Priscilla, la reina del desierto arrasó con los Premios Hugo

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espectáculos
| Miércoles 3 de septieMbre de 2014
teAtro
Celebración del
espíritu tolerante
Moni Ovadia y su banda
Omar Calicchio, al frente del cuadro de Priscilla, la reina del desierto
oylem goylem . ★★★ buena. dirección, dramaturgia y actuación:
Fotos Fabián marelli
Priscilla, la reina del desierto
arrasó con los Premios Hugo
teatro musical. Se celebró la quinta entrega de galardones, en la que Pepe Cibrián
se llevó el oro; y Karina K ganó como mejor actriz y fue ovacionada de pie
Apostillas
glamorosas
Viene de tapa
Otra dama con glamour, el musical
Priscilla, la reina del desierto, arrasó
con las estatuillas, imponiéndose en
12 ternas: mejor musical, dirección
(Valeria Ambrosio), como director
musical (Gaby Goldman), actuación
derepartofemenina(premiocompartido entre Sabrina Artaza y Florencia
Benítez), intérprete, tanto femenino
como masculino, en ensamble (para Jimena González y para Esteban
Provenzano, respectivamente), producción integral (Gabriel García y Daniel Vercelli) y revelación masculina
(Luis Podestá). Ya se habían conocido
antes, en la ceremonia de entrega de
diplomas, otros premios que mereció
esta producción: diseño de vestuario
original (René Diviú), diseño de sonido original (Osvaldo Mahler) y adaptación y/o traducción de libro y letras
(Marcelo Kotliar).
Martín Bossi también tuvo un lugar
protagónico, con el premio al mejor
music hall, por Big Bang Show, también merecedor del diseño de luces
(Pablo Vaiana) y al mejor intérprete
de este subgénero, estatuilla compartida con Diego Reinhold, por su
trabajo en Bulebú.
Otro gran ganador de la velada fue
La fiera, que mereció el premio al
mejor unipersonal musical (para la
labor de Iride Mockert), así como la
estatuilla al director y al libro (ambos
para Diego Tenconi Blanco). “Nos elegimos mutuamente”, dijo el realizador del vínculo con la actriz, que nació
con las ganas de trabajar juntos, entre
ideas y jugos de maracuyá.
Entre las sorpresas, El club del hit,
el elenco con mayor hinchada de la
platea, se llevó el Hugo a la mejor coreografía (Alejandro Ibarra). Hace
dos semanas se había alzado también
con la estatuilla a los arreglos musicales (Matías Ibarra). Hay que destacar
a Swingers, que se llevó su estatuilla a
la dirección musical (Tomás Mayer
Wolf) y a la intérprete femenina en
music hall (Natalie Pérez). El premio
a las letras de un musical argentino
fue para Desde mis ojos... una zambita cruel (Hernán López Sosa) y la
mejor música original fue para Y un
día... Nico se fue, con las partituras de
Ale Sergi. A su vez, Leandro Gazzia
se llevó el Hugo a la mejor actuación
de reparto (Mireya).
En el circuito off, el premio al mejor
musical fue compartido entre Mundo redondo, de Roberto Peloni, y Pegados, una historia de amor, dirigida
por Valeria Ambrosio, que también
Karina K, muy aplaudida, con su Hugo a Mejor Actriz
obtuvo el galardón a la mejor intérprete femenina (Vanesa Butera). Esa
categoría fue compartida con Sol Ajuria (Amor sin barreras, lo conocí en el
Roca). Otra actriz que fue reconocida por su trabajo en el off fue Martina
Zapico, como intérprete revelación
(Juegos de fábrica). El premio al mejor actor del circuito fue para Claudio
Pazos (Amor sin barreras...). Otro ganador fue Alberto Negrín, por su escenografía en Pasos de amor, por esa
imponente producción de Fernando
Marín donde irrumpía una locomotora en escena.
En el universo del musical infantil
y/o juvenil el mejor espectáculo fue
Locas canciones, merecedor del Hugo al mejor director musical (Héctor
Presa), a su música (Carlos Gianni) y
a su coreografía (Mecha Fernández).
Otros premios que reconocen las producciones para toda la familia fueron
para Pegamundos, que se alzó con el
mejor libro o letras (Marina Baigorria, María José Colonna, Paula Sánchez y Valeria Zlachevsky). La mejor
intérprete femenina fue Geraldine
Farhat (Sueño de una noche de verano) y el mejor intérprete Jorge Maselli
(Mucho con poco). Los Hugo, además,
entregaron premios a la trayectoria
a Ana María Cores, María Concepción César (“estoy llena de dolores,
pero cuando subo a un escenario se
me pasa todo”) y a Les Luthiers (representados por Daniel Rabinovich
y Marcos Mundstock), un galardón
presentado por el ministro Hernán
Lombardi.
Un premio que crece
Un imponente cuadro de obertura
dio inicio a la ceremonia, donde intérpretes destacados de también destacados musicales que fueron nominados durante estos cinco años de Premios Hugo entonaron fragmentos de
canciones, caracterizados como sus
personajes. Así se pudo ver a Karina
K, como Mrs. Lovett (Sweeney Todd),
a Melania Lenoir, como su viejita de
Forever Young, a Mariano Chiesa y
Natalia Volonnino con sus marionetas de Avenida Q; a Magalí Sánchez
Alleno, como Bella; a Federico Salles
y Florencia Otero, en sus personajes
de Despertar de primavera; Fernando
Samartín, como Sandro; Candela Cibrián, como Mina Murray; Roberto
Peloni, como La Parka; y así muchos
más como Omar Calicchio, Germán
Tripel, Marcos “Bicho” Gómez, Eliseo
Barrionuevo, Claudio Pazos, Lionel
Arostegui, Meme Mateo, Julián Pucheta, Emma Longhi, Julián Sierra
y muchos más, con coreografía de
Verónica Pecollo y música de Martín
Bianchedi y Gerardo Gardelín. Luego vendría otro número imponente,
donde los mejores musicales de las
últimas entregas presentaron un
fragmento. Así, Diego Mariani, Calicchio y Peloni comenzaron con un
tema de El cabaret…, seguido por Julia
Calvo, de Manzi, la vida en orsai; Chiesa, Volonnino y Federico Salles, por
Avenida Q y, finalmente, Elena Roger,
por Piaf, quien volvió a deslumbrar
con su interpretación de “Non, je ne
regrette rien”. La producción de Casi
normales no autorizó que participase de este cuadro un fragmento de la
obra, pero el musical fue mencionado
en los aplausos y en el piano de Gaby
Goldman.
El premio creado por Ricky Pashkus y Pablo Gorlero al musical, cuyo
nombre es un homenaje a Hugo Midón, crece cada año y cuenta, además,
con el aporte visual y estético de Ana
Sans. Otra vez la conducción recayó
en Laura Oliva, hábil para crear situaciones con humor y resolver el vértigo
del vivo. La sala grande de la Usina del
Arte estaba repleta de bote a bote y
hasta la 1 de la mañana hubo emoción
y camaradería.ß
Telefé volvió a ganar en agosto
rating. Superó a El Trece por cinco décimas y fue el más visto
Con un acumulado de 9,1 puntos
de rating, Telefé volvió a ganar la
pulseada por el rating en el pasado mes de agosto, escoltado de
cerca por El Trece, que sumó 8,6
puntos. El canal de las esferas lleva 14 meses consecutivos como el
más visto, aunque la distancia entre ambos se ha ido acortando con
los meses: en mayo, la diferencia
era de dos puntos. En el tercer
puesto se ubicó América, con 4,6
puntos; en el cuarto, Canal 9, con
4,2 y último, la TV Pública, con 3,1
puntos de rating.
Los pilares de Telefé para retener el liderazgo fueron el estreno
de Viudas e hijos del rock & roll,
que arrancó con una media de
18, 5 puntos y el aporte de Susana
Viuda e hijos del rock & roll
Giménez, que con su ciclo semanal contribuyó con un promedio
de 17 puntos. Otros puntajes altos
en el canal fueron los correspondientes a Tu cara me suena, con
un promedio de 14,2 puntos, y la
ficción Camino al amor, con 13,3
puntos. En El Trece, ShowMatch
fue el líder, con una media de 21
puntos. El otro programa con
buenos resultados fue Periodismo
para todos, el ciclo de Jorge Lanata, que los domingos a la noche
promedió 15,1 puntos de rating.
Ya sin el Mundial de fútbol, la
TV Pública volvió al quinto lugar,
mientras que América y Canal 9
retomaron su lucha histórica por
el tercer lugar, que este mes fue
para el primero de ellos.ß
l Gran gesto de humildad
y compañerismo fue el de
Florencia Benítez, prima
donna de Priscilla, quien se
encontraba a pocos metros
del escenario cuando se
anunció que era la ganadora de un Hugo, premio
compartido con Sabrina
Artaza. Florencia esperó a
su compañera de elenco
para subir juntas al escenario. Artaza dedicó entre sus
agradecimientos a la comunidad asiática, ya que su
personaje es una filipina.
l Facundo Arana quiso estar presente en esta fiesta
de los Hugo (ya había hecho una participación hace
dos años con su saxo en
Primeras damas del musical, también de la dupla
Pashkus-Gorlero) y, de elegante traje, entregó un
premio.
l Una dupla desopilante de
presentadores fue la de Alberto Favero, muy ocurrente, quien incluso dio un giro
al texto que tenía que pronunciar, y Jey Mammon,
quien dijo no estar a la altura del maestro. Y otra dupla
aplaudidísima fue la de
Laura Esquivel y Gastón
Soffritti, la pareja del exitazo de Patito feo, que se reunió luego de siete años,
para entregar un premio.
l La elegancia de los presentes, nominados o miembros de los elencos nominados, fue la nota distintiva de
esta ceremonia. Desde el
saco de Alejandro Paker, el
look tan elogiado de Roberto Peloni, o los vestidos de
Natalie Pérez y de Marta
Mediavilla, entre otros
ejemplos, sumaron glamour a la fiesta.
reestreno
Barrilete cósmico
Usando la metáfora que Víctor Hugo
Morales convirtió en un clásico por el
golazo de Maradona a Inglaterra en
1986, vuelve a escena Barrilete cósmico, el partido del siglo, de Rubén de la
Torre, con él, Jorge Vigetti, Mariángeles Bonello y Alfredo Rizo. Sábados, a
las 23, en Boedo XXI, Boedo 853. ß
series
Llega Orphan Black
Esta noche, a las 23, A&E estrena
Orphan Black desde su primera
temporada. La serie sigue a una joven que descubre el cuerpo de una
mujer idéntica a ella (Tatiana Maslany) en una estación de tren, punto
de partida para una intriga sobre los
límites de la genética.ß
Moni Ovadia. músicos: Lucas Garlaschelli, contrabajo; Maurizio Dehò,
violín; Massimo Marcer, trompeta; Paolo Rocca, clarinete; Albert Mihai,
acordeón; Marian Serban, címbalo. escenografía y vestuario: Marcello
Corvino. diseño de luces: Amerigo Varesi. sala: Martín Coronado del
Teatro San Martín.
S
i el humor es, como se ha
dicho, un arte de existir al
tomar distancia y desdramatizar frente a distintas formas
de la desdicha, en el caso del humor específicamente judío podría hablarse de un imprescindible recurso de la inteligencia
para resistir marginaciones,
exilios y tragedias; para ganarles de mano a los estereotipos del
antisemitismo; para cultivar saludablemente la autoburla.
La galería de humoristas judíos en el mundo del espectáculo
es vasta e incluye a creadores tan
populares y descollantes como
Charles Chaplin, los hermanos
Marx, Jerry Lewis, Woody Allen,
Larry David… El teatro de variedades, el cine, la televisión, ahora el stand up han hecho circular
con mucho éxito –entre públicos
muy diversos– chistes, cuentos,
aforismos, proverbios, juegos de
palabras de esta rica tradición
folklórica que ha retomado hace
largos años el actor, cantante y
dramaturgo Moni Ovadia. Judío
sefardí nacido en Bulgaria y afincado en Milán, últimamente se
ha separado de la comunidad de
ese origen en esa ciudad por su
desacuerdo con el apoyo a las políticas de Benjamin Netanyahu, y
ha radicalizado sus críticas contra la ocupación y colonización
de territorios palestinos por parte de Israel.
De todos modos, esta temática
no figura en el show presentado
este fin de semana: Oylem Goylem (El mundo es tonto) celebra
el judaísmo, alienta un espíritu
tolerante y pacífico, encuentra
el lado bueno del exilio –sin de-
jar de advertir el doloroso trauma que representa– al acicatear
la capacidad de supervivencia.
Ovadia relata en detalle escenas
bíblicas, chistes sobre la comida
y respecto de las relaciones con
otras religiones, intercala un
fragmento de una conferencia
de Kafka y –yendo a lo seguro–
chancea sobre la idishe mame
(vuelve sobre la vieja historia,
por lo visto conocida universalmente, de la madre que le regala
dos corbatas a su hijo).
Sobre una tarima, sentado
en una silla que abandona por
momentos, entre viejos baúles
y valijas que aluden a la diáspora, algunos libros en el suelo que
cada tanto consulta, el creador
e intérprete de este espectáculo
se relame un tanto con sus propias palabras, alarga innecesariamente algunos cuentos y no
le alcanza su habilidad histriónica para evitar la dispersión.
Afortunadamente, en sus trajes
evocadores de altri tempi, lo rodean los seis excelentes músicos
de la Stage Orchestra, haciendo
preciosos temas klezmer, bañados en apropiada luz sepia.
Ovadia se les suma alternadamente con el canto, haciendo
pasitos de baile o con la mímica de dirigir sentado el grupo,
cuyas intervenciones resultan
siempre bienvenidas, deliciosos oasis en medio de tanta locuacidad en aceptable español.
Curiosamente, dos palabras de
mucho peso en este contexto se
dicen reiteradamente en forma
errónea: padrón por pogromo,
perjuicio en vez de prejuicio.ß
Moira Soto
cláSicA
El discreto encanto
de lo académico
Freiburg cathedral boy’s choir. ★★★★
tor:
muy bueno. direc-
Boris Böhmann. conciertos del mediodía, del mozarteum argen-
tino. teatro gran rex
U
n coro siempre es una
agrupación grata de ver
y escuchar, sobre todo si
es bueno y, en la Argentina, hay
algunos especialmente buenos.
Pero si se trata de un coro de chicos, la situación va acompañada de un ingrediente emocional
añadido. Es que, también por
razones que tienen que ver con
lo sentimental, la gente tiende a
pasar por alto errores e inexperiencias y a señalar que, dada la
edad de los integrantes, los resultados musicales no pueden
medirse con la misma vara que
si se tratara de una institución
integrada por adultos.
Sin embargo, en el caso del Coro de Niños Cantores de la Catedral de Freiburg, los resultados
musicales pueden medirse con
la misma vara. Totalmente. En
primer lugar impresiona el ajuste inexpugnable. Otra impresión
paralela es la que produce el alto
grado de musicalidad demostrado por el conjunto, mientras la
precisa afinación es también un
mérito que se advierte de inmediato. Y la articulación, que permitió escuchar cada palabra con
claridad así cantaran en francés
o en alemán.
Además, hay un hechizo adicional surgido del color de las
voces infantiles y adolescentes.
Esta cualidad crea un clima de
transparencia que tiñe a la música de una sugestión inhabitual
y, sin desvirtuar sus peculiarida-
des estilísticas, hace que todo
suene con una sonoridad que,
para usar un lugar común, podría definirse como “angelical”,
en el caso de que los ángeles cantaran y se los pudiera escuchar.
Por cierto, lo que desarrollaron los chicos de la catedral de
Freiburg en la hora de su recital,
no fue un programa fácil, ya que
se inició con un Gregoriano, perteneciente al Cuarto Domingo
posterior a la Pascua; continuó
con el Kyrie de la Misa Papae
Marcelli, un motete romántico
de Anton Bruckner, otro motete de Franz Liszt, la obra coral
sacra de Richard Wagner titulada “La fiesta de Pentecostés”,
el “Cantique” de Gabriel Fauré
(sobre textos de Jean Racine) y
canciones populares alemanas
recopiladas por Reimund Hess,
con el título de “Otros pueblos,
otras muchachas”.
La tradición de los coros infantiles y juveniles alemanes se
remonta al siglo XIII para acompañar las celebraciones litúrgicas. La catedral de Friburgo fue
uno de los templos que siempre
albergó estos conjuntos con particular empeño en su calidad.
Por su carácter, lo que cantan
tiene un natural e inevitable encuadramiento académico, como
que responden a todo un sistema expresivo musical, del que
nunca estuvo excluido lo humano y su contenido sentimental.ß
Jorge Aráoz Badí
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