GUÍA DE TRABAJO DE LENGUA Y LITERATURA

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GUÍA DE TRABAJO DE LENGUA Y LITERATURA
UNIDAD DIDÁCTICA V
BITÁCORA:
-
Escribe sobre tu mejor amigo.
LECTURA COMPRENSIVA:
-
Deportes
MORFOLOGÍA:
-
Norma culta: uso de los pronombres personales.
Ejercicios de la página 125.
GRAMÁTICA:
-
La oración simple: El predicativo, el complemento agente, el complemento de
régimen y los elementos extraoracionales.
Ejercicios.
TEORÍA DE LA COMUNICACIÓN:
-
Definición y partes de una noticia.
Recursos expresivos y lenguaje no verbal en la narración oral.
Ejercicio 3 de la página 109.
LITERATURA:
-
Historia del teatro español: La Celestina y el teatro del Renacimientos (165-173).
Comentario de texto: La Celestina. Responde a las siguientes preguntas:
a. Autor, fecha de composición, subgénero literario y corriente literaria a la que
pertenece.
b. Resumen brevemente el fragmento que has leído y relaciónalo con la temática
de la obra.
c. Teniendo en cuenta que la obra presenta planteamiento, nudo y desenlace, ¿a
qué parte crees que pertenece este fragmento?
d. Celestina es astuta y tiene un gran conocimiento de la psicología humana. ¿Qué
artimañas utiliza para tener credibilidad ante Calisto?
e. Localiza en el texto algunos ejemplos del lenguaje popular (refranes, frases
hechas,…). ¿En boca de qué personajes aparecen? ¿A qué estrato social
pertenecen?
f. Las intervenciones de uno de los tres personajes que aparecen en este texto
aparecen marcadas por la ironía. ¿De qué personaje se trata? ¿Qué demuestra
esta ironía?
g. Busca en el diccionario el término celestina y relaciónalo con las tareas a las
que la protagonista de esta obra se dedica.
Fragmento del Acto VI
CELESTINA.- Señor, no atajes mis razones; déjame decir, que se va haciendo
noche. Ya sabes que quien mal hace aborrece la claridad y, yendo a mi casa, podré
haber algún mal encuentro.
CALISTO.- ¿Qué, qué? Sí, que hachas y pajes hay que te acompañen.
PÁRMENO.- ¡Sí, sí, por que no fuercen a la niña, tú irás con ella, Sempronio, que ha
temor de los grillos que cantan con lo escuro!
CALISTO.- ¿Dices algo, hijo Pármeno?
PÁRMENO.- Señor, que yo y Sempronio será bueno que la acompañemos hasta su
casa, que hace mucho oscuro.
CALISTO.- Bien dicho es. Después será. Procede en tu habla y dime qué más
pasaste, qué respondió a la demanda de la oración.
CELESTINA.- Que la daría de su grado.
CALISTO.- ¿De su grado? ¡Dios mío, qué alto don!
CELESTINA.- Pues más le pedí.
CALISTO.- ¿Qué, mi vieja honrada?
CELESTINA.- ¡Un cordón que ella trae contino ceñido, diciendo que era
provechoso para tu mal porque había tocado muchas reliquias!
CALISTO.- Pues, ¿qué dijo?
CELESTINA.- ¡Dame albricias! Decírtelo he.
CALISTO.- ¡Oh!, por Dios, toma toda esta casa y cuanto en ella hay y dímelo; o pide
lo que quieras.
CELESTINA.- Por un manto que des a la vieja, te dará en tus manos el mismo que
en su cuerpo ella traía.
CALISTO.- ¿Qué dices de manto? Manto y saya y cuanto yo tengo.
CELESTINA.- Manto he menester y éste tendré yo en harto. No te alargues más, no
pongas sospechosa duda en mi pedir, que dicen que ofrecer mucho al que poco
pide es especie de negar.
CALISTO.- ¡Corre, Pármeno!, llama a mi sastre y corte luego un manto y una saya
de aquel contray que se sacó para frisado.
PÁRMENO.- ¡Así, así, a la vieja todo por que venga cargada de mentiras como
abeja, y a mí que me arrastren! Tras esto anda ella hoy todo el día con sus rodeos.
CALISTO.- ¡De qué gana va el diablo! No hay cierto tan mal servido hombre como
yo, manteniendo mozos adivinos, rezongadores, enemigos de mi bien. ¿Qué vas,
bellaco, rezando? Envidioso, ¿qué dices, que no te entiendo? Ve donde te mando
presto y no me enojes, que harto basta mi pena para me acabar, que también habrá
para ti sayo en aquella pieza.
PÁRMENO.- No digo, señor, otra cosa, sino que es tarde para que venga el sastre.
CALISTO.- ¿No digo yo que adivinas? Pues quédese para mañana. Y tú, señora, por
amor mío te sufras, que no se pierde lo que se dilata. Y mándame mostrar aquel
santo cordón que tales miembros fue digno de ceñir. ¡Gozarán mis ojos con todos
los otros sentidos, pues juntos han sido apasionados! ¡Gozará mi lastimado
corazón, aquel que nunca recibió momento de placer después que aquella señora
conoció! Todos los sentidos le llagaron, todos acorrieron a él con sus esportillas de
trabajo. Cada uno le lastimó cuanto más pudo: los ojos en verla, los oídos en oírla,
las manos en tocarla.
CELESTINA.- ¿Que la has tocado dices? Mucho me espantas.
CALISTO.- Entre sueños, digo.
CELESTINA.- ¿Entre sueños?
CALISTO.- En sueños la veo tantas noches que temo me acontezca como a
Alcibíades, que soñó que se veía envuelto en el manto de su amiga y otro día
matáronle, y no hubo quien le alzase de la calle ni cubriese, sino ella con su manto.
Pero en vida o en muerte, alegre me sería vestir su vestidura.
CELESTINA.- Asaz tienes pena, pues cuando los otros reposan en sus camas,
preparas tú el trabajo para sufrir otro día. Esfuérzate, señor, que no hizo Dios a
quien desamparase. Da espacio a tu deseo, toma este cordón, que si yo no me
muero, yo te daré a su ama.
CALISTO.- ¡Oh nuevo huésped! ¡Oh bienaventurado cordón, que tanto poder y
merecimiento tuviste de ceñir aquel cuerpo que yo no soy digno de servir! ¡Oh
nudos de mi pasión, vosotros enlazasteis mis deseos! ¡Decidme si os hallasteis
presentes en la desconsolada respuesta de aquella a quien vosotros servís y yo
adoro y, por más que trabajo noches y días, no me vale ni aprovecha!
CELESTINA.- Refrán viejo es, «quien menos procura, alcanza más bien». Pero yo te
haré procurando conseguir lo que siendo negligente no habrías. Consuélate, señor,
que en una hora no se ganó Zamora, pero no por eso desconfiaron los
combatientes.
CALISTO.- ¡Oh desdichado!, que las ciudades están con piedras cercadas, y a
piedras, piedras las vencen; pero esta mi señora tiene el corazón de acero. No hay
metal que con él pueda, no hay tiro que lo melle. Pues poned escalas en su muro,
unos ojos tiene con que echa saetas, una lengua de reproches y desvíos, el asiento
tiene en parte que a media legua no le pueden poner cerco.
CELESTINA.- ¡Calla, señor, que el buen atrevimiento de un solo hombre ganó a
Troya! No desconfíes, que una mujer puede ganar a otra. Poco has tratado mi casa;
no sabes bien lo que yo puedo.
ORTOGRAFÍA:
-
Reglas de la c, q y z y normas referidas a las letras d, p, m, n, r y rr (págs. 53 a 62).
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