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Una de piratas y corsarios
Todos debemos saber la presión que algunos organismos internacionales ejercen sobre los
políticos de los países periféricos, a fin de imponer sus criterios, amparándose (y ocultando
su verdadera intención) invocando un supuesto pluralismo ideológico o la globalización, o
cualquier otra excusa. Lo importante, en definitiva es la forma ladina de neo-colonialismo
económico y cultural con que logran imponer su pensamiento.
Para ello se valen de personajes vernáculos que son útiles a sus fines. Un caso arquetípico
es el de la legisladora criolla que deseosa de lograr la prensa que sus ideas políticas no
logran concitar, se largo a la empresa de traer a la abortista holandesa Rebecca Gomperts.
La extranjera en cuestión no es otra que la “capitana” del tristemente publicitado “barco de
la muerte” que se dedica a visitar países que condenan el aborto, para llevar mujeres a
bordo y practicar allí, libres de toda molesto sistema jurídico nacional, la ley que le gusta
más: la del mas fuerte, la del poderoso contra el más débil. En síntesis la ley de la piratería:
infringir toda ley amparándose en la inmensidad del mar.
En rigor de verdad, habrá que ver si, como algunos grupos invocan, el obrar de ésta ONG
está avalado por el gobierno holandés, (cosa poco probable dad la seriedad de ese país), lo
cual nos llevaría a cambiar la calificación de pirata por la de corsario, que como todos
recordarán de los libros de aventuras, hacían lo mismo, solo que bajo el amparo de una
bandera.
Mas allá de esa cuestión, lo llamativo es que ésta visitante, viene para aprovechar el revuelo
creado, para vender su último aporte a las letras universales: “El undécimo mandamiento:
mujer no decidirás”, que por lo indicado en el título intenta ser provocativo e irónico (sutil
seguro que no logrará serlo jamás). Siempre algún lector voraz desprevenido se encuentra.
La muerte en aguas internacionales tiene un triste recuerdo para los argentinos y nuestro
convulsionado pasado reciente. Cuando decíamos “Nunca más”, todos queríamos expresar
el deseo de vivir bajo el amparo de la ley, a la cual nos sometíamos, sin excepciones y sin
trampas. Ese es el único modo de respetar la diversidad democrática. Acciones como la
que viene a vendernos esta señora y su asociada local, responde a otras reglas.
Los argentinos queremos ser dueños de nuestro destino, queremos ser respetados y ser
nación, para lo cual debemos trabajar en serio por la defensa de los derechos de todos. El
sistema legal vigente es el garante de ese respeto y todo aquel que lo avasalle nos falta el
respeto como país y como habitantes de ésta democracia, que con tanto esfuerzo supimos
conseguir.
P. Rubén Revello
Coordinador del Instituto de Bioética
Facultad de Ciencias de la Salud
U.C.A.
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