la innovación como motor del cambio estructural

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AÑO 5 · Nº 20 · ENERO 2015
LA INNOVACIÓN COMO MOTOR DEL CAMBIO ESTRUCTURAL
Como actividad final del Seminario Internacional “Diálogo sobre el nuevo contexto para las políticas de CTI
Ideas, Innovación, Inclusión”, organizado por el Centro Interdisciplinario de Estudios en Ciencia, Tecnología e Innovación (CIECTI), se realizó la mesa redonda titulada “La Innovación como Motor del Cambio
Tecnológico”, en la cual participaron algunos de los destacados conferencistas convocados al evento así
como el economista Aldo Ferrer. La moderación de esta mesa estuvo a cargo del Dr. Fernando Porta, coordinador del CIECTI y director del doctorado de la Universidad de Quilmes en Desarrollo Económico.
A modo de introducción al tema, el Dr. Porta explicó que al hablar de cambio estructural hay que tomar
muy en cuenta el tema del control del proceso de producción y los modos de intervención política. Como
se sabe, el concepto de cambio estructural trae aparejado una transformación en el tejido productivo y
social, a fin de corregir desequilibrios estructurales fundamentales del aparato productivo y distributivo,
como son la diversificación, descentralización y modernización de la matriz productiva y de acciones que
promuevan el bienestar social; el fortalecimiento del rol del Estado para impulsar al sector privado y
social; el saneamiento de las finanzas públicas, y esencialmente, preservar, movilizar y proyectar el
potencial de desarrollo nacional. Este concepto se complejiza ante los procesos de globalización que se
viven desde los años 90 del siglo XX a la fecha, a lo que se suma el factor de la innovación tecnológica. Las
nuevas tecnologías generan crecimiento porque con ellas surgen nuevos sectores, nuevas actividades y
mercados que antes no existían. Este nuevo panorama también trae consigo un auge de inversiones
propiciado por la producción de nuevos bienes, capacidades e infraestructura que responden a los sucesivos desequilibrios que genera la innovación y la aparición de nuevos paradigmas tecnológicos. El cambio
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estructural es un proceso multidimensional en cuyo marco se consolida la democracia y la ciudadanía, y
que implica transformaciones de orden cualitativo y cuantitativo en lo económico, social y político. Todo
ello contextualizado en una economía de la innovación caracterizada por ser dinámica y global.
En esa línea, el Dr. Porta resaltó la importancia de entender que cuando se decide hacer un cambio
estructural no necesariamente acontece que se genere un progreso y un avance hacia adelante: “puede
haber regresiones, ya que la intencionalidad en el cambio estructural no necesariamente se halla definida
como sucedió en Argentina durante los años de 1976 a 1983 cuando se registró un crecimiento empobrecedor”. Por ello, agregó, las políticas de innovación necesitan ser legitimadas por la sociedad, entendiendo que es un proceso necesariamente conflictivo que exige compromiso además de un sólido liderazgo.
“Ya que hemos recuperado la costumbre de la democracia, lo que supone tensiones permanentes, el
cambio estructural es una tarea de largo plazo y progresiva, que implica la maduración procesos económicos, políticos y sociales, sujetos a escrutinios de la ciudadanía, lo cual exige un Estado inteligente y una
amplia coalición social para sostenerlo y propiciar beneficios para la población” afirmó el Porta.
Por su parte, el Dr. Cristiano Antonelli de la Università degli Studi di Torino, Italia, se refirió a dos ejemplos
de modificaciones de las estructuras productivas. Uno de ellos es el radical cambio en la distribución de
la actividad económica en el siglo XX en los países miembros de la Unión Europea (UE), en donde hoy en
día la agricultura ocupa sólo el 2% de la actividad económica, en agudo contraste con los siglos XIX y XX
en los cuales representaban el 60%. Actualmente el mayor porcentaje de las actividades económicas en
la UE se ubican en el sector de servicios, seguido por el sector industrial, considerado como uno de los
más grandes y tecnológicamente avanzado del mundo y que emplea a más de 70 millones de personas,
mencionó el Dr. Antonelli. El otro ejemplo ilustra la importancia de la innovación tecnológica e involucra
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empleo altamente calificado en el sector manufacturero en los Estados Unidos. Este caso resulta llamativo si se considera que el sector manufacturero norteamericano venía acusando un declive por más de tres
décadas, el cual alcanzó su clímax luego de la crisis financiera del 2008. No obstante, a partir del 2012
registró un fuerte repunte debido a que la producción de bienes duraderos, como automóviles y artículos
electrónicos, lo que ayudó a su reactivación y estimuló la recuperación después de la recesión. A lo anterior, habría que considerar la política de innovación que la administración Obama creó en el año 2013 con
la Red Nacional de Innovación para la Manufactura (NNMI: National Network for Manufacturing Innovation), la cual aglutina a consorcios público-privados conformados por empresas, universidades y agencias
del gobierno federal, que trabajan con institutos de investigación localizados a lo largo y ancho de los
Estados Unidos para el desarrollar y comercializar tecnologías de manufactura que incluyen fabricación
digital, materiales compuestos y fuentes de energía de nueva generación lo que implica recursos humanos altamente calificados. Estos casos ponen de manifiesto que el cambio estructural basado en la innovación implica también transformaciones en los requerimientos y en las habilidades del capital humano que
tendrán que intensificarse acordes a las exigencias del tipo de empleo que requiere el cambio tecnológico.
Por su parte, Dan Breznitz, de la Munk School of Global Affairs, de la Universidad de Toronto, expresó que
la innovación tecnológica tiene el potencial de inducir considerables cambios estructurales en los negocios y a nivel país. La manera en que se desarrollan depende en gran medida de factores sociales y políticos vigentes. Dados los cambios que trajo consigo la crisis financiera del 2008, la fragmentación de la
producción y el surgimiento de nuevos competidores, se requiere abordar el cambio estructural consciente de la complejidad que implica y de los ajustes que trae aparejado en las decisiones de reglamentación
y que tipo de tecnologías se desarrollarán para lograr un crecimiento con mejor distribución. Además hay
que tomar en cuenta que la estructura productiva no es neutral.
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En tanto, el Dr. Raphael Kaplinsky de la Open University del Reino Unido, dijo que existen oportunidades de
cambio estructural para los países latinoamericanos más allá de las commodities generadas en el sector
primario y en los recursos naturales. Reiteró la importancia de las Cadenas Globales de Valor Aditivas y la
complejidad del encadenamiento mismo, además de las implicaciones éticas en su gobernanza. Coincidió
con Antonelli en cuanto a la necesidad de contar con gente calificada para lograr el crecimiento y el desarrollo ya que surgen nuevos agentes y la mano de obra se desplaza cada vez más desde los sectores de
baja productividad hacia los nuevos sectores localizados entre las actividades de punta, lo que genera una
distribución más homogénea de las actividades de media y alta productividad con su consecuente efecto
favorable sobre la equidad. Mencionó la importancia de no caer en los casos de países que pese a contar
con un buen desempeño en sectores con pocos retornos crecientes pueden dirigir sus recursos hacia los
mismos (alta eficiencia estática), en perjuicio de otros que tienen menos productividad en el corto plazo,
pero trayectorias de más alta productividad en el largo plazo, lo que genera empobrecimiento.
En su intervención el Dr. Pier Paolo Saviotti, investigador del Groupe de Recherche en Droit, Economie,
Gestión (GREDEG) de la Universidad Sophia Antipolis (Niza, Francia), señaló que el cambio estructural
generado a partir de la innovación tecnológica se da en los niveles de producción y conocimiento y con
resultados que pueden darse en el largo plazo, como ocurre con el caso de la bioeconomía. No obstante,
no es posible afirmar que haya un conjunto perfecto de arreglos institucionales a seguir para acelerar la
modificación de las estructuras productivas y lograr invariablemente el desarrollo económico. En la economía de la innovación se producirán modificaciones estructurales de manera incremental las cuales
impulsarán un gran cambio estructural global que modificará las interacciones entre los sectores industriales y los campos de la ciencia y la tecnología, añadió el investigador.
La última participación en esta mesa redonda estuvo a cargo del economista Aldo Ferrer, representante
del Comité de Expertos del CIECTI, quien explicó que la intensidad de la demanda y la necesidad de la innovación dependen de la audacia de las políticas que conduzcan el cambio estructural. “Cuando más fuerte
sea el objetivo de transformación en los puntos críticos del sistema que producen el cambio estructural,
mayor será la demanda de innovación en esos sectores, generándose el ambiente propicio para que la
innovación tenga lugar”, apuntó el destacado economista.
Al referirse a la estructura industrial argentina como sector crítico que requiere de innovaciones, Ferrer
hizo un breve recuento histórico que explica las razones por las cuales el sector industrial, en particular el
manufacturero, ha vivido un desequilibrio continuo desde 1930 a la fecha, cuando el derrumbe del orden
mundial puso punto final a la viabilidad de la estructura primaria exportadora y Argentina necesitaba
inexorablemente industrializarse. Sin embargo, el camino seguido por el país fue otro, atravesando incluso etapas de “políticas francamente anti-industriales, lo que refleja una serie de agujeros negros e insuficiencias que se reflejan en la capacidad de exportación de productos manufacturados, y genera un déficit
muy importante de participación en el comercio internacional”, afirmó Ferrer. Como ejemplos concretos
se refirió al subsectores relacionados con autopartes automotrices, tecnologías de información y comunicaciones (TIC), bienes de capital, electrónica y diversas ramas químicas. “Estas características deficita-
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rias constituyen una limitación para incorporar en el tejido productivo industrial tecnologías de frontera,
además de formar parte de las causas del problema recurrente en la economía argentina que es la insuficiencia de divisas proveniente de las exportaciones industriales”.
El también integrante del Grupo Fénix, insistió en la necesidad de políticas industriales audaces, “en
términos de remoción de los obstáculos y la integración del sistema”, lo cual replantea el viejo concepto
de la industrialización sustitutiva de importaciones, que en opinión de Ferrer predominó desde la década
de los años 30, y que considera producir internamente manufacturas que vienen del exterior:“este concepto resulta insuficiente en una economía globalizada en la cual el cambio tecnológico modifica permanente la composición de la oferta y la demanda. Pensar así es realmente sustituir el pasado. Lo que se
necesita no son políticas de sustitución de importaciones de lo que existe, sino de lo que viene. Se requiere una política de sustitución de importaciones del futuro, que es indispensable para lograr cerrar este
enorme déficit que tenemos en manufactura en el sector industrial y esta insuficiencia de la estructura
productiva”, precisó el economista. “Por ejemplo, en el caso automotriz hay un déficit en autopartes
ligado a la naturaleza del sector en Argentina, ya que todas las terminales son filiales de las grandes
transnacionales y tienden a integrar las cadenas de valor de la manera más eficiente competitiva y rentable, de acuerdo a su casa matriz, lo que lleva a relegar a la industria local a un segundo escalón tecnológico. Por lo tanto, es necesario diseñar políticas que permitan integrarnos a las cadenas de valor no con el
fin del autoabastecimiento que no es el objetivo, sino de propiciar una especialización intraindustrial en el
marco de la economía global para acceder al mercado internacional y en consecuencia autoabastecer al
sector de divisas”. Ferrer destacó la importancia de los emprendedores local como protagonistas de la
demanda de innovación, que en conjunto con una fuerza de trabajo capacitada, son los que llevan a cabo
el esfuerzo innovador “que no provendrá de empresas filiales de transnacionales”.
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