de Rivera, en quien renunció el regimiento que poseía su medio hermano Luis Guerra de Alvarado, mediante haber dado 4.000 ducados; recibió título provisional de regidor de Santo Domingo, de 7 de septiembre de 1623, que el Rey confirmó el 24 de febrero de 1627; AGI, Santo Domingo 32. 900 H 10. Santo Domingo 11 de abril de 1574.– Francisco de Vera, Presidente, y Castillo e Ibero, Oidores, al Rey; capítulo de carta: “V.M. tiene mandado que salga y ande por la Isla un letrado con título de Alcalde Mayor, y que use el oficio siempre y de la manera que lo hacen los alcaldes mayores de los Adelantamientos de Castilla; la provisión que V.M. ha dado para lo susodicho habla con el Presidente y Oidores; pretende el Presidente que a él sólo pertenece el nombramiento”.– AGI, Santo Domingo 71. Santo Domingo 19 de enero de 1578.– El fiscal Villanueva Zapata al Rey, capítulo de carta: Que el Oidor Quero “ha salido a la visita de la tierra; ella está tan pobre y visitada de Jueces, que no sé si fuera mejor que no hubiera salido; al alcalde mayor se ha mandado venir y está suspendido de su salario porque, no siendo necesario, no está bien hacer gasto a V.M.” AGI, Santo Domingo 51. Al bachiller Agustín Bernáldez se le pagó “por quince meses y diez días que sirvió con el oficio de Alcalde Mayor de la tierra adentro, a razón de quinientos ducados por año.– AGI, Contaduría 1053. La carta de 17 de junio de 1576 del Presidente González de Cuenca, sobre nombramientos de alcalde mayor, es la citada en las pp. 350 y 355. Badajoz 19 de agosto de 1580.– Real cédula a los Oidores; se les mandó por otra dada en Córdoba el 20 de abril de 1570 que no se metiesen en nombrar jueces de comisión, por tocar ello a sólo el Presidente; se les ordena, a petición de González de Cuenca, cumplan los Oidores actuales y todos en adelante como se les había mandado. AGI, Santo Domingo 899. (Atención puesta a carta de Cuenca de 15 de febrero del mismo año; pág 406). 136.– Justamente estas incidencias ocasionaron, desde luego, mayor atención de parte del Consejo, para hacer nombramiento de titular, y recayó la gracia en un Antonio Jover, que habría de 408 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO permanecer en el cargo durante cinco años, pero en el que no había de entrar sino después de haber cumplido lo que era de su parte en cierto asiento o contrato hecho de llevar a Puerto Rico cien labradores a su propia costa. Tal contrato se le convirtió a Jover en un cerro que llevaba en la cabeza, y porque no acababa de aclarar el estado de su compromiso, se le recogieron todos sus papeles y quedó despedido. En su lugar fué nombrado el capitán Bernardino de Ovando, sujeto que, como militar, tuvo crédito de buenas prendas de mucho valor, y a este tal no se le impuso gravamen alguno por la consecución del oficio, antes con toda brevedad se le dió licencia de irse a su plaza, bien entendido que por otra letra a par de su nombramiento, el Presidente debía llamarlo junto a sí en todos los casos concernientes a materias de guerra, por tener pericia bastante y condiciones para obrar como buen soldado debajo las órdenes del mismo Presidente, quien ya constituido Capitán General, recibiría con el capitán el alivio de inteligencia y brazo que, en las ocasiones que ocurriesen, buena cuenta diera de sí y también de los enemigos. No sirvió ni para maldita la cosa. Santo Domingo 15 de agosto de 1577. Los Oidores Aliaga y Arceo al Rey (capítulo de carta): que se debe quitar el oficio de Alcalde Mayor de la tierra adentro, para excusar el salario de 600 ducados, pues con la visita del Oidor, se hace lo mismo que hace el Alcalde Mayor.– v Las instrucciones reales sobre atribuciones y ejercicio del oficio de alcalde mayor, de 1º de octubre de 1569.– AGI, Escribanía de Cámara 32. v Madrid 13 de abril de 1578.– Título real de Alcalde Mayor para Antonio Jover, por cinco años, en virtud del asiento hecho con él de llevar a Puerto Rico cien labradores a su costa, y entre en el oficio en sabiéndose que ha cumplido lo que le toca.– AGI, Santo Domingo 899. v Madrid 2 de noviembre de 1578. Título de Alcalde Mayor de la tierra adentro, en Santo Domingo, para el capitán Bernardino de Ovando, por cinco años; copia de su título en AGI, Escribanía v 409 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO de Cámara 32.– Madrid 10 de noviembre de 1578. Real cédula a Presidente y Oidores de la Audiencia de Santo Domingo; disponiendo que en todas las cosas de guerra que se ofrecieren en la Isla, las comuniquen con Bernardino de Ovando, capitán, según consta de su título que se le dió, porque desde 1570 sirvió como capitán y como almirante, y en muchas ocasiones había servido muy bien; AGI, Santo Domingo 899.– Hállasele cobrando su salario de 500 ducados al año en 1586; cumplía año de llegada y oficio el 27 de mayo. v El Alcalde Mayor de la tierra adentro (Santiago) se proveía a proposición del Consejo de las Indias; los demás empleos por la vía reservada (es nota de Secretaría).– AGI, Santo Domingo 320. 137.— Aparentemente Ovando llegó a Santo Domingo en mayo de 1580, y hállasele cobrando sueldo (atrasado) en 1587; alguna demora hizo el Consejo en darle sucesor. Presidente ni Oidores hallaron en Ovando la ductilidad que es propia de la cera y del barro, ni se le vio jamás con disposición de mediar en favor del uno ni de los otros, pues no se consideraba criatura de ninguno, y porque en el administrar justicia cartas de recomendación eran para él papel mojado, ya antes de un año no pudiendo los magistrados sacudirse de sí a Ovando, como antes lo habían hecho con Bernáldez, recomenzaron las querellas que representaban los de la Audiencia al Rey sobre ser este Alcalde Mayor un hombre terrible e insoportable (no consta exceso específico declarado por los quejosos ministros, y quejoso fué justamente el fiscal de S.M.), y que debía ser puesto en donde su bota pisara en firme, mayormente en las galeras, si con la orden que ya se practicaba de que un Oidor saliese a visitar cada año la tierra adentro, era sobrancero aquel oficio al par que, quitado, S.M. podía disponer de su sueldo de 500 ducados para atención de otras muchas necesidades tocantes al Real servicio. Una resolución del Consejo de las Indias conforme al rutinario y extemporáneo arbitrio de no ceñirse a las innovaciones emanadas del mismo Supremo Tribunal, parece que fué la chispa que prendió fuego entre los señores de la Audiencia y el Alcalde Mayor. A representación 410 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO de los Oficiales Reales hecha en 1576 contra las libertades usuales practicadas por los vecinos de la Yaguana, con extranjeros, a que se juntaron otras cartas dirigidas en la misma coyuntura de tiempo al Consejo, éste determinó que la Audiencia enviase Juez de comisión a la Yaguana y procediese contra delincuentes en rescates; no procedía la determinación sino en cuanto se hubiese cometido dicho envío al Presidente, conforme a Real cédula de 1570. Bien que no hayamos recogido texto de cartas sobre la inoportunidad de conferir a la Audiencia tal envío y no al Presidente, no embargante que en aquel caso se hubiera observado por la Audiencia el cumplimiento de enviarse juez nombrado justamente por solo el Presidente, pero el nombramiento de Alcalde Mayor fué posterior a aquella orden del Consejo y en personal jurisdicción se contenía lo mismo, de propio oficio, en tanto que la de Juez de Comisión a favor de tercero debió haberse tenido ya por caduca, reformándose en la práctica lo que estaba recientemente ordenado, y pudo hacerse con un simple auto. No se hizo así, pues como llegase a la Isla el nuevo Alcalde Mayor, Ovando, poco después de haber enviado la Audiencia a la Yaguana juez en persona de un tal licenciado Cuevas, Ovando, impuesto de aquella concurrencia, se encaminó a la Yaguana, quiso obligar a Cuevas a deshacerse de su comisión por pertenecerle de oficio la causa; más resistió aquél los Oidores, ampararon la competencia a favor de su cliente y lo sostuvo a fuerza de autoridad, pero el pleito se zanjó ante un Visitador General, quien declaró el derecho del querellante y castigó a los Oidores con multa de pesos por haberse atravesado al Alcalde Mayor, sabiendo la obligación y el deber de dicho ministro por la letra de su título dentro del cuadro de las instrucciones vigentes dadas para los Alcaldes Mayores en 1569. Quizás este revés de los Oidores podría explicar (si no es que Ovando habría estado en partes alejadas de donde repentina calamidad imponía no hacerse mérito de su persona) aquella notable preterición que se observa en los papeles referentes de la invasión del inglés Drake, pues no se le ve como disponente ni concurrente 411 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO a acto ninguno o diligencias hechas en Santiago de los Caballeros para comunicar a la Habana el peligro en que podría verse, invadida la Española y avasallada la ciudad de Santo Domingo (aunque para entonces ya estaba nombrado sucesor suyo en el oficio, no había llegado a la Isla). Santo Domingo 2 de julio de 1576. Los oficiales reales al Rey (capítulo): Dicen que dos navíos de Canarias, con vinos, han sido robados de franceses en tiempos y parajes diferentes; se hizo alarde en la ciudad para prevención contra tres navíos de franceses que son dueños de la mar y también de la tierra, porque los vecinos de la Yaguana los reciben. Piden castigo para estos españoles, y que sea ejemplar. Y que conviene que vaya un oficial a la Yaguana para el remedio de los rescates, pues ellos, por no tener esta facultad, dejan de hacerlo, y así no pueden remediar nada. (Al margen: “cédula a la Audiencia para que envíe juez contra rescates”.) AGI, Santo Domingo 74.– Santo Domingo (18 de julio de 1576). La Audiencia al Rey: “Esta costa está muy llena de corsarios, de los cuales los vasallos de V.M. reciben graves daños por los muchos robos que hacen y son señores de los puertos y compelen a los vecinos a rescatar con ellos las cosas que roban en esta costa, que a la presente está muy infestada de los dichos corsarios, como V.M. entenderá por las cartas que a esta Audiencia han escrito el alcalde de Puerto de Plata y el capitán de la Yaguana, y por una información que de la Yaguana se nos ha enviado, que van con ésta. Gran necesidad tiene esta Isla y las demás sujetas a esta Audiencia que V.M. mande remediar los daños que estos corsarios hacen cada día, mandando que los galeones de la armada de V.M. anden por esta costa, o se pongan dos galeras, para el remedio de ello; que nosotros, aunque hagamos lo posible, es poco lo que podemos remediar por la mar”; AGI, Santo Domingo 50. v Santo Domingo 28 de febrero de 1581.– González de Cuenca al Rey (capítulo): Proponiendo que se suprima el oficio de Alcalde Mayor de la tierra adentro y se excuse su salario, porque con la visita de un Oidor, no hace falta ese oficio, y explica: “El proveimiento de Alcalde Mayor nos pareció acá que se pudiese excusar y su salario, pues tiene V.M. mandado que los Oidores, por su turno, visiten la Isla, y así lo escribió esta Audiencia a V.M. Dióse la instrucción para que anduviese por la Isla y no estuviese de asiento en ningún v 412 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO v v v v lugar”. Y sigue diciendo Ovando que “después que fué se ha estado y está en la Yaguana, y es cierto que, estando él allí, están cargando de cueros dos o tres navíos de franceses, y que han echado en los puertos de aquel pueblo más de cuatrocientos negros, que todos los han comprado a trueque de cueros, y muchos de ellos (dicen) que los traen a esta ciudad, y harta cantidad de ellos, se dice, se traen para algunos jueces que acá están; y si los jueces de V.M. y de quien han de tomar ejemplo, compran negros de franceses, no son tan dignos de culpa los particulares. Mucho habría que escribir sobre ésto, pero mi oficio no es de fiscal, y como juez no lo puedo castigar, porque soy solo”.– AGI, Santo Domingo 51. La Audiencia cortó las reclamaciones del Alcalde Mayor Ovando por decreto de 6 de septiembre de 1580, ordenando que el alcalde, si quería ejercer su oficio en la Yaguana, entendiese en ello sin más que darse a la obra, pero en cuanto a asuntos contra rescates, se abstuviese mientras el licenciado Cuevas estuviese practicando la comisión que se le dió.– Ovando continuó en sus pretensiones de oficio ante el Visitador Ribero, que sentenció en su favor.– AGI, Escribanía de Cámara 32. Santo Domingo 7 de mayo de 1581 y 17 de mayo de 1582.– Dos cartas del fiscal Larieta al Rey, contra la existencia del oficio de Alcalde Mayor; en la segunda, que el Alcalde Mayor Ovando sea ocupado en las galeras.– AGI, Santo Domingo 51. Santo Domingo 23 de febrero de 1586.– Ovalle, al Rey: el Alcalde Mayor Ovando es hombre terrible con quien se tiene mucho trabajo.– AGI, Santo Domingo 43. Murió González de Cuenca el 13 de abril de 1581. Muy maltratado en vida, tuvo contra sí a oidores, fiscales, regidores, mercaderes y canónigos. El mayor escollo en que dió, fué hacer cumplir las Reales cédulas sobre estabilización racional de la moneda de la tierra, que era de cobre. No logró su empeño porque los aliados por el agio, la usura y el monopolio con mil tretas lo estorbaron. A esta luz deben leerse las cartas que contra él fueron al Consejo de las Indias. El Dr. Américo Lugo, que recogió conceptos en pro y en contra de González de Cuenca, a vista de cartas, escribió que si se comparan los elogios hechos por frailes y las críticas de prebendados, “se verá cómo desconcierta y mueve a cautela en nuestra historia colonial este frecuente batirse personas de una misma profesión ni ideología en la afirmación de los puntos de vista”. Juicio, desde luego, bien inexacto, 413 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO porque frailes ni prebendados tuvieron la misma profesión ni la misma ideología. Aquéllos profesaban la pobreza por su estado religioso en virtud de voto; éstos no profesaron la pobreza por estado, ni aún por honra del consejo evangélico; en cuanto a ideología, ya difiere la del pobre por amor de Dios (porque así lo dice) y ama su propio bienestar corporal y temporal (porque ya se lo procura). Pero así como entran en la red peces rollizos y peces ruines, también ingresan en el eclesiástico estado virtuosos varones, honor del hábito de San Pedro, y en el estado religioso, sabandijas asquerosas que embabean el hábito del santo fundador del respectivo instituto. Pues González de Cuenca no fué acusado de avariento ni de usurero, antes murió sin otro caudal que el de su salario, en esto está su mejor encomio, lo mismo se consideren puntos de vista en su alabanza, como puntos de vista en la crítica de sus actos. Bien pudo ser destemplado, deslenguado, insultante, con más el aprecio excesivo de su persona en aquellos puestos… Corriente es que quien haya de bregar con verduleras y fulleros, use modos y palabras a tono con lo que oye y en acre repulsa de desvergüenzas que se le hacen. La autoridad que está encerrada en círculo estrecho de mando (que es la abreviada extensión de leyes no perfectas, o no codificadas), es bien claro se rebose por mera compensación, practicando lo mismo que castiga.– Hijo de este Presidente fué don Diego González de Contreras, de quien Ernesto Schaefer recogió estas noticias: Fiscal del Supremo Consejo de las Indias, con título de 23 de enero de 1619; Consejero del mismo Tribunal desde 25 de febrero de 1624; y finalmente, Consejero del Consejo de Castilla. 414 Capítulo XII Presidencias interinarias de los Oidores Alonso de las Cabezas de Meneses y Pedro de Arceo (1581-1582) 138.— Cuando llegó a la Isla el Presidente González de Cuenca con los Oidores Esteban de Quero y Alonso de las Cabezas de Meneses, quedó renovado el personal de la Audiencia. Aquel llegar juntos no fué por especial disposición Real, sino que, como dichos dos Oidores (y un tercero, el doctor Juan del Barrio), fueron nombrados en la misma fecha, porque no hubiese duda sobre la antigüedad entre los tres, se determinó que, pasando juntos dos de ellos, fuese más antiguo el primero nombrado en esta cédula de discriminación, Quero; y en el mismo orden, no siendo Quero, fuese desde luego quien primero llegase, aunque fuese el tercero o en tercer lugar enunciado el primero en llegar. Hubo, pues, eficacia en el embarcarse los dos Oidores, por ganar paso al tercero, Barrio, que nunca llegó. Quero y Cabezas fueron, notoriamente, muy desafectos al Presidente. Al tiempo de morir éste, aquellos dos Oidores tenían la misma antigüedad que cuando llegaron, y fueron compañeros suyos, por llegados con posterioridad de nombramiento, Pedro de Arceo y Martín de Aliaga, al que tocó alejarse de la isla con nueva promoción, por habérsele apartado de Santo Domingo al tiempo que se dió licencia para que dos hijos suyos se casasen en esta ciudad. v El Pardo 21 de abril de 1575.– Real cédula, con declaración de antigüedad de los Oidores Quero, Cabezas de Meneses y Juan del Barrio (éste no aceptó) nombrados “todos tres en un mismo día, 415 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO como parece por sus títulos”. Para quitar dudas se había resuelto “que, yendo los susodichos juntos en una flota a servir sus cargos, sea el más antiguo de ellos en la dicha Audiencia el dicho licenciado Esteban de Quero, y luego el dicho licenciado de las Cabezas de Meneses, y después el dicho doctor Juan del Barrio; y que si fueren los dos los primeros, o después de haber ido el uno, fueron juntos, que por la orden susodicha prefieran el uno al otro, y si fueren cada uno de por sí en diferentes flotas, vayan prefiriendo el uno al otro como fueren llegando a esa dicha Isla, aunque sea segundo o tercero el que llegare primero, y por esta orden se entiendan todos”.– AGI, Santo Domingo 868, lib. 3. Licenciado Pedro de Arceo, Oidor.– Hijo del lic. Arceo, Oidor que fué 40 años de la Audiencia de Valladolid; AGI, Santo Domingo 83.– Su título de Los Molinillos y licencia de ir a su destino, 3 de julio de 1576; AGI, Santo Domingo 899.– Primera paga por “dos meses y onze días de su salario, que comenzaron a correr desde veynte días del mes junio pasado deste año de mill e quinientos y setenta y siete años que Su Merced se hizo a la vela desde la barra de Sanlucar de Barrameda, como paresce de una fué de Rodrigo Guillén, escrivano del navío nombrado “La María”, maestre Juan Agustín”; AGI, Contaduría 1052.– Pasó a la Margarita en comisión pesquisidora y cobró por ello tres pesos de oro por día durante diez meses “que comenzaron a correr a veynte y nueve de octubre del año pasado de ochenta años y se cumplieron a veynte y ocho de agosto del año de quinientos y ochenta y uno, que le fueron librados por el licenciado Rodrigo de Ribero, Visitador en esta Isla, por el tiempo que se ocupó en tomar residencia a don Miguel Maza Lizana y sus oficiales, governador que fué de la dicha Isla” Margarita; AGI, Contaduría 1053.– Su última paga “fasta siete de agosto del año de noventa, que murió”; AGI, Contaduría 1058. Fué Oidor en lugar del licenciado Gaspar del Castillo. v Dr. Martin de Aliaga, Oidor. Su título de Los Molinillos 9 de julio de 1576, y licencia de ir a su destino, del mismo día; AGI, Santo Domingo 899.– Llegó a la Isla la noche del 6 de agosto de 1577; AGI, Santo Domingo 79.– Su primera paga: “por razón de dos meses y dos días de su salario, que comenzaron a correr a diez y nueve de junio pasado deste año de mill e quinientos y setenta y siete años, que se hizo a la vela de la barra de Sanlucar de Barrameda, como paresce por una fee de Gaspar de los Reyes, escrivano del navío nombrado “San 416 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Francisco”, maestre Juan Bernardo”; AGI, Contaduría 1052.– Fué sujeto de pro, porque se le dió antigüedad sobre el Oidor Pedro de Arceo, nombrado seis días antes.– Pidió licencia para poder casarse dos hijos en Santo Domingo, y se le atendió, sin dispensación de la ley vigente, porque por despacho de 23 de septiembre de 1578, se le otorgó lo que quería con tal que aceptase pasar de Oidor a Guatemala; el nuevo título era de 24 de abril de 1578. Su última paga en Santo Domingo, como “oydor que fué desta Real Audiencia, por dos meses y veynte días que sirvió la plaza en el postrero tercio del año de setenta y ocho”, que fué haber cesado el 20 de noviembre; AGI, Contaduría 1053.– Había estado en la Audiencia de Santo Domingo por muerte del Oidor Francisco de Vera. v El Pardo 27 de septiembre de 1576.– Real cédula; prefiera el Oidor Aliaga al Oidor Arceo en antigüedad en la Audiencia; con esta orden se soltaba duda interpuesta.– AGI, Santo Domingo 899. 139.— Las graves disidencias entre los tres magistrados, como tenían tanta repercusión en todas materias que atañían a provisiones sobre el buen gobierno en todo el distrito de la Audiencia, dieron pie a enviarse un visitador, don Rodrigo de Ribero, que salió de España mediando el año de 1580; sino que, en llegando, enfermó gravemente y durante meses no pudo atender a ninguna de sus comisiones. Al cabo, mejoró. Y cuando pensaba entregarse a sus encargos, González de Cuenca enfermó, hizo lecho largo y murió. Ocurrió su defunción cuando el visitador, habiendo tomado por su cuenta la visitación del oidor más antiguo, Quero, le suspendió del oficio de Oidor; conque no pudo tomar posesión de la presidencia interinaria, y de ella se hizo cargo el oidor Cabezas de Meneses. Quero, siguiendo con Ribero sus pronunciamientos chillones y poco caballerescos, hubo de parar en la cárcel y, como entre fieros y razonamientos escritos con cordura pretendiese persuadir que tenía pulpa dulce debajo de amarga cáscara, solicitó se le diese la oportunidad de demostrarlo con los hechos. No por ésto, sino por quitarse de encima a hombre tan revulsivo y procaz, Ribero quiso instituir en él una delegación residenciante en la isla de Cuba, pero el recluso la rechazó por 417 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO entender que más y más se le alejaba, aunque mérito hiciera de buen ministro, de la presidencia. Aceptó de buena voluntad, por contraria razón, una comisión contra rescates en la Yaguana y banda del Norte y se partió; y en la Yaguana, donde aquellos rescatadores vivían a sus anchas, recusando a cuanto juez de comisión se les enviaba que quisiera dar puntada excedente sobre la letra de su comisión, se la midieron con el milimétrico compás de la significación de cada un vocablo, y como empezase a entender en pesquisas en talla y porte de Visitador por el Rey en caso de comisión extraordinaria y reforzase sus autos a fuer de íntegro juez con interjeciones que hacían honor a cierta educación no delicada (por ello andaba en proverbio), se granjeó (de parte de un nunca descubierto) el regalo que, juntamente con el dulzor que bien le placía al gusto a la luz de la acariciada esperanza de la restitución a su oficio y presidencia interinaria, sorbió, pues tragó el tósigo letal que le llevó a la fosa. Licenciado Rodrigo de Ribero, Visitador de la Isla.– Medellín 1 de mayo de 1580 (no hallada la fecha del título), licencia para ir a su destino; licencia para que los esclavos que anden con él lleven armas; aviso a la Audiencia de pagar al escribano de la visita (Alonso Ruíz) mil maravedís por día (tres cédulas); AGI, Santo Domingo 899.– Talaveruela 20 de mayo de 1580; se le asigna el salario anual desde que se embarque hasta que se desembarque en España, 3.500 ducados de 375 mrs. el ducado; AGI, Santo Domingo 899.– Se embarca el 10 de junio de 1580, y cesa (el día que sale de Santo Domingo), AGI, Contaduría 1053.– Por Real cédula de Madrid 26 de abril de 1583 se le ordenó abstenerse de estar inquiriendo cosas ni negocios que no eran de su oficio; AGI, Santo Domingo 900; esta cédula produjo el buen efecto de hacerle desistir de su interminable comisión, para seguir cobrando salario, teniendo asegurado el de 92 días de navegación, que también se llevó. v Juan Pérez [de Urraca] es nombrado Alguacil de la Visita de Rodrigo de Ribero el 9 de enero de 1581; AGI, Contaduría 1053.– Para este tiempo ha de señalarse haberse recuperado el visitador y dado principio a su oficio. v 418 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Santo Domingo 1o de noviembre de 1583.– Pedro de Quero al Rey: dice sobre hermano el difunto Oidor Esteban de Quero que, primero, el Visitador le puso en la cárcel; después, por aplacar las quejas del preso y por no poder hallar testigos contra él porque ninguno de los llamados podía cumplir a su intento (es hermano el que escribe), trató que fuese en una comisión a la Habana, pero el preso prefirió comisión para la Yaguana y banda del Norte; fué a la Yaguana en 1582, y dentro de quince días “le mataron con ponzoña”. Ha pedido justicia contra los culpados y no se la dan; suplica, etc.– AGI, Santo Domingo 73. v Madrid 27 de noviembre de 1576.– Real cédula a Presidente y Oidores: ordenando que cuando envíen jueces de comisión a la Yaguana, les den comisión para que entiendan en tomar razón y cuenta de sus procedimientos a lo que tratan y contratan con ingleses y franceses, y hagan la justicia que se ofrezca conforme a derecho; pues se tiene entendido que allá no los admiten a estas pesquisas por decir que en sus comisiones no se exprese tal calidad para esos actos.– AGI, Santo Domingo 868, lib. 3. v Santo Domingo 6 de mayo de 1581.– Los oidores Cabezas y Arceo, al Rey: que hace un mes falleció el Presidente Cuenca. El Visitador suspendió al oidor Quero, que en el día está en la cárcel entre muchos negros; el Oidor Martín de Aliaga está promovido, y los dos firmantes quedan solos en la Audiencia.– AGI, Santo Domingo 51. v 140.— A los gritos irisados de rojo, verde y azul de Quero en su posada celular, juntóse a su tiempo lo que el Oidor-Presidente Cabezas de Meneses profirió en su casa-cárcel; porque, residenciado después de Quero y declarado suspenso por el visitador, se puso en término que el enviársele a la cárcel de la Fortaleza fué “porque no se pudo excusar”; se le extrajo de su residencia y se le dió encierro “honroso”, si era si no era privativo de los cargos que había tenido. Por cuya razón pasó la presidencia interinaria al Oidor Pedro de Arceo. El cual, como fuese también a ocupar el asiento que en el tribunal tienen los culpados aunque no tengan gran culpa, el visitador se la halló sino que por dar con arbitrio decoroso para apreciar si el Oidor que quedaba por juzgar acaso pusiera en contingencia un dictamen 419 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO conforme a la necesidad de no borrar del ministerio público a todos magistrados de la Audiencia, suspendió el auto condenatorio por el que privaría a Arceo del oficio de Oidor con más el de Presidente, y justamente halló al cuarto Oidor, Alonso de la Torre, merecedor de la suspensión, que pronunció, y porque a lo menos la sanción moral prevaleciese sobre la efectiva, en el propio día mandó Ribero que no usase más Arceo de sus oficios hasta que por S.M. otra cosa se proveyese, y por otro su auto decretorio suspendió el auto de suspensión de cargos. Así conseguía el visitador eludir la acefalía de la Audiencia y gobierno de la Isla. Prudente recurso, y Arceo quedó en sus oficios hasta el 25 de julio de 1583, que llegó el titular licenciado Cristóbal de Ovalle. Santo Domingo 4 de mayo de 1581. El Oidor Cabezas de Meneses dice en capítulo de carta al Rey, que “por muerte del doctor Cuenca, vuestro Presidente, quedé yo con sus veces en servir a V.M.” y pedía acrecentamiento de salarlo.– AGI, Santo Domingo 51. v Pólvora; en 1581 se dice que se ha entregado cantidad de ella, “y está en poder del licenciado De las Cabezas de Meneses que, por Oidor más antiguo, preside en esta Audiencia, para la repartir entre los vecinos desta dicha ciudad, que della tuvieren necesidad para la dicha defensa”.– AGI, Contaduría 1052. v Santo Domingo 27 de febrero de 1583.– Cabezas de Meneses, Oidor suspendido, al Rey: Que el Visitador lo tuvo preso en su casa mes y medio, y de allí le trasladó a la cárcel pública con un alguacil, de día, y con la admiración de todos de “que aquello se usase con quien dos meses antes presidía en una Audiencia Real y salía como Capitán General con todos los de esta tierra que le seguían; y si la Audiencia ha de prender un hombre principal, envía un alcalde ordinario, o el Alguacil Mayor lo haga, porque se requiere así en estos países, y se les da la Fuerza, o Casas del Cabildo, y se tiene muchos miramientos a no afrentallos antes del castigo”.– AGI, Santo Domingo 43. v Ribero, visitador, expresa que hubo de poner en la cárcel al Oidor Cabezas de Meneses “porque no se pudo excusar”; AGI, Santo Domingo 51.– Uno de los antecedentes de este caracterizado ministro, enemigo acérrimo de González de Cuenca, fué haber ordenado a Juan de Carmona, criado (comensal) suyo que tirara un redomazo a don v 420 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Antonio de Cuenca, hijo del Presidente, como lo hizo; AGI, Santo Domingo 73. v Licenciado Alonso de la Torre, Oidor.– Era fiscal de la Audiencia de Santa Fe con título de 9 de julio de 1564, cuando se le nombró Oidor de la de Santo Domingo, su título de Móstoles 14 de mayo de 1578; AGI, Santo Domingo 899.– Por esperar al juez de residencia, se dilató mucho su ida a la Española, y en su Audiencia fué recibido el 13 de agosto de 1582; AGI, Contaduría 1053.– Ribero, Visitador, le suspendió el 11 de mayo de 1583; pasó a España, se defendió y ganó cédula para que se le pagase todo el tiempo que estuvo fuera del oficio; AGI, Contaduría 1053.– Por otra cédula, de San Lorenzo 19 de mayo de 1584, se le dió licencia para que fuese a ocupar su puesto de Oidor, y por otra también, de 2 de junio siguiente, se le concedió que, después de haber vuelto a su puesto y recibido en él, saliese a buscar su mujer e hijos y los condujese consigo a Santo Domingo; AGI, Santo Domingo 900 H 5.– Pasó a la Margarita sin saber que estaba trasladado a Panamá, Oidor con título de 11 de septiembre de 1584; AGI, Santo Domingo 899.– Entendió en la Margarita en algunas comisiones de visita, y perduró en Panamá hasta 1600 que fué jubilado (Schaefer). v Santo Domingo 11 de febrero de 1583.– Ribero, Visitador, en auto de este día, dice “que por cuanto en la visita que ha hecho y va haciendo del Presidente y Oidores de la Audiencia parece culpado el licenciado Pedro de Arceo, Oidor más antiguo, que al presente, por muerte del Presidente, como Oidor más antiguo de la dicha Real Audiencia hace el oficio de Presidente; y conviene al servicio de Dios y de S.M. sea suspendido del dicho oficio y de las demás cosas ajenas al dicho oficio de Oidor más antiguo y de otro cualquier oficio o cargo de S.M. hasta que por S.M. y Señores de su Real Consejo de las Indias, vista esta dicha visita, sea mandado y proveido otra cosa”, dijo “que suspendía y suspendió al dicho lic. Pedro de Arceo del oficio de Oidor y de las demás cosas ajenas y pertenecientes y de otro cualquier oficio de justicia, y le mandaba y mandó que agora y de aquí adelante no use de los dichos oficios”.– Y el propio día se le notificó el auto, y luego inmediatamente otro, por el que se le dejaba en sus empleos de Oidor y Presidente interino.– AGI, Santo Domingo 51. 141.— Corsarios.— González de Cuenca había sido buen ministro empeñado en tener preparada la defensa de la Isla por lo que tanto 421 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO se temía de los corsarios que, al fin, llegaron a acercarse al puerto de Santo Domingo y tomar los navíos que pudieran a vista de todo el vecindario, y, según parece, habrían conseguido apoderarse de una nao gruesa que cargaba, estando anclada en el antepuerto, si los vientos no se les hubiesen hecho contrarios. Al mismo tiempo se dieron dos casos que forzosamente reconocieron los de aquel tiempo por singulares. Corrían ya los días del Oidor-Presidente Cabezas. El capitán Juan Melgarejo en la banda del Sur (si solo con su barco y gente o en ocasión de armadilla y con otros barcos, no aparece bien calificado), y el capitán Pedro Rengifo de Angulo, en Puerto Plata, dieron la tónica para animar a la población a seguir su ejemplo, abandonados como estaban ya en su mayoría a buscar el regalo de la mesa y de la casa propia, que no a socorrer las Reales Cajas con las virutas mezquinas de los derechos aduaneros, cuando tan corto y triste era ya el comercio con la metrópoli. No se apartará mucho de la verdad quien fije las hazañas de los dos capitanes en la esperanza de logro por aquella vía, única que en casos determinados podría caberles. Así Melgarejo salió en un navío equipado a su costa a estorbar a franceses en sus robos de azúcar en la bahía de Ocoa; su suerte paró en tomar un navío español apresado, con tripulación ya imposibilitada para defenderse, y sólo cuatro franceses, destacados en él en calidad de retén y a la espera de recibir órdenes de su jefe, cayeron prisioneros y en un punto degollados; otra presa no pudo hacer sino recuperar con el navío la mercancía que en el puerto de Ocoa había cargado. Rengifo de Angulo hizo una emboscada a franceses enfrascados en hacer carnes y les dió muerte en formal refriega; y porque supo que eran varios los navíos que estaban a la espera de las lanchas despachadas para hacer aquel avituallamiento, fué dichoso en su arbitrio de adelantarse a toda demanda contraria, pues enviándoles a decir que debían largarse si no querían correr la suerte de los intrusos en tierra, logró que los capitanes famosos Richard (qué más tarde sería descabezado en Santiago de Cuba) y Lorenzo, hijo del gobernador del Havre, y otros que, como los 422 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO dos referidos, eran campantes por sus respetos entre Puerto Rico y Cuba, no ya estuvieron desacordes en lo que habrían de hacer (dice Rengifo, por lo que gritaban los tripulantes), antes dieron por respuesta que dentro de meses volverían dispuestos a darle satisfacción perfecta. Rengifo, entre alegre y cautelado, dió aviso a la Audiencia de su gesta, y al Rey igualmente para estar preparado con toda munición, por si la amenaza salía cierta; al fin, mucha amistad había tenido con corsarios, buena hacienda había amontonado en servicio de S. Sacra M. la “panza”, y el recelo era fuerte; si por caso se le escuchaba antes que volvieran franceses, manifestó a la autoridad que estaba interesado ya en dejar la alcaidía de la Fortaleza; habíala concluido y el Rey que pusiera soldados y capitán en ella con otros bríos y también con otras confianzas. Murió, como se ha dicho ya, antes que retornasen corsarios belicosos, y que alcaide nuevo diese el Rey a la Fortaleza de Puerto Plata. v Santo Domingo 10 de noviembre de 1581.— Baltasar López, secretario de la Audiencia, al alcaide de la fortaleza de Puerto de Plata, Rengifo de Angulo: “Esta Audiencia vió vuestras cartas y relación de lo que en servicio de S.M. hicisteis en la emboscada contra franceses y muerte de ellos (lo que ya se sabía por relación de varias personas en la Audiencia) y se mandó poner por memoria” para enviar al Rey. “Encargamos os mucho tengáis el mismo cuidado contra los dichos franceses, pues andan tan atrevidos... A lo que decís se debe hacer de los dos franceses vivos, es justo que por vuestra mano se haga el castigo que merecen; podeis libremente hacerlo, tomándoles primero sus dichos y confesiones de lo que han hecho y qué navíos traen, con quien han rescatado, y qué cosa, qué pretensiones traen y qué han de hacer, y lo demás que os pareciere; y si fuere necesario, conforme a lo que se coligiere, de dalle tormento. Y en cuanto a la licencia que pedís para venir a esta Corte, parece hay inconveniente que hagais ausencia de ahí por agora hasta ver en qué paran tanta multitud de franceses como se dice hay en esa costa, por la grande falta que haréis”; (dos rúbricas, y sigue): “Escribirnos heis en particular de todos los que se hallaron en la emboscada y muerte de franceses, y lo que cada uno hizo, para que se tenga cuenta en esta Real Audiencia”.– AGI, Santo Domingo 22. 423 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Santo Domingo 15 de noviembre de 1581.– El Cabildo secular (regidores Lope de Bardeci, Rodrigo de los Olivos, Juan Dávila, Juan López Melgarejo, don Hernando de Padilla, y escribano del Cabildo, Diego de Medina), al Rey: sobre lo ordinario que es haber en las costas de la Isla ocho y doce naos de franceses, porque como la Costafirme está guardada se vienen por acá, donde no se les puede resistir, de suerte que con una lancha se atreven a todo, poniéndose a la vista del puerto, y toman navíos que van y vienen; “y agora últimamente, a 25 de septiembre pasado, se vió aquí, a vista del puerto, una vela que se entendió luego ser lancha de franceses, y por remediar ciertos barcos que estaban en la parte baja de esta Isla cargados de frutos de ella, y por castigar el atrevimiento de ponerse aquí a la vista, acordó esta Real Audiencia saliese un naviete de armada, con cuarenta hombres de pelea, y a esta jornada se ofreció para ir en ella por general de esta gente el capitán Juan Melgarejo [distinto del firmante], a quien V.M hizo merced por sus servicios de Alguacil Mayor de esta Ciudad, y en el espacio de seis horas se aprestó con su navío y salió en busca de los enemigos, y el día siguiente, a las tres de la tarde, en la bahía de Ocoa, se vió con ellos que habían hecho presa en dos navíos que a este puerto venían cargados de azúcares, peleó con ellos y mató algunos, y como las lanchas que traen son tan ligeras y de remos, no pudo excusar que no se le fuesen; quitóles la presa que habían tomado y trajo a esta ciudad las cabezas de ellos. Fué recibido de toda la gente del pueblo con mucha alegría por tenernos tan afligidos estos enemigos... y también porque ha muchos días no ha sucedido cosa semejante. Con ésto parece quedarán algo amedrentados, a lo menos para no venirse aquí a la vista del puerto”. Piden para él la gobernación de Puerto Rico, vaca por muerte del gobernador Juan de Céspedes.– AGI, Santo Domingo 73. v Gastos de armada, 1581.– “Iten, se me an de recibir y pasar en quenta a mi el dicho thesorero ciento y setenta mill y quinientos y quarenta y quatro maravedis de buena moneda que monta quatrocientos y cinquenta ducados de a honze reales de plata cada un ducado, que, por libramiento de los oficiales reales fecho en veynte y nueve dias del mes de henero deste año de ochenta y dos, pagué de los maravedis de buena moneda que se sacaron de la Caxa real en veynte y tres de diziembre del año pasado de ochenta y uno, de los soldados y gente mar y tierra que fueron en la armada que por esta Real Audiencia se hizo contra el corsario francés en el dicho año pasado de ochenta y v 424 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO uno, que se montaron en las nóminas de la dicha gente que fué en la dicha armada, que fué el socorro de dos ducados a cada uno de los dichos soldados y marineros, y a los grumetes a cada uno un ducado, que se les mandó dar por los dichos Señores Presidente y Oydores de la dicha Real Audiencia y por los dichos Oficiales Reales, por acuerdo y auto que por todos se hizo sobre la dicha armada en diez y nueve del dicho mes de diziembre del dicho año de ochenta y uno”. A todos se les pagó, estando presente “el Oydor de las Cabeças de Meneses, que, por Oydor más antiguo, preside en esta Real Audiencia y [en presencia] de nos los dichos oficiales reales”.– AGI, Contaduría 1052. v Puerto de Plata 18 de diciembre de 1583.– Don Diego Osorio a… sobre las andanzas de los forzados en las galeras, y que, por causa de ellos se perdió “una buena ocasión de un navío francés llamado [d] el capitán Lorenzo, que es uno de los que tienen fama, el cual vino con un huracán casi al través en Montecristi, donde halló amigos y valedores que le socorriesen, y, no siendo posible salir de la costa por faltarle árboles, se los dieron y ciento y cincuenta negros que traía, los trató y convirtió en cueros; y para que Vmd. no se escandalice y tenga en buena opinión a los de esta banda del Norte, diré un milagro que hicieron a imitación del que Nuestro Señor hizo en aquellas bodas, y fué que convirtieron agua en vino; el navío perecía de sed, y de puros caritativos, les daban por vino. Y lo que aquí se me ofrece que advertir a Vmd. es que al servicio de S.M. conviene mucho que la persona que hubiere de traer a cargo estas galeras, tenga autoridad para poder conocer y castigar los delitos tocantes a rescates y tratos y contratos con franceses, por muchas razones: La primera, porque aunque sea verdad, como lo es, que la Audiencia tenga señores Ministros celosos de su servicio y de mucha rectitud y cuidado de que se estorben y sean castigados los tales delincuentes, no puede tener efecto [ese cuidado] respecto de estar lejos de Santo Domingo y ser la tierra larga y despoblada y aparejada para no poder ser habidos; pues decir que se puede cometer a las justicias de los lugares de la marina, que son Santiago, Puerto de Plata y Bayajá y la Yaguana, es cosa de risa, porque, sin hacer excepción de persona, ninguno tendrá la ocasión que no goce de ella, pues los alcaldes mayores, cuando en esto cumplen el deber, háceles S.M. merced de la tercia parte de los rescates, y por gozar de este provecho, disimulan y déjanlos rescatar, y luego entra el averiguación y información; y por ser materia en perjuicio de partes, no me alargaré a decir lo que siento y pasa. Dejado 425 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO esto aparte, está muy puesto en razón que el delito que se comete contra las galeras, conozca de él el que las trajere”, etc.– AGI, Santo Domingo 72. (Referencia a esta carta en la pág. 454.) v Puerto de Plata 13 de marzo de 1582.– Pedro Rengifo de Angulo al Rey: “Han acudido a la costa de la banda del Norte en el mes de julio y de agosto y septiembre y octubre muchos navíos de franceses corsarios y, lo que jamás habían hecho, hicieron este año: que a diez leguas de este puerto que se dice la Isabela, vino con dos lanchas el capitán Richarte (Richard, p. 129), natural de Abra de Gracia (el Havre de Grace), bien aderezadas y cargadas de mercadurías, a contratar. Tuve aviso de ello y procuré hacelles una armada con una lancha y una fragata que estaba aquí; y tuvieron aviso los franceses y se fueron luego. En el mes de octubre vinieron a otro puerto doce leguas de éste, otras dos lanchas, en el puerto de Saonés, que eran del capitán Giraldo (Girald) y del capitán Calamote, cargadas de mercadurías, con treinta y seis hombres, sus arcabuces bien aderezados y picas y espadas, y los falcones de bronce; la una de mil y quinientos cueros, traía por la proa dos piezas de bronce de a ocho quintales, y cuatro falcones por los lados; la otra, mucho más pequeña, y tenía dos falcones por proa. Tuve aviso de espía que tenía en la costa y con cuatro arcabuceros y cuatro de a caballo, se les hizo una emboscada, y de diez y seis hombres que saltaron en tierra a tomar agua, se mataron nueve y prendieron dos, los demás se escaparon y se metieron a este puerto de Montecristi, donde estaban las naos de los dos capitanes Giraldo y Calamote, vecinos de Abra de Gracia. Había llegado otro navío en que venía por capitán Pirandel, hombre que se dice el capitán Lorenzo, hijo del gobernador de Abra de Gracia, bien aderezado y con cien hombres; enviéles una carta a que se fuesen de aquel puerto y costa, y que viesen lo que les había hecho en el puerto de Saones; que allá iría a hacelles todo el daño que pudiese. Quisieron todos tres navíos venir a este puerto y los capitanes no se concertaron más de enviarme amenazas y que en el mes de junio o de julio vendrían derechos de Francia sobre este puerto a vengar la muerte de los franceses que les había muerto, y a ver cómo les defendía el entrar en este puerto y el contratar en la costa. De todo esto di aviso a vuestro Presidente y Oidores de la Audiencia Real de V.M. de la ciudad de Santo Domingo, como verá V.M. por un traslado de carta autorizado”, etc.– AGI, Santo Domingo 80. (Cf. el documento inserto en primer término, supra.) 426 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO 142.– Era el pulso del alcaide de la Fortaleza de la ciudad de Santo Domingo tan anormal como el del alcaide de la fortaleza de Puerto de Plata, por estar los almacenes de una y otra tan vacíos de balas y pólvora y mecha y arcabuces y picas y lanzas que, lo que se afirmaba bastantes años después, pudo haberse afirmado con la misma verdad veinte años antes; con bien poquita fuerza que hiciesen enemigos para tomar la ciudad y fortaleza, les bastaba. Diose este llorado caso a sólo tres jornadas, vulgo años que precedieron al de la invasión del Drake. Había Rodrigo de Bastidas, cuando estuvo en la Corte, presentado un memorial de cuanto se necesitaba en la fortaleza para poder defender la ciudad y el puerto. Como escrito formado en días que no eran los de su ejercicio alcaidesco, faltóle la justificación de rigor para ser atendido como pedía en materia de gravámenes impuestos a la hacienda real, y se escribió a la Audiencia que informara, a vista de la copia que del mismo memorial se le enviaba. Este negocio no se cursó como parte de la agenda de Bastidas, sino que se arrimó a otros despachos para la Audiencia, y hubo de dormir cuanto la rutina o la poca diligencia oficinesca acreditaba, tanto que hasta 1583 no se recibió en Santo Domingo, pudiéndose conjeturar que en el Consejo despertaron cuando les llegó carta de 1582 con semejante petición y también sin la justificación debida, escrita por Clemente de Guzmán Grajeda, apoderado legal de Bastidas en la tenencia de la alcaidía por el tiempo que dicho Bastidas, su suegro, se ocupaba en los asuntos de su concierto tocante a la población y fortaleza de Bayajá, de que se hizo mención anteriormente. Para la ejecución de lo mandado por el Rey en cédula de 1578, el oidor Arceo, acompañado de su colega Alonso de la Torre, y eran los dos que componían Audiencia, visitó la fortaleza, y del acta que levantaron, solamente vino a quedar con valor enunciativo la cantidad de la artillería (sin balas y municiones bastantes) para nuestra cuenta de apreciar el robo que de ella hizo aquel caballero ladrón, capitán temido Francis Drake. Nada pedido había llegado. 427 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO v Santo Domingo 25 de mayo de 1582.– Clemente de Guzmán Grajeda, alcaide (apoderado de Bastidas) de la Fortaleza de Santo Domingo, al Rey: Después de expresar que tiene la alcaidía en lugar de su suegro mientras está ocupado en el negocio de la fundación de Bayajá, dice: “Que en toda esta Isla, que es bien grande y despoblada, habrá seis o siete pueblos pajizos, con sola esta ciudad de quinientas casas y más casi, muchas de ellas caídas y despobladas, donde entre señores y criados, en pueblos y haciendas de blancos, mestizos y mulatos, apenas repartidas, habrá dos mil hombres, y muchos de ellos sin armas, con mucho descuido que más no se puede pensar, y no tan solamente se puede temer de los corsarios franceses, sino de negros que se alzan y los hay [alzados], adonde han hecho algunas veces muchos daños, y hacen. Hoy hay en la Isla más de veinticinco mil negros, y si éstos se alzaran con los otros, sería grande daño y pérdida para toda esta Isla”. Agrega que los franceses abundan por todas partes, “y ha sido tanta la libertad y osadía que no se ha visto jamás en esta ciudad, como venir sobre el puerto y ciudad a tiro de cañón siete velas a querer llevar una nao que, por su grandeza, cargaba fuera en áncoras y, por ser el tiempo contrario, no la llevaron”.– Pide que la Fortaleza esté provista para toda contingencia y que el alcaide tenga sus fueros antiguos de voz y voto en el Cabildo.– Y en memorial que juntó a la carta están las siguientes peticiones: 1ª Cédula para que Presidente ni oidor pueda visitar la Fortaleza para efecto de sacar artillería, balas ni municiones sin acuerdo y voluntad del alcaide. 2ª Cédula para que no entre ni salga barco sin dar aviso al alcaide; y barco que pretenda entrar o salir sin este requisito, pueda ser ofendido con la artillería de la Fortaleza, y se penen para gastos en ella.– 3ª Cédula para que se ponga vela y guarda en la Fortaleza cuando el alcaide la pida; dos artilleros que entiendan la cosa y sepan hacer pólvora y refinarla.– 4ª Cédula para que se ponga portero en la Fortaleza, que no lo tiene, para que nadie entre sin licencia del alcaide.– 5ª Que se envíen cuatro culebrinas ordinarias, las dos de 90 quintales que tiren 20 libras; 800 balas para dichas dos piezas, que las 400 sean de cadena, otras 200 de punta de diamante, y el resto redondas; y las otras dos culebrinas sean de 60 quintales con otras tantas balas.– Expresa otras cantidades de balas según las piezas existentes, pólvora de cañón que no hay en la ciudad ni en la Fortaleza, pólvora de arcabuz, hasta 50 quintales de salitre, 200 arcabuces con sus aderezos, “que no los hay”, 200 picas con sus hierros, 50 quintales de plomo, “porque de todo esto ninguna cosa hay ni se provee muchos ha, lo cual venga 428 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO con la mayor brevedad que fuere posible por la necesidad que de ello hay”.– AGI, Santo Domingo 51. v Fortaleza de Santo Domingo.– Real cédula. “Presidente y Oidores de la nuestra Audiencia Real que reside en la ciudad de Santo Domingo de la Isla Española. Don Rodrigo de Bastidas, alcaide de la Fortaleza de esa ciudad, Nos ha fecho relación que la dicha Fortaleza tiene mucha falta de artilleros, bastimentos, artillería, armas y pólvora, balas y municiones para poder estar en la defensa que conviene, y que convendría fuese proveída de ello en la cantidad que veréis en un memorial que presentó en el nuestro Consejo de las Indias, cuyo traslado se os enviará con ésta firmado de Juan de Ledesma, escribano de Cámara de Gobernación en el dicho nuestro Consejo; y porque querernos ser informado de la necesidad que de ello hay en la dicha Fortaleza, o lo que será menester proveer, os mandamos que veáis el dicho memorial y luego Nos enviéis relación particular de ello con vuestro parecer para que, se provea lo que convenga. Fecha en El Pardo a cuatro de agosto de mil y quinientos y setenta y ocho años.– Yo el Rey.– Por mandado de S.M., Antonio de Eraso. En virtud de la cual dicha cédula y visto un memorial que juntamente con ella se vió, que de suso va incorporada, los dichos señores Presidente y Oidores de esta Real Audiencia fueron personalmente a la Fortaleza de S.M. que está en esta ciudad y, habiendo visto la artillería y pólvora y municiones que en ella se hallaron, acordaron y fueron de parecer que se enviase a suplicar a S.M. fuese servido de mandar con toda brevedad enviar para la dicha Fortaleza las cosas que le faltan de que tiene precisa necesidad, y sin las cuales esta ciudad y el puerto de ella no se podrían defender como conviene, que son las cosas siguientes: Primeramente, hay necesidad que S.M. mande enviar dos artilleros que sepan tirar la dicha artillería, demás de uno que está en dicha Fortaleza; porque, aunque hay dos, el uno no ve por habérsele acortado la vista y así no puede apuntar la artillería. Item, tiene necesidad por lo menos de tres piezas de alcanzar, que tengan a cien quintales cada una; porque las piezas de alcanzar que en la dicha Fortaleza había, que hacían al caso, se perdieron en la mar en una armada que se hizo días ha (¡en 1552!) que fué por General don Cristóbal Colón; las cuales vengan con cada doscientas balas, la mitad de barra y cadena y la mitad lisas. 429 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Item, tiene necesidad de trescientos quintales de pólvora de arcabuz que sea granuja, de que tiene extrema necesidad porque la que hay en la dicha Fortaleza es muy poca y muy antigua y está muy floja, y falta salitre para refinar, y la humedad de la tierra es tanta que se consume. Item, tiene necesidad la dicha Fortaleza de cien mosquetes con su pólvora y plomo y mecha. Item, tiene necesidad de doscientas picas para que de ordinario estén en la Fortaleza de respeto. Item, para las piezas de artillería que la dicha Fortaleza tiene, son menester las balas: Para una culebrina que está en la dicha Fortaleza, que es de sesenta quintales, ha menester doscientas balas de hierro: las cincuenta de cadena y barra, y las ciento y cincuenta, rasas; ha de tener cada bala diez y seis libras. Item, para un cañón que tiene por armas un Salvaje, que tiene de metal cincuenta y seis quintales y veintidos libras, que tira de bala a ocho libras, ha menester ciento y cincuenta balas: las cincuenta de barra y cadena, y las ciento, rasas, del mismo peso. Item, para otro cañón que tiene por armas un Pelícano y una Encomienda, que tiene de metal cincuenta y cuatro quintales y veintidos libras y tiro de bala veinticinco libras, ha menester doscientas balas; las cincuenta de cadena y barra, y las ciento y cincuenta, rasas, del dicho peso. Item, para otro cañón que tiene por armas una Aguila con dos cabezas y pesa cuarenta y nueve quintales y dos arrobas, y tira de bala veintiseis libras, ha menester ciento y cincuenta balas: las cincuenta de cadena y barra, y las cien, lisas, del mismo peso. Item, para otro cañón que tiene por armas una Corona imperial, que pesa cuarenta y ocho quintales y siete libras, y tira de bala treinta libras, ha menester ciento y cincuenta balas: las cincuenta, de cadena y barra, y las demás, rasas, del mismo peso. Item, para una media culebrina que tiene por armas una Aguila en un Escudo y dos Escudos en blanco, pesa ocho quintales, dos arrobas, nueve libras, que tira de bala siete libras, ha menester doscientas balas: las cincuenta de cadena y barra, y las demás, lisas, del dicho peso. Item, para otra pieza que es casi media culebrina, que no tiene armas, pesa treinta y dos quintales y tira de bala ocho libras, ha menester esta pieza, por ser también para alcanzar, otras doscientas 430 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO balas: las cincuenta de cadena y barra, y las demás, lisas, del dicho peso. Item, para un sacré que tiene por armas un Escudo en blanco, que pesa veintiún quintales y doce libras, que tira seis libras de bala, ha menester a ciento y cincuenta balas: las cincuenta de cadena y barra, y las demás, rasas, del dicho peso. Item, para otro sacré que tiene por armas un Escudo en blanco, pesa veinte quintales y tira seis libras de bala, ha menester ciento y cincuenta balas: las cincuenta de cadena y barra, y las ciento, rasas. Item, para otro sacré sin armas, que tiene de peso diez y seis quintales y tira de bala cuatro libras y media, ha menester esta pieza cien balas rasas. Item, un medio sacré ochavado, sin armas; tiene doce quintales, tira de bala tres libras; ha menester esta pieza cien balas rasas del dicho peso. Otro medio sacré ochavado, sin armas, que tiene doce quintales y tira de bala tres libras; ha menester esta pieza otras cien balas rasas. Item, once medios sacrés redondos, tienen por armas un Niño desnudo; llámanse los Inocentes; pesa cada uno once quintales poco más; tiran a tres libras de bala; ha menester cada pieza de éstas cien balas rasas del dicho peso. Item, otros cuatro medios sacrés que tienen por armas las Reales; pesa cada uno doce quintales poco más o menos, tira de bala tres libras en cada una de estas piezas; han menester [sendas] cien balas rasas. Item, ocho piezas de cámara que llaman falcones, con dos cámaras cada una, que una sirve a todas, tienen por armas las Reales; tienen a once quintales escasos; cada uno tira de bala a dos libras; ha menester cada pieza de éstas cien balas. Item, veinte versos que tienen por armas las Reales; pesa dos quintales cada uno; tiran de bala doce onzas; son todos de cámara de cada dos, que una sirve a todas; ha menester cada verso de éstos cincuenta balas rasas. Item, cuatro versos con cuatro cámaras de hierro cada uno; pesa cada uno a tres quintales, tiran de bala una libra; ha menester cada una de estas piezas cincuenta balas rasas. Item, otros dos versillos, que pesa cada uno cinco quintales, tiran 431 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO de bala una libra escasa; ha menester cada pieza de éstas cincuenta balas rasas. Item más, hay gran necesidad de treinta quintales de salitre. De todas las dichas cosas contenidas en esta memoria hay gran necesidad en la Fortaleza, en tal manera, que si S.M. no manda proveer con la brevedad que requiere el negocio, corre mucho riesgo, y así se suplica ser preciso de mandar proveer. Fecha en Santo Domingo a quince de febrero de mil y quinientos y ochenta y tres años. El licenciado Arceo. El licenciado Alonso de la Torre. Ante mí, Simón de Bolívar, escribano de cámara de S.M.– AGI, Patronato 173, nº 1, ramo 22. 143.— Por estos mismos tiempos la isla de Puerto Rico, más castigada de corsarios por su corta defensión y escasos vecinos (que solían resistir a enemigos con las armas en las manos), recibió el beneficio de tener guarnición que defendiese San Juan y, por reales cédulas dadas en Lisboa el 13 de abril de 1582, se ordenó a los oficiales reales de Santo Domingo que cada un año y a partir de la fecha de esta orden, enviasen a los oficiales reales de Puerto Rico (y a éstos que hicieran las diligencias para lograr el envío) la cantidad de 2.686.275 maravedises de cualquier hacienda real disponible que tuvieran en sus reales cajas para el salario y mantenimiento de 50 soldados que se habían señalado a la fortaleza o Morro de San Juan (era alcaide de ella Diego Menéndez Valdés); erogación impuesta a las reales cajas de la Española con tan singular ignorancia de su estado que, por sólo esta razón, la moneda provincial o de la isla, saliendo de ella con una estimación de cuño correspondiente a valor fijo (y fué el que al principio tuvo), se recibió en Puerto Rico sin las quiebras estimadas de su circulación en Santo Domingo o, a lo menos, hubo allá de considerarse mantener su valor en mayor estimación, y en el correr de los años, con tal igual cantidad de pesos de cuartos, cualquiera era allí tres veces y más rico que entre 432 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO nosotros; lo que no hubo de implicarse mucho con la remisión legal de esta moneda, sino con la metida subrepticiamente; al fin, por obviar los inconvenientes que se asomaban en la economía insular como porque las cajas de Santo Domingo no podían sufrir aquella carga del “situado” de Puerto Rico, fué traspasada después a las cajas reales de Méjico. v Las reales cédulas de la creación del Situado de Puerto Rico consignado en las Cajas de Santo Domingo, en el Cedulario Indiano (Encinas), IV, 20-21. 144.— Bien que la disposición de sostener allá la referida guarnición importaba nada menos no haberse pensado poner guarnición en Santo Domingo, otra providencia pareció que cumplía a la seguridad de la Isla, con efectos satisfactorios, si los propios habitantes correspondiesen en el dar el subsidio previsto para equiparar el estado de la defensa de los puertos de ella al que tenían, o se creía tener, otros puertos del mar de las Antillas. Fué el envío de una galera y otro navío proporcionado a la volubilidad con que la galera se entraba en rincones sin perder nunca franquía por falta de viento ni por escolleras, como se tuviese noticia comparada entre su cala y cata: oficio de pilotos o de prácticos. 145.— Galeras.— El estudio para la implantación de galeras en las aguas del Caribe para quitar de ellas la presencia de corsarios, piratas y navíos extranjeros dedicados al comercio clandestino en todas posesiones españolas había sido largo, aunque conocida su utilidad sobre necesidad, por los medios que se meditaron menos expensivos, en clase de auxilios prestados a la Corona, a cargo de los vasallos beneficiados con la defensa que habrían de tener con el útil de dichas galeras. Los pedidos de informes y su recibo en el Consejo hubieron de retardarse, y aún recibidos con mucha demora, no fueron uniformes, mayormente porque apenas hubo provincia ultramarina que en la aceptación del nuevo sistema de defensa quisiera tomar 433 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO sobre sí la carga de su sostenimiento, considerado perpetuo. De Santo Domingo, bien que mal, se enviaron protestaciones de contribuir con los frutos de la tierra pues era abundante en carne y víveres, pero se vió que ello era simple contribución “de fácil” si en la isla todo abundaba, y se hacía indispensable (pues ya las reales cajas estaban gravadas con un situado de más de dos y medio millones de maravedís) que si de la abundancia de frutos debía proceder un desahogo de distribución particular del poder adquisitivo por el abaratamiento de provisiones naturales, un sobreprecio de determinadas especies metidas en la Isla, en grado de sisa obligada (y tenía nombre de “avería”), era bien que aceptasen en Santo Domingo y es lo que hubo de determinarse, consistente en dar las provisiones porque abundaban, y también en aceptar y cumplir la efectividad de la avería para cubrir el salario firme de toda la gente que fuese en las galeras a las costas de la Isla destinadas. Este plan de galeras, estudiado en forma global, fué de aplicación partitiva, pues se pusieron galeras en conformidad con las propuestas y asientos que en cada provincia se presentaran e hicieran, y antes en unas provincias que en otras. 146.— En 1578 fueron puestas dos galeras para la guarda de las costas a ambos lados de Cartagena de Indias, nominados “costas de Tierrafirme”, al mando de don Pedro Vich Manrique, subordinado al capitán general de la armada don Cristóbal de Eraso. Las instrucciones para el buen gobierno de las mismas tienen fecha de Aranjuez 5 de mayo de 1583, esto es, en tiempo que asimismo estaban ya destinadas otras dos galeras (o una, y otro navío manejable al remo), a Santo Domingo, con idénticas instrucciones. Para este año (1582) no solamente se habían estudiado pareceres concernientes al envío de estas naves a Santo Domingo, sino tenido presente cuán eficaces eran ya las dos galeras de Tierrafirme, que el temor de los vecinos de la Isla de aumentárseles los peligros por el desalojo que los corsarios harían de aquellas costas, habíase ampliamente confirmado sobre cartas anteriores enviadas de Cuba y de otras partes, con 434 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO una que el visitador Ribero dirigió al Rey a poco tiempo de haber arribado al puerto de Santo Domingo (y dió pie a grave admonición del Rey a la Audiencia), y, constando ya que el Presidente González de Cuenca hizo no poco en el unir voluntades para arrancar del Cabildo de la Ciudad, como cabeza del pueblo, su aquiescencia en el acudir al sostenimiento de la gente, y aún la misma Ciudad, por su Procurador general Alonso Bernáldez lo representó en prenda del socorro que a la Isla se daba con aquellas galeras, se dispuso la ejecución de dicho arbitrio, asegurado ya su sostenimiento y aceptado por una Real cédula; y, aunque hubo retardo de meses en el dar salida a las mismas, y siendo portador de la noticia Hernando de Laguna, a quien se dió, demás del oficio de Tesorero Real de la Isla, el cargo de pagador y tenedor de los bastimentos que la Isla se obligaba a dar a propias expensas, se envió otra Real cédula, y otra al Visitador Ribero con el encargo de que, por todos medios de persuasión, moviese a la Ciudad de Santo Domingo a consentir en el gravamen (como S.M. encarecidamente recomendaba en adición a la acogida dispensación de bastimentar las galeras), de un sobreprecio de aquellos efectos de comercio que entraban y salían de la ciudad, hasta en cantidad bastante para pagar sus salarios a los de las galeras, y ello mediante un acuerdo municipal en el que se determinase el monto prudencial de la gabela precisa para tales fines. v La Habana 11 de abril de 1578.– Francisco Carreño, Gobernador, al Rey: “Hoy he tenido mensajero de la villa del Bayamo y Santiago de Cuba, [con aviso] que en el puerto de la Yaguana están juntos ocho navíos de corsarios, cargando de cueros, vendiendo sus lencerías y comprando cueros y azúcar como si estuviesen en el puerto de Sanlúcar de Barrameda, y allí traen tres lanchas por la mar en la costa de aquella Isla de ésta, robando cuantos barcos y navíos por allí pasan. La galeaza que traían de remos se les perdió en la isla de la Beata, en la costa de la Isla Española a la banda del Sur. Son navíos que traen 50 hombres, unos con otros. Yo estoy apercibido por si se atreviesen a venir a este puerto que, aunque la fortaleza está sin artillería (pues no tiene más de siete piezas), bien nos defenderemos de tan poca 435 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO gente. Estos corsarios vienen cada año a rescatar a aquel puerto de la Yaguana, donde está allí un Diego de Campos, portugués, y otros vecinos portugueses que tratan y contratan con ellos, y aunque V.M. me mandó enviar, cuando vine de España, una información contra éstos que allá se hizo, este pueblo de la Yaguana es en la Isla Española y yo allá no tengo jurisdicción, ni puedo hacer nada en ello; cada año la Audiencia de Santo Domingo envía allí juez para castigar a los culpados en los rescates, y el juez reparte sus salarios entre todos y, hecho esto, se vuelve rico a su caza, y tienen tanto aprovechamiento aquellos vecinos de los rescates que, aunque les lleven muchas penas, no lo sienten, y si no se castigan corporalmente o los destierran de la Isla y de los puertos de mar de ella, jamás cesarán de venir corsarios a aquella Isla, y están en parte que jamás los galeones ni navíos de armada les hacen daño, porque los vecinos avisan a los franceses, que se meten en puntos escondidos cuando van navíos de armada de V.M.; y si las galeras guardasen la costa, no vendría allí ningún corsario que no se tomase; y llévanse cada año más de 50.000 cueros de aquella isla a Francia, y piérdense los derechos y la reputación, que es más; y de estos corsarios hay aquí nueva que tomaron dos navíos de negros, que el uno venía para Honduras y el otro para Tierrafirme, y mataron toda la gente, y los negros los han traído a vender a la Yaguana, y venden el negro en cuarenta cueros y la lencería muy barata; y si en aquellos vecinos no se hace riguroso castigo, no se evitarán estos daños”.– AGI, Santo Domingo 99. v La Habana 1 de noviembre de 1581.– Gabriel de Luján, Gobernador, al Rey: “Aquí llegó un capitán de la Florida que venía de Puerto de Plata por ganado, y me dice quedaban allí cargando seis navíos de franceses de cueros y azúcar, rescatándolos por negros y lencería; es cosa de gran desorden lo que pasa allí y en la Yaguana, y, habiendo galeras, como tengo escrito a V.M., cesarían estos atrevimientos”.– AGI, Santo Domingo 99. v Galeras: Real cédula.– “El Rey.– Consejos, Justicias y Regidores, cavalleros, escuderos y demás vecinos de la Ciudad de Santo Domingo de la Isla Española y de los demás pueblos y lugares de ella: demás de los muchos daños y rovos [de] que se tiene noticia an hecho y hazen los corsarios en esa ysla por aver muchos puertos en la costa della, donde demás de ser admitidos de los vecinos, esperan ocasion para salir a hazer rovos, havemos entendido por carta que últimamente Nos a escripto el licenciado Rivero que está visitando la nuestra 436 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Real Audiencia que reside en esa ysla, algunos rovos de ymportancia que de poco tiempo a esta parte se an hecho a vista desa ciudad sin poderlo estorvar, deseavades que oviese galeras que de ordinario anduviesen recorriendo la costa y limpiándola de los dichos cossarios con particular asistencia sin salir de entre esas yslas, y para que con menos costa se pudiese hazer, daríades los mantenimientos necesarios para el sustento de toda la gente que anduviese en las dichas galeras; y, haviéndose platicado sobre ello por los del nuestro Consejo Real de las Indias, y por os hazer merced y relevar de los daños que recibis de los dichos corsarios, y también porque sean castigados, y con no tener ningun amparo en esas partes se excusen de yr a ellas, havemos tenido por bien condescender a vuestra suplicacion y de os enviar una galera y una fragata tripuladas y con la gente, armas y artillería necesarias que se tiene por vastante, para que asistan en esas costas para los dichos efectos, aceptando vuestro ofrecimiento en lo que toca a los vastimentos para su sustento de la parte que en ellos a de aver; y así, para que lo tengais por cierto, os mando dar este aviso, y tambien para que entendais el deseo que, como está dicho, tenemos de os hazer merced. De Lisboa a diez y ocho de noviembre de mill y quinientos y ochenta y un años.– Yo el Rey.– Por mandado de S.M., Antonio de Eraso, y librada por los del Consejo”.– AGI, Santo Domingo 868, lib. III, f. 107. v Santo Domingo 25 de diciembre de 1581.– Rodrigo de Ribero, Visitador, al Rey: “Aquí siempre estamos cercados de franceses que toman todos los barcos y navíos que vienen a este puerto con mantenimientos y frutos de la tierra de cueros y azúcar que traen por mar de los ingenios y haciendas, porque lo más que va a España, viene a este puerto por mar de las haciendas. Por el mes de octubre salió un navío armado de este puerto, que despachó la Audiencia contra una lancha francesa que había robado dos barcos de azúcar ocho leguas de esta ciudad, y dió con la lancha y le quitó la presa y le mató cuatro hombres al francés, y se le huyó la lancha con la muerte de los cuatro (que estaban en uno de los barcos que habían robado). El francés hirió otros cuatro, y el uno murió, de los de acá. Y luego de ahí a veinte días, otra lancha, el uno de estos barcos que se quedó cargando, que no había acabado de tomar la carga del azúcar cuando le tomó el francés, le tomó cuando venía al puerto de esta ciudad con cincuenta cajas de azúcar, que era navichuelo grande, y tomó su barco robado y se fué a Francia, porque, dicen, la lancha era de unos cinco navíos que este otoño [habían pasado]. Ha venido, después de 437 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO esto, otro navío francés, que el capitán se llama Lorenzo que será de porte de ciento y cinquenta toneladas, que este mes de agosto en Cabo Verde robó una nao de uno de Sevilla, que iba por negros, y le quitó más de cuatro mil ducados en dinero y muchas sedas y otras cosas y doce piezas de artillería de bronce y hierro colado, con que aderezó su nao. Este, junto a la Saona, tomó una canoa que iba de esta ciudad a la Margarita, en que iba el Provincial de los dominicos, y algunos negros y otras mercadurías; y asimismo tomó otro barco con veinte cajas de azúcar, que venía de un ingenio de esta ciudad; y pasó a vista de esta ciudad, y envió a pedir rescate de Ocoa a quince leguas de esta ciudad, adonde surgió y aguardó a que viniesen aquí al rescate y volviesen y, al fin, rescató algunas mercadurías aunque pocas y de allí se volvió a la Saona y tomó otros dos barcos de cueros y un navío de doscientas toneladas que venía aquí a cargar; ha ocho días le corrió la lancha con otros dos barcos de los que ha tomado, que los tres hechos lanchas, y a los maestres y pilotos de los barcos los trae consigo para gobernarlos, y vinieron cañoneando este navío hasta tres leguas de esta ciudad. Vistas estas cosas, ha acordado la Audiencia de tomar un navío, una urca y una saetía y otro barco de los que aquí hay para ir a España, para ir a tomar este francés, porque aunque el daño es grande, es mayor su desvergüenza y atrevimiento, que ningún francés se sabe que tan solo haya llegado a lo que éste y con tan poco temor. Hase juntado ahora con él otro navichuelo pequeño que tendrá como veinte hombres y él como ochenta, los sesenta de todos (dicen) son buenos soldados. Saldrá de aquí esta armada de cuatro cascos bien aprestada y llevará como ciento y cincuenta hombres de guerra de los mejores que hubiere; espero en la misericordia de Dios que ha de tener buen suceso”. Copiado por el dr. Américo Lugo, en Patronato, del AGI. Reprensión a la Audiencia.– “El Rey. Presidente y Oydores de la nuestra Audiencia Real que reside en la ciudad de Santo Domingo de la Isla Española: Nos somos ynformados que, aunque a sido hasta agora costumbre y poco castigado el rescatar los vecinos de esa Isla de la vanda del Norte con los corsarios franceses y ingleses, agora a llegado esto a tanta rotura que ya casi se a acabado el ganado por averse cargado treze navíos de franceses con mas de quarenta mill qüeros de muy poco tiempo a esta parte, y porque esse descuydo y los daños que dél se siguen y pueden seguir assí de allar los corsarios este amparo que tan perjudicial podría ser para la seguridad de las nuestras Indias, como por el peligro que se puede temer de la yntrodución de la 438 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO v v v v v mala seta y opinion que en essa parte no pueda dexar de ynputárselos, pues esto es lo principal de vuestro cargo, assi por ser administracion de justicia y castigo de tan graves delitos, como por ser el estorbar esto a lo que mas debiérades acudir por la confianza que de Vos hazemos, y si no se remediase con el exemplar castigo, sería animar a los vezinos y estrangeros a que perseverasen en tan dañosa costumbre, os mandamos que tengais particular cuydado de castigar estos rescates hechos y que se hizieren, con apercibimiento que os hazemos que, si remision o descuydo se entendiere, mandaremos proveer lo que convenga a nuestro servicio y buena administracion de mi justicia. Fecha en Lisboa a veynte y seis de mayo de mill e quinientos y ochenta y dos años. Yo el Rey.– Refrendada de Antonio de Eraso y señalada de los del Consejo”.– AGI, Santo Domingo 868, lib. 3, f. 109 v. La instrucción Real para el general (Cabo) de las galeras, Ruy Díaz de Mendoza, de Lisboa 11 de junio de 1582, AGI, Patronato 269, nº 2, ramo 5; no copiada, por hallarse conocida otra tal enviada al Cabo de las galeras de la Costa de Tierrafirme, de Aranjuez 5 de mayo de 1583, en “Cedulario Indianos (Encinas), IV, 41. Personal de las galeras y salarios: Capellán y patrón, 10 ducados de 375 mrs. el ducado, al mes.– Cómitre, 8.– Sotacómitre, consejeres (dos), artilleros (tres), maestredaja, remolar, botero, alguacil, calafate, barbero y caporal, 6 cada uno.– A cada soldado, 3.– Aldaquín, remolarete, boterín y calafatín, cada uno 1½.– A cada marinero, 3. No se expresan en el papel los respectivos sueldos del General, capitanes, tesorero, veedor, contador, alguaciles y escribanos.– AGI, Patronato 269, nº 5. Lisboa 11 de junio de 1582.– Real cédula: que, habiendo ofrecido la ciudad de Santo Domingo los bastimentos para las galeras, los Oficiales Reales estén prevenidos en llegando ellas, a fin que el sustento de su gente corra y esté a cargo de los vecinos y moradores de la Isla.– AGI, Santo Domingo 51. Lisboa 23 de junio de 1582.– Real cédula: que el Tesorero Real Hernando de Laguna sirva el oficio de pagador y tenedor de bastimentos de las galeras que han de ir mi defender las costas de Santo Domingo.– AGI, Santo Domingo 899. Lisboa 16 de septiembre de 1582.– Real cédula a Presidente y Oidores de Santo Domingo: que den orden para que nunca falten los bastimentos a las galeras que han de ir a la Isla.– AGI, Santo Domingo 899. 439 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO 147.— El 19 de julio de 1582 llegó al puerto de Santo Domingo la galera capitaneada por el general Ruy Díaz de Mendoza; días más tarde el navío mandado por Diego Osorio; en esta diferencia de tiempo estaba presagiada la poca mano que podrían darse mutuamente estas naves, por la muy desigual velocidad de sus movimientos. Hasta el 3 de septiembre del mismo año no se trató sobre el arbitrio Real de que por parte de la Isla se acudiese a la satisfacción de los salarios para la gente pagada. Hízose cabildo abierto o junta general, a la que asistió Ribero oficiosamente, al parecer como quien era de calidad para convencer, no para mandar, hacerse servicio grande al Rey, consintiendo en la avería que había pedido; y porque la renuencia en tales casos queda manifiesta más con el silencio y aceptación que con la resulta de largo debate, luego se vió que, en la formación del presupuesto o tanteo de lo que habían de producir las mercaderías de cuanto de la Isla o de fuera de ella se trajese a la ciudad, la cantidad de 200,000 pesos de moneda de cuartos, equivalente a unos 12,000 ducados, no sería gravamen recio con el alivio de diferentes mercedes que el Rey concediese a la Ciudad y vecinos de la Isla, por los beneficios directos de la rebaja o exoneración de derechos en algunos renglones por tiempo poco menos que ilimitado, libertad de navegación fuera de flotas sin obligación de hacerse escala forzosa en Sevilla, contar la Ciudad para el efecto de los salarios a sus expensas con lo que las galeras apresasen, y que fuesen obligados en Cuba y Puerto Rico a contribuir asimismo en orden a los salarios pues el beneficio de las galeras también se les alcanzaba (conque por todos se juntase para cubrirse datas con cargos), y si algo quedase hubiera de ser para propios de la ciudad de Santo Domingo; con otras libertades más, como la exclusiva de la siembra de jengibre en favor de la Española, en donde tuvo principio. Y como tantas cautelas no podían llegar a estar en fuerza alguna, sino cuando S.M. se sirviese aprobar y consentir por su parte en estos o en aquellos puntos, el Regimiento escribió al Rey y envió de nuevo a la Corte al licenciado Alonso Bernáldez, quien fracasó lisamente en 440 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO su comisión; si se pidió la contribución de los salarios, lo que debió haberse hecho sin otra demora, que se hiciera, pues S.M. entendía no deberse llevar la exacción a términos de regulación Real, pues ello podía conseguirse por regulación municipal; y sólo mandó se estableciera en manera que ninguno padeciese agravio. v Santo Domingo 3 de septiembre de 1582.– En Cabildo abierto de este día “para tratar y conferir y tomar asiento sobre la orden que se ha de tener en dar los bastimentos necesarios a Ruy Díaz de Mendoza, general de las dos galeras que S.M. ha hecho merced de enviar a esta Isla, que al presente están en el puerto de esta ciudad para defensa y amparo de ella contra enemigos piratas corsarios franceses e ingleses, que de ordinario roban a los navegantes y personas que a ella vienen”, leyóse la Real cédula dada en Lisboa el 3 de junio del mismo año y el Visitador Ribero dijo: “que bien sabían y les eran notorios los muchos y grandes daños, robos y pérdidas de haciendas, molestias y vejaciones que de muchos años a esta parte había recibido y recibía esta Isla en el contínuo cerco de corsarios franceses e ingleses que de ordinario le tenían puesto en tanto extremo, que ninguna persona de esta ciudad de Santo Domingo, ni de los demás pueblos y tierra comarcana a ella, no podían traer los frutos y haciendas de sus granjerías (que por la mar habían de venir a este puerto) porque todo casi se lo tomaban y robaban los dichos corsarios; y asimismo era notorio el riesgo y peligro que los navíos que venían de España a esta ciudad, han traído hasta agora, que por la misma orden eran robados, y también los barcos y navíos que de esta ciudad salían a las islas de Puerto Rico y la Habana y Tierrafirme y otras partes, los peligros que han tenido y robos que se les hecho por los dichos corsarios, y a los que han venido de las dichas islas y partes a esta ciudad e Isla, y las necesidades que esta ciudad e Isla han padecido de todas las cosas necesarias por el dicho cerco, por navegarse con tanto riesgo por ser el cerco tan contínuo de los dichos corsarios que aún sal y pescado no se ha podido salir a buscar a los puertos de esta Isla e Islas circunvecinas, y se ha pasado mucha necesidad de ello; y que llegó a tanto la desenvoltura y atrevimiento de los dichos corsarios que del puerto de esta ciudad pretendieron sacar naos robadas poniéndolo por obra, como fué la nao del corso que estaba cargada en la barra del puerto de esta ciudad con muchas riquezas de frutos de esta tierra para ir a España y la llevaran de hecho si la acometieran media hora 441 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO antes que la acometieron; y que, a mediodía, a tres leguas de este puerto en el derecho de él, a su vista los dichos corsarios con sus navíos y lanchas se ponían mar a través, despreciando y teniendo en poco a esta ciudad; y, en resolución, que ninguna hacienda, navío ni barco que haya salido por el puerto de esta ciudad, ni se esperase venir a él, no ha tenido seguro ninguno, sino los peligros y daños conocidos, de suso referidos, y robos ordinarios que son notorios; y que, cuando las flotas del puerto de esta ciudad han salido para los reinos de España, con ir en conserva y en flota, han ido con tanto riesgo como se sabe. Y demás de los daños dichos y referidos, aunque son de tanta consideración como la calidad de ellos lo manifiesta, los dichos corsarios han traido otros [daños) mayores a esta Isla, que es el haber quitado casi de todo punto la contratación de esclavos que de los ríos de Guinea, Cabo Verde y otras partes acudían a esta ciudad e Isla, por ir los dichos corsarios a las dichas partes y robar los navíos y armazones de esclavos que se habían de traer para esta Isla, y traerlos y venderlos a los vecinos de la banda del Norte y la Yaguana y otras partes; y por esta causa haberse dejado y dejarse de labrar los campos y beneficiarse las haciendas y granjerías que tienen, porque solo esclavos son los que trabajan, y con su falta, por la dicha causa y precios subidos que han tenido y tienen los pocos que hay, el daño que de ello ha venido; y asimismo los dichos corsarios franceses han sido causa de los dichos robos por darles acogida los dichos vecinos de la Yaguana y banda del Norte y haber rescatado con ellos sus robos, y para la paga de los dichos rescates han muerto y descorado todo el ganado vacuno de esta Isla en tanto exceso, que ya esta ciudad y los pueblos, estancias, hatos e ingenios de esta Isla padecen y han padecido mucha hambre por no se hallar ya ganado vacuno con que se sustentar, que se entiende por cierto que si otros cuatro años fuera adelante este mal y exceso, como hasta aquí, todo el ganado vacuno se acabara de descorar para los dichos rescates, y que iba esto ya en tanta corrupción y atrevimiento, que los cueros casi de los hatos, lugares y estancias comarcanos a esta ciudad, se llevaban a la banda del Norte para los dichos rescates, y en esta ciudad, donde solían embarcarse en cada un año para los reinos de España ochenta y cien mil cueros, ya no se embarcan [más] de veinte a veinticuatro mil arriba, y que, valiendo siempre en esta ciudad un cuero la tercia parte más que valía en la banda del Norte y la tierra adentro, agora en la dicha banda del Norte vale un cuero doblado que vale en esta ciudad, por valer en ella a diez pesos cada uno, y en la banda del Norte a 442 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO veinte y a más. Y aunque los daños de suso referidos son de la calidad y condición que de ellos mismos se colige, hay otros mayores que se podían seguir de no se atajar la comunicación de los dichos corsarios en la banda del Norte, que es que, como son luteranos y corsarios, de su comunicación y trato... se había de esperar que sus corrompidas costumbres habían de dañar y más estragar las no buenas que los dichos vecinos de la banda del Norte tienen, sembrando en ellas su mala secta (que quiera Dios no lo hayan hecho); y que estaba ya el nombre de “francés” tan temido y tenía tan acobardadas las personas que navegaban que, en oyendo el nombre de “francés”, aunque fuesen [los temerosos] superiores en poder, se rendían luego sin resistencia alguna. Y esta Ciudad envió a pedir a S.M. se les hiciese merced de enviar a esta Isla dichas dos galeras; y S.M., condoliéndose de esta ciudad e Isla, por le hacer merced, fué servido de la enviar las dichas dos galeras, que han estado en el puerto de esta ciudad aprestadas con la gente de guerra y de mar, y son idas a correr la costa; y envió la cédula que se les ha leído, por cual, como ven, pide a esta ciudad e Isla que, demás de los mantenimientos, ayudasen y sirviesen con alguna cantidad de maravedís para la paga del sueldo de la gente de guerra y mar; que es justo se muestren agradecidos y manifiesten el agradecimiento de tan gran merced, y deben cumplir la voluntad de S.M. y hacer el dicho socorro y paga de maravedís y sueldo de galeras, mirando al valor y ánimos tan generosos y calidad de hombres tan principales, como fueron sus pasados, pobladores de esta ciudad e Isla, para cuyo testimonio basta ver los edificios tan suntuosos y grandes como son los templos y casas y otras cosas públicas de esta ciudad. Y así el dicho Visitador les pide con el encarecimiento posible, lo hagan y den y pongan y tomen asiento en ello y en la orden que se ha de tener en dar el mantenimiento necesario al sustento de las dichas galeras.– Se acordó por todos que se echase una avería en todas las dichas cosas que entrasen y saliesen por el dicho puerto de esta ciudad, y en la carne y vino y menudencias de ella, y así se fué echando (arbitrio desarrollado en la propia junta) la dicha avería por la forma y manera siguiente”: (Síguense las computaciones más probables, fijándose la avería por unidades específicas: la carne, por arrelde; el jengibre, por quintal; los cueros, por pieza; la sal, por fanega; el vino, por pipa, etc. Y otras varias mercaderías, en tanto o cuanto por ciento se hace resumen): “Monta la avería de la entrada y salida, conforme a las partidas arriba dichas, doscientos mil pesos, y esta avería, conforme al dicho tanteo, siendo ciertas las entradas y salidas 443 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO de las mercaderías y cosas contenidas en el dicho tanteo y que en él están puestas, por ser cosas que dependen de futuros acontecimientos, no se puede tener certidumbre en ellas; monta doscientos mil pesos de esta moneda que al presente corre de a treinta y nueve cuartos cada un peso, con las cuales se servirá a S.M. para el mantenimiento de comida y bebida en las galeras, y para el servicio que S.M. pide se le haga, demás del dicho mantenimiento, para ayuda de la paga de los sueldos de la gente de las dichas galeras; y si acaso la dicha avería por la orden arriba dicha montare más de los dichos doscientos mil pesos, lo que más así montare, ha de quedar para propios y obras públicas de esta ciudad, las cuales se solían y suplir, echándose por avería, y agora es imposible por ser esta avería tan grande y tan general”.– Estos “doscientos mil pesos de la moneda de cuartos corriente de esta isla vienen a ser reducidas a buena moda de Castilla al pie de doce mil y cuatrocientos ducados pocos más o menos”, y como era el presupuesto de cada año en beneficio de las galeras carga ciertamente excesiva, la Ciudad pidió compensaciones, a saber: aduana de negros localizada en la propia ciudad, siembra y exportación únicamente en la isla, navíos de Galicia, Asturias, Vizcaya y de islas que llegasen sueltos a Santo Domingo sin aguardar flota, prórroga de la rebaja de derechos aduaneros por 50 años, los bastimentos tomados en barcos corsarios rendidos se considerasen parte de lo que la ciudad habría de dar por este compromiso, y que el aceite y vinagre y vino para las galeras y que por fuerza habríanse de comprar en España estuviesen exonerados de todos derechos. Como materia o asiento debía ser solicitada del Rey en expediente propio, esta parte del asunto se transfirió al procurador en Corte, y bien poco se logró, cuanto menos la pretensión de que otras islas viniesen en ayuda de la Española, pues no era claro que derivarían provecho cierto de la función de las galeras en aquellas sus costas.– AGI, Patronato. (Se han tenido a la vista apuntaciones del Dr. A. Lugo.) v Santo Domingo 18 de febrero de 1583.– El Cabildo secular de Santo Domingo (regidores Gil González Dávila, Juan del Junco Agüero, Bartolomé Ortega, Melchor Ochoa de Villanueva, Baltasar de Figueroa, Alonso Bernáldez, Juan López Melgarejo, y escribano Diego de Medina). Se recibió la real cédula de Lisboa de concesión de dos galeras y que la ciudad las sustente de mantenimientos, y que vea si les puede pagar sus sueldos. Hubo cabildo abierto de vecinos y el visitador Ribero quiso estar presente; no pueden los vecinos 444 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO con esta carga, pero quieren servir; se propuso sisa sobre el vino y la carne y sobre lo que entrase y saliese por el puerto. Se hizo un tanto para asentarlo en los libros; se asentó, se firmó por todos, y todo “en sustancia es que se sirva a V.M. con la dicha contía (10.000 duc., buena moneda) en cada un año de los que anduvieren en esta costa las dichas galeras, asegurándola”; proponen que si hubiere sobras de esta sisa, sean para obras públicas; si no hubiere o si no alcanzase en cada año la sisa, los vecinos no estén obligados a suplir cosa alguna en ello.– AGI, Santo Domingo 73. San Lorenzo 13 de abril de 1583.– Real cédula al Presidente y Audiencia. El licenciado Alonso Bernáldez, procurador de la Española ante el Consejo, había manifestado que, según las instrucciones que trajo y se vieron en el Consejo, “fuésemos servido de mandar poner galeras en esa costa para defensa de esa Isla y las otras de barlovento”, representando para ello los daños que, a la contínua, hacen en ellas los corsarios, “y ofreció que, haciéndoles esta merced, proveerán de los bastimentos y mantenimientos necesarios para la gente que anduviese en las dichas galeras, repartiendo por averías en las mercaderías que entrasen y saliesen en las dichas islas lo que para esto montare”; se vió esta petición y se aprobó; “y agora Nos ha suplicado el licenciado Bernáldez, en el dicho nombre [de la Isla] que le mandásemos dar el recado necesario para la cobranza de la dicha avería porque a la gente de las dichas galeras no les faltase el dicho mantenimiento”; y se les avisa que vean qué será menester para mantener a aquella gente, y cómo se podrá cobrar ello sin que se haga agravio a persona alguna, ni se les saque o cobre más de lo justo; y que envíen relación de ello con el parecer de ellos mismos.– AGI, Santo Domingo 868, lib. 3, f. 114. 148.— Todo el tiempo perdido en perfeccionar este negocio porque la Ciudad ganase juntamente con el Rey, forzosamente hubo de causar hondo disgusto en la oficialidad y clases de las galeras; aunque no faltaron los mantenimientos de la tierra, la tierra no tenía entre sus frutos regalos de mesa, y entretanto que la exacción, avería o sisa no llegase a montar lo suficiente para acudírseles con los salarios, cada cual hubo de procurarse el regalo y otras comodidades de vida y del aseo personal, pero todo a poder de deudas, que tanto 445 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO aprietan y empujan hacia torcidos caminos. Porque es cierto que aún sin las privaciones que se infieren de lo dicho por la penuria general de moneda y su retardación para ser allegada, ya en 1582 se expedían cédulas contra la práctica de las armadas de ser los navíos receptáculos de mercancías sin registro sobre que barajaban sus intereses personales cuantos tenían mando en ellos, y no eran ni podían ser especies de entidad lucrativa en el papelorio de revistas o alardes, partes del día, estado económico de la armada, cartas ni informes, etc., con ser de tan alto provecho que ninguno en la carrera de las Indias se quedaba pobre, y cuando esta práctica se verificara también en las galeras con efectos tomados a corsarios, escribano había en cada barco para registrar las presas conforme al bienestar de los que habían de ordenar el registro y hacerlo. Ni más ni menos que por no percibir lo que estaba mandado, el disgusto fué creciendo, y los menos esperanzados, que sólo por conseguir la libertad ya habrían de hacer de las suyas, manifestaron su disgusto en la propia cabeza del disgustado Ruy Díaz, general de las galeras. 149.— Las cuales, no bien llegaron, salieron en demanda del conocido corsario francés Lorenzo Pirandel, hijo (decían) del gobernador del Havre. Fracasó esta empresa porque los vecinos, en enlace desde el Sur hasta el Norte, prestaron a corsarios oportunidad para esquivar el peligro. Las galeras no servían donde los pobladores no las querían. Tampoco en los de ellas había motivos ningunos para pasarlo bien sin encuentros de enemigos. Los salarios no estaban corrientes; no lo estarían en mucho tiempo porque los dineros juntos dependían de previa recaudación todavía no implantada por no saberse resolución a consulta y súplicas hechas. En fin de mayo de 1583 salió la armadilla a nuevo crucero. Ruy Díaz escribió al Rey en la ocasión que una saetía, a la que las galeras custodiaron hasta la punta de Doña María, iba a España; todos en las galeras estaban hasta entonces a media ración, era pasado más de un año y no se habían cobrado las soldadas de un mes; cualquier alivio posible, tomando presas de corsarios, se desvanecía pronto por la 446 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO comunicación que los de la tierra tenían con los del mar, y pensar que las costas quedasen limpias, tocando el castigo de los de tierra a las diligencias de la Audiencia Real, era ilusión o sueño. Parece por esta carta que ya Ruy Díaz estaba tocado del mal de afrenta, pues por real cédula reciente se había declarado que la gente de las galeras que cometiesen delitos en tierra, debían ser entregados a las justicias dependientes de la Audiencia; y así tanto los de tierra como los del mar habrían de quedar impunes, y las galeras con falta de personal. v Lisboa 22 de septiembre de 1582.– Real cédula: todos los individuos de las galeras que, andando fuera de ellas, cometieren delitos, caen debajo la jurisdicción de la Audiencia, y los Cabos de las galeras los entregarán a las justicias de ella.– AGI, Santo Domingo 51. 150.— Asesinato de Ruy Díaz, general de la galeras.— En principio de junio siguiente las dos galeras recalaron en la Yaguana, donde permanecieron veinte días para proveerse de cazabe que debía de hacerse por no haber en dicha villa cantidad bastante; el malestar siniestro se extendió entre la chusma de forzados; esto es, los condenados al remo, y la conspiración fué tomando cuerpo. Este contratiempo fué comunicado a la Audiencia y que pasarían las galeras a Bayajá y Puerto Plata con sólo las subsistencias de días para que las provisiones recogidas no se consumiesen sin arribar a mejores sitios de aprovisionamiento. Todas cosas en todas partes escaseaban; pues la Yaguana era paraje en que con mayor facilidad se les vendrían a la mano corsarios, no saliesen, que en la propia ciudad de Santo Domingo la misma escasez era por manera grande; fué respuesta de Arceo, Presidente. Los lazos de la disciplina estaban rotos ya cuando el general Ruy Díaz ordenó seguir rodeando la isla. A la altura de la Isabela, bajó a tierra a verse con rescatador que quería merecer con un buen servicio a las galeras, tendiendo una emboscada a navío de corsarios; al mismo tiempo, siendo ya de noche, las galeras se pusieron en movimiento cuando estaban sobre peligrosas escolleras; la galera 447 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO “Santiago”, comandada por Osorio, trató de seguir a la Capitana, encalló, y porque no recibió auxilio hasta la mañana siguiente, se perdió del todo. La Capitana siguió camino de Puerto de Plata con la gente de la perdida galera, y una fracción importante de aquella tripulación de soldados, marinos y galeotes, debajo las órdenes de Osorio, tomó el camino de Santo Domingo: ni en Puerto de Plata habían podido conseguir las provisiones para la galera que quedaba. Justamente había llegado a la altura de Cabo Engaño la Capitana; echáronse anclas, distribuyóse a la chusma el rancho que fué tardío y poco y malo y, a la medianoche (era el 19 de julio), habiéndose omitido la revista de los forzados encadenados a sus bancos, y estando ya varios de ellos sueltos, reventó la conjuración; el general fué muerto y cuantos peleando se opusieron al alzamiento, otros dejaron heridos y la galera pasó a poder de los forzados que retrocedieron a Puerto de Plata donde robar y hacer otros daños, designio estorbado por el capitán y alcaide Rengifo de Angulo, que acudió a su puesto y puso la villa en alarma. No así en Bayajá se tuvo la misma orden, por ausencia del alcaide don Rodrigo de Bastidas y la poca unión de sus cortos vecinos, que fueron pillados, y el llamado “fuerte” desarmado, por carecer de defensores. De allí pasaron los foragidos a la Yaguana y a Guanahibes, hasta tener ocasión de juntarse (pensaban) con franceses y ganar la seguridad de su alboroto. Santo Domingo 31 de octubre de 1583.– El Capitán General de la Isla, Cristóbal de Ovalle, al Rey: la galera “Santiago” dió de través en la mar; se pone mucha culpa al general Ruy Díaz de Mendoza. A éste mataron los galeotes de su galera, cuando estaba durmiendo. Elogia mucho a Diego Osorio por haber conseguido la galera con los forzados que no quisieron huirse. Dice que se han hecho tres estancias: una en el Zoco, otra en la Yaguana, y la otra en Bayajá, para dar cazabe y maíz a las galeras.– AGI, Santo Domingo 51. v La Habana 10 de diciembre de 1583.– Gabriel de Luján, Gobernador, al Rey: “Las dos galeras que V.M. tenía en la costa de Santo Domingo, se perdió una con temporal en la costa y, recogiendo v 448 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO el General la gente, se alzó la [otra) galera y mataron al General y otras gentes, y los que fueron los autores (dicen) son españoles; y empezaron a robar y a hacer daño. Como lo supo la Real Audiencia, despachó a esta isla a darnos aviso porque estuviéramos alerta, y así avisé a toda la isla y proveí de pólvora y plomo y cuerda para que estuviesen en orden si viniesen... y ahora habrá cuatro días llegó aquí gente que venía de la Española y trujo cartas y aviso cómo la galera la había cobrado don Diego Osorio...”.– AGI, Santo Domingo 99. 151.— Dos informaciones se hicieron sobre estos sucesos: una en Puerto de Plata el 24 de julio (el 25 arribaba a Santo Domingo el nuevo Presidente titular al par que Gobernador y Capitán General don Cristóbal de Ovalle), y otra en Santo Domingo, a pedimento de don Diego Osorio, el 1º de febrero de 1584. De una y otra información parece que Osorio se enteró de la rebelión estando en Santiago de los Caballeros, vía a Santo Domingo con la gente que no cupo en la galera Capitana; y que, como pidiese al Cabildo y vecinos la ayuda necesaria para atajar daños y prevenir peligros, pues mucho se recelaba de los alzados, hubo de enviar mensajeros a la Audiencia pidiendo las órdenes que le alegaron ser precisas para moverse en la ocasión (¡tanta era la falta de cooperación para la restauración del sosiego entre los habituados a comerciar con extranjeros contra todo rigor de leyes y ya a todos aquello pareció hecho en consorcio de franceses forzados con franceses corsarios!); y, recibidas que fueron, caminó en diferentes rumbos: a Guaba, a Guanahibes, a la Yaguana, donde pudo armar un barquichuelo, y con la gente que llevó y la que ganó por la mano, trató de acometer la empresa de recobrar la galera; tarea en que, cambiando arbitrios, maduraron dos a la vez: el de sembrar la confusión entre alzados, pues no conocían entre sí quién estaba por la rebelión ni quién por el Rey (había Osorio prometido libertad a los forzados que concurriesen a la captura del navío), y el de con los más esforzados que no tuvieron parte directa en las muertes hechas al tiempo del alzamiento, efectuar un ataque en forma; y que, ya todo preparado 449 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO para ejecutarse este último arbitrio, Osorio recibió nueva de ser en mayoría dentro de las galeras los que estaban prestos a la sumisión, y que los más feroces, por sus desatinados actos, habían perecido a manos de compañeros. Avanzó Osorio, y supo que los no atraidos a quietud y paz se juntaron, robaron un barco y huyeron mar afuera, y así se recuperó la galera sin contratiempo mayor. Pero Osorio tardó en presentarse en Santo Domingo con ella (harto maltratada y desartillada) hasta fines de enero del mismo año de 1584. A su paso por Puerto de Plata escribió a un ministro del Consejo como antes Ruy Díaz al Rey: La Audiencia era un gran árbol lleno de lindas hojas que no daba fruto a tiempo ni a destiempo. v Puerto de Plata 24 de julio de 1583.– Información por testigos sobre la muerte de Ruy Díaz de Mendoza, tomada por el capitán y alcaide Pedro Rengifo de Angulo. Dícese que el precedente día 22 había pasado a la vista de Puerto de Plata una galera que pareció ser la Capitana de la guarda de las costas (la que había tenido por compañera otra, la “Santiago”, que pocos días antes se perdió en el puerto de Saonés, término de la villa) con su general Ruy Díaz, que había salido de Puerto de Plata para Santo Domingo el 12 del propio mes, “y ayer, martes en la tarde, le vino nueva (a Rengifo) de su hato de la Isabela... con un negro suyo con una carta de Diego Gómez Purcell, forzado de la dicha galera Capitana [con noticia de] cómo los forzados della se avían alzado y matado al dicho general y a otras personas, y que a él y a un sobrino suyo y al capellán y otros, que venían heridos, los habían echado en tierra, y habían hecho mucho daño en el dicho hato, y que iban con propósito de saquear a Bayajá y llevar el artillería y pasarse a Francia”. Para investigar los hechos, Rengifo ordena se haga información, y, como está ausente en Santo Domingo el escribano Tomás de Cozar y ello es público y notorio, ordena asimismo que el alguacil mayor vaya con gente al hato y otras partes donde haya forzados, los tome y traiga consigo a la villa. El 26 de julio retornó el alguacil mayor Juan González de vuelta del hato y de otro hato de Cristóbal Rodríguez, regidor, trayendo consigo a Diego Gómez Purcell, y a [un) Carmona su sobrino y al patrón de la galera, y al alguacil de ella, y a Zárate sobrino del contador; a Ampudia, caporal; al maestro Bautista, carpintero, y a Jusepe de 450 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Mesina; a don Gabriel Enano y a Pedro de Mendoza, escribano real; al alguacil del agua, a Constantino Roso y Vicente Hernández, Vicente del Hierro y Francisco, griego; a Garavito, a Mete, esclavo; al cocinero Mendoza; a Salvador Escobar, paje del general, a Vizcaíno, a Godinos y a otros. Valgan las declaraciones de uno por la de todos los demás testigos, Pedro de Mendoza, escribano, dijo: “que estando en la noche, que sería la prima rendida, que se contaron veinte de este mes de julio, estando el dicho Ruy Díaz de Mendoza, general, durmiendo, y el testigo y Palacios, piloto; y Juan de Ampudia, caporal; y Escobar, paje de dicho general; y una mujer que se llama Velázquez; y Andrés de Heredia, alguacil real; y Salvador Gómez; que nos habíamos echado junto al dicho Ruy Díaz de Mendoza, donde todos estábamos durmiendo, este testigo oyó ruido y muchas voces dentro de la popa de la dicha galera; a lo cual este testigo recordó y vido a un hombre alto de cuerpo, dando voces y golpes con los pies; y, entendiendo este testigo que era alguna lancha de franceses que había llegado abordo y se habían entrado en la dicha galera por haberse dormido las guardas que estaban puestas de primanoche, este testigo se fué donde estaba Alicante, remero, que estaba en la …tra de la dicha galera, y le pidió una espada para volver a donde estaba el general a le defender. El dicho Alicante dijo a este testigo que no le pidiese ni tomase, porque le matarían a este testigo, y le importunó que se la diese, y no se la quiso dar a este testigo; y dende a poco vido este t. en la crujía de la dicha galera a Alonso de Reina, dando voces, con una espada desenvainada, diciendo: ¡Libertad! ¡Bellacos, levantaos!; dando cuchilladas y estocadas a los forzados para que se levantasen; y así, dende a poco, se levantaron los dichos forzados y se pusieron en crujía en favor de dicho Alonso de Reina. Y después de esto, este testigo oyó decir al dicho Alicante que habían herido al dicho general Ruy Díaz de Mendoza. Estando por suya la dicha galera, el dicho Alonso de Reina confesó a este testigo que él había dado ciertas cuchilladas al dicho Ruy Díaz de Mendoza, general… Y que después, estando ya herido [el que declara], recordó y tomó una espada de las que tenía en popa y se había defendido y había herido al dicho Juan Ruiz, el cual dicho Juan Ruiz confesó a este testigo que él había muerto a Salvador Gómez y dado una estocada al capellán de la galera, y que había herido a Heredia, alguacil real, y a la dicha Velázquez, y a Escobar. Juntamente con los dichos Alonso de Reina y Juan Ruiz, forzado, se alzaron con la dicha galera, por forzado que 451 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO fue, el cual dió una estocada por los riñones al dicho Ruy Díaz de Mendoza, de que vino a morir de las heridas que tenía, y Romero y Aparicio, forzados; los cuales dichos forzados se alzaron con la dicha galera, porque después se pareció y vido [el testigo] cómo andaban por la galera y como señores de ella, diciendo que el dicho Pedro, forzado, había herido al patrón Catanio y al maestredaja Bautista, y al cómitre, y a Fraga, soldado; y que habían muerto a maeso Pedro, lombardero; y a Juan Freile, soldado. Y demás de esto les oyó este testigo que a Juan Gallego, soldado que estaba puesto por guarda, le habían herido, el cual quedaba muriéndose, y de que se entiende que estará muerto según estaba el dicho Juan Gallego, que le habían echado en tierra y que no escaparía; y este testigo, estando en la dicha galera, oyó decir por público y notorio que los dichos forzados lo tenían determinado de hacer desde que estuvieron en el puerto de la Yaguana, el dicho alzamiento. Y asimismo este testigo oyó decir a Juan de la Fuente, francés, que él había sido causa del dicho alzamiento de esta dicha galera y les había favorecido con espadas a los que este testigo tiene dicho, para que se alzasen con la dicha galera y gozasen todos de su libertad, y que él había sido parte para alzarse la dicha galera”.– “Y preguntado (Mendoza) que diga y declare, so cargo del juramento que tiene hecho, si sabe quién les dió favor y ayuda a los dichos forzados que ha declarado y fueron los alzados para hacer el dicho motín, y con qué persona lo trataron y comunicaron…, declara que Lucero, forzado, facilitó seis hachas para que los forzados se desherrasen, porque Lucero andaba suelto, sirviendo a Ruy, y otros cuatro o cinco hacía días que andaban sueltos”.– Preguntóse al testigo si había costumbre de cercar a los forzados una o dos veces cada día para ver sus cadenas y otras veces a la noche los que tenían cargo de ello. Respondió: sí había costumbre, pero el día del motín no se les visitó, y el que tenía cargo de ello era el alguacil Constantino, y un mozo de éste los herraba por mandado del alguacil.– (Todas las declaraciones de los testigos son muy amplias.) – AGI, Patronato 269, nº 2. De la información promovida por Osorio se hizo la siguiente relación: “Las dichas galeras salieron del río de Santo Domingo para dar vuelta a la dicha Isla y acompañar a las últimas naves de la flotas que del río partieron para ir a España en 29 de mayo de 83 y, dejando a las dichas naves cuatro leguas del puerto de Doña María, pasaron a la villa de la Yaguana y llegaron a ella en seis de junio siguiente, y estuvieron en ella hasta XXV del dicho mes, aguardando a que se labrasen doscientas cargas de cazabe; y en este tiempo tuvo Ruy Díaz 452 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO dos cartas del licenciado Arceo, oidor del Audiencia Real de la dicha ciudad, que a la sazón presidía, y en ellas le pedía que no saliese de la Yaguana en tres o cuatro meses, porque en Santo Domingo había gran falta de cazabe y, de fuerza, la gente había de pasar gran hambre. Sin embargo de esto, se hizo a la vela la vuelta de Santo Domingo, y fué principio de la pérdida de dichas galeras… Prosiguiendo el dicho viaje, llegó a Montecristi en dos de julio… Entre el dicho Montecristi y la Isabela está una ensenada a manera de medialuna, que se llama la Saonesa, en la cual hay cantidad de bajíos, particularmente dos, que se llama Recife, de largo de tres leguas, y en medio de ellos se hace un canal de más de diez estados de fondo y en parte de catorce y quince, y ninguna vez que las galeras dieron vuelta a la dicha Isla, entraron por este canal, y este último viaje Ruy Díaz se metió por entre los dichos recifes, y el dicho día cuatro de julio dió fondo a tres leguas de Montecristi.– El siguiente día dió fondo a la salida del canal, y la galera “Santiago”, por ser más pesada, iba una gran legua atrás, y don Diego Osorio, capitán de ella, hizo dar fondo, con designio de dar de comer a la chusma.– El dicho día y tarde Ruy Díaz salió en tierra tres leguas de la Isabela a verse con un Francisco Tostado, hombre fugitivo por [ser] uno de los mayores rescatadores de toda aquella comarca, a informarse de él si había algún navío en la costa, y a comunicarle cierto trato que el dicho Tostado ofrecía de tener con los franceses, como persona de quien ellos daban mucho, para que las galeras por este medio tomasen un navío cargado de negros; y, estando dicho Ruy Díaz en este concierto, el cómitre de su galera Capitana, una hora antes que anocheciese, se levó de aquel puerto, y la galera Santiago hizo lo mismo por seguir a su Capitana, la cual navegó sin encender el farol con hacer la noche muy oscura, y a este tiempo había dos lumbres en tierra hechas por el dicho Tostado, y el dicho don Diego Osorio mandó demarcar la tierra; y navegando la dicha galera Santiago hora y media, dió en una seca que está en medio de dicho canal, y sin topar en ella se salvó la dicha galera hasta el fogón, y desde el fogón hasta la popa se asentó en medio de unas piedras fijas agudas; y, con haberse hecho la diligencia, no se pudo mover a ninguna banda, y a hallarse la Capitana junto a ella, con facilidad se hubiera sacado.– Luego que encalló la dicha galera, se tiraron cuatro piezas de artillería para que la Capitana le socorriese; sólo Ruy Díaz las oyó desde tierra y envió una barquilla que traía consigo. Y sabida esta nueva por Ruy Diaz, tornó a enviar la barquilla a decirle al capitán que si hasta otro día, de mañana, se sustentase, 453 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO iría a tomar la gente [y esto dejó] hasta el otro día, dos horas después del sol salido, que la dicha Capitana llegó a dar fondo, y en pasar la gente de ella a la dicha Capitana se tardó una hora, y luego se levó la Capitana para la Isabela, y a poco rato se acabó de hundir la galera Santiago. Ruy Díaz pasó a Puerto de Plata con su Capitana, llevando en ella toda la gente de cabo y remo de entrambas galeras, y escogió para la dicha galera doscientos y veinte remeros y alguna gente de cabo de la de Santiago, y la demás hizo desembarcar, para que por tierra se llevase a Santo Domingo, y para llevar esta gente señaló al capitán don Diego Osorio, al contador y al patrón, alguacil, sotacómitre y cinco o seis soldados, y salió (en su Capitana) para ir a Santo Domingo, en ocho de julio, con muy pocos bastimentos.– En veinte [del dicho mes] llegó el dicho Ruy Díaz al Cabo del Engaño con mucho trabajo de la chusma y gran falta de agua y provisión; y en este tiempo se valió de dos caballos que la gente de cabo mataron en tierra; y a las once de la noche, tres o cuatro forzados del banco del cómitre, y otros cuatro o cinco que andaban sueltos, de diferentes bancos, se pusieron en crujía, teniendo por cabeza a un Alonso de Reina natural de Antequera, y con unas espadas que hubieron por medio de un francés, mozo de la cámara de en medio, forzado viejo y ladino en la lengua española, comenzaron a herir a la gente de cabo, apellidando ¡libertad, libertad! A este tiempo estaba Ruy Díaz echado en la bancaza de popa y con una espada desnuda corrió la crujía hasta encontrar con el dicho Alonso de Reina, el cual le dió dos estocadas: la una en los riñones y la otra sobre la tetilla izquierda y otra en una mano; y cayó luego en la crujía cerca del lugar del esquife y vivió toda aquella noche y otro día hasta las nueve; y mataron a un negro forzado que le servía, y a un soldado y a un artillero; e hirieron al capellán [y al] patrón, al maestredaja y al alguacil Real y a otros ocho o nueve; y echáronse a la mar el sotacómitre, [el] remolar y el dicho maestredaja y otros tres, y salieron a tierra sin que se ahogase ninguno, y con esto quedó rendida la dicha galera. Dicen que hasta que expiró Ruy Díaz, le decían muchas palabras ignominiosas porque estaban mal con él y de industria no consintieron que le acabasen de matar, por hacerle penas…– Toda aquella noche del levantamiento estuvieron sin moverse de aquel puesto, y otro día xxi de julio, por la mañana, dieron vuelta por la banda del Norte junto al Cabo de Cabrón; echaron a la mar al dicho Ruy Diaz encueros, y este mismo día eligieron por capitán general a Pedro de Vargas, hijo de Bartolomé de Leyba, forzado natural de Castro del Río, por tener entre ellos 454 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO opinión de hombre de buen entendimiento; particularmente aprobaron por bueno lo hecho los franceses, que serían veinticuatro o veinticinco, y éstos servían de marineros…– Otro día XXII de julio, navegaron la vuelta de Puerto de Plata, y traían ordenado de entrar en él, saquear el castillo y tomar la munición. El capitán Pedro Rengifo de Angulo, pareciéndole que la galera venía alzada, acudió al castillo; los de la galera no osaron entrar en aquel puerto y pasaron de largo a la Isabela y en ella saltaron a tierra sesenta hombres arcabuceros y piqueros y en una hacienda del dicho capitán Rengifo, mataron cuatro o cinco vacas, y echaron fuera de galera a la gente de cabo que quedó en ella sana y herida, y algunos forzados enfermos; forzaron a que quedasen en galera los pilotos y de su voluntad quedaron en ella el cómitre de la galera y el remolar de la galera Santiago, que es francés…– Aunque don Diego Osorio quiso volver luego en demanda de la dicha galera alzada, [pero], por la poca calor que halló en el dicho [pueblo de] Santiago, no lo hizo hasta que del Audiencia le enviaron provisiones para que le diesen la gente que él pidiese, y con esta orden volvió de siete leguas de Santo Domingo la vuelta de Bayajá, donde se entendió alcanzaría la dicha galera, debajo de la esperanza que se tenía que si el dicho don Diego llegase a donde se pudiese haber con personas de aquella galera, daría alguna traza para que se tornase a cobrar, porque mucha parte de la chusma estaba inclinada a no seguir esta rebelión… La gente que venía por tierra, llegó a Santo Domingo en postrero de julio.– Caminando el dicho don Diego Osorio para la dicha ciudad de Bayajá, tuvo nueva entre la Vega y Santiago que la galera llegó a la dicha ciudad [de Bayajá], y como no sabían los vecinos de ella el levantamiento, entendieron que Ruy Díaz iba en ella, y los de la galera enviaron a tierra el esquife con tapete y almohadas para que en él se embarcasen un Juez de rescates y otras personas, fingiendo que el dicho Ruy Díaz estaba malo, y creyendo el dicho Juez que aquello sería verdad, entró en galera acompañado de su escribano y otros dos vecinos, y luego los echaron en cadena; por otra parte saquearon la casa de dicho juez veinticuatro forzados, porque sabían tenía cuatro o cinco mil ducados en oro; fueron al castillo y echaron la artillería de la muralla abajo, y también saquearon la plata de la iglesia, aunque luego la volvieron por orden de Vargas…– Al fin, después de muchos conciertos frustrados, Osorio logró apoderarse de la galera, después de haberse pasado casi todos los forzados a los navíos en Gonaibes.– Pedro Martín, que dicen fué quien acabó de matar a Ruy Díaz, mató a 455 Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO Alonso de Reina. Al fin llegó un navío de Sant