| TARRAGONA Diari Divendres, 19 de febrer de 2016 09 LA CRÓNICA | NORIÁN MUÑOZ La fundación Obertament recaló ayer con su campaña #capconversapendent en Tarragona. Un sofá sirvió para que todo el que quisiera pudiera compartir una charla sobre enfermedad mental La conversación pendiente H ay días en los que ni siquiera el hecho de ser periodista, de estar acostumbrado a preguntar sin descanso, te salva del impacto que supone escuchar a alguien que habla con aplastante sinceridad de su enfermedad mental. Ayer fue uno de esos días. El escenario era la plaza Verdaguer, donde Obertament colocó un sofá en el marco de la campaña ‘Cap conversa pendent’ (Ninguna conversación pendiente). Mi compañera de sofá me contó, con pelos y señales, lo que supone vivir con un trastorno bipolar sin diagnosticar, con sus subidones y depresiones, desde la adolescencia hasta la adultez; de su paso por el psiquiátrico; de lo bien que está ahora, a pesar de la amenaza de las recaídas... Conversadora lúcida y alegre, me contó más de lo que me ha- bría atrevido a preguntar y me dejó con ganas de darle un abrazo que al final se quedó en dos besos. A pesar de que el sofá se encontraba en plena plaza, llamaba la atención el nivel de intimidad de las conversaciones entre desconocidos. Ana, una de las voluntarias, comentaba que de quince personas a las que le había explicado la iniciativa, al menos diez tenían un familiar o un amigo con enfermedad mental. La campaña, que ya pasó por el metro de Barcelona y que recorrerá otras ciudades catalanas, se centraba, en el caso de Tarragona, en el trabajo, uno de esos escenarios en que más difícil resulta hablar del tema. Paula Ulloa, coordinadora de La Muralla, cuyos miembros estaban ayer relatando su experiencia, cuenta que el hecho de El sofá de la campaña se ubicó durante la mañana de ayer en la Plaça verdaguer. FOTO: LLUÍS MILIÁN comunicar o no la enfermedad mental suscita muchas dudas. No obstante, el balance de quienes deciden hacerlo, relata, es muy positivo y los compañeros de trabajo generalmente se in- teresan y reaccionan muy bien. Pero no hay que engañarse, ese ‘dar la cara’ no es sencillo, comenta Antonio Serrano, otro activista. «La gente tiene miedo al estigma, a que le despidan. En el trabajo no se dice ‘voy al psiquiatra o al psicólogo’...». La fundación espera finiquitar 10.000 conversaciones pendientes con esta campaña; seguro que hay más.