EL CONEJO DE PORTO SANTO El conejo de Porto Santo ha sido

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EL CONEJO DE PORTO SANTO
El conejo de Porto Santo ha sido tratado
por la mayor parte de los zoólogos y natúralistas, debido al estudio que de él hizo Dar,
win, el que expus•o su empleo camo una prue1>a palpable de su célebre teoría de la evolución, en su libro Fl arigr^ern rle la^s ^e^sYpecie,s.
Los dos conejitos de Porto Santo, examinados, estando vivos, en el• Jardín Zoológíco,
clr^ce William Scott en su cita.do libro, tenían
aspécto notablemente diferente de la especie
oomún. Eran extraordinariamente salvajes y
activos, tanto que muchas personas, al verlos,
decían q^ue parectan más bien ra-tas grandes
que conejos.
Eran de costumbres nocturnas en grado
extraordinario, y su salvajismo nunca fué en
modo alguno dominado.
Por último, y este es un hec^ho sumamente
notable, Mr, Bartelett no pudo conseguir
nunca. el hacer que estos conejos, y ambos
eran machos, criasen o se uniesen con las
hembras de ^diversas cast,as que, repetidas ve
cas, fueron pu^tas en caonta.cto con ellos.
cun^cu^ruRa
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Hemos de decii•, en hon^or a la ve7^dad, que
no conocemos ^le visu el conejo de Porto Santo, y por ello no hemos de sentar afirmaciones concretas que refuercen las opiniones
traiiscritas o las rectifiq^uen, absteniéndonos
de emitir opinión, ni aun siquiera de formar
juício concreto y absoluto sobre este asun^to.
No obstante, hemos de hacer algunas consideraciones por cuenta propia y como resul
tado de las leet^uras tle los autores precedenxemente enunciados.
Las diferenc'_as señaladas entre e1 conejo
europeo y el de Porto Santa se refieren, al
parecer, a los s^íguientes extremos : peso y volumen, color y costumbres.
En cuanto al peso y, por ]o tanto, al volumen, no nos admíra que el conejo de Por•to
Santo sea inferior al europAo. Tiene su explicación, clara y sencilla, en razones ecolcígicas.
La isla de Porto Santo es una extensión su
perficial muy reduc^da, en comparación al
Continerrte europeo, y no es de extrañar que
los representantes de su fauna hayan recakido esta diferencia característica.
Las var^aciones ecológicas son aquellas diferencias individuales que resultan de la influenc•a del medio ambiente.
Por la imposibilidad de sustraer a la acción
del medio las plantas, exhiben a^menudo es^tas variac^ones, que son bien importantes,
Los animales no esltá.n ,tam, sujetos a la acción del medio a^mbi^ernte camo las plantas ;
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pei^o es indudable que presentan, también l^os
animales variaciones ecológicas de amplitud
a veces consid^erable, on^ginando las llamadas razas locales, c^ue se adaptan perfectamente a las condic_^ones par`iculares de la comarca donde viven.
A semejanza dc las plantas, el camb:o de
medio puede traducirse, finalmente, en modi.^
ficaciones estructurales o fisiológicas.
El Dr. Nonidez afirma ^que "los hechos que
hemos expuesto de manera tan rápida expl'_can la formación de variedades ecológicas
mencionadas en otro lugar. La influencia de
los diversos factores d^el medio ambiente puQ
den imprimii• un aspecto particular a las
plantas y a los animales de una reg^ón determ^nada, y ta.l vez al cabo de muchísimas generaciones de profunda adaptación al medio
lleguen a influir sobre los elementos repi•oductores del individuo, aseguran^do la transmísión -de l^os caracte^°es así adqu^^ri^los a la
progenie".
Lo transcrito anteriormente prueba bien
claramente la posi bilidad de dis^minución del
volumen y del peso en e] conejo de Pot•to San
i,^a,, asf como su^ transmisión a la descendencia de estos caraoteres, debidos a la influencia del medio ambiente.
^
En refuerzo de lo anteriormente expuesto,
citamos el :caso del conejo polonés, cuyo volumen es ^tal que de adulto pesa como un gazapo de raza n.ormal. Y nadíe ha intentado
clasificarlo como especi^e díferente.
^ t UU
En cuanto xl taolor^, ex^sten diferencias
esenciales aún entre los diferentes represen
tantes de la especie en las diferentes regiones, diferencias relativamenLe poco importarHtes si las comparamos con la enorme variedad de animales con c{ue ho^^ cuenta la cunicultur•a industrial.
Respecto a s^u aspecto, dice William Scot,t,
que los conejos ^ie Porto Santo eran notable
mente diferentes de los normales, pero no
explica esas diferencías y, por Io ^tanto, no
podetnos formar juicio sobre ellas.
Es cuanto a 1a psicología del conejo de
Porto Santo, nos dicen que eran extraordinariamente nerviosos y activos, Pues bien, la
actividad y la nerviasidad son, por regla general, consecuencia del tamaño pequeño de
los animales. Por el contrario, la mayor parte de las grandes razas, gigantes en sus disttntas variedadas, son linfáticas, pesadas, perezasas y poco a,cativas.
' EI carác^ter es una consecuencia de la organización animal• No podemos olvidarnos en
esta ocasión d^el conejo ^le Polonia o polonés,
pequeño animal nervioso y aetivo, batallad^or•
y poco sociable con sus congéneres• Parece
que en estas características el conejo polonPs
se enet^entra muy próximo al conejo de Porto
Santo ^o éste a]a de aquél.
Y queda únicamente por considerar el punto a que hace referencia Mr, Bartele^tt : el
que no pudo cónseguír ]a unión de estos animales con sus congéneres europeos.
A nuestt•o juicio, importaba saber no sólo
que esta uuión fué imposible, sino ctue, cas^o
d^e que se hubiera efectuado, si era o no fecunda.
De las datus que poseemos no podemas
afirmar que Mr, Bartelett llegara a la can
clus7ón de que la unión no era posible, sino ^
que aquella un^ón no llegó a réalizarse en
aquella ocasión.
Pero en ^otra caso cualquiera, ^ esa unión
se habría realizado? Esto sería lo más interesante,
E^s más : creemos que esa unión no sólo es
posible, sino que se conseguiría con paciencia y^méf.ado, y, además^ que esa unión sería
fecunda.
Par otra parte, sabemos que el navegantc
purtuguéa Zarco (1418 ó 142U, que no están
de acuerdo los autures en este punto) ^dejó
s^ueltus en la isla de Poz•ta Santo, próxima a
la de Madera, ;una c;oneja y su nidada de gazapos nacidos en el l^arco en que efectuabx
la travesía.
Encontrándose la cunej^, a bordo, y- da^lu
<t luz en él, no cabe duda de que el an=inal
pertenecia a una raza doméstica, derivada
del conejo s^alvaje de Europa.
La ausencia de animales carniceros en la
isla, que hubieran devorado a los conejos, hizo
posible la multiplicacíón de éstos, y a los cu^lrenta años se hablaba de la existenci^t en 1<<
isla de irurzumenccbles conejos.
Si Ja historia de Nstos cociejos de Po^•to
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Santo no fuera conocida, la mayor paite de
los naturalistas, observando sus característi
cas, dice Scott, 1os habrían clasíficado como
especie distinta•
No es esta la opinión de G. S. Miller, quíen
ha examinado los famosos conejos de Portu
Santo, descritas por Darwin y que se conservaii hoy en ia ^colecc^ón del B^•i^óish Muss,erum,
de Londres, ni la de Carlos Franco, q^te ha
cazado y p^oseído conQjos ^de aquella isla,
quíenes afirman que estos animales difieren
muy poco del tipo de conejo ^del sur dQ España, de donde seguramente procedía la c^oneja de Porto Santo, en el siglo xv.
Las d^ferencías entre los diferentes representantes del conejo en las distin^tas naciones
son práximamente igual valoradas que las
existentes entre el •conejo deI sur de España
y el de Ia isla de Porto 'Saní^o, y todos ellos
desc^endientes, a su vez, de un tronco común,
el ^dr•yt'oh^gus G'}u^n^ic^us Alg^i^acs.
A este fin creemos se han reducido las contreversias sabre eI famoso conejo de Potito
Santo, y oomo único fnuto de tales discusíones el ^poder• afiaTmar que las var-aciones ecológ^cas son transmisible5 por her•^encia.
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