NUESTRO TEMA Federico Patán Setenta y cinco años. Algo rotundo, algo definitivo hay en el sonido de esa cifra. Representa el tiempo que nuestra Universidad lleva de existencia; significa lo conseguido a lo largo de esa vida; incluye todo aquello que aún nos queda por cumplir. Es, asimismo, un punto preciso donde permitirnos una pausa, para echar una mirada retrospectiva y lanzar de igual manera la vista al futuro. Esto nos permitirá matizar el sentido de nuestra euforia y afinar el propósito de nuestro mañana. Con tal objeto —gozar lo hecho, cuidar de lo pendiente, preocuparnos de lo próximo y lo lejano—, este número inicial de Omina reúne las opiniones de distinguidos especialistas, cada uno de los cuales, desde su campo específico de actividad universitaria, aporta elementos indispensables para la creación de un panorama si no total, sí lo bastante rico pan damos motivo de satisfacción por un lado, e impulso de superación por el otro. La perspectiva es variada. Si humanidades y ciencias participan del esfuerzo común simbolizado por este número, ambas acogen a su vez campos cuando no afines, complementarios. La filosofía se asoma al decide tres rectores eminentes; la química nos entrega un poco de as historia; más allá nos hablan de la importancia indudable de la difusión cultural, en este caso expresada mediante la Revista de la Universidad; la astronomía nos informa del camino por ella recorrido y el campo de la estética plantea un problema de relación entre docencia e investigación, que nos es sino eco de una preocupación generalizada. De esta manera, y como es pertinente en un ámbito universitario, la diversidad de voces —pues contamos a la vez con aquellas de la física, de la medicina, de los estudios latinoamericanos, del sistema de universidad abierta— crea la comunidad de metas, y ésta viene a representar la universalidad de nuestra casa de estudios.