Victoriano Gamborena, Efe Ese

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í'*
ctoriano uamborena
Conservo un recuerdo vivísimo de Victoriano.
partes y además de buscar las pelotas caídas en la
hierba de la parte trasera del frontón, le llevaba desEntonces tenía yo, si no mienten las crónicas, once ués de aquellos partidos amistosos, a casa, en la
años y era la época brillante del pelotarismo a cesta.
oca, las cestas de jugar a pelota.
Los muchachos déla localidad nooíamos hablar más
Era entonces Victoriano algo portentoso como ju­
ue de Elícegui, Samperio, de Melchor y Echeveste, gador. Dejemos la palabra a Peña y Goñi, en su
e Eusebio Guruceaga, y como todos ellos cuando ve­ obra «La pelota y los pelotaris»:
nían de regreso a su «txoko», jugaban con sus célebres
«No conozco en la actualidad (era en 1891), pecompañeros de profesión en el
lotori de cesta más completo que
frontón renteriano por vía de
Victoriano Gamborena. Sabe
amistad y entretenimiento, sendos
atacar como ninguno, y defen­
partidos en los que atravesaban
derse como nadie. La pelota no
suculentas meriendas y cenas,
secretos para él, lo mismo
allí era de ver al Manco, Irún,
en el juego delantero que en el
Mardura, Muchacho, Tandilero,
de atrás.
Pasieguito y otros jugar en la in­
Adelante, las pelotas que lan­
timidad, rodeados en los descan­
za tienen veneno, corta sobre la
sos por los chicos extasiados que
raya con matemática precisión,
con mirada arrobada contemplá­
entra de revés aire con una efica­
bamos de cerca a aquellos ídolos
cia y brío excepcionales, engan­
de las canchas que ganaban su­
cha los botes prontos de sobremas fabulosas para nosotros en
brazo, derecho, escorzado, al
cada partido, y les oíamos hablar
salto, con un muñequeo maravi­
amistosamente, siempre encima
lloso; busca la pelota en todas
de ellos, como enjambre de pe­
partes y ejecuta todos los juegos.
gadizas moscas, considerándonos
Como zaguero tiene condi­
sumamente honrados cuando al­
ciones inapreciables; la de entrar
guno nos encargaba la vigilancia
de bolea, de bolea de verdad, de
de las pelotas que pasaban la red,
sobrebrazo, a la mayor parte de
o nos enviaba por alpargatas nue­
las pelotas castigándolas y pri­
vas a la alpargatería de Carrera
vando al contrario de prepara
o confiaba la custodia de la ropa,
ción; la de extender por elevación,
cestas y refrescos, siendo nuestro
cruzando la pelota, «trabándola»,
sueño dorado recibir el presente
a pn de quitar la bolea al delan­
de alguna pelota de deshecho que
tero contrario, la de dirigir al suyo
constituía un regalo inapreciablemarcándole el juego que debe
para cuando al salir de la escuela
hacer; la de cubrir plaza con una
nos dirigíamos corriendo al fron­
actividad incansable, corriendo
tón con la cesta bajo el brazo,
todos los cuadros y rematando
pensando emular algún día las
los tantos adelante cuando la co­
glorias de nuestros ídolos, ya que
locación del enemigo se lo per­
cada uno escogía el suyo, dispu­
mite.
tando y sosteniendo encarnizada­
El sobrebrazo o bolea de
mente su supremacía sobre los
arriba, el medio brazo, la bolea
Victoriano Gam borena. - Año 1 8 9 6
demás pelotaris.
de costado, el sotamano, el botiRecuerdo perfectamente dos detalles característicos bolea, el revés, el revés aire, el remonte, los botesde Gamborena en aquella época. Usaba camisas blan­ prontos, las cortadas, las rasas, las dos paredes, la
cas de seda con sus iniciales*bordadas en rojo y tenía vista, la agilidad, la resistencia, todo lo posee este
un perro de aguas blanco por completo, admirable- asombroso pelotari»,
mente limpio y esquilado siempre, que le seguía a todas
Me parece que en menos palabras, es imposible
Era allá por el año i 896 o cosa así.
hacer un retrato más perfecto de lo que fué Victoriano dose alegremente mientras nos mira con sus ojillos
como jugador. Por nuestra cuenta hemos de añadir movibles y maliciosos, nos dice: «¿Qué quieres que te
algunos breves datos biográficos que completen esta cuente? No me acuerdo de nada, pon tú lo que quieras».
semblanza, cuales son, que protegido por «Shoshúa»,
—¿Y cuando estuvo en América?
empezó a jugar a los 17
- S í, fui al Brasil en 1906, pero allí querían que
>7 años, tomando la alternativa
en Jai-Alai, de San Sebastián, jugando en unión de me dejara bigote, y la verdad, tuve que dejármeio,
ortal contra Irún y Echeveste, cuyo partido ganó, pero al volver a España me lo quité, pues si nó, no
leambién jugó en este mismo frontón, cuatro partidos, me conocen en Rentería. Esto era en 1908, cuando
en días seguidos, llevando de compañero a Irún, contra me retiré; no sé, qué tendrá que ver el bigote con
Muchacho y Tandilero, venciendo en los cuatro
jugar bien a la pelota.
Su presentación en Madrid fué un éxito clamoroso
Hoy Victoriano vive una vida tranquila, en medio
de Marzo al
el año 1893. Del
de la estimación de todos los rente19 de Mayo de aque año, jugó 44
rianos, y es padre de una dilatada
partidos, de los cua es ganó 31,
familia de hijos varones, ya mozos,
saliendo en todos el dinero por él.
en la que por cierto, no hay ninguno
Vi por última vez jugar a Victo­
que haya salido pelotari, pero sí al­
riano en un frontoncito de Irún, pues
gún futbolista muy notable.
siempre conserva su afición grandí­
—V , —volvemos a insistir,—no
sima a la pelota. Dió preciosas bo­
recuerda, Victoriano, algo de su
m
leas, hizo finas jugadas adelante y
vida, algún episodio curióse?
hasta nos exhibió aquel bote pronto
—lina vez, en jai-Alai. estando
de su incopiable marca, y dejó en­
jugando un partido, pifié una bolea
cantados a los «lagúnzarras» que
al encestarla y tuve la desgracia que
uimos a deleitarnos con su juego.
la pelota, desviada, hiriese en la
3ien dice el refrán que «quien tuvo
boca a una señorita que presenciaba
retuvo...»
el partido, rompiéndola dos dientes.
V ictoriano Gam borena, en la actualidad.
Claro que esto se refiere a su
Tal apuro y turbación me causó
aspecto de jugador, pues si algún pelotari fué amante aquello, que ya, ni veía la pelota, y perdimos de calle
de su pueblo, fué éste, que en cuanto podía se esca- el partido.
\ con este sucedido, que pinta su tímido y bondapaba de Madrid a su tertulia del establecimiento de
D. Fermín Arocena, centro de reunión, ágora y ce- doso carácter, termino y ofréndo al amigo Victoriano
náculo en aquella época de los «errikoshemes» rente- este insignificante artículo, como testimonio de la inrianos, y allí, en aquel txoko», se tramaban becerra- fantil admiración que en mi niñez sentía por su juego
das para las Magdalenas, excursiones, etc., etc.
originalísimo y artista, de colocación y dominio insupeQueremos que nos cuente «cosas», pero este rabie de la pelota,
buen Victoriano es bastante parco en palabras, y riénEfe Ese.
E
A
l m a c e n e s
BIDASOA
V end em os al co m ercio las m edias y calcetin es
al m ism o precio que en fáb rica.
IN M E N S O Y V A R IA D O S U R T ID O
JUAN ECENARRO
T eléfo no 2 6 8
Iglesia, 3
i & Ú M
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