CELA HACE 40 AÑOS

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CELA HACE 40 AÑOS
El Palacio Real fue el marco en que nuestro Nobel y joven
octogenario Camilo José Cela recibió de manos del Rey Juan
Carlos I el tan acariciado y controvertido premio Cervantes.
Era martes 23 de abril de 1996. El homenajeado dijo, "el
que espera desespera", efectivamente, aunque eso no justifique el
exabrupto que pronunció cuando, una vez más, se le hurtaba el
escurridizo "Cervantes", hay que reconocerle un punto de razón, y
disculparle esa licencia de su lenguaje rico, culto, sonoro y
vigoroso. Por ello, aunque me incluya entre los que criticaron esa
salida de tono de nuestro novelista, reconozco que fue una
expresión que sólo es realmente malvada sacada de contexto, al
margen de las circunstancias. Había pasado demasiado tiempo;
más de medio siglo desde que escribiera su primera obra
importante que le catapultó a la fama: La familia de Pascual
Duarte.
Duarte
Hace cuarenta años, o sea cuando Camilo José se
encontraba recién entrado en el segundo tercio de su vida, cuando
las primeras canas florecían en su frondosa barba, su mirada
penetrante ya había vislumbrado historias tan fascinantes como
la de ese campesino extremeño, Pascual Duarte, que más tarde
sería llevada al cine. Como muchos escritores se inició por el
camino de la poesía. Pisando la dudosa luz del día,
dí fue su primer
libro de poemas que escribió con 20 años.
Aunque a una pregunta del entrevistador contesta que ni la
consagración ni la maestría le interesan, la verdad es que con
gran maestría plasmaba uno tras otro magníficos libros. Tales
como: Pabellón de reposo, Nuevas andanzas y desventuras del
Lazarillo de Tormes, El bonito crimen del carabinero, Viaje a la
Alcarria, El gallego y su cuadrilla y otros apuntes
carpetovetónicos, La Colmena, Del Miño al Bidasoa, Mrs.
Caldwell habla con su hijo, La Catira, Judios, moros y cristianos,
y otros muchos, todos anteriores a 1956.
El éxito de sus primeras andanzas literarias, no le
ensoberbece; más bien le estimula a continuar escribiendo, a
"sacar lo que lleva dentro" a observar las cosas y plasmarlas cada
día con más acierto. Le interesa, como aprendiz, aprender de los
maestros, de los que han llegado a la cumbre. El llegará muy
pronto. Muchos reconocimientos y premios, avalando su prestigio,
coronarán el camino; sólo el Cervantes se le vuelve infiel, pero, al
final, hay que dárselo. El que resiste gana. ¡Enhorabuena don
Camilo! aunque lo importante no es el premio sino lo que se
premia, cuando lo que se premia merece el premio.
Entre las muchas revistas que yo compraba en mi juventud
(Poesía Española, Caracola, Molino de Papel, Constelación,
Arquero, etc.) había una llamada RVMBOS que se editada en
Barcelona y se vendía al módico precio de 8 pesetas ejemplar.
Tengo a la vista el número correspondiente a Agosto de 1956: La
foto de Cela es la que ilustra una larga entrevista que le hacía
Alberto de Lavedan, apasionado admirador del maestro, que
cuenta como cuando tuvo que incorporarse a su destino en
centroeuropa al no poderse llevar a Cela se llevó consigo a
"Pascual Duarte" (y también su "Pabellón de reposo") y cuando lo
tenía en sus manos parecía que le tenía a él.
¿Recordará don Camilo los encendidos elogios que tal amigo
le dedicaba al comienzo de la entrevista que en tan lejano día le
hizo? En la introducción el entrevistador no ocultaba su
veneración hacía el maestro, al propio tiempo que su desprecio
hacia cualquier detractor, cuando decía "...pobres sapos de aguas
cenagosas, chorros de sucio fango sobre el nombre de Cela desde
el mismo instante que irrumpió, con paso vivo y decidido, en el
ancho, pero pedregoso y abandonado, Campo de las Letras
Patrias. Le han acusado de orgullo; de satanismo social
corruptor; de exhibicionismo absurdo y ridículo; de
implacabilidad e inmisericordia; de soberbia desmedida por
haberse encerrado en una artificial torre de marfil."
Para terminar entresaco algunos párrafos de la entrevista.
Cuando le pregunta si le preocupa la crítica despiadada y Cela
contesta que "ni le preocupa ni le deja de preocupar; ni le molesta
ni le divierte; ni le perjudica ni le beneficia. La obra es algo que
está al margen de la anécdota." En este punto estoy
completamente de acuerdo con él. No soy de los que creen que el
hábito hace al monje. Es mucho más importante el ser, aún sin
ser reconocido, que el ser reconocido, sin ser.
Y cuando su amigo el entrevistador le pide consejo responde
que no quiere que le digan como a alguien, al que ahora no
recuerda: "No darme consejos; prefiero equivocarme solo".
Es también en el año que estoy comentando, 1956, cuando
Camilo José Cela Trulock (que el próximo 11 de mayo cumplirá
80 primaveras) funda en Palma de Mallorca la revista "Papeles
de Son Armadans" de lo que también habla Lavedan en su
entrevista. El año siguiente ingresó en la Real Academia. De
1977 a 1979, fue senador por designación reall.1
1 Publicado en La Crónica de Granada el 24.04.1996
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