La cara más hermosa del `vil metal`

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EL MUNDO. DOMINGO 11 DE DICIEMBRE DE 2011
EM2
EL MUNDO www.elmundo.es
Literatura / 47
El poeta sueco Tomas Tranströmer
se convierte en el protagonista de la
ceremonia de entrega de los premios Nobel
Fotografía / 48
Vittorio Storaro se confiesa: «Lo
que sucedió en el rodaje de
‘Apocalypse Now’ fue descomunal»
‘El cambista y su mujer’ (1539), del pintor flamenco Marinus van Reymerswaele, cuadro del Museo del Prado presente en la exposición. / PALAZZO STROZZI
EXPOSICIÓN EN FLORENCIA
‘Belleza y dinero’ reúne en el Palazzo Strozzi de la ciudad italiana un centenar de obras de los mejores
museos del mundo para contar la relación entre el Renacimiento y el inicio del moderno sistema bancario
La cara más hermosa del ‘vil metal’
IRENE HDEZ. VELASCO / Florencia
Enviada especial
Primas de riesgo, fondos tóxicos,
colapso del sistema bancario, crisis
del euro… El dinero despierta en
estos momentos un profundo recelo. Pero lo cierto es que el vil metal,
un apelativo que ya de por sí está
cargado de fuertes connotaciones
negativas, siempre ha generado
sospechas. «No hay nada peor que
el dinero en la sociedad humana»,
decía Sófocles. «No se puede servir
a Dios y al dinero», sentencia el
Evangelio de San Mateo.
Pero ahí donde lo tienen, el dinero es uno de los principales motores de la creación artística. Sin ir
más lejos, el Renacimiento, la mayor estación artística del mundo
occidental, es inconcebible sin el
desarrollo mercantil y bancario
que se produjo en los siglos XIV y
XV en Florencia, donde numero-
sos de los ricachones de la época
gastaron ingentes sumas en financiar obras artísticas que no sólo
proclamaban su acaudalado estatus sino con las que además trataban de hacer moralmente aceptable al dinero.
De todo eso trata Belleza y dinero, una originalísima exposición
que hasta el próximo 22 de enero
se puede contemplar en el Palazzo
Strozzi de Florencia y que a través
de más de un centenar de obras
procedentes de los mejores museos del mundo examina la estrecha relación entre los inicios del
moderno sistema bancario y el Renacimiento.
A través de obras de Boticelli,
Beato Angelico, Piero del Pollaiolo, Luca Della Robbia, Lorenzo de
Credi, Andrea del Verrocchio, Jacopo del Sellaio, Hans Memling y
de objetos que ilustran la evolu-
ción de las prácticas bancarias
(balanzas para pesar oro, libros
contables, letras de cambio…), la
exposición comisariada por los
historiadores Ludovica Sebregondi y Tim Parks analiza los mecanismos económicos que permitieron a los florentinos dominar el
mundo de los intercambios comerciales y, de ese modo, financiar el Renacimiento.
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Cumbre de Durban / Fracaso y caos en el encuentro de la ONU sobre cambio climático / 50
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EL MUNDO. DOMINGO 11 DE DICIEMBRE DE 2011
EM2 / CULTURA
ARTE Y DINERO
G Aquellos ricos
trataban de hacer
moralmente
aceptable al dinero
G El florín se
convirtió en una
especie de
precursor del euro
Viene de página 45
Porque en los ingentes patrimonios de los banqueros de la época
se encuentra el origen del mecenazgo moderno que personifican
los Medici y que, con frecuencia,
tenía un trasfondo penitencial: invertir en arte, sobre todo en arte
religioso, era un modo de lavar la
mala imagen del dinero. «El mecenazgo es el vínculo que une arte y
economía», sostiene Ludovica Sebregondi, una de las mayores especialistas mundiales en arte religioso de los siglos XIV y XV.
Esta apasionante historia
arranca en noviembre de 1252,
cuando Florencia acuña los primeros florines de oro. Fue una
operación llevada a cabo con el
máximo rigor: se utilizaba sólo
oro puro de 24 kilates, cada moneda debía pesar exactamente
3,53 gramos y venía a valer unos
110 de los actuales euros. Esa
nueva moneda –que remplazó a
los devaluados florines de plata
que databan de la época de Carlomagno, relegándolos a las pequeñas operaciones– enseguida se
extendió por todo el continente
europeo convirtiéndose en una
especie de precursora del euro y
convirtiendo a Florencia en el
principal referente monetario y bancario. Los
mercaderes y banqueros florentinos abrieron
sucursales en muchas
ciudades de Europa, dominando no sólo la economía sino también la
cultura.
Numerosos términos
financieros actuales datan de aquella época de
oro de las finanzas florentinas. La palabra
«riesgo», por ejemplo,
deriva de rischio, el palabrejo por el que se conocía la donación supuestamente voluntaria
que los banqueros florentinos recibían por el
dinero que prestaban y
que teóricamente no tenía nada que ver con
cobrar un interés, por lo
cual no violaban la estricta prohibición de la
Iglesia de practicar la
usura. El término «banco» también se remonta
a aquella época: banco
era como se llamaban
(y aún se llaman) a las
mesas de madera que
los comerciantes llevaban a los mercados y
sobre las cuales exponían sus
mercancías. Y bancarrota deriva
de la extendida costumbre de la
época de romper el tenderete de
aquellos comerciantes insolventes que no pagaban sus deudas.
El problema de los banqueros florentinos del Renacimiento era la nefasta imagen de la
que gozaba el dinero. Así que para demostrar públicamente su gran riqueza
pero
también
su
cristiana piedad, recurrieron al arte. Encargaron a los
artistas pintar imágenes
religiosas,
sobre todo
de la Virgen
con el Niño,
para sus capillas privadas.
Les encomendaron retratos en
los que los banqueros eran plasmados con ropajes
lujosos, pero sin que
casi nunca se viera por
ningún lado el vil metal.
Les confiaron escenas
alegóricas en las que mercaderes y financieros se beneficiaban de la intervención
divina durante el desarrollo de su
actividad profesional.
No sólo las familias más importantes, como los Medici, destinaron importantes sumas a obras de
arte, sino todo el mundo mercantil. De ese modo el dinero dejó de
ser algo vulgar y pecaminoso.
«¿Cómo puede concederme
Dios misericordia y conservarme
estos bienes materiales?», era el
dilema que turbaba por ejemplo a
Cosimo de Medici y que plantó al
Arriba, un florín de oro
de 1252, símbolo del
poder económico de
Florencia y moneda de
referencia en Europa
durante varios siglos.
Abajo otro cuadro de
Van Reymerswaele, ‘Los
usureros. / PALAZZO STROZZI
También la rica
sociedad florentina
se vio sacudida por
la crisis económica
En las ‘hogueras de
las vanidades’ de
Savonarola ardían
libros, cuadros y lujo
más importante cliente de su banco, el Papa Eugenio IV. «Invirtiendo 10.000 florines en la restauración del convento de San Marcos», fue más o menos la
respuesta que le vino a dar el
Pontífice.
Porque también la Iglesia comenzó a retomar las teorías de
Aristóteles y de Santo Tomás de
Aquino según las cuales el justo
uso de los medios económicos podía constituir una virtud. «Con la
formación de grandes patrimonios ligados al trabajo y al tráfico
la riqueza adquiere, también para
una parte de la Iglesia, valores
positivos. Y como consecuencia
de la afirmación de una nueva
clase mercantil, y casi en oposición, nacieron nuevas formas de
religiosidad, como las órdenes
mendicantes, empezando por las
fundadas por San Francisco de
Asís, hijo del rico Bernardone, y
que a
principios del siglo XIII propone como modelo la Virgen de
los Pobres, afirma
Ludovica Segrebondi.
Pero también la sociedad
florentina se vio sacudida por la
crisis. La recesión se materializó a
finales del siglo XV con Savonarola, el fanático monje dominico que
predicaba en Florencia contra el
lujo y los bienes materiales, organizando hogueras de las vanidades en la Plaza de la Signoria en
las que eran quemados objetos
considerados contrarios al rigor
moral, incluidos libros, cuadros y
objetos de lujo. Invitado a Florencia por Lorenzo el Magnífico, Savonarola acabó convirtiéndose en
su principal opositor, llegando a
llamarle «tirano» y defendiendo
un gobierno popular que manifestase la voluntad de Dios a través
de un severo recato. Boticelli, el
gran representante del Renacimiento florentino, se sumó completamente al pensamiento savonaroliano, lo que queda plenamente patente en las obras de su
último periodo de vida.
Savonarola también puso el
grito en el cielo contra las corrupciones del Papa Alejandro VI Borgia, y aunque fue excomulgado,
siguió predicando. Sin embargo,
y ante el temor de sufrir represalias no sólo religiosas sino también políticas y económicas, los
florentinos acabaron dándole la
espalda. Y en 1498, tras se condenado por herejía por la Inquisición, murió en la hoguera.
Y a eso hay que sumar la bancarrota en 1494 de un coloso como era el Banco Medici, un poco
el Lehman Brothers de la época,
tras la muerte de Lorenzo el Magnífico y el exilio al que fue obligado Piero de Medici, representante de la familia que durante 60
años había dirigido Florencia.
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