Crónica del Congreso Nacional Indígena Mireya P. Ruiz Esparza y A. Gonzalo Dueñas López La XXI Reunión Plenaria Ampliada del Congreso Nacional Indígena de la región Centro Pacífico se realizó, el 5 y 6 de julio de 2008, en la comunidad wixárika de Wuat+a, en el poblado de Mesa del Tirador. La llegada a la comunidad se pensaba para el 4 de julio, día en el que se iban a hacer los registros, sin embargo, la mayoría de los participantes llegó a la comunidad en la madrugada o en la mañana del 5 de julio. Muchos se encontraron en Guadalajara, en el local de la Asociación Jalisciense de Apoyo a los Grupos Indígenas (AJAGI), quienes se encargaron del transporte a la sierra. La salida de Guadalajara estaba programada a las 9 de la mañana del 4 de julio, pero se fue retrasando ya que era importante esperar a todos los delegados indígenas de los diferentes lugares del país, que harían su arribo y avisaban que estaban en camino. El camino sería largo, se planeaba que sería de aproximadamente doce horas. A nuestra llegada, ya en la noche, autoridades de la comunidad nos recibieron y nos acomodaron. Por la mañana, se oían por altavoz mensajes de las autoridades a los wixaritaris de Mesa del Tirador, todos los mensajes eran en su idioma, pero algunas frases eran dichas en español, lo que nos daba de cierta manera un poco de información sobre lo que decían. Invitaban al pueblo a apoyar las actividades de organización de la reunión, a las mujeres las llamaban para organizar la comida y a los jóvenes para apoyar en el trabajo de instalación de lonas. La plenaria la tenían programada en la plaza, suponían que no habría lluvia, pero, desde la madrugada, se soltó un gran aguacero que generó cierta tensión en los wixaritaris, ya que la plaza no estaba techada. Durante las primeras horas del día, se movieron para tener lonas listas y colocarlas, pero finalmente no las pusieron. Uno de los compañeros del Distrito Federal de un medio alternativo comentó con asombro que se iban a aventar a hacer la plenaria sin lonas, varios de nosotros pensábamos que seguiría la lluvia. Pero no fue así, éstos son los aprendizajes ya incorporados de los indígenas, quienes pueden saber si va a seguir lloviendo o no. Alrededor de las 10:30 horas, el compañero Ubaldo Valdéz, wixárika de Mesa del Tirador, empezó a llamarnos para acercarnos a la plaza. Los compañeros de AJAGI, junto con las autoridades de la comunidad, se encargaron del registro. En la medida en que iban avanzando los trabajos, la lluvia y la neblina se iban disipando lo que nos dejaba ver un gran valle que rodea a la comunidad. Ubaldo Valdéz, en broma, dijo: “platiqué con el dios Tláloc y le dije que no la chinge, que nos dejara trabajar el día de hoy en el CNI y después en la plenaria final”, que también se realizaría en la plaza. Hablado o no con Tláloc la neblina se fue y durante el día el sol nos regaló mucho calor. Los llamados para que los wixaritaris de la comunidad estuvieran en la reunión no dejaron de escucharse, mientras tanto, mujeres iban llegando una a una con sus sillas y después de registrarse se sentaban a esperar que comenzara el evento. Un anciano al llegar saludó a todos los que estábamos ahí, con un saludo que nos dejaba sentir una cálida bienvenida. A la reunión llegaron, del estado de Jalisco, el pueblo Wixárika de Waut+a y Tutsipa, el pueblo Wixárika de Tapurie, el pueblo Nahua de Ayotitlán y el pueblo Nahua de Tuxpan del sur; del estado de Durango, estuvo el pueblo Wixárika de Uweni Muyewe; de Colima, el pueblo Nahua de la Yerbabuena; de Michoacán, el pueblo Purhépecha de Nurío, Uruapan, Arantepacua, Cherán y Nuevo Trecho; de Chiapas, los migrantes Zoques de Chapultenango; de Oaxaca, el pueblo Cuicateco de Cacalotepec, el pueblo Mixteco de Plan de Zaragoza, migrantes Triquis de San Juan Copala y el Consejo Indígena Popular de Oaxaca Ricardo Flores Magón (CIPO-RFM); de Sonora, la tribu Yaqui de Vícam y la tribu Yoreme; de Hidalgo, el pueblo Nahua de Tepeco; de Puebla, el pueblo Nahua de Huitziltepec; y del Distrito Federal, el pueblo Nahua de Santa Cruz Acalpixca, Xochimilco. En la mesa que coordinaba la reunión estuvieron compañeros de Mesa del Tirador, Waut+a Xtutspa, Tuapurie, Bancos de San Hipólito y Tuxpan del Sur de Jalisco, de Vícam, Sonora y de Nurío, Michoacán. Fue el profesor José Carrillo quien inició la plenaria explicando brevemente un poco de historia de la comunidad que nos acogió. “Este pueblo es muy joven, tiene apenas poco más de 30 años. Fue en febrero de 1972, cuando se puso la primera piedra. Un compañero wixaritari, a quien tenemos en el monumento que está al entrar a esta plaza, fue quien se trajo a 25 familias de la comunidad Tierras Blancas para fundar lo que hoy es Mesa del Tirador”. Él recordó que siempre tuvieron muchos problemas de tenencia de la tierra y, como buen pueblo wixárika, lucharon por defender su territorio. Hace pocos años, lograron recuperar 15 kilómetros de tierra, invadidos por ganaderos mestizos del poblado que está a dos kilómetros de la comunidad, Puente de Camotlán. La abogada Evangelina Robles dijo a Rebeldía que los mestizos “invadieron las tierras de manera violenta, matando gente, abusando de las mujeres, fue una cuestión de terror. La gente no podía sembrar, los mestizos aventaban su ganado para que se comieran todo, hubo incluso momentos de crisis alimentaria”. Enrique Gómez, delegado, y Narciso Carrillo, miembro del consejo de ancianos, ambos de Mesa del Tirador, dieron la bienvenida a los delegados al CNI, los observadores y medios. Juan Domingo Molina, miembro del CNI de Vícam, Sonora, saludó a la reunión, primero en lengua yaqui. Recordó que todos tienen el compromiso de sumar esfuerzos, sumar voluntades. Para los yaquis, “esos compromisos se establecieron en Vícam, Sonora, durante octubre del año pasado en el Primer Encuentro de Pueblos Indígenas de América. Ahora, como les decía, venimos a dar seguimiento de esos acuerdos que hicieron las tribus y pueblos indígenas en ese encuentro. Y presentar nuestro compromiso de trabajar conjuntamente con las naciones indígenas de México”. Antes de dar inicio a los trabajos en las mesas se leyeron dos misivas. Una la envió el representante legal del Consejo de Mayores de la comunidad Tiroma de Ayotitlán, Jalisco, comunidad que envió compañer@s a la reunión, y la otra, de l@s compañer@s del Colectivo Zapatista Utopía, de Morelia, Michoacán, quienes no pudieron asistir. Fueron cuatro los temas que estaban establecidos en la convocatoria para que fueran discutidos en esta reunión: 1. Impacto de las políticas gubernamentales en los pueblos indígenas. 2. El fortalecimiento de la autonomía indígena por la vía de los hechos. 3. La resistencia de la identidad indígena frente a la dominación de la cultura occidental. 4. El fortalecimiento del CNI. Los primeros tres temas fueron discutidos de manera simultánea en las cuatro mesas de trabajo que se establecieron el día 5 de julio. Los delegados que venían de una sola región o comunidad trataron de dividirse, cada una de las mesas tuvo además la presencia de pobladores de Mesa del Tirador. Por ese motivo, se requirió de traductores para estar traduciendo a l@s compañer@s todo lo que se estaba discutiendo. El último tema se trabajó en la plenaria final al siguiente día. Impacto de las políticas gubernamentales en los pueblos indígenas: despojo y división Un asunto importante destacó, en las mesas de trabajo, a la hora que los diferentes pueblos discutían este punto: El poder construye leyes para poder imponer sus políticas, pero también detiene leyes. Para los compañeros, la reforma al Artículo 27 Constitucional ha sido fundamental en la justificación del despojo a los pueblos originarios. Decía Salvador Campanur, compañero del estado de Michoacán: “esa reforma se hizo para que la tierra sea convertida en mercancía, eso fue el inicio de esta situación, y cada día que pasa, los diputados y senadores tienen una ley lista que irá en contra de nuestras comunidades. A la naturaleza la ven por el lado de la comercialización”. El gobierno no quiere reconocer que los pueblos son los dueños de la tierra y tampoco quiere entender que la tierra para los pueblos indígenas no es una mercancía y, por lo tanto, no se vende. Alfredo Osuna, representante del pueblo yoreme, dice siempre en tono poético que la propiedad privada es un invento legal. Crisólogo Calleja, indígena cuicateco, miembro del Consejo Indígena Popular de Oaxaca (CIPO) lo dice así: “Las grandes estructuras del gobierno nos engañan con los certificados sobre la tierra, lo que provoca que se pueda vender como mercancía. También pasa con el agua, la quieren privatizar. Nosotros tenemos el modo de vida comunal y nos damos cuenta que el planeta es igual que el cuerpo humano, tiene venas por todas partes, esto no lo alcanzamos a analizar antes, esto es una parte para reflexionar entre todos los pueblos del país y del mundo”. Alfredo Osuna utilizó una metáfora clara: “No puedes tapar un ojo de agua en un lugar del mundo sin pensar que no va a tener un efecto, es como tapar una vena en el cuerpo humano”. Para el capital, la naturaleza es una potencial mercancía, por eso impulsa leyes para privatizarla. Pensar en que a la naturaleza se le debe de cuidar, es algo que no podrá jamás pasar: el capital se mueve pensando en la ganancia. Y si ahora la naturaleza la da, entonces irá por ella y por los que por cientos de años la han cuidado y protegido: los indígenas. Así lo explica Emiliano Díaz: “El que dicta esa política no es el gobierno, sino las empresas, es el capitalismo, que lo que quieren es la riqueza y ésta se forma con la tierra, los árboles, el agua, el trabajo. Esos recursos son los que tienen los pueblos y entonces están haciendo leyes para quitarles esas riquezas a los pueblos. Todo eso es el territorio y los pueblos indígenas lo han defendido”. Ejemplos hubo muchos: Antonio Altamirano, de la comunidad en resistencia La Yerbabuena, comentó: “Donde yo vivo hay tres lagunas, el empresario extranjero las tiene privatizadas, sólo extranjeros entran, quienes tienen dólares. Toda la agricultura se ha ido abajo”. María de Jesús Patricio, nahua de Tuxpan, región sur de Jalisco, decía que en su región están “atentando en contra de nuestra tierra, rentándola para su explotación con productos ajenos: como el caso del aguacate que, en un plazo de 20 años, deja a la tierra pobre y ésta deja de ser productiva. Ésta es la estrategia que está haciendo el gobierno federal, estatal y municipal, para que las comunidades dejen sus tierras, y con esto provocar la división para luego poder venderla”. Los proyectos carreteros en la zona wixárika y, en Sonora, con el proyecto de la Escalera Naútica, fueron otros más. El rechazo a los Acuerdos de San Andrés es la otra cara de la moneda, dentro de esta “legalidad” que imponen los capitalistas. Al capital no le conviene reconocer a los pueblos indígenas como sujetos de derecho, es decir, como sujetos de su propia historia. Y el brazo político del capital, el gobierno y la clase política toda, hace lo que sea para crear las condiciones legales para eso. ¿Qué implicaciones tiene el no ser reconocidos como sujetos de derecho? Ya lo decían los wixaritaris con respecto a la carretera: no se les quiere reconocer a los pueblos el que puedan decidir colectivamente qué quieren que pase en su territorio. Son ellos y sólo ellos los que pueden definirlo. El pueblo wixárika, celoso de defender su forma de tomar decisiones, ha logrado evitar que gente externa decida por ellos y la asamblea ha logrado también evitar divisiones. Eso no pasa en la mayoría de los pueblos. Varios compañeros comentaron que un impacto fuerte de las políticas gubernamentales ha sido la división, ésa es la implicación más fuerte al no ser reconocidos. Los partidos políticos y las instituciones gubernamentales se meten constantemente en los territorios indígenas a promover a sus candidatos y sus proyectos, y con esto crean división. Claramente lo dijo Salvador Campanur: “Los partidos políticos, cuando llegan a nuestras comunidades, llegan partidos y también nos parten a nosotros, se van y nos dejan divididos. Al promover a sus candidatos nos dividen, al aplicar sus proyectos productivos nos dividen”. El fortalecimiento de la autonomía indígena por la vía de los hechos “La clave para contrarrestar la influencia negativa de los programas de gobierno está en nuestra autonomía”, dijo Fernando Jiménez. Los compañeros coincidieron que la autonomía implica que un pueblo tome decisiones sobre su comunidad, sus tierras y sus recursos. Para el ejercicio de la autonomía, los Acuerdos de San Andrés han fungido como “ley suprema”, comentó Salvador Campanur, quien hizo un recuento histórico del CNI en el que situó la importancia de este punto. Ya que una de las tareas del CNI es ésa: trabajar e impulsar la autonomía de los pueblos. “No hay de otra más que agarrar los problemas y resolverlos nosotros mismos dentro de la misma comunidad”. L@s compañer@s expusieron varias experiencias, en las que se ejerce la autonomía por la vía de los hechos: La resistencia a los proyectos carreteros y, en este marco, la lucha por la defensa del territorio fue referido por los wixaritari, de Jalisco, y por los yaquis, de Sonora. Ambos proyectos carreteros están engranados en proyectos de infraestructura nacionales, y ambos han sido parados (por lo menos dentro de su territorio) como resultado de la resistencia colectiva. En este mismo sentido, está la resistencia del ejido de Ayotitlán contra la minera Peña Colorada. Una de las características fundamentales de la autonomía es la toma de decisiones. En ese sentido, las asambleas wixárikas son un ejemplo. “Las asambleas generales son nuestra organización”, decía el wixaritari Víctor M. Robles. La autonomía en los hechos se ha llevado a cabo a través de este órgano de decisión. La defensa del territorio se ha empujado desde ahí. Decía el mismo compañero: “Nosotros nos tenemos que organizar como pueblo para hacer las cosas como nosotros queramos, eso es hacer autonomía en los hechos, sirve para seguir vivos, para que no nos quiten lo que conservamos desde hace tiempo”. Ya hay muchos lugares que se han vuelto autónomos, como Zirahuén, en Michoacán, y Bancos de San Hipólito. “En el caso de Bancos, siempre los caciques nos han amenazado, nos robaban el ganado. Por eso decidimos nombrar nuestras propias autoridades, para gobernarnos nosotros solos y, de esta manera, recuperar nuestro territorio, porque siempre hemos sido parte de Tateikie y no de San Lucas de Jalpa”, comentaba otro compañero wixaritari. La autonomía se presentó en sus variados caminos. Dos ejemplos más fueron, por un lado, el de los compañeros del Colectivo Xochimilco Zapatista, del Distrito Federal, quienes trabajan las trajineras colectivamente y siembran hortalizas y vegetales para no depender de los supermercados. Y, por otro, la autonomía educativa de l@s compañer@s nahuas de la mixteca poblana, quienes han fundado una escuela autónoma. Quien estudia ahí, lo hace sólo por el gusto de acrecentar su conocimiento, ya que no hay papeles de por medio dentro de la enseñanza. En sus aulas, lo que se quiere es entender la realidad. Y, por lo tanto, la escuela se organiza tomando en cuenta la realidad de los alumnos, que son quienes deciden qué días y a qué hora van a estudiar. En el terreno que alberga a la Escuela Autónoma Emiliano Zapata hay un letrero que dice: “Bienvenidos a territorio en rebeldía, Caracol que canta al universo”. La resistencia de la identidad indígena frente a la dominación de la cultura occidental En las cuatro mesas de trabajo, los compañeros coincidieron en que la identidad indígena es constantemente atacada por el gobierno a través de sus instituciones, así como por la religión y la educación. Varios pueblos indígenas han resistido a esta política, que tiene como finalidad la destrucción de la diversidad. Comentaba Alfredo Osuna, indígena yoreme, de Sonora: “La conquista se regocija en el crimen”. Es cierto, la conquista identitaria quiere poner fin a las diversas culturas que pueblan nuestro país. Un ejemplo claro de la resistencia identitaria en el ámbito religioso es el de los pueblos wixárikas, quienes han seguido, como decía Ubaldo Valdéz, manteniendo sus creencias religiosas que, aunque tienen elementos cristianos, siguen floreciendo con sus propios elementos. Ahí están todos los lugares sagrados donde rinden pleitesía, por los que tienen que pasar rumbo a Wirikuta. De la misma manera lo viven los nahuas de la mixteca poblana. Ellos explicaron detalladamente la estrategia que usaron los sabios aztecas para esconder, en la imagen de la virgen de Guadalupe, los símbolos religiosos de su cultura. Explicaron que, ahora, su manera de resistir a la cultura occidental y reconocer su propia cultura es a través de lo que llaman “guadalupanismo”, que no es precisamente una religión, es una forma de reconocer y vivir espiritualmente los saberes nahuas. En la plenaria final, los compañeros de Huitziltepec hicieron entrega al representante del pueblo wixárika de una pintura con la virgen de Guadalupe. La otra gran resistencia identitaria se da en lo cotidiano. Comenta Don Juan Chávez, indígena purhépecha, que “la transmisión de saberes de los abuelos se da en la práctica, en el campo, no en cuatro paredes”. Distingue que una cosa es que se ponga al niño a trabajar como quieren hacer creer, pero otra es el que se enseñe a los niños a sembrar y cosechar. “La memoria de la cultura viva es que el sujeto se asuma y reconozca como tal”. En la vida diaria es donde l@s adult@s tienen que transmitir a sus niñ@s su ser indígena, sus valores importantes como el de la colectividad; sus formas de ejercer la autonomía; sus formas de tomar decisiones; sus formas de sembrar y cuidar la semilla criolla; sus conocimientos ancestrales, como por ejemplo en la medicina tradicional; su lengua; sus fiestas, vestido y danzas; es decir, su cosmovisión. Y como dijo el compañero Rufino Valdéz, wixaritari de Mesa del Tirador: “La responsabilidad es de nosotros, como padres, con nuestros hijos para fomentarles la cultura tradicional. Porque no se las trasmitimos, no los hemos acostumbrado a recrear sus propias costumbres. Creo que es penoso que los dejemos con la rienda suelta. Aquí ha pasado que los abuelos están platicando con la lumbre, que es nuestro cantador, y los jóvenes jugando por allá en el fútbol. Los dejamos que no acudan más a las misas y que se vistan como mestizos. Así estamos perdiendo nuestra cultura, sólo en las enfermedades se acuerdan de su identidad, cuando van a curarse con los ancianos. Debemos de platicar como indígenas y no olvidar nuestra raíz”. Algo claro es, como dice Fernando Jiménez, “que no hay autonomía si no hay respeto a la identidad indígena. Cuando no se respetan los usos y costumbres, la identidad, la esencia como indígenas, no va a poder existir la autonomía”. Y, al mismo tiempo, la resistencia por la supervivencia de las culturas indígenas pasa por la defensa de la tierra y la conservación de sus territorios. El fortalecimiento del CNI El CNI es un espacio muy importante para tod@s l@s compañer@s. Un espacio de expresión y de análisis donde se respeta la palabra de tod@s. Un espacio en donde se comparten sus problemas y sus luchas y, a través de ese diálogo, se saben acompañados. Un espacio donde, además, deciden colectivamente cómo fortalecer sus luchas, juntándolas, porque saben también que solos y cada quien por su lado no van a poder resistirse al capital. Un espacio donde practican su ser sujetos de derecho, por la vía de los hechos. Un espacio autónomo que ratifica su adhesión a la Sexta Declaración, porque ellos también caminan abajo y a la izquierda. Un espacio que está dispuesto a luchar cada quien en su lugar pero con una voz colectiva por la defensa de su territorio y su herencia ancestral. Su manifiesto final reúne la discusión que dieron en las diferentes mesas de trabajo. Dejan claro que el mal gobierno viola sus derechos, ya que responde a intereses de grandes consorcios capitalistas. Sus políticas “tienen como finalidad despojar nuestras tierras y territorios, robar y destruir nuestra cultura y provocar la migración y explotación despiadadas de nuestras comunidades”. Afirman que las iniciativas legales que se están impulsando buscan “la destrucción de nuestra madre tierra a través del despojo de nuestros territorios y cultura, y la privatización de las costas, las aguas, el viento, la lluvia, las plantas, los animales, los minerales y los energéticos que constitucionalmente corresponden a la propiedad de la Nación mexicana”. Consideran que el capitalismo ha producido a la madre tierra un daño muy grande y se comprometen a luchar por detener la muerte que este sistema siembra. “Nuestros pueblos, tribus y naciones sueñan, proponen y construyen un mundo distinto, sobre las bases del respeto y la protección de la madre tierra y la continuidad de la vida, la preservación de nuestra identidad y el fortalecimiento de nuestra organización comunal, opuesta a la organización capitalista de la sociedad que mercantiliza la vida”. Se manifiestan solidarios con las distintas luchas que los pueblos originarios están dando. Entre otras, hablan de la lucha de la comunidad wixárika de Waut+a (San Sebastián Teponahuaxtlán) en la recuperación de su territorio con relación a las invasiones que sufre actualmente por parte del ejido Puente de Camotlán. La lucha de la comunidad de Waut+a en contra de la fuerte contaminación del Río Camotlán que atraviesa su territorio, impunemente provocada por el vertedero de desechos que realizan habitantes de Puente de Camotlán, con la complicidad de la Comisión Nacional del Agua. Exigen el reconocimiento de la totalidad del territorio ancestral wixárika y el reconocimiento legal de las tierras comunales de la comunidad autónoma wixárika de Bancos de San Hipólito, Durango, mismas que fueron ilegalmente tituladas a favor de la comunidad mestiza de San Lucas de Jalpa. Exigen también el respeto irrestricto a la determinación de la comunidad wixárika de Tuapurie de cancelar el proyecto carretero Amatitlán-Huejuquilla El Alto. Condenan las provocaciones y amenazas en contra de la comunidad zapatista de La Garrucha y la reserva comunitaria zapatista “El Huitepec”, en Chiapas, por parte del gobierno de Felipe Calderón, el gobierno estatal de Juan Sabines y los gobiernos municipales involucrados, a quienes responsabilizan de cualquier agresión. Anuncian que estarán alertas y pendientes frente a cualquier agresión en contra de las comunidades zapatistas y llaman a los pueblos de México y del mundo para que estén listos a manifestar su apoyo y solidaridad con los zapatistas. Por último, se informa que la próxima reunión de esta región del CNI será el 20 y 21 de septiembre de este mismo año, en el estado de Oaxaca. Asimismo, los compañeros del norte del país informaron que realizarán una asamblea de la región noroeste, en Vícam, el 16 y 17 de agosto de 2008. ¡Nunca más un México sin nosotros!