Lelia Driben PABLO PICASSO· OJOS SIN FONDO PARA GERTRUDE STEIN / I I -,-'" "'"--~~ .... _-,-- - Hom bre dorm ido y desnudo femenino sentado a Domingo Biffar ella En el pasado noviembre el M useo Ru fino T amayo ina uguró sus activida des con un a exposición de Pa blo Picasso que contiene óleos , dibujos , obra gráfica, alg unas esculturas y cerámicas. Bajo el título " Los Picassos de Picasso" , la muestra reúne, en su mayoría , obras pertenecientes al ace rvo partic ula r del a rtista que la familia donó al gobierno francés, como pa go de impuestos. Se incluyen, igualmente , varios tra baj os facilitados po r las hijas de Picasso y otros pertenecientes a colecciones privadas. En tota l el conjunto nuclea 169 obras ejecutadas entre 1895 y 1970, que permiten obse r- var los distint os per iodos, estilos y act itudes esté ticas con los que Picasso, en su gigantesco escenario de formas, atravesó el siglo XX . La visión de estos cuadros, piezas de bronce y realizaciones en bla nco y negro , motiva tres rellexion es mu y generales. En pri mer lugar pareciera que se está en presencia de modos deejecución, muy vistos, dada la la rga, amplísima, interminable ca nt ida d de imitadores en ma yor o me nor medida y de pin tor es inlluídos por el maestro español. En segundo lugar, se piens a, casi sin mediaciones, que Picasso " inventó" la 25 26 Dora Maar, 1937 27 pintura de esta centuria . En tercer luga r sob revie ne una idea que , como las a nteriores , está registrad a en la inme nsa bi bliografía existente al respecto, pero qu e cobra nu evo se ntido cua ndo se la visua liza frente a la obra. Cua ndo, por ejemplo, en un a estructu ra cuyas formas han sido violentadas al máximo, se descubre un per fil clás ico : en la obra de Picasso se resumen y renu evan todas las formas de la hi st oria de l arte de todos los tiempos. A propósito: en el texto qu e aco mpaña al catálogo de la exposición, O ctavio Paz escr ibe : " Las figuras mediterráneas qu e habitan sus te las son resurreccion es de la hermosura clásica " . Por su pa rte , Leona rdo Sciascia alguna vez seña ló : " La gr andeza de Picasso no está, por decirlo aproximadamente, en la van gua rdi a sino en la tr adi ción. Es deci r : Picasso no mir ó hacia e! po rvenir sino hacia el pasado, hacia todo aque llo que había sido hecho y que él, con su gr ande y febril talent o, ya no pod ía hacer. Solamente podía disgreg ar , descomponer y deform a r ; a menudo con ironía, a veces con despr ecio, pero siempre con la rabi a de ha ber llegad o cua ndo ya todo estaba hecho. Así recorrió la historia de l a rte y todo el a rte sin historia. Y dijo sobre el hombre, sob re el pasad o del hombre, volviéndo lo a inventar , volviéndolo a hacer ... " Así, en efecto, y pa ra a punta r un asp ecto, la s figuras de Picasso, suele n poseer un a epicida d qu e trata de sa lvarse entre ya través de las ruinas. Co mo las figuras de los frescos grecorrom an os, como e! David de Mi gue l Angel, aq uéllas int en tando parecerse a los diose s, este últ imo - Q ua ttrocento media nte- coro na ndo a rquetípicamente toda una ac titud estética , fuert emente co nt ras ta do a la osc ura maraña de ícono s religiosos qu e subs um ía n a los protagonistas de l arte de la Edad M edi a. Como ellos, ha y en mucho s personaj es de Picasso una presencia potente, ag iga nta da , que se im po ne gra cias y a pesar de la línea que las deforma y de la pincelad a caotizante . Un ejemplo es e! lienzo en format o m ayor de 1956 titul ad o Dos desnudosfemeninos. En tonos b lancos y grises sobre un fondo cálido , los cuerpos parecen emp uj a dos haci a el borde superior de la tela por una fuer za incontro lab le. Esa fuerza nace en parte del modo con e! que han sido elabora das sus anatomías donde cada zona, contornead a con grueso tr azo negro , es sólida y donde las angulosidades fueron reemplazadas por un a segme nt aci ón geométrica q ue ace ntú a la gravi dez del volu men . Al mismo tiempo , en las á reas redondas, la pintura se expa nde mediante ner viosos giros de pince! que crean círculos en torbellino. Ese a r remolina rniento inte nsifica las curvas, crea pro fundidades y desbord amientos qu e aumenta n la potencia de la figur a. Ac túa n, as imismo , como un su stituto: allí do nde la piel nunca rep roduce e! tono natural los círcu los de materia ásp era sug iere n los pu ntos centrales del cuerpo femenino: el vientre dador de vida y los senos que la nut ren. De esa man era , mediante eleme ntos que perten ecen al laboratorio del taller , elementos qu e en su par cial a bs tracc ión refut an e! pr incipio de semejanza pa ra, luego de destruído, reinstala rlo distinto y verosím il a un tiempo en el espacio de la obra, Picasso rea liza lo qu e Paz llam a un homenaje a las formas del mu ndo exterior. Para mostra r como es un rost ro es necesario disgregarl o y agrupa rlo a la vez. En el Desnudo femeninosentado qu e en e! catá logo lleva el número 133, la desrea liza da , cara de fre nte acoge en uno de sus lad os a ot ra de pe rfecto perfil. En ta l sentido, a ún cua ndo no sucede este des doblamiento explicitador, pu ede decirse qu e la metam orfosis lleva implíci tos los signo s de su propia verda d o, como decía el pintor : " e! a rte es un a mentira que nos ob liga a crea r l!) M Cl la verdad". Y como afirma Paz en el text o citado: " Picasso se ensañó con la figura humana pero no la borró; tampoco se propuso, como tantos otros, la sist emát ica erosión de la realidad visible. Para Picasso el mundo exter ior fue siempre e! punto de partida y el de llegada, la realidad primordial. Como todo creador fue un destructor; también fue un gran resucitador " . Esta tensión dialéctica entre semejanza y des-semejanza que involucra todo -espacio, figuras . obj etos- se concreta por un proceso de atomización y re composición en ese contexto atomizado. Así , en e! rectángulo plano de la tela los signos de Picasso encuentran nuevas form as de constituirse y de interrelacionarse. Y aún en los trabajos más abstractos de los comienzos del cubismo vibra un da to figurativo que echa un cable a tierra . La obra es un lugar de encuentros Por otra parte, la obra de Picasso es un lugar de encuentros, un espacio convocador de temas, estilos, culturas, anticipaciones y épocas. Un espacio de confrontación y síntesis, de contrastes y armonías. Nacida con el siglo XX , absorve en sus primeros años la crispación delfauve (Le M oulin de la Galette, 1900; La espera, 1901); recrea preocupaciones semánticas de la escuela realista (véase La madre, 1901, y recuérdese La lavandera del muelle del Sena de Daumier) ; recibe, a veces, algún eco composicional del Barroco ( Evocación-El entierro de Casagemas, 1901) ; incorpora aspectos de! impresionismo y, como ya se dijo, rasgos clasicistas, permite que a su s pinturas de la época azul llegue la espiritualizada atmósfera de cierto simbolismo y (resulta imposible nombrar tanta diver- 28 .. sidad) obviamente profundiza la lección de Cézanne. Asimismo , como se sabe , otorga pautas a todas las tendencias posteriores. En cuanto a los temas su número no es muy amplio ; personajes de la mitología griega , la tauromaquia, los músicos y sus instrumentos, actores circenses, naturalezas muertas, la guerra, la paz y en el centro la figura humana. Algunos de los protagonistas deambulan entre la leyend a y el mito , pertenecen a la periferia de la sociedad y están vinculados .al espectáculo.Ja ceremonia y el j uego; se ubican en esa zona de rupturadel tierripo diacrónico donde se despliega el ritual cuyo eco evoca culturas remotas. La obra de Pi· casso es el lugar en el que se consagran los signos de una mítica irreverente, que se ilumina con la mirada de Picasso al arte africano. LOs pesados cortinados, las ambientaciones, el espacio en perspectiva, las túnicas con todos sus pliegues y transparencias, la tersa y casi viviente reproducción de la pie! y de los rostros, constituyeron los modos con los que la pintura de occidente -ocultando la base geométrica que sustentaba al esquema compositivo- representó a un mundo que fue construyéndose en base a los principios de la diacronía y cuyo apogeo fue el Re nacimiento. La geometría, por decirlo así, es el " alma" de la forma de! homb re y de la natural eza ; cuando un niño dibuja una forma humana utili za círcul os y rectángulos o simplemente rectas en lugar de éstos; e! contorno básico de un árbol es una Iínea y un círculo , e! ma r y I infinito son una horizontal inconmensurabl e, la lluvia una sucesión de diagonales. En e! tiempo circular de las sociedades míticas , el artista tallador esencializa las formas, poniendo al descubierto la geometría. Cua ndo Picasso -que ya ha observado largamente las tallas africanas- coloca a su geornetrizadas Señoritas de la calle Auiny6 en la puerta de un burdel, crea por medio de esa formali zación la metáfora de una redención.irestituye, a los pro tagonistas de su sociedad y de su tiempo el "alma" perdida. An tes de eso sus personajes vivían una atroz orfandad . Lo demuestra la desvalida desnudez de Los dos hermanos (1906) Ydel Niño desnudo del mismo año -present e en la exhibición del Tamayo. Lo revela el aspecto desfallecido del Viejo guitarrista ciego y de ese otro Viejo jud{o, ambos de 1903. Después de las de Avinyó, o sea después de 1907, hubo qu e disolver en extremo la figura con el cub ismo analítico, reen gendrarla gradualmente y fortale cerla -fundada en su desgarramiento- en los años posteriores a los veinte. Claro que esta revisión deja tácitas las variaciones, vaivenes y contraposiciones, No olvidemos que cuadros tan distintos como Mujeres en lafuente (momento clásico) y T res músicos (cubismo sintético) son de 1921. Conc:lulión Simultaneidad y asimetria Se ha hablado, párrafos arriba, de esa capacidad convocatoria manifiesta en la obra de Picasso. A pa rtir del cubismo, los cuadros se estructuran -y este es un pr incip io fundamental de la tendencia - por superposición de pla nos, tiempos y movim ientos de la figura. Tal simul taneidad a~a~a, a veces a las líneas preparatorias del esquema compc sícíonalEse e~ el caso , por ejemplo, del Estudiodel artis~_(19~~) en el que dichas líneas ayudan a conformar la extrana visión del estudio, mientras por el costado late ral derecho penetr~ una sombra de perfil que pareciera pertenecer. a otr? ambl~nte. Vale decir: en este óleo se sugiere otra coexrstencia , ambigua por cierto : la de dos escenarios distintos. Por otro lado, en Quedarán, fatal mente, au ent d t re ña mu ho pectos de! arte picassiano. Uno d ello : cu ndo I mi da detiene en el Autorretrato con ft. ras, es inevitable percibir en la multi tud de rostro que emergen d I profundi d c6m se inqui eta la sombra de las forma oy s. ri el tema de una nota aparte. Acercars en p I bras est obra es penetrar en una zona sin frontera dond mucho resuh trunco. Es, de alguna manera, entrar a un terreno mo dizo que rememora los ojos sin fondo , fugad haci un d ntro infinito , del retrato de Gertrude tein. Es bu r y no encontrar e! origen y fin de un gran fenóm no. Es compro , un:a vez más, la importancia de la escritura fre~te I ima en VIsual. Es, finalmen te, enmudecer nte G UQ. 29