CAPÍTULO I ARISTÓTELES Y LA BIOLOGÍA Aristóteles (siglo IV

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ARISTÓTELES Y LA BIOLOGÍA
CAPÍTULO I
ARISTÓTELES Y LA BIOLOGÍA
Aristóteles (siglo IV antes de Cristo) sabía mucho sobre
animales y plantas, aunque É1 no se consideraba un científico,
sino sólo un hombre cultivado. En su libro "Las Partes de los
Animales" dice que una persona con buena cultura general debe
poder apreciar correctamente la calidad del método seguido por
este o aquel sabio al expresar el contenido de su propia ciencia,
es decir, debe tener una idea global de todas las ciencias.
Basándose en lo que sabía, por experiencia y observación
propia o ajena, elaboró su Filosofía de la Naturaleza. De ella nos
interesa subrayar su doctrina de las causas, porque sigue y
seguirá teniendo enorme interés.
Las Cuatro Causas
En la producción de seres nuevos (o en la modificación de
los seres existentes) intervienen, según Aristóteles, cuatro causas
principales, cuya idea podemos obtener reflexionando sobre la
producción de un objeto por un artesano.
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RAFAEL ESTARTÚS TOBELLA
Supongamos que un carpintero hace una cama. Lo que se
necesita para hacerla es:
1) la causa material o materia, en este caso la madera
con que se construye la cama, y que pasa a formar parte del
objeto producido. Sin materia, no habría cama.
2) la causa formal, o forma de la cama, que hace que
sea verdaderamente una cama y no una mesa (que se podría
hacer con la misma madera). La forma determina a la materia,
la hace ser "tal ser", una cama y no una mesa. Con ella está
muy relacionada la "causa ejemplar", de la que hablaremos
después.
Las causas material y formal, son simplemente
introducidas por la analogía del carpintero. Aristóteles
profundiza en estas nociones...y resultan menos simples, más
difíciles de comprender. Para nuestro intento creemos que
bastará lo dicho.
3) la causa eficiente, que pone la forma en la materia.
En el ejemplo, el carpintero con su equipo de herramientas (a
las que se puede llamar causa instrumental), trabajando un
número de horas determinado.
4) la causa final, o finalidad que se persigue al hacer la
cama (obtener un mueble que permita dormir cómodamente).
Las dos primeras causas se llaman intrínsecas, porque
quedan formando parte del ser producido, en su interior. Las
dos últimas son extrínsecas, porque son exteriores al ser
causado (1).
La Causa Formal en los seres vivos
En un ser vivo, la causa formal o forma es más difícil
de entender que en un objeto fabricado por un artista. Los
seres vivos constan de partes materiales heterogéneas (el
(1) Gilson, "De Aristóteles...", Págs. 24 a 36.
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hombre tiene brazos, manos, ojos...). Estas múltiples partes
materiales están unidas y trabajan armónicamente, muy bien
coordinadas para producir las acciones propias del ser vivo.
El ser vivo se mueve, cambia, y sus movimientos y
modificaciones tienen su origen en él mismo: son espontáneos.
El ser vivo nace, crece, se reproduce, se alimenta... y muere.
Sus acciones son, de algún modo, razonables o entendibles:
busca el mayor bien para sí mismo o para la especie a que
pertenece. Si sufre una herida, todo el ser vivo trata de sanar la
parte afectada, enviando a ella los auxilios oportunos.
Para que la materia del viviente, que es múltiple por estar
constituida de partes, y es por tanto dispersa, pueda funcionar
como una unidad, persiguiendo unos objetivos o fines, es
preciso que haya una forma o alma del viviente que unifique
las partes y las dirija. Esta forma no puede ser material, ya que,
si lo fuera, sería una parte más que necesitaría ella misma ser
coordinada y dirigida. La forma da al animal unidad de acción y
de propósito, y lo hace desde dentro del mismo animal: es
intrínseca al ser vivo. (2)
A la pregunta "¿De dónde puede venir a la materia esa
forma, que la organiza desde dentro?", responde Aristóteles: de
fuera de la materia, de la que es específicamente distinta, "pues
así como las producciones del hombre son efecto de su arte, los
seres vivos son, de modo manifiesto, productos de una causa o
principio de naturaleza análoga; una causa no externa, sino
interna, cuyo origen se encuentra, en consecuencia, como el
origen del calor o del frío, en el universo que nos rodea" (De
"Las Partes de los Animales, I, (3)). En otras palabras,
científicamente hablando, no sabe de dónde viene la forma. (4)
Esa forma es conocida por sus efectos. Aunque sea
misteriosa, su existencia no ofrece ninguna duda. La utilidad
(2) Gilson, "De Aristóteles...” Pág. 47, 49, 281
(3) Gilson, "De Aristóteles...” Pág. 47.
(4) Gilson, "De Aristóteles...” Pág. 281.
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de darle un nombre es impedir que nos olvidemos de ella, por
más que no podamos decir qué es.
Así pues, la materia y la forma constituyen los principios
intrínsecos (o causas intrínsecas) de la substancia que es el ser
vivo.
La Causa Final
Para Aristóteles es un hecho de experiencia que los
órganos, los movimientos y las producciones de los animales
buscan un fin, un objetivo. No lo discute, sólo busca una
explicación para ello.
Sabe que puede hablarse de azar o de finalidad. Que la
naturaleza produzca alas en los pájaros, puede ser por una serie
de coincidencias fortuitas -azar- o porque haya una "intención",
designio o finalidad de que vuelen.
No hay que olvidar -dice Aristóteles- que los seres vivos
no son productos del azar; los padres, en todas las especies, son
preexistentes a los hijos, y determinan su futuro crecimiento.
Estos padres no son principios abstractos, sino seres reales (5).
Aristóteles se inclina, pues, por la finalidad, y rechaza el azar.
Para abordar el estudio de la finalidad, Aristóteles
empieza por el caso más conocido y más sencillo: el de los
objetos producidos por el hombre. A la pregunta: ¿Cómo
produce la naturaleza seres constituidos por partes
heterogéneas? se podrá responder mejor, después de contestar
esta otra: ¿Cómo fabrica el hombre objetos?. Al fin y al cabo, el
arte imita a la naturaleza.
Lo primero que se necesita para hacer una obra de arte,
es una cierta imagen o noción que tiene el artista de la obra a
producir. A partir de ahí, ya puede elegir los materiales que
se adapten a la estructura de la obra futura. Toda fabricación
supone la imagen, el concepto o la idea
del
(5) Gilson, "De Aristóteles..." Pág. 32.
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objeto a fabricar. Más simplemente, debe haber una "razón" en
todo lo que hacemos, que es el fin de la obra. Sin tal noción
previa en el espíritu, no se hace nada (6).
Al proyecto mental del objeto a fabricar, se le llama causa
ejemplar (relacionado con la forma o causa formal).
Llamamos causa final a la intención de obtener un bien
conocido de antemano, y de poner en acción los medios
oportunos (en este caso el bien es el descanso físico con ayuda
de algún artefacto).
La causa final es la primera y más importante de las
causas: ella pone en marcha todas las operaciones que se
precisan para alcanzar el término, meta o fin (incluyendo la
causa ejemplar o proyecto, y la elección y organización de los
medios para lograrlo).
Dado que fin o meta es en griego "telos", se llama
teleología al estudio de las causas finales.
En los animales y plantas, las cosas no son tan sencillas
como en el arte, porque no nos son tan conocidas. Pero se
descubre en esos seres una finalidad espontánea o innata, no
adquirida: la naturaleza dota a los pájaros de alas para volar.
Opera en ella una causa análoga a la inteligencia del hombre,
mas no sabemos qué cosa sea esta causa. Una finalidad sin
conocimiento e inmanente (o interior a los seres), es para
nosotros un misterio. Aristóteles no cree que esto sea una razón
para negarla: misteriosa o no, ahí está (7).
La naturaleza actúa de modo mucho más perfecto que un
artista. No le hace falta deliberar; como un tirador de élite, da
en el blanco sin apuntar. Adapta con maestría y poder los
medios a los fines. Por eso dice Aristóteles que hay más plan,
más bien, y más belleza en las obras de la naturaleza que en las
del arte.
(6) Gilson, "De Aristóteles…”, Pág. 24.
(7) Gilson, "De Aristóteles...”, pág. 40.
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Figura 1 La causa es lo primero en la intención y lo último en
la ejecución
Figura 2 La causa material, formal y eficiente se juntan para
obtener el fin
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La Contemplación
Aristóteles se ocupó mucho de la finalidad, porque, para
él, sus efectos eran una fuente inagotable de contemplación y
de admiración; en astronomía, en física y en biología tenía
mucha curiosidad por conocer el cómo de las cosas; pero creía
haber encontrado la verdad de la naturaleza cuando percibía
en ella la belleza. No tanto la belleza estática (de la luz y los
colores, de las formas), sino la belleza inteligible, que es la
percepción del orden que rige la estructura de las formas y
preside sus relaciones. En los seres vivos, la belleza es, para
quien descubre el orden y la adaptación mutua de sus partes,
tan "inútil" como la de un hermoso cuadro o una estatua, o
una bella máquina: no está menos dotada de existencia y es
señal sensible de inteligibilidad oculta. Su inutilidad radica en
que la belleza es un fin en sí, no un medio con vistas a otra
cosa:
"...trataremos de los animales sin omitir, en la medida de
nuestras posibilidades, a ningún miembro de dicho reino
(animal), por muy humilde que sea. Pues aunque algunos de
ellos no tengan nada que agrade a la vista y a los demás
sentidos, la percepción intelectual del arte con que han sido
concebidos reserva inmensos placeres a los que saben seguir
el encadenamiento de causas y están dotados para la
filosofía".
"...la ausencia de azar y la relación de todo con un fin se
muestran en el grado más alto en las obras de la naturaleza; el
fin de sus generaciones y combinaciones es una forma de lo
bello." ("Las Partes de los Animales",I, 1(8)).
El embrión de pollo
Aristóteles merece ser considerado como uno de los más
grandes biólogos de la historia, porque fue el primero en llevar
a cabo observaciones sistemáticas, y en registrarlas
adecuadamente. El experimento que aquí recordamos, que
(8) Gilson, "De Aristóteles...”, Págs. 58-59.
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aparece en su libro "Historia de los Animales", puso los
cimientos de todos los trabajos posteriores en el campo de la
embriología (9).
Se toman 20 huevos o más, y se ponen a empollar con
dos cluecas. Hasta la eclosión del huevo, pasan 21 días; a
partir del segundo día de incubación, cada día se abre un
huevo y se lo observa detenidamente. Aristóteles describe con
maestría y perspicacia la morfología y las funciones vitales
del embrión de pollo en las distintas fases de su desarrollo.
Así pues, este gran filósofo de los seres vivos fue
también un hombre pegado a la realidad y un gran científico.
Figura 3. Aristóteles llevó a cabo un gran experimento con
embriones de pollo.
(9) Harré, "Grandes...", Págs. 25-29.
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