Número de registro: 18907 Novena Época Instancia: Primera Sala

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CONTRADICCIÓN DE TESIS 95/2004-PS.
Número de registro: 18907
Novena Época
Instancia: Primera Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
Tomo: Tomo XXII, Julio de 2005
Página: 163
CONTRADICCIÓN DE TESIS 95/2004-PS. ENTRE LAS SUSTENTADAS POR LOS
TRIBUNALES COLEGIADOS DÉCIMO Y DÉCIMO SEGUNDO, AMBOS EN
MATERIA CIVIL DEL PRIMER CIRCUITO.
CONSIDERANDO:
CUARTO. El criterio sustentado por el Décimo Tribunal Colegiado en Materia Civil del
Primer Circuito, que es materia de esta resolución, proviene de la sentencia dictada el
veintinueve de junio de dos mil cuatro en el recurso de revisión 238/2004, en la cual
consideró en esencia lo siguiente:
"Ahora bien, en el caso, se trata de resolver, a la luz de lo que dispone el artículo 3033,
fracción VI, si es legalmente posible, en el caso que se analiza, proceder a la cancelación de
la inscripción del embargo trabado en autos, y en ese supuesto, interpretar si las promociones
donde se autorizan personas, se solicitan copias, la devolución de los autos del archivo, o se
dé por notificada alguna de las partes de la llegada de los autos, sean o no a las que exige tal
precepto para interrumpir la inactividad procesal. El citado precepto dispone: ‘Art. 3033.
Podrá pedirse y deberá ordenarse, en su caso, la cancelación total: ... VI. Cuando tratándose
de cédula hipotecaria o de embargo hayan transcurrido dos años desde la fecha del asiento,
sin que el interesado haya promovido en el juicio correspondiente.’. Ahora bien, considera la
Juez de Distrito que esa clase de promociones sí interrumpen el término de dos años previsto
en el numeral citado para la cancelación de la inscripción de embargo, en razón de que en el
precepto mencionado no se establece qué tipo de promociones interrumpen la inactividad
procesal, apoyándose en la tesis del rubro: ‘INSCRIPCIÓN PREVENTIVA DE EMBARGO,
PROMOCIÓN QUE INTERRUMPE LA CADUCIDAD DE LA.’. Por su parte, el recurrente
se apoya en la tesis por contradicción que se refiere a ‘CADUCIDAD DE LA INSTANCIA.
SÓLO ES SUSCEPTIBLE DE INTERRUPCIÓN A TRAVÉS DE PROMOCIONES QUE
TIENDAN A IMPULSAR EL PROCEDIMIENTO Y NO CON CUALQUIER ESCRITO
(LEGISLACIÓN PROCESAL DEL DISTRITO FEDERAL).’, manifestando que no
confunde la caducidad de la instancia con la extinción del asiento registral y que, en el caso,
no existió impulso procesal, ya que la actora sólo se concretó a autorizar personas y solicitar
la devolución de los autos del archivo. Ahora bien, le asiste la razón al quejoso y recurrente,
ya que a través de la tesis en que se apoya, en ésta se hace una interpretación de un precepto
donde tampoco hace referencia a qué clase de promociones se refiere para interrumpir la
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caducidad de la instancia, que es el artículo 137 bis del Código Civil, que si bien se refiere a
los juicios civiles y a la caducidad de la instancia en tanto que el acto reclamado proviene de
un juicio mercantil y se discute la cancelación de un embargo por inactividad procesal, lo
cierto es que se interpreta el precepto ahí citado, sólo en el sentido de su parte final, del
primer párrafo donde alude a que ‘si transcurridos ciento veinte días contados a partir de la
notificación de la última determinación judicial no hubiere promoción de cualquiera de las
partes’. En el caso, la similitud de la interpretación para la interrupción del término, radica en
que el artículo 137 bis, fracción VI, del Código de Procedimientos Civiles dice: ‘... no
hubiere promoción de cualquiera de las «partes»’. Por su parte el artículo 3033, fracción VI,
del Código Civil expone: ‘... sin que el interesado haya promovido en el juicio
correspondiente’. Como puede observarse, ninguno de los dos preceptos establece la clase de
promoción apta para interrumpir el término de actos para impulsar el procedimiento. En ese
sentido, la jurisprudencia por contradicción de tesis en que se apoya el recurrente, interpreta a
qué clase de promociones se refiere ese numeral (y similar al que es materia del estudio), en
el supuesto de que éstas deben ser en el sentido de manifestar su deseo o su voluntad de
continuar el procedimiento y que la doctrina califica de impulso procesal, esto es, que tienen
el efecto de hacer progresar el juicio y en tal supuesto, no se puede impedir la interrupción
del término de la caducidad con promociones frívolas o improcedentes, sino sólo con
aquellas que revelen o expresen el deseo o voluntad de las partes de mantener viva la
instancia, esto es, que tuvieran como consecuencia activar el procedimiento y excitar al
órgano jurisdiccional a continuar hasta culminarlo, en el caso, hasta tener por satisfecho el
pago de lo condenado por encontrarse el contradictorio en la etapa de ejecución de sentencia.
En ese sentido se utiliza la tesis de contradicción que se ha citado para apoyar la conclusión a
que se llega, ya que donde existe la misma razón debe existir la misma disposición. Ahora
bien, en concepto de este cuerpo colegiado, las promociones presentadas ante el Juez de la
causa autorizando personas, solicitando copias, pidiendo la devolución de los autos del
archivo, o se dé por notificada alguna de las partes de la llegada de los autos, no tienen el
alcance que se les pretende atribuir, es decir, de conformidad a su contenido, no puede
desprenderse que se trate de promociones con las características de impulsar el juicio en su
etapa correspondiente, y de buscar su continuación hasta dar por cumplida la sentencia,
presupuestos que resultan necesarios para que pueda mantenerse viva una inscripción de
embargo. En efecto, el impulso procesal, es lo que los procesalistas definen bajo el concepto
de carga, o sea, implica un deber sine qua non para las partes litigantes, pues a ellas pertenece
la obligación de instar el procedimiento en busca de la tutela de sus intereses privados. Así, el
actor tiene la obligación entendida técnicamente como carga, de procurar dentro del menor
tiempo posible exigir el pago de lo debido a través de lo decretado en la sentencia, como el
que se haga la petición del pago, promover los incidentes que logran el pago de los accesorios
para ver satisfechas sus pretensiones emanadas de la misma sentencia firme, pedir que se
lleve a cabo el remate llenando los requisitos legales a través de sus etapas; ese mismo deber
opera para el demandado, puesto que igual obligación tiene de dar contestación a las
incidencias propuestas así como velar por sus intereses respecto del pago que tiene que
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realizar, ofrecer pruebas, etcétera, dado que es propiamente a los contendientes a quienes
beneficiará o perjudicará el procedimiento de ejecución y en caso (sic) mantener viva la
inscripción del embargo. Ahora bien, la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación en sesión de veintinueve de noviembre de 1995, al resolver la contradicción de tesis
12/95 emitió la jurisprudencia a que se ha hecho referencia, bajo el número 1/96, que se
encuentra publicada en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo III,
correspondiente al mes de enero de 1996, página 9, textualmente expresa: ‘CADUCIDAD
DE LA INSTANCIA. SÓLO ES SUSCEPTIBLE DE INTERRUPCIÓN A TRAVÉS DE
PROMOCIONES QUE TIENDAN A IMPULSAR EL PROCEDIMIENTO Y NO CON
CUALQUIER ESCRITO (LEGISLACIÓN PROCESAL DEL DISTRITO FEDERAL).’ (la
transcribe). Del estudio abordado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, se desprende
que para interrumpir la caducidad se requiere de un acto procesal de las partes en donde
manifiesten su deseo o su voluntad de continuar con el procedimiento, lo que en el fondo
significaba impulsar el juicio mediante la promoción respectiva, limitando la posibilidad de
impedir la interrupción del término de la caducidad con promociones frívolas o
improcedentes, sino sólo con aquellas que revelen o expresen el deseo o voluntad de las
partes de mantener viva la instancia, esto es, que tuvieran como consecuencia activar el
procedimiento y excitar al órgano jurisdiccional a continuar hasta dictar sentencia. Así
también, conceptuó, que el impulso del proceso no revestía un deber sino una carga en el
sentido técnico procesal del vocablo, cuyo efecto es que la propia ley dispone el acto o actos
que deben realizarse como una condición para que se desencadenen los efectos favorables al
interesado para que el proceso no se extinga y se mantenga vivo, para ello, es una condición
sine qua non, el que se promueva; finalmente, la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
dedujo que no resultaba cierto que bastara la promoción de cualquier escrito para interrumpir
la caducidad de la instancia, y que no importara su contenido, siendo más que suficiente que
se dirigiera al expediente por cualquiera de las partes, sino que de lo resuelto debería
concluirse que la promoción indicada tuviera el efecto de impulsar el proceso judicial. Este
cuerpo colegiado, estudiando el contenido de la jurisprudencia, en el texto propiamente de la
misma, si bien por un lado advierte que la Suprema Corte de Justicia de la Nación al analizar
la institución de la caducidad en el procedimiento civil conforme a la legislación procesal del
Distrito Federal, abordó diversos aspectos como lo son: a) la interrupción de la caducidad; b)
el impulso procesal; c) el concepto de carga en su sentido técnico procesal; y d) que no era
cierto que cualquier promoción presentada en juicio fuera bastante para interrumpir la
caducidad; destacó que las promociones frívolas e improcedentes no deben ser consideradas
como interruptoras de la caducidad, sino sólo aquellas que tendieran a poner en marcha el
proceso para culminar a través de una sentencia; sin embargo, acudiendo al texto de la
ejecutoria, que por razones de economía y concentración procesal en las resoluciones, no se
trae a colación íntegramente, sólo la parte final en donde se dijo lo siguiente: ‘... Acorde con
lo anterior, se considera que la tesis que debe prevalecer es la sustentada por el Séptimo
Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito, que dio origen a la denuncia de
contradicción que nos ocupa, atento a los razonamientos que enseguida se expresan ... La
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interpretación de una norma jurídica significa determinar su sentido, su extensión o su
alcance regulador, lo que se obtiene utilizando los métodos idóneos como el lógico, el
sistemático, el auténtico o el causal-teleológico ... En el presente caso la interpretación
letrística del artículo 37, fracción IX, del Código de Procedimientos Civiles podría llevar a
conclusiones contradictorias, por las siguientes razones ... La caducidad, en el derecho
procesal, es la extinción de la instancia judicial porque las dos partes abandonan el ejercicio
de la acción respectiva. Este abandono se manifiesta en que ninguna de ellas hace en el
proceso las promociones necesarias para que éste llegue a su fin ... Conforme al principio
dispositivo, el ejercicio de la acción procesal está encomendado en sus dos formas, activa y
pasiva, a las partes y no al Juez, es decir, en los juicios civiles las partes deben gestionar su
tramitación y luchar por concluirlo. El abandono de esta carga procesal se sanciona con la
caducidad ... Ahora bien, es evidente que no toda promoción de las partes tiene el propósito
de llevar el proceso a su fin, pues es dable formular promociones con otro objetivo que puede
ser el contrario, es decir, el de entorpecer su avance ... Como puede fácilmente advertirse de
lo anterior la intención del legislador fue la de fijar un término dentro del cual, si las partes
dejaban de promover lo necesario para conducir el juicio hasta su fin natural operara de pleno
derecho la caducidad de la instancia, de lo que se sigue, que cuando las partes promovieran lo
necesario para conducir el juicio hasta su fin natural, entonces, se interrumpiría dicho término
y, por ende, no habría caducidad ... De tal suerte que, las partes deben impulsar el
procedimiento, manifestando su interés en proseguirlo, a través de promociones que activen
el procedimiento y exciten al órgano jurisdiccional hasta dictar sentencia, pero no de
cualquier tipo y contenido, atendiendo únicamente al texto de la norma, ya que de esta
manera, la interpretación de la misma quedaría reducida a un campo de aplicación literal
sumamente restringido, con resultados distintos a los pretendidos por el legislador ... Así las
cosas, esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación estima que, las
promociones cuya finalidad sea solamente de autorizar a determinadas personas para oír
notificaciones o la de que se reconozca a alguien el carácter de abogado patrono o apoderado
o la de señalar nuevo domicilio para oír notificaciones, no son idóneas para interrumpir la
caducidad de la instancia, en tanto que no tienden a activar o a impulsar el procedimiento,
pues si bien pudiera pensarse que, con dichas promociones, se evidenciara el interés del
promovente en mantener vivo el procedimiento y continuar con el mismo, ello no deja de ser
una apreciación meramente subjetiva y sin ningún sustento legal, ya que de igual manera se
podría sostener, que tales promociones se pudieran presentar, invariablemente, una y otra
vez, con el único objeto de interrumpir la caducidad y evitar ésta, sin tener la intención de
proseguir el juicio.’. Conforme a lo anterior, si bien del texto de la jurisprudencia publicada
pudiera desprenderse en forma meridiana, cuáles escritos no tienen la cualidad de ser
interruptores de la caducidad, puesto que únicamente se refiere a las ‘promociones frívolas o
improcedentes’, el texto de la ejecutoria es claro al acotar una limitación, sobre aquellas
promociones cuya finalidad sea solamente autorizar a determinadas personas para oír
notificaciones, que se reconozca a alguien el carácter de abogado patrono o apoderado o la de
señalar nuevo domicilio para oír notificaciones, pues indica que no son idóneas para
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interrumpir la caducidad de la instancia, en tanto que no tienden a activar o a impulsar el
procedimiento. Además, que tales promociones se pueden presentar invariablemente, una y
otra vez, con el único objeto de interrumpir la caducidad y evitar ésta, en el caso que se
analiza, de interrumpir la inactividad procesal para evitar la cancelación del embargo, sin
tener la intención de proseguir la ejecución, tal vez con el fin de que pudieran seguir
generándose intereses y otros accesorios por el transcurso del tiempo en perjuicio del
condenado; lo que pone de manifiesto, no únicamente la circunstancia destacada por la
Suprema Corte en cuanto a la categoría que las peticiones por escrito de las partes deben
revestir, por cuanto no deben considerarse aquellas cuyo contenido sea el de una mera
frivolidad, tendente a permitir el retraso del juicio; sino que además, claramente indica, que
aquellas que se presentan con el ánimo de autorizar a alguien para oír y recibir notificaciones
no tienen el alcance jurídico interruptor de la caducidad. A todo ello cabe agregar, que en
materia mercantil, en el caso tomando como base la supletoriedad en materia sustantiva del
Código Civil en su artículo 3033, fracción VI, conforme al numeral 2o. del Código de
Comercio, que establece la institución de la cancelación de las inscripciones preventivas por
el hecho de que al transcurrir dos años desde la fecha de asiento sin que el interesado haya
promovido en el juicio correspondiente, sin que las partes hubieran hecho promoción alguna
tendente a mantener la marcha normal de la etapa de ejecución hasta culminar con el pago de
lo sentenciado, lo que supone la ausencia del impulso procesal conceptuado por la Suprema
Corte de Justicia de la Nación, como una carga que recae técnicamente sobre el interesado
que debe inducirlo a mantener viva la instancia, en el caso justiciable a culminar con la
ejecución de la sentencia; es inconcuso, que el escrito o promoción de cualquiera de los
oponentes donde se autorice a determinadas personas para oír notificaciones, la de que se
reconozca a alguien su carácter de abogado o la que señala nuevo domicilio para recibir
notificaciones, solicitar copias, la devolución de los autos del archivo, o se dé por notificada
alguna parte de la llegada de los autos, no son idóneas para interrumpir la inactividad
procesal, pues no son tendentes a impulsar la culminación de la ejecución del fallo, por virtud
de que pueden presentarse en el juicio cuantas veces se quiera, no con la finalidad de
continuar su tramitación, sino únicamente para interrumpir la cancelación de la inscripción
del embargo; por ello, sólo cuentan con esa cualidad distintiva aquellas promociones cuyo
contenido ponga de manifiesto que el juicio mantiene su dinámica natural con la finalidad de
que sea finiquitado el adeudo con respecto de la condena en una sentencia firme, verbigracia,
como aquellos en donde se solicita abrir el incidente de liquidación de intereses, de costas, la
petición del requerimiento de pago, los trámites para que tenga verificativo el remate,
etcétera. Si bien la jurisprudencia invocada no tiene aplicación en el presente caso, porque no
se refiere específicamente a la materia mercantil, la misma sirve de apoyo por identidad
jurídica sustancial, ya que la Suprema Corte ha interpretado que los escritos de autorización,
señalamiento de nuevo domicilio, etcétera no revelan un interés para la obtención y
prosecución del juicio, lo que conduce a valorar la falta de certidumbre en la concepción
efectuada por la Juez de Distrito."
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Cabe destacar que las anteriores consideraciones, no fueron plasmadas en alguna tesis que
hubiese sido publicada en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, pero ello no es
óbice para que esta Primera Sala se encuentre en aptitud de entrar al estudio de la cuestión
planteada, ya que para la existencia de la contradicción de tesis sólo se requieren criterios
divergentes plasmados en diversas ejecutorias, sustentados por órganos jurisdiccionales
terminales, al examinar un punto concreto de derecho, cuya hipótesis, con características de
generalidad y abstracción, pueda actualizarse en otros asuntos, a pesar de que no se hayan
redactado ni publicado en la forma establecida por la ley.
Sobre este particular, tiene aplicación la jurisprudencia de la Segunda Sala, criterio que se
comparte y que a la letra dice lo siguiente:
"Novena Época
"Instancia: Segunda Sala
"Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
"Tomo: XII, noviembre de 2000
"Tesis: 2a./J. 94/2000
"Página: 319
"CONTRADICCIÓN DE TESIS. SU EXISTENCIA REQUIERE DE CRITERIOS
DIVERGENTES PLASMADOS EN DIVERSAS EJECUTORIAS, A PESAR DE QUE NO
SE HAYAN REDACTADO NI PUBLICADO EN LA FORMA ESTABLECIDA POR LA
LEY. Los artículos 107, fracción XIII, de la Constitución General de la República, 197 y
197-A de la Ley de Amparo, regulan la contradicción de tesis sobre una misma cuestión
jurídica como forma o sistema de integración de jurisprudencia, desprendiéndose que la tesis
a que se refieren es el criterio jurídico sustentado por un órgano jurisdiccional al examinar un
punto concreto de derecho, cuya hipótesis, con características de generalidad y abstracción,
puede actualizarse en otros asuntos; criterio que, además, en términos de lo establecido en el
artículo 195 de la citada legislación, debe redactarse de manera sintética, controlarse y
difundirse, formalidad que de no cumplirse no le priva del carácter de tesis, en tanto que esta
investidura la adquiere por el solo hecho de reunir los requisitos inicialmente enunciados de
generalidad y abstracción. Por consiguiente, puede afirmarse que no existe tesis sin
ejecutoria, pero que ya existiendo ésta, hay tesis a pesar de que no se haya redactado en la
forma establecida ni publicado y, en tales condiciones, es susceptible de formar parte de la
contradicción que establecen los preceptos citados."
QUINTO. Por su parte, el Décimo Segundo Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer
Circuito, al resolver el recurso de revisión 28/2000, sostuvo, en la parte que interesa, lo
siguiente:
"CUARTO. Los agravios hechos valer por la parte recurrente son ineficaces. En el presente
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caso el acto reclamado se hizo consistir en la resolución de fecha quince de diciembre de mil
novecientos noventa y nueve, dictada por la Primera Sala del Tribunal Superior de Justicia
del Distrito Federal, en el juicio ejecutivo mercantil, seguido por Internacional Bank of
Commerce, en contra de Gilberto Blendi Kortum, mediante la cual se resolvió el recurso de
apelación interpuesto en contra de la interlocutoria que resolvió la solicitud de cancelación de
inscripción de embargo promovida por la demandada. La sentencia dictada por la Sala
responsable declaró improcedente la solicitud de cancelación de la inscripción de embargo
trabado sobre el inmueble de la casa habitación y terreno trece de la calle San Juan, Barrio de
Cantarranas, Colonia Chapultepec, de Cuernavaca, Morelos. Con base en la sentencia
referida, el demandado promovió amparo indirecto, el cual se resolvió en fecha veinticinco de
febrero del presente año, en el sentido de negar el amparo y protección de la Justicia Federal
a Gilberto Blendi Kortum, contra actos de la Magistrada Alicia Pérez, de la Primera Sala del
Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal. El recurrente al interponer el recurso de
revisión en contra de la sentencia dictada por el C. Juez Cuarto de Distrito en Materia Civil,
expone como agravios que dicho Juez Federal al igual que la Sala, considera que un escrito
autorizando a personas para oír y recibir notificaciones, interrumpe la inactividad procesal, lo
cual es incorrecto, porque la autorización de una persona en el procedimiento respectivo no
impulsa el procedimiento ni conduce o encausa el juicio. Agrega que, aun cuando de la
interpretación del artículo 3033, fracción VI, del Código Civil, se advierta que no hace
distinción de qué tipo de promociones interrumpen la inactividad procesal para la cancelación
de la anotación registral, una exégesis jurídica permite establecer que únicamente aquellas
promociones que impulsan el procedimiento son las que tienen ese efecto, ya que si se
interpretara a su letra se concluiría que toda promoción sin importar su contenido, sería eficaz
para interrumpir la caducidad. Por lo que, si alguna de las partes tiene interés en que no opere
la caducidad debe impulsar el juicio mediante promociones que tengan como consecuencia
activar el procedimiento, dando el impulso correspondiente y como una carga procesal a las
partes, la promoción presentada en el juicio correspondiente en donde se autoriza a personas
para oír y recibir notificaciones, no es suficiente para interrumpir la caducidad de la
anotación registral. Asimismo, expresa que el criterio jurisprudencial en el que el Juez de
Distrito fundamenta su negativa para conceder el amparo solicitado no es aplicable, ya que se
trata de instituciones diferentes, reguladas en ordenamientos jurídicos distintos y que
sustancial y procesalmente son diversos, ya que la jurisprudencia se refiere a la caducidad en
el juicio de amparo y no a la caducidad de la anotación registral que prevé el artículo 3033,
fracción VI, del Código Civil del Distrito Federal. Por lo que, a partir del catorce de mayo de
mil novecientos noventa y siete, fecha en que se inscribió el embargo en el Registro Público,
hasta el siete de julio de mil novecientos noventa y nueve, fecha en que se solicitó la
devolución del expediente de archivo; transcurrieron más de dos años a que se refiere el
precepto legal referido. Además, el recurrente menciona que la figura jurídica de la caducidad
de la instancia no fue solicitada por él y menos aún fue analizada por el Juez de origen, ya
que es una cuestión totalmente diferente con la cancelación del asiento registral. Por último
hace referencia a que el exhorto que se giró para llevar a cabo la diligencia de embargo, fue
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recogido por la parte actora el día veintitrés de mayo de mil novecientos noventa y siete, y
que desde entonces debió haberlo exhibido ante el juzgado original y al no haberlo hecho,
resulta su desinterés en la prosecución del procedimiento. Además indica que la responsable
reitera que la caducidad de la instancia no opera en materia mercantil. Ahora bien, el artículo
3033, fracción VI, del Código Civil para el Distrito Federal en Materia Común y para toda la
República en Materia Federal, establece: ‘Artículo 3033’ (lo transcribe). El Juez Federal
sustancialmente determinó que en el caso no procedía la cancelación de la inscripción
registral solicitada por el agraviado, porque los dos años a que se refiere el artículo 1033,
fracción VI, del Código Civil aludido, se había interrumpido por haber presentado la actora
un escrito de autorización de personas para oír notificaciones, promoción ésta que, dice,
interrumpe el plazo de inactividad procesal, apoyando su criterio en la tesis de Pleno VIII/96,
Tomo III, página 163, Novena Época del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, la
cual se transcribe: ‘CADUCIDAD DE LA INSTANCIA EN AMPARO. PROMOCIONES
IDÓNEAS PARA INTERRUMPIRLA.’ (la transcribe). Contrariamente a lo alegado por el
quejoso, fue correcta la apreciación del Juez Federal al considerar que las promociones
presentadas por las partes en donde se autorizan a personas para oír y recibir notificaciones,
sí interrumpen la inactividad procesal. De manera que, en el presente caso la promoción
presentada en el juicio con la finalidad de autorizar a personas para oír y recibir
notificaciones interrumpió el término de dos años que el artículo 3033, fracción VI, del
Código Civil señala para pedir la cancelación de la inscripción preventiva, y el hecho que
sostenga el quejoso que los escritos en que se autorizan a personas para oír y recibir
notificaciones no impulsan el procedimiento, es irrelevante, precisamente, porque al no
precisar el citado artículo 3033 del Código Civil, cuáles son las promociones que interrumpen
la inactividad procesal, cabe concluir que las promociones en donde se autoriza a una persona
par oír y recibir notificaciones sí interrumpen el término. Por tanto, carece de relevancia que
el Juez haya citado un criterio del Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
declarado en un juicio de amparo, porque de todos modos analizando propiamente la
legislación civil aplicable, la promoción autorizando a una persona para oír notificaciones, es
interruptora del término de la inactividad procesal a que alude el citado artículo 3033 del
Código Civil. Por otro lado, es cierto que la caducidad de la instancia y la cancelación de la
inscripción registral son diferentes, pero también es cierto que el Juez Federal, no confundió
dichas formas jurídicas, sino que sólo habló de lo que se intentó en el juicio, consistente en la
cancelación de la inscripción registral, nada más que el juzgador lo que dijo fue que para
decretar la cancelación de una inscripción registral, se requiere el transcurso de dos años sin
actividad procesal en el juicio donde se dispuso la inscripción, de tal forma que no hubo la
confusión aludida."
Dicho criterio está reflejado en la tesis que enseguida se transcribe:
"Novena Época
"Instancia: Décimo Segundo Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 95/2004-PS.
"Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
"Tomo: XII, agosto de 2000
"Tesis: I.12o.C.1 C
"Página: 1198
"INSCRIPCIÓN PREVENTIVA DE EMBARGO, PROMOCIÓN QUE INTERRUMPE LA
CADUCIDAD DE LA. La promoción que presenta la parte actora en un juicio ejecutivo
mercantil en que autoriza a personas para oír y recibir notificaciones, interrumpe el término
de dos años previsto en el artículo 3033, fracción VI, del Código Civil para el Distrito
Federal, para pedir la cancelación de la inscripción preventiva de un embargo, en virtud de
que el citado precepto legal no precisa cuáles son las promociones que interrumpen la
inactividad procesal."
SEXTO. Por razón de método, en primer lugar debe determinarse si efectivamente existe la
contradicción de criterios denunciada, pues ello constituye un presupuesto necesario para
estar en posibilidad de resolver cuál de las posturas contendientes debe prevalecer.
Para que exista contradicción de tesis se requiere que los Tribunales Colegiados, al resolver
los asuntos materia de la denuncia, hayan examinado cuestiones jurídicas esencialmente
iguales, pero hayan llegado a conclusiones distintas respecto a la solución de la controversia
planteada. En ese sentido se ha pronunciado el Pleno de este Alto Tribunal en la
jurisprudencia que se transcribe a continuación:
"Novena Época
"Instancia: Pleno
"Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
"Tomo: XIII, abril de 2001
"Tesis: P./J. 26/2001
"Página: 76
"CONTRADICCIÓN DE TESIS DE TRIBUNALES COLEGIADOS DE CIRCUITO.
REQUISITOS PARA SU EXISTENCIA. De conformidad con lo que establecen los artículos
107, fracción XIII, primer párrafo, de la Constitución Federal y 197-A de la Ley de Amparo,
cuando los Tribunales Colegiados de Circuito sustenten tesis contradictorias en los juicios de
amparo de su competencia, el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación o la Sala
que corresponda deben decidir cuál tesis ha de prevalecer. Ahora bien, se entiende que
existen tesis contradictorias cuando concurren los siguientes supuestos: a) que al resolver los
negocios jurídicos se examinen cuestiones jurídicas esencialmente iguales y se adopten
posiciones o criterios jurídicos discrepantes; b) que la diferencia de criterios se presente en
las consideraciones, razonamientos o interpretaciones jurídicas de las sentencias respectivas;
y, c) que los distintos criterios provengan del examen de los mismos elementos."
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 95/2004-PS.
Del análisis de las ejecutorias transcritas con anterioridad se advierte que sí se cumplen los
requisitos de existencia de la contradicción de tesis entre Tribunales Colegiados, porque en el
caso a estudio la diferencia de criterios se presenta en las consideraciones, razonamientos o
interpretaciones jurídicas de las sentencias respectivas, respecto a cuestiones jurídicas
esencialmente iguales, y los distintos criterios provienen del examen de los mismos
elementos.
Así, el Décimo Segundo Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito, al conocer
del recurso de revisión derivado de un juicio de amparo indirecto, promovido contra la
resolución de segunda instancia, respecto de actos cometidos durante la tramitación de un
juicio ejecutivo mercantil, analizó el artículo 3033, fracción VI, del Código Civil para el
Distrito Federal en Materia Común y para toda la República en Materia Federal, y sostuvo
que las promociones en que se autoriza a personas para oír y recibir notificaciones, sí pueden
considerarse como de aquellas que interrumpen el término de dos años de inactividad
procesal a que se refiere el citado artículo, para pedir la cancelación del asiento registral de
embargo judicial. Lo anterior lo afirmó bajo la idea de que el artículo en cuestión no precisa
cuáles son las promociones que interrumpen la inactividad procesal.
Por su parte, el Décimo Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito, al conocer
del recurso de revisión derivado de un juicio de amparo indirecto, promovido contra la
resolución de segunda instancia, respecto de actos cometidos en etapa de ejecución de
sentencia, dictada en un juicio ejecutivo mercantil, interpretó el mismo numeral, pero del
actual Código Civil para el Distrito Federal, publicado en la Gaceta Oficial del Distrito
Federal el veinticinco de mayo de dos mil, sostuvo, entre otras cosas, el criterio de que las
promociones donde se autorizan personas para oír notificaciones no interrumpen la
inactividad procesal, al no tener la característica de dar impulso procesal, es decir, que hagan
progresar el desarrollo de la etapa en que se encuentre el juicio. Por lo cual consideró que ese
tipo de promociones no pueden interrumpir el término de dos años de inactividad procesal a
que se refiere el artículo 3033, fracción VI, del Código Civil para el Distrito Federal para
pedir la cancelación del asiento registral de embargo judicial.
Cabe destacar que no resulta óbice para que exista contradicción, el hecho de que el Décimo
Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito haya realizado la interpretación de la
referida hipótesis normativa, en un caso que se encontraba en etapa de ejecución de
sentencia; y que, por otra parte, el diverso Décimo Segundo Tribunal Colegiado de la misma
materia y circuito haya conocido del tema, respecto de un acto realizado durante la
tramitación de un juicio. Lo anterior, en virtud de que de la lectura de las ejecutorias de
mérito no se advierte que dicha situación hubiera incidido en la postura que asumió cada
tribunal, es decir, dicho factor no resultó relevante para determinar el sentido de sus
respectivos fallos.
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 95/2004-PS.
Asimismo, debe puntualizarse que tampoco es óbice para arribar a la conclusión referida el
que los Tribunales Colegiados involucrados en el presente asunto hubieran interpretado
disposiciones pertenecientes a legislaciones formalmente distintas, puesto que las hipótesis
normativas que prevén los artículos analizados por los tribunales involucrados son
esencialmente iguales.
Lo anterior se advierte con toda claridad de la comparación de los referidos preceptos, que se
anotan en el siguiente cuadro:
Ver cuadro
Al respecto, resulta aplicable la tesis que a continuación se transcribe:
"Novena Época
"Instancia: Segunda Sala
"Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
"Tomo: XII, septiembre de 2000
"Tesis: 2a./J. 87/2000
"Página: 70
"CONTRADICCIÓN DE TESIS. DEBE RESOLVERSE, AUNQUE DIMANE DE LA
INTERPRETACIÓN DE PRECEPTOS LEGALES DEROGADOS, SI SU CONTENIDO SE
REPITIÓ EN LOS VIGENTES. A pesar de que los criterios divergentes deriven del examen
de disposiciones legales o reglamentarias que ya no se encuentren en vigor, por haber sido
derogados o abrogados los ordenamientos a que pertenecen, es necesario resolver la
contradicción de tesis denunciada en el caso de que los ordenamientos vigentes, que
sustituyeron a aquéllos repitan, en lo esencial, las hipótesis normativas cuya interpretación
por los Tribunales Colegiados de Circuito o por las Salas de la Suprema Corte de Justicia de
la Nación, dio lugar a la contradicción de tesis, puesto que este proceder tiende a fijar
criterios que conservan vigencia y utilidad en la preservación de la seguridad jurídica."
SÉPTIMO. Respecto del tema, materia de la presente contradicción de tesis, debe prevalecer
con carácter de jurisprudencia el criterio que sustenta esta Primera Sala, en atención a lo
siguiente:
Como se mencionó, la materia de la presente contradicción se constriñe a determinar qué tipo
de promociones interrumpen la inactividad procesal que genera el derecho a pedir la
cancelación total del asiento registral de embargo judicial regulado tanto en el artículo 3033,
fracción VI, del entonces Código Civil para el Distrito Federal en Materia Común y para toda
la República en Materia Federal, en vigor desde el primero de octubre de mil novecientos
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 95/2004-PS.
treinta y dos, hasta el treinta y uno de mayo de dos mil dos, como su correlativo 3033,
fracción VI, del Código Civil para el Distrito Federal, vigente a partir del primero de junio de
dos mil dos, antes transcritos.
Cabe destacar que debido a la identidad de los preceptos citados, que se ha destacado en este
estudio, para hacer referencia a los mismos en esta sentencia se aludirá al Código Civil, en el
entendido de que lo considerado al respecto atañe a ambas legislaciones.
Previo a continuar con el desarrollo de esta resolución, resulta importante destacar que esta
Primera Sala, al resolver el veintinueve de noviembre de mil novecientos noventa y cinco la
diversa contradicción de tesis 12/95, relativa a la interpretación del artículo 137-bis del
Código de Procedimientos Civiles para el Distrito Federal, sostuvo el criterio de que no todas
las promociones presentadas en juicio resultan adecuadas para interrumpir la caducidad de la
instancia, estimando que las promociones frívolas e improcedentes no interrumpen la
caducidad, sino sólo aquellas que tiendan a poner en marcha el proceso para culminar a
través de una sentencia.
En la parte conducente de dicha ejecutoria se dijo lo siguiente:
"La interpretación de una norma jurídica significa determinar su sentido, su extensión o su
alcance regulador, lo que se obtiene utilizando los métodos idóneos como el lógico, el
sistemático, el auténtico o el causal-teleológico. En el presente caso la interpretación letrística
del artículo 37, fracción IX, del Código de Procedimientos Civiles podría llevar a
conclusiones contradictorias, por las siguientes razones: La caducidad, en el derecho
procesal, es la extinción de la instancia judicial porque las dos partes abandonan el ejercicio
de la acción respectiva. Este abandono se manifiesta en que ninguna de ellas hace en el
proceso las promociones necesarias para que éste llegue a su fin. Conforme al principio
dispositivo, el ejercicio de la acción procesal está encomendado en sus dos formas, activa y
pasiva, a las partes y no al Juez, es decir, en los juicios civiles las partes deben gestionar su
tramitación y luchar por concluirlo. El abandono de esta carga procesal se sanciona con la
caducidad. Ahora bien, es evidente que no toda promoción de las partes tiene el propósito de
llevar el proceso a su fin, pues es dable formular promociones con otro objetivo que puede
ser el contrario, es decir, el de entorpecer su avance. ... Como puede fácilmente advertirse de
lo anterior la intención del legislador fue la de fijar un término dentro del cual, si las partes
dejaban de promover lo necesario para conducir el juicio hasta su fin natural operara de pleno
derecho la caducidad de la instancia, de lo que se sigue, que cuando las partes promovieran lo
necesario para conducir el juicio hasta su fin natural, entonces, se interrumpiría dicho término
y, por ende, no habría caducidad. De tal suerte que, las partes deben impulsar el
procedimiento, manifestando su interés en proseguirlo, a través de promociones que activen
el procedimiento y exciten al órgano jurisdiccional hasta dictar sentencia, pero no de
cualquier tipo y contenido, atendiendo únicamente al texto de la norma, ya que de esta
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 95/2004-PS.
manera, la interpretación de la misma quedaría reducida a un campo de aplicación literal
sumamente restringido, con resultados distintos a los pretendidos por el legislador. Así las
cosas, esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación estima que, las
promociones cuya finalidad sea solamente de autorizar a determinadas personas para oír
notificaciones o la de que se reconozca a alguien el carácter de abogado patrono o apoderado
o la de señalar nuevo domicilio para oír notificaciones, no son idóneas para interrumpir la
caducidad de la instancia, en tanto que no tienden a activar o a impulsar el procedimiento,
pues si bien pudiera pensarse que, con dichas promociones, se evidenciara el interés del
promovente en mantener vivo el procedimiento y continuar con el mismo, ello no deja de ser
una apreciación meramente subjetiva y sin ningún sustento legal, ya que de igual manera se
podría sostener, que tales promociones se pudieran presentar, invariablemente, una y otra
vez, con el único objeto de interrumpir la caducidad y evitar ésta, sin tener la intención de
proseguir el juicio."
No obstante lo anterior, debe considerarse que la resolución aludida no resuelve el tema de la
presente contradicción, puesto que la figura de la cancelación total del asiento registral de
embargo judicial por inactividad procesal, a que se refiere esta contradicción de tesis, es una
figura jurídica que opera de manera independiente a la caducidad de la instancia. En efecto, si
bien ambas dependen de la inactividad procesal, lo cierto es que cada una tiene su origen en
preceptos distintos y producen consecuencias jurídicas también distintas.
Así, la caducidad de la instancia tiene como consecuencia la extinción anticipada del proceso
debido a la inactividad de las partes en el mismo, por un periodo de ciento veinte días artículos 1076 del Código de Comercio y 137 bis del Código de Procedimientos Civiles para
el Distrito Federal, respectivamente- y de un año -artículo 373, fracción IV, del Código
Federal de Procedimientos Civiles-.
Se trata de una sanción por el abandono de la instancia que tiene por objeto evitar que un
juicio esté pendiente por tiempo indefinido, y cuya consecuencia principal es la extinción de
la instancia, pero no de la acción, convirtiendo en ineficaces la actuaciones del juicio y
volviendo las cosas al estado que tenían antes de la presentación de la demanda.
En cambio, en la hipótesis a que se refiere el artículo 3033, fracción VI, del Código Civil, la
inactividad procesal de dos años sólo genera la extinción del asiento registral del embargo
judicial en el Registro Público de la Propiedad, sin afectar en modo alguno otra actuación.
Dicho artículo señala a la letra lo siguiente:
"Artículo 3033. Podrá pedirse y deberá ordenarse, en su caso, la cancelación total: ... VI.
Cuando tratándose de cédula hipotecaria o de embargo, hayan transcurrido dos años desde la
fecha del asiento, sin que el interesado haya promovido en el juicio correspondiente."
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Ahora bien, el tema central de esta contradicción, como ya se ha mencionado, consiste en
determinar qué promociones pueden interrumpir la inactividad procesal a que se refiere la
hipótesis normativa en cuestión, de la que surge la posibilidad de pedir la cancelación del
asiento registral de embargo judicial.
Al respecto, debe destacarse que, como se anotó con anterioridad, esta Primera Sala al
resolver la diversa contradicción de tesis 12/95, relativa a la interpretación del artículo 137bis del Código de Procedimientos Civiles para el Distrito Federal, sostuvo el criterio de que
no todas las promociones presentadas en juicio resultan adecuadas para interrumpir la
caducidad de la instancia, estimando que las promociones frívolas e improcedentes no
interrumpen la caducidad, sino sólo aquellas que tiendan a poner en marcha el proceso para
culminar a través de una sentencia.
En el caso, la materia de esta contradicción puede ser resuelta con la aplicación analógica del
criterio de referencia, toda vez que tanto en aquél caso como en éste, se analiza en lo esencial
el mismo problema jurídico: determinar qué promociones pueden interrumpir la inactividad
procesal para efectos de la caducidad, con independencia de que dicha inactividad tenga
efectos distintos en el caso de la caducidad de la instancia y en el de la caducidad del asiento
registral de embargo, puesto que esta última cuestión -que es lo que diferencia ambos
asuntos- no resulta relevante para resolver qué tipo de promociones interrumpen la
inactividad procesal.
Por tanto, si respecto a la caducidad de la instancia se sostuvo el criterio de que no todas las
promociones presentadas en juicio resultan adecuadas para interrumpir la inactividad que la
genera, sino sólo aquellas que tiendan a poner en marcha el proceso, es válido concluir en el
presente caso que aquellas promociones cuya finalidad sea solamente autorizar a
determinadas personas para oír notificaciones, reconocer a alguien el carácter de abogado
patrono o apoderado o la de señalar nuevo domicilio para oír notificaciones, solicitar copias,
la devolución de los autos del archivo, o se dé por notificada alguna parte de la llegada de los
autos, no resultan idóneas para interrumpir la inactividad procesal a que se refieren los
artículos analizados en esta resolución, en virtud de que sólo cuentan con dicha capacidad
aquellas promociones que conlleven impulso procesal, es decir, promociones de cuyo
contenido se desprenda la intención de la parte interesada de continuar la marcha normal de
la etapa en que se encuentre el juicio.
Sin que sea óbice para considerar lo anterior, el que la hipótesis normativa en cuestión, no
señale expresamente qué tipo de promociones interrumpen la inactividad procesal a que se
refiere, ya que ello es insuficiente para considerar que cualquier tipo de promoción puede
interrumpirla, toda vez que la carga de impulsar el procedimiento la tienen las partes en
atención a los principios dispositivo y de impulso procesal que rigen en nuestro sistema
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 95/2004-PS.
jurídico.
Cabe destacar que la figura jurídica que se analiza en esta resolución sólo puede ser aplicable
en etapa de ejecución de sentencia y no durante el juicio.
Lo anterior se puede advertir del análisis de los efectos de la caducidad de la instancia,
regulados en los artículos 137 bis del Código de Procedimientos Civiles para el Distrito
Federal, 1076 del Código de Comercio, así como en el artículo 373, fracción IV, del Código
Federal de Procedimientos Civiles, este último en relación con el diverso artículo 378 del
propio ordenamiento legal.
Los artículos antes mencionados son del tenor siguiente:
"Artículo 137 bis. Operará de pleno derecho la caducidad de la primera instancia cualquiera
que sea el estado del juicio desde el emplazamiento hasta antes de que concluya la audiencia
de pruebas, alegatos, y sentencia, si transcurridos ciento veinte días contados a partir de la
notificación de la última determinación judicial no hubiere promoción de cualquiera de las
partes.-Los efectos y formas de su declaración se sujetarán a las siguientes normas: ... II. La
caducidad extingue el proceso pero no la acción; en consecuencia se puede iniciar un nuevo
juicio, sin perjuicio de lo dispuesto en la fracción V de este artículo; III. La caducidad de la
primera instancia convierte en ineficaces las actuaciones del juicio y las cosas deben volver al
estado que tenían antes de la presentación de la demanda y se levantarán los embargos
preventivos y cautelares. ..."
"Artículo 1076. ... La caducidad de la instancia operará de pleno derecho, sea porque se
decrete de oficio o a petición de parte, cualquiera que sea el estado del juicio, desde el primer
auto que se dicte en el mismo y hasta la citación para oír sentencia, en aquellos casos en que
concurran las siguientes circunstancias: ... Los efectos de la caducidad serán los siguientes: I.
Extingue la instancia pero no la acción, convirtiendo en ineficaces las actuaciones del juicio y
volviendo las cosas al estado que tenían antes de la presentación de la demanda y se
levantarán los embargos, mandándose cancelar su inscripción en los Registros Públicos
correspondientes; ..."
"Artículo 373. El proceso caduca en los siguientes casos: ... IV. Fuera de los casos previstos
en los dos artículos precedentes, cuando cualquiera que sea el estado del procedimiento, no se
haya efectuado ningún acto procesal ni promoción durante un término mayor de un año, así
sea con el solo fin de pedir el dictado de la resolución pendiente. ..."
"Artículo 378. La caducidad, en los casos de las fracciones II y IV, tiene por efecto anular
todos los actos procesales verificados y sus consecuencias; entendiéndose como no
presentada la demanda, y, en cualquier juicio futuro sobre la misma controversia, no puede
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invocarse lo actuado en el proceso caduco. ..."
Es decir, del contenido de los artículos transcritos se puede evidenciar que dentro de los
efectos de la caducidad de la instancia está el de que se levantarán los embargos, mandándose
cancelar su inscripción en los Registros Públicos correspondientes.
Por tanto, no resulta factible que durante el juicio se actualice la hipótesis a que se refiere el
multicitado artículo 3033, fracción VI, del Código Civil, toda vez que al necesitar la
caducidad de la instancia de un plazo de inactividad inferior a los dos años que se requieren
en el citado artículo 3033, fracción VI, siempre se actualizará antes la caducidad de la
instancia y con ésta se puede solicitar que se levanten los embargos decretados en el juicio.
No obstante lo anterior, la figura de la cancelación total del asiento registral por inactividad
procesal de dos años sí se puede actualizar en etapa de ejecución de sentencia, teniendo en
este caso efectos exclusivos en lo relativo a la extinción del asiento registral de embargo
judicial en el Registro Público de la Propiedad, sin afectar en modo alguno el derecho para
pedir la acción de ejecución, pues tal derecho se rige por disposiciones legales diversas en las
que se precisan los plazos en que se puede ejecutar una sentencia, según el tipo de juicio, por
citar algunos: artículo 529 del Código de Procedimientos Civiles para el Distrito Federal diez años para juicios de naturaleza civil en los que la ley no prevea un término diverso-;
artículo 1079, fracción IV, del Código de Comercio -tres años en juicios ejecutivos
mercantiles y juicios especiales previstos por leyes mercantiles-; y fracción V del
mencionado artículo 1079 -cinco años en juicios ordinarios mercantiles-.
Es decir, el hecho de que con apoyo en la hipótesis materia de este asunto se ordene en etapa
de ejecución de sentencia la cancelación total del asiento registral de embargo judicial por
haber transcurrido dos años de inactividad sólo genera la extinción del referido asiento, sin
afectar en modo alguno el derecho a ejecutar la sentencia, ya que del análisis de la figura en
cuestión no se advierte que pueda tener consecuencias en este aspecto.
Cabe destacar que la afirmación de que la referida hipótesis sólo es aplicable en etapa de
ejecución, no significa que ésta sólo opere respecto de embargos practicados en dicha etapa.
Lo anterior, toda vez que tanto el embargo ordenado en juicio como el que se ordena en
ejecución son actos procesales a través de los cuales se embargan bienes propiedad del
demandado, con el objeto de garantizar las prestaciones que reclama el actor, para que en un
momento dado y, en su oportunidad, con el producto de dichos bienes se haga el pago
correspondiente de lo requerido, y tiene como finalidad evitar que el deudor oculte los bienes
de su propiedad para eludir sus obligaciones y hacer nugatorio el derecho del acreedor a
recibir el pago por la obligación contraída. El embargo en ambos casos (durante el juicio y en
ejecución) nace con el fin de garantizar el cumplimiento de la sentencia de condena; y
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además, debe tenerse en cuenta que la emisión de la sentencia en un juicio en el que se
ordenó un embargo no genera por sí que se extinga el embargo, pues ello no constituye el
fondo de la resolución, ni éste sirve de sustento para la resolución definitiva. Siendo que el
embargo subsiste en el Registro Público de la Propiedad aun después de que se emite la
sentencia, y únicamente en el caso de que el deudor se niegue a realizar el pago en el plazo
que se fije en la propia sentencia tiene lugar el trance y remate de los bienes embargados.
Por todo lo antes considerado, con apoyo en lo dispuesto por el artículo 192, último párrafo,
de la Ley de Amparo debe regir, con carácter jurisprudencial, la siguiente tesis:
EMBARGO JUDICIAL. EL TÉRMINO PARA QUE OPERE LA CADUCIDAD POR
INACTIVIDAD PROCESAL QUE GENERA EL DERECHO A SOLICITAR LA
CANCELACIÓN TOTAL DEL ASIENTO RELATIVO EN EL REGISTRO PÚBLICO DE
LA PROPIEDAD, ÚNICAMENTE PUEDE INTERRUMPIRSE MEDIANTE LA
PRESENTACIÓN DE PROMOCIONES QUE CONLLEVEN IMPULSO PROCESAL
(LEGISLACIÓN DEL DISTRITO FEDERAL).-Esta Primera Sala de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación ha establecido que, las promociones cuya finalidad sea solamente de
autorizar a determinadas personas para oír notificaciones o la de que se reconozca a alguien
el carácter de abogado patrono o apoderado o la de señalar nuevo domicilio para oír
notificaciones, no son idóneas para interrumpir la caducidad de la instancia, en tanto que no
tienden a activar o a impulsar el procedimiento. En consecuencia, tratándose de la caducidad
por inactividad procesal que genera el derecho a solicitar la cancelación total en el Registro
Público de la Propiedad del asiento de embargo judicial a que se refiere el Código Civil para
el Distrito Federal en Materia Común y para toda la República en Materia Federal, vigente
hasta el 31 de mayo de 2000, así como el Código Civil para el Distrito Federal, en vigor a
partir del 1o. de junio de 2000, ambos en su numeral 3033, fracción VI, sólo podrá
interrumpirse con aquellas promociones que presenten las partes en etapa de ejecución de
sentencia de juicios ejecutivos, ordinarios (civiles o mercantiles), o bien en juicios especiales,
únicamente cuando se trate de promociones que conlleven impulso procesal, pues éste
constituye una carga que técnicamente recae sobre el interesado; es decir, para que una
promoción pueda interrumpir el término de dos años de inactividad procesal a que se refiere
la hipótesis normativa señalada, se requiere que se trate de un acto procesal en el cual las
partes manifiesten su voluntad de continuar la marcha normal de la etapa de ejecución de
sentencia.
Por lo expuesto y fundado, se resuelve:
PRIMERO.-Existe contradicción de tesis entre los criterios sustentados por el Décimo
Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito y el Décimo Segundo Tribunal
Colegiado de la misma materia y circuito, en los términos precisados en el sexto
considerando de esta resolución.
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SEGUNDO-Debe prevalecer, con carácter de jurisprudencia, el criterio que sustenta esta
Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que aparece en el último
considerando de esta sentencia.
TERCERO.-Remítase testimonio de esta ejecutoria a los Tribunales Colegiados de Circuito
que intervinieron y a la Dirección General de la Coordinación de Compilación y
Sistematización de Tesis de este Alto Tribunal para los efectos de los artículos 192, 195,
fracciones II y III, y 197-B de la Ley de Amparo.
Notifíquese, cúmplase y, en su oportunidad, archívese como asunto concluido.
Así lo resolvió la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, por unanimidad
de cinco votos de los señores Ministros: José de Jesús Gudiño Pelayo (ponente), Sergio A.
Valls Hernández, Juan N. Silva Meza, José Ramón Cossío Díaz y presidenta Olga Sánchez
Cordero de García Villegas.
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