La influencia mediática y la crisis de identidad en la mirada poética

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El Clarí-n de Chile
La influencia mediática y la crisis de identidad en la mirada poética de Borroni
autor Gregorio Angelcos
2009-04-01 02:56:21
"Hay una cierta belleza en el horror― comentó alguna vez Ernesto Sábato. Quizá porque del horror se aprende y desde
las tragedias ajenas podamos extraer esa belleza que nos ayuda a vernos y comprendernos como personas humanas y
condenadas, tarde o temprano, a la catástrofe de nuestra propia muerte.
El imaginario del poeta da cuenta en Madres y Monumentos del caos real vivido por el pueblo palestino a miles de
kilómetros de distancia, eclosionando en su cerebro, un poemario en que crea a través de sus versos, situaciones y
conatos de una guerra de la cual nunca ha sido protagonista. Â
Entonces aparece en primer termino el periodista, cuyas fuentes principales de información, provienen de los medios de
prensa y en particular de la televisión. Son las imágenes brutales de los reiterados ataques militares a un pueblo casi
desarmado, que resiste en condiciones logÃ-sticas desiguales, bombardeos que asesinan en forma ciega e
indiscriminada a hombres, mujeres y niños que vemos tendidos sobre la tierra árida, sangrantes, mutilados, reducidos
por el terror de un fantasma que atraviesa sus vidas literalmente, atropellando sus cuerpos y destruyéndolos sin que
medie la reflexión y los sentimientos de culpa en la conciencia de sus agresores. Â
Enzo Borroni se advierte impactado cuando uno como lector realiza la lectura de sus textos, hay desazón y arrebato en
su lenguaje, mucho más que miedo y dolor. Paradójicamente observo en los textos una racionalidad visceral del poeta.
Una ideación de los escenarios virtuales que han sido asimilados, en donde el tratamiento de las palabras que van
articulando el sentido de sus versos son crudos mÃ-siles que develan el misterio del término definitivo, donde las
epifanÃ-as de una vida metafÃ-sica pierden su consistencia y credibilidad tanto en el Corán como en la Biblia. Â
De la muerte no se tiene retorno, es un camino lineal y rigurosamente fluido hacia la nada, lo único que queda como
testimonio de esta nueva masacre es la vergüenza, y el espanto que hemos acumulado durante siglos, pero que la
experiencia y la filosofÃ-a no han sido capaces de interiorizar en nuestros corazones. Â
El hablante palestino que ideó Borroni, exento de creencias fundamentalistas, se siente sorprendido por la invasión
que relata como un cronista fiel al ejercicio de su función histórica: “ Ya asoma la guerra su filosa ira de estruendos / y
asustados esconderemos nuestras cabezas / bajo los ropajes de la cama. Encenderemos soles / para no sucumbir ante
la oscuridad. Escucharemos las conversaciones hecha murmullos / de los muertos en la calle, / mÃ-siles destaparán las
sienes de la tierra /desenterrando cadáveres para quitarles / nuevamente sus vidas. Â
Montaigné refiriéndose a la muerte señaló: ―No morimos porque estemos enfermos sino porque estamos vivos―. Esto
quiere decir que siempre estamos a la misma distancia de la muerte, nadie puede sentirse medio muerto de verdad.
Resumiendo lo fundamental de la muerte es que nunca podemos estar a resguardo de ella, la muerte aunque no
siempre sea probable, siempre es posible. Por un lado la conciencia de la muerte nos hace madurar ya que crecemos
cuando la idea de la muerte crece dentro de nosotros. Por otro lado la incertidumbre de la muerte nos humaniza ya que
nos convierte en verdaderos humanos, mortales. Los griegos establecÃ-an una clasificación para considerar algo o
alguien mortal, las plantas y animales no lo son porque no saben que van a morir. Por lo tanto no es mortal quien muere
sino quien está seguro de que va a morir. Los auténticos vivientes somos los humanos porque sabemos que dejaremos
de vivir y en eso consiste la vida. Algunos dicen que los dioses son inmortales, pero no se afirma que están vivos.
Luego de un cruento recorrido poético por esta ficción, donde el autor va representando las distintas formas en que se
expresa la ignominia, se detiene, y crea un paréntesis que titula como INTERMEDIO, y escribe el poema Cumpleaños
Palestino, en este texto contrasta la felicidad de la infancia de su hija con él quiebre intempestivo de la vida de una niña
palestina que ha sido vÃ-ctima del bombardeo, es un alegato en contra de que “la guerra no es más que la continuación
de la polÃ-tica por otros medios―. Pero todo fenómeno social y de convivencia colectiva esta interferido por la polÃ-tica y
la poesÃ-a se sitúa en uno u otro espacio de la trinchera: hay un verso reconocido del poeta Mayakovski que grafica este
argumento: "¡Basta de palabras; la palabra es vuestra, camarada Mauser!". Es una apologÃ-a del fusil a quien le asigna
la acción decisiva y final, el disparo que traslada un mensaje de muerte al enemigo que tal vez sea Borroni, cuyo
discurso poético está centrado en el derecho legÃ-timo de su poesÃ-a, a reivindicar el lenguaje de los muertos que caen
bajo el fuego sostenido de asesinos sin rostro, enarbolando las banderas de lo que perciben como su derecho a la
libertad. Vil paradoja que está siempre presente en el discurso estructural de los pueblos que se encuentran atrapados
por signos ideológicos o fundamentos religiosos, que se constituyen en los argumentos previos y únicos para sustituir
la razón por el crimen. En Horrores de Occidente, el último tramo de este libro, Borroni regresa a su realidad, AquÃemerge su discurso desde el ágora de la posmodernidad: el bar, definido como el centro cultural, comercial y polÃ-tico
donde la interacción social da rienda suelta al conocimiento especulativo. El poder se desacraliza y en la medida en
que se va desnudando, deja en evidencia sus rasgos cÃ-nicos y limitados de su acción; entonces frente a la carencia de
un proyecto de sustitución de lo existente, aparece el relativismo caracterÃ-stico de un mundo plural y diverso, si no hay
una razón unificadora de valores y conocimientos, lo que cada cual crea será válido según la cultura o la realidad en
que se viva. Esto de alguna manera genera un vacÃ-o de ideales en el que no existe un modelo de perfección humana,
un tipo ideal. El relativismo se opone asÃ- al universalismo, que plantea como tal una escala de valores universales que
no tienen lugar en la sociedad plural. Contradictoriamente, la realidad palestina es universal y hegemónica, y la realidad
del poeta es relativa e incrédula. Y tal vez en esta dialéctica radique el valor de esta obra literaria. Dice el poeta: Dudo, /
de la existencia de otro / de la mano que pide / y de lo que escupe la boca / cuando está entre nosotros. Dudo de la vida
y de la muerte. Â
Quien duda no cree, y Borroni pone en cuestión fundamentos polÃ-ticos y religiosos, mira con sospecha a Dios y a una
gran cantidad de acciones humanas. Sin embargo, deja entrever una moral, determinada por el apego a la condición
humana por el solo hecho de su existencia. Y este factor es una constante en el desarrollo de Madres y Monumentos. Â
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Si nos detenemos en el tÃ-tulo podemos sostener que en el inconsciente del poeta hay dos elementos simbólicos de
toda realidad humana: una madre, que no es un arma pero que puede protegerte de muchos peligros, y un monumento,
palabra que proviene del latin ( monumentum, que significa "recordar") y que es toda obra arquitectónica de justificado
valor artÃ-stico, histórico o social.  Este poemario que alcanza una estética interesante a partir del tratamiento del
lenguaje, tiene como soporte afectivo el cordón umbilical de una progenitora y un recuerdo del autor, de su propia
adversidad que reconoce que:
Â
 “cuando ya no pude creer ni en mi nombre
y encontré la llave que le hacÃ-a a todas las puertas,
incluso,
a la de la habitación de Dios. Â
Sin señalar que valor podrÃ-a tener para este heterodoxo una relación con una divinidad.
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