X Seminario de RedMuni: “Nuevo rol del Estado, nuevo rol de los Municipios” 13 y 14 de agosto de 2009 EL CONSUMO, ¿un nuevo escenario de intervención social local para la construcción de ciudadanía? Alicia Petrucci – Fabricio Retamal Organismo de Defensa del Consumidor Secretaría de Gobierno Municipalidad de Paraná [email protected] 1 Resumen El presente artículo condensa las reflexiones acerca de la problemática del consumo y la configuración del escenario que habilita la construcción de nuevas subjetividades. Analiza también las posibilidades y límites de intervención local desde una perspectiva que potencie las dimensiones de cohesión social en el marco de la sociedad de mercado. En ese sentido, lo que se expone es un análisis de la experiencia en el ámbito del Organismo de Defensa del Consumidor de la Municipalidad de Paraná. Se parte de considerar al consumo como parte de la vida cotidiana de las sociedades modernas en que representa el eje principal alrededor del cual se vertebran relaciones económicas, sociales, culturales, recreativas, con el objeto de satisfacer necesidades humanas materiales y simbólicas. Muchas de las preguntas de los ciudadanos se contestan en la actualidad más en el consumo privado que en las reglas abstractas de la democracia o de la participación política en los espacios públicos El consumo es un sitio donde los conflictos entre clases, originados por la desigual participación en la estructura productiva, se continúan a propósito de la distribución y apropiación de los bienes. Consumir es participar en un escenario de disputas por aquello que la sociedad produce y por las maneras de usarlo. Por ello, debemos admitir que hoy día, parte de la racionalidad integrativa y comunicativa de una sociedad pasa por el consumo y entender al mercado como parte de interacciones socioculturales más complejas y no como un mero lugar de intercambio de productos. Se trata, entonces, de recuperar al Estado como regulador social, como árbitro entre los sectores de poder y los grupos más débiles. Por ello, recobrar el interés por lo público, es una tarea necesaria que quizá pueda transitarse, aunque resulte paradójico, desde la problemática del consumo. 2 Aproximación a la génesis de la sociedad de mercado Es de un consenso medianamente generalizado afirmar que desde el siglo XVI, la civilización occidental, representada por la burguesía, no cesó de imponer su cosmovisión al mundo, tratando de dominar a la naturaleza y a los hombres. También se reconoce que a partir de la última parte de la Edad Media, gran parte de los cambios significativos han sido fruto del accionar de la burguesía, de la especulación capitalista. Incluso aquellos avatares que resultaron indirectamente un beneficio para las personas, se debieron a la primordial necesidad de expansión industrial y al imperio del lucro. Algunos hechos a citar son, la abolición de los títulos de nobleza y de la esclavitud en amplios sectores del mundo occidental, la eliminación de los Feudos, la creación de los Estados y, mucho tiempo después, la liberación femenina. Todos ellos, así como muchos otros, responden a la necesidad de comerciantes y mercaderes de ampliar los mercados, aumentar la producción e incrementar las ganancias. Si bien, aquellos acontecimientos responden también a variados e intrincados fenómenos sociales, no se puede negar que un importante motor de esas transformaciones fue el interés capitalista que veía como un obstáculo a los pequeños Feudos que interferían en sus actividades comerciales. Fue por ese mismo interés que se llegó a comprender los beneficios de un Estado Democrático que unificara las monedas, así como se entendió que era preferible emplear por míseros sueldos a campesinos hambrientos que ocuparse de ellos como condenados o esclavos. El mismo interés que facilitó la denominada liberación femenina, avizorando un potencial y enorme grupo de consumo en la mujer, que no podía desplegarse al verse reducida al puro servilismo familiar. Por ejemplo, en la obra “Vigilar y Castigar” de Michel Foucault 1(1988), se evidencia que el gran adelanto de la civilización que representó la evolución de los viejos sistemas de penas y castigos a instituciones de reclusión y resocialización del miembro “desmembrado”, no se debió tanto al avance del espíritu humano, sino, más bien, a un criterio economicista. La antigua 1 Michel Foucault. Vigilar Y Castigar. Nueva Criminologia. Nacimiento De La Prision. Siglo Veintiuno Editores. 1988. Mexico D.F.. 3 costumbre de sentenciar a los delincuentes con la pena de muerte y/o la amputación de sus miembros no era productiva, ya que privaba a la sociedad de su mano de obra y era generadora de mendigos que implicaban gastos; razón por la cual se calculó el gran beneficio de disciplinar al “desviado” por medio de instituciones e intentar reinsertarlo en la comunidad para emplearlo en las factorías. El capitalismo lleva inserto el imperativo de extender sus dominios transformando a su paso en productos susceptibles para la venta a todo lo que encuentra en su camino. “Los nuevos amos de la sociedad volvieron despectivamente sus espaldas al pasado y a todas las acumulaciones de la historia y se dedicaron a crear un futuro que conforme con su propia teoría del progreso, sería igualmente despreciable una vez que a su turno pasara, y fuera entonces descartado con la misma falta de piedad”2. En el mundo creado por la lógica burguesa, el violento anhelo de incrementar las riquezas de los particulares para volcarlo al gasto improductivo, según afirma Geroge Bataille3, es el único fin de la existencia. El Capitalismo continuó su incesante mutación a las formas que la especulación le indicaba. Con él, el hombre, su identidad y su conciencia de sí, puesto que tanto los seres humanos como la comunidad en su conjunto y el ecosistema del que formamos parte, tienen la característica de ser autocorrectivos. Quiere esto decir, que frente a las más pequeñas desviaciones, el propio sistema elabora los mecanismos correctivos necesarios. Al decir del Biólogo marino, Humberto Maturana (si se nos permite la simplificación), el hombre y la sociedad son “autopoiéticos”, es decir que se hacen a sí mismos, transformando el uno al otro, y viceversa. Por ello, ante un cambio dado, se producen reacomodamientos con el fin de volver a un equilibrio. Antes de la conformación del Estado Democrático que la modernidad trajo aparejada, el ser humano se hallaba inserto en la comunidad de tal manera que 2 Mumford, Lewis; "Paraíso Paleotécnico: Villa Carbón", en La Ciudad en la Historia, Ediciones Infinito, Buenos Aires, Argentina, 1979. 3 Geroges Bataille, “La Noción De Gasto 1” En “La Parte Maldita”, Ed. Icaria, Barcelona, 1987. 4 su identidad pasaba por ser parte de ella. Esa percepción comienza a cambiar en la modernidad con el desarrollo del individualismo y la cultura erudita4. A las sociedades de la antigüedad, incluso hasta en las primeras etapas del capitalismo, les corresponden hombres y mujeres cuyas identidades pasan por su pertenencia a una comunidad orgánica. En cambio, a las ciudades contaminadas, sucias, malolientes, descriptas magistralmente por Lewis Munford en “Paraíso Paleotécnico: Villa Carbón”- formadas por una población dócil y hambrienta proveniente de los desmantelados feudos- donde el hombre es explotado cruelmente, le corresponde individuos atomizados, sin apegos a su comunidad, incomunicados, sin lazos sociales. Así, el hombre, responsable y víctima, quien debe vivir en un mundo permanentemente transformado por la dinámica del capitalismo, ha ido modificando su conciencia de sí, cual hoja que en un infinito caer deja el árbol y es llevada por los vientos y las brisas de una divina providencia económica. La construcción del ciudadano consumidor En la actualidad, según afirma Norbert Lechner5, el proceso global que alcanzó el capitalismo es tal que los valores de las relaciones de mercado han impregnado las relaciones sociales. La sociedad de mercado, que antes solo hacía a los intercambios de objetos, paulatinamente se ha transformado en la mediación primordial de las relaciones entre sujetos, a la vez que los ha constituido como tipos de individuos (consumidores). Así, el mercado, al impregnar con su dinámica a todas las relaciones humanas, ha generado un cambio en el hombre, en las ciudades y en su forma de relacionarse socialmente. Cambio que estuvo íntimamente vinculado, como Rossana Reguillo6 afirma, al despliegue de un proyecto global, consolidado en 4 Le Breton, David. “Antropología del cuerpo y Modernidad”, Buenos Aires, Nueva Visión. 2002. 5 Lechner, Norbert: “Estado y Sociedad en una perspectiva democrática”, 1999, en: AAVV. Estado, Democracia y Ciudadanía, Buenos Aires, Editorial La Página. 6 Reguillo Cruz, Rossana. La comunicación en la re/construcción de ciudadanías políticas y culturales, en Revista Aportes de la comunicación y la cultura, Año X Nº 10 y 11. Bolivia, Marzo de 2004. 5 la historia reciente gracias a un notable consenso social, construido alrededor de los valores que lo impulsaron. A través del modelo que promovió ese proyecto, se moldeó sujetos y los imbuyó de nuevos valores en el marco de los preceptos del mercado, formó ciudadanos integrados en tanto que consumidores, a la vez que generó una descomunal exclusión de sus propias promesas. Al respecto, Beatriz Sarlo expresa en Escenas de la vida posmoderna que: “El único obstáculo eficaz a la homogeneización cultural son las desigualdades económicas: todos los deseos tienden a parecerse, pero no todos los deseos tienen la misma oportunidad de realizarse. La ideología nos constituye como consumidores universales, aunque millones sean únicamente consumidores imaginarios. Si en el pasado, la pertenencia a una cultura aseguraba bienes simbólicos que constituían la base de identidades fuertes, hoy la exclusión del consumo vuelve inseguras todas las identidades. Esto, precisamente en la cultura juvenil, es bien evidente: el deseo de la marca, marca socialmente.”7. En ese sentido Deleuze8 agrega que ese cambio epocal se registra en la mutación de la denominada sociedad disciplinaria a la sociedad de control. El marketing se constituye, entonces, en el instrumento de control social y el hombre aquí ya no es el hombre encerrado sino el hombre endeudado. Ese modelo ha contribuido a generar una profunda transformación cultural que, entre otras cosas, ha ido pronunciando la brecha abierta entre los distintos sectores sociales. La sospecha, la brutal diferenciación, la quiebra de las solidaridades, el desmembramiento de un tejido social que permitía la movilidad ascendente, los nuevos imaginarios culturales de época que han catapultado a la riqueza como bien indiscutible y deseado por sobre todas las cosas, unido a una naturalización que se ha ido operando respecto del imperio del mercado y de las nuevas formas de la ciudadanía privatizada, han generado, junto con cambios brutales en la esfera de lo económico y de los 7 Sarlo, Beatriz, Escenas de la vida posmoderna. Intelectuales, arte y videocultura en la Argentina, Ed. Ariel, Bs. As., 1994 8 Deleuze, Gilles, “Posdata sobre las socieades de control”, en Chiristian Ferrer (Comp.) El lenguaje literario.Edit. Norda, Montevideo , 1991 6 dispositivos tecnocomunicacionales, la emergencia de otros modos de producción de lo social. De acuerdo a García Canclini, desde el consumo se construye hoy día gran parte de la racionalidad integrativa y comunicativa de la sociedad: “…muchas de las preguntas propias de los ciudadanos se contestan más en el consumo privado que en las reglas abstractas de la democracia o de la participación política en los espacios públicos”9. O, como lo coloca Milton Santos, “En lugar del ciudadano se formó un consumidor que acepta ser llamado usuario”10. Y lo que vincula ahora a esos consumidores no son sus identidades locales o nacionales, sino su demanda de ciertos bienes y servicios, su afición a determinados medios de comunicación masiva de carácter cada vez más desterritorializado. Una teoría acerca de la interacción entre productores y consumidores, entre emisores y receptores, tal como la desarrollan algunas corrientes de la antropología y la sociología urbana, revela que en el consumo se manifiesta también una racionalidad sociopolítica interactiva. Cuando miramos la proliferación de objetos y de marcas, de redes comunicacionales y de accesos al consumo, desde la perspectiva de los movimientos de consumidores y de sus demandas, advertimos que también intervienen en estos procesos las reglas móviles de la distinción entre los grupos, de la expansión educacional, las innovaciones tecnológicas y de la moda. "El consumo", dice Manuel Castells, "es un sitio donde los conflictos entre clases, originados por la desigual participación en la estructura productiva, se continúan a propósito de la distribución y apropiación de los bienes"11. Consumir es participar en un escenario de disputas por aquello que la sociedad produce y por las maneras de usarlo. Parecería que los comportamientos de consumo sólo sirven para dividir. Pero si los miembros de una comunidad no compartieran los sentidos de los bienes, no 9 García Canclini, Nestor: “Consumidores y Ciudadanos, Conflictos multiculturales de la globalización”, Ed. Grijalbo, Méjico, 1995. 10 Santos, Milton: “O espaço do cidadão”, Nobel, Sao Paulo,1987 11 Manuel Castells: “La cuestión urbana”, apéndice a la segunda edición, México, Siglo XXI, 1974. 7 podrían utilizarse como elementos de distinción. Un elemento suntuario o un artefacto tecnológico de última generación diferencia a sus poseedores en tanto y en cuanto que quienes están imposibilitados de adquirirlos reconocen su sentido sociocultural. Por ello, si coincidimos en esto, debemos admitir que hoy día, parte de la racionalidad integrativa y comunicativa de una sociedad pasa por el consumo. el consumo no es algo "privado, atomizado y pasivo", sino "eminentemente social, correlativo y activo", subordinado a un cierto control político de las élites, como sostiene Appadurai12. Los gustos de las esferas dominantes funcionan como una especie de "embudo" que van seleccionando las ofertas externas, a la vez que suministran modelos político-culturales con el fin de administrar las tensiones existentes entre lo propio y lo lejano. Consideramos que el consumo juega un rol esencial en la comunidad, a través del cual se establecen identidades, se comunican e integran las personas, a la vez que entendemos, como ha dicho García Canclini (1995), que éste “se ha vuelto un lugar donde con frecuencia resulta difícil pensar” gracias al feroz juego entre las fuerzas del mercado; quizás, deberíamos correr al consumo del lugar de las prácticas superfluas y vacías que nuestro prejuicio profesional nos impone- posiblemente por la costumbre de trabajar con la pobreza- y pensar a éste como una nueva esfera para la intervención social. Al respecto, García Canclini (1995) afirma que para que el consumo pueda relacionarse con una práctica reflexiva de la ciudadanía “deben reunirse, al menos, estos requisitos: a) Una oferta vasta y diversificada de bienes y mensajes representativos de la variedad internacional de los mercados, de acceso fácil y equitativo para las mayorías; b) información multidireccional y confiable acerca de la calidad de los productos, con control efectivamente ejercido por parte de los consumidores y capacidad de refutar las pretensiones y seducciones de la propaganda; c) participación democrática de los principales sectores de la sociedad civil en las decisiones del orden material, simbólico, jurídico y político donde se organizan los consumos: desde la habilitación sanitaria de los alimentos hasta las concesiones de frecuencias radiales y televisivas, desde el juzgamiento de los especuladores que ocultan 12 Arjun Appadurai (ed.), La vida social de las cosas, México, Grijalbo, 1991. 8 productos de primera necesidad hasta los que administran informaciones clave para tomar decisiones”. Entender la importancia de trabajar en pos de las acciones propuestas conlleva entender al mercado como parte de interacciones socioculturales más complejas y no como un mero lugar de intercambio de productos. Así también, el consumo será percibido como la apropiación colectiva de bienes que dan satisfacciones biológicas y simbólicas, en relaciones de solidaridad y distinción con otros, y no como la simple posesión particular de objetos. El imperio totalitario del capitalismo a nivel global hace creer en el carácter abstracto de los intercambios mercantiles, pero de la confrontación de las sociedades modernas con las "arcaicas" resulta evidente que en todas las sociedades los bienes cumplen muchas funciones, y que la mercantil es sólo una de ellas. “Los hombres intercambiamos objetos para satisfacer necesidades que hemos fijado culturalmente, para integrarnos con otros y para distinguirnos de ellos, para realizar deseos y para pensar nuestra situación en el mundo, para controlar el flujo errático de los deseos y darles constancia o seguridad en instituciones y ritos” .13 Replantear el rol del mercado en la sociedad nos permitirá vincular el consumo con la ciudadanía, recobrar el interés por lo público, además de la recuperación imaginativa de los espacios públicos. De este modo el consumo podrá verse como un lugar útil para pensar y actuar en la vida social. Escenario de la emergencia del derecho de los consumidores Una de las mayores secuelas que dejó paso del neoliberalismo por Sudamérica fue la destrucción o disminución a la mínima expresión del Estado como árbitro entre los sectores de poder y los grupos más débiles. De la mano de éste fenómeno, junto con el consiguiente descrédito del Estado, los espacios dónde podía hacerse presente el interés público se fue retrayendo. Por ello, recobrar 13 García Canclini, Nestor: “Consumidores y Ciudadanos, Conflictos multiculturales de la globalización”, Ed. Grijalbo, Méjico, 1995. 9 el interés por lo público es una tarea necesaria que quizá deba transitarse, aunque resulte paradójico, desde el consumo. Paradójico, porque la figura del ciudadano consumidor se constituyó en la médula de la implantación del modelo neoliberal en la Argentina, configurando un tipo nuevo de sujeto: el consumidor-usuario de los bienes y servicios que provee el mercado en un contexto donde el plan económico menemista, al dolarizar la economía y establecer la paridad cambiaria (el tan mentado 1 a 1) posibilitó cierta inclusión preferencial a través del consumo de algunos pocos sectores sociales y a la gran mayoría los embarcó en un “Titanic” que prometía fiesta permanente, y culminó sumergiéndolos intempestivamente- sin posibilidades de defensa- junto a sus espejitos de colores. Si reconocemos al consumo como parte de la vida cotidiana en nuestras sociedades modernas representa el eje principal alrededor del cual se vertebran relaciones económicas, sociales, culturales, recreativas, con el objeto de satisfacer necesidades humanas, materiales y simbólicas, podríamos afirmar junto a Castoriadis que “lo que mantiene la cohesión de una sociedad, es la cohesión de su mundo de significaciones”14. El modo en que dichas necesidades se satisfacen están mediadas por mecanismos comerciales que persiguen usufructo y ganancias que tienden a tornarse cada vez más irracionales e inequitativas, polarizando así la vulnerabilidad de uno de los actores: los consumidores. Quizás por ello, en estos tiempos han comenzado a surgir instancias gubernamentales y no gubernamentales, no partidarias, que permiten deslindar la necesidad de hacer valer lo público frente a la decadencia de las burocracias estatales; como son las Defensorías del Pueblo, las comisiones de derechos humanos, Asociaciones de Defensa de Consumidores y algunos (pocos) medios periodísticos independientes. En igual sentido, los legisladores, presionados por el surgimiento y accionar de esas noveles instituciones, han debido sancionar normativas que tienden a compensar la asimetría consumidor/productor-proveedor, aún legitimada en 14 Castoriadis en Colombo Eduardo: “El imaginario social” (Compilación de artículos personales y de otros autores). Ed. Nordan/Altamira, Montevideo-Buenos Aires, 1989 (tercera edición: 1993) 10 función de la producción y reproducción del orden social vigente - que no es otra cosa que la reproducción de la desigualdad social. Es más, su emergencia coincide con el advenimiento de la oleada privatizadora de los noventa en Argentina. Momento en el que se preveía un escenario marcado por los conflictos mercantiles debido a la desregulación estatal, por un lado, y a la voracidad de la libertad de mercado, por el otro. Así, entonces, estas instancias normativas surgen con un sentido meramente compensador de dichas asimetrías. La debilidad y vulnerabilidad de los “consumidores-ciudadanos” revisten características estructurales que se manifiestan en todos los momentos de la cadena de consumo, incluso desde su inicio a través de la publicidad, la cual es estudiada y planificada por expertos en marketing y en conducta humana, con el objeto de vender grandes cantidades de productos y servicios sin evaluar ni considerar la incidencia en la calidad de vida y en el medio ambiente. Al respecto, antes de la producción masiva, la relación entre productores y consumidores era directa y transparente, los fabricantes recibían demandas concretas de sus clientes, las cuales debían satisfacer siguiendo las exigencias particulares de cada uno de ellos. A partir de la Revolución Industrial, que introduce el uso de maquinarias en la fabricación de mercaderías, se da inicio a la producción masiva y en serie; así, el aumento de la cantidad de productos requiere ubicarlos en el mercado; es decir, que mayor cantidad de personas accedan a ellos. Situación que invierte la relación entre fabricante y consumidor, trastrocando su punto de partida al de la producción de grandes cantidades de objetos semejantes, para luego recién buscar a personas dispuestas a adquirirlos. Por ello, a fin de lograr este propósito, los proveedores echan mano de todos los recursos que le permitan convencer a los consumidores, hallando en la publicidad una de las principales armas para la persuasión. “La publicidad pasa a ser una herramienta de extrema importancia porque con ella se incita a comprar y la sociedad comienza a mostrar la propensión al consumo, que según algunos economistas llevaría a un crecimiento sostenido del sistema económico capitalista”15. 15 Lambois, Susana. El Consumidor Y Sus Derechos. http://www.salvador.edu.ar/lambo1.htm, 04/09. 11 Esta dinámica de las sociedades capitalistas en las que estamos insertos, se ha complejizado de tal manera que a pesar de las normativas y la mitigación de los efectos adversos que a través de ellas se procura, los conflictos y disputas crecen a un ritmo concordante con dicha complejidad. Entonces, en la medida en que las dificultades de la población al “consumir” o adquirir un objeto o servicio - ya sea de suma necesidad o superfluo - continúen presentándose - dado el carácter complejo y desigual de nuestra vida en comunidad - emerge como prioritario, de especial relevancia para la intervención local, la puesta en escena de instrumentos y dispositivos en beneficio de la población perjudicada. Esto constituye una exigencia y un desafío. Exigencia porque estos nuevos mecanismos y espacios profesionales, como la mediación, conciliación y la difusión de derechos en el ámbito de las defensorías del pueblo y de los consumidores, interpela y provoca nuestras más firmes convicciones profesionales y éticas en la responsabilidad social que por ello nos cabe en la materia. Desafío para, en función de lo anterior, detectar y apropiarse de las instancias y las hendijas que el sistema injusto en que estamos inmersos nos ofrece subrepticiamente para ponerlas al servicio de la población. En definitiva, se trata de ampliar el espacio de intervención en lo social, entendiendo a ese social, no sólo como lo social asistencial, sino como un conglomerado de dimensiones económicas, políticas y culturales que atraviesan la vida de las personas. En ese proceso de permanente cambio y sedimentación, el consumo va entretejiendo relaciones, vínculos y distinciones. En este entramado de relaciones, vínculos y distinciones, merece un párrafo aparte el rol de los medios de comunicación, o mejor expresado, las empresas de comunicación masiva. Ya que la tradicional manera de denominar a las corporaciones de la información y el entretenimiento audiovisual tiende a crearles una falsa imagen de mediadores neutrales entre sucesos y público. En este mundo globalizado, las empresas de comunicación masiva contribuyen a constituir a los ciudadanos como “consumidores universales, aunque 12 millones sean únicamente consumidores imaginarios”16. Pero, circunscribiéndonos solo al caso Argentino, este fenómeno se torna más grave, puesto que la Ley que rige nuestra radiodifusión es obsoleta, permitiendo la conformación de verdaderos oligopolios que manipulan la información, y – consiguientemente – la realidad. Es de común consenso que los medios de comunicación están cambiando la mentalidad de las personas. Si la revolución industrial significó una poderosa extensión de la intervención humana en la tierra, que desencadenó importantes cambios en la vida del hombre; la actual revolución en las comunicaciones representa una inédita amplificación de la mente y de las capacidades humanas - lo que precisamente ocurre en esta época de búsqueda de valores identitarios, depositados muchos de ellos en el consumo. Si coincidimos en que la realidad es una construcción social que permite y a su vez construye a la sociedad, los medios compondrían un sector que aporta mucho en la creación de esa "realidad" a través de la observación y la difusión de sus interpretaciones. Tal es así, que algunos intelectuales afirman que “Cuanto más compleja y grande es la sociedad, tanto más importante es la función de los medios, pues sin ellos una sociedad de dimensiones y complejidad más grandes no podría funcionar como sociedad" .17 Se ha llegado a decir que sólo existe socialmente aquello que adquiere conveniente presencia en los medios de comunicación. Si ello fuera cierto -y en gran medida lo es- corremos el riesgo de influencias dictatoriales y sectarias de los medios de comunicación. Motivo por el cual, el rol de las empresas de comunicación masiva debe ser un importante factor a considerar al momento de la intervención social. Al respecto, Carl Popper, uno de los intelectuales más reconocidos del Liberalismo, en el que fuese su último artículo, afirma que “No deberíamos tener ningún poder político incontrolado en una democracia. Ahora bien, ha 16 Beatriz Sarl Sarlo, Beatriz, Escenas de la vida posmoderna. Intelectuales, arte y videocultura en la Argentina, Ed. Ariel, Bs. As., 1994o 17 Watzlawick, P y Krieg, P: “El ojo del observador. Contribuciones al constructivismo”, Barcelona, Gedisa, 1994. 13 sucedido que la televisión se ha convertido en un poder político colosal, potencialmente, se podría decir, en el más importante de todos, como si fuese Dios mismo el que hablara”.18 Así, la figura del ciudadano consumidor se constituyó en la médula de la implantación del modelo neoliberal en la Argentina, fundamentalmente a partir de los 90s, configurando de este modo la base del nuevo contrato social de la sociedad argentina, luego del devastador proceso hiperinflacionario. Tal importancia cobró que adquirió rango constitucional. Se define un tipo nuevo de sujeto: el consumidor-usuario de los bienes y servicios que provee el mercado en un contexto donde el plan económico menemista al dolarizar la economía y establecer la paridad cambiaria (el tan mentado uno a uno) posibilitaba cierta inclusión preferencial a través del consumo. Estas circunstancias viabilizaron la adhesión de gran parte de la población puesto que diversos sectores tuvieron acceso al crédito para la compra de productos del mercado, propio de sociedades más desarrolladas, como electrodomésticos, electrónicos, servicios, etcétera. En este sentido, la eficacia simbólica del modelo consumidor-ciudadano se enraizaba en su doble funcionalidad. Por un lado, en tanto país, colocaba a la Argentina del lado de los “ganadores” de la nueva era, avalando la creencia de que ésta era una suerte de enclave del Primer mundo en un subcontinente cada vez más atravesado por todo tipo de males. Por otra lado, en el nivel interno, facilitaba el desdibujamiento de la matriz conflictiva de lo social, ocultando y despolitizando los efectos excluyentes del régimen económico en curso. En otros términos, si bien era cierto que este modelo abría espacios de inclusión a través del consumo, por otro lado, conllevaba la destrucción de puestos de trabajo, y por lo tanto, su éxito no podía ser desvinculado del creciente aumento de las desigualdades sociales. Este ocultamiento ideológico nos revela la importancia crucial del consumo en tanto dispositivo de legitimación del modelo neoliberal de los 90, que privilegió fuertemente la “seducción individualista”19, mediante la revalorización del triunfo personal. Así para algunos, su aceptación formaba parte de la “utopía privatista” a la que 18 López Arnal, Salvador, y otros (coordinadores): “Popper / Kuhn. Ecos de un debate”, Editorial Montesinos, Barcelona 2003. 14 adherían fervorosamente; para otros, era el puro resultado de la dinámica neoliberal y privatizadora. De tal manera que la gran mayoría optó por cerrar los ojos y aceptar las ventajas estabilizadoras del modelo. Con todo, en medio de la reducción salarial, de la precarización laboral y, más adelante, del aumento de la desocupación y de la inseguridad ciudadana, había un amplio espacio en el cual convergían seducción individualista, indiferencia social y estrategias de consumo. Fue de tal magnitud este despliegue neoliberal, tanto desde lo material como de lo simbólico, que fue legitimado por todas las fuerzas del establishment, abarcando a los segmentos hegemónicos como aquellos que intentaban plantearse como alternativas. De tal manera, este consenso generalizado permitió la continuidad estructural del modelo hasta su estallido en el 2001, momento en que se demostró la fragilidad del sistema, pues la cohesión sedimentada en el pragmatismo ideológico, la estrategia individualista y la indiferencia social, terminó por resquebrajarlo, para padecer luego una fuerte restricción de sus márgenes como consecuencia de la opción conservadora que el gobierno de transición eligió para salir de dicha crisis, fundada en la devaluación. Siguiendo a Maristela Svampa, esta ruptura del pacto social no sólo puso al descubierto la fragilidad del modelo: también señaló la activación de una nueva dinámica de “ganadores” y “perdedores”, a partir de la retracción del espacio del ciudadano-consumidor. Ahorristas y endeudados, actores importantes de las protestas desarrolladas a partir de diciembre de 2001, ilustran el costado de los nuevos “perdedores”. Si bien el derecho de los consumidores y usuarios se encuentran tutelados por la Constitución Nacional desde el año 1994, para lo que se estipula determinado rol al Estado en función de garantizar el ejercicio de esos derechos, pese a dichos enunciados, el auge del modelo neoliberal que se despliega a partir de los 90s - a través de las privatizaciones de las empresas estatales, los consecuentes despidos masivos de trabajadores, la precarización del empleo, la reestructuración y “modernización” del Estado y la 19 Svampa, M. La sociedad excluyente. La Argentina bajo el signo del neoliberalismo. TAurus.2006 15 desregulación de la economía - conllevó no sólo a la destrucción de las capacidades estatales, sino también a la conformación de mercados monopólicos, favorecidos por la protección del Estado “residual”. Lo que explica la incapacidad manifiesta de los mecanismos institucionales que debían actuar como Entes reguladores de los servicios privatizados, como así también la temprana cooptación de las incipientes organizaciones de consumidores, por parte del Estado. En fin, es constatable que la acción del ciudadano-consumidor tiene un alcance limitado, dado que se desarrolla en una escenario preconstituido por el productor y por fuera del sector de la producción, aunque es expresión del conflicto socio-económico. También es palpable que la relevancia que adquiere el consumidor-usuario en la nueva matriz social es directamente proporcional al eclipse del modelo de ciudadanía social también consagrado constitucionalmente. No obstante esta constitucionalmente contradicción entre los derechos estipulados y su escasa instrumentalizad institucional, no puede opacar la elasticidad que tiene el espacio del consumidor en su carácter de usuario, ya que el tema de los servicios atraviesa a toda la sociedad, y por supuesto los más afectados y vulnerables son los sectores de más bajos recursos. La defensa de los derechos de los consumidores. Una experiencia local. Decíamos que la reforma de la Constitución Nacional de 1994 integró los derechos de los consumidores en su artículo 42º, garantizando la protección de sus intereses económicos, información adecuada y veraz y libertad de elección, con la finalidad de que aquellos puedan realizar en forma correcta la adquisición de productos y servicios. Además, la Norma insta a las autoridades a disponer mecanismos para la protección de esos derechos y a la defensa de la competencia, como forma de evitar la distorsión de los mercados. También, le da jerarquía constitucional a la creación de dispositivos preventivos y alternativos de solución de disputas y controversias. Recientemente, la sanción de la reforma de la constitución de la Provincia de Entre Ríos, también tutela especialmente los derechos de los consumidores. 16 De esta manera, en el ámbito Provincial y Municipal se generan dispositivos y normativas para la implementación de los principios rectores de los derechos del consumidor, adhiriendo a la ley 24240, creándose una Dirección Provincial, instituyéndola como autoridad de aplicación de la normativa, con el fin de controlar su cumplimiento y, finalmente, en el año 2004 se crea el Organismo de Defensa del Consumidor Municipal - previo convenio con el Gobierno de Entre Ríos, quien le delega sólo facultades conciliatorias entre partes en conflictos, dejando para sí facultades sancionatorias, preventivas, cautelares, entre otras. El Organismo de Defensa del Consumidor de la Municipalidad se corresponde con una estructura administrativa recepción de denuncias y cuya especificidad está dada por la su resolución a través de la implementación de sistemas de conciliación que incorpora en su dinámica técnicas de mediación y negociación de controversias. Podría decirse, que este ámbito de intervención estatal, en absoluta coherencia con el clima de época, se constituye en una de las instituciones que funciona, es decir que se encuentra intentando construir capacidad estatal, lo que es preciable a través de los resultados obtenidos. 20 Un ejemplo: Se ha registrado en las estadísticas un aumento progresivo y sostenido de las denuncias ingresadas y de las respectivas soluciones logradas a instancias de los agentes del Organismo. La práctica desarrollada hasta hoy nos permite realizar un mínimo diagnóstico de situación en relación a: 1) el nivel alcanzado en cuanto al cumplimiento de los principios que emanan de la Ley de Defensa del Consumidor en el ámbito que nos compete: la población local. Esto es, si en nuestra comunidad, las interacciones relacionadas con el consumo se desarrollan en un marco de equilibrio normativo, lo cual no evitaría los conflictos pero los reduciría notablemente; y 2) el horizonte de eficiencia y eficacia del sistema de conciliación como alternativa de solución de conflictos, en este caso en el marco de relaciones mercantiles. 20 Repetto, F. y Andrenacci, L. “Ciudadanía y capacidad estatal: dilemas presentes en la reconstrucción de la política social argentina” Lima y Guatemala, 2005. 17 Respecto al primer punto, el eje problemático que surge de la experiencia de trabajo y que es de vital importancia abordar a corto plazo, es la educación al consumidor en general, ya que se observada el casi nulo conocimiento de los derechos y responsabilidades que asiste a los ciudadanos en su carácter de consumidores. Decimos que es fundamental la información y la educación pues contribuyen a la construcción de sujetos autónomos, con capacidad de tomar decisiones lo más informadas y racionales posibles.La autonomía permite el ejercicio de la libertad y de su contraparte, la responsabilidad de los individuos ante sus actos. El consumo como parte de la vida cotidiana en nuestras sociedades modernas representa el eje principal alrededor del cual se articulan las dimensiones de lo social, en un entretejido de relaciones económicas, sociales, culturales, recreativas. Su sentido último es satisfacer necesidades humanas materiales y simbólicas. El modo en que dichas necesidades se satisfacen está mediado por mecanismos comerciales que persiguen usufructo y ganancias que tienden a tornarse cada vez más irracionales e inequitativas, polarizando así la vulnerabilidad de uno de los actores: los consumidores. Por ello, la normativa vigente se sedimenta en la percepción de dicha asimetría protegiendo los derechos de los actores más débiles en la relación de consumo. Debilidad estructural que se manifiesta en todos los momentos de la cadena, incluso desde su inicio a través de la publicidad, la cual es estudiada y planificada por expertos en marketing y en conducta humana, con el objeto de vender grandes cantidades de productos y servicios sin evaluar la incidencia en la calidad de vida y en el medio ambiente. Esta dinámica de las sociedades modernas en las que estamos insertos, se ha complejizado de tal manera que a pesar de las normativas y el orden que a través de ellas se procura, los conflictos y disputas crecen a un ritmo concordante con dicha complejidad. En el caso que nos ocupa, la defensa de los derechos de los consumidores en el ámbito municipal, descansa en la posibilidad de solucionar o restablecer el derecho vulnerado a un ciudadano, en tanto consumidor o usuario de un servicio. Lo que es denominado intervención en instancias conciliatorias. 18 Vale la pena aclarar que el término conciliar proviene del latín conciliare y significa “componer y ajustar los ánimos de quienes estaban opuestos entre sí”, también “Conformar dos o más proposiciones o doctrinas al parecer contrarias.” En el ámbito del Organismo de Defensa del Consumidor consideramos a la conciliación como un proceso interaccional – comunicacional por excelencia, donde las partes buscan solucionar sus conflictos de intereses con el apoyo de un tercero llamado conciliador, quien tenderá siempre a la defensa de los derechos conculcados. El funcionamiento Decíamos que la ley de Defensa del Consumidor nos brinda un marco general y nos habilita para la implementación de las Audiencias de conciliación de partes, con el objetivo de lograr acuerdos consensuados. Así, la ley define dos actores fundamentales del proceso; por un lado a los consumidores, es decir “a quien, sin ser parte de una relación de consumo, como consecuencia o en ocasión de ella adquiere o utiliza bienes o servicios como destinatario final, en beneficio propio o de su grupo familiar o social, y a quien de cualquier manera está expuesto a una relación de consumo” 21, y por otro lado, los proveedores de productos y servicios, es decir, toda “persona física o jurídica de naturaleza pública o privada, que desarrolla de manera profesional, aun ocasionalmente, actividades de producción, montaje, creación, construcción, transformación, importación, concesión de marca, distribución y comercialización de bienes y servicios, destinados a consumidores o usuarios”22. Los problemas que se susciten en esta relación, son de competencia de nuestro Organismo de Defensa del Consumidor. El mecanismo es el siguiente: cualquier persona, en su carácter de consumidor presenta una denuncia escrita, relatando los hechos. Luego se cita, mediante cédula de notificación, a ambas partes a efectos de participar en una Audiencia de Conciliación. 21 Artículo 1º de la Ley Nacional nº 24240, modificada por Ley nº 26361. 22 Artículo 2º de la Ley Nacional nº 24240, modificada por Ley nº 26361. 19 En dicha Audiencia las partes exponen su punto de vista y dialogan en función de arribar a acuerdos. Estos acuerdos son construidos en forma autodeterminada por sus actores, es decir, son fruto del protagonismo activo de los mismos. Sin embargo, el tercero en la conciliación, es decir, el agente representante de la Institución, aplica técnicas de mediación (legitimación, escucha activa, parafraseo, resumen, aclaración, entre otras) y conduce el proceso, pero no como un tercero neutral - ya que la ley le confiere un marco regulatorio adjudicándole un rol específico: equilibrar la situación y el encuentro en virtud de la debilidad estructural de una de las partes: el consumidor. Esta debilidad se manifiesta, por ejemplo, en la relación de los consumidores y usuarios en las distintas relaciones comerciales que realizan con Empresas Multinacionales, Financieras y /o Bancos Internacionales. En la mayoría de estos casos, las denuncias son claras violaciones a la ley, y en general se producen con el fin del aumento sin límites del margen de ganancias de las mismas. Es por ello que el conciliador en estas situaciones aplica técnicas e instrumentos típicos de la mediación, pero no puede dejar de ser partícipe de la instancia conciliatoria, ya que representa la equidad a la que aspira la ley de defensa del consumidor. Esquema básico procedimental 1º Momento previo a la conciliación. Este momento es de suma importancia pues es el lapso en que la persona (en carácter de consumidor) se acerca a plantear su problema, y busca una solución, en general se trata de una reparación por el daño causado o el cumplimiento de lo convenido. Se lo asesora del procedimiento administrativo y sobre el método (audiencia de conciliación) para arribar a un acuerdo consensuado entre las partes. Es de destacar que la totalidad de las personas que se han acercado a esta oficina, desconocían el método de conciliación como posibilidad de resolver conflictos. 20 2º Momento: preparación de la audiencia de conciliación. Se trata de un proceso técnico-administrativo, por el que se construye un informe previo (una especie de diagnóstico documental) de la situación que se abordará en la audiencia de conciliación y que delimita el encuadre normativo de la misma. Es también una instancia importante, pues todas las partes son debidamente informadas y notificadas en sus domicilios por personal del Organismo del expediente administrativo, con copias del mismo, citándolos en ese mismo acto a concurrir a la Audiencia de conciliación. 3º Momento: Audiencia de Conciliación Es el momento más importante del proceso, puesto que el consumidor puede resolver el problema que provocó su reclamo. Es un espacio para la comunicación y la construcción de acuerdos. Si no los hubiere, es decir si el comercio o empresa no realizan una propuesta que satisfaga al consumidor, la denuncia se deriva a la Dirección Provincial de Defensa del Consumidor, quien imputará presunta falta a la ley 24240, y producirá una sanción monetaria a cargo del infractor.Cabe destacar que ocho de cada diez audiencias de conciliación celebradas, se cierran con acuerdos a favor del consumidor. Los actores principales de esta política pública Decíamos que se trata de una política pública nacional establecida por ley, con rango constitucional, siendo el Gobierno de la Provincia de Entre Ríos autoridad de aplicación, y que a su vez delega mediante convenios algunas facultades a los Municipios. Es importante identificar los distintos actores que intervienen, le dan forma, contenido y configuran los derechos de los consumidores en política pública y que a continuación se describen: 21 Nivel Nacional: la incidencia a nivel local, es importante, puesto que sus agentes técnicos prestan permanente asesoramiento y capacitación según se demande. Nivel Provincial: Actor de suma importancia para el éxito de la gestión local, puesto que reúne facultades conferidas por ley que obran como recursos sugestivos/ coercitivos (multas, sanciones, inspecciones) para hacer cumplir la ley a los comercios y empresas. La capacidad de poner en acto dichas atribuciones, otorgará legitimidad en todo sentido a la política en cuestión y hará posible que la demanda aumente y los arreglos o soluciones satisfactorias también. Nivel local: Desde su inicio en el año 2004, la demanda aumenta progresivamente, del mismo modo que el nivel de soluciones satisfactorias para los consumidores (80% de homologaciones de acuerdos respecto de las denuncias ingresadas en los dos últimos años). Se estructura con un esquema básico administrativo, con agentes y técnicos comprometidos con la temática, algunos con trayectoria en el Municipio en programas con gerenciamiento en la década de los ’90. Consumidores y usuarios: para la ley es sujeto de tutela de la acción estatal. De su capacidad de demandar depende la intervención del Organismo. Por lo tanto el ciudadano debe poseer conocimiento e información acerca de sus derechos. Es una materia pendiente para todos los actores estatales y de la sociedad civil. Organizaciones civiles de Defensa del Consumidor: la ley también las incorpora como actores en defensa de derechos de los consumidores, pudiendo realizar demandas colectivas. (Ej.: puede demandar en nombre de todos los usuarios afectados por un cobro indebido o no informado en un servicio público) Proveedores y fabricantes: al ser la parte “más fuerte” de la relación de consumo la ley le exige una serie de garantías en función de proteger los intereses de la otra parte. Las demandas se construyen a raíz de las inobservancias de este actor a las normas. El cambio de conductas infractoras o no, va de la mano de las características y del tamaño de las sanciones aplicadas. También se observa multas y que se torna escabrosa la 22 resolución de conflictos cuando las empresas infractoras son multinacionales (Telefónica, Bancos, etcétera ) o pertenecientes a capitales nacionales o extranjeros (Coto, Walt Mart, etcétera). Por lo que es importante la capacidad de sanción que el estado puede ejercer y no siempre lo hace. Algunos problemas identificados Problema central: falta de institucionalidad/legitimidad de los derechos de los consumidores. Es decir, que si bien los derechos de los consumidores se encuentran tutelados por la constitución desde el año 1994, las empresas y comercios a sabiendas de la débil capacidad estatal en todos sus niveles, continúan infringiéndola. Problemas secundarios: falta de información y educación de los ciudadanos en cuanto a sus derechos y responsabilidades, falta de programas sistemáticos masivos en ese sentido, exceso de publicidad engañosa, falta del accionar coercitivo del estado sancionando a los infractores, dictando medidas cautelares, realizando inspecciones sorpresivas. Consecuencias o efectos de los problemas identificados: perjuicio económico importante a consumidores, tanto más a aquellos más vulnerables (trabajadores y jornaleros). Lo que implica cierta deslegitimación del sistema, con la consecuente construcción de ciudadanos descreídos que se perciben arrojados a una comunidad donde impera el darwinismo social . Avances o resultados identificados (impactos relativos) Desde el Organismo de Defensa del Consumidor se pueden constatar objetivos cumplidos durante los primeros tres años de funcionamiento referidos a instalar la temática y generar demanda. Los resultados indican que se ha cumplido con dicho cometido puesto que se realizaron campañas de comunicación e información permanente, generando que Canal 9 Litoral, en el año 2006, lo eligiera como “destacado del año”. Además las denuncias se multiplicaron año a año. Tal cual lo indican los siguientes datos: 2004: Total de denuncias: 162 2005: Total de denuncias : 528 23 2006: Total de denuncias: 565 2007: Total de denuncias: 619 2008: Total de denuncias : 989 Reflexiones finales Resumiendo, el Organismo de Defensa del Consumidor de la Municipalidad de Paraná sigue siendo convocante para los consumidores y usuarios, ya que reciben una respuesta acorde a su problemática. También es convocante para la opinión pública, que sabemos se gesta a través de los medios de comunicación, puesto que se realizan continuas consultas por parte de los mismos respecto a problemáticas que tienen que ver con el consumo. No obstante resta mucho por hacer, y como toda política pública requiere para su despliegue el esfuerzo compartido de los distintos actores y sectores sociales. Por lo tanto, y sin dejar de reconocer la amplitud y complejidad de la problemática del consumo, el espacio profesional interdisplinario configurado por las demandas de los usuarios y consumidores, abre nuevas perspectivas y desafíos, en la medida en que su potencial político puede colocar en el centro a la discusión acerca de las bases del nuevo “pacto social”, al incluir otros temas y reclamos más globales. Es decir, nuevas dinámicas políticas pueden generarse, pese a la tendencia excluyente de nuestras sociedades, si se explotan estas circunstancias contradictorias, si se fortalece al sector más vulnerable; el de los consumidores y usuarios. ¿Cómo? La intervención en y desde lo local, desde ésta lectura crítica, tiene las condiciones de posibilidad para potenciar la organización de los consumidores y usuarios, poniendo a su servicio los instrumentos institucionales y normativos para la construcción política de un nuevo sujeto colectivo que pueda disputar a los sectores hegemónicos espacios de ciudadanía real; esto es, comenzar a poner en debate, haciéndolo visible, el derecho a la participación en el consumo desde condiciones crecientemente más igualitarias. Tendiendo a un horizonte de sentido en que se fortalezca al ciudadano, en definitiva fortaleciendo la democracia.- 24 25 BIBLIOGRAFÍA - Arjun Appadurai (ed.), La vida social de las cosas, México, Grijalbo, 1991. - Bataille, Geroges, “La Noción De Gasto 1” en “La Parte Maldita”, Ed. Icaria, Barcelona, 1987. - García Canclini, Nestor: “Consumidores y Ciudadanos, Conflictos multiculturales de la globalización”, Ed. Grijalbo, Méjico, 1995. - Deleuze, Gilles, “Posdata sobre las socieades de control”, en Chiristian Ferrer (Comp.) El lenguaje literario.Edit. Norda, Montevideo , 1991. - Lambois, Susana. El Consumidor Y Sus Derechos. http://www.salvador.edu.ar/lambo1.htm, 04/09. - Le Breton, David. “Antropología del cuerpo y Modernidad”, Buenos Aires, Nueva Visión. 2002. - Lechner, Norbert: “Estado y Sociedad en una perspectiva democrática”, 1999, en: AAVV. 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