comunidades confinadas en colombia

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29 de noviembre de 2004
COMUNIDADES CONFINADAS EN COLOMBIA
INTRODUCCIÓN
Lejos de ser algo nuevo, el confinamiento de la
población civil es una estrategia de guerra quizás tan
antigua como el propio conflicto armado en Colombia.
Sin embargo, en los dos últimos años, varias
agencias internacionales, ONG y organizaciones
locales han manifestado su preocupación ante la
restricción de las libertades de un creciente número
de poblaciones y ante el cierre de los corredores
humanitariosi; así mismo, han puesto énfasis en la
necesidad de contar con estrategias locales de
protección humanitaria. Junto con el desplazamiento
forzado, el confinamiento de la población civil se ha
convertido hoy en una de las más dramáticas
expresiones de la crisis humanitaria en Colombiaii.
Por lo general, las comunidades confinadas están
ubicadas en áreas rurales distantes de los centros
urbanos. Se cree que el incremento del fenómeno en
los dos últimos años se debe a una combinación de
factores, como la reestructuración del conflicto, el
cambio en las estrategias de interacción y de control
sobre la población civil, por parte de los actores
armados ilegales y de la operación de las fuerzas
militares públicas en sus esfuerzos por recuperar
territorios perdidos. A esto se debe agregar el
creciente número de población desplazada que está
retornando a las áreas de conflicto. Hasta la fecha se
desconoce la magnitud de la población afectada por
el confinamiento, pero se calcula que en los últimos
dos años se han presentado situaciones asociadas al
confinamiento de población civil en unos 131
municipios del paísiii.
Al referirse a la situación de confinamiento, las poblaciones de estos lugares hablan
del establecimiento de retenes y puntos de control mediante los cuales los actores
armados restringen sus movimientos. Así también, muchas comunidades han
expresado el temor que sienten al moverse por su territorio, el hambre que padecen
a causa de los bloqueos que impiden el ingreso de alimentos y el paso a las zonas
de cultivo.
Con el fin de obtener más información sobre el fenómeno e iniciar discusiones que
permitan identificar formas de ofrecer protección humanitaria de estas comunidades
atrapadas en medio del conflicto, Consejeria en Proyectos - PCS contrató a la
Consultoría para los DDHH y el Desplazamiento (CODHES) y al Proyecto Pasos,
miembro de la Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado para que realizaran una
investigación sobre las comunidades confinadas en el paísiv. La investigación se
basó en un trabajo de campo en el Magdalena Medio, el Chocó y el Catatumbov, en
entrevistas con autoridades y organizaciones locales, y en seminarios en los que se
discutió y se examinó el concepto y la problemática del confinamientovi.
En el transcurso de la investigación, los dos entes contratados plantearon las
siguientes preguntas: ¿Qué tipo de situaciones llevan al confinamiento de personas y
comunidades en el contexto del conflicto armado?; ¿Qué tipos de confinamiento
existen y cuáles son sus características?; ¿Qué impacto tienen esas prácticas en la
vida cotidiana de las comunidades y en las mujeres en particular?
A más largo plazo, los resultados del estudio servirán para arrojar luz sobre la difícil
situación de las comunidades rurales en cuestión y para promover la búsqueda de
políticas y prácticas que contribuyan a responder desde diferentes instancias, a este
problema.
A continuación se presentan las principales conclusiones del estudio realizado.
QUÉ SE ENTIENDE POR CONFINAMIENTO
Es la situación de vulneración de derechos y libertades —que implica la
restricción a la libre movilización así como al acceso a bienes indispensables
para la supervivencia— a que se ve sometida la población civil como
consecuencia de prácticas –explícitas o implícitas– de control militar,
económico, político, cultural, social o ambiental que ejercen los grupos
armados –legales o ilegales– en el marco del conflicto armado.
Este concepto necesita varias precisiones. En primer lugar, existe una diferencia
entre las prácticas del bloqueo de vías y el confinamiento. Es importante enfatizar
que el bloqueo tiene como consecuencia el confinamiento de la poblaciónvii, cuando
los actores armados controlan el acceso de productos de consumo indispensables
para la supervivencia de las poblaciones.
En segundo lugar, dado que hay cambios constantes en la presencia de los actores
armados y en los controles que éstos realizan, es muy difícil establecer medidas que
permitan dilucidar el alcance, en tiempo y espacio, de la restricción al movimiento y al
acceso a bienes y servicios públicos básicos.
2
Por último, es importante considerar la diferencia entre las comunidades confinadas y
las que se mantienen en sus territorios y se declaran en resistencia ante el conflicto
armado. No se puede afirmar que las comunidades en resistencia son víctimas del
confinamiento, por el hecho de reafirmar su autonomía y apego al territorio mediante
una decisión propia y soberana que trata de evitar el desplazamiento forzado. Se
puede hablar de confinamiento de comunidades en resistencia sólo cuando los
actores armados, con el fin de debilitar la capacidad de resistencia de las
comunidades agravan la situación de sus integrantes y motivan el desplazamiento
forzado o la expropiación violenta de recursos y territorios. En estos casos la
investigación constata que frecuentemente los actores armados, principalmente la
fuerza pública y los grupos paramilitaresviii, incrementan las medidas de control
perimetral sobre los territorios de estas comunidades.
CARACTERÍSTICAS DEL CONFINAMIENTO
A partir de las visitas de campo a varias comunidades y la participación en diversas
misiones humanitarias, CODHES define dos modalidades amplias de confinamiento:
indiscriminado y selectivo. En el primero, los actores armados aíslan por completo a
poblados enteras, y en el segundo, menos evidente, los actores armados ejercen un
sometimiento ilegítimo sobre la población civil, con prácticas de regulación y control
sobre los territorios. En la actualidad, ambas prácticas son comunes en las zonas de
guerra en toda Colombia.
Confinamiento indiscriminado:
En su forma más extrema, los actores armados restringen completamente el
movimiento en una o varias comunidades rurales, aislando de manera indiscriminada
a poblados o aldeas enteras, incluso a las mujeres, los niños o a las personas que
necesitan atención médica.
Esta estrategia tiende a usarse para obligar a una población local a salir de la zona o
forzar a las personas a permanecer en el lugar, cuando son consideradas
estratégicas para las operaciones militares o los intereses económicos de los actores
armados. En este caso, los civiles son tomados como escudos humanos o como
mano de obra para el cultivo de la coca u otras actividades productivas.
Uno de los casos más conocidos de este tipo de confinamiento es el ocurrido en las
comunidades de Jiguamiandó en el Chocó. Durante el 2003, pretendiendo obligar a
la población civil a abandonar el área, los paramilitares aislaron durante meses a
poblados enteros y castigaron a los habitantes locales, quienes se oponían a ser
desplazadosix. Finalmente, esta estrategia provocó que una parte de los habitantes
de las cuencas abandonaran el área. En el 2004, unos 5,900 pobladores
afrocolombianos e indígenas (en un total de 17 poblados) asentados a lo largo del río
3
San Juan en el Chocó, fueron aislados durante dos meses, cuando los paramilitares
establecieron bloqueos a lo largo de la única salida por el ríox.
A partir del monitoreo de artículos de prensa escrita, CODHES ha podido establecer
que entre enero de 2003 y junio 2004 se presentaron eventos asociados a este tipo
de restricción ejercida por grupos de guerrilla, en diez departamentos; por los
paramilitares, en siete departamentos y por las Fuerzas Armadas -FFAA-, en tres
departamentos.
Los actores armados irregulares han desarrollado poderosos y perversos métodos
para imponer el control. Para sentar un precedente en la comunidad, ocasionalmente
asesinan a civiles o también amenazan con castigar a poblados enteros que no
acaten sus órdenes. Asimismo, los actores armados y en particular los grupos
guerrilleros, siembran minas antipersona en forma indiscriminada, que además de
detener el avance de sus adversariosxi producen aislamiento, restricciones severas a
la movilidad y a la posibilidad de abastecimiento de la población civil.
En algunas regiones, los puntos de control en carreteras y ríos establecidos por los
actores armados, no solo afecta la libre movilidad de los pobladores, sino también
impide el acceso de las agencias de ayuda humanitariaxii.
Confinamiento selectivo:
Por medio de esta segunda forma de confinamiento –menos visible– los actores
armados locales ejercen un control esporádico sobre el movimiento de la población, e
imponen restricciones en el transporte de ciertos bienes o límites en los montos de
dinero o de artículos de valor que una persona puede llevar consigo. Lo anterior es
un esfuerzo por controlar el movimiento de los adversarios, provocar, mediante el
hambre, la salida del enemigo, o mantener el control social de las comunidades
porque según tales actores armado, sus enemigos están escondido entre la
población civil.
Los actores armados establecen numerosos tipos de normas. Llegan a imponer
impuestos sobre la comercialización de bienes y productos; en particular, sobre
productos agrícolas, el combustible, los medicamentos y la comercialización de la
cocaxiii. También, por medio de retenes y puestos de vigilancia, ellos obligan al
registro de los nombres de los pobladores locales que circulan por la región. En otros
casos, establecen códigos de conducta sobre la población, como por ejemplo la
prohibición a los hombres de llevar el pelo largo, y toques de queda, que a menudo
impiden que los lugareños salgan de sus aldeas o de sus casas, después de una
hora determinada. Así mismo, a veces sólo se permite el acceso restringido a ciertas
zonas.
4
En ciertas regiones, los actores armados imponen límites a la extensión de cultivos y,
en algunas ocasiones, prohibiciones expresas de mantener sembrados diferentes a
la hoja de coca. Por otra parte, las plantaciones de coca se fumigan periódicamente
con glifosato, que destruye también otros cultivos además de la coca y, por lo tanto,
agrava la situación de inseguridad alimentaria de las comunidades que se
encuentran confinadas. La población local restringe su movilidad para protegerse
pero también a causa de amenazas reales o percibidas, ya que con frecuencia es
víctima de las sospechas y de los estigmas que la señalan como ayudante o
informante del adversario del actor armado dominante.
Aunque a veces las restricciones son el resultado de órdenes específicas, en
ocasiones el miedo generalizado ante la presencia de grupos armados y el recuerdo
de ataques en contra de la población civil, impiden que las personas se desplacen
libremente. Ciertos individuos, en particular los líderes sociales y los representantes
comunitarios están especialmente expuestos a la persecución, las amenazas, la
vigilancia y, en casos extremos, el asesinato. A menudo, se prohíbe a tales líderes
salir de sus poblados para dirigirse a los centros urbanos a cumplir con reuniones u
otras actividades.
El confinamiento también afecta a las comunidades retornadas. En el 2003, en la
región del Catatumbo, unas 600 personas regresaron a sus hogares como parte de
un retorno promovido por el Estado, con promesas de protección y ayuda
humanitaria. No obstante, por parte de la guerrilla y de los paramilitares, algunas de
estas comunidades han sido víctimas de las prácticas de confinamiento, la
inestabilidad, el incremento de la vulnerabilidad y del riesgo de nuevos
desplazamientosxiv.
Las prácticas de confinamiento difieren según el actor armado. La guerrilla y los
paramilitares son los principales responsables, aunque durante algunas de las
operaciones militares de la fuerza pública se restringe el movimiento de la población
civil y se imponen bloqueos económicos. Este tipo de situaciones se vienen
presentando en forma reiterada en el departamento de Caquetá donde, según
testimonios de las comunidades, el desarrollo de la ofensiva militar denominada “Plan
Patriota” ha sometido a la población civil a presiones de las partes enfrentadasxv.
IMPACTOS DEL CONFINAMIENTO
Las prácticas de confinamiento tienen un impacto devastador. En aquellas áreas
donde a los civiles no se les permite desplazarse con libertad, se afecta su capacidad
de realizar actividades cotidianas como pescar, cazar y trabajar la tierra, vitales para
su seguridad alimentaria. Se ha demostrado que la restricción en los viajes y, por
consiguiente, en el acceso a los mercados locales para comprar y vender productos,
provocan una reducción de recursos para la compra de alimentos, lo que tiene un
impacto particularmente adverso en las mujeres y los niños y las niñas.
5
Cuando dejan de funcionar los mecanismos para hacerle frente a las adversidades,
el confinamiento deviene en emergencias humanitarias. La tarea de brindar ayuda
humanitaria a las comunidades afectadas es más compleja ante la dificultad del
acceso a las diferentes áreas.
Las restricciones en la libertad de movimiento también ponen en peligro las
actividades culturales, sociales y organizacionales, lo cual debilita el tejido social y
destruye las tradiciones.
Igualmente, el confinamiento tiene efectos adversos en la salud física y mental, y en
el acceso a la educación de las poblaciones que lo afrontan. Con frecuencia, los
actores armados prohíben el ingreso de medicamentos y de misiones médicas a las
áreas rurales, ya que los combatientes consideran que este personal de salud puede
colaborar con sus adversarios. Muchas escuelas y centros de salud se han visto
obligados a cerrar los docentes y personal medico son presionados a abandonar las
zonas de guerra tras recibir amenazas directas de los actores armados o porque
buscan lugares mas seguros para vivir.
Por ejemplo, en los poblados a lo largo del río San Juan en el Chocó, después de las
vacaciones escolares de 2004, la mayoría del personal docente no regresó debido al
escalamiento del conflicto armadoxvi. Asimismo, muchas escuelas rurales en el
Catatumbo se vieron obligadas a cerrar ante la falta de docentesxvii.
Las mujeres se ven particularmente afectadas. Según el Proyecto Pasos, en el
Catatumbo los actores armados prohíben el ingreso de preservativos (condones), lo
que conlleva a embarazos no deseados y al incremento de las infecciones de
transmisión sexual. La falta de personal de salud significa que los embarazos y
partos de alto riesgo son particularmente peligrosos y en ocasiones fatales. El acoso
sexual y las violaciones son comunes, especialmente en los puntos de control, donde
las
mujeres
se
ven
obligadas a someterse a
exhaustivas y humillantes
requisasxviii.
Las mujeres son quienes
generalmente van a los
centros urbanos a comprar
los alimentos puesto que a
los
hombres
se
les
considera sospechosos. Sin
embargo, en ocasiones
ellas tienen miedo de viajar
sin sus maridos o parientes
6
masculinos, por temor a las violaciones. En el Sur de Bolívar, las investigadoras del
Proyecto Pasos conocieron personas que habían desarrollado enfermedades por el
temor de simplemente ir de su casa a la letrinaxix.
COMENTARIOS FINALES
El confinamiento de la población civil debe verse como un asunto de expresa
violación a los Derechos Humanos y al Derecho Internacional Humanitario. Es una
expresión del incumplimiento por parte del Estado de su primera y principal
obligación acerca de garantizar la vida, integridad personal, honra y bienes de los
ciudadanos.
Hasta el momento, las instituciones gubernamentales colombianas no han
desarrollado programas específicos humanitarios y de protección para las
comunidades confinadas. Se han llevado a cabo incipientes esfuerzos para adelantar
programas de prevención en el marco de la Ley 387 de 1997, a pesar de que esta ley
obliga a que se brinde atención a las comunidades vulnerables, para evitar nuevos
desplazamientos. De hecho, en la mayoría de las áreas rurales donde ocurre el
confinamiento, las instituciones civiles del Estado tienen muy poca presencia.
No obstante, brindar protección a las comunidades confinadas constituye un
verdadero desafío para todos los actores humanitarios. Algunas agencias
internacionales de ayuda, junto con organizaciones de las iglesias, de mujeres y
ONG locales, han iniciado campañas para llamar la atención sobre la difícil situación
de las comunidades confinadas. De esta manera se ha pretendido incrementar las
misiones humanitarias y exigir que todos los actores armados respeten a la población
civil en medio del conflicto. Falta mucho por hacer para asegurar la debida protección
y el respeto de los derechos humanos de estas comunidades.
CODHES, el Proyecto Pasos- Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado- y PCS
junto con todas las comunidades involucradas esperan que este estudio pueda dar
un mayor conocimiento sobre la situación de estas comunidades y, asimismo,
estimular un dialogo entre las organizaciones tanto publicas como privadas, en busca
de soluciones y de protección para las poblaciones confinadas en medio del conflicto
armado Colombiano.
7
i
Cfr.
•
•
•
•
•
•
•
ASOCIACIÓN MINGA. Conflicto armado y Crisis Humanitaria en el Catatumbo. Mayo
2002. En www.mingaong.org
DEFENSORÍA DEL PUEBLO. Resolución Defensorial No 025. Bogotá, Octubre de 2002.
INTERNATIONAL CRISIS GROUP (ICG): La Crisis Humanitaria en Colombia. Informe
América Latina No 4. Washington DC: 9 de julio de 2003. www.icg.org
CODHES: Boletín No 46 Guerra y Confinamiento, Desplazados Sin Salida. Bogotá: 10 de
diciembre de 2003. En www.codhes.org.co
COMITÉ INTERNACIONAL DE LA CRUZ ROJA (CICR): Informe Anual 2003. Bogotá: 10
de Junio 2004.
OFICINA DE NACIONES UNIDAS PARA LA COORDINACIÓN DE ASUNTOS
HUMANITARIOS (OCHA). Informe Sala de Situación Humanitaria Septiembre de 2004.
Bogotá: 5 de noviembre de 2004. En www.sshcolombia.org
AMNISTÍA INTERNACIONAL (AI). Población Civil víctima de masacres. 1 de julio de
2004. En http://web.amnesty.org/library/Index/ESLAMR230322004?open&of=ESL-351
En prensa consultar: El Colombiano: “Confinamiento Otra cara de la Guerra“. Medellín: 14 de
diciembre de 2003; Nuevo Siglo: “Violentos acentúan bloqueo a pueblos enteros“. Bogotá: 23 de Julio de
2004; El Tiempo: “Guerra: Los 70 pueblos sitiados por el Hambre“. Bogotá: 19 de septiembre
de 2004.
ii
Intervención de Jaime Araújo Rentería, Presidente de la Corte Constitucional en el Seminario
“Respuestas institucionales y sociales al desplazamiento forzado en Colombia.” Bogotá, 8 de
noviembre de 2004.
iii
CODHES. Esta cifra está basada en visitas de campo, entrevistas con autoridades y organizaciones
locales, y comunicados de prensa. El confinamiento es asociado por esta organización a la
persistencia de retenes, paros armados y operaciones de ofensiva militar.
iv
El equipo de investigación fue conformado, por parte de Proyecto Pasos, por Mónica Godoy
(coordinadora), Paola Figueroa y Reina González; y por parte de CODHES, por Germán Piffano
(coordinador), Melissa López y Edwin Tapia.
v
Los Estudios de caso se focalizaron en cada región de la siguiente manera: En el Magdalena Medio
se visitaron las comunidades rurales ubicadas en el Valle de Río Cimitarra pertenecientes a los
municipios de Remedio, Yondó y San Pablo; en el Chocó 17 comunidades que habitan el curso medio
del río San Juan (que constituye el límite entre los municipios de Istmina y Medio San Juan); y en el
Catatumbo las áreas rurales de los municipios Convención, Teorama, El Tarra y San Calixto.
vi
La investigación completa será publicada próximamente.
vii
Conversatorio sobre el concepto de confinamiento. Seminario Internacional “Construcción de Cifras
e Indicadores sobre el Desplazamiento Forzado“. Bogotá: 24 y 25 de Septiembre de 2004.
Participaron representantes de OXFAM, Departamento Nacional de Estadística DANE, Defensoría del
Pueblo, Red de Solidaridad Social, PCS, CICR, Secretariado Nacional de Pastoral Social, Proyecto
Pasos, Observatorio CODHES.
viii
En particular la investigación basa esta afirmación en entrevistas y visitas realizadas por CODHES,
entre 2003 y 2004, a comunidades en resistencia ubicadas en el Bajo Atrato, Magdalena Medio, Alto
Naya, Catatumbo, Sierra Nevada de Santa Marta, Urabá Antioqueño; así como, en los departamentos
8
de Arauca, Cauca, Nariño, Putumayo, Tolima y Valle del Cauca. En estas regiones, las comunidades
visitadas manifestaron que las presiones perimetrales son ejercidas principalmente por la Fuerza
Pública y los grupos paramilitares, mientras que, los grupos subversivos hacen presencia e imponen
una convivencia forzada dentro de los territorios. Esta situación incrementa la estigmatización de la
población civil en resistencia.
ix
Grupo de Comunidades en Riesgo: Informe de Misión Humanitaria conformada por OACNUDH,
ACNUR, Red de Solidaridad Social con el acompañamiento de Comisión Intereclesial Justicia y Paz.
Bogotá: abril de 2003. En el caso de las comunidades de la Cuenca del Jiguamiandó, éstas han
contado con el acompañamiento de la Comisión Intereclesial Justicia y Paz, la cual ha denunciado e
ilustrado profusamente las agresiones dentro del proceso de acompañamiento de estas comunidades.
En http://www.globalproject.info/art-1943.html; http://www.globalproject.info/art-1944.html
x
Informe de la Comisión Humanitaria de verificación realizada en el Medio San Juan, del 19 al 22 de
agosto de 2004, con la participación de la Defensoría del Pueblo regional Chocó; Procuraduría
regional del Chocó; Departamento Administrativo de Salud del Chocó; DASALUD; Red de Solidaridad
Social regional Chocó; la Personería de Itsmina; la Alcaldía y Personería de Medio San Juan, y la
Diócesis de Itsmina-Tadó. En calidad de acompañantes y de apoyo a la comisión OCHA, ACNUR y
CODHES.
xi
Observatorio de minas antipersonales.
El Tiempo: “Aquitania, sitiado por las minas ‘quiebrapatas’“. Bogotá: 7 de Julio de 2004.
xii
Nuevo Siglo: “Violentos acentúan bloqueo a pueblos enteros“. Bogotá: 23 de Junio de 2004. “El
director internacional del Comité Internacional de la Cruz Roja, Pierre Ferrand, alertó sobre la grave
situación de bloqueos que actualmente viven algunas comunidades en Colombia a manos de grupos
armados irregulares que impiden el paso de misiones médicas y ayudas humanitarias; la situación
está provocando crisis humanitarias principalmente en los Montes de María, Guaviare, Catatumbo y
Urrao. “
xiii
El País: “Crítica Situación de Indígenas Caucanos“. Bogotá: 26 de abril de 2003. “En el norte del
departamento del Cauca los grupos ilegales controlan la zona, sometiendo a los habitantes, en su
mayoría indígenas, a retenes ilegales, impuestos para salir o entrar a la región, amenazas y acciones
violentas. Además de lo anterior, la Defensoría del Pueblo denunció la falta de condiciones adecuadas
para el progreso de las comunidades indígenas en la región. “
xiv
Basado en informes de visitas de campo CODHES, entre 2003 y 2004.
xv
Basado en informes de visitas de campo y misiones humanitarias CODHES en 2004.
xvi
Informe de la Comisión Humanitaria de verificación realizada al Medio San Juan del 19 al 22 de
agosto de 2004.
xvii
Informe de la Misión Humanitaria “Por la Vida del Catatumbo”, del 6 al 9 de Septiembre de 2004.
En www.codhes.org.co
xviii
Basado en entrevistas con mujeres desplazados en el Catatumbo, Proyecto Pasos, 2004.
xix
Basado en información adquirida durante las visitas de campo al Sur de Bolívar, Proyecto Pasos,
2004.
9
La Consejería en Proyectos (PCS) es un consorcio internacional de agencias de cooperación
europeas y canadienses, creado en 1979. Está constituido por: El Consejo Danés para los
Refugiados (DRC), El Consejo Noruego para los Refugiados (NRC), la Acción Conjunta de las
Iglesias de Holanda (ACT/NL), la Ayuda de las Igleasias Protestantes de Suiza (HEKS), y la
agencia canadiense Inter Pares (IP). PCS opera en el Perú, América Central / México y
Colombia.
PCS realiza actividades en países en conflicto y en situaciones post conflicto. Trabaja con
contrapartes locales, con organizaciones de base y religiosas. Asimismo, PCS reconoce a las
personas afectadas por los conflictos internos, en particular a las personas refugiadas y
desplazadas y a sus organizaciones y movimientos sociales, como la población participante.
PCS trabaja en ayuda humanitaria y protección al refugiado, y poblaciones desplazadas;
desarrollo y fortalecimiento de las capacidades humanas e institucionales e incidencia política.
En Colombia, PCS trabaja en las siguientes subregiones: Urabá-Atrato (Urabá Chocoano, Urabá
Antioqueño, Atrato Medio), el nordeste (Catatumbo, Magdalena Medio, Frontera con Venezuela),
y Bogotá.
Teléfonos (571) 2884377 – 2885794 ● Fax 2852035 ● Calle 33 # 6-94, Piso 12 ● Bogotá, DC – Colombia ● http://www.pcslatin.org
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