CAMARA CIVIL - SALA J

Anuncio
Poder Judicial de la Nación
CAMARA CIVIL - SALA J
Expte. Nº 80636/2007 “Pintos Carlos Alberto c/ Metrogas S.A s/ perjuicios” Juzg. Nº 91.
///nos Aires, a los días del mes de septiembre de 2013, reunidas las Señoras Jueces de la Sala “J2 de la Excma. Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil de la Capital Federal, a fin de pronunciarse en los autos caratulados: “Pintos Carlos Alberto c/ Metrogas S.A s/ perjuicios” La Dra. Marta del Rosario Mattera dijo:
I.­ La sentencia definitiva obrante a fs. 916/953 hizo lugar a la demanda de daños y perjuicios interpuesta por C.A.P, condenando en consecuencia y en forma concurrente a Metrogas S.A., Inarteco S.A y al Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, como así también a las citadas en garantía de las dos primeras, al pago de la suma de $250.000 con más sus intereses y costas del proceso.­
La acción intentada se origina en los daños padecidos con fecha 3 de Noviembre de 2005, alrededor de las 12.15 hrs, cuando el actor se encontraba caminando por la Av. Córdoba, a la altura del 5100, rumbo a su casa, cuando al cruzar la calle Uriarte por la senda peatonal, sufrió una caída como consecuencia de un gran pozo, que se encontraba en el asfalto lesionándose irremediablemente su rodilla derecha.­
Refiere que el día del hecho circulaba con muletas debido a una amputación de su pie derecho ocurrida en el año 2003, pero que ello en nada incidió en la caída sufrida y que a consecuencia de las lesiones padecidas, los médicos tratantes debieron proceder a la amputación desde la rodilla hacia abajo.­ Contra el pronunciamiento de grado se alzan todas las partes.­
Los agravios de la parte actora lucen a fs. 983/985. Las demandadas fundan sus quejas a fs. 988/993; 994/1008 y 1012/1021.­Corridos los pertinentes traslados de ley obran a fs. 1023/1026; 1028/1031; 1033/1036; 1037/1047 y fs. 1048/1052 los respondes de la accionada Metrogas y los de la parte actora respectivamente.­
A fs. 1055 se dicta el llamado de autos a sentencia, providencia que se encuentra firme, por lo que se encuentran los autos en condiciones de resolver los recursos deducidos.­
Los agravios de la parte actora se fundan en la insuficiencia del monto resarcitorio establecido en concepto de daño moral, tratamiento psicológico, lucro cesante.­
Por su parte Inarteco S.A y su citada en garantía cuestionan las partidas otorgadas por incapacidad sobreviniente, daño moral, lucro cesante, gastos de farmacia y tasa de interés, solicitando asimismo la oponibilidad de la franquicia pactada.­
Metrogas y su aseguradora fundan su queja en el exhorbitante monto establecido por daño físico, gastos de farmacia y traslado, daño psicológico y tratamiento, y daño moral cuestionando la tasa de interés fijada como la inoponibilidad de la franquicia.­
El agravio del Gobierno de la Ciudad de Bueno Aires se centra en la atribución de responsabilidad endilgada a su parte, como de las partidas correspondientes al daño físico, psicológico, daño moral, lucro cesante, gastos de farmacia y traslado, asimismo cuestiona la tasa de interés, la imposición de costas y el plazo de pago fijado fijado en el decisorio de grado.­
II.­Por una cuestión de orden metodológico he de abocarme en primer lugar a las quejas del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que hacen a la responsabilidad que asigna la sentencia apelada.­
Sostiene en esta instancia que no puede reprocharse a su parte responsabilidad por el hecho lesivo, ya que ninguna relación tiene con Metrogas e Inarteco, ejecutoras de la obra que habría motivado la caída del accionante, que a ellas les correspondía el cierre definitivo de los trabajos y que la obra estuviera apta para la transitabilidad ­
No se encuentra en discusión el encuadre jurídico del caso sub examine, razón por la cual sólo recordaré que estamos ante un caso de responsabilidad objetiva prevista en el art. 1113 del Código Civil norma que presume la responsabilidad del GCBA en su carácter de dueño y guardián de la cosa.­
Es indudable que la responsabilidad primaria por los daños causados por el vicio o mal estado de las aceras ­tal es el caso que nos ocupa­ compete al Gobierno de la Ciudad, en su carácter de titular del dominio público de tales bienes (arts. 2339 y 2340 C.Civ.), y por aplicación de la responsabilidad objetiva que establece el art. 1113, ap.2, párr. 2 del Código Civil (Conf CNCiv, sala D, 8/4/2009, “Inda de Forti Rene Matilde c/ Consorcio de Propietarios Eduardo Acedevo 361365 y otros s/daños y perjuicios, Ídem, esta sala, 30/8/2011, Expte. Nº 30530/2004 “González Nilda Isabel c/Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires s/daños y perjuicios””).­
En ese orden de ideas se ha resuelto que si la cosa cuyo riesgo o vicio produjo el daño se encontraba en la vía pública y en tanto las aceras forman parte del dominio público del Estado y se encuentran bajo la guarda de la Municipalidad (arts. 2339 y 2340, inc. 7º y 2342, cód. civil), es éste el factor de imputación jurídica para que aquélla responda por el perjuicio ocasionado en la órbita del art. 1113 del cód. civil, pues era su deber mantener en Poder Judicial de la Nación
CAMARA CIVIL - SALA J
condiciones la vereda para evitar perjuicios a terceros, tanto dentro de las funciones de policía que le atañen, cuanto por ser la vía pública parte del dominio público del Estado.­
El Estado debe controlar que las personas puedan transitar por la vía pública sin peligro, pues tiene el deber de atender a l a seguridad y salubridad de los habitantes. –
Es criterio reiterado que el uso y goce de los bienes de dominio público por los particulares importa la correlativa obligación de la autoridad respectiva de colocarlos en condiciones de ser utilizados sin riesgos para los habitantes.­
Es por ello que el ejercicio del poder de policía impone a la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires el deber de actuar directamente o de ejercer su autoridad para que se adopten las medidas de seguridad apropiadas con el objeto de evitar que una deficiencia manifiesta en la vía pública se transforme en fuente de daños a terceros. (Ver “El Cóndor E.T.S.A. c/ M.C.B.A. y otro s/ daños y perjuicios”. Sentencia Definitiva ­ CNCiv ­ Sala H ­ Nro. de Recurso: H194928 ­ Fecha: 29­11­96 ­ Vocal Preopinante: Dr. Kiper. El Dial, CNCiv: 14038. Publicación: Rev. L.L. del 7/12/98, pág. 4, con nota al fallo de Manuel Cuiñas Rodríguez, Idem Id, esta Sala, 7/10/2010, Expte. N° 16.769/08. “Tucci, Norma Haydee c/ Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires s/ daños y perjuicios” Ídem id 9/3/2011, Expte. N° 43.434/05, “Rivainera, María Cristina c/ Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y otro s/ daños y perjuicios” entre otros).­
En el ejercicio de su función no cabe duda que las obras deben estar fiscalizadas por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, conforme lo dispuesto por la ley 19.987 que pone en cabeza de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires (hoy Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires) el contralor de construcciones y obras (art. 2º inc. d) y la conservación de las aceras (inc.g) aún en casos como en el presente ­ en que las empresas de servicios públicos­ efectúen reparaciones, dichas obras deben estar fiscalizadas por aquélla, quien debe controlar que las mismas queden en un correcto estado de transitabilidad, ya que en su carácter de guardián de las mismas, cualquier accidente que se produzca a raíz de su deficiente estado de conservación, la hace responsable de los daños sufridos por la víctima.­ La Corte Suprema de la Nación, ha considerado que la comuna demandada, en su calidad de propietaria de las calles destinadas al uso público (arts. 2339, 2340, inc.7 y 2341 del Código Civil), tiene la obligación de asegurar que mantengan un mínimo y razonable estado de conservación, alertando o evitando los peligros de instalaciones emplazadas en la vía pública (art. 2 incs. g y l de la ley 19.987), pues el poder de policía impone a la demandada a actuar directamente o a ejercer su autoridad para que, aún en los casos en que no fuese dueño o guardián de la abertura, dispusiera las medidas de seguridad apropiadas para evitar que la deficiente instalación o conservación de la cosa, se transformara en fuente de daños a terceros, máxime si se advierte que el uso y goce de los bienes del dominio público por los particulares, importa la correlativa obligación de la autoridad pública de colocarlos en condiciones de ser utilizados sin riesgos (conf. C.S.J.N., causa P 73.XXIII, "Posse Daniel c/ Chubut, Provincia del y otras s/ daños y perjuicios", del 1­12­92; id., Fallos 317:834/836, "Olmedo Ricardo Luis c/ Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires" del 28­4­94.,desde esta óptica, es irrefutable la responsabilidad endilgada en la instancia de grado.­
La responsabilidad si bien se vincula con el ejercicio del poder de policía edilicio, no atribuye responsabilidad sólo en razón de culpa o negligencia, o falta de servicio en el ejercicio de dicho poder, sino objetivamente como derivación del vicio en los términos del art. 1113, segundo párrafo, segunda parte del Código Civil, y en razón de la garantía que debe el Gobierno a los transeúntes y conductores de vehículos (Kemelmajer de Carlucci, Aída, en Belluscio­ Zannoni, Código Civil comentado, t. 5, comentario al art. 1113 &52, pg. 531 y sus citas; CNCiv. Sala I, 20/2/2009, Expte Nº 90.973/2003 “Tucci c/ Molino Argentino SA s/ daños y perjuicios”).­
El daño que padece un peatón y que reconoce causa adecuada en el riesgo de esa cosa, pero no en un caso fortuito ni en culpa de la víctima ni en el hecho de un tercero que el municipio no pudiera prever, hace responsable al guardián jurídico (art. 1113 CCiv.) de lo que no excluye a los bienes del dominio público (art. 2340 inc. 7 CCiv.) (Conf. CNCiv, sala G, 5/6/2007, “Bassani de Devoto María Inés c/ Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires s/ daños y perjuicios” Cita: MJ­JU­M­13666­AR | MJJ13666 | MJJ13666).­
Por todo lo expuesto y no encontrando mérito para apartarme de lo decidido por el juez de la anterior instancia en materia de responsabilidad y haciendo debido mérito de la prueba producida en autos conforme a los principios de la sana crítica (art. 386 del Código Procesal), propongo al acuerdo confirmar la sentencia en recurso en este aspecto de la cuestión.­.
III.­ Rubros indemnizatorios
Los restantes agravios versan sobre los rubros indemnizatorios admitidos por el sentenciante y su cuantía.­
A) Incapacidad Sobreviniente.­Física­Psíquica­
Sabido es que la protección de la vida y la integridad psicofísica de la persona humana ha sido desplazada de la órbita de los derechos estrictamente individuales, para quedar enmarcada en el marco de los derechos sociales y colectivos, de forma más contundente a partir de la reforma constitucional de 1994, que otorgó jerarquía constitucional a los tratados internacionales sobre derechos humanos, afianzando la primacía de la persona (arts. 42 y 75 inc. 22. Constitución Nacional).­
Poder Judicial de la Nación
CAMARA CIVIL - SALA J
La Corte Suprema ha sostenido que cuando la víctima resulta disminuida en sus aptitudes físicas o psíquicas en forma permanente, esta incapacidad debe ser objeto de reparación, al margen de lo que pueda corresponder por el menoscabo de la actividad productiva y por el daño moral, pues la integridad física tiene por sí misma un valor indemnizable y su lesión comprende, a más de aquella actividad económica, diversos aspectos de la personalidad que hacen al ámbito doméstico, cultural o social con la consiguiente frustración del desarrollo pleno de la vida (C.S.J.N. Fallos: 308:1109; 312:2412; 315:2834; 318:1715; 326:1673; Ídem., 08/04/2008, “Arostegui, Pablo Martín c/. Omega Aseguradora de Riesgos del Trabajo S.A. y Pametal Peluso y Compañía”, L. L. 2008­C, 247).­
Asimismo sostuvo el Máximo Tribunal que, aunque los porcentajes de incapacidad estimados por los peritos médicos constituyen un elemento importante a considerar, no conforman una pauta estricta que el juzgador deba seguir inevitablemente, ya que no sólo cabe justipreciar el aspecto laboral sino también las demás consecuencias que afectan a la víctima. (C.S.J.N., Fallos: 310:1826, Ídem., 11/06/2003, “Cebollero, Antonio Rafael y otros c/ Córdoba, Provincia de”, Fallos: 326:1910).­
Es decir que, para establecer el quantum de la indemnización por incapacidad sobreviniente, debe considerarse la incidencia del hecho dañoso, cualquiera sea su naturaleza, en relación con todos los aspectos de la personalidad de la víctima, tanto en lo laboral como en lo social, en lo psíquico como en lo físico.­
A los fines de establecer el monto que debe resarcirse por este concepto, deben tenerse en cuenta las condiciones personales de la víctima, así como las familiares y socio­
económicas, sin que el grado de incapacidad comprobado científicamente por el perito médico, traduzca, matemáticamente, una cierta cuantía indemnizatoria. Sólo constituye un parámetro de aproximación económica que debe ser conjugado con las múltiples circunstancias vitales que contribuyen a definir razonablemente el monto de la reparación (conf esta Sala, Expte. Nº 76.151/94 “Taboada, Carlos David c/ Lizarraga, Luis Martín s/ daños y perjuicios” del 10/12/09; entre otros).
­
De las constancias de la pericia médica efectuada a fs. 655/691 surge que el actor presenta como secuela del accidente motivos de autos, amputación a nivel de tercio medio de fémur derecho, en un contexto de paciente con amputación infrapatelar previa, de dicho miembro.­
Las secuelas mencionadas le generan una incapacidad física parcial y permanente del 60% como secuela derivada del accidente determinando el experto una incapacidad física y parcial del 25%.­
Aclara en su responde a las impugnaciones efectuadas (ver fs. 727) que la amputación supracondilea fue realizada al actor como consecuencia del accidente de autos y no como consecuencia de su enfermedad de base (diabetes), señalando asimismo que de haber existido algún indicio de tal situación en las constancias obrantes en autos, lo hubiera aclarado oportunamente.­
Cabe señalar que al cuantificar la merma patrimonial generada en la capacidad laboral de una persona, debe tenerse presente si ésta se hallaba disminuida con anterioridad. Ello así, pues la reparación en dinero por este concepto no tiene por objeto la invalidez tomada en sí, sino en sus repercusiones efectivas sobre la actividad y las posibilidades gananciales, sean físicas o intelectuales del interesado, es decir el grado de afectación a toda su vida de relación. En esta apreciación deben intervenir todos los factores que puedan influir sobre la importancia del perjuicio sufrido: edad, sexo, situación profesional, familiar y social, importancia efectiva de las fuentes de recursos de que la víctima se ve privado en razón de su invalidez, grado y valor de la capacidad de adaptación a las secuelas respecto de las actividades que podría desarrollar.(Conf CNCiv sala A 25/2/2010, Expte. N° 32.407/2005 Aboud de Kibudi, Raquel Silvia C/Arcos Dorados S.A. y otros s/daños y perjuicios.).­
En virtud de ello, tomando en consideración la edad de la víctima a la fecha del hecho (63 años) entidad del daño sufrido, como la gravedad de las secuelas, tomando el conocimiento directo del accionante, al que hace referencia el setenciante de grado, del estado en que se encuentra, considero que la cantidad acordada por el A quo por incapacidad física es fruto de su prudente y reflexiva estimación, por lo cual propicio al acuerdo se la confirme.(Art 165 del CPCC).­
B) Incapacidad psíquica y tratamiento psicólogico
A criterio de esta Sala, el daño psíquico no constituye un daño autónomo, sino un aspecto a considerar dentro del rubro incapacidad sobreviniente, pues configura una disminución de aptitudes con repercusión en el patrimonio y la vida de relación del damnificado (Conf. C.N.Civ. esta sala, 17/11/09 expte: 95.419/05 “Abeigón, Carlos Alberto c/ Amarilla, Jorge Osvaldo y otros s/ daños y perjuicios”, Ídem., id., 11/3/2010, Expte. 114.707/2004, “Valdez, José Marcelino c/ Miño, Luis Alberto daños y perjuicios”; Id., id., 06/07/2010, Expte. 93261/2007 “Godoy Muñoz, Pedro c/ Villegas, Víctor Hugo y otros s/ daños y perjuicios”, Id., id., 21/9/2010 Expte. Nº 23679/2006 “Orellana, Pablo Eduardo Alfredo y otro c/ Vargas Galarraga, Jorge Eduardo y otros s/ daños y perjuicios” entre otros).­
Siguiendo la posición de Risso, el daño psíquico es un “síndrome psiquiátrico coherente (enfermedad psíquica), novedoso en la biografía, relacionado causal o concausalmente con el evento de autos (accidente, enfermedad, delito), que ha ocasionado una disminución de las aptitudes psíquicas previas (incapacidad), que tiene carácter irreversible (cronicidad) o al menos jurídicamente consolidado (dos años). La enfermedad psíquica que el perito diagnostique debe dañar de manera perdurable una o varias de las Poder Judicial de la Nación
CAMARA CIVIL - SALA J
siguientes funciones del sujeto: 1) incapacidad para desempeñar sus tareas habituales; 2) incapacidad para acceder al trabajo; 3) incapacidad para ganar dinero y 4) incapacidad para relacionarse”.
Tanto el cuerpo como el aparato mental están naturalmente dotados para amortiguar las injurias y, al menos hasta cierto punto, pueden poner en marcha sus mecanismos de restauración destinados a recuperar el statu quo ante al cabo de cierto tiempo. La mente humana también posee su 'fisiología reparatoria', principalmente a través del olvido y de la elaboración.
Ambos territorios ­psique y soma­ aunque no sean isomórficos, son especializaciones de la organización biológica que están dotados de funciones idóneas para obtener la restitutio ad integrum, y también tienen en común que a veces fracasan en el intento y permanecen con secuelas discapacitantes (Conf. Risso, Ricardo E. “Daño Psíquico ­ Delimitación y diagnóstico. Fundamento teórico y clínico del dictamen pericial”, E. D. 188­985).­
El daño psíquico que se configura mediante una alteración patológica de la personalidad, una perturbación del equilibrio emocional que afecta toda el área del comportamiento, traduciéndose en una disminución de las aptitudes para el trabajo y la vida de relación y que, como toda incapacidad, debe ser probada en cuanto a su existencia y magnitud. Se trata de una alteración o modificación patológica del aparato psíquico como consecuencia de un trauma que desborda toda posibilidad de elaboración verbal o simbólica.­
Al resarcir este tipo de daño no se trata de comprender ni de identificarse empáticamente o moralmente con el damnificado, sino de objetivar un diagnóstico clínico que tenga entidad psicopatológica.­
El dictamen pericial ­también en el terreno psicológico­ es básicamente un informe técnico, con apoyatura científica demostrable, conocida y de amplia aceptación. Pese a la intrínseca insuficiencia de los esquemas diagnósticos para dar cuenta de la complejidad humana, debemos recurrir a baremos consensuados y nosografías consagradas, y valernos de ellos obligatoriamente.­
Sabido es que el perito es un auxiliar de la justicia y su misión consiste en contribuir a formar la convicción del juez, razón por la cual la labor pericial no tiene, en principio, efecto vinculante (Conf. art. 477, Cód. Procesal), la circunstancia de que el dictamen no tenga carácter de prueba legal, no obligue al juez, salvo en los casos en que así lo exige la ley, no importa que éste pueda apartarse arbitrariamente de la opinión fundada del idóneo. (Conf. C.N.Civ., esta sala, 6/7/2010 expte. 93261/2007 “Godoy Muñoz Pedro c/ Villegas Víctor Hugo y otros s/ daños y perjuicios”; Idem., id., 24/6/2010, expte. Nº 34.099/2001 “Ruiz Díaz, Secundino y otro c/ Guanco, Víctor Manuel y otros s/ daños y perjuicios”).­
En virtud de la pericia efectuada en autos desde el punto de vista psíquico el actor presenta un cuadro de neurosis fóbica post traumática que el genera un incapacidad psíquica del 15%, aclarando a fs. 725, que no existe una relación directamente proporcional entre la incapacidad física y psíquica y que la neurosis que presenta el actor es de grado III, de acuerdo al baremo de Castex­Silva, siendo pasible de tratamiento con el fin de evitar el agravamiento del cuadro, estima entonces el experto una terapia de un plazo mínimo de dos años con frecuencia de dos veces por semana estimando el costo de la sesión a $100.­
En el responde de fs.721/722 señala el experto el psicodiagnóstico realizado por la licenciada A.M., en el cual resulta mas que claro, las secuelas psíquicas presentes en el actor, como consecuencia del accidente, en un contexto de un paciente que tras el mismo ha sufrido una nueva amputación de su miembro inferior derecho, y ha perdido en forma definitiva una articulación, señalando que la personalidad de base del actor se tuvo en cuenta al momento de otorgarse la incapacidad pues de no haberse hecho la misma hubiese sido mayor.­
En lo que al tratamiento psicológico se refiere en este aspecto, he de puntualizar que lo que se procura es establecer el costo que habrá de afrontar el actor para hacer frente a un tratamiento psicológico.­ Cuando el perito determina que el trastorno mental que presenta su examinado, amerita un tratamiento por especialistas, indicándolo al juez, el damnificado puede percibir ese monto, como un rubro más del resarcimiento, incluso en el caso de que decida no hacer ningún tratamiento, y cargar con el peso de su malestar.­
La frecuencia y duración determinadas por el perito siempre serán estimativas, y tendrán el sentido de una orientación para el juez. Está claro que nadie puede predecir con certeza cuándo se curará una persona, o cuándo la mejoría que ha obtenido ya es suficiente.Lo científico llega hasta el momento de establecer que, por la patología que el perito ha detectado, la persona necesita o puede beneficiarse con un tratamiento. A partir de ese momento, se pone en juego un criterio de apreciación, tanto para la distribución de los porcentajes, como para la duración y costos de tratamiento. No es una mera conjetura, porque hay elementos clínicos que la convalidan, pero tampoco es una opinión científicamente demostrable (Conf. Risso, Ricardo E. “Daño Psíquico ­Delimitación y diagnóstico. Fundamento teórico y clínico del dictamen pericial”, E. D. 188­985)( Conf. CNCiv., esta Sala Expte. Nº 76.361/2004 “Slemenson, Héctor B. c/ Antonini, Delia O. s/ daños y perjuicios” del 16/2/2010).­
En virtud de ello, es imprescindible recurrir a la prudente estimación del juez para cuantificar este rubro, tomando en consideración todos los aspectos de la cuestión, entiendo que se configura en el caso el supuesto clásico previsto en el art. 165 tercer párrafo del Código Procesal, al disponer que la sentencia fijará el importe del crédito o de los perjuicios reclamados, siempre que su existencia esté legalmente comprobada, aunque no resultare Poder Judicial de la Nación
CAMARA CIVIL - SALA J
justificado su monto (Conf. CNCiv., esta Sala, Expte. Nº 76.151/94 “Taboada, Carlos David c/ Lizarraga, Luis Martín s/ daños y perjuicios” del 10/12/09).­
En virtud de las consideraciones expuestas y encontrándose suficientemente acreditado el daño psíquico padecido por la accionante, como así también la necesidad de tratamiento psicoterapéutico, este último tendiente a brindarle ayuda y evitar futuras complicaciones, es que propongo al acuerdo elevar los montos indemnizatorios en concepto de daño psíquico y su tratamiento a la suma de pesos cuarenta mil ($40.000) y veinte mil ($20.000) respectivamente ( Art 165 del CPCC).­
C) Daño Moral.­
El rubro prosperó por la suma de pesos ochenta mil ($80.000) y las partes se agravian del mismo por considerarlo reducido la actora y elevado las demandadas.­
El daño moral ­en tanto configura un menoscabo a los intereses no patrimoniales­ es el conjunto de sinsabores, angustias, pesares, sufrimientos, etcétera, que el injusto provocó en el damnificado; más allá de las secuelas de orden psíquico que el episodio pueda o no dejar en la víctima, según su peculiar sensibilidad y circunstancias personales (ver Cammarota, Antonio, “Responsabilidad extracontractual. Hechos y actos ilícitos”, ed. Depalma, Buenos Aires, 1947, p. 102; Zavala de González, Matilde, "Resarcimiento de daños, T. 2b, pág. 593 y ss.; Zannoni, Eduardo A., “El daño en la responsabilidad civil”, Ed. Astrea, p. 287; CNCiv, Sala C, 22­12­2005, “Vega Rubilan, Soria de las Mercedes c/ Transporte Automotor General Las Heras SRL”, LL, online; íd., Sala E, 26­5­2006, “Montalbetti, Carlos F. y otros c/ Microómnibus Sur SAC y otros”).­
El daño moral constituye un daño autónomo cuya reparación es independiente del daño material, aún cuando éstos, en caso de existir, deban tenerse en cuenta. Son rubros que merecen tratamiento diferenciado por tener naturaleza jurídica distinta en razón de que tutelan distintos bienes jurídicos.­
Para que surja el daño moral, es menester que, además de un eventual desmedro económico, concurra una “repercusión en los intereses existenciales” del sujeto y no se reputa que suceda sólo ante molestias o inconvenientes de relativa entidad (Conf. Orgaz, “El daño resarcible”, pág. 259). Lo que se repara es el resultado dañoso, el perjuicio susceptible de apreciación desde la óptica del entendimiento, de la sensibilidad o de la voluntad de la persona, no la actividad del responsable, hecho ilícito o incumplimiento contractual, etcétera, que ha sido sólo la causa eficiente de aquél (Zannoni, “El daño en la responsabilidad civil”, Astrea, 1982, pág. 1982, pág. 231).­
Teniendo en cuenta los factores que lo configuran, como asimismo que la determinación de su cuantía queda librada al Juzgador más que en cualquier otro rubro, teniendo en cuenta las circunstancias personales de la víctima, la lesión padecida como las secuelas físicas y psíquicas, tiempo de recuperación, propiciaré la confirmación del monto otorgado en la instancia de grado (art 165 del CPCC).­
D) Lucro cesante El presente rubro prosperó por la suma de $ 20.000 entendiendo las accionadas que no se ha producido prueba al respecto, por su lado el actor sostiene que el sentenciante sólo ha tomado en cuenta sus labores en el Sindicato de Obreros y Empleados Panaderos de Tres de Febrero, y que no ha tomado en consideración las labores cumplidas en la Pizzeria “Angelin” conforme surge de la pericia contable obrante en autos.­
El lucro cesante tiende a resarcir las sumas concretamente dejadas de percibir a raíz del hecho dañoso, se refiere a un término determinado de tiempo, y se traduce en la frustración de un enriquecimiento patrimonial; a raíz del hecho lesivo se impide a la víctima que obtenga determinados beneficios económicos. Es, pues, la ganancia de que fue privado el damnificado (art. 1069 del Cód. Civil).­
Con la determinación de un indemnización por lucro cesante se tiende a resarcir las sumas concretamente dejadas de percibir a raíz del hecho dañoso, la incapacidad sobreviniente evalúa en cambio la de la víctima para producir en el futuro.­
El lucro cesante se refiere a un término determinado de tiempo desde el accidente hasta el restablecimiento de la víctima o hasta el momento en que se dio el alta al lesionado con una incapacidad permanente.­ (COnf CNCIv esta sala, 23/4/2013, Expte. N° 91.187/08. “Kjellander, Liliana c/ Ciudad Autónoma de Buenos Aires s/ daños y perjuicios”)
Si bien el lucro cesante considerado en si mismo difiere de la incapacidad sobreviniente ya que mientras el primero consiste en la frustración de concretar ganancias esperadas, la segunda se vincula con la pérdida de la capacidad de generarlas lo que permite calificarla como una forma de daño emergente cuando dicha incapacidad resulta de hecho definitiva desde el momento del ilícito, la procedencia de ambos rubros solo cabe en tanto el lucro cesante corresponda a lapsos previos a la incapacidad como definitiva pero no cuando ésta se exterioriza ab inicio con ese alcance.­(CNCiv esta sala, 27/11/2012, Expte. N° 76.771/07. “Mendoza, Juan Manuel c/ Carabajal, Guillermo Oscar y otros s/ daños y perjuicios”).­
Asimismo cabe señalar que a fin de estimar esta pérdida por dicho período de la propia producción de la víctima, resulta imprescindible aportar elementos de prueba reales y efectivos, toda vez que no pueden compensarse en dinero los daños meramente conjeturales o Poder Judicial de la Nación
CAMARA CIVIL - SALA J
inciertos, o no demostrados por quien los alega. Para ello, la actora habrá de desplegar un mínimo de actividad probatoria tendiente a demostrar las alegadas ganancias efectivamente perdidas o dejadas de percibir como consecuencia del accidente, con datos extraídos de la realidad (C. N. Civ., esta Sala, 15/04/2010, Expte. 114.354/2003 “Rendon, Juan Carlos c/Mazzoconi, Laura Edith”; Idem., id., 23/06/2010, Expte. 26720/2002 “Pages, Mariano José c/ Laudanno, Andrés Fabián y otros s/ daños y perjuicios”; Id., id., 15/7/2010, expte. Nº 45.251/1999, “Gutenmajer, Miguel Ángel c/ Htal. Gral. de Infecciosos Francisco J. Muñiz y otros s/ daños y perjuicios”, entre muchos otros).­
Ello no es más que la aplicación del principio general que establece que la prueba del daño incumbe al damnificado que pretende hacer valer la responsabilidad del deudor y por tanto, él debe aportar la demostración del hecho constitutivo del derecho cuyo reconocimiento pretende como presupuesto de la reparación, y no basta para ello que el mismo sea insinuado dogmáticamente o resulte de suposiciones no probadas o meras conjeturas (C.N.Civ., esta Sala, 15/03/2010, Expte. Nº 40.230/2006, “Benzadon, Ricardo José c. Guillermo Dietrich S. A. y otro s/daños y perjuicios”).­
Así se ha dicho que quien reclama lucro cesante, debe traer al juicio la prueba que demuestre su extensión o aunque más no sea, deje en el ánimo del juez la certeza de que una ventaja no se produjo por haberlo impedido la acción del responsable o corresponsable del hecho (Conf C.N.Civ., sala C, Expte. Nº 1.116/96, 4/3/2010, “Juárez, Mercedes del valle c/ Metrovías S.A. y otro s/ daños y perjuicios”). Ello así, por cuanto el perjuicio debe surgir de pruebas que se asienten en bases concretas, reales y ciertas que hagan procedente el crédito que se reclama.­
De las constancias de la pericia contable surge que el accionante desarrollaba tareas para el sindicato de Obreros y Empleados Panaderos de Tres de Febrero que según libro de actas del 5/4/199 fue designado como Inspector Oficial de la organización, a los efectos de realizar un seguimiento exhaustivo y eficiente a fin de lograr la mejor cobranza de los aportes y contribuciones, determinando como retribución el 30% de las deudas detectadas en las inspecciones y que se cobraren efectivamente.­
A fs. 619/621 Metrogas impugna la pericia contable señalando que de los registros contables no es posible obtener una cifra certera de las remuneraciones del actor y que las conclusiones del experto no surgen de los registros contables, señalando los mismos argumentos con relación a las ganancias que habría dejado de percibir en la Pizzeria Angelin.­
A fs. 625 impugna la pericia la demandada Inarteco SA y su aseguradora, por falta de fundamentación contable.­
Señala el experto que se han aportado actas de fiscalización y planillas de rendiciones efectuadas por el Sr. P, aunque señala que de meses salteados de los años 1999 y 2000 y que según lo informado las demás liquidaciones fueron desechadas y que actualmente se ha encomendado la tarea a un estudio jurídico externo.­
Teniendo en cuenta las cifras informadas en forma verbal por el Sr. C representante del sindicato, estima que el accionante ha dejado de percibir la suma de $24.000.­
En relación a sus tareas en la firma Soramalu SRL (Pizzeria Angelyn”) el mismo trabajó desde 1­12­1996 hasta 15­1­2007 aclarando que no se han aportado libro de Sueldos y Jornales.­
Según consta en la categoría registrada en los recibos de sueldo figura como “ Dep en Salón” en cuanto a la remuneración percibida se han aportado algunos recibos, pero los mismos corresponden a los meses de octubre y diciembre de 2006 y enero 2007, señalando el experto que de la escasa información aportada, percibía por dicho trabajo en relación de dependencia la suma mensual de $490 netos.­
La prueba conducente, o más apropiada, para probar la magnitud de la ganancia perdida o lucro cesante es la pericial contable, sin embargo en el caso de autos de la prueba informativa de fs. 740, no cuestionada por las accionadas, surge que el actor ha desarrollado tareas para el Sindicato de Obreros y Empleados Panaderos de Tres de Febrero, como inspector­cobrador desde 5/4/99 hasta Noviembre de 2005, fecha en que resultó accidentado, estimando un ingreso mensual de $2.000.­
En lo que respecta a las tareas desarrolladas en la Pizzería Angelyn, si bien el experto estima su remuneración mensual, pese a la poca información brindada, no surge del dictamen ni de otra prueba producida, la merma en sus ingresos, durante el lapso invocado, en este sentido lo se trata de determinar, sobre la base de un daño ciertamente demostrado en cuanto a su existencia, la merma producida en sus ingresos según criterios realistas.­
La pérdida de ganancias que entraña el lucro cesante es un hecho cuya prueba incumbe a quien lo invoca y requiere, además, una demostración clara y efectiva, ya que no corresponde su reconocimiento sobre la base de meras inferencias, y en ese sentido no hay prueba concluyente producida.­
En virtud de ello propongo al acuerdo confirmar lo resuelto en la instancia de grado.­ E) Gastos médicos de farmacia y de traslado El a quo fijó para el resarcimiento del rubro en cuestión la suma de pesos $ 10.000.­ Se ha sostenido reiteradamente que en materia de atención médica, traslado y gastos de medicamentos, el aspecto probatorio debe ser valorado con criterio amplio, sin que Poder Judicial de la Nación
CAMARA CIVIL - SALA J
sea necesaria la prueba acabada de todos los gastos realizados, toda vez que la asistencia médica, sanatorial y de farmacia provoca desembolsos de dinero que no siempre resultan fáciles de acreditar o no son reconocidos por la obra social y, además, porque lo apremiante en tales circunstancias para la víctima o sus familiares no reside en colectar pruebas para un futuro juicio sino en la atención del paciente.­
Lo propio acontece aún en el caso de que el damnificado haya sido atendido en hospitales públicos o que cuente con cobertura social, toda vez que siempre existen erogaciones que no son completamente cubiertas (C.N.Civ., esta Sala, 11/03/2010, Expte 114.707/2004 “Valdez José Marcelino c/ Miño Luis Alberto”; Idem., id., 23/03/2010, Expte 89.107/2006 “Ivanoff, Doris Verónica c/ Campos, Walter Alfredo”; Id., id., 15/04/2010, Expte. 114.354/2003 “Rendón, Juan Carlos c/Mazzoconi, Laura Edith”, entre muchos otros).
En relación a ello, también se expidió muestro Máximo Tribunal, “Atento a la necesidad de salvaguardar el principio de la reparación integral del daño causado, debe integrar el resarcimiento, aunque no hayan sido materia de prueba, los gastos médicos y de farmacia que guarden razonable proporción con la naturaleza de las lesiones sufrida por el actor “(C. S. J. N. Fallos 288:139).
Por ello, siempre que se haya probado la existencia del daño, tal como acontece en la especie, donde se demostraron las lesiones y la necesidad de la asistencia médica, aún cuando no se haya probado específicamente el desembolso efectuado para cada uno de los gastos realizados, tiene el deber el magistrado de fijar el importe de los perjuicios reclamados efectuando razonablemente la determinación de los montos sobre la base de un juicio moderado y sensato (art. 165 del Código Procesal).
Sin perjuicio de ello, la presunción es susceptible de rebatirse por prueba en contrario, la que deberá producir quien alega la improcedencia del reclamo (si el recurrente es el demandado) o pretende una suma superior a la fijada por el sentenciante en uso de las facultades que le otorga el art.165 del Cód. Procesal, cuando se trata del accionante (conf. C. N. Civ., esta Sala, 22/3/2010, Expte. Nº 89.107/2006, “Ivanoff, Doris Verónica c/ Campos, Walter Alfredo”; Idem., id., 11/05/2010, Expte. 63279/2005 “Andreozzi, Elsa Beatriz c/ Empresa de Transporte Santa Fe (línea 39 int 64) y otros s/ daños y perjuicios”; Id., id., 15/04/2010, Expte. 114.354/2003 “Rendon, Juan Carlos c/Mazzoconi, Laura Edith”, entre otros).­
En virtud de ello y a la luz de los tratamientos que recibiera el accionante y valorando la gravedad de la secuela incapacitante y de la que diera cuenta el sentenciante de grado, como para valorar especialmente la trascendencia del rubro en análisis, propiciaré al acuerdo su confirmación (Art 165 del CPCC) IV.­Tasa de interés Se agravian las accionadas por la tasa de interés activa fijada en el decisorio apelado.­
Conforme la jurisprudencia imperante en el fuero la tasa que corresponde aplicar desde el inicio de la mora y hasta el efectivo pago del capital de condena la tasa activa cartera general (préstamos) nominal anual vencida a treinta días del Banco de la Nación Argentina salvo que su aplicación, en el período transcurrido hasta el dictado de dicha sentencia, implique una alteración del significado económico del capital de condena que configure un enriquecimiento indebido.­
Por ello, ninguna duda cabe que si se determinaron los distintos montos indemnizatorios a la fecha de ocurrencia del hecho ilícito, corresponde aplicar la tasa activa desde el inicio de la mora hasta el cumplimiento de la sentencia (C. N. Civ., esta Sala, 28/09/2009 Expte. Nº 101.903/2005 “Ochoa, Raúl Vladimiro c/ Recoletos Argentina S. A.”; Idem., id.,19/11/2009, Expte. Nº 115.969/2003 “Rodríguez Ayoroa, Hilda Mabel c/ Deconti S.A. y otros”; Id., id., 4/5/2010 Expte. Nº 28.910/2003, “Colombo, Aquilino Manuel c. De Rosso, Héctor Eduardo”; entre otros).­
Sin embargo, distinto criterio sostenemos cuando todos los rubros han sido estimados a la fecha de la sentencia de primera instancia (C. N. Civ., esta Sala, 11/02/2010, Expte. Nº 52.629/2005, “Solimo, Héctor Marcelo c/ Trenes de Buenos Aires y otro”; Idem., Id., 25/02/2010, Expte. Nº 87.802/2000, “Valdez Sandra Noelia c/ Urbano Alberto Daniel y otro”; Id., id., 15/3/2010, Expte. Nº 40.230/2006 “Benzadon, Ricardo José c. Guillermo Dietrich S. A. y otro”; Id. Id.,21/12/09 Expte. Nº 43.055/99 “Vivanco, Ángela Beatriz c/ Erguy, Marisa Beatriz y otros”; Id., id., 17/11/2009, “Pierigh, Fabiana Claudia c/ Radetch, Laura Virginia y otros”), o al menos algunos de ellos han sido determinados tomando valores vigentes a la fecha del pronunciamiento de grado o de otro momento procesal como, por ejemplo, la fecha del dictamen pericial (C. N. Civ., esta Sala, 11/03/2010, Expte 114.707/2004, “Valdez, José Marcelino c/ Miño, Luis Alberto del 11/3/2010; Idem., id., 27/4/2010, Expte. Nº 92838/2001, “Bertagni, Alberto Eugenio c/ Baron, Martín”, entre otros).­
Ello así, por cuanto tal como sostuvimos las tres integrantes de esta Sala en oportunidad de pronunciarnos con la mayoría en el plenario Samudio, la aplicación de la tasa activa, que tiene por objeto mantener incólume la significación económica de la condena, puede implicar como un efecto no querido un resultado contrario y objetivamente injusto, produciendo una alteración del significado económico del capital de condena que configure un enriquecimiento indebido (Conf. C.N.Civ., esta Sala, 10/8/2010, Expte. Nº 69.941/2005, “Gutiérrez, Luis Alfredo y otro c/ Luciani, Daniela Cyntia y otros s/ daños y perjuicios”).­
Poder Judicial de la Nación
CAMARA CIVIL - SALA J
Cabe destacar que en la sentencia objeto de apelación, se ha fijado una indemnización a “valor actual”, es decir, en tal oportunidad se ha producido la cristalización de un quid, no el reconocimiento de un quantum por lo que en el caso de autos, retrotraer la aplicación de la tasa activa “a partir de cada daño objeto de reparación” importaría incurrir en un desplazamiento patrimonial injustificado.­
En tal caso, se estaría computando dos veces la “desvalorización” o “depreciación” monetaria: una en oportunidad de fijar montos en la sentencia de grado (cristalización) y otra a través de la aplicación de una tasa de interés (la activa) que ya registra ese componente en su misma formulación.­
Ello implica que la tasa activa no debe computarse cuando su aplicación en todo el período transcurrido “implique una alteración del significado económico del capital de condena que configure un enriquecimiento indebido”.­
Por tanto, en definitiva, a los efectos de no llevar a un enriquecimiento sin causa del peticionante y al correlativo empobrecimiento de su contraria, situación que no puede merecer amparo jurisdiccional, desde la fecha del “perjuicio objeto de reparación” hasta la fecha de la sentencia de primera instancia se devengará la tasa pasiva, excluido el rubro “tratamiento psicológico”, y recién a partir de allí sobre la totalidad de los rubros resarcitorios y hasta el pago efectivo, los intereses se liquidarán con sujeción a la tasa activa cartera general (préstamos) nominal anual vencida a treinta días del Banco de la Nación Argentina.­ VI.­Oponibilidad de la Franquicia pactada.­ Por último cabe referirse a los agravios de las aseguradoras de las accionadas de la decisión de magistrado de la anterior instancia de declarar inoponible a la víctima la franquicia pactada.­
Cabe recordar que el art. 109 de la ley 17.418 que regula el contrato de seguro de responsabilidad civil, lo define como el contrato en que “el asegurador se obliga a mantener indemne al asegurado por cuanto deba a un tercero en razón de la responsabilidad prevista en el contrato, a consecuencia de un hecho acaecido en el plazo convenido”.­
La norma consagra el principio que el asegurador que ha sido parte en el proceso a través de la citación en garantía, debe indemnizar al reclamante en los términos del contrato de seguro, es decir, podrá oponer todas las defensas que tuviere contra el asegurado y que hayan nacido con anterioridad al hecho generador del daño.­ Asimismo, que el art. 118 de la misma ley establece que “… La sentencia que se dicte hará cosa juzgada respecto del asegurador y será ejecutable contra él en la medida del seguro…”.­Se advierte con claridad que el
legislador ha querido mantener la responsabilidad del asegurador, dentro de los límites estipulados contractualmente entre el mismo y el asegurado.­
La citación en garantía del art. 118 de la ley de seguros es ­ o al menos funciona­ como una verdadera pretensión, fundada en el contrato de seguro y que tiene por objeto obtener una sentencia que condene al asegurador a mantener indemne al asegurado por cuanto deba resarcir al damnificado, en la medida de la cobertura. Es decir, persigue que se lo condene a dar cuanto deba dar el asegurado al damnificado, hasta el alcance de la cobertura contratada conforme lo disponen los arts. 109 y 118, párr. 3º, ley de seguros (Conf. Sosa, Toribio E, LA LEY 1989­B, 1058 “La intervención del asegurador en el proceso por daños contra el asegurado”).­
Por tanto, cuando la aseguradora es citada en garantía la sentencia en su contra resulta ejecutable “en la medida del seguro”, esto es, en los límites y con los alcances de la cobertura asumida por la empresa, entre los que se comprende a la franquicia pactada en la póliza cuyas estipulaciones resultan oponibles al damnificado, ya que su derecho se circunscribe ­en este aspecto­ a las modalidades del contrato de seguro que vincula a la parte demandada y a la citada en garantía.­
El seguro de responsabilidad civil se instituye en beneficio del asegurado, aunque en definitiva su efecto beneficioso pueda extenderse a terceros, pero ello será así en tanto el contrato lo permita (CNCiv., 3/10/96, Sala I, in re “Olea De Barrera, María Asunción y otros c/ Alonso, Raúl Osvaldo s/ Ds. y Ps ídem, esta sala, 1/11/2012 Expte. Nº 90717/2005 “ Maldonado Viviana Eva c/ Zobez Nivea y otros s/ daños y perjuicios).­
Lo cierto y determinante es que el único vínculo entre el tercero damnificado y la aseguradora es el mismo contrato de seguro, de allí que no pueda prescindirse de su contenido (CNCiv., 19/3/99 Sala H, “Medina, Gualberto c/ Segovia, Alberto s/ Ds. y Ps.”, idem esta sala, 14/11/2011 Expte Nº 104666/2007, “Lupinacci Beatriz c/ Von Moos Ricardo José y otros s/ daños y perjuicios”).­
A mayor abundamiento recuerdo que si bien el seguro de responsabilidad civil prevé la reparación del daño producido a terceros, éste, salvo disposición en contrario, nunca podrá superar la cuantía o la medida del seguro. Ello significa que el tercero está subordinado, le son oponibles o le afectan determinadas estipulaciones contractuales, aún cuando haya sido ajeno a la celebración del pacto (CNCiv., Sala H in re “Hamud, Benjamín Jahmur c/ Telefónica de Argentina S.A. s/ Ds. y Ps.”, N° Rec. H194106, del 21­8­1996; Idem, esta sala, 27/10/2010, Expte. N° 64.264/2.007, “Stranges, Nicolás Antonio c/ Expreso Lancioni S.A. y otros s/ Daños y Perjuicios” idem id 14/1172011 Expte Nº 104666/2007 “Lupinacci Beatriz c/ Von Moos Ricardo José y otros s/ daños y perjuicios). Poder Judicial de la Nación
CAMARA CIVIL - SALA J
No existe razón legal para limitar los derechos del asegurador prescindiendo de los términos del contrato de seguro, que la ley reconoce como fuente de la obligación y al que se encuentra circunscripto el alcance de su responsabilidad (CSJN, in re "Tarante C. c/ Eluplast SRL").­
Es por ello que acreditado el límite de la cobertura la condena de la aseguradora citada en garantía, deberá acotarse, respetándose en tal sentido el contenido de la relación asegurativa.­ Por otro lado cabe señalar que no se trata en el caso de la hipótesis aprehendida en el plenario dictado por esta Excma. Cámara, en los autos "Obarrio, María Pía c/ Microómnibus Norte S.A. y otro s/ daños y perjuicios (Acc. Tran. c/ Les. o muerte) Sumario" y "Gauna, Agustín c/ La Economía Comercial S.A. de Seguros Generales y otro s/ daños y perjuicios", del 13/12/06, exclusivamente referido a la inoponibilidad de la franquicia de los contratos de seguro de responsabilidad civil de vehículos automotores destinados al transporte público de pasajeros, el que por otra parte ha sido reiteradamente descalificado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación.­
En virtud de lo reseñado y la indudable operatividad normativa vigente propondré a mis colegas se revoque lo decidido en la anterior instancia y se establezca que las citadas en garantía deberán responder hasta el limite máximo acordado entre ellas y los asegurados.­
VII.­ Plazo de pago de condena
En cuanto al agravio referido al plazo de condena por parte del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires cabe señalar que el art. 22 de la Ley 23.982 dispuso que a partir de su entrada en vigencia ­23/08/91­ el Poder Ejecutivo Nacional deberá comunicar al Congreso de la Nación todos los reconocimientos administrativos o judiciales firmes de las obligaciones de causa o título posterior al 1º de abril de 1991 que carezcan de créditos presupuestarios para su cancelación en la ley de presupuestos del año siguiente al del reconocimiento.­
La disposición resulta de aplicación a los casos en los que la Ciudad Autónoma fuere parte, como continuadora de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos y en tanto la legislación nacional o municipal, existente a la entrada en vigencia del estatuto organizativo, al que se refiere el art. 129 de la Constitución Nacional, no fuere derogada (art. 5, Ley 25.488).­
En base a ello, como ha sostenido ya este Tribunal ("Baez, Pedro Germinal c/Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires s/cobro de sumas de dinero", expte. N° 50.223/98, 13/8/2002), si bien el crédito de autos se trata de una deuda no consolidada y por tanto alcanzada por la Ley 23.982 (arts. 2, 16 y 22), debe considerarse que la legislatura local ha sancionado específicamente sobre el punto en el Código Contencioso Administrativo y Tributario de la Ciudad de Buenos Aires, Ley 189/99.­
La norma citada sigue los lineamientos de la Ley 23.982, estableciendo en el capítulo correspondiente a la ejecución de sentencias en causas seguidas contra las autoridades administrativas, que para el cumplimiento de las obligaciones de dar sumas de dinero deberá cumplirse el procedimiento de previsión presupuestaria contemplado en los art. 399 y 400, a excepción de los créditos de naturaleza alimentaria, cuyo importe no sobrepase el doble de la remuneración que percibe el Jefe de Gobierno.(Conf CNCiv, esta sala, 9/3/2011, Expte. N°
43.434/05. “Rivainera, María Cristina c/ Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y otro s/ daños y perjuicios”).­
Sentado ello, corresponde acoger favorablemente el agravio planteado, dejando sin efecto el plazo para el cumplimiento de la condena establecido, y disponiendo que el mismo se ajustará al procedimiento previsto por los arts. 399 y 400 del Código Contencioso Administrativo y Tributario de la Ciudad de Buenos Aires.­ VIII.­ Costas
Se agravia la representación letrada del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires de la imposición de costas a su parte.­
En el presente caso no encuentro pues razones para no aplicar el criterio objetivo de la derrota que informa el art 68 del CPCC, por cuanto tratándose de un reclamo por indemnización por daños, aunque aquél no prospere por el monto pretendido, corresponde imponer las costas al accionado para mantener íntegra la reparación del perjuicio probado (C. N. Civ., esta Sala, 25/02/2010, Expte. Nº 87.802/2000 “Valdez Sandra Noelia c/ Urbano Alberto Daniel y otro s/ daños y perjuicios”; Idem., id., 11/03/2010, “Valdez José Marcelino c/ Miño Luis Alberto daños y perjuicios”; Id., id., 22/04/2010, Expte. Nº 100.782/2006 “Musumano, María Elena c/ Scheurman, Raúl Ernesto y otros s/ daños y perjuicios”, entre muchos otros).­
En consecuencia, propongo al Acuerdo:
1) Se modifique parcialmente la sentencia recurrida, estableciendo los montos resarcitorios en concepto de: daño psíquico en la suma de $40.000 y en concepto de tratamiento psicológico en la suma de $20.000, estimados a la fecha de la sentencia de grado.­
2) establecer que sobre el capital de condena, excluido el rubro “tratamiento psicológico” corresponderá aplicar la tasa pasiva que publica mensualmente el Banco Central de la República Argentina, desde la fecha del hecho hasta la fecha de la sentencia de primera instancia. A partir de allí, sobre la totalidad de los rubros resarcitorios y hasta el efectivo pago, Poder Judicial de la Nación
CAMARA CIVIL - SALA J
la tasa activa cartera general (préstamos) nominal anual vencida a treinta días del Banco de la Nación Argentina.­
3) Establecer que la responsabilidad de las aseguradoras sólo alcanzará hasta el límite máximo de cobertura que surge de póliza.­
4) Dejar sin efecto el plazo para el cumplimiento de la condena establecido para el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, y disponiendo que el mismo se ajustará al procedimiento previsto por los arts. 399 y 400 del Código Contencioso Administrativo y Tributario de la Ciudad de Buenos Aires.­
5) Se la confirme la sentencia de grado en todo lo demás que decide y ha sido materia de apelación y de agravios, con costas de Alzada a las accionadas vencidas (Art 68 del CPCCN).­
Tal es mi voto
Las Dras. Zulema Wilde y Beatriz A.Verón adhieren mal voto precedente
Con lo que terminó el acto, firmando las Señoras Vocales por ante mí que doy fe.
///nos Aires, septiembre de 2013.­
Y VISTOS: Lo deliberado y conclusiones establecidas en el Acuerdo precedentemente transcripto el Tribunal RESUELVE:
1) Modificar parcialmente la sentencia recurrida, estableciendo los montos resarcitorios en concepto de: daño psíquico en la suma de $40.000 y en concepto de tratamiento psicológico en la suma de $20.000, estimados a la fecha de la sentencia de grado.­
2) Establecer que sobre el capital de condena, excluido el rubro “tratamiento psicológico” corresponderá aplicar la tasa pasiva que publica mensualmente el Banco Central de la República Argentina, desde la fecha del hecho hasta la fecha de la sentencia de primera instancia. A partir de allí, sobre la totalidad de los rubros resarcitorios y hasta el efectivo pago, la tasa activa cartera general (préstamos) nominal anual vencida a treinta días del Banco de la Nación Argentina.­
3) Establecer que la responsabilidad de las aseguradoras sólo alcanzará hasta el límite máximo de cobertura que surge de póliza.­
4) Dejar sin efecto el plazo para el cumplimiento de la condena establecido para el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, y disponiendo que el mismo se ajustará al procedimiento previsto por los arts. 399 y 400 del Código Contencioso Administrativo y Tributario de la Ciudad de Buenos Aires.­
5) Confirmar la sentencia de grado en todo lo demás que decide y ha sido materia de apelación y de agravios, con costas de Alzada a las accionadas vencidas (Art 68 del CPCCN).­
6) Difiérase la regulación de los honorarios para su oportunidad.
Regístrese, notifíquese por cédula por Secretaría y comuníquese a la Dirección de Comunicación Pública de la Corte Suprema de Justicia de la Nación (Acordada N° 15/13 art. 4°) y oportunamente devuélvase.­
Descargar