El siglo XVIII

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El siglo XVIII
Presentación del tema
Esquema de contenidos
1.
2.
3.
4.
La Ilustración.
El Neoclasicismo.
El siglo XVIII en España.
El marco histórico y cultural.
4.1. La sociedad.
4.2. Las academias y sociedades económicas.
4.3. La formación del escritor.
En el tema se ofrece una visión panorámica del siglo XVIII. Se comienza definiendo los conceptos de Ilustración y Neoclasicismo, y valorando la aclimatación de
las nuevas ideas a la realidad española, que coincide con
la implantación de la nueva dinastía de los Borbones, de
origen francés, y que no dejó de plantear conflictos entre
tradición y modernización. Se analiza, finalmente, el contexto social y cultural de la España del XVIII, con especial
atención a instituciones como las academias y las sociedades económicas y al sistema de enseñanza de la época.
Recursos metodológicos
●
ilustrado y en materia religiosa propuso una religión
natural sin dogmas ni ceremonias.
Como se sabe, Francia fue la cuna de la Ilustración, y la literatura francesa del momento, una literatura fundamentalmente de ideas, ejerció una gran influencia sobre el
resto de los países europeos. Conviene que los alumnos
conozcan a los escritores franceses más representativos e
influyentes de la Ilustración, que son los siguientes:
– Jean-Jacques Rousseau (1712-1778). Es autor de una
novela epistolar, Julia o La nueva Eloísa (1761), obra
de un acentuado lirismo y exaltación de la naturaleza,
y de obras como El contrato social (1762), tratado
político sobre los derechos del hombre y del ciudadano, y Emilio o De la educación (1762), en la que aparece una teoría sobre la educación que defiende la
bondad del hombre, corrompido después por la sociedad: “todo es perfecto al salir de las manos del Creador y todo degenera en manos de los hombres”. A pesar de haber colaborado con los enciclopedistas,
Rousseau resaltó la importancia del sentimiento frente
a la razón y defendió la presencia del yo individual en
la obra de arte, por lo que puede ser considerado como
un claro precedente de los postulados románticos.
– Charles-Louis de Secondat, barón de Montesquieu
(1689-1755). Es autor de las famosas Cartas persas
(1721), sátira política en la que se critican las costumbres, creencias e instituciones francesas. La estructura epistolar de la obra y su propósito satírico sirvieron
de modelo a Cadalso en sus Cartas marruecas. En el
Espíritu de las leyes (1748), Montesquieu teoriza sobre los principios que deben regir la organización de
los estados, entre los que destaca su célebre teoría,
mundialmente aceptada en la actualidad, de la división
de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial).
– François Marie Arouet, Voltaire (1694-1778). Su primera obra es Cartas inglesas (1734), en la que ya aparece el espíritu corrosivo del autor en una crítica al
régimen político francés desde su exilio en Gran Bretaña. Sus dos obras más destacadas son la novela corta
Cándido o el optimista (1759) y el Diccionario filosófico (1764). El espíritu crítico de Voltaire se manifestó
sobre todo en sus ataques al régimen político, según él
fuente de abusos e injusticias, y a la religión, fuente de
fanatismo. Destacado colaborador de la Enciclopedia,
en política fue un ferviente defensor del Despotismo
●
El texto del documento 1, de Elena Catena (“Características generales del siglo XVIII”, en Historia de la literatura española. III. Siglos XVIII/XIX, Taurus), puede dar a los alumnos una idea bastante acertada de la
actitud del escritor durante la Ilustración, actitud que
determinará en gran medida la producción literaria del
período.
●
El texto del documento 2, de misma autora (op. cit.),
permitirá a los alumnos conocer el difícil panorama
social con el que tuvieron que enfrentarse los ilustrados españoles en su empeño por reformar el país.
Otras actividades
●
Como actividad relacionada con el Departamento de Ciencias sociales, puede pedirse a los alumnos que realicen un
pequeño trabajo de investigación sobre las manifestaciones
del arte neoclásico español en arquitectura y en pintura.
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En relación con uno de los acontecimientos culturales
más significativos del siglo XVIII, la fundación de la
Real Academia Española y la elaboración del Diccionario de Autoridades, puede pedirse a los alumnos
que, tras informarse en alguna biblioteca, expliquen
por escrito y con algunos ejemplos las características
de ese primer diccionario elaborado por la Academia.
Textos y documentos
documento 1
Con raras excepciones, los escritores se propusieron como una tarea primordial de su quehacer literario la difusión y divulgación de una nueva ideología: la Ilustración.
Este designio llevaba implícito el descrédito del Antiguo
Régimen –feudal y señorial– y la apertura a nuevas formas de pensamiento en sus diversas modalidades, religiosa, política, científica y literaria. Hacer coherente este
cúmulo de incitaciones, aclarar y divulgar la nueva cosmovisión que comportaban fue, sin duda, la misión básica
de los intelectuales a lo largo de todo el siglo XVIII español. Por ello, el público –lector o espectador– cobró un
valor nuevo a los ojos de los autores; no se trataba, como
había sido común en el pasado, de tenerlo como admirador o temerlo como adversario; ahora se quería establecer una comunicación activa, con el fin de forzarle a que
sustituyese sus convicciones ideológicas tradicionales por
otras diferentes, y algunas diametralmente opuestas, a
aquellas que habían sido la razón de ser y existir de los
españoles durante dos siglos.
Con todos los distingos y excepciones que provoca siempre una regla general, se puede afirmar que, por primera
vez en la historia española, la inmensa mayoría de los
hombres de letras se sintieron hombres políticos, y la política impregnó cuanto salió de sus plumas. Y como la
política fue para ellos “el gobierno de la república que
trata y ordena las cosas que tocan a la policía, conservación y buena conducta de los hombres” –según la dieciochesca definición suministrada por el Diccionario de Autoridades, en 1737–, en sus obras destacará una actitud
moralizante, pedagógica y reformista.
El movimiento ilustrado español, aun teniendo por base
temas y motivos importados de Francia e Inglaterra, no
careció de acentos e interpretaciones propias. Su más
evidente característica fue la moderación con que difundieron la ideología del Siglo de las Luces. La censura les
obligó a ser cautos, pero también la sociedad: nuestros
ilustrados sabían que muchos de los supuestos ideológicos que se iban extendiendo por Europa no serían
fácilmente tolerados por el cuerpo social de la nación
española. De ahí el tono moderado y posibilista de sus
escritos [...]
Lo que sí puede asegurarse es que los hombres que protagonizaron un movimiento cultural que se inicia en España hacia 1680 y da fin en 1808 [...] fueron individuos
llenos de un apasionado deseo de inaugurar una época
que rompiera amarras con el pasado, glorioso sí, pero ya
caduco e inoperante. Para llevar a cabo el empeño tomaron como guía la razón y nuevos métodos de trabajo basados en la observación, la investigación y la experimentación.
ELENA CATENA
documento 2
Los españoles vivían casi exclusivamente de la agricultura, pero como ésta era precaria, a causa de la limitada
extensión de las tierras cultivadas, la pobreza del país
era desoladora [...]
La pobreza de las villas y pueblos empujará a las ciudades a cientos de españoles, sobre todo, como es lógico,
aquellos sin medios para sustentarse. Así, el número de
mendigos y vagos será increíblemente alto, en 200.000 lo
estiman algunos historiadores contemporáneos. Pero éstos no eran más que una parte de la población inactiva:
la nobleza tampoco trabajaba ni producía; los individuos
pertenecientes al clero habían crecido tanto que su totalidad alcanzaba la cifra de unos 250.000, y aunque de sus
filas saldrán abnegados religiosos que atendían los hospitales, las casas de beneficencia, los asilos y casi toda la
enseñanza que estaba en sus manos (colegios y universidades) y el clero regular se ocupara de sus funciones propias (párrocos), no obstante, cientos de frailes y monjes
vivían a la sombra de los conventos, acogidos a ellos como un medio de escapar de la miseria [...]
El culto al trabajo fue estimulado desde el propio gobierno: se promulgó un nuevo calendario laboral en el
que se reducían los días festivos y se declaró a la mujer
hábil para todos los trabajos fabriles [...] Por cédula de
18 de marzo de 1783 fue declarada “preocupación funesta y absurda la que inspiró las leyes que habían calificado de bajos, viles y hasta infamantes ciertos oficios”
(curtidor, herrero, sastre, zapatero, carpintero y otros
más).
ELENA CATENA
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