la calidad de la vida eterna

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Conferencia General Octubre1988
LA CALIDAD DE LA VIDA ETERNA
Por el élder Wm. Grant Bangerter
de la Presidencia del Primer Quórum de los Setenta
"En la Iglesia, la doctrina de la vida eterna no siempre se entiende o se aprecia
como es debido. Si lo fuera, muchos miembros harían algo más al respecto, ya que
la calidad de la existencia eterna esta en nuestras propias manos."
La humanidad teme a la muerte; es su gran preocupación. La tendencia general
es tratar de evitarla. Desde tiempos inmemoriales se ha sonado con extender la vida
en forma indefinida. Se han inventado brebajes y elixires que supuestamente
protegerían a la persona de la muerte. Las leyendas de la fuente de la juventud han
llevado a los hombres hasta los confines de la tierra.
En la actualidad no es tan diferente. Desde cremas para evitar las arrugas hasta
vitaminas y programas de ejercicios; desde el control del colesterol, el aire
acondicionado o los programas de salud hasta innovaciones en el vestir y en la
preparación de alimentos y suplementos: todos prometen la extensión de la vida.
La profesión medica se dedica a salvar la vida humana, así como las innumerables
leyes, regulaciones y costumbres de nuestra sociedad.
Es verdad que muchos de estos esfuerzos tendientes a salvar la vida han tenido
un impacto benéfico en mejorar la calidad de la vida; sin embargo, el resultado final
es, de todas maneras, la muerte. Desde Adán a Abraham, desde Pedro y Pablo a
Enrique VIII, George Washington y los demás, todos han muerto junto con sus
generaciones, y lo mismo sucederá con nosotros.
¿A donde fue ese incontable numero de seres humanos?
¿Existe un propósito en esta existencia pasajera? Algunos dicen que no lo hay. La
pregunta de Job hace eco en nuestra mente. ''Si el hombre muriere, ¿volverá a vivir?"
Por supuesto que sí. La respuesta se encuentra en la doctrina de la vida eterna, en las
buenas nuevas del Evangelio de Jesucristo.
Aun quienes no crean que vivirán nuevamente o quienes no deseen vivir
nuevamente se levantaran de la tumba y vivirán de nuevo. No hay nada que puedan
hacer para impedirlo porque la vida es eterna.
Un querido amigo, hablando del fallecimiento de su padre, un ateo, cuenta que al
despedirse este de la familia que se había congregado a su alrededor, no expreso
esperanza alguna en el futuro y dijo: ''No, este es el fin''. Luego, al aproximarse el
momento, repentinamente abrió los ojos y dijo claramente: " ¡Madre, que bueno es
verte! ¡Hermana, te ves muy bien! ¡Que hermoso es todo!", y acto seguido expiró.
¡Que sorpresa se habrá llevado! Espero que se haya alegrado.
Ahora, en vista de la preocupación casi universal sobre la calidad de la vida
mortal, y ya que algunas personas parecen más felices que otras, podríamos
preguntarnos con respecto a la vida eterna: "¿Cómo puedo estar seguro de que
tendré una experiencia feliz allí?'' Recordemos que la eternidad es un tiempo muy. . .
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muy largo. Podemos prestar oído a quienes saben algo al respecto. Los ateos no
saben nada. La gente descuidada, mundana, materialista no sabe nada, ni tampoco le
importa nada.
¿Quién sabe? Dios sabe. Él es el Padre Eterno. Cristo sabe. Él controla el plan que
hace posible la felicidad. Y sus profetas saben. También las personas que escuchan a
los profetas y comprenden las Escrituras saben. Incluso en la Iglesia, la doctrina de la
vida eterna no siempre se entiende o se aprecia como es debido. Si lo fuera, muchos
miembros harían algo mas al respecto, ya que la calidad de la existencia eterna esta
en nuestras propias manos. Lehi, en el Libro de Mormón, dijo:
"Por lo tanto, cuan grande es la importancia de dar a conocer estas cosas a los
habitantes de la tierra, para que sepan que ninguna carne puede morar en la
presencia de Dios, sino por medio de los méritos, y misericordia, y gracia del Santo
Mesías." (2 Nefi 2:8.)
Porque el Salvador dijo: ''Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al
Padre, sino por mí'' (Juan 14:6).
La noche en que el ángel Moroni se apareció a José Smith, "dijo que se hallaba
depositado un libro, escrito sobre planchas de oro, el cual daba una relación de los
antiguos habitantes de este continente, así como del origen de su procedencia.
También dijo que en el se encerraba la plenitud del evangelio eterno cual el Salvador
lo habla comunicado a los antiguos habitantes" (José Smith-Historia 33-34).
Serla lógico pensar que todos desearían saber lo que el Salvador comunicó a los
habitantes del continente americano; sin embargo, la verdad es que muchos no
desean saberlo. No desean escuchar revelaciones. No desean saber que el evangelio
se ha restaurado.
Hace años tuve una experiencia muy interesante mientras regresaba en barco
desde Sudamérica. Tres ministros se hallaban a bordo y pronto se acercaron para
preguntarme si serla posible que conversáramos acerca de las creencias de los
mormones. Uno de ellos era metodista, otro presbiteriano y el otro pertenecía a la
secta de los discípulos de Cristo.
Concertamos una cita y tuvimos una hora agradable de conversación, ellos
haciéndome preguntas y yo dando respuestas. Nuestra conversación fue cortes,
amigable y simpática. Después de diez minutos de haber comenzado a conversar, se
miraron y dijeron: ''¡Que interesante, él tiene una respuesta para todas las
preguntas!", y a menudo repitieron ese comentario durante la conversación.
Uno o dos días mas tarde, el hermano metodista pasó a visitarme y me comentó:
''He estado pensando en lo que dijo hace un par de días. Creo que sabe demasiado.
¿Me pregunto si Dios desea que lo sepamos todo?'' Pude notar que estaba molesto
por el conocimiento que yo tenía de las revelaciones.
Otras personas, motivadas por sus intereses egoístas y posesiones materiales,
simplemente no están interesadas.
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El élder ElRay Christiansen nos habló de un señor danés millonario que se habla
convertido al evangelio y que habla emigrado a Utah. Su compromiso con el
evangelio fue la causa de la perdida de la mayor parte de su fortuna, pero una vez
que se estableció aquí, nuevamente comenzó a amasar riquezas y en el proceso
perdió su fe y su testimonio. Sus hermanos trataron de aconsejarle con respecto a su
propósito eterno, pero el no les escuchó. Finalmente uno de ellos le dijo: ''Lars, no es
bueno que pienses sólo en el dinero. Cuando mueras, no podrás llevártelo contigo''.
Lars contestó con su acento danés: "¿Que estas diciendo?"
Y el hermano le repitió: ''Digo que cuando te mueras, no podrás llevarte el dinero
contigo''.
Lars respondió: ''Entonces, no me iré nunca''.
El informe del élder Christiansen nos informa que este hombre murió de todas
maneras, así como todos moriremos.
José Smith nos dice que ''la felicidad es el objeto y propósito de nuestra
existencia; y también será el fin de ella, si seguimos el camino que nos conduce a la
felicidad'' (Enseñanzas del Profeta José Smith pág. 312).
Existen varios puntos básicos que quienes deseen gozar una existencia eterna de
calidad deberían considerar.
Comenzamos conociendo a Jesucristo y tomando la decisión de seguirlo. Pedro
dijo: ''Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para
perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
"Y con muchas otras palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de
esta perversa generación.
''Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados. . . tres mil personas.''
(Hechos 2:38, 40-41.)
''Por tanto, [si seguís] adelante con firmeza en Cristo. . . y perseveráis hasta el fin,
he aquí. . . dice el Padre: Tendréis la vida eterna.'' (2 Nefi 31:20.) Debemos tomar
sobre nosotros su nombre y recordarle siempre y guardar sus mandamientos. (Véase
Moroni 4, 5; D. y C. 20:77-79.) Todo esto nos ayuda a mantenernos alejados del
pecado.
Hablemos ahora del llamamiento a servir. Servimos a Dios y a nuestros
semejantes. La parábola del Buen Samaritano fue la respuesta a la pregunta del
interprete de la ley cuando quiso saber lo que debía hacer para obtener la vida
eterna: ''Amaras al señor tu Dios. . . y a tu prójimo como a ti mismo" (Lucas 10:25,
27).
En la descripción del Día del Juicio en el capitulo 25 de Mateo, se nos llama a
servir:
- al hambriento,
- al sediento,
- al forastero,
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- al desnudo,
- al enfermo y al encarcelado. (Véase versículos 35-36.)
Evidentemente quienes no rindan este servicio no serán considerados. Tal como
el Señor dijo: ''De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más
pequeños, tampoco a mí lo hicisteis.
''[Y estos irán] al castigo eterno, y los justos a la vida eterna." (Mateo 25:45-46.)
Para recibir las bendiciones que acompañan este servicio, se nos da el sacerdocio
y su poder. Se le ha dado el nombre de "el Santo Sacerdocio según el Orden del Hijo
de Dios" (D. y C. 107:3). ''Y sin sus ordenanzas y la autoridad del sacerdocio. . . ningún
hombre puede ver la faz de Dios, sí, el Padre, y vivir." (D. y C.84:21-22).
Mas aun, "¡ay! de todos aquellos que no obtengan este sacerdocio'' (D. y C.
84:42).
La vía para llegar a Dios pasa por el templo. En los últimos ocho años la cantidad
de templos en la Iglesia ha aumentado de 17 a 41 y hay seis mas en el proceso de
preparación. Estos edificios sagrados sirven para cumplir un propósito eterno.
Tal como los antiguos israelitas miraban hacia el templo buscando su salvación,
también lo harán quienes sinceramente busquen en el templo el camino para llegar a
la presencia del Padre y del Hijo. Al hacer convenio de guardar los mandamientos,
recibirán allí las ordenanzas salvadoras.
La doctrina de la salvación nos enseña que no es suficiente confesar que creemos
en Cristo o ser bautizados. Si hemos de tomar nuestra salvación en serio, debemos
esforzarnos por recibir todas las bendiciones. Recordad que Lamán y Lemuel
despreciaron el árbol de la vida, se unieron al mundo y perdieron la promesa.
Finalmente, al entender la doctrina de la salvación, nos damos cuenta de que el
plan de Dios es redimir a todos sus hijos en base al arrepentimiento que demuestren,
aun a aquellos que murieron sin el conocimiento de la verdad.
De modo que nuevamente volvemos al templo y, de acuerdo con la promesa de
Malaquías, hacemos las ordenanzas vicarias por quienes no hayan tenido el privilegio
de conocer el evangelio en la tierra. Sabemos que los que ahora se encuentran en el
mundo de los espíritus tienen la oportunidad de aprender el evangelio y de
arrepentirse y ser dignos de ser bautizados.
El privilegio de regresar al templo nos ayuda a obtener el espíritu de la obra que
se lleva a cabo allí. En especial, efectuamos tales servicios por nuestros propios
antepasados. Moroni le dijo a José Smith, citando las palabras de Malaquías: "Yo os
revelaré el sacerdocio por medio de Elías el profeta'' (véase José Smith-Historia 38).
Nuestro corazón, el de los hijos que vivimos en la tierra hoy, se volverá a nuestros
padres, nuestros antepasados que han fallecido, y les proveeremos las ordenanzas
que harán posible su redención.
Todos recibiremos la inmortalidad o resurrección. Es un beneficio que
recibiremos por medio de la gracia o don de Cristo. La vida eterna con felicidad y
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gloria en compañía de los seres que amamos será la recompensa que recibirán solo
quienes la ganen por medio de su fe en Jesucristo y la obediencia a sus
mandamientos.
He sabido de Jesucristo desde que tengo uso de razón. Cuando niño, se me
enseñó a orar a Dios en su nombre. No creo que haya habido un solo día en mi vida
que no haya buscado sus bendiciones, su Espíritu y su protección. Deseo tener la vida
eterna que Él tiene. Lo es todo para mí. Sé que el evangelio es verdadero, he
escuchado la voz de Dios por medio de su Espíritu confirmándomelo y dándome
testimonio. En el nombre de Jesucristo, el Señor. Amen.
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