LUDWIG VAN BEETHOVEN

Anuncio
LUDWIG VAN BEETHOVEN
Beethoven nació el 16 de Diciembre de 1770 en Bonn. Su padre era
tenor en la capilla de la Corte y su abuelo había sido, primero bajo y luego
Maestro en la misma capilla. El temprano talento del muchacho le
predisponía del modo más natural a seguir la ordenada y segura carrera del
padre y del abuelo. Amigos y parientes le proporcionaron la primera
introducción al piano y al violín. Pero la formación musical metódica no
comenzó hasta que Christian Gottlob Neefe empezó a ocuparse del joven
talento. Aquel muchacho de once años pronto pudo sustituir a su maestro en
el órgano y el clavicémbalo; a los trece años, su nombre figura ya en la lista
de sueldos de la Capilla de la Corte.
Gracias a la mediación de Neefe marchó Beethoven a principios de
1787 a Viena para, según deseos del Príncipe Elector, terminar de
perfeccionarse junto a Mozart. El joven artista permaneció sólo catorce días
en la ciudad; la noticia de la grave enfermedad de su madre le volvió a llamar
a Bonn. Allí la acompañó hasta su muerte. El padre, después de la muerte de
su esposa y otros golpes del destino, se fue entregando más a la bebida, de
modo que pronto toda la responsabilidad de la familia cargó sobre el joven
músico de la Corte.
A principios de Noviembre de 1792, abandona Beethoven para
siempre su ciudad natal, para concluir en Viena con Haydn sus estudios
musicales. Las recomendaciones que traía de Bonn junto a las del Conde
Waldstein, abrieron pronto al joven artista las puertas de la alta sociedad
vienesa; rápidamente se hizo célebre como virtuoso del piano y en Marzo de
1795 tocó por primera vez en un concierto público.
Beethoven compone incansablemente con una dura y constante
autocrítica: se puede afirmar que no existe una sola página de un
manuscrito musical de Beethoven en la que no haya hecho cambios o
1
correcciones. Ésta increíble capacidad de trabajo junto a una férrea voluntad
son dos cualidades que muestran el carácter del genio de Bonn.
En el verano de 1796 el joven artista realizará una gira de conciertos
por Praga, Dresde y Berlín donde toca ante la Corte del Rey de Prusia. Al año
siguiente, Beethoven estrenará su primera sinfonía y otras obras importantes
como la famosa sonata “Claro de luna”, dedicada a la joven condesa Giuletta
Guicciardi: durante largo tiempo se la creyó destinataria de las tres famosas
cartas de amor que se hallaron entre sus pertenencias. Como éstas cartas no
llevan fecha alguna, es muy difícil fijar el tiempo en que se escribieron y por
ello, la personalidad de la “amada inmortal”, como se llama en éstas cartas,
continua en la sombra.
En el camino del artista pronto irrumpe el destino. Ya desde hacía
algunos años Beethoven tenía dolencias de oído, que fueron evolucionando
hacia una sordera progresiva que manifestó a sus más íntimos amigos. Éste
inquietante hecho hubiera podido paralizarlo en la mitad de su carrera, pero
él se enfrentó animoso y sereno a éste golpe. Al empeorar lentamente su
dolencia, las repercusiones psíquicas fueron profundas, pero es de admirar
la constante superación interior de un mal tan espantoso para un carácter
tan sensible y precisamente tratándose de un músico.
En el verano del año siguiente comienzan los trabajos para la Heroica
que sonó por primera vez a finales de 1804 en un concierto en casa del
Príncipe. “Sinfonía heroica para conmemorar la memoria de un gran hombre”
es el título que aparece en la primera edición. El héroe de ésta sinfonía es
Napoleón Bonaparte, al que Beethoven estimaba mucho, pero cuando le
dieron la noticia de que se había hecho proclamar emperador, lleno de cólera
emborronó la dedicatoria y arrancó la página de la portada.
En Noviembre de 1805 se estrenó “Fidelio”, la única ópera que dejó
escrita. Hasta cierto punto fue un fracaso, ocasionado exteriormente por la
invasión de las tropas francesas. Después de algunas representaciones a
principios de 1806, retiró la ópera; sólo ocho años después, volvió a la escena
y ésta vez con éxito permanente. Entonces Beethoven pensó en ofrecerse
como compositor permanente de la ópera de la Corte pero su petición fue
denegada. A pesar de ello, tuvo una oferta tentadora del Rey Jerónimo
Bonaparte, pero influyentes amigos de Viena, el archiduque Rodolfo así como
los Príncipes Lobkowitz y Kinsky, le retuvieron asegurándole una importante
renta anual.
Fue una época de grandes éxitos aunque tampoco le faltaron
preocupaciones de todo tipo: la sordera empeoró considerablemente, de
manera que desde Enero de 1815, el maestro no pudo aparecer ya en público
al piano. La renta de la que disfrutaba disminuyó y mediante un nuevo
2
contrato, Beethoven pudo asegurar al menos la mitad de la que tenía. Pero el
maestro se vio hundido en las mayores dificultades cuando murió en
Noviembre de 1815 su hermano menor Karl. Según su última voluntad,
Beethoven quedó constituido tutor del único hijo de su hermano. Fastidiosas
diferencias con la viuda, una mujer bastante ligera a la que Beethoven
llamaba “reina de la noche” y agotadores procesos sobre la tutoría,
concluyeron cinco años después con el resultado de que Beethoven fue
nombrado su único tutor. Entre tanto, las trompetillas de Mälzel no servían
ya de nada, hasta tal punto había avanzado la sordera. El maestro tenía que
ayudarse en sus conversaciones con cuadernillos, en los que sus visitantes
anotaban sus preguntas y respuestas.
Enfermedades y dificultades económicas ensombrecen los últimos
años de Beethoven, pero sobre todo la preocupación por su sobrino que, sin
inmutarse por las amonestaciones de su tío e incluso reaccionando contra
éstas, se juntaba con amigos de vida ligera, llegando incluso a intentar el
suicidio. A pesar de ésta situación, el maestro mostró su inquebrantable
voluntad: solitario, vuelto hacia lo interior, escribe entonces su Misa
Solemnis, la Novena Sinfonía y los últimos cuartetos.
En Beethoven, el hombre y el artista forman una unidad indisoluble.
El trabajo sin descanso consigo mismo se refleja en la actitud ética de sus
obras. En ellas llama a la lucha por sus elevados ideales: la bondad y la
belleza, la libertad y la noble humanidad. Y sin embargo, en su música no se
describe a sí mismo, no se lamenta sobre su propio sufrimiento. Por encima
de lo personal coloca su gran misión: anunciar la fuerza de la alegría y la
humildad.
En la tarde del 26 de Marzo de 1827, durante una tormenta de
primavera, murió el maestro. Más de veinte mil personas acudieron a su
entierro. El poeta Grillparzer expresó en la oración fúnebre la esencia del
artista y del hombre: “...Era un artista, pero también un hombre, un hombre
en el más alto sentido de la palabra... Y si os domina alguna vez, como la
tempestad que se acerca, el poder de sus creaciones, o si dudáis en horas
oscuras de la unión de lo bello y lo bueno, pensad entonces en él, en el
hombre que tan grandes cosas realizó y en el que no había ninguna maldad.”
3
Descargar