EL CATALOGO DE MONTES DE UTILIDAD PUBLICA DE LA

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EL CATALOGO DE MONTES DE UTILIDAD PUBLICA DE
LA PROVINCIA DE GUADALAJARA. ORÍGENES y EVOLUCIÓN.
ANTONIO MORCILLO SAN JUAN
SERVICIO DE MEDIO AMBIENTE NATURAL. DELEGACION PROVINCIAL DE AGRICULTURA y MEDIO
AMBIENTE. AVDA. DELEJERCITO~ 10. c.P. 19004. GUADALAJARA(EsPAÑA).
RESUMEN
En esta comunicación se aportan los elementos básicos para el análisis de la evolución del
Catálogo de Montes de Utilidad Pública de la provincia de Guadalajara. Previamente se realiza
una breve síntesis de la influencia que la desamortización de Madoz tuvo sobre la riqueza
forestal nacional. Fue sin duda la introducción del concepto de "utilidad pública" lo que provocó
la consolidación del Catálogo y, por tanto, de la tutela de la Administración del ramo sobre una
parte importante del patrimonio público forestal español.
P.C : Política Forestal, Historia Forestal, Catálogo de Montes, Guadalajara.
SUMMARY
It's analized the main elements for the knowlegdment of the Public Utility Forest Catalogue in
Guadalajara (Spain). It's too resumed the influence of the Mendizabal's laws over the forest
space in Spain. The "public utility" concept was outstanding for the Catalogue consolidation and
for the protection by the Public Administration over a very important part of the spanish forest
public patrimony.
K.W: Forest Policy, Forest History, Forest Catalogue, Guadalajara
INTRODUCCION
Es estimulante comprobar como en los últimos años se han publicado distintos trabajos
relativos a la historia y la política de los montes españoles, incluso relativos a la historia (sin
duda paralela a la del espacio forestal) de los técnicos del ramo: los ingenieros de montes. Los
importantes y magníficos trabajos de Gómez Mendoza (1992), Cruz Aguilar (1994), Montiel
(1995), Casals (1996), Mangas (varios años), etc, son solo algunos ejemplos de lo dicho.
No obstante, se echa de menos la labor literaria de los propios ingenieros. En efecto, salvo
excepciones, los funcionarios que durante décadas han ejercido su labor profesional en la
Administración Forestal, han sido reacios a plasmar por escrito sus conocimientos e impresiones
sobre la evolución de la propia Administración, las distintas políticas aplicadas a los montes o
cualquier otro aspecto de interés para la Historia Forestal española.
Así, son los geógrafos y juristas los que se llevan la palma en lo que aportaciones
bibliográficas se refiere, si bien no son pocos los ingenieros que ostentan, además de su propia
especialización forestal, una sólida formación tanto en Geografía como en Derecho
Administrati vo.
Publicados por tanto trabajos de carácter general, cabe ahora pasar a la investigación de los
acontecimientos locales. Dentro de este marco, este articulo pretende aportar los datos mínimos
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necesarios para comprender una parte de la Historia Forestal de la provincia de Guadalajara: el
origen y la evolución de su Catálogo de Montes de Utilidad Pública.
LA DESAMORTIZACION y SU CONSECUENCIA SOBRE LOS MONTES
Dos de los elementos que alzaron a España como una potencia europea y mundial hasta el
siglo XVIII estaban sustentados sobre la riqueza forestal del país: la ganadería y la Marina. Los
montes españoles soportaban la intensa presión de una cabaña de ovejas y cabras que impedían
la regeneración de la vegetación natural y degradaban la capacidad productiva de los terrenos.
Los bosques se transformaban irremediablemente en baldíos sin recuperación posible. Por su
parte, son también suficientemente conocidas las consecuencias del mantenimiento de la flota
española sobre los montes. Según Bauer, en el año 1573 los barcos de que disponía la Corona
española equivalían a un total de seis millones de metros cúbicos de madera en rollo.
Con estos precedentes, los bosques españoles alcanzan el siglo XIX, el cual esconde un nuevo
revés para la ya menTIada riqueza forestal. Si bien desde la Reconquista se pueden apreciar
procesos de carácter desamortizador, es en el siglo XIX cuando se da cuerpo legislativo
coherente a las ansias vendedoras de la Hacienda decimonónica. Así, tras la desamortización de
Mendizábal en 1836 para los bienes del clero, la Ley Madoz de 10 de Mayo de 1855 supuso un
duro varapalo para el patrimonio público forestal al poner en venta un número importante de
montes de propios y comunales. Los municipios perdieron, además de los terrenos, el método de
subsistencia de miles de familias que obtenían pastos, leñas y otros productos en estos montes.
Por si fuera poco, la Hacienda dispuso un modo de pago a plazos tan benévolo para los
compradores que 10 invertido se recuperaba el primer año con la venta de los productos
esquilmados.
La citada Ley Madoz estableció, no obstante, la creación de una Junta Consultiva de Montes
que, el 8 de octubre de ese año -1855- presentaba su célebre informe en el que clasificaba los
montes en tres categorías que, de fonTIa simplificada eran: a) Montes que no podían ser
enajenados. b) Montes que para autorizar su venta debían ser previamente reconocidos. c)
Montes que podían ser declarados en estado de venta.
Tras distintas vicisitudes, cambios políticos y forcejeos legales entre los ministerios de
Hacienda y Fomento, éste último realiza una "Clasificación General de los Montes Públicos"
atendiendo a la Real Orden de 16 de Febrero de 1859. Es éste el único efecto positivo inducido
por los procesos desamortizadores. Hasta la fecha, no se disponía de ninguna estadística
sistemática o clasificación de predios forestales como la anteriormente citada. Se convierte así
esta Clasificación General en el primer hito y punto de referencia obligado para el estudio de los
montes españoles, si bien su origen hay que situarlo en la urgencia de la Hacienda por disponer
de un listado de predios enajenables para poder ser legalmente adjudicados en pública subasta.
El resultado global de esta Clasificación da pie a la puesta en venta de un tercio de la
superficie pública forestal española (casi tres millones y medio de hectáreas), si bien resultó
exceptuada una superficie equivalente al doble de 10 enajenable.
CLASIFICACIONES Y CATALOGOS DE MONTES PUBLICOS
Como ya se ha comentado, la Clasificación General de los Montes Públicos, fue la primera
relación de predios forestales a nivel nacional de que se dispuso.
Las dificultades para su elaboración fueron notables: carácter novedoso del registro, escasez
notable de tiempo, falta de conocimiento preciso de las provincias, limitación de medios,
desplazamientos difíciles a los lugares recónditos y poco accesibles, etc. No obstante, la
Clasificación es una magnífica referencia del estado de las masas forestales españolas en su
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momento y elemento imprescindible de comparación para conocer las consecuenCIas
desamortizadoras sobre los montes.
La Clasificación ofrece los montes separados en los dos grandes grupos para lo que fue
concebida: montes exceptuados y enajenables. En cada grupo, además, se distinguen los montes
del Estado, los de los Pueblos y los de Establecimientos Públicos. La superficie que asigna a los
montes no puede ser tomada con rigor por las limitaciones de reconocimiento ya comentadas.
Además, en los años posteriores, se produjo de forma generalizada la invasión ilegal de
colindantes, usurpando parte de los terrenos de los montes, al amparo de la falta de títulos de
propiedad y de la escasez de medios de la Administración para formar una vigilancia efectiva
(recordemos que el Cuerpo de Guardería Forestal no se creó hasta 1907).
Un Real Decreto de 16 de febrero de 1859 amplió los márgenes iniciales de las excepciones y
establece, finalmente, que también "se autorice al Ministerio de Fomento para suspender, de
acuerdo con el de Hacienda, la enajenación de los terrenos que, aunque estén desnudos de
árboles, forman las montañas, las riberas escarpadas, las costas acantiladas, las dunas, los
arenales y demás que, no siendo a propósito para el cultivo agrícola, deban ser objeto de
plantíos". La Real Orden de 17 de febrero de 1859, dictada para el cumplimiento del Real
Decreto anterior dicta, por fin, como exceptuados: 1.- los de la clase de la ya citada división
tripartita 2.- los de aprovechamiento común 3.-las dehesas de ganado de labor y 4.- los terrenos
desnudos de árboles cuya reserva haya sido pedida. La Orden de 30 de septiembre de 1859
aprueba ya la Clasificación General de Montes Públicos.
Los criterios de excepción de 1859 quedaron cuestionados en 1861. En 1862 se dispone la
elaboración de una nueva relación que, con el nombre de "Catálogo de los Montes Públicos
exceptuados de la desamortización" vio la luz en 1864. En principio, arrastró todas las
inexactitudes de la Clasificación de 1859. De nuevo, la premura de plazos para su confección
impidió a los ingenieros girar las inspecciones adecuadas para abordar con más precisión su
confección.
Este Catálogo añade, por tanto, poca información a la Clasificación de 1859. La Ley de
Montes, que se publicó en mayo de 1863, exigía una superficie mínima de 100 has. de las
especies de pino, roble o haya para considerar un predio como exceptuado, aceptando la
separación de 1 km. entre montes próximos para calcular esa superficie. Por ese motivo, los
ingenieros tendieron a la agrupación en 1864. Esta es una de las diferencias importantes entre los
documentos de 1859 y 1864. Otras de las diferencias se deben al criterio de excepción, más
rígido en 1864, por la no consideración del aprovechamiento común como elemento de no
enajenación y a la subasta de forma irregular de algunos predios exceptuados de la venta en
1859.
Entre 1877 y 1886 tuvieron lugar los trabajos de rectificación del Catálogo anterior. Debido a
sus innumerables incorrecciones, este Catálogo se convirtió en un instrumento poco útil que
generaba numerosos conflictos. Se creó una Comisión de Inspectores del Cuerpo de Montes
encargada de iniciar la revisión, que se convirtió en una puesta al día. Se dispuso la importancia
de realizar inspecciones más detenidas para recabar más información sobre posibles
usurpaciones, titularidad real de los predios, extensión, etc. (en general, los trabajos realizados
mostraban mayor superficie en los montes que la estimada en anteriores Catálogos). Se
simplificaron los nombres de los predios, resultando el de la parcela más extensa. Se incluyeron
en las relaciones algunos montes por motivo de situación, orografía, etc., al margen de los
criterios oficiales de especie principal. La reclasificación supuso un importante avance en la
exactitud de la relación de montes, si bien, y como es lógico, seguía conteniendo imprecisiones.
En 1896, la Ley 30 de agosto de modificación de impuestos y especialmente el Real Decreto
de 20 de septiembre introducen el concepto de monte de utilidad pública y establecen que sea
dicho criterio, y no el de especie y cabida, el que se tome para la definitiva determinación de los
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montes catalogados. La correspondiente Comisión, creada al efecto, -en este caso mixta entre el
Ministerio de Fomento y el de Hacienda-, es encargada de la formación de dos relaciones: una,
de montes exceptuados de la venta por razón de interés general; la otra, del resto de predios
forestales. Ésta última se denominó "Relación de rnontes y demás terrenos de dominio público
que no revisten carácter de interés general".
La primera, es decir, el "Catálogo de los Montes y demás terrenos forestales e.,,"ceptuados de
la desamortización por razones de Utilidad Pública" apareció en 1901. El concepto de utilidad
pública trae como consecuencia inmediata el notable incremento de los terrenos catalogados (por
ejemplo, los poblados con especie principal de matorral). Siguen, no obstante, abundando los
errores o ImprecIsIones.
En abril de 1.931, una Orden del Ministerio de Agricultura ordenaba de nuevo la revisión del
Catálogo de 1901. Por fin, en mayo de 1966, este Ministerio dicta normas para la ampliación,
rectificación y conservación del Catálogo de Montes de Utilidad Pública y crea una sección
especifica para el Catálogo en la Dirección General de Montes. Hasta la década de los setenta se
publicaron numerosos Catálogos provinciales que han ido actualizandose hasta hoy.
Es, por tanto, en el siglo XX (a partir del Catálogo de 1901), tras la conclusión del período de
desamortización en la década de los veinte, cuando se puede considerar aceptado y consolidado
el Registro Público que supone el Catálogo de Montes.
EVOLUCION DEL CATALOGO EN LA PROVINCIA DE GUADALAJARA
Todas las vicisitudes comentadas anteriormente tienen, en Guadalajara, su correspondiente
reflejo. Para esta provincia, y en lo que número de exceptuados se refiere, la Clas~ficación
General de Montes Públicos relaciona predios poblados con pino (19,08 %), roble (48,81%),
encina (22,29%), sabina (6,58 %) Yotros (3,24%).
Respecto a los enajenables -entre los que no se encuentra ningún monte poblado con pino-, la
Clasificación arroja las siguientes cifras: roble (19,70%), encina (55,66%), olmo (7,38%) y otros
(17,26%).
Mientras que en el total de España (sin considerar las tres provincias vascas, que no figuran
en la Clasificación) resulta exceptuada el 66,35% del total de la superficie incluida en la relación
(es decir, exceptuados más enajenables), en Guadalajara se alcanza el 87,95%, 156.937 has.,
dato que por si mismo califica a ésta como una provincia eminentemente forestal. Respecto al
número de montes, se exceptúa en Guadalajara el 74,24% de los mismos (591 por un total de
796). A nivel nacionaL la proporción se reduce hasta un 64,52% (19.774 frente a 30.646).
Cabe destacar que los pinos no aparecían separados por especies, sino todos ellos englobados
bajo esa misma denominación común. Igual comentario respecto a los robles. Se entendía por
tales, en esta provincia, los actuales Quercus pyrenaica (marojo, rebollo) y Quercus faginea
(quejigo).
La superficie exceptuada en Guadalajara supone, en la Clasificación de 1859, el 2,32% de la
superficie total nacional exceptuada.
La merma en la superficie y en el número de montes de Guadalajara en el "Catálogo de los
Montes Públicos exceptuados de la desamortización" de 1864 es brutal. Se pasa de las citadas
156.937 has. a tan solo 109.375 has. (un 30,30 % menos) y de los también citados 591 predios a
307 (un 48,05% menos). Salen de la estadística los encinares, sabinares, etc. y montes cubiertos
de matorral. Por especies, el Catálogo exceptúa en un 37,13% de las ocasiones montes poblados
con pino (114 montes) y el resto con roble (193 montes). Se desconocía entonces la existencia de
un monte poblado con haya en el término municipal de Cantalojas, en el confín de la provincia
lindando con la de Segovia.
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Un ejemplo de los errores que, como reiteradamente se ha dicho, contienen los Catálogos es
que, en Guadalajara, únicamente se asignan las especies "sylvestris" y "pinaster" a todos los
pinares incluidos en la relación de 1862, cuando en la provincia existen magnificas masas de
todos los pinos autóctonos peninsulares -excepto Pinus uncinata-. Como muestra de lo dicho
citaremos que en la comarca de La Alcarria, el Catálogo recoge los montes número 251 y 252
pertenecientes a los términos de Valdeconcha y Alocén respectivamente, como poblados de
Pinus sylvestris, cuando en la realidad se trata de excelentes montes de Pinus halepensis.
La rectificación del Catálogo, llevada a cabo entre 1877 y 1896, solo se concreta, en
Guadalajara, en los partidos judiciales de Brihuega y Cogolludo, por lo que no se dispone de una
información a nivel provincial que sirva de referencia para análisis y comparaciones.
La citada separación de patrimonios de 1901 -relación de montes exceptuados y relación de
montes sin interés general- asesta de nuevo un duro golpe al número de predios relacionados en
la provincia de Guadalajara: se pasa de 307 en 1862 a sólo 232 (un 24,42% menos). Sin
embargo, los montes de la relación de 1901 que figuraban también en la de 1862 aparecen con
un notable incremento en sus superficies, lo que provoca que se pase de 109.375 has.
catalogadas a 122.846 has. (un 12,31% de aumento). Se mejora notablemente la asignación de
especies y entran en el Catálogo montes poblados con encina y con matorral, atendiendo a su
carácter de utilidad pública. La "Relación de montes y demás terrenos de dominio público que
no revisten carácter de interés general" ve la luz, en lo que a Guadalajara, se refiere, el 31 de
agosto de 1897, y contempla una superficie de 25.673 has.
Se incorporan por primera vez montes del Estado en el Catálogo de 1901 (dos).
La Orden Ministerial (comunicada, no publicada) de 24 de abril de 1931 provoca la aparición
en 1933 de un nuevo "Catálogo de los Montes de Utilidad Pública". No significa grandes
novedades para Guadalajara. Se pasa de los 232 montes anteriores a 236 (un 1,72% de
incremento) y de las 122.846 has. catalogadas a 136.155 has, (un 10,83% más).
Guadalajara no se vio afectada por la Orden de 31 de mayo de 1966 sobre rectificación del
Catálogo de Montes de Utilidad Pública, por lo que la relación resultante de 1933 es la última
oficial hasta nuestros días.
En la actualidad, el número de montes catalogados se ha elevado hasta la cifra de 309 (un
espectacular incremento del 30,93%), y ello debido a tres motivos.
1°._ A las catalogaciones ordinarias de montes de los pueblos.
2°._ A la política del extinto Patrimonio Forestal del Estado, que por compra o por
expropiación forzosa, incorporó una importante superficie forestal -que posteriormente fue
catalogada- en las manos del Estado.
3°._ A la incorporación a los pueblos (con la financiación de la Junta de Comunidades de
Castilla-La Mancha) de los pinares que la Unión Resinera Española poseía en el antiguo Ducado
de Medinaceli.
Así, la superlicie actualmente en Catálogo es de 204.465 has., lo cual supone una subida
espectacular de un 50,17% respecto a 1933. De esta superficie, 184.426 has. son arboladas
representando prácticamente el 65% de superficie forestal arbolada provincial (294.259 has.).
Esta cifra resume, por si sola, lo que ha significado el Catálogo de Montes de Utilidad Pública en
la provincia de Guadalajara.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
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