Diplomacia cultural: un enfoque estratégico de política exterior para

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&
CULTURA
De acuerdo a su mandato de propiciar la reflexión y la promoción de
enfoques y proyectos innovadores que se inscriban en acciones sostenibles,
respondiendo así a las necesidades de las sociedades de hoy, la
Serie Cuadernos UNESCO Guatemala presenta un grupo de estudios que
cubren sus ámbitos de competencia: Educación, Cultura, Ciencias
Naturales, Ciencias Sociales y Comunicación.
Guatemala
VIDA
Los primeros títulos son los siguientes:
I Ciencias de la Sociedad
Por un movimiento Social internacional: El programa de Cultura de Paz
II Cultura y Vida
Diplomacia Cultural: Un enfoque estratégico de Política Exterior para
la era intercultural
III Ciencias de la Sociedad
Las lecciones de la Independencia de las Américas ante los desafíos
de la era global
Se encuentran en preparación los volúmenes de la Serie Cuadernos UNESCO Guatemala
correspondientes a los temas de Educación, Ciencias Naturales y Comunicación.
DIPLOMACIA CULTURAL
Un enfoque estratégico de política
exterior para la era intercultural
Serie Cuadernos UNESCO Guatemala • No. 2
Cultura y Vida
CLT–UGO–2010/002
SERIE CUADERNOS UNESCO GUATEMALA
NÚMERO 2
Cuadernos UNESCO Guatemala • Número 2
Cultura y Vida
DIPLOMACIA CULTURAL
UN ENFOQUE ESTRATÉGICO DE POLÍTICA
EXTERIOR PARA LA ERA INTERCULTURAL
Dr. Edgar Montiel
Se puede reproducir y traducir total y parcialmente el texto publicado siempre
que se indique la fuente.
Los autores son responsables del contenido de esta publicación, así como de
las opiniones expresadas en ella, las que no son, necesariamente, las de la
UNESCO y no comprometen a la Organización.
Publicado en 2010
por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación,
la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en Guatemala
4a. calle 1–57, zona 10
01010 Guatemala, Guatemala
Coordinación editorial: Fernanda Silvestre
Diseño gráfico: Nancy Sipac de Ajú
Impreso en Guatemala en: Sergráfica, S.A.
Primera edición: julio 2010
© UNESCO 2010
CLT–UGO–2010/002
Índice
Presentación
3
Introducción
“Guatemala en un mundo globalizado
4
Diplomacia Cultural: Un enfoque estratégico de Política Exterior para la era intercultural
Introducción al concepto
Tendencias en juego: multilateralismo complejo e
interdependencia
La cultura, un recurso versátil
El impacto del poder simbólico
Bienes culturales, un sector económico en plena
expansión
Acuerdos internacionales para promover la diversidad de las culturas
El potencial cultural de América Latina
Una muestra de experiencias de diplomacia
cultural
Estados Unidos
Francia
China
Perú
Nuruega
España
17
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21
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Bibliografía general
23
5
5
6
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13
15
Presentación
El término poder suave acuñado en
2004 por el politólogo estadounidense
y profesor de la Universidad de Harvard,
Joseph Nye, define este concepto como
“la habilidad de obtener lo que se quiere a
través de la cooptación y la atracción”. En
contraste al poder tradicional o el “poder
duro”, que se identifica con el uso de la
coerción.
Una de las formas más comunes del llamado poder suave en las relaciones internacionales, es la diplomacia cultural que
permite, a través del intercambio de ideas,
información, valores, sistemas, tradiciones
y creencias, fomentar el entendimiento
mutuo entre las naciones.
Una de las principales estrategias de
gobernanza en la política exterior, utilizada cada vez con mayor frecuencia, es
el “modelo cultural” basado en el poder
versátil o poder suave, este modelo nace en
el seno de un país y lo conforman elementos como, el buen manejo de una imagen
positiva exterior, las buenas prácticas en
cuanto al mejor uso de los recursos de su
patrimonio cultural y natural, la riqueza
de su diversidad cultural, la agilización en
la adaptación al cambio, la adaptación y
uso de modelos tecnológicos aplicables a
la educación y las ciencias.
macia tradicional gracias a un mundo
globalizado y se posiciona como una
herramienta útil en el marco de un orden
político mundial cada día más complejo.
Es por ello, que varios países han optado
por la implementación de la comunicación de sus potencialidades de forma
colectiva, en donde la cancillería y las
embajadas son los principales entes evaluadores de la visión integral que se quiere dar a conocer de un país o nación.
El texto que se presenta, surge a
solicitud del Ministerio de Relaciones Exteriores de Guatemala, quienes
visualizan en la diplomacia cultural
una herramienta estratégica de primer
orden, para el abordaje de las relaciones
diplomáticas internacionales.
María Fernanda Castellanos
Coordinadora Sector Cultura
UNESCO Guatemala
La diplomacia cultural ha venido ganando
terreno como complemento a la diplo-
3
Introducción
“Guatemala en un mundo globalizado”
“La realidad de Guatemala, siendo un
Estado multiétnico, pluricultural y
multilingüe, exige reflexionar sobre la
cultura de la unidad en la diversidad.
los derechos humanos, lo que permitirá
presentar la cultura de Guatemala en un
mundo globalizado.”
Esa diversidad, reconocida en los Acuerdos de Paz, marca la importancia y
trascendencia de una labor de profunda
investigación en el campo cultural que
permita esbozar un plan estratégico
general pero incluyente, que promueva
políticas culturales consecuentes con esa
realidad. (…)
Fragmentos extraídos de la publicación
La herencia y la voluntad política de
Guatemala de profundizar en una
política exterior de promoción de
conocimiento de sus culturas, como
herramienta imprescindible en las
relaciones internacionales actuales,
obliga a una definición de política en
este campo.(…)
Las Misiones Diplomáticas de Guatemala deben ejecutar una política para
potenciar la proyección y la acción cultural del país en el exterior, a través de
un conjunto de programas que incluyan
el arte, el cine, el teatro, así como la
promoción de la lengua, la historia y las
costumbres, expresiones de cambio que
fortalecen la democracia incluyente y
4
“Lineamientos de la Política Exterior de
Guatemala durante el Período 2008 – 2012”
Autor: Haroldo Rodas Melgar
Ministro de Relaciones Exteriores
República de Guatemala • noviembre 2008
Diplomacia Cultural
Un enfoque estratégico de Política Exterior para la era
intercultural
Dr. Edgar Montiel*
Introducción al concepto**
Cuando se produjo los lamentables
sucesos del 11 de septiembre del 2001
fue sorprendente advertir cómo las
interrogantes se dirigían hacia la cultura, para buscar allí –y no en la política
o la economía– las respuestas y las
claves para comprender lo ocurrido. En
efecto, en un contexto de interculturalidad efervescente y de magnificación
del poder simbólico, las manifestaciones culturales conforman una práctica
colectiva cada vez más influyente en las
relaciones internacionales, incluida por
primera vez entre las prioridades de la
agenda internacional, cuya adecuada
“gestión” puede evitar serios conflictos y constituir más bien un recurso
estratégico para la gobernanza global,
la cooperación y el desarrollo. Dando
cuenta de esta evolución, Joseph Nye1,
una de las autoridades del liberalismo
institucional, lo considera como un
‘Soft Power’, término que puede ser
asimilado como un poder intangible
o un poder versátil. En su acepción
inglesa, la expresión pareciera forzada,
producto de asociar dos palabras con
sentidos manifiestamente contradictorios: la fuerza y la levedad.
La cultura, a pesar de que la visión convencional la considera una práctica libre
de influencias, nunca es neutra y menos
pura. “Cuando más pura es el agua,
menos pescados tiene”, dice un antiguo
proverbio chino. La cultura puede constituir un factor estratégico de primer
orden, potencialmente el más influyente,
por su versatilidad y plasticidad, pues
actúa en los ámbitos del discernimiento
y las conductas, allí donde se forjan las
consciencias y las convicciones. Buena
razón para repensar y revalorar la riqueza
cultural de la región, pues se trata de un
acervo excepcional apto para amplificar
la presencia internacional de América
Latina. Estimulada por este fecundo
*
Fue Jefe de la Sección de Políticas Culturales en la sede de la UNESCO, París. Actual Director de la Oficina de UNESCO
en Guatemala.
** Intervención en el Encuentro andino sobre Diplomacia Cultural. Seminario convocado por el Ministerio de Relaciones
Exteriores de Colombia y la UNESCO (Bogotá 27 y 28 septiembre 2007). Ampliado en marzo del 2009. Este no es un
documento oficial.
1 Nye, J. Soft Power: The Means to Success in World Politics. Publics Affairs. 2004. Antes de la publicación de este libro,
el autor ya había presentado su noción de poder intangible en el artículo “Soft Power” , publicado a inicios de los ‘90 en
Foreign Policy. Para el presente ensayo se han empleado además los siguientes textos: La paradoja del poder norteamericano, Taurus, Madrid, 2003. Propaganda Isn’t the Way: Soft Power. The International Herald Tribune, 10 de enero de
2003. El poder blando y la lucha contra el terrorismo, El País, 28 de abril de 2004.
5
patrimonio, la creatividad de esta región
alcanza logros reconocibles en muy
diversos campos. Su aceptación internacional reside en que es percibida como
una sensibilidad con perfil propio en el
escenario mundial.
Antes de atravesar los puentes que
vinculan este potencial cultural con la
diplomacia, es útil referirse al contexto
actual donde se desarrollan las relaciones internacionales.
Tendencias en juego:
multilateralismo complejo e
interdependencia
El modelo tradicional, que concebía las
relaciones internacionales como relaciones exclusivamente entre estados (relaciones interestatales), ha sido corregido
y completado en las últimas décadas.
Junto a la marcada influencia de los
intercambios comerciales y de las corporaciones internacionales en las relaciones
entre estados, cada vez se incorporan a
ella más entidades no gubernamentales.
Esta nueva forma de gobernancia global
es considerada como un multilateralismo
complejo2. En él interactúan no sólo dos
o más estados, sino también otros componentes de la sociedad, como son las
ONG’s, universidades, entidades regionales, las asociaciones representativas de
la sociedad civil (grupos empresariales,
2
3
6
sindicatos, pueblos indígenas, asociaciones profesionales, migrantes, etc.), que
influyen en las relaciones interestatales.
No sólo la manera como es enfocada la
actividad diplomática ha sido influida por
la participación de estos “nuevos” actores,
sino también por la intervención de instituciones multilaterales como la ONU,
la OMS, la UNESCO, la OIT, etc. que
se suman a los organismos ya conocidos
por su acción intergubernamental como
la OMC, el FMI o el Banco Mundial.
Los organismos internacionales, además
de trabajar con los sectores oficiales de
sus Estados Miembros se esfuerzan para
interactuar mejor con los representantes
de la sociedad civil.
Otro aspecto relevante cuando hablamos
de las relaciones internacionales, es la
creciente interdependencia entre estados3. La gestión global de los recursos
naturales, el manejo planetario del agua,
el oxígeno, el clima; el combate a las redes
mafiosas internacionales y a la expansión
de brotes de violencia, etc. necesariamente invitan a un trabajo concertado,
complementario y coordinado entre
todos los estados del planeta. Un clima
de entendimiento, de paz y desarrollo,
beneficia la construcción de consensos y
la cooperación, lo que a la larga resulta
beneficioso para todos. Una vía privilegiada para este fin, es la participación
en los organismos internacionales, que
permiten a los estados adoptar acuerdos
O’Brien, R. et al. « Complex Multilateralism : MEis ans GSMs », en Contesting Global Governance. Multilateral economic institutions and global social movements. Cap 6. Cambridge University Press, 2000
Cf. J. Nye et R. Keohane. Power and Interdependence. Longmann. 1977 ( 3³ªª: 2000).
y normas que no son el resultado de la
imposición sino de la negociación, el
consenso o la aceptación mayoritaria. Es
el caso de las Declaraciones y Convenciones aprobadas por el sistema de las
Naciones Unidas.
Esta visión, presupone la aceptación de
una cierta forma de simetría jurídica
(un estado = un voto) entre los estados
componentes de un sistema interdependiente. El ejercicio de la interdependencia no debe entenderse solamente
en términos económicos. Es claro que,
la interdependencia está constituida,
además de su esfera económica, sobre
la necesidad de conformar una gobernancia mundial, a fin de responder a
los problemas de impacto global como
son los actuales problemas ecológicos
y de seguridad humana. Esta última
preocupación, de primer orden para
muchos países, abarca no sólo tópicos
como el terrorismo, sino también el
crimen organizado, el tráfico de estupefacientes o de armas, o las condiciones de
cómo se establecen los flujos migratorios
entre muchos países. Una situación de
desavenencia permanente al interior de
los estados o entre estados favorece el
incremento de la pobreza y la presencia
de grupos extremistas, repercutiendo en
la seguridad (colectiva) de muchas naciones, sean grandes o pequeñas.
En estos contextos surge la cultura como
un recurso para la cohesión social, el
diálogo entre los pueblos, la paz social y
el desarrollo compartido.
La cultura, un recurso versátil
En el campo de las relaciones interestatales, el poder se define como la capacidad de modificar el comportamiento de
otros actores (sean estados o naciones).
Esta capacidad o poder de influencia
por lo general está sustentada en la posesión de recursos, identificados como
poder tangible y/o poder intangible.
Tradicionalmente, la política exterior ha
estado inspirada en una lógica sustentada
principalmente en un poder coactivo.
Esta clase de poder suele llamarse poder
tangible. El poderío económico refuerza
la esfera del poder tangible (es frecuente
que el poderío económico consolide un
poder coercitivo y viceversa). Si se siguiera ésta lógica, la capacidad de influencia
de un determinado país en el ámbito
internacional sería entonces proporcional
a su poderío material. Pero ésta lógica
lineal no siempre acierta.
La historia muestra la diversidad de circunstancias. Hay ejemplos que responden
a otra lógica. Es el caso de los países vencidos y/o destruidos en la Segunda Guerra
Mundial, que a la vuelta de tres décadas
emergieron como potencias económicas y
tecnológicas mundiales y no como potencias militares, pues el Consejo de Seguridad
había prohibido que se rearmaran. Son
países que escogieron el camino de la innovación tecnológica, la creatividad científica,
el desarrollo de la educación, la expansión
de la investigación superior, es decir países
que han optado por un modelo cultural,
educativo y científico para alcanzar altos
niveles de desarrollo económico y social.
7
Es claro que junto al poder tangible existe
la opción de un poder intangible como
sustento de la capacidad de un estado
para señalar su presencia en el mundo.
Más que postular una nueva forma de
poder, Joseph Nye enfatiza el error de
concebir una política internacional
basada tan sólo en un poder tangible
coercitivo (que él llama “poder duro”).
Esto lo dice desde la visión de un actor
político, ex–Subsecretario de Estado
norteamericano, que ha visto a su país,
después del 11 de septiembre del 2001,
focalizar sus estrategias internacionales en
términos exclusivamente militares con los
resultados conocidos. Al igual, el Informe
del Presidente de la Comisión de Investigación del ‘11–S’ señaló que la guerra
contra el terrorismo se perdería si los
EEUU no hace esfuerzos para cambiar, a
través de programas culturales, la imagen
negativa que se trasmite al mundo4.
El poder intangible no es un poder
basado en el interés económico o en
la compra de favores, como ocurre a
menudo con el poder económico. No se
trata tampoco, como en el caso del poder
cohercitivo, de un poder que se sustenta
en el temor que se ejerce ante otros. Se
trata de un poder que se sustenta en una
pluralidad de vías que tienen como eje la
capacidad de persuadir, es decir la capacidad de atracción y convencimiento de
que los valores que vehiculan un país o
4
5
8
una región (en primera línea los valores
y principios que conformen un modelo
cultural y un “modelo social”) son los
más convenientes para todos, al punto de
aceptar la modificación de una conducta
determinada. Por lo general, la capacidad
de atracción, propia al poder simbólico,
conduce a menudo a la aceptación de las
posturas que intenta defender un país,
sin que sea necesario recurrir a prebendas
o a alguna forma de disuasión5.
Hay una diversidad de elementos que
ayudan a configurar ese “modelo cultural” que emana de un país: el prestigio, una imagen positiva, su capacidad
de comunicar hacia afuera, su grado de
apertura al exterior, la ejemplaridad de
sus prácticas, “la atractividad” de su cultura, de sus bellas artes, de su patrimonio
monumental, la gracia de sus costumbres,
la justicia de sus ideas, pensamientos
y religiones; la fuerza de su capacidad
innovadora en la educación y las ciencias, la intensidad de su acción bilateral
y multilateral. En suma, la movilización
de estos recursos intangibles se traduce en
una capacidad de influencia que cuenta
cada vez más en la escena internacional.
El poder versátil se sustenta en tres clases
de recursos intangibles: la diversidad cultural de un país o de un bloque de países,
los valores o ideales políticos que defienden (por ejemplo, los derechos humanos,
la paz o la democracia) y la justeza de sus
The 9/11 Commission Recommendations on Public Diplomacy: Defending Ideals and Defining the Message, Hearing of
the National Security, Emerging Threats and International Relations Subcommittee of the House Government Reform
Committee, 23 August 2004.
Soft Power. p.6
prácticas políticas y sociales. La llamada
“diplomacia humanitaria” o la “diplomacia de solidaridad democrática” fundamenta su acción internacional en base a
valores e ideales éticos compartidos.
Un ejemplo, extraído de la Segunda
Guerra Mundial, puede ilustrar los
beneficios que puede representar para
un país su prestigio, su autoridad cultural, incluso cuando su poder duro se
vea menoscabado. Una práctica usual
durante todo este conflicto era el bombardeo masivo de las ciudades de los
países en conflicto. Londres recibió centenas de bombas V2 y muchas ciudades
alemanas fueron reducidas a polvo y cenizas. Hubo no obstante dos excepciones:
París y Roma, no fueron bombardeadas
ni al inicio de las hostilidades ni al final.
La explicación se puede encontrar en la
señalada admiración que ejercían estas
ciudades en el imaginario tanto alemán
como en el de los aliados. No fue la disuasión militar, ni el interés económico lo
que salvó a París y Roma, sino su capacidad de atracción, sus valores y su cultura,
representadas por su arquitectura y sus
artes, percibidas por todos como joyas de
la humanidad que lo volvían intocable a
ojos de cualquier estratega razonable.
Un país puede tener una notoria participación en la escena internacional gracias al
poder intangible que posee. Este es el caso
de Grecia. Un país limitado en territorio
y en recursos como la República Helénica,
tiene un eco en el panorama europeo y
mundial en buena parte gracias al pasado
histórico que posee: cuna de la ciencias,
del arte y de la filosofía de Occidente. Este
pasado, asumido como suyo por el resto de
países europeos, ha hecho que este país
tenga un cúmulo de poder intangible que
ha traído también un incremento de su
poder tangible. Su rápida incorporación
a la Comunidad Europea lo muestra. Lo
mismo ocurre con los países escandinavos:
tienen el prestigio de un nivel de vida
elevado, con buenos servicios públicos,
burocracia austera, democracia participativa, hospitalaria y muy activa en materia
de cooperación internacional. Puede darse
también el ejemplo contrario. Si bien
los Estados Unidos disponen de grandes
recursos de poder intangible por ser un país
con un acervo multicultural y cuenta con
la mayor industria cultural del planeta, la
opción unilateral de su política internacional ha ido erosionando su “atractividad”,
suscitando niveles de impopularidad.
El poder intangible, sin embargo, no es el
monopolio de los estados. A diferencia
del poder coercitivo, que es monopolio del estado, los recursos intangibles
pueden ser ejercidos por los diferentes
cuerpos de la sociedad civil, desde los
promotores culturales de todo tipo, las
universidades, las ONG o simplemente
por los individuos. Un director de cine
puede ser un vector de influencia, un
deportista conocido es un comunicador
de imagen, una cantante puede fungir
de embajadora cultural, un chef es un
exponente de un arte culinario, un poeta
puede resumir su país en tres palabras,
un pintor expresar el estilo de un país,
y un pensador puede expresar de modo
9
sapiencial la inteligencia de una nación.
Esta era simbólica recurre mucho a personalidades emblemáticas o singulares .
Si se profundiza en el potencial intangible se puede advertir que este recurso
fue muy utilizado históricamente, en
especial en la China antigua, de cuya
tradición estratégica forma parte. Antes
de Sun Tzu, hace casi 3 mil años fue un
Maestro, Confucio (Kung–Fu–Tse),
quien formuló clara y sencillamente el
concepto:
“Quien pretenda someter a los hombres
por la fuerza de las armas no alcanzará
la sumisión de sus corazones; por esto, la
violencia nunca es suficiente para dominarlos. Quien conquiste a los hombres por
la virtud, consigue que todos se sometan a
él sin reservas y con el corazón alegre.”
El impacto del poder simbólico
La omnipresencia de la imagen en la
vida cotidiana, vía la televisión, el cine,
la publicidad, la fotografía, el DVD e
Internet, en acelerado crecimiento en
todo el mundo, hace que asistamos hoy
en día a un impetuoso renacimiento de
la cultura de la imagen. Ella constituye
el vector mas poderoso de influencia para
vender, comprar o intercambiar. La imagología construye la nueva narración de
esta época y sus oficiantes son las estrellas
de televisión, periodistas y animadores,
los políticos y artistas, futbolistas y figurines de todo tipo que las masas admiran.
El hombre–espectador se relaciona con
10
el mundo pasando de un canal a otro,
del noticiero a un programa de cocina,
de una película a un partido de fútbol,
de un documental a un debate político.
Todo lo que se comunica por imagenes
se vuelve un espectáculo. Con estas tecnologías de la comunicación se modela
una mentalidad, una manera de ver el
mundo, un modo de estar en el mundo.
Este culto de la imagen tiene un fuerte
impacto tanto sobre el proceso emotivo,
la valoración ética y estética de las cosas,
como en la construcción de la identidad y
las relaciones sociales. El resultado de todo
ello es que el imaginario social se construye
a partir de visiones parciales, fragmentarias
y de impacto, que no describen la realidad
tal cual es, sino como es “visto” y “sentido” desde la subjetividad individual.
Esta magnificación de la imagen genera
el surgimiento de una nueva estética colectiva, nuevos códigos, signos, distintivos,
marcas, es decir un modelo narrativo
hecho de símbolos de los cuales no pueden
prescindir la economía, el comercio, la
política, las relaciones internacionales
etc. El nuevo paradigma es “comunicar
es actuar”. Todo el quehacer humano y
no humano ha sido tocado por la matriz
de la imagen. En política internacional
se trataría de administrar esta narrativa:
presentar sus países ante el mundo con la
mayor “atractividad” posible.
A estos fines sirve, de un modo estructurado, el modelo de los institutos
culturales como la Alianza Francesa, el
British Council y el Instituto Goethe.
Estas instituciones proporcionan un
aprendizaje de las lenguas, desarrollan
bibliotecas especializadas en el multimedia, financian seminarios y exposiciones
de arte o de tecnologías, pasan películas,
aconsejan a los estudiantes extranjeros
que desean venir a estudiar en sus países,
y de una manera general, dan a conocer la
realidad global de su propio país, dando
la debida importancia a la economía. En
los últimos decenios han surgido otros:
España ha creado el Instituto Cervantes
(abierto en 1992, tiene hoy 60 centros en
38 países), la China el Instituto Confucius (establecido en 2004, tiene por objetivo crear 100 institutos en diez años).
Con base en estos modelos, la India
desarrolló el Consejo Indio para las Relaciones Culturales (Indian Council for
Cultural Relations), México cuenta con
centros en París, Los Angeles y Nueva
York; Venezuela cuenta con la histórica
Casa Francisco de Miranda, en Londres;
y el Perú ha iniciado un programa de
creación en el exterior de Centros Inca
Garcilaso de la Vega.
La creación de estos centros invita, obviamente, a abordar el tema del financiamiento. Téngase presente que la mayoría
de los institutos que enseñan lenguas en la
región logran autofinanciarse. Por otro
lado, hay que tener en cuenta la presencia
de casi 40 millones de migrantes latinoamericanos en el exterior. Una migración
económica compuesta por científicos,
artistas, intelectuales, hombres de negocio
6
y una fuerza de trabajo que busca oportunidades en el exterior. Segun el BID, esta
fuerza laboral efectúa una remesa familiar
de 35 mil millones de dolares anuales.
Aquí hay una reserva de recursos humanos
y económicos. Habría que vincularlos con
los proyectos de política exterior.
Países como la China y la India, de
fuerte crecimiento económico, han
comprendido que una presencia internacional basada únicamente en criterios
económicos o militares no es suficiente.
Poseedores de una tradición cultural
acumulada durante siglos, que abarca
diversos ámbitos –las ciencias, la arquitectura, la filosofía, la medicina o el arte
culinario–, han reforzado considerablemente sus políticas culturales y su
participación en la industria de bienes
culturales. No es sorprendente por esto
el incremento de la presencia de películas realizadas en la India (en Bollywood),
no sólo en salas europeas o norteamericanas, sino también en Kabul, en
Santiago o en alguna ciudad del África.
O el fuerte crecimiento de la industria
china de bienes culturales, que pasó de
0,2% en 1985, a la sorprendente cifra
de 8,9% de participación mundial en
19986. Una presencia en el mundo cuyo
corolario quizás sean los Juegos Olímpicos del 2008 que se desarrollaran en Beijin. Tampoco debe admirarnos que dos
recientes premios Nóbel de literatura
fueran concedidos a un novelista chino,
Gao Xingjian, (2000) y –tan sólo un año
Cifras extraídas de la COMTRADE (Commodity Trade Statistics).
11
después– a un miembro de la diáspora
hindú en el Caribe, V.S. Naipaul.
Bienes culturales, un sector
económico en plena expansión
La expansión sostenida de las comunicaciones alcanzada gracias a las nuevas
tecnologías y a la creación de redes mundiales, ha potenciado enormemente los
intercambios de bienes culturales. Según
datos de la UNESCO, las importaciones
de tales bienes en el ámbito mundial han
pasado de 47.8 billones de dólares en 1980
a 213.7 billones de dólares en 1998. Las
exportaciones, por su parte, han pasado
en el mismo período de 47.5 billones de
dólares a 174 billones. No obstante, este
flujo de bienes culturales se concentra en
un número limitado de países. En 1998
tan solo trece países han sido responsables
de más del 80% de las importaciones y
exportaciones. Pese a un reciente declive
en su parte de mercado, Estados Unidos
sigue siendo el mercado de bienes culturales más importante en el mundo.
Por otro lado, la circulación de la información y el conocimiento se ha convertido en un importante motor para la
economía mundial. Todo se vende por
internet y la información en sí misma es
un bien económico intangible. Ello ha
sido aprovechado por las industrias culturales, que han encontrado una actividad
muy rentable en la difusión de toda clase
de contenidos a través de películas, discos
7
12
Montiel, E., El nuevo orden simbólico, SECIB, 2002.
compactos, videos, páginas de Internet,
blogs y toda la parafernalia tecnológica.
La educación por internet es una industria del saber muy próspera. Con la
incorporación de estas tecnologías, que
son cada vez más accesibles a amplios
estratos socioeconómicos, las sociedades
se han visto rebasadas por una oferta cultural sin precedentes. Se puede hablar de
la cultura de lo virtual o de cibercultura.
Algunas embajadas cuentan ya con programas de formación y educación para
sus connacionales por internet.
Existen grandes asimetrías en los intercambios de bienes culturales entre los
países desarrollados y los en vías de
desarrollo. Un Informe del Instituto de
Estadística de la UNESCO señala que el
volumen de bienes culturales exportados
por los países desarrollados, que sólo representan el 23% de la población mundial, correspondió a 122.5 billones de
dólares en 1998 contra 51.8 billones de
dólares para los países en vías de desarrollo
que representan el 77% de la población
mundial. Un ejemplo referente al cine:
la oferta de películas en los videoclubes de
la región esta compuesta en un 70 a 90%
por cine norteamericano7. ¿Qué ocurre
cuando la variedad se reduce en el “menú”
ofrecido al consumidor? Esto induce una
estandardización cultural en cuanto a los
modos de vida, las lenguas, los hábitos de
consumo, las comidas, e incluso los modos
de pensar y actuar. Preservar y enriquecer
esta diversidad de la oferta es otro de los
desafíos de la diplomacia cultural.
La rapidez de las mutaciones tecnológicas,
sociales y económicas constituyen un reto
y una oportunidad excepcional para las
instituciones del ámbito cultural. Para
los estados se trata de modular, regular,
gobernar los impactos que generan el
proceso de globalización. Atentos a estos
cambios, buscando caminos para humanizar la mundialización mediante normas
y principios de alcance jurídico, los 181
Estados miembros de la UNESCO adoptaron por unanimidad, en su Conferencia
General de 2001, la Declaración Universal sobre la Diversidad Cultural, que en
su artículo primero declara “la diversidad
cultural, patrimonio de la humanidad”.
Estas normas responden también a las exigencias de la sociedad del conocimiento,
pues al entrar a una era en la cual la
“economía intangible” adquiere un gran
desarrollo –gracias a la creatividad, la
iniciativa innovadora, los métodos de
gestión– es el plano intelectual y cultural
donde residen las ventajas comparativas
de esta clase de producción. La cultura,
con su creatividad y su esteticismo ante
la producción, se convierte en factor
dinámico de la economía mundial.
Acuerdos internacionales para
promover la diversidad
de las culturas
Tanto la Declaración como la Convención del 2005 sobre la “protección y
promoción de la diversidad de las expresiones culturales” en el mundo hacen
frente a un doble reto: por una parte,
asegurar una interacción armoniosa y
una voluntad de vivir juntos entre personas y colectividades con identidades
culturales distintas, que hacen evidente
la importancia del diálogo intercultural;
y por otra parte, defender una diversidad
creadora viviente, es decir la multiplicidad de maneras cómo las culturas viven
y trasmiten sus expresiones ancestrales
y contemporáneas a través del tiempo y
del espacio. La diversidad cultural, por
su fuerza incitativa al diálogo, al intercambio y a la creatividad, constituye una
condición esencial para una paz integral y
un desarrollo duradero.
Con la Convención del 2005, que protege
y promueve la diversidad de las expresiones culturales, y la Convención del 2003,
que “protege y preserva el patrimonio
inmaterial”, se crea un marco normativo
permanente que permite jurídicamente a
la diversidad de las expresiones culturales de todo el mundo el manifestarse
libremente, renovarse y ser provechosas
a sus propias sociedades y al conjunto
de la comunidad internacional. De esta
manera se establecen lazos que unen a la
cultura con la cohesión social, el desarrollo compartido y el diálogo entre los
pueblos, y se establecen nuevas vías para
la cooperación internacional. Este es un
principio de negociación internacional
reconocido por muchos tratadistas. Uno
de ellos señala que “organizar el diálogo
de civilizaciones y de las ideologías se
convierte en una misión de la diplomacia.
Su éxito supone confiar en que hay puntos de encuentro y de concordancia entre
las culturas para facilitar la conciliación
13
de los intereses nacionales” (A.Plantey
Principes de diplomatie.
Ediciones
Adone, París 2000).
Así, en un mundo en el cual el multilateralismo es cada vez más complejo y
en el que las naciones dependen unas
de otras para la solución de los conflictos, la importancia del poder intangible
ha aumentado. Cuando la seguridad
internacional era preocupación y competencia sólo de los estados, ellos eran los
actores protagónicos en la escena internacional. En nuestros días, la solución
de conflictos o la capacidad de influir
en este escenario pasa por mecanismos
que van más allá del uso de las fuerzas
puramente materiales. La cultura de un
pueblo en sus diversas expresiones que la
configuran, es decir las artes, los modos
de vida, las distintas formas de vivir en
comunidad, sus sistemas de valores, sus
tradiciones y creencias, juegan un rol
preponderante en ello.
En las últimas décadas, la UNESCO
ha construido paso a paso una verdadera plataforma normativa gracias a
las Recomendaciones, Declaraciones y
Convenciones adoptadas, que tomadas
en su conjunto constituyen un marco
regulador y una base técnica e intelectual
al servicio de los Estados miembros, muy
útiles para la revisión, actualización y
reorientación de las políticas culturales
nacionales, y que responden así a los
desafíos de la globalización. Para este
fin son particularmente pertinentes las
Declaraciones y Convenciones adop-
14
tadas por la Conferencia General de la
UNESCO, a saber:
–
La Convención Universal sobre los
Derechos de Autor (1952, revisada
en 1971).
–
La Convención para la protección de
bienes culturales en caso de conflicto
armado (1954, revisada en 1999)
–
La Declararación de principios de la
Cooperación Cultural Internacional
(1966)
–
La Convención sobre el tráfico ilícito
de bienes culturales (1970)
–
La Convención sobre el Patrimonio
Mundial, cultural y natural (1972)
–
La Declaración de la UNESCO sobre
la raza y los prejuicios raciales (1978)
–
La Convención sobre la protección del
Patrimonio Cultural Subacuá-tico (2001)
–
La Declaración Universal de la
UNESCO sobre la Diversidad Cultural (2001)
–
La Convención sobre la protección y
promoción del Patrimonio Inmaterial (2003)
–
La Convención sobre la protección
y la promoción de la diversidad de
expresiones culturales (2005)
Estas convenciones, que tienen un
carácter vinculante para los Estados
miembros de la UNESCO (192), conforman un marco regulador ad hoc para
preservar y promover la diversidad cultural, defender las identidades culturales
mayoritarias y minoritarias, establecer
derechos culturales, recuperar bienes
culturales de procedencia ilícita, proteger
los bienes culturales en caso de conflicto
armado, reconocer los derechos autorales
e intelectuales, y cuentan en algunos
casos con instancias de arbitraje para
casos de desavenencia. Todas ellas están
concebidas para reforzar la cooperación
internacional, fomentar el diálogo entre
las naciones, estimular un desarrollo compartido. Además de ser instrumentos de
referencia para las autoridades culturales
de los países, se trata de verdaderos instrumentos de negociación internacional al
servicio de una diplomacia mundial.
El potencial cultural de
América Latina
Ahora que nuestra América ha surgido
al mundo con una identidad propia,
resultado de un intenso proceso intercultural donde han convergido y se han
fusionado naciones, lenguas, religiones y saberes podríamos preguntarnos
¿de cuánto poder intangible dispone
América Latina? Las manifestaciones culturales que surgen de las fuentes americanas tienen una buena acogida en el
mundo. Así, por referirse sólo al ámbito
literario, si escritores mundialmente
conocidos como Miguel Ángel Asturias,
Pablo Neruda, Gabriel García Márquez
y Octavio Paz no hubiesen construido
su imaginario con signos distintivos de
la región, como Chilan Balam (Guatemala), Machu Picchu (Perú), Macondo
(Colombia), o la Piedra del Sol (México),
tal vez no habrían logrado esa fuerza
expresiva reveladora de mundos, que
los hizo merecedores del Premio Nóbel.
Somos un continente con un imaginario
pródigo, como si viviéramos en una edad
literaria. Esa fuerza creadora se encuentra plasmada en las diferentes artes.
En la narrativa, todos los escritores y
escritoras, han contribuido a levantar un
universo simbólico que los distingue en el
mundo: de los cubanos Alejo Carpentier,
Nicolás Guillén y José Lezama Lima, a
los argentinos Ernesto Sábato, Jorge Luis
Borges y Julio Cortázar, pasando por los
peruanos Mario Vargas Llosa, José María
Arguedas, Miguel Gutiérrez y Alfredo
Bryce Echenique, los colombianos
Álvaro Mutis y Gabriel García Márquez,
los mexicanos Juan Rulfo, Octavio Paz
y Carlos Fuentes, los chilenos Jorge
Donoso, Isabel Allende, Jorge Edward y
Luis Sepúlveda, para mencionar tan sólo
algunos nombres conocidos, todos ellos
y ellas hablan de un yo colectivo, como
miembros de una comunidad de voces
que expresan la diversidad de América
Latina y el Caribe. Lo hacen desde perspectivas estéticas y políticas distintas,
es cierto, pero mantienen y afirman un
denominador común: un modo de ser
americano, cimentado por las lenguas
habladas y por una historia compartida.
Nos referimos en primer término a la literatura, pues los poetas, ensayistas y par-
15
ticularmente los novelistas, fijaron en el
mapa moderno de las culturas la presencia atrayente de esta región, cuando en
los años setenta surgió el llamado «Boom
de la novela latinoamericana», que concitó un interes mundial, con millones de
lectores tentados con el universo macondiano y borgiano de América. Semejante
atracción ejercen hoy la música, la pintura y las comidas de América Latina.
Conocidos compositores e intérpretes
como Chico Buarque, Silvio Rodríguez,
Agustín Lara, Carlos Gardel, Carlos
Santana, Violeta Parra, Astor Piazzolla,
Alberto Ginestera, Heitor Villa–Lobos,
Leo Brower, Daniel Baremboím, José
Asunción Flores, Martha Argerich,
Raúl García Zárate, Claudio Arrau,
Vinicius de Moraes, Agustín Barrios,
Miguel Ángel Estrella, Cucho Valdés,
Chabuca Granda, traducen en géneros
distintos la riqueza melódica de los
campos y las urbes latinoamericanas,
incluidas por supuesto las del Caribe.
Por suerte en la región no hacemos
separaciones tajantes entre música culta
y música popular. América Latina ha
sabido preservar un estilo melódico y
una cultura del cuerpo para su baile.
Hoy el mundo baila al ritmo de la salsa
caribeña, del bolero mexicano, del son
cubano, de la cumbia colombiana, de
la marinera peruana, del tango argentino. Millones de parejas aprenden en
el mundo a bailar estos ritmos. Son
expresiones de la convivialidad latinoamericana, que generan buena imagen,
empleo y desarrollo económico.
16
No hay que olvidar la gastronomía, que
muestra las habilidades alquímicas de la
región, que va siendo más y más apreciada en todas partes, pues se instalan
y proliferan por el mundo coloridos
restaurantes que dan a conocer el sabor
latinoamericano en toda su diversidad,
satisfaciendo a los paladares más exigentes. Un arte culinario que congrega a las
cocinas autóctonas y las cocinas criollas,
surgidas de esa prodigiosa confluencia
con las tradiciones ibéricas, árabes, africanas y orientales.
En el ámbito de la reflexión y de las ideas,
son numerosos los intelectuales e investigadores de nuestros países que contribuyen
con sus estudios y sus publicaciones a los
más importantes debates en el mundo,
participando a la conformación de una
nueva mentalidad crítica y constructiva.
Baste recordar que en las últimas décadas
nuestra región produjo algunas grandes
corrientes de pensamiento como la
Filosofía de la Liberación, la Teología de
la Liberación, la Pedagogía del Oprimido,
la Sociología de la Pobreza, los estudios de
Cultura Popular, la Economía Informal,
entre otros, sobre los que se han producido centenares de libros y tesis en todas
partes del mundo.
Cabe mencionar, por supuesto, a los iconos
del patrimonio cultural tangible e intangible, desde los ancestrales sitios arqueológicos, hasta los numerosos «Centros Históricos» de las ciudades más importantes
del continente, sin olvidar la diversidad
lingüística, que reúne idiomas de origen
americano, africano, europeo, asiático, las
leyendas y tradiciones orales, las hermosas
y útiles artesanías, sin olvidar los saberes
tradicionales y endógenos tan apreciados
hoy en día, especialmente en el campo de
la salud tradicional. Se puede decir que
América Latina, en resumen, es un continente cultural, donde se han congregado
todas las eras imaginarias del mundo.
El desafío es cómo poner este excepcional
acervo cultural al servicio de las relaciones internacionales, del diálogo entre las
naciones y del desarrollo compartido.
Un patrimonio que hace de América
Latina una región que dispone de grandes
reservas de poder intangible. Mas allá
que los esfuerzos aislados –a todas luces
loable– que realizan nuestras cancillerías
en materia de promoción cultural, pero
que en buena parte se pierde en el vasto
océano de la oferta cultural, quizás deba
pensarse en una política cultural concertada y complementaria. Festivales
de cine, música, literatura, pintura,
gastronomía, pensamiento, que sean
muestra de lo que se crea en la región,
Casas de Cultura de América Latina que
en Praga tenga el nombre de Octavio
Paz, en Tokio el de Pablo Neruda o en
Nueva York el de Garcilaso de la Vega,
en las cuales gente de diversas partes del
mundo puedan practicar las lenguas,
bailes, cocinas, medicinas tradicionales, pensamientos, ciencias, proyectos
económicos, etc. Una política que pueda
mostrar al mundo el espíritu americano,
tal como hace más de cincuenta años, un
notable pensador y diplomático mexicano, Alfonso Reyes, lo presintiera:
«La laboriosa entraña de América va poco
a poco mezclando esta sustancia heterogénea, y hoy por hoy, existe ya una humanidad americana característica, existe un
espíritu americano».
Una muestra de experiencias
de diplomacia cultural
La realización de una diplomacia cultural
requiere ciertas adaptaciones a nivel institucional. Como se trata de comunicar al
exterior una obra colectiva, como es la
cultura de una nación, ésta diplomacia
tiene que ser altamente participativa,
atenta a las producciones artísticas, culturales, intelectivas y científicas de la
comunidad nacional, y establecer una relación fluída y democrática con los creadores, sea que éstos estén dentro o fuera
del país. Saber identificar el lado auténtico, innovador, esmerado, novedoso de
las creaciones y saber presentarlas para
hacerlas atractivas, tomando en cuenta
que la globalización ha generado una sensibilidad ávida de novedades en todos los
ámbitos. Un servicio con un Agregado
Cultural o un Consulado (que incluya
funciones de promoción cultural) resulta
una estructura limitada. Esta realidad
invita a repensar a fondo la modalidad
cómo se podrían reorientar estos servicios tanto en las cancillerías como en las
embajadas. Con la superación de las barreras disciplinarias en curso actualmente,
prefiriéndose una visión holística, hoy en
día las manifestaciones culturales, artísticas, educativas, científicas, tecnológicas
y comunicacionales forman parte de un
“sólo paquete”.
17
¿Por qué no asociar a los connacionales
que se distinguen en estas actividades
en el país huésped a que actúen como
“Mediadores Culturales”? Este tipo
de nombramiento no otorga estatuto
diplomático alguno, como el caso del
Agregado Cultural Ad Honoren. Se
considera Mediador a una persona
con habilidades para transferir –hacer
pasar– un saber o una estética de su
propia cultura a otra distinta. Si se
trata de un pintor, músico o poeta no
se trata de que promueva sólo su propia
obra sino la de todo su gremio. Así se
podría nombrar mediadores educativos,
mediadores científicos, mediadores
tecnológicos, mediadores económicos,
mediadores comerciales, mediadores
de prensa, etc., que voluntariamente
dediquen unas horas a la semana a
las labores de promoción cultural y
económica de su propio país. Con
ellos se pueden establecer redes de
cooperación que laboren, no sólo en las
capitales, sino en todas la regiones del
país huésped.
Hasta hace unos años la diplomacia
francesa recurría a la red de “Puestos de
avanzada económica” (PEA) para nombrar a ciudadanos franceses dedicados a
la actividad económica, y residentes en
ciudades claves donde no había embajadas o consulados, para que actuen
como intermediarios –es decir mediadores– entre su región y la oferta exportable francesa. Otras redes semejantes
existen en otros países, especialmente
para la cooperación en investigación
científica y técnica.
18
Veámos diversos enfoques y experiencias de diplomacia cultural que
existen actualmente:
Estados Unidos
Se podría decir que la diplomacia cultural nació en éste país con el primer
embajador americano en Francia, Benjamín Franklin, nombrado durante
la Guerra de Independencia, quien
desplegó una intensa prédica en salones
y auditorios para explicar las idea de la
Independencia, concepto impensable
entonces, dejando muchos discípulos
que luego participaron en la Revolución
Francesa. Pero el estado norteamericano
no empezó oficialmente una diplomacia
cultural antes del año 1936. Ese año el
gobierno propuso una Convención para
la Promoción de las Relaciones Culturales Interamericanas. El preámbulo de
esta convención alentaba el desarrollo de
los intercambios entre la gente y tenía por
objetivo ‘un mejor conocimiento y comprensión mutuas’ dentro de los países del
continente americano. Dos años más
tarde, el gobierno estadounidense institucionalizó la diplomacia cultural con la
creación del Comité Interdepartamental
para la Cooperación Científica y la
División de la Cooperación Cultural.
No obstante, es solamente después de la
Segunda Guerra Mundial que la diplomacia cultural empezó a ser un elemento
estratégico de la política exterior norteamericana. En 1946, un Despacho para
los Asuntos Culturales y la Información
fue establecido en el Departamento de
Estado y se creó al igual, el programa
Fulbright para los intercambios universitarios y culturales (entre 1946 y 1996,
más de 250 mil personas se beneficiaron
de éste programa de becas de estudio).
En el conflicto ideológico con la Unión
Soviética, el arte americano fue un
recurso al servicio del Estado. La Agencia
de Información Norteamericana (USIA),
establecida para difundir en el mundo el
punto de vista estadounidense sobre la
actualidad mundial, contaba desde los
años ‘60 con más de 12 mil empleados.
El fin de la Guerra Fría condujo a una
importante disminución de los órganos
de diplomacia cultural de los EEUU.
Los fondos asignados a éste dominio
disminuyeron del 20% y la USIA fue
desmantelada en 1999. Los centros culturales norteamericanos fueron cerrados
aún en lugares estratégicos como Islamabad, Belgrado o Ankara. En cambio, el
acento fue puesto en el afianzamiento de
un mercado privado global.
Sin embargo, después de los ataques del
11 de septiembre, los esfuerzos del gobierno en el campo de la diplomacia cultural
aumentaron nuevamente. La dependencia respecto al mercado fue muy criticada
por el Congreso y se acusó al mercado
privado de dar una imagen negativa de
los Estados Unidos (consumista, individualista, violenta y pornográfica). Desde
entonces, se crearon estaciones de radio
en árabe y farsi y también una cadena de
información televisada árabe. Los EEUU
iniciaron varias políticas para aumentar
su poder intangible alrededor del mundo.
Hollywood y la industria norteamericana
son elementos evidentes, pero también
hay que mencionar la robustez del
sistema universitario americano. El porcentaje elevado de estudiantes extranjeros
asegura una influencia en las élites dirigentes de todo el mundo.
Francia
Desde los tiempos de Louis XIV, que
otorgaba más del 10% del presupuesto
del estado a las artes, los líderes franceses
otorgan mucha importancia al campo de
la cultura, al punto que con ella conforman su “imagen de marca” internacional. Mientras la monarquía presentaba
al país como “el ejemplo de civilización
y refinamiento”, con la Revolución se
redefinió el concepto con el de país líder
de los ideales ciudadanos y republicanos.
Desde entonces, la importancia de la cultura para la diplomacia francesa siempre
ha sido de primer orden. El director del
Instituto Francés en Londres lo resume
muy bien: ‘la culture, c’est la politique’.
Al comienzo del siglo XX, se crearon
diferentes instituciones que conformaron
una red de soportes de la cultura francesa
en el exterior, principalmente a través de
centros culturales franceses establecidos
en capitales prestigiosas, que actualmente
suman 436. Las exitosas gestiones para
tener la sede de la UNESCO en París y el
nombramiento de André Malraux como
Ministro de la Cultura, reforzaron más
19
la importancia de la cultura en la política
exterior francesa contemporánea.
No obstante, en las últimas décadas, la
diplomacia cultural francesa ha conocido
una crisis de proporciones. El primer
ministro Lionel Jospin ha reconocido que
la cultura francesa ya no tenía un papel
preeminente en el mundo que le permita imponer ‘su lenguaje, sus códigos
y su estilo’. Originalmente considerada
como la lengua franca para la diplomacia, el uso del francés en las instituciones
oficiales europeas disminuyó notoriamente. En 1997 el francés era utilizado
tanto como el inglés, pero desde el 2002,
el inglés sobrepasó largamente al francés.
El número de estudiantes extranjeros en
Francia se redujo. En 1985 eran 250
mil y, una década más tarde, pasaron
a 150 mil. Con sus propios problemas
económicos (desempleo, deuda exterior), el Estado redujo sensiblemente
los fondos asignados a la cultura, lo que
generó una huelga en el 2003 del 70%
de los servicios culturales.
Todo esto condujo a Francia a una
“reingeniería” de su diplomacia cultural,
a una reorientación de fondo. La cooperación con firmas privadas se intensificó
según el nuevo modelo ‘public–privé’.
Un papel importante se ha dado a la participación de los intereses franceses en los
países huéspedes, a la contribución de los
gremios profesionales, a las ONG’s, y en
el plano multilateral Francia asumió un
liderazgo, junto a Canadá, para promover
la aprobación de la Convención sobre la
20
Diversidad Cultural. Para contrarrestar
el uso del inglés como primera lengua
extranjera, Francia incita a los estudiantes
a aprender un segundo idioma, promoviendo a que elijieran el francés. Creó,
además, la Agencia Cultures France, una
plataforma de ejecución de los proyectos
promovidos por la diplomacia cultural
francesa.
China
Tradicionalmente aislacionista, la República China implementó en ésta última
década un vasto programa de diplomacia
cultural, cuyo esfuerzo más evidente es
la organización de los Juegos Olímpicos
en Beijín. El programa del Instituto
Confucius fue concebido para difundir
ampliamente la cultura y la lengua china.
El objetivo es crear 100 institutos en
diez años. Su opción de escoger proyectos estratégicos para reforzar su propia
diplomacia cultural es también evidente
(recientemente suscribió con Francia un
ambicioso acuerdo de cooperación en
medicina tradicional). China intenta
volverse un actor protagónico en África,
no sólo contribuyendo a proyectos de
desarrollo, sino también sosteniendo
entrenamiento técnico e intercambios
educativos y tecnológicos entre gobiernos. Todos estos esfuerzos responden a
la preocupación de construir un prestigio
de la China en el exterior, de posicionar
una buena imagen, pues su imagen actual
constituye –en el plano comercial y social,
por ejemplo– una barrera para la expansión económica y los objetivos políticos
chinos en el mundo. Efectivamente en el
2005, una encuesta de expertos en marketing mostró que el 70% de la personas
consultadas estimaron que la etiqueta
‘Made in China’ perjudica al producto
que quiere venderse. Cuando sabemos
que el 60% de su PIB proviene del
comercio, y que tres de los 10 mejores
filmes extranjeros en los EEUU son chinos, no es una sorpresa que el gobierno
chino haya empezado un ambicioso programa de diplomacia cultural.
Perú
El gobierno peruano ha iniciado en el
2003 un Plan de Política Cultural del
Perú en el Exterior, legitimado por un
Decreto Presidencial, que hace de la
diplomacia cultural un componente
importante de su política exterior.
Además de la protección del patrimonio
y de promover la educación, la ciencia
y la cultura peruanas, esta iniciativa
incluye un programa para promover
“La gran cocina peruana” y la apertura
de institutos culturales Inca Garcilaso
de la Vega. El patrimonio cultural del
Perú, que se benefició de una legislación
protectora desde 1822, es considerada
por la política externa como ‘un importante capital cultural’ al servicio del país.
La diversificación de destinos turísticos
–más allá de Machu Picchu– y la promoción de un turismo ecológico en otras
zonas del país constituyen una prioridad
para el gobierno, en la medida que constituye fuentes de ingresos para el desarrollo local. Otro aspecto de esta política
externa es el tratamiento de la migración
peruana. En la última década, casi un
10% de la población emigró en busca
de mejores perspectivas económicas.
Mientras que la remesa familiar ayuda
a la economía peruana, el potencial de
esta emigración –donde están parte de
la élite científica, académica y cultural
del país– no ha sido debidamente aprovechada por el país.
Noruega
Para una nación con una población
relativamente poco numerosa (menos
de 5 millones de habitantes) y de
expresiones culturales poco conocidas,
Noruega es un país que tiene una presencia sobredimensionada en la escena
internacional, y esto porque ha tomado
el camino de promotora mundial de
la paz. No sólo contentándose con
otorgar cada año Premio Nobel de la
Paz, sino también por tomar numerosas iniciativas para mostrar la imagen
de un país pacifista activo. Tiene un
presupuesto importante destinado a la
cooperación internacional y un equipo
de verificación electoral que se desplazan por el mundo. Acogió las negociaciones de paz para el Medio Oriente
(los acuerdos de Oslo), e iniciativas
semejantes para Sri Lanka y Colombia. Esta buena imagen a su vez opaca
la atención sobre aspectos que en el
exterior se consideran como negativos:
su aislamiento en la Unión Europea y
la explotación intensiva de los recursos naturales, que son lo esencial del
ingreso nacional noruego: perforación
de petróleo off–shore, pesca intensiva y
pesca de ballenas.
21
España
La diplomacia cultural española está marcada por sus lazos estrechos con el mundo
iberoamericano e hispanohablante, que
tiene su momento estelar en las Cumbres
de Jefes de Estado Iberoamericanos cada
año. Una de sus plataformas institucionales más importantes es la Organización
de Estados Iberoamericanos (OEI) y la
Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI), que cuenta con la red
de Institutos Cervantes, creados a partir
de 1992, y que cuenta ahora con 60 sedes
en 38 países. La promoción del idioma
español no sólo tiene beneficios en el
plano de la política exterior, sino también
en el plano económico, con las diversas
industrias relacionadas al idioma y la cultura española, que generan un estimado
de 15% del PIB español y emplean un
millón de personas.
En años recientes la diplomacia cultural
española emprende nuevos esfuerzos
gracias a la ampliación de su presupuesto. Carmen Calvo, Ministra de
Cultura, señaló en octubre 2006: “Hace
cincuenta años la cultura estaba ligada
a la diplomacia, pero apenas como un
adorno. Hoy en día, la cultura es una
parte importante de las economías desarrolladas y cuanto mayor es su nivel de
desarrollo cobra aún mayor importancia. Se necesita la cultura como parte
integrante del desarrollo, con por lo
menos el 10% del presupuesto asignado
al desarrollo, unido a la diplomacia cultural. El presupuesto del año 2007 fue
aumentado de un 27% y la protección al
22
patrimonio cultural –tangible e intangible– recibe una tercera parte de la suma
total”. Como parte de este enfoque,
España contribuyó con 700 millones
de dólares para el financiamiento de
un fondo para proyectos de “Cultura y
Desarrollo” en 54 países, en el marco de
la Reforma de las Naciones Unidas.
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Reform Committee, August 23, 2004.
&
CULTURA
De acuerdo a su mandato de propiciar la reflexión y la promoción de
enfoques y proyectos innovadores que se inscriban en acciones sostenibles,
respondiendo así a las necesidades de las sociedades de hoy, la
Serie Cuadernos UNESCO Guatemala presenta un grupo de estudios que
cubren sus ámbitos de competencia: Educación, Cultura, Ciencias
Naturales, Ciencias Sociales y Comunicación.
Guatemala
VIDA
Los primeros títulos son los siguientes:
I Ciencias de la Sociedad
Por un movimiento Social internacional: El programa de Cultura de Paz
II Cultura y Vida
Diplomacia Cultural: Un enfoque estratégico de Política Exterior para
la era intercultural
III Ciencias de la Sociedad
Las lecciones de la Independencia de las Américas ante los desafíos
de la era global
Se encuentran en preparación los volúmenes de la Serie Cuadernos UNESCO Guatemala
correspondientes a los temas de Educación, Ciencias Naturales y Comunicación.
DIPLOMACIA CULTURAL
Un enfoque estratégico de política
exterior para la era intercultural
Serie Cuadernos UNESCO Guatemala • No. 2
Cultura y Vida
CLT–UGO–2010/002
SERIE CUADERNOS UNESCO GUATEMALA
NÚMERO 2
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