Título: Armas no Letales (ANL).

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Título: Armas no Letales (ANL).
Autor: Alonso García Domínguez.
Dirección electrónica: [email protected]
Resumen: Las unidades militares se están enfrentando a misiones, enmarcadas y condicionadas por la legalidad vigente y la actitud de la opinión pública,
en las que puede no ser adecuado, e incluso prohibitivo, el empleo de medios
letales.
Las ANL responden a las características de las operaciones actuales, siendo
aptas, además, para acciones de control de masas, teniendo en cuenta que ésta
es una tarea complementaria para el cumplimiento de la misión.
Es necesario aclarar y acordar con nuestros aliados la denominación adecuada para estos medios, la tendencia debe ser adoptar la definición aceptada
en OTAN. Las ROE deberán amparar el empleo de ANL.
Las ANL cubrirán el vacío existente entre la mera presencia de fuerzas en
una zona de conflicto y la acción letal.
Las zonas urbanas, escenario de actuación más probable, así como el creciente empleo de unidades militares en la gestión de situaciones intermedias
entre el encuentro armado y el simple mantenimiento del orden público, impulsarán el empleo de ANL que reduzcan el riesgo de bajas en las fuerzas propias
y de daños colaterales.
Nota biográfica: TCol del CGET, EOF, Infantería, de la XXXVIII promoción de la AGM. Ingresó en el Ejército en el año 1977, ha estado destinado en
el Regimiento de Instrucción “Lepanto”, Jefatura de Automóviles de Baleares,
Agrupación de Apoyo Logístico nº 71 y Academia de Infantería. Actualmente
es analista de la Jefatura de Adiestramiento y Doctrina de la Academia de
Infantería.
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1. INTRODUCCIÓN
Los ejércitos más modernos, fundamentalmente nuestros aliados sienten la
necesidad de disponer de un conjunto de medios capaces de provocar efectos
inmediatos, físicos y reversibles, con posibilidad de aplicarlos directamente sobre el personal, infraestructuras y materiales, incluso sobre el entorno en el
que actúan. Por ello se encuentran inmersos en procesos de investigación y
desarrollo para conseguir desde materiales, equipos y sistemas de armas hasta
los procedimientos que puedan plasmar la visión de "guerra limpia" que tienen
las sociedades occidentales sin apenas bajas, daños colaterales, ni destrucciones
sensibles en el medio ambiente.
Con este estudio se pretende analizar, sin profundizar en su diseño, el
posible empleo de las ANL, para responder al escenario descrito en el párrafo
anterior en consonancia con la filosofía que guía su desarrollo y proporcionar el
marco necesario para comprender como será el empleo de las citadas armas en
el futuro.
2. VISIÓN ACTUAL
Las fuerzas terrestres operan cada vez más en un medio caracterizado por
acciones de control de la violencia donde la dimensión política impera sobre
el enfoque estrictamente militar. Estas operaciones, generalmente, tienen por
objeto asistir o proteger a la población o a comunidades amenazadas. Además
de la estrecha y permanente relación entre las tropas desplegadas y los no combatientes, las fuerzas paramilitares o las facciones armadas representan una
amenaza frecuentemente mal definida pero muy real.
A la finalización de la Guerra del Golfo de 1991, los norteamericanos comenzaron a reflexionar seriamente sobre este tema. Se constituyó un Grupo de Trabajo, el “Non-Lethal Warfare Study Group”. Las ANL habrían sido útiles en el
bombardeo de grupos de vehículos rodeados de población civil que huía de las
zonas de combate y para neutralizar tropas iraquíes sin dañar a los civiles, evitando así polémicas en los medios de comunicación. También habrían sido útiles
en el control de zonas urbanas, como Kuwait City, para evitar el desbordamiento
por masas violentas en los saqueos.
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Las operaciones siguientes en Bosnia, Somalia y Haití reabrieron de nuevo
el debate sobre esta cuestión.
En el Reino Unido, las fuerzas del Ejército de tierra han participado durante
años en el mantenimiento del orden en Irlanda del Norte, estando dotadas para
ello con materiales no letales.
La utilización de ANL en las operaciones militares es aún escasa. En 1989,
los norteamericanos utilizaron un generador de ruidos ensordecedores en el edificio donde se refugiaba el general Noriega en Panamá. El primer cuerpo
de Marines también utilizó ANL en Somalia en 1995 en la operación United
Shield (granadas y municiones cegadoras, proyectiles de goma y madera, gas
lacrimógeno), y posteriormente, a partir de 1997, en Haití y Bosnia los contingentes norteamericanos del SFOR.
En Francia las unidades del Ejército de Tierra están dotadas desde 2002 con
dispositivos de energía cinética "Cougar", equipado con municiones lacrimógenas y de granadas aturdidoras, este fusil lanzagranadas permite disparar a más
de 200 metros. Se utilizó en Kosovo, Costa de Marfil, y República Democrática
del Congo. Las unidades francesas utilizaron también gas lacrimógeno para
mantenimiento del orden público en Bosnia y posteriormente en Kosovo.
En Afganistán también se ha desplegado este tipo de armas, como láseres
deslumbrantes o el Active Denial System (ADS), entre otros.
Somalia, Kosovo, Irak... todas estas operaciones demuestran la necesidad
de que las tropas cuenten con ANL.
El desarrollo de una operación militar que implique un número de bajas
elevado ya no es asumible por una opinión pública que condiciona cada vez más
las operaciones militares. Ello obliga al desarrollo de operaciones precisas y muy
selectivas, sobre objetivos de carácter fundamentalmente militar, minimizando
el número de bajas tanto propias como enemigas, militares y civiles y de daños
colaterales, lo que obliga a limitar y a seleccionar los medios y procedimientos a
emplear, planteándose la necesidad del uso de ANL, aspectos que el adversario
no tiene en consideración en algunos conflictos, especialmente en los asimétricos.
La dinámica de las operaciones actuales de las organizaciones multina3
cionales de seguridad a las que pertenece España, e incluso las amenazas a las
que nos podemos enfrentar en solitario hoy y en el futuro, pueden llevar al
Ejército de Tierra a afrontar situaciones en las que el empleo de las armas convencionales no sea admisible desde una perspectiva legal, social o política o no
constituya una respuesta adecuada, pudiendo generar una escalada no deseada
ni prevista.
Se prevé que proliferen las operaciones no bélicas, generalmente, en escenarios urbanizados, con grandes masas de población civil utilizadas por lo
general para compensar la asimetría. Existiendo en la Zona de Operaciones
organizaciones y agencias gubernamentales o no, nacionales o internacionales.
Este cúmulo de condicionantes impone un escenario de control de la violencia con fuertes limitaciones al empleo de la fuerza para la resolución de las
crisis, especialmente en misiones de control de masas.
Las ANL pueden ayudar a minimizar lesiones fortuitas a civiles y daños
colaterales en operaciones donde se mezclan combatientes y no combatientes
y resulta complicada la discriminación del blanco. Por lo que su empleo es
aconsejable cuando disminuye la posibilidad de discriminación.
Las unidades que deban hacer frente a movimientos de masas, donde su
control es necesario para el éxito de la misión, deberán disponer de medios
apropiados, es decir proporcionados, para afrontar tal situación. La variedad de
sistemas no letales entra directamente en esta categoría.
El empleo de las ANL no es algo nuevo. Armas tales como cañones de
agua, pelotas de goma, gases lacrimógenos, pulverizadores de pimienta, granadas
incapacitantes y perturbadores electrónicos se emplean en el mundo entero desde
hace años, en situaciones en las que la utilización de armas letales no sería
oportuna, no obstante, algunas de las tecnologías que poseen un buen potencial
de desarrollo no están aún a punto, y sus efectos a corto plazo son todavía
inciertos.
Los medios no letales que se emplean en el control de masas normalmente
son iguales que los que emplean las fuerzas y cuerpos de seguridad de la mayoría
de las naciones occidentales. Existe una amplia panoplia de armamento y medios
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no letales disponibles, sin embargo a la hora de seleccionarlos para empleo en
estas misiones, la fuerza militar debe atenerse a lo que al respecto establezcan
las reglas de enfrentamiento (ROE) que también podrán marcar limitaciones en
el modo de usar estos medios.
Las unidades terrestres, sobre todo las de Infantería, se están enfrentando,
por tanto, a un nuevo tipo de misiones en las que no es adecuado el empleo de
medios letales. El desarrollo de estas misiones supone restricciones significativas
al empleo de su potencia de combate y en muchos casos requieren colaboración
con las Fuerzas y Cuerpos Policiales. La legalidad vigente y la actitud de la
opinión pública enmarcan y condicionan el desarrollo de dichas misiones.
En la actualidad, las unidades desplegadas en el exterior tan solo disponen
de medios antidisturbios para cometidos muy elementales de control de masas
(Defensas, Pelotas de goma, Escudos, Megáfonos y Botes de humo).
Dado que la intervención militar contra la población civil será sometida
posteriormente a una rigurosa investigación, o podrá ser utilizada para crear
en la opinión pública un sentimiento hostil a la fuerza, es esencial establecer un
procedimiento por el que, en caso necesario, se pueda demostrar lo que realmente
ha ocurrido mediante la recogida de pruebas y de datos necesarios.
Las actuales líneas de tendencias se dirigen hacia una restringida gama de
armas como: infrasonidos, armas individuales (láser), munición antipersonal,
sistemas de perturbación, redes antiadherentes, súper adhesivos poliméricos,
súper acústicos, debilitantes líquidos de metales, sistemas de bloqueo de vehículos, etc.
En resumen, las ANL responden a las características de las operaciones
actuales. Se adaptan perfectamente a las operaciones de imposición, mantenimiento y consolidación de la paz, caracterizadas por ausencia de adversario,
una prohibición de respuesta en la mayoría de los casos (excepto en caso de legítima defensa) y un contacto permanente con las poblaciones civiles, que limitan
el uso de las armas letales.
3. DEFINICIÓN DE ARMA NO LETAL
Las ANL ofrecen múltiples posibilidades. Se adaptan tanto a las misiones
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de las fuerzas de policía como a las de las fuerzas armadas. El estudio de estos
medios materiales obliga a ponerse de acuerdo sobre su definición.
Hoy, no existe definición clara, rigurosa, y satisfactoria, que permita agrupar en una misma categoría estos nuevos sistemas de armas. Existen varias
definiciones diferentes según los países, según los ejércitos y según las organizaciones internacionales consideradas.
A la luz de múltiples lecturas, se puede constatar que esta expresión designa
para muchas personas una categoría en la que cabe todo.
"Arma (Instrumento, medio o máquina destinados a ofender o a defenderse)" y "no letal (negación de mortífero, capaz de ocasionar la muerte)" son dos
expresiones antagónicas. El uso impropio de estos términos podría ser consecuencia de la necesidad de tranquilizar a la opinión pública y en su caso, resolver
algunos problemas legales.
Algunas definiciones, no incluyen referencia a la reversibilidad de efectos,
e incluso se plantean discusiones sobre si es más correcto referirse a este tipo
de armas como armas menos letales (Less lethal), menos que letales (Less than
letal weapons) o armas de “letalidad reducida". Estos matices sobre reversibilidad, que a priori no tienen mayor trascendencia, pueden suponer una fuente de
controversia en operaciones multinacionales en las que unos y otros consideren
como no letal distinto tipo de armamento y lo empleen con distintas reglas.
La primera tentativa de definición de las ANL fue en los Estados Unidos
en 1996, en el Policy for Non-Lethal Weapons:
"Las armas no letales son armas discriminatorias que principalmente se
conciben y se utilizan para causar incapacidad en el personal y el material, minimizando al mismo tiempo el riesgo de muerte, lesiones permanentes al personal
y daños indeseados a los bienes y al medio ambiente." Contrariamente a las armas convencionales que destruyen sus objetivos por explosión, penetración o
fragmentación, las armas no letales utilizan otros medios distintos al de la destrucción física total para impedir a un objetivo seguir funcionando. Las armas
no letales tienen al menos una de las siguientes características: efectos relativamente reversibles sobre el personal y el material; afectan de forma diferente
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a los objetos en su zona de influencia.”
El Ejército de Tierra francés dio, en 1997, la siguiente definición:
"Las armas no letales son medios específicamente concebidos para:
Reducir o neutralizar las capacidades técnicas de los materiales, actuando
directamente o sobre su entorno, sin daño irreversible para el hombre
Y/o, con exclusión de los medios NBQ, reducir o neutralizar de manera
reversible las capacidades físicas humanas.
La acción psicológica, la guerra electrónica, y más generalmente los ámbitos
correspondientes al control de la información se excluyen del campo de las
ANL".
Y posteriormente, el concepto de empleo de armas de letalidad reducida
del ejército francés da la siguiente definición:
Las armas de letalidad reducida son equipamientos específicamente concebidos y desarrollados para poner fuera de combate o rechazar al personal, y
que, en las condiciones normales previstas para su empleo, presentan una escasa
probabilidad de causar un desenlace fatal, graves heridas o lesiones permanentes.
No existe en Francia una definición jurídica de las armas de letalidad reducida.
La definición de ANL aprobada por la OTAN en 1.999, es la siguiente:
"Las armas no letales (ANL) son armas específicamente concebidas y preparadas
para poner fuera de combate o rechazar personal con una probabilidad baja de
acción fatal o de lesión permanente o poner fuera de servicio el material, con
un mínimo de daños no intencionados o de incidencias para el entorno”.
El A.12.R-1 “Empleo de los Armamentos No Letales en el marco de las
misiones asignadas a las fuerzas FINABEL”, las define de la siguiente forma:
"Armamento o medio de acción no destinado a matar, concebido y empleado para imposibilitar la reacción del adversario, neutralizándolo directamente o neutralizando sus equipos, evitando al mismo tiempo bajas mortales
o secuelas irreversibles para el personal, y reduciendo al mínimo los daños contra el medio ambiente".
El CODE (Concepto derivado) Armas no letales de nuestro ejército, define
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arma no letal de la siguiente forma:
“Arma no Letal es aquella que esta específicamente diseñada y preparada
para ser empleada con la finalidad de incapacitar al personal o material, minimizando las probabilidades de que se produzcan muertes, daños a las propiedades
y el medio ambiente, buscándose, en lo posible, la reversibilidad de sus efectos.
Incluye al armamento convencional empleado con los mismos propósitos mediante el uso de municiones, técnicas o accesorios apropiados”.
El TG/3 acordó que la definición para capacidad no letal del NAAG NLC
QRT es la que parece más adecuada, por lo que se adopta como definición para
los futuros trabajos del citado grupo. Será propuesta a instancias superiores
para una posible adopción como definición oficial para la OTAN:
“Capacidad diseñada específicamente para obtener un efecto militar relevante sobre las personas, equipos o infraestructuras, con un nivel de riesgo de
resultados fatales o de heridas permanentes así como daños indeseados sobre
infraestructuras significativamente más bajo de los que pudieran derivarse de
ejecutar las mismas tareas con medios convencionales letales”
Es pues la intención de no matar o de no causar grave herida lo que caracteriza a las ANL, lo que posee una connotación que tranquiliza a la opinión
pública y a los no expertos.
El término "No Letal" deberá entenderse coma una finalidad, una intención
o un deseo, implica el propósito de no causar daños irreversibles al adversario.
Del mismo modo que los términos "Cero muertes" o "Daños permanentes"
deben entenderse como una meta, no como una garantía de estas armas. Por
tanto debe insistirse en que el arma absolutamente no letal no existe, el uso de
armas letales o no, corresponde siempre al empleo de la fuerza, que podrá ser
legítimo o no.
Las ANL no destruyen al adversario, aun cuando puedan afectar a su cohesión, voluntad y capacidad de combate. Su utilización podría ser interpretada
como no resolutiva. Su empleo nunca descartará la posibilidad de la utilización
de la fuerza letal.
Deben hacerse dos observaciones:
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En la legislación y el derecho nacional, las "ANL" no existen. Su posible
utilización obligará a emplear este término, en el marco de la legislación sobre
las armas y las municiones de guerra.
Estas tecnologías de finalidades militares y policiales pueden ser peligrosas
en las manos de personas inexpertas. Así pues, es esencial clasificar estos medios
de escasa letalidad en las categorías de las armas y municiones de guerra, con
el fin de prohibir el acceso a civiles.
4. FACTORES LEGALES
Las misiones actuales, en el marco de las operaciones de apoyo de la paz,
limitan jurídicamente la utilización de la fuerza armada únicamente al caso de
legítima defensa. Este es el caso para las operaciones desarrolladas en el marco
del capítulo VI de la Carta de la ONU (operaciones de apoyo a la diplomacia
preventiva, de restablecimiento, mantenimiento o consolidación de la paz), incluso para las incluidas en el marco del capítulo VII de la Carta, que permite
un mayor margen de maniobra, sobre la apertura del fuego, las posibilidades
de empleo de las armas letales está estrictamente encuadrada y restringida. En
este marco jurídicamente vinculante, las ANL verían reforzada su utilidad.
En una reunión de la ONU en 1990 ya se preconizaba la puesta a punto "de
armas no mortales neutralizadoras", y se proponía un control riguroso de las exportaciones con el fin de evitar abusos en algunos países. El comercio de las sustancias químicas para neutralización de personal, como los gases lacrimógenos y
los agentes de lucha antidisturbios (por ejemplo pulverizador de pimienta), así
como los dispositivos eléctricos (tasers) forman parte de la lista de los "equipos
y productos susceptibles de utilizarse con fines de tortura y deben someterse a
un control y a una autorización para su exportación.
A fin de evitar el riesgo de abusos, la comunidad internacional debería
regular internacional y jurídicamente el empleo de las ANL. La cuestión que se
plantea es ¿cómo y en qué marco?, ya que la aparición de estas nuevas armas
pueden violar el derecho internacional en vigor, en el ámbito de la seguridad
internacional, y del desarme.
Las ANL pueden infringir el derecho internacional ya que pueden cuestionar
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acuerdos jurídicos internacionales. No figuran en el marco jurídico actual, que
se estableció antes de la aparición del concepto y que se refiere al armamento
tradicional utilizado en formas tradicionales de guerra.
La comunidad internacional debe por tanto estudiar el empleo de las ANL
a la luz del derecho humanitario internacional y de los acuerdos multilaterales
sobre control de armamento, y analizar las implicaciones jurídicas para integrar
estas nuevas tecnologías en las operaciones militares, y finalmente, proceder a
exámenes jurídicos cuando se estudie, desarrolle, adquiera o adopte una nueva
arma.
Las dificultades jurídicas son numerosas: nos encontramos con el Tribunal
Penal Internacional que juzga todos los crímenes de guerra, el derecho local
consustancial a cada país donde intervienen tropas en operaciones exteriores,
el derecho nacional de los Estados que aportan fuerzas y los Tratados internacionales de limitación o no utilización de algún tipo de armas.
Varios textos internacionales enmarcan el derecho internacional humanitario, principalmente: Declaración de San Petersburgo 1868, Convenio de La
Haya relativa a los gases asfixiantes 1899, IV Convenio de La Haya sobre las
leyes y usos de la guerra 1907, los cuatro Convenios de Ginebra por los que se
protegen los no combatientes, los presos de guerra y los heridos 1949.
Estos textos tienen dificultades para su aplicación o interpretación. Ya que
están destinados a aplicarse en el marco de los conflictos armados y guerras
entre Estados, dos conceptos hoy en entredicho y que no son actuales. Además
no todos los Estados los firmaron y ratificaron. Igualmente, en la actualidad, la
mayoría de los protagonistas de las crisis no son Estados soberanos, sino grupos
informales, de etnias, terroristas... que no firman en ningún tratado o acuerdo
internacional, lo que incide en el carácter jurídico que enmarca estas crisis.
En la actualidad los textos que regulan el empleo de armas y el derecho
de los conflictos armados, dejan un gran vacío jurídico debido a su contenido
escueto y ambiguo, dando lugar a múltiples interpretaciones.
Los dispositivos biológicos no letales están en contradicción con el Convenio Internacional de Prohibición de las Armas biológicas de 1972, el texto
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prohíbe estudios e investigaciones que no tengan ninguna justificación pacífica.
Sin embargo no distingue entre el carácter letal o no letal de las citadas armas.
Una interpretación no restrictiva del texto, permitiría la producción de armas
biológicas "no letales", puesto que no están explícitamente prohibidas.
El derecho internacional prohíbe la utilización de medios químicos como
medio de guerra. El convenio firmado en París en 1993 prohibió la utilización,
fabricación, transferencia y almacenamiento de todo agente químico de guerra
y el empleo de agentes de lucha antidisturbios como medios de guerra.
Así pues, la fabricación y la utilización militar de sustancias químicas como
agentes "no letales" están en contra de este convenio. Pero no aclara si la
utilización de medios químicos en el marco de operaciones de mantenimiento de
la paz está prohibida o no.
El Convenio autoriza el uso a agentes incapacitantes en el mantenimiento
del orden público, en el interior, pero lo prohíbe para esta clase de misiones fuera
del territorio nacional como "método de guerra". El desarrollo de estos agentes
está permitido, pero su utilización como método de guerra está prohibida por
el texto.
Una de las razones por la que se prohíbe la utilización del gas lacrimógeno
de guerra, es la dificultad de distinguirlo, en combate, de un arma química, lo
que puede provocar reacciones no deseadas en el adversario. Estos gases no están
prohibidos explícitamente en el texto para operaciones de paz o interposición
que no se consideran como operaciones de guerra.
Las ANL a base de sustancias químicas se sitúan, por tanto, en una zona
gris, donde coexisten distintas interpretaciones posibles, a causa de un texto
jurídico internacional voluntariamente impreciso (podemos preguntarnos, por
ejemplo, dónde comienza la situación de guerra o dónde termina el mantenimiento del orden). Varios países desean disponer de una panoplia de medios
"no letales" químicos, para el mantenimiento del orden interior, y para sus
operaciones exteriores.
Los progresos en el ámbito de la bioquímica abren nuevas dimensiones
para la producción de agentes no letales que podrían utilizarse como arma. El
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desarrollo de estos programas podría tener consecuencias a largo plazo. Ya que
la excepción que representa el desarrollo de agentes químicos y biológicos para
una utilización no letal podría minar el conjunto de las prohibiciones contenidas
en los Tratados. Se pueden temer un riesgo de proliferación y una erosión de las
normas que fijan la utilización de los agentes biológicos y químicos. Además,
existe un peligro suplementario, vinculado al riesgo que terroristas y criminales
podrían utilizar estas armas, adquiriéndolas en el mercado negro.
Otra dificultad consiste en la obligación de trasladar las disposiciones del
derecho internacional al nacional.
Las ANL que no discriminen entre adversario y población estarían en contradicción con los tratados y quedarían irremediablemente prohibidas. Garantizar el carácter discriminatorio de algunos dispositivos como los acústicos, térmicos, ópticos o incluso de algunos gases no es tarea fácil. El gas utilizado en
Moscú en octubre de 2002 sería ilegal a causa de su carácter y su empleo no
discriminatorio.
La obligación del estudio de la licitud de las nuevas armas se inscribe en el
artículo 36 del protocolo I de los Convenios de Ginebra (1977). Todo las armas
deben estudiarse y atenerse al protocolo I así como a todos los demás textos
que constituyen el derecho humanitario internacional, ya sean letales o no. El
artículo precisa que no se exige de un Estado que prevea o estudie todos los
empleos abusivos posibles del arma en cuestión, ya que casi todas las armas
pueden tener empleos abusivos que estarían prohibidos.
Las reglas de enfrentamiento (ROE) definen cómo y en qué medida puede
emplearse la fuerza, se establecen para controlar su uso e informan a los jefes
de las limitaciones que se les imponen o de la libertad de la que disponen para
cumplir su misión.
Deberán contemplar la posibilidad del uso de ANL, siendo éstas parte integrante del marco legal que ampare el empleo de la fuerza y la actuación de
las unidades militares, especialmente en el caso de control de masas. Es responsabilidad del jefe hacer que su unidad sea conocedora de los extremos que en
ellas se contemplan y de su cumplimiento.
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Hay que destacar el efecto sobre la moral de la unidad que pueden tener
unas ROE muy restrictivas, sobre todo en operaciones de baja intensidad en
las que el adversario puede ser difícil de identificar. La dificultad para emplear
en momentos decisivos el equipo, el material y los procedimientos puede hacer
perder la confianza de la Unidad.
En muchos países se ha Llamado a las Fuerzas Armadas para llevar a cabo
control de manifestaciones, confiscación de bienes de contrabando o la vigilancia
armada de las calles durante disturbios civiles. Bajo la tutela del artículo 96 de
la Constitución española, nuestras Fuerzas Armadas han ejecutado cometidos
similares en el exterior de nuestras fronteras durante los últimos años. Por
ejemplo en las operaciones en los Balcanes nuestras unidades han debido hacer
frente a situaciones hasta entonces no habituales como el control de masas,
registro de poblaciones civiles, orden público, etc. La legislación en que se han
basado ha sido siempre la de la OTAN (reglas de enfrentamiento definidas para
cada operación y doctrina OTAN), ya que nuestra doctrina y legislación son
bastante imprecisas.
Son cuestionables las atribuciones de los soldados para dar órdenes a los
ciudadanos o impedir por la fuerza el acceso a algún punto. Las posibilidades
de los soldados en un contexto de seguridad civil son ambiguas y están mal
definidas.
Hay que volver a formular, si fuera necesario, la legislación que regula la
labor de las Fuerzas Armadas, ajustándola para permitirles realizar misiones
de apoyo a la seguridad interior, con la urgencia que la situación requiera, y
estableciendo mecanismos claros para el combate militar.
En el ámbito nacional, es recomendable incluir dichas armas y sus municiones en el Reglamento de Armas para evitar su proliferación y uso por personal
civil y establecer en la legislación que sea pertinente una cláusula de salvaguarda,
al igual que la establecida por Francia, que proteja a nuestras tropas ante terceros países u otra legislación
En el internacional, deben incluirse en los SOFA (Status Of Forces Agreement, Convenio sobre el estatuto de las fuerzas) cláusulas que permitan el uso
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de agentes de represión de disturbios, a las fuerzas que deben hacer cumplir los
mandatos, en las zonas bajo control militar directo de España, incluido el control de motines de prisioneros de guerra, la liberación de rehenes, operaciones
contra civiles usados como escudos humanos y en zonas de retaguardia fuera
de la zona donde se libran los combates inmediatos con el fin de proteger a los
convoyes, de disturbios de carácter civil.
En resumen, el empleo de las ANL está limitado en los tres ámbitos siguientes:
En el plano jurídico, técnicamente su concepción, realización y empleo
deben respetar los acuerdos internacionales (derecho de la guerra y convenios
sobre armas químicas, biológicas, minas antipersonal: convenio de OTAWA,
láseres: convenio de VIENA). A nivel táctico, el empleo de las ANL debe inscribirse en un marco reglamentario conforme a las exigencias del derecho nacional. Debe estar previsto de forma estricta en las normas de actuación (ROE).
Además, los efectos de las ANL deben circunscribirse estrictamente a la zona
prevista para su utilización y, en la medida de lo posible, preservar al personal
que no esté directamente implicado por la acción o el objetivo del adversario.
En el plano social, en la medida en que el empleo de las ANL se inscribe en
una lógica no letal, la fuerza terrestre implicada corre el riesgo de verse acusada
de heridas graves, incluso muertes, resultado de un cúmulo de circunstancias
o de una acción voluntaria de un beligerante (provocación). De ello se deduce
la necesidad de contar con el apoyo de la opinión pública y de los medios de
comunicación. Por otra parte, conviene precisar que la definición misma de un
arma no letal no excluye una eventual, aunque improbable, acción fatal unida
a su empleo.
En el plano medioambiental ya que los límites de empleo de las ANL deben
tener en cuenta la limitación de los efectos colaterales sobre el medio ambiente
(contaminación...).
5. FACTORES DE ÍNDOLE MILITAR
El Jefe, en el planeamiento, debe definir los efectos que pretende provocar para alcanzar el objetivo asignado, manejando para ello todos los recursos
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puestos a su disposición, y teniendo en cuenta todos los actores presentes en el
área de operaciones, así como los objetivos de nivel político. Deberá evitar un
enfoque exclusivamente militar que permita alcanzar los objetivos tácticos, pero
fracase en los estratégicos (bajas propias, enemigas, daños colaterales, etc.).
Integrar los fuegos no letales con los letales añade complejidad a la misión y
requiere una nueva manera de pensar. Donde en el pasado solo se contemplaban
los fuegos letales, ahora se deben tener en cuenta los efectos secundarios de
ambos en todo el espectro del conflicto. El uso de unos medios u otros en
las operaciones de contrainsurgencia y estabilización y los efectos a conseguir
implica que en el proceso de determinación de objetivos se baraje un amplio
campo de opciones, además de considerar que las acciones tácticas con frecuencia
tienen consecuencias estratégicas.
La conciencia sobre los efectos deseables e indeseables, que pueden producirse, deben estar presentes en la mente de todos los jefes de unidad, e incluso
en algunos casos en la de todos los combatientes, algunas decisiones individuales,
o de mandos de pequeñas unidades, pueden tener efectos que trascenderán el
nivel táctico, llegando incluso a tener consecuencias estratégicas o políticas. Acciones que provoquen bajas de no combatientes, daños a las infraestructuras
civiles, excesivas bajas propias o maltrato de prisioneros o de población civil
pueden tener un enorme efecto negativo sobre las operaciones en curso.
Las ANL amplían la gama de opciones de que dispone el jefe en todos
los niveles. Su integración y utilización requerirán, por consiguiente, una planificación más detallada que cuando sólo se dispusiese de armamento clásico.
Corresponde al jefe militar comprobar que el personal equipado con ANL ha
recibido una instrucción y adiestramiento adecuados.
Ningún conflicto se limitará a un nivel específico de letalidad. Las ANL
no están destinadas a sustituir al armamento letal, es poco probable que estas
cambien la forma de conducir las operaciones. Serán, más bien, un complemento
de los demás sistemas de armas. Por consiguiente, hay que evitar hablar de las
ANL como elementos aislados, o sugerir que en el futuro puedan dar lugar a un
concepto de guerra no letal.
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El empleo de las ANL se inscribe en una lógica de reducción de crisis
evitando el empleo innecesario de las armas letales y teniendo en cuenta lo
siguiente:
Empleo lo más controlado posible de la fuerza: No se trata de vencer al
adversario por las armas al precio de una destrucción sistemática y programada
de sus capacidades humanas, militares y económicas en el marco de un concepto
de guerra total. La acción militar debe intentar mantener la violencia en su nivel
más bajo necesario para conseguir el efecto deseado, incluyendo llegado el caso,
el combate para el que se esforzará en todo momento en buscar opciones, a fin
de dar tiempo a las negociaciones.
Presencia de población: En todo teatro de operaciones, las fuerzas deben
tener en cuenta la presencia de no combatientes lo que prohíbe la aceptación de
pérdidas colaterales.
Necesidad de reconstrucción y restauración de la vida ciudadana.
Por tanto, este tipo de armas proporcionará capacidades adicionales, que en
la actualidad no se poseen, y necesarias para que las organizaciones operativas
militares puedan hacer frente con éxito a las nuevas amenazas o adaptarse a la
evolución de diferentes situaciones tácticas. Las alternativas no letales pueden
permitir al mando aumentar o disminuir la cantidad de fuerza necesaria para
realizar una misión.
En las operaciones de paz, una fuerza que emplee ANL tiene una serie de
ventajas sobre otra que no las use:
Proporcionan un aspecto más humano al empleo de la fuerza.
Permiten al mando mejor control sobre la situación. Dado que no representan grave riesgo para las personas, se puede intervenir en los primeros
momentos de una situación comprometida, evitando la escalada de violencia.
Proporcionan mayor flexibilidad y libertad de acción. Se puede utilizar la
respuesta que mejor se adapte a las circunstancias.
Su empleo amortigua la posibilidad de levantar el clamor popular. Todas
las operaciones de paz son controvertidas y el apoyo de la población puede
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resultar decisivo.
6. MISIONES DE LAS FUERZAS ARMADAS
En los últimos años se ha observado un progresivo empleo de las Fuerzas
Armadas en la resolución de crisis, fundamentalmente como instrumento de la
acción exterior del Estado, o cuando la nación se ve amenazada por cualquier circunstancia que sobrepasa las posibilidades de los cuerpos civiles. Para afrontar
con éxito estas intervenciones se necesita contar con unas estrategias acordes
con los retos e imperativos de los nuevos escenarios, con la conformación de
unas Fuerzas versátiles y con un Cuerpo Doctrinal actualizado, que recoja y
desarrolle los conceptos, procedimientos, métodos, mecanismos y actividades
militares acordes con estas nuevas exigencias.
En las operaciones no bélicas de carácter humanitario, de apoyo a la paz o
de apoyo a autoridades civiles en las que los efectos a conseguir no son los clásicos
de destrucción y ocupación, sino otros de carácter no físico como estabilización,
confianza o seguridad, las unidades utilizan parte de sus capacidades y emplean
algunos de los principios y procedimientos de las operaciones bélicas, aunque
adaptados a la situación.
Una característica de estas operaciones es que pueden preceder, seguir o
desarrollarse simultáneamente con operaciones bélicas dentro del mismo Teatro
de Operaciones. Es posible el paso de una operación no bélica a bélica y viceversa sin solución de continuidad. En muchos casos el único factor común de las
operaciones que se agrupan bajo la denominación de “NO BÉLICAS” es que son
distintas a las bélicas ya que los principios, procedimientos y el contexto en que
se producen son muy diferentes.
Las Fuerzas de Estabilización pueden desarrollar cometidos muy variados:
control de espacios urbanos,vigilancia y control de espacios de gran extensión,
imposición del mandato recibido frente a fuerzas irregulares y/o un adversario
asimétrico, reacción flexible en todo el espectro de la escalada de la situación,
vigilancia y control de la zona de actuación, creación y mantenimiento de una
zona segura, garantizar la libertad de movimientos, prestar ayuda humanitaria,
protección de terceros o de determinados puntos.
17
Las operaciones de estabilización se llevan a cabo normalmente de manera
conjunta y en un marco multinacional, por lo que los medios y procedimientos
deben ser interoperables con los de las fuerzas multinacionales participantes.
Parece evidente que los conflictos, riesgos, amenazas y escenarios a los que
deberá hacer frente el ET español, junto con los de otras naciones aliadas, se
enmarcarán dentro de los denominados asimétricos. Además, contribuirá a las
misiones de ayuda humanitaria y operaciones de paz y de gestión de crisis que
realicen las organizaciones internacionales a las que España pertenezca. Esto
ha puesto de manifiesto la necesidad de que las unidades militares desplegadas
estén adiestradas y equipadas para hacerse cargo del control de masas, como un
cometido adicional que garantice el cumplimiento de la misión principal que se
les ha encomendado, en el caso de que las unidades de policía locales no existan
o cuando sean débiles o no fiables.
En los citados conflictos habrá países que ante su limitada capacidad militar
para responder a sus amenazas, buscarán el desequilibrio político del adversario
actuando, generalmente, sobre la opinión pública internacional. En ellos sólo
podrá emplearse el grado de fuerza autorizada, controlándose ésta cuidadosamente, ya que su mal empleo socavará la credibilidad y podría intensificar el
conflicto, por ello las restricciones sobre armamento táctico y empleo de la fuerza
caracterizan el ambiente de estas operaciones. En estas situaciones, las ANL
permitirían la actuación de unidades militares sin manifestar una capacidad
letal ostensible, anulando la amenaza que puedan representar.
Por tanto debemos plantearnos cuestiones como: ¿Tenemos capacidad de
respuesta ante disturbios civiles en el curso de una operación?, ¿Podríamos
controlar un flujo de refugiados sin hacer uso de las armas?, ¿Haríamos uso
de las armas que vigilan un obstáculo de protección inmediata amenazado por
actitudes provocativas de radicales?
Estos son sólo algunos ejemplos de situaciones que se pueden presentar y
cuya respuesta puede estar, o no, contemplada en las Reglas de Enfrentamiento
(ROE). Lo que es evidente es que si la respuesta es desproporcionada, aunque
este contemplada en las ROES, el impacto social y político puede volverse en
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contra de las fuerzas multinacionales.
Las ANL surgen, por tanto, como una respuesta para tratar de cubrir el
vacío existente entre la mera presencia de fuerzas en una zona de conflicto y la
acción letal, única forma de actuación que le permiten los medios actuales con
los que las fuerzas destacadas en operaciones en el exterior están dotadas.
Las capacidades no letales proporcionan tiempo y espacio al soldado para
actuar, evitando bajas no deseadas y contribuyendo con ello a reducir el riesgo de
las posibles consecuencias negativas que para la operación pudieran tener hechos
menores producidos en el nivel táctico, desde un punto de vista estratégico,
debido a la presencia habitual de los medios de comunicación.
Teniendo en cuenta la variedad de misiones a la que una fuerza se puede
enfrentar habrá que desarrollar nuevos procedimientos y medios apropiados para
un escenario que va más allá de la guerra convencional, además, en todas ellas,
deberá extremarse la atención a la protección de sus componentes.
En operaciones de apoyo a la paz la posibilidad de utilizar armamentos o
medios no letales puede revelarse sumamente útil:
Para asegurar la legítima defensa de las unidades, sin llegar a tener que
emplear una fuerza letal susceptible de originar una escalada difícil de controlar y que pudiese, por ello, poner en peligro el éxito de la misión.
Para neutralizar determinados elementos que impiden la acción de la fuerza,
ya sean estos elementos no combatientes (población) o grupos armados.
Para actuar en zonas urbanizadas, con presencia de población civil, dónde
la eficacia de las armas letales es, a menudo, limitada como, por ejemplo,
contra tiradores emboscados o elementos terroristas.
En las operaciones bélicas permitirán operar con eficacia y contundencia
contra las amenazas, disminuyendo el nivel de bajas y destrucciones en el adversario, reduciendo el impacto en la opinión pública, suavizando la respuesta
enemiga minando su moral al hacerle ver que no es necesario destruirle para
derrotarle y contribuyendo a la protección de la fuerza al proporcionarle una
capacidad de respuesta eficaz, legal y aceptable por la opinión pública.
Frecuentemente, en Operaciones de Baja Intensidad, las Reglas de En19
frentamiento son difíciles de llevar a la práctica con armamento convencional.
Es en este campo donde las ANL proporcionarían la capacidad de cumplir con
dichas Reglas manteniendo un elevado grado de Protección de la Fuerza.
Estas armas pueden tener aplicación en la seguridad interna de las naciones, ya que podrían emplearse en casos de desórdenes públicos como el mantenimiento de una cuarentena o para ejercer el control de fronteras.
Para ser efectivos en estos entornos complejos, se necesitan sistemas de
armas que pueden proporcionar una mezcla de efectos desde letales a no letales
y dirigidos al personal, estructuras, plataformas y sistemas de información. Las
preguntas que se nos plantean son: ¿Cuál es la combinación óptima de armas
letales y no letales en un módulo de fuerza?, ¿Qué tipo de ANL ofrecen mayores
posibilidades para el desarrollo de la acción?
7. IMPORTANCIA DE LAS ZONAS URBANAS
En Irak, las ciudades se convirtieron en objetivos de la coalición al concurrir dos factores multiplicadores de su potencialidad defensiva: primero, su
papel determinante en el control de las vías de comunicación (proximidad de
los puentes) y, segundo, el carácter de zona fundamental que adquirieron en
los planes de defensa Iraquíes. Los británicos, aprovechando sus experiencias
en Irlanda del Norte, dominaron los puntos clave de Basora mediante la combinación de incursiones de ida y vuelta (Hit & Run), golpes puntuales con
empleo de ANL, acciones psicológicas y cooperación cívico-militar (CIMIC).
En Bagdad, los norteamericanos optaron por la acción en fuerza. En algunos
casos, emplearon métodos de inspiración israelí (infantería-carros- helicópterosbulldozers); en otros, prefirieron avanzar por grandes avenidas, con gran apoyo
de fuego; y, en todo momento, explotaron los objetivos de oportunidad.
El aumento de la población y los flujos migratorios están implicando un
gran aumento de la urbanización no sólo en los países industrializados, sino
también en la mayoría de los países en vías de desarrollo. La urbanización en
numerosas regiones de crisis potencial crea condiciones favorables a la implicación voluntaria o involuntaria de extensos grupos de civiles no combatientes
en enfrentamientos con las fuerzas empeñadas.
20
Los núcleos urbanos son una fuente potencial de conflictos debido a la
cohabitación de diferentes etnias, ideologías y religiones, además en ellas realizan
actuaciones diferentes instituciones y organizaciones de distintas naturalezas.
La población, presente en los lugares donde se desarrolla la acción, constituye una dificultad o una amenaza, por lo que, si es posible, se debe proceder
a su evacuación, independientemente de que sea hostil, neutra o favorable, su
presencia hace compleja la utilización óptima de las armas debido a los posibles
daños colaterales.
Además de lo anterior, influye inevitablemente sobre los procedimientos
a utilizar e impone ROE rigurosas. La satisfacción de sus necesidades básicas
(seguridad, alimentación, agua, energía, salud) es una preocupación que, en caso
necesario y en la medida de lo posible, hay que satisfacer.
Puede favorecer la acción propia o la del adversario proporcionando información, apoyo o cobertura a fuerzas paramilitares, mediante acciones de desobediencia civil o manifestaciones puede oponerse a la acción de la fuerza.
Las ciudades agrupan los centros de toma de decisiones, entre ellos, los
responsables de las instituciones que garantizan los servicios necesarios para la
vida y para la seguridad de las personas (principalmente cargos electos locales,
policía, servicios locales de información y servicios públicos). Los miembros
de las distintas instituciones deben ser identificados ya que constituyen enlaces
para la actuación de la fuerza. Su actitud puede ir desde la cooperación activa
a la inercia, o incluso al bloqueo y a la hostilidad más o menos activa.
Los núcleos urbanos propician, a los medios de comunicación una cobertura
permanente de los acontecimientos y una difusión internacional inmediata, por
lo que estos medios requieren una atención especial y constante para evitar la
manipulación de las informaciones y para que contribuyan a legitimar o justificar
las acciones.
En zona urbana la amenaza es múltiple, omnidireccional, de intensidad
variable y compleja, a menudo invisible e imprevisible. El adversario puede
actuar de manera convencional o imbricarse en la población o en el dispositivo
de la fuerza y provocar reacciones en la población.
21
Organizadas por el poder político o por movimientos ideológicos, las fuerzas
paramilitares constituyen milicias que encajan perfectamente en las zonas urbanas. Compensan la proporción desfavorable de fuerzas con su conocimiento
del medio y el apoyo de la población, o incluso con presencia activa en las instituciones oficiales. No buscan una confrontación sistemática sino que realizan
acciones muy violentas y localizadas. Explotan las dificultades impuestas por
las ROE al empleo del armamento. El objetivo que buscan es la creación de un
clima de inseguridad, reducir la voluntad de las tropas y publicidad en torno a
sus acciones.
Las masas pueden constituir un obstáculo por su presencia o una amenaza por su importancia y actitud (refugiados huyendo de los combates, grupos
oponiendo resistencia al orden público, reuniones espontáneas debidas a la angustia o a las frustraciones). Su comportamiento puede ser canalizado o dirigido
y explotado por el adversario debido a su carácter irracional e imprevisible, así
como a su emotividad, lo que puede desencadenar violencia sobre los bienes, las
personas o contra las tropas que pueden encontrarse rápidamente en inferioridad
numérica.
A menudo, los alborotadores se mueven en el interior de edificios de varios
pisos e incluso en sótanos y en alcantarillas. Esta cualidad tridimensional hace
muy difícil plantear tácticas, mando, control y comunicaciones.
El adversario ataca desde posiciones muy próximas, a menos de 10 metros o
mediante francotiradores. Los objetivos son muy fugaces y escasamente visibles.
La no linealidad, la imbricación de las unidades y la dificultad para localizar
al adversario imponen mayor iniciativa a las PU. En este medio complejo, las
unidades en contacto tienen las siguientes dificultades:
Técnicas: observación, adquisición y localización de objetivos, navegación,
plazos de reacción y desencadenamiento de los fuegos, distancias de seguridad
de los tiros, enlace;
Tácticas: imbricación de los despliegues, definición amigo/enemigo, fraccionamiento de unidades, protección de civiles y algunas instalaciones, ritmo de
progresión muy lento y movilidad limitada;
22
Psicológicas: pérdidas y daños colaterales, efectos de la presencia de la
población.
Teniendo en cuenta las dificultades de enlace y las limitaciones a la observación, es delicada la ejecución de los fuegos indirectos. La infraestructura de la
ciudad no permite una gestión óptima de las trayectorias curvas. Los riesgos de
daños colaterales imponen un control perfecto de los efectos de las municiones,
incluidos sus efectos secundarios (incendios, rebotes, humos) y una constante
observación sobre los objetivos a batir.
Es muy fácil la creación de obstáculos en zonas urbanas (obstrucción de
itinerarios, obstáculos, trampas), por lo que es imprescindible la presencia de
unidades de ingenieros hasta en los más bajos escalones.
Salvo órdenes expresas, y en el marco de las ROE, se deben preservar las
infraestructuras vitales o históricas. Por lo tanto, solo se destruirán objetivos
juiciosamente seleccionados con el fin de evitar reacciones no deseadas. Especial
atención merecen las fuentes de suministro (luz, agua, gas, etc.), las infraestructuras sanitarias y las de información.
Las zonas urbanas se constituyen, por tanto, en el escenario de actuación
más probable ya que normalmente albergan importantes centros de decisión y
poder político, nudos de comunicaciones, centros industriales, etc., todos ellos de
gran importancia estratégica y operacional para la consecución de los objetivos
perseguidos. El mando puede imponer limitaciones al empleo de los apoyos de
fuego por consideraciones de índole moral, para evitar daños a la población civil
o para evitar daños materiales irreparables. El apoyo aéreo adquiere un gran
valor debido a la precisión de sus acciones sobre puntos fuertes y a su eficacia
en la interdicción de las fuerzas enemigas que intenten retirarse o reforzar.
De una forma general, las fuerzas de todo tipo que operan en zonas urbanas
deben estar espacialmente instruidas y adiestradas desde un nivel individual, de
equipo y superior en las siguientes acciones: protección contra los francotiradores, contra minas y trampas, contra ataques terroristas, combate nocturno,
control de masas y utilización de ANL.
El incremento de las acciones de combate en zonas urbanas así como el cre23
ciente empleo de unidades militares en la gestión de situaciones intermedias entre
el encuentro armado y el simple mantenimiento del orden público en sus manifestaciones menos cruentas, han evidenciado la necesidad de disponer, además
del armamento tradicional, insustituible para ejercer una eficaz disuasión, de
otras ANL (o menos letales) en orden de neutralizar personal y material, minimizando al mismo tiempo pérdidas y/o daños colaterales.
En este entorno, el combate próximo requiere una mezcla de efectos desde
el derribo de un edificio (quizás usando explosivos novedosos) a una barrera no
letal dirigida a evitar el acceso a / o desde un edificio que podría albergar, a la
vez, población neutral y adversario.
Estas operaciones ofrecen oportunidades muy claras para el empleo de
ANL. Por ejemplo las rutas de acceso o escape de los edificios pueden ser bloqueados con espumas o con otras medidas, se pueden canalizar el movimiento a
través de zonas batidas por los fuegos o proteger zonas de entradas. Asimismo en
las zonas urbanas aumenta la posibilidad de que se entremezclen combatientes
y no combatientes, siendo preferible en este caso evitar el empleo de armas de
destrucción indiscriminada. El ambiente urbano será, por tanto, un impulsor
esencial de ANL y de barreras tecnológicas que reduzcan el riesgo de bajas en
las fuerzas propias.
8. CONCLUSIONES
En el marco descrito, los ejércitos se están enfrentando a un nuevo tipo de
misiones en las que no es adecuado el empleo de medios letales. El desarrollo
de estas misiones supone restricciones significativas al empleo de su potencia
de combate y en muchos casos son requeridas para colaborar con las Fuerzas
y Cuerpos Policiales. La legalidad vigente y la actitud de la opinión pública
enmarcan y condicionan el desarrollo de dichas misiones.
Las ANL responden a las características de las operaciones actuales. Se
adaptan perfectamente a las operaciones de imposición, mantenimiento y consolidación de la paz, caracterizadas por ausencia de un adversario claro, una
prohibición de respuesta en la mayoría de los casos (excepto en caso de legítima
defensa) y un contacto permanente con las poblaciones civiles, que limitan el
24
uso de las armas letales.
En cuanto a la definición de ANL, es necesario aclarar y acordar con nuestros aliados la denominación adecuada para estos medios. Se plantean discusiones sobre si es más correcto referirse a este tipo de armas como armas menos
letales (Less lethal), menos que letales (Less than letal weapons) o armas de
“letalidad reducida". Estos matices, que a priori no tienen mayor trascendencia, pueden suponer una fuente de controversia en operaciones multinacionales
en las que unos y otros consideren como no letal distinto tipo de armamento y
lo empleen con distintas reglas.
El término "No Letal" deberá entenderse coma una finalidad, una intención
o un deseo, implica el propósito de no causar daños irreversibles al adversario.
Por tanto debe insistirse en que el arma absolutamente no letal no existe, el uso
de armas letales o no, corresponde siempre al empleo de la fuerza, que podrá
ser legítimo o no.
A pesar de que en nuestro cuerpo doctrinal nacional (CODE Armas no
Letales), existe una definición, la tendencia debe ser adoptar la definición aceptada en OTAN.
Las dificultades jurídicas con las que se puede encontrar la aplicación de
capacidades no letales son numerosas, ya que las ANL pueden infringir el derecho
y los tratados internacionales. Además las tropas deberán tener en cuenta el
derecho local del país donde se interviene y el derecho nacional de los Estados
que aportan fuerzas.
Todos y cada uno de los sistemas de ANL deberán someterse a una revisión
legal y recibir aprobación favorable antes de ser incorporadas a las unidades.
Esta revisión incluye exámenes para determinar su adaptación a las leyes nacionales e internacionales, incluyendo las leyes de la guerra, y los tratados y
protocolos de control de armamentos. Las fuerzas deberán tener la seguridad
de que cualquier ANL que se utilice ha pasado estos filtros.
Las ROE deberán amparar el empleo de ANL por parte de las PU, siendo
parte integrante del marco legal de empleo de la fuerza y la actuación de las
unidades militares.
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Las ANL amplían la gama de opciones a disposición del jefe en todos los
niveles. Utilizar e integrar los medios no letales con los letales requerirá, por
consiguiente, un planeamiento más detallado y le permitirán graduar la fuerza
necesaria para el cumplimiento de una misión, utilizando el medio más conveniente para neutralizar al adversario y posibilitando la protección de los no
combatientes. La protección de las tropas propias contra los efectos de los ANL
deberá estar igualmente garantizada.
No existen operaciones exclusivamente no letales ni en la concepción, ni
en la ejecución. La capacidad letal es y será el fundamento de la credibilidad
de la fuerza. Una unidad, cualquiera que sea su entidad, no es totalmente no
letal. No se debe equipar al combatiente individual exclusivamente con sistemas
no letales, salvo en casos excepcionales (en cuyo caso, debe beneficiarse de la
protección proporcionada por otro combatiente).
Las ANL deben poder ser reconocidas visualmente como tales, para evitar el
descrédito o la interpretación engañosa, no destruyen al adversario, aun cuando
puedan afectar a su cohesión, voluntad y capacidad de combate. Su utilización
podría ser interpretada como no resolutiva. Su empleo nunca descartará la
posibilidad de la utilización de la fuerza letal.
El cumplimiento de las misiones a desarrollar en las operaciones descritas,
que van más allá del combate convencional y en las que deberá extremarse la
atención a la protección de sus componentes, requiere desarrollar nuevos procedimientos y sistemas de armas que pueden proporcionar una mezcla de efectos
desde muy letales a no letales y dirigidos al personal, estructuras, plataformas
y sistemas de información
Las ANL cubrirán el vacío existente entre la mera presencia de fuerzas en
una zona de conflicto y la acción letal, se podrán utilizar en todo el espectro de
operaciones, desde las de menor exigencia hasta las de "alta intensidad".
En operaciones no bélicas o de apoyo a la paz, el componente militar de
una operación usará las ANL como complemento a su armamento de dotación
cuando sea apropiado el empleo de una fuerza inferior a la letal, evitando el
proyectar unidades sólo en base a ANL para que las mismas no pierdan capaci26
dad de disuasión y credibilidad.
En las operaciones bélicas permitirán operar con eficacia y contundencia
contra las amenazas, disminuyendo el nivel de bajas y destrucciones en el adversario y daños colaterales y contribuyendo a la protección de la fuerza al proporcionarle una capacidad de respuesta eficaz, legal y aceptable por la opinión
pública.
Las zonas urbanas se constituyen en el escenario de actuación más probable
ya que normalmente albergan importantes centros de decisión y poder político,
nudos de comunicaciones, centros industriales, etc., todos ellos de gran importancia estratégica y operacional para la consecución de los objetivos perseguidos.
En este medio complejo, las unidades en contacto tienen, entre otras, dificultades para distinguir entre amigo y adversario, y para la ejecución de los
fuegos como consecuencia de la probabilidad de producir daños colaterales, lo
que imponen un control perfecto de los efectos de las municiones, incluidos sus
efectos secundarios (incendios, rebotes, humos) y una constante observación sobre los objetivos a batir. Además, el combate próximo requiere una mezcla de
efectos (letales y no letales) ante la posibilidad de la imbricación de población
neutral y enemigo.
Salvo órdenes expresas, y en el marco de las ROE, se deben preservar
además las infraestructuras vitales o históricas. Por lo tanto, solo se destruirán
objetivos juiciosamente seleccionados con el fin de evitar reacciones no deseadas.
Estas operaciones ofrecen oportunidades muy claras para el empleo de
ANL. El ambiente urbano será, por tanto, un impulsor esencial de ANL y de
barreras tecnológicas que reduzcan el riesgo de bajas en las fuerzas propias.
En resumen, los nuevos riesgos, amenazas, escenarios en los que las unidades
militares españolas actúan junto con las de otras naciones aliadas y el incremento
de las acciones de combate en zonas urbanas, así como el creciente empleo de
unidades militares en la gestión de situaciones intermedias entre el encuentro armado y el simple mantenimiento del orden público en sus manifestaciones menos
cruentas, han evidenciado la necesidad de disponer, además del armamento
tradicional, insustituible para ejercer una eficaz disuasión, de otras ANL (o
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menos letales) en orden a neutralizar personal y material, minimizando al mismo
tiempo pérdidas y/o daños colaterales. Todo ello encaminado al cumplimiento
de la misión principal que se les ha encomendado. El empleo de ANL permite
conservar la libertad de acción y mejorar la protección de la fuerza.
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Asimétrico, El Enemigo en los Conflictos Armados Asimétricos, Planeamiento
Basado en Efectos,Protección de la Fuerza, Espacio de Batalla, La Seguridad
en la Zona de Retaguardia, Campo de Batalla Vacío, Fuegos en Profundidad,
Las Capacidades, Obstáculos no Letales en el Futuro, Control de Masas.
Programas de Investigación: Apoyos de Fuego en los BI (Batallones de
Infantería), Maniobra en los BI, Mando y Control en los BI, Inteligencia en los
BI, Movilidad, Contramovilidad y Protección en los BI, Fuerza Necesaria Fuerza
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A.18.R. En el Marco de Operaciones de Apoyo a la Paz, que formas de
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28
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Simposio de ANL de la DEGAM (Diciembre 2004).
Informes TG/3 (Non-Lethal Capabilities (NLC)).
Seminario de DIDOM “El empleo de Capacidades no Letales (NLC) por
parte de las Fuerzas Armadas”.
29
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