Tirant lo Blanc de Joanot Martorell: novela e historia

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Studia Litteraria
Universitatis Iagellonicae Cracoviensis 3 (2008)
ROZALYA SASOR
Instytut Filologii Romańskiej
Uniwersytet Jagielloński
TIRANT LO BLANC DE JOANOT MARTORELL:
NOVELA E HISTORIA
La realidad histórica y la novela caballeresca
Tirant lo Blanc – una novela escrita en el pleno siglo XV por el caballero Joanot
Martorell – por reflejar muchos acontecimientos y personajes de su época,
involucrados en las hazañas del protagonista, cuyo nombre dio el título a la obra,
se convierte en un testimonio histórico relativo al ambiente general de los tiempos coetáneos a su autor1. Esta particularidad formal por la cual el libro de
Martorell se distingue de la larga serie de los Amadises y de los Palmerines ha
llamado la atención de numerosos investigadores, quienes desde hace tres siglos
se dedican al análisis del Tirant e intentan calificarlo con uno de los subgéneros
novelísticos. Menéndez Pelayo, a principios del siglo XX, subrayó la originalidad de la novela así como el intento de su autor por presentar los sucesos ficticios con la verosimilitud característica de los géneros históricos, como las crónicas o las biografías. Efectivamente, Martorell utiliza tales recursos como el
testimonio ocular o los documentos legales – lletres de batalla u otros documentos autorizados por notarios – que son propios de la historiografía medieval
y cuyo objetivo era garantizar la validez y la fe de determinadas fuentes del
cuento. El gran erudito español opinó que “las empresas del héroe son las más
serias que en ningún libro de esta clase pueden encontrarse” y que el Tirant no
es “una parodia, sino un libro de caballerías de especie nueva, escrito por un
hombre sensato, pero de espíritu burgués y algo prosaico”2. Siguiendo este
punto de vista –aunque no todos los investigadores estaban de acuerdo con tales
epitetos como “burgués” y “prosaico”3 –, a la obra de Martorell se le aplicaban
1
Nicolau d’Olwer, Ll., Tirant lo Blanc: examen de algunas cuestiones, en Nueva Revista de
Filología Hispánica, vol. XV, 1961, pp. 131–154.
2
Menéndez Pelayo, M., Orígenes de la novela, Madrid, Bailly-Bailliere, 1905, vol. 1, pp. 251–
–258.
3
Riquer, M. de, Historia de la literatura catalana, Barcelona, Ariel, 1984, vol. 3, p. 249 y ss.
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los rasgos estilísticos de la novela histórica, de la biografía caballeresca e incluso fue juzgada la primera novela moderna4.
Para resolver la cuestión del valor del sustrato histórico-biográfico en la trama novelesca, Martí de Riquer propuso las características de un nuevo subgénero que nombró novela caballeresca. Según su opinión, este tipo de novela aparecería en el siglo XV y tendría representantes tanto en la literatura catalana
(Tirant lo Blanc, Curial e Güelfa) como en la francesa (Le Petit Jehan de Saintré o Roman de Jehan de Paris); su argumento, siempre contado en prosa, sería
la vida de un caballero ficticio, poseedor de capacidades a medida humana, representado en un contorno histórico perfectamente localizable, contemporáneo
de la época del autor5. Dados los puntos de contacto comprobados entre la realidad histórica y algunos párrafos del Tirant, como por ejemplo el paralelismo
entre el protagonista y el personaje de Roger de Flor, cuya historia cuenta la
Crònica de Muntaner; el ambiente histórico de la corte inglesa envuelta en la
Guerra de los Cien Años o los episodios relacionados con el asedio y la liberación de la isla de Rodas, se puede fácilmente definir el contorno histórico del
Tirant, y siguiendo las pautas trazadas por Riquer analizar la obra como cualquier narración realista, en la cual aparecen mezclados los hechos y personajes
ficticios con los históricos, reconocidos por sus contemporáneos.
El paradigma del nuevo subgénero novelístico se funde precisamente en esta
analogía entre lo verdadero, perteneciente a la vida real y lo fabuloso, novelesco.
El sigo XV estaba lleno de cavalleros “andantes” que recorrían toda Europa en
busca de aventuras pintorescas, luchaban en torneos y pasos honrosos,
y pronunciaban votos sorprendentes, todo eso para asemejar su vida a las biografías de los famosos caballeros descritos en las novelas artúricas. Sin adentrarse a fondo en la realidad histórica de aquella época parece imposible no solo
gozar de la riqueza de la materia tratada en obras como el Tirant, sino también
entender la complicada red de vínculos entre los personajes (histórico) novelescos, y apreciar su papel en la trama. Los instrumentos de la investigación histórica aplicados al análisis del argumento de la novela martorellana, y en el
caso de este artículo, a los episodios ingleses del libro, permiten descubrir que el
autor del Tirant estaba al tanto de la política internacional de su época – me
refiero aquí sobre todo a sus relaciones con la casa ducal de Borgoña, una de las
más poderosas en la Europa de aquel entonces –, primero y, después, que las
descripciones de la práctica cavalleresca, tan abundantes en el libro, nunca sobrepasan los límites de lo posible y lo aceptable en el siglo XV.
4
Alonso, D., Tirant lo Blanc, novela moderna, en Revista Valenciana de Filología, 1 (1951),
pp. 179–215.
5
Riquer, M. de, op. cit., p. 249.
Tirant lo Blanc de Joanot Martorell: novela e historia
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La vida novelesca de los Martorell
El interés de Joanot Martorell por la política e história así como una activa participación en la vida pública de su época no eran nada excepcionales en el seno de
su familia. Los Martorell vinieron al territorio de Gandía, donde al fin se afincaron, probablemente con el ejército del rey Jaime I, durante la reconquista de la
ciudad de Valencia (en 1238) y de las tierras al sur de ésta. La segunda mitad del
siglo XIV fue el período de mayor esplendor para Gandía, que por aquel entonces formaba parte del señorío de Alfonso el Viejo, quien ostentaba el título de
Marqués de Villena y, desde el año 1399, de Duque de Gandía. Aunque el fondo
antiguo del Archivo Municipal de esta villa prácticamente desapareció, se conocen bastantes detalles sobre los antepasados del autor valenciano. La familia
Martorell fue una de las que más se beneficiaron del bienestar de la corte gandiense. Rigieron los honrosos y prominentes cargos municipales de justicia y de
jurado6, y muy pronto ascendieron en la escala social, logrando puestos en la
administración de la corte señorial del Duque de Gandía, primero, y de la corte
real, después. Llegaron a ser consejeros reales, lo que alternaban con otros negocios de tipo particular como de prestatario, censalista o mercader. El bisabuelo de Joanot – Guillem Martorell – al heredar gran fortuna y poder consolidó la
posición de su familia, logró el título de caballero y de esta manera pasó al estamento nobiliario (en 1374) que le permitía adquirir señoríos7.
Su hijo, también Guillem, le superó en los cargos desempeñados, se convirtió
en consejero, hombre de confianza y amigo del Duque, al que el Marqués de
Villena enviaba con frecuencia a Valencia, Barcelona y a la corte real. Estos
empleos le permitieron cobrar experiencia en los temas administrativos, económicos y políticos de la época y ponerse en contacto con los funcionarios de
alto rango e incluso con el mismo rey, Martín I, el Humano. En la corte real
Guillem fue llamado por el soberano, quien le encomendó encargos específicos
relativos a la administración real, las funciones que le adscribían a la Casa Real
y obligaban a fijar su residencia, con la familia, en la ciudad de Valencia. El
traslado, en el cual a Guillem le acompañó su hijo, Francesc – padre del autor
del Tirant – debió efectuarse antes del verano de 1399. Por esta época Valencia
era una ciudad en pleno desarrollo, que se iba a convertir en el centro económico
de la Corona de Aragón, donde la clase burguesa resaltaba como la clase dominante y la más dinámica, especialmente en el sector comercial. Los encargos de
Guillem consistían en realizar diferentes misiones, como la investigación
y solución del problema de los judíos conversos, en firmar en nombre del rey
unas capitulaciones en las regiones fronterizas entre Valencia, Castilla y la musulmana Granada, o en la recaudación de diferentes impuestos. Este último car-
6
Villalmanzo, J., Joanot Martorell. Biografía ilustrada y diplomatario, Valencia, Ajuntament
de Valencia, 1995, p. 48 y ss.
7
Chiner Gimeno, J.J., El viure novel lesc. Biografia de Joanot Martorell, Alcoi, Marfil, 1993,
p. 22 y ss.
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go le permitió adquirir un patrimonio considerable y hasta hacer préstamos monetarios al mismo rey Martín I8.
En la administración real, el padre y su hijo colaboraban en casi todos los
asuntos: Francesc acompañaba y ayudaba a Guillem en la tarea de recaudador
y también le prestaba dinero al rey; ambos compraban y vendían señoríos, esclavos y censos, participaban en luchas caballerescas y ambos fueron excomunicados por el obispo de Cartagena a causa de la muy eficaz recaudación de los impuestos que el obispo debía al rey. La cumbre de la carrera de Francesc sucedió
en el año 1412, cuando fue nombrado jurado de la ciudad de Valencia, un cargo
de gran prestigio y responsabilidad. Hasta 1410, fecha de la muerte de Martín el
Humano, el padre e hijo realizaron diferentes misiones reales a cambio de las
que consiguieron del rey la concesión de algunos privilegios económicos para
sus propios señoríos. Con la muerte del soberano, los Martorell se quedaron sin
protección real, y aunque Francesc todavía desempeñaba cargos públicos, algunos incluso de gran importancia como el de jurado y de consejero de la ciudad
de Valencia, fue entonces cuando el poder económico y político de la familia fue
disminuyendo poco a poco, así que los hijos de Francesc, y entre ellos Joanot, ya
no podían contar con la influencia de su padre en la corte real.
Sin embargo, Joanot Martorell aprovechó algunas ocasiones para participar
en las empresas del rey, quien por aquel entonces era Alfonso V, el Magnánimo.
En 1417, cuando el novelista tenía solo 7 años, se celebraron las Cortes en Valencia y el rey, cansado de su larga estancia en la ciudad, decidió organizar un
torneo en el cual participó personalmente. El monarca justificó su dictamen de
esta manera:
Así como la osiosidad es madrastra y enemiga de toda virtud, y principalmente del arte de
la caballería, los reyes y príncipes del mundo, precisamente por ello, deben procurar con
diligencia que sus caballeros e hidalgos se mantengan activos. Y si les fallan las guerras
justas y necesarias, deben organizar los actos caballerescos que sean de costubmre y pertinentes en tiempos de paz, a fin de que en tiempos de guerra y de necesidad sean más hábiles y estén más dispuestos a servirse de las armas9.
Debió ser entonces cuando el joven Joanot tuvo por primera vez la oportunidad de ver las solemnes fiestas caballerescas, aunque todavía como testigo. Casi
veinte años más tarde, le encontramos plenamente entregado en el ejercicio de
las armas: en los años 1434–1435 se fue a Italia en compañía de su padre y de su
hermano Galcerán para incorporarse a la Armada de Alfonso V. Por aquel entonces se hallaba el rey en Italia intentando apoderarse de Nápoles. Los Martorell salieron de Valencia hacia Sicilia donde estaba la Armada real. Siguieron
sus pasos a través del Mediterráneo hasta el encuentro con la flota enemiga y el
desastre de Ponza, en agosto de 1435. Como lo subraya Villalmanzo, el trato
directo y prolongado con la tripulación y los contactos continuos con el enemigo
sirvieron de inmejorable escuela para el aprendizaje de las artes marineras y del
vocabulario guerrero para el futuro novelista10. Durante este viaje murió Fran8
Villalmanzo, J., op. cit., p. 59 y ss.
Archivo de la Corona de Aragón (Barcelona), reg. 2.641, f 173, citado por A. Ryder, Alfonso
V, rey de Aragón, Valencia, IAM, 1992, p. 78.
10
Villalmanzo, J., op. cit., p. 172.
9
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cesc Martorell, quien en su último testamento había nombrado a su hijo Joanot
heredero universal de todos sus bienes, desheredando de esta manera a su hijo
primogénito Galcerán. Tras la muerte de Francesc comenzó para los Martorell
una etapa de declive económico muy grave; envueltos en diferentes pleitos, se
fueron endeudando progresivamente, por encima de sus posibilidades pecuniarias, lo que provocaría a la larga la ruina más absoluta11. El episodio más trascendental para el autor del Tirant fue probablemente el pleito con Joan de
Monpalau, quien había dado palabra de matrimonio a Damiata, hermana menor
de Joanot, y que no cumplió con su promesa. Joanot, para defender el honor de
la familia y resolver la cuestión del modo más caballeresco posible, envió una
carta de requerimiento de batalla a muerte a Monpalau, y se marchó a Londres
para pedirle al rey Enrique VI que hiciera de juez de la lucha, ya que en Valencia no estaba permitida la batalla a muerte. Emprendió el viaje entre 1438–1439,
y para realizarlo había prestado de los banqueros milaneses en Barcelona cuantiosas sumas avaladas con sus posesiones territoriales12. Aunque Martorell
aprovechara su estancia en la corte de Enrique VI – de lo que tenemos pruebas
excelentes en los episodios ingleses del Tirant lo Blanc – acabaría por arruinarse
y al final perdería todos sus señoríos.
Al volver de Inglaterra, Joanot y su hermano Galcerán irrumpieron con gente
de armas en las posesiones arrendadas y expulsaron de ellas a su arrendador, con
el intento de recuperar los bienes familiares. Joanot fue encarcelado, pero ya el
año siguiente marchó a Nápoles en busca de un salvoconducto real que le relevase de los excesos cometidos por él, sus hermanos y sus vasallos. En 1444, el
novelista vendió sus últimas propiedades territoriales al comendador de Montalbán, Gonzalbo de Hijár, del cual continuaba dependiendo para obtener dinero
durante algún tiempo. Cuando Hijár se negó a suministrarle más dinero, Joanot
le dirigió a través de las lletres de batalla amenazas e insultos, desafiando repetidamente al comendador a combate a muerte. Sin lograr su objetivo – Hijár
murió súbitamente en 1451 – Joanot ridiculizó a su enemigo creando en el Tirant lo Blanc la figura del grotesco Quirieleysón de Montalbán, en que se vengó
con toda la crueldad de su pluma. Perdidos sus señoríos, el caballero valenciano
se alistó en el ejército del rey y, aprovechando la ocasión, se entregó a practicar
el bandolerismo. Por sus ilegales acciones bélicas, así como por escribir cartas
de desafío, estuvo en la cárcel al menos tres veces, y al fin en 1450 se embarcó
en Barcelona rumbo a Nápoles, donde la corte del rey Magnánimo gozaba de su
mayor esplendor político y cultural. Alfonso V le concedió a Joanot Martorell el
título de camarero, y como tal desempeñaba diferentes misiones de responsabilidad, las que le condujeron de nuevo a Valencia y tal vez a Londres, ya que
Alfonso V había sido armado caballero de la Orden Militar de la Jarretera por el
rey inglés, que le adjudicó el sitial número 4. El rey aragonés no acudió en persona a Londres para agradecer al rey semejante distinción, por lo cual enviaría
11
12
Beltrán, R., Tirant lo Blanc, de Joanot Martorell, Madrid, Sintesis, 2006, p. 17.
Villalmanzo, J., op. cit., pp. 142–172. Chiner, J.J., op. cit., pp. 65–96.
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a la corte inglesa una embajada protocolaria con tal objeto en la cual pudiera
participar Joanot13.
En 1458, fecha de la muerte del rey Alfonso, Martorell regresó a Valencia
donde escribió su famosa novela y donde murió en 1465. Sus propias experiencias caballerescas y cortesanas acumuladas durante una vida tan agitada, las
incorporó en el argumento de su libro, creando una mezcla de realidad y fantasía
que se presenta al lector como si fuera una crónica. Y aunque el escritor distorciona intencionalmente algunos de los datos históricos, muchos revelan su conocimiento directo y profundo de la política de aquel entonces y que permitieron
a Nicolau d’Olwer catalogar al autor del Tirant como un novelista que se fingía
historiador14.
El episodio inglés del Tirant lo Blanc
Como se ha dicho antes, Joanot Martorell estaba bien informado sobre las empresas de la corte inglesa, sobre todo en cuanto a la Guerra de los Cien Años. Al
estar en Inglaterra, conoció personalmente a algunos miembros de la aristocracia
inglesa e incluso al mismo rey Enrique VI, quien estuvo en relación directa
y cordial con nuestro novelista al que, probablemente, armó caballero. Como un
reflejo novelesco de esta amistad vemos que Tirant lo Blanc recibe la caballería
del mismo rey, llamado en el libro sólo con su nombre, Enrique, que la hubiera
conferido a Martorell15. Sin embargo, la analogía entre ficción y realidad histórica no siempre llega a ser tan fiel y cabal; un buen ejemplo de una transformación novelesca sería el personaje del duque de Lancaster presentado en la
novela como tío del rey (cap. XLI), cuando entonces este título pertenecía al rey
mismo.
La figura del duque de Lancaster aparece en varias secciones del Tirant lo
Blanc dedicadas a los acontecimientos de Inglaterra: en la historia de Guillem de
Varoic es nombrado, junto con el conde de Salisbury, representante del rey
inglés para recibir a los embajadores del rey de Canarias que acaba de invadir la
isla británica (cap. XIV); después, el duque es propuesto por el conde-ermitaño
como el champion para la batalla con el rey de Canarias, lo que despierta las
protestas de otros tres duques: de Gloucester, de Bedford y de Exeter (cap. XV).
A continuación, el Lancaster figura en la sección dedicada a las nupcias del rey
inglés con la infanta francesa: al mando de la vanguardia del séquito real (caps.
XLI, XLII), como la persona dispuesta a sentenciar y ejecutar a los juristas
(cap. XLI) y finalmente como el caballero que e n presència de tots donà l’orde
de cavalleria al rey (cap. XLIII)16. Por última vez, el duque de Lancaster está
13
Villalmanzo, J., op. cit., pp. 172–186. Beltrán, R., op. cit., pp. 19–21.
Nicolau d’Olwer, Ll., op. cit., p. 152.
15
Riquer, M. de, Tirant lo Blanch, novela de historia y de ficción, Barcelona, Sirmio, 1992,
pp. 91–95.
16
Todas las citaciones del Tirant lo Blanc provienen de la edición de Martí de Riquer publicada en 1947 en Barcelona.
14
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115
mencionado en el capítulo LXXXV, donde se le introduce entre los caballeros
fundadores de la Orden de la Jarretera. Las numerosas menciones de este personaje, así como el honor de armar al joven rey caballero o el poder jurídico del
que parece disponer, permiten suponer que su posición en la corte del ficticio
rey Enrique era sobresaliente. Además, el duque de Lancaster estaba unido con
el monarca por lazos de parentesco; como se ha dicho antes era su tío: lo duch
de Lencastre, qui és honcle de mon senyor lo rey (cap. XV); Com lo rey sabé tal
nova, prestament anà hon era lo duch e dix-li semblants paraules: Mon oncle,
en lo món no·m podíeu fer major plaer (cap. XLI); vench lo duch de Lencastre,
honcle del rey (cap. XLIII), así que no extraña que su importancia para el bienestar de la Corona se subraye incorporándolo a la orden militar creada por el rey.
Transponiendo estos datos a la realidad histórica, se ven coincidencias muy
aceptables con Hunfredo de Gloucester (Humphrey Plantagenet), cuarto hijo de
Enrique IV Lancaster. Hunfredo de Gloucester pertenecía al linaje real de Lancaster, pero no fue nombrado duque de Lancaster – este título desde el año 1413,
fecha de la ascensión al trono de Enrique V, estaba unido a la Corona inglesa.
En la corte de Enrique VI desempeñaba un papel importante a causa de reclamar
para sí la función de regente del estado durante la minoría de edad del rey, por
ser su tío y a pesar de las objeciones de su propio hermano, el duque de Bedford.
La regencia y el parentezco real podrían ser la causa de otorgarle a Hunfredo por
parte del escritor el título de duque de Lancaster. Alrededor del año 1399, Hunfredo fue nombrado Caballero de la Jarretera con el número 96, en la silla 317.
Martorell podría haber conocido al duque personalmente, aunque en los años
ingleses del escritor Hunfredo iba perdiendo poco a poco su influencia en la
corte, a consecuencia de sus repetidos fracasos en la Guerra de los Cien Años.
En cualquier caso, no podemos rechazar la posibilidad de que el autor del Tirant lo Blanc no dispusiera de la información completa sobre la titulatura inglesa. En el capítulo XV de Tirant aparecen en el consejo real dos duques – uno de
Gloucester y otro de Lancaster – los cuales, si admitimos el paralelismo entre lo
duch de Lancastre y Hunfredo de Gloucester deberían ser la misma persona. Sin
embargo, los motivos de tal confusión pueden ser diferentes, por ejemplo la
equivocación entre dos personas que tenían en la corte una influencia comparable: me refiero a Ricardo Plantagenet, duque de York, bisnieto del rey Eduardo
III y primo del soberano – señalado por Entwistle como el posible duque de
Lencaster18 – y el ya mencionado Hunfredo de Gloucester. Asimismo, se puede
suponer que el apoyo que ambos nobles dieron a las Casas de los York y de los
Lancaster, respectivamente, hiciera que los coetáneos los identificaran con el
nombre de sus linajes, que en caso de Hunfredo „de Lancaster” podría haber
llevado a Martorell a atribuirle erróneamente el título ducal propio del rey.
17
Los nombramientos a la Orden de la Jarretera los cito tras Fellowes, E.H., The Knights of the
Garter, 1348–1939. With a complete list of the stall-plates in St. George’s chapel, Londres 1939,
y Shaw, W.A. & Burtchaell, G.D., The knights of England; a complete record from the earliest
time to the present day of the knights of all the orders of chivalry in England, Scotland, and Ireland, Baltimore 1995.
18
Entwistle, W.J., Observacions sobre la dedicatòria i primera part del „Tirant lo Blanc”, en
Revista de Catalunya, vol. VII, 1927.
116
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Otra huella de la posible relación entre un personaje novelesco y su módelo
histórico la encontramos examinando el listado de los Caballeros de la Jarretera
incluido en el Tirant. Al grupo de tres extranjeros nombrados Caballeros pertenece el duque de Anjou (cap. LXXXV) – mencionado por segunda vez como
padre de una tal Bellasenspar, filla del duch d’Anjou (cap. LXXI) que toca el
escudo de Honor durante el paso honroso de cuatro caballeros misteriosos. En el
período que nos interesa, el título de duque de Anjou perteneció a Renato el
Bueno, quien fue también duque de Bar, de Lorena, conde de Provenza, de Piamonte, rey de Nápoles (desde el año 1442 sólo titular) y rey titular de Jerusalén
y Aragón. Por los lazos de parentezco estaba vinculado con la casa real de Valois y, excepto en un corto episodio de los años 1428–1429 cuando (aparentemente?) se hizo partidario de los ingleses y reconoció por su soberano a Enrique
VI, apoyó los intereses de Carlos VII de Francia, quien era su primo y cuñado
– su hermana, María de Anjou, fue casada con el futuro rey en el año 1422. Renato de Anjou nunca fue nombrado Caballero de la Jarretera ni desempeñó un
papel importante en el entorno del monarca inglés, pero era famoso por su predilección a organizar suntuosos festejos cortesanos: torneos, pasos honrosos, etc.
Renato de Anjou tuvo cuatro hijas, de las cuales una murió muy joven, pero
los datos históricos ofrecen pruebas seguras que imposibilitan relacionar ninguna de ellas con la Bellasenspar. Además, no sería inoportuno recordar que las
cuatro damas que en nombre de Tirant tocan los escudos todas provienen del
ámbito francés, como para subrayar la procedencia bretona del jóven caballero:
La primera de totes que tocà fon la bella Agnés [hija de duque de Berry], e tocà en lo escut
de Amor, si bé li eren més prop los altres scuts. (...) Dona Guiumar, filla del comte de
Flandes, no volgué tocar sinó lo escut de Valor. Cassandra, filla del duch de Prohença, no
volgué tocar sinó lo escut de Menysvaler. La Bellasenspar, filla del duch d’Anjou, fon
contenta de tocar en lo scut de Honor (cap. LXXI).
Martí de Riquer afirma que Martorell ha echado mano de todos estos títulos,
por lo general muy relacionados con la casa de Francia, para dar a sus lectores la
sensación de que todo en su novela era auténtico19.
Sin embargo, la presencia del duque de Anjou entre los caballeros nombrados de la Jarretera podría explicarse a través de la figura de su tercera hija, Margarita de Anjou. A fin de garantizar la suspensión de armas durante la Guerra de
los Cien Años, Margarita fue elegida como esposa del rey Enrique VI de Inglaterra, con quien contrajo matrimonio por poderes el día 23 de abril de 1445,
siendo representado el rey por el duque de Suffolk – relacionado con el marqués
de Sófolch martorellano. Este mismo año, la joven reina salió para su nueva
casa, donde apenas llegada logró ejercer una influencia determinante en su esposo, lo que la convertiría, años después, en la cabeza de la Casa de Lancaster y la
opositora del, ya mencionado, Ricardo Plantagenet, duque de York20. Para
Martorell que conocía el ámbito cortesano inglés la situación de Margarita de
Anjou era seguramente bien clara, y eso permite suponer que el autor valenciano
19
Riquer, M. de, op. cit., p. 91.
Maurer, H.E., Margaret of Anjou: Queenship and Power in Late Medieval England, Woodbridge, 2003, p. 47 y ss.
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consideraría decente honrar al padre de la reina con el título de Caballero de la
Jarretera. Tal vez no sea inverosímil que quisiera de esta forma reconocer los
méritos caballerescos del duque de Anjou.
Sin embargo la cuestión más interesante que aporta el análisis de los acontecimientos ingleses del Tirant lo Blanc es la aversión mostrada por el autor hacia
el duque de Borgoña, a quien Tirant mata en persona durante el paso honroso de
los cuatro caballeros. Además de eso, en la novela aparece una serie de los personajes de tal u otro modo relacionados con la casa ducal de Borgoña, los cuales
están presentados como enemigos del protagonista y abatidos por él. La única
excepción es el conde de Flandes cuya presencia en el Tirant lo Blanc se limita,
además del capítulo LXXXV donde se enumera los Caballeros de la Jarretera,
a dos menciones indirectas. Por primera vez, aparece vinculado con el séquito
femenino de la infanta francesa en la sección que trata de las nupcias reales en
Inglaterra: La filla del duch de Berrí pres la infanta del bras, e la filla del comte
de Flandes li pres les faldes (cap. XLIII). Y después, en otro grupo compuesto
de las damas que tocan los escudos durante el paso honroso de los cuatro caballeros misteriosos (cap. LXXI).
Pero a pesar de que el conde de Flandes no interviene en el libro como un
personaje importante, podría ser relacionado con Felipe III, duque de Borgoña,
llamado Felipe el Bueno, cuya influencia en la política de la corte inglesa era
preponderante. El asesinato de su padre a manos de secuaces del delfin Carlos
indujo al duque a establecer alianza con los ingleses durante la Guerra de los
Cien Años. El apoyo borgoñón era fundamental para realizar los proyectos militares de los ingleses, y sin él debieron entregar poco a poco todas sus conquistas en tierra francesa. E incluso el duque entró en una relación próxima con
sus aliados: su hermana, Anna de Borgoña, fue casada con Juan Plantagenet,
duque de Bedford, y en el año 1422, Felipe de Borgoña fue elegido Caballero de
la Jarretera con el número 140, pero se negó a aceptar el título. Este hecho podría aclarar la introdución de un tal conde de Flandes por entre los caballeros
fundadores de la Orden en el Tirant lo Blanc. Cuando Martorell estuvo en Inglaterra, el duque ya había cambiado de bando lo que podría explicar porqué se
le presentaba como perteneciente al ámbito francés y opositor de Tirant. Otra
posible solución propone Jaume Torró, quien ha vinculado los últimos años de
Martorell a la casa del príncipe Carlos de Viana, el primogénito de Blanca de
Navarra y del segundo esposo de ésta, el infante don Juan – el futuro Juan II de
Aragón, hermano del rey Alfonso V, el Magnánimo21. El príncipe de Viana, en
cuanto a la política interna francesa de la época, se declaraba enemigo de la
fracción borgoñona y Martorell probablemente seguía en este caso la opinión de
su protector.
El análisis de los personajes que intervienen en el episodio del paso honroso
de los cuatro escudos y del conflicto con los Muntalbà proporciona algunos
datos más sobre dicha oposición entre el duque de Borgoña y Tirant. Dos de los
caballeros organizadores del paso honroso, el rey de Frisia y el duque de Borgo21
Torró, J., Una cort a Barcelona per a literatura del segle XV, en Revista de Catalunya, 163,
pp. 97–123.
118
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ña, poseen los títulos pertenecientes a Felipe el Bueno, con la modificación del
título real, porque el duque era solamente señor de Frisia. A otro personaje, un
tal marqués de Sanct Enpeyre, que aparece en compañía de Thomàs de Muntalbà:
E en la primera lança anava lo príncep de Gales, ab molts duchs que la portaven; la segona
lança, al costat dret, portaven comtes e lo marqués del Sanct Enpeyre; la lança del costat
sinestre portaven cavallers; la lança de tras portaven honrats gentilshòmens; e ell anava
enmig de tots (cap. LXXXI).
también se le puede vincular con el dominio borgoñón. El nombre „Sanct Enpeyre” se ha de interpretar como adaptación al catalán del francés Saint-Empire,
y en este caso particular relacionado con el marquesado de Saint-Empire que
formaba parte del ducado de Brabante. Felipe el Bueno obtuvo el título de duque
de Brabante en el año 1430, al suceder a Felipe de Saint-Pol, tres años después
– el de conde de Hainau, Holanda, Zeelanda y de señor de Frisia22. Las coincidencias geográficas son bastante claras, y se puede notar que todos los caballeros del bando derrotado por Tirant connotan a la persona del duque, mal vista en
la corte inglesa después de su reconciliación con Carlos VII en el año 1435.
A este ámbito pertenecen también el duque de Baviera, el de Austria y el rey
de Polonia, otros tres protagonistas del episodio del paso honroso. Por aquel
entonces, el ducado de Baviera estaba dividido y el soberano de cada una de sus
partes se honraba con el título de duque. El duque de Borgoña era vinculado por
lazos familiares con el linaje de los duques de Baviera-Straubing, su madre
– Margarida de Baviera – era hija del duque Alberto I de Hainaut, y su tía, hermana de su padre – Margarida de Borgoña – fue casada con el hijo del duque
Alberto, Guillermo II de Hainaut, el futuro duque de Baviera–Straubing y Caballero de la Jarretera (nombrado en el año 1390, silla 4 (3)). La hermana de
Margarida de Baviera, Juana de Baviera, era esposa de Alberto IV de Habsburgo, duque de Austria, y su hijo – Alberto II de Habsburgo, quien heredó el título
ducal de su padre – en el año 1438 fue elegido Rey de los Romanos
y Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Además, la sobrina de la
esposa de Felipe el Bueno fue casada con Federico III de Habsburgo, duque de
Austria y emperador del Sacro Imperio Romano después de la muerte de Alberto
II. Está bien claro que las grandes casas aristocráticas estaban vinculadas por los
lazos de parentesco; la situación particular de Joanot Martorell permite suponer
que la selección de los nombres para los personajes del Tirant lo Blanc no era
tan casual como pareciera. La aversión del escritor a los borgoñones debía ser
sorprendente para los lectores de la época, aunque tal vez les resultara más fácil
descubrir la motivación del autor.
En cuanto al rey de Polonia, su relación con el duque de Borgoña tiene carácter puramente político. Entre los participantes de la conferencia de Arras
(1435, cuya conclusión fue la llamada Paz de Arras) se encontraba el embajador
de Ladislao III Jaguellón – rey de Polonia histórico – Nicolás Lasocki (muerto
22
En cuanto a los datos genealógicos relacionados con la casa ducal de Borgoña sigo la publicación de Vaughan, R., Philip the Good: The Apogee of Burgundy, Londres 1970.
Tirant lo Blanc de Joanot Martorell: novela e historia
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en 1450)23. Lasocki era cortesano, diplomático y arcediano; a Arras vino con
algunos otros eclesiásticos del Concilio de Basilea (1431–1449), donde había
sido enviado para presentar la opinión de Polonia en cuanto al conflicto con la
Orden Teutónica. Desde el punto de vista polaco, la existencia de la Orden
Teutónica en las tierras de Prusia no sólo era innecesaria, sino aun se consideraba vergonzosa para toda la Iglesia católica, y en consecuencia la Orden debería
ser disuelta. Su razonamiento fue aceptado por los padres conciliares, y el mismo Lasocki fue enviado, como acabo de decir, a Arras24. La Chronique de
Enguerran de Monstrelet menciona la presencia de alguna embajada polaca en
Arras, aunque sin proporcionar los nombres ni tampoco reconocer los cargos
históricos:
Aussi y vindrent les ambaxadeurs des roys de Sézille, d’Espaigne, de Navarre, de Poulane
[es decir, Polonia] et d’Arse, et les Romains25.
Item, encore vindrent audit parlement d’Arras pluiseurs ambassadeurs de pluiseurs royaulmes et nacions, tant ecclésiastiques comme séculières. Est assavoir, de par les roys de
Navarre, de Dache, d’Espaigne, de Cyppre, de Portingal, le connestable du roy de Poulane,
de par le duc de Milan, de par le roi de Sezille (...). Si y vindrent aussi (...) l’archidiacre de
Mès en Lohoraine, procureur du sain concile de Basle, l’archidiacre de Poulaine et moult
d’autres gens de grand auctorité26.
La información más detallada sobre la identidad de los participantes en el
congreso de Arras proviene del armorial que se encuentra en British Museum
(ms.add. 11542) y que contiene los nombres relacionados con escudos de armas,
entre otros el de Lasocki27. Aunque no se sabe bien qué papel desempeñaba allí,
se supone que manteniéndose fiel a la línea general de las alianzas insistiría en la
reconciliación entre Carlos VII y Felipe de Borgoña.
En resumen, las distorciones novelescas de los datos históricos llevados
a cabo por Joanot Martorell tenían por su objetivo la dramatización puramente
literaria del argumento; sin embargo, el escritor basó su relacion en los acontecimientos reales, hecho que en su época era un procedimiento natural y aún
exigido por el público lector. El tipo de novela a la que pertenece Tirant lo
Blanc permite una investigación histórico-literaria que descubre no sólo el taller
del novelista, sino también los detalles de la gran historia europea que muy raramente aparecen en las crónicas.
23
Baczkowski, K., Wielka Historia Polski, t. 3: Dzieje Polski późnośredniowiecznej (1370–
–1506), Kraków, Fogra, 1999, p. 144.
24
Krzyżaniakowa, J., Koncyliaryści, heretycy i schizmatycy..., Kraków, KAW, 1989, p. 55.
25
Monstrelet, E. de, La chronique d’Enguerran de Monstrelet: en deux livres, avec pièces justificatives: 1400–1444, t. 5, Paris, Sociétè de l’histoire de France, 1857–1862, p. 137 [1435].
26
Idem, pp. 150–151 [1435].
27
Russell, J.G., Dickinson, J.G., The Congress of Arras, 1435, Oxford, Biblo & Tanenn, 1972,
p. 16.
ROZALYA SASOR
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Streszczenie
Tirant lo Blanc Joanota Martorella: fikcja i historia
Utwór Joanota Martorella pt. Tirant Biały należy do gatunku powieści rycerskich, a to znaczy,
że autor, kreując fikcyjny świat rycerski, nawiązuje, często w sposób bezpośredni, do rzeczywistości historycznej, którą albo sam zaobserwował, albo poznał dzięki dokumentom spisanym przez innych. Martorell jako rycerz i dworzanin świetnie znał i rozumiał świat, który
opisał w swojej książce, a jej czytelnicy z pewnością mogli odczytać ukryte między wierszami aluzje polityczne. Doskonałym przykładem symbiozy fikcji i historii są rozdziały Tiranta
poświęcone wydarzeniom rozgrywającym się w Anglii. Znakomita większość pojawiających
się w tej części bohaterów to postaci historyczne, jedne, związane z angielskim dworem, inne
zaś – z dworem francuskim. Również rozplanowanie ról nie jest przypadkowe: Martorell nie
ukrywa swojej niechęci wobec Filipa III Dobrego, księcia Burgundii – jednego z najpotężniejszych panów ówczesnej Europy – i rękami Tiranta Białego zabija jego samego oraz
szlachciów związanych z burgundzkim dworem: markiza de Sanct-Enpeyre, księcia Bawarii,
księcia Austrii oraz królów Fryzji i Polski. Powody, które w tak okrutny sposób kierowały
ręką pisarza, nie są nam znane. Być może Martorell czuł się związany z dworem Henryka VI,
władcy, który najprawdopodobniej pasował go na rycerza, i uznał „zdradę” burgundzkiego
księcia, będącą jedną z przyczyn angielskiej porażki w wojnie stuletniej, za czyn niegodny
rycerza, wymagający najwyższego wymiaru kary. A może kierował się opiniami jednego ze
swoich ostatnich mecenasów, Karola IV Nawarskiego, który należał do przeciwników politycznych burgundzkiego obozu. W tekście Tiranta Białego nie ma odpowiedzi na te pytania,
znajdziemy natomiast zbeletryzowaną kronikę wydarzeń rozgrywających się w połowie XV
wieku, fikcję literacką wiernie oddającą realia historyczne epoki.
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