La Poda y su Influencia

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La Poda y su Influencia
en la Calidad y Precio de la Madera
Enrique Trujillo Navarrete
IF MSc. El semillero
En una significativa mayoría de proyectos, tanto privados como estatales, erróneamente se
ha visto y tratado la plantación de árboles como una actividad simple, en el sentido de que
luego del establecimiento, los responsables de la actividad emprenden muy pocas acciones
de manejo y sólo esperan un tiempo para cosechar la madera y recuperar la inversión;
óptica que ha llevado, tristemente, al fracasado de múltiples inversiones de reforestación.
L
a misma consecuencia ha tenido el hecho
de que no se planifiquen las inversiones
propias del flujo de caja durante la vida de la
plantación, ó que cuando se requieren acciones de manejo que garanticen la calidad de la
madera, estas no se ejecuten por falta de recursos, lo que invariablemente afecta no sólo
la calidad sino hasta la permanencia misma de
la plantación; en estos sentidos es desconocido
que los proyectos de reforestación deben tener
seguridad –antes del establecimiento– de las
inversiones a lo largo de la vida del proyecto.
También ocurre que las inversiones para el manejo, las determina un proceso administrativo
que asigna recursos sujeto a sus propios condicionamientos y no a los condicionamientos y
requerimientos técnicos de la plantación, o que
no emprende actividades en el momento que
se requieren para evitar daños en la estructura
de la plantación o la calidad de la madera.
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Con el panorama descrito, puede pensarse que esta nota es de tipo elemental y tal vez no aplique a las grandes
empresas reforestadoras o a pequeños grupos de reforestadores experimentados; sin embargo, hace énfasis
en una de las prácticas básicas pero
determinantes en el óptimo desarrollo de las plantaciones, una acción de
manejo que influye decididamente en
el valor de la madera y por tanto en la
rentabilidad del proyecto: las podas.
“La gente se preocupa más
por limpiar abajo, cuando lo
realmente importante es limpiar arriba” Frase de Stefan Tschampel, reforestador comprador de madera de Melina para
exportar a Alemania, y quien
enfatiza la significativa importancia de la poda, e indica la
dificultad de encontrar madera
bien manejada – sin nudos– lo
cual no solo tiene implicaciones en el costo, sino también
en la viabilidad económica del
proyecto de reforestación.
La Poda en el
Mantenimiento General
de la Plantación
Para obtener madera de calidad,
además de la genética empleada y
la adecuada selección del sitio y la
especie, la plantación requiere de
actividades de sostenimiento y protección que garanticen su buen desarrollo, como las limpias, la fertilización, manejo integrado de plagas y
enfermedades, entresacas y control
de incendios, entre otros aspectos (1).
Aunque cada una de estas labores da
para una ampliación detallada, el presente texto se concentrará en la poda,
práctica que incide directamente en
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Poda en
plantaciones
de Pinus
caribaea.
la calidad de la plantación y que consiste, principalmente, en cortar las
ramas de los árboles para obtener
madera limpia; es decir, libre de nudos y por ende, un producto de mejor
calidad.
De acuerdo con Fernando Berrio
(2009), la poda mejora las propiedades físicas de la madera por la reducción de cantidad y tamaño de nudos;
aporta materia orgánica al suelo por
la adición de los nutrientes que le es
propia, principalmente nitrógeno;
mejora el acceso a plantaciones jóvenes, y además, reduce el riesgo de
incendios. Los siguientes son algunos
parámetros y consideraciones para
efectuarla correctamente:
• Realización de la primera poda
A mayor tamaño de las ramas, mayor dificultad existe para eliminarlas,
pero también se amplía el área expuesta después de la poda y por lo
tanto, aumenta el tiempo de cicatrización, periodo que demora el árbol
en sanar la herida ocasionada por la
poda.
En términos generales, se recomienda la poda cuando los árboles alcanzan tres metros de altura,
aunque excepcionalmente, algunas especies como por ejemplo
Acacia mangium en la Orinoquía,
necesitan una poda de formación a pocos meses después de su
establecimiento.
El procedimiento se realiza sólo
hasta la mitad de la altura para
favorecer el crecimiento del árbol, pues de eliminarse más de
las hojas debidas, éste se reduce
también, pues la función de las
hojas es optimizar la fotosíntesis y
aprovechar los rayos solares, el aire,
el agua y los nutrimentos del suelo
Escaleras para
poda, nótese
el tipo de
tijeras.
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en la elaboración de productos
necesarios para su desarrollo. En
realidad, en los proyectos con
especies vegetales lo que se cosecha
es luz a través de las hojas y sin ellas,
no hay buen crecimiento.
• Método de corte de las ramas
Las ramas deben cortarse a ras del
fuste, sin dañar la corteza del árbol,
aplicando cicatrizante para evitar que
el árbol se haga susceptible a ataques
de organismos que puedan pudrir la
madera. Aunque lo ideal es podar
con tijera, también puede realizarse
con serrucho o sierras de arco; incluso, es posible hacer una poda bien
hecha con un machete bien afilado.
a. Con serrucho: es posible realizarla
en ramas de hasta 5.0 cm. de diámetro; cuidando de sujetar bien
las ramas para que la corteza no se
raje, cuando caigan.
b. Con machete: debe realizarse siempre en dos cortes: el primero de
abajo hacia arriba (este previene la
rajadura de la corteza cuando cae la
rama), y el segundo, de arriba hacia
abajo para dejar un corte liso y a ras
del fuste.
c. Tijeras podadoras: son tijeras largas,
de manejo con las dos manos que
hacen el corte en una sola operación, normalmente con este sistema
no se producen desgarramientos.
• Poda de ramas gruesas
Para eliminar ramas grandes, lo correcto es efectuar tres cortes a fin
de evitar que se dañe la corteza del
árbol: primero se elimina la parte
más pesada –aproximadamente a
20.0 cm. del fuste (con dos cortes)–
y luego se efectúa un tercer corte
cerca del fuste. No siempre conviene cortar las ramas al ras del fuste
pues en las podas de ramas medianas y grandes, el tamaño de la herida puede provocar una afectación
sanitaria del árbol y por tanto es
importante reducir el tamaño de
la herida dejando la rama cortada
ligeramente por encima del fuste.
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• Primera poda de los árboles
Es recomendable efectuar la primera poda en la época seca dado que
la temporada ofrece como ventajas, un rápido secado de los cortes,
riesgo bajo de enfermedades y cicatrización rápida de los cortes.
Vale anotar que no es necesario podar todos los árboles en la primera
poda; aquellos de mala forma, con
plagas o enfermedades y de pobre
crecimiento deben ser los primeros
en ser extraídos en el primer raleo;
sin embargo, si es muy útil podar la
mayoría de los árboles para facilitar
el movimiento dentro de la plantación y evitar la competencia entre
árboles podados, práctica que debe
adelantarse al menos hasta el año
seis (6), dependiendo de la especie.
Para la Teca por ejemplo, se recomiendan dos o tres podas en el segundo año y hasta el 50 por ciento
de la altura del árbol; otras dos podas en el tercer año luego las podas
que requiera para su desarrollo. A
la hora de efectuarse la tarea, se
recomiendan las sierras de mano
hasta la altura a la que llegue el
operario y de ahí en adelante, con
elementos de extensión.
Esta práctica, que recibe el nombre
de ‘deschuponado’ o ‘deshije’ y no
es propiamente una poda, se aplica para impedir que los rebrotes se
desarrollen; su presencia afecta la
calidad del árbol, pues presentará
malformaciones en el tronco y poco
desarrollo. El deschuponado tiene
la ventaja de que los árboles están
bien arraigados y firmes al suelo y
los brotes son fáciles de cortar.
De otro lado está la cicatrización de
la poda, que se puede apoyar con
mezclas de oxicloruro de cobre; de
hecho, algunas compañías reforestadoras utilizan, por ejemplo, fórmulas de 200 gramos de oxicloruro
diluido en 10 litros de agua y 10
litros de pintura de vinilo, aplicado
con brocha; o cal viva, 2.0 kilogramos mezclados con 1.0 kilogramo
de oxicloruro de cobre diluidos en
15 litros de agua.
En términos generales, la falta de
poda o las podas mal hechas, además de producir los defectos ya
mencionados y que se observan
Los rendimientos de la poda dependen de la experiencia de los operarios; en plantaciones jóvenes una
persona puede podar un promedio
de 400 árboles/día siempre que la
altura de los individuos no sobrepase los 2.50 m., una altura mayor
–de 5.0 a 6.0 metros y trabajando
con elementos de extensión–, puede arrojar un rendimiento medio
de 250 árboles/día.
También es importante eliminar
los rebrotes no deseados, que pueden aparecer en las bases de los
tallos recién establecidos luego de
efectuadas las podas, trabajo que
reporta un mayor rendimiento, en
promedio de 800 árboles por jornal,
y que debe adelantarse considerando el estado del tiempo, pues no se
recomienda efectuarla en verano e
invierno, plenos.
Ejemplo de la forma como no
se deben hacer las podas.
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externamente en el fuste del árbol –madera afectada por
nudos indeseables–, también forman defectos internos
no observables sin cortar la madera, y sus consecuencias
son negativas en términos de la aceptabilidad del recurso
y por tanto en la reducción del valor comercial del producto. (Ver ejemplos gráficos: Aspecto interno de nudos
imperceptibles externamente)
Fernando Berrio, (2009), indica que “…de acuerdo con la
opinión de varios autores, las plantaciones responden a
las labores silviculturales de poda con una disminución
en el crecimiento en altura, diámetro, área basal y volumen. En términos generales, se recomienda una poda
que no supere el 50 por ciento de remoción de copa viva
y, si es posible, no más del 45 por ciento si la plantación
cumple con las exigencias en altura y diámetro...”
El mismo autor indica que en un ensayo de intensidades
de poda que se realizó en Pinus patula en Anserma (1) –en
los bosques que fueron de la Compañía Nacional de Reforestación S.A.– los resultados fueron concluyentes y contundentes sobre los efectos de la intensidad de la poda.
Se constató que la remoción de copa viva deprime el crecimiento de las plantaciones y, proporcionalmente, la intensidad del tratamiento; apreciaciones que tuvieron su base
en que el crecimiento se fundamenta en la fotosíntesis y
que al quitar superficie foliar, es natural que el crecimiento
disminuya.
Vale anotar que algunos usos o productos finales de la madera no requieren poda en el manejo de la plantación, tal es
el caso de la producción de “chips”, leña u otros usos en los
que los que la presencia de nudos no es relevante.
Reflexión Final
El protocolo de poda, como en todas las acciones de manejo de plantaciones forestales, no se puede generalizar;
en algunos casos, el crecimiento exuberante de algunas
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especies como la Acacia mangium en la Orinoquia, por
ejemplo, exige la realización de podas tempranas, y aunque la pérdida de área foliar disminuye el crecimiento,
este compensa con la rapidez de su crecimiento y con la
ventaja de una mejora en la calidad de su madera desde
un principio.
Cabe resaltar que por la tendencia que tiene esta especie
en dicha zona, a generar varias ramas, justifica incluso podas en el primer año de vida. Otras especies como algunos eucaliptus, tienen poda natural, es decir sus ramas se
caen solas, por lo cual no se requieren podas.
Para algunos entendidos en el tema, una opción en plantación es aumentar la densidad de siembra dado que en
este caso, debido a la competencia por la luz, los individuos
requieren menos podas y logran mejores dimensiones en
forma y altura. La propuesta es merecedora de un análisis
económico por el impacto que representa una mayor cantidad de árboles por hectárea –algunos señalan que una densidad de plantación por ejemplo de 1.600 árboles por ha,
es ventajosa– frente a los beneficios en cuanto a la forma,
menor cantidad de podas y limpias que se realizarían en la
plantación.
Gomósis en
Pino inducida
por una poda
mal orientada.
El tema de la poda está ampliamente documentado en la
literatura internacional; en Colombia se puede afirmar que
es escasa su investigación.
Cita
1) Para obtener madera de calidad, la plantación requiere de actividades
de sostenimiento y protección que garanticen su adecuado desarrollo,
entre ellas están, el raleo, para liberar las especies de maleza y pasto;
la fertilización, la cual varía con cada suelo y especie y exige un análisis del suelo para dosificar correctamente la adición de nutrientes o
correctivos; el ‘riego’, que se aplica en casos excepcionales cuando las
condiciones climáticas lo exigen, como en verano, caso en que debe
efectuarse, normalmente, cada tres ó cuatro días, con suministros de
6.0 a 8.0 litros por árbol y con carro tanque; las limpias, que deben
efectuarse en las plantaciones, sin falta, durante los primeros dos años
para asegurar su correcto establecimiento y crecimiento inicial. Igual
circunstancia ocurre con las actividades fitosanitarias que, normalmente, tienen un énfasis en el concepto de la prevención, con la aplicación
del ‘Manejo integrado de plagas y enfermedades’ (MIP), que incluye la
realización de aclareos o entresacas y control de incendios.
2) ‘Aplicación de diferentes intensidades de poda en una plantación de Pinus
patula ubicada en la finca “La Germania” del Proyecto Anserma’.
Bibliografía
•
Berrío, F., Vélez, G. 1985. ‘Aplicación de diferentes intensidades de poda
en una plantación de Pinus patula ubicada en la finca “La Germania” del
Proyecto Anserma’. Compañía Nacional de Reforestación, Departamento Forestal. 27 pág. Armenia.
•
Berrio, F. 2009 Medellín, Escrito sin publicar PDF.
•
Trujillo, E. 2007. Guía de Reforestación. Bogotá. 280 p.
Fuente y Fotografía
•
Enrique Trujillo N. IF MSc El semillero SAS. [email protected]
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